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Globalización y desarrollo*

Enrique Arceo**

Centro y periferia

* El autor agradece las observaciones de Cecilia Fernández Bugna, Andrés Wainer y EduardoBasualdo, las cuales permitieron mejorar un texto cuya responsabilidad recae exclusiva-mente sobre el autor.** Abogado Universidad de Buenso Aires (UBA). Doctor en Economía del Desarrollo, Uni-versidad de París, Facultad de Derecho y Ciencias Económicas. Asociado del Área de Eco-nomía y Tecnología de la FLACSO. Miembro del Comité Editorial de Realidad Económica.RECEPCIÓN DEL ARTÍCULO: septiembre de 2019ACEPTACIÓN: noviembre de 2019

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Nº 329 · AÑO 491° de enero al 15 de febrero de 2020ISSN 0325-1926realidad

económica

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ResumenEl artículo analiza las tres olas de expansión del modo capitalista de producción,con especial énfasis en la última ola. Los primeros apartados se dirigen a elucidar elimpacto de la última etapa de la globalización sobre los países centrales, puntualizandoen la movilidad del capital y las nuevas relaciones de fuerzas sociales que impulsa, enla secuencia neoliberalismo- globalización-financiarización, la concentración y la com-petencia oligopólica, los efectos sobre la estructura económica global, y el fin del pe-ríodo. El último apartado analiza el carácter dependiente de las formacionesperiféricas, para concluir en que “la contrapartida a los efectos de la tercera ola de glo-balización es la exigencia de una redefinición de las políticas nacionales de desarrolloy, para ello, la reestructuración de los Estados periféricos en base a una estructura delbloque en el poder marcadamente distinta a la supuesta en la teoría tradicional del de-sarrollo, lo que implicará, seguramente también, nuevas respuestas a la pregunta sobreel tipo de desarrollo deseable y el sendero para alcanzarlo”. Palabras clave: Capitalismo – Desarrollo – Neoliberalismo – Países centrales – Países peri-féricos AbstractGlobalization and developmentThis article analyzes all three expansion waves of the capitalist mode of production,emphasizing on the last wave. The first sections aim to analyze the impact of the laststage of globalization on central countries, particularly, mobility of capital and new re-lations of social forces which foster concentration and oligopolic competitiveness inthe 'neoliberalism - globalization - financiarization' sequence, as well as its effects onglobal economic structure, and the end of this period. The final section analyzes thedependent nature of peripheral formations, to conclude that 'the effects of the thirdwave of globalization will be matched will the demand for a re-definition of nationaldevelopment policies, and, for this, the re-structuration of peripheral States which isbased on a power bloc structure that will be markedly different to that which is desig-ned in the traditional development theory, which will also surely imply new answersto the question on the type of desirable development and the path to achieve it'.Keywords: Capitalism - Development - Neoliberalism - Central Countries - PeripheralCountries

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Las tres grandes olas de expansión del modo específicamente capitalista de producciónEl sistema mundial capitalista está experimentando los efectos de la terceraonda de expansión del modo específicamente capitalista de producción, basado enel predominio de la gran industria y la producción de maquinaria por medio demaquinarias. Cada una de estas olas supuso, además de transformaciones en la di-visión mundial del trabajo, cambios en el sistema monetario internacional y trans-formaciones en las grandes empresas que controlan el comercio y la inversióninternacional: cambiaron el tipo de bienes producidos, la escala de su producción,las tecnologías empleadas, las características de la inversión internacional, las for-mas asumidas por la competencia y las relaciones del capital productivo con el ca-pital financiero. Y esto modificó el impacto producido en los países periféricos porla penetración del capital de los países centrales y también la problemática quedebió enfrentar, en cada fase, su política de desarrollo. La primera ola, que se extendió desde el último cuarto del siglo XIX a la PrimeraGuerra Mundial, se tradujo en la incorporación de la periferia en una nueva divisióninternacional del trabajo basada en el intercambio de alimentos y materias primaspor manufacturas. Así, la gran industria del centro produce los medios de trans-porte (ferrocarriles, buques a vapor) y financia la infraestructura que posibilita esaincorporación en el marco de una expansión del dominio colonial y de rápido in-cremento de la inversión externa de los países central, fundamentalmente a travésde empréstitos. La segunda ola se desarrolló desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mun-dial y fue impulsada por la expansión de las actividades productivas en el exteriorde las grandes empresas industriales del centro y en especial de los Estados Unidos.Estas empresas, fuertemente integradas y productoras de múltiples mercancías,saltaron las barreras aduaneras, minimizaron los costos de transporte y expandie-

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ron su presencia en los mercados externos erigiendo filiales que produjeran local-mente parte de los bienes finales que antes exportaban e incluso –si las dimensio-nes del mercado y el nivel de las trabas de la Aduana lo permitían– algunosproductos intermedios. El cambio fundamental en la división internacional del tra-bajo se dio en la composición de las exportaciones de los países industriales. Per-dieron peso los bienes finales y se acrecentaron los bienes intermedios y de capital.A su vez, en los países periféricos con mayores mercados y nivel de ingreso per cá-pita, la sustitución de importaciones impulsada por su política arancelaria se tra-dujo en una expansión de su estructura industrial acompañada, en la mayoría deellos, de un fuerte proceso de extranjerización.La tercera ola se desarrolló desde los años ochenta del siglo XX hasta finales dela primera década del siglo XXI. La caída de la tasa de ganancia en los países cen-trales impulsó que el capital, a fin de trasladar parte de su producción al exteriory reducir sus costos mediante la explotación de la mano de obra de la periferia, im-pusiera la supresión de las regulaciones que trababan su movilidad internacional.La creciente capacidad de transmisión y procesamiento de la información derivadade la revolución informática y el descenso en los costos de transporte ligado al usode containers permitieron a las grandes empresas multinacionales desarrollar unared de filiales dispersas geográficamente que realizaran los distintos fragmentosdel proceso productivo donde sus costos fueran menores, o delegar la ejecución deesos fragmentos en productores locales cuando sus precios lo tornaran conve-niente. La consecuencia fue un profundo cambio en la división internacional del trabajo.La periferia en su conjunto –considerando como parte de ésta a China– pasó a ex-portar preponderantemente manufacturas y desde comienzos del siglo XXI vienerealizando el aporte decisivo al crecimiento de la economía mundial. Se elevó suparticipación en la formación bruta de capital fijo y cayó la inversión como propor-ción del PBI en la mayoría de los países centrales, donde la presión de las importa-ciones y el traslado de parte de su capacidad productiva al exterior redujeron elempleo industrial y contribuyeron, junto con las políticas neoliberales, al estanca-miento de los salarios y al incremento en la concentración del ingreso en el marcode un acentuado proceso de financiarización.

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El impacto de la tercera ola en los países centralesDe la segunda a la tercera olaLos acuerdos de Bretton Woods procuraron –mediante la autorización de res-tricciones a los movimientos de capital financiero y la imposición de tasas de cam-bio fijas en relación al dólar– que los Estados pudieran, sin recurrir a devaluacionescompetitivas, fijar la tasa de interés necesaria para alcanzar el pleno empleo y evi-tar que los movimientos internacionales de capital impusieran, como en el patrónoro, restricciones al crecimiento y las políticas nacionales.En la década de los setenta, las limitaciones a los movimientos del capital finan-ciero se tornaron insostenibles en razón de la fuerte sobrevaluación del dólar y lanegativa de los Estados Unidos a someterse al ajuste diseñado por el Fondo Mone-tario Internacional (FMI) para el caso de desequilibrios externos, la acumulaciónde excedentes líquidos por las multinacionales y el desarrollo de fuertes movimien-tos especulativos de capital en relación a las paridades cambiarias. El resultado –impuesto por los Estados Unidos tras rechazar las propuestas de Europa y Japóndestinadas a controlar los movimientos especulativos de fondos– fue tasas de cam-bio flotantes, desregulación de los movimientos de capitales y un sistema moneta-rio internacional que tiene como eje su mercado financiero y se encuentra, porende, decisivamente condicionado por la política monetaria y fiscal de ese país.Se aceleró a su vez la reducción entre los países centrales de las barreras tari-farias a la importación de productos industriales, que ya habían tendido a disminuirdurante la segunda ola a medida que se redujeron las diferencias de productividad,se homogenizaron las formas de producción y consumo y se contrajo, al aumentary diversificarse la producción de bienes industriales de consumo, la importanciarelativa de las grandes empresas productoras de bienes industriales no diferencia-dos (acero, aluminio, soda Solvay, etc.). Éstas habían procurado evitar, como lo sub-rayaron Hilferding y Lenin, una competencia de precios ruinosa por medio de laconstitución de cárteles o trusts y la erección de barreras aduaneras. Ahora, la competencia tiene lugar en una amplia gama de actividades industria-les a través de la diferenciación de los productos en función de sus características,

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diseño y marca, razón por la cual los acuerdos de fijación de precios y reparto delos mercados pierden relevancia, mientras que la búsqueda por el capital del em-plazamiento en el mercado mundial que minimiza los costos de cada fragmentoproductivo requiere la eliminación de los obstáculos a las transacciones interna-cionales de bienes y servicios.La reducción de tarifas se extiende asimismo a los países periféricos, los cualesprocuran –en el marco de un incremento del comercio mundial mucho más acele-rado que el del producto mundial y de una fuerte presión por parte de los organis-mos multilaterales controlados por los países centrales– reducir sus costosmediante la eliminación o disminución de las tarifas protectoras de las actividadesque operan con precios superiores a los internacionales. Pretenden con ello atraerinversiones de las empresas multinacionales a fin de expandir sus exportaciones.La movilidad del capital y una nueva relación de fuerzas socialesUna característica central de la tercera ola es, por consiguiente, la movilidad delcapital financiero y productivo en el marco de reducidos obstáculos al comercio.Durante la primera ola hubo una libertad similar de movimiento de capitales yestos tuvieron una singular amplitud. Pero hasta la segunda ola solo en contadasactividades tuvieron relevancia las fracciones de capital que controlaban procesosproductivos en diversos países. La movilidad internacional del capital industrialestaba estructuralmente acotada, así como lo estuvo la del capital financiero du-rante la segunda ola.Esa movilidad es resultado no solo de nuevas condiciones tecnológicas, sinotambién de un cambio en la relación de fuerzas sociales. La segunda ola se asentabaen una alianza – fuertemente condicionada por los conflictos económicos, socialesy políticos ocasionados por la Gran Depresión– entre el capital industrial y la clasetrabajadora bajo la hegemonía del primero. Esta alianza tenía como objetivo ase-gurar el crecimiento económico nacional en un contexto de relativa estabilidad dela participación del trabajo y el capital en el producto, lo que era asegurado poruna progresión de los salarios ligada a la productividad y una activa participacióndel Estado en el sostenimiento de la demanda.

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En los años setenta, el proceso de acumulación tendió a desacelerase sin que,en un contexto de caída de la relación producto-capital y agudización de la compe-tencia internacional, las políticas keynesianas de estímulo de la demanda pudieranimpedirlo. El capital logró así imponer su diagnóstico: la crisis es resultado delpoder de los sindicatos y la excesiva intervención estatal. La alianza del capital productivo con la clase trabajadora se rompió y se con-formó un nuevo bloque dominante donde el capital financiero tendió a asumir lahegemonía y el keynesianismo fue desplazado por el neoliberalismo, a través delcual el capital buscó crear un marco institucional que imposibilitase la interferenciade los sindicatos y Estados en el proceso de acumulación.El neoliberalismo limitó, con tal fin, las políticas susceptibles de ser adoptadasen relación al capital extranjero: se creó la Organización Mundial del Comercio(OMC) y se firmaron más de 3.000 tratados de liberalización comercial y/o protec-ción a la inversión que, además de reducir tarifas, imponen normas que equiparanel tratamiento del capital extranjero y el nacional, sustraen la resolución de los con-flictos con los inversores de los tribunales nacionales, y prohíben imponer a los in-versores externos obligaciones en materia de exportaciones e importaciones y decompra de tecnología. Restringen, asimismo, las decisiones susceptibles de seradoptadas por los gobiernos en el ámbito interno (establecimiento de limitacionesconstitucionales al déficit fiscal o la imposición de la independencia de los bancoscentrales), y desmantelan las regulaciones que amparan la actividad sindical o afec-tan la rentabilidad del capital y traban su movilidad. Esta movilidad, que es central para el neoliberalismo, determina una tendenciaa la igualación de las tasas de ganancia internacionales que no excluye su diferen-ciación en función del grado de concentración de los mercados y la posición queocupa en ellos cada capital, pero implica una competencia directa entre los capita-les (y los trabajadores) a nivel mundial. Esto, a su vez, incide sobre las relacionesde fuerzas sociales en los distintos países y en la capacidad de los Estados para di-señar y ejecutar su política económica. El capital puede retirarse del país si su tasalocal de ganancia es insuficiente y ello le otorga la posibilidad de presionar exito-samente para reducir los salarios, disminuir los impuestos a las empresas, eliminar

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los mecanismos de protección a sectores sociales y exigir, para realizar nuevas in-versiones, subsidios o condiciones impositivas particularmente favorables. Conso-lida, por lo tanto, una nueva relación de fuerzas sociales. Neoliberalismo, globalización y financiarizaciónEn este contexto, en los países centrales las políticas neoliberales favorecen –con el poderoso auxilio del incremento de la competencia externa y el traslado departe de las actividades industriales al exterior– el debilitamiento de los sindicatos,el estancamiento de los salarios (en especial de los trabajadores menos calificados)y el aumento de las ganancias. No obstante, el crecimiento y la inversión tienden acaer. El mercado financiero se expande, por el contrario, rápidamente. Las tasas decambio flexibles incrementan los riesgos en las transacciones internacionales quesurgen de las oscilaciones en el tipo de cambio y en la tasa de interés, lo que impulsala expansión del mercado de los derivados que cubre esos riegos. Los Estados pro-curan financiar sus déficits en el creciente mercado internacional de capitales y atal fin titularizan su deuda, y el capital productivo –en una economía que crece len-tamente– coloca sus excedentes en el mercado financiero, sosteniendo así el creci-miento del precio de los títulos, que procura ser preservado por la políticamonetaria dado su efecto expansivo sobre la demanda.La financiarización es particularmente importante en los Estados Unidos, dondela nueva división internacional del trabajo ha desplazado una parte importante dela actividad productiva al exterior, si bien conserva en el país las tareas de direccióny planeamiento, la investigación y desarrollo, y las actividades productivas máscomplejas. En este contexto, el mercado de capitales multiplica rápidamente susdimensiones.El crecimiento de los fondos de pensión y de inversión los ha transformado entenedores de una fracción significativa de las acciones, lo que acelera notoriamentesu rotación dado que, a diferencia de los tenedores individuales, estos fondos in-tervienen permanentemente en el mercado bursátil a fin de obtener ganancias es-peculativas. Esto coadyuva, junto con la creciente movilidad internacional del

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capital y la proliferación de nuevos agentes financieros que administran los fondoslíquidos en busca de oportunidades de inversión, a la expansión de un mercado decapitales donde las empresas colocan sus excedentes y se financian por medio dela emisión de obligaciones. En tanto, la banca comercial queda centrada en el cré-dito a los individuos. A su vez, el capital financiero detentador de las acciones exige que las empresasobtengan trimestralmente una elevada rentabilidad, la que debe ser transferida alos dueños del capital mediante el pago de dividendos o la recompra de acciones.La actividad de las corporaciones pasa a estar crecientemente condicionada por lanecesidad de obtener ganancias líquidas en el corto plazo y esto incide incluso enla modalidad de gestión de la mano de obra. Ésta deja de ser, por su capacitación,un activo importante para el crecimiento de la empresa en el largo plazo y se con-vierte en un costo que debe ser rápidamente ajustado en función de la coyuntura,con la consiguiente precarización del empleo.Aunque con matices diferenciales, sobre todo en el caso de Alemania y Japón,con mayor o menor amplitud la situación es similar en todos los países centrales.La búsqueda de la rentabilidad financiera pasa a ser dominante en un capitalismoque tiene su eje en el mercado de capitales y cuya tasa de crecimiento depende, enbuena medida, del desarrollo de las burbujas derivadas del aumento especulativoen el precio de los activos.Concentración y competencia oligopólicaEsto ocurrió en el marco de un gigantesco proceso de concentración y centrali-zación del capital a través de adquisiciones y funciones facilitadas por la reorien-tación de la política antimonopólica impulsada por el neoliberalismo. En EstadosUnidos, bajo la influencia de Robert Bork, esa política dejó de estar orientada a laprotección de la pequeña empresa y pasó a centrarse en la protección del bienestardel consumidor, que se supone derivado de la mayor eficiencia de la gran empresay de su capacidad de innovación1.1 Robert H. Bork fue procurador general en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos desde hasta1977 y su obra fundamental sobre el tema es The Antitrust Paradox (1993).

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Paralelamente, se consolidó el control oligopólico sobre los mercados medianteel incremento de la inversión en capital intangible. En la primera ola, la competen-cia estaba centrada en la obtención de menores costos a través de la introducciónde nuevos procesos productivos, lo que permitía el desplazamiento de los compe-tidores y una expansión de las escalas de la producción que reforzaba la posicióndominante. Durante la segunda ola, la diferenciación de productos y la imposiciónde marcas adquirieron una importancia creciente. Pero en las industrias que pro-ducían en serie bienes de consumo masivo, las más dinámicas, los costos conser-varon una importancia decisiva en la delimitación de las participaciones en losmercados. Esto cambió aceleradamente. En 1990, los activos en capital intangibleconforme a las cuentas nacionales de Estados Unidos –que incluyen solo como talal software y las bases de datos, la propiedad intelectual (patentes, marcas regis-tradas, derechos de autor), y la investigación y el desarrollo– representaban el 37%de los activos en maquinaria y equipo; en 2017, ascendían al 56,7%. Diversos autores incluyen también en esta categoría rubros tales como diseño,innovaciones financieras, publicidad, investigaciones de mercado, capital organi-zacional desarrollado por cuenta propia o adquirido, y entrenamiento del personal.Conrado y otros (2018) estiman que en Estados Unidos, entre 2000 y 2013, la in-versión en los intangibles incluidos en las cuentas nacionales representaban el4,2% del PBI; los restantes intangibles, 4,6% (total 8,8%); y los tangibles, 7,7%, loque convirtió a la participación del capital intangible en el valor agregado más ele-vado en el sector industrialNo es éste un fenómeno propio de la economía norteamericana. La OrganizaciónMundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés) cuantifica laparticipación del capital intangible en el valor agregado de 19 grupos de manufac-turas en 43 economías y un “resto del mundo que representaría alrededor del 25%del outputmundial”. Conforme a este estudio (WIPO, 2017), la participación del ca-pital intangible promedió, entre 2000 y 2014, el 30,4% del valor agregado, más deldoble que la del capital tangible (18%). El estudio determina en base a las cuentas nacionales la participación en el valoragregado de los salarios. A continuación, estima el ingreso del capital tangible uti-

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lizando los datos de las cuentas nacionales sobre stock de capital para cada grupode industria y aplican a este capital una tasa de depreciación específica para cadaindustria más una tasa real de retorno del 4%, que se estima es la tasa normal deganancia. El resto del valor agregado es considerado ingreso del capital intangible.El ingreso atribuido al capital intangible es, en estas condiciones, una gananciaextraordinaria por sobre la ganancia normal, inequívocamente atribuible a unpoder monopólico. Esta ganancia, desigualmente distribuida entre las empresas,es de alrededor del 30% del precio final del producto y superior en productos delpetróleo (42,1%), productos químicos (37,5%); productos farmacéuticos (34,7%);metales básicos (31,4%); computadoras, productos electrónicos y ópticos (31,3%);y alimentos, bebidas y tabaco (31%). Estos datos pueden ser discutidos en cuantoa su exactitud, pero las cuentas nacionales indican un notorio incremento de lasinversiones en capital intangible que remite, indudablemente, al aumento de sucontribución a los beneficios totales. Si bien el mayor peso del capital intangible en la inversión y la generación debeneficios está influenciado por la creciente importancia del software, no es ésteel factor decisivo. En los Estados Unidos, conforme a Corrado y otros (2018), solocorresponde a la inversión en software el 1,6% del PBI (18% del total). En tanto, el3,5% del PBI (40% del total) es atribuible a investigación y desarrollo, diseño, pro-piedad intelectual e innovación financiera; y el 3,7% (42% del total), a publicidad,investigación de mercado, capital organizacional y capacitación.Estos datos incluyen una cantidad de elementos disímiles que hacen al poderde mercado de las empresas. Pero entre esos elementos ocupa un lugar central elempleo de una creciente cantidad de recursos para recolectar y utilizar los datosgenerados por los usuarios en las redes a fin de identificar sus necesidades y di-reccionar su consumo, lo que refuerza la segmentación de los mercados que tienelugar a través de la publicidad, las marcas registradas o comerciales, el diseño, laincorporación de características diferenciales en los productos y el desarrollo delas tecnologías y principios científicos en que se sustentan esas características cuyaexclusividad es protegida por los derechos de propiedad intelectual. Estos instru-mentos posibilitan, no solo que las grandes empresas transnacionales obtengan

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una ganancia monopólica a través del precio impuesto a sus consumidores tantoen el centro como en la periferia, sino también que extraigan excedente de los pro-ductores periféricos mediante la administración de las redes de producción y deproveedores que estructuran mediante el poder que les otorga su control oligopó-lico del mercado. En el caso de los smartphones, los países que fabrican buena partede sus componentes y proceden a su ensamblado solo perciben entre el 7% y el8% de su precio final. Y esto ocurre incluso en el caso de productos primarios: losproductores de café solo obtienen, según su calidad, entre el 30% y el 35% de suprecio de venta (Economic and Statistics Administration and United States Patentand Trademark Office, 2016).El rápido crecimiento de este tipo de poder monopólico, basado en buena parteen el control y condicionamiento del proceso de circulación y venta del producto,está íntimamente ligado a las características de las políticas neoliberales. Éstas –en el marco de un proceso de innovación que tiende a concentrarse en las comuni-caciones y el procesamiento de datos, y de un lento crecimiento de la demandaagregada– procuran transferir a cada individuo la responsabilidad exclusiva sobresu salud, educación, vivienda, retiro, etc., los cuales han devenido mercancías. Enestas condiciones, la lucha competitiva entre las grandes empresas tiende a con-centrarse, más que en la creación de un mercado de masas para sus productos –loque no queda por supuesto excluido en su fase de penetración en el mercado–, enla individuación y captación de su consumo a través de su diferenciación materialy social. Lo que no es sino la contracara, junto con la precarización del trabajo y loscrecientes niveles de explotación, del inevitable condicionamiento y la subordina-ción de “la libertad en el mercado” de los consumidores –pregonada como metapor el neoliberalismo2– a las exigencias de maximización de las ganancias del ca-pital.2 Gary Becker, premio Nobel e integrante, al igual que Robert Bork, de la escuela de Chicago, sostiene quetodo individuo posee un capital bajo la forma de capacidades físicas y culturales específicas cuya retri-bución procura maximizar en competencia con el resto. No cabe distinguir entre capitalistas y trabaja-dores, ya que todo individuo valoriza un capital y no pueden forjarse lazos solidarios puesto que todaasociación es un mero vehículo para la acumulación de quienes la dirigen. El cálculo económico, dadasestas premisas, rige todas las decisiones, incluso las referidas a la vida familiar y la sociedad deviene, en-tonces y conforme al neoliberalismo, auténticamente libre, ya que la libertad reside en poder elegir entrelas diversas opciones que ofrece un mercado que opera conforme a leyes objetivas y no está sujeto a in-terferencias políticas (Becker, 1993).

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La creciente importancia del capital intangible, resultado de las formas queasume la competencia monopólica en las sociedades desarrolladas, se extiende alos países periféricos e implica la imposición de un patrón de consumo que se tra-duce en elevados pagos a los países centrales en concepto de royalties y derechosde la propiedad intelectual; el deterioro de los términos de intercambio en virtuddel pago de las ganancias monopólicas incluidas en el precio de las importaciones;y la apropiación de valor por parte de las transnacionales que controlan las expor-taciones periféricas. Pero a ello se suma, a medida que aumenta en las sociedades periféricas la he-gemonía del neoliberalismo y su concepción de la responsabilidad exclusiva decada sujeto respecto de su situación, la resistencia a las políticas redistributivasbasadas en la solidaridad y a las políticas de desarrollo que alteran el funciona-miento del mercado.El impacto de la tercera ola en la estructura de la economía mundialLa tercera ola implicó un cambio sustancial en la estructura y la dinámica de laeconomía mundial. El apoyo de los países centrales a las demandas del capital paraliberalizar el comercio y los movimientos internacionales de dinero estuvo basadoen el supuesto de que, conforme a la teoría dominante, los países ajustarían su cre-cimiento al aprovechamiento de sus ventajas comparativas estáticas, lo que, ade-más, se pretendía garantizar con el accionar del FMI y del Banco Mundial y con unanormativa de la OMC que prohibiera los instrumentos de política industrial utili-zados anteriormente por Corea y Taiwán. En estas condiciones, los países periféri-cos continuarían con su especialización tradicional o pasarían a exportar productosindustriales intensivos en el uso de mano de obra no calificada, lo que permitiríaelevar la tasa de ganancia en el centro vía descenso en el precio de bienes salarioe insumos industriales pero no pondría en peligro su superioridad en las produc-ciones intensivas en el uso de capital y mano de obra calificada. La periferia, incluida China en ella, pasó a exportar manufacturas en una pro-porción similar a la participación de este sector en el comercio mundial, lo que im-plicó, de por sí, una transformación fundamental en la división mundial del trabajo.Las relaciones entre los países centrales y los periféricos dejaron de ser comple-

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mentarias y el crecimiento de la periferia no estuvo ya limitado por la demanda dealimentos y materias primas del centro y por la capacidad de los productores lo-cales para sustituir importaciones sin incurrir en un desequilibrio externo. Ahora,pudo crecer también ganando parte del mercado industrial de los países centrales.Y el carácter competitivo de las relaciones comerciales se agudizó en la medida enque la periferia comenzó a exportar productos crecientemente complejos.A medida que aumentó el peso de la periferia en la economía mundial, su con-tribución al crecimiento de ésta fue superior a la de los países centrales, lo que hizoque los países menos desarrollados pasaran a determinar el ritmo de crecimientodel mercado mundial capitalista, un hecho excepcional en su historia.Esto no implica que el proceso global de acumulación repose desde entoncesen el capital de los países periféricos. En buena medida, la producción transablede mercancías y las exportaciones de los países periféricos están controladas porlas empresas multinacionales que son propiedad del capital de los países centrales.Pero no son las estrategias de acumulación a nivel mundial de estas compañías lasque han dado lugar a las transformaciones más importantes en la división inter-nacional del trabajo.Las políticas de industrialización de Corea, Taiwán y China presentan múltiplesdiferencias pero sus rasgos comunes son el fortalecimiento del capital local, públicoo privado; la planificación del desarrollo mediante sucesivos planes quinquenales;la delimitación de la inserción sectorial de las empresas multinacionales en funciónde las metas fijadas en esos planes; y su sujeción al cumplimiento de las condicio-nes establecidas en materia de articulación con el sector público o privado local,incorporación y transferencia de tecnología y destino de la producción. Las empre-sas multinacionales operaron, en esta perspectiva, en Estados no subsumidos enla lógica del capital transnacional, como un instrumento de la estrategia estatalpara el desarrollo de relaciones competitivas con el centro. Lo cual subraya que laeconomía mundial capitalista, pese al proceso de globalización, está lejos (¿aún?)de constituir un espacio unificado bajo el control de una burguesía transnacionalque ha relegado a los Estados nacionales al papel de meros gestores del control dela fuerza de trabajo. Realidad Económica 329 / 1º ene. al 15 feb. 2020 / Págs. 9 a 34 / issn 0325-1926

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El fin de la tercera ola La crisis de 2008, resultado del estallido de la burbuja financiera de las hipo-tecas subprime en los Estados Unidos, marcó el final de la tercera ola. Entre 1990y 2008, el comercio mundial de bienes pasó de representar el 30% del PBI mun-dial al 49%, mientras que en 2018 llegó a ser solo del 44% del PBI3. El mayor cre-cimiento del comercio de bienes respecto del PBI hasta 2008 fue, en algunamedida, un resultado de la apertura de las economías. Pero el factor fundamentalfue la internacionalización de los procesos productivos. La fragmentación de laproducción en múltiples procesos que tienen lugar en diversos países supone laexportación de partes o productos en proceso a otros países donde son ensam-blados para conformar componentes de productos más complejos, que a su vezson exportados para ser integrados en una o en sucesivas etapas en el armadodel producto final. El descenso del ritmo de crecimiento del comercio en relaciónal del producto señala la fuerte desaceleración del proceso de internacionaliza-ción de la producción, con la consecuente reducción en el ritmo de expansión delas inversiones directas extranjeras que le sirvieron de vehículo. Disminuyó, asimismo, la expansión del producto mundial. Descendieron la in-versión como porcentaje del PBI, el crecimiento de la mano de obra empleada, y latasa de incremento de la productividad del trabajo, esto último de forma más acen-tuada en los países centrales que en China y en los países periféricos, lo que deter-mina que continúe cayendo la participación de los países centrales en el PBImundial.Las excepcionalmente bajas tasa de interés imperantes en los países centralestras la crisis de 2008 impulsan el endeudamiento de los hogares, los Estados y lasempresas, pero no logran –salvo estímulos excepcionales, como la fuerte reducciónde impuestos dispuesta por Donald Trump– incrementar el crecimiento ni la in-versión. Las expectativas de que la inteligencia artificial, la Internet de las cosas yla robotización potencien el proceso de acumulación en escala mundial parecendestinadas a concretarse solo en el mediano y largo plazo y sin generar un impacto3 Calculo propio en base a datos de los World Develoment Indicators del Banco Mundial.

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sobre el comercio mundial y la división internacional del trabajo susceptibles degenerar una nueva ola.Perdura una situación en la que la insuficiencia de oportunidades de inversiónproductiva en los países centrales, a la que no es ajena su proceso de desindustria-lización y la acelerada concentración del ingreso y la riqueza, sostiene la expansiónde los mercados financieros. Con el riesgo de que, como consecuencia de la desa-celeración económica y dado el ya bajo nivel de las tasas de interés y el elevado en-deudamiento, una caída significativa de los mismos pueda dar lugar a una profunday prolongada recesión. Las tres olas y el carácter dependiente de las formaciones periféricasCada una de las olas de globalización deja su impronta en la periferia, aunquelos efectos de éstas son diferentes según las características de cada formación eco-nómico-social y las modalidades que adopta su inserción en el mercado mundial.Y estos efectos condicionan, a su vez, los ejercidos por las subsecuentes olas, lo queda lugar a la forma concreta que asume la dependencia.Esa dependencia es un rasgo estructural de las formaciones que devienen peri-féricas bajo el impacto del desarrollo del capitalismo en los países centrales y suimposición, a fin de ampliar el mercado para sus productos y asegurarse la provi-sión de materias primas y alimentos baratos, de una inserción asimétrica en la di-visión internacional del trabajo resultante, la mayoría de las veces, del empleo dela más descarnada violencia. Las producciones competitivas con el centro fueron destruidas y, con ellas, latrama de relaciones económicas y sociales que posibilitaban una reproducción dela formación relativamente autónoma respecto del comercio internacional. Así, laproducción pasó a concentrarse en unas pocas actividades exportadoras. El desa-rrollo de las relaciones de producción capitalistas asume en la periferia una formamarcadamente distinta a la que adopta en los países centrales. La producción ca-pitalista se expande mediante la explotación de la mano de obra local y el empleode las maquinarias y técnicas generadas por la gran industria del centro, puesto

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que las formaciones periféricas se encuentran imposibilitadas de estructurar el sis-tema industrial necesario para su producción. Esa imposibilidad aparece como una consecuencia del mayor desarrollo de lasfuerzas productivas en el centro y de la acumulación, en éste, del capital necesariopara la construcción del conjunto de actividades que conforman, en cada momento,el núcleo dinámico de la expansión del sistema industrial. Pero resulta y es mante-nida por la sustancial extracción de excedente que realizan los países centrales yla escasa división interna del trabajo resultante de su estrecha especialización, quelimita el mercado para la industria productora de medios de producción. Esa ausencia de un sistema industrial se traduce en los países periféricos en laincapacidad del capital para orientar el desarrollo de las fuerzas productivas deacuerdo a las relaciones de valor vigentes en la formación.El sistema industrial, que se conforma cuando la gran industria se extiende enlos países centrales a todas la ramas decisivas de la producción y se erige “en laforma general, socialmente imperante, del proceso de producción” (Karl Marx,1946), constituye el sustento material de la capacidad de sus burguesías para im-pulsar, ante un incremento de los salarios reales, el desarrollo de innovaciones ten-dientes a reducir el empleo de mano de obra en el conjunto de las actividades y aaumentar el excedente por trabajador. Para adoptar, frente a un avance de la pro-ductividad en una determinada rama de actividad, tecnologías destinadas a incre-mentar el empleo de sus productos. Aprovechar un aumento de la capacidad deconsumo para crear bienes destinados a generar nuevas necesidades o nuevas for-mas de satisfacción de las existentes. O incorporar nuevas producciones o nuevasformas de producción surgidas en otras formaciones, adecuándolas, a fin de pre-servar su competitividad en el mercado mundial, a las relaciones de valor propiasde la formación. Las formaciones cuya burguesía no se asienta en el control de un sistema in-dustrial incorporan y adaptan tecnologías desarrolladas en diversas épocas por lossistemas industriales de los países centrales. Y son las exigencias de reproducciónampliada de las relaciones de producción en los países centrales y de las relaciones

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de valor en las que ellas se asientan las que determinan, de acuerdo a las condicio-nes en las que actúa el capital en cada uno de los países periféricos, las actividadesque resulta redituable desarrollar, las características que reviste el proceso pro-ductivo y el tipo de bienes consumidos. Se trata de formaciones dependientes y pe-riféricas en la determinación de las formas que adopta el desarrollo del modoespecíficamente capitalista de producción en escala mundial.Esta disparidad tiene múltiples consecuencias. En las formaciones centrales, elcontrol de las relaciones nacionales de producción sobre el desarrollo de las fuerzasproductivas se traduce en una estrecha correspondencia entre los diversos elemen-tos que integran la estructura del sistema industrial, tales como el nivel global deacumulación y la composición del capital en las diversas actividades; la composi-ción técnica y en valor del capital y el nivel de los salarios reales; el tipo y grado decomplejidad de las mercancías consumidas, tanto individual como productiva-mente, y la estructura de la producción; las características de las mercaderías fa-bricadas en el sistema industrial y las de las mercancías exportadas; etc. Estas correspondencias se encuentran ausentes en las formaciones periféricas.No existe relación entre el nivel global de acumulación y la composición del capitalen las actividades (o en los fragmentos de la actividad) donde se utilizan las tecno-logías intensivas en el uso de capital que emplean los países centrales, ni entre lacomposición en valor del capital en esas actividades y los salarios reales, o entre laestructura del consumo individual y productivo y la estructura de la producción.El resultado es una profunda heterogeneidad y una acentuada desigualdad en unmarco de desarticulación estructural y de incapacidad de las relaciones capitalistasde producción para subsumir realmente a la totalidad de la fuerza de trabajo en elcapital, con la consiguiente subsistencia de amplias franjas de la población solo for-malmente subsumidas en el capital o marginadas de las relaciones de produccióncapitalistas. Su estrecha especialización y la existencia de un excedente de mano de obra de-terminan además que estas formaciones estén sujetas en el mercado mundial a unadinámica de intercambio distinta de la que experimentan las formaciones centrales.En éstas, un incremento de la competencia externa en el sector exportador se tra-

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duce en una caída de la tasa de ganancia en la actividad, puesto que la reducciónen el precio internacional no puede ser trasladada a los trabajadores mediante unareducción en sus salarios dado su grado de organización. Pero los capitales puedendesplazarse a las otras muchas actividades que integran el sistema industrial, loque produce una reducción en la oferta del producto exportado (o un freno en suexpansión) que limita el descenso de los precios internacionales, o trasladar suproducción a formaciones donde el salario real es más reducido y mantener así sutasa de ganancia. En las formaciones periféricas, en cambio, el proceso de acumulación tienecomo eje central al sector exportador. El descenso en el precio internacional delproducto exportado determina, dado el excedente de mano de obra, una reducciónde los salarios y no detiene la inversión en el sector, que puede incluso incremen-tarse a fin de compensar la caída del precio mediante el aumento de la masa de ga-nancias. Lo cual tiende a acentuar el descenso del precio internacional. Este diferente proceso de ajuste ante el incremento de la competencia se tra-duce, por lo tanto, en un deterioro de los términos de intercambio de los países pe-riféricos (del lugar que ocupa su trabajo en la “escala cuya unidad de medida es launidad media de trabajo universal” a la que hace referencia Marx [1965]). Y estedeterioro es independiente de la naturaleza de los bienes que exportan y tiende aprofundizarse a medida que se incorporan a su mercado exportador nuevas for-maciones en la periferia. Estas características de los países periféricos determinan que su desarrollo ca-pitalista, entendido como el proceso de creación de un sistema industrial y no comoun mero crecimiento que mantiene los rasgos periféricos básicos, sea particular-mente complejo, ya que esos rasgos son resultado del impacto estructural ejercidopor el mercado mundial capitalista y por las relaciones de valor en que se sustentasu reproducción.El sistema de precios derivado de esa inserción supone, en condiciones de librecomercio, que no son rentables las actividades que no cuentan con ventajas com-

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parativas y la política económica debe enfrentar la difícil tarea de establecer preciosrelativos “correctos” para al desarrollo, puesto que, como Amsden (1992) señala:Requieren bajas tasas de interés para estimular la inversión, y altas tasas para esti-mular el ahorro. Necesitan tasas de cambio subvaluadas para fomentar las expor-taciones, pero también sobrevaluadas para minimizar el costo de la deuda externay de sus importaciones – no solo de materias primas (…) sino también de bienes in-termedios y de capital (…). Deben proteger sus nuevas industrias de la competenciaexterna, pero al mismo tiempo necesitan del libre comercio para suplir sus necesi-dades de importación. Anhelan la estabilidad para crecer, para mantener sus recur-sos de capital en casa y para encaminar sus inversiones hacia proyectos de largoplazo. Sin embargo el requisito previo de la estabilidad es el crecimiento. (p. 31) Y necesitan, además, incorporar la tecnología disponible en el mercado mundialadecuándola a las condiciones locales, para lo cual deben realizar un proceso deaprendizaje y desarrollo tecnológico que no les permite descansar exclusivamenteen el recurso más fácilmente disponible: la introducción de tecnología por las em-presas multinacionales. Ni sujetarse a los criterios de rentabilidad de éstas.La prosecución de estos objeticos contradictorios fue posibilitada, en los paísesperiféricos exitosos, por el control estatal del sistema financiero y del régimen cam-biario y una política industrial que condicionó el accionar del capital al logro delos objetivos planificados. Pero no es, obviamente, en el plano de la concepción dela política económica donde reside el problema fundamental del desarrollo.El establecimiento de relaciones de complementariedad (y subordinación) conlos países centrales supone en los países periféricos la conformación de un bloquede clases dominante que está inserto en esas relaciones y cuya dominación de-pende de las mismas. , Por ende, una política de desarrollo tiene como prerrequisitola constitución y el triunfo –con la consiguiente construcción de un tipo de Estadodistinto al asentado en relaciones de complementariedad– de un bloque alternativopotencialmente constituido por sectores de las clases subordinadas que rechacenlas condiciones económicas sociales y políticas impuestas por las relaciones decomplementariedad con el centro y, al menos potencialmente, por fracciones de la

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clase dominante que esperen ampliar su capacidad de acumulación con relacionesmás autónomas y orientadas a la constitución de relaciones competitivas con elcentro. La construcción y estabilidad de este bloque alternativo es, empero, problemá-tica. La inserción de las clases subordinadas en el bloque alternativo depende dedominar ideológica y políticamente a la fracción del capital que lo dirige, y su per-manencia en el mismo está en buena medida condicionada por el éxito de esa frac-ción en ampliar su espacio de acumulación y otorgar concesiones a los sectoressubordinados. Y puesto que los intereses de las clases subordinadas son contra-dictorios con los de las fracciones dominantes que integran ambos bloques, la ame-naza de una activación autónoma de estos determina la alianza de las dos fraccionesdirigentes al precio de la renuncia, por parte de las fracciones de las clases domi-nantes que integran el bloque instituyente, a la construcción de un proyecto alter-nativo.Esta trama de contradicciones es distinta a la existente en los países centrales.Allí, las diferentes fracciones del capital procuran establecer su hegemonía sobrelas restantes fracciones y los sectores subordinados sin que su pugna tenga por ob-jeto una modificación de la inserción de la formación en la economía mundial o undesplazamiento de la estructura de poder de las fracciones de capital perdidosasmediante un cambio fundamental en las reglas de funcionamiento de los mercadosy el grado de intervención estatal. Esto limita la agudeza de los enfrentamientosinterburgueses y la posibilidad de que los sectores subordinados hagan avanzarsus propias reivindicaciones mediante su intervención en esa pugna.Esta diferencia estructural explica que los intentos de instrumentar una políticade desarrollo se traduzcan en los países periféricos en una elevada conflictividade inestabilidad cuya superación requiere una compleja construcción política y so-cial.En los hechos, en países como Japón, Corea, Taiwán y China no fue el capital in-dustrial local el que lideró el proceso de construcción del Estado desarrollista, sino,en gran medida, fracciones de la clase dominante escasamente insertas en el mer-

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cado mundial que vieron en este Estado el recurso para preservar la independencianacional (caso de Japón) o para superar (como en Corea y Taiwán) la amenaza deuna transformación liderada por las clases subordinadas. O, como en el caso deChina, fueron estas clases las que, a través de su organización política, construyeronun Estado que asumió, entre otras funciones, la de industrializar el país.Las políticas de desarrollo no han estado, sin embargo, limitadas a estos países.Bloques alternativos de muy distintas configuraciones políticas y sociales las hanejecutado en muchos otros por períodos más o menos largos y es atribuible a ellasuna parte sustancial de los avances en la construcción de una estructura industrialrelativamente compleja. Los efectos de la tercera ola plantean, no obstante, desafíos singulares al desa-rrollo. Sus economías se han abierto y un grupo de países se ha transformado enun importante exportador de manufacturas4, lo que generó una competencia cre-ciente tanto para los países centrales como para la actividad industrial del resto dela periferia. Esa transformación no se ha traducido, sin embargo, en una crecientecomplejidad de la estructura industrial de los exportadores periféricos de manu-facturas, si se excluye a China, Corea y Taiwán. Por el contrario, en mucho de ellosse ha profundizado su concentración a una reducida gama de productos exporta-dos. Esto ha estado acompañado por la inserción de estas producciones en las cade-nas mundiales de valor manejadas por las empresas multinacionales, donde cadauno de sus eslabones están sometidos a una intensa competencia y al riesgo de serdesplazados por un nuevo exportador con costos aún más reducidos, lo que, juntocon el persistente deterioro de los términos de intercambio y la subsistencia de unexcedente de mano de obra, se traduce en un lento crecimiento de los salarios. Ypasado el impacto de la incorporación de nuevas actividades exportadoras ligado

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4 China, Corea del Sur, India, Tailandia y Vietnam realizaban, en el año 2000, el 10% de las exportacionesmundiales de productos manufacturados. En 2017, representaban ya el 26% Pero son también impor-tantes exportadores periféricos de productos manufacturados México, Hong Kong, Malasia, Singapur yTaiwán (Cálculos propios en base a datos de la OMC).

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a la internacionalización de los procesos productivos, la estructura de las exporta-ciones y su peso en el PBI han tendido a estabilizarse, lo que marcó el fin del im-pulso transformador de la tercera ola. El resto de la periferia, no integrada en las nuevas cadenas de valor, ha quedadoanclada en su anterior inserción en la división internacional del trabajo y el con-junto de ella enfrenta condiciones marcadamente más adversas para su desarro-llo. En los países de mayor grado de industrialización se contrajo el peso relativode los eslabones más complejos de la estructura industrial. La competencia externa,la reducción de los aranceles y las restricciones impuestas a los Estados por la nor-mativa internacional consagrada en la OMC limitan las posibilidades de adopciónde políticas de profundización para la sustitución de importaciones. En tanto, lasnuevas actividades dinámicas a nivel mundial tienen un elevado componente cien-tífico y tecnológico y exigen muy elevadas inversiones y escalas.A ello se suma el debilitamiento del bloque alternativo por la extranjerizacióne internacionalización del sector industrial, la fragmentación de las clases subor-dinadas, y la ampliación del peso relativo de las capas de la población incapacitadasde generar en el mercado de trabajo ingresos suficientes para asegurar su subsis-tencia.En este contexto, el crecimiento del neoliberalismo con un sostén policlasistasignificativo refleja probablemente un cierto cansancio por parte de amplias capasde la población frente al estancamiento en las condiciones de vida en un marco deinestabilidad política y económica y de agudas confrontaciones sociales que no lo-gran saldarse. El mercado como asignador “invisible” de los recursos resulta, paraalgunos sectores, una alternativa tentadora a la lucha por un desarrollo y una mayorigualdad que ha resultado elusiva. El péndulo, sin embargo, oscila inevitablemente bajo el impulso de la agudiza-ción de las contradicciones, pero un avance sostenido en el proceso de desarrollo

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requiere, en la actual situación, nuevos instrumentos y nueva acumulación de fuer-zas.Las políticas de promoción sectorial tradicionales, basadas en desgravacionesy el establecimiento de barreras protectoras, resultan insuficientes o inviables.La estrategia de sustitución de importaciones tenía como meta, en definitiva, laconstitución de un sistema industrial integrado. La apertura de las economías, loscambios en la normativa regulatoria del comercio internacional y el proceso de in-ternacionalización de los procesos productivos –con el consiguiente aumento dela competencia y de las economías de escala en cada uno de los fragmentos de lasdiversas actividades productivas– tornan este objetivo, en países de dimensionesmedias, ilusorio incluso en el largo plazo.Esto exige reemplazar una estrategia relativamente simple por otra basada enla selección, como objeto de la política industrial, de un conjunto limitado de acti-vidades (y empresas) dinámicas que en su articulación puedan impulsar el procesode acumulación, incorporar los cambios tecnológicos y adecuarlos a las condicionespropias de la formación. Es decir, conformen un subsistema industrial susceptiblede complejizar progresivamente su estructura, expandirse en el mercado mundiale incorporar nuevas actividades.Pero el nivel posible de la barrera arancelaria es actualmente reducido y elriesgo de la inversión sumamente elevado, razón por la cual, incluso si la desgra-vación posibilita obtener la tasa media de ganancia, el estímulo a la inversión puedeser insuficiente, por lo cual se requerirá en muchos casos una contribución directaimportante de fondos públicos para hacer viable la inversión. Lo que plantea la le-gitimidad y racionalidad de una transferencia de recursos al sector privado que notenga como contrapartida la participación pública en la gestión y las ganancias. Existe, por supuesto, la posibilidad de implementar estrategias alternativas ocomplementarias. El potencial de recursos naturales puede facilitar el desarrollode nuevas actividades primarias exportadoras basadas en recursos no renovables,pero para que estas actividades no solo alivien las restricciones al crecimiento sino

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que coadyuven a la expansión del subsistema industrial se necesitan un control yorientación de la inversión del excedente que solo pueden realizarse en el marcode una estrategia planificada de desarrollo industrial con una definición precisa desus actores. Y puede también intentarse mejorar la inserción de las produccionesprimarias existentes en las cadenas de valor mediante su creciente elaboración.Pero en esta porción de la periferia la inserción en esas cadenas es reducida y lasposibilidades de “agregar valor” acotadas y dependientes de políticas de apoyo tec-nológico y científico cuidadosamente orientadas y de ingentes inversiones en ca-pital intangible a fin de posibilitar su penetración en el mercado mundial.Además, la política de desarrollo necesita estar acompañada, al menos en elcorto y mediano plazo, de una política de empleo y reducción de las desigualdadesque no es suplida por las inversiones, la mayoría con un alto coeficiente de capital,que requieren las políticas de desarrollo. La elevación del consumo y el mayor ac-ceso a éste de los sectores de menores ingresos o desocupados mediante subsidiosfocalizados requieren relativamente pocos ingresos públicos y pueden ser necesa-rios para paliar la situación, pero aumentan la fragmentación social y generan con-tradicciones en el interior de los sectores populares sin remover las condicionesestructurales determinantes de esa fragmentación. Se necesita un impulso signifi-cativo de la inversión pública en vivienda e infraestructura que, junto a la mejorade la educación y salud públicas –hechos posibles por un aumento de los ingresosfiscales vía una mayor imposición sobre los de los recursos no invertidos produc-tivamente de los sectores dominantes–, permitan un incremento global de la in-versión y el empleo y un aumento de la participación del consumo colectivo enrelación al individual que reduzca el drenaje de recursos derivado de las gananciasmonopólicas del capital transnacional y disminuya la presión sobre las importa-ciones.La dificultad para conformar un bloque capaz de sostener y profundizar estaspolíticas, que no implican de por sí alteraciones importantes en las relaciones depoder, son sin embargo crecientes. Las fracciones de las clases dominantes supues-tamente interesadas en ellas tienen, en razón de la extranjerización de la economía,un peso decreciente. Y para ejecutarlas no bastan las herramientas tradicionalesdel Estado desarrollista, que es un inductor y orientador del crecimiento mediante

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políticas macroeconómicas y sectoriales, sino un Estado con capacidad de planifi-cación y de ejecución que crea empresas o participa en su gestión, que ejerce uncontrol sobre el sistema financiero que le posibilita canalizar efectivamente los re-cursos conforme a las pautas planificadas, y que asienta buena parte de su poderen la activa participación de los sectores populares y la recepción de sus demandas. La contrapartida a los efectos de la tercera ola de globalización es la exigenciade una redefinición de las políticas nacionales de desarrollo y, para ello, la rees-tructuración de los Estados periféricos en base a una estructura del bloque en elpoder marcadamente distinta a la supuesta en la teoría tradicional del desarrollo.Lo que implicará, seguramente, también nuevas respuestas a la pregunta sobre eltipo de desarrollo deseable y el sendero para alcanzarlo. BibliografíaAmsden, A. H. (1992). Corea, un proceso exitoso de industrialización tardía. Bogotá:Grupo Editorial Norma.Banco Mundial (s.f.). World Development Indicators. Recuperado de: .Becker, G. (1993). A Treatise on the Family. Cambridge: Harvard University Press.Bork, R. H. (1993). The Antitrust Paradox. New York: Free Press. Corrado, C., Haskel, J., Jona-Lasinio, C., y Iommi, M. (2018). Intangible investment in theEU and US before and since the Great Recession and its contribution to productivitygrowth. Journal of Infrastructure, Policy and Development, 2(1).Economic and Statistics Administration and United States Patent and Trademark Office.(2016). Intellectual Property and the U.S. Economy. Recuperado de: .Marx, K. (1965). El Capital. Tomo 1. México DF: Fondo de Cultura Económica.Marx, K. (1946). El Capital. Tomo 1.México DF: Fondo de Cultura Económica.World Intellectual Property Organization (2017). Intangible Capital in Global Value

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