Ayuno y
depuración
por
Sonia Lorente
Parroquia de San Félix
Barcelona
27 abril 2015
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EL AYUNO Y LA DEPURACIÓN DEL CUERPO
Ayuno y desintoxicación son dos palabras que se oyen mucho
últimamente. Se suelen asociar a adelgazar. Estamos en un mundo
que valora la imagen por encima de todo, pero el ser humano no
está hecho para encajar en la imagen que nos ofrecen los medios
de comunicación y la publicidad.
EL CUERPO Y LA NATURALEZA
El hombre, observando la naturaleza, se dio cuenta de que podía
mejorar su salud aumentando su armonía con ella. Uno de los
primeros que vio la importancia de acompañar el cuerpo en sus
ritmos, sin saltarse las leyes de la naturaleza, fue Hipócrates.
Descubrió que utilizando ciertas hierbas, tomando alimentos
adecuados y mediante ejercicios de respiración, baños de agua fría
y manipulaciones, el cuerpo podía mantener su equilibrio y su
armonía interior. Otro gran médico de la antigüedad fue Galeno. Él
también contempló el cuerpo como un todo que se puede
comprender desde la naturaleza, y creó la escuela galénica. Esta
escuela enseña que el cuerpo tiene sus propios ritmos y energía,
acordes con el mundo natural.
De esta filosofía también nacen los balnearios, la terapia a través
del agua y los elementos naturales como la tierra y las sales.
MEDICINA QUÍMICA Y SUPERESPECIALIZADA
Con el paso de los siglos, el ser humano ha pasado de fijarse en lo
grande al conocimiento de lo pequeño, lo microscópico. Los
avances de la ciencia han permitido descubrir cómo somos por
dentro, cómo son nuestras células, de qué está formada la materia.
La química se ha desarrollado y se ha valorado mucho lo que no se
ve. Esto se ha trasladado al campo de la medicina. Lo grande se ha
ido aparcando y se olvidado la importancia del conjunto en su
entorno: es decir, del cuerpo entero y su relación con los ciclos
naturales, las estaciones y los elementos. La medicina se ha
centrado en la química: los fármacos. Una pastillita con enorme
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poder puede solucionar un problema. Esta visión de la medicina ha
seccionado el cuerpo a trozos y ha dado lugar a la especialización:
tenemos un especialista en corazón, otro en huesos, otro en
pulmones… Disociando las partes se ha olvidado la armonía del
todo y los recursos que tiene el cuerpo para defenderse.
Hay un gran conocimiento de cómo funciona cada órgano y cada
tejido. Pero la armonía de este tejido con el resto del cuerpo se
olvida. Y el cuerpo es un todo.
Muchos médicos ya se están dando cuenta de la importancia de
conectar todas las especialidades, porque la química no es inocua.
Un fármaco tiene efectos secundarios: puede estar ayudando al
riñón pero quizás está dañando al hígado. Cada vez más médicos
vuelven a la sabiduría de Hipócrates y Galeno: el ser humano es un
todo y respetando los ritmos vitales, sin tanta química, se puede
mantener su armonía y su salud.
COMEMOS MÁS DE LO NECESARIO
¿Por qué hoy hablamos de desintoxicación y de ayuno? Vivimos en
una sociedad donde hay suficiente economía y recursos para
adquirir toda clase de alimentos. Es muy fácil ir a un supermercado
y elegir entre una gran variedad de productos. Se compra más de lo
que se necesita, se come más de lo que se necesita y, además,
muchos alimentos están desnaturalizados. Nos quitan el hambre
pero no nos nutren.
Muchas veces comemos por comer, porque toca o estamos
acostumbrados. No tomamos consciencia de lo que realmente
necesitamos, de qué nos sienta bien, de si hay un deseo o no de
comer. No porque tengamos la comida delante tenemos por qué
comer.
Llegan ciertas épocas del año donde algunas partes del cuerpo no
trabajan igual pues tienen una energía menor. En primavera uno de
los órganos más debilitados es el hígado, que es el gran depurador
de la sangre, junto con el riñón.
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El hígado recoge la sangre, la almacena, la filtra, se queda algunas
sustancias y expulsa otras. Lo que expulsa a través de la bilis es
tóxico.
Al comer más de lo necesario, por rutina, incluso sin hambre,
estamos creando unos hábitos alimenticios ajenos a la armonía de
la naturaleza. Cuando se pone el sol es hora de retirarse y no se
debería comer mucho. Algo ligero, y en poca cantidad. Pero lo
hacemos al revés. Llegamos a casa con hambre canina y ansiedad.
Nos relajamos y cenamos muchísimo, en cantidad y con todo tipo
de emociones. Quizás no estamos contentos con lo que hemos
vivido durante el día, por si fuera poco nos ponemos a ver la
televisión y nos tragamos, con la cena, los terremotos, un político
que no es honesto, la mujer que no encuentra trabajo… Así nos
zampamos una cena tardía y copiosa. El hígado tiene que ponerse
a trabajar en plena noche, sin que le demos tiempo a descansar y a
procesar lo que recibe. Si esto dura años, el hígado, que es un
órgano de contención, no puede metabolizar bien lo que entra y
sale de él. Se expande y se hincha porque está reteniendo.
Especialmente las mujeres, que piensan, sienten y resienten, tienden
a acumular residuos en la zona del vientre. Su parte emocional,
que se aloja en el vientre, se cierra; el hígado no procesa bien y el
intestino sufre atascos ―estreñimiento, gases, divertículos…―. Los
circuitos del sistema digestivo están sucios por falta de descanso.
Además, consumimos alimentos que cargan mucho nuestro
organismo. Se abusa de las harinas blancas ―desayunamos con
pan, almorzamos con pan, comemos pan y bollería a todas horas―.
Se abusa también de las patatas y de los farináceos, refinados y sin
cáscara, y esto inflama el sistema digestivo.
Se abusa de los lácteos, con la excusa de que tienen calcio y lo
necesitamos. Pero el calcio, si se toma en exceso, no se asimila y
también genera un problema de absorción en los intestinos. Se nos
vende que hemos de tomar yogures y leche para los huesos, pero el
calcio no siempre se absorbe y puede acumularse, provocando
estreñimiento.
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Hemos de aprender a observarnos y a sentir nuestro cuerpo.
¿Siento de verdad que esto me va bien? ¿O simplemente creo lo
que me dicen que me va bien? Hemos de estar atentos a nuestros
ritmos vitales.
Si comemos y no dejamos descansar el metabolismo, este, en vez
de expulsarlo todo, lo retiene. En la naturaleza, si el agua se retiene,
como en un estanque, ¿qué sucede? Se pudre. Si nosotros
retenemos ciertas sustancias en el cuerpo éstas se llegan a pudrir,
generando acidosis.
NECESIDAD DEL AYUNO
El desayuno es romper el ayuno. Hemos pasado toda la noche sin
comer: ocho horas sin comer es un ayuno.
El cuerpo tiene un poder tremendo: si le dejamos un espacio de
reposo se pone a trabajar de otra manera. Lo primero que hace es
desprenderse de lo que le sobra. Cuando tenemos un disgusto, lo
primero que se cierra es el estómago. El cuerpo rechaza la comida y
la vomita. Como no aguanta la emoción, no tiene poder para digerir
el alimento y lo expulsa.
El cuerpo escucha. Si le damos estrés reacciona, pero cuando le
damos amor y atención también responde. Y lo hace de muchas
maneras. El hígado, que está hinchado y elevado, empieza a
descender y va soltando los tóxicos que ha acumulado. Todo esto
va a la sangre y se excreta. Si no comemos durante muchas horas
veremos que la saliva y el sudor huelen más, la boca se seca y la
lengua se pone blanquecina, porque está sacando materia
sobrante. Al no ingerir proteína ni glucosa, el cuerpo busca estos
alimentos y los extrae del músculo y de los depósitos de grasa que
tenemos en el cuerpo. En estos depósitos también hay toxinas.
La mujer, por ejemplo, acumula grasa alrededor del vientre y la
cadera, porque en esta zona necesita calor. Esta faja natural rodea
la matriz por si quiere tener un hijo. Es su zona de reserva. Si no
tiene hijos y le sobra grasa, la acumulará allí, pues es donde la
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memoria corporal le indica que debe hacer reserva. Otra zona son
los brazos.
En cambio, los hombres, que no tienen matriz, reservan grasa en el
vientre, y así vemos los estómagos salidos y prominentes de
muchos con sobrepeso.
Ayunar significa descansar para que el cuerpo vaya gastando lo
que se acumula de las zonas de reserva.
SEMIAYUNO PARA EMPEZAR
Podemos comenzar con un semiayuno: en las horas de la tarde
noche tomad solo infusiones depurativas, caldos calientes o fruta.
La fruta sobre todo ahora en primavera, pues en invierno es un
alimento muy frío. Todo esto hagámoslo con conciencia.
Las hierbas amargas abren el hígado, lo acarician y potencian la
depuración. Hay muchas hierbas que se pueden tomar en infusión
para desintoxicar: diente de león, fumaria, alcachofera… En
cualquier herbolario os darán preparados de hierbas amargas para
el hígado y la desintoxicación.
Después de este semiayuno, por la mañana, podemos tomar
semillas que arrastren y limpien el intestino grueso. Podemos tener
fermentaciones, divertículos, giros y recovecos en los intestinos, por
eso hay que limpiarlos. Las semillas con mucílago y aceite ayudan a
limpiar. Podemos poner lino o zaragatona en agua, con algunas
pasas, a remojar toda la noche. Por la mañana nos lo tomamos
todo y esto sirve de estropajo.
Algunas personas se hacen lavativas. Las lavativas de café son muy
eficaces para limpiar el recto y la parte final del colon. Otras
personas se hacen drenajes de colon, con máquinas que inyectan
agua tibia en el colon, luego la aspiran y limpian hasta el transverso.
Es otra forma de depuración interna.
Si no tenemos tiempo o no podemos permitírnoslo, al menos las
lavativas y tomar semillas nos ayudará mucho a mantener limpio el
tracto intestinal.
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La avena, el salvado y la fruta, también ayudan.
A mediodía podemos tomar todo tipo de verduras y leguminosas.
Así vamos preparando al cuerpo para el ayuno.
AYUNAR Y DESCANSAR
Tanto el ayuno como el semiayuno no se pueden hacer sin más,
trabajando y con ritmo de vida acelerado. Los ayunos prolongados
de 3, 6 o más días, así como las depuraciones, tienen que hacerse
sin trabajar, pues el cuerpo ya está muy activo depurándose y solo
la digestión consume mucha energía.
¿Qué ocurre con estos ayunos de moda, como la cura con el sirope
de arce? Muchas personas pasan varios días tomando solo jarabe y
agua, y siguen con su ritmo de vida normal, trabajando y activos. El
cuerpo incrementa su demanda de energía y, como no hay una
ingesta de nutrientes, buscará glucosa y proteínas donde pueda,
por ejemplo en los músculos. Estas personas adelgazan, sí, pero su
cuerpo queda totalmente fláccido. Este tipo de ayunos son un
asesinato para el cuerpo.
Ahora bien, si vamos a un balneario y pasamos unos días sin comer
pero nos relajamos, nos aplicamos fangos depurativos en ciertas
zonas, con calor, bebemos mucho líquido, o licuados vegetales; si
dormimos, respiramos y acompañamos al cuerpo, este va a expulsar
lo que le sobra y es tóxico, y saldremos renovados. Lo que ocurre
es que muchos balnearios ofrecen baños y terapias, pero no un
ayuno o una alimentación adecuada, y salimos tal como entramos.
Hoy los balnearios se convierten en lugares donde la gente se baña
y se divierte, pero no descansa ni come lo más adecuado. Hay
balnearios que tienen un concepto de salud y ofrecen terapias
naturales a base de agua, tierra, fangos. Otros son meramente
recreativos o turísticos.
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PREPARARSE PARA EL AYUNO
El cuerpo es un todo y pide una atención integral. Si quiero limpiar
mi cuerpo no puedo seguir trabajando como cada día, porque mi
cerebro necesita glucosa y aceites naturales.
Si queremos pasar tres días sin comer hemos de prepararnos con
un semiayuno y una depuración, tomando muchas frutas y
vegetales. Cuando empecemos el ayuno nos tomaremos esos días
de descanso, cuidándonos y aplicándonos calor a la zona de los
riñones, que va a trabajar mucho. El hígado, en cambio, necesitará
frescor, porque está dilatado y tiene que bajar y relajarse. Es bueno
acostarse y aplicarse arcilla en la zona del vientre, especialmente la
hepática.
Otra buena práctica es tomar baños calientes: llenad la bañera con
agua caliente, echad una bolsa de sal marina y acostaos durante
unos 40 minutos. Esto ayuda a dilatar los poros y a desintoxicar
todo el cuerpo.
Si queréis hacer un ayuno total, con ausencia de comida, debéis
reposar. Y si queréis caminar hacedlo con calma, parando a
descansar. En casa, preparaos la bañera y daos un baño caliente.
Acompañad lo que estáis haciendo, conscientemente.
Si ayunamos y nos pasamos el día corriendo, atareados,
perderemos la vitalidad y las fuerzas que necesita nuestro cuerpo
para reponerse.
TOMAR CONSCIENCIA
Quererse es tomar consciencia. En primavera todo se expande,
como lo vemos en la naturaleza. Si todo sale con fuerza en el
campo, puedo aprovechar esta energía para sacar con fuerza mis
toxinas del cuerpo. Además, coincide con una época en la que el
hígado está bajo de energía y le irá muy bien desintoxicar.
Muchas culturas han practicado el ayuno como medio para
proteger el cuerpo y el espíritu. Las personas somos cuerpo, mente
y espíritu. Si el cuerpo está mal el espíritu sufre, y si el espíritu está
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mal, el cuerpo se ve afectado. Una buena nutrición nos ayuda: si el
cuerpo sufre el espíritu, en lugar de vivir desde la alegría,
experimenta el dolor. El ayuno nos ayuda a detenernos para ver
cómo está el cuerpo. En muchas culturas tradicionales el ayuno era
un medio para alcanzar la espiritualidad y prescribían periodos
especiales de ayuno y reflexión. En los evangelios se nos cuenta que
Jesucristo, antes de su misión, fue al desierto y no comió nada en
cuarenta días. El ayuno prepara y ayuda a tomar consciencia. Digerir
el alimento consume mucha energía. Al ayunar podemos hacer
silencio y concentrarnos en nuestro interior.
Hoy muchas personas han perdido el sentido religioso y como
consecuencia se come más. Es fácil dejarse llevar y no poner
consciencia en lo que somos y hacemos. Pero el ayuno es necesario
para sentir el cuerpo y ser conscientes de nuestra vida. Si no
paramos el cuerpo no podremos analizar por qué nos sentimos
mal, por qué tenemos ansiedad, qué sentido tiene todo lo que nos
pasa… En el mundo todo es hacer, hacer, a toda prisa, y así
olvidamos las cosas y no recordamos. Vivimos sin consciencia.
Tendríamos que ser más conscientes de las cosas que nos rodean,
de los colores, las sensaciones. Así podríamos leer lo que pasa en el
cuerpo y detectar los síntomas que nos avisan que algo no va bien.
ALGUNAS MEDIDAS PRÁCTICAS
Si comemos mucho no solamente quedamos hartos y pesados.
Tenemos que hacer “cura de sofá” porque la sangre va al estómago,
que tiene mucho que trabajar. Por eso la gente que se dedica a
actividades intensas, físicas o intelectuales, no come durante el
trabajo, porque necesita la sangre en el cerebro y en los músculos.
Podemos dejar de cenar, tomar frutas de temporada que son muy
depurativas, como la fresa, y que no contienen un exceso de azúcar.
También podemos tomar verduras de hoja verde o caldos
vegetales calientes. Si no, infusiones.
Por la mañana, frutas y semillas que arrastren los residuos del
intestino. Y al mediodía tomar cosas ligeras.
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DEPURACIÓN, CALDOS Y BEBIDAS
También se dice que tenemos que beber mucho y que necesitamos
mucha agua. La verdad es que no hemos de beber tanto. Hay que
beber cuando se tiene sed y cuando se depura, como vamos a
trabajar mucho la circulación de los fluidos corporales, es verdad
que tenemos que beber, pero es mejor tomar líquidos con
principios activos. No hagamos ayunos solo de agua. Son muy
sanos los caldos vegetales, sin patata y con azufre: con ajo, cebolla,
puerro, col y apio. Todo esto nos favorece. De todas las verduras
con hoja verde no tiréis nada: lechugas, berzas, las hojas de apio, de
rábano, todas las hojas que nadie come aprovechadlas para el
caldo, porque están expuestas al sol, cargadas de clorofila y poseen
una gran capacidad depuradora. Todo esto, picado muy fino,
hervido, es un caldo estupendo. Cuanto más pequeñas las troceéis
más nutrientes pasarán al agua. Luego podéis machacar las
verduras y beber el jugo con el caldo. Así tendremos nutrientes con
oxigenación, minerales y un ácido natural que neutralizará nuestros
ácidos corporales. También podemos añadirle un poco de limón y
levadura de cerveza, que contiene muchas vitaminas del grupo B y
B12, buena para el sistema nervioso que está trabajando mucho.
Podéis llenar un termo para ir bebiendo poco a poco durante el día
o tomarlo natural, de una jarra.
¿No os gusta el caldo? Tomad las hojas verdes, de col, apio,
lechuga, espinaca…, añadidles un poco de manzana o zanahoria
para suavizar y haceos un licuado. Podéis tomar dos o tres vasos al
día y son una gran desintoxicación. De esta forma no tomamos
fibra, sino solo el líquido y los principios activos del alimento. El
estómago descansa y los nutrientes pasan directos al intestino y a
la sangre. Si hacemos un ayuno de líquidos durante todo el día el
estómago descansará.
También podemos tomar agua con vinagre de manzana ―1 litro
de agua con cuatro cucharadas de vinagre― o tomar chucrut, que
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es col o manzana fermentada. La manzana tiene una fermentación
que ayuda mucho a neutralizar la acidosis del cuerpo.
¿Qué más podemos hacer para depurar aparte de tomar caldos,
jugos o agua con vinagre? Se puede tomar agua con bicarbonato,
que estimula el movimiento intestinal.
Otra acción es hacerse un té tibetano y tomarlo a lo largo de todo
un día.
Esto es importante iniciarlo tomando una cucharadita de aceite de
oliva por la mañana, en ayunas, para que la bilis se active y se
limpie la vesícula.
Esos días pueden hacerse también lavativas para depurar el colon.
Y si tenemos que movernos, vayamos a un paso sereno, sin hacer
deporte ni grandes esfuerzos, porque el exceso de ejercicio
también acidifica el cuerpo. No quieras “quemar”, deja que el
cuerpo se depure por sí mismo. Ve a caminar a un ritmo sereno,
respira hondo y haz un poco de estiramientos en casa. Abrígate
bien porque la temperatura corporal bajará y, en cambio, se
calentará la zona de la cabeza.
REPOSO Y RESPIRACIÓN
Pero esto no lo recomiendo si no hacéis reposo. Porque os vais a
cansar y vuestros familiares y seres cercanos van a acusar vuestro
mal humor. Cuando uno deja de comer y no está atento muerde. Si
a un niño hambriento no le das de comer, responde con
agresividad, igual que un anciano. Si vamos a trabajar sin comer,
acabaremos mordiendo. ¡Es así! La boca y el cerebro están unidos.
Cuidarse es ayunar, pero con consciencia y descansando. Así
ayudáis al cuerpo de verdad. Si no lo hacemos así nos podemos
hacer más daño.
Siempre que ayunéis, sed generosos con el aliento. Respirad con
más calma, siendo conscientes del aire que entra y sale. La
respiración también nos ayuda a expulsar lo que sobra en nuestro
cuerpo. Es como limpiar un armario. ¿Qué sacamos, y qué damos?
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¿Lo viejo o lo nuevo? Damos la ropa vieja y usada. Pues lo mismo
ocurre con el cuerpo: cuando ayunamos estamos sacando lo que
sobra. Y la respiración nos ayuda a ser más conscientes.
Inspirar y espirar nos ayuda a estirar el cuerpo y activa el corazón.
Nos abre, el cuerpo y la mente. La conciencia se multiplica.
ULTIMOS CONSEJOS
Si queréis hacer una semi-depuración, podéis pasar una semana
cenando, cada noche, solo fruta. Cada día os sugiero tomar una
fruta como cena: fresas, manzanas, peras…, del tiempo. Y mejor de
una sola clase, porque las mezclas son más difíciles de digerir y
fermentan. La fermentación genera gases y los gases siempre
suben, dificultando que el bolo de alimentos baje, que es lo que
debe hacer para ser bien digerido.
Si no queréis tomar fruta, podéis tomar un poco de verdura o
líquidos: caldos o jugos.
Si queréis hacer una depuración total comunicadlo a vuestra familia,
procurad estar tranquilos y que os acompañen en este proceso,
para evitar fricciones y agresividad.
Todo lo que hagáis, hacedlo con dulzura. Poned sentido a lo
que hacéis.
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PREGUNTAS Y RESPUESTAS
―Cuando tienes aire, ¿cómo puedes ayudar a que salga?
―El aire es muy incómodo. Lo primero es observar cómo masticas:
¿eres capaz de ensalivar y masticar bien? Hay gente que traga más
aire que comida. Hablar mucho mientras comes también te hace
engullir aire. Hay otros factores. Pero lo más básico es mirar
nuestros hábitos y adoptar cambios simples: comer con calma, sin
tragar aire y sin hablar, acercando el plato o taza (acortando el
camino entre el alimento y la boca). Segundo, ensalivar, porque la
saliva tiene enzimas que empiezan a digerir el alimento. Si no
ensalivas pero bebes mucha agua aquello que tomas entrará sin
estar pre-digerido y con el líquido costará mucho más de asimilar.
Este alimento generará vapores y gases. No te levantes mucho de la
mesa. Tercero, córtate el alimento a trocitos pequeños, como lo
hacen en Japón, donde la gente come verduras muy trinchaditas y
las toma de una taza. Verás muy pocas barrigas en Japón. Tampoco
toman bebidas frías, sino calientes. La bebida caliente ablanda la
comida y ayuda a digerirla. En cambio, la bebida fría aísla la comida
y dificulta la digestión. Si es con burbujas, aún peor. Los helados y
postres fríos también generan gases. Por último, no tomes
alimentos que fermentan y no hagas muchas mezclas. Si te cuesta
sacar los gases también hay infusiones: hinojo, anís, manzanilla,
laurel. Las puedes tomar antes de comer para preparar tu estómago
y también después de la comida, a sorbitos. Las especias
aromáticas como el clavo, la nuez moscada, la canela, tienen
acciones terapéuticas y ayudan a la digestión. No os hinchéis a
especias, pero acostumbraos a aliñar vuestros platos y ensaladas
con ellas, así como con albahaca, orégano y otras hierbas.
―Algunos médicos recomiendan uno o dos vasitos de vino en
la comida, ¿esto es bueno o no?
―Hay una dieta escandalosa que se está difundiendo por Internet,
la promueve un médico de Madrid y la llaman la dieta del vino. Yo
he visto el resultado en los cuerpos. Vienen con una artritis
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galopante ―el vino acidifica― y con muchos otros problemas. Son
dietas específicas, pero no sirven para todos. Estamos hablando de
una dieta proteica, con mucho ácido y además alcohol. Un gramo
de alcohol tiene 7 kilocalorías. ¡Un vaso de vino equivale a una
comida completa, en calorías! ¿Cómo va a ser sano esto?
Si tomas un poquito de vino bueno, fermentado en madera, en su
tiempo, no pasa nada. Pero lo que se vende comúnmente como
vino no tiene tiempo de fermentar como es debido y está lleno de
aditivos. Una botella de vino buena todos la merecemos, de manera
extraordinaria. Pero no como algo habitual. Las fermentaciones son
muy ácidas y perjudican al cuerpo. El líquido en el cuerpo tiene más
poder que el sólido y sus principios activos pasan directos a la
sangre. Por eso cuando uno bebe vino, según cómo tenga el
cuerpo, se ve afectado, porque no puede asimilarlo. En cambio, un
sólido requiere ser masticado, disuelto, asimilado… Por eso los
venenos líquidos son más letales y rápidos que los sólidos.
―¿Qué tal tomar un limón con agua en ayunas?
―Muy bien. Lo aconsejo con una cuchara de aceite, para preparar
el intestino. Aceite de calidad, de primera prensión en frío,
envasado en cristal.
Enjuagues de aceite de girasol
Si compráis aceite de girasol de calidad, virgen y extraído en frío,
podéis agitarlo en la boca unos diez minutos, así vais a purificar
todo el cuerpo. Sobre todo enjuagad sin tragar: formaréis una
espuma blanca fabulosa para escupir, que arrastrará muchos
residuos de la boca y activará todo el sistema digestivo. ¿Por qué
de girasol? Porque la pipa de girasol tiene una enzima que disuelve
la toxicidad. El de oliva aísla, no es tan adecuado para este
enjuague.
Cuidad bien que todos los aceites que tomáis sean de primera
extracción en frío (por medios mecánicos) y no refinados. Si no es
así pierden sus efectos beneficiosos. Los aceites refinados tienen
grasas trans y nos perjudican de muchas maneras.
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