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CONSECUENCIAS POLÍTICO-CRIMINALES DE LAIMPLEMENTACIÓN DEL NUEVO SISTEMA PROCESAL PENAL
Percy García Cavero
Profesor deDerecho penalUniversidad dePiura
I. Introducción
Mediante Decreto Legislativo 957 se promulgó el nuevo Código Procesal Penal, el
cual ha comenzado a entrar en vigencia progresivamente en diversas zonas del país 1.
Por el cambio radical que suponeeste nuevo cuerpo legal, se ha seguido un procesogradual de implementación, siguiendo la experiencia alcanzada en otros países de
nuestro entorno jurídico-cultural. Con ello se pretende que el paso al nuevo sistema
procesal penal no sea tan traumático que genere finalmente el fracaso de la reforma
pretendida, pues no se trata solamente de cambiar un Código, sino de cambiar una
forma de comprender y vivir el proceso penal. De alguna manera, no se quiere
volver a sufrir la frustración que tuvo lugar con la reforma del Código Procesal
Penal de 1991.
El éxito de la reforma procesal penal, sin embargo, no depende de su progresiva
implementación, sino de la demostración de las mejores consecuencias político-
criminales que ofrece el nuevo proceso penal. Como resulta lógico, la reforma
procesal no constituye simplemente un cambio de sistema procesal, como si se
tratase de un cambio de ropa, sino de asumir un modelo que promete alcanzarcon
mayor solvencia los objetivos político-criminales procurados por el sistema penal.
Solamente si se constata esta relación de correspondencia, podrá considerarse
1 Este mecanismo de entra en vigencia del ordenamiento procesal penal se ha cuestionado, por algunos,desde el punto de vista de su constitucionalidad, en la medida que implicaría una infracción del principiode igualdad ante la ley (artículo 2 inciso 2 de la Constitución Política). La tesis central es cómo seexplicaría jurídicamente que una persona por un mismo delito se vea sometida a un proceso másgarantista o con mayores posibilidades de solventar el conflicto penal de forma más rápida que otra queha cometido el mismo delito en el mismo momento a pocos kilómetros de distancia.
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exitosa la reforma procesal penal. Por ello, resulta necesario poner de manifiesto
cómo el nuevo modelo procesal atiende mejor las finalidades político-criminales.
En este breve trabajo, me voy a ocupar precisamente de destacar las bondades
político-criminales de la reforma procesal penal. En este sentido, voy a precisarcómo los rasgos esenciales del modelo procesal planteado en el país favorecen
conceptualmente la consecución de los fines político-criminales. Sin embargo, hay
que indicar que, en la medida que nos encontramos todavía en el proceso de
implementación progresiva del nuevo sistema, no podrá cotejarse el planteamiento
conceptual con laexperiencia práctica. En todo caso, la respuesta a la cuestión de las
consecuencias político-criminales del nuevo sistema procesal penal requiere
determinar previamente cuáles son los fines político-criminales procurados por elsistema penal peruano. Solamente teniendo claro este punto de partida, estaremos
en condiciones de destacar las bondades del nuevo sistema procesal penal.
II. Los fines de lapolítica criminal
Por Política Criminal podría entenderse el conjunto de objetivos que sustentan las
decisiones estatales tomadas para hacer frente a la criminalidad. En un sentido
práctico, podría considerarse como objetivos político-criminales todas las finalidades
que se procuran con la configuración del sistema penal. Así, podría considerarse una
finalidad político-criminal reducir el incremento de determinada forma de
criminalidad mediante la incriminación de cierto tipo de conductas, así como
también producir un efecto puramente simbólico con determinada penalización o
con el incremento de la severidad de cierta pena. Desde una perspectiva empírica,
como puede verse, los fines demagógicos formarían parte también de la política
criminal. Precisamente contra esta forma de comprender la política criminal, se hadirigido la encarnizada críticade los representantes de la Escuela de Frankfurt en los
últimos años 2.
2 Vid., con mayores referencias, SILVA SÁNCHEZ, «Retos científicos y retos políticos de la ciencia delDerecho penal», Revista de Derecho , Universidad de Piura, 1 (2000), p. 110 y s.
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A la comprensión puramente práctica de la política criminal, se le opone la llamada
Política criminal ilustrada, la cual ordena las decisiones estatales de carácter penal en
atención a la función que legitima la existencia del sistema penal 3. Desde esta
perspectiva científica de la política criminal, resulta claro que no pueden alcanzar
legitimación motivaciones amparadas en la utilización del sistema penal paraasegurar réditos políticos o mantener una estructuración social injusta. Las
decisiones estatales sobre la configuración del sistema penal sólo pueden ser
interpretadas desde las razones que fundamentan el sistema penal. Si consideramos
que el sistema penal sigue siendo necesario, su configuración concreta debe apuntar
a optimizar su utilidad social.
En la visión científica de la política criminal existe en la actualidad consenso enentender que son dos los fines político-criminales esenciales. En primer lugar, el
sistema penal debe ser eficaz en la lucha contra la criminalidad, lo que significa llevar
la criminalidad a niveles que permitan aún la convivencia social. Esta eficacia se
manifiesta fundamentalmente de dos formas. Por un lado, el sistema penal debe ser
capaz de motivar a los ciudadanos a no realizar delitos, sea mediante la severidad de
las penas, sea mediante la certeza del castigo. Por otro lado, las víctimas deben
encontrar satisfacción en la reacción penal frente al delito, pues solamente de esta
manera se evitaríael desbordamiento social al que llevaría el ejercicio, por lo general
irracional, de la venganza privada. Como puede verse, el sistema penal debe ser
doblemente eficaz en la prevención de la violencia: eficaz para contener la violencia
criminal y eficaz para contener la violencia privada.
La segunda finalidad esencial de la política criminal es mantener el respeto de las
garantías de los ciudadanos frente al ejercicio de la potestad punitiva del Estado.
Esta faceta garantista del sistema penal se mueve igualmente en dos planos. Por unlado, están las garantías vinculadas a la configuración de los criterios de imputación
de responsabilidad penal. Con estos criterios se busca impedir que el Estado
atribuya responsabilidad penal de forma arbitraria, de manera tal que debe guiarse
por ciertas reglas formales y principios materiales propios de la organización social
3 Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Revista de Derecho , Universidad de Piura, 1 (2000), p. 111.
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(principio de legalidad, culpabilidad, proporcionalidad de las penas, lesividad, etc.).
Por otro lado, cabe mencionar el conjunto de garantías reconocidas a una persona
sujeta a un proceso penal, de manera tal que el sometiendo a una decisión judicial de
carácter penal no sólo sea proporcional, sino que excluya suficientemente los riesgos
de falibilidad a los que se expone todo juicio humano. Como puede verse, la políticacriminal ilustrada no apunta únicamente a aumentar la eficacia represiva del sistema
penal, sino también a mantener suficientemente la vigencia de las garantías del
ciudadano frente al ejercicio del ius puniendi del Estado.
En estas ideas generales sobre los fines de la política criminal, quisiera no sólo
mencionar brevemente dichos fines, sino también resaltar cómo se manifiesta la
relación funcional entre ambos fines. En las exposiciones especializadas, seconsidera que esta relación, de alguna manera, constituye no más que de una
manifestación particular de la relación de antinomia entre los valores de seguridad y
libertad, especialmentediscutida en las sociedades modernas sobre todo a partir de
los infelices sucesos del 11 de septiembre. En pocas palabras: Se ha dicho que
aumentar los niveles de seguridad implicaría necesariamente reducir los ámbitos de
libertad, del mismo modo que, inversamente, mayores espacios de libertad
aumentarían las posibilidades de abuso de la libertad y, por tanto, las cuotas de
inseguridad del resto de miembros de la sociedad. Concretado esto en el sistema
penal, se ha dicho que la mayor seguridad para los ciudadanos que se alcanzaría con
un sistema especialmente represivo implicaríanecesariamente reducir los ámbitos de
garantía del ciudadano, de la misma forma que el aumento de garantías limitaría la
eficacia preventiva del sistema penal.
A partir del reconocimiento de esta relación de tensión, se concluye que el sistema
penal debe llegar a una situación de equilibrio entre ambos fines. Definir un puntomedio aristotélico que permita cubrir los niveles mínimos de prevención y asegurar
el respeto del contenido esencial de los derechos humanos. De esta manera, un
sistema penal no debe ser tan represivo que sacrifique contenidos esenciales de los
derechos fundamentales,pero tampoco tan garantista que elimine sustancialmente la
eficacia del castigo penal. Como se ve, resulta claro que el sistema penal no puede
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caer en ninguno de los extremos, pero hay que reconocer que dentro del margen
intermedio se puede incidir más en la eficacia preventiva o en la faceta garantista.
Me atrevería a decir que son condicionamientos fundamentalmente históricos los
que llevan en determinados momentos a exigir más represión penal y en otros a
exaltar más el respeto de garantías para los ciudadanos 4.
III. El nuevo sistema procesal penal
Las exposiciones sobre el nuevo sistema procesal penal se han encargado de
destacar sus virtudes precisamente en cuanto a la consecución de las finalidades
político-criminales. Así, se hace mención, por un lado, a las posibilidades de
solucionar el conflicto sin necesidad de seguir un largo proceso penal o a laposibilidad de condenar anticipadamente o de entrar a juicio de manera inmediata,
lo cual reforzaríasocialmente el factor preventivo de la certeza del castigo. Por otro
lado, se resalta las innumerables garantías que se incorporan en el nuevo proceso
penal, lo que permite exaltar, como un gran logro de la reforma, la faceta garantista
del nuevo proceso penal. Sin embargo, poco se ha discutido sobre la relación de
tensión político-criminal que se presenta en muchos aspectos de la nueva regulación
procesal. Para expresarlo de manera más concreta: No se ha discutido en qué
medida los aspectos garantistas reconocidos en el Código Procesal penal pueden
mellar la eficacia de la persecución penal, así como tampoco cómo la simplificación
del proceso penal pueda reducir algunos mecanismos de defensa. Y en el fondo
éstos son los aspectos que deben ser resueltos adecuadamente por la reforma 5. De
alguna manera, el éxito del nuevo modelo procesal dependerá de una solución
satisfactoria a estas situaciones de conflicto entre los finespolítico-criminales.
Hay que advertir, sin embargo, siguiendo a B INDER , que existen falsas antimoniasque ocultan los problemas reales, ya que no siempre la ineficacia de la persecución
penal se deba a que existan muchas garantías o que el sistema de garantías es débil
4 Similarmente, BINDER , «¿Qué significa cambiar la justicia penal?», en Reforma del Proceso penal en elPerú , Trujillo, 2005, p. 39.5 Así, lo destaca TALAVERAELGUERA, Comentarios al Nuevo Código Procesal Penal , Lima, 2004, p. 7.
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por la eficiencia del sistema penal 6. En nuestro sistema penal ambos aspectos (el
preventivo y el garantista) funcionan mal, de manera tal que existen aspectos de la
reforma penal que mejoran la eficiencia preventiva sin afectar las garantías yal revés.
Así, por ejemplo, la falta de preparación de la acusación por parte del Ministerio
Público, la falta de dirección de las diligencias realizadas a nivel policial o la falta deuna organización adecuada para la investigación penal no tiene ninguna relación con
la existencia de derechos de los imputados, sino con las carencias de personal y de
infraestructura del Ministerio Público. Así mismo, la falta de defensa efectiva de los
imputados o la demora en ser juzgados tampoco guarda relación con la eficiencia de
la persecución penal, sino que se vincula con la debilidad de la defensa pública o la
falta de organización de las audiencias. Como puede verse, hay aspectos de la
reforma procesal que no se presentan en una relación de antinomia, de manera talque solamente cabe fomentar su efectiva implementación.
A partir de las ideas expuestas, considero que el análisis político-criminal de los
rasgos distintivos de la reforma procesal, requiere precisar primeramente si se
presenta una relación de tensión entre los fines político-criminales o si se trata en el
fondo no más que de una falsa antinomia. Esta precisión es muy importante, pues
en el caso de aspectos que sólo favorecen la prevención o las garantías, la
justificación de dichos aspectos de la reforma sólo requerirán demostrar su mayor
eficacia preventiva o garantista. Por el contrario, en el caso de presentarse una
relación de tensión con otra finalidad político-criminal, habrá que determinar si la
afectación al fin preventivo o garantista resulta tolerableo no.
Es evidente que cada aspecto particular de la reforma procesal podría ser sometido a
un análisis referido a su eficacia político-criminal. Semejante trabajo, sin embargo,
excederíaindudablemente el espacio del que dispongo para esta exposición. Por ello, voy a limitar mi análisis a los aspectos centrales de la reforma procesal penal. Me
refiero concretamente a los tres aspectos centrales de la reforma: el aspecto
acusatorio, garantista y adversarial.
6 Vid., BINDER , en Reforma del Proceso penal en el Perú , p. 40.
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la acusación en la fase intermedia 11. Pero hay que destacar también que este modelo
procesal no implica el sacrificio de una cuota de eficacia, como podría pensarse. El
modelo inquisitorial ha mostrado ser con sus trámites, sus formalismos, su descuido
por las personas, su secreto y el desprecio por la actividad de las partes un sistema
no sólo arbitrario, sino fundamentalmente ineficiente 12. En este sentido, no haymanera, ni desde la perspectiva de la eficacia ni de la perspectiva del garantismo, de
cuestionar el reemplazo del modelo inquisitivo por el modelo acusatorio. En el
plano conceptual, no cabe más que dar la bienvenida al modelo que la reforma
procesal penal intenta incorporar.
No obstante, el cuestionamiento al nuevo sistema podría venir por la falta de
vigencia real de la lógica estrictamente acusatoria en la configuración del procesopenal. En efecto, no es tan fácil abandonar el espíritu inquisidor del juez, ni asumir
adecuadamente el papel acusador del fiscal de manera que la imposición de una
sanción penal dependa esencialmente de la capacidad del fiscal para convencer al
juez sobre la responsabilidad penal del acusado con los medios probatorios que se
cuentan. Ni qué decir de los abogados acostumbrados al culto del expediente y que
concurren a las audiencias sin tener una estrategia de defensa completa. El nuevo
modelo no deja espacios a la improvisación. El justiciable incluso debe cambiar su
lógica de buscar un abogado de última hora, pues sólo podrá tener una defensa
adecuada si es que su abogado conoce fáctica y jurídicamente tan bien el caso que
esté en capacidad de rebatir en el juicio las argumentaciones y construcciones de la
acusación fiscal.
Es aquí donde se presenta el mayor peligro para el éxito de la reforma en cuanto al
modelo acusatorio. Debe trabajarse en una labor de asunción e internalización de la
filosofía acusatoria, pues de lo contrario pasará en nuestro país lo que sucedió en lareforma procesal de un país vecino: un sistema acusatorio en la ley y un sistema
inquisitivo en la práctica. En este orden de ideas, no creo que cursos o congresos
sobre el nuevo Código Procesal Penal sirvan de mucho para evitar el riesgo de la
11 Así, BINDER , en Reforma del Proceso penal en el Perú , p. 52 y s., habla de centralidad del juicio.12 Así, BINDER , en Reforma del Proceso penal en el Perú , p. 52.
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falta de vigencia efectiva del sistema acusatorio. Creo que con tantas charlas y
conferencias, todos ya sabemos lo que conceptualmente trae el nuevo Código
Procesal Penal. El trabajo debe hacerse a nivel de talleres, en los que se prepare y
entrene a jueces, fiscales y abogados en la nueva dinámica del proceso penal. Si bien
es importante un mayor número de fiscales o mejores ambientes para la audienciapreliminar o para el juicio oral, la eficacia del principio acusatorio en el nuevo
sistema procesal penal depende de un cambio completo de mentalidad. Si nadie se
prepara, el sistema fracasará. Si sólo algunos se preparan, el sistema excluirá a los
que no se prepararon.
2. El modelo garantista
Otro de los rasgos centrales del nuevo proceso penal es su faceta garantista. Ya con
la lectura de los artículos contenidos en el Título Preliminar del nuevo Código
Procesal Penal se puede apreciar la alta vocación garantista del nuevo proceso penal.
Este aspecto ha sido proclamado como un importante avance de la reforma penal.
No obstante, este cambio en la configuración del proceso penal podría leerse
también en un sentido pesimista, pues alguno podrá alegar que si con un sistema
poco garantista se tenía serios problemas de eficacia en la persecución penal, con
mayores garantías dentro del proceso se puede llegar a niveles intolerables de falta
de eficacia persecutoria. La población puede llegar a tener la percepción que con un
proceso garantista lo único que se tiene es una mayor impunidad, sobre todo si se
tiene presente que la población, por lo general, no se ve a sí misma como potencial
procesado, sino como potencial víctima.
La primera precisión conceptual que hay que hacer es que no toda incorporación o
fortalecimiento de garantías procesales trae necesariamente consigo una reducciónde la eficacia preventiva del sistema de persecución penal. Hay que tener en cuenta
que la eficacia del sistema implica reprimir a los verdaderos responsables del delito y
no imputar responsabilidad penal a cualquier sospechoso del delito, de manera tal
que no siempre existe una antinomia real entre las garantías y la eficacia de la
persecución penal. Dentro de las distintas garantías procesales hay que diferenciar
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aquellas que no inciden en la eficacia de la persecución penal de aquellas que sí la
afectan.
En primer lugar, deben mencionarse los principios o garantías que están vinculadas
a la propia eficacia de la persecución penal. Así, por ejemplo, principios como elprincipio de oralidad, el de inmediación o el de celeridad, favorecen
indiscutiblemente la propia eficacia del sistema penal, pues, por un lado, se evita el
retardo propio del sistema escrito y, por otro, le permite al juez penal tener un
conocimiento más directo del caso a efectos de determinar la responsabilidad o
inocencia del procesado. Como puede verse, se trata de garantías procesales que
favorecen la propia eficacia del sistema procesal penal.
Por otro lado, existen principios o garantías que si bien no contribuyen a la eficacia
del sistema de represión, tampoco la reducen o la afectan. Se trata
fundamentalmente de las garantías vinculadas a la prueba suficientedel delito o de la
responsabilidad penal del procesado. Tal como se ha dicho, la eficacia de la
represión penal no puede exigirse en aquellos casos en los que no existe suficiente
prueba de la responsabilidad penal del procesado. Sin una demostración suficiente
de la culpabilidad del procesado, no se puede demandar una mayor eficacia del
sistema penal. En ese orden de ideas, garantías como el principio de presunción de
inocencia (artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Penal), el deber de la
carga de la prueba del Ministerio Público (artículo IV del T. Pr. del CPP), o la
prohibición del bis in idem (art. III del T. Pr. del CPP), no afectan la eficacia del
sistema penal, sino que constituyen, más bien, condiciones indispensables para
poder exigir una represión eficaz del sistema penal. El sistema solamente debe ser
eficaz para reprimir a aquellos a los que se les ha demostrado suficientemente su
responsabilidad penal
Hay garantías, sin embargo, que sí pueden afectar la eficacia del sistema de
persecución penal. Se trata de los casos en los que la vigencia de la garantía o el
ejercicio de un derecho en el proceso impiden llegar a determinar plenamente la
responsabilidad penal o incluso obligan a la absolución por alguna irregularidad de
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carácter procesal, a pesar de estar demostrada la responsabilidad penal. Solamente
en estos casos se produce una relación de tensión entre los fines de prevención y los
fines garantistas, los cuales deben resolverse en cada caso atendiendo a aquello que
resulta preponderante para el proceso penal. Como son diversos los casos en los que
hay que resolver esta situación de antinomia, voy a limitarme solamente a desarrollardossupuestos.
A) Derecho de defensa
El derecho de defensa tiene un reconocimiento múltiple en nuestro ordenamiento
jurídico. En el plano internacional, el artículo 9.2 y 14.3 del Pacto de derechos civiles
y políticos reconoce este derecho, mientras que en el plano nacional la Constitución(en su artículo 139 inciso 14) y el Código Procesal Penal (en su artículo IX del Título
Preliminar) hacen lo mismo. Se trata de una garantía fundamental que le asiste a
toda persona procesada penalmente con la finalidad de oponerse de forma legítima
al ejercicio del poder punitivo del Estado. Desde la perspectiva del ejercicio de este
poder estatal, el derecho de defensa se muestra indudablemente como una
restricción a la realización de los fines de justicia 13, por lo que se entiende como una
limitación a la eficacia preventiva de la persecución por razones garantistas.
El ejercicio del derecho a la defensa tiene diversas manifestaciones a lo largo de
todo el proceso penal: como acceso a la información, como conocimiento de los
fundamentos fácticos y jurídicos de la imputación penal, como facultad para
proponer medios de prueba o para contradecir las pruebas de cargo, como derecho
a ser escuchado, como derecho a tener un plazo razonable para preparar la defensa,
como posibilidad de impugnar las decisiones que le causen agravio, etc. Está claro
que en muchos de estos casos el ejercicio del derecho de defensa puede entrar ensituación de tensión con el fin de eficacia de la persecución penal, por lo que habrá
que determinar en cada caso si cabe limitar la investigación fiscal en aras de
preservar el derecho de defensa.
13 Vid., esta relación de tensión, BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 335.
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a determinar su identidad mediante testigos u otros medios útiles, aun en contra de
su voluntad (impresiones digitales, por ejemplo). Como puede verse, la finalidad de
eficacia de la persecución penal se impone en estos casos ante el derecho del
imputado de no contribuir a su identificación y, por tanto, a la determinación de su
responsabilidad penal. El derecho del imputado alcanza solamente a que él mismono proporcione los datos de su identidad, pero no a impedir su identificación.
B) La prueba ilícita
Otro aspecto garantista de la reforma procesal que entra en relación de tensión con
la eficacia de la persecución penal es, sin duda, la legitimidad de la prueba. En el
artículo VIII del título preliminar del Código procesal se establece que todo mediode prueba será valorado sólo si ha sido obtenido e incorporado al proceso por un
procedimiento constitucionalmente legítimo. Por lo tanto, carecen de efecto legal las
pruebas obtenidas directa o indirectamente con violación del contenido esencial de
los derechos fundamentales. Del tenor del dispositivo procesal citado puede
concluirse que la imputación penal no podrá sustentarse en aspectos del hecho que
se han probado ilegítimamente, aun cuando el juez tenga la convicción sobre la
responsabilidad penal del imputado. Como puede verse, la eficacia de la persecución
cede de forma relevante ante los derechos fundamentales del procesado.
La afirmación anterior no implica, sin embargo, la nulidad del proceso, pues la
nulidad solamente alcanza a la prueba 14. De esta forma, se consigue armonizar las
garantías individuales y la eficacia de la administración de justicia 15. Laexclusión de
una prueba no afecta el curso del proceso, salvo que no existan dentro del proceso
otras pruebas válidas y determinantes con base en las cuales sea posible dictar
sentencia. No obstante, debe tenerse en cuenta también la teoría del árbolenvenenado o fruto prohibido, en el sentido que la nulidad de una prueba alcanza a
todas aquéllas que se derivan de ésta, aunque teniendo en cuenta también ciertas
excepciones desarrolladas por la literatura y jurisprudencia especializadas. En este
14 Vid., así, BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 157.15 Del mismo parecer, BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 157.
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sentido, solamente mantendrán su valor probatorio aquellas pruebas que tienen una
fuente separada de la obtenida ilícitamente.
3. El modelo adversarial
El tercer rasgo esencial del nuevo proceso penal es su carácter adversarial. El
carácter adversarial del proceso penal demanda una participación activa de las
partes. El imputado tiene que ofrecer y sustentar una versión de la realidad opuesta
a la que el fiscal ha construido con su investigación. No es una parte pasiva que se
limita a objetar la versión de la realidad que propone el ente investigador o
acusador 16. Por su parte el fiscal está obligado a una investigación integral para
poder construir su versión de los hechos en caso de llegar a una conclusiónincriminatoria. Frente a esta situación, el imputado tiene cierta carga de diligencia en
aportar elementos de juicio que permitan confrontar los alegatos del acusador 17. En
esta visión del juicio penal, la existencia de un juez imparcial, que no tenga la
parcialidad propia de la labor de investigación del sistema inquisitivo, resulta esencial
para el éxito del sistema.
La relación adversarial entre fiscal e imputado requiere una situación de igualdad
procesal 18. A esta situación de igualdad se le conoce también como el principio de
igualdad de armas 19. No se trata de una igualdad formal de poder participar en el
proceso, sino de una igualdad material para conocer las actuaciones procesales,
alegar los argumentos que se estimen pertinentes, probar los hechos alegados y
recurrir las decisiones que causen agravio. El nuevo Código Procesal Penal reconoce
este principio en su artículo I.3 del Título Preliminar, en donde establece que las
partes intervendrán en el proceso con iguales posibilidades de ejercer las facultades y
derechos previstos en la Constitución y en el Código procesal. A los jueces se les
16 Vid., BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 134.17 Vid., en este sentido, BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 135.18 Vid., así, BURGOSMARIÑOS, «El Proyecto Huanchaco y la reforma del proceso penal en el Perú», en
Reforma del Proceso penal en el Perú , p. 175; BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 297.19 Como elemento clave para considerar racional un diálogo, BERNAL/MONTEALEGRE, El proceso penal , p. 295.
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impone el mandato de preservar el principio de igualdad procesal, debiendo allanar
todos los obstáculos que impidan o dificulten su vigencia.
La necesidad de una relación adversativa entre las partes en el proceso penal explica
que no se puedaseguir con el proceso o pasar a juicio oral si hay consenso entre laspartes. En este orden de ideas se explican, por ejemplo, la regulación en el nuevo
Código Procesal penal de instituciones como la conformidad contemplada en elartículo 372 inciso 2 o la figura de la terminación anticipada prevista en losartículos 468 y siguientes, en donde decae la relación adversarial que sustenta la
determinación de la verdad en el proceso penal. En estos casos, el juez podrá
proceder a sentenciar sin que se decida como consecuencia de un juicio
contradictorio. Es evidente que estos mecanismos favorecen la eficacia de lapersecución penal, pues permiten llegar rápidamente a una condena. No obstante,
también debe asegurarse el mantenimiento del aspecto garantista en la realización de
estas formas de conclusión rápida del proceso penal. En este sentido, se explica la
exigencia que el juez controle la legalidad de estos acuerdos, tal como lo establece el
artículo 372 inciso 5 en la conformidad y el artículo 468 inciso 6 en la terminación
anticipada.
El modelo adversarial propicia también que el fiscal no siga adelante con el proceso
penal si con lo reunido durante la investigación no tiene elementos de convicción
suficientes para convencer al juez de su verdad en el juicio. En este sentido, se
contempla en el artículo 344 inciso 2 literal d) que procede el sobreseimiento en la
etapa intermedia si el fiscal no ha reunido estos elementos de convicción y no tiene
posibilidad de incorporar nuevos datos en la investigación. No obstante, para evitar
que esta facultad del fiscal pueda perjudicar los fines preventivos, los sujetos
procesales pueden oponerse. Finalmente el juez puede considerar que no esprocedente la solicitud de sobreseimiento del fiscal, por lo que elevará las
actuaciones al fiscal superior para que ratifique o rectifique la solicitud del fiscal.
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IV. Conclusión
Como ha mostrado nuestro análisis general, los rasgos esenciales del nuevo modelo
procesal prometen un mejoramiento en la consecución de las finalidades político-
criminales. Tanto el fin preventivo como el garantista resultan incrementadosfavorablemente. No obstante, hay situaciones de tensión que requieren una
interpretación que consiga un tratamiento ponderado, en el que no se anule la
eficacia del sistema de persecución penal así como tampoco se afecten el contenido
esencial de los derechos fundamentales. La práctica nos mostrará las bondades del
sistema, así como la solución de las reales antinomias del sistema penal.