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Unidad 8 – Concentración, atención y reflejos: patologías que influyen
UNIDAD 8 - CONCENTRACIÓN, ATENCIÓN Y REFLEJOS: PATOLOGÍAS QUE INFLUYEN
1. INTRODUCCIÓN
Patologías muy diversas, y a veces, de forma no evidente a primera vista, inciden
directamente en la conducción, principalmente por afectar a la concentración, la atención
y los reflejos necesarios para una adecuada realización de esta actividad. En la presente
unidad se plantean algunas de ellas: el Síndrome de Apnea-Hipopnea del Sueño, las
anemias, las alergias, la hipertensión y la diabetes.
En algunos casos, los menos, la enfermedad por sí sola es incapacitante para la
conducción mientras que en otros lo es la enfermedad no tratada o sólo los episodios
agudos. En todos los casos se debe prestar una atención especial a los efectos que sobre
la concentración, atención y reflejos tenga la medicación prescrita. Así, el Síndrome
Apnea-Hipopnea del Sueño sin tratamiento adecuado incapacita para conducir mientras
que sólo lo harán las anemias que produzcan mareo o sueño. En el caso de las alergias, al
igual que en la diabetes, se deben tener muy en cuenta los efectos secundarios de la
terapéutica pautada, mientras que en la hipertensión no se puede conducir durante el
periodo sintomático.
2. SÍNDROME DE APNEA- HIPOPNEA DEL SUEÑO: SAHS
El Síndrome de Apnea – Hipopnea del Sueño (SAHS) es una enfermedad muy
prevalente en la población general. Es uno de los trastornos más frecuentes del sueño. En
los últimos años ha adquirido gran importancia debido a su relación con la aparición de
morbimortalidad cardio y cerebrovascular y su gran repercusión sobre la calidad de vida
de los pacientes. Todo ello comporta un incremento significativo del riesgo de accidentes
de tráfico.
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Es una enfermedad que afecta hasta a un 4-6% en los varones y un 2-4% en las
mujeres en las edades medias de la vida, aumentando su frecuencia con la edad. Sin
embargo, en España existe un claro infradiagnóstico. Así, se calcula que tan sólo se
diagnostica y se trata entre el 5-9% de los casos.
De acuerdo con el último documento nacional de consenso del Grupo Español del
Sueño, el SAHS se define como un “cuadro de somnolencia excesiva, trastornos cognitivos
conductuales, respiratorios, cardiacos, metabólicos o inflamatorios secundarios a episodios
repetidos de obstrucción de la vía aérea superior durante el sueño”.
Consiste en la aparición de episodios recurrentes de limitación del paso de aire durante
el sueño como consecuencia de una alteración anatómico-funcional de la vía aérea
superior que conduce a un colapso con pausas respiratorias provocando descensos de la
saturación de oxihemoglobina superior a un 4% de la basal.
Por otro lado, la apnea implica el cese completo de la señal respiratoria durante al
menos 10 segundos de duración. Por otro, el término hipopnea se refiere a la disminución
parcial de la respiración. Tanto las apneas como las hipopneas pueden ser obstructivas,
centrales o mixtas. Las primeras son aquellas que se acompañan de un aumento del
esfuerzo toraco-abdominal, las segundas de una disminución de los estímulos del centro
respiratorio y las mixtas son una combinación de ambas.
Los episodios de apnea e hipopnea reiterados durante el sueño provocan
microdespertares que restauran la respiración e impiden profundizar en el sueño, con el
consiguiente cansancio diurno.
Estos episodios se miden con el índice de alteración respiratoria (IAR) que es la suma
del IAH (índice de apneas/hipopneas por hora de sueño) y los esfuerzos respiratorios
asociados a los micro despertares por hora de sueño (ERAM). Aunque la presencia de un
cierto número de apneas e hipopneas durante el sueño puede darse hasta en una cuarta
parte de la población, sólo se considera SAHS cuando el IAR es mayor de 5 y está
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asociado a la presencia de síntomas relacionados que no se justifican por otra
enfermedad. Todo ello permite confirmar su diagnóstico.
Múltiples estudios demuestran que el SAHS se asocia a la mayor frecuencia de HTA y al
desarrollo de enfermedades cardiovasculares como insuficiencia cardiaca, cardiopatía
isquémica o arritmias nocturnas. También las prevalencias de enfermedades metabólicas
como el hipotiroidismo y/o enfermedades neuromusculares son mayores en estas
patologías.
El SAHS aparece de forma paulatina e insidiosa, generalmente en varones de edad
media, obesos y roncadores. Normalmente acuden a consulta por un cuadro de cansancio
crónico y falta de rendimiento en el trabajo, sensación de sueño no reparador y
somnolencia diurna. Los trastornos de la memoria, de la atención y las dificultades de
concentración, con cambios de humor como irritabilidad, apatía y depresión aparecen con
significativa frecuencia.
En cuanto a los síntomas nocturnos destacan los ronquidos, las apneas observadas por
los acompañantes, los despertares frecuentes, los movimientos anormales, el sueño
agitado, las pesadillas, la sudoración profusa, el insomnio y el reflujo gastroesofágico.
La excesiva somnolencia diurna es el síntoma diurno más característico. Se evalúa con
la universalmente aceptada Escala de Epworth que consta de 8 preguntas de gran utilidad
para la detección precoz en caso de sospecha inicial.
Esta sintomatología se incrementa con la ingesta de alcohol y medicaciones como
benzodiacepinas y antihistamínicos.
Ante un paciente con sospecha de SAHS se debe realizar una historia clínica detallada
con la presencia de acompañante. Dicha historia debe recoger: edad, antecedentes
personales, hábitos de sueño, perfil psicológico, ingesta de fármacos y alcohol, escala de
Epworth, evolución de sintomatología y repercusiones sociales y laborales. Por su parte, la
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exploración física debe constar de evaluación cardiopulmonar, morfotipo, valoración de la
constitución facial, de la boca, orofaringe y fosas nasales
Las pruebas complementarias incluyen analítica con hemograma y bioquímica con perfil
lipídico. También se debe realizar electrocardiograma y radiografía torácica ante cualquier
sospecha de patología cardiorrespiratoria.
El diagnóstico de certeza se establece tras la realización de una polisomnografía
nocturna (PSG) o de una poligrafía respiratoria (PR).
La PSG consiste en el registro simultáneo y continuo de variables neurofisiológicas y
cardiorrespiratorias durante el sueño. Se trata de una prueba costosa, compleja y no
siempre disponible en el ámbito hospitalario. Por su parte, la PR hace un análisis sólo de
las variables cardiorrespiratorias y presenta una menor especificidad diagnóstica. Pero, al
ser un método más simple y barato, se acepta como primera opción para valorar un
mayor número de casos. Se reserva la PSG para los casos dudosos y complejos.
Actualmente existen sistemas portátiles de PSG y PR lo que posibilita los estudios
domiciliarios, disminuyendo costes.
En cuanto a su repercusión en la conducción, los pacientes con apnea del sueño
presentan un comportamiento alterado y están 6 veces más expuestos a accidentes de
tráfico que la población general.
Además, en los conductores somnolientos existe un riesgo claramente incrementado de
sufrir accidente. En España se ha detectado asociación entre somnolencia, SAHS y
frecuencia de accidentes interurbanos, con resultado de heridos e ingresos hospitalarios.
Por otro lado, ciertos estudios han demostrado que los roncadores habituales con índices
de apnea normales, tienen también un riesgo relativo mayor que los no roncadores de
sufrir accidente. Por lo tanto, se sospecha que, además de la somnolencia producida por
los despertares de las apneas, hay otros mecanismos implicados en el mayor riesgo de
sufrir un accidente de tráfico.
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Los microsueños son una defensa del organismo ante la falta de descanso nocturno e
implican que, por un breve lapso de tiempo, se pierda la conciencia respecto a la
carretera, señales u otros vehículos. Son, en un porcentaje muy elevado, la causa que
explica los rastros de frenada de emergencia, con trayectoria desviada, que se pueden
observar en muchos tramos de la carretera.
El tratamiento de elección de SAHS incluye medidas generales, de carácter higiénico-
dietéticas, tratamientos con presión continua positiva en vía aérea superior (CPAP) así
como otras medidas, de carácter quirúrgico.
2.1 Medidas generales higiénico - dietéticas
Estas medidas son, principalmente, una correcta higiene del sueño, la abstención de
alcohol, sobre todo en horas vespertinas y nocturnas por su efecto relajante y la
abstención del hábito tabáquico por su efecto inflamatorio. Además, la reducción de peso
es absolutamente necesaria en el caso de obesidad ya que mejora significativamente el
cuadro clínico. Sin embargo, la pérdida de peso es bien difícil de conseguir y mas aún de
mantener a lo largo del tiempo. Finalmente, se debe evitar el consumo de medicamentos
tipo benzodiacepinas, diuréticos y antihistamínicos nocturnos.
Otras medidas son las antisupino, esto es, posición corporal en la cama evitando el
decúbito supino ya que se producen mayor número de apneas en dicha postura junto con
un número más elevado de desaturaciones y arritmias.
Asimismo, se deben tratar las enfermedades metabólicas asociadas como el
hipotiroidismo, las enfermedades neuromusculares y el tratamiento de obstrucción nasal
en la infección rinosinusal.
2.2. Tratamiento con presión continua positiva en la vía aérea superior CPAP
Es un sistema que suministra presión positiva continua que evita el colapso de las vías
aéreas superiores. Suprime las apneas, el ronquido y la somnolencia diurna. Con ello
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aumenta la capacidad de atención mejorando la calidad de vida, favorece la normalización
de la tensión arterial. Todo ello reduce el riesgo de accidentes de tráfico.
Sin embargo, la CPAP no es un tratamiento curativo. Por ello debe mantenerse
indefinidamente en el tiempo y es imprescindible un buen cumplimiento. Su uso aceptable
es, como mínimo, de 3,5 horas por noche, aunque es preferible el mayor tiempo posible
que el paciente tolere. Durante las primeras semanas los efectos secundarios son
frecuentes aunque leves y transitorios hasta la adaptación progresiva y completa.
2.3. Otros tratamientos
Los dispositivos de avance mandibular también producen mejoría en las apneas ya que
al adelantar la posición de la mandíbula y de la lengua aumentan el espacio retrofaríngeo.
Pueden ser fijos o regulables según realicen el avance. Estos últimos permiten la
adaptación progresiva, por ello son mejor tolerados.
La cirugía puede estar indicada en determinadas anormalidades anatómicas
rinofaringeas y malformaciones maxilofaciales aunque obtiene resultados muy variables.
La cirugía en estos casos es menos eficaz que en el SAHS infantil.
La estimulación eléctrica es igualmente utilizada. Consiste en estimular los músculos
implicados en el colapso de la vía aérea superior mediante la colocación de unos
electrodos transcutáneos o intradérmicos. Aunque los estudios comprueban un aumento
del espacio aéreo, no se consigue, de momento, mejorar el sueño de los pacientes ni una
disminución de IAH.
En cuanto a los tratamientos farmacológicos, existen muchas alternativas entre las que
se encuentran los inhibidores de recaptación de la serotonina y los corticoides pero,
actualmente, no han demostrado evidencia de ser eficaces como alternativa terapéutica.
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2.4. Consejos para el paciente sobre el Síndrome de Apnea-Hipopnea del Sueño
Los médicos podemos y debemos realizar prevención de accidentes de tráfico respecto
a todos los pacientes que acuden a nuestra consulta, aunque lo hagan por cualquier otro
motivo.
Así, se debe confirmar ante un paciente conductor que con frecuencia padece
somnolencia diurna, si es roncador, si sufre episodios de apnea durante el sueño y si ha
tenido amagos de dormirse al volante o algún otro tipo de incidente en este sentido. De
esta forma, se puede detectar con facilidad al conductor con alteraciones del sueño, se
puede diagnosticar y proporcionarle tratamiento en una Unidad de Trastornos del Sueño.
De esta forma, se puede evitar que sufra o provoque un accidente de tráfico.
• Los enfermos con apnea del sueño sin tratamiento, no deben conducir.
• Tras el tratamiento y, después de sucesivas revisiones médicas y siempre con
informe favorable, podrán obtener o renovar el permiso de conducción con los
tiempos que marca la Ley.
• Se debe evitar prescribir sedantes para dormir y diuréticos al final del día.
• El paciente debe prescindir del alcohol, en especial por las noches. Tampoco
debe fumar.
• Se debe recomendar no realizar cenas copiosas.
• Es necesario mantener el dormitorio en un ambiente agradable sin cambios de
temperatura notables.
• Es recomendable levantarse los fines de semana en el mismo horario que el
cotidiano, usar la cama sólo para dormir, y acostarse sobre un lado para
mantener la vía aérea permeable.
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• Algunas empresas están comercializando aparatos electrónicos que detectan si
el conductor se adormece, midiendo la tensión muscular que se ejerce al
conducir el automóvil. Cuando los músculos se relajan por efecto del sueño, se
dispara una señal luminosa y acústica que obliga al conductor a reaccionar. Si
se abandona el volante más de 3 segundos, el propio dispositivo corta la
corriente eléctrica, produciéndose la detención del vehículo, al tiempo que se
encienden los intermitentes y se activa una sirena de alarma para avisar a los
demás vehículos.
CLAVES A TENER EN CUENTA
• Existe una alta prevalencia en la población.
• Existe un claro infradiagnóstico. Sólo se diagnostican el 5% de los casos.
• Tiene una clara incidencia en la conducción y aumenta muy significativamente
el riesgo de sufrir accidentes.
• Las medidas higiénico dietéticas y el uso de dispositivos de presión continua son
altamente eficaces.
3. ANEMIAS
Se habla de anemia cuando existe una disminución de la masa eritrocitaria y de la
concentración de hemoglobina (Hb) circulantes en el organismo por debajo de unos
límites considerados normales para un sujeto, teniendo en cuenta factores tales como
edad, sexo y condiciones medioambientales.
En la práctica, según criterios de la OMS, se considera anemia en el caso de Hb < 13
g/dl para el varón adulto, Hb < 12 g/dl en mujer adulta y Hb < 11 g/dl en la mujer
embarazada y cuando existe un descenso brusco o gradual de 2 gr/dl o más de la cifra de
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Hb habitual de un paciente, incluso aunque se mantenga dentro de los límites normales
para su edad y sexo. Sin embargo, la disminución del nivel de hemoglobina (Hb) o del
hematocrito (Hcto) no es un diagnóstico final y debe acompañarse siempre de un estudio
etiológico para determinar la causa desencadenante de la anemia y el desarrollo de la
misma en el tiempo.
Las manifestaciones clínicas se deben a la hipoxia celular y al desarrollo de mecanismos
de compensación. Varían según la etiología, la intensidad y la rapidez de la instauración de
la anemia.
Los síntomas incluyen astenia, laxitud, debilidad muscular general, intolerancia al
esfuerzo, cefalea, acúfenos, vértigos, falta de concentración y memoria, trastornos del
sueño, inapetencia, irritabilidad, disnea, palpitaciones y dolor torácico anginoso. En la
exploración física se aprecia palidez mucoso-cutánea tanto en la piel, conjuntivas,
mucosas, lecho ungueal, soplo sistólico en ápex o foco pulmonar, taquicardia, signos de
insuficiencia cardiaca, etc.
Cuando se produce bruscamente una disminución del hematocrito se instaura un
cuadro clínico de astenia, taquicardia, mareo, sudoración y disnea de esfuerzo, con, en
algunos casos, pérdida de conciencia. Al contrario, cuando la anemia es gradual incluso se
pueden tolerar cifras muy inferiores de Hb con escasa sintomatología, como puede ser
cansancio o disminución de la tolerancia al ejercicio.
Los parámetros básicos que se deben estudiar son:
Hemograma:
• Hemoglobina: define la presencia o no de anemia
• VCM: valor medio del volumen de cada hematíe
• HCM: valor medio da cantidad de Hb existente en cada hematíe
• Reticulocitos: reflejan el grado de eritropoyesis medular y la capacidad
regenerativa de una anemia.
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Perfil férrico:
• Hierro plasmático o sideremia
• Ferritina: es la prueba que refleja con mayor exactitud los depósitos de hierro.
Es el primer parámetro que se altera en la ferropenia. Un inconveniente que
presenta es que suele estar elevada en procesos inflamatorios.
• Transferrina: transporta hierro en el plasma. Su síntesis está aumentada en la
anemia ferropénica.
• Índice de saturación de transferrina: indica la capacidad de fijación del hierro a
la transferrina.
Frotis de sangre periférica:
• Examen manual de una muestra de sangre al microscopio. Aporta información
sobre la morfología de todas las series hematológicas.
Otros parámetros:
• Bilirrubina conjugada o indirecta, LDH, Haptoglobulina, Prueba de Coombs,
vitamina B12, Ácido Fólico, Perfil tiroideo, VSG,
• Proteinograma.
Generalmente, las anemias se clasifican en función del tamaño de los hematíes (VCM).
• Las anemias microcíticas, (VCM<80) Sus causas más frecuentes son el déficit
de hierro así como la anemia secundaria a enfermedad crónica y talasemia
causadas en la mayoría de los casos por deficiencia de hierro, producido
mayoritariamente por sangrado crónico, especialmente digestivo, ginecológico o
urológico. Suele ser un sangrado gradual, por lo que sólo en casos avanzados
produce cansancio, somnolencia, mareos y falta de atención. Es muy frecuente
en mujeres de mediana edad, por lo que la incidencia es alta en conductoras.
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• Las anemias macrocíticas(VCM>100) puede ser megaloblástica por falta de
vitamina B12 ó de ácido fólico y no megaloblástica asociada a enfermedad
sistémica hepática, alcoholismo, hipotiroidismo o asociada a enfermedad de la
médula ósea.
• Las anemias normocíticas (VCM: 80-100). Pueden ser:
o Hipoproliferativas, por fallo de la médula ósea de origen primario, o
secundario a trastornos crónicos como la uremia, hepatopatía,
colagenosis, endocrinopatía o neoplasias diseminadas.
o Hipoplásicas, por disminución de la masa medular, por lo que se suele
asociar a leucopenia y trombopenia.
o Aplásicas, que puede producir síntomas generales graves, asociados con
frecuencia a hemorragias en el fondo de ojo, las mucosas y la piel, e
infecciones. En mucha ocasiones se asocia a tóxicos o medicamentos
como antineoplásicos, antiinflamatorios, antibióticos y
anticonvulsivantes.
o Mieloptísicas, por sustitución de la médula por neoplasias infiltrativas,
enfermedades granulomatosas, de depósito o fibrosis.
o Hemolíticas, por defectos intrínsecos de los hematíes o extrínsecos al
hematíe como hiperesplenismo, trastornos inmunológicos, lesiones
mecánicas por traumatismo o por las toxinas de algunas infecciones. La
hemólisis puede ser aguda, crónica o episódica, y la crisis hemolítica
aguda grave es poco frecuente y se acompaña de fiebre, dolor
abdominal, dorsalgia, escalofríos y shock.
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3.1. Consejos para el paciente sobre el tratamiento general de las anemias
• Durante el tratamiento de la anemia se puede conducir si el paciente se
encuentra asintomático y sin interacciones añadidas por la terapia prescrita.
• El paciente con tendencia a la anemia, debe saber que si nota mareo, pérdida
de atención o de concentración cuando conduce, tiene que aparcar el vehículo,
pedir ayuda y comunicárselo a su médico cuanto antes.
• El médico instaurará el tratamiento oportuno e informará de cuándo el paciente
se encuentra recuperado y sin síntomas que interfieran con la conducción.
• La anemia de aparición brusca y progresiva en poco espacio de tiempo,
incapacita la conducción por la propia sintomatología y por el riesgo de perder el
control del vehículo en cualquier momento.
• Se desaconseja la conducción hasta que el diagnóstico causal esté aclarado y el
tratamiento haya controlado adecuadamente la anemia.
3.2. Consejos para el paciente sobre anemia microcítica hipocroma
• La anemia microcítica leve no interfiere con la conducción.
• En los casos moderados o severos de anemia pueden provocar la pérdida de
control del vehículo por lo que se desaconseja la conducción.
• El médico debe informar al paciente en las sucesivas revisiones, si el
tratamiento establecido ha estabilizado la anemia y controlado su causa,
permitiendo la conducción.
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3.3. Consejos para el paciente sobre anemia macrocítica
• La anemia megaloblástica revierte con el aporte deficitario, por lo que en los
casos leves no interfiere con la conducción.
• Los síntomas por la afectación neurológica, visual en la anemia en fases
avanzadas incapacitan la conducción.
• El médico confirmará después del tratamiento que los síntomas han revertido
permitiendo la conducción mediante informe que indique la ausencia de
secuelas.
• Las anemias macrocíticas no megaloblásticas sintomáticas asociadas a otras
enfermedades, tienen una evolución variable dependiendo de la enfermedad
causal. El médico en estos casos valorará también las manifestaciones clínicas
de la enfermedad principal, hepatopatía, alcoholismo, etc, y aconsejará
dependiendo de la evolución del paciente, si éste puede conducir.
3.4. Consejos para el paciente sobre anemia normocítica
• El médico desaconsejará la conducción en toda anemia que produzca mareo,
sueño y falta de atención.
• Las manifestaciones clínicas de la enfermedad subyacente desaconsejan la
conducción hasta que el paciente se encuentre estabilizado y sin merma de su
capacidad de conducción.
3.5. Consejos para el paciente sobre anemia hemolítica
• La crisis hemolítica aguda grave incapacita la conducción hasta su total
resolución.
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• El paciente con episodios hemolíticos leves crónicos debe conocer, que ante
cualquier proceso que le desestabilice aunque sea leve, puede empeorar de su
anemia, por lo que se le debe recomendar que en estas situaciones que
consulte a su médico sobre el posible incremento del riesgo en la conducción.
• La esplenomegalia supone un riesgo añadido ante cualquier impacto, en razón a
la posible rotura del bazo y a la hemorragia masiva abdominal.
• La leucopenia y la trombocitopenia que en ocasiones se asocian entre sí,
favorecen las infecciones y los sangrados, impidiendo conducir mientras
persistan estas situaciones.
CLAVES A TENER EN CUENTA
• Se considera anemia en el caso de Hb < 13 g/dl para el varón adulto, Hb < 12
g/dl en mujer adulta.
• La sintomatología varía según la etiología, intensidad y rapidez de la
instauración de la anemia.
• La anemia de aparición brusca y progresiva en poco espacio de tiempo
incapacita la conducción.
• Se desaconseja la conducción hasta que el diagnóstico causal esté aclarado y el
tratamiento haya controlado adecuadamente la anemia.
4. ALERGIAS
La alergia es hoy en día una de las patologías frecuentes que está muy relacionada con
los accidentes de tráfico. En España, se estima que ocho millones de personas sufren esta
enfermedad, lo que supone un 20% de la población. Aun así la prevalencia está
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aumentando de tal manera que se prevé que en los próximos 20 años afectará al 50 % de
la población urbana.
Tanto la sintomatología como la terapéutica habitual interfieren en la conducción por lo
que se consideran factores de riesgo de sufrir un accidente de tráfico. En un 2% de los
accidentes mortales y casi un 5% de los siniestros con heridos, están asociados con
cuadros de alergia. Sin embargo generalmente los pacientes no son conscientes del riesgo
que supone la alergia para su seguridad en la conducción.
En cuanto los síntomas nasales usuales como congestión y picor nasal, rinorrea,
estornudos en cascada, pueden ocasionar la pérdida del control del vehículo
transitoriamente. Un estornudo en un conductor que circula a 90 km/h le impide controlar
su vehículo durante 25 metros. A la par, un conductor que precise sonarse la nariz con
cierta frecuencia, cierra los ojos, por lo que se produce una disminución del control en la
conducción.
También muy frecuente la sintomatología ocular, en la que aparece picor,
enrojecimiento, tumefacción, fotofobia y lagrimeo. Estos síntomas implican una
disminución de la visibilidad y aumento de riesgo de accidente ya que el 90% de la
información que se precisa para conducir se percibe a través de los ojos.
Los cuadros de alergia también producen alteraciones en el rendimiento psicomotor,
cuadros de irritabilidad, trastornos de la memoria, ansiedad, apatía e insomnio afectando
negativamente en la capacidad de atención en la conducción.
Los pacientes deben ser conscientes que la mayoría de los fármacos antialérgicos
pueden alterar su capacidad de conducción. Tal es el caso de los antihistamínicos, que son
fármacos muy eficaces para el control de la alergia ya que mejoran claramente la
sintomatología pero sin embargo, muchos de ellos, sobre todo los clásicos, producen
somnolencia y enlentecimiento de las funciones psicomotoras. Un paciente alérgico bajo
los efectos de estos fármacos le cuesta más tiempo de lo habitual tomar una decisión,
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disminuye su capacidad para concentrarse y permanecer alerta. La acción sedativa de los
antihistamínicos se incrementa cuando se asocia con la ingesta de alcohol.
Existen actualmente antihistamínicos de segunda generación que controlan los
síntomas de la alergia y tienen muchos menos efectos secundarios.
Un problema a tener en cuenta, es que un porcentaje muy alto de estos pacientes se
automedica. Estudios médicos indican que sólo un 25 por ciento de los alérgicos son
diagnosticados y tratados por un facultativo, mientras que casi ocho de cada 10
desconoce los efectos que la enfermedad provoca en la conducción.
Las principales líneas de actuación propuestas para reducir el impacto de la patología
alérgica en los accidentes de tráfico se basan en informar a la población alérgica sobre los
riesgos fundamentales así como cuales son las medidas más adecuadas para su
prevención.
4.1. Consejos para el paciente sobre alergias en la conducción
• Conducir con las ventanillas cerradas ya que así se evita la exposición a
determinadas partículas que flotan en el ambiente y se impide que el aire
impacte en mucosas con lo que agrava los síntomas.
• Evitar viajar al amanecer o al atardecer. Las primeras horas de la mañana y las
últimas de la tarde son los períodos del día en los que se produce una mayor
concentración de polen. En el atardecer es el momento en el que el polen
desciende tras el enfriamiento del aire.
• La utilización de gafas de sol es una medida recomendable ya que su uso no
sólo evita el impacto directo de las partículas ambientales sobre las mucosas,
sino que también reduce la fotofobia.
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• Mantener el habitáculo del coche lo más limpio posible. En la limpieza utilizar un
paño húmedo para que las partículas se adhieran a él. Hay que prestar especial
atención a aquellas zonas donde se puede acumular una mayor cantidad de
ellas. También es aconsejable utilizar el aspirador con cierta frecuencia, sobre
todo en alfombrillas y tapicería, así como limpiar los conductos de ventilación
del vehículo
• Uso y recambio de filtros antipolenes en el aire acondicionado. Este elemento
evita que las partículas ambientales se introduzcan en el habitáculo. Pero para
que tenga el efecto esperado, la instalación debe estar en buen estado de
mantenimiento o, de lo contrario, agravará los síntomas alérgicos más que
prevenirlos. Para un adecuado rendimiento se recomienda reemplazarlos
periódicamente cada 16.000 kilómetros.
• Consultar los niveles de polen atmosféricos. Se debe conocer la época, lugar e
intensidad de floración de las plantas productoras del polen causante de su
polinosis, así como los niveles de pólenes del lugar donde vive o del lugar que
va a visitar si viaja.
• No fumar en el interior del vehículo. El humo del tabaco perjudica especialmente
a los pacientes alérgicos, pudiendo reagudizar una crisis de asma. La utilización
de pulverizadores, perfumes o sprays tampoco es recomendable.
• Evitar la ingesta de alcohol. Aunque sea mínima puede incrementar los efectos
sedativos de los fármacos antialérgicos y favorecer su interacción con otros
medicamentos.
• Evitar la automedicación, no realizar autoajustes en dosis ni horarios sin
consultar con el médico. El consumo de medicamentos sin control médico es un
problema grave.
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• Es fundamental la información sobre los efectos secundarios de los
antihistamínicos y que en caso de duda consultar con el médico. En estos casos,
se recomienda que lean detenidamente el prospecto de los fármacos, sobre
todo para observar su influencia en la conducción.
• Los antihistamínicos pueden presentar contraindicaciones para conducir como la
somnolencia, depresión, disminución del estado de alerta y retraso en el tiempo
de reacción.
• Los antihistamínicos de primera generación de la familia de la
dexclorfeniramina, pueden causar mareos, efecto sedante e hipotensión en
mayores de 60 años. .
• Desde hace años existen los "nuevos antihistamínicos" como astemizol,
loratadina, ebastina y terfenadina entre otros, con efectos sedantes mínimos.
Los antihistamínicos tipo loratadina a dosis diaria de 10 mg no producen
sedación, y pueden ser utilizados en la conducción.
CLAVES A TENER EN CUENTA
• Un 20 % de la población presenta cuadro de alergia, casi 8 millones en España.
• La sintomatología nasal, ocular y psicomotora de los cuadros de alergia
interfiere claramente la conducción
• Los tratamientos habituales tienen efectos secundarios importantes para la
capacidad de atención en la conducción.
• La automedicación es muy significativa. Sólo un 25% de los alérgicos son
diagnosticados y tratados por un médico.
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• Informar a la población alérgica sobre los riesgos fundamentales, así como de
cuales son las medidas más adecuadas para su prevención, es fundamental para
reducir el impacto de la patología alérgica en los accidentes de tráfico.
5. HIPERTENSIÓN
La hipertensión (HTA) es una enfermedad muy frecuente en la población, de forma que
en España se calcula que el 25% de la población adulta es hipertensa. Además la HTA
supone un importante problema de salud por la repercusión que puede tener en los
distintos órganos diana (corazón, sistema nervioso central-SNC, riñón) con la consiguiente
morbimortalidad.
La HTA es definida como una elevación persistente de las cifras de la presión arterial
(PA) en los adultos, de PA sistólica (PAS) iguales o superiores a 140 mmHg o de PA
diastólica (PAD) iguales o superiores a 90 mmHg.
El diagnóstico de HTA se realiza tras comprobarse unos valores de PA elevados en dos
o más ocasiones separadas en un intervalo de semanas.
Cuanto mayor es la presión arterial, mayor es la probabilidad de complicaciones
cardiovasculares tipo infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, ictus y enfermedad renal.
Ante el diagnóstico de HTA se debe realizar una evaluación clínica completa, valorando
posibles lesiones de órganos diana, establecer la presencia de enfermedad clínica
asociada, descartar una HTA secundaria (10% de los casos) y determinar el riesgo
cardiovascular de cada paciente, ya que un mayor riesgo cardiovascular o la existencia de
repercusión orgánica obliga a un mayor esfuerzo terapéutico para lograr unos objetivos de
control más estrictos.
La principal finalidad del tratamiento en los pacientes con hipertensión arterial es
reducir la morbimortalidad cardiovascular asociada a la presión arterial elevada. La
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Unidad 8 – Concentración, atención y reflejos: patologías que influyen
recomendación general es el descenso de la presión arterial por debajo de 140/90 mmHg,
aunque siempre que sea posible es aconsejable que toda población alcance cifras óptimas
de presión arterial (por debajo de 120/80 mmHg). En los pacientes diabéticos, con
enfermedad cardiovascular o con nefropatía, se debe reducir la presión arterial a cifras
inferiores a 130/80 mmHg.
Las recomendaciones sobre cambios de estilo de vida deben hacerse a todos los
pacientes, ya que muchos hipertensos pueden alcanzar con ellas el control adecuado. Se
debe añadir tratamiento farmacológico en el caso que no se obtengan resultados
adecuados.
Entre todos los cambios en estilos de vida indicados, es el abandono del tabaco la
medida más efectiva, junto con la reducción del peso corporal en las personas con
sobrepeso, disminución del consumo de alcohol y de la sal y practicar ejercicio físico
regular.
Entre los tratamientos farmacológicos destacan los diuréticos tiazídicos, los
betabloqueantes, los inhibidores de la enzima convertidora angiotensina (IECA), los
calcioantagonistas, los antagonistas de los receptores de angotensinaII (ARAII) utilizados
en monoterapia o combinación.
Excepto cuando la PA sea muy elevada, PAS mayor de 180 o PAD mayor de 110 que
debe iniciarse tratamiento farmacológico inmediatamente, se debe recomendar los
cambios en los estilos de vida y valorar otros factores de riego cardiovascular antes del
inicio de los fármacos. Se debe iniciar el tratamiento con una dosis baja de un solo
fármaco antihipertensivo, o bien con la combinación de grupos. Se combinan
antihipertensivos de diferentes grupos cuando presenten mecanismos de acción diferentes
y complementarios y existan evidencias de que el efecto antihipertensivo de la
combinación es mayor que el de cualquiera de sus componentes.
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Unidad 8 – Concentración, atención y reflejos: patologías que influyen
El tratamiento debe mantenerse indefinidamente si existe buen control. Las
presentaciones farmacéuticas fijas de dos grupos pueden ayudar a favorecer el
cumplimiento.
La HTA resistente o refractaria se define como la persistencia de una PA igual o
superior a 140 y/o 90 mmHg pese a la utilización de una asociación a dosis máximas, de 3
fármacos antihipertensivos que incluye un diurético.
La HTA maligna es un síndrome caracterizado por elevación severa de la PA, con cifras
de PA diastólica por encima de 140 mmHg y alteraciones vasculares, particularmente
hemorragias y exudados retinianos y/o edema de papila.
La emergencia hipertensiva es la elevación de la presión arterial en la que se pone de
manifiesto clínicamente la afectación aguda y grave de algún órgano diana. Es necesario
un tratamiento inmediato hipotensor para no llegar a un fracaso agudo de los órganos
diana.
5.1. Consejos para el paciente sobre hipertensión arterial en la conducción
• Los pacientes con daño visceral establecido no podrán conducir.
• Con HTA grave no tratada, refractaria o maligna no se puede conducir.
• No se puede conducir durante el periodo sintomático, hasta que se confirme la
estabilización de las cifras de tensión arterial con el tratamiento instaurado.
• El médico, en las sucesivas revisiones del paciente y ante la buena evolución de
la enfermedad en los órganos afectados por la HTA, informará sobre la
posibilidad de conducir sin incremento de los riesgos y siempre con estabilidad
de las cifras de tensión arterial.
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• La crisis hipertensiva urgente y la emergencia hipertensiva impiden la
conducción en el episodio agudo y también posteriormente, hasta que el
paciente esté correctamente diagnosticado, tratado y estabilizado sin afectación
de lesiones viscerales que mermen su capacidad para conducir.
• Si la HTA es secundaria y sintomática, hasta que el diagnóstico completo esté
realizado, los riesgos de la enfermedad causal se hayan establecido y el
tratamiento aplicado sea satisfactorio, no se podrá conducir.
• El paciente hipertenso bien controlado, si comienza con síntomas mientras
conduce, debe cuanto antes aparcar el vehículo en una zona donde no haya
riesgo de accidente, tranquilizarse y esperar a que los síntomas remitan. Si no
mejora, pedirá ayuda para ser trasladado al centro médico más cercano y que el
médico realice la toma de tensión, confirme el diagnóstico e instaure el
tratamiento adecuado.
• El paciente hipertenso con síntomas no debe acudir al centro médico
conduciendo.
• Al inicio de un nuevo tratamiento con posibles efectos secundarios al volante, se
debe desaconsejar la conducción hasta que se establezca la dosis correcta que
controle la HTA, y sea bien tolerado por el paciente.
• La limitación para conducir por la interacción de los medicamentos, puede ser
transitoria hasta el control de la HTA y la adaptación a los mismos, pero en
ocasiones puede ser permanente, dificultando la conducción a largo plazo.
• El médico evaluará el resultado del tratamiento establecido, informará de la
evolución favorable del paciente en cada revisión y aconsejará de cuando se
puede volver a conducir con seguridad.
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• Es conveniente llevar un informe médico dentro del vehículo y a la vista, que
especifique la patología asociada a la HTA, así como la pauta de tratamiento por
si es necesaria la ayuda en carretera por los servicios de urgencia o de traslado
al centro sanitario.
• Las reacciones adversas de los medicamentos deben ser puestas en
conocimiento del médico que ha administrado la medicación, para que realice el
ajuste de dosis o el cambio de medicamento.
• En los desplazamientos largos es conveniente aumentar la frecuencia de
paradas para relajarse y respetar el horario de la medicación, así como,
mantener la dieta sin sal en las comidas de carretera.
• En los viajes hay que beber la misma cantidad de líquidos recomendada por el
médico, aunque los diuréticos obliguen a parar con más frecuencia, y no se
puede reducir la medicación para intentar disminuir la frecuencia de paradas.
CLAVES A TENER EN CUENTA
• La HTA se define como la presencia de unas cifras de PAS iguales o superiores a
140 mmHg o de PAD iguales o superiores a 90 mmHg.
• La HTA es primaria en el 90% de los casos. Se debe descartar que la HTA sea
secundaria.
• Debe evaluarse siempre el grado de repercusión en órganos diana y el riesgo
cardiovascular asociado y/o enfermedad clínica asociada.
• Siempre debe recomendarse los cambios del estilo de vida independientemente
del tratamiento farmacológico.
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• El tratamiento antihipertensivo en monoterapia o combinación, siendo la
elección de un determinado fármaco individualizada para cada paciente.
• La emergencia hipertensiva es la elevación de la PA con la afectación aguda,
grave de algún órgano diana y precisa tratamiento inmediato.
6. DIABETES
La diabetes mellitus (DM) se define como un grupo de alteraciones metabólicas de
etiología múltiple, caracterizadas por hiperglucemia crónica resultantes de un defecto en la
secreción de insulina, en la acción de la insulina o en ambas.
Su incidencia está aumentando por el incremento de la obesidad y del sedentarismo
afectando actualmente aproximadamente a entre el 6 y el 12% de la población.
Por su elevada prevalencia y por sus complicaciones agudas y crónicas es una de las
enfermedades con un mayor impacto social y con un mayor riesgo en la conducción.
Entre las complicaciones agudas destacan:
• La hiperglucemia sintomática con poliuria, polidipsia y pérdida de peso, que se
acompaña de glucosuria causando una diuresis osmótica con tendencia a la
deshidratación.
• La cetoacidosis diabética en pacientes diabéticos tipoI con síntomas iniciales de
poliuria, náuseas, vómitos. Posteriormente presentan deshidratación con
hipotensión e hipopotasemia y finalmente aparece somnolencia que evoluciona
al coma si no se pauta tratamiento adecuado de inmediato.
• El coma hiperosmolar no cetósico frecuente en la diabetes tipo II se presenta
con un cuadro de alteración del nivel de consciencia, hiperglucemias muy
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Unidad 8 – Concentración, atención y reflejos: patologías que influyen
elevadas y deshidratación. Este cuadro presenta una muy alta mortalidad
precisando tratamiento inmediato y continuado.
Las complicaciones crónicas de la enfermedad, tanto microvasculares (retinopatía,
nefropatía y neuropatía) como macrovasculares (enfermedad coronaria, enfermedad
cerebrovascular y arteriopatía periférica), incrementan la morbimortalidad y disminuyen de
manera importante la calidad de vida de las personas con diabetes.
La diabetes es la enfermedad que causa más frecuentemente trastornos visuales
incluso ceguera, por lo que merece especial atención y control. Las complicaciones
visuales de los pacientes diabético son la retinopatía diabética, cataratas, glaucoma y
neuroftalmopatía. De todas ellas la más frecuente es la retinopatía diabética que afecta a
un 10% de los diabéticos siendo la responsable del 70% de las cegueras de los pacientes
diabéticos.
En cuanto a la neuropatía diabética la manifestación más habitual es la polineuropatía
distal y simétrica que afecta con distribución en guantes y calcetines. Se caracteriza al
inicio por parestesias e hiperestesias así como dolores tipo neuropáticos. Con el paso del
tiempo aparecen úlceras características debido a trastornos de la sensibilidad ante
microtraumatismos continuos o repetidos.
Con respecto al tratamiento es imprescindible una dieta adecuada y el ejercicio físico
regular que son la base de la terapéutica en la diabetes.
Tanto en el caso de precisar fármacos hipoglucemiantes o administración de insulina
es fundamental intentar reducir al mínimo el riesgo de hipoglucemias.
El paciente debe aprender a detectar los síntomas iniciales de la hipoglucemia para
actuar inmediatamente. Ésta puede manifestarse con clínica adrenérgica tipo sudoración,
temblor generalizado o palpitaciones. Pero previamente se producen alteraciones en la
capacidad de reacción, déficits de la atención y deterioro del campo visual que alteran la
conducción pero el paciente aún no es consciente de la hipoglucemia.
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La legislación actual exige que el paciente diabético que esté bajo tratamiento con
insulina o hipoglucemiantes orales y que desee obtener o renovar el permiso de conducir,
debe tener un control metabólico aceptable y no haber sufrido cuadros con pérdidas de
conciencia en el último año. Esta situación deberá acreditarse en el centro de
reconocimiento de conductores mediante la presentación de un informe favorable emitido
por su médico.
6.1. Consejos para el paciente sobre diabetes en la conducción
• Buen conocimiento de la enfermedad y sus complicaciones.
• Conocer los efectos secundarios de los medicamentos que utiliza.
• Saber reconocer los primeros síntomas de una descompensación y como
subsanarlos. Ante los primeros síntomas de descompensación detenga el
vehículo en lugar seguro y apague el motor.
• Consultar a su médico antes de conducir, es el que mejor le asesorará y le
indicará cuando puede hacerlo.
• Cumplir bien el tratamiento prescrito junto con horarios de comida regulares, no
posponer ingestas y descanso adecuado previa conducción. No dejar nunca el
tratamiento por su cuenta.
• No conducir tras los cambios de dosis o tratamientos hasta que tenga un buen
control metabólico, pida consejo a su médico sobre cuando reiniciar la
conducción.
• No oculte las crisis de hipoglucemia a su médico, puede derivar en tratamientos
inadecuados, lo que aumenta el riesgo de padecer nuevos ataques y tener un
accidente.
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• Aprender a reconocer los síntomas de hipoglucemia sobre todo antes y durante
la conducción y actuar al primer indicio. El retraso en la actuación facilita la
accidentabilidad. Si es incapaz de reconocer los síntomas de una hipoglucemia,
no conduzca.
• Por seguridad, antes de iniciar la conducción de un vehículo tendría que tener la
glucemia capilar por encima de 90-100 mg/dl. Diversos estudios han
demostrado que valores cercanos a la hipoglucemia disminuyen la rapidez de
reacción, aunque esté asintomática.
• Comprobar siempre la glucemia capilar justo antes de conducir, sobretodo si
hace horas que no ha comido y el trayecto es largo.
• Si el control está entre 75 – 90 mg/dl tome un suplemento de alimento o bebida
rica en hidratos de carbono como por ejemplo una pieza de fruta, zumo o
bebida azucarada, etc.
• Si el control está entre 50 – 75 mg/dl, tome lo mismo, más dos tostadas o
galletas y no inicie la conducción hasta haber comprobado la glucémia y estar
sobre los 100 mg/dl.
• Si el control es inferior a 50 mg/dl o tiene síntomas de hipoglucemia no inicie la
conducción hasta comprobar que está sobre los 100 mg/dl.
• Recuerde que la capacidad de reacción después de tener una hipoglucemia no
se recupera totalmente hasta pasadas unas horas.
• Llevar en el coche alimentos o bebidas ricas en azúcar, zumos, galletas…. para
poder tomar suplementos si hace falta o en caso de paradas en carretera o
atascos.
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• En viajes largos ir siempre acompañado e instruir al acompañante sobre como
tratar una hipoglucemia y proteger la medicación del frío y del calor.
• El control y el consejo de familiares y amigos pueden prevenir los accidentes.
• Evite cualquier ingesta de alcohol, disminuye los reflejos en la conducción y
dificulta reconocer los síntomas de las hipoglucemias.
• El paciente diabético con complicaciones visuales debe tener el permiso del
oftalmólogo para conducir siempre con las revisiones periódicas indicadas.
• El conductor diabético con complicaciones visuales debe evitar conducir de
noche, al atardecer y al amanecer.
• Los pacientes con nefropatía diabética no deben conducir hasta que la
enfermedad se encuentre bien tratada con evolución favorable.
• Ante la neuropatía diabética el médico debe evaluar la capacidad de conducción
o su contraindicación transitoria o definitiva. La perdida de sensibilidad de los
pies dificulta el correcto apoyo en los pedales, existiendo pedales facilitadores
adaptables a cualquier vehículo, que pueden suplir en ocasiones esta
deficiencia.
• Llevar siempre una placa identificativa de su enfermedad o un informe médico
en un lugar visible en el vehículo.
CLAVES A TENER EN CUENTA
• La diabetes mellitus se caracteriza por la presencia de hiperglucemia crónica
resultante de defectos en la secreción de insulina, en la acción de la insulina o
en ambas.
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Unidad 8 – Concentración, atención y reflejos: patologías que influyen
• La diabetes presenta con cierta frecuencia complicaciones agudas que
imposibilitan la conducción.
• La diabetes causa un considerable número de complicaciones crónicas tanto
microvasculares como macrovasculares, que incrementan la morbimortalidad y
afectan a la conducción.
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