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Page 1: Daniel de Busturia- Negociación y crisis

ABC, pág.>40- TRIBUNA ABIERTA -MARTES 3-7-84

ES posible, aun-que no meatreva a afir-

marlo ca tegór i ca -mente, que una rápiday política negociaciónal amparo del prestigiode «la joven democra-cia española» y mediante el refuerzo del ejeMadrid-París como complemento del entendi-miento franco-alemán, auténtico motor delproceso de. integración europea, habría per-mitido firmar en poco tiempo y sin excesivasresistencias el Tratado de Adhesión de Es-paña a la Comunidad Europea.

Existía en 1977 un clima político extrema-damente favorable a España. Los temoresagrícolas no habían alcanzado en aquel mo-mento la desmesurada proporción y hostilidadque hoy conocemos. La superación delAcuerdo de 1970 por la vía de la adhesión te-nía - y sigue teniendo- entidad y peso sufi-cientes como para provocar el apoyo decididode los intereses industriales comunitarios. Y,sobre todo, la crisis interna comunitaria nohabía hecho aún su aparición.

Perdida, no utilizada o conscientementedescartada esta ocasión inicial propia, las ne-gociaciones sólo podían discurrir por el caucede la complejidad técnica y del análisis por-menorizado de los intereses recíprocos, den-tro de un contexto de presiones ejercidas porcolectivos agrícolas o industriales de signo di-verso.

Desde ese momento, las negociaciones sevinieron planteando por parte de España enel marco de un horizonte temporal técnica-mente coherente, estimándose con toda -ló-gica que el estudio de las realidades recí-procas y la búsqueda de compromisoshonorables no exigían plazos de tiempo dila-tados, sino voluntad de poner sobre la mesade negociación todos y cada uno de los pro-blemas.

La negociación obedece, en efecto, a unprincipio extremadamente simple. El Estadocandidato, a la luz de los derechos y obliga-ciones que va a tener que asumir al contem-plar el conjunto vigente de normas comunita-rias que va a tener que aplicar, solicita en laConferencia negociadora plazos transitorios yderogaciones temporales para ajustarse aaquellas disposiciones que, en virtud de losimpactos negativos que pudieran provocarseen caso de su aplicación inmediata, requie-ren, a juicio del candidato, un periodo deadaptación. Los Estados miembros, por suparte, admiten o no las demandas del Estado

Espáña-CEE

NEGOCIACIÓN Y CRISISde la superación de lacrisis interna comunita-ria.

Hemos atribuido aFrancia durante mucho

Por Daniel DE BUSTURIA

MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL

ORGANIZACIÓN NACIONAL DE CIEGOSDELEGACIÓN GENERAL

Se convoca concurso de méritospara la cobertura de una plaza de OF-TALMÓLOGO en la Delegación de laO.N.C.E. en Madrid.

Los interesados podrán solicitar lasbases de participación en la SECRETA-RIA GENERAL de la O.N.C.E.: Calle Or-tega y Gasset, número 18, Madrid, te-léfono 43119 00.

Madrid, 29 de junio de 1984. El Se-cretario General de la O.N.C.E.

candidato, negocian compromisos, solicitan, asu vez, periodos derogatorios temporalespara que el Estado candidato sólo pueda be-neficiarse progresivamente de los meca^nismos de libre circulación de personas, mer-cancías y capitales que consti-tuyen el núcleo funcional delMercado Común. Y ello aten-diendo igualmente a razones deinterés económico y comercial,tanto nacionales como comunita-rias. En suma, lo que se negociaentre España y la Comunidad noes la validez, oportunidad o con-veniencia de tal o cual norma co-munitaria, sino el cómo y a partirde cuándo serán aplicables .a/y.por España todas y cada una delas disposiciones que la Comuni-dad Europea ha venido adop-tando a lo largo de su historia.Este conjunto de normas es loque se llama el «acquis» comu-nitario en jerga especializada. Esdecir, el acervo, lo que la Comu-nidad es y ha hecho durante sus años deexistencia. ,

¿Por qué, entonces, se ha retrasado tantoel horizonte comunitario de España cuando,técnicamente, la negociación no exige plazosde tiempo superiores a los dos o tres años?¿Fue utóp ico hablar del hor izonte1982-1983? ¿Es, hoy, mítico hablar de laperspectiva de 1986?

Ni fue utópico hablar del horizonte 82-83, nies mítico considerar razonable la perspectivade 1986.

Lo que ha sucedido es algo que la opiniónpública y política de España hemos tardadomucho tiempo en asimilar y en digerir.

De la misma forma que la primera amplia-ción de la Comunidad provocó un gran de-bate sobre la ampliación y la profundizaciónsimultánea de las realizaciones comunitarias,la perspectiva de una segunda ampliación- la adhesión de Grecia no es consideradamás que un prolegómeno de menor cuantía-suscitó un debate idéntico con el grave incon-veniente de que, al desencadenarse con vio-lencia la crisis interna de la Comunidad, sebloqueó el proceso de reforma pensado paraque la CEE se adapte a la nueva realidad de12 Estados miembros.

, Una Comunidad de «nueve» o de «doce»miembros, máxime cuando gran parte de losreglamentos y normas agrícolas fueron con-cebidos en la realidad temporal de los años60, no se puede regir por mecanismos prepa-rados para una Comunidad de seis miem-bros. La adaptación de los instrumentos deintegración a la realidad crítica del presente ya la perspectiva de una Comunidad ampliadaera un requisito indispensable y fundamentalpara que España pudiera culminar el procesonegociador. Hubo un momento en el que sepudo conducir en paralelo el proceso de re-forma interna y el de negociación: Pero albloquearse la reforma interna se rompió elparalelismo y la negociación quedó en espera

Daniel de BusturiaEconomista

tiempo la responsabi-lidad del retraso de las

negociaciones hispano-comunitarias. Escierto que Francia ha utilizado prácticas dila-torias impidiendo que la negociación llegaratécnicamente a su fin. Pero no es menoscierto que el comportamiento de Francia no

ha venido dictado por veleidadespolíticas o por meros cálculoselectorales, sino que ha sido pro-vocado por una forma concretaele entender el proceso de inte-gración europeo y de salva-guarda de su identidad. Por mu-cho que nos moleste y atecte espreciso reconocer que la decla-ración de Giscard del mes de ju-nio de 1980 se hizo mirando aLondres y no a Madrid.

En efecto, la crisis comunitaria—y no me refiero a la crisis eco-nómica, sino a la crisis interna-se venía gestando desde antesdel 79, estalla con fuerza en1980 y sólo ahora, en junio de1984, gracias a los acuerdos deFontainebleau, se ha superado

la crisis interna de la Comunidad.

Esta ha sido la clave del retraso negocia-dor con España. Podremos tener negocia-ciones más o menos hábiles. Podremos estardispuestos a ofrecer mayores o menores con-trapartidas. Podremos provocar mejor o peorla solidaridad política transnacional. Pero todoesto sobraba si no concluía la crisis internaque, al bloquear el proceso de reforma agrí-cola y presupuestaria de la Comunidad, es-taba imposibilitando la adhesión de España.

En él fondo del debate no ha habido exclu-sivamente una pelea por la devolución de re-cursos presupuestarios, sino un choque fron-tal entre dos proyectos: el de hacer de lanueva ampliación una ocasión de refuerzo in-tegrador de Europa y él de servirse de la am-pliación como excusa disolutoria de los nexosintegracionistas. Si la crisis tenía nombre demujer, la «dama de hierro», su solución tam-bién ha tenkio un protagonista, y es justo re-conocerlo: Francois Mitterrand.

MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL

ORGANIZACIÓN NACIONAL DE CIEGOSDELEGACIÓN GENERAL

Se convoca concurso de méritospara la cobertura de CUATRO plazasde PSICÓLOGO en distintos centros deeste organismo.

Los interesados podrán solicitar lasbases de participación en la SecretaríaGeneral de la ONCE. Calle José Ortegay Gasset, 18. MADRID. Teléfono43119 00.

Madrid, 29 de junio de 1984.-El se-cretario general de la ONCE.

ABC (Madrid) - 03/07/1984, Página 40Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

Periódico 1984 de julio de 03 Martes, -"ABC"