DE LOS DELITOS Y LAS PENAS
Este libro, escrito por Cesare Beccaria nos revela y expone los puntos de vista
que tiene el autor sobre la legislación de su tiempo.
Han pasado ya muchos años desde que se realizó esta obra y es un análisis muy
completo y que puede considerarse para nuestros tiempos sumamente básico y
de gran utilidad su comprensión.
Nos explica que a lo largo de la historia, las leyes, son pactos creados por una
necesidad pasajera y que debiendo ser creados por medio de un análisis que
comprendiera a la naturaleza humana, fueron elaborados y utilizados como
instrumento que satisface solo a unos. Y es que el punto importante de la ley es
lograr que la denominada felicidad sea y alcance el mayor número de personas.
Con este punto, Beccaria nos introduce a la historia y nos recuerda que no
debemos perder de vista el fin por el cual fueron elaboradas las leyes que nos
rigen, pero sobre todo nos adentra a querer saber como inició la idea de crear las
leyes y qué es lo que las hace efectivas.
La ley se creó como una condición para los hombres que decidieron unirse en
sociedad después de vivir en constantes guerras por gozar de su libertad, es decir,
donde podían hacer lo que ellos quisieran. .
Entonces, de esa libertad que los mantenía en peligro, deciden sacrificar una parte
con el fin de crear seguridad a su persona. Este sacrificio del que hablamos es lo
que trae como consecuencia la formación de una nación.
Ahora bien, cómo podían ellos asegurar que sacrificando una parte de su libertad,
depositada para lograr un orden, fuera eficaz, o sea, que pudiera ser defendida de
todo aquel hombre que no cumpliera o no aceptara someterse a esta. Porque de
no ser así, quienes aceptaron en primer momento, al no sentirse protegidos,
regresarían a su estado de conflictos. Fue entonces, como un medio para evitar
dichas violaciones -porque se necesitaba de algún motivo que fuera basto y
suficiente para contener al hombre que quisiera actuar en contra de las leyes para
generar caos a la sociedad- que se establecieron las penas contra los infractores
de aquellas.
Beccaria, nos cita a Montesquieu que dice que toda pena que no se deriva de la
absoluta necesidad es más tiránica. Abriéndose así al tema de cómo vamos a
aplicar una pena, cuando y como lograr que la pena sea con el único fin de
justicia. Esto es, en lo que el soberano tiene fundado su derecho para castigar los
delitos: sobre la necesidad de defender el depósito de la salud pública de las
particulares usurpaciones; y tanto más justas son las penas, cuanto es más
sagrada e inviolable la seguridad y mayor la libertad que el soberano conserva a
sus súbditos.
Fue la necesidad quién obligó a los hombres a ceder parte de su libertad propia: y
es cierto que cada uno quiere poner en el depósito público sino la porción más
pequeña que sea posible, aquella solo que baste a mover los hombres para que
lo defiendan.
Con esto queda claro que al otorgar esa porción de libertad se forma el derecho
de castigar a aquel que incumpla de no ser así aplicar un pena será considerado
abuso. Todas las penas que sobrepasan la necesidad de conservar este vinculo
son injustas
Estas ideas de las penas que se iban a implementar tuvieron consecuencias sobre
todo en el modo y las limitaciones que tendría
El autor nos menciona como primera consecuencia a la ley, pues solo las leyes
pueden decretar las penas de los delitos y esta autoridad debe residir únicamente
en el legislador, que representa toda la sociedad unida que como ya habíamos
explicado, se encuentra ligada por el conocido contrato social. De esta forma,
ningún magistrado puede con justicia decretar a su voluntad penas contra otro
individuo de la misma sociedad. De igual forma ningún magistrado puede poner un
pretexto para lograr así aumentar la pena establecida contra un ciudadano
delincuente
El segundo de los criterios de consecuencia serían las relaciones sociedad-
individuo. Pues todo miembro particular se halla ligado a la sociedad y ésta a su
vez lo está también con cada uno de ellos por un contrato que de su naturaleza
obliga a las dos partes, haciendo el comparativo de quién ocupa el trono hasta
quienes habitan las más humildes chozas. Una relación que considero importante
y con el propósito mismo de que la violación de cualquiera de ellos nos traería
consigo a la anarquía
La tercera consecuencia nos trae el como probar que la atrocidad que con lleve la
pena, aunque sea contraria al bien público con el fin de impedir los delitos no sean
en razón de generar una tropa de esclavos sino hombre felices. Esto solo puede
ser posible cuando la justicia y la naturaleza del contrato social son considerados
en vez de la crueldad.
Uno de los temas que nos explica Beccaria y lo considera como otra
consecuencia, es la interpretación que se le va a dar a dicha ley. Sabemos que
existen estudiosos de la forma en que deben llevarse a cabo los métodos
interpretativos, y este es bastante acertado. En todo delito debe hacerse por el
juez un silogismo perfecto, considerando como premisas las siguientes: La mayor
se referiría a la ley general y la menor es la acción que determinará si actuó
conforme o no con la ley para posteriormente poder imponer una pena
correspondiente.
Nos plantea entre otras consecuencias acerca del conocimiento que la población
general debe tener porque mientras mayor fuere el número de los hombres que
entendieran y tuvieran entre las manos el sacro códice de las leyes, tanto menos
frecuentes serán los delitos; porque no hay duda que la ignorancia y la
incertidumbre ayudan a la elocuencia de las pasiones. O sea que el conocimiento
de la ley y sobre todo saber que tendrá una fuerza coactiva nos limita a realizar
actos ilícitos que nos lleven al delito, por un temor de ser castigados.
Sin leyes escritas no tomará jamás una sociedad forma fija de gobierno, en donde
la fuerza sea efecto del todo y no de las partes
Ahora, si ya consideramos estas consecuencias, nos resta preguntarnos si la pena
que se aplica para la persona es proporcional con el delito que ha cometido. Y nos
surge de nuevo un problema. Poder realizar una escala correspondiente de penas
en que se gradúen desde la mayor hasta la menos dura. Y en caso de haber una
escala de las penas y de los delitos tendríamos una de tiranía y libertad, esta
última para identificar si el acto no sólo es un delito sino con cuanta malicia, o
intención fue realizado.
Es imposible prevenir todos los desórdenes en el combate universal de las
pasiones humanas. Cualquier acción no comprendida entre los límites señalados
no puede ser llamada delito, o castigada como tal, sino aquellos que encuentran
su interés en darle este nombre.
Para poder graduar la pena debemos recordar el fin por el que se craeron, que
nos hace pensar en lo primero que se expuso en el libro, porque a lo largo del
tiempo hubo una distorsión en la que se pensó y consideró que la gravedad
depende de la intención de quien lo comete cuando en realidad, como se ha
estado explicando se trata del daño que el delito causa a la nación
Entonces los delitos los divide según el daño, tomando en consideración que todo
lo que atente contra la seguridad y libertad de los ciudadanos son uno de los
mayores delitos.
Consideran entre los delitos todo aquello que dañe o denigre el honor de una
persona, no es un daño al orden público, es tan solo una idea de que el honor se
tiene o lo tienen las personas y deben conservarlo y hacerse notar. Esto es propio
de las monarquías.
El delito que era castigado por los duelos, era una practica que se consideraba
espectáculo entre gladiadores y esclavos. Donde debía pagara las penas todo
aquel que fuera parte de dicho duelo y que sería gladiador el que conserve su
honor.
Como tercer delito entonces sería aquellas que perturban la tranquilidad pública
que afectaban el tránsito nocturno o el comercio por ejemplo.
Entonces, el fin de las penas no es atormentar y afligir a un ente sensible, ni
deshacer un delito ya cometido. El fin no es otro que impedir al reo causar nuevos
daños a sus conciudadanos y retraer a los demás de la comisión de otros iguales
Para llevar a cabo todo este proceso de imponer una pena, tenemos que
contemplar a los elementos que nos ayudan a darle solución justa. Iniciando con
quienes son los testigos y que son de suma importancia para resolver el caso ya
que de no haber testigos como podrían confirmar quién cometió el delito y de solo
haber uno entonces contemplar que no todo lo que exprese o declare será
totalmente cierto y se necesita entonces poder tener certeza de cómo poder darle
una solución, no siempre se tendrán todas las pruebas pero siempre se debe
actuar en pro de la justicia pues la ley es la que ordena que cada hombre sea
juzgado por sus iguales, porque donde se trata de la libertad y de la fortuna de un
ciudadano no deben estar aquellos sentimientos que inspira la desigualdad.
Algunos de los que se consideraban delincuentes, eran torturados para que
declaran lo que en realidad pasó, aunque sería terrible que fuera sólo un inocente
al que le provocaran tanto dolor. Hubo un tiempo en el que se imponían penas
pecuniarias
Hubo un tiempo en que casi todas las penas eran pecuniarias y los delitos de los
hombres se convertían en el patrimonio del príncipe, así los atentados contra la
seguridad publica eran un objeto de lujo, más que cualquier otra cosa, entonces,
podría decirse que hubo un control para todos aquellos que no poseían tanto, no
se arriesgaban a cometer delitos.
Durante el proceso, la ley hace que la persona jure que revelará la verdad ante
ellos, cosa que no sucederá con facilidad, nadie admite que haya cometido un
delito sabiendo que recibirá un castigo por haberlo hecho.
Todos estos elementos que se realizan en el proceso deben dar como resultado
una pronta respuesta a la pena que se le dará al delincuente, esto hace que el
proceso sea eficaz y sobre todo que ante ala acción de cometer el delito la
consecuencia sea de igual forma pronta.
Se ejemplifican algunos delitos como hurtar. Cuando este se hace sin violencia,
debería entonces castigarse con una pena pecuniaria, para devolver el
enriquecimiento que obtuvo de forma ilícita, pero se debe considerar también que
la gran mayoría de los que hurtan viven en estado de pobreza. Pero si hubo
además de hurtar, violencia nos menciona que la pena también debe ser corporal
El que turba la tranquilidad pública y no obedece a las leyes debe ser excluido de
la sociedad, o sea, desterrado de ella. Esta es la razón por la cual los gobiernos
sabios no consienten en el seno del trabajo y de la industria aquel género de ocio
político que los austeros declamadores confunden con el ocio que proviene de las
riquezas bien adquiridas, ocio que es útil y necesario a medida que la sociedad se
dilata y la administración se estrecha. Llamando ocio político aquel que no
contribuye a la sociedad ni con las riquezas, que es venerado con una estúpida
admiración, mirado por el sabio con compasión desdeñosa hacia las víctimas que
el sirven de alimento. No es ocioso políticamente quien goza del fruto de los vicios
de las virtudes de sus mayores y vende por placeres actuales el pan y la
existencia, que ejercita en paz la tácita guerra de industria con la opulencia en
lugar de la incierta y sanguinaria con la fuerza. Las leyes deben definir cual ocio es
digno de castigo y no la austera y limitada virtud de algunos censores
La pena de muerte no es el freno mas fuerte contra los delitos pero el espectáculo
momentáneo y terrible de la muerte del reo da un ejemplo de un hombre privado
de libertad que recompensa con sus fatigas aquella sociedad que ha ofendido, es
eficaz porque resuena el eco de la sentencia “también seré reducido a tan dilatada
y miserable condición si cometo semejantes delitos”.
La prisión es una pena que por necesidad debe preceder a la declaración del
delito, aunque solo la ley determine los casos en que el hombre es digno de esta
pena. La ley señalara los indicios de un delito que merezcan la prisión de un reo,
lo sujetan a examen y a la pena. La fama publica, la fuga, la confesión
extrajudicial, la de un compañero en el delito, las amenazas y constante enemistad
con el ofendido, el cuerpo del delito y otros semejantes son pruebas suficientes
para encarcelar a un ciudadano.
Conocidas las pruebas y calculada la certidumbre del delito, es necesario
conceder al reo el tiempo y los medios oportunos para justificarse, pero tan breve
que no perjudique a la prontitud de la pena, que es uno de los principales frenos
de los delitos.
El suicidio es un delito que parece que no admite pena, porque determinada
alguna acera sobre los inocentes o sobre un cuerpo frío. Cualquiera que se mata
hace menos mal a la sociedad que aquel que para siempre sale de sus confines,
porque el primero deja toda su hacienda y el segundo se lleva consigo parte de
sus haberes.
Ante todo esto la participación de los legisladores es sumamente importante. Por
ello deben apartarse de sus prejuicios para poder razonar con mayor eficacia que
cuando crean ideas falsas que solo entorpecen el hecho. Nacen de la
desordenada impresión de algunos hechos particulares, no de la meditación
considerada de inconvenientes y provechos de un decreto universal.
Es mejor evitar los delitos que castigarlos. El fin de toda buena legislación es el
arte de conducir los hombres al punto mayor de felicidad o al menor de infelicidad
posible. Prohibir un sinfín de acciones indiferentes no es evitar los delitos sino
crear otros nuevos. Para evitar los delitos hay que hacer las leyes claras y simples
y que toda la fuerza de la nación este destinada a defenderla, que favorezcan
menos las clases de los hombres que los hombres mismos
Otro medio de evitar los delitos es interesar al consejo ejecutor de las leyes, mas a
su observancia que a su corrupción. Otro medio puede ser el de recompensar la
virtud, la moneda del honor es siempre inagotable y fructífera en las manos del
sabio distribuidor. Finalmente el más seguro pero más difícil es perfeccionar la
educación, en guiar a la virtud por el camino más fácil del sentimiento y en separar
del mal por el infalible de la necesidad y del inconveniente en vez de hacerlo por el
incierto mando y de la fuerza por cuyo medio se obtiene solo una ficticia y
momentánea obediencia.
Para concluir con lo anterior, quiero resaltar que me parece un análisis muy
completo y que nos da por volvernos más críticos y reflexivos sobre este aspecto.
Muchas veces cuando pensamos en derecho penal, pero más que nada en el
delito, nos viene a la mente imponer severas sanciones a quienes lo comenta,
pero después de leer este libro entonces entendemos y recordamos cuál es el fin
de las sanciones, el bien común.
Como seres humanos que somos, no podemos asegurar que todos vamos a
cumplir con la ley solo porque así lo estipule, necesitamos un estimulo que nos
obligue a cumplirlo, como menciona Beccaria, no es tan malo sentir un poco de
temor a las leyes, aunque en algún momento leí también que la ley debe ser
escrita de tal forma que nos sintamos identificados y con las ganas e intención de
querer cumplirlas sin necesidad de una atroz sanción.
Ahora bien apegarse a la ley es uno de los puntos más importantes, la ley es una
guía que nos permite y más que nada al juez poder decretar penas justas y no
conforme a su voluntad.
No considero que las penas deban ser para torturar a quién comete un delito,
estoy totalmente de acuerdo con la idea de que el castigo debe ser uno que
genere ese remordimiento a la persona por haberlo cometido pero que le dé
también la esperanza de poder corregirse e integrarse de nuevo a la sociedad,
siendo esta quien después de haber cumplido con su pena lo perdone y lo acepte.
Es demasiado complicado y mucho más difícil llevar a cabo esta idea, pues de ser
muy compasiva, también podría llevar al caos, ya que no se le daría la debida
importancia al respeto de la ley. Lograr ese punto medio es una tarea que al día
de hoy necesita un esfuerzo por parte de todos.
En lo personal, cuando pienso en los delitos, siempre pienso en la persona y en si
esta tuvo un motivo mucho más grande para cometer ese acto. Se presentan
robos a diario en todas partes y entonces las personas juzgan y deciden que
beberían estar encerrados por muchos años. Si pensamos más a fondo, quién
robó, probablemente tiene una familia y quizá no tiene los suficientes recursos
para vivir y ante la necesidad; la desesperación y ante esta se comete un delito.
Por ello no considero la crueldad ni la tortura como un medio que impida cometer
delitos, al contrario, los considero más peligrosos. Una persona que sea declarada
culpable aún siendo inocente y que reciba una pena cruel entonces intentará
tomar venganza tan pronto se libre de su condena o quienes intenten cobrar
venganza por él serán más peligrosos aún.
Me queda aún un poco de de duda en lo que respecta a las escalas de los delitos,
si bien decía que la pena debe ser proporcional al delito y cuales eran los puntos
considerables, aún tengo inconformidad y sobre todo desacuerdo con los aspectos
de las penas, y no con respecto al libro sino con las penas que se dan hoy en día.
Entiendo que los juzgadores deben apegarse solo a ley y que deben despojarse
de sus prejuicios pero también entiendo que son seres humanos y que muchas
veces quizá se dejarán llevar por sus ideas, lo que entorpece o hace que se
declare un pena desproporcionada, esto sumado a la corrupción y a que las penas
de quienes cometen actos atroces no siempre son tan crueles como quien comete
un delito por necesidad. Realmente me da mucho que reflexionar y despierta
mucho el interés de saber que es lo que en realidad se esta haciendo y por qué es
de esa forma.
Sobre todo porque creo en la igualdad de los seres humanos, y creo que aún
muchas personas se piensan superiores a otras. Lamentablemente crecemos y
nos desarrollamos en ese entorno en el que si perteneces a las latas clases
sociales entonces eres más y cometer un delito, sobre todo si formas parte del
gobierno te vuelve impune y entonces, podría pensarse que puedes hacer lo que
desees sin miedo a una sanción, esto me parece más peligroso todavía.
En cuestión con la clasificación del delito, creo que hemos perdido de vista,
reitero, que el bien común es lo que estamos buscando, no se trata de faltas al
honor, porque estamos desviando y perdiendo el punto de partida y esto genera
entonces una forma de injusticia.
Todo esto se trata de un cumplimiento total con la ley, por parte de quienes la
imparten, pero para lograrlo necesitamos un esfuerzo mutuo tanto del gobierno
como de la población. La ignorancia es de las más grandes enemigas que
tenemos, una población ignorante, no podrá defenderse de las injusticias porque
aun teniéndolas enfrente, o las desconoce o no sabe como enfrentarse ante estas.
Además del terrible conformismo en el que vivimos y estamos acostumbrados, nos
hace no querer superarnos con la idea de que al menos estamos viviendo bien o
que de nada sirve intentarlo si sólo los grandes y poderosos estarán en el poder.
Es una total mentira que ellos sean completamente los “malos” pues nosotros
también somos seres pensantes y permitimos que esto suceda. Toda esta
ignorancia nos deja atrás y entonces al no saber como superarnos recurrimos a
medios más peligrosos o de salidas más “fáciles” para sobrevivir y cometemos el
gran error de delinquir.
Me siento muy sorprendida por las ideas y los hechos desarrollados en este libro,
pues pareciera que los hechos de la actualidad no son tan diferentes con los de
nuestros antepasados, pues las ideas que nos presenta el autor no son obsoletas,
son realmente puntos que pueden considerarse vigentes y que constituye quizá no
todo pero gran parte la base de lo que hoy conocemos del Derecho Penal.
Después de leer este libro, entiendes con mayor claridad la idea del origen de
Derecho y la importancia tan grande que tiene para toda la sociedad.
BIBILIOGRAFÍA
Beccaria Cesare- Teoría de los delitos y las penas.
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