Universidad Austral de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades
Instituto de Ciencias Sociales
Profesor Patrocinante: Max Cortés Espinoza Instituto de Historia y Ciencias Sociales
“Del Congreso Nacional a las revistas, y de las revistas a las mujeres: la construcción social de lo femenino en el periodo de la Unidad Popular. Análisis de los discursos y el rol socializador de lo femenino en las revistas Eva, Paula y Paloma (1971-1973)”
Seminario de Título para optar al título de Profesora de Historia y Ciencias Sociales y al grado de Licenciada en Educación.
Francisca Urzúa Castillo
Valdivia
2015
ÍNDICE
Páginas N°
Introducción 4-11
1. Capítulo I Marco teórico 12
1.1 Discurso 12-15
1.2 Producción Social de lo Femenino 15
1.2.1 Género 15-17
1.2.2 Patriarcado y Androcentrismo 17-19
1.3 Discusión Bibliográfica 20-26
2. Capítulo II Protagonismo femenino en el periodismo chileno 27
(1900-1973).
2.1 Las demandas femeninas desde 1900-1950: la heterogeneidad del 27-30
movimiento femenino y el oficio del periodismo en las mujeres.
2.2 Triunfo de la Unidad Popular: “La vía chilena al Socialismo” y 31-38
el rol de las mujeres en el periodismo chileno.
3. Capítulo III Ministerio de la Familia, Divorcio y Servicio Social
Obligatorio: las voces de la institución, posiciones y discusiones
políticas frente la legislación femenina durante el gobierno de la UP. 39-40
3.1 Tratamiento y discusión en base al Ministerio de la Familia 40-44
3.2 Las voces del divorcio en Chile, exposición de los argumentos de la 45-49
visión parlamentaria
3.3 Ley de Servicio Social Obligatorio 49-53
4. Capítulo IV La caracterización discursiva de las reformas hacia las 54-55
mujeres en las revistas Eva, Paula y Paloma: socialización de la
legislación propuesta por la UP.
4.1 El oficialismo en los medios femeninos: la revista Paloma y su visión 55
sobre lo femenino en Chile.
4.1.1 Ministerio de la familia 56-59
4.1.2 Debate sobre el Divorcio 59-61
4.1.3 Servicio Social Obligatorio 61-63
4.2 La oposición femenina en el medio periodístico. La tradición como 64-65
Fuente discursiva en la Revista Eva.
4.2.1 Ministerio de la familia 65-68
4.2.2 Debate sobre el Divorcio 68-70
4.2.3 Servicio Social Obligatorio 70-72
4.3 De lo tradicional a lo moderno. El discurso presente en la revista 72-74
Paula respecto a lo femenino en Chile.
4.3.1 Ministerio de la familia 74-76
4.3.2 Debate sobre el Divorcio 77-80
4.3.3 Servicio Social Obligatorio 80-83
Conclusiones 84-87
Bibliografía 88-91
Anexos 92-98
4
INTRODUCCIÓN
El triunfo de la Unidad Popular en 1970 generó un revuelco de carácter internacional
debido al contexto político, económico, social y cultural que se vivía en el mundo, donde las
luchas ideológicas antagónicas –insertas en la denominada Guerra fría que enfrentó a EE.UU
y a la URRS luego de la Segunda Guerra Mundial- buscaban ejercer su dominio en lugares
donde Latinoamérica y nuestro país no se encontraron ajenos. Desde allí, el panorama chileno
se expresaba a través de una sociedad que venía reconfigurando sus bases producto de la
emergencia de movimientos sociales, como el movimiento obrero y el femenino, los que ya a
comienzos del siglo XX exigieron a gritos la inclusión de sus derechos y de una justicia social
que reivindicara las condiciones políticas y materiales en las que se encontraban. La victoria
socialista entregó luces de una sociedad en donde las brechas económicas fuesen menos
desiguales, materializadas en el proyecto económico que ayudaba a concretar el término de
los privilegios de la clase burguesa, la que había gobernado hasta ese entonces en Chile. Un
proyecto esperanzador que sin duda provocó el rechazo de un sector político que luchó para
exterminar la denominada “ola marxista” que se expandía por el mundo entero. La llegada de
la Unidad Popular a la legislatura máxima con su proyecto de “vía chilena al socialismo” no
resultó ser sencillo y los medios para la ejecución de su proyecto tampoco tuvieron una
mayoría parlamentaria. Bajo este contexto, no solo el malestar social se dejó oír en las calles
del país, sino también en el Congreso Nacional donde precisamente la marcha reformista se
iniciaba con leyes de carácter socialista destinadas a la recuperación de los recursos naturales
en manos del Estado chileno, como lo fue la nacionalización del cobre, la banca privada, las
grandes empresas y aquellos monopolios industriales, produciendo una discordia ideológica
entre los sectores políticos de oposición y los de carácter oficialistas. En consecuencia, el
parlamento se encontró fuertemente dividido no alcanzando una mayoría que lograse agilizar
el proceso de reforma que la UP llevaba a cabo.
En este proceso de reforma, las mujeres también fueron objeto de legislación y
rápidamente se comenzó a hablar dentro del Congreso Nacional sobre la urgencia de tratar un
Ministerio de la Familia que regulase las relaciones existentes en base a esta institución en
Chile. Esto se debió a los problemas graves que la familia vivía en su interior, tal como el
alcoholismo temprano, drogadicción en niños-adolescentes y desnutrición; razones que
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llevaron al gobierno popular a colocar atención en ello, proponiendo un organismo de tipo
estatal que se encargara de regular y buscar soluciones efectivas a estos problemas a nivel de
país. El vínculo que se estableció entre este Ministerio y el papel que las chilenas jugaron
dentro de él fue fundamental para entender el rol e importancia que se le atribuyó a las
mujeres en esta institución familiar. A su vez, se comenzó a hablar, por octava vez, sobre la
urgencia de legislar sobre una verdadera Ley de Divorcio que en Chile imperaba desde 1884.
Dicha ley involucró de forma directa a las mujeres chilenas, pues en lo medular las mantenía
en un estado de dependencia económica y social hacia el marido, siendo un problema que
debía buscar soluciones efectivas a las familias que llegasen a esta instancia. Por último, se
propuso en 1972 un anteproyecto de ley sobre Servicio Social Obligatorio, el que buscó
integrar a las mujeres entre 16-21 años al proceso productivo de manera no remunerada en
labores dentro de la población, Centros de Madres y en Jardines Infantiles. Este anteproyecto
generó comentarios contrapuestos desde parlamentarios que se opusieron a este tipo de
Servicio Social, el cual era inapropiado para mujeres de tan corta edad.
Si bien la UP no sólo buscó legislar en las materias anteriormente expuestas, estas tres
leyes son fundamentales para comprender las relaciones que las mujeres chilenas guardan en
este proceso revolucionario frente a la inclusión de ella en cuanto sujeto histórico en
movimiento. Estas tres leyes ayudan a identificar y analizar el discurso hacia la mujer desde la
visión que se establece en base al rol que desempeñan en la sociedad chilena de la época,
especialmente dentro del proceso revolucionario que se vivía en Chile, dando cuenta de un
discurso que está directamente relacionado con la producción de leyes que van construyendo
al sujeto femenino en nuestra sociedad
La exposición de estas leyes se dio en el marco institucional en cuanto a su
formulación y previa discusión parlamentaria como primera manifestación discursiva en la
que no sólo la voz de la UP se dejó escuchar, sino que también la fuerte voz de la oposición.
Además otra de las voces fuertes de este periodo fue la prensa escrita, la que gracias al
constante avance tecnológico, que desde la década del cincuenta comenzó una rápida
expansión en las vías de comunicación, transformó este elemento en un aliado fundamental
para la masificación y socialización de discursos oficialistas o de carácter opositor, existiendo
una amplia gama de diarios y revistas destinados a públicos variados, que según el rango
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etario y de género, tuvieron a su disposición diversas fuentes escritas de información,
actualidad y entretenimiento. Así, la envergadura que tenía la prensa y el trabajo periodístico
en la época no sólo estuvo a cargo de varones, sino también de mujeres que gracias a la lucha
que con fuerza se gestó a comienzos de siglo XX, lograron tener un rincón no menor en este
tipo de medio informativo. Mujeres a cargo de revistas femeninas, tanto de la oposición como
del oficialismo, encontraron en esta actividad un lugar donde poder desarrollar un trabajo de
tipo profesional y reconocido. Mujeres periodistas que ya no solo hablaron de moda y de
cocina, sino también de contingencia nacional y de las disputas políticas que afectaban a
nuestro país.
Tres revistas femeninas fueron las que se encargaron de socializar, a partir de
discursos políticos polarizados en el gobierno de la UP, a mujeres de distintas clases sociales
sobre el desarrollo político, económico, social y cultural que nuestro país experimentaba.
Estas tres revistas femeninas, identificadas como la revista Eva, Paula y Paloma se disputaron
los espacios para lograr ejercer su discurso en una población femenina dividida, donde las
lectoras fueron partícipes de la lucha ideológica presente a través de este medio el cual
también generaba conciencia sobre los procesos legislativos que atendieron asuntos
directamente relacionados con la población femenina en Chile, siendo un segundo filtro
discursivo por el cual llegó de forma directa a la las mujeres –pues fueron las principales
destinatarias- ejerciendo una reacción constante.
Debido a lo anterior, el problema de investigación se centra en el análisis del discurso
que las revistas Eva, Paula y Paloma socializaron a las masas femeninas, a partir de la primera
lectura que se dio desde el debate expuesto en el Congreso Nacional sobre el Ministerio de la
Familia, la ley de divorcio y el Servicio Social Obligatorio. Se coloca atención en la línea
editorial que cada una de las revistas para caracterizar la reacción que se tuvo respecto a estas
tres leyes propuestas por la UP para transformar la realidad de las mujeres. En relación a lo
anterior ¿cuál fue la incidencia que tuvo la revista Eva, Paula y Paloma en la representación
de sujeto femenino en el chile de 1971-1973? ¿Cuál fue la reacción en el discurso que estas
revistas tuvieron frente a las propuestas legislativas impulsadas durante el gobierno de la
Unidad Popular? Estos son los cuestionamientos que se dilucidarán en esta investigación.
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La investigación se dividirá en cuatro capítulos. El primero de ellos involucrará los
conceptos teóricos que guiarán la investigación. Conceptos como “discurso”, el cual
clarificará las influencias de este en el plano político que se vivía durante el periodo de la
Unidad Popular y su utilización en el medio periodístico de las revistas femeninas. Otro
concepto a trabajar es “producción social de lo femenino”, desde la perspectiva de Género,
para dar cuenta de los factores socioculturales presentes en la diferenciación sexual que
proponía la teoría biologiscista.
El capítulo segundo, “las mujeres como protagonistas del periodismo chileno (1900-
1973)”, profundizará en el contexto histórico en que mujeres lograron conquistar espacios tan
preciados como lo es el trabajo profesional y reconocido del periodismo y la prensa chilena,
colocando especial énfasis en las condiciones que dieron la posibilidad de ingresar a estas
filas y las adversidades que provocó trabajar en el periodismo femenino en un contexto
histórico tan convulsionado como lo fue la década del sesenta y comienzos del setenta.
El capítulo tercero, “Ministerio de la Familia, Divorcio y Servicio Social Obligatorio:
las voces de la institución, posiciones y discusiones políticas frente a la legislación femenina
durante el gobierno de la UP”, recogerá las principales reformas implementadas hacia las
mujeres entre 1971-1973, desde varios focos. Para ello, este capítulo tendrá tres subcapítulos,
donde se expondrán la Ley de Divorcio, el Ministerio de la Familia y la Ley de Servicio
Social Obligatorio para mujeres. Estas son tres de variadas propuestas, las que se encontrarán
especificadas desde las discusiones parlamentarias y discursos de Salvador Allende.
El Capítulo cuarto, “La caracterización discursiva de las reformas hacia las mujeres en
las revistas Eva, Paula y Paloma: socialización de la legislación propuesta por la UP”, busca
caracterizar los discursos de estas tres revistas, respecto a las tres propuestas legislativas que
se plantearon desde el gobierno. Además se realiza el cruce al examinar la producción social
de lo femenino desde esta caracterización para dar cuenta de la construcción de la realidad
femenina desde estos discursos. Este capítulo se subdividirá en tres apartados, donde el
primero trabajará las tres propuestas legislativas desde la revista Paloma (oficialista) sobre las
reformas propuestas el gobierno. El segundo apartado caracteriza el discurso de la revista Eva
(opositora) con respecto a las tres reformas planteadas por la Unidad Popular, y por último
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esta misma dinámica se evidencia con la revista Paula, donde los discursos de estas revistas
ayudarás a evidenciar los argumentos en esta construcción del sujeto femenino en Chile.
La propuesta que se plantea en esta investigación ayuda a ampliar el debate presente
desde la perspectiva de género en el periodo de la Unidad Popular, donde la inclusión de los
debates sobre lo femenino desde el discurso mismo de estas revistas, demuestran la visión que
se establece en la construcción del sujeto femenino en Chile. Es por ello que significa un
aporte al estudio de las mujeres, el que a partir de medios tan cotidianos para ellas se puede
evidenciar la imagen proyectada sobre lo femenino en Chile, dando cuenta de los aspectos que
han ido generando un avance en la reivindicación feminista en la actualidad. Además se
integra el elemento representativo de la imagen cultural que se tiene sobre las mujeres en
nuestro país, develando y caracterizando las distintas fuentes discursivas que demuestran esta
realidad.
Para poder concretar lo anteriormente expuesto, es necesario cimentar los objetivos
que guiarán la investigación. El objetivo general es analizar la construcción social de lo
femenino en las revistas Eva, Paula y Paloma; y su reacción respecto a las principales
transformaciones legislativas destinadas a las mujeres durante el gobierno de la Unidad
Popular, entre 1971-1973 en Chile. Los objetivos específicos son: examinar la producción
social de lo femenino en las revistas Eva, Paula y Paloma, 1971-1973; caracterizar los
discursos de las revistas Eva, Paula y Paloma, como agente socializador de lo femenino, a
partir de su recepción de las propuestas legislativas enfocadas hacia las mujeres, entre 1971-
1973; y describir las principales propuestas y discusiones legislativas impulsadas por el
gobierno de la Unidad Popular, enfocadas hacia las mujeres entre 1971-1973.
La hipótesis de trabajo sostiene que: la reacción discursiva de las revistas Eva, Paula y
Paloma en base a tres transformaciones legislativas planteadas por el gobierno de la Unidad
Popular –Ministerio de la Familia, Ley de divorcio y Servicio Social Obligatorio-, tuvieron un
consenso respecto a la visión de lo femenino en la sociedad. Revistas que a pesar de sus
diferencias ideológicas y políticas, perpetuaron un discurso tendiente a mantener estructuras
patriarcales desde el ideal de mujer tradicional, a partir de la protección del rol de la mujer
enfocado en el núcleo de la familia chilena.
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El siguiente estudio se enfoca en el marco temporal de Historia Reciente, la que “se
trata, en suma, de un pasado “actual” o, más bien, de un pasado en permanente proceso de
“actualización” y que, por tanto, interviene en las proyecciones a futuro” (Franco, Levi,
2007:1). Ello busca visualizar y vincular la comprensión de aquellos procesos que se
encuentran en constante construcción, para retomar los espacios marginados de sujetos
históricos ocultos por la historiografía tradicional; integrando y entrelazando debates recientes
que han logrado ampliar el discurso hegemónico de aquellas fuentes oficiales que expusieron
diálogos sobre lo que parecía ser el unívoco universal, siendo los productores y reproductores
de verdades que han sido perpetuadas en el tiempo.
La investigación que se lleva a cabo se presenta para dilucidar, desde una perspectiva
crítica, los discursos que han imperado en nuestra sociedad a través de las revistas femeninas
chilenas durante el gobierno de la Unidad Popular. Es una investigación de tipo crítica-
discursiva, basada en el método histórico discursivo.
En términos metodológicos, el principio orientador del método histórico discursivo es el principio de la triangulación. Dependiendo de los objetos de investigación respectivos, este enfoque intenta trascender la dimensión puramente lingüística e incluir de forma sistemática dimensiones históricas, políticas, sociológicas y/o psicológicas en el análisis, teoría e interpretación de una ocasión discursiva particular (Londoño, Bermúdez, 2013)
La triangulación que proponen los autores se vincula al estudio de los discursos
presente en estas tres revistas femeninas posicionando el discurso en una amplitud mayor que
la propuesta por la gramática, atendiendo las condiciones históricas en las que este tipo de
práctica ha operado en los aspectos no sólo políticos, sino también socioculturales,
evidenciando así problemas sociales que han perpetuado en nuestra sociedad gracias a la
legitimización de un discurso único que ha reproducido sus planteamientos desde distintos
focos.
Una esquematización metodológica basada en la triangulación de la información está a
cargo de la construcción de una matriz como herramienta fundamental para conseguir los
cruces de información sobre las reformas, las revistas y discursos utilizados en esta
investigación (Ver tabla en apartado de anexo N°4).
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A su vez la investigación es de carácter historiográfica desde el enfoque de historia
social, la que surge en la década del setenta en Francia con la “Escuela de los annales”,
transformando el sentido de la historia que hasta ese entonces había sido de tipo institucional
y de élite. Este tipo de planteamiento llegó a Chile y se posicionó con la nueva forma de
comprender los procesos históricos, ampliando el debate sobre el estudio de las y los sujetos.
Con ello, historiadores como María Angélica Illanes, Gabriel Salazar, Julio Pinto, entre otros,
se encargaron de situar metodológicamente la nueva historia social en nuestro país. Desde
ello, la investigación recoge estos postulados y los vincula al estudio del método histórico
discursivo para dar cuenta de una realidad de constructo social en base a las fuentes recientes
entre 1971-1973.
Las fuentes primarias estarán a cargo de la revisión de tres revistas femeninas que
circularon entre 1971-1973. La revista Eva (1971-1973) fue fundada en 1942 y se caracteriza
por ser de corte nacional-tradicional-conservadora. Desde sus inicios hasta diciembre de 1972
su publicación y circulación era de carácter semanal; pero a partir del 16 de enero de 1972
pasó a distribuir sus números de forma quincenal. La revista Paula (1971-1973) nacida en
1967, es de carácter nacional-liberal y su distribución es de carácter mensual. Se caracterizó
por ser vanguardista, crítica y por tener un público ya no solo femenino, sino también
masculino. La revista Paloma (1972-1973) se caracteriza por ser de corte nacional-oficialista,
siendo su distribución de carácter mensual y tuvo sus orígenes en el programa cultural
ejercido por la Unidad Popular. Su nacimiento en 1972 se visualiza debido a la compra de la
Editorial ZIG-ZAG, llamada ahora Quimantú, la que puso en circulación una revista infantil,
para adultos y la revista en cuestión para el sector femenino. Su publicación se vio
interrumpida hacia 1973 debido al golpe militar a cargo del general Augusto Pinochet.
Otra de las fuentes primarias consultadas fueron las actas del Congreso Nacional entre
1971-1973. Las actas ayudan a conocer la discusión parlamentaria respecto a las tres reformas
que se estudian en esta investigación, las cuales son: “Cámara de Diputados, sesión ordinaria
N° 22 en 30 de noviembre 1971, Cámara de Diputados, sesión ordinaria N°23 en 1 de
diciembre, 1971; Cámara de Diputados. Sesión 22, Ordinaria, en miércoles 27 de diciembre
de 1972 y Cámara de Diputados, Sesión 49, en 12 de septiembre de 1972”. Además se
utilizará la Ley de Matrimonio Civil, “Ley S/N, 10 de marzo de 1884”, la cual tiene la única
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finalidad de exponer esta ley que regía en el periodo que se trabaja en la investigación, siendo
la crítica hacia este una fuente principal para la propuesta legislativa sobre divorcio en Chile.
Para finalizar, se utilizarán dos discursos de Salvador Allende y una conferencia de
prensa realizada en Concepción. Uno de los discursos se presentó en la Cámara de Diputados
ante la propuesta y urgencia de crear un Ministerio de la familia en la “sesión ordinaria N°23
en 1 de diciembre, 1971”. El segundo discurso es de orden popular, “Discurso Salvador
Allende: Con las mujeres en Antofagasta, 8 de marzo de 1972, dirigido a las mujeres en la
celebración del día internacional de la mujer. Por último, se trabajará con la “Conferencia de
prensa Salvador Allende, Concepción 1972”, donde se expone, mediante una entrevista al
presidente, el avance en materia legislativa sobre las tres propuestas que se desarrollarán.
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CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO
"Mi mente femenina se siente por completo fuera
de su centro cuando trato de hacerla funcionar de acuerdo con ciertas normas inventadas,
practicadas por hombres y dedicadas a mentes masculinas".
(Rosario Castellanos)
1.1 Discurso
El concepto del discurso tiene dos dimensiones con las que se puede abordar. La
primera atiende asuntos directamente relacionados con la gramática y la estructura del
lenguaje, y la segunda guarda estrecha relación con el discurso como un potente e invisible
agente que ha logrado ejercer históricamente dominios en la sociedad. La gramática por su
parte, se ha encargado de estudiar las reglas generales que se observan al analizar un discurso,
realizando una extensa obra de asignación hacia la composición interna de este. Michel
Foucault vino a proponer una alternativa distinta a la propuesta de la gramática como fuente
de verdad y criterio de validez, dejando ver en sus obras la complejidad que deben atender el
discurso; así plantea, “quisiera mostrar que los “discursos”, tales como pueden oírse, tales
como pueden leerse en su forma de textos, no son, como podría esperarse, un puro y simple
entrecruzamiento de cosas y de palabras” (2009:68), sino que compone un sistema de
relaciones con la temporalidad y con la mantención de objetos y conceptos que perduran en el
tiempo. Respecto de su permanencia en el tiempo se destaca como elemento que cabe dentro
de las formaciones históricas que configuran realidades, dichas formaciones históricas, y a la
vez discursivas, contienen dimensiones políticas y sociológicas en el mismo despliegue
discursivo que el método histórico discursivo identifica para su proceder analítico de su
objeto, el discurso.
Así, la formación de un discurso nos entrega una nutrida fuente de conocimiento sobre
un periodo y sociedad determinada, tal como lo señala Michel Foucault, en las sociedades
existen restricciones y estas no se ven exentas en el discurso;
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No se puede hablar en cualquier época de cualquier cosa; no es fácil decir algo nuevo, no basta con abrir los ojos, con prestar atención, o con adquirir conciencia, para que se iluminen al punto nuevos objetos, y que al ras del suelo lancen su primer resplandor (Foucault, 2009:63)
Con ello el autor pretende demostrar en sus hipótesis, que el discurso está atravesado
por prácticas, instituciones y sistemas de formaciones de objetos que ayudan a concretar el fin
discursivo, el que no puede alejarse del poder y de las prácticas que históricamente han
utilizado esta herramienta como instrumento político. Entonces, “por más que en apariencia el
discurso sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente
su vinculación con el deseo y con el poder” (Foucault, 2011:15). Y como el discurso está
atravesado por relaciones de poder, los receptores de este discurso se encuentran
condicionados por los objetos que forman y cruzan el discurso, los que imponen una verdad
legitimada en el imaginario social reproducidas en las distintas sociedades.
Es por esto que la visión histórica del discurso traspasa las reglas de la gramática, pues
“hacer del análisis histórico el discurso del contenido y hacer de la conciencia humana el
sujeto originario de todo devenir y de toda práctica son las dos caras de un sistema de
pensamiento” (Foucault, 2009:24), siendo precisamente el estudio de la conciencia lo que
predomina en un discurso para la comprensión del poder que recae sobre él. En cambio la
gramática, según el autor, “no define la arquitectura lógica de todos los conceptos utilizados
por gramáticos; dibuja el espacio regular de su formación” (Foucault, 2009:83). En
consecuencia, el autor observa esta rama del lenguaje como un nivel pre-conceptual del
discurso, ya que los conceptos se transforman en el tiempo y el análisis histórico ayuda a
visualizar las continuidades y discontinuidades de los objetos.
No son los objetos los que se mantienen constantes, ni el dominio que forman, ni son siquiera su punto de emergencia o su modo de caracterización; sino el establecimiento de una relación entre las superficies que pueden aparecer, en que pueden delimitarse, en que pueden analizarse y especificarse (Foucault, 2009:66)
Es por esto que el análisis discursivo debe colocar atención en el contexto histórico en
el que se desarrolla para comprender el nacimiento de conceptos en un determinado tiempo y
lugar. Por ello, se podrá dilucidar lo que comenta el autor;
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Supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault, 2011:14) Esta producción del discurso que plantea el autor, va relacionada con las estrategias
que se utilizan como fuente discursiva. Por lo que estudiar los enunciados y la formación de
los objetos ayuda a comprender la lógica interna con la que el discurso se ha trabajado. Así,
los enunciados van a ser los que ayuden a ver qué objetos se mantienen y aquellos que se
dispersan en el tiempo, siendo un factor fundamental para la formación de conceptos.
“Mostrar donde pueden surgir para poder después ser designados y analizadas esas diferencias
individuales” (Foucault, 2009: 58), las que entregan la profundidad discursiva y la práctica
que se ejerce en un tiempo determinado.
El discurso que recae sobre las sociedades ejerciendo esta exclusión, afecta
directamente a personas que son receptoras de discursos y no productoras de él. Sujetos
sociales marginados y marginadas por este tipo de prácticas, en donde se ha legitimado el
actuar y la visibilidad de algunas y algunos; con ello sujetos históricos están constantemente
controlados por prácticas discursivas que dibujan el comportamiento social. Foucault
argumenta: “porque en nuestras sociedades (y en muchas otras, sin duda) la propiedad del
discurso (…) está reservada de hecho (a veces incluso de una manera reglamentaria) a un
grupo determinado de individuos” (Foucault, 2009:91). Estos individuos controlan las
herramientas de distribución del discurso, con lo que se forma la regla que el autor propone.
Reglas que codifican el funcionamiento de una sociedad, reglas que se insertan en el
pensamiento y en el actuar social.
Es así que para la compresión del discurso, se requiere conocer el mismo desarrollo y
proceder de este, colocando atención en su despliegue en la sociedad, cuyo entendimiento es
posible en la medida que el conocimiento arqueológico que se elabora de él y sus elementos
logra esclarecer su misma naturaleza. En este sentido, dicho conocimiento del discurso debe
considerar a sus hablantes, a quienes lo perpetúan y a quienes lo producen como verdad. De
forma que “el discurso es otra cosa del lugar al que vienen a depositarse y superponerse, como
en una simple superficie de inscripción, unos objetos instaurados de antemano” (Foucault,
2009:60). Esta inscripción se permea en las capas sociales que configuran las formaciones
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históricas de la sociedad, y por tanto en la realidad de su contexto. Por tanto, comprender esta
profundidad, en el mecanismos del discurso, su elaboración, su despliegue y su asentamiento
en las capas sociales de quienes son interpelados por esta producción, es fundamental para
establecer los medios de control y producción que recaen en las y los sujetos que forjan la
historia, de quienes se han encontrado en una constante exclusión histórica manejada por
herramientas de control y reproducción del orden social establecido. En por ello que es de
especial interés, para poder develar los aspectos discursivos de la construcción social de lo
femenino en las revistas estudiadas. Dado que su misma posición dentro de la sociedad de ese
entonces solicita y va dirigida directamente al sector femenino, por lo que develar los
contenidos del discurso y su mecanismo de despliegue, a raíz del contexto estudiado, nos
indica los posibles caminos y contenidos que se estaban estructurando y condicionando para
las mujeres, en tanto sujeto histórico, respecto de la realidad nacional de ese entonces.
1.2 Producción Social de lo femenino
1.2.1 Género
Desde esta investigación, lo femenino se sitúa desde la teoría de Género. Una teoría
propuesta por feministas y otras (os) teóricas (os), que a partir de la década del setenta
comenzó a emerger como una contra respuesta a las teorías biologicistas que la ciencia y el
psicoanálisis habían promulgado en el trabajo de la materialización de la diferencia desde el
sexo biológico. Teoría que involucró a distintas ramas como la sociología, la historia,
antropología y las ciencias sociales para la comprensión del género. Con ello, Joan Scott se
encargó de realizar un acercamiento teórico del concepto de género, el que se comprenderá
como:
(…) La organización social de la diferencia sexual. Pero esto no significa que el género refleje o instaure las diferencias físicas, naturales y establecidas, entre mujeres y hombres; más bienes el conocimiento el que establece los significados de las diferencias corporales. Tales significados varían a través de las culturas, grupos sociales y épocas, porque no hay nada de lo que se refiere al cuerpo, incluyendo los órganos reproductores de las mujeres, que determine unilateralmente cómo deben forjarse las divisiones sociales (2011:20) El Género al ser social también es cultural, y su división binaria de la sociedad entrega
un acercamiento hacia políticas construidas en base a la diferencia a partir del sexo. Así, la
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autora plantea que la rama de la historia ayuda a deconstruir las teorías biologicistas que han
originado la diferencia, comprendiendo la existencia de las diferencias sociales y culturales
como herramienta de análisis. Con ello, se torna necesario “examinar el género de forma
concreta, en su contexto, y de considerarlo como un fenómeno histórico que se produce,
reproduce y transforma en diferentes situaciones a lo largo del tiempo” (Scott, 1996: 24-25).
En suma, las mujeres han estado situadas en roles que perpetúan la diferencia a partir de lo
biológico, mantenida por normas, símbolos, leyes e instituciones que han construido un relato
de la diferencia. Desde esto, Julio Pinto y Gabriel Salazar, concuerdan con lo planteado por
Scott, y argumentan que “los roles sociales e históricos del hombre y la mujer son
“construcciones culturales” (“género”) de antiquísima data, tanto, que su aparición se
confunde con el origen de los tiempos (“la costilla de adán”)” (2002:10). Desde allí, la
dominación ejercida ha sido histórica, social y cultural, siendo la transformación de estos
postulados el principio motor de todo cambio.
Nuria Varela nos comenta que el género se entiende a partir de “todas las normas,
obligaciones, comportamientos, pensamientos, capacidades y hasta carácter que se ha exigido
que tuvieran las mujeres por ser biológicamente mujeres. Género no es sinónimo de sexo”
(2005:181). En consecuencia, el género al ser de orden sociocultural puede existir un cambio
en tanto a la jerarquía que se ha establecido entre hombres y mujeres producto de las teorías
deterministas que ya a partir del siglo XX comenzaron a estar fuertemente cuestionadas.
Como bien se ha dicho, la división del Género es el resultado de una biologización de
la diferencia por el sexo, también se construye en base al lenguaje y a la mantención de este
desde el espacio simbólico social. Con ello, Butler comenta:
Los campos de <<representación>> lingüística y política definieron con anterioridad el criterio mediante el cual se originan los Sujetos mismos, y la consecuencia es que la representación se extienden únicamente a lo que puede reconocerse como un Sujeto (…), deben cumplirse los requisitos para ser un Sujeto antes de que pueda extenderse la representación. (1999:46)
Lo que plantea la autora se vincula hacia los discursos que las distintas sociedades han
ejercido en la representación de lo femenino desde la diferencia en cuanto a los roles sociales
que a cada sexo se le designa. Es por ello que desde estas representaciones, la comprensión
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del género no solo se debe entender desde el concepto aislado, sino que es necesario
establecer una línea que oriente hacia aquel contexto en el que se ha establecido en tanto a la
analogía existente entre la categoría de análisis de género y su relación con estructuras que
llevaron a la necesidad y urgencia de transformar y reivindicar el estudio de la diferencia y de
la subordinación a través del sexo biológico. Para ello, el género ha debido trabajar y estudiar
la teoría del “Patriarcado y “androcentrismo”; conceptos que ayudan a comprender lo
complejo del género y lo invisible que se presenta en nuestra sociedad.
1.2.2 Patriarcado, Androcentrismo y su relación con el género.
Ahora bien, esta dominación y legitimación de la diferencia ha estado sujeta a un
sistema político que regula y mantiene las estructuras inamovibles en cuanto a la división
binaria en la sociedad (Scott, 2011). Este sistema denominado Patriarcado, ha sido uno de los
causales directos del ejercicio histórico de la diferencia, por lo que este concepto se
comprende a partir de “la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre
las mujeres y los niños de la familia y la ampliación de ese dominio masculino sobre las
mujeres a la sociedad en general” (Lerner, 1990:340-341). Con ello, este sistema patriarcal ha
estado presente en las relaciones existentes entre mujeres y hombres, jerarquizando roles y
generando una desigualdad social.
El sociólogo Weber se encargó de teorizar sobre la dominación como concepto,
atendiendo a los distintos tipos y manifestaciones que podemos evidenciar en nuestra
sociedad. El planteamiento se situó desde la “sociología comprensiva” con la que el autor
trabaja, entendiendo al individuo a partir de la visión con la que éstos son capaces de
comprender las relaciones en una sociedad, siendo este individuo el punto de análisis. Para
ello realizó las diferencias entre la dominación legítima y la ilegítima, siendo la legítima la
que opera con naturalidad en las distintas sociedades, pues se plantea desde la propia
institución, reproduciéndose en todos los aspectos de la sociedad. En consecuencia el dominio
legítimo se sustenta en una base burocrática y normativa que se aprecia en la constitución y
formulación de las leyes (1964), siendo la dominación patriarcal el dominio legítimo que se
sustenta en base a un orden simbólico-tradicional que ha ido reconfigurándose en base al
avance de las sociedades a partir de un orden. La dominación patriarcal se traduce en;
“Sumisión en virtud de una devoción rigurosamente personal. Su germen radica en la
18
autoridad de un dominus dentro de una comunidad doméstica” (Weber, 1964:754). Si bien el
autor no alude a la teoría del patriarcado formulado por las feministas y demás teóricos y
teóricos, si ayuda a situar este elemento que propuso lo simbólico-institucional como forma
legítima de dominación. Asimismo;
Estas normas son en la dominación burocrática racionalmente creadas, recurren al sentido de la legalidad abstracta y se basan en un ejercicio técnico, en tanto que en la dominación patriarcal se basan en la tradición, en la creencia del carácter inquebrantable de lo que ha sido siempre de una manera determinada (Weber, 1964:754)
Dentro de los postulados planteados por el Sociólogo, “todo lo que se halla dentro de
esta estructura resulta establecido siempre, en última instancia, por el poder fundamental de la
tradición, de la fe en el carácter sagrado del “ayer eterno” (…) “Que el hombre no altere
jamás un uso” (Weber, 1964:755). Por lo tanto, la existencia de este sistema nos entrega las
reflexiones necesarias para situar la importancia que existe al comprender el patriarcado como
principio de toda dominación, y como sistema de legitimidad sociocultural. La invisibilidad
con la que opera ha sido el arma más potente de su existencia y la lucha por la derribar este
sistema se gesta en la lucha histórica de las feministas que han encontrado en él la necesidad
de desarrollar estrategias que deslegitimen su intervención en la sociedad; “se está, pues,
frente a una “revolución cultural” que está desmantelando una estructura de edad prehistórica
(“el patriarcado”). (Pinto, Salazar, 2002:10). Estructuras que han sabido mantenerse vivas a
través del tiempo, continuando con el ejercicio puro de su dominación. “Una de las
características del patriarcado es su adaptación en el tiempo” (Varela, 2005:179), por lo que
su dominio es trascendental en las sociedades, siendo permeable a cambios políticos y
económicos, pues al ser de carácter cultural ha logrado adquirir otros mecanismos por lo que
llevar a cabo su ejecución. En consecuencia, “desconstruir la simbolización cultural de la
diferencia sexual se convierte en una tarea prioritaria” (Lamas, 2002:125) para comenzar a
visualizar la diferencia ya no desde la jerarquización, sino desde la igualdad.
Además de encontrar un patriarcado que controla la diferencia, éste se ha vinculado
directamente a la concepción androcéntrica de la jerarquía de roles y de la división social que
propone la teoría de Género. Esta rama del patriarcado, denominado androcentrismo, se puede
19
comprender como: “el mundo se define en masculino y el hombre se atribuye la
representación de la humanidad entera. Eso es el androcentrismo: considerar al hombre como
medida de todas las cosas” (Varela, 2005:175). Además de ser un factor determinante, este se
ha posicionado como un arma que controla las relaciones y distribuye los postulados de una
existencia permeada por ellos hacia la totalidad de la sociedad, donde “el trato aparte que
recibían las mujeres podía servir para confirmar su relación marginal y particulariza con
aquellos sujetos (varones) ya marcados como dominantes y universales)” (Scott, 2011:21),
manteniendo a las mujeres en un orden social desigual, expresado desde el Estado y la
jerarquización del poder en sí.
Estos conceptos trabajados forman parte de una unión indisoluble que entregan las
orientaciones de la propuesta feminista de la diferencia biológica como incompleta. Así, el
género, el androcentrismo y el patriarcado forman la triada de un enfoque cultura y social que
admiten que el producto femenino es social, por ende también político. Con esto, el género se
plantea como la alternativa que toma las diferencias socioculturales existentes en las
sociedades para terminar con la exclusión y la diferenciación sexual como herramienta de
poder político. Y con ello se pueden esclarecer los mecanismos por los que se ha construido al
sujeto femenino desde distintas instituciones: la estatal normativa y la periodística, estando
ligadas a una visión sobre lo femenino que se sustenta en las leyes de la tradición por los que
funciona este Patriarcado que se legitima a través de discursos que imperan en nuestra
sociedad. A partir de ello, la teoría de género ayuda a situar lo sociocultural como herramienta
analítica al entregar una propuesta más global que la planteada por la teoría biologiscista.
1.3 Discusión Bibliográfica
26
Capítulo II
PROTAGONISMO FEMENINO EN EL PERIODISMO CHILENO (1900-1973)
2.1 Las demandas femeninas desde 1900-1950: la heterogeneidad del movimiento
femenino y el oficio del periodismo en las mujeres.
Si hay mujeres con aptitudes de Juana de Arco, no las condenamos a la hoguera;
permitamos que vivan y florezcan conforme a sus ideales, e igual cosa las
Santa Teresas, y lo mismo aquellos que no ansían otro horizonte que el alero de su
casa (Amanda Labarca)
El siglo XX se ha caracterizado por ser un siglo en movimiento y transformación
constante, el cual vio como los sectores populares comenzaban a hacer cada vez más visible
su malestar en contra de la política oligárquica que los mantenía en condiciones sociales
extremas. Cansados de esta realidad, y debido a las profundas crisis hombres y mujeres
alzaron sus voces de lucha para exigir y demandar derechos hacia el Estado. A partir de ello,
se comenzó a visualizar un movimiento femenino que, desde distintas líneas, organizó un
movimiento heterogéneo en la sociedad, colocando énfasis no tan solo en las condiciones
materiales de las mujeres para ese entonces, sino también en los derechos sociales y políticos
que resultaron ser escasos, pues las mujeres no eran consideradas ciudadanas y el derecho a
votar solo se manifestó en los hombres. Bajo este contexto, las mujeres no solo se unieron en
la búsqueda de la ciudadanía, sino también en el acceso a la educación, a la cultura y otros
derechos políticos que para ellas eran inaccesibles. Pinto caracterizó esta primera mitad de
siglo sobre la situación global que se vivió, donde “es verdad que ya desde comienzos del
siglo XX se venía hablando en nuestras tierras sobre la viabilidad, la necesidad o el peligro de
la revolución, pero la discusión en general no había sobrepasado el plano retórico o
pragmático” (2005:10). Si bien como primera instancia se quedó solo en este plano, es allí
donde se generaron las bases para la concreción de un proyecto político en el que las mujeres
también fueron partícipes, luchando desde dos focos distintos; “se afirma que las mujeres
27
viven una dualidad: participan de la Cultura de la mujer y a la vez coparticipan de una cultura
general dominante en la sociedad” (Gaviola, Largo, Palestro, 1994:17). Es por ello que las
chilenas tuvieron que posicionarse en una sociedad que las mantenía sin derechos ciudadanos,
por lo que el primer foco de atención del movimiento femenino se enfocó en el derecho de
elección de sus representantes.
Insertas en un periodo de transformación, las mujeres utilizaron estrategias, que para
ese entonces eran de uso exclusivo de los hombres de la sociedad: el periodismo. Si bien es
cierto que este tipo de instrumentos no fue accesible a todas, aquellas que pudieron utilizarlo
encontraron un lugar donde poder dilucidar las cuestiones que aquejaban a la sociedad
mediante la masificación de sus ideas. Así, las mujeres burguesas y obreras que comenzaron a
alzar su voz en favor de la liberación femenina, utilizaron la prensa escrita como una ruptura
con las estructuras jerárquicas que acallaron sus derechos, tanto sociales como civiles.
La existencia temprana de revistas femeninas oficiales fue una realidad que tenía un
público destinado a lecturas de moda y hogar. Ya a comienzos de siglo, y con la incipiente
modernización, se desarrolló un proceso donde “el avance en la infraestructura vial del país y
la modernización en las redes telefónicas, telegráficas, etc., permitieron la extensión
progresiva del alcance (…) prácticamente al territorio nacional” (Santa Cruz, 1988:71),
surgiendo revistas de temprana data que se dedicaban a tratar asuntos de hogar y moda para
las mujeres, tal es el caso de la revista Silueta (1917-1918), Familia (1910-1918), la Revista
Azul (1914-1918), Margarita (1934-1953) y la Revista Eva (1942-1974).
La utilización de la prensa independiente se debió a fines políticos, pues las revistas
oficiales no entregaron un cuestionamiento mayor hacia las problemáticas de la clase obrera
ni de las mujeres en el seno de su hogar. Es por ello que nace fundamentalmente para generar
conciencia y reivindicar la posición que le cabe a la mujer chilena de comienzos de siglo. Ya
en 1865 se tiene la primera data de la creación de un periódico femenino, el cual se llamó “El
eco de las señoras de Santiago”; con ello mujeres se encargaron de transmitir ideas sobre
divorcio, anticlericalismo y contingencia nacional. Esto demuestra un hecho importante como
punto inicial, pues;
La mujer en la prensa chilena es una historia construida desde la exclusión total, hacia el protagonismo creciente y amplio. Son páginas –tal como en muchas otras
28
profesiones- por pioneras que fueron encontrando pequeños espacios por los cuales asomarse y hacer un aporte, espacios que luego fueron tomados por otras, hasta alcanzar en el siglo XXI una posición privilegiada en la escena de la prensa escrita nacional (Escobar, García-Huidobro, 2008:235)
El periodismo de mujeres independientes se caracterizó por ser de protesta. Tal como
se ejerció un movimiento femenino que cobraba fuerzas en nuestro país, mujeres de diversas
clases sociales reclamaban a la sociedad no sólo la inclusión en sus derechos civiles, tal como
lo fue el voto femenino, sino también se hacía una crítica al clericalismo y la exclusión en la
vida pública. “Muchas de las líderes de la lucha femenina por conseguir insertarse en la esfera
pública lo hicieron desde la prensa, convirtiéndose también en pioneras del periodismo”
(Escobar, García-Huidobro, 2008:235), ganando espacios que para ellas estaban escasamente
ocupados, pues existían mujeres participantes en revistas femeninas o en diarios de la época,
siendo secundarias en la labor.
El ala más conservador del movimiento femenino luchó por la inclusión de la mujer en
la educación, formando en 1915 el “Círculo de lectura de señoras” , mujeres burguesas con
acceso a libros que buscaron el espacio en la cultura y letras; un año después se gestó el “Club
de señoras”, que también centraron sus demandas en la educación, pero ampliando sus
horizontes hacia la integración de sectores medios , usando la prensa como expansión de ideas
feministas, las que eran de tipo moralizante (Kirkwood, 1983). En 1922 salió a la luz la
revista Acción Femenina a cargo del Partido Cívico Femenino, el cual no funcionó como
partido como tal, pero sí utilizó este medio para socializar sus ideas, las que eran de carácter
feminista; “difunde ensayos y manifiestos sobre el tema de la mujer, escritos por intelectuales
latinoamericanos y europeos” (Escobar, García-Huidobro, 2008:240). En 1935 se forma el
MEMCH (Movimiento de Emancipación de Mujeres de Chile) utilizando la prensa como
herramienta de masificación de ideas contestatarias; agrupó a mujeres de sectores medios y
bajos identificadas con la clase obrera. Entre sus escritos, se encontraron demandas que
perseguían:
La igualdad de sueldos y salarios entre hombres y mujeres, el divorcio, régimen carcelario femenino, la participación en conferencias internacionales, el problema de la cesantía de la vida, las luchas contra la guerra, el fascismo, el cohecho, el
29
apoyo a candidaturas presidenciales, la solidaridad con otros pueblo y el Día Internacional de la mujer (Gaviola, 1986:50)
La “Mujer nueva” (1935-1941) fue un periódico que abogó por los derechos sociales y
políticos de las mujeres. Se insertó en el periodo de la crisis de 1929, que afectó con fuerza a
nuestro país a partir de la década del treinta; con ello se encargaron de abogar por el voto
femenino y por la realidad económica y social que se presenciaba en la clase obrera.
Las mujeres que se encontraron insertas en el ámbito del periodismo más formal,
debieron sortear espacios que no permitieron la creación de sus propios escritos. Su labor se
resumía a la traducción de textos y escritos venideros del exterior. Tal es el caso de Lenka
Franulic, mujer que del norte partió a Santiago a estudiar inglés, logrando un desempeño
como traductora en la revista Ercilla; con ello “estando ya en los diarios y revistas, el
siguiente paso natural fue ocupar las letras del molde no para traducir ideas ajenas, sino para
difundir las propias” (Escobar, García-Huidobro, 2008:237). Los avances comenzaron a
posicionar a la mujer en el estado por el que desde tiempo venía demandando; el uso de
nuevas tecnologías fue gestando un giro cultural hacia la necesidad que nuestro país encontró
en la prensa como estrategia y herramienta. Desde allí, en 1953 se creó la escuela de
Periodismo de la Universidad de Chile, y “como era de esperar, el surgimiento del periodismo
profesional actuó como un verdadero detonante en la incorporación femenina al trabajo en
diario y revistas” (Escobar, García-Huidobro, 2008:237), iniciativa que llevó a reconocer de
forma pública el trabajo realizado por Lenka Franulic, entregándole en 1957 el Premio
Nacional de Periodismo, siendo un hito no menor en la visualización reivindicativa de las
mujeres.
El objetivo por el voto femenino se consiguió en 1949 y el anhelado sueño de ejercer
su rol como ciudadanas fue una victoria que llevó al movimiento femenino a cesar un tiempo
sus demandas; pues la meta se había concretado y los tiempos comenzaron a cambiar
(Gaviola, 1986). El movimiento se estancó, pero las mujeres ya estaban conquistando otros
espacios, los que debido al avance tecnológico a partir de la década del cincuenta,
comenzaron a integrar en sus filas a mujeres periodistas en diversos diarios y revistas.
30
2.2 Triunfo de la Unidad Popular: “La vía chilena al Socialismo” y el rol de las mujeres
en el periodismo chileno.
Como se expuso anteriormente, la primera mitad del siglo XX fue fundamental para la
configuración de un movimiento femenino que luchó con objetivos más concretos como
horizonte general en esta heterogénea muestra reivindicativa. Ello fue generando las
condiciones para que mujeres chilenas ingresaran a medios de comunicación masivos de
forma reconocida, situando un precedente en la importancia que se dará al medio femenino de
las revistas en la configuración de la representación de las mujeres en Chile en esta segunda
mitad del siglo XX.
Los cambios acaecidos en la primera mitad de siglo fueron determinantes al momento
de estudiar la década del cincuenta hasta el periodo de la Unidad Popular, pues los procesos
políticos, económicos y sociales que se gestaban en el exterior, fueron claves para comprender
el comportamiento y urgencia de los procesos que se vivían para ese entonces. Ello sitúa
nuevas demandas femeninas, que si bien ya no buscaban el voto femenino, sí se fue
permeando en los horizontes de acuerdo al proceso que se vivía en el mundo, el que no sólo
era de tipo social, sino también cultural. Entonces, a partir de 1950 nuestro continente se ve
envuelto en una ola de cambios que fueron produciendo en sí nuevas reconfiguraciones. El
mundo recién se comenzaba a reponer de los efectos que había producido la segunda guerra
mundial, la que había sacado a relucir el poder y fuerza de Estados Unidos y de la Unión de
República Soviética Socialista; dos naciones que con proyectos políticos distintos pusieron
nuevamente en disputa un poder, que fue aún más agresivo que las dos guerras que ya se
habían ejercido. La política antagónica comenzó a avanzar, y nuestro país vivió una
persecución hacia aquellos que simpatizaban con ideologías de corte socialista y/o comunista.
El continente Latinoamericano consciente de esta polarización, no fue ajeno y comenzó
rápidamente a observar los cambios que provocaba esta lucha indirecta entre estas dos
potencias. Cuba había demostrado en 1959 que la revolución era posible y que las esperanzas
se encontraban en manos del pueblo, que gracias al triunfo de esta osadía armada, vieron no
solo una esperanza, sino un modelo a seguir. Desde ello, a miles de personas;
Los acompañaba también un clima psicológico, no solo latinoamericano sino mundial, en que hasta los cambios más ambiciosos y profundos parecían estar al
31
alcance de la mano; en que los obstáculos más formidables parecían eclipsarse frente a la fuerza de un análisis lúcido y una voluntad decidida. (Pinto, 2005:10) En este clima de constante lucha ideológica, Chile comenzó a insertarse rápidamente
en este agitado ambiente. “La década del 60 y los primeros años del 70 fueron en Chile
tiempos de esperanza y lucidez, de poderosos movimientos obreros, campesinos, femeninos,
estudiantiles” (Corvalán: 2013:7), tiempos en donde la búsqueda de la justicia social se
presentaba ante los ojos de muchos y muchas con cambios que se gestaban a partir de una
revolución cultural que lentamente se expandía, transformando la mentalidad de hombres,
mujeres y jóvenes que vieron en esta una oportunidad. “En el contexto como el chileno o
latinoamericano, solo los revolucionarios podían levantar bandera de auténtico patriotismo”
(Pinto, 2005:12)
Las vías para concretar la anhelada revolución eran variadas; por su parte existía la
experiencia cubana, que tomó el poder por las armas, pero en países como el nuestro –con un
pasado institucional fuerte- se buscaron alternativas distintas a la experiencia cubana.
La revolución chilena debía ser socialista, es decir, inspirada en un modelo de organización social en que no hubieras exploradores ni explotados; en que la riqueza social se apropiara y distribuyera colectivamente (…); y en que las personas se relacionaran de acuerdo a principios de solidaridad y justicia social, y no de individualismo y competitividad como ocurría bajo el orden capitalista” (Pinto, 2005:12)
Bajo este contexto, en noviembre de 1970, entre variadas discusiones políticas, fue
elegido Presidente de la República Salvador Allende. Chile lograba obtener un triunfo de
carácter socialista por vía electoral denominado “vía chilena al socialismo”, debido a la
pasividad con la que se ejerció, siendo el único que hasta ese entonces no había utilizado las
armas para el ejercicio del poder. Tomás Moulian comenta que este proceso se basó en una
transformación que vino desde arriba, desde la institución misma, donde no se planteaba
como directamente socialista en sí, pero que en el fondo comenzó a desmantelar la forma de
producción burguesa, la que no estaba directamente asociada a una toma del poder (2005).
Esto hizo que la burguesía viera en ello un problema no menor, el que radicaba en la
transformación institucional por vía legislativa, causando un peligro inminente, pues “en este
no desaparecía la propiedad privada de los medios de producción, pero sí era limitada y
32
subordinada, y sobre todo era negada su necesidad de privilegiada, pues el dinamismo
provenía de sector de propiedad social” (Moulian, 2005:38). En consecuencia, las viejas
estructuras oligárquicas comenzaron a perder fuerza, provocando un constante clima de
conflicto de intereses.
Sin duda se vivía la tensión en cada rincón de nuestra sociedad. Por un lado la clase
política que desde la institucionalidad ejercía su dominio contrario discursivo, y en las calles
donde la ciudadanía demostraba el apoyo o el desapruebo del gobierno popular. Además de
los hombres que participaron de forma activa en estas dos vertientes, miles de mujeres
ejercieron un dominio en diversas áreas en las que su opinión se expresó. Una de ellas fue la
prensa chilena, la que ya había ganado terreno posicionando a la mujer chilena como una
profesional del periodismo; esto se debió gracias a dos factores claves que incidieron de
forma directa en ello. Primeramente, la lucha por la inclusión y la utilización de la prensa
como medio de protesta, en la primera mitad del siglo XX y también se explica debido a la
incorporación de la mujer a la educación. “Lo que se observa después de 1955 es una fuerte
identificación de la mujer de clase media con su profesión y su función social
institucionalizada” (Pinto, Salazar, 2002:191), periodo en el que las mujeres periodistas
habían comenzado a ejercer un dominio no menor en materias de prensa chilena:
“Transformaciones de la década del 60-70 tuvieron un correlato en la prensa de mujeres”
(Escobar, García-Huidobro, 2008:242), dando paso a nuevas revistas femeninas que vinieron
a cuestionar no sólo la tradición, sino también el rol que le cabía a la mujer en materias de la
profesión.
Bajo este convulsionado contexto histórico, mujeres chilenas encontraron una
posibilidad en la prensa escrita sin importar su condición y color político. A los factores
anteriormente mencionados, se les sumó esta llamada “revolución cultural” que expandía la
mente de los jóvenes desde una visión europeísta de la liberación de la tradición, siendo la
música, las drogas, la moda y la liberación de tipo sexual un vínculo que se unió al viejo
retrato de la vida rectada de moral y buenas costumbres (Federo, 1994). Las mujeres se abrían
paso a nuevos horizontes y ejercía su rol en los cambios que se gestaban en una sociedad en
constante transformación, la que también vio cómo se comenzaba a masificar el uso de la
píldora anticonceptiva, entregando la capacidad de elección y regulación de la maternidad.
33
La imagen de las mujeres del periodo es una mezcla entre lo tradicional y lo moderno. Se habló de igualdad, de realización personal y de oportunidades, pero prevaleció una concepción tradicional respecto al destino y deber "femenino y masculino” (Federo, 1994:56) Miles de mujeres comenzaban a experimentar la dualidad entre esta modernidad que
las llevaba al ingreso público de sus actividades, y esta tradición que las posicionaba en las
labores que habían estado destinadas a ellas: esta triada entre mujer madre, esposa y dueña de
casa. Sandra Palestro identifica esta dualidad argumentando que “desde el punto de vista de
la propaganda dirigida a la mujer, en todas aparecía la valorización hacia ella en su papel de
dueña de casa y madre protectora” (1999:332). Sin duda, roles que hacían sentir a la mujer
identificadas bajo estos postulados, los que generaban un choque con los nuevos postulados
que venían ingresando con fuerza. En consecuencia, las revistas femeninas Eva, Paula y
Paloma- revistas que acompañaron durante todo este periodo a miles de mujeres- fueron un
claro proyecto que intentó posicionar no solo esta lucha política, sino también la concepción
de la nueva mujer. Desde allí, hacia la fecha tres revistas femeninas se encontraban circulando
sus números de forma quincenal y mensual, siendo la voz femenina de este periodo, donde lo
político era un apartado que las revistas incluyeron en cada número.
Ahora mujeres con distintas posiciones políticas hablaban en pos de una sociedad
dividida en cuanto a los conflictos políticos, económicos y sociales que a se observaban en
Chile. Así, existiendo una libertad de prensa, revistas como la Eva lograron mantener sus
publicaciones, a pesar de ser de corte conservador y opositor del gobierno, siendo una revista
muy tradicional. En ella, “explican a sus lectoras como maquillarse, acondicionar el interior
del hogar, seducir al marido o educar a los hijos (…) Se divulgan “modelos ideales” de la
mujer y de la institución familia” (Escobar, García-Huidobro, 2008:243), estando presente
durante todo el gobierno de la Unidad Popular, siendo una férrea opositora a las políticas
populares.
Si bien la revista Eva continuó su línea tradicional que venía desarrollando desde
1942, vio enfrentado su discurso frente a una revista de tipo oficialista en las que las mujeres
que apoyaban el proyecto popular iniciaron una tarea fundamental en la socialización hacia
las chilenas en materia gubernamental. Es por esto que el gobierno, como tal se había
34
propuesto expropiar las principales empresas de tipo privadas, pasó a configurar un plan
cultural en la que se acercó la cultura a la gente.
Se expropió la empresa Zig-Zag, transformándose en una editora estatal que pasó a llamarse Quimantú, voz mapuche compuesta por Quim que significa saber y Antú, sol. Etimológicamente se refiere a la idea de conocimiento, y en general al acceso de las mayorías a la cultura. Como si le hiciera honor a su nombre, Quimantú sólo en dos años publicó más de 12 millones de ejemplares de las mejores obras de la literatura nacional y universal. Por primera vez los mineros del carbón pudieron leer Subterra (Corvalán, 2003:29).
Gracias a esta experiencia, se creó la revista Paloma, la que nació en 1972 gracias a las
transformaciones y acercamientos que se realizaron hacia la mujer popular. En ella no solo se
habló sobre la mujer, sino también de la política nacional e internacional. Además de esta
revista, se crearon revistas para niños y adultos mayores, siendo una excepción antes vista
para acercar la cultura a la sociedad.
Nunca antes las ediciones habían alcanzado tirajes de decenas de miles de ejemplares, ni los libros tuvieron un precio tan bajo. El precio de los minilibros de la colección Quimantú Para Todos correspondía al valor de una cajetilla de cigarrillos Hilton. Por camión se mandaron a Chuquicamata miles de ejemplares de obras de diversos autores pensando que se venderían en un mes y se vendieron en un santiamén. (Corvalán, 2003:30).
Otra revista que circuló de forma mensual y tuvo una influencia no menor en cuanto a
la visión de las mujeres en Chile fue la revista Paula. Nace a finales de la década del sesenta y
centra su mirada en las condiciones en las que miles de mujeres se encontraban hasta ese
entonces. Sin duda, la revista paula nació en aquel momento donde los cuestionamientos hacia
la tradición eran visibles y la lucha contra el machismo era una realidad que en Chile también
se debatía.
Entre los otros grandes conflictos o grandes causas que tratamos estuvieron la igualdad de la mujer en el trabajo, la legalización del divorcio, la despenalización del aborto, las mafia y las víctimas del aborto clandestino, el control de la natalidad, la píldora y los métodos anticonceptivos en general, el papel de la mujer en la vida política y social (Puz, 2008:250)
35
A pesar de estos cambios culturales que ingresaban y que se visualizaban en la voz de
las mujeres, que ya cubrían espacios tan importantes como lo es la posibilidad de escribir y
posicionar sus ideas a miles de chilenas, las ideas feministas ingresaron con fuerza a Chile,
pero no con una lógica de reivindicación profunda ni con un sentido de un feminismo como
tal. Así lo expresa Claudia Federo, argumentando que “el "feminismo" de este periodo se
caracterizó por la movilización de las mujeres de clase media y de sectores ilustrados en los
movimientos sociales” (1994:60), estando muchas veces contrarias al feminismo. Desde allí, a
pesar de no ser conscientes de la problemática de género, sí fueron capaces de reclamar por la
condición desigual en la que se encontraban (Gaviola, Largo, Palestro, 1994). Esto es
fundamental para comprender el radicalismo que tomó este movimiento, el que claramente se
evidenció en las revistas femeninas. Tal como comentaba Federo, las mujeres de sectores
ilustrados y medios fueron claves al momento de ejercer una visión sobre la liberación
femenina en Chile, la que por parte de la oposición fue trabajada de forma muy ideologizada
para terminar con el gobierno de la Unidad Popular.
Esta mezcla entre la liberación femenina y la oposición hacia el gobierno llevó a que
distintas mujeres fueran parte de un movimiento femenino que se inició en diciembre de 1971.
“La oposición reaccionaria inició movilizaciones masivas en el afán de disputarle la calle a la
UP” (Corvalán, 2003:194). Debido al contexto económico que Chile vivía, con la presunta
escasez de productos de primera necesidad, se instaura en el imaginario femenino la idea de
lucha en contra de los ideales de una patria fragmentada. Además, se les entrega la
responsabilidad a las mujeres de la protección de la familia y de los niños (as) chilenas. “Chile
se definía como un solo hogar inmenso y el entorno de la mujer se ampliaba hasta abarcar la
nación. Así, llamaba a la mujer a ejercer una oposición política, pero no cuestionaba su
identidad doméstica (Power, 2010:159). Desde allí, la denominada “Marcha de las cacerolas
vacías” marcó un hito en la historia chilena al ser una movilización de mujeres de clase
media-alta en búsqueda de la liberación femenina de la explotación que se vivía durante el
gobierno de la UP. Estas mujeres, entonces, encontraron una cabida importante en la revista
Eva, la que siguió cada uno de los movimientos que se ejercieron durante las tres marchas que
se efectuaron entre 1971-1973.
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Los mecanismos de la oposición por derribar el gobierno de la UP fueron de índole
económica, política y de concientización femenina también, tal como se expresó en la marcha
de las cacerolas. Esto hizo que el gobierno tuviera que ejercer una estrategia, pues “a partir de
la movilización de mujeres de derecha, se hacía necesario una instancia que intentara abordar
con mayor profundidad la situación de la mujer” (Gaviola, Largo y Palestro, 1994:26). Estas
se enfocaron en el reconocimiento que se hacía hacia la urgencia de trabajar sobre las
condiciones en las que las chilenas se encontraban. Así, el trabajo en los Centros de Madre,
entidad nacida durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, pasó a depender de un
organismos mayor denominado COCEMA (Coordinadora de Centros de Madres), “se
involucraron en la campaña nacional de vacunación (…), en la campaña del medio litro de
leche (…), en las juntas de abastecimiento y centro de precios y en los comités de navidad”
(Palestro, 1999:336). La utilización de estos espacios fue controversial para algunas mujeres,
pues la concientización política era un factor que la oposición dejó en claro este factor, siendo
las mismas mujeres las que expresaron este argumento en el discurso presente en la revista
Eva.
En la década del sesenta y setenta, las mujeres se encontraron entre la dualidad cultural
y los cambios ejercidos hacia la tradición. Las condiciones efectivas que llevaron a la mujer a
posicionarse en el ámbito del periodismo, como protagonistas, se debió fundamentalmente a
la lucha por los espacios desarrollada en la primera mitad del siglo XX, y en la creciente
incorporación de la clase media al trabajo asalariado. Desde allí las chilenas fueron capaces de
caracterizar la sociedad a partir de sus escritos, los que fueron dirigidos a miles de chilenas.
Por otra parte, la experiencia de la Unidad Popular fue una propuesta arriesgada que
puso en marcha todas las herramientas opositoras para derrocar el gobierno y terminar con el
“cáncer marxista” en nuestro país.
Así. durante los mil días que duró esa inédita experiencia, el Partido Comunista y Salvador Allende se jugaron por demostrarle al mundo que el socialismo podía implementarse sin violentar el “estado de derecho”, respetando estrictamente todas las libertades democráticas, y, por sobre todo, evitando los horrores de una guerra civil. (Moulián, 2005:18).
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Desde allí, es fundamental conocer no sólo las condiciones de posibilidad que
entregaron un punto fundamental en la inserción de las mujeres al mundo laboral remunerado
y reconocido como lo fue el periodismo, sino también el contexto político, económico, social
y cultural que nuestro país vivió a lo largo del siglo XX.
Al hacer el breve repaso sobre las condiciones históricas que hicieron posibles la
visualización femenina en la carrera periodística, atravesada por tensiones constantes, se dará
a paso a la descripción de las tres leyes que se proponen –Ministerio de la Familia, Ley de
divorcio y Servicio Social Obligatorio- colocando atención en los discursos oficialistas y
opositores dentro del Congreso Nacional.
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Capítulo III
MINISTERIO DE LA FAMILIA, DIVORCIO Y SERVICIO SOCIAL OBLIGATORIO:
Las voces de la institución, posiciones y discusiones políticas frente la legislación femenina durante el gobierno de la UP.
“Una buena muchacha
de casa decente no puede salir que diría la gente el domingo en misa
si saben de ti que dirían los amigos
los viejos vecinos que vienen aquí que dirían las ventanas su madre y su hermana
y todos los siglos de colonialismo español que no en balde te han hecho cobarde
que diría Dios si amas sin la iglesia y sin la ley”
(La familia, la propiedad privada y el amor, Silvio Rodríguez)
El gobierno de la Unidad Popular se encargó de legislar en favor de las mujeres
chilenas y en los derechos que bajo un requerimiento histórico habían estado ocultas en pos de
un desinterés de la clase gobernante. Así, la llegada del gobierno ayudó a encargarse de estos
asuntos, entregando propuestas que ayudasen a asentar las bases de una sociedad en cambio
constante. Este capítulo busca, precisamente, exponer tres leyes principales enfocadas hacia
las mujeres en este periodo. Desde ello, el Ministerio de la Familia, la Ley de Divorcio y el
Servicio Social Obligatorio, serán revisados desde la proposición legislativa y la recepción
que tuvieron en el propio Congreso Nacional, presentando los argumentos que se presencian
en el debate entre Diputados y Diputadas y los problemas que se presencian en los acuerdos
existentes en la promulgación oficial de estos proyectos.
La urgencia de legislar en torno a asuntos que incluían directamente a las mujeres, se
vinculó a los avances que se venían generando en la corriente cultural que ingresaba aún
tímida a nuestro país (desde la década del sesenta), donde se planteaba el debate sobre
divorcio y sobre la familia indisoluble como se entendía para ese entonces. Además, la
preocupación del gobierno se planteó desde la búsqueda por conseguir soluciones efectivas
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dentro de la familia chilena, la que atravesaba una crisis producida por la condición material y
social de esta entidad.
3.1 Tratamiento y discusión en base al Ministerio de la Familia
El Ministerio de la Familia se presentó como uno de los proyectos más urgentes,
necesarios y novedosos que la Unidad Popular exponía en el Chile de la década del setenta.
La urgencia por legislar en favor de la familia estuvo inserta en la búsqueda de soluciones
reales hacia problemas que afectaban a la sociedad en materias de desnutrición, drogadicción,
alcoholismo temprano y abandono de menores; problemas que afectaron en especial a la
familia popular. Desde allí, surge la necesidad de precisar y sintetizar los problemas que
aquejan a la familia chilena en un gran organismo que se enfoque en entregar una solución
efectiva y concreta ante estas disyuntivas sociales, argumentando en la existencia de un “mito
de la familia”. Así lo expuso Allende en el discurso hacia las mujeres en el día internacional
de la Mujer en Antofagasta, donde; “los integrantes del movimiento popular y del Gobierno
del pueblo, hemos puesto el acento en la protección del binomio madre-niño, que es en
esencia el futuro de la humanidad” (1972:4). A partir de ello, es necesario enfocarse en las
verdaderas condiciones materiales en las que la familia se inserta; pues “donde falta la casa, la
comida, la posibilidad de descanso, cuando conviven a veces en una pieza 5 o más personas
como en nuestro país (…), la vida familiar resulta un mito” (Discurso Salvador Allende: con
las mujeres en Antofagasta, 8 de marzo de 1972:4), siendo esta la realidad de miles de
chilenos y chilenas que en el proyecto popular vieron un reflejo directo hacia sus problemas
más cotidianos.
Tradicionalmente no ha habido en el país una política adecuada para procurar la solución integral de estos problemas. (…) Tal política debe partir de la base de que la causa principal de los problemas que aquejan a la familia reside en la actual estructura social y dice relación con los diversos desajustes provocados por el sistema económico capitalista y dependiente. (…) fenómenos como la industrialización, la urbanización y migración rural urbana que la han acompañado y las transformaciones culturales correspondientes, junto con mantener un sistema injusto, dificultan la cohesión y la solidaridad familiar. La familia popular no ha tenido un papel protagónico en el proceso social y ha sido siempre un agente pasivo de los acontecimientos (Discurso Cámara de Diputados, 22 de marzo de 1971:1432).
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Desde la exposición del presidente, se puede apreciar que estos problemas de carácter
social, como el alcoholismo, entre otros; se condicionaron por las características que la
sociedad atravesaba producto del proceso capitalista que identifica como un vínculo directo
con la desintegración de la familia. A ello, su propuesta se basa desde el primer análisis que se
da al socialismo para trabajar, ya no desde el capital el carácter de una familia socialmente
constituida, sino que con leyes que tuviesen enfoques estatales para la integración y
solidificación de la familia chilena.
El martes 2 de marzo de 1971 ingresó al Congreso un proyecto de ley que estipulaba
los incisos correspondientes del Ministerio de la Familia. Los principales artículos de este
proyecto se relacionaron directamente al horizonte estratégico que la UP estipuló en sus bases
socialistas. En su artículo 1° se exponen los siguientes incisos; “1) Procurar la integración y
desarrollo del grupo familiar. 2) Promover la incorporación de la familia a las organizaciones
sociales” (Cámara de Diputados, sesión ordinaria N° 22, 1971:1433), puesto que uno de los
componentes esenciales de este proyecto es que la familia popular se inserte en aquellos
cambios que se proponen a partir de la revolución; para ello, además, se explica en dicha ley
en el inciso 4° “Establecer las condiciones materiales necesarias para facilitar y perfeccionar
la convivencia familiar” (1971:1433).
La composición interna de este proyecto resultó ser bastante ambicioso, pues en su
artículo 2° se estipuló que “El Ministerio estará constituido por la Subsecretaría, los
Departamentos y las Delegaciones Zonales” (1971:1433) permitiendo un alcance hacia todos
los lugares de Chile, con el fin de descentralizar este tipo de iniciativas. Por esta razón, esta
iniciativa, además de ser descentralizada, debía mantener una unión conjunta con distintos
tipos de organismos. En el Artículo 4° se estipula que “Los departamentos serán los
siguientes: 1) De Planificación y Presupuesto. 2) De Relaciones Familiares. 3) De
equipamiento Social. 4) Administrativo. 5) Jurídico. 6) De Difusión” (1971:1433). Estos
trabajarían conjuntamente con otros Ministerios, los que se encargarían de monitorear y llevar
a cabo los planteamientos que se expresan en el proyecto. El Ministerio de Educación, de
Salud, de Vivienda y de Justicia tendrán roles protagonistas en la realización de políticas
destinadas al Ministerio.
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Las mujeres deben ser partícipes directa de esta iniciativa, la que se presenta como
novedosa y esperanzadora para las chilenas. Así lo precisó Allende al exponer el rol
protagónico que ellas tendrían en este Ministerio.
Quien más que la mujer puede entender lo que es la necesidad de ella y su familia. Quién más que la mujer puede saber que es cierto aquello de que nosotros hemos querido que cambie su existencia y que hemos buscado, por ejemplo, en el Ministerio de la Familia (…) la posibilidad de integrarla al núcleo de la existencia básica de la sociedad, lo material y lo espiritual. (Discurso Salvador Allende: Con las mujeres en Antofagasta, 8 de marzo de 1972:7)
Desde el discurso presenciado en Antofagasta, se torna necesario contemplar la
multiplicidad femenina para la comprensión de la discusión de este proyecto tan urgente. “No
es posible hablar de "las mujeres chilenas" en general porque su imagen cambia entre otras
cosas según el nivel socio-económico. El origen social influye en las distintas formas en que
se presentaron sus problemas, sus necesidades y sus relaciones familiares” (Federo, 1994:27),
siendo un factor determinante la fuerza con la que estas reformas entran hacia un sector
evidenciado en el proyecto político.
Debido al contexto en el que se encontraba Chile, esta y varias reformas más se
transformaron en blanco de críticas y de obstáculos para la promulgación de este proyecto de
ley. Así, la legislación se transformó en una discusión que presenció argumentos políticos
distintos en los que el gobierno se vio enfrentado. La Cámara de Diputados se encargó del
debate donde las fuerzas políticas hablaron en favor u contra; creándose una comisión que
estudió en profundidad el proyecto original que planteó la Unidad Popular. Desde allí, habla
la Diputada Demócrata Cristiana Wilna Saavedra: “Creo importante destacar que tanto el
ejecutivo como el Partido Nacional, éste a través del Diputado señor Monckerberg, como los
parlamentarios de la Democracia Cristiana, formulamos una serie de observaciones”
(Discusión Cámara de Diputados, sesión 23 en 1 de diciembre, 1971:1758). Estas estuvieron
ligadas a factores que esta comisión expresó con disconformidad al considerar incompleto lo
expuesto en la promulgación. Una de estas principales consideraciones se enfocó en la
ampliación del título que, desde la Democracia Cristiana, con la Diputada y el Diputado del
Partido Nacional, consideraron que excluía a un sector de la sociedad que significaba
fundamental. Desde ello, el Ministerio pasó a llamarse “Ministerio de la Familia y Desarrollo
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Social”, pues los principales ejes que abarcaba destinaban su trabajo a varias materias; “Las
comisión trató también de corregir algunos de los vacíos que observamos en la discusión
general del proyecto, (…) no habían sido muy considerados los trabajadores que van a formar
parte, fundamentalmente, del Ministerio (Discusión…1971:1959). Desde esta tribuna, los tres
tercios políticos hablaron al momento de generar el consenso necesario para lograr el acuerdo
en la publicación de este proyecto, el cual estuvo en constante redefinición de sus bases
producto de la disconformidad de la comisión que se creó para la reformulación de este.
La crítica que se le realizó al proyecto, estuvo a cargo del vacío que el proyecto inicial
había expuesto, siendo fundamental en la segunda tramitación, exponer y atender las críticas
que se le realizaron desde la comisión. Una de estas críticas fue la que se expuso
anteriormente, la que aludía a la ampliación del título, y otra crítica se enfocó en el concepto
de familia que la Unidad Popular había establecido, siendo considerado como vacío y sin
mayor contenido por la oposición, generando una lucha ideológica que se presentó en los
postulados de que el marxismo destruiría la familia chilena.
Una de las grandes críticas formuladas al proyecto enviado por el Gobierno era que no se había hecho una definición del concepto familiar. La comisión trató de corregir este vacío y, específicamente, la Democracia Cristiana presentó las indicaciones en este aspecto, entendiendo por familia al conjunto de personas unidas por el vínculo del matrimonio, del parentesco legítimo, natural o ilegítimo y la adopción. Asimismo, se define por familia el conjunto de personas que, a través de una convivencia estable, son reconocidas generalmente por familia en sus relaciones con la comunidad (Discusión…1971:1762)
Si bien la exposición del concepto de familia es el resultado de esta lucha ideológica,
la que dentro de su definición es bastante moderno para la coalición DC-PN, que al ser
sectores más conservadores abrazaban ideologías en favor del Matrimonio y otras
instituciones ligadas a la iglesia católica y a la perpetuación de la familia tradicional (Power,
2008). Sin embargo se dejó en claro que “el Estado deberá velar porque la familia pueda
realmente regularizar su situación, llevando su orientación a la obtención del matrimonio
legítimo” (Discusión…1971:1764) demostrando la prioridad con la que se debió abordar este
Ministerio, el que al ser de la Familia, debía velar por el resguardo de ella. Continúa el
Ministro de Justicia, Señor Cruz: “Nosotros sabemos que, no existe una familia realmente
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bien constituida y que la legislación, sólo se preocupa de un sector de la ciudadanía. Se
preocupa, precisamente, de la pareja humana unida al matrimonio” (Discusión…1971:1762).
Desde ello, la urgencia por crear condiciones efectivas que beneficien a todos los sectores de
la sociedad son fundamentales para generar un ambiente mucho más democrático, atendiendo
a aquellos sectores que la legislación había olvidado: el sector popular.
Las distintas formulaciones hacia los incisos fue la tónica constante hacia el proyecto
en cuestión. Desde allí, se agregó al artículo que corresponde al financiamiento, que para
“Establecer el fortalecimiento y bienestar de la familia, los que deberán ser estimulados por
los organismos públicos y también por los organismos de tipo privado, que son consideradas
como colaboradoras de las instituciones de carácter público” (Discusión…1971:1764), siendo
de tipo compartido, privilegiando siempre el aporte estatal.
Ahora bien, las distintas mujeres se insertaron en un proceso donde la incorporación al
trabajo debió ser un factor determinante al momento de proponer este tipo de leyes, pues tal
como plantea Pinto y Salazar, a partir de 1955 se comenzó a dar la expansión de la clase
media y con ella un incremento en el trabajo asalariado en mujeres que ingresaban al mundo
de trabajo en mayor cantidad (Pinto, Salazar, 2008). Así lo planteó el Diputado Monckerberg
(PN) al exponer que, “este proyecto otorga a las mujeres los legítimos derechos que tienen por
su condición de madres, de dueñas de casa y de trabajadoras, y les permite cumplir con
eficiencia su fundamental misión en el desarrollo social del país” (Discusión Cámara de
Diputados, sesión 23 en 1 de diciembre: 1772-1773), un factor no menor, pues el país venía
desarrollando procesos que hacían necesaria la incorporación de la mujer al ámbito laboral.
El proyecto en sí estuvo constantemente cuestionado por ser considerado como
paternalista y asistencialista por parte de integrantes del Partido Nacional y de la Democracia
Cristiana. Así lo planteó la Diputada Wilna Saavedra al exponer el rol que tuvo la comisión en
este trabajo, argumentando que este tipo de iniciativas debía beneficiar a la familia chilena y
no debía caer en el partidismo, el que sólo empañaría las verdaderas funciones que cada uno y
una desempeñarían en este proceso (1971). Desde allí, el proceso continuó teniendo una serie
de reformulaciones, enfocadas en la consulta que todos los organismos participantes debían
exponer para llevar a cabo un efectivo y buen proyecto que involucrara a toda la familia
chilena.
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Las discusiones que debió sortear este proyecto fueron variadas. “Aunque el
Ministerio de la Familia no se concretó con la rapidez que hubiera querido el gobierno, este
último intentó por otras vías asumir la problemática de las mujeres y la familia” (federo,
1994:72). Es así como el Ministerio se quedó como una iniciativa más propuesta por el
gobierno de la Unidad Popular.
3.2 Las voces del divorcio en Chile, exposición de los argumentos de la visión parlamentaria
Otra ley que involucró a las mujeres chilenas y que estableció los vínculos de ella en
sociedad fue la Ley de Divorcio. Esta, al generar el contrato de unión entre hombre y mujer
ayuda a visualizar las condiciones legales a las que atendía dicha ley. Si bien “el divorcio
vincular existe en Chile al menos desde el año 1925, época en que se generalizó la simulación
de la nulidad matrimonial por incompetencia del oficial civil” (Tapia, 2002:224), los intentos
por generar una separación efectiva de la Iglesia y el Estado en esta materia llevó a que hacia
1971se propusiera el octavo trámite legislativo en base a una ley de divorcio no basada en la
nulidad, sino en la separación efectiva de ambas partes. Sin embargo en Chile aún regían los
cánones eclesiásticos en materias de familia, generando un debate entre la institución
eclesiástica y de gobierno.
Cuando buscamos los principios que rigen esta ley, nos encontramos con un contexto
histórico completamente distinto al que en la década del setenta se presencia, pues esta ley fue
aprobada el 10 de marzo de 1884 y los intentos por legislar han sido variados, no obteniendo
un resultado favorable más que quedarse en el congreso como una iniciativa que no logra
concretar un acuerdo mayoritario. Valdés expone el contexto en el que esta ley se promulgó,
colocando énfasis en las condiciones que se observan en dicho periodo;
En términos jurídicos, por largo tiempo las normas republicanas chilenas no se desprendieron de los principios matrimoniales y de filiación religiosos heredados del período colonial. En este campo, resulta importante consignar que el Código Civil de 1855 no contempló la extensión del proceso de secularización al matrimonio y que transcurrieran casi tres décadas para que el matrimonio se transformara en un acto civil. En 1884 se promulgaron en Chile las llamadas “leyes laicas” (Valdés, 2007:4)
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La promulgación de estas leyes ayudó a generar el traspaso de poderes eclesiásticos en
manos del Estado, aunque en sí este proceso resultó ser complejo, ya que la existencia del
registro civil a nivel nacional no abarcaba a todos los sectores, los que mayoritariamente eran
de tipo rural, siendo una labor importante la de parroquias que se encontraban en haciendas
las encargadas de generar el vínculo del sagrado matrimonio (Valdés, 2007). El proceso fue
largo y la institución civil se encargó de entregar el alcance y generar este traspaso para
hacerse cargo de lo que la institución eclesiástica había tenido bajo su poder. Esta ley detalló
en sus artículos las formas de contemplar una unión civil en matrimonio y las distintas
posibilidades que existían para generar una posible disolución; desde ello, en el apartado
quinto Art. 19, sobre el divorcio, expresó: “el divorcio no disuelve el matrimonio, sino que
suspende la vida común de los cónyuges” (Ley S/N, 10 de marzo de 1884), por lo que en sí no
rompía con el contrato que unía a ambas partes, sino que sólo lograba estipular el cese de una
convivencia. Las principales causas que permitieron que este tipo de cese se concretara a
partir de lo expuesto en el Art. 21;
El divorcio procederá solamente por las siguientes causas: 1a Adulterio de la mujer o del marido; 2a Malos tratamientos graves y repetidos, de obra o de palabra; 3a Ser uno de los cónyuges autor, instigador o cómplice de la perpetración o preparación de un delito contra los bienes, la honra o la vida del otro cónyuge; 6a Negarse cualquiera de los cónyuges, sin causa legal, a vivir en el hogar común (Ley S/N, 10 de marzo de 1884) El hecho de que existiese un código civil para el matrimonio no significó en sí un
cambio mayoritario, pues “se trató más bien de un cambio de mano, de un traspaso del
matrimonio de la Iglesia al Estado, que no alteró de manera sustantiva los contenidos
normativos eclesiásticos” (Valdés, 2007:4), siendo fundamental el poder que la iglesia
continuó teniendo en aspectos legales tan importantes como lo es el divorcio.
Desde 1925 se intentó legislar en favor de un divorcio real que fuese beneficioso para
ambas partes. Las críticas se establecían a partir de la carestía que la legislación presente en
1884 estipulaba al no disolver el vínculo efectivo y no permitir que se volviera a concretar
nuevamente; solo una vez se podía acceder al matrimonio. A finales de la década del sesenta
se reiteró la necesidad de legislar sobre este asunto; “sin embargo, los partidos políticos que
tenían posibilidad de generar una fuerza social de apoyo, no asumieron dicho llamado y no lo
incorporaron como elemento aglutinador en las campañas electorales” (Federo, 1994:107). Es
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allí donde Salvador Allende argumentó sobre la necesidad de intervenir en materias de
legislación sobre divorcio, donde hay que entregar “protección a la madre soltera y a la madre
abandonada (…), ley de divorcio que contemple en primer término la protección de los niños.
Asimismo, debemos proteger a la mujer casada con alcohólicos agresivos” (Conferencia de
prensa Salvador Allende, Concepción 1972:7). Desde allí, por octava vez se intentó generar
cambios para así cambiar el código civil imperante.
Así lo estableció el proyecto expreso por Fernando Fueyo Laneri –abogado y
académico de la Universidad de Chile, especialista en derecho civil- ayudando a consolidar un
nuevo código civil que estipulara las garantías del matrimonio.
El artículo 102 del Código Civil se sustituirá por el siguiente: “El matrimonio es un acto jurídico familiar, destinado a la plena unión entre un hombre y una mujer, siendo algunos de sus fines vivir juntos, organizar y desarrollar de manera responsable una familia, y participar solidariamente en el progreso integral de la comunidad. El matrimonio se contrae de por vida; pero es disoluble por causas establecidas en la ley (Revista Paula N°85, Abril de 1971:92). Asimismo se estipuló que:
El matrimonio se disuelve por sentencia judicial cuando ha desaparecido la comunidad de vida espiritual y material que concierne a los cónyuges de acuerdo con la naturaleza de aquél, o la convivencia conyugal ha sufrido quebranto grave y definitivo, o es manifiestamente imposible o intolerante la prosecución de la unión respecto de los cónyuges y en el interés de la familia común (Revista Paula N°85, Abril de 1971:93).
El Código Civil vigente desde 1855, además de establecer las cláusulas existentes al
momento de establecer un matrimonio civil, estipulaba la capacidad que ambas partes
ejercían dentro de este tipo de vínculo se establecía según el papel que se le asignaba a las
mujer y al hombre en la sociedad. Con ello, se estipulaba que la mujer era incapaz ante la ley
de administrar bienes y quedaba supeditada al marido. A ello se le sumó la dificultad existente
para llegar a generar un divorcio total, lo que posicionó a la mujer en variadas desventajas con
respecto a este Código Civil vigente. Resulta importante mencionar que, además de haber un
proyecto que involucre un término completo del divorcio por ambas partes, se habló, no sólo
en este periodo, sobre la plena capacidad legal de la mujer casada. Si bien el debate por el
divorcio estuvo en constante formulación producto de los detractores que históricamente
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habían estado en desacuerdo, como lo es la Iglesia Católica y sectores más conservadores de
la sociedad (Valdés, 2007).
El proyecto impreso en el boletín N° 487-70-2, es el siguiente: Artículo 1°- Confiérese a la mujer casada la plenitud de sus derechos civiles y pónese término a su incapacidad para celebrar toda clase de actor y contratos. Queda abolida la potestad marital. El marido no es más representante legal de su mujer (Cámara de Diputados. Sesión 22, Ordinaria, en miércoles 27 de diciembre de 1972:1521).
La Diputada Demócrata Cristiana Wilna Saavedra dejó en claro la urgencia por
legislar en asuntos referentes a la plena capacidad legal de la mujer casada, realizando una
fuerte crítica a los plazos que se habían establecido no sólo en el periodo de la UP, sino que
en lo referente a la tramitación de una legislación que cambiara la realidad a la que miles de
mujeres se encontraban sujetas. Así lo explicó la Diputada a la Cámara de Diputados; “como
es de conocimiento (…), nuestro Código Civil (…), dictado hace 117 años, fue adecuado a
una época en que el papel de la mujer se circunscribía a la crianza de los hijos y a las labores
del hogar, compartidas estas tareas con sus deberes religiosos (Cámara de Diputados. Sesión
22, Ordinaria, 27 de diciembre de 1972:1532). Desde allí, la conciencia por legislar es
evidente y la urgencia se hace presente para avanzar en materia no sólo del divorcio, sino en
aspectos legales para consagrar la autonomía femenina estuvieron presentes en los tres años
de gobierno de la Unidad Popular.
Si bien es cierto, sectores conservadores estuvieron en contra de alguna de las
enmiendas hacia el Código Civil, coincidieron en que era necesario incorporar elementos que
beneficiaran a la mujer chilena, pues “si una mujer casada, aunque esté separada de hecho,
debe entablar una querella criminal o una demanda civil, necesita disponer previamente de la
autorización legal del marido” (Cámara de Diputados, Sesión 22, en miércoles 27 de
diciembre de 1972:1534), siendo un acto que atentaba a la vida de la mujer y de sus hijo e
hijas, por lo que se debía establecer la separación de estos vínculos en razón de la igualdad
jurídica de ambas partes. Desde ello, la única forma de establecer la disolución real del
matrimonio es por medio de la muerte de uno de los dos cónyuges, lo que trae consigo una
desprotección hacia las mujeres, pues el adquisidor de los bienes materiales son los hombres,
y las que se encargaban del trabajo doméstico eran las mujeres, no generando recursos para la
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adquisición de lo material (Saavedra, Sesión 22:1972). Otra de las problemáticas asociadas al
divorcio, se establecía al costo económico que terminaba siendo excesivo, siendo en la
práctica un fraude que solo ciertos sectores sociales podían tener acceso. “El acuerdo sobre la
nocividad de esa nulidad y la evidencia del elevado número de rupturas matrimoniales han
originado un interesante debate acerca de las bondades y las perversidades del divorcio”
(Tapia, 2002:224).
En materias legislativas, los avances se enfocaron a cimentar una nueva forma de
conceptualizar la unión del matrimonio entre mujeres y hombres. Si bien la Ley de Divorcio
estuvo menos debatida en el Congreso, sí se dio amplia discusión en aspectos de plena
capacidad legal hacia la mujer casada, encargándose de atender asuntos que colocaban en
desventaja a las mujeres; así la propuesta que define todo el proyecto en cuestión se estableció
en el Artículo 1719, donde “durante el matrimonio cada cónyuge administra su patrimonio
con entera libertad” (Cámara de Diputados, sesión 22, en miércoles 27 de diciembre de
1972:1526); sin perjudicar los bienes comunes, pues se concebía como una comunidad
conjunta en la que ambas partes debían velar por el cuidado no sólo de esta, sino también de
todos los la que la componen.
La Ley de Divorcio históricamente había estado sujeta a diversas críticas de sectores
políticos que se oponían a legislar en favor de ello. Si bien esta iniciativa no era propia de la
Unidad Popular, en los tiempos en los que se encontraba en boga la situación de las mujeres
en el mundo, la que lentamente ingresaba a nuestro continente. Legislar en favor de derechos
legales de las mujeres se centró en la necesidad de generar avances significativos. Y es así
como estas propuestas quedaron en el Congreso en la tramitación eterna.
3.3 Ley de Servicio Social Obligatorio
Otra de las iniciativas que se aprecian en el gobierno de la Unidad Popular, fue la
intención de colocar en marcha la Ley de Servicio Social Obligatorio, la que fue duramente
criticada y resaltó grandes comentarios no sólo de la oposición, sino también de partidarios
del propio gobierno popular. La iniciativa se propuso en base a las condiciones económicas en
las que el país se encontraba hacia 1972, donde el desabastecimiento y los constantes boicots
hacia el gobierno por parte de la oposición nacional e internacional llevaron a proponer ciertas
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iniciativas que ayudaran a llevar a cabo las propuestas legislativas. Esta propuesta, además de
gestarse en una tensión política y económica compleja, se vio ligada a la oposición de mujeres
que a finales de 1971 comenzaron a visibilizar su descontento en las calles de todo el país
(Power, 2008). En el marco de este proceso complejo se insertó esta iniciativa, que trajo
fuertes críticas en el Congreso.
El programa popular había propuesto la inserción de mujeres al área del trabajo y para
ello la implementación de Jardines Infantiles, iniciativa que venía desde el periodo de
Eduardo frei Montalva, debía implementarse con urgencia en nuestro país, para que así la
fuerza productiva femenina fuese efectiva. Debido a los problemas económicos que el país
atravesaba, Allende buscó instaurar soluciones para concretar las promesas que había
proclamado con respecto al ingreso de las mujeres al trabajo remunerado. En su discurso en
Antofagasta comentó a las mujeres la situación en la que se encontraba el país.
En las guarderías y Jardines Infantiles debería estar el millón 200 mil niños que tienen la edad de recibir esta protección. Para ellos, necesitamos, de acuerdo con los técnicos, una auxiliar por cada diez niños. Si hay un millón, necesitamos 120 mil auxiliares y por cada 50 auxiliares tiene que haber una Orientadora Parvulario, una maestra, una psicóloga y un médico. No hay posibilidad alguna de que Chile pueda pagar 120 mil auxiliares (1972:13)
Debido a las necesidades expuestas por el Presidente, se estableció la urgencia por
generar un mecanismo que llevara a la concreción de sus ideas, sobre todo con lo referente a
los Jardines Infantiles. “Así, pues he pensado en la creación de un Servicio Obligatorio de la
Mujer Chilena, de 18 a 21 años. La mujer soltera debería concurrir una vez en la vida; durante
tres o cinco meses a servir” (Discurso en Antofagasta, 1972:13), siendo importante el papel
que desempeña en momentos donde el país requiere de la urgencia de todos y todas para la
concreción del modelo socialista que se buscaba implementar. Además sería significativo para
las mujeres que realicen este servicio, el que realza el papel que les cabe en la sociedad según
el presidente Allende, donde la mujer que lo realice “va a aprender nociones elementales, se
vinculará a las guaguas y a los niños. Aprenderá cómo se preparan mamaderas, cómo se
cambian pañales, cómo se entibia el alimento” (Discurso en Antofagasta, 1972:13-14), por lo
que el Servicio Social Obligatorio preparará a aquellas muchachas que no tienen adquiridas
las nociones básicas de la maternidad, incorporándolas y preparándolas para este tipo de vida
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tan propia de ellas. Es importante destacar que en primera instancia el Servicio sería para
mujeres entre 18-21 años; luego se estipuló en la consulta popular, que la edad de ingreso
sería entre los 16-21 años. Comenta Allende;
Vamos a promover y tengo mis dudas, una Ley de Trabajo Obligatorio de la Muchacha chilena o quizás llamarla a un trabajo voluntario. La mayoría de mis compañeros se oponen al trabajo obligatorio. En cambio, soy partidario de esa idea, porque ya presenté un proyecto hace dos años, cuando entregué el proyecto de las salas-cunas y Jardines Infantiles (Discurso en Antofagasta, 1972:14).
La propuesta realizada por el gobierno en esta materia trajo consigo una novedad con
la que el presidente trabajó. Se propuso un programa popular, el que consistía en la consulta
en Centros de Madres y otras instituciones ligadas a mujeres, donde ellas tendrían la
oportunidad de decidir sobre el futuro de esta iniciativa. En los distintos Centros dejaron
folletos alusivos al proyecto, en donde aparecían los deberes de las mujeres que debían
realizar este servicio y los beneficios que traerían al país en sí.
Y es a ella a la que le ha correspondido el honor histórico de ser la primera en ser consultada (…) porque, por otro lado, el Servicio (…) significa incorporar masivamente a la mujer al TRABAJO COLECTIVO para solucionar los problemas que le afectan más directamente (Revista Eva N°1426, Septiembre de 1972:40) Una vez consultadas las mujeres, el proyecto podría colocarse en marcha en el
Congreso para su discusión. Desde la perspectiva de Salvador Allende, la iniciativa es
enriquecedora para el país, pues “qué bueno sería que estas muchachas ayudaran a subir a
bajar a los niños en los buses, mientras el hombre especializado maneje el bus que lleva gratis
a los muchachos” (Discurso Antofagasta, 1972:14), como parte de una de las labores que
debieran realizar al momento de ejercer este tipo de servicio.
Desde la discusión presente en el Congreso las críticas se hicieron presentes ante esta
iniciativa, la que no es originaria de nuestro país, ya que en España se llevó a cabo a mediados
de los años treinta. Desde las críticas, el Diputado del Partido Nacional, Gustavo Lorca,
argumentó en contra del proyecto:
Señor presidente, desde que el voto femenino nunca ha favorecido a los candidatos marxistas, especialmente a aquellos que en reiteradas oportunidades han postulado a la Presidencia de la República, han sido preocupación constante de estos sectores
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crear mecanismos a través de los cuales puedan reducir la voluntad de las mujeres y controlarlas de tal modo, que por una u otra forma, se logre al fin contar con su respaldo aunque este sea obtenido a través de la fuerza o por medio de la presión física o moral (Cámara de Diputados, Sesión 49, en 12 de septiembre de 1972:3192) Desde el argumento planteado por el Diputado, este tipo de iniciativas va en contra de
los valores y de la instrumentalización política que la Unidad Popular colocó en esta iniciativa
para así generar adeptas, tratándose de una utilización política en periodos de crisis.
Continúa;
Es probable que a los dos años de Gobierno (…), el propio Ejecutivo se haya convencido de que los efectos de las medidas que ha aplicado han producido tal colapso dentro del país, que estime con fundamentos que estamos en presencia de una verdadera catástrofe nacional, equivale a los desastres de una guerra (1972:3193).
Sus argumentos se basan en la proposición de este proyecto colocando atención en el
contexto en el que se llevó a cabo en España, cuando dicho país se encontraba en guerra y las
condiciones hicieron que las mujeres tuvieran este tipo de responsabilidades. Continúa; “la
solución no es el proyecto de ley que propone el Servicio Social Obligatorio, sino
simplemente, o que el Gobierno rectifique sus rumbos o se vaya, para que los chilenos puedan
emprender tranquilos la inmensa y sobrehumana tarea de reconstruir el país” (Cámara de
Diputados, Sesión 49, en 12 de septiembre de 1972:3193). Con esto, el proyecto solo viene a
entregar una carga a las mujeres que no les corresponde a ellas, sino más bien, se exhibe como
una solución que utiliza a las mujeres para solucionar crisis propias del gobierno.
Reiteramos (…) nuestra oposición a este proyecto, porque, (…) significa entregar a la juventud, obligatoriamente, el control de una oficina del Gobierno que nadie sabe por quiénes estará integrada, mientras no asaltan serias y razonables certezas de que por su composición la integrarán agitadores políticos encargados de concientizar y no educar (los profesores deben encargarse de este trabajo). (…) la experiencia nos enseña, que a un Gobierno marxista no es posible entregarle la mente de la juventud, porque la formación en el sectarismo, en la politización y en la lucha de clases, lo que significará ahondar mucho más las divisiones fratricidas que hoy separan a los chilenos (Cámara de Diputados. Sesión 49, en 12 de septiembre de 1972:3194)
La oposición política que acompañaba al gobierno en ese entonces, demostraba la
crisis que hicieron suponer en nuestro país, donde las mujeres también cobraron un rol
protagónico en contra del gobierno y de las reformas que se estaban llevando a cabo en ese
52
entonces. El movimiento de mujeres opositoras, reaccionarias en las calles con la marcha de
las cacerolas vacías, donde el temor se establecía hacia la concientización política, lo que
claramente no pertenecía al mundo de las mujeres (Power, 2008). La crítica se realizaba,
además de la concientización política, a la edad prematura en la que mujeres adolescentes
debían ingresar a este sistema, pues era una carga excesiva que no podía designársele
producto de la crisis que había generado la Unidad Popular. “A una niña de 16 años no se le
puede introducir, de improviso, en el conocimiento del manejo de hospicios, hospitales,
nutrición, salud y bienestar de la colectividad” (Cámara de Diputados, Sesión 49, en 12 de
septiembre de 1972:3193), pues esta era una labor propia de la educación donde profesionales
se encargaran de este tipo de trabajo, el cual no correspondía a mujeres en ese tramo de edad.
En síntesis, la lucha ideológica presente en los discursos entre la oposición y el
gobierno son el reflejo del momento histórico que se vivía en nuestro país. El temor a la
destrucción de la familia por parte del marxismo fue un argumento que la centroderecha dejó
en claro al momento de realizar la crítica a los proyectos que la Unidad Popular buscó
implementar. La imagen femenina entró en disputa al momento de situar el patrón cultural
que hasta ese entonces vivían las chilenas, siendo el sector de centroderecha el más ligado a la
Iglesia Católica, por tanto se buscó mantener la familia chilena ante cualquier adversidad que
ésta viva. Bajo esta misma línea, el proyecto sobre Servicio Social para las chilenas estuvo
marcado por la crítica partidista en el que la oposición se mostró reacia frente a una iniciativa
que era característica de un año difícil en materia económica para la sociedad.
53
Capítulo IV
LA CARACTERIZACIÓN DISCURSIVA DE LAS REFORMAS HACIA LAS MUJERES EN LAS REVISTAS PALOMA, EVA Y PAULA.
Socialización de la legislación propuesta por la UP
Como bien se estableció en el capítulo anterior, estas tres reformas propuestas por el
gobierno de la UP fueron incómodas para sectores políticos que veían en estas iniciativas un
sectarismo y una vulneración hacia el pensamiento y actuar de su propio discurso, el que no se
ligó a los planteamientos populares. Ello trajo consigo una compleja situación, donde la idea
de legislar en favor de ello se complejizó a tal nivel, que estas leyes quedaron estáticas en el
Congreso y no lograron su aprobación debido a la férrea oposición.
Estas tres reformas guardaron en sí misma la visión tradicional y patriarcal que se
estableció hacia las mujeres como sujetas sociales en una sociedad que buscaba encontrar la
forma de establecer las condiciones materiales efectivas para la realización de la justicia
social que tanto se había anhelado. Mujeres y hombres veían en ello una posibilidad de ser
oídos y ser partícipes claros como actores en el Chile de la década del setenta.
La conquista femenina en ámbitos que antes eran ajenos a su cotidianidad, significó
entregarle un espacio en una tarea fundamental en la sociedad: el periodismo y su influencia
en la transposición de ideas en un periodo histórico que posicionó la lucha ideológica que la
propia prensa ejerció. Así, las revistas femeninas Eva, Paula y Paloma socializaron a sus
lectoras sobre la contingencia nacional desde la línea editorial que caracteriza a cada una de
ellas. Tres revistas con focos distintos se encontraron en la pugna constante por la utilización
de la información hacia las mujeres de la época, las que en ellas veían un fiel reflejo de su
pensar, formulando la visión hacia la coyuntura de la época.
Este capítulo se encarga de estudiar en profundidad los discursos presentes en las
revistas femeninas en la Unidad Popular, atendiendo al rol que tuvieron como formadoras de
opinión con respecto a las propuestas que en el congreso se desarrollaban hacia las mujeres y
el futuro de ellas en nuestra sociedad. Por ello es necesario colocar especial atención a los
debates que se presentan en torno a lo femenino, para luego establecer cómo se propone el
ideal de mujer en el periodo aludido.
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Las revistas se transforman en el hablante de posturas políticas, que acorde a sus
postulados, enfocan sus argumentos hacia la construcción de la mujer chilena de la época
según la imagen que cada editorial reflejó sobre el rol y el papel que debían tener en la
sociedad. Esto se reflejó en el carácter del discurso que cada revista sostuvo en base a las
propuestas legislativas que el gobierno sostuvo.
4.1 El oficialismo en los medios femeninos: la revista Paloma y su visión sobre lo
femenino.
La creación de la revista Paloma en 1972 se centró en la necesidad de llegar a las
mujeres chilenas a partir de la prensa. Una revista pensada para ellas y con herramientas que
mezclaron la contingencia nacional, a través de la política, y la recreación. En cada una de sus
páginas quedó la evidencia el carácter oficialista que la revista buscó socializar en la
población femenina en Chile, la que nace en un momento complejo, no solo para el gobierno,
sino que para todo el país.
Esta tensión se vio reflejada en el carácter discursivo que la prensa denostó para
generar una postura en aquellos que utilizaron este medio como medio informativo. La tesis
gradualista y por vía electoral que llevó a la Unidad Popular tuvo sus detractores desde la
misma izquierda (Moulián, 2005), los que creyeron en la vía más reaccionaria como método
de victoria. En cambio, la conciliación y las reformas desde dentro fueron la tónica presente
en los discursos de la UP. Con ello, la propuesta que genera la revista Paloma deja en
manifiesto el carácter que el gobierno asumió al momento de ejercer la responsabilidad de
transformar, por la vía de las reformas a nuestro país.
La Editorial Quimantú estipuló las orientaciones que se llevarían a cabo en ámbitos de
periodismo, a partir de sus diversas publicaciones, no sólo hacia mujeres, sino también hacia
distintos sectores de la sociedad (a partir de un rango etario determinado), los que fueron
receptores claros de las propuestas de la UP. La revista Paloma dejó bien en claro cuál sería el
futuro de las publicaciones, las que guardaban estrecha relación con la propuesta gradualista
del gobierno.
...Mirando al horizonte… …en busca de la mujer… …y también del hombre…
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…porque de ellos nace la vida. Paloma encontró su alero, sus ideas y unidas tendrán siempre un destino: la pareja humana. Paloma busca el diálogo. Para dialogar se necesitan dos. Respondan a la voz de Paloma, a nuestra voz (Revista Paloma N°2, 14 de noviembre de 1972:2). Sin duda, una revista que buscó generar un debate de tipo más conciliador hacia las
distintas formas de abordar no solo las reformas enfocadas hacia la población femenina del
propio gobierno, sino también para la generación de la conciencia del rol protagónico que
hombres y mujeres debían tener en nuestro país. Así lo demostró el nombre y la imagen que
se presentó en su primer número, retrató a una mujer dejando en libertad a una paloma blanca
(Ver anexo N°1). Ello simbolizó el carácter pacífico que deja entrever la utilización de la
paloma, pero a su vez da a entender la liberación que significa para la mujer el gobierno de la
Unidad Popular. Así se posicionó la línea editorial de esta revista, la cual en cada debate
político posicionó una voz más consensuada y menos reaccionaria. Bajo esta línea discursiva,
oficialista, se trabajó la legislación destinada al público femenino, el que se encargó de
transmitir a chilenas y chilenos el estado y carácter de las posiciones políticas que se
encontraron en pugna.
4.1.1 Ministerio de la Familia
La presencia discursiva en la exposición de esta iniciativa en la revista Paloma buscó
llevar a cada hogar popular la propuesta que buscó solucionar los problemas que afectaron a
la población chilena en ámbitos de familia. En el Congreso se asumía que la iniciativa
generaría cambios significativos para la mantención de la familia y de la composición de
nuevas ideas que ayudasen a reformar y colocar especial atención en aquellos vínculos que se
debatían codo a codo con el cambio cultural que ingresaba lentamente. “La juventud hablaba,
en esos años, de "confianza, tolerancia, libertad y mutua satisfacción sexual; en vez de
respeto, abnegación y seriedad que eran los pilares" de las relaciones de pareja anteriores. Las
mujeres comenzaron a valorarse como personas” (Federo, 1994:54). Desde esta vertiente, la
reformulación del papel que le significaba a la mujer en la familia era fundamental y las
revistas se encargaron de observar estos fenómenos, los que se encontraban junto a los
problemas políticos y económicos del momento.
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La revista Paloma, al nacer en 1972, no logró ejercer su posición con respecto al
momento en el que este se presentó en marzo de 1971. Desde allí, su posición comenzó a
aparecer un tanto más tardía, pero no acallando sus intenciones de exponer la situación en la
que este proyecto se encontraba hacia la fecha. Así se tituló el extenso artículo que dio cabida
en la revista Paloma: “Las tribulaciones del Ministerio de la Familia” (Revista Paloma N°3,
12 de diciembre de 1972:6), aludiendo a la dificultad que el proyecto tenía en esos momentos.
El encabezado, referente a “las tribulaciones” dejaba de manifiesto el engorroso trámite que
significaba llevar a cabo una reforma que para la Unidad Popular se posicionaba con suma
urgencia, pues como se observó en la discusión que existió dentro del Congreso, esta tuvo
críticas hacia el proyecto original, el que fue acusado en múltiples ocasiones de ser partidista
e incompleto; y pese a la formación de una comisión encargada de corregir el proyecto inicial,
este a finales de diciembre de 1972, aún no encontraba una concreción para la ejecución de
este en el país. Así lo dejó en claro el reportaje que se presentó el 12 de diciembre en la
revista Paloma.
Hay cosas que nacen con el “pie derecho” y otras parece que les penara la mala suerte. Así le ha ocurrido al Ministerio de la Familia iniciativa que nació, además, en mal día. el Presidente de la República firmó el proyecto de ley respectivo y parece que hubiera sido una broma de inocentes, porque hasta ahora la iniciativa sigue su lento deambular en el Congreso (1972:7) Pero Salvador Allende supo que este camino no sería sencillo, pues el país se
encontraba en un proceso donde las disputas políticas se presenciarían en el Congreso y la
presión sería la tónica cotidiana de cada propuesta que se expusiera en nuestro país. En el
discurso realizado en Antofagasta, el 8 de marzo, se le consultó sobre el estado del Ministerio
y el alcance que podría tener este trámite, el cual llevaba más de un año en tramitación.
Expuso a María Cristina, la mujer entrevistadora:
Lamentablemente el trabajo en el Congreso por razones distintas, es más lento de lo que se quisiera frente al proyecto de tanta importancia como el que ha nombrado (…). Quiero dar un ejemplo: la extensión de la atención médica a la familia en el seguro de enfermedad, ley que presentara como Ministro de Pedro Aguirre Cerda, se demoró en ser despachada en el Congreso 10 años. La ley llamada de Accidentes de Trabajo (…), se demoró en el Congreso Nacional ¡26 años! Lamentablemente enviamos hace ya un año la Ley que crea el Ministerio (…). Yo pensé que esa ley iba a ser despachada en tres o cuatro meses; no ha sido así, pero he resuelto pedir la
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urgencia y no retirarla, de tal manera que haya del Congreso un pronunciamiento rápido, definitivo, positivo o negativo (Discurso en Antofagasta, 1972:8) Claro estuvo Allende al comprender que la tramitación sería lenta, pues la mayoría en
el Congreso no fue una aliada y la tramitación debido a la oposición fue una realidad
innegable. En la revista Paloma se hizo alusión a la situación en la que se encontraba tal
iniciativa; “la sabiduría popular dice que “no hay mal que por bien no venga” y la larga
tramitación de la iniciativa ha servido, según el ex subsecretario de justicia, Antonio Viera
Gallo, para que la idea sea mejorada. Negarlo sería politiquería” (12 de diciembre de 1972:7).
El carácter conciliador que tuvo este tipo de revistas llevó no sólo a mantener una actitud más
pacífica con las críticas partidistas que se realizaban dentro del Congreso y en los discursos
presentes en la prensa tanto femenina como masculina; por ende el reconocimiento que se
detalla hacia la labor que desempeñó la comisión compuesta por la Diputada Wilna Saavedra
(DC) y del Diputado Monckerberg (PN) son reconocidas como un avance que ha ayudado a
contemplar variantes que enriquecieron el proyecto inicial
En lo medular del proyecto en sí, se expusieron los propósitos que esta iniciativa
persiguió y los sectores a los que se beneficiarían, siendo el rol de la revista informar a la
población femenina la urgencia de esta iniciativa, ya que las mujeres son parte integral y es de
interés común en ellas conocer los beneficios que traería dicho Ministerio; “Junto al
tratamiento global de los problemas familiares, el proyecto aborda específicamente lo relativo
a tres sectores de nuestra población: los niños, la mujer y el anciano” (Revista Paloma N°3, 12
de diciembre de 1972:7); además se entrega la claridad de que no sólo se aborda a la familia
como entidad, sino que también se genera el avance hacia los requerimientos que la sociedad
exige en ámbitos de integración efectiva de la mujer chilena a la sociedad.
Este deberá facilitar la incorporación femenina al proceso productivo, al desarrollo Cultural y social y también a las organizaciones comunitarias. (…) El Ministerio deberá, también, valorar la situación de la dueña de casa, reconocer su condición de miembro de la población activa del país y promover su integración al sistema provisional (Revista Paloma N°3, 12 de diciembre de 1972:7) Con ello se deja en claro la posición que se asume al legislar en base a los sectores
desposeídos de la sociedad; atendiendo en primera instancia al seno de la familia popular y en
las mujeres, ancianos y niños; sectores olvidados que no han atendido la génesis de la
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diferenciación y se han mantenido ocultos. Esto se debió a la demanda que se produjo por la
incorporación de las mujeres al área productiva y la ampliación de los Jardines Infantiles para
lograr salir del hogar (Palestro: 1999), siendo un factor decisivo al momento de comprender
las reformas que se socializan con tanta vehemencia hacia la población femenina en nuestro
país.
4.1.2 El debate sobre el Divorcio
Legislar en favor de la familia chilena es un hecho que no genera una controversia tan
grande y fuerte como lo es hablar sobre divorcio, sobre todo si viene de una ley muy antigua,
como se expuso en el capítulo anterior. Las posiciones se cruzan y las diferencias se hacen
efectivas según la posición política, social y religiosa en la que se ubica, siendo el gobierno
popular proclive a la legislación de este apartado del código civil de 1855. El artículo presente
en la revista paloma se tituló “El matrimonio legal y religioso” ¿Legal o ilegal? (Revista
Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:20); con ello se buscó instaurar una conversación entre dos
actores históricos que han manejado el tema sobre el divorcio en chile: un abogado y un
sacerdote Se les consulta a las lectoras, sobre lo que significa el matrimonio en la actualidad.
¿Se siente verdaderamente casada? Esta es una pregunta que quizás no se han hecho muchas mujeres. Paloma conversó en esta oportunidad con un abogado y un sacerdote, y la validez del matrimonio está en la vigencia del amor. Son dos entrevistas que le harán pensar sobre lo que significa decir sí, y si ese sí es para toda la vida (Revista Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:1) La posición que adopta la revista es a favor de la disolución del matrimonio y de
legislar en este tipo de materia. Los argumentos que se presentan en esta materia, posicionan
lo que ya se deja claro en el cuestionamiento sobre si realmente la mujer se siente casada,
pues se cree que el amor es el vínculo que debe mantener unida a la pareja. Así lo expone el
Sacerdote Sergio Concha al exponer la visión existente desde el matrimonio religioso.
Citando al evangelio:
“Que lo que Dios una en la tierra, no lo separe el hombre”. Y durante mucho tiempo fue así. El cristiano aceptó la palabra, el texto divino. Pero las cosas han cambiado. Sobre todo para los jóvenes que desde hace tiempo lo están cuestionando todo. Incluso el matrimonio (Revista Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:21)
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El cuestionamiento se generó en base a los cambios que se venían produciendo en la
mentalidad de los jóvenes, los que cuestionando la institución del matrimonio, se plantearon
la posibilidad de utilizar la convivencia como mecanismo alternativo. El gobierno planteó la
urgencia por legislar a favor de una Ley de Divorcio, pues como demostró en su actuar desde
un comienzo, la vía del concubinato no era acertada. En el argumento de ello, la exposición
del Padre Sergio Concha, se intenta visualizar que la Iglesia ha posicionado un argumento
muy extremista, pero esto significó que el gobierno no estuviera en contra del matrimonio,
sino que con la idea de generar un vínculo disoluble en base al amor. Así habló el abogado
Hernán Larraín;
El abogado Hernán Larraín tampoco comparte la posición de los más jóvenes partidarios del “matrimonio sin libreta”. -es un atentado al orden jurídico de la nación, que requiere de ciertas normas. Habiendo dos personas juntas en cualquier parte del mundo, requieren de leyes, normas o reglamentos que regulen su convivencia. Robinson Crusoe no necesitaba de leyes porque estaba solo en su isla. Pero cuando ya hay un mínimo de dos personas, se precisa de ciertas normas. Y con mayor razón en el matrimonio, que no es otra cosa que una sociedad humana que se supone que se va a prolongar en el tiempo, que va a tener hijos (…). Y todo esto tiene que estar regido por leyes (Revista Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:23) La posición oficialista es clara; pues Paloma busca los consensos y en ellos existen
posturas que se han radicalizado al momento de tratar asuntos tan influyentes en Chile, como
lo es el matrimonio. Y es a partir de su posicionar regulador, es que se invita a reflexionar
sobre el carácter que tiene el matrimonio, desde la perspectiva religiosa y desde la legalidad
misma; cosas distintas que son materias de confusión. A partir de ello, no se busca terminar
con la institución matrimonial, sino que entregar conciencia a la población sobre el
significado y los costos que implican generar este tipo de vínculo. Continúa el diálogo entre
Paloma y el abogado Hernán Larraín:
Los jóvenes afirman que no creen en el matrimonio como institución reguladora de los sentimientos – le replicamos. -Los sentimientos no los regula nadie. La ley no rige intimidad de las personas, no le dice a nadie que se case con tal o cual persona, que tenga relaciones con ésta o con otra; no. Sólo interviene cuando la intimidad de las personas aflora al exterior.
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En buenas cuentas, se mete en el producto del amor (Revista Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:22) Lo que afirma el abogado está sujeto al derecho sobre los resultados que son un
concepto aparte de la realidad emocional a la que se expone el matrimonio en sí. La necesidad
de generar y establecer este vínculo de forma legal se vinculada a los hijos e hijas, que serían
el producto directo de la unión.
En todo caso, legal o religioso, el matrimonio tiene que tener como base el AMOR, y cuando éste desaparece la pareja debe plantearse un análisis de la situación y decidir, como sostiene el padre Sergio Concha, el futuro en forma muy honesta y responsable. (Revista Paloma N°14, 5 de mayo de 1973:23) En síntesis, el matrimonio debe ser disoluble en la medida que el acto del amor deje de
ser una característica existente en las relaciones de parejas. Mantener el orden jurídico de
estas relaciones significa mantener un control sobre los procesos judiciales y legales
correspondientes a la familia en Chile. Con ello, el proyecto en sí no atiende a necesidades
explícitas de la mujer, como lo es la plena capacidad legal, enfocándose en los requerimientos
de los jóvenes que ven en esta práctica una lejanía en la que ya no creen.
4.1.3 Servicio Social Obligatorio
Este servicio se presentó como una iniciativa que ayudaría a miles de mujeres a salir
de su hogar e insertarse en el mundo de lo laboral, para así romper con las brechas que han
existido entre hombres y mujeres. Así se presenció esta propuesta, la que en los Centros de
Madres expuso su condición y su carácter de democrático hacia las mujeres de distintas
comunas a lo largo de Chile. La iniciativa se planteó como buena, tal como se expuso en un
catastro realizado hacia finales de 1972, donde se comentó que: “Según la información oficial
sobre la consulta realizada a las organizaciones de base, el 77% de las mujeres se habrían
pronunciado en forma positiva. La consulta se realizó en 2.126 centros de madres y 329
organizaciones juveniles a lo largo de todo el país” (Revista Paloma N°9, diciembre de
1972:10), siendo estadísticas muy beneficiosas para ser un ante proyecto que involucró
directamente a las participantes.
Este ante proyecto de ley no se especificó en la revista Paloma con la magnitud que se
hubiese esperado. La información que apareció entre sus páginas es la que anteriormente se
61
comenta; y sobre el proyecto en sí, sus objetivos y horizontes, se extrañó claramente la
posición de las mujeres a cargo de entregar y visualizar este tipo de información hacia las
chilenas que eligieron a Paloma como su revista representante. A ello, se logró precisar, a
partir del diario “La Nación”, la voz de algunas mujeres que expusieron sus argumentos en
base a este proyecto. Carmen Gloria Aguayo aparece explicitando algunas especificaciones
sobre este proyecto:
La intención del proyecto era instaurar por ley que entre los 16 y 21 años de edad, las mujeres de todo el país obtuvieran conocimientos de tipo técnico-sanitario, social, de educación; a fin de que estos "pudieran ser volcados a la comunidad en sus diferentes aspectos." (Diario La Nación, 4 de julio de 1972: editorial)
Como plantea Aguayo, las mujeres debían encargarse de aprender conocimientos de
tipo social enfocados en la salud pública, educación, párvulos y otras áreas relacionadas con
estas materias. Así se precisó en un artículo expuesto en la revista Paloma titulado “La
importancia de una familia sana”, haciendo alusión a los conocimientos que las mujeres
debían aprender para poder ser partícipes de la revolución que se gestaba en nuestro país, en
los diferentes cursos que se estaban creando en Ex torre UNCTAD.
También hay alrededor de 30 alumnas estudiando para ser activistas de la Salud. Este es un curso destinado a formar mujeres que trabajen para la comunidad luchando por la salud de la población de su sector. Juana Piedras, de 55 años, que llegó ahí porque una vecina le dio el dato lo confirma. “Cuando llegué aquí me di cuenta que era muy bueno…: hace integrarse a la mujer” (Revista Paloma N°2, mayo de 1972:107).
La crisis económica que vivía para ese entonces el país, hizo recurrir a esta medida
para lograr desarrollar las medidas que se habían propuesto desde el gobierno, tal como lo fue
la integración de la mujer al área laboral. Por ello este proyecto resultó ser fundamental para
el gobierno, pues se avanzaría en materia de salud y educación en las distintas comunas con
más déficit en estas áreas. Así realizó el llamado Carmen Gloria Aguayo a la comunidad
femenina:
Las mujeres del pueblo sufrimos dos explotaciones una por ser proletarias y otra por ser mujeres...la liberación de la mujer sólo es posible cambiando esta realidad. Para esto es urgente y necesario que todas las mujeres nos integremos organizadamente
62
al proceso de creación de una nueva sociedad, más justa y solidaria. Las mujeres debemos tener acceso a todas las fuentes de trabajo, de educación, de progreso y participación activa en decisiones nacionales que comprometen nuestro futuro y el de la patria. Chile necesita imprescindiblemente a la mujer para alcanzar niveles más altos de desarrollo. Así lo ha comprendido el Gobierno Popular, el que aspira a que las mujeres nos incorporemos al trabajo productivo. Esto es, aquel trabajo que escapa a los límites domésticos y engrosa el caudal de la producción social. Para eso surge la iniciativa propuesta por el Gobierno Popular de crear el Servicio Social Obligatorio de la Mujer (Diario la Nación, 12 de septiembre de 1972:4).
La tan comentada liberación femenina fue atendida por el discurso de las mujeres
partidarias del gobierno, a partir de la necesidad de ingresar al trabajo productivo siendo
partícipes del proceso revolucionario que se vivía; “vamos mujer…Un rotundo NO a la mujer
objeto y un gran SI a la mujer activa y consciente de su papel” (Revista Paloma N°2, mayo de
1972:106), aludiendo a los talleres que se estaban implementando a distintas mujeres para el
aprendizaje de distintas materias relacionadas con costura, salud e higiene, educación y cursos
básicos de arreglos del hogar. Es por ello que se hacía el llamado a la colaboración, pues hay
que recordar que este servicio era gratuito y contaba con una jornada laboral normal. Es por
esto que una de las principales críticas que mujeres hicieron hacia este proyecto, al leer el
folleto y responder la encuesta de opinión que se dejó en cada centro de madres, pues “es
interesante constatar que una mayoría opinaba que los hombres también deberían cumplir este
servicio (Diario la Nación, 12 de septiembre de 1972:4), siendo una de las apreciaciones que
no se recogió en otros espacios como lo es en la revista Paula y Eva.
La acogida que se dio en este espacio de la revista Paloma fue precaria en cuanto a la
exposición del proyecto en sí. La posición que adquieren los medios oficialistas en base a este
proyecto advierte una suerte de liberación femenina al entregar la posibilidad de salir del
hogar e ingresar al trabajo social para fines de integrarse al proceso productivo
revolucionario.
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4.2 La oposición femenina en el medio periodístico. La tradición como fuente discursiva
en la Revista Eva.
Esta revista es una de las más antiguas que se perfilan en esta investigación. Ella al
nacer en 1942, se enfrenta a tiempos y concepciones del prototipo femenino muy distinto al
que experimenta la revista Paula y Paloma. A partir de ello, esta revista durante el gobierno de
la Unidad Popular, se caracterizó por ser profundamente conservadora por presentar una línea
editorial que buscaba mantener el orden tradicional de la mujer chilena, siendo mayormente
las lectoras de la clase social acomodada, que perseguían la ideología de la Democracia
Cristiana, donde los católicos deben trabajar por el bien común de todas las personas (Power,
2008), siempre manteniendo el rol que le era propio a las mujeres; encargarse del resguardo
de la familia y de no ideologización de las mujeres.
Su directora, Carmen Puelma, periodista de la Pontífice Universidad Católica de Chile,
se caracterizó por ser una opositora al gobierno de la Unidad Popular. La revista Eva funcionó
bajo su línea desde 1971 hasta 1973; siguiendo la expresión de su línea se le sumaron Raquel
Correa, Yolanda Montecinos, entre otras mujeres que compartían y solidarizaban con su
pensamiento conservador. Desde allí, se sumaron a la campaña opositora por derrocar y
deslegitimar al gobierno, entregando herramientas a la población femenina que criticó
duramente las reformas enfocadas hacia las mujeres en este periodo.
Una sombra de cierne sobre este tremendo poder femenino que ha nacido de la unidad y de la solidaridad entre mujeres: la política y el sectarismo, que han entrado a dividir y por lo tanto a debilitar a esta verdadera clase social postergada que tiene intereses comunes al margen de los políticos partidistas (Revista Eva N°1445, Junio de 1973:3) La conciencia hacia las mujeres se basó en ayudar en base a la fe y a las buenas
costumbres, fomentando el carácter no partidista de las mujeres, ya sea populares o de clase
acomodada. La revista Eva expuso y argumentó en favor de la tradición, entregando gran
tribuna a las mujeres que se movilizaron en contra del gobierno de Salvador Allende, las que
“fortalecidas en su certeza de que Salvador Allende significaba una amenaza para ellas,
indiferentes a los insultos y ataques, y convencidas de que el porvenir de Chile estaba en sus
manos, estas mujeres trabajaron hasta el último momento” (Power, 2008:166).
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Esta revista, que siguió entregando su postura y discursos a la sociedad, tuvo una
magnitud importante al momento de ejercer su contraria visión del rol de las mujeres y de la
política de corte socialista. A partir de su influencia, la sociedad tuvo acceso, a partir de esta
herramienta, a una revista que mantuvo el estereotipo tradicional de las mujeres chilenas en
una época en donde los cambios se avizoraban con gran magnitud.
Las chilenas hablaban sobre las ideas feministas que ingresaban al país en aquel
entonces. La revista Eva no se quedó fuera y planteó su postura con respecto al feminismo
que las chilenas comenzaban a familiarizar. Así, la revista Eva tituló hacia 1972: “¿El
antifeminismo de las mujeres chilenas?”, continuando su argumento en base a lo que el
feminismo significaría para nuestra sociedad.
Y la solución afortunadamente no va a nacer como un movimiento de protesta contra nuestros hombres, ni como revancha ni como feminismo. El despertar de la mujer chilena en forma masiva se anunció con una marcha. De protesta, pero contra una situación económica y política muy concreta. (…) Es el Poder Femenino que comienza a manifestarse y en la forma más positiva. Fue la reacción lógica para proteger primero su hogar, sus hijos y defender o apoyar a su hombre perseguido, incluso desviados en el terreno ideológico. (Revista Eva N°1440, diciembre/enero de 1972/1973:74)
La posición que adquiere Eva con respecto al feminismo que se desarrollaba en
Europa y EE.UU, entregó a sus lectoras una caracterización negativa sobre el feminismo
como movimiento histórico. El feminismo que se planteó desde este espacio, se ligó al
movimiento de mujeres opositoras que comenzó a finales de 1971 en la marcha de las
cacerolas vacías, siendo influyente en el antifeminismo que presentaron las mujeres en Chile.
Una vez precisada la línea editorial a la que esta revista perteneció en el gobierno
popular, se introducirá a abordar las leyes que se promulgaron, atendiendo al discurso
exclusivo que la revista Eva ejerció y socializó a miles de chilenas que adquirieron esta
revista como fuente de información y de entretención.
4.2.1 Ministerio de la familia
Concientizar a las mujeres sobre el papel que le corresponde a la familia en Chile fue
uno de los trabajos que con más extensión desarrolló la revista Eva. El reportaje que se realizó
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sobre la propuesta legislativa del Ministerio de la Familia, adquirió la modalidad de
entrevista. El reportaje se tituló “¿Para qué servirá el Ministerio de la Familia?” (Revista Eva
N° 1354, 16 al 22 de Julio de 1972). Esta entrevista se realizó a Carmen Gloria Aguayo,
futura Ministra de la Familia, perteneciente al MAPU. En la entrevista se refiere al proceso en
el que se encuentra el proyecto hacia la fecha.
Actualmente se está analizando en detalle. El trámite no ha sido lento, sino que está siguiendo el curso normal de toda ley. Aunque sé que demorará en salir más o menos unos tres meses, estoy satisfecha, porque no ha tenido ningún tropiezo en el Parlamento. Fue aceptado por unanimidad por todos los partidos (incluyendo a los de la oposición) y eso es algo realmente extraordinario” (Revista Eva N°1364, 12 al 22 de julio de 1971:39)
El interés por conocer los propósitos que el Ministerio de la Familia tendría sobre la
sociedad es fundamental para una revista que basa sus argumentos en el rol tradicional que las
mujeres deben cumplir. Desde esta vertiente, las preguntas se orientan directamente al futuro
de la familia chilena. Una vez argumentados los puntos que este Ministerio trabajará, surge el
cuestionamiento hacia la conservación hacia la familia, preguntándose sobre lo referente a la
solución de los distintos problemas que pudiese existir en el hogar. Continúa la entrevista:
“¿Recibirá algún tipo de asesoría para solucionar problemas de matrimonio, por ejemplo? - Se
trabajará, por lo tanto, por la unificación de la familia y para ello se realizarán campañas de
educación y existirán consultorios familiares” (Revista Eva N°1364, 12 al 22 de julio de
1971:44). Como el propósito fundamental del Ministerio se basó en la unificación de la
familia, los cuestionamientos hacia el Ministerio son de carácter políticos más que de una
crítica hacia la iniciativa en sí.
¿Es decir, el Ministerio se va a preocupar de solucionar los problemas de la familia popular solamente? ¿O también se va a ocupar de la clase media? El Ministerio se creará para servir a todos los chilenos y no a una clase determinada. Se le dará, es cierto, prioridad a la gente más necesitada, pero su acción no se limitará sólo a ellos. Antes que nada nos ocuparemos de la mujer, pero como ente integral dentro de la familia. (Revista Eva, N° 1364, 12 al 22 de julio de 1971:44). La entrevista a Carmen Gloria Aguayo buscó establecer el rol que el Ministerio
cumpliría en la sociedad, con los planteamientos que la revista destinaba a un público
determinado. Así se dejó en manifiesto al realizar una entrevista en la que se estableció el
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balance hacia 1972 en la revista Eva a distintas mujeres, donde una de ella es la Diputada DC
Wilna Saavedra;
Se me podrá decir que el Gobierno ha impulsado el proyecto del Ministerio de la Familia, La verdad es que la oposición tuvo que rehacerlo entero, porque la iniciativa de gobierno no daba respuesta a las inquietudes de la mujer. Creaba un organismo burocrático, paternalista (Revista Eva N°1440, diciembre/enero de 1972/1973:24).
Además de ser paternalista, el proyecto no se encargó de atender los verdaderos
intereses de la mujer chilena, los que entraban en pugna con las ideas venidas del extranjero,
donde se exigía una demanda justa sobre las mujeres en ámbitos de trabajo. Estos proyectos
son, “otorgar previsión a dueña de casa, crear jornadas parciales de trabajo, que den
posibilidades de un mayor número de mujeres de incorporarse a una fuente de trabajo”
(Revista Eva N°1440, diciembre/enero de 1972/1973:24). Si bien este tipo de reformas eran
necesarias, la oposición fue crítica y dura al trabajar la incorporación de elementos hacia el
avance legislativo. Sus propuestas se basaban en la continua reconfiguración de una las
iniciativas gubernamentales.
El Ministerio de la Familia fue visto por la revista Eva como una propuesta
interesante, la que no estuvo exenta de críticas ni de cuestionamientos reaccionarios hacia los
partidarios de la implementación de esta iniciativa. Si bien esta iniciativa tuvo una recepción
más cálida, fue porque representaba el credo que se practicaba desde el discurso ejercido por
las mujeres que escribían en este tipo de revistas, siendo la conservación de la familia la
protagonista de la sociedad chilena de la década del setenta, aunque el temor hacia la
destrucción de la familia estuvo presente en cada discurso de la revista Eva.
La mujer chilena no está ciega. Ve cómo se está suprimiendo la familia: allí el sectarismo intenta abrir surcos de odio. La mujer observa cómo se la está transformando en estatua de sol, sin que ella haya dado vuelta la cabeza, y se da cuenta. Con ojos asombrados, de que la destrucción de la familia derrumbará también la institucionalidad, el trabajo, el progreso, el espíritu de superación…y ante un panorama tan negro y sin futuro para su país. (Revista Eva N°1396, 28 de abril al 4 de mayo de 1972:8)
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El argumento hacia la destrucción de la familia y el hogar, se estableció en base a una
medida antidemocrática que afectaría a la economía de su familia, aludiendo a la pérdida de
trabajo del marido, y a las medidas reformistas que el gobierno en sí colocó en marcha. Con
esto, se expresó en reiteradas ocasiones la situación económica que el país vivió hacia 1972
debido al desabastecimiento.
4.2.2 El debate sobre divorcio
Como la familia se transformó en el núcleo central de la sociedad, desde el discurso
proclamado en la revista Eva, salvar esta entidad tan importante para la humanidad era la
tarea de muchos hombres y mujeres que en este periodo luchan contra el cáncer marxista y la
implementación del socialismo en Chile. Entre esta situación, bien interiorizó la revista Eva
este panorama político para hablar sobre el futuro del matrimonio. Desde estos postulados, en
la revista se preguntaron “¿Qué será del Matrimonio?” (Revista Eva N°1.362, del 2 al 8 de
julio de 1971:30) y desde ese cuestionamiento se realizaron intervenciones no sólo de las
propias periodistas que escribieron este artículo, sino que de aquellas voces expertas que en la
sociedad tienen un peso en la validez del discurso presente: la voz de los y las expertas. Bajo
estas argumentaciones se establece la unión de por qué el matrimonio seguirá estando
presente en nuestra sociedad, aunque el marxismo haya adquirido un papel tan importante en
la sociedad, como lo es la presidencia de la República.
El matrimonio perdurará porque… es la única unión estable en un mundo en el cual la movilidad tiene el primer plano: los lugares de trabajo cambian cada vez más a menudo, al igual que la cada, donde se vive. Únicamente la familia constituirá un punto de referencia seguro, para hombres y mujeres cada vez más desarraigados; éste es el parecer de muchos sociólogos (Revista Eva N°1.362, del 2 al 8 de julio de 1971:30).
Las profundas críticas que los jóvenes realizaron a la institución del matrimonio
fueron claves para fomentar un discurso que legitimara y buscaran incentivar este tipo de
unión como un determinante clave en la familia. Las críticas hacia el matrimonio no solo se
evidenciaban en el ámbito social, sino también institucional, pues las reformas legislativas así
lo expusieron durante este periodo. Tal como expone Margaret Power las mujeres de clase
acomodadas se oponían al gobierno de Salvador Allende, pues este iba a terminar con el
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núcleo central de la familia (2008), por lo que la preocupación de aquellas mujeres que
pertenecían a esta revista se enfocaba directamente hacia la continuidad de ella, diciendo no a
las reformas populares.
En el matrimonio se encuentra la única unión de complicidad afectuosa que un hombre pueda tener con un semejante. Únicamente en medio de la familia los niños crecen sanos psicológicamente, además de físicamente, la psicología moderna ha demostrado que, por lo menos los tres años, el niño tiene la necesidad de la madre, de su calor afectivo. Es por esto que la familia fundada en el matrimonio no podrá morir: es el parecer de muchos pedagogos de forma internacional (Revista Eva N°1.362, del 2 al 8 de julio de 1971:32).
El discurso prevaleciente, además de persuadir en este tipo de materias desde la
especificidad académica-científica, apela al daño psicológico que produce en las mujeres, las
que no han sido atendidas en estos aspectos tan fundamentales desde el gobierno en sí. Así se
vio con el Ministerio de la Familia, y se ve también con la propuesta enfocada hacia entregar
la plena capacidad legal a las mujeres y en legislar a favor del divorcio. Así, se plantea que el
gobierno genera en las mujeres una profunda crisis, tanto emocional como espiritual. “La
mujer es muy esquiva, y no quiere a un gobierno que no le dé seguridad, que le crea angustia,
preocupación por los hijos. No podría decir que ha habido, entonces, concretización de lo que
el gobierno prometió” (Revista Eva N°1440, diciembre/enero de 1972/1973:24). Las
inquietudes fueron claras y la negativa a un gobierno que destruiría la entidad familiar no
estuvo exenta de un apoyo discursivo clave como lo presenta la revista Eva, donde el
argumento central que llegó a miles de chilenas resaltó el caos de la destrucción del país y de
la familia chilena como puntapié para derribar el gobierno de turno. En consecuencia, el
acento de estableció en lo que tituló “El futuro de la familia y la pareja” (Revista Eva N°1333,
del 1 al 7 de enero de 1971:27) aludiendo a este incertidumbre que crea este tipo de gobierno
al no colocar a la familia y la voluntad de continuidad, proponiendo legislar en favor de una
ley de divorcio. Situación que bien se expuso en el título expuesto anteriormente, donde la
Antropóloga norteamericana Margaret Mead expone con certeza la situación en la que las
sociedades se ven envueltas producto del contexto político en el que el mundo se ve envuelto.
Desde el momento en que la sociedad toma conciencia de que el exceso de población amenaza a la especie humana, cualquier cosa es posible: inventar la
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píldora, legalizar el aborto, tolerar el homosexualismo. Antes, sólo se concebía para hombre y mujer la vida en parejas. La sobrevivencia de la humanidad dependía de la cantidad de niños capaces de llegar a edad adulta. Desde que la mortalidad infantil se controla mejor, podemos sacudirnos de la presión social que obliga a los individuos a vivir en parejas. Las mujeres no solamente no serán obligadas a tener niños, sino que serán alentadas a no tenerlos (Revista Eva N°1333, del 1 al 7 de enero de 1971:28)
El discurso protagónico a favor de la tradición y del rol que debe ejercer la mujer en la
sociedad, contrariando a aquellas tendencias que comenzaron a expandirse en la época,
demuestra la oposición clara que esta revista tuvo con la ideología socialista presentada por el
gobierno. Con ello, la familia y el vínculo existente entre la pareja es un factor determinante
en la conservación de la especie, y de la humanidad en sí.
4.2.3 Ley de Servicio Social Obligatorio
Bien quedó expuesto el bando político que representaba la revista Eva en base a la
familia y la visión que se tuvo de las mujeres y su rol en nuestra sociedad. Como bien expresó
el presidente Allende en su discurso, esta ley era exclusivamente para mujeres, y la consulta
popular se transformaba en la vía para consultar directamente a sus bases sobre el desarrollo
de esta.
El servicio social obligatorio fue duramente criticado por la oposición en el Congreso
y en las revistas que a partir de un discurso reaccionario dejaron en claro su posición
desaprobando este tipo de iniciativa gubernamental, dejando en claro la reacción titulando
como un “¡Exclusivo servicio Militar de la Mujer!” (Revista Eva N° 1387, del 8 al 14 de
diciembre de 1971:42). Como bien se especificó, esta Ley de Servicio Social Obligatorio
constó con un folleto de consulta hacia mujeres en los Centros de Madres de cada sector; en
esta descripción apareció gran parte de la información que contenían la revista Eva, siendo la
información de este folleto extendida a mujeres que ocuparon este medio como herramienta
de información. Citan: “Porque, por otro lado, el Servicio Social Obligatorio significa
incorporar masivamente a la mujer al TRABAJO COLECTIVO para solucionar los problemas
que la afectan más directamente…” (Revista Eva N° 1387, del 8 al 14 de diciembre de
1971:42), pues la promesa del gobierno popular de la integración de mujeres al trabajo era
una realidad presente hasta ese entonces. Pero las y los opositores no acallaron sus voces y
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expusieron la oposición clara a esta iniciativa, palabras que quedaron estampadas en la revista
Eva, pues el fuerte de su noticia involucra la descripción del proyecto y las argumentaciones
políticas.
En franca rebeldía se han declarado las disputas con que cuenta la Democracia Cristiana en la Cámara Baja, y pase lo que pasare se mantendrán en su posición. Banca Retamal, diputada por el Segundo Distrito de Santiago y Paula Toledo, representante de Valdivia, bastante decididas, confidenciaron que votarán en contra la idea de crear “el servicio militar” para la mujer, porque huele a concientización política (Revista Eva N°1387, del 8 al 14 de diciembre de 1971:42)
La concientización política se transformó en uno de los peligros inminentes para las
mujeres opositoras, las que en este periodo ya habían iniciado un movimiento en contra de las
políticas del gobierno en la llamada “marcha de las cacerolas vacías”. Bajo esta
contextualización mujeres de distintos sectores políticos expresaron su descontento; Adriana
Olguín de Baltra, partidaria de las ideas del Partido Radical comentó a la revista Eva en 1972,
en el balance realizado a fines de año. En él comenta:
En primer lugar no es un servicio voluntario, ya que en él se especifica claramente que es obligatorio, y que las muchachas que no o cumplen están sujetas a sanciones legales: no pueden dar su prueba de aptitud académica, no pueden inscribirse en los registros electorales; no pueden optar a cargos públicos; no pueden sacar carnet de chofer ni optar a becas de carácter nacional o internacional. El Presidente Allende había planteado este servicio hace ya algún tiempo, incorporándolo como un artículo dentro del proyecto de Guarderías Infantiles, como un servicio parvulario voluntario, que, curiosamente, tuvo el rechazo unánime de todos los partidos que hoy aún gobiernan (Revista Eva N° 1440, del 29 de diciembre al 4 de enero de 1972/73:25)
La crítica existente se basa fundamentalmente hacia la obligatoriedad del servicio, por
eso se caracterizó como servicio militar según la revista Eva, además las condiciones
efectivas que debían vivir las mujeres que no adherían a este eran duramente cuestionadas por
las mujeres de la centroderecha chilena. Continúa la Ministra Demócrata Cristiana Wilna
Saavedra…
Yo estoy de acuerdo con que el país sea consultado frente a los proyectos de ley. Pero no en este caso en que hubo una encuesta dirigida no a todos los sectores que
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podrían haber opinado, sino a algunos grupos que fueron seleccionados, sabiéndose la respuesta que iban a dar. Se dice que se encuestó a cerca de 2.000 centros de madres constituidos. Yo sé fehacientemente que el sector oriente de Santiago no fue consultado, como asimismo centros de madres de Maipú y muchos otros lugares. (Revista Eva N° 1440, del 29 de dic. Al 4 de ene., de 1972/73:25)
El proyecto es considerado partidista, pues la consulta se reduce a sectores populares
en esta consulta, por lo que la preocupación se enfocó hacia el carácter democrático que se
profesó en este tipo de consulta, pero que en la práctica no abarcó a todos los sectores
sociales. Adriana Olguín de Baltra argumenta que “Creo que en un balance se podría decir
que el 80 por ciento de las medidas de gobierno han sido negativas” (Revista Eva N° 1440, del
29 de dic. Al 4 de ene., de 1972/73:26), un balance, que sin duda deja en claro la impronta
que representa para las mujeres opositoras estas medidas gubernamentales.
El discurso presente en la revista Eva fue claro al momento de ejercer su dura crítica
hacia el proyecto que propuso la Unidad Popular de un trabajo social obligatorio para mujeres
desempleadas. Con ello, la comparación se realizó derechamente con el servicio militar para
hombres, pero que vinculaba a las mujeres no al servicio militar del mundo de las armas y de
la guerra, sino que al mundo del servicio asistencial.
4.3 De lo tradicional a lo moderno. El discurso presente en la revista Paula respecto a lo
femenino en Chile.
Paula nace en 1968 en un contexto político, social y cultural influyente y característico
de la década del sesenta, donde la Guerra Fría apoderada del mundo comenzaba non solo a
ejercer su influencia política, sino que también trajo consigo fuertes cambios culturales en los
que la influencia de las nuevas generaciones, cansados de la tradición, buscaron derribar
estructuras que parecieron ser inamovibles. Desde allí, esta revista quiso ser partícipe de estos
cambios, donde el movimiento hippie había impulsado temas de amor más libre; exigiendo la
masificación de la píldora anticonceptiva, hablando sobre aborto y el juicio hacia el
matrimonio (Federo: 1994) se impusieron como temáticas que poco a poco fueron siendo
abrazadas por una sociedad que expandía sus horizontes culturales hacia nuevas visiones
72
menos dogmáticas. Así en los números siguientes al primer lanzamiento de la revista, se
expuso:
Paula parte (…) con muchas ínfulas y entusiasmo. El extraordinario éxito que hemos tenido ha sido como un espaldarazo y un tremendo estímulo para superarnos, para llegar cada día a más mujeres con una revista mejor. Quisiéramos ser el fiel reflejo de lo que es la mujer chilena (…). Ser cada día más veraces, más realistas, más profundas, más sinceras en la búsqueda de su identidad Quisiéramos ser cada día más abiertas al cambio, no resistirnos a la innovación de cualquier orden, no aniquilarnos, no contentarnos con lo ya alcanzado, no aferrarnos a lo establecido (Revista Paula N°7, enero de 1968:3).
Fue fundada por Jorge Edwards Eastman, hermano del dueño de El Mercurio Agustín
Edward. La editorial de la revista Paula estuvo marcada por postulados de tipo liberal, por lo
que la forma en la que se construye el relato es opositor a la ideología socialista al promulgar
la libertad individual y el derecho a la propiedad privada como planteamiento fundamental de
su ideología.
Su directora Delia Vergara contó con un equipo innovador a cargo de Malú Sierra y la
escritora Isabel Allende, las que ya asimilaban y atesoraban estos postulados que ingresaban a
nuestro país. “Así pues, Paula aterrizaba en un tiempo de esperanza loca, ilimitada, sin frenos,
propicio en todos los planos” (Puz, 2008:247), por lo que su publicación fue controversial y
no estuvo exenta de críticas.
El contexto en que nace la revista Paula trajo consigo una visión mucho más amplia de
temas controversiales que se gestaban en Chile como lo fue el debate que se gestó sobre
divorcio, constitución de la familia y de la apertura cultural que se evidenció en las mujeres
chilenas, siendo clave su discurso al momento de estudiar las reformas que la Unidad Popular
impulsó. Se caracterizó por ser una de las revistas pioneras en desatar temas tabúes para
Chile: “con nosotras cada reclamo femenino no pareció, como antes, una blasfemia individual
intolerable. Encarnamos una rebelión de mujeres que hizo trastabillar el rol del hombre, y que
quiso terminar con la subordinación de la mujer al hombre” (Puz, 2008:249), siendo la voz
femenina de las lectoras el principal foco de discusión que en la revista se pudo encontrar.
Ellas podían ser parte del debate que cada vez aparecía en los distintos números que la revista
sacó en circulación.
73
La revista Paula, a pesar de tener entre cada línea una reacción efusiva hacia la
condición que las mujeres vivían para ese entonces, no adhirieron derechamente hacia ideas
feministas, donde abiertamente en la revista se hacían llaman “antifeministas”, lo que en Chile
era una realidad que no solo se evidenció en el discurso de la revista Paula. En una sociedad
naciente en ideas de liberación femenina, el Feminismo desde el punto de esta revista se
comprendió como el machismo, pero en este caso de la mujer al hombre. “No se trata que la
mujer luche contra el hombre sino que con el hombre por una sociedad que está en constante
movimiento en la cual ella es parte fundamental” (Revista Paula N°49, Junio de 1971:87),
desde allí, la mayoría de las mujeres se declararon antifeministas bajo estos argumentos.
A pesar de los postulados que denostaron el cambio cultural, esta revista pertenecía a
una línea editorial mayormente vinculada a ideas de Centro derecha, siendo El Mercurio el
diario con el que compartían sus ediciones.
4.3.1 Ministerio de la Familia
La creciente influencia feminista que ya tenía un gran recorrido en Europa y en
EE.UU, dejó en evidencia su ingreso a partir del discurso presente en la revista Paula, siendo
la reivindicación y la toma de conciencia femenina una de las orientaciones claves que esta
revista dejó entrever en cada una de sus publicaciones.
El Despertar femenino ha sido muy lento. Durante siglos permaneció sometida al hombre: a su padre, a su hermano, a su marido, a su hijo. Pero desde fines del siglo pasado empezó a tomar conciencia de su posición en el mundo y comenzó a luchar por sus derechos. Desde entonces ha estado alerta a los cambios que se operan en la humanidad y exige ser reivindicativa (Revista Paula N°62, mayo de 1973:86).
Al hablar sobre el Ministerio de la Familia y la propuesta que se propuso desde el
gobierno, la revista Paula realizó una extensa entrevista a Carmen Gloria Aguayo, la cual
expuso en su titular: “Carmen Gloria Aguayo: Una Ministra para hacer feliz a la mujer”
(1971:96). La conversación en extenso que se gestó junto a la futura ministra deja en
evidencia la identidad que las mujeres expresaban en el discurso presente en la revista.
Estará a cargo del futuro Ministerio de la Familia destinado a buscar las soluciones de los principales problemas de la familia y en el especial de la mujer. Carmen (…), que pronto tendrá su séptimo hijo, será la segunda “ministra” que haya habido en
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Chile y desde el Ministerio de Protección de la Familia se convertirá en uno de los “hombres fuertes” del Gobierno. (…) tiene todas las condiciones del político nato, más aquellas otras que sólo puede tener una mujer, que además es madre de seis niños…y que espera el séptimo. Inspira confianza (Revista Paula N°44, enero de 1971:96)
La importancia que se le atribuye a Carmen Gloria Aguayo está ligada a su rol como
madre, siendo ese un atributo fundamental para dar cuenta del conocimiento sobre maternidad
que puede expresar en la dirección de un Ministerio de esta envergadura, apelando a la
confianza que tiene debido a la cantidad de niños que ha criado. A su vez, se masculiniza el
rol de la política al denominarla como un “hombre fuerte del gobierno”. Continúa la entrevista
preguntándole sobre la forma en la que su esposo ha sobrellevado el trabajo que su mujer
desempeña en la política.
Reconoce que él la ha ayudado mucho, sobre todo no obstaculizando su trabajo ni exigiéndole que sea una maravilla como dueña de casa. “Eso sí –dice- que es igual a todos los hombres chilenos. Llega, se sienta y se pone a mandar. Según ella, esta característica del chileno ha sufrido ya muchas modificaciones y ahora cambiará todavía más porque el hombre tendrá que entender que cooperar en el hogar no significa simplemente dar la plata para la comida. Aunque dice que no es feminista, luchará por ese cambio de mentalidad machista de nuestros hombres a través de su ministerio de la Familia” (Revista Paula N°44, enero de 1971:96).
La lucha contra el machismo, y la emancipación de las mujeres desde el antifeminismo
es una característica que desde el Ministerio de la Familia debía ser tratado por la futura
Ministra, pues tal como se expresa desde su experiencia, la dualidad que debían vivir mujeres
que ingresaban al trabajo estaba entre este y su hogar como plantea la revista Paula “Las
mujeres hemos tenido que trabajar duro para lograr ser consideradas a la misma altura que los
hombres. Durante siglos, la imagen femenina era sinónimo de una tranquila esposa, dedicada
exclusivamente a velar por la comodidad del marido y a criar chiquillos” (N°62, mayo de
1973:86); por ello el Ministerio de la Familia sería una entidad beneficiosa para las mujeres.
La revista Paula fija sus argumentos en la posición desventajosa que las mujeres han
debido asumir a lo largo de su historia. La legislación es beneficiosa, pues genera un
acercamiento hacia la tan anhelada liberación que tan comentada resultó ser en este periodo.
La preocupación está en manos de la familia popular -tal como se expresó en la revista
75
Paloma- pero también en la mujer de clase media. Adriana Padín comentó la difícil situación
en la que mujeres de esta clase deben sobrellevar con respecto a la situación dentro de su
hogar.
Hace notar que la mujer de clase media está a veces en peores condiciones que la mujer de clase obrera porque debe además que mantener una apariencia de bienestar que en la mayoría de los casos no tiene (…).” Vienen entonces los problemas de falta de armonía, las separaciones. Además –dice Adriana Padín- la mujer no sabe educar a sus hijos porque no conoce la realidad exterior” (Revista Paula N°44, enero de 1971:99).
La preocupación se establece sobre la mujer y su familia, pues al no permitírsele estar
acorde a los requerimientos de una sociedad en movimiento, con ella fuera del hogar; la
educación de sus hijos/as se ve restringida al entorno de las cuatro paredes; postulados claros
que aparecen dentro de las disposiciones que buscó tener este Ministerio, pues la unificación y
solución de los problemas familiares son el blanco principal de este organismo.
No sólo Carmen Gloria Aguayo tuvo una cabida dentro del discurso expuesto, sino
que también la Diputada Wilna Saavedra presente en este debate existente sobre la
importancia que se otorga al Ministerio, el cual apareció en 1973 en la revista Paula como un
“otro bullado proyecto de ley” (N°62, mayo de 1973:90), debido a la demora y tramitación
parlamentaria que ha tenido, siendo su tercer trámite constitucional hacia la fecha.
Wilna Saavedra polemiza al respecto y establece que, al proyecto original, le fueron introducidas una serie de modificaciones tan fundamentales como la de darle participación a la familia, definir el concepto de familia, la necesidad de otorgarle previsión a la dueña de casa como trabajadora activa (Revista Paula N°62, mayo de 1973:90).
La conversación sostenida con la diputada Wilna Saavedra se dio en el marco de un
periodo de agitación política, donde el país se encontraba en una crisis económica agudizada,
siendo las reiteradas acusaciones hacia el gobierno fueron la dura realidad que debió enfrentar
la Unidad Popular.
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4.3.2 El debate sobre divorcio
La controversia que abarcó esta ley desde el debate que se presenció entre las distintas
posturas políticas y eclesiásticas hizo de esta, una discutida ley que afectó directamente a las
mujeres debido a las penas que debían enfrentar al momento de divorciarse. A esto se le sumó
la incapacidad legal que las mujeres debían enfrentar al momento de contraer matrimonio. La
revista Paula se encargó de generar este debate, donde “opinan a favor: –autor del proyecto- y
en contra José Miguel Ibáñez, sacerdote, doctor en filosofía y crítico literario, bajo el
seudónimo de Ignacio Valente” (Revista Paula N°47 abril de 1971:92), el que además
cumplía funciones como columnista del diario El Mercurio. Desde allí, Paula también
introdujo el debate en voz de un sacerdote y un abogado para tratar el divorcio en Chile.
La crisis por la que el matrimonio atravesaba era una realidad que a todas luces
avizoraba el plano cultural en el que lentamente se comenzaba a situar. Así lo expuso Paula al
retratar esta realidad donde “un promedio de diez matrimonios distintos cada año terminan
mediante la nulidad, sin contar los innumerables casos de divorcios y separaciones”, cifra que
afectan a todos los miembros de la comunidad familiar; continúa Paula: “Diez mil niños sin
hogar son aprehendidos por carabineros. Otros miles carecen de toda influencia familiar.
Centenares de matrimonios llevan una vida sin perspectivas”. (Revista Paula N°44, enero de
1971:99). Esto indica el vuelco que se le debía dar a la institución del matrimonio en Chile.
La postura que toma la revista Paula sobre la necesidad y urgencia de legislar en favor
de la una ley de divorcio, está vinculada al contexto sociocultural que atravesó la sociedad del
setenta.
Nuevamente el divorcio está en el tapete. En el parlamento se discute el octavo proyecto de ley sobre la materia, presentado ahora por el Ejecutivo sobre la base de un proyecto elaborado por el profesor de Derecho Civil Fernando Fueyo Laneri. (…) Aprobado en Italia, en este momento Chile es uno de los cuatro a cinco países en el mundo civilizado, donde no existe una legislación sobre el divorcio. De existir, cambiaría nuestra legislación sobre matrimonio civil en forma fundamental (Revista Paula N°47, abril de 1971:94)
Lo que intenta exponer la revista Paula sobre la urgencia de legislar, se vincula al
atraso en cuanto a una verdadera ley de matrimonio civil, que a la fecha no se ajustaba a los
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cambios producidos en una constante sociedad en movimiento. Con esto, el solo hecho de
hablar sobre divorcio significó hablar sobre la tradición arraigada en la sociedad chilena. Así,
“el proyecto (…) ha vuelto a desatar la antigua polémica entre divorcistas y antidivorcistas, y
PAULA ha abierto tribuna para que ellos expongan sus posiciones por considerar que es un
asunto que interesa muy especialmente a las mujeres” (Revista Paula N°47, abril de 1971:94).
Claramente el debate sobre el divorcio afectaba derechamente a las mujeres chilenas, al ser la
más desposeída por su condición tanto material, como cultural. En este sentido, “casi un 80%
de las mujeres en edad de trabajar a cambio de un salario, eran dueñas de casa, y las que
tenían posibilidades efectivas de acceder a cargos de importancia se encontraban reducidas
dentro de ese casi 3% que poseía un nivel educacional (Palestro, 1999:329), por lo que el
ingreso económico de muchas mujeres dependía directamente del marido.
El debate país es retratado en la revista Paula con las características de informativo, en
primera instancia entregándole a todas las y los lectores la propuesta de Laneri y una pequeña
reseña histórica de lo que ha significado hablar sobre divorcio, argumentando que es “un
objetivo de moralidad pública”, puesto que en la década del 30 ya formaba parte del debate.
“Desde hace muchos años que se intenta reemplazar el fraude de las nulidades por el divorcio
legal (…) Pero la oposición cerrada de la Iglesia Católica ha impedido que las nuevas
iniciativas presentadas desde esa época hasta ahora hayan podido fructiferar” (Revista Paula
N°47, abril de 1971:94). Cuarenta años después, la posición de la iglesia católica continuó
siendo fundamental al momento de posicionar en la sociedad una ley como la es la del
divorcio.
Ahora bien, expone Fueyo Laneri lo que significa el proyecto en sí, entregando las
razones de porqué se torna necesario legislar en esta materia.
Existe en Chile un divorcio sin disolución de vínculo, conocido también como “separación de cuerpos” o “suspensión de la vida en común”. Se trata de un sistema engorroso al que muy pocos acuden, ya que las causales que hay que aducir son siempre escandalosas. Además es una legislación muy anticuada (Revista Paula N°47, abril de 1971:95)
Ahora bien, la farsa que significa esta separación de cuerpos, se suma a la nulidad, la
que significó un costo económico enorme para aquellos que recurrieran a ella. Además se
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debía recurrir a la utilización de testigos falsos. Pero como la oposición de la Iglesia Católica
es una voz fuerte, el sacerdote José Miguel Ibáñez expresó sus inquietudes sobre la ley de
divorcio como representante de la institución eclesiástica. “No se trata de estar “contra” el
divorcio, dijo, sino que estamos “por” el matrimonio. “Por” el amor indisoluble y la
indisolubilidad de la familia. Estar contra el divorcio es, pues, una consecuencia” (Revista
Paula N°47, abril de 1971:96). La firmeza del amor y de la familia son los pilares motores de
la sociedad, siendo las adversidades que pueda atravesar la familia un hecho por el cual se
debe luchar, y para ello no necesariamente se debe recurrir a una ley de divorcio. La
conversación continúa junto a Paula…
Paula: ¿Y qué pasa cuando la gente deja de quererse? ¿Cuándo dos personas no pueden seguir viviendo juntas? Ibáñez: Existe la separación Pero una ley de divorcio que se supone viene a ayudar a estos dos casos dramáticos, hace un daño muy difícil de medir a una cantidad de matrimonios que no están en esa situación. Introduce un germen de inestabilidad. Con la ley continúa (…) se fomentan posibles divorcios que podrían haberse resuelto de otra manera. Incluso se afecta el comportamiento de los que van a casarse (Revista Paula N°47, abril de 1971:96).
Hacia 1973 la situación parlamentaria sobre el Divorcio se encontraba estancada, tal como las iniciativas pasadas este continuó en el mismo estado.
Según afirma Wilna Saavedra, “ahora hay conciencia de legislar al respecto y no seguir con el fraude legal que representa la nulidad”. Wilna puntualiza que el divorcio debería usarse como última alternativa y que “es necesario hacer labor preventiva: educar primero, agotar los medios para la reconciliación antes que el Tribunal los autorice o lo sentencie. La nulidad actual sólo está al alcance de las parejas con medios económicos y se ponen como causales una serie de mentiras paras las que recurre a testigos falsos (Revista Paula N°62, mayo de 1973:88).
La voz de la Diputada DC logra expresar lo que significa esta ley para algunas
posiciones no tan extremas como lo es la de la Iglesia Católica o de partidarios de discursos
de ultraderecha como se plasma en la revista Eva, donde la posibilidad de legislar es nula,
aunque la labor principal es mantener el vínculo para evitar que este se concrete. La voz de la
Iglesia Católica es más radical en cuanto a la posibilidad de la existencia de esta, ya que “Una
ley de divorcio fomenta los matrimonios a prueba, los ensayos. Y esto no es una idea mía sino
una realidad comprobada estadísticamente. En los países en que se ha dictado una ley de
79
divorcio se ha visto una progresión considerable de matrimonios deshechos” (Revista Paula
N°47, abril de 1971:96). Por otra parte, la ex parlamentaria Radical, la que en su periodo
durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, argumentó en una entrevista realizada en la
revista Paula, que “algunas mujeres creen que por el hecho de existir una ley de divorcio van
a perder al marido” (Revista Paula N°56, octubre de 1972:65). Miedo que se les infundió a las
mujeres para fomentar la oposición a esta ley.
Los argumentos que expone la revista Paula ayudan a sintetizar la fuerza con la que
operó la oposición de la Iglesia Católica desde su posición más radical, contrastando las
posiciones entre la voz de mujeres que encuentran en esta ley una forma de reivindicar
derechos hacia las mujeres chilenas.
4.3.3 Ley de Servicio Social Obligatorio
Paula dedicó un número especial en 1973 para hablar sobre “la nueva legislación que
favorece a la mujer”. Entre sus líneas encontramos las leyes más influyentes que se han
discutido en los años de gobierno hacia la fecha, estando presente la visión que se generó
desde la revista hacia la Ley de Servicio Social. “La mujer debe estar alerta a la nueva
legislación que se está cocinando. Decididamente ésta favorece en todos aquellos postulados
que antiguamente tenía validez, pero que la vida moderna ha dado de baja por obsoletos y
clasistas” (Revista Paula N°62, mayo de 1973:86). Con esta nueva legislación que se dirige a
las mujeres chilenas Paula genera un canal informativo sobre los principales postulados que
atiende este proyecto, para luego entregar una tribuna a las voces más influyentes de la
política femenina de la época. El proyecto se presenta a la comunidad Paula bajo los
siguientes postulados:
El Servicio Femenino Obligatorio es un proyecto que ha tenido mucha resonancia pero que todavía no ha sido enviado al Parlamento para su discusión, puesto que antes de hacerlo fue presentado en centros de madres y otras organizaciones de todo Chile para que dieran su opinión al respecto (Revista Paula N°62, mayo de 1973:90)
A pesar de tener una revista femenina que nace bajo una línea editorial conservadora,
la revista Paula logra tener una cierta autonomía que desarrolla un debate mayormente
balanceado con respecto al extremismo que planteó la revista Eva. Eso se puede observar en
80
la visión que se establece sobre el Servicio, el que se traduce en un Servicio Femenino
Obligatorio, mientras que la Eva lo plasma como un Servicio Militar para mujeres. Esto se
desarrolla gracias a la línea inicial que plantea Paula sobre lo que significa ser una revista
femenina que atiende las críticas que con ímpetu se realizaban a la tradición.
Por este motivo se está estudiando toda una nueva legislación que la favorece. Facilita su labor como dueña de casa, abre nuevas perspectivas a sus hijos, reglamenta sus relaciones con su marido. En resumen, por fin se ha tomado conciencia de la importancia que tiene la mujer dentro de la sociedad y se está tratad de darle una mejor cabida en este problemático mundo que nos rodea. (Revista Paula N°62, mayo de 1973:86)
Bajo este contexto argumentativo, el discurso de la revista Paula no expone una
oposición drástica hacia la cooperación que debe existir por parte de mujeres hacia el trabajo
gratuito para entregar una ayuda al país en el momento crítico que atravesaba, pues como
plantea el proyecto, “se lo ha impulsado como la posibilidad que tendrán las chilenas de
participar en el desarrollo económico y social de nuestro país” (Revista Paula N°62, mayo de
1973:90), siendo beneficioso para las mujeres, las que en ese entonces se encontraban entre
las cuatro paredes de su hogar. En un reportaje realizado en 1971 sobre la ocupación del
tiempo libre existente en las mujeres, se dejaron al descubierto los intereses que presentaron
las mujeres al momento de ser consultadas.
Varias confesaron que les gustaría ocupar su tiempo libre trabajando y muchas –más de lo que podría suponerse- mostraron interés por dedicarse a hacer el bien: rehabilitación de alcohólicos, atención de retardados mentales y de niños en situación irregular, ayudar en las poblaciones modestas. (Revista Paula N°44, enero de 1971:91)
Como la mayoría de las mujeres no desempeñaban labores remuneradas y la idea sobre
la realización de labores fuera de su hogar, pues las mujeres debaten a diario entre la
multifacética identidad que se incorpora en el discurso de la revista Paula. “Esposa –dueña de
casa-madre-trabajadora-conejillo de indias de la creciente incorporación femenina al mundo
laboral, necesita desaflojar tensiones y reencontrarse a sí misma” (Revista Paula N°44, enero
de 1971:91). Para Paula la tensión política no se transformó en un foco primordial en el
81
discurso que ejerció, puesto que la mujer y la búsqueda de su liberación fueron los principios
motores de cambio.
El Servicio Femenino Obligatorio tuvo dos voces femeninas presentes en la política.
Nuevamente Wilna Saavedra y Carmen Gloria Aguayo encontraron un lugar favorable en la
revista Paula, entregando su opinión ante este proyecto.
La idea, calificada de buena por Wilna Saavedra (aunque opina que ahora hay problemas de confianza ya que “se consultó solamente a sectores adictos al gobierno y el proyecto se ideó con el fin de concientizar al sector femenino a través del servicio”. Carmen Gloria Aguayo opina, en cambio, que se trató de una experiencia excepcional. “Por primera vez en Chile se consultó a las mujeres sobre un ante-proyecto de ley. El 77 por ciento de las respuestas fueron positivas y se consultó a 160 mil mujeres, desde Arica a Magallanes” (Revista Paula N°62, mayo de 1973:86).
El Servicio Femenino Obligatorio no fue una idea propia de Salvador Allende, y claro
lo deja la revista Paula
El proyecto nació de una vieja idea del Presidente Allende, sacada de un servicio semejante que existe en España (desde 1937) pero que es más flexible que el chileno (…) Esta idea la trajeron desde Cuba y se fabricó un cuadernillo explicatorio, con un cuestionario que fue contestado en conjunto por todo el grupo y no en forma individual. (Revista Paula N°62, mayo de 1973:86)
Es fundamental explicitar que el proyecto riguroso que se plantea a partir de este
Servicio Femenino viene desde Cuba. La idea originaria no es propiamente tal del gobierno
popular, ya que viene apoyada de una idea de sus aliados ideológicos como lo es la isla
Cubana. Esto es fundamental para comprender la razón por la que la oposición y la visión de
Wilna Saavedra se basaron en la ideologización política de las mujeres en base a un proyecto
que a todas luces no es propia de Chile.
En síntesis, los discursos de estas tres revistas difiere el uno del otro en base a los
horizontes estratégicos que cada una de ellas deposita en su interior. Paloma por una parte,
busca desarrollar y buscar un consenso en Chile demostrando el comportamiento que el
82
propio gobierno popular había ejercido al momento de llegar al poder de forma democrática;
siendo una “vía chilena al socialismo” y no una lucha armada como se expresó en el caso
Cubano. Por otra parte, la caracterización de la revista Eva estuvo en manos de una tradicional
forma de concebir a la mujer y a los roles que ella debía desempeñar en nuestra sociedad,
vinculándose a los postulados de una extrema derecha que acompañó en todo momento a
estas mujeres en post de una oposición femenina fuerte en Chile. Y la revista Paula, al ser un
medio liberal, basó sus argumentos en la naciente liberación femenina que en la década del
sesenta resurgía con fuerzas, después de haber pasado un periodo donde la agitación y
visibilización femenina había sido menor. Con ello se encuentran tres argumentos diversos,
fuertes y claros, con tres orientaciones que buscaron persuadir y generar conciencia en la
mujer chilena de la época.
83
CONCLUSIÓN
La representación de lo femenino en Chile durante el siglo XX se ha construido a
partir de una variedad de voces y discursos compuestas por elementos que han mantenido
ciertas estructuras sociales correspondientes al rol de las mujeres. Estos discursos enunciados
por actores políticos y eclesiásticos han entrado en pugna con el movimiento femenino que a
comienzos del siglo vino a cuestionar la hegemonía y visiones impuestas hacia las mujeres
hasta ese entonces. A esto se sumó el contexto histórico cultural que en occidente se venía
desarrollando, donde cuya expresión en nuestro país se evidenciaba a partir del ingreso de
nuevas tendencias en moda, música y en diversos cánones que se van posicionando en la
sociedad, los que se logran evidenciar con mayor fuerza a partir de la década del sesenta.
En los años sesenta hubo una gran liberación en el arte, la música y la forma de vestir; llegaron a Chile el bluejeans, la minifalda y la música de los Beatles. Las mujeres se integraron activamente a la organización social, sindical y al campo laboral. No obstante, fueron bombardeadas por la televisión (inaugurada en Chile en 1962) y otros medios de comunicación, que reforzaron a través de la propaganda y los programas los papeles asignados tradicionalmente a las mujeres: esposa, madre, dueña de casa y objeto sexual (Federo, 1994:14).
En este contexto los medios de comunicación presentaron una diversidad en cuanto al
público y a las posturas políticas que se presentan. Esto generó un auge en los discursos que
se masificaban mediante estos canales informativos, los cuales se gestaron con mayor fuerza
durante el gobierno de la Unidad Popular debido al contexto político que se vivió en Chile y
en el extranjero. Desde allí, tres revistas femeninas, Eva, Paula y Paloma, son las principales
voces dirigidas a las mujeres de Chile, cada una diferente de la otra en su línea editorial y
postura respecto a lo que significa el ser mujer en el Chile de la UP. A partir de esto resulta
interesante entender a estas revistas como agestes socializadores del quehacer femenino, el
cual adopta importancia a la hora de considerar los antecedentes que se plantean desde los
distintos discursos presentes en Eva, Paula y Paloma, ya que su despliegue en la sociedad,
respecto a los sujetos a los que dirige su atención, hace notar la capacidad de incidencia en la
conformación y movilización de idearios sobre los roles de las mujeres en distintas materias
que este tipo de medio logra trabajar dentro del conjunto social.
Estas revistas buscaron constituirse como los medios que entregarían el reflejo de la
realidad de las mujeres en nuestro país. Cada una de ellas y a partir de sus propias líneas
84
editoriales, entregaban a sus lectoras ciertos criterios que buscaban configurar un perfil
femenino en ese entonces. Gracias a este medio, los contenidos que se encontraban en su
interior posibilitaban los roles correspondientes a las mujeres cuyo papel se condiciona al ser
mujer-madre y esposa. Esto se evidencia a partir de los temas que cada revista trata,
generando un consenso sobre el papel que las chilenas deben jugar en la sociedad, tal como lo
es la maternidad, la belleza y el amor. Desde allí, el juego que realiza el discurso resulta
esencial para comprender lo femenino, pues “hacer el análisis histórico el discurso del
contenido y hacer de la conciencia humana el sujeto originario de todo devenir y de toda
práctica son las dos caras de un sistema de pensamiento” (Foucault, 2011:24). Bajo este
planteamiento, las revistas suponen un agente movilizador de lo femenino en cuanto a la
construcción social, la que es regida por relaciones de género establecidas y naturalizadas, lo
que se logra observar en la consideración que se tiene desde el gobierno, pues se les considera
como políticamente eficaz y económicamente útil bajo criterios jerárquicos en la posición que
se da en las labores de la sociedad.
Las revistas también atendieron al foco de gobierno que proponía una legislación
innovadora en materia femenina, pues se buscó integrar a las chilenas al proceso de cambio
que nuestro país vivía al legislar en base a un Ministerio de la Familia, una ley de divorcio y
el Servicio Social Obligatorio. El rol que jugó la mujer chilena, para el gobierno en el marco
de la legislación del periodo, se enfocó en los conocimientos que tenían en base a las
necesidades de la familia, según su rol natural dentro de ella, ya que al estar mejor
preparadas, a partir de una concepción histórica-cultural de su rol en la sociedad; tal como lo
fue la iniciativa del Ministerio de la Familia
La función socializadora de lo femenino, por parte de las revistas, no se ejerce de
manera uniforme. Prueba de esto fue el manejo que se dio de parte de las revistas, y la
reacción de las mujeres a la iniciativa de gobierno del Servicio Social Obligatorio, donde
existió una pugna en el discurso debido a las diferencias políticas que se aprecian a partir de
esta propuesta. Ésta supuso conferir un rol dentro del espacio público –como fuerza
productiva auxiliar – al momento de situarlo como un trabajo de tipo no remunerado. Dicha
ley debe enmarcarse en un proceso de tensión entre los bloques políticos del país, donde la
constante presión, supuso una respuesta por parte del gobierno al mover a las mujeres, que
85
para ese entonces, no habían presentado una aparición protagonista del país. Palestro (1999)
argumentó en base a una integración condicionada de la mujer entre 1964-1973 al
posicionarse en aspectos políticos de integración sólo en periodo de elecciones y en
momentos de crisis económica, siendo instrumental la participación de las chilenas en el
proceso productivo, el cual mantuvo los roles jerárquicos de género a través del orden
patriarcal.
Con respecto a la urgencia de legislar a favor del divorcio en Chile, el tratamiento que
se generó en torno a esta idea se relacionó con un discurso más bien reservado desde la
discusión y exposición parlamentaria. Si bien la UP consideró que debía existir una ley
verdadera sobre divorcio en Chile, las representaciones que se vivieron dentro del Congreso
estuvieron en manos de Diputados y Diputados ligados/as a la Democracia Cristiana y al
Partido Nacional. Desde allí, legislar en favor de un divorcio como tal no se evidenció desde
el discurso del gobierno. La discusión estuvo en manos de partidos políticos que velaban por
la moralidad y la conservación de la familia, situando el divorcio como una instancia extrema
de disolución del vínculo matrimonial que sostiene el conjunto de la sociedad, y por
consiguiente, la nación.
La lectura institucional basada en la propuesta legislativa ayuda a concretar el
producto político que va configurando la realidad sociocultural de las mujeres en Chile, la que
además presenta un consenso con respecto a los roles presentes en las revistas mencionadas.
Si bien sus diferencias ideológicas dejan en claro su oposición u oficialismo hacia el gobierno,
las condiciones culturales de las chilenas no son cuestionadas en las revistas femeninas. La
revista Paula, al ser un medio más liberal y al haber surgido en un contexto histórico
específico, atendió la temprana liberación de la mujer como sujeto individual, dando cuenta
de la nula exposición sobre el carácter político de las chilenas desde el aspecto colectivo. Si
bien sus temas son controversiales, no se invita a las lectoras a participar del proceso que
logre situarlas en un aspecto productivo distinto al de sus labores históricas, ni culturalmente a
la transformación efectiva de las condiciones sociales en las que se mantienen. El caso de la
revista Eva, su mirada se dirigió al orden estructural de la imagen femenina y en la oposición
radical hacia el gobierno, por lo que su reacción choca con la imagen femenina que propone la
UP, siendo defensora de la tradición y del orden patriarcal, al mantener lazos cercanos a los
86
planteamientos de la Iglesia Católica y al discurso propiamente tal de este, el cual se basa en
la moral y en las buenas costumbres. Y la revista Paloma, por su parte, deja clara la postura
oficialista que buscó situar estas reformas como principal motor de cambio femenino a las
condiciones materiales que las chilenas vivían, que claramente resultaban ser un avance en
materia legislativa, pero que culturalmente no alejó su mirada de la tradicional forma de
concebir a las mujeres.
Entonces, la construcción social de lo femenino durante la UP se caracterizó por ser un
producto político donde distintos discursos en pugna se aglutinan en una dirección según sus
cánones en la representación de lo femenino. Esto se evidencia en la exposición de las tres
leyes propuestas por la UP, y en las líneas editoriales que presentan las revistas femeninas. A
partir de ello, la influencia que estos discursos proporcionan en las y los receptores logra dejar
en evidencia que también responde a un orden de producto social, debido a los filtros, tanto
del gobierno como de las revistas, que tienen como receptoras a mujeres y a su rol como tal.
Con ello, el patriarcado continúa ejerciendo su mano invisible con la que históricamente ha
operado, buscando estrategias para mantenerse vivo en el tiempo y generar la jerarquización
de los roles entre las mujeres y los hombres en nuestro país, siendo los discursos los que van
reproduciendo este tipo de estructuras.
Ciertamente el estudio de lo femenino, en tanto constructo social e histórico, requiere
de un análisis que permita identificar los elementos que se conjugan cuando este constructo
opera. Este análisis requiere de la seriedad para dar cuenta de los contextos y medios en los
que se hace presente, puesto que este constructo ha ido cambiando en el tiempo y ha
encontrado formas de reinventar las vías y contenidos que sustentan dicho proceso, en base a
la hegemonía que constituye los cánones femeninos de hoy, encontramos criterios de su
construcción pasada. Esto ayuda a situar la importancia que requiere al estudiar los discursos
que operan en nuestra sociedad en las distintas esferas de la sociedad, dejando en claro que
este trabajo es un punto de partida para otros cuestionamientos en base a esta temática y el rol
en los medios, o en la línea de la continuidad con el periodo de la Dictadura Militar.
87
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91
ANEXOS
Anexo N°1: Portada inaugural de la revista Paloma en 1972
92
Anexo N°2: Portada revista Paula hacia 1971
93
Anexo N° 3: Imagen sobre la mujer en la revista Eva.
94
Propuesta
Legislativa
Presentación
Proyecto
Discursos y discusión
parlamentaria
Revista Eva
Revista Paula
Revista Paloma
Observaciones
teóricas
Ministerio de
la familia
“Art. 1: Procurar
la integración y
desarrollo del
grupo familiar. 2)
Promover la
incorporación de
la familia a las
organizaciones
sociales”
(Cámara de
Diputados,
sesión ordinaria
N° 22,
1971:1433).
“Art. 4°: se
estipula que “Los
departamentos
serán los
siguientes: 1) De
Planificación y
Presupuesto. 2)
De Relaciones
Familiares. 3) De
equipamiento
Social. 4)
Administrativo.
5) Jurídico. 6) De
Difusión”
(1971:1433)
Discursos Salvador
Allende
“Un sistema injusto,
dificultan la cohesión y la
solidaridad familiar. La
familia popular no ha
tenido un papel
protagónico en el proceso
social y ha sido siempre un
agente pasivo de los
acontecimientos”
(Discurso Cámara de
Diputados, 22 de marzo de
1971:1432)
“Quien más que la mujer
puede entender lo que es la
necesidad de ella y su
familia. Quién más que la
mujer puede saber que es
cierto aquello de que
nosotros hemos querido
que cambie su existencia y
que hemos buscado, por
ejemplo, en el Ministerio
de la Familia” (Discurso
Salvador Allende: Con las
mujeres en Antofagasta, 8
de marzo de 1972:7)
Discusión Cámara de
Diputados
“Una de las grandes
críticas formuladas al
proyecto enviado por el
Gobierno era que no se
había hecho una definición
“Se me podrá decir que
el Gobierno ha
impulsado el proyecto
del Ministerio de la
Familia, La verdad es
que la oposición tuvo
que rehacerlo entero,
porque la iniciativa de
gobierno no daba
respuesta a las
inquietudes de la mujer.
Creaba un organismo
burocrático, paternalista”
(Revista Eva N°1440,
diciembre/enero de
1972/19 3:24).
“La mujer chilena no
está ciega. Ve cómo se
está suprimiendo la
familia: allí el sectarismo
intenta abrir surcos de
odio. La mujer observa
cómo se la está
transformando en estatua
de sol, sin que ella haya
dado vuelta la cabeza, y
se da cuenta. Con ojos
asombrados, de que la
destrucción de la familia
derrumbará también la
institucionalidad, el
trabajo, el progreso, el
espíritu de
superación…y ante un
panorama tan negro y sin
futuro para su país”
(Revista Eva N°1396, 28
“Carmen Gloria
Aguayo: Una Ministra
para hacer feliz a la
mujer”
“Estará a cargo del
futuro Ministerio de la
Familia destinado a
buscar las soluciones
de los principales
problemas de la familia
y en el especial de la
mujer. Carmen (…),
que pronto tendrá su
séptimo hijo, será la
segunda “ministra” que
haya habido en Chile y
desde el Ministerio de
Protección de la
Familia se convertirá
en uno de los “hombres
fuertes” del Gobierno.
(…) tiene todas las
condiciones del
político nato, más
aquellas otras que sólo
puede tener una mujer,
que además es madre
de seis niños…y que
espera el séptimo.
Inspira confianza
(Revista Paula N°44,
enero de 1971:96).
“Wilna Saavedra
polemiza al respecto y
establece que, al
proyecto original, le
fueron introducidas
“Las tribulaciones del
Ministerio de la
Familia”
Hay cosas que nacen
con el “pie derecho” y
otras parece que les
penara la mala suerte.
Así le ha ocurrido al
Ministerio de la
Familia iniciativa que
nació, además, en mal
día. el Presidente de la
República firmó el
proyecto de ley
respectivo y parece que
hubiera sido una broma
de inocentes, porque
hasta ahora la
iniciativa sigue su
lento deambular en el
Congreso (Revista
Paloma N°3, 12 de
diciembre de 1972:6)
“Este deberá facilitar la
incorporación
femenina al proceso
productivo, al
desarrollo Cultural y
social y también a las
organizaciones
comunitarias. (…) El
Ministerio deberá,
también, valorar la
situación de la dueña
de casa, reconocer su
condición de miembro
de la población activa
Este cruce de
información
evidencia la visión
cultural patriarcal
que se establece en
relación a las
mujeres al vincularse
a la familia chilena
como destino de la
mujer (Palestro,
1999). El
reconocimiento
desde la institución y
desde el discurso de
las revistas
anteriormente
mencionadas, dan a
comprender la
producción social y
cultural de lo
femenino, siendo una
forma de
reproducción de una
realidad
determinada. A esto
se le suma la
comparación con el
hombre al cumplir la
labor que Carmen
Gloria Aguayo
realizaría en el futuro
Ministerio de la
Familia. Esta forma
de supeditar a la
mujer está ligado a
las formas de
adaptabilidad del
patriarcado en el
Anexo N°4: tabla de análisis.
95
Anexo N°4: tabla de análisis (Continuación)
del concepto familiar. La
comisión trató de corregir
este vacío y,
específicamente, la
Democracia Cristiana
presentó las indicaciones
en este aspecto,
entendiendo por familia al
conjunto de personas
unidas por el vínculo del
matrimonio, del parentesco
legítimo, natural o
ilegítimo y la adopción
(Cámara de Diputados,
sesión, en 1 de diciembre
de 1971:1762)
de abril al 4 de mayo de
1972:8)
una serie de
modificaciones tan
fundamentales como la
de darle participación a
la familia, definir el
concepto de familia, la
necesidad de otorgarle
previsión a la dueña de
casa como trabajadora
activa” (Revista Paula
N°62, mayo de
1973:90).
del país y promover su
integración al sistema
provisional” (Revista
Paloma N°3, 12 de
diciembre de 1972:7)
tiempo (Varela,
2005).
96
Anexo N°5: Discusión Parlamentaria sobre el Ministerio de la Familia en 1971
97
Anexo N°5: Discusión Parlamentaria sobre el Ministerio de la Familia en 1971 (Continuación).
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