8/17/2019 DEMASI_ La Evolución Del Campo Político en La Dictadura
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Carlos Demasi: La evolución del campo político en la dictadura.
En: AA.VV. La dictadura civico-miliar Uruguay 1!"-1#$. E%&.
'ontevideo.
(resentación
Este capítulo se propone recuperar algunos aspectos de la evolución política de la dictadura,
desde la etapa decisiva de su instalación hasta los inicios del gobierno de J.M. Sanguinetti1. Si
bien la reconstrucción de los acontecimientos es una tarea que ya se ha emprendido2 y pueden
responder a las preguntas sobre lo que paso, queda todavía una parte importante sin
respuesta, especialmente aquella que busque eplicaciones a algunos de los resultados m!s
llamativos del periodo.
"ara responder a estas preguntas parce adecuado plantear el intento de reconstrucción del
pasado desde el nivel simbólico, y desde allí seguirle la pista a un con#unto de conceptos y
símbolos que cambian de sentido a lo largo del periodo. Este ob#etivo no es novedoso$ y ya
han aparecido publicaciones en las que se reali%a un an!lisis cuidadoso y cada ve% m!s a&inado
de los aspectos que involucran a la ideología, pero se echa de menos la descripción de los
mecanismos que articulan la transición de una 'poca a la otra.
(a tarea tiene algunas di&icultades etra. )unque las palabras que encierran los conceptos no
han cambiado, por si mismos los conceptos carecen de sentido univoco y permanente* por eso
se los ha comparado con camaleones que adoptan el color de su entorno discursivo. "or lotanto, es necesario encontrar una metodología de an!lisis que permita reconstruir las
variaciones del sentido de aquellos conceptos, un ob#etivo comple#o si pensamos que el
tiempo +considerado como decurso y el nivel simbólico +en cuanto a es&era de la realidad no
se complementan tan &!cilmente. En el plano simbólico el tiempo no eiste y todo se presenta
al an!lisis como si &uera eterno, pero entonces los cambios de 'poca aparecen marcados por
una inversión radical de los sentidos que ocurren &uera de la vista del observador.
"or eso este capítulo se ha organi%ado en torno a tres e#es, que tambi'n &uncionan como
herramientas eplicativas- la democracia en sus mltiples dimensiones, los partidos políticos
como agentes relevantes y el tempo como marco ordenador. El concepto de /democracia0 esconsiderado en di&erentes dimensiones* ya sea anali%ando sus de&iniciones cuando se hacen
eplicitas, o como epresión del compromiso con un proyecto político. Esta &unción cambiante
1 El lector sabr! disculpar la vaguedad de los t'rminos de inicios y &inali%ación del periodo de ladictadura* la discusión sobre estos aspectos se desarrolla m!s a delante2 "or e#emplo- aetano,3 y J. 4illa. 5reve historia de la dictadura +Montevideo, E567()E8,19:;-
tambi'n <emasi. +coordinador, El r'gimen cívico militar 19;$719:=. ronología comparada de lahistoria reciente de >ruguay ? @@ +Montevideo- A>,2==B* Mai%tegui,(, 6rientales. >na historia políticadel >ruguay ?B,+Montevideo- "laneta,2==:.$ El traba#o pionero es el de "erelli, y J.4ial, <e mitos y memorias
políticas,+Montevideo-E56,19:C*"ani%%a,A, >ruguay- batllismo y despu's, "acheco, militares ytupamaros en la crisis del >ruguay batllista+Montevideo-E56,199=*<utrenit, Silvia, El maremoto military el archipi'lago partidario+Montevideo- instituto Mora7ediciones iencias Sociales,199B
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que cumple ese concepto durante el periodo lo identi&ica alternativamente como proyecto y
como consigna, y se de#a utili%ar como herramienta descriptiva tanto como categoría para la
interpretación. El debate sobre la democracia atraviesa todo el periodo y es un concepto en
disputa por todos los agentes* ocupa un lugar central en la con&iguración simbólica pero se
despliega a lo largo de etapas muy cambiantes- sus notas est!n &uertemente condicionadas
por el momento y por las características propias del agente emisor. "ara seguir la pista a las
mutaciones padecidas por este concepto +no siempre eplicitas, parece un procedimiento
adecuado la bsqueda de sus relaciones con otros conceptos. En la construcción de
eplicaciones y descripciones, los conceptos se vinculan unos con otros en relaciones de
complementariedad o de oposición y estas relaciones van delimitando sus sentidos* se trata
entonces de seDalar las di&erentes asociaciones conceptuales para poner a la vista los cambios
de sentido. <e esta &orma se pretende llegar a una eplicación a los encadenamientos de
conceptos, y especialmente a aquellas asociaciones que hoy nos parecen anómalas en cuanto
vinculan como complementarios a conceptos que hoy son antagónicos.
Esto obliga a mantener estrechamente vinculado el an!lisis con el entorno de producción de
los discursos, en los que ocupan un lugar relevante los partidos políticos en cuanto agentes de
elaboración y de di&usión de herramientas político7ideológicas. En el periodo que anali%amos,
los partidos no son los nicos agentes productores de ideología política- por el contrario, por
momentos esa &unción aparece monopoli%ada por las Auer%as )rmadas +AA.)).. Sin embargo,
puede rastrearse la huella se est! casi permanente actividad de elaboración de sentidos, an
en aquellos momentos en los que parecen estar inactivos. "aralelamente, la actividad invisible
de los partidos en buena parte de este periodo hi%o posible el tr!nsito desde la dispersión
durante la agónica peripecia de 19;$ a la reuni&icación del campo partidario +que <utrenit
describe con una imagen muy gr!&ica como la transición /del archipi'lago al continente0B
. "orlo tanto es necesario que el concepto partidos políticos utili%ado incluya las &ormas de su
eistencia en aquellas situaciones en las que no participa del poder ni aparece pblicamente
con su estructura institucional. (os partidos debieron desarrollar &ormas atípicas de
&uncionamiento en tiempo de dictadura, ya que sus instituciones no &uncionan, y sus dirigentes
encuentran bloqueados los canales de comunicación. Estas di&icultades para la acción se
repiten con los mecanismos de toma de decisiones, cuando es importante de&inir cu!l es la
posición del partido &rente a las variadas circunstancias políticas. )ntes que la descripción del
&uncionamiento institucional, es necesario delimitar el comple#o simbólico que identi&ica a los
ciudadanos como integrantes de ese partido político con independencia de los gestos o
decisiones de estos. o debe olvidarse que la militancia política en la dictadura no secircunscribe al territorio nacional y que una importante actividad lo desarrollan los eiliados en
cualquier lugar del mundo donde se encuentren- por lo que a los problemas derivados de la
represión debe agregarse los desa#ustes entre las construcciones políticas del eterior y las de
los que permanecen en el país. (a eistencia de los partidos durante la dictadura no &ue
solamente un e#ercicio de supervivencia sino que implico cambios importantes en su
con&ormación ideológica y en su relación con los otros partidos del sistema. (a recuperación de
algunas dimensiones de la actividad partidaria permite reconstruir la trayectoria descripta por
los partidos en el periodo, que a la ve% recompone las estructuras y las relaciones partidarias,
termina en una importante recon&iguración del sistema partidario.
B Fer <utrenit, ob cit. ap $
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El tercer e#e de la eposición est! compuesto por el tiempo histórico, que es el articulador
principal de todo el relato. Este mane#o de la temporalidad supone que al relato
cronológicamente ordenado de los acontecimientos constituye una &orma intuitiva de
comprensión que aporta una dimensión eplicativa propia. Es claro que esto es resultado de
una opción personal, que no supone un #uicio de valor, en el sentido de que sea me#or que otra
reconstrucción del pasado, sino simplemente que una descripción apoyada en otras opciones
daría resultado un relato di&erente. Esta vía de acceso para la reconstrucción del periodo
permite histori%ar los cambios que a&ectan a la dimensión político7ideológica, y recomponer
la trayectoria de describieron los agentes políticos desde el estado de &ragmentación inicial
hasta su recomposición &inal cuando los partidos recuperaron su hegemonía. Este recorrido no
depende sólo de las decisiones autónomas de los agentes sino que est! condicionado por el
/aire de la 'poca0 y por las &ormas que va adoptando el espacio pblico donde esos agentes
tienen incidencia. "or esta ra%ón he optado por utili%ar los discursos generados en la 'poca
antes que los relatos construidos a posteriori, y en los casos en que recurro a estas &uentes,
) los e&ectos de &acilitar la inteligibilidad, este mane#o de la temporalidad reclama la aplicación
de un criterio de periodi%ación. (a Breve historia de la dictadura de aetano y 4illa, impuso la
propuesta por (uis E. 3on%!le% que marca tres periodos delimitados por episodios relevantes
en la dictadura- entre 19;$ y 19;C, la /dictadura comisarial0* de 19;C a 19:=, el /ensayo
&undacional0 y una /transición a la democracia0 iniciada con el plebiscito de 19:= y que
terminaría /&ormalmente0 en 19:GG
ualquier periodi%ación representa una di&icultad para la reconstrucción de la dictadura, y si
bien la propuesta de 3on%!le% resulta plenamente compartible, pueden seDalarse algunos
problemas que a&ectan a la comprensión del periodo dictatorial- si el comien%o de la dictadura
coincide con la disolución del parlamento, entonces se vuelven incomprensibles los episodios
de &ebrero +que son ob#eto de permanente debate* y si el plebiscito &racasado de 19:= da
inicio a la transición, la reconstrucción queda envuelta en una aureola triun&alista con que la
sociedad civil recuerda el resultado electoral. Esto le con&iere a la apertura un sentido de
ineludible linealidad- la dictadura ya estaba derrotada desde 19:= y cualquier estrategia que
desplegara sólo podría demorar su retirada.
/(a derrota de noviembre de 19:= abrió un periodo de suspenso, cerrado por la revisión del
cronograma. En setiembre de 19:1 asumió un nuevo gobierno, que tambi'n sugería una seDal
equivocada- tenía a su &rente a un militar+. El nuevo gobierno, sin embargo, debía durar tres
aDos y medio, hasta mar%o de 19:G. <ebía reorgani%ar la vida de los partidos políticos, que a su
ve% debían competir en las elecciones que debían celebrarse en 19:B. <ebía en síntesis,
devolver el poder a los civiles.0C
En este an!lisis el /periodo de suspenso0 que siguió al plebiscito así como la designación de un
militar como presidente solo estarían seDales equivocadas- lo importante es que
G Fer (uis Eduardo 3on%!le% 0?ransición y restauración democr!rtica0,en harles 3uillespie, (ouis3oodman, Juan 4ial y "eter Hinn,eds, >ruguay y la democracia,+Montevideo-E56,19:G $-1=1712=C @bid, p!g. 111. En un artículo escrito en mayo de 19:2 en el que anali%aba los e&ectos del plebiscito,
decía 3on%!le%. 0(uego de algunas semanas de suspenso +y algunas declaraciones amena%antes lasAA.)) hicieron pblico un cronograma político sustitutivo0. Fer 3on%!le%,(uis E. >ruguay- una aperturainesperada. >n an!lisis del plebiscito de 19:=+Montevideo-@E<>47E56,19:B971=. In&asis mio.
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imperativamente /debía devolver el poder a los civiles0. (a revisión de los datos del periodo no
rati&ica esta linealidad* y si bien puede a&irmarse que el resultado &inal de la etapa #usti&ica esta
designación, es la percepción que tenían los agentes la que determinaba la línea de acción.
)nali%ando esas actitudes, se puede a&irmar que el /periodo de suspenso0 que siguió al
plebiscito in&luyo con mucha &uer%a en la con&iguración del periodo que se iniciaba y agrego
una cuota de incertidumbre sobre el resultado &inal de la /transición0.
"ara comprender muchas de las características de la dictadura parece necesario de&inir el
status del periodo previo a la disolución de las c!maras, y asumir la &orma como el deterioro
institucional que se inicia a partir de 19C: se vincula con la dictadura;. Si bien consideramos
que esta no se entiende sin anali%ar la previa crisis de la democracia, los hechos de &ebrero de
19;$ representan un cambio irreversible que seDala el comien%o de una 'poca di&erente en
esa larga trans&ormación- la creación del 6SE) inicia una nueva institucionalidad política
que podríamos cali&icar de /paraconstitucional0 y que se etiende hasta la puesta en marcha
del /conse#o de la ación0 y la aprobación de los primeros /actos institucionales0 en setiembre
de 19;C. Est! 'poca ya es una dictadura militar, aunque todavía no ha terminado de
desarrollar su institucionalidad. (a designación de )paricio Mend'% carca el &inal de la etapa de
instalación del r'gimen militar, desde allí el r'gimen puede de&inirse nítidamente como una
dictadura militar +aunque pre&irió cali&icarse como dictadura cívico7militar y se etiende hasta
la designación presidencial de )lvare%. ) partir de entonces comien%a un largo y comple#o
proceso donde participan varios agentes que tiene ob#etivos di&erentes, y que luego de
sucesivas instancias de integración y de neutrali%ación termina instalando una negociación
entre dos partes. Esta &ue la que habilito la reali%ación de elecciones en 19:B, y que postergo la
resolución de la mayoría de los temas pendientes.
)ntroducción.
El Uruguay *acia la dictadura
(a traum!tica eperiencia de la dictadura trans&ormo de manera relevante la con&iguración
política del país, por lo que hoy nos resulta di&ícil recuperar los aspectos que constituían la
normalidad del pasado, pero para comprender la 'poca hay que hacer el intento de
reconstruir los sentidos que le son propios. orresponde hacer un intento por recomponer el
marco de aquellas realidades describiendo primero sus aspectos para luego recuperar lacoyuntura de 19;$.
)sumiendo que /el orden simbólico como universo de sentidos interacta con el orden político
como universo legitimidades0:, surge con bastante claridad un /universo de legitimidad0 que
tiene di&erencias con la que hemos podido conocer posteriormente. El lugar de los partidos
tradicionales era mucho m!s importante que el que ocupan en la actualidad- instalados en el
espacio de poder e#ercían su dominio y despla%aban a las dem!s organi%aciones políticas. Estos
grandes partidos habían estructurado las &ormas y los sentidos del discurso político por lo que
;
Fer el capitulo de )lvaro 4ico en este mismo libro.: )lvaro 4ico. omo nos domina la clase gobernante. 6rden político y obediencia social en la democracia
postdictadura. >ruguay 19:G72==G+Montevideo- ?rilce,2==G, ;C
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se los identi&icaba como generadores de realidad, mientras que los dem!s partidos quedaban
situados en los m!rgenes +no siempre en el interior del sistema, y cumplían una &unción
meramente testimonial. (os partidos mayoritarios tenían la capacidad de con&igurar la
distribución de los sentidos y por consiguiente la de determinar el lugar que ocupaba cada
uno* por lo tanto en ese paisa#e tan distinto del presente los elementos constitutivos eran
di&erentes y denotaban sentidos distintos aunque utili%aran palabras iguales* así por e#emplo el
concepto de /partidos políticos0 no tenía el mismo sentido que en el uso actual-0partidos0 en
el pleno sentido de la palabra, eran solamente los dos denominados /tradicionales0 mientras
que el resto era englobado como /i%quierda0 o /el comunismo0. En el discurso corriente, la
i%quierda +luego identi&icada con la guerrilla y el terrorismo era lo contrario a la /democracia0.
?ambi'n tenían el poder para de&inir las &ronteras de lo legítimo y para decidir el momento en
que se modi&icaban esos límites y así lo que era simple di&erencia de mati% pasaba a indicar el
comien%o de otra cosa. "or e#emplo, se producía una recomposición instant!nea de la &rontera
entre /política tradicional0 y /política de i%quierda0 cuando el car!cter catchall de los grandes
partidos los llevaban a apropiarse de los discursos para incorporarlos a la propia tradiciónpartidaria* entonces se instituían como la /verdadera0 i%quierda y pasaban a denominar a
aquella como /seudo i%quierda0 o /i%quierda criolla0.
Es posible identi&icar la presencia de la crisis como un ncleo conceptual que uni&icaba la
'poca, aunque se de&inía sobre todo por sus aspectos económicos y políticos, esta situación
abarcaba mltiples dimensiones y se trans&ormo en el dato que ocupaba toda la realidad.
Eistía la convicción de que el >ruguay arrastraba graves problemas que no había logrado
resolver, y los con&lictos cotidianos eran solamente sus mani&estaciones. (a /crisis0 impactaba
de manera di&erente y demandaba soluciones di&erentes segn desde donde &uera leída- desde
algunos sectores demandaba la construcción del cambio social, desde otros se reclamaba lareestabili%ación de la estructura de la sociedad +sin reparar en los medios o tambi'n su
reconstrucción como había sido en el pasado. (as características de esta crisis no parecían un
misterio, se había elaborado diagnósticos con&iables y se había estructurado un repertorio de
soluciones que aparentemente despertaban adhesión un!nime, un listado que aparece en
todos los programas políticos +y que tambi'n se recoge en los comunicados de &ebrero de
19;$. En la 'poca eistía la convicción de que la aplicación de estas políticas tendría un e&ecto
positivo, y si hasta entonces tal cosa no había ocurrido, eso era eplicable sólo por la
corrupción de los políticos y por la presión de los grandes grupos económicos. "ara el
imaginario de la 'poca, la persistencia de la crisis era responsabilidad de la conducción política,
y esto derivó en el desprestigio que alcan%aba a los m!s altos niveles dirigentes. El tema eraob#eto de debates políticos y tambi'n de re&leión acad'mica y había promovido iniciativas
legislativas para encaminar su corrección.9
9 Fer "'re% "'re%. )lberto. (a ley de lemas- contenido7alcances7inconvenientes7sugerencias para su
re&orma. )p'ndice- proyecto de ley constitucional presentado por los representantes nacionales <r.8ugo 5atalla y Sr. elson )l&onso+Montevideo, A>, 19;1. Sobre los partidos políticos- Solari,)ldo,04equiem para la i%quierda0, en Solari, )ldo, >ruguay partidos políticos y sistema electoral
+Montevideo- A>, 1991,1G$71;:, /Elecciones 19CC cambio.sin cambiar0 en Solari )ldo, >ruguaypartidos políticos.. cit, 1;972=2. 4ama, 3, /El club político +Montevideo, )rca, 19;1* 4eal de )%ua,,/"olítica, poder y partidos en el >ruguay de hoy0 en )).FF. >ruguay hoy+5uenos )ires, siglo KK@,19;1.
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(a pro&undi%ación de la crisis desde comien%os de los sesenta era tambi'n evidente y su e&ecto
se mani&iesta en 4eal de )%ua o en Solari. "uede observarse una interesante modi&icación en
el pensamiento de )ldo Solari, desde la publicación de su estudio sobre los resultados
electorales de 19C2 +4equiem para la i%quierda al estudio similar sobre las elecciones de
19CC. En 19C2, Solari consideraba como irrelevante a /la &amosa crisis de los partidos
tradicionales de la cual se viene hablando desde hace tantos aDos y que sin duda es real0
porque /estos cumplen una serie &unciones no políticas de una entidad etraordinaria0, que
les permitía captar el 91L del electorado1= tan etraordinarias para Solari, tenían que ver con
las mediaciones clientelísticas que los gestores políticos establecían entre los ciudadanos y el
aparato del Estado. En este an!lisis el sistema parecía como muy estable, sin que se insinuara
ningn elemento que pudiera introducir in cambio importante, por eso no parecía importante
la ausencia de propuestas o la ine&ica% gestión de los partidos. "ero cuatro aDos m!s tarde,
Solari ya percibe como datos relevantes la &alta de proyecto y la incapacidad de gestión- /con
el sistema actual de partidos ni la constitución que regia ni la que va a regir a partir del aDo
que viene puede &uncionar en un plano adecuado de e&icacia0
11
y seDalaba como unaconsecuencia posible, la progresiva deslegitimación del sistema. F. Mararian seDala que los
aDos sesenta se vivió un proceso de /Maduración democr!tica del cliente012 y la variación en
los elementos que introdu#o Solari en an!lisis elaborados con solo cuatro aDos de di&erencia,
parece dar cuenta de la rapide% con la que se desarrollo este proceso.
(a incapacidad de los partidos mayoritarios para resolver los problemas introducía un
elemento din!mico que se mani&iesta la permanente trans&ormación de las mayorías
electorales. (a evidencia de la crisis y la incapacidad para resolverla constituía un espacio de
con&licto entre los partidos, que adquiría un &ormato discursivo donde cada uno trataba de
instalar la eplicación que le resultaba m!s convincente. aturalmente estas opciones est!natravesadas por #uicios de valor, es decir que suponen una #erarqui%ación implícita donde el
con&licto predominante y ecluyente se decidía entre los dos partidos mayoritarios. )sí
construyeron un lengua#e de la relación con el poder que era natural en sus mensa#es, pero
que emitidos desde otro lugar sonaban un tanto a#enos, en algn momento M. 5enedetti
llego a caracteri%ar ese discurso enunciado desde la i%quierda como /un simple despliegue de
literatura &ant!stica0 que trasmitía /una sensación de irrealismo01$. "ero como suele suceder
en tiempos de crisis, estas &ronteras discursivas se movían permanentemente haciendo
imposible una locali%ación &i#a. ) partir del gobierno de Jorge "acheco )reco los sectores
partidarios que apoyaban su gobierno habían reconstruido su espacio particular- la mayoría de
la mayoría del partido olorado7 históricamente vinculado al discurso batllista7y la mayoría dela representación del partido acional7hasta 19;2, la /)lian%a 8errero7ruralista0 dirigida por el
<r. M. Echegoyen7, terminaron adoptando el lengua#e comn de la derecha política. Si bien
tradicionalmente el partido olorado cubría todo el espectro +desde el muy conservador
coloradismo /independiente0 hasta los sectores m!s radicales del batllismo, en el periodo
posterior a 19C: &ue perdiendo su cl!sico pluralismo ideológico y re&or%ando el peso de sus
1= Solari, ), /r'quiem0 cit 1CC71C:11 Solari,). Elecciones 19CC cit 1:;12
Mararian.F. /idos y reci'n llegados- la i%quierda uruguaya en el eilio y las redes transnacionales de
derechos humanos+Meico- ediciones la vasi#aNcorreo del Maestro7E@>,2==C,B11$ 5enedetti. M, /El país de la cola de pa#a0+Montevideo, Ediciones ciudad vie#a, Bta edición, 19C$ 1B=7
1B1.
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sectores conservadores1B. <el grupo de senadores que en 19C: levanto las banderas del
batllismo para oponerse a "acheco )reco, solamente )milcar Fasconcellos conservaba una
banca por el partido. Mientras el "artido olorado se volcaba a la derecha, el senador
H.Aerreira )ldunate renovaba el discurso del partido acional- le incorporó propuestas que
tenían muchos elementos del batllismo y de la i%quierda y se apodero del lugar de la oposición.
Estas pr!cticas predatorias sobre los discursos eran tradicionales en la política del país, y
podían parecer rati&icadas en los hechos en tiempos que el caudal electoral de los partidos
tradicionales superaba el 9=L del total de votos. on el surgimiento del Arente )mplio, que
obtuvo el apoyo de casi la quinta parte de los uruguayos, la situación electoral se modi&icó
radicalmente, pero el recha%o a la i%quierda, le#os de disminuir, se re&or%ó. <esde su creación
el Arente )mplio había asumido la tarea de instalar un espacio discursivo distinto del de la
i%quierda tradicional- recha%aba la estructuración #er!rquica de los partidos y ubicaba las
di&erencias en las orientaciones políticas y en las actitudes de sus dirigentes. o cuestionaba la
legitimidad de los partidos tradicionales ni su e&icacia en el pasado pero argumentaba que
estos habían abandonado los reclamos de las mayorías y ahora respondían a las demandas de
los grandes intereses económicos +aludidos como la /oligarquía0 o la /rosca0* en esa
distribución el Arente )mplio se presentaba como el autentico interprete de las demandas
populares. "ero al insertarse en un orden #er!rquico ya con&igurado, a la nueva coalición se le
reservó un lugar subordinado y de menor legitimidad +con argumentos variados- porque
incluía al "artido omunista y a sectores próimos a la guerrilla, o porque era un
conglomerado circunstancial y sin tradición... (a gran prensa, vinculaba a esos partidos
políticos, recogía las opiniones de los dirigentes &renteamplistas para instituirlos como /el
otro0 que est! en contra del sistema, aunque eso signi&icara marginar la opinión de buena
parte de la ciudadanía. "or consiguiente, desde antes de la instauración de la dictadura yaestaba instituida una estructura bipolar en la que todo lo que no era el /nosotros0 de los
partidos tradicionales con&iguraba un agente eterno cuyo comportamiento era
mani&iestamente hostil. uando las AA.)) ingresan al campo político, encontrarían ya instalada
la idea de la di&erencia radical entre la /orientalidad0 y el /marismo0 y que en el a&uera de los
partidos tradicionales sólo estaba el comunismo. ?ampoco &ueron originales en aplicar lo que
resultaba su corolario natural- que el marco de las garantías sólo incluía a los seguidores de los
partidos tradicionales.
)nte la presencia de un nuevo agente que tambi'n mane#aba variables del discurso batllista,
blancos y colorados adoptaron la modalidad dial'ctica de incluirlo en el antagonismo<emocracia7 subversión, y así trasladaban al Arente )mplio todo el comple#o simbólico
elaborado para combatir a la guerrilla. )sí los partidos mayoritarios instalaron la idea de que
/tradicional0 era sinónimo de /democr!tico0 mientras que la coalición era equivalente +o en
parte del movimiento armado* en ese sentido &uncionaban las denominaciones de /Arente
comunista0 o /Arente ?upamplio0 que circularon en la campaDa electoral de 19;1. Si bien es
cierto que Aerreira )ldunate no utili%aba eplícitamente el discurso ecluyente, tampoco
contribuía a su deconstrucción* en sus intervenciones no eplicitaba su recha%o y
ocasionalmente utili%aba algunas de sus connotaciones m!s pol'micas, lo que &uncionaba de
hecho como una aceptación. Se eplica la con&usión de algunos de sus seguidores que se
1B Fer este proceso en 4ico, ), 19C:- El liberalismo conservador+Montevideo, E567A8,19:9
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sintieron convocados a la /caravana de la democracia0 en la víspera de las elecciones de
19;1.1G
Estas elecciones de#aron a Aerreira como líder mayoritario de su partido, lo que le representó
tambi'n la mayoría del directorio. )sí se instalo como #e&e de la oposición, actitud que tomo
con &uer%a desde que se inició el recuento de votos. "ero a partir de los acontecimientos de)bril de 19;2 su per&il opositor se diluyo- su voto y los de su sector apoyaron la aprobación de
las medidas represivas reclamadas por los militares en abril, y no tuvo participación relevante
en los debates m!s importantes de ese aDo- el senador ). Fasconsellos denuncio los avances
del poder militar sobre las instituciones, los legisladores del &renteamplistas denunciaron las
violaciones a los <erechos 8umanos cometidas por las /Auer%as on#untas0 y #unto con
algunos sectores del "artido acional en&rentaron el proyecto de /ley de educación0
elaborado por el <r. J.M.Sangunetti. Aerreira tampoco pudo conseguir que todos los
legisladores de su partido se alinearan con su postura opositora, y varios dirigentes blancos
+incluso varios compaDeros de su candidatura, como Hashigton 5eltr!n pre&irieron aceptar el
o&recimiento de Juan María 5ordaberry para integrarse al gobierno. ) &ines de enero de 19;$
Aerreira estaba comen%ando a recuperar el discurso nacionalista, con la denuncia de los graves
incidentes ocurridos con buques argentinos en el 4ío de la "lata. uando se desencadeno la
crisis de &ebrero, el centro de su discurso aparecía colocado en una tesitura nacionalista de
de&ensa de las &ronteras. "ero el debate sobre las relaciones internacionales era un lugar vacío
desde varios aDos atr!s* en la 'poca, cualquier tema que movili%ara la opinión debía estar
relacionado con la crisis, que ahora tambi'n alcan%aba a las instituciones. <esde muchos
meses antes de &ebrero parecía muy evidente que país transitaba por un proceso de crisis
institucional, y Juan María 5ordaberry era el que aparecía como el principal obst!culo en el
camino de cualquier intento de normali%ación. <esde su acceso al poder el aDo anterior sehabía mostrado como un gobernante deslegitimado por las circunstancias de su elección,
inseguro de su estilo de gobierno, desorientado de su rumbo político y carente de estatura
propia. Su debilidad política lo colocaba en inmediata dependencia de su antecesor +quien
desde la emba#ada en Madrid parecía gobernar por medio de sus agentes y de los sectores del
partido acional aliados del gobierno. El cuestionamiento hacia las instituciones y en particular
al presidente, se apoyaba en las con&usas condiciones sobre su designación como candidato y
las denuncias de &raude en su elección* y su vinculación con los grupos de presión
empresariales. En ese vínculo se veía la eplicación de la demora en adoptar las medidas
necesarias +porque a&ectarían los intereses de esos grupos vinculados al gobierno, y las causas
de que se bloquearan las denuncias de corrupción que a&ectaban principalmente a los políticosgubernistas. Era claro que 5ordaberry no había sido capa% de crear una nueva realidad política
y aparecía como continuador de los peores aspectos de su antecesor1C
(a inestabilidad institucional tambi'n se eplicaba por el &raccionamiento que mostraban los
partidos, que di&icultaba su &unción hegemónica tradicional y trasmitía al con#unto una &uerte
1G El día previo a las elecciones de 19;1 recorrió las calles una /caravana de la democracia0 convocadapor sectores pachequistas a las que se sumaron tambi'n sectores del partido acional que respondían ala candidatura del 3ral, M. )guerrondo. En la 'poca se entendió esta caravana como una maniobra para
sumar adhesiones blancas al reeleccionismo, y aunque Aerreira le negó epresamente su adhesión,algunos de sus seguidores participaron en ella.1C 3on%!le%, (uis E. Estructuras políticas y democracia en el >ruguay,+Montevideo-A>7@",199$,;C
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sensación de par!lisis. "ero por otro lado esa &ragmentación compensaba el vacío de poder del
presidente y contribuía a su permanencia- aunque los respaldos del gobierno no eran muchos
ni muy sólidos, era muy remota la posibilidad de que se unieran para &ormar un bloque
opositor entre los partidos tradicionales, y menos an que algunos sectores de esos partidos
se unieran al Arente )mplio. En este conteto dominado por una estabilidad sin alternativas,
los militares representaron un &actor din!mico que genero epectativas. on el tras&ondo de
crisis económica e institucional, y un conteto de &ragmentación de los agentes políticos, las
AA.)). aparecieron como un agente capa% de generar novedades.
1.
La crisis constitucional y la dictadura de %orda+erry ,1!"-1!
(os episodios de &ebrero y #unio de 19;$ con&iguran la /modalidad uruguaya0 del golpe de
Estado, y es &recuente la pol'mica sobre si una u otra es la /verdadera0 &echa del golpe. En
esta parte se intenta reconstruir el proceso de instalación de una dictadura encabe%ada por un
magistrado de origen constitucional, y el sucesivo desmantelamiento de los órganos
constitucionales y su sustitución por organismos de /&acto0, novedades institucionales que
terminan con la designación del sustituto del presidente. El an!lisis de los episodios de &ebrero
y #unio los presenta como acontecimientos signi&icativos porque marcan el grado de
irreversibilidad alcan%ado por el proceso de deterioro institucional que venía arrastr!ndose
desde varios aDos antes, pero no marcan el &inal del proceso de trans&ormación del Estado que
todavía continuar! pro&undi%!ndose hasta 19;C. uando se pone a la vista esta continuidad, se
comprende me#or las actitudes asumidas por los contempor!neos y lo que signi&icó el /golpede Estado0 para muchos de ellos.
a La entrada de los militares en la política ,1!"
<esde &ines de los aDos sesenta la din!mica de los asensos militares había descartado devlos
espacios de poder a los o&iciales con vocación democr!tica, a la ve% que resultaban
promovidos algunos #e&es con mayor inclinación golpista. En Setiembre de 19;1 las Auer%as
)rmadas &ueron llamadas a en&rentar a la /guerrilla0, y surgieron así las /&uer%as on#untas0 y
el /Estado Mayor on#unto0 +ESM)6 encargado de coordinar las operaciones. Su e&icacia se
puso a la vista a partir de abril de 19;2, y su prestigio se incremento por el r!pido desenlace dela /guerra interna0 luego de aDos de en&rentamientos. En &ebrero de 19;$ consiguieron
tras&ormar su e&icacia militar en espectablilidad política y así construyeron un lugar desde
donde lan%aban propuestas program!ticas que cuestionaban las pr!cticas políticas
dominantes. El desencadenante &ue una &uerte intervención radial del Senador ). Fasconcellos
el 1ro de &ebrero. ) partir de mi'rcoles ; se desencadeno una r!pida sucesión de
acontecimientos cuando el e#'rcito y la Auer%a )'rea se negaron a obedecer al reci'n
nombrado ministro de de&ensa 3ral. )ntonio Arancese- apoyados por la policía coparon varias
emisoras de radio y comen%aron a emitir una serie de /comunicados0. (a crisis continuo con
una &rustrada convocatoria /al pueblo0 hecha por 5ordaberry la noche del : y el bloqueo de
iudad Fie#a por la Marina +instalado en la madrugada del viernes 9 y levantado casi 2$ horasdespu's. (uego de un impasse de &ebriles negociaciones y cabildeos, la crisis &inali%ó el lunes
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12 con el acuerdo entre los generales sublevados y 5ordaberry- el 3ral. Arancese y el
comandante de la armada, Juan J. Oorrilla, &ueron relevados y los comandantes serian el 3ral.
8ugo hiappe "osse en el e#ercito, Jos' "'re% aldas continuaría en la Auer%a )'rea y el ap.
onrado 6la%!bal sustituía a Oorrilla en la marina. El <r. Halter 4avenna sería el nuevo
ministro de <e&ensa, y el nel. <r. estor 5olentini el de @nterior.1;
(a irrupción de los militares represento un elemento din!mico en un panorama que, desde la
derrota de la guerrilla, parecía incapa% de generar novedades políticas* y la di&usión de los
comunicados tambi'n alimento epectativas- a partir de la aplicación de este programa, podía
esperarse la reversión de la crisis y el inicio de una etapa de &uerte crecimiento económico. En
este momento inicial, eran un nuevo integrante de la 'lite dirigente que no tenía que
responder por los errores del pasado, y eso re&or%aba la credibilidad de su discurso radical* su
me#or antecedente era la derrota de la subversión, y la proclamada ausencia de compromisos
con los sectores dominantes o&iciaba de carta de presentación.
(os comunicados de &ebrero.
(a situación de &ebrero de 19;$ resultaba novedosa para quienes les tocó vivirla* por lo menos
en la perspectiva de un siglo no aparece una crisis política en la que los dirigentes de los
partidos tradicionales desestimen la posibilidad de coordinar su acción, y en cambio pre&ieran
establecer una relación con un agente no partidario. 8asta los episodios de &ebrero de ese aDo,
el sistema de partidos había mostrado &uertes la%os de integración y en los casos de golpes de
Estado posteriores a 1:;C siempre habían mostrado una &ractura en sentido transversal a los
partidos, con la construcción de una alian%a suprapartidaria que apoyaba al golpe y que ecluía
a los sectores +de todos los partidos que se oponían. ) di&erencia de estos antecedentes,
&rente al pronunciamiento militar de &ebrero de 19;$ cada sector pre&irió, con los matices queveremos, la bsqueda de una alian%a privilegiada con los militares antes que la coordinación
de es&uer%os con los dem!s sectores políticos para construir una actitud de con#unto. (a
similitud con el episodio que culmino con el asenso de (atorre se percibió claramente en la
'poca y &ue evidente para los contempor!neos* por eso ). Fasconcellos llamo /latorritos0 a los
militares golpistas.1:
"or esa ra%ón, los acontecimientos desencadenados en &ebrero de 19;$ cuando el e#'rcito
+acompaDado por la Auer%a )'rea y m!s tarde por la marina se negó a aceptar el
nombramiento del 3ral.+r )ntonio Arancese como ministro de <e&ensa acional pueden
seDalarse como el punto de in&leión en la historia política del país, marcado por el momentode la institucionali%ación de la participación de los militares en el gobierno. En esas
circunstancias los sectores políticos tuvieron que reposicionarse en condiciones muy
des&avorables, con el paisa#e &uertemente modi&icado y donde adem!s la actitud con&rontativa
de los mandos polari%aba las opciones sin de#ar muchos espacios para quienes quisieron
situarse en una /tercera posición0. Puiere decir que en la crisis de &ebrero los partidos
políticos debieron relocali%ar su discurso en un espacio que ahora incluía tambi'n a las AA.)).
1; Sobre los episodios de Aebrero, ver <emasi, et al, (a caída de la democracia, 19C;719;$. ronologíacomparada de la historia reciente del >ruguay. ?1 +Montevideo, A>7E@>,199G- Sobre los
antecedentes, <emasi,, /(a reacción de los partidos políticos0, 5recha, separata a $= aDos del golpe deEstado+@, C <E #unio de 2==$, F@@@.1: Fasconcellos,) Aebrero amargo+Montevideo, Fanguardia, 19;$, 1B
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(a con&usión de la 'poca tambi'n se re&le#a en el lengua#e político, y hace necesario un intento
de recuperación de los sentidos, particularmente el sentido que tiene la epresión
/democracia0 en ese conteto. (lama la atención que por entonces la palabra apareciera ligada
sin con&licto visible con conceptos que hoy le resultarían contradictorios, como la con#unción
de /democracia0 con /intervención militar0 +que resultaba aparentemente invisible para la
'poca* y esa con#unción construía sentidos que en el presente resultarían incomprensibles.
"uede hacerse un intento de recuperación de los sentidos a trav's de los aparentes consensos
de las posturas políticas, algo que daría acceso a las ideas que constituían el sentido comn de
aquel momento y que hoy est!n completamente olvidadas. Estos consensos pueden agruparse
en torno a tres e#es- la de&ensa de la democracia y la constitución, la opinión sobre el valor de
los comunicados B y ; y la actitud a asumir &rente a la intervención militar.
a (a de&ensa de la democracia y la constitución. Si bien la re&erencia a la constitución
aparece con menos &recuencia +en muchos casos se la sustituye por la de&ensa de la
ley, en todas las opiniones y los discursos se insiste en la necesidad de de&ender el
orden democr!tico. "ero puede percibirse un mati% importante que podría epresarse
como el desa#uste entre la enunciación del principio abstracto y la enumeración de sus
contenidos especí&icos, es decir* el con&licto entre la invocación a la /(ibertad0 o el
reclamo de /las libertades0. @gual ambigQedad muestra la epresión /constitución0,
que a veces re&iere al ordenamiento institucional y en otros casos a la vigencia de las
garantías. Esta disgregación de las notas puede considerarse uno de los aspectos
característicos de la 'poca ya que por entonces esa con&iguración de los conceptos
tenía apariencia de verdad, aunque en el presente esto introdu%ca una ambigQedad en
los discursos que a&ecta directamente su comprensión.
El reclamo por la democracia que se instalaba en un espacio abstracto, coincidía con el
discurso del periodo pachequista en el que la invocación a la democracia servía de
argumento para apoyar los desbordes autoritarios del "oder E#ecutivo. El discurso
gen'rico de /de&ensa de la democracia0 no cuestionaba las pr!cticas cotidianas,
violatorias de las garantías democr!ticas, y la invocación a la /de&ensa de la
onstitución0 podía servir de argumento para su violación. En ese conteto las
mani&estaciones tenían un valor testimonial pero no proyectaban en acciones
concretas de de&ensa del principio que se reivindicaba.
En los documentos de la 'poca aparecen pocas alusiones al deterioro su&rido por los
derechos individuales en el periodo inmediato anterior. Se las encuentra en la
intervención de Aerreira )ldunate del 1$ de Aebrero, donde protesta por el menoscabo
que ha su&rido la onstitución- /5urla reiterada de la onstitución, de la ley, de las
magistraturas de origen popular+ Araude electoral directo e indirecto para imponer
la candidatura de un ciudadano sin vocación política..019. En su discurso del 9 de
&ebrero del 3ral. Seregni no menciona a la constitución ni a la democracia, pero en
cambio aparece la demanda de /el pleno restablecimiento de las libertades pblicas y
las garantías individuales0, a las que cali&ica de /el don m!s precioso del hombre0* y
19 Aerreira, H, /@ntervención radial del senador Aerreira )ldunate+1$ de Aebrero0 en Siete días que
conmovieron al >ruguay, cuadernos de Marcha ro C:, $97B1.
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agrega- /sólo en la #usticia se es libre02=. En la editorial del domingo 11, El "opular
tambi'n reclama /la preservación de los derechos sindicales, como en general, el
restablecimiento de las libertades democr!ticas021
b (a opinión sobre los comunicados B y;. ?odos los agentes políticos partidarios
declaran epresamente su acuerdo con las medidas anunciadas en esos comunicados,una coincidencia que no tiene nada de particular ya que compendiaban el sentido
comn de la política de la 'poca. "ero en cambio es llamativo que esa coincidencia
incluyera tambi'n a todos los sectores gubernistas, habida cuenta el aspecto de crítica
implícita en el planteo militar y la imposición radical de su enunciación.
<esde la oposición se epresa con claridad la coincidencia. El editorial de El "opular del
<omingo 11 veia en los comunicados una posición antiimperialista- enunciaba ocho
puntos de acuerdo, y solamente seDalaba su discrepancia con el eplicito recha%o al
marismo que aparece en los tetos militares. )l respecto aclaraba que /El marismo7
leninismo no es incompatible con los ideales democr!ticos y republicanos022. ?ambi'nAerreira )ldunate comparte el contenido.0 En una carta que ustedes conocen, que
ustedes seguramente recuerdan, arlos Julio "ereyra y yo le pedimos+a 5ordaberry
algunas cosas que ahora acepta de la imposición militar02$. "ara rati&icar lo dicho, la
carta en cuestión apareció publicada nuevamente en /6pinión acionalista02B
(a actitud &rente a la intervención militar es apenas m!s mati%ada que el acuerdo
con el contenido de los comunicados. Entre los dirigentes políticos, solamente Aerreira
)ldunate la recha%a con &uer%a en su intervención radial del martes 1$ y reclama el
regreso a los cuarteles. /(as Auer%as )rmadas R no est!n habilitadas
constitucionalmente para gobernar la repblica pero tampoco est!n capacitadas parahacerlo02G. "ero aparece en solitario en esta demanda* el resto aparece aceptar el
principio que 5roquetas y Hschebor enuncian como /la compatibilidad de la legalidad
democr!tica con la intervención militar02C. Junto a la potestas de &idelidad a la
constitución aparece, sin con&licto visible, con sobriedad o con entusiasmo, la eplicita
aceptación de la participación política de los militares como &orma de resolver la crisis.
omo e#emplo, decía H.5eltr!n- /o cuenta m!s el vie#o concepto de las &uer%as
armadas en los cuarteles. Est!n presentes, deben estar presentes, como otros
sectores, en la solución de la problem!tica nacional02;
"or su parte el Arente )mplio epreso su aceptación por boca del 3ral. Seregni y los gruposque lo integraban mani&estaron su aprobación +apenas condicionada o se mantuvieron en
2= Seregni, (, 0<iscurso del 3ral. (iber Seregni +9 de &ebrero, cuadernos de Marcha ro C:, 2C7$=21 Fer- /(os ob#etivos epuestos por las Auer%as )rmadas0, El "opular, <omingo 11, cuadernos deMarcha ro C:, $$7$G.22
Fer- / (os ob#etivos epuestos..0 cit.2$
Fer Aereira- /eposición radial..0 cit.2B6pinión acionalista, 1G de Aebrero de 19;$, p!g. 1G2G Aerreira- /Eposición radial0, 1$ de Aebrero. it.2C
5roquetas, Magdalena e @sabel Hschebor- /El tiempo de los militares honestos. )cerca de las
interpretaciones de Aebrero de 19;$0 en Marchesi. ), Mararian, F, 4ico, ). y a&&', J- El presente de ladictadura +Montevideo, ?rilce, 2==B ;G.2; itado en )cción, 1= de Aebrero, p!g. 2
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silencio. 8ablando a nombre de la coalición, Seregni reclamo la renuncia de 5ordaberry y el
comien%o de un di!logo entre las &uer%as políticas y sociales, y agregaba- /solamente a partir
de ese di!logo establecido es viable la interacción &ecunda, entre pueblo, gobierno y Auer%as
)rmadas, para comen%ar la reconstrucción de la patria en decadencia02:. /El "opular0 lo
mani&iesta m!s directamente- /.la divisoria es entre oligarquía y pueblo y dentro de este
caben indudablemente todos los militares patriotas que est'n con la causa del pueblo, para
terminar con el dominio de la rosca olig!rquica029
Es curiosa la invisibilidad de esta contradicción entre el respeto a la onstitución y la
participación militar, m!ime cuando m!s adelante, al repasar los acontecimientos, todos
a&irmar!n que en su momento epusieron /con claridad meridiana0 su recha%o a la embestida
militar. En su momento el <r. arlos Pui#ano seDalo con agude%a la &alacia que se encerraba en
la aceptación simult!nea de la onstitución y la intervención militar-
/uando se repite que el >ruguay de antes est! muerto, se hace lo creemos, una a&irmación
vera%. uando se agrega que ahora las Auer%as )rmadas tienen una gravitación que el país noconoció en lo que va del siglo, tambi'n se reconoce un hecho de &!cil comprobación. "ero, en
cambio, cuando de ambas premisas se etrae la conclusión de que el nuevo >ruguay debe
mantenerse o se mantendr! el predominio de dichas Auer%as )rmadas , se hace una elección +
o se mani&iesta una pre&erencia y no una deducción.0$=
(os e&ectos del pacto de 5oi%o (an%a.
uando la situación política parecía estancada, el 12 de Aebrero en una movida sorpresiva que
alteró radicalmente los datos de la situación, 5ordaberry se reunió con los militares en 5oi%o
(an%a y acepto sus eigencias. (a decisión de 5ordaberry puede resultar sorprendente en ladin!mica de los acontecimientos, pero si se la mira en perspectiva histórica, la actitud del
presidente coincide con una pauta que era cada ve% m!s normal en las relaciones entre el
"oder E#ecutivo y las Auer%as )rmadas. Es posible percibir la ausencia de alternativas
disponibles en &ebrero ante la escalada militar si tenemos en cuenta los condicionamientos
determinados por las decisiones previas del poder político. <esde bastante tiempo era
habitual que el E#ecutivo recurriera a las AA.)). para en&rentar a la movili%ación social.$1 la
di&erencia es que en este caso los demandantes eran las mismas AA.)). y no el gobierno. "or
eso se entiende que a cambio de permanecer en el cargo, 5ordaberry aceptara los reclamos y
la creación del /onse#o de Seguridad acional0 +6SE) que institucionali%aba la
participación militar en el gobierno. ) la lu% de los antecedentes es posible suponer que lamayoría de los dirigentes políticos, por ra%ones di&erentes, hubiera adoptado similar actitud-
para algunos, porque el peligro no eran los militares sino los movimientos sociales +y entonces
2: Seregni- /<iscurso del 3ral.0, 9 de Aebrero,cit.29
/(os ob#etivos epuestos0, El "opular, <omingo 11, cit.$=
Pui#ano,, /?anto va el c!ntaro al agua0, Marcha, 9 de Aebrero de 19;$, ;$1
(a intervención militar en los con&lictos sociales era una pr!ctica que registraba antecedentes por lomenos desde la presidencia de (uis 5atlle, aunque esa intervención no se producía en el marco demedidas etraordinarias* ver- /(uis 5atlle, pensamiento y acción0 +Montevideo, )rca, 19CG, @, $1;. a enlos sesenta la con#unción de medidas etraordinarias con intervención militar se tras&ormo en una
pr!ctica habitual, a titulo de e#emplo, en la huelga de >?E de Aebrero y Mar%o de 19C$ el e#ercito &ueencargado de vigilar las centrales el'ctricas, con orden de disparar a quien se acercara en actitudsospechosa + El desarrollo y los e&ectos de este con&licto en Marcha, : de Mar%o de 19C$, G y ;
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el apoyo de las AA.)). era imprescindible para mantenerlos controlados, mientras que para
otros los militares podían ser aliados e&icaces en la tarea de trans&ormación de la sociedad.
(a ausencia de protestas de sectores integrantes del /acuerdo nacional0 cuando se anuncio la
creación del 6SE), parece rati&icar la hipótesis de que el peligro social volvía aceptable la
intervención militar. Este acontecimiento +de hecho, un cambio constitucional no pareciórelevante cuando llego el momento de hacer el balance de la crisis* ninguno de los sectores
participantes en el gobierno parecía notar un cambio institucional importante. "or lo contrario,
la coalición o&icialista pareció recuperar la con&ian%a y sus integrantes aceptaron el pacto con
aire triun&al. Esta aceptación no era sólo declarativa, o un repliegue t!ctico, ya que desde
entonces y por varios meses, la cohabitación con los mandos militares no motivo ninguna
deserción ministerial. )unque no &altaron re&erencias a la gravedad de la crisis, la vocación
constitucionalista que se mani&estaba en los días previos se vio sustituida por elogios a la
&irme%a de la democracia y la estabilidad de las instituciones, ahora identi&icadas +por primera
ve% con las personas que las desempeDaban. "udorosamente a&irmaba el editorial de /El
"aís0- /)hora, lo &undamental ha sido salvado. 8ay que mirar con optimismo hacia adelante y
que una ve% que aquello ha ocurrido0$2, por su parte /)cción0 consideraba que volvía la
normalidad /. Sin que se haya producido ningn cambio traum!tico dentro del gobierno0 $$.
<ías despu's rati&icaba- / estamos dispuestos a continuar colaborando con este gobierno,
con ministerios o sin ministerios, desde el parlamento o desde la calle0$B. ?odos los sectores
o&icialistas &ormularon un balance muy positivo, parecía aceptable la institucionali%ación de la
participación militar, si era la condición para detener el aparente vira#e a la i%quierda de los
militares y mantener la eclusión del Arente )mplio. Esta actitud complaciente se mantuvo
incluso cuando los militares reclamaron la sustitución de algunos políticos designados como
diplom!ticos y del Secretario de la presidencia (uis 5arrios ?assano+ integrante de >nidad y4e&orma y hombre de con&ian%a de 5ordaberry. En cambio, cuando los militares comen%aron
a intervenir en la integración de los directorios de los entes reduciendo el nmero de cargos a
repartir o e#erciendo su poder de veto sobre los candidatos, comen%ó a mani&estarse el
malestar de algunos sectores acuerdistas. a en Mar%o el sector de Mario 8eber, que el aDo
anterior había participado en el acuerdo, comen%aba a marcar su distancia con el gobierno.
(a oposición no dispuso de tanto tiempo y debió reconsiderar m!s r!pidamente sus opciones
cuando resultó evidente que la situación se apartaba de los que parecía su trayecto inicial.
"ocos días despu's de anunciado el pacto de 5oi%o (an%a, el 3ral. Seregni, en una actitud muy
poco &recuente, enviaba una comunicación personal a /la es&or%ada militancia &renteamplista0donde rati&icaba y ampliaba los t'rminos de la /alerta0 con que cerró su discurso del 9, en un
mensa#e que trasluce la inestabilidad del momento- /mantenerse alerta signi&ica- estar
atentos y prontos, sin ningn tipo de vacilaciones en el cumplimiento de la tarea política y por
consiguiente, en el lugar que la militancia &renteamplista le ha asignado a cada uno0 $G. )l día
siguiente reiteraba y ampliaba el mensa#e en una reunión de militantes.
$2 /(a crisis superada0, El "aís, 1$ de Aebrero, p!g. G
$$
/)nte la &inali%ación de la crisis0 )cción, 1$ de Aebrero, p!g. 2$B /(a respuesta de >nidad y 4e&orma0, )cción, 21 de Aebrero, p!g. 2
$G /Mensa#e del 3ral. Seregni0, Marcha, 1C de Aebrero, pag.2
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"or su parte Aerreira tambi'n comen%ó a cambiar sus posiciones iniciales. En su audición del
lunes 19, insistió en que la demanda militar /est! reDida con los preceptos constitucionales0 y
observó que /ni una sola ve% se haya dicho r'gimen republicano democr!tico
4E"4ESE?)?@F60$C. "ero lo m!s novedoso es que ahora hacia una lectura di&erente de los
comunicados- ya no le parecían similares a la propuesta que 'l le hiciera llegar a 5ordaberry un
aDo antes* por el contrario los cali&icaba de /reiteración de lugares comunes sabidos de la
política nacional0 en los que &altaba sus /todo pensamiento político director0. "arece claro que
Aerreira tomaba distancia de sus posiciones de la semana anterior pero no quería aparecer
acerc!ndose a las posiciones del Arente )mplio, y este reposicionamiento puede verse como
un intento de ubicarse en el centro, apart!ndose de las AA.)). y del gobierno pero sin
acercarse a la i%quierda. a desde el título cuestionaba la posición del Arente )mplio,
insistiendo que en un discurso del s!bado 1; Seregni no había seDalado aspectos relevantes de
los comunicados +como el que se citaba m!s arriba, aunque el mismo cuestionamiento podría
hac'rsele a su propia interpretación de la semana anterior. "ero Aerreira pretendía situarse en
un terreno que ya estaba ocupado* desde tiempo atr!s el sector de J. 5atlle desplegaba undiscurso que se ubicaba entre la i%quierda y el /gorilismo0, y aparentemente ya no había
espacio para la construcción de otro lugar que &uera equidistante de la i%quierda y las AA.)).
ecesariamente las posiciones del sector de "or la "atria y las del Arente )mplio &ueron
aproim!ndose cada ve% m!s- pocas semanas despu's, en Mar%o, la prensa registraba la
imagen de un cordial encuentro entre Aerreira y Seregni. "ero en ese recorrido de
aproimación, Aerreira no &ue acompaDado por muchos dirigentes de su partido.
En medio de esta con&usión no es sorprendente que la población no se sintiera involucrada en
la crisis. (a ausencia de mensa#es claros de parte de los dirigentes, la pasividad de los
legisladores que no consideraron necesario levantar el receso y tambi'n la 'poca del aDo t ladistancia de las elecciones +&actores que a&ectan a todos los partidos* inclinaban a la
ciudadanía a considerarse espectadora, pero esta actitud pasiva actuaba en &avor de los
militares. 4esulta di&ícil imaginar una situación di&erente, ya que los partidos mayoritarios no
acostumbran a convocar a sus partidarios* es llamativa la soledad de 5ordaberry cuando
convoco a la movili%ación, y su llamado del : de Aebrero para reunirse en la pla%a no estuvo
coordinado con los dirigentes partidarios$;. o es etraDo que, como observaba Pui#ano, ni
siquiera su electorado se haya sentido impulsada a concurrir. 4e&leionando sobre la pasividad
de la ciudadanía, el <r. 5eltr!n desde la p!gina editorial una curiosa invocación que era
recogida por /)cción0- /<onde est!n los grupos que harían las membranas, en su estridente
protesta, porque se violaba en el país de la libertad, se encarcelaba arbitrariamente a unciudadano, se desconocía algn principio del teto constitucional0$:. 5uscando eplicación al
$C /Seregni y los opotunistas del Arente )mplio0, 6pinión acionalista, #ueves 22 de Aebrero, ultima
p!gina.$;
El /<ía0 seDalo que- /hubo contactos con Aerreira )ldunate hasta poco antes que el #ueves ltimo, el"rimer Mandatario dirigiera su mensa#e radiotelevisado R. (a idea que en la noche del #uevesaparecieran en la televisión el "residente #unto al Senador y eso, estamos seguros, hubiera parado loslamentables sucesos posteriores0+ El <ía, 1= de Aebrero, 1ra p!g. Aerreira desmintió inmediatamente la
versión. +)hora, 11 de Aebrero, p!g. $$: )cción, 12 de &ebrero, p!g. 2
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mismo &enómeno, di#o Aerreira )ldunate- /. adie sale a luchar en de&ensa de meras
abstracciones0$9
El Arente )mplio reali%o un acto precisamente el 9 de Aebrero, pero la situación en la que se
encontraban los sectores de i%quierda tampoco los predisponía a salir en de&ensa de la &orma
de democracia política vigente en la 'poca. (a i%quierda legal había denunciado las torturas ylos asesinatos cometidos por las Auer%as )rmadas, y sus militantes habían tenido que soportar
el embate de la represión que había cobrado muchas vidas, ante la indi&erencia del resto del
sistema político. (os episodios de Aebrero pusieron en crisis una tensión ideológica dentro de
la i%quierda que había quedado oculta en el proceso de &ormación del Arente )mplio y que
ahora salió a la lu%- la que separaba a sectores /progresistas0 provenientes de los partidos
tradicionales, de los grupos de /i%quierda0. "or otra parte, desde la con&erencia de la 6()S en
19C; se habían pro&undi%ado las di&erencias dentro de sectores de la i%quierda. )unque la
coalición se identi&icaba globalmente como de /i%quierda0, la mayoría de sus votantes de 19;1
provenían de los partidos tradicionales y en algunos casos +como el Movimiento 5lanco
"opular y "rogresista, que lideraba 4odrígue% amuso, antes del acuerdo electoral sólo había
condicionado con la i%quierda en el discurso antiimperialista y en la de&ensa de las garantías
constitucionales. En líneas generales, en el Arente )mplio coeistían un discurso de corte
liberal7 radical, con &uerte in&leión social pero que no abandonaba los principios del
liberalismo político +que encuentra su de&ensor m!s coherente en el <r. arlos Pui#ano, y un
discurso de i%quierda que planteaba la epectativa de la revolución como un ob#etivo a
mediano pla%o. omo en su origen la coalición se integro en torno a ob#etivos inmediatos,
estas di&erencias no resultaron relevantes* si bien podían percibirse matices en los discursos
+que en la pr!ctica de invitar a los actos a los representantes de otros grupos &renteamplistas
contribuyo a amortiguar, en líneas generales era perceptible la homogeneidad discursiva."ero algunas de estas di&erencias comen%aron a mani&estarse en duro aDo de 19;2, y el tema
de las Auer%as )rmadas resultó uno de los puntos críticos. "or otra parte, como dice
Mararian-
/.sería in#usto considerar los intentos de acercamiento de parte de la i%quierda hacia los
militares como una mera ingenuidad. (a situación uruguaya a &ines de los sesenta y principios
de los setenta daba pie a tal epectativa. "or un lado, las Auer%as )rmadas carecían de una
tradición de participación política. >na caracteri%ación generali%ada de su papel y capacidades
ponía de relieve su segregación de la vida política y destacaba el cumplimiento de los deberes
pro&esionales que en un país que no había estado involucrado en con&lictos violentos a nivelinternacional. "romovida tanto por civiles como por militares, esta caracteri%ación habilito
di&erentes interpretaciones cuando las Auer%as )rmadas comen%aron a traspasar sus &unciones
tradicionales.0B=
?ambi'n había comen%ado a circular la idea de que las Auer%as )rmadas estaban viviendo un
proceso de /peruani%ación0 que estaba modi&icando su manera de pensarB1 y si hoy en día el
$9 Aerreira- @ntervención radial.,citB=
Marariian, F .@dos y reci'n llegados, cit, $:B1
Sobre la evolución ideológica de la i%quierda antes del golpe de Estado, ver- Mararian, @dos y reci'nllegados. 6tra visión en 3atto, 8, /El cielo por asalto0 Montevideo, taurus 2==1, y en (essa, ), (arevolución imposible, Montevideo, &in de siglo, 2==1
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concepto de militares peruanistas est! &uertemente devaluado, no era esa imagen que
predominaba a comien%os de los aDos ;=. omo seDalan 5roquetas y Hschebor,
/probablemente porque este convencimiento ya eistía, los comunicados B y ; &ueron
interpretados como un programa anti olig!rquico, antiimperialista y nacionalista0B2. (a
con&usión de la 'poca &ue suponer que estos militares podían ubicarse en el etremo
progresista del abanico y que sus adversarios eran los &ascistas* pero estrictamente las
tendencias militares identi&icables en &ebrero no podían ser ubicadas en el e#e &ascismo7
progresismo. (a novedad de la intervención militar de &ebrero la volvía incompresible para la
'poca* el criterio que luego sirvió como marco de re&erencia, la oposición democracia7
dictadura, no era aplicable porque no de&inía un antagonismo- lo que ). 4ico ha denominado
/la vía democr!tica a la dictadura0B$ supone la previa coeistencia durante varios aDos de
pr!cticas autoritarias en un marco de democracia institucional, donde la represión y las
violaciones a las garantías eran #usti&icadas con invocaciones a la democracia y la constitución.
"or esa ra%ón, en la 'poca /democracia0 era equivalente de /pachequismo0 y para
di&erenciarse en el debate, desde la oposición se le agregaban ad#etivos +democraciaparticipativa, social, autentica. Eso eplicaría por qu' &rente a la evidente crisis del r'gimen
democr!tico, ninguno de los integrantes de la coalición hi%o pesar su discon&ormidad cuando
se aceptaron los planteos militares ni puso en &uncionamiento la restricción establecida en el
art. 2C del /4eglamento de organi%ación0, que establecía un procedimiento por el cual se
reconsideraba cualquier resolución sobre una cuestión, cuando por seis votos &uera cali&icada
de /&undamental0BB. Es revelador que en una situación tan crítica como la que se vivía en
&ebrero, la coalición adoptara graves de&iniciones institucionales +que m!s tarde &ueron motivo
de &uertes debates sin que ninguno de los integrantes utili%ara la posibilidad de bloquearlas.
"oniendo en palabras la incertidumbre de la 'poca, desde su p!gina editorial Pui#ano sepreguntaba /TPu' hacerU0 y proponía- /proceder a nuevas elecciones dado que el poder
político en uno de sus m!s encumbrados representantes se ha hecho el hara iri0 BG. "ero la
constitución no prev' ningn mecanismo que habilite la reali%ación inmediata de nuevas
elecciones, en ese momento de proceso electoral sólo podía reali%arse a partir de la
suspensión de la constitución. Esto parece la prueba de&initiva de que en &ebrero de 19;$ no
hubo un giro crítico, sino que el sistema ya se había apartado irreparablemente de la
constitución antes del pronunciamiento militar. En esa dirección parecen coincidir dos datos
de la 'poca- la /ceguera democr!tica0 de los grupos acuerdistas que despu's de 5oi%o (an%a
no parecieron percibir la inconstitucionalidad de la solución, y la índole de la salida que
impulsa Pu#ano con su propuesta de nuevas elecciones. Es revelador que precisamente elobservador m!s lucido de la situación no pudiera elaborar una propuesta que revertiera la
crisis en un solo momento, sin a&ectar la democracia y el orden constitucional restableciera la
plena vigencia de las instituciones.
B2 5roquetas y Hschebor. it. :=
B$ Fer 4ico,), /<el Estado de derecho al Estado de policía, >ruguay 19C;719;$0 en )).FF Estado de
derecho y estado de ecepción. )lemania y >ruguay- las d'cadas violentas,+Montevideo- @. 3oethe7& dederecho7trilce, 1999, BCBB
Fer )guirre,M, El Arente )mplio, historia y documentos,+Montevideo,E56,19:G 1=1* por su parte el
art. 2:+p!g. 1=2 enumera los partidos y grupos integrantes, con el nmero de delegados y de votoscorrespondientes.BG Pui#ano, /(a era de los militares0, Marcha 1C de Aebrero de 19;$, p!g.;
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(as de&iniciones de Junio.
)unque al comien%o las actitudes de los militares parecieron rati&icar algunas líneas seDaladas
en los comunicados de &ebrero +tal ve% la m!s importante &uera la divulgación en Mar%o, de la
venta de oro reali%ada por el gobierno el aDo anterior, desde &ines de ese mes las actitudes y
las de&iniciones del 6SE) apuntaron m!s contra los sectores de oposición que contra lasmedidas tomadas antes por el gobierno. En una sucesión bastante r!pida las AA.)). se
en&rentaron a los legisladores y a los sindicatos, para culminar la escalada con el pedido de
desa&uero del senador Enrique Erro +acusado por la #usticia militar de colaborar con el M(.
En Aebrero los militares habían tenido el apoyo o la neutralidad benevolente de casi todos los
sectores políticos y sociales, y habían logrado reunir la aprobación de representantes de todo
el espectro político. "ero estas acciones tan en'rgicas generaron e&ectos negativos, ya que
alarmaron a los dirigentes políticos y pronto comen%ó a estructurarse un bloque
suprapartidario de per&il opositor que restaba apoyos al gobierno.
<e todas &ormas la aproimación entre los sectores políticos era poco visible no solamenteporque el ritmo era muy lento y mucho el grado de distanciamiento previo, sino porque todos
parecían evaluar las consecuencias que implicaría el en&rentamiento directo con los militares.
El pedido de desa&uero termino recha%ado por la c!mara de 4epresentantes por un solo voto
de di&erencia* para entonces ya se habían volcado a la oposición muchos de los sectores
políticos que en &ebrero habían alimentado ciertas epectativas. El &racaso del desa&uero
molesto a los militares, ya a eso se sumó la proimidad de otra &echa límite que obligaba una
de&inición. El $= de Junio vence el pla%o para el envió de la 4endición de uentas al
parlamento, una instancia que siempre resultaba di&ícil para el gobierno por las demandas
gremiales que la acompaDaban. (a crisis política y los tiempos institucionales re&or%aban la
inminencia de una decisión importante.
"ero #unio no es Aebrero, ya no se podía esperar unanimidades y en cambio surgían
vacilaciones en el gobierno. 5ordaberry parece haber adoptado la decisión de disolver las
c!marasBC, con epectativas de que el decreto de disolución &uera &irmado por todos los
ministros. )unque la mayoría del gabinete igualmente le mani&estó su apoyo +incluyendo
algunos nacionalistas como Arancisco M. >billos y arlos )bdala que habían ingresado en
representación de sus sectores políticos, hubo cuatro que optaron por renunciar- "ablo
"urriel de Salud "ublica, )ngel Servetti en 6bras "ublicas, Jos' 4obaina )nso de cultura y
Jorge "resno recientemente asumido ministro de industriasB;. Ainalmente el decreto sólo tuvo
las &irmas de los titulares de <e&ensa +<r. Halter 4avenna y el interior +el nel. 'stor
5olentini. ?ampoco tuvo una respuesta pasiva por parte de la población como en &ebrero-
esta ve% el anuncio de la disolución de las c!maras desato inmediatamente la respuesta de los
sindicatos que iniciaron la 8uelga general, mientras que la mayoría de los dirigentes políticos
BC )sí lo relato el mismo 5ordaberry aDos despu's, y agrego re&iri'ndose al decreto de disolución de las
c!maras- las &uer%as armadas no participaron para nada en su redacción0 ampodonico, Miguel )ngel,)ntes del silencio +Montevideo* (inardi y 4iso, 2==$, p!g. 1=:B; <e los ministros renunciantes, el de industrias Jorge "resno y el de educación y cultura Jos' Maria4obaina )nso, volvieron a integrar el gabinete en la primera presidencia de Sanguinetti- "resno volvió a
industrias en 19:C +en sustitución del <r. arlos "ir!n y permaneció hasta el &inal del mandato, y4obaina )nso &ue subsecretario de de&ensa desde 19:G hasta oviembre de 19:;, cuando asumió el3ral. 8ugo Medina.
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se mani&estaban en contra de la medida. (a huelga incluyo ocupaciones +y reocupaciones de
los lugares de traba#o , atentados simbólicos como el apagado de la re&inería de ))",
mani&estaciones rel!mpago y reuniones masivas como el 9 de Julio. <os traba#adores, Halter
Medina y 4amón "er' &ueron asesinados, tambi'n &ueron detenidos varios centenares de
huelguistas, así como dirigentes del Arente )mplio y del "artido acional que apoyaban el
movimiento. Ainalmente se levanto el 11 de Julio en medio de un &uerte debate entre
tendencias sindicales.
(a reconstrucción histórica del episodio del golpe y la huelga que reali%o ). 4icoB: muestra la
variedad de un momento lleno de ricas eperiencias sociales, que quedó marcado en la
memoria social como el comien%o de la dictadura. "ero eso no parece surgir del testimonio de
la 'poca* aunque la disolución del parlamento se ve hoy como la tras&ormación de 5ordaberry
en dictador, para muchos en aquel momento el episodio no pareció dram!tico ni marco una
clara &rontera temporal. El novel dictador eplico su actitud invocando /nuestra vocación
democr!tica y nuestra adhesión sin reticencias al sistema de organi%ación política y social que
rige la convivencia de los uruguayos0B9. "or su parte J. "acheco )reco envió un telegrama
desde Madrid apoyando la decisión de 5ordaberry- aceptaba sin cuestionamientos la medida
entendi'ndola como la /preservación de valores &undamentales de la democracia uruguaya0G=.
)l día siguiente la >nión acional 4eeleccionista hi%o m!s eplicito ese apoyo, agregando la
epectativa de /.una nueva institucionalidad, basada en el e&ectivo &uncionamiento de los
partidos sobre bases genuinamente democr!ticas0G1. Es decir que para algunos sectores
políticos, no hubo un cambio radical en la situación ni siquiera luego de un gesto tan dr!stico
como la disolución del parlamento* por el contrario para ellos el golpe de Estado y la
democracia todavía no eran antagónicos, aunque su relación no era de coeistencia sino de
sucesión- la dictadura era una etapa a recorrer para salvaguardar la democracia.
o llama la atención que el golpe no impulsara el acercamiento de la &ragmentada dirigencia
política* por el contrario, entre los sectores que no apoyaron el golpe se percibe la
preocupación por marcar su propio territorio aunque eso redu#era las posibilidades de acción
con#unta. (as intervenciones en la ltima sesión del senado terminan invocando re&erentes de
su propio partido + Aerreira vivó al "artio acional, Fasconcellos a 5atlle, 8ierro 3ambardela a
5rum, y algunas de las declaraciones contra el golpe de#an clara la distancia con otros
sectores opositores. >nidad y 4e&orma mani&estó su recha%o y reclamó la consulta electoral
+una solución con la que había discrepado en Aebrero , pero aclaró los t'rminos y de paso,
marco su propio per&il opositor- /los batllistas estamos en contra del golpe de Estado y ladictadura y nos estamos organi%ando para derrocarla. o estamos preparados para el uso de
las armas,R y en esta lucha nos uniremos con todos los uruguayos que est'n de acuerdo hoy
en una salida electoral.0G2
B: Fer 4ico.)lvaro, et al, 1G días que estremecieron al >ruguay. 3olpe de Estado y huelga general.2; deJunio711 de Julio de 19;$.+Montevideo- &in de siglo 2==G.B9
/<iscurso de Juan M. 5ordaberry0 2; de Junio de 19;$, El <ía, 2: y 29 de Junio de 19;$. "!g.2G=
6pinar, B de oviembre de 19:2, p!g. GG1 4ico, 1G días, cit, $22
G2 /Muera la dictadura0, en 4ico, 1G dias., cit, 2B;72B:
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Solamente dos &uer%as políticas, el Arente )mplio y el "artido acional, emitieron una
declaración con#unta donde a la ve% que rati&icaban /sus respectivas individualidades políticas
e ideológicas0 se declararon dispuestos a /dialogar con todas las &uer%as con vocación y
actitudes democr!ticas0. 4eclamaban la renuncia de 5ordaberry y proponían una plata&orma
de seis puntos que incluía demandas políticas y económicas +restablecimiento de los derechos
y las garantías, un acuerdo sobre las garantías tras&ormaciones económicas y sociales* y
tambi'n un reclamo nuevo- la re&orma de la constituciónG$. "or primera ve% en la historia
uruguaya posterior a 1:9:, uno de los partidos tradicionales aceptaba como nico socio en un
plano de igualdad a un conglomerado no tradicional, y elaboraban un plan político en comn.
Ainalmente se aceptaba la ruptura del monopolio bipartidista de la política, ya visible en los
resultados electorales de 19;1, que ahora pasaba a epresarse tambi'n en los hechos
políticos. Sin embargo, otros agentes se encargaron de seDalar los límites de este acuerdo.
<esde /El "aís0 el <r. Hashington 5eltran, en plena huelga general invocaba su ecluyente
condición de blanco para seDalar sus di&erencias con el Arente )mplio, y en cambio proponía
/vigori%ar a los partidos tradicionales0- /.con el Arente )mplio, el en&rentamiento no secircunscribe a aquellos per&iles individuali%antes en el campo económico, en el social o en el
administrativo, o el &inanciero. o, la con&rontación llego a lo sustantivo0* a nuestra
concepción de la vida0GB. El mismo día y la misma p!gina de /El "aís0, el <r. Julio Maria
Sanguinetti se epresaba de manera similar, /es resolución o&icial de nuestro grupo no
participar en ninguna actividad con#unta con grupos no democr!ticos0GG.
En el partido colorado,como en algunos sectores del "artido acional, la &uer%a del partidismo
tradicional se imponía sobre el antagonismo democracia7dictadura. ?odavía la disolución del
parlamento no hacía de 5ordaberry un político tan /antidemocr!tico0 como lo era el Arente
)mplio* era pre&erible desalentar cualquier intento de resistencia aunque &uera de#ando elcampo libre a la acción del gobierno de &uer%a. )nte la par!lisis política, &ue la central sindical
la que se instaló en el lugar que históricamente ocuparon los partidos y mantuvo la
movili%ación durante quince largos días. 4econociendo este in'dito protagonismo el ministro
del @nterior, salteando las mediaciones partidarias, le propuso negociar el &in de la huelga. En
estas conversaciones la dirigencia de la ? condiciono el levantamiento de las medidas a una
de&inición concreta sobre cinco puntos- dos de ellos se re&ieren a la vigencia de las garantías,
otros dos a medidas económicas y el ltimo eigía la /erradicación de las bandas &ascistas0 de
la enseDan%a. En ninguno se reclamaba la reinstalación del parlamento, una ausencia que
mostraba el distanciamiento que eistía entre la sociedad movili%ada y la dirigencia de los
partidos mayoritarios.
En busca de un nuevo equilibrio.
(uego de la disolución del parlamento, durante unos meses la situación mantuvo algunos
aspectos de /normalidad0- aunque las actividades políticas &ueron prohibidas continuaron las
conversaciones entre gobierno y sindicatos- an despu's de la proscripción de la ? hubo
G$ @d., $9B7$9G
GB
5eltran,H., /5lancos, aut'nticamente blancos0, El "aís, : de #ulio 19;$, p!g G. In&asis mio.GG Sanguinetti, J.M. /iega la 1G toda vinculación política con el Arente )mplio0, El "aís, : de Julio 19;$,
p!g G.
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intentos de acercamiento con los sectores /radicales0 del movimiento sindicalGC, y la
>niversidad recibió garantías para seguir cumpliendo sus tareas. En ese lapso los partidos de
i%quierda mantuvieron discretamente sus actividades y siguió public!ndose la prensa de la
oposición, aunque en un marco de limitaciones y de censura. Este periodo de autoritarismo
posparlamentario transcurrió en un conteto di&ícil de de&inir- los partidos mayoritarios
cesaron sus actividad publlica y de#aron el espacio libre, pero el r'gimen &ue avan%ando con
mucha cautela y si bien el 2; de Junio se había anunciado la instalación de un onse#o de
Estado +siguiendo eplícitamente el modelo del golpe de 1:9:G;, el lugar institucional de#ado
por el parlamento no &ue cubierto de inmediato* tambi'n hubo un intento de reactivación de
los sindicatos, y el 11 de setiembre se reali%aron elecciones universitarias controladas por la
corte electoral. "ero si la intención del gobierno era dar oportunidad a que sus partidarios se
mani&estasen, debió resultarle decepcionante- por el contrario, quedo en evidencia que los
sectores m!s organi%ados de la sociedad no apoyaban al golpe. ada uno de los intentos
terminaba en &racaso- los sindicatos comen%aron a reconstruirse como eran antes del golpe, y
en las elecciones universitarias reali%adas con todas las garantías triun&aron ampliamentesectores contrarios a la nueva situación. Esta etapa de inde&inición termino tr!gicamente en
octubre con la eplosión en la Aacultad de @ngeniería +en el &in de semana previo a la
instalación de las nuevas autoridades universitarias elegidas el mes anterior, que marco el
comien%o de una &uerte represión- (a >niversidad &ue intervenida y unas semanas m!s tarde
&ueron proscritas las organi%aciones sociales y políticas vinculadas con la i%quierda. "artidos
políticos y gremios estudiantiles pasaron a ser /ilegales0 desde comien%o de diciembre* pocos
días despu's +el 19 comen%ó a &uncionar un reducido onse#o de Estado de 2G de miembros.
"ero en esta parsimoniosa instalación de la dictadura, ni siquiera ese gesto inaugural pareció
marcar una ruptura decisiva en la institucionalidad- el cuerpo estaba presidido por uno de los
senadores cesados por el golpe, El <4. Martin Echegoyen , y se encontraban presentes en lasbarras algunos de los /senadores de&enestrados por el decreto del 2; de Junio0G:.
ontribuyendo a la con&usión, en su discurso inaugural 5ordaberry mantenía la idea de la
equivalencia de los partidos tradicionales con la democracia, sostenías la compatibilidad de
esta con la intervención militar, y en cambio instalaba la oposición entre la democracia y
marismo como la discontinuidad principal del espacio político. )sí a&irmaba que era el
momento de en&rentar /.los riesgos de admitir la compatibilidad del marismo con la
eistencia del r'gimen democr!tico, representativo y asentado en la eistencia de pluralidad
de partidos0G9
GC 4ico, 1G diascit, C$2.G; En &ebrero de 1:9:, Juan (indol&o uestas+presidente interino de la 4epublica dio un golpe de Estadocon el apoyo de los sectores mayoritarios de los partidos. reo un /onse#o de Estado0 de :: miembrosy llamo a elecciones en oviembre. (a asamblea 3eneral lo eligió presidente el 1ro de Mar%o de 1:99,con que se volvió a la vigencia de la norma constitucional. Esta &ue la primera ve% en la historiauruguaya que un presidente dio un golpe de Estado, hecho que se repetiría en los ;G aDos posteriores*uestas tambi'n invento el onse#o de Estado que acompaDa la tarea de otros presidentes golpistas +).5aldomir y J.M.5ordaberry. El car!cter instituyente de esa primera eperiencia se ve re&or%ado por laintegración del conse#o con las &iguras m!s importantes de la 'poca y que marcaron la historia de las
primeras d'cadas del siglo KK.G: )l&aro, 8. /SueDo de una tarde de verano0, Marcha, 21 de <iciembre de 19;$, p!g. 1=
G9 /Somos protagonistas de una revolución0, El "aís, 2= de <iciembre, p!g.2
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M!s all! de las palabras, la din!mica de los acontecimientos producidos desde &ebrero le había
devuelto protagonismo y visibilidad al presidente. Se había trans&ormado en la &igura principal
de un gobierno donde los civiles todavía conservaban importancia* capitali%aba la
per&ormatividad propia de los discursos del poder y resulta imposible discernir hasta qu'
punto son sus propias opiniones las que con&iguran las decisiones del con#unto. Este
incremento de la visibilidad del presidente era uno de los resultados menos previsibles de los
episodios de ese aDo tan lleno de alternativas.
5 (a conversión de 5ordaberry y el avance militar+19;B719;C.
<esde 5oi%o (an%a en adelante, los mandos militares habían aprendido a escuchar y a respetar
las opiniones de 5ordaberry que parecía marchar en su propia dirección. "or su parte,
5ordaberry parecía m!s cómodo en su nuevo rol que en el de presidente onstitucional. "ero
no demoraron en surgir los desencuentros, cuando los militares comen%aron a de&inirlaboriosamente sus ob#etivos y percibieron que no coincidían eactamente con los del
presidente, y adem!s percibieron que este utili%aba su in&luencia para llevar al r'gimen por su
propio camino. Sin embargo, para los generales no &ue &!cil aceptar que debían ingresar al
espacio de la toma de decisiones políticas, ni la &orma como debían procesarse esas decisiones.
(a situación del ?te. 3ral. 8ugo hiappe "ose, en mayo de 19;B parece marcar en &in de una
tendencia /personalista0 de la conducción, y la eliminación de la posibilidad del surgimiento
de un "inochet en el e#'rcito uruguayoC=. Este cambio de comandante &ue el nico que se
produ#o en el e#'rcito durante el periodo de la dictadura de 5ordaberry, y su sustito el 3ral.
Julio esar Fadora, &ue el que desempeDo el cargo durante m!s largo tiempo +desde mayo de
19;B hasta &ebrero de 19;:* pero su ecepcionalidad resulta m!s evidente si, como parece,signi&ico el triun&o de las corrientes corporativas que luego hicieron un bloqueo muy e&ica% a
las pretensiones de 3. Vlvare%. Sin embargo, en lo inmediato esto signi&icaba un movimiento
t!ctico preparatorio del en&rentamiento con el presidente que algunos ya comen%aban a
entrever, gradualmente todos pudieron percibir una grieta en el bloque /cívico militar0 que se
&ue pro&undi%ando hasta la &ractura.
5a#o el signo de la crisis económica.
Este con&uso #uego no podía ocupar todos los es&uer%os, porque pronto debieron hacer &rente
a un cambio radical en el panorama económico internacional- lo que parecía una situación
consolidada en la prosperidad +y que era el conteto en el que se había producido la disolución
del parlamento se tras&ormó en una crisis que a&ecto de manera directa al >ruguay. En
6ctubre de 19;$ se produ#o la /3uerra del Wippur0 que vino acompaDada primero por el
embargo petrolero a los aliados de @srael y &ue seguida por la intervención directa de la 6"E"
en la &i#ación del precio del petróleo. Esto se re&le#o en un incremento espectacular de los
yC=
Sobre la destitución de hiappe "ose y la designación del 3ral. Fadora, ver- (essa, )l&onso, Estado de3uerra,+Montevideo- &in de siglo, 2==$ 1GG71GC
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costos del combustible, todos los países no productores debieron reestructurar el gasto.
)unque la reacción del r'gimen no &ue inmediata, implico un cambio relevante en la
conducción de la economía del país* a &ines de enero el r. arlos "a%os abandono el ministerio
de Economía, y el r. Moises ohen debió actuar como ministro interino durante unos meses
hasta que la designación del @ng. )le#andro Feigh Fillegas a mediados del aDo. Este impulso
una importante reestructuración de la economíaC1 , a la que busco adaptar a las nuevas
condiciones del comercio internacional. Este rea#uste estructural se procesó en condiciones
ecepcionalmente &avorables para sus promotores, ya que los reclamos sociales podían ser
de#ados de lado* habían desaparecido todas las voces en el debate social, se llamaron a
silencio las &iguras representativas de los partidos, y los dirigentes sindicales &ueron
encarcelados o marcaron al eilio. El reclamo por el retorno de la actividad política reali%ado
por un con#unto de e legisladores a comien%os de setiembre de 19;B &ue !speramente
respondido por 5ordaberry, como veremos, un paro reali%ado por el Sunca en octubre motivo
la dura represión del gobierno. 3radualmente el r'gimen &ue a#ustando los controles sobre la
sociedad movili%ada y sobre los elencos políticos, mientras activaba por otro lado losmecanismos de /Movili%ación controlada0 con los actos patrióticos, como se vería con la
programación del /)Do de la 6rientalidad0 de 19;GC2.
Mientras tanto se había tomando impulso el proceso de re&orma de la constitución. <esde
muy pronto se había designado una comisión en el onse#o de Estado, que no parecía
interesar demasiado a los conse#eros- sólo recibió un proyecto presentado a poco de instalarse
por el <r. )lberto <emicheli, pero este parsimonioso comien%o &ue tomando intensidad en
otros !mbitos de discusiones del gobierno. El tema no era irrelevante, ya que la din!mica de
los acontecimientos provocaba cambios en las perspectivas y los proyectos de algunos
persona#es representativos en el r'gimen y particularmente en las de 5ordaberry. En #unio de19;$, este anunciaba el comien%o de una breve etapa de gobierno sin control parlamentario,
que sería seguida, al cabo de su mandato constitucional, por un llamado a elecciones que
restablecería la normalidad. "ero parece haber cambiado de idea con bastante rapide%, y la
intervención del ministro de 4elaciones Eteriores Juan arlos 5lanco el 1: de Julio de 19;B,
hablando a nombre del 3obierno en el aniversario de la primera constitución, epuso algunos
de los lineamientos del nuevo ordenamiento institucional del paísC$. "oco despu's, ante el
reclamo para eliminar las restricciones a la libertad de opinión que &ormularon los dirigentes
políticos para participar del debate de la re&orma constitucional, la negativa de 5ordaberry &ue
bastante ruda y por primera ve% arro#o dudas sobre la reali%ación de las elecciones de 19;C.
/Esta en gestión una re&orma institucional que an no puede consolidarse en una constitución,
pero que permite o&recer ya sus bases escenciales- crear una democracia autentica y militante
y un Estado e&ica% al servicio del bien nacional. "or eso no puede concebirse que en noviembre
C1 Sombre el impacto de esta crisis en la economía y las políticas ensayadas para en&rentarla, ver, a&&',J.C2
Fer osse, @, Mararian F, 19;G- )Do de la 6rientalidad. @dentidad, memoria e historia en unadictadura.+Montevideo, ?rilce, 199CC$ /5lanco anuncio los lineamientos de la re&orma0, El país, 19 de Julio de 19;B, p!g. B
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de 19;C se convoque a elecciones dentro del sistema político e institucional perimido el 2; de
Junio de 19;$0CB
En materia de proyectos el presidente parecía haberse convertido r!pidamente al continuismo
presidencial, y les estaba sacando venta#a a los comandantes, por lo que gradualmente &ueron
quedando en posiciones cada ve% m!s distantes. (as di&erencias entre el presidente y losmandos no eran raras y no debe interpretarse que 5ordaberry era un dócil e#ecutor de las
decisiones militares, pero en general había pre&erido mani&estar sus discrepancias en otros
planos y no en los institucionales- en su momento se había opuesto a algunas de las medidas
de política económica sugeridas por los militares, como quedo en evidencia cuando en mayo
de 19;G cuando cuestiono las decisiones de Eduardo "eile en el @).CG "ero aparentemente
la tendencia a la personali%ación del poder lo bene&iciaba claramente y eso le permitía
imaginar que su popularidad estaba en aumento.
El golpe dentro del golpe.
"ara quien no tenga presentes los largos antecedentes de la crisis, el en&rentamiento entre
5ordaberry y los mandos militares reproduce el &ormato de una lucha entre un presidente
surgido de elecciones democr!ticas que se en&renta a un grupo de militares golpistas. "ero
esto no describe adecuadamente las dimensiones del desacuerdo- eran golpistas, aunque con
di&erentes proyectos, todos los agentes que dominaban el campo y ya no quedaba ninguna
/&uer%a democr!tica0 en acción. El debate se centro en la de&inición del rumbo a seguir por el
r'gimen, y los planteos del presidente se en&rentaron a las ideas de los generales, al principio
con&usas pero que se irían concretando gradualmente. inguno de los bandos podía serdesignado como /democr!tico0* y eso se percibe en aquellos aspectos que para los dos
estaban m!s all! de la discusión- 5ordaberry y los comandantes coincidían en la necesidad de
suspender las próimas elecciones, en mantener por el momento la prohibición de las
actividades políticas y proscribir de&initivamente al marismo. 5ordaberry reconocía el lugar
que ocupaban las AA.)). +al que designa permanentemente como la sede de /el poder0, en
singular y con maysculasy no cuestionaba las operaciones represivas+no había planteado
reparos ante las torturas a los detenidos ni había mostrado curiosidad por la aparición de
cad!veres en las costas uruguayas.
"or m!s discretas que &ueran las divergencias, tendrían que aparecer a la lu% pblicanecesariamente en el correr del aDo 19;C pues por muchas ra%ones, ese aDo resultaría crucial
en la historia de la dictadura uruguaya. <e acuerdo con el calendario de la constitución de
19C; era un aDo electoral, y debía adoptarse la decisión sobre la reali%ación de las elecciones.
"or entonces comen%aron a mani&estarse las discrepancias m!s &uertes. <esde mediados del
CB /?eto de la alocución de 5ordaberry que se emitió anoche por la cadena nacional0, El <ía, G de
setiembre 19;B, p!g. :CG E. "eile era delegado del poder e#ecutivo y e#ercía la vicepresidencia del @) +@nstituto acional dearnes. @denti&icado con las orientaciones del 3ral. Vlvare% y con el apoyo de la #unta de omandantes,
había propuesto algunas medidas en bene&icio de los pequeDos productores de carne que desagradarona 5ordaberry que lo destituyó. (uego de algunas discusiones los militares aceptaron la sustitución de"eile como Ficepresidente aunque lo mantuvieron como integrante del organismo.
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aDo anterior, cuando estaban en pleno desarrollo los &este#os del /)Do de la 6rientalidad0, las
AA.)). comen%aron a procesar una de&inición respecto a las &uturas elecciones. )l principio
eistía consenso en la necesidad de postergarlas y en prorrogar el mandato de 5ordaberryCC
pero cuando consultaron su opinión comen%aron a mani&estarse los desencuentros. Meses
despu's, cuando se produ#o la destitución de 5ordaberry los militares publicaron dos de los
Memorandos que les enviara, uno &echado el 9 de Setiembre de 19;G y otro a principios de
Junio de 19;CC;, donde pueden apreciarse sus ideas.
omo surge de estos documentos, 5ordaberry aprovecho la consulta para hacer un etenso
planteo político que colocaba la discusión en otro lugar. Segn 'l lo entendía, la prórroga del
mandato era una derivación del problema principal- el de la institucionali%ación del r'gimen.
(o que había impulsado la instalación de una nueva realidad política el 2; de Junio de 19;$,
&ue la necesidad de detener /la agresión marista0 y el r'gimen surgido de ese acto no tenía
antecedentes en el mundo occidental. "ero se trataba de una situación de hecho y su
permanencia de pondría en riesgo si no se le daba estabilidad institucional- / así como el
poder est! radicado hoy en las &uer%as )rmadas, su e#ercicio est! dividido entre las AA.)). y el
gobierno y est! situación es la que en mi concepto genera riesgo que es menester impedir0C:.
<e allí derivaban dos situaciones peligrosas que había que evitar- por un lado, las AA.)).
aparecerían como responsables del gobierno /como si &ueran un partido político0, y eso
tendría como resultado pernicioso su compromiso creciente con la gestión pblica* y por otro
que cada ve% serían menos los civiles que quieran e#ercer la &unción pblica en condiciones tan
di&íciles0, en consecuencia las AA.)). deben e#ercer el poder pero no directamente el gobierno.
como /"oder de los partidos y poder de las AA.)). son Recluyentes0, era necesario
implantar una constitución que consagra el poder, m!s que limitarlo0 y enumeraba sus
características en un p!rra&o que parece resumir la concepción política del presidente.
/(a libertad de la patria, los derechos de las persona humana, el orden y la seguridad en la
convivencia, la autoridad al servicio de la ación tienen que ser de&endidos del enemigo
agresor. )sí se de&ienden a la ve%, la democracia real que consiste, esencialmente en gobernar
con&orme a la soberanía o a la conciencia nacional y cuyo gobierno sería a la ve%,
verdaderamente representativo en cuanto acte interpretando sus t!citos dictados0C9
En esta &antasmagórica modalidad de democracia no habría consultas electorales* debería
/establecerse un r'gimen para la sucesión presidencial, para la que tendr! intervención
decisiva el onse#o Superior de la ación0. (os partidos políticos /ser!n corrientes de opinión
autori%adas, pero no podr!n llegar a la presidencia por sus medios cl!sicos- reunión, prensa,
etc.0 (as AA.)). no deber!n gobernar directamente ya que /el poder desgasta y adem!s
divide0, por lo tanto el e#ercicio cotidiano del gobierno correría por cuenta de un presidente y
sus ministros, todos ellos civiles. Se implantaría se esta &orma /lo que podríamos llamar un
gobierno y orden naturales de las sociedades0. Se crearía una nueva &orma institucional para
CC Fer carta de O. Michelini a .Pui#ano en /arlos Pui#ano* los aDos del eilio0. uadernos de Marcha,
$ra 'poca, n1, Montevideo 19:G, 22C; Aueron publicados en toda la prensa* las citas est!n tomadas de-0Memorandum de 5ordaberry a laJunta de 3enerales 6&iciales. Emitido el 9 de <iciembre de 19;G0. El "aís, 1C de Junio de 19;C, p!g. 1:7
19.C: /Memorandum de 5ordaberry R 9 de <iciembre de 19;G0 cit, p!g. 1:
C9 @bid.
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en&rentar un hecho nuevo como era la agresión internacional del marismo* de esa &orma el
>ruguay se ubicaría en una posición de vanguardia en el concierto internacional.
Arente a la elocuencia de 5ordaberry sus interlocutores militares guardaron silencio por varios
meses, pero no permanecieron quietos* los comandantes consiguieron incorporar a la
discusión a algunos /asesores cali&icados0, entre ellos el Ministro de Economía ) Fegh Fillegas.Este era considerado el principal operador &inanciero del r'gimen;= y tenia muy buenas
relaciones con la emba#ada de los EE.>>.;1 En su momento del Memorando +publicado muchos
aDos m!s tardeFeigh Fillegas comen%aba enunciando vagamente algunos puntos de acuerdo
+/ los aspectos doctrinarios &undamentales, al papel de las Auer%as )rmadas en el mane#o de
la cosa pblica y a la conveniencia de la prórroga del mandato presidencial0 ;2, pero arro#aba
una mirada &uertemente critica sobre algunos conceptos centrales. En opinión del ministro, el
planteo del presidencial tenía dos problemas graves- la permanencia de la in&luencia militar y
la ausencia de mediaciones político partidarias. Feigh Fillegas descubre en el proyecto, una
estructura /tecnocr!tica7 militar0 que pondría a &uncionar una sociedad de decisiones
un!nimes, nica manera de que la propuesta de 5ordaberry pudiera &uncionar* pero la
pretensión era ecesiva +/se eige de tecnócratas X la versión contempor!nea del mercenario
medieval7 m!s de lo que este pueda dar a los e&ectos de mantener en &uturo equilibrio cívico7
militar0;$. ) di&erencia del presidente, Feigh Fillegas creía que los partidos tradicionales
proporcionaban estructuras inme#orablemente adaptadas para cumplir e&ica%mente la &unción
de mediación en la sociedad uruguaya* sólo era necesario reactivar su &uncionamiento cuanto
antes ya que de lo contrario- /la desaparición de los partidos tradicionales7a quienes mucho
debe la 4epublica7 promueve a corto pla%o la &ormación de un /&rente popular0 controlado por
el marismo y que tarde o temprano alcan%ar! el poder ;B0 )sí se reconstruía un r'gimen
político viable, pero al que en ningn momento cali&icaba como /democr!tico0.
(oa militares tambi'n debían procesar sus propias di&erencias internas, que se iban
mani&estando a medida que se discutía con 5ordaberry. (os testimonios de la 'poca seDalan
segmentaciones en la interna militar aunque no resultaban claras las líneas de cliva#e. En una
carta enviada a . Pui#ano en mayo de 19;G, Julio astro identi&icaba tres proyectos di&erentes
en la interna militar, uno de ellos+ encabe%ado por el 3ral. risti que pretendía /un gobierno
&uerte, continuación del actual0* otro que pensaba en /un gobierno cívico militar, apoyado por
los hermanos Oubia y el 3oyo R)lvare% con un civil que podría ser 4abanito R5ordaberry0 y un
tercero que pensaba en un /gobierno militar simplemente0;GM!s all! de las imprecisión de los
datos, el in&orme de astro re&le#a la plasticidad de la interna militar en el momento de tomar
;= Sobre la importancia de la &igura de Fegh Fillegas en ese momento, ver- a&&', en este mismo libro.Sobre la redacción del Memorando presentado por Fegh Fillegas, ver declaraciones de J. 5atlle en<utrenit, /del maremoto0 cit. ;C. 6tras opiniones de la 'poca sobre el Memorando de 5ordaberry, en(essa, /Estado de sitio0cit, cap. 21.;1
Michelini a .Pui#ano, 1ro de )bril de 19;C, en cuadernos de Marcha, $ra 'poca 1, cit.22;2
)chard,<, (a transición en >ruguay. )puntes para su interpretación. ronología de los hechos.?estimonios de ocho protagonistas. <ocumentos in'ditos. +Montevideo- @nstituto Hilson Aerreira)ldunate,1992, 2$C;$
/El primer memorado de Feigh Fillegas0 en )chard, <, (a transición, cit,2$:;B
@bid, 2$C72$;;G J.astro a .Pui#ano, uadernos de Marcha, $ra 'poca, ro 1 , cit. "!g.$C.
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decisiones. (a situación parece haber hecho crisis cuando el @ng. Feigh Fillegas comen%ó a
operar políticamente buscando un acercamiento con la oposición.;C "arece di&ícil que estas
negociaciones se hubieran llevado a adelante sin el aval de algn sector de los mandos ya que
de haber actuado por su propia iniciativa, no parece posible que Feigh Fillegas hubiera
continuado en el gobierno luego de &racasadas sus gestiones. omo ocurrió otras veces en la
dictadura, las discrepancias en la cpula militar parecen haberse dirimidos con /asesinatos
H.HhitelaY en los días 1:72= de mayo puso &in a toda operación de acercamiento con los
políticos.
) &ines de mayo las perspectivas de continuidad de 5ordaberry parecían disiparse. "era este la
discrepancia central radicaba en lo que consideraba incomprensión militar de la característica
principal de la 'poca- el marismo no era una corriente política sino /una agresión política
asentada en una &iloso&ía0 que aprovechaba cualquier divergencia en la ciudadanía para
in&iltrarse y e#ercer su ne&asta in&luencia en la sociedad- por eso los partidos políticos eran su
medio principal de in&iltración.;; En pocos días la posición de 5ordaberry parece haberse
debilitado seriamente y aunque hi%o es&uer%os para minimi%ar la magnitud de los desacuerdos,
los militares adelantaron la &echa de su despido que ya no esperaría al 1ro de Mar%o como el
suponía. El s!bado 12 de Junio &ue destituido y en su lugar asumió el presidente del onse#o de
Estado, el <4. )lberto <emicheli. ) las 1: horas se dio publicidad a un comunicado donde
resumían las discrepancias y rati&icaba la intención de mantener a los partidos. "ero tambi'n
seDalaban /la responsabilidad de errores y desviaciones personales0 de los dirigentes y
anunciaban la adopción de /medidas que impidan que estas in&luencias negativas continen
en el &uturo0;:
Marginalmente, la publicación de los memorandos de 9 de diciembre de 19;G y de 1ro de
Junio de 19;C permitía conocer algo m!s sobre la &orma como las AA.)). concebían la
continuidad del r'gimen. Estas no se es&or%aron por darle a su propuesta una estructura
teórica* con criterio m!s pragm!tico se limitaron a enumerar la índole de sus divergencias con
el presidente, que a la ve% implicaban las ra%ones de su destitución. M!s all! de los vaivenes
de la actitud de 5ordaberry, quedaba en claro que el concepto de democracia que mane#aba el
ahora e mandatario había perdido toda vinculación con las notas que acompaDan
habitualmente el concepto. Si en &ebrero de 19;$ circulaba la idea de que la democracia podía
ser compatible con la participación de los militares, y en #unio siguiente el concepto incluía
tambi'n la posibilidad del golpe de Estado /para salvar la democracia0, pasados tres aDos del
golpe no parecía aceptable la idea de una /democracia0 sin elecciones y sin partidos, ni menosan la homologa religiosa de que /la democracia eiste ba#o distintas &ormas de gobierno y no
se identi&ica particularmente con ninguna de ellas0, como a&irmaba 5ordaberry el 1ro de Junio
de 19;C;9. El concepto de democracia llegaba al punto &inal de un largo recorrido* se había
vaciado completamente de contenido y podía cali&icar a cualquier r'gimen político incluso a
los m!s autoritarios. <e hecho, para el ciudadano comn el concepto ya se había alterado
;C Fer carta de Michelini a Pui#ano en /uadernos de Marcha, $ra 'poca ro 1, cit, p!g. 2C72;. ?ambi'n(essa,) Estado de 3uerra, cit, 2$=72$1;;
Memorando de 5ordaberry R.1ro de Junio de 19;C0, El país, 1C de Junio de 19;C,p!g. 19;:
/(as &uer%as )rmadas no quieren compartir el compromiso de suprimir los partidos tradicionales0. El"aís, 1$ de Junio de 19;C, p!g. 2;9 /Memorando de 5ordaberry R 1ro de Junio de 19;C0, El "aís, cit, p!g. 19
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radicalmente, y en el uso corriente +como su re&erencia en la /declaración de &e democr!tica0
la epresión tenía un signi&icado inverso al del diccionario.
/.La supremacía militar ,1!-1#1
(a destitución de 5ordaberry puso &in a la larga tras&ormación del Estado iniciada en 19C; yque alcan%o sus momentos críticos en &ebrero y #unio de 19;$. ) medida que el poder militar
iba cubriendo el espacio tambi'n iba cambiando sus características y tras&ormando sus
epectativas temporales, hasta instalarse como una nueva &orma de poder con capacidad para
tomar decisiones y para de&inir rumbos políticos. (a modalidad /corporativa0 de
&uncionamiento re&or%ó el poder de las instituciones pero simult!neamente di&iculto las
decisiones &undamentales, que debían sortear un comple#o entramado de tendencias internas,
no siempre visibles desde a&uera de la institución. (a represión sobre grupos opositores
+especialmente los vinculados con sectores de i%quierda se hi%o m!s tena% y encarni%ada que
en los tiempos que siguieron a la disolución del parlamento, mientras paralelamente
comen%aba a construirse un discurso opositor +con características un tanto di&erentes segn
&uera dentro el país o en el eterior que debía superar la &ragmentación política que &ue
caractristica de los partidos en la etapa de instalación de la dictadura. Este capítulo pretende
reconstruir las trans&ormaciones de las epectativas y los desarrollos del discurso militar y las
di&erentes &ormas de adopto el discurso opositor desde sus primeras etapas de &ormación
hasta su eitoso desempeDo en el plebiscito de 19:=.
El giro castrense del r'gimen.
<e hecho , m!s que un cambio dentro del r'gimen, la destitución de 5ordaberry signi&icaba la
inauguración de una nueva situación política marcada por la desaparición de la ultima &igurainstitucional que conservaba alguna &orma de legitimidad electoral:=. Si hasta ahora la
conducción había sido compartida entre los militares y el presidente +y muchas veces este
había logrado imponer su voluntad, ahora era claro que nada podía hacerse contra la
voluntad de los militares* y esta comprobación no era irrelevante porque contradecía
directamente el discurso que en&ati%aba su aspecto /cívico7militar0
(a instalación de una nueva situación política implico tambi'n la puesta en marcha de una
nueva institucionalidad donde se establecieron normas novedosas para designar al presidente
y para cubrir las vacantes del conse#o de Estado y la orte de Justicia. @gualmente se
suspendieron las elecciones y se estableció una #erarquía de proscripciones segn la militanciapolítica que hubieran tenido los dirigentes. (a incorporación de los actos institucionales como
mecanismo de re&orma de la constitución marca de manera inequívoca el comien%o de una
nueva &orma de &uncionamiento institucional, una novedad cuya importancia no paso
desapercibida. "ara los militares, la destitución del presidente marco el comien%o de una etapa
que de&inieron como un /periodo transitorio0 en que la constitución era sustituida por un
con#unto de normas de rango constitucional +actos institucionales hasta que no se apruebe la
:= 3illespie seDala la destitución de 5ordaberry como el &inal de un largo proceso+de /agoni%ante
etensión0 iniciado en 19C:. Fer 3illespie,h, /<esentraDando la crisis de la democracia uruguaya0, en3illespie, h, (. 3oldman, J. 4ial, ". Hinn +ompiladores, >ruguay y la democracia, Montevideo, E56,19:B* @. 1=9
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nueva constitución:1. Si bien a nivel declarativo, para los militares uruguayos la dictadura no
sería una situación permanente +era &recuente que en sus declaraciones pblicas denominaran
/periodo de transición0 al momento que Fivian, en cambio no de&inían en qu' condiciones
harían su retirada ni qu' lugar se reservaban en el nuevo orden constitucional emergente de
esta transición. El lengua#e militar mantuvo allí una permanente ambigQedad- puede seDalarse
la contradictoria actitud de destituir a 5ordaberry para preservar los partidos políticos
tradicionales +que tenían sus actividades suspendidas, y a continuación decretar la
proscripción de todos sus dirigentes* o como se vería m!s tarde, podía ser compatible el &inal
de la transición con la instalación de un r'gimen donde las autoridades electas estarían
controladas los mandos militares.
El giro castrense reali%ado por el r'gimen no elimino la participación de los civiles +que
continuaron siendo pie%as &undamentales pero de&inió de otra &orma las reglas de su
participación- los cuadros políticos debían esperar autori%ación para hablar en pblico, o
aleccionar a algn militar para que &uere este el que hablara. Esto sorprendió a alguno de los
civiles del r'gimen que permanecían en sus cargos luego de la destitución de 5ordaberry. El
ministro Julio )%nare% +que había asumido en #ulio de 19;G, todavía en tiempos de
5ordaberry, le mani&estaba en agosto de 19;C al ya designado presidente )paricio M'nde%
/para que la evolución del proceso político se realice en &orma armónica, es imprescindible la
participación de los civiles en todas sus etapas, de lo contrario se corre el peligro de que se
&ormen dos grupos de opinión, la de las AA.)). y la de los civiles0 :2. )l repasar la prensa de la
'poca, surge la evidencia de que las nicas &iguras civiles del gobierno que aparecen hablando
por su propia vo% son los #erarcas de 4elaciones Eteriores y de Economía* en toda otra
tem!tica los que hablaban eran los militares.
(a sustitución de 5ordaberry había implicado un incremento del compromiso de los militares
con el gobierno, unido al proyecto de reactivar el &uncionamiento de los partidos. En agosto de
19;; los comandantes anunciaron el primer /cronograma político0 donde se establecían la
reali%ación de elecciones con candidato nico en 19:1, y con m!s de un candidato en 19:C.
"ero m!s que la institucionali%ación del r'gimen, preocupaba a los generales sus di&erencias
internas, uno de los puntos m!s con&lictivos de todo el periodo &ue la composición de la Junta
de 6&iciales 3enerales + J6633 y la designación del comandante en #e&e de cada arma. (a
integración de la J.66.33. era un dato relevante porque los /o&iciales generales0 eran un
reducido nmero, y adoptaron sus decisiones políticas sin consultas con los o&iciales de menor
rango:$
. (a representación del E#'rcito era la m!s numerosa- tuvo 1B y luego 1C generales, lasotras dos armas tenían G cada una. :B Esto hacia que los cambios provocados por los ascensos
o pases a retiro pudieran alterar los equilibrios internos. En oviembre de 19;C, luego de la
destitución de 5ordaberry, el onse#o de Estado aprobó una modi&icación del art. 2 de la ley
org!nica militar de 19;B, por la que se reservaba la capacidad de seleccionar a los o&iciales que
ascenderían a 3eneral a los /3enerales en situación de actividad, residentes en el país y
:1 /las Auer%as )rmadas no quieren compartir el compromiso de suprimir los partidos tradicionales0, E("aís, 1$ de Junio de 19;C, p!g.2:2
ota mecanogra&iada, 19 de )gosto de 19;C. )rchivo E@>. olección 8. ores.:$ Entrevista al 5rig.3ral. J.5orad, 5squeda, 1= de enero de 19:G,p!g.:
:B Fer art.1G$, ley nro. 1BC=1, ley org!nica militar.21 de Aebrero de 19;B.
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ocupando cargos, actuando en Junta.0 el mismo procedimiento se seguiría para la
designación del comandante en #e&e:G.
(a aplicación de este nuevo mecanismo de ascensos se combina con la normativa que regulaba
el pase a retiro de los generales, que era muy precisa y se aplico sin ecepciones- en agosto de
19;; debieron pasar a retiro los generales Esteban risti y Eduardo Oubia +los re&erentesprincipales de la /línea dura0 y en &ebrero de 19;9 lo hi%o el ?te. 3ral. 3regorio Vlvare%,
identi&icado como /aperturista0.
En &ebrero de 19;: &inali%aba el largo periodo del ?te. 3ral. Julio esar Fadora como
comandante, y esto signi&icaba la primera oportunidad de aplicación del nuevo procedimiento
para elegir sucesor y para cubrir las vacantes de#adas por los que pasaron a retiro. El
procedimiento de esta primera elección puso a la vista una contradicción entre la lógica de la
precedencia militar +la /derecha0:C que seDalaba indirectamente el nombre del sucesor, y los
equilibrios de poder dentro de la Junta, de los que podía surgir otro nombre. En esa primera
ve% la designación recayó en el 3ral. 3regorio Vlvare% que era a quien le correspondería segnla precedencia* pero la decisión demando tres días de deliberaciones +lo que se contradice con
la simple aplicación de la derecha y termino con un resultado que parece una transacción,
Vlvare% &ue el comandante pero ingresaron a la JJ.66.33. dos representantes de la línea dura,
los coroneles @van "aulós y 8olmes oitiDo. )parentemente se restablecían algunos equilibrios
pero los duros que hasta ese momento habían desempeDado la mayoría de los cargos de
relevancia de#aban la comandancia a Vlvare%, considerado un /aperturista0. "or otro lado este
tendría solo un aDo de e#ercicio del cargo, y si intentaba sustituir al presidente debía hacerlo
en ese lapso.
El con&licto entre el omandante y los /duros0 se mantuvo durante el aDo 19;:, que parecehaber sido muy crítico en la interna militar. ) pocos meses de su ascenso, Vlvare% debió
en&rentar una grave crisis cuando comen%ó a circular entre los o&iciales una publicación
clandestina denominada /El talero0. En ella se criticaba abiertamente la corrupción en los altos
mandos y acusaba al omandante en Je&e de /traidor0 por buscar un acercamiento con
/políticos corruptos0:;. (os responsables de esta publicación, el #e&e de inteligencia
+identi&icado con la línea dura 3ral. )maury "rantl y los autores materiales del impreso, los
o&iciales Jos' 3ava%%o y Manuel Maurente, &ueron arrestados y luego pasados a retiro. )
comien%os de Julio se in&ormo al E#'rcito de lo ocurrido por medio de una /6rden del día0 del
comando en Je&e que debía ser leída a todos los e&ectivos. En ella Vlvare% rati&icaba la /unidad
monolítica0 y la /verticalidad del mando0 y tambi'n se hacían responsables de haber /dado la
primera orden0 en las violaciones a los <erechos 8umanos.:: (a &echa de esta /6rden del día0
coincide con la aprobación por )samblea 3eneral de la 6E) de un severo in&orme elaborado
por la omisión @nteramericana de <erechos 8umanos +@<8 sobre la situación de los
derechos humanos en el >ruguay:9
:G (ey nro. 1BCB2, 1C de oviembre de 19;C.:C
Fer ley org!nica militar, cit. )rt. ;$:;
4eproducción &ascimilar en <esde >ruguay, ro. 1$ de 19;:, )rchivo @E>.:: 6pinar, 2: de mar%o de 19:G, p!g.C
:9 Mararian, F, idos y reci'n llegados, cit, 12C712;, y su capítulo en este libro
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"ero si este incidente resulta grave +aparentemente &ue la primera ve% que los con&lictos
internos en el e#ercito alcan%aron el límite de la insubordinación, no sería todo, pocas
semanas despu's el #oven dirigente nacionalista (uis )lberto (acalle recibió tres botellas, una
para 'l y las otras destinadas a .J. "ereyra y a ). 8eber con la recomendación de abrirlas el $1
de )gosto. (as botellas contenían un &uerte plaguicida* el G de setiembre la Sra. ecilia
Aontana de 8eber tomo un trago y &alleció instant!neamente. )l día siguiente Vlvare% salió
pblicamente a desmentir de que 'l #unto a una &igura política relevante de cada uno de los
dos partidos tradicionales, sustituirían al <r. )paricio M'nde%* aparentemente sería este
rempla%o lo que #usti&icaría el brindis. (a pesquisa o&icial no condu#o a ningn resultado sobre
los autores, aunque el Ministro del @nterior declaró que /.desde ya suponemos, y tenemos
&undamentos para hacerlo, que lógicamente debe provenir de grupos terroristas09=. arlos
Julio "ereyra denuncio m!s tarde quela investigación se oriento m!s hacia las victimas que a
buscar a los victimarios, tratando de inculpar a la interna blanca. >na ve% m!s, como ya
ocurriera en mayo de 19;C y tal ve% antes, el /asesinato t!ctico0 bloqueaba los intentos de
acercamiento entre sectores militares y políticos- el contenido de los documentosdesclasi&icados de la @) pone en primer plano las divergencias entre los generales como el
elemento central para eplicar el incidente.91
En enero de 19;9 correspondía la designación de un nuevo comandante ya que 3. Vlvare%
cumplía su periodo de ocho aDos de /actividad en el grado0. (a elección del sucesor motivó
otra comple#a transacción que siguió un criterio altamente político* salteando al 3ral. Juan J.
M'nde% que era el de /la derecha0, &ue designado el 3ral. Juan F. Pueirolo92. Esta
designación representaba el retorno de la /línea dura0 a la comandancia en Je&e pero en
cambio, cuatro de los cinco ascensos a general que se propusieron+los coroneles amandu
?rinidad, Julio 5onelli, Jos' Sequeira, "edro )ranco, se identi&icaban claramente con la líneaorientada por el 3ral. Vlvare% y sólo uno, el nel. 8ugo Medina, se alineaba con sus
adversarios9$. Se entiende que Vlvare% tratara de incidir sobre las &uturas decisiones- pero el
ahora e comandante no go%aba de las simpatías de muchos #e&es en actividad y adem!s tenía
la malquerencia del comandante, precisamente en los aDos en que comen%aría la aparición
del /cronograma político0.
La reconstrucción de la sociedad civil.
(a pro&unda recon&iguración del campo de la política provocada por el golpe de Estado eigió
la reconstrucción de los contenidos de los discursos y de las &ormas de comunicación de los
agentes. En un marco de limitación de las opiniones pblicas +desde 19;2 eistían &uertes
restricciones a la prensa, la disolución de las c!maras hi%o desaparecer uno de los ltimos
espacios de libertad. (a dictadura hi%o un vigoroso intento para ocupar completamente el
9= 3ral. 8.(inares 5rum- />n atentado vil que procura quebrar los cimientos del país0, El "aís, ; de
setiembre de 19;:,G91
<eclaraciones de ,J, "ereyra, /En perspectiva0, 1: de &ebrero de 2==:.92 )nteesta decisión el 3ral. Juan J. M'nde% pidió inmediatamente paso a retiro. El episodio parecehaber resultado su&icientemente traum!tico como para que no volviera a repetirse* en lo sucesivo ladesignación recayó siempre en el general de la /derecha0 aunque no pudiera e#ercer el cargo por mucho
tiempo.9$ Segn <. )chard,en este momento Vlvare% paso a tener la mayoría en la Junta de 6&iciales 3enerales.
+)chard, la transición.cit, $B, n.GG
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lugar que quedaba vacio, y puso en marcha un con#unto de políticas de comunicación que
cubrieron todo el espacio visible. "or su parte, los partidos elaboraron, en la medida de lo
posible, algunas estrategias para contrarrestar los e&ectos de su proscripción. (as posibilidades
de los distintos partidos eran pro&undamente desiguales, ya que mientras los partidos
tradicionales disponían de ciertos espacios de actuación, sobre la i%quierda recaía la represión
con todo su peso. Esto incidió tambi'n en la di&erente visibilidad de los partidos- mientras
blancos y colorados mantenían alguna &orma de actuación pblica, para los dirigentes y
militantes de i%quierda la visibilidad equivalía, por lo menos, la prisión.
/El nuevo >ruguay militar0
El es&uer%o de la dictadura militar por ocupar el espacio pblico9B, visible desde el momento
mismo de la disolución del "arlamento, ya había comen%ado a institucionali%arse desde 19;G
cuando se creó la /<irección acional de 4elaciones "blicas +<@)4" que tuvo a su cargo la
propaganda o&icial, pero tomo impulso luego de la destitución de 5ordaberry. Este proceso
coincide con la tendencia de los militares a concentrar el poder y a reducir al mínimo el pesode los civiles en el r'gimen* no sorprende entonces que &uera trans&orm!ndose cada ve% m!s
en la versión o&icial del pensamiento militar. (a <@)4" pasó a controlar los discursos que los
militares reali%aban en actos o&iciales, conmemoraciones, inauguraciones, etc. y luego, en
Junio de 19;;, se le atribuyo tambi'n la tarea de controlar a la prensa.
?ambi'n contribuyo a la disminución de la visibilidad de los civiles el car!cter subordinado del
nuevo presidente, implícito en el mecanismo de designación- el <r. )paricio M'nde% no tenía
la misma legitimidad política que su antecesor, y muy pronto se rebeló como una &igura de
opiniones imprevisibles. ) poco de asumir tuvo epresiones sobre la política internacional que
pusieron en Zproblemas al gobierno- / el me#or socio que tiene la sedición R es el "artido<emócrata de Estados >nidos con Wennedy a la cabe%a0.9G <esde entonces, todas las
intervenciones pblicas vinieron ya preparadas para ser leídas y &ueron raras las veces que se
aparto del libreto. <e esta &orma se limitó el riesgo de las opiniones pblicas del presidente,
pero tambi'n redu#o an m!s la autonomía del m!imo representante civil del gobierno, a la
ve% que se ampliaban las atribuciones del poder militar.
Este espacio tan acotado para la di&usión de la in&ormación resultaba muy cómodo para
quienes e#ercían el poder* se entiende que no mostraran preocupación por generar o &acilitar
canales de epresión de otras corrientes de la sociedad civil y política, como hi%o la dictadura
brasileDa cuando creó un partido de oposición /legal0. "ero la sociedad tampoco parecíareclamarlo, a #u%gar por la aparente indi&erencia que rodeo la destitución de 5ordaberry. "ocas
semanas despu's de esta destitución de divulgo una encuesta de 3allup de donde surgía que
aunque todavía había #uicios divididos sobre la intervención militar en el gobierno, por lo
menos la mitad aceptaba la sustitución del presidente* un G=L consideraba bene&iciosa la
participación militar, un C L la consideraba /per#udicial0 y el BBL /se abstuvo de emitir su
opinión0. "ero el :=L de los encuestados era partidario de convocar a elecciones y el ;GL
9B Sigo aquí a 8abermas, quien de&ine el espacio pblico como la es&era de intermediación entre elpoder político y las personas privadas, caracteri%ado por el uso pblico del ra%onamiento. Fer
8abermas, J, (Zespace public. +"arís, "ayot,199$ $:7$9.9G (a MaDana, 9 de 6ctubre de 19;C, 1ra. "ag. Esta a&irmación tambi'n tuvo repercusiones en la política
eterior.
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estaba de acuerdo con el mantenimiento de los partidos tradicionales.9C )unque sean
altamente sospechosos los resultados de las encuestas de opinión reali%adas en contetos
represivos, las ci&ras trasmitían un ambiente poco &avorable al mantenimiento de las
proscripciones políticas y a la suspensión de las elecciones. "ero los militares parecen haber
hecho una lectura distinta, interpretando que las opiniones &avorables a los partidos y a las
elecciones no se re&erían a su restablecimiento inmediato, y que quienes no mani&estaban
opinión eran indecisos a quienes había que tratar de convencer. (a situación les pareció
propicia para imponer sus opiniones, tanto por el dominio completo del espacio pblico que
e#ercían a partir del golpe de Estado como por la voluntad de ocuparlo demostrada por la
actividad de la <@)4" desde 19;G. )sí puede eplicarse la aparición en la prensa, el 1B de
6ctubre, de la transcripción completa de la denuncia sobre la situación de los derechos
humanos en el >ruguay, que &ormulara Hilson Aerreira en el ongreso de los EE.>> y que
&undamento la suspensión de la ayuda militar. )parentemente la idea era mostrar a la
población la &orma como las /&uer%as antinacionales0 y los /políticos corruptos0 conspiraban
para per#udicar la imagen eterna del país. El 'ito de la operación es inmedible, perosugestivamente esa maDana se agoto la edición de /El <ía0 +identi&icado como opositor antes
que la de los dem!s matutinos, considerados como m!s o&icialistas.
(a publicidad o&icial y los discursos de los gobernantes apuntaron a instalar una nueva
eplicación de la realidad que presentara como natural y legítima la presencia de los militares
en el gobierno. <e esta &orma se puso en marcha una operación ideológica que aspiraba a
sustituir la visión del país hasta entonces predominante, aquella que instalaba a los agentes
políticos como los portavoces legítimos de las opiniones de la sociedad. El mecanismo se
apoyaba en la instalación de un arte&acto ideológico, /el uevo >ruguay0, que construía
dilem!ticamente una &ractura radical con el pasado* en el /antes0 predominaba la crisisprovocada por el marismo y los políticos corruptos mientras que el presente y el &uturo
involucraban el crecimiento económico, la solidaridad social y las me#ores /tradiciones
nacionales09;. El control de los medios de comunicación y el consenso &avorable que
normalmente construye el Estado en la sociedad, les permitía presentarse como la vo% de la
nación y cali&icar a sus adversarios de minorías. Es claro que estas con&iguraciones nunca son
neutrales, y menos en este caso donde la lógica autoritaria creaba una oposición amigo7
enemigo- la polari%ación coincide con un #uicio de valor donde uno de los lugares es cali&icado
positivamente +allí donde se instala el agente con&igurador mientras que el otro +donde se
coloca al adversario aparece como el lugar políticamente nocivo. En esta construcción el
pasado aparecida instituido como el espacio negativo donde la acción de las minorías dieraimpulso al marismo +de&inido como el enemigo siempre pronto para destruir a la comunidad
con la complicidad, voluntaria o no, de los dirigentes políticos. En cambio, en el uevo
>ruguay, la derrota del marismo y la transitoria suspensión de las actividades políticas
permitían desarrollar plenamente las potencialidades que el país encerraba. Si la operación
ideológica resultaba eitosa, entonces cumpliría los rituales del reconocimiento- la aplicación
inconsciente de estos par!metros se encargaría de seleccionar los datos /relevantes0 de la
realidad y de esa &orma generaría permanentemente las /pruebas evidentes0 de la veracidad
9C
(a 6pinión, 5uenos )ires, 2C de )gosto de 19;C. )rchivo E@>.9; Fer Marchesi, )ldo, El >ruguay inventado- la política audiovisual de la dictadura, re&leiones sobre su
imaginario.+Montevideo, Ediciones ?rilce,2==1, ap. @@@ y el /"atriotismo del nuevo >ruguay0
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de la eplicación. (legando a ese punto la eplicación quedaría instituida como /la manera
como siempre &ueron las cosas0, borrando del pasado toda huella de su reciente aparición.
Ese dispositivo tenía características que carecían de antecedentes en los debates pblicos.
<esde la instauración de la democracia política en el país en la d'cada del 2=, los partidos
tradicionales se habían ubicados como autores de la construcción del Estado y agentesprincipales de las pr!cticas democr!ticas* y eran estas las que ya estaban &uertemente
instaladas como la /la me#or tradición0 uruguaya. Si los partidos querían recuperar espacios en
el en&rentamiento con el autoritarismo debían resistir la con&iguración propuesta por los
militares y rescatar otro dilema, que tenía m!s tradición en el debate político en el país, en que
la /democracia0 +siempre considerada como equivalente a los /partidos0 se en&rentaba a la
/dictadura0 que de esa manera quedaba instalada en el polo negativo del antagonismo.
omo se ve, no se trataba de una cuestión de palabras sino de un con&licto entre dos
antagonismos que no construyen opciones integradoras sino al contrario- son &ormas
contradictorias de componer el campo interpretativo a partir del cual se con&iere identidad acada su#eto y se de&ine su relación con los otros en la sociedad. <urante toda la etapa de la
dictadura en la que parece predominar la pasividad ciudadana, se desarrolla una lucha
ideológica en la que se en&rentaban dos con&iguraciones incompatibles. Si se imponía la
con&iguración que en&rentaba al /uevo >ruguay0 con el /marismo0, la dictadura tendría
posibilidades de construir sub#etividades y asegurar su reproducción social* pero para eso
debía imponerse a la antinomia /democraciaNdictadura0. "or su parte esta puede invocar de
inmediato a mltiples receptores, los adherentes partidarios, en los que ya est! construida la
aceptación de esas ideas, valores y ob#etivos. Si se lograba resistir la propuesta del r'gimen,
entonces proporcionaría el espacio para la con&ormación de un bloque partidario de oposición
que superara la &ragmentación que &ue la característica de los aDos anteriores. En ese espacio
conceptual no tendrían cabida los militares golpistas, pero en cambio había lugar para todos
los partidos políticos. "uede entenderse que este en&rentamiento simbólico tuviera una
intransigencia particular- no eiste la posibilidad de una alternativa negociada que
compatibilice elementos tomados de una y de otra. En ello no queda espacio para la
transacción simbólica porque en esas antinomias cada t'rmino con&igura especí&icamente lo
opuesto, por lo que cada uno de ellos no tiene sentido sin el otro. (a posibilidad de integrar
elementos de una en otra, sólo puede hacerse al precio de variar radicalmente su #erarquía y
su sentido +recu'rdese que el concepto de democracia ocupaba un lugar subordinado en la
etapa de ascenso del poder militar y que recibía etraDas de&iniciones cuando en el debatesocial el /orden0 se oponía al /caos0. Si bien este con&licto no aparece claramente con&igurado
en los comien%os de la dictadura, es perceptible su instalación cuando la destitución de
5ordaberry permitió ver a los dirigentes políticos que el /par'ntesis cesarista0 no tenía pla%os
concretos. Aue entonces que tanto el r'gimen como los sectores de oposición de los partidos
tradicionales comen%aron a desarrollar di&erentes estrategias a los e&ectos de reactivar su
capacidad como con&iguración de la realidad política.
"ara reconstruir estos aspectos resulta til el concepto de /comunidades interpretativas0, que
Aish de&ine como aquellas en las que /las epresiones se escuchan como ya organi%adas por
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re&erencia a ciertos propósitos y ob#etivos supuestos09:. Se trata de grupos que comparten
est!ndares interpretativos ya articulados en los que la incorporación y circulación de sentidos
ya dispone de sus canales y sus contenidos implícitos. Este concepto nos permite apreciar las
venta#as que contaban los sectores opositores, a pesar del control e#ercido sobre la sociedad
civil. (os partidos tradicionales uruguayos est!n &uertemente arraigados en el imaginario, en el
que &uncionan como esencias constitutivas de la nación- se los ha de&inido como /patrias
sub#etivas0, y actan como entidades transhistóricas que sirven como marco interpretativo a
todo el relato del pasado. Esto le proporciona una &orma particular de permanencia y los ubica
en un lugar donde resultan evocados aunque no apare%can como su#eto eplicito de la
enunciación. )sí con&iguran un comple#o simbólico donde cada uno de sus aspectos
enunciados, aunque sean tomados separadamente, permite connotar todos los otros e
incorporarlos en una escala de valores ya construida y controlada por los mismos partidos.
6btenían adem!s una venta#a adicional- las novedades ideológicas que introdu#eron los
militares sólo podían iniciar su circulación dentro de esos contetos interpretativos ya
instalados. En ellos por e#emplo, la epresión /nosotros0 tenía un sentido inclusivo cuando laenunciaban los agentes partidarios y, a la inversa, sólo parecía invocar a un colectivo
restringido cuando aparecía en el discurso militar.
En un campo de en&rentamiento simbólico que concedía venta#as di&erentes a cada
participante, el 'ito dependería de la capacidad para desmantelar el conteto del adversario y
ocupar el espacio con el propio, para convertirlo en hegemónico. (os militares utili%aron a la
<@)4" para seDalar lo que consideraban los aspectos m!s destacados de la nueva realidad del
país, que se centraban &undamentalmente en las dimensiones económicas- la construcción de
obras de in&raestructura y el despliegue de nuevas actividades. <e aquí derivaban las
menciones al desarrollo económico y al incremento del empleo, lo que se suponía redundabaen bene&icios para toda la población. En este discurso las re&erencias a las dimensiones
políticas eran muy indirectas* generalmente invocaban el /orden0 que reinaba en el país, o
&uncionaban como alusiones en algunas consignas +/>n país sin marismo construye con &e0*
nunca aparecían re&erencias a las elecciones o a los partidos99. )sí podían leerse como una
invitación para que la población aceptara el sacri&icio de la democracia política a cambio de la
promesa del bienestar económico.
(a sistem!tica reiteración de estos mensa#es por di&erentes vías que iban desde los discursos
o&iciales y las campaDas de avisos de prensa hasta la edición de manuales escolares y de /ciclos
de noticieros0 cinematogr!&icos, pudo hacer creer que lograba sus ob#etivos* pero elmonopolio del espacio de comunicación social derivaba en una ampli&icación desmesurada de
las opiniones de los militares. En el mediano pla%o esta situación tan anómala tuvo un e&ecto
negativo sobre el operativo ideológico, ya que provoco un e&ecto de saturación sobre los
destinatarios. (a casi desaparición de las discrepancias alimento en los militares la idea de que
contaban con el apoyo un!nime de la población- así comen%aron a verse a sí mismos como
nicos creadores de la realidad política, precisamente cuando se ponían en marcha nuevas
9:
Aish, S, /T8ay un teto en esta claseU0 en "alti, E,J, 3iro lingQístico e historia intelectual +5uenos )ires,>niversidad acional de Puilmes,199:, 21999 Fer Marchesi, El >ruguay.,cit.
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modalidades de sociali%ación política y de &ormación de sub#etividades que constituyeron los
comportamientos característicos de una 'poca represiva.
El espacio de los partidos.
uando se habla de /partidos0 en la dictadura y se alude a su proscripción, no se debe olvidarque no estaban todos en la misma situación. Segn &ueran tradicionales o de i%quierda, la
ubicación en el campo político condicionaba los di&erentes trayectos recorridos en el periodo.
Si bien toda actividad política estaba suspendida, había una di&erencia importante entre unos y
otros- en el caso de los bandos tradicionales no se cuestionaba su eistencia sino los /errores y
desviaciones personales0 de sus dirigentes1== pero no era el caso de los partidos de i%quierda.
)nte la mirada de la represión estos no eran /aut'nticamente uruguayos0 sino que respondían
a los dictados del /marismo internacional0, por lo que su actividad, englobada en el concepto
de subversión, quedaba dentro de lo previsto en la /(ey de Seguridad del Estado0. ualquier
gesto de estos grupos era visto como la evidencia de la acción de una con#ura marista que
solo se mantenía por el apoyo eterior, y por lo tanto debía ser reprimido inmediatamente.
(os partidos tradicionales, en cambio, apoyados en su car!cter de /&undadores de la nación0
+que el r'gimen reconocía, integraban el universo de legitimidades aceptado por el orden
político, y a pesar de carecer de estructuras o de de&iniciones políticas claras, siguieron
hegemoni%ando un importante espacio simbólico. (a situación de estos partidos es poco
visible, y a podido con&undirse con la par!lisis +3illespie lo compara con un estado de
letargo1=1 ,pero no debe olvidarse que la vida normal de los partidos se desarrollaba
habitualmente al margen de sus instituciones, y que la mani&estación visible de la vida
partidaria entre una y otra elección se aseguraba por la actitud personal de los dirigentes. )sí
mantenían su eistencia a pesar de la penuria institucional, y se te#ían redes comple#ascompuestas de elementos institucionales, construcciones ideológicas, vínculos personales y
la%os a&ectivos. ?odas estas estructuras simbólicas constituían en sí mismas poderosas
construcciones identitarias que se activaban en las instancias electorales. Esta &orma de
eistencia depende directamente de su reproducción cotidiana, y así puede a&irmarse que lo
que construye continuamente al periodo no son sus instituciones, sino la permanente
sociali%ación e interrelación con sus dirigentes. "or lo tanto la parali%ación impuesta por la
dictadura impuso a los partidos una &orma de &uncionamiento que guardaba seme#an%as con el
de periodos interelectorales, en que los dirigentes partidarios recorrían el país reali%ando
pequeDas reuniones para mantener el contacto con dirigentes locales y satis&acer algunas
demandas.
o debe pensarse que la proscripción de los dirigentes políticos no &ue una medida
&uertemente sentida por estos- se combinaba con la suspensión de la actividad política y la
desaparición del debate político +y tambi'n con la desaparición de las pr!cticas clientelisticas,
y pudo pensarse que estaba en riesgo perduración de los partidos1=2 . (a parali%ación de las
1== /(as &uer%as armadas no quieren0, cit, El "aís, 1$ de Junio de 19;C, 21=1
3uillespie, harles, egociando la democracia, "olíticos y militares en >ruguay, +Montevideo, Acu7
@",199G, 2:B1=2 Esta opinión parece haber sido compartida por el <r. )milcar Fasconcellos, que a&irmaba que- /el &in
de los triunviratos que se crearon para dirigir al ". olorado y el ". acional durante el periodo de
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instituciones partidarias no era un hecho irrelevante vista la heterogeneidad ideológica de
esos partidos- al momento de producirse el golpe de Estado estaban muy &ragmentados, y
dentro de cada uno eistía un repertorio tan amplio de ideas y de pr!cticas, que en ellos
podían reconocerse orientaciones muy di&erentes y a veces &rancamente contradictorias. Esto
agregaba un elemento de con&usión ya que cualquiera de ellos podían invocar aspectos
igualmente legítimos y de las tradiciones partidarias* y las reacciones &rente al golpe
proporcionan la prueba de esta variedad- luego de la disolución del parlamento pueden
identi&icarse en los dos partidos a sectores opositores y o&icialistas que reclaman ser la
epresión /autentica0 de la tradición. Si los sectores o&icialistas lograban imponerse como
/representantes aut'nticos0 del partido, su predominio deslegitimaría por completo a la
oposición* en cambio, si era esta la que se colocaba en una posición dominante, el discurso del
/nuevo >ruguay0 resultaría ecluido precisamente por su novedad ya que su contenido
resultaría etraDo en comunidades de&inidas por su relación con una tradición. ualquiera de
las dos opciones estaba dentro del campo de lo posible porque ambas podían aprovechar de la
ambigQedad de los marcos interpretativos eistentes, que eran los que brindaban sentido yconteto a la circulación de sus mensa#es.
"laneando el problema en estos t'rminos, puede suponerse que los sectores o&icialistas de los
partidos tradicionales tenían considerables venta#as ya que adem!s de contar con una parte
del patrimonio simbólico del partido, tenían de su lado al poder político. "ero había otros
aspectos que balanceaba la situación. )lgunos de los re&erentes principales, que eran
constructores de sentido en los partidos, estaban claramente en una posición opositora* en el
partido colorado el emblem!tico apellido /5atlle0 representaba la oposición, tanto la actitud
asumida por Jorge 5atlle como por la del diario /El <ía0. En el partido acional, la oposición y
tenía de su lado al principal dirigente, H. Aerreira )ldunate. Esto les obligaba el controlinstitucional de los mecanismos de construcción de sentido y de los canales sociales de
circulación de las comunicaciones. Si bien los mensa#es de la dictadura se centraban en los
'itos económicos del r'gimen, la oposición en cambio pre&irió insistir en los contenidos
políticos, en los que se trataba de reivindicar las virtudes de la libertad, y de las pr!cticas
democr!ticas. En este empeDo los dirigentes opositores utili%aron todos los recursos todavía
disponibles e innovaron introduciendo algunos que compensaban los que ya no podían utili%ar.
inguno de los partidos renuncio a la bsqueda del contacto personal con los adherentes
aunque cada uno tuviera que superar di&icultades particulares. En la medida de las
posibilidades, pretetando via#es de negocios o motivos &amiliares, los políticos recorrieron el
país manteniendo los la%os de vinculación con los dirigentes locales, que parecían las m!svulnerables a la propaganda del r'gimen. (a designación de órganos e#ecutivos compuestos de
tres personas le dio agilidad y &leibilidad a las decisiones, los triunviros nacionalistas &ueron
Mario 8eber, arlos Julio "ereyra y <ardo 6rti%* que contaron con la colaboración de los <res.
Aernando 6li y 3on%alo )guirre* en el partido olorado los designados &ueron Jorge 5atlle,
)milcar Fasconcellos y 4aumar Jude1=$, entre quienes se dividieron las tareas políticas. )Dos
eclusión total de la actividad partidaria, &ue impedir su desaparición, en tanto partidos0, ver 4ial, Juan."artidos políticos, democracia y autoritarismo +Montevideo, @E>7E56,19:B, @@, ;:, n.$11=$
M!s tarde 4.Jude a&irmo ser el autor de la iniciativa* luego que sus dos colegas colorados la
aceptaron, el mismo se la propuso a <ardo 6rti% que la traslado al ".acional +<utrenit, El maremoto,cit. $1,n.1;. en cambio segn "ereyra el triunvirato blanco se creo a mediados de 19;C, propuesto por(acalle a partir de una idea de A.6li +)chard, (a transición.cit. 9;
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m!s tarde el <r. 5atlle describía así su propia &unción / el que mantenía el contacto con todos
los agrupamientos del interior, con todos los dirigentes, el que visitaba, el que &ue el neo, lo
debo decir, &ui yo01=B
El 5atlle de todos los días
(a actividad de las &iguras emblem!ticas del partido era muy importante porque su presencia
amortiguaba los e&ectos de la proscripción política y de la eclusión de los medios. "ero el
"artido olorado, identi&icado como el "artido del Estado, en&rentaba una seria di&icultad ya
que la eclusión del poder hacia que su vocación clientelistica se viera limitada. "or otra parte,
la institucionalidad del partido no &uncionaba desde mucho tiempo antes que el golpe de
Estado* ni el omit' E#ecutivo acional ni la convención se reunían regularmente. (a oposición
partidaria reunión a sectores que eran electoralmente minoritarios en el "artido olorado, y
por diversas ra%ones habían perdido el control de la mayoría de los símbolos del partido- la
/casa del partido0, la emisora de radio1=G y la prensa partidaria, ecepto /El <ía0. "ero el
problema mayor para la oposición colorada era el desprestigio demócratico que resultaba dehaber llevado a la presidencia al autor del golpe de Estado, y de haberle mantenido lealtad casi
hasta la disolución de las c!maras. "ero esto, durante los primeros aDos de la dictadura
parecía de&inir un lugar en el que coincidieran las notas de /olorado0 y de /opositor0. "or otra
parte, cualquier intento de acercamiento de estos al gobierno chocaría con la malquerencia
que mostraban las principales &iguras del r'gimen militar hacia 5atlle, recu'rdese que Jorge
5atlle ya había sido detenido en 6ctubre de 19;2, y que el G= aniversario del &allecimiento de
J. 5atlle y 6rdoDe% +en 6ctubre de 19;9 paso en un marco de absoluta indi&erencia o&icial.
(a permanencia del diario &undado por 5atlle y 6rdoDe% permitió la construcción de un lugar
de oposición, lo que implico un vira#e relevante en su per&il político. <esde comien%os de losaDos sesenta /El <ía0 se había alineado con en /El "aís0 en la lucha contra el comunismo, y la
construyeron una postura política de etrema derecha en la que /democracia0 equivalía a
anticomunismo. "ero a comien%os de los setenta ya había tomado distancia de esas posturas
macartistas, y en la crisis de &ebrero di&undió el discurso de la vigencia de la constitución, pero
sin proponer acciones concretas. Este vira#e pro&undi%o desde la instalación de la dictadura
donde comen%ó a reconstruir un discurso democr!tico de car!cter di&erente. <esde sus
p!ginas reactivó los re&erentes emocionales del partido, usando el retrato y las &rases de 5atlle
que diariamente aparecían en la p!gina editorial. Simult!neamente instaló un espacio de
re&leión política, un /cen!culo01=C en el que sumaban el <r. (eonardo 3u%m!n con algunas
&iguras conocidas por su actuación pblica como el <r. Julio Maria Sanguinetti, y otras de
mucho peso intelectual aunque con pocos antecedentes políticos como el abogado )nibal
5arbagelata y Enrique ?arigo. omo lo dirían m!s tarde en un editorial- /uando se
prohibieron en la 4epublica las actividades políticas sostuvimos que, a pesar de todo algo
bueno y hasta necesario debía intentarse* meditar para revisar errores pasados y pulir
conceptos &uturos01=;
1=B Fer )chard, (a transición,cit.11C, en el mismo sentido <utrenit, S. El maremotocit. ;$
1=G
8asta 19;C, K1= /4adio )riel0 &ue propiedad de la &amilia 5atlle @baDe%.1=C )chard, (a transición,cit. 11:
1=; /En el cuarto secreto de nuestras conciencias0, El <ía, 2: de oviembre de 19;C,B
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)llí, y en 'pocas de suspensión política, comen%aron la tarea de reconstrucción ideológica del
batllismo. ) preteto de problemas del pasado o de realidades m!s le#anas, de sucesos locales
o de acontecimientos internacionales +especialmente importantes parecían las transcripciones
espaDola y portuguesa, en la editoriales o en las columnas habituales se desarrollaban las
dimensiones teóricas de los temas, actuali%ando sus contenidos y estableciendo un di!logo
sutil con las &rases impresas al pie del retrato de 5atlle, que de esa &orma &uncionaban como
comentarios marginales enunciados por el &undador. )sí se movili%aban temas que estaban
&uera del debate +la democracia, los poderes constitucionales, la libertad política y la amnistía
y se reincorporaban al conteto de la tradición batllista1=:. (a estrategia epositiva se movía en
dos planos- uno eplicito en los tetos, donde se discutía y argumentaba sobre la democracia
en el nivel de la teoría, y otro implícito, donde e#empli&icaba de manera pr!ctica la aplicación
de los valores democr!ticos que proclamaba.
En la dimensión tetual se percibe el es&uer%o por construir un /espacio liberal0 antagónico al
/totalitarismo0 +que incluye al comunismo y al &ascismo, donde se apuesta a la persuasión
argumentando una y otra ve% en torno a unos pocos conceptos &undamentales que son
patrimonio comn del liberalismo político. )llí no &altan re&erencias a autores cl!sicos como
Montesquieu, 3ui%ot, y a otros m!s recientes como )aron, Mannheim* a ellos se sumaban
invocaciones a )rtigas, Farela, 5atlle y 6rdoDe%. Es especial son &recuentes las alusiones7a
veces eplicitas, otras como guiDos al lector X a 5enedetto roce, que /hi%o en @talia la dura
eperiencia de oponer su ideario liberal al comunismo y al &ascismo a la ve%01=9
<el con#unto surge una de&inición democr!tico liberal en que la libertad constituye el valor
central, y la igualdad aparece reivindicada en su dimensión #urídica m!s que económica. El
tema de la democracia y de los valores paso a ser e#e permanente tanto en las editoriales
como en la selección de las &rases de 5atlle y 6rdoDe% que todos los días acompaDaban su
retrato. Se construye entonces un ideal de sociedad, imaginada como una utopia individualista
que tambi'n incorpora, aunque en clave racionalista, algunos de los valores promovidos por el
r'gimen- el /anticomunismo0, que era presentado en los discursos militares como equivalente
de la democracia, aquí aparece reivindicado como una de las seDas distintivas del batllismo
pero identi&icado como la consecuencia al recha%o /a todo autoritarismo0- /quienes somos
anticomunistas por convicción y no por odio, quienes somos anticomunistas porque somos
demócratas y porque somos liberales011=. ?ambi'n el nacionalismo irracionalista de la
propaganda o&icial aparece trans&ormando en una corriente liberal7racionalista de &ormato
reniano111
. En la sociedad imaginada por este batllismo renovado, las tras&ormacionespolíticas son resultado del debate y la libre con&rontación de todos los ciudadanos puedan dar
su opinión e incidir por igual en la toma de decisiones.
"or esa ra%ón el pluralismo es uno de sus datos esenciales- aun los que est!n equivocados
pueden contribuir con su error a me#orar la democracia. <e allí se etrae una conclusión
1=: Esta línea argumental en la que /democracia0 era una etapa del pasado que era necesario recuperaren su &orma anterior, con&igura un debate no eplicito con la revista 5squeda que instalaba a la/democracia0 como un proyecto a construir, en el que se incluía la participación militar.1=9
/uestra tesis0, El <ía, B de Setiembre de 19;;,B11= E. ?arigo,0(a ra%ón de la &uer%a0, El día, 1; de )gosto de 19;G,;
111 J.M,Sanguinetti- /El plebiscito de todos los días- la nacionalidad0, El <ía, G de setiembre de 19;B,G
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relevante que aparece reiteradamente en las editoriales y en las colaboraciones de los
columnistas- la principal virtud de la democracia, que no comparte con ningn r'gimen
político, es su capacidad para autotrans&ormarse. /los detractores de la democracia niegan la
evidencia de que la virtud esencial de este sistema7 la que lo particulari%a y lo distingue de
todos y cada uno de los dem!s7 es que solamente 'l es capa% de autocorregirse.0112
En cambio, las dimensiones sociales de la democracia aparecen subordinadas a la de&inición
del ob#etivo político, y su ob#eto no va m!s all! de promover la igualdad de oportunidades para
permitir la proyección de los me#ores sin que se vean limitados por su capacidad económica- se
trata de un sistema basado en la igualdad política y que busca el bien de todos, pero no se
propone la eliminación de las desigualdades sociales y económicas. Si bien el bienestar no
puede estar &uera de las preocupaciones de un gobierno democr!tico, lo vincula m!s con la
&ilantropía que con el imperativo de la igualdad social-
/Junto con la libertad, la #usticia social aparece como una eigencia superlativa, ya que
tambi'n en este rumbo la solidaridad que debe eistir entre los hombres tiene necesariamenteque llevar a que no se pueda considerar completa la libertad, si la misma no est! unida al
conocimiento e&ectivo de que no eiste a nuestro lado un ser que muere de hambre o que no
tiene medios para protegerse contra las inclemencias clim!ticas011$
)dem!s de los despliegues argumentales, en los redactores se percibe tambi'n el propósito
+bastante limitado por las circunstancias de implementación pr!ctica de estos principios- así,
adem!s de re&or%ar la eposición teórica, se con&igura una etraDa modalidad de pedagogía
política. o alcan%a con proclamar que la democracia la nica verdad es la que surge del voto
ciudadano, sino que es necesario aceptarlo epresamente evocando los momentos en los que
tra#o una derrota política, o cuando &ueron los adversarios los que resultaron elevados algobierno. recordando el 2G aniversario del plebiscito constitucional de <iciembre de 19G1 que
inauguro el colegiado integral, /El <ía0 describe en tono elegiacos la campaDa previa al
plebiscito y agrega-
/<esde el punto de vista ideológico, aquella &ue la ltima ve% que E( <@) &este#o una victoria*
despu's, sobrevinieron tiempos adversos para nuestras orientaciones electorales y no sólo
electoralesR. @mporta m!s que eso, tener conciencia de las tras&ormaciones operadas e ir
separando en una labor analítica que ninguna pasión debe oscurecer, lo que &ue bueno y lo
que &ue malo de cada cambio..011B
En el p!rra&o aparece claramente una revisión de las modalidades argumentales de /El <ía0.
Este siempre &ue un tena% de&ensor del colegiado y reali%ó una &uerte campaDa contra la
re&orma que lo eliminó, pero ahora, ya pasada la etapa del debate, rati&ica su aceptación del
resultado adverso como epresión libre de la voluntad ciudadana sin retomar ninguno de sus
argumentos colegialistas. ?ambi'n es llamativa la enumeración de líderes políticos de otras
'pocas, a los que evoca por encima de las di&erencias +algunos de ellos polemi%aron
112
/los /nones0 de la democracia0, El <ía,2= de oviembre de 19;C,B11$ /5ases del progreso0, El <ía, 1= de )gosto de 19;;, B
11B /"or la voluntad del pueblo0, El <ía, 1$ de <iciembre de 19;C, C
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rudamente con El <ía sin de#ar de mencionar que era su car!cter de líderes de arraigo popular
lo que los hacía respetables-
/4esuenan en nuestro espíritu las marchas partidarias y los nombres que hicieron historia
reciente- 5atlle, 8errera, 5atlle "acheco, 5atlle 5erres, Aern!nde% respo, ardone, Arugoni,
para mencionar algunosR representativos de tendencias populares que por serlo, nosmerecen el m!s alto respeto histórico011G
En la misma línea puede seDalarse como un e#emplo el an!lisis que hace ?arigo del libro del <r.
)lberto <emicheli /<emocracia participativa0 +G,12 y 19 de Setiembre de 19;C. <esde el
subtitulo que proclama /4epresentación del traba#o, del capital y de la cultura0, el libro
con&iesa una tendencia corporativista radicalmente opuesta a la que de&iende ?arigo. Sin
embargo, este le dedica tres artículos en los que se preocupa por lo que considera
&undamental7 el preteto para una re&leión sobre la democracia7 y aunque de#a claramente
seDaladas sus di&erencias, no abandona nunca la amabilidad aun con un toque de ironía. )sí
seDala que el libro /.es, a su modo, &ermental, y que merece que se siga pensando en torno alas ideas en que 'l se mane#an, aun cuando no se las comparta011C.
Es perceptible una línea argumental comn en todos los redactores de la p!gina editorial pero
en los artículos del <r. ?arigo donde esta argumentación adquiere m!s &uer%a por la
per&ormatividad de su lengua#e y por los dispositivos ideológicos que movili%a. >n e#emplo se
esto es la modalidad de uso de la primera persona del plural-
/uestras seis onstituciones si algo demuestran en su con#unto, es precisamente, la ausencia
de dogmatismo en la democracia uruguaya, ya que ello es lo que nos permitió ensayar en el
plano institucional el &uerte presidencialismo inicial, sustituirlo por el colegialismo,eperimentar un bipartidismo &or%ado por los tetos, practicar el parlamentarismo, volver al
colegialismo, retornar al presidencialismo. "odr! o no haber resultado eagerada nuestra
vocación re&ormista* en todo caso ella prueba, por si sola, nuestro desapego por los
pretendidos dogmas democr!ticos, nuestra idiosincrasia de pueblo raigalmente opuesto a
todo &anatismo, aun al &anatismo democr!tico011;
El p!rra&o es un buen e#emplo del estilo de ?arigo, donde el /nosotros0 incluye supuestamente
a quienes comparten sus principios, pero que tiene un e&ecto &uertemente involucrante sobre
el lector en cuanto no de&ine donde se encuentran sus límites ni quienes son instituidos como
/los otros0. En esta ideológica ambigQedad la primera persona del plural a la ve% a la nación, alos batllistas y a los partidarios de la democracia liberal, sistema del que ?arigo est! haciendo
una descripción apolog'tica. Sin hacerlo eplicito, en un mismo p!rra&o la nación y la
democracia aparecen ligadas de tal manera que una no parece posible sin la otra, y el
5atllismo aparece implícitamente como el neo necesario entre las dos. El lector resulta
envuelto en una retorica que lo identi&ica como si hubiera sido democ!ta7liberal desde
siempre, sin de#ar lugar para un pasado que lo hubiera vinculado a otra ideológica política.
?ambi'n despliega estrategias de eposición que resultan muy e&icaces para hacer poner la
11G
/ En el cuarto secreto de nuestras conciencias0, El <ía, 2: de oviembre de 19;C,B11C E, ?arigo- /) propósito del ltimo libro del <r. <emicheli0, El <ía, G de Setiembre de 19;C,;
11; @bid.
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prueba su construcción ideológica al presentarla como una realidad /evidente0. /(a
democracia7 decía 4oosevelt7 es la incesante bsqueda de cosas me#ores* y perdone el lector
por el uso y abuso de esta cita, pero resulta que ello es tan cierto, tan cierto, tan claro, tan
evidente que da hasta &astidio que alguna gente no logre entenderlo011:
El per&il opositor del diario se acentuó a partir del anuncio del primer /cronograma político0 en)gosto de 19;;. (a p!gina editorial re&le#a las epectativas que el anuncio despertó* ?arigo
título su columna /Empe%amos la cuenta regresiva- &altan 1GC; días para las elecciones0 119 lo
que con&ería inminencia a un acontecimiento que cronológicamente todavía estaba le#ano, lo
que complementa con críticas por la demora en iniciar el proceso12=. En las semanas siguientes
comen%ó a discutir a&irmaciones de los gobernantes, algo que el <ía no había pre&erido no
hacer el 11 de Setiembre comento las respuestas de ).M'nde% a preguntas de un periodista de
/(a vo% de )m'rica0 de Hashington, agregando apostillas a cada una- allí aprovecho para
reivindicar una ve% m!s a la democracia y a propósito de la ultima respuesta +/el &uturo político
del país, cuando las circunstancias lo permitan, ser! el de la vuelta al #uego libre de los partidos
tradicionales con nuevas bases institucionales0 comento- /El libre #uego de los partidos
tradicionales7y m!s que los partidos tradicionales, de los partidos democr!ticos07121. El
proyecto de consulta electoral que de&endía ?arigo no parecía consistente con lo propuesto
por la dictadura y superaba con mucho el anunciado por el gobierno, posiblemente este sea el
momento m!s radical del discurso de ?arigo hasta la campaDa del plebiscito, pero tambi'n
muestra los límites del discurso opositor antes de 19:=- dos semanas despu's el diario &ue
clausurado por varios días, uno de sus directores, el <r. (eonardo 3u%m!n &ue epulsado del
país y se suspendió la publicación o&icial por un mes.
(a reaparición del diario marcó una pausa en el discurso. El equipo de dirección &ue
recompuesto, el <r. 5arbagelata tambi'n de#o su lugar, adem!s del <r. 3u%m!n, y luego de
una pequeDa transición 4en!n 4odrígue% y el <r. 4a&ael ovoa acompaDaron al <irector Jos'
(oren%o 5atlle heviere y al subdirector Jorge 6tero M'nde%. ?iempo despu's, E. ?arigo
abandono el diario +ocupaba el cargo de gerente y m!s tarde pasó a escribir en la nueva
revista oticias* de los integrantes del equipo original sólo el <r. Sanguinetti mantuvo la
visibilidad. (a revisión de los e#emplares de /El <ía0 de los aDos siguientes obliga a mati%ar la
idea de /sometimiento incondicional0 que ha quedado en la memoria colectiva y aparece en el
testimonio de algunos de la 'poca122. iertamente que en lo inmediato la publicación perdió
mordiente y adopto un estilo m!s anodino, pero ya había conquistado un espacio ideológico
importante- el discurso que privilegiaba la racionalidad y que colocaba los valoresdemocr!ticos como estructuradores del sistema había recuperado su lugar entre el capital
simbólico del 5atllismo. a no era necesario un discurso particularmente agresivo* por el
contrario, toda re&erencia Xaunque &uera marginal7 a la democracia y el liberalismo político ya
11: E. ?arigo- /) propósito del ltimo libro del <r. <emicheli0, El <ía,G de Setiembre de 19;C,;
119 Es llamativo el recuento de ?arigo, que tomaba como re&erencia la &echa de las elecciones
presidenciales de 19:1- en el primer anuncio o&icial no quedaba claro que en 19:= &uera a reali%arse unplebiscito constitucional.12=
/Se puede0, Editorial, El <ía, 1B de )gosto de 19;;,B121
E. ?arigo- /El me#or nombre del porvenir es esperan%a0, El <ía, 11 de Setiembre de 19;;,;122 "or e#emplo 8ierro (ope% en <utrenit, El maremoto, cit. 9B79G* igualmente, "osadas, J.M, Memorias
del regreso,+Montevideo- Ain de siglo,199$,2G
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se escuchaba como orientada hacia propósitos y ob#etivos que no eran necesario hacer
eplícitos.
"asado el impacto de la clausura, el diario comen%ó a recuperar su per&il crítico pero cambio su
estrategia. 4eorgani%o su equipo de dirección- reincorporo al <r. 5arbagelata y se sumaron los
<res. Eduardo Jim'ne% de )r'chaga, Manuel Alores Mora, Jorge (uis Aran%ini y JulioM.Sanguinetti +con lo que se ad#udicó alguna &orma de representación a todos los sectores
colorados, incluyendo al pachequismo. Si hasta bien avan%ada la apertura política el diario no
parece haber reinstalado un discurso tan &uerte como el del periodo anterior, algo de este se
traslado a los suplementos- contino apareciendo /En&oques económico7sociales0, donde
desde 19;C el r. (uis Aaroppa hacia un discreto contrapunto al discurso económico de la
revista 5squeda y de la p!gina económica de /El "aís0, y desde enero de 19;C se le sumo /(a
semana0. "ero si bien el diario mantuvo su línea editorial, en lo sucesivo tuvo buen cuidado
de no desoír las /advertencias0 que le hacia el poder pblico. En 19:$ /El <ía0 recibió críticas
de otros colorados opositores por su claudicación al aceptar la proscripción de su redactor
Enrique )lonso Aern!nde%, e incluso llevarla m!s le#os- desde el poder sólo se había vetado la
publicación de sus artículos, pero la administración tambi'n lo ecluyo de la representación
sindical de los traba#adores del diario12$
)unque puedan discutirse las actitudes posteriores, a nivel discursivo parecen claro algunos
resultados tangibles de esta etapa- quedaron nítidamente separadas la democracia de la
intervención militar* el monopolio simbólico de los partidos tradicionales comen%ó a
&leibili%arse, y el espacio /de los partidos0 comen%ó a coincidir con el de las /&uer%as
democr!ticas0.
Mensa#es de mano en mano.
)unque el "artido acional podía presentarse con un per&il menos culposo &rente a los
orígenes de la dictadura, sin embargo esta tuvo el apoyo de algunos de sus dirigentes m!s
destacados. El elenco dictatorial incluyó como presidente del onse#o de Estado al <r.
Echegoyen quien &uera primer titular en el colegiado 5lanco de 19G9 y presidente del
directorio hasta 19;=, y al <r. )paricio M'nde%, e ministro de los dos gobiernos blancos* y
adem!s de integrar el onse#o de Estado, acepto ser designado como "residente de la
4epublica en 19;C. El nombre de pila del "residente y el aDo de su nacimiento +19=B &ueronutili%ados como enlace simbólico para vincular al gobierno con la tradición del partido blanco*
ba#o su presidencia el r'gimen reivindico la &igura de )paricio Saravia y se le reali%ó homena#es
como la instalación o&icial de un museo en la que &uera su casa en Santa lara de 6limar.
6tro re&erente emblem!tico del partido, el diario El "aís, &iguraba entre los m!s &irmes apoyos
del gobierno y durante todo el periodo &ue identi&icado como el principal eponente de la
línea política de la dictadura y uno de sus directores integro el primer onse#o de Estado. El
diario reivindico permanentemente su identidad blanca pero nunca la vinculó con la de&ensa
de las libertades ciudadanas que eran patrimonio central de la tradición del partido en el siglo
12$ Fer "asquet @ribarne, 6- /El caso )lonso Aern!nde%. Entre la dignidad y las claudicaciones0, 6pinar, ;
de Julio de 19:$,C- y /(as glorias no eimen0, 6pinar,1B de Julio de 19:$,:
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KK, ni rescato el recuerdo de su participación en la resistencia al terrismo. En lugar de la
tradición liberal7democr!tica, el diario continuo una línea &uertemente encuadrada en la
ideología de la 3uerra Aría que había adoptado desde comien%os del primer gobierno blanco y
que #usti&icaba cualquier atentado contra la libertad con el argumento del anticomunismo.
/hemos de&endido, a&rontado la diatriba de los cultores de un controvertible liberalismo, dos
verdades que estimamos indiscutibles. Pue no eistir! real &ortalecimiento del poder y de la
autoridad mientras Rel orden políticosiga librado al albur de las medidas que* ante el daDo ya
consumado, puedan adoptarse por la vía de los preceptos y las &acultades ecepcionales.
no habr! manera de impedir que el etremismo se enseDoree de nuestro modo de vida, ni
de con#urar la concienti%ación del marismo desde la democracia,R. si se continua rindiendo
culto a cierta concepción sobre la libertad de opinión, )quella que limita lo licito puramente a
la comisión de actos directos contra el r'gimen democr!tico0
12B
En una postura radicalmente opuesta, H. Aerreira )ldunate se había constituido en el principal
dirigente opositor de un partido tradicional* pero debía superar obst!culos poderosos para
identi&icar su postura con la de su partido en su con#unto. )lgunos de los m!s notorios
colaboradores del r'gimen eran &iguras que le habían sido muy próimas* y el diario que había
sido uno de los propulsores de su candidatura se había convertido en portavo% o&icioso del
r'gimen. El diario El "aís proporcionaba una base para construir la imagen de un partido que
apoyaba masivamente al gobierno y donde la actitud de Aerreira quedaba reducida a una
opción aislada, producto del resentimiento personal.
(as corrientes opositoras del "artido acional debían tomar distancia de esta imagen
colaboracionista y recuperar su tradición con&ortativa. "ara eso contaban con algunas venta#as,
principalmente el control de la institucionalidad org!nica del partido ya que la renovación del
<irectorio que siguió a las elecciones de 19;1 re&le#ó la amplia mayoría electoral de la &ormula
Aerreira7 "ereyra. )l producirse el golpe, la mayoría del <irectorio mantuvo la línea y
acompaDo a Aerreira en sus gestos y de&iniciones opositoras, con la ecepción aparente de los
acuerdos con el Arente )mplio durante la huelga general12G, pero esa discrepancia, si eistió,
no &ue su&iciente para &racturar el grupo mayoritario. (a represión y la suspensión de las
actividades políticas complicaron el &uncionamiento del cuerpo hasta que mediados de 19;C,
como ya di#imos, decidió delegar sus &acultades en un triunvirato integrado por arlos Julio
"ereyra, <ardo 6rti% y Mario 8eber a los que se agregaron Aernando 6li y 3on%alo )guirre en
car!cter de secretarios12C. (a decisión de crear ese organismo resulto muy e&ica% ya que su
acción pudo continuar la actividad del <irectorio, mantuvo la institucionalidad partidaria,
12B /El nico camino hacia la plena democracia0, El "aís, 9 de Setiembre de 19;;,;12G Eiste cierta ambigQedad en la posición del /Movimiento de 4ocha0 respecto de ese acuerdo. Enplena huelga general. A. 6liu a&irmo que /el acuerdo de seis puntos es la epresión mayoritaria del
"artido acional0, pero aclaraba que /en las presentes circunstancias asumia la representación delMovimiento por la "atria0. Fer- 4ico, 1G dias., cit,B:2.12C )chard, (a transición.., cit, 9;79:
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preservo el control del partido para los dirigentes de la oposición y le dio un &ormato m!s !gil a
las decisiones. "ero a la ve% replanteaba el con&licto sobre la legitimidad, ya que el triunvirato,
una novedad institucional, debía en&rentarse a un re&erente tradicional como el diario.
(a oposición blanca no disponía de tantos espacios para elaborar una teoría de la democracia
como el caso del batllismo, pero en cambio tenia urgencia por mostrar con nitide% su per&ilopositor. "or ello buscó apropiarse de los re&erentes emocionales del partido, lo que in&luyo
para con&igurarlo como un movimiento m!s espontaneista y carism!tico* así marcaba su
distancia con el gobierno y tambi'n +y a la ve% con el 5atllismo, que mostraba su per&il m!s
racionalista. ?ambi'n contribuyo a delinear con nitide% su rol de opositor el encono del
r'gimen contra Aerreira )ldunate y la represión sobre sus seguidores. )sí el partido blanco
pudo presentarse como el nico partido tradicional cuyo líder principal tenía causa abierta en
la #usticia militar, y al que pertenecía tambi'n el nico dirigente tradicional asesinado por la
dictadura.
(as condiciones de represión impedían cualquier &orma de debate eplicito sobre la verdaderaposición del partido, y por esta situación la disputa se centró en la propiedad de las
tradiciones, por lo que Saravia se convirtió en el principal ob#etivo simbólico. omo vimos,
algunas oportunidades el gobierno reivindicaba su &igura y esto representaba su &igura y esto
representaba un desa&ío para la dirigencia nacionalista en la oposición, que debía encontrar la
&orma de rescatar el /autentico saravismo0 en las di&íciles condiciones de la dictadura. En
algunas circunstancias particularmente críticas ese combate por el sentido podía adoptar
&ormas de lucha m!s convencionales, como ocurrió en el aniversario de la muerte de )paricio
Saravia en 19;:, pocos días despu's del envió de las botellas con vino envenenado que costó
la vida a la Sra. . Aontana de 8eber. El gobierno había programado su propio homena#e al
caudillo para el : de Setiembre, inaugurando el museo en el ordob's* por su parte el 1= de
Setiembre se reali%o en Montevideo una concentración en el monumento a Saravia. En el acto
de /El ordob's0 tuvo per&il muy ba#o* hablo uno de los ministros aunque estaba el presidente,
y las palabras no aparecen en la prensa el día siguiente. En cambio, el acto de Montevideo
reunió a una gran cantidad de personas, se produ#eron incidentes con un saldo de varios
detenidos y se corearon consignas que dan una pauta del sentido que se le quería dar al acto*
segn el parte policial, el publico+calculado en unos C== personas /comen%ó a vivar al "artido
acional0, /) )paricio Saravia0, /) (uis )lberto de 8errera0, /) Aern!nde% respo0 y
&inalmente a /Hilson Aerreira )ldunate0. /8ubieron+sic tambi'n gritos de mueran los
envenenadores012;
. El repertorio de consignas muestra claramente la reivindicación de unatradición partidaria donde se construía una genealogía legítimante que partía de Saravia para
llegar a Aerreira )ldunate.
(a identi&icación simbólica de Saravia con Aerreira se pro&undi%o a lo largo de la dictadura
militar, y &ue re&or%ada por la utili%ación de algunas canciones que invocaban la &igura de
Saravia en clave presentista.12: El plebiscito de 19:= parece haber sido el ltimo intento de los
12; 4ico,). /@nvestigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en el >ruguay+19;$719:G, +Montevideo, S@7A8E, @@@, 1GC12:
El 1= de Setiembre de 19;9 se reali%o un homena#e a Saravia que consto de una /reseDa histórica del3ral. )paricio Saravia, a cargo del pro&esor Enrique Mena Segarra. anciones saravistas a cargo de arlosMa. Aossatti, con acompaDamiento musical del guitarrista Silvio 6rtega arreDo0+4ico- @nvestigación
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sectores blancos o&icialistas por utili%ar la &igura de Saravia- a partir de 19:1 &ue muy raro que
la dictadura intentara operaciones de esta índole y hasta el diario El "aís comen%ó a dedicarle
menos espacio en sus editoriales conmemorativos. "aralelamente, la oposición reivindicaba la
propiedad de Saravia ubic!ndolo en la portada del primer nmero del semanario &errerista (a
<emocracia en Julio de 19:1* y pocos meses despu's la portada de 6pinar+1= de <iciembre
componía la imagen del &rente opositor mostrando a Saravia #unto a 5atlle y 6rdóDe%, cada
uno con una mano apoyada sobre la misma urna electoral. En setiembre de 19:2, hasta el
editorial de El "aís aparecía ilustrado con citas de E.Mena Segarra y de J. "ivel <evoto, que por
entonces ya presidia el directorio129. (os actos conmemorativos acompaDaron esa evolución- el
parte policial del 1= de Setiembre de 19:$ ya no registra consignas con evocación saravista ,
sino de contenido político inmediato- / se siente, se siente, Hilson est! presente0, /se va a
acabar, se va a acabar, la dictadura militar01$=.
?ambi'n resulto importante para la oposición blanca el &uncionamiento de comunidades
inorg!nicas integradas principalmente por #óvenes que se reunían para escuchar y compartir
casetes con mensa#es de Aerreira. (a circulación de casetes comen%ó muy tempranamente* en
Setiembre de 19:$ un in&orme militar denunciaba que /una importante cantidad de casetes
con mensa#es y ehortaciones de Hilson Aerreira0 ingresan /sin poderse precisar por qu'
vía01$1. (a circulación de mensa#es grabados constituyo una &orma muy e&ica% de comunicación
entre el dirigente eiliado y sus seguidores en >ruguay y &unciono a la ve% como generador de
debates de gran importancia en la construcción de identidades políticas. El &ormato era
diverso- podía tratarse de entrevistas reali%adas a Aerreira en algn medio internacional, pie%as
oratorias, o mensa#es grabados especialmente para su di&usión en el país* pero siempre incluía
un an!lisis de la situación y tra%aba algunas líneas de acción para el &uturo inmediato. En una
entrevista que le reali%ara <.Hasman Schinca en 19;B, Aerreira eplicaba los ob#etivos de susmensa#es* /. o se puede negar a la gente la necesidad de militar políticamente, de hacer
cosas. Si no, se sienten &rustrados. )dem!s, si no se les dan consignas de acción, terminan
pidi'ndolas en otras tiendas01$2
(a discontinuidad de los mensa#es volvía casi imperceptibles los cambios en el pensamiento de
Aerreira- sin embargo, la revisión permite seDalar algunas características permanentes y
tambi'n matices interesantes. (uego del golpe, Aerreira tenía que construir su lugar como líder
político no marista que actuaba &uera del país- en la citada entrevista de 19;B enumeraba las
ra%ones de su salida7como hi%o muchas veces7 pero agregaba #uicios que luego desaparecieron
de sus declaraciones y que con el tiempo adquieren un signi&icado particular- /.se puededirigir de cualquier &orma menos desde la c!rcel. reo que los hechos, despu's me dieron la
histórica sobre la dictadura,cit, @@@ 1GC71G;* ?ambi'n la in&ormación del pro&esor 3abriel 5ucheli y unaudiovisual sobre el tema. <e las nueve canciones /saravistas0 cantadas por Aossatti, seis &ormabanparte del disco /la gesta de )paricio0 , editado por Sondor en 19;G, donde participó, entre otros.129 /(a muerte del !guila blanca0, El "aís, 1= de Setiembre de 19:2,C1$=
4ico,), @nvestigación histórica sobre la dictadura.,cit,@@@,1C;.1$1
@bid,@@@,1BG1$2 <. Hasman Schinca- /Aerreira )ldunate0. /6 el país acaba con este r'gimen, o este r'gimen acaba
con el país0, El <ía+M'ico : de )gosto de 19;B. )rchivo E@>, colección 3. Hasman.
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ra%ón. (amento que el general Seregni no haya hecho lo mismo. Sin mengua del respeto con
que miro su posición, creo que cometió un error t!ctico01$$
(as relaciones de Aerreira con el resto de la oposición eran bastante comple#as. <urante la
huelga general sus seguidores actuaron #unto a los &renteamplistas, pero en los meses
posteriores hubo un nuevo distanciamiento y Aerreira retornó a las posiciones de &ines deAebrero de 19;$ cuando reprochaba al Arente )mplio el apoyo a los comunicados militares. En
19;B decía- /yo me temo R que an quedan en el >ruguay sectores de la i%quierda
tradicional que siguen cultivando los celebres comunicados B y ;01$B. ?odavía parecía eistir
una divisoria que atravesaba el campo opositor y que condicionaba cualquier posibilidad de
acción con#unta- de un lado estaban los que aceptaron los contenidos de los comunicados y
del otro los que siempre se habían mantenido en una posición crítica, entre los que se
colocaba Aerreira. "ero gradualmente &ue acerc!ndose a otros sectores de oposición que
actuaban en el eterior* en 19;C participo en Fene%uela #unto al rector 6. Maggiolo en un
encuentro organi%ado por adherentes al Arente )mplio. En una entrevista publicada poco
despu's, Aerreira seDalaba su desacuerdo con la &ormación de un &rente opositor,1$G pero en la
respuesta a otra pregunta parece insinuar matices en su actitud-
/7Tómo considera que ciudadanos del "artido acional hayan considerado til reali%ar esta
publicación Rla in&ormación sobre el via#e de Aerreira a Fene%uela en @A64MES
?ES?@M6@6SU
7 bueno, signi&ica que los ven >ds. muy cerca de ellos+4isas. o no estoy tendiendo las
redes, no creo que lo hecho los blancos ya 8ay una hora para todo +4isas. "ero creo,
hablando un poco m!s en serio, que es un buen signo de que es &!cil entenderse cuando el
ob#etivo es tan alto.01$C
(a unidad de acción de la oposición parece un e&ecto natural de la actividad en el eterior, lo
que obliga a Aerreira a adecuar su discurso para encontrar puntos de contacto con auditorios
de eiliados en los que no tenía ningn votante. ) los temas característicos del discurso
opositor &uera de &ronteras, &ue agregando gradualmente otras tem!ticas de di&ícil mane#o
dentro del país como el discurso sobre los derechos humanos y el reclamo de amnistía. En sus
intervenciones &ue eliminando las de&iniciones partidarias para construir un discurso
ciudadano apoyado en la adhesión al r'gimen democr!tico, simboli%ado por la constitución
violada por los militares. En este punto coincide con el nacionalismo liberal sostenido desde El
<ía, pero le agrega una in&leión m!s &ormal que lo acerca al /patriotismo constitucional0 de8abermas en cuanto reconstruye un pasado que /ya no se siente comprometido con las
continuidades triun&ales01$;. ?ambi'n coincide con El <ía en su concepción de la relación con
1$$ @bid.
1$B @bid.
1$G Mararian,F, @dos y reci'n llegados,cit,1=B71=G
1$C 4eporta#es- Hilson Aerreira )ldunate, in&ormes y testimonios +Fene%uela, ro. 1=, enero de 19;;,p!g.1$. )rchivo @E>.1$;
Fer 8abermas- identidades nacionales y posnacionales,+Madrid* tecnos,199:,9B. ) di&erencia de El
<ía, que evocaba el re&ormismo constitucional como una mani&estación de la democracia uruguaya,Aerreira arro#aba una mirada crítica- /el resultado &ue que en >ruguay empe%amos a ponerle elnombre a las constituciones, a pesar de que todas ellas tenían desde sus orígenes mismos del país,
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los dem!s partidos, imaginando un campo partidario que incluye epresamente a los partidos
no tradicionales, /.s' muy bien que el >ruguay que nos quieren arrebatar lo hicieron todos,
lo hicimos nosotros, lo hicieron ellos, lo hicimos los blancos y lo hicieron los colorados y los
que no eran ni blancos ni colorados.01$:
En el caso de Aerreira, la din!mica de la acción política pudo m!s que las prevencionespartidarias y t'rmino por superar su resistencia anterior. )unque dentro de &ronteras resultaba
di&ícil acompaDar este cambio, y varias veces se vio obligado a eplicarlo y a #usti&icar su acción
comn con la i%quierda.1$9 En una entrevista reali%ada por Juan 4.Aerreira y a <.)chard en 19;9
a&irmaba Aerreira )ldunate- /.para hacer un acuerdo es menester que en 'l intervengan
todas las &uer%as políticas del país01B=, en lo que parece ya viabili%arse la posibilidad de una
alian%a t!ctica que coordina la lucha contra la dictadura pero sin involucrar compromisos de
m!s largo pla%o. "ocos meses despu's se concreto la /onvergencia <emocr!tica en >ruguay
+<>, un eperimento de concertación partidaria presentado pblicamente el 19 de )bril de
19:= y que incluyó representantes del &errerismo, del "artido omunista, del "artido Socialista
y personalidades independientes. Sin duda la acción de la <> tuvo gran importancia en el
eterior para agitar la situación en el >ruguay y promover la solidaridad internacional*
tambi'n represento una rica eperiencia de elaboración de un lengua#e político compartido
por sectores liberales y maristas, que alcan%o resultados muy destacables. El 2G de mayo de
19:1 se logró la aprobación de un teto denominado /declaración de las ?res @nternacionales0
que &ue /adoptado en &orma separada, independiente y simult!neamente0 por la >nión
Mundial <emócrata ristiana, la @nternacional (iberal y la @nternacional Socialista1B1, lo que
signi&icaba un hecho que no tenía precedentes. "ero esta trayectoria tan auspiciosa generaba
divisiones dentro de las &ronteras. >na alian%a con comunistas y socialistas era vista sin
prevenciones por los #óvenes blancos que habían sido sociali%ados políticamente en loscircuitos de circulación de casetes, porque para ellos era per&ectamente aceptable la acción
comn con una i%quierda con la que compartían el lengua#e y la de&inición de ob#etivos
inmediatos* pero en cambio chocaba con resistencias dentro de los sectores m!s tradicionales
del partido. omo veremos, tambi'n traía di&icultades en la dirigencia de la i%quierda, a
quienes su pasado de en&rentamientos les hacia tan di&ícil aceptar una acción en comn. (os
primeros temían que la alian%a con la i%quierda diluyera su per&il democr!tico, mientras que
para los otros la /convergencia0 tenía tan &uertes connotaciones &erreristas, que amena%aba
con la absorción del electorado tan laboriosamente conservado.
desde 1:$= los mismos principios generales R ) pesar de todo ello, nosotros de#amos de decir (a6S?@>@[ y empe%amos a decir la constitución de 19B2, la constitución de 19G1, la constitución demil novecientos sesenta y tantos. (o que cada país requiere es que la constitución sea, no la constitucióntal o cual, sino () 6S?@?>@[0. Fer- /on&erencia de Hilson Aerreira )ldunate,19:10, obras deHilson Aerreira )ldunate, /la lucha por la libertad +Montevideo- c!mara de representantes,199$,@, 11B.Maysculas en el original1$: <esde (ondres- Mensa#e previo al plebiscito de 19:=0, en obras de Hilsoncit, :2.1$9 Mararian, F @dos y reci'n., cit. 11;711:1B=
/8acia un gran acuerdo nacional0. 4eporta#e por <iego )chard y Juan 4aul Aerreira, oviembre de
19;90, en Juan 4. Aerreira +recop., Hilson Aerreira )ldunate. <iscursos, con&erencias y entrevistas.sNdR5uenos )ires,19:B,B97G=.1B1 onvergencia <emocr!tica en >ruguay. <ocumentos políticos.+M'ico, 19:B,219.
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risis y reconstrucción del Arente )mplio.
El levantamiento de la huelga general, seguido de la proscripción de los grupos de i%quierda,
impactó &uertemente sobre los sectores que componían el Arente )mplio. ) eso se le sumo en
Julio la separación del "artido <emócrata ristiano que había sido el principal articulador de
una alian%a entre los sectores de la i%quierda tradicional y los que provenían de los partidostradicionales, y que la dispersión de dirigentes que debieron optar entre el eilio o la prisión.
(a persecución permanente del r'gimen militar sobre los partidos y grupos maristas
trans&ormó a la militancia dentro de &ronteras en una lucha por la supervivencia* las
actividades políticas debían limitarse a reuniones con pocas personas y a la edición y
distribución de impresos, periódicos o volantes. En ellos había poco lugar para el debate
teórico, generalmente se limitaban a de&inir su posición política, a denunciar los desbordes del
r'gimen y a eponer algunas propuestas para la acción inmediata.
(a actividad represiva los tuvo permanentemente como ob#etivo principal, y se organi%aron
operativos para arrestar o asesinar a la mayor parte de sus integrantes. Estos operativos no seimplementaron inmediatamente despu's del golpe- al principio la represión era continua y
dispersa, pero luego se organi%o en &orma de acciones en gran escala precedidas de la
recopilación y organi%ación de los datos. ) veces los operativos se desplegaron a lo largo de
varios meses de duración, pero en general eran operaciones que se e#ecutaban en cortos
periodos. Si bien el ob#etivo era el desmantelamiento, en algunos casos los operativos se
sucedían con el ob#etivo de lograr la completa desaparición1B2. (a dictadura resumía en la
acción del marismo internacional a toda la diversidad de la i%quierda* se entiende que
consideran al "artido omunista como el principal agente de esa acción disolvente. El es&uer%o
de este partido por reorgani%ar sus cuadros y mantenerse activo acentuó aun m!s la
descon&ian%a del r'gimen, por lo que se constituyo en un ob#etivo durante toda la dictadura-
aunque las operaciones militares contra la i%quierda alcan%aron su mayor auge entre 19;G y
19;:, los operativos dirigidos contra el "artido omunista se desplegaron con interrupciones
hasta mediados de 19:B. (a proimidad de la apertura política permitió que algunos casos
tuvieran mayor resonancia, como ocurriera con los militantes de la >J detenidos en 19:$ +y
que son invocadas como una de las ra%ones de la suspensión del dialogo del parque 8otel, o el
caso del <r. Fladimir 4osli, la ltima víctima &atal de la tortura, tuviera resonancia en la
prensa nacional.
o &ue este el nico sector político que debió soportar una &uerte represión. ?ambi'n los
integrantes del M( que mantenían su actividad en la región cayeron en las rutinas represivas
del "lan ondor #unto a otros sectores como los 3rupos de )cción >ni&icadora +3)>, el
"artido omunista 4evolucionario y el "artido por la Fictoria del "ueblo, que se había &ormado
en )rgentina en 19;G con e integrantes de la Aederación )narquista >ruguaya. ?odos estos
&ueron duramente reprimidos en 5uenos )ires y una cantidad no determinada de sus
integrantes &ue traída clandestinamente al >ruguay. Muchos de ellos permanecen
desaparecidos.
1B2 4ico, ). +oordinador, @nvestigación histórica sobre detenidos desaparecidos. En cumplimiento del
art. B de la ley 1G:B:,+Montevideo- "residencia de la 4epublica7@M"6,2==;, @, ;$.
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En el &rente interno, la permanente lucha por mantener la militancia y eludir la represión
di&icultaba enormemente la posibilidad de coordinar las actividades entre los di&erentes
grupos. En general cada sector trataba de mantener el contacto con sus propios militantes y
con sus dirigentes en el eterior, lo que ineludiblemente aumentaba la tendencia a la
disgregación. <urante la prisión del 3ral. (íber Seregni actuó clandestinamente la Mesa
E#ecutiva del Arente )mplio, presidida por el <r. Juan rottogini, pero su &uncionamiento era
espor!dico, y muy precarios sus mecanismos de comunicación. "or otra parte, la actividad
pblica del Arente )mplio sólo había comen%ado en Aebrero de 19;1, por lo que había tenido
tiempo de construir mecanismos autónomos ni una tradición de &uncionamiento. "odía
plantearse con pertinencia la duda sobre la eistencia real del Arente )mplio, ya que los grupos
que lo integraban se encontraban ante una disyuntiva de di&ícil resolución. "ara estos era
importante preservar su identidad como grupo político por lo que la reivindicación al Arente
)mplio podía generar con&usión* por otra parte, los mecanismos de toma de decisiones del
Arente )mplio implicaban largos procesos de discusión interna que eran imposibles de reali%ar
dentro del país en el conteto de la dictadura, y que desde la detención de Seregni no eistíauna vo% &renteamplista que &uera reconocida como portavo% de la coalición. >n despacho de
prensa in&ormaba a &ines de 19;B- /el caso del Arente )mplio, podría ser licito incluso dudar de
su eistencia real01B$. omo di#o Seregni aDos despu's, /el Arente le debe al <r. rottogini el
haber mantenido la llamita y la dirección del Arente )mplio durante los die% aDos, un poco
m!s de die% aDos, en que yo estuve preso.01BB
(a militancia &renteamplista tambi'n era di&ícil para los eiliados, pero por otras ra%ones1BG. o
era menor su dispersión por )m'rica, Europa e incluso V&rica, que obstaculi%aba la
coordinación por las di&icultades de las comunicaciones. "ero tambi'n se mani&estaban
tendencias que consideraban que el episodio del Arente )mplio como una etapa superada, ya&uera porque la 'poca reclamaba una alian%a de otras características, o bien porque estaba
condenada por sus propios errores. El centro del debate estaba en la actitud del Arente ante
los comunicados militares de Aebrero de 19;$* para algunos, como el senador Enrique Erro, la
aceptación de los comunicados signi&ico un gravísimo error político del que eran principales
responsables los grupos /moderados0. Muy tempranamente Erro promovió la con&ormación
de un /bloque antidictatorial0 que superara la etapa &renteamplista y sirviera de palanca para
provocar la caída de la dictadura. )llí estarían /la corrienteNtendencia para nutrir a la
organi%ación, &racciones de los partidos tradicionales para hacerla m!s representativa y
tupamaros para llevar adelante acciones de sabota#e. Ecluía a los comunistas, a quienes Erro
acusaba de posibilitar la instalación del r'gimen respaldado por los militares01BC
Sin embargo, algunos de los primeros gestos hacia la &ormación de un /&rente antidictatorial0
post&renteamplistas contaron con la participación de un representante del "artido omunista.
El 19 de )bril 19;B, eiliados en 5uenos )ires convocados por la 46E reali%aron un acto en la
&ederación de 5o, donde se re&le#o la diversidad de opiniones que todavía predominaba entre
los eiliados respecto a la política a asumir &rente a la dictadura. Segn in&orme de la <@-
1B$ />ruguaya- la liberación de (íber Seregni en el marco político uruguayo0, @nter "ress Service 4;=$9N;B. oviembre 1C de 19;B. )rchivo E@>, colección Hasman1BB
<utrenit,S. el maremoto,cit.19:1BG Sobre las actividades de los eiliados de i%quierda, ver Mararian, F, @dos y reci'n.,cit.
1BC @d.:=
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/hablan, Erro, Enrique 4odrígue% por el "artido omunista, Jorge 3omensoro por el "64
+"artido 6brero 4evolucionario y 8ugo ores a nombre de la 46E. oncurre y no habla Oelmar
Michelini. Son invitados y no concurren, el M(, Movimiento 2C de Mar%o, los 3)> y Hilson
Aerreira )ldunate. El hecho de que esta organi%ación haya invitado no sólo a los cl!sicos
grupos subversivos, sino tambi'n al ". +considerado por ellos re&ormista y a Hilson Aerreira
)ldunate, esta consonancia con la iniciativa del A..4 RArente acional de 4esistenciaque esta
organi%ación había hecho. En ese acto la 46E hace un llamado a &ormar un comit' 19 de abril,
nucleador de la colonia uruguaya en 5uenos )ires.01B;
(a propuesta de la 46E estaba destinada a no prosperar* todavía los acontecimientos eran
demasiado recientes, y las discrepancias predominaban sobre las coincidencias. Es muy gr!&ica
la lista de los invitados presentes, la de los ausentes que permanecían callados y la de los
invitados ausentes, pero tambi'n lo es el tono oratorio de algunos participantes. Segn
Mararian, Erro aprovecho la invitación para criticar a quienes habían /traicionado al pueblo
uruguayo0 aplaudiendo los comunicados B y ; +en una alusión bastante transparente a la
actitud del "artido omunista y aDadía que esos /no pueden ser mi amigos0. En su
intervención, el senador comunista Enrique 4odrígue% eludió el debate sobre el punto1B:. En
)gosto, el <. Hasman publicado en M'ico reporta#es reali%ados en 5uenos )ires a Oelmar
Michelini , E. 4odrígue% y H. Aerreira. Solamente el primero menciona al Arente )mplio, en el
conteto de una hipot'tica posibilidad- /si la gente de i%quierda, o partidos de i%quierda, o
incluso el Arente )mplio como tal, son llamados de alguna manera a conversar o dar su opinión
sobre el momento uruguayo01B9
"ocos meses despu's se &ormaba en 5uenos )ires la />nión )rtiguista de (iberación0 +>)(,
con la participación de Erro y Michelini, los 3)> y e integrantes del M(* aunque el
conglomerado tiene un per&il &uertemente radical y no incluye a sectores de los partidos
tradicionales, tampoco cuenta con la presencia de la 46E ni del "artido omunista. En su
mani&iesto constitutivo, /)l pueblo oriental, llamamiento de la >nión )rtiguista de (iberación0,
epone un diagnóstico de la situación de la situación y lan%a algunas propuestas para el &uturo-
propone /.desarrollar la m!s amplia movili%ación popular para lograr precipitar la caída de la
dictadura0 y no hace ninguna re&erencia al Arente )mplio1G=. (a actitud del "artido omunista
resulta di&ícil de rastrear en este periodo- por entonces la revista de an!lisis teórico del
partido, /Estudios0, que se había publicado de manera contina hasta 19;$, de#o de aparecer
por un periodo de cinco aDos- reci'n reanudaría su publicación en 19;:. El #uicio que &ormula
Mararian a propósito de la >)(, parece valido entonces para todos los gestos de la i%quierdaen el eterior- /eponía el pro&undo disenso interno de la i%quierda uruguaya en relación al
pasado reciente01G1.
omo ya vimos, por entonces y a tono con un momento tan con&lictivo, tambi'n Aerreira se
mostraba reacio a unir sus &uer%as con otros sectores de la oposición. <esde la i%quierda
pareció percibirse un cambio en esta actitud ya que segn Michelini, en Mar%o de 19;C
1B; 4ico, ). investigación histórica sobre la dictadura,cit.@@@,1=;1B:
Mararian, F, idos y reci'n,cit. C11B9
<.Hasman, en el <ía +M'ico,sN& +CNF@@@N;BU, )rchivo E@>, colección Hasman.1G= uevo ?iempo +5uenos )ires )Do @ o. 1, )bril de 19;G.p!g. 2. )rchivo E@>, olección 3.Hasman.
1G1 Mararian,F, @dos y reci'n., cit. C1
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Aerreira parecía dispuesto a participar en una gira por los países europeos coordinada por los
dirigentes del Arente )mplio. )sí le comunica al @ng. 6scar Maggiolo a arlos Pui#ano- se
trataba de una delegación que se entrevistaría con algunos de los gobiernos europeos, le
in&ormaba que
/hemos coincidido en que la delegación debe ser encabe%ada por >d., #unto con 8ugo Fillary un delegado del "artido Socialista R (a idea ha sido compartida por Oelmar, por la gente
del 2C de Mar%o y 3)> de 5uenos )ires y aracas y por )lberto "'re%, que acta como
secretario de prensa del grupo que edita in&ormaciones uruguayas. Solamente Oelmar ob#eto a
8. F., por el lugar de su residencia y propuso que &uera H.A.). "ero como esto ha sido pensado
y conversado como una delegación del A.), a este le sobraría una H, por lo cual se ha
mantenido a 8ugo.01G2
Ainalmente la gira no se concretó, en cambio, como vimos, en <iciembre de 19;C hubo un
encuentro en aracas donde participaron Maggiolo y Aerreira.
En Julio de 19;; se reali%o un nuevo encuentro de sectores de i%quierda, esta ve% en M'ico,
que congregó a varios cientos de eiliados. @gual que en 5uenos )ires, participaron Enrique
Erro, Enrique 4odrígue% y 8ugo ores, a los que se le agrego Jos' <ía% por el "artido Socialista.
<e la reunión salió una declaración política donde se planteaba algunas directivas para la
acción, y que luego tendría un sentido ambiguo- Erro la utili%aría como base para argumentar
contra la continuidad del Arente )mplio, mientras que E. 4odrígue% la cali&icaría como un
documento irrelevante, resultado de una maniobra política ensayada por uno de los
participantes /en una noche de caudillismo &ebril.01G$ Este debate se situaba menos en la
de&inición de un posicionamiento inmediato, que en la opción entre dos cursos posibles de
acción luego del &inal de la dictadura- por un lado estaban quienes trataban de restablecer elacuerdo program!tico de 19;1 apuntando a la recuperación de la democracia, y por otro
quienes promovían un cambio radical en permitiera /recrear el >ruguay0 y hacer imposible
cualquier retorno autoritario. o de#a de ser llamativo que Erro imaginara como relevante la
posibilidad de incorporar a ese proyecto a Aerreira )ldunate, y no consideraba de la misma
&orma la adhesión del "artido omunista. )parentemente esta disyuntiva generaba &uertes
pol'micas en el eterior, algo que M. Jaunarena le comenta con desa%ón a Pui#ano- /me
preocupa enormemente la pol'mica que subyace entre los eiliados, que incluye una buena
dosis de desorientación. Este es un tema que o#ala podamos esclarecer un poco para no
empe%ar desde cero si un día podemos volver0.1GB
En 6ctubre de 19;; se &ormó el /omit' oordinador del Arente )mplio en el Eterior0 +A)E,
que reivindicó la continuidad y la vigencia del acuerdo de 19;1. En la /<eclaración0 aprobada
en su constitución, dedicaba espacio a subrayar la eistencia de la coalición aunque por e&ecto
de las circunstancias- /las estructuras organi%ativas normales R tengan trabado su
&uncionamiento0 y /los organismos intermedios y de base no pueden cumplir R los ob#etivos
que dinami%aron su memorable impulso0. "ero a pesar de estas di&icultades de
1G2 6. Maggiolo a Pui#ano, 1= de )bril de 19;C, en cuadernos de Marcha,$ra. Ipoca nro. 1, cit,1=21G$
E. 4odrígue%. Esa unidad tan necesaria, Estudios nro. ;=. Enero de 19;9.p!gs B97G9. ?ambi'n ver-
Mararian,F. idos y reci'n.,cit. 1=9.1GB M. Jaunarena a Pui#ano, 1C de )bril de 19;C, en uadernos de Marcha, $ra. Ipoca, ro. 1, cit. 1=B7
1=G
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&uncionamiento reivindicaba su supervivencia +en un giro que lo acercaba a los partidos
tradicionales /como una &ervorosa mística política0. ) esta mística se le sumaba la vigencia de
la concepción política y el agregado de /un elemento tambi'n político pero de gran contenido
moral0- el lidera%go personal de Seregni, que agregaba el deber de lealtad a la convicción
política. En cuanto a su programa político, la <eclaración mantenía el criterio que diera origen
al acuerdo de 19;1- traba#ar sobre las coincidencias inmediatas y de#ar de lado las de&iniciones
de largo pla%o. 4eclamaban el restablecimiento de la democracia, la vigencia de los derechos
humanos, la /consulta a la voluntad del pueblo0 y &inalmente, la aplicación de /urgentes
medidas económicas que pongan un dique al dram!tico deterioro del nivel de vida de la
población0. 4especto a los e&ectos a m!s largo pla%o, a&irmaba-
/los ob#etivos de apertura democr!tica que logre la unidad antidictatorial, abrir!n m!s
temprano o m!s tarde los caminos por los que avan%ar! el movimiento popular y obrero
epresado en el Arente )mplio y por m!s que tambi'n transitaran otras corrientes de la
opinión pblica. Esta unidad estar! tanto m!s cercana cuanto m!s &uerte sea el Arente )mplio,
que se levanta y la sostiene como una bandera que concibe al pueblo como &actor decisivo del
cambio0.1GG
(a &ormación del comit' coordinador comen%ó a devolverle visibilidad org!nica al Arente, que
no había adoptado ningn pronunciamiento institucional desde la huelga general. Si bien su
proyecto puede parecer modesto, en cambio tenía la venta#a de que hacía posible un marco
de organi%ación concreto para un eilio muy disperso. "ero las pro&undas divergencias que
atravesaban la i%quierda eplican que muchos antiguos adherentes se limiten a coincidir en
aquellos temas indiscutibles como la denuncia de la prisión de Seregni, sin que esto signi&icara
la renovación de su compromiso la coalición. )sí lo aclara epresamente un grupo de
uruguayos eiliados en M'ico, cuando recibió la invitación para recomponer el espacio de la
corriente, dentro del Arente )mplio-
/nos sentimos plenamente identi&icados con la &igura de (íber Seregni, de&ensor de las ideas
de &uncionamiento democr!tico en el desarrollo del Arente )mplio en el >ruguay e impulsor
de los comit's de base, luchador y dirigente político e#emplar. "ero este reconocimiento no
nos lleva a admitir un ingreso autom!tico al Arente )mplio en el eterior. ?al adhesión, como
toda otra política de alian%as, podr! ser un resultado7y no el punto de partida7 de un acuerdo
como el que ustedes proponen.0 "or si quedara dudas, a continuación aclaraban- /por
supuesto, no se trata de crear organismos en y para el eilio, sino una &uer%a política
permanente01GC
<e las &iguras que se encontraban en el eterior, sin duda el <r. arlos Pui#ano era uno de los
re&erentes principales de la i%quierda. ?enía un enorme prestigio y se lo consideraba uno de los
analistas m!s lucidos del país* había sido promotor del Arente )mplio, y a una generación
entera le reconocía su /magisterio intelectual0, cuando Maggiolo lo invito para integrar una
delegación que recorrería Europa en 19;C, le agregaba- /Estimado don arlos, >d. es la gran
&igura que le queda al Arente )mplio01G;. @nstalado en M'ico y ocupado en tareas acad'micas,
1GG
)guirre 5elyley. Miguel, El Arente )mplio- 8istoria., cit. 12971$=1GC arta &echada en M'ico, <A, el G de abril de 19:=. )rchivo E@>, colección Hasman
1G; 6. Maggiolo a . Pui#ano,1= de )bril de 19;C, en cuadernos de Marcha, cit. 1=2
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Pui#ano se hi%o el tiempo para reanudar la publicación de uadernos de Marcha, pero parece
haber de#ado en suspenso su adhesión al Arente )mplio. En 19;9 8. Fillar le envió una etensa
carta donde le hacia una invitación para participar de una reunión del comit' del A)E en
Madrid, a lo que respondió en unos breves p!rra&os-
/)grade%co mucho la invitación que me &ormula y lamento decirle que no podr' ir a Madrid."or varias ra%ones que sería largo y ahora importuno desarrollar. <e todas maneras y no
obstante las posibles discrepancias de orden t!ctico que puedan eistir, les deseo el me#or de
los 'itos.01G:
<e#ando aparte los cumplimientos y la cordialidad, en la escueta comunicación se hacía
espacio para aludir a discrepancias pro&undas y no a un problema circunstancial. Farias veces
Pui#ano desli%o reproches a lo que consideraba &alta de autocritica en los dirigentes de la
coalición, y &recuentemente seDalaba en su discurso la necesidad de la unidad de la oposición
aunque sin ad#udicarle ningn papel al Arente )mplio en esa 'poca opositora. Es curioso
observar los giros que utili%a para no nombrar a la coalición de i%quierda-
/8ay por lo menos en el >ruguay tres opciones, especie de círculos conc'ntricos. >na
oposición en el sentido lato, en la cual se incluyen ya algunos bandiditos de primera hora que
postularon, que propiciaron, que alabaron y que luego toleraron la dictadura. >na segunda
oposición &ormada o integrada por aquellos, m!s respetables por cierto, que no auspiciaron la
dictadura, que no transaron con ella, que conocieron tambi'n como todos nosotros en
ocasiones la prisión, en ocasiones la tortura, en ocasiones el eilio. >na tercera oposición, tal
ve% m!s reducida, la oposición de lo que podríamos llamar7para llamarla de alguna manera7 la
oposición de &uer%as progresistas, termino tan vago, o la oposición de las &uer%as de i%quierda,
termino tambi'n no menos vago.pero nos entendemos.01G9
(a ausencia de re&erencias al Arente )mplio en la descripción del presente &ue acompaDada
por su eclusión de la historia- a di&erencia de lo que acostumbraba hacer desde las p!ginas de
Marcha, en revisión del pasado reciente de#ó de incluir la &ormación de la coalición como un
episodio relevante-
/En 19G:, el partido nacional, ecluido del poder o con la participación minoritaria durante
m!s de noventa aDos, gana las elecciones. 3obernar! desde 19G9 hasta 19C;, dos periodos.
Era la ltima opción. "ocos, qui%!, lo comprendieron. (os colorados se habían desgastado en el
largo e#ercicio del poder. El país quiso intentar algo nuevo y puso su esperan%a en el vie#opartido opositor. (os hechos est!n ahí, cercanos, muchos de los actores viven aun, no pocos
han padecido persecución, prisión o destierro y algunos, como 3uti'rre% 4ui%, &ueron
asesinados por la dictadura. ?odo obliga a ser prudente en los #uicios. os limitamos a decir
que los gobiernos del partido nacional no respondieron a la con&ian%a que se les había
1G: . Pui#ano a 8. Fillar, 1G de mar%o de 19;9, en cuadernos de Marcha, $ra. Ipoca, nro. 1, Montevideo-
19:G. "!g. 11C1G9 ) dos aDos de la muerte de Michelini y 3uti'rre% 4ui%0, Mayo de 19;:, uadernos de Marcha, $ra.
Ipoca. ro. 2 +Montevideo, 19:G, p!g, 19
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otorgado. o sólo el partido hasta entonces gobernante estaba desgastado, tambi'n lo estaba
el partido opositor, corroído, adem!s, por divisiones internas y su triun&o &ue e&ímero0.1C=
Segn esta revisión lo nico relevante en los ltimos 2G aDos había sido el vira#e electoral hacia
el "artido acional +que escribe como minscula, como se re&iriera al vie#o /partido de la
nación0 y luego, la dictadura* y las victimas obligaban /a ser prudentes en los #uicios0 sobre losgobiernos blancos. M!s adelante desli%a una crítica- /todavía en Aebrero del ;$, cuando ya el
atraco se había iniciado, algunos seguían coqueteando con los militares que por cierto
recha%aron sus invitaciones al vals0. tambi'n un diagnóstico sobre el presente que encerraba
un #uicio implícito- /<urante ocho largos aDos de destierros, encierros y entierros hemos sido,
asimismo, incapaces de elaborar un proyecto nacional, congruente y realista.01C1
)un con sus di&icultades, el comit' coordinador del A)E comen%ó a &uncionar como polo de
atracción- desde su instalación contó con el apoyo del comunismo y del socialismo, y m!s
tarde consiguió incorporar otras agrupaciones y algunas &iguras emblem!ticas como M.
5enedetti. Si bien las venta#as institucionales del A)E eran importantes, tal ve% el hechodecisivo haya sido la coordinación con los seguidores de Aerreira )ldunate concretada en la
onvergencia <emocr!tica del >ruguay- una elección que tambi'n implicó una &orma de
legitimación de los sectores elegidos. omo dice Mararian- /"ara abandonar su renuencia a
asociarse con la i%quierda, el líder blanco #u%go cuidadosamente a los candidatos y pareció
decidir que Erro, por e#emplo, no valía la pena.R"or supuesto, las luchas internas &ueron
importantes al de#ar a algunos a&uera de la nueva alian%aRpero que Aerreira )ldunate quien
&inalmente eligió a sus aliados dentro del dividido campo de pretendientes01C2
(a alian%a &ue &uertemente cuestionada tanto por &renteamplistas en el país y en el
eterior1C$+que la consideraban un vuelco a la dercha como por los blancos dentro del país*pero este acuerdo permitió que el eilio uruguayo presentara sus denuncias como un &rente
unido y que capitali%ara las venta#as de acceder a lugares que, cada uno por separado, no
hubiese podido alcan%ar. El car!cter pragm!tico del acuerdo actuaba en su &avor ya que
presentaba venta#as inmediatas a cada uno de los participantes, sin involucrarlos
necesariamente en compromisos de largo pla%o +algo que tambi'n Aerreira había eludido
sistem!ticamente. "or otra parte, mostraba tambi'n el grado de maduración de la i%quierda
en el eilio- había de#ado atr!s la discusión sobre la pertinencia de la vía armada para
conquistar el poder +que &ue el centro de los debates a &ines de la d'cada de los sesenta y
comien%os de los setenta y en cambio había asumido el lengua#e garantista. )hora el campo
de acción de la i%quierda se organi%aba en torno al antagonismo democracia7dictadura, con lo
que se ponía en línea con el resto de la oposición. "ero si bien sus discusiones tenían como
centro las perspectivas del >ruguay posdictadura, había todo un proceso de elaboración del
1C= Pui#ano,. <os aDos m!s, 19:1. uadernos de Marcha. $ra. Ipoca. ro.2. cit. $;. omparece con el
editorial donde hacia el balance de las elecciones de 19;1, que terminaba así- /el Arente )mplio es ya elpresente. Ser! el &uturo. 8a ganado su primera batalla. 3anar! las venideras0+/la derrota delo&icialismo0, Marcha, nro. 1G;2, $ de diciembre de 19;1,;1C1 @d. $:1C2
Mararian. F. idos y reci'n.cit, 11;.1C$
(a posición del "artido omunista respecto a la <> &ue epuesta por 4. )rismendi a (. Seregni encarta personal de 6ctubre de 19:$. Fer colección (iber Seregni, @@@- los aDos de prisión ba#o ladictadura+19;$719:B, +Montevideo- ?aurus,2==9, 1$:
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pensamiento democr!tico reali%ado dentro de las &ronteras que no los había alcan%ado
todavía. Esa carencia resultaría m!s evidente cuando se produ#era el primer gran
en&rentamiento entre la oposición y el r'gimen militar.
El ple+iscito constitucional
(a instancia decisiva para el en&rentamiento simbólico entre el gobierno militar y la oposición
partidaria resulto ser el plebiscito constitucional de 19:=. "rogramado desde 19;; como el
primer paso del /cronograma político0 que conduciría a la /normali%ación institucional0, el
plebiscito en sí mismo no parecía una instancia tan relevante como las elecciones previstas
para el aDo siguiente, y a su reali%ación sólo &ue con&irmada una semana despu's del primer
anuncio, el 1G de )gosto.1CB
(uego de los primeros anuncios, el tema desapareció de la agenda pblica hasta que en Mayo
de 19:= los mandos di&undieron unas /pautas constitucionales0 que introducían innovaciones
en la tradición constitucional del país- incrementaban la in&luencia de las Auer%as )rmadas,
reducían el nmero de legisladores, adelantaban normas para la organi%ación de los partidos,
validaban todas las decisiones del r'gimen adoptadas hasta la aprobación de la constitución y
establecían una re&orma en el mecanismo de rati&icación plebiscitaria- el proyecto se
consideraría aprobado si obtenía la mayoría simple de los votantes1CG. Estas pautas
contribuyeron a de&inir al proyecto como /la constitución de la dictadura0 desde mucho
tiempo antes de su redacción &inal. <irigentes políticos de los partidos tradicionales trataron
de incidir en la elaboración pero su participación &ue r!pidamente descartada.1CC (a comisión
de re&orma constitucional del onse#o de Estado había comen%ado la tarea de redactar ydivulgar el proyecto sin tomar demasiado en cuenta las insinuaciones de los políticos. En
setiembre el gobierno busco el di!logo con interlocutores previamente seleccionados de
algunos partidos- la representación del "artido acional la tendría la /omisión de los 1=0
convocada por el <r. )lberto 3allinal, mientras que el "artido olorado el <r. arlos Manini
4íos +emba#ador en 5rasil hasta poco despu's de la designación de ). M'nde% reunió la
/comisión de los seis0 que contaba con el acuerdo de todos los sectores del partido. "ara el
r'gimen, los dos parecían con&iables a priori pero las reuniones no dieron el resultado que
esperaban* &ue entonces que el ?te. 3ral. Pueirolo declaro que /) los vencedores no le piden
condiciones01C;. on este gesto se con&iguraba una divisoria nítida entre el gobierno y los
partidos, que trans&ormaba al próimo plebiscito constitucional en un plebiscito sobre elgobierno militar.
En los días &inales del mes de octubre y en apresuradas sesiones de la /)samblea
onstituyente0 +designación ad7hoc que adoptaba el /conse#o de la ación0 se aprobó sin
modi&icaciones y casi sin discusiones el anteproyecto elaborado por el presidente y la Junta de
1CB El "aís, 1C de )gosto de 19;;, 1ra. "!g.
1CG
@dem, 1; de Mayo de 19:=, 1ra. "!g.1CC @dem, 12 de Junio de 19:=, 11- 1G de Junio de 19:=, 1ra. "!g.
1C; @dem, 11 de Setiembre,;
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6&iciales 3enerales1C:. "ero desde mucho antes habían comen%ado a aparecer los avisos
gubernamentales invitando a votar por S@ un proyecto que no estaba ni siquiera articulado. )
&ines de 6ctubre &ue aprobado de&initivamente y entonces comen%ó con &uer%a la campaDa
publicitaria. El proyecto a plebiscitarse sólo se había publicado en el <iario 6&icial y era
pr!cticamente desconocido para los ciudadanos, pero la impostación de la propaganda o&icial
no se etendió en la eplicación del contenido sino en los logros materiales del r'gimen en
materia de obras pblicas y en seguridad que reinaba en el país, el reclamo electoral invitaba a
conservar esa situación para el dis&rute de los #óvenes. Sin duda que esta línea respondía a una
opción estrat'gica, pero implicaba plebiscitar al r'gimen antes que al proyecto constitucional,
identi&icaba al proyecto con el gobierno militar. "or eso /<ígale S@ al >ruguay0 1C9 se entendió
como un reclamo para apoyar a la dictadura.
(a tradición indicaba que en una campaDa electoral todos debían tener oportunidad de
epresar sus opiniones, ya &uera a &avor o en contra del proyecto. "ara darle verosimilitud al
proceso, el gobierno acepto que se reali%ara propaganda por el 6, lo que signi&ico que la
oposición podría volver a tener vo% publica, algo in'dito en el r'gimen. )l amparo de esa
&ranquicia comen%aron a reali%arse actos en locales cerrados convocados por sectores de
oposición de los partidos tradicionales, en los que se interpelaban las vie#as identidades
partidarias y se mane#aban argumentos contra el proyecto. 6tra de las novedades &ue la
aparición de un semanario opositor, 6pinar, dirigido por el <r. Enrique ?arigo. En 6ctubre este
había abandonado la revista oticias, molesto por la censura de la <irección a uno de sus
artículos y decidido a publicar su propio semanario, que apareció a principios de oviembre.
<esde sus p!ginas comen%ó r!pidamente a estructurarse un discurso opositor que recuperaba
los temas mane#ados desde aDos atr!s en El <ía para contraponerlos al proyecto
constitucional. 4eivindicaba la tradición constitucional liberal del "artido olorado y hacia&recuentes invocaciones a 5atlle y 6rdóDe%, pero tambi'n hacia lugar a opiniones de políticos
de otros partidos. <esde allí y en muchos actos y mesas redondas, los partidos pusieron en
&uncionar sus mecanismos de comunicación en un marco m!s amplio que el de sus propias
comunidades interpretativas, y lograron que la mayoría se identi&icara con sus de&iniciones.
"asando por encima de los aDos de proscripción, los dirigentes partidarios habilitados
recuperaron su discurso y lograron que sus palabras se escucharan como si &ueran emitidas
por los dirigentes proscriptos. >n e&ecto similar tuvieron los actos convocados por los partidos,
las entrevistas a veteranos dirigentes o las publicaciones en la prensa en las que algn
reconocido dirigente /ehortaba a sus compaDeros0 a votar por 6. El r'gimen intento
contrarrestar esta operación buscando el apoyo de algunas &iguras políticas +el m!s destacado&ue J. "acheco )reco pero si bien esta estrategia no logro el resultado que esperaban, en
cambio &ortaleció la imagen de los políticos como constructores de la opinión ciudadana y
contribuyo a re&or%ar una disyuntiva donde la /democracia0 representada por los partidos que
se oponían al /proyecto constitucional0 identi&icado con la dictadura. )sí se con&iguro un
discurso centrado en la dimensión política, orientado con &uer%a hacia la recuperación de las
1C: (a reconstrucción del proceso del plebiscito y sus resultados en orbo,<* / El plebiscito constitucional
de 19:=.0+Montevideo- Ediciones "uerta del Sur7Aundación ciudad de Montevideo,2==C1C9 Sobre la publicidad sobre el S@, ver 3oicochea, 3, /El recurso del miedo0, cuadernos de la historia
reciente, $+Montevideo, E56,2==;, BG7C=
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signi&icara un reestudio de los tr!mites requeridos para seguir adelante01;=. (os opositores
tambi'n cargaron su argumentación en los ltimos días insistiendo en la importancia de los
principios liberales, pero ya había haberse impuesto la idea de que la constitución era
inaceptable por ser /antidemocr!tica0. En su ltimo editorial, ?arigo comen%aba resumiendo
todo el debate constitucional en una a&irmación /8e de votar por 6 el domingo venidero
porque soy demócrata y esta constitución que se nos propone es una constitución
antidemocr!tica01;1
<e todas &ormas el resultado del plebiscito signi&ico una sorpresa- el 6 supero el G;L y su
venta#a se hi%o notoria desde la apertura de los primeros circuitos* a las 22 horas el ministro
del interior 3ral. Manuel J. De% reconocía o&icialmente la derrota. Era evidente que el
gobierno había recibido un duro rev's, que implicaba tambi'n una derrota simbólica- ya no
podía presentarse como portavo% de la voluntad de la nación y recluir a los opositores en el
espacio de las /minorías0, lo que representaba el &in del /uevo >ruguay0. En cambio, había
surgido un bloque opositor articulado en torno a los partidos políticos, al que necesariamente
el gobierno debía considerar como interlocutor y negociar con su proyecto político.
a no era posible elaborar propuestas sin consultar a la oposición, y en el hori%onte asomaba
el retorno de la constitución de 19C;. Folvía a circular los conceptos de /democracia0 y
/libertad0, que habían adquirido sentidos di&erentes luego de aDos de reelaboración y que ya
no eran controlados por el gobierno- no era compatible la /democracia0 con la intervención
militar ni la /libertad0 con la suspensión de las garantías. "ero sólo eistían en su &orma política
y cualquier ad#etivo +<emocracia social o directa o la invocación a las libertades diversas y
concretas, los trans&ormaba en /corporativismo0. ) esto se agregaba a la instauración de un
nuevo respeto a la constitución y la radical imposibilidad de re&ormas constitucionales sin
plebiscito. Este vira#e sem!ntico se acercaba al discurso político tradicional y contribuía a
consolidar el campo opositor, ya que se podía ser utili%ado tanto por los políticos de &uerte
per&il conservador como "ons Echeverry como por las &iguras nuevas que tenían un talante
m!s renovador. "ero la i%quierda no tuvo participación en todo este proceso de elaboración,
y que en este campo opositor, recon&igurado su vie#o discurso no tenia donde instalarse. En el
debate constitucional no había aparecido ninguna de las categorías políticas que &uncionaban
como sus marcadores identitarios, como la lucha de clases o el proyecto de democracia social.
?anto el A)E como los partidos de i%quierda habían apoyado el 6 y tenían motivos para
&este#ar el resultado #unto con el resto de la oposición* pero en esta nueva con&iguración
parecían quedar m!s marginados que antes de 19;1.
<e la eu&oria a la incertidumbre
Arente al entusiasmo de la oposición, el &racaso del proyecto constitucional no pareció haber
modi&icado el &uncionamiento del r'gimen que retomo su rutina burocr!tica sin satis&acer las
epectativas generadas en la sociedad civil. (as primeras reacciones del gobierno, luego de
aceptar los resultados y prometer un nuevo cronograma, incluyeron la prohibición de
cualquier comentario sobre el plebiscito. "or largos meses no hubo ninguna seDal de que los
militares hubieran asimilado el impacto de la derrota electoral, ni se adelantaba el contenido
1;= El "aís, 29 de noviembre de 19:=, 1ra. "!g.
1;1 E. ?arigo- Mis muchas ra%ones para votar 60, 6pinar, 2; de oviembre de 19:=, $.
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de ninguna propuesta que estuviera en elaboración. (a prensa o&icialista aprovechaba para
de#ar el episodio en el olvido mientras reaparecían las pr!cticas represivas contra la prensa
opositora- 6pinar tuvo su primera clausura +de un mes en )bril de 19:1, y (uis )ntonio 8ierro,
periodista de ese semanario, &ue detenido por publicar documentos relativos a mane#os de
dinero en el 4ectorado de la >niversidad.
El momento incluía una cuota importante de incertidumbre, donde se esperaba que los
militares rede&inieran el rumbo, mientras los partidos tradicionales se dedicaban a
recomponer sus estructuras. (a /oposición legal0 parecía muy ocupada como para lan%arse a
conquistar el espacio político que antes había ocupado el Arente )mplio, y eso, tambi'n, le
concedía tiempo a los sectores de i%quierda para elaborar las &ormas de incorporarse a ese
campo que les resultaba totalmente nuevo.
(os meses largos que siguieron al plebiscito comen%ó a cundir cierta desa%ón en la
población1;2, podía seDalarse como un avance que la dictadura uruguaya hubiera de#ado de ser
aquel r'gimen donde la oposición no tenía visibilidad* ahora el campo opositor aparecíauni&icado &rente al gobierno y aportaba temas para el debate +a lo largo del aDo :1 aparecieron
tres nuevos semanarios de oposición que se sumaron a 6pinar. "ero en la eu&oria electoral
posterior al plebiscito se esperaba otra receptividad de parte de los militares, y no había
evidencia de que el r'gimen estuviera en camino de trans&ormarse políticamente en /otra
cosa0. En la medida que esa situación se prolongaba en el tiempo, parecía quela dictadura
estaba procesando un rea#uste interno y mane#aba la eventual concesión de un estrecho
espacio para una /oposición permitida0 como un recurso para recuperar sus equilibrios. El
silencio o&icial comen%ó a generar cierta ansiedad entre la oposición que veía pasar la
oportunidad de renegociar nuevas condiciones de &uncionamiento político* en los semanarios
/opositores0 comen%ó a aparecer un prudente reclamo por el inicio de una /apertura0 política.
M!s de seis meses despu's del plebiscito, ?arigo reconstruía una analogía con la EspaDa
pos&ranquista y reclamaba tímidamente y con cautelosa &ormulación, una /apertura0 adaptada
al caso uruguayo-
/)pertura política o simplemente apertura, signi&ica en esta peculiar acepción de nuestro
tiempo, algo así como el comien%o de una solución, no la solución misma, &rente a una
situación de hecho de m!s o menos duración R para empe%ar a atisbar, y algo m!s que
atisbar, a transitar un camino que vaya acercando el país a su normalidad institucional, y a su
normalidad #urídica y su normalidad política.01;$
(a incorporación de mediaciones tetuales entre la propuesta y la de&inición de ob#etivos
&inales re&le#a la enorme distancia que todavía se percibía entre la evaluación de la situación
del momento y las todavía le#anas posibilidades de &inali%ación del r'gimen. ) pesar de su
eitosa presentación, el bloque opositor se mani&estó incapa% de hacer que el r'gimen se
sentara a la mesa a negociar una nueva ho#a de ruta, y nuevamente sería la dictadura la que
1;2 )Dos m!s tarde di#o ?arigo recordando esta etapa- /"rimero hubo unos largos meses de silencio quea todos nos hacía dudar un poco, decíamos habremos hecho bien, T ahora qu' pasaU, no pasa nada0.
Mucha gente nos decía /5ueno- TEst!n contentosU, ?riun&o el 6 y siguen los militares0 ver- )bend, -El comien%o del &in, video, Montevideo- >><)(, <iciembre de 2==1.1;$ /El camino del entendimiento0, 6pinar, 11 de Junio de 19:1,$
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generaría los próimos movimientos, cuando la omisión de )suntos "olíticos +6M)S"6
convocara a los políticos.
"-La crisis del r0gimen ,1#1-1#$
(a construcción del relato de la transición hecho desde la perspectiva de su &inal e iniciado con
el plebiscito constitucional de 19:=, nos ha llevado a pensarlo como un proceso de desenlace
&atal que sólo se vio obstaculi%ado por la obstinación de algunos militares o por la torpe%a o la
ambición de algunos dirigentes políticos. Sin imaginar panglosianamente que &ue /la me#or
transición posible0, creo que la reconstrucciones minimi%an las di&icultades que debieron
superarse para llegar a las elecciones, por esa ra%ón la descripción de este periodo reclama
una cautela particular, porque los datos no rati&ican este optimismo. En su libro, 3uillespiecali&ica de /tortuosa0 a la transición uruguaya, y me parece oportuno rescatar el ad#etivo
porque alude de manera bastante precisa a las di&icultades del proceso.
(as condiciones de una /tortuosa transición0.
(a 6M)S"6 reci'n rompió el silencio en Julio y sin previo aviso convoco a los delegados de
los partidos para comunicarles un nuevo plan político donde aparecía claramente de&inido elinicio de un periodo de transición a partir de la próima designación presidencial- el 1ro de
Setiembre se iniciaría un periodo presidencial m!s breve* en su transcurso se pactaría con los
partidos una re&orma constitucional y terminaría con la entrega del poder a quien triun&ara en
las elecciones de oviembre de 19:B. ?anto había cambiado el !nimo de la oposición que
demoraron en asimilar el sentido de la epresión /transición0- no parecen haber percibido
inmediatamente si lo que había era un simple cambio de ritmo en un proceso ya plani&icado o
se había modi&icado la perspectiva de &uturo del r'gimen. )lgunos dirigentes siguieron
reclamando la /apertura0, que tenía un sentido m!s claro ya que su uso no registraba
antecedentes durante el r'gimen militar, mientras que la palabra /transición0 ya circulaba
desde mucho antes. "ero en las semanas previas a la designación presidencial de 3. Vlvare%,
su&rió un cambio importante de sentido y paso designar un tiempo /preparatorio de la
normalidad institucional a la que se retornaría una ve% transcurrido dicho periodo01;B, segn la
tautológica epresión de ?arigo. Esto podía interpretarse de muchas &ormas, y en el pasa#e
desde la situación de dictadura hasta el &uncionamiento de alguna &orma de democracia
restaurada, no quedaba claro que &orma tendría esa /normalidad institucional0.
"uede decirse que las características de la transición en >ruguay estuvieron &uertemente
condicionadas por la matri% de su inicio. Si bien, y como en otros casos, la transición uruguaya
se inicio a partir de una declaración hecha por el r'gimen militar, en este caso no aparecía
1;B />na semana que conmovió al >ruguay0, 6pinar, 1C de Julio de 19:1,C
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/articulada a procesos de crisis y erosión7recomposición del r'gimen autoritario
+debilitamiento de sus bases de sociales de apoyo, &racaso económico, aislamiento
institucional0 como propone (. de 4i%1;G. ?ampoco vendría acompaDada de las características
de segn 6Z<onnel y Shmitter, identi&ican los procesos de transición- /la seDal típica de que se
ha iniciado una transición es que estos gobernantes autoritarios, por cualquier motivo,
comien%an a modi&icar sus propias reglas con vistas a o&recer mayores garantías para los
derechos de los individuos y grupos01;C. Es claro que ese proceso de ampliación en el marco
garantista no se produ#o en el caso uruguayo* la censura a la prensa y las detenciones a
periodistas y militantes políticos continuaron hasta pocos meses antes de las elecciones,
todavía había varios centenares de presos políticos y muchos problemas pendientes cuando
asumió el gobierno el aDo siguiente.1;;
Si bien el car!cter sorpresivo del inicio y su inde&inición inicial han desaparecido de la mirada
de los analistas +incluido el temprano an!lisis de las consecuencias del plebiscito que reali%ara
(uis Eduardo 3on%!le% en Mayo de 19:21;:, es perceptible el e&ecto que tuvo ese largo
silencio o&icial posterior al recuento de votos, seguido por una decisión sorpresiva e inconsulta.
El tramo de silencio del gobierno le permitió recuperar la iniciativa, y la distancia con la
campaDa del plebiscito signi&ico la construcción de un tiempo di&erente que no estaba
marcado por la continuación de aquel debate* eso eplicaría por qu' los militares pudieron
de#ar de lado- /la posibilidad de negociar los t'rminos y el ritmo del cronograma01;9. (a
característica del anuncio lo mostraba como una concesión del r'gimen, y como tal podía ser
revocada en cualquier momento. Esto in&luyo de manera visible durante las conversaciones
para de&inir el estatuto de los partidos políticos +en que el gobierno pudo &i#ar los ritmos y las
pautasy en la campaDa de las internas, en la que los militares pudieron marcar con mucha
&uer%a el espacio de los discursos permitidos y donde los políticos estuvieron ba#o permanenteamena%a de proscripción.
1;G (iliana de 4i%- >ruguay- la ?ransición desde una perspectiva comparada0, en 3uillespie, h,
3oodman, J. 4ial, ". Hinn- >ruguay y la democracia +Montevideo, E56, 19:G, @@@, 12171$9.1;C 6Z<onnel, 3uillermo y "hilippe Schimtter- ?ransiciones desde un gobierno autoritario. onclusionestentativas sobre las democracias inciertas, +5uenos )ires- "aidos,1991, @F, 91. >n resumen de laseplicaciones en 3uillespie, h- egociando la democracia, cit. Eplicaciones elaboradas en la 'poca,ver- 4ial,J- (os partidos políticos, Trestauración o renovaciónU, en 4ial, J- "artidos políticos- democracia yautoritarismo. +Montevideo- E567@ES>,19:B, @@, G17:9* Solari, )- El proceso de redemocrati%ación en>ruguay, en Solari, )- >ruguay. "artidos políticos y su sistema electoral.+Montevideo, A>, 1991, 22;7
2GB.1;; En Julio de 19:B el 3ral. 4apela a&irmo que la transición a la democracia no comen%aría hasta la
instalación del nuevo gobierno en Mar%o +3uillespie, egociando.cit. 1B:* al aDo siguiente el senadorcolorado y e comandante de la armada, Juan J. Oorrilla, decía- /no hubo ninguna transición.(amentablemente tenemos que estar haciendo la transición en este gobierno democr!tico y pagandolas consecuencias de una transición que no se hi%o cuando tenía que haberse hecho0 +5squeda, 29 de)gosto de 19:G,B1;:
"oco despu's de las elecciones internas, (uis E. 3on%!le% describía así las perspectivas de latransición- /no hay ra%ón posible que imponga la interrupción del proceso. "roceso que lenta peroe&ectivamente lleva dos aDos en marcha y, pese a la lentitud en el detalle, ha llevado a un paisa#epolítico muy distinto al eistente en sus comien%os. o es necesario que desemboque en la restauracióndemocr!tica, pero si llego a hasta aquí, de acuerdo a la vie#a regla de improbabilidad relativa en los
saltos bruscos la con#etura m!s plausible es que seguir! su curso0. Fer- 3on%!le%, E. >ruguay- unaaperturacit. $1.1;9 )cahrd- (a transicióncit. 1;
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(a inde&inición especi&ica de lo que el gobierno entendía por /transición0 mantuvo por mucho
tiempo un amplio margen de inseguridad* para algunos militares la designación de Vlvare%
signi&icaba un paso en el camino hacia la entrega del poder a los civiles +de allí la &i#ación del
periodo presidencial de duración m!s breve, mientras que desde el entorno de Vlvare% se
hacían otras lecturas que hablaban del cumplimiento de /metas0 sin atarse a /calendarios
rígidos0. Sugestivamente y a pesar de que la estructuración de la transición los trans&ormaba
en principiantes ineludibles, desde la oposición estas di&erencias &ueron percibidas como un
riesgo para la culminación de la transición y no como una oportunidad para hacer pesar un
cronograma alternativo. omo resultado, cuanto mayor elasticidad de le daba a las etapas,
m!s se incrementaba el margen de incertidumbre. El sentido de la transición que se anunciaba
tenía entonces una interpretación di&usa y muy dependiente del conteto que era muy
variable.
Esta con&iguración tan vol!til que apuntaba a la reali%ación de elecciones en el mediano pla%o,
proporcionaría el marco para la transición a la democracia, y en el tendrían que incorporar sus
estrategias los di&erentes partidos. 3radualmente estos &ueron comprendiendo y aprendiendo
la lógica del proceso, lo que los acercaba a la posibilidad de promover una con&iguración m!s
&avorable de lo que debía entenderse por /transición0 y de cal sería su resultado &inal. Esto
signi&ica que el sentido de la palabra /transición0 &ue variando a lo largo del mismo proceso de
transición y que se resultado se eplica m!s bien por la variable ecuación del los agentes,
generada por las decisiones adoptadas en el marco de contingencias muy variables. "ero la
combinación de transición y proceso electoral presentada por los militares agregaba otra
di&icultad para la coordinación de la oposición. >na etapa de transición que termina con la
elección presidencial implica la superposición de dos procesos distintos- la desestructuración
del r'gimen autoritario, y la campaDa electoral. Esto requiere el despliegue de dos operacionespolíticas que reclaman estrategias di&erentes- en la lucha por la reinstauración de los derechos
y las garantías, todos los partidos deben presentar un &rente uni&icado para arrancar a la
dictadura la mayor cantidad posible de concesiones que &aciliten la acción de la sociedad civil*
mientras que en la perspectiva de la elección, cada uno debe per&ilarse con nitide% para
di&erenciarse del resto. Si bien puede pensarse que en el &inal del proceso la campaDa electoral
terminar! sustituyendo al reclamo institucional, estas dos operaciones políticas no son etapas
que se desarrollen sucesivamente sino que operan simult!neamente y van con&igurando las
situaciones políticas de manera comple#a segn las decisiones de los agentes. El pasa#e de una
actitud /dialoguista0 con el r'gimen a una actitud de competencia electoral depende
solamente de la decisión de cada agente, pero en un campo tan din!mico los e&ectos de talesdecisiones resultan incontrolables. Si un partido adoptara una estrategia auda% y se per&ilara
prematuramente con demasiada &uer%a, podría ser acusado como responsable de /romper el
&rente opositor0 y debilitar las posibilidades de arrancar concesiones del r'gimen* por el
contrario, si desarrollara una línea muy apegada al resto de los partidos, quedaría desdibu#ado
y perdería posibilidades en el momento de reclamar votos.
?ambi'n hay que considerar el e&ecto simult!neo y reciproco del proceso de transición política
sobre el marco institucional, lo que hace que las normas de relacionamiento y el espacio de
legitimidades est'n en continuo cambio. "or eso, es una instancia particularmente critica la
&orma cono cada uno de los partidos evale los sucesivos momentos del proceso de transicióny la consiguiente de&inición de su línea de acción. omo veremos, el campo opositor se
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recon&igura permanentemente segn las acciones de sus integrantes* cada gesto político
relevante incide de manera perceptible en las decisiones de los otros agentes y genera una
cadena de consecuencias que resultan imprevisibles. "or todas estas ra%ones la transición
estuvo permanentemente marcada por la incertidumbre, y esta condición aleatoria debe
tomarse en cuenta para no caer en la tentación de los an!lisis lineales cuando se pretenda
evaluar las opciones disponibles para los agentes en cada momento- ningn participante o
grupo de ellos, puede de&inir a priori el trayecto de la salida segn su conveniencia y luego
impon'rselo a los otros. )l contrario, en un campo tan vol!til parecía m!s adecuada una
estrategia &leible que permitiera adaptarse a las circunstancias cambiantes* pero si las
opciones estrat'gicas de un dirigente han seguido un recorrido demasiado %ig%agueante, luego
puede resultar di&ícil de de&ender ante los electores. (a di&icultad para la de&inición se
incrementa aun m!s cuando se tiene presente que el nmero de participantes partidarios es
un dato relevante para de&inir cualquier estrategia, y este no estuvo de&inido sino hasta muy
avan%ada la transición. <urante mucho tiempo hubo dos agentes que pugnaron por
incorporarse- el Arente )mplio +que logro su ob#etivo y el /partido del proceso0 promovidopor el 3ral. 3. Vlvare%, que &inalmente quedo &uera de #uego. (a eistencia de dos partidos7
aunque la de uno de ellos &uera solamente discursiva y a nivel de posibilidad7 e#erció una
presión &!cilmente perceptible sobre el con#unto de los otros agentes, hasta el tardío ingreso
del Arente )mplio puso a todos en la obligación de rede&inir, con m!s o menos 'ito, la propia
estrategia.
Este dinamismo tambi'n provocó con&lictos en la interna de los partidos, que resultaban
ampli&icados en el cambiante conteto de la transición. Muchas veces se hicieron pblicas las
divergencias de opinión entre los dirigentes o los con&lictos entre los que permanecieron en el
país y los que debieron emigrar. "or su parte en las AA.)), se mantuvo la inercia de sus propioscon&lictos internos, que sólo habían podido dirimir con di&icultades desde 19;C. "or lo tanto,
en algunos tramos el debate por el rumbo de la transición se vinculó con las disputas y los
con&lictos internos, que llevaron las situaciones casi a un punto de ruptura- así ocurrió con la
consigna por el voto en blanco lan%ada por Seregni desde la c!rcel en 19:2, o la demanda de
Aerreira que su partido se retirar! de las negociaciones del "arque 8otel en Mayo de 19:$.
?ambi'n la designación del ?te. 3ral. 3regorio Vlvare% como presidente, el primer paso en este
accidentado recorrido transicional, parece estar marcada por esa tónica.
(a designación presidencial de 3. Vlvare%.
)l parecer, las decisiones que involucran al 3ral. Vlvare% est!n signadas por el con&licto- tal &ue
el caso de su designación como comandante, y así ocurrió tambi'n cuando &ue designado
como presidente. En los dos casos, las divergencias se saldaron con arduas transacciones que,
en su proceso, provocaron recomposiciones particularmente importantes en cuanto
involucraron modi&icaciones en la distribución de &uer%as en la JJ6633. En 19;9, el
consentimiento para el ascenso de Juan 6ueirolo a la comandancia le represento Vlvare% una
ganancia de cuatro votos en la #unta, lo que aparentemente le aseguraba la mayoría en el caso
posible de una designación presidencial. En 19:1 cuando llego el momento de designar alnuevo presidente, disponía de mayorías muy a#ustadas- aunque su&icientes para la Junta de
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3enerales del E#'rcito, no alcan%aba el mínimo de 2N$ requerido para las decisiones de la
JJ6633. Si allí la minoría del e#'rcito #untaba sus votos con la Auer%a )'rea y con sectores de
la )rmada, entonces volcaría las mayorías en su contra.
"oco antes de la elección de Vlvare% se produ#o una crisis interna en el e#'rcito, que determino
el pase a /retiro voluntario0 de dos generales- el ministro del @nterior, M. De% y el directorde la escuela de armas y servicios )lberto 5allestrino, involucrados en una esta&a y la
desaparición de un detenido1:=. (a salida de dos generales me#oraba las posibilidades de
Vlvare% dentro de la Junta de 6&iciales 3enerales, aunque uno de sus apoyos +el 3ral. 8ugo
(inares 5rum pasaría a retiro precisamente el $= de Julio cuando todavía no estaba decidida la
elección. ) di&erencia de lo ocurrido con la designación de Vlvare% como comandante en 19;:,
esta ve% la comple#a negociación interna no quedaría oculta al pblico, y la prensa se hi%o eco
de los rumores que corrían en el ambiente. )l &inal del primer día de reuniones de los
generales ya trascendía que si bien Vlvare% parecía contar con apoyos importantes, ganaba
&uer%a la posibilidad de un presidente civil y se mane#aban nombres- Enrique Fiana 4eyes,
Enrique F. Arigerio, Estanislao Fald's 6tero, Falentín )rismendi, Aederico 3arcía apurro y
Arancisco ?ourreilles. Ainalmente, la elección se de&inió en dos etapas- los generales se
reunieron por separado, y segn )chard, los opositores en el e#'rcito +Pueirolo, Medina y
oitiDo decidieron darle su voto Vlvare%, mientras que el 3ral. "aulós se mantuvo en su
negativa. (uego, en la reunión de los o&iciales de las tres armas, el voto en bloque del e#'rcito
habría conseguido el voto de la Marina,1:1 ) pesar de la reticencia militar, esta ve% &ue noticia
el voto negativo del 3ral. @v!n "aulós* por lo tanto, no hubo sorpresa cuando pocas semanas
despu's se anuncio que este pasaba a /retiro voluntario0.
uando se hi%o pblica la designación, el nuevo presidente rati&ico su lealtad al /proceso de
reconstrucción y consolidación nacional que se iniciara en &ebrero de 19;$0,1:2 y a la ve%
re&or%ó la simbología partidaria depositando un clavel blanco y uno ro#o sobre la urna del
Mausoleo. "ero en cuanto se hi%o cargo del poder tomo r!pidamente el control de la situación-
designo al Ministro del @nterior, el 3ral. amand ?rinidad, como presidente de la comisión de
)suntos "olíticos de las Auer%as )rmadas, 6M)S"6. ?rinidad, ministro desde la crisis de
mar%o, era considerado un &irme partidario de Vlvare%* este mismo eplico que como la
6M)S"6 /en este caso, es el órgano político representativo del gobierno, hemos tomado esa
decisión a los e&ectos de no diversi&icar la opinión0.1:$ El 3ral. ?rinidad se encargo de en&riar las
epectativas surgidas entre los políticos y tambi'n corto las iniciativas de algunos de sus
colegas- el 3ral. Jorge 5orad &ue removido de la omisión cuando trascendió que habíamantenido reuniones con el "ro&. arlos J. "ereyra, y pocos despu's debió de#ar tambi'n la
presidencia de )ncap. ) partir de ese momento comen%aría una de las etapas m!s comple#as
del di!logo entre los partidos políticos y las AA.)).
1:= Se trata del secuestro y la desaparición de Juan ). Soca, quien administraba dinero a nombre de los
nombrados y otros #erarcas militares. )parentemente &ue acusado de malversación, secuestrado ypermanece como desaparecido. Fer- 4ico. ).@@, B==7B=9. omo resultado de esta crisis, dos partidariosde Vlvare% pasaron a ocupar puestos claves- el 3ral. amandu ?rinidad ocupo la vacante de De% en elministerio del @nterior, y el nel. Hashington Farela sustituyo como #e&e de policía de Montevideo alrenunciante nel. 8ugo )rregui.1:1
)chard, (a transición..cit. 1:, nro 1:.1:2 (a democracia,; de )gosto de 19:1,ultima p!gina.
1:$ <eclaraciones de Vlvare% del B de setiembre* 6pinar,1= de Setiembre de 19:1,G
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(os problemas del di!logo.
(as negociaciones llevadas adelante en los ltimos meses de 19:1 que apuntaban a elaborar
un nuevo /estatuto de los partidos políticos0, reconstruyeron un espacio político integrado por
dos partidos mayoritarios y uno claramente minoritario, que primero aparece designado como
/Movimiento ívico ristiano0 y luego como />nión cívica0. ) pesar de su car!cter restrictivoesto representaba un avance con relación a la situación anterior, especialmente porque ponía
&echa para el primer paso en el camino de la normali%ación política- la reali%ación de las
elecciones internas, de la que surgirían los /interlocutores validos0 para el di!logo con los
militares. "ero este paso debía estar precedido de la aprobación de un marco legal para la
actuación de los partidos políticos, y esta ve% los militares querían la anuencia de estos. <esde
que se iniciaron las conversaciones se levantaron parcialmente las restricciones al derecho de
reunión, lo que signi&icó el comien%o de una vigorosa reactivación partidaria. ?ambi'n en 19:1
se aprobó la /(ey de asociaciones pro&esionales0, y su puesta en &uncionamiento supuso la
reanudación de la actividad sindical, que durante muchos aDos había estado parali%ada. Esta
multiplicación de agentes +y la consiguiente multiplicación de las demandas coincidió con el
impacto de la guerra de Malvinas y sus consecuencias, la crisis económica y la desestabili%ación
política de la dictadura argentina. Estos hechos ampli&icaron los e&ectos de esta novedosa
poli&onía, lo que con&iguró un conteto que progresivamente se volvió m!s inmane#able para el
gobierno militar que desde el principio se había mostrado poco h!bil para administrar las
disidencias.
4ehabilitación de los partidos y elecciones internas.
Segn lo previsto, se &ormali%aron las reuniones con representantes de di&erentes sectores de
cada partido, y luego de muchos intercambios +entre los dirigentes políticos, de estos con susdirigentes intermedios y con la 6M)S"6, de esta con el conse#o de Estado, &inalmente se
aprobó una ley que convocaba a elecciones a padrón abierto para elegir autoridades de tres
partidos políticos- los dos tradicionales y la ahora resurgida unión ívica, que había registrado
su ltima participación electoral casi 2G aDos antes. itando un comentario de 5atlle y
6rdóne%, quien en 1::; declaraba que los ciudadanos debían votar por el /"artido
onstitucionalista, el "artido 5lanco y el "artido olorado0, dice ?arigo-
/8oy tambi'n, la alternativa es seme#ante. El lugar del "artido onstitucional podr! ocuparlo,
en 19:B, la >nión 4adical ristiana o la <emocracia ristiana o el "artido Socialista
<emocr!tico* pero en primer plano estar!n como siempre el "artido olorado y el "artido5lanco0.1:B
El con#unto reproduce con bastante &idelidad la composición tradicional donde dos partidos
e#ercían su hegemonía. (a con&iguración del campo partidario recuperaba, acentu!ndolas, las
características anteriores a la suspensión de la actividad política- dos partidos hegemónicos, y
un residuo irreductible que se suponía pequeDo.
(a perspectiva de la reali%ación de las elecciones activo inmediatamente las din!micas
partidarias, lo que implico la actuali%ación de las tradiciones y de las posturas ideológicas de
1:B /la #uvenetud ante los partidos políticos0, 6pinar, 2= de )gosto de 19:1,9
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cada partido. Este proceso implicó una renovación de los discursos partidarios en cada una de
las /comunidades interpretativas0 que incorporarían nuevos contetos.
El car!cter &undacional que tuvo 6pinar en la construcción del campo opositor le dio la
posibilidad de con&igurarlo aportando a la ve% aspectos que serían patrimonio comn, como la
reivindicación de la democracia y del pluralismo político, y tambi'n otros propios de unapropuesta partidaria &ormulada desde el lugar del 5atllismo. (a oposición se &ue construyendo
entonces un claro per&il colorado- apoyada en el racionalismo político, movili%aba principios de
valide% universal surgidos de las revoluciones inglesas y &rancesa, e invocaba con &recuencia a
los grandes re&erentes del pensamiento liberal. En esta con&iguración el campo opositor era
respetuoso de la ley y de las instituciones, promovía la vigencia de la libertad y la democracia
y de&endía el di!logo como principal herramienta de trans&ormación política, recha%ando la
violencia y el radicalismo político. <esde las p!ginas del semanario, el "artido olorado
aparece como un partido universalista, institucionali%ador +la apertura sólo tiene camino por
medio de la negociación con el gobierno y homog'neo- ya que desde que se elaboran los
planteos para presentar a la 6M)S"6 aparece invocada permanentemente la /unidad de
posturas dentro del partido0, como una &orma de marcar las di&erencias con el nacionalismo.
"ero en cambio aparece muy amortiguada la relación con la tradición colorada, tal ve% como
&orma de disimular el origen no batllista de algunos de sus redentores, o como una opción para
recuperar el car!cter renovador y antitradicionalista del primer 5atllismo* aquellos columnistas
con cierta actividad historiogr!&ica, como el pro&. )l&redo ?raversoni o el <r. arlos Manini
4íos, rara ve% incursionaban en temas históricos.
Esta propuesta mostro r!pidamente su capacidad de atracción* en torno al semanario
comen%ó a reunirse un grupo de #óvenes +4oberto )sian, 6pe "asquet, Manuel Alores Silva,
Jos' (uis 3untin que pro&undi%aron las líneas de re&leión que se habían desarrollado desde
el <ía. "ero en la medida en que los artículos cubrían m!s aspectos y la opinión se epresaba
sobre temas m!s variados, tambi'n quedo a la vista el per&il conservador de algunos de sus
colaboradores. Esto no era perceptible cuando se planteaban las demandas políticas para un
&uturo inmediato* pero cuando el semanario aumento su eposición discursiva aparecieron
a&irmaciones que resultaban contradictorios con los principios liberales y democr!ticos
sostenidos anteriormente. )sí, mientras se discutía la posible ubicación de los sectores y
votantes de i%quierda en el esquema de tres partidos previstos en el estatuto negociado con la
6M)S"6, ?arigo #usti&icaba las restricciones a la acción de otros partidos- /puede ser hoy y
aquí, en esta coyuntura especialísima del país, una solución adecuada. El tiempo dira, de aquí adie% o veinte aDos, si ella debe ser mantenida o retocada.01:G "odía ser discutible que /esta
coyuntura especialísima0 de la transición se prolongara todavía die% o veinte aDos, pero era
m!s discutible que ni entonces pudiera pensarse en eliminar llanamente la proscripción de
partidos.
En Mar%o de 19:1 comen%ó a aparecer otro semanario 5atllista, orreo de los Fiernes,
vinculado al <r. Jorge 5atlle, aunque su &igura m!s visible era el <r. Julio M. Sanguinetti. El
nuevo semanario tenía un per&il m!s cercano a la tradición batlllista y la evolución
conservadora de 6pinar los aproimó sin es&uer%o. (os dos evitaban subrayar los puntos de
1:G /(a manía de agrandar rivales0, 6pinar, 1; de <iciembre de 19:1, p!g.$.
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discrepancias, re&or%ando la imagen unitaria que el partido presentaba hacia el pblico. "or
supuesto, no siempre esta imagen coincidía con la realidad- en el debate partidario de las
elecciones internas, debieron r!pidamente so&ocadas tanto las criticas del "ro&. ?raversoni
contra Sanguientti y su ley de Educación, como las convulsiones motivadas por el acuerdo de
?arigo con Sanguinetti que culminaron con la separación de un grupo de #óvenes orientados
por M. Alores Silva.
"or su parte, el "artido acional comen%aría a incrementar su visibilidad en la prensa con la
aparición de /(a <emocracia0 a &ines de Julio de 19:1. Su incorporación introdu#o una
modi&icación completa del campo opositor, porque no se limito a ocupar un lugar en el espacio
de la /oposición responsable0 ya construido por los sectores batllistas. El impacto de la
aparición del semanario blanco proporciona un buen e#emplo de la manera como las
decisiones de un solo agente pueden tener la capacidad de recon&igurar todo el campo
político. omo nuevo integrante que aspiraba a singulari%arse dentro del con#unto. /(a
<emocracia0 debía de&inir su propio per&il y esto implicaba la redistribución de los roles dentro
del campo. Se imponía la rediscusión de los acuerdos en la oposición ya que se incorporaba
otra agenda, con sus propios temas y sus 'n&asis. "or cierto, su aparición obligó a los
semanarios colorados a modi&icar su discurso- pero a su ve% ese cambio implicó una dimencion
de negociación, donde tambi'n (a <emocracia debió reba#ar algunos de sus planteos
originales.
(a creación del campo opositor a partir de la acción de un solo agente le había con&erido
mucha homogeneidad, pero con un discurso muy &!cilmente identi&icable como /batllista0.
on /(a <emocracia0 apareció otra &orma de entender la actividad política que destacaba los
contenidos emocionales y los principios apoyados en la tradición, acompaDada por una
propuesta de reescritura del pasado donde, por e#emplo, /el su&ragio0 se identi&icaba con las
revoluciones de )paricio Saravia +lo que contribuía a /desbatlliti%ar0 el relato de la
construcción de la democracia. Surgió así una construcción identitarias de matri% emocional e
historicista, di&erente +pero no necesariamente contradictoria de la creación intelectualista de
6pinar.
<esde entonces el bloque opositor quedo dividido en dos partes- el partido olorado quedaba
ubicado como un polo moderado, racionalista y negociador, mientras que el nacionalismo se
colocaba en el lugar del radicalismo democr!tico, movili%ado e intransigente. Si bien ninguno
de los dos recha%aba la negociación, el sector mayoritario del partido acional trato de
identi&icarse r!pidamente con la oposición /dura0, donde la negociación con los militares
o&recía pocas concesiones y /se parecía mucho a Rla eigencia de una rendición
incondicional.01:C "or esas características el lugar que ocupaba la oposición blanca estaba m!s
próimo al de la i%quierda que el que estaba ocupado el 5atllismo, pero provocaba problemas
a dos puntas- por un lado incrementaba la tensión con los integrantes del partido que
mantenían su colaboración con el gobierno, y por otro complicaba todavía m!s la coordinación
con el discurso de Aerreira, ya que muchos dirigentes no compartían ese per&il i%quierdista. En
la medida que la actividad política dentro de &ronteras adquirían mayor din!mica, tambi'n
reclamaba m!s autonomía* y eso generaba m!s resistencia a algunas de las líneas de acción
1:C )chard. (a transición.,cit.2G
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marcadas desde el eterior. Aerreira se vio obligado a marcar matices y distinciones- en "orto
)legre, el 1G de Setiembre de 19:1, eplicando los ob#etivos de la <> ante un auditorio
especial +que incluía algunos legisladores uruguayos1:; Aerreira establecía una nítida
di&erencia entre los acuerdos t!cticos +/luchar para derribar a la dictadura0 y los acuerdos
program!ticos+/estructurar el >ruguay del maDana01::, en lo que parece un mensa#e claro-
cuando comience la etapa de competencia electoral, terminar!n las alian%as interpartidarias.
El discurso tambi'n sugiere que a medida que Aerreira se acercaba a las &ronteras, su discurso
perdía matices /convergentes0 y recuperaba sus características /blancas0* pero este vira#e lo
reinstalaba en posiciones discursivas que parecía haber abandonado largo tiempo atr!s.
"arece curioso que en el retorno geogr!&ico sea simult!neamente el retorno en el tiempo,
como si a pesar de la circulación de los casetes los dirigentes de su partido sólo lo reconocieran
por sus discursos del pasado, cuando los límites entre los /blancos0 y la /i%quierda0 coincidían
con la adopción o el recha%o de los comunicados militares.
El espacio para los otros partidos.
(a con&iguración surgida de la ley de partidos políticos de#aba sin resolver la ubicación de los
ciudadanos que no votaban a los partidos tradicionales. Era aventurado evaluar su nmero, y
los c!lculos podían oscilar entre los m!s de $===== votantes no tradicionales de 19;1, hasta
una ci&ra in&erior a la obtenida en la ltima elección en la que se presentaron por separado,
19CC. (as condiciones no parecían abrir margen al optimismo &renteamplista, y podía dudarse
que mantuvieran vigencia los acuerdos &undamentales tan laboriosamente logrados. Si bien es
cierto que eistía un omit' en EspaDa, el A)E, y era permanente la denuncia internacional de
la prisión del 3ral. Seregni, no parecía claro que los partidos que habían integrado la coalición
todavía mantuvieran su adhesión- el "< la había abandonado poco despu's del golpe, y el
comunismo y socialismo apoyaban al A)E mientras mantenían su actividad como partidos
independientes. "ero la mirada de los dos partidos tradicionales estaba con&igurada por una
matri% conceptual en el que los /partidos0 por antonomasia eran los partidos tradicionales, y el
ad#etivo /todos0 involucraba solamente a esos dos partidos. )bundan e#emplos de esto- (a
<emocracia #usti&icaba así el reclamo de /levantamiento de todas las proscripciones0- /esas
sanciones impuestasR a quienes merecieron el honor de ser electos por la ciudadanía y a
quienes, por otra parte, no se le ha acusado de cometer ningn delito, salvo el requirimiento
que pesa sobre el Sr. Hilson Aerreira )ldunate01:9
) pesar de su enunciado general, el reclamo solo contempla la situación de los políticos
tradicionales y en particular la de H. Aerreira- había muchos requeridos por la dictadura que
/merecieron el honor de ser electos por la ciudadanía0 y adem!s algunos entre ellos estaban
privados de libertad, pero Aerreira era el nico que pertenecía a un partido tradicional. El
panorama dominado por las voces tradicionales reci'n cambió a &ines de setiembre de 19:1
con la aparición de la revista 6pción, vinculada al "<, que &ue la primera en reclamar, con
1:; (a cercanía geogr!&ica tambi'n &acilitaba la vigilancia. El r'gimen controlo la salida de los dirigentes
que iban a "orto )legre a participar en la reunión de setiembre de 19:1* la <@ compilo la lista devia#eros +4ico. @nvestigación histórica sobre la dictadura,cit. @@@, 1C$71CB y &otogra&ío a algunos en"orto )legre+id,1:2.1::
/on&erencia de Hilson Aerreira )ldunate0, 1G de Setiembre de 19:1, en obras de Hilson Aerreira, (aluchacit. @, 12:7129.1:9 /8ablando claro0, (a <emocracia, 1B de )gosto de 19:1,$.
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poco apoyo y menos 'ito, la apertura de m!s opciones electorales cuando todavía se discutía
el estatuto de los partidos.
) mediados de 19:2, cuando se aprovo la ley de partidos, comen%ó a di&undirse la consigna de
/voto en blanco0 para los &renteamplistas. "romovida desde la prisión por el 3ral. Seregni, su
ob#etivo era impedir que la coalición desapareciera de la vida política, cosa que Xel suponía7sucedería inde&ectiblemente si aconse#aba el /voto t!ctico0 de apoyo a sectores de los partidos
tradicionales en las elecciones internas. (a consigna era clara- en esta instancia los
&renteamplistas debían votar en blanco para seguir siendo &renteamplistas.19= En una breve
carta Seregni lan%aba la consigna- /(os integrantes del Arente )mplio, no deben votar dentro
de los partidos en las internas de noviembre de 19:20. Aundamentaba su a&irmación en los
elementos identitarios del Arente y en el an!lisis de la coyuntura política. )llí argumentaba-
/(o que realmente importa en esta batalla es que en oviembre de 19:27como en
oviembre de 19:=7se mani&ieste un pueblo que no acepta dictaduras ni democracias
tuteladas, que quiere ser dueDo de su &uturo y participante activo del quehacer colectivo. esto se alcan%a, si con el triun&o de los sectores opositores de los partidos tradicionales pero
tambi'n y mucho, por una presencia notoria +incluso por vía de ausencia de aquellos a
quienes no se a consultado, que se pretende marginar y requieren su participación. Es decir,
que la oposición deber reali%ar una convergencia de es&uer%os, lo que lo identi&ica7
necesariamente7 que todos hagan lo mismo, sino que las acciones a cumplir por cada uno,
concurran y conver#an sobre el ob#etivo.0191
(o interesante es que en ese momento la carta &uncionó para muchos como una interpelación
ideológica que invocaba la identidad &renteamplista por encima de las mediaciones racionales*
la consigna /creo0 como &rentamplistas a muchos #óvenes que no habían hecho previamenteninguna mani&estación o gesto que revelara esa adhesión. )unque pudieran oponerse muchas
ra%ones de oportunidad, o argumentos de car!cter t!ctico, el reclamo de Seregni movili%o a
sus seguidores, principalmente a los no sectori%ados o que no encontraban encuadrados en
alguno de los partidos. (a represión no logró impedir la di&usión de la consigna- por el
contrario, la revistió de un contenido 'pico que dio m!s &uer%a al mensa#e. ) pesar de las
di&icultades y de la división que provoco entre los votantes de la coalición, la consigna adquirió
importancia porque reinstalo al Arente )mplio en el espacio de la realidad pensable y con el
paso del tiempo el voto en blanco en 19:2 ha sido visto como un gesto &undacional entre los
&renteamplistas.
Esta consigna provoco de inmediato el recha%o de los partidos habilitados. omo la ausencia
de una vo% propia de la i%quierda ya aparecía como un dato de la realidad, habían desarrollado
estrategias para captar a sus potenciales votantes reclamando el apoyo para los sectores
democr!ticos de los partidos tradicionales, haciendo coincidir el inter's de sus sectores
políticos con el inter's general. ?anto desde las p!ginas de los semanarios que circulaban en
Montevideo, como en los mensa#es de Aerreira enviaba desde el eterior, que instaba a votar
19= Fer- 3ral. Seregni- Aundamentos necesariamente esquematicos de una toma de posición ante las
elecciones internas nov. 19:2. 1= de Junio de 19:2, en )guirre 5ayley. El Arente )mplio. 8istoria. it.1$;71B=.191 @d, 1$9
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dentro de los partidos tradicionales sin tomar demasiado en cuenta las contradicciones que
implicaba ese reclamo- para lograr una democracia m!s plural había que pasar por alto la
diversidad de opiniones* o en nombre de la libertad política, reclamar el apoyo de los votantes
de otros partidos a los que la represión les impedía presentar sus argumentos. "recisamente,
por promover el voto en blanco, la revista 6pción &ue clausurada de&initivamente a &ines de
octubre, y un grupo de ciudadanos &ue detenido. uando ya 6pción había sido clausurada,
arlos Manini 4íos publicaba en 6pinar-
/o ser' yo, por supuesto, quien se moleste por una actitudRla de votar en blanco que
considero encuadrada dentro del libre derecho de los ciudadanos0* pero a continuación
agregaba- /lo primero es ir a votar porque no se trata solo de elegir autoridades para este o
aquel partido, sino de devolver a la democracia del >ruguay. "ero en lo que no creo es en la
e&icacia del voto en blanco para alcan%ar ese &in, sino que me merece Rsic una disipación de
es&uer%os que no conduce a parte alguna. )legar que dentro del cuadro electoral que tenemos
no hay opción v!lida, no es de recibo cuando son tantas las listas que se han presentado.0
sobre el &inal agregaba- /uestro deber cívico es cooperar en esta obra, &orti&icando con el
voto a alguno de estos partidos. ?odo lo dem!s es super&luo.0192
<esde &uera del país, Aerreira eponía un ra%onamiento m!s mati%ado, pero muy similar en su
estructura. Il tambi'n a&irmaba claramente- /considero que el voto en blanco, en el >ruguay
de hoy es para muchos ciudadanos una opción legítima0, pero al anali%ar la movilidad del
electorado en las ltimas elecciones uruguayas concluía que los ciudadanos que cambiaban de
voto en cada elección /no son propiedad de nadie0. ) partir de allí desarrollaba un
argumento que en algunos pasa#es se de#a leer como una crítica a quienes impulsaban el voto
en blanco y a quien propuso la idea-
/no sería muy buena cosa, que optaran por no contribuir con un voto positivo por el
hecho de que no les est!n abiertas todas las opciones, por una ilegitima decisión del poder
pblico. Eso sería eactamente lo mismo que si yo, ehortara a mis compaDeros políticos a no
votar o votar en blanco. El problema es distinto- cuando no eista otra motivación concreta de
orden estrictamente partidista, todo ciudadano, ante este como ante cualquier episodio
electoral, debe hacerse una pregunta y solamente una pregunta. ella es, Tqu' consecuencias
tendr! mi voto, en qu' sentido incidir! la &orma en que yo vote sobre el destino del paísU, y
tan claras las cosas, al &in todo se vuelve meridianamente claro. TEs indi&erente para la
recuperación de un r'gimen de libertad,Rque sean unos y otros quienes ri#an los destinos de
los partidos tradicionalesU19$
(a etensión de la citas permite apreciar una con&iguración #erarqui%ada del campo partidario7
muy similar al eistente antes del golpe7 donde sólo dos partidos podían epresar la voluntad
192 .Manini 4íos- /(os votos de menos0, 6pinar,2: de 6ctubre de 19:2,G. El articulo aparece publicado
con la siguiente nota de la dirección- /El doctor arlos Manini 4íos nos envió este su artículo semanaldesde el interior del país donde se encuentra por estos días. En la noche del lunes nos llamótele&ónicamente a Montevideo R y nos de#ó epresado su deseo de que su artículo &uera acompaDadode una constancia de que &ue escrito antes de conocerse el decreto del "oder E#ecutivo que dispuso la
clausura de&initiva de la revista 6pción. (o que así hacemos, con mucho gusto.019$ /)Do 19:2. Mensa#e previo a las elecciones internas0. En 6bras de Hilson Aerreira )ldunate. (a
lucha.cit. @, 1BB a 1BC
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de la nación y lo que importaba a ellos debía ser importante para toda la comunidad nacional.
"or lo tanto solamente el voto dentro de esos partidos podía ser positivo y tener
consecuencias en el destino del país* cualquier otra actitud sería /super&lua0, una motivación
concreta de orden estrictamente partidista, es decir, una actitud legitima en otro momento,
pero que ahora resultaba necesariamente divisionista19B
El e&ecto de las elecciones internas.
<os hechos muy importantes sucedieron casi simult!neamente en el ltimo &in de semana de
oviembre del aDo 19:2- el #ueves 2G se produ#o el colapso de la /tablita0, y el domingo 2:7 en
pleno &eriado bancario que seguiría hasta la semana siguiente7, se reali%aron las elecciones
internas. a en la 'poca se vio esta con#unción como la evidencia del &racaso de la dictadura
tanto en su política económica como en su intención de controlar la apertura política. Esta
simultaneidad marcar! en buena medida el &uturo de los acontecimientos, ya que el aDo 19:$&ue en lo económico el m!s duro de la dictadura militar* y desde entonces la presencia de la
crisis incidió con mucha &uer%a sobre el proceso de transición política.
"ero aunque todos coincidan en que los resultados signi&icaron una nueva derrota para el
proyecto militar, igualmente el resultado de las elecciones internas admite varias lecturas. En
los dos partidos tradicionales re&or%aron la posición de los sectores opositores en detrimento
de los o&icialistas. Si se miraba como una competencia electoral entre partidos, el "artido
acional superó ampliamente al "artido olorado y revirtió la eigua venta#a de este en las
elecciones de 19;1* y la aplastante mayoría lograda por las corrientes Yilsonistas parecía
anticipar el triun&o en las próimas elecciones nacionales. Era evidente que el nacionalismoopositor había tenido m!s 'ito en el reclamo de votos de la i%quierda que el recompuesto
batllismo de 6pinar* no es raro que pasada la elección comen%ara la preocupación sobre este
tema. "or otra parte, la estrategia del voto en blanco no aparecía como muy eitosa para el
Arente )mplio. Si bien las internas demostraron su vigencia y recupero visibilidad +y desde
entonces comen%ó a tener creciente participación en las decisiones del &rente
opositor,Seregni mostraba su preocupación desde la c!rcel porque /gran parte de los
&rentistas su&ragó dentro de los partidos tradicionales0, como consecuencia de que /un muy
alto porcenta#e de las bases del Arente )mplio no acepto la decisión de la dirigencia0. 19G
)dem!s la di&erencia del "artido acional sobre el colorado superaba el nmero de votos en
blanco, lo que complicaba la posibilidad de que el Arente )mplio actuara como minoríadecisiva inclinando sus votos a &avor de uno u otro de los grandes partidos.
"or su parte, en el "artido olorado el pachequismo resigno su mayoría ante el /5atllismo
unido0 de Sanguinetti y ?arigo, aunque para estos la situación no de#ara margen para el
&este#o. (os meses que siguieron a las internas &ueron muy bien aprovechados por la dirigencia
batllista- Julio Maria Sanguinetti &ue electo Secretario 3eneral del "artido y desde allí su &igura
gano autonomía y tomo dimensión presidencial. on el apoyo de otras &iguras de peso como J.
19B
?ambi'n podría seDalarse el pasa#e donde Aerreira concluye que la proscripción de su persona es/eactamente lo mismo0 que a la de un con#unto de partidos.19G Fer colección (iber Seregni. (os aDos de prisión., cit. @@@@, 9$79B
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5atlle, Sanguinetti y ?arigo se trans&ormaron en los candidatos naturales del partido* pero el
comportamiento de los votantes de i%quierda sumaba un elemento de preocupación.
omparando los resultados del voto en blanco con los de la elección de 19;1, decía ?arigo en
seguida de las internas- /de no rehabilitarse la totalidad de los partidos políticos que han
eistido en el país, las elecciones las decidir!n esos doscientos mil ciudadanos que no querr!n
votar en blanco019C poco despu's comen%aría a reclamar la des proscripción de por lo menos
una parte de la i%quierda.19;
o solamente la campaDa de las internas había introducido una vigorosa din!mica política* en
ella tambi'n in&luía en impacto de la quiebra de la tablita. (as elecciones habían arro#ado un
respaldo muy negativo para el gobierno y su e&ecto se multiplicaba a medida que la crisis
económica se hacía sentir tambi'n sobre la política. En 19:$ se agudi%aron los con&lictos
sociales y se reactivaron los sindicatos, ahora denominados /asociaciones pro&esionales0* la
nueva ley &ue reglamentada en 19:2 y abrió una vía de epresión para sectores de la i%quierda
todavía proscripta. Si bien la acción sindical se centró principalmente en las reivindicaciones
laborales +en el aDo en el que la característica &ue la caída del producto bruto y del salario real
y el aumento del desempleo,tambi'n utili%aron estos reclamos para seDalar la responsabilidad
de la política económica del gobierno y sumar voces al bloque opositor. (os sindicatos
incrementaron su in&luencia como resultado de la reali%ación del acto del 1ro de Mayo de
19:$, el primero en die% aDos. Aue convocado por una nueva generación de dirigentes
sindicales reunidos en un agrupamiento que no registraba antecedentes +el "lenario
@ntersindical de ?raba#adores, pero logro la presencia de miles de personas.
?ambi'n se incorporaron al &rente opositor, nuevos agentes, provenientes del sector
empresarial. )lguno, como la Aederación 4ural, había de&inido su posición contraria al r'gimen
desde el momento de la disolución de las c!maras* pero esa actitud de#o de ser una epresión
solitaria cuando se produ#o la crisis económica. Entonces aparecieron a su lado sectores hasta
entonces habían prestado su apoyo a la dictadura, como era el caso de los industriales.19: Estas
incorporaciones &ueron positivamente valoradas por los agentes políticos ya que incrementaba
las &uer%as del campo opositor, cuando se acercaba el momento de una #ugada política que
debía ser decisiva para terminar con la dictadura. ?ambi'n obligaba a un rea#uste en el
discurso, ya que su presencia imponía una nota de moderación que parecía necesaria para
mantener la unidad de este bloque ahora incrementado. "aralelamente, la aparente relación
causal entre el gobierno militar y la crisis tuvo un e&ecto importante sobre las epectativas
políticas de la población, que se volcaron a privilegiar el &inal del gobierno militar antescualquier otra consideración de orden económico. "arece haberse generali%ado la epectativa
por la democracia y la idea de que la instalación de un gobierno democr!tico contribuiría de
manera decisiva a me#orar la situación económica. "aradó#icamente, el agravamiento de la
situación económica no parece haber radicali%ado las demandas políticas, sino que, por el
contrario, parece haber e#ercido un e&ecto moderador.
19C /"rimeras re&leiones0, 6pinar, 2 de diciembre de 19:$,$
19;
E. "a% )guirre. /(a i%quierda a la lu% del día0, 6pinar, 2; de enero de 19:$,;19: Fer 8endelman,8. Economic "olicy and elite "ressures in >ruguay. +8annover,.8. 4eports )>AS,
19;9N2; South )merica.
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Este giro &ue acorralando las posibilidades de una posible radicali%ación de los reclamos de la
oposición dentro de &ronteras, y simult!neamente &ue aumentando la distancia con las
posiciones sostenidas desde el eterior, de per&il m!s radical. (a relación entre crisis
económica y radicali%ación política era la base de las eplicaciones socio7económicas del golpe,
y su vinculación parecía una realidad incontrovertible- cuanto m!s pro&unda &uera la crisis
económica, mayor seria el desarrollo de las posturas radicales y menores la posibilidades de
una transición negociada. "ero mientras el clima social en el país comen%aba a reclamar cada
ve% con m!s &uer%a la concreción de una r!pida salida negociada, en el eterior se mantenía la
imagen que arro#aban los resultados de las internas- las corrientes m!s radicales eran las que
recibían m!s apoyo. Evaluando el resultado de las internas decía H. Aerreira en <iciembre de
19:2-
/.en cada uno de los partidos los votos se emitieron directamente proporcional con la
intensidad con que se había hecho la lucha contra la dictadura. (a gente clasi&ico7el termino no
es m!s duro o menos duro7el en&rentamiento. negó votos, no solamente a quienes estaban
directamente a &avor del r'gimen, sino que tambi'n a aquellos que no habían de&inido con
ecesiva claridad sus posiciones0199
(a consecuencia natural de este an!lisis es que la radicali%ación representaba ganancia
electoral* pero adem!s coincidía con el ob#etivo político de muchos de los eiliados, que seguía
siendo la caída del r'gimen y la eliminación de toda posibilidad de retorno de los militares.
/Famos a perder otra ve%, en aras de una mentida conciliación nacional R, la posibilidad de
reconquistar el tiempo, el mucho tiempo perdidoU0 decía Pui#ano en Julio de 19:$, en un
artículo que terminaba &elicit!ndose por la suspensión del di!logo del "arque 8otel. 2== "ero
dentro del >ruguay la situación aparecía radicalmente distinta- las &uer%as movili%adas ahora
parecían m!s interesados en apresurar el &inal de la dictadura, de#ando para resolver en el
&uturo las perduraciones del autoritarismo.
Este giro de la opción &avorecía claramente al partido olorado, que veía cómo la ciudadanía se
acercaba a sus posiciones políticas que siempre &ueron presentadas como moderadas. "ero en
cambio, provoco muchas di&icultades tanto en el partido nacional como en la i%quierda- los
blancos tenían a su principal dirigente en el eilio y resultaba di&ícil transmitirle la realidad
interna, y la i%quierda debía superar sus propias di&icultades para de&inir su ubicación en el
campo.
(uego de varios aDos de proscripción la i%quierda debía reconstruir su unidad, la que implicabala recuperación de su discurso pre7dictadura. "ero en esa tarea se en&rentaron las posturas
radicales +de mucho peso hasta 19;$ con las que trataban de renovar su discurso
incorporando en su tem!tica la eperiencia autoritaria, y que parecían m!s cercanos a la
sensibilidad de la población. "ero la coalición, la inclusión en el bloque opositor aparecía como
un ob#etivo central- pero de lograrlo, debía incorporarse en un conteto ya estructurado en
torno a e#es conceptuales que habían sido resigni&icados durante la dictadura, en tiempo en el
que el Arente no tenía posibilidades de participar en ningn debate pblico. (a eigencia del
199
Entrevista al Senador Aerreira )ldunate, <iciembre de 19:2, en 6bras de Hilson Aerreira )ldunate. (aluchacit, 1GC.2== Pui#ano. , re&leiones sobre >ruguay. uadernos de Marcha, $ra 'poca, ro 2,cit. B1
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momento impuso la postergación de los debates sobre los ob#etivos a mediano pla%o* no había
espacio para incluir vie#os temas como la lucha armada o la construcción del socialismo* y
tampoco para el reclamo por los derechos humanos y las libertades pblicas,2=1 debía a#ustar
sus demandas sectoriales si quería ser aceptado en el &rente opositor. (a situación era
particularmente delicada y llegaron a ocurrir serios desencuentros* en las dirigencias
partidarias se opto por &ortalecer la coalición, y esto bene&iciaba internamente a los sectores
moderados que permitían /ganar credibilidad0 luego de aDos de propaganda adversa del
r'gimen. ) la inversa de lo que ocurrió en el partido acional, los partidos que integraban el
Arente )mplio comen%aron a cambiar el 'n&asis de su actividad- las de&iniciones políticas
comen%aron a descargarse sobre los dirigentes que permanecían en el país, en tanto que la
movili%ación en el eterior pasó a ser &undamentalmente de apoyo y di&usión. ) partir de estos
rea#ustes, las posiciones del "artido acional y la i%quierda comen%aron a ale#arse cada ve%
m!s.
(a viabilidad del /partido del "roceso0.
<esde muy temprano parece haber estado en la mente del 3ral. Vlvare% la idea de reunir
apoyos de los dos partidos tradicionales para liderar un partido político identi&icado con la
dictadura militar* esto eplicaría las gestiones de acercamiento con dirigentes opositores
reali%ados por Feigh Fillegas en 19;C. @ncluso el cronograma diseDado por los militares en
19;; puede leerse como una ho#a de ruta que llevaría a Vlvare% a la presidencia como
/candidato nico0 con el apoyo de los dos partidos tradicionales. "ero en 19:1, cuando&inalmente &ue designado, ya había ocurrido la derrota en el plebiscito, y al avance de la
reactivación de los partidos de#aba poco espacio para la se veía a&ectada por las resistencias
que generaba en la cpula militar. Su gesto de depositar una rosa blanca y una ro#a en el
mausoleo de )rtigas cuando acepto la presidencia &ue seguido por la designación de dos
intendentes civiles de su con&ian%a +#.."ayss' en Montevideo, J. hiruchi en San Jos', lo que
mostraba que no había abandonado del todo esa idea. M!s eplicito, el nel. 5olentini, por
entonces onse#ero de Estado, lan%o la idea de promover la &ormación de una /&uer%a nutrida
por blancos y colorados0 que podría apoyar a Vlvare% y que /propicie su continuidad en la
presidencia de la 4epblica por las vías del su&ragio.02=2
(as consecuencias del plebiscito parecieron representar el mayor problema para la
construcción de un nuevo partido que reuniera dirigentes provenientes de los dos partidos
tradicionales. El debate televisivo y la derrota electoral del proyecto habían desestructurado
toda la elaboración ideológica promovida por la <@)4", y Vlvare% ya había quedado
de&initivamente ubicado en la incómoda categoría de /presidente de la dictadura0
desdibu#ando el concepto de /transición0 que apareció con su designación. Si se hubiera
impuesto el con&licto que mostraba al /uevo >ruguay0 en lucha contra el /marismo0, se
hubiera desdibu#ado la &rontera entre los partidos tradicionales &rente al enemigo mayor y así
2=1 Mararian, F, idos y reci'ncit. 1;B
2=2 uando el río suena. 6pinar,12 de oviembre de 19:1,$
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hubiera sido posible crear un espacio que reuniera dirigentes de uno y otro partido tradicional.
En cambio, al consolidarse el predominio del antagonismo /democracia7dictadura7 se había
re&or%ado la oposición al r'gimen y se pro&undi%aron las identidades partidarias porque el
pluralismo es una característica de la democracia. En este caso, la &ormación de un nuevo
agrupamiento que reuniera dirigentes por encima de las &ronteras partidarias parecía como un
proyecto de la dictadura y no como un camino hacia la institucionali%ación del país. (a
campaDa del plebiscito y el contenido teórico que se había movili%ado en los debates habían
conseguido imponer la idea de que los partidos políticos representaban la democracia y que el
proyecto constitucional era antidemocr!tico. "or eso aparecieron escasas posibilidades de
'ito del proyecto del nuevo partido, a pesar que lo impulsara el mismo presidente.
) comien%o de 19:$, Vlvare% hi%o pblicas algunas mani&estaciones en ese sentido* en )cegu!,
hi%o su pronunciamiento en el que anunciaba /la decisión de iniciar por el camino de las urnas
la empresa del acuerdo nacional, con blancos y colorados02=$ palabras que tambi'n podían
interpretarse como una propuesta de coordinación suprapartidaria que ligara a los partidarios
del r'gimen en uno y otro de los lemas tradicionales. "ero no tuvo el e&ecto esperado, ya las
elecciones internas habían reavivado las identidades partidarias y reactivando los
compromisos con las divisas. )hora la lealtad partidaria di&icultaba la migración hacia un nuevo
partido, y ningn dirigente importante podía aventurarse a abandonar su sector para
incorporarse a una organi%ación política de &uturo complicado. (a propuesta no tuvo el
impacto su&iciente como para recon&igurar el campo partidario* se interpreto como la reacción
malhumorada de un dictador &uertemente cuestionado, y por el momento cayó en el vacío.
El "arque 8otel y despu's.
(a reali%ación del /<i!logo del "arque 8otel0 sumo una nueva &rustración a las epectativas de
apertura política que se habían acumulado desde las internas. (a crisis económica, la
desestabili%ación de la dictadura argentina y el llamado a elecciones, adem!s del largo proceso
de apertura en 5rasil, hacían pensar que los militares estarían estructurando su retirada ante
la alteración política de la región. <esde esta perspectiva el di!logo del "arque 8otel
represento una sorpresa, ya que los militares replantearon las mismas demandas que habían
sido recha%adas en el plebiscito de 19:=. (as actas +incompletas publicadas por la <@)4"
poco despu's de suspendidas las conversaciones,2=B muestran que el intercambio entro
r!pidamente en un calle#ón sin salida y su prolongación en el tiempo sólo puede eplicarse porla necesidad de no &rustrar las epectativas que se habían generado en la opinión.
(as conversaciones tuvieron un comien%o poco auspicioso ya que el portavo% militar, el 3ral.
4apela, volvió a reclamar las mismas medidas constitucionales que se habían recha%ado en el
plebiscito. )l comien%o de las reuniones &ue clausurado por seis meses el semanario (a
2=$ ?arigo. El pronunciamiento de )cegu!. 6pinar, ; de )bril de 19:$, ltima p!gina.2=B Aueron publicadas con el bi%arro titulo de /?ranscripción de las actas correspondientes a las sesionesreali%adas entre representantes de la comisión de )suntos "olíticos de las Auer%as )rmadas y
representantes de los partidos políticos habilitados7 "artido olorado, "artido acional y >nión ívica7en el periodo comprendido entre el 1$N$N19:$ y el GN;N19:$ en el "arque 8otel, en el marco deldi!logo político para la re&orma constitucional0.
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<emocracia, lo que provoco que Aerreira ordenara la retirada de su partido. (a propuesta
levanto &uertes resistencias entre sus m!s cercanos partidarios y para superarlas Aerreira puso
en #uego su lidera%go,2=G pero aun así no pudo impedir una &ractura en su partido, ya que la
mayoría del <irectorio no lo acompaDo.
(as negociaciones se etendieron por casi dos meses, sin resultados, las conversaciones seempantanaron ante la imposibilidad de encontrar un punto de acuerdo entre los reclamos
militares y las concesiones que legítimamente podían reali%ar los partidos. (a permanencia de
la represión, y aun su pro&undi%ación mientras se procesaba el /di!logo0, no contribuía a crear
un clima de transición.2=C Ainalmente, luego de dos duras intervenciones de Sanguinetti y
?arigo, los negociadores políticos anunciaron la decisión de los partidos de suspender el
di!logo /para no desgastarlo0 como herramienta. Era evidente que esta suspensión sólo podía
ser temporal y que la posibilidad de la salida dependía solamente de la habilidad de las partes
para plantear los t'rminos de la discusión. En un episodio &uturo había que tomar en cuenta
los aspectos que en este se habían descuidado- la discreción de los encuentros, la &leibilidad
para buscar el acercamiento de las distintas posiciones, y la brevedad en el desarrollo de las
conversaciones. "ero tambi'n marcaba una novedad- era la primera ve%, desde el comien%o de
la transición, que los partidos se apoderaban de la iniciativa.
(a eperiencia del "arque 8otel est! cargada de consecuencias- dentro del partido acional
re&or%ó el lidera%go de Aerreira y cerró la posibilidad de disidencias, precisamente en el
momento en que sus de&iniciones políticas se radicali%aban cada ve% m!s. El &racaso de la
negociación pareció darle la ra%ón, pero de#o a la vista el nivel de tensión que podía alcan%ar el
creciente desencuentro entre la situación interna y su percepción desde el eterior. ?ambi'n
a&ecto negativamente a los partidarios de Vlvare% dentro del e#'rcito* si bien en el E#ecutivo
aprovecho para endurecer la censura y amena%o con nuevas proscripciones, una parte de los
generales y algunos dirigentes políticos comen%aron a reclamar que los comandantes se
encargaran directamente de las negociaciones, lo que disminuía las posibilidades de Vlvare% y
aumentaba la incidencia de la )rmada y la )viación, m!s partidarias del acuerdo.2=;
ualquier observador atento de este proceso de reconstrucción de la sociedad civil podía
suponer en 19:$ ya se había ale#ado de&initivamente la posibilidad de un /partido del
proceso0 y que ya estaban incorporados al campo partidario todos los agentes legítimos que
participaron en el tramo &inal de la apertura* los dos grandes partidos que hegemoni%aban el
campo +con el partido nacional controlando la iniciativa y un pequeDo partido testimonial, la
>nión ívica, que compartía las posiciones m!s conservadoras. erca de la %ona de legitimidad
pero sin integrarla, estaba el Arente )mplio* si bien desde las internas su reconstrucción ya era
notoria, parecía muy improbable su ingreso en el espacio legal antes de las previstas
elecciones de 19:B. Esto planteaba un problema a los partidos legali%ados, porque podía
resultar el caballo de ?roya que utili%aran los partidos /antidemocr!ticos0 para introducirse en
2=G Fer- "osadas. M, Memorias del.,cit, BC7G;.
2=C (os delegados de los partidos incluyeron como ra%ones de la suspensión la clausura de (a<emocracia, la proscripción periodística del Sr. Enrique )l&onso Aernande%, el procesamiento de civilespor la #usticia militar, la situación de la Aederación 4ural, el procesamiento de #óvenes de la >J por la
#usticia militar y el procesamiento del convencional arminillo Mederos del partido acional +acta nro.;, G de #ulio de 1;, G de #ulio de 19:$, transcripción. it. 922=; )cnard. (a transición cit. 92.
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el sistema, pero ninguno parecía es&or%arse para lograr su pronta des proscripción- alguna ve%
?arigo había dicho que podía esperar /die% o veinte aDos0, y los partidarios de Aerreira se
percibía cierta con&usión al respecto del alcance de las desproscripciones. ?anto para el
socialismo como para la democracia cristiana era muy improbable la participación en las
próimas elecciones, y era decididamente impensable la idea que dirigentes como 4.
)rismendi o el 3ral. Seregni pudieran hacer campaDa en apoyo de alguna candidatura. >no de
los aspectos m!s interesantes +y en su momento, m!s desconcertantes de toda la transición,
&ue el encadenamiento de sucesos y decisiones que hi%o posible la desproscripción de una
parte de la dirigencia del Arente )mplio y de los partidos que lo componían.
El &racaso del di!logo del "arque 8otel pareció darle otra oportunidad al proyecto del /partido
del proceso0. >na ve% suspendidas las conversaciones, parecía un momento oportuno para
darle un nuevo impulso- si lograba trans&ormarse en un agente activo en las próimas
elecciones nacionales, entonces era posible que el peso institucional de la presidencia volcara
la balan%a a su &avor* el resultado sería un nuevo mandato de Vlvare%, ahora ungido por voto
popular y por cinco aDos. "ero la situación de Vlvare% en la interna del e#'rcito tambi'n parecía
debilitarse. En 19:1, en oportunidad de su elección, la suerte lo había &avorecido con el retiro
de dos de sus adversarios* pero luego, en Junio de 19:$, &alleció su principal operador político,
el 3ral. amand ?rinidad. Este había sido una pie%a clave desde que asumiera como ministro
del @nterior en Mar%o de 19:1, y despu's, desde 6ctubre, la presidencia de la 6M)S"6- es
decir, que simult!neamente controlaba la situación interna del país, y todas las negociaciones
con los partidos. "ero adem!s, segn la precedencia militar a 'l le correspondía asumir como
comandante en Je&e en 19:B, y debiera ser el que e#erciera el cargo en las previstas elecciones
de ese aDo.2=: Su prematura muerte a&ectó las posibilidades de control de Vlvare% sobre las
decisiones de la J6633. Segn di#o posteriormente el 3ral. 4apela, en 6ctubre de 19:$ sereunió un conclave militar en la escuela naval, para discutir la posible &ormación de un partido
del proceso- en esta reunión la mayoría de los generales recha%o la puesta en marcha de la
iniciativa, lo que signi&icó su de&initivo &inal.2=9
Vlvare% todavía espacio para un plan 5- si no se lograba un acuerdo con la oposición entonces
el presidente tendría argumentos para no llamar a elecciones, y eso trans&ormaría en
inde&inido el t'rmino de su mandato. En ese caso tambi'n eistía un riesgo, si en algn
momento la situación escapaba al control del gobierno como por momentos parecía posible*
en este caso todo terminaría en un derrumbe catastró&ico. En de&initiva, si alguno de los
proyectos de Vlvare% salía bien, lo a&irmaba en la presidencia y lo de#aba con el control de lainstitución militar* pero si la #ugada salía mal, el costo político recaería sobre las AA.)) como
institución. "or su parte los partidos tambi'n movían sus pie%as y luego de reuniones
reservadas, a &ines de noviembre convocaron a un acto #unto al obelisco con el que lograron
una respuesta masiva. )llí, por primera ve% se reunieron en un estrado dirigentes de los
partidos tradicionales #unto a representantes de la i%quierda y de los movimientos sociales.
"ero los pla%os estaban terminando. ) la eu&oria provocada por el acto se sumaba un con#unto
de &actores, tales como el impacto de la crisis económica, las movili%aciones de los gremios y
de los partidos, #unto con la instalación del gobierno de )l&onsin y el via#e de muchos eiliados
2=: Fer 6pción, 2C de enero de 19:2,G
2=9 )chard. (a transición.cit. 9B.
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para instalarse en 5uenos )ires, que deban nuevo impulso a la actividad política llevaron a
pensar a &ines de 19:$, en el r'gimen cívico7 militar estaba agoni%ante y sólo necesitaba un
ltimo empu#ón. Entonces el "artido acional resolvió apretar el acelerador y en diciembre su
onvención proclamo la &órmula Hilson Aerreira X arlos Julio "ereyra para las +todavía
inciertas elecciones de 19:B.
(a reactivación de la movili%ación social iba con&igurando una situación cada ve% m!s delicada,
los sectores que se incorporaban al campo opositor adquirían m!s autonomía y multiplicaban
la cantidad de voces, lo que di&icultaba el mantenimiento de la línea moderada, y amena%aba
con salirse de control. Esto parece haber preocupado a la cpula militar, que adem!s tenía
mucho para perder* la relación gobierno7oposición aparecía como un empate cada ve% m!s
peligroso y un desequilibrio moment!neo podía desembocar en una crisis. (a eventualidad de
la movili%ación popular escapara del control sería una amena%a para el gobierno* la obligación
a una dura represión que le haría perder todo lo avan%ado en el camino de la
reinstitucionali%ación.
El vira#e de 19:B
En el &inal de 19:$ se alcan%o un pico en la movili%ación luego de la sucesión de hechos que
&ueron elevando la temperatura política- a partir del acto del 6belisco se produ#o la
proclamación de la &ormula blanca, la clausura de K$=, la huelga de su director Jos' 3erm!n
)rau#o, y la llegada de un grupo importante de hi#os de uruguayos eiliados en Europa. ) pesar
de la rígida censura implantada desde )gosto, la situación parecía escapar de las manos al
gobierno militar- clausura de prensa y procesamiento de dirigentes no parecían su&icientes
para &renar la movili%ación que el 1: de enero culminó con el primer paro general desde
19;$.21= uando el en&rentamiento entre el gobierno y la sociedad alcan%aba su punto m!s
alto, la Junta de omandantes tomó a su cargo el mane#o ce las relaciones con los partidos
políticos, de#ando de lado a la 6M)S"6. (as negociaciones comen%aron a otro ritmo en
&ebrero de 19:B cuando asumió como omandante el ?te. 3ral. "edro )ranco* desde entonces
se reactivaron las reuniones con las dirigencias de los partidos habilitados acompaDadas con
algunos gestos como la liberación del @ng. Jos' (uis Massera +considerado como el nro. 2 del
"artido omunista y el anuncio de liberación del 3ral. (iber Seregni. "ero esta movida, queincluyo la entrega a los partidos de un teto para discutir el acuerdo, no encontró mucho eco-
la comandancia del 3ral. )ranco era previsiblemente breve. En Junio pasaría a retiro por
alcan%ar el límite de edad y entonces correspondería asumir al 3ral. 8ugo Medina por
unanimidad de votos de la JJ6633 sin que se mane#e ningn nombre alternativo.211 <e esta
21= (a decisión de paro general, adoptado por el "@?, &ue duramente criticada desde algunos sectores
políticos y particularmente por la mayoría del batllismo, si bien en ese momento Sanguinetti seencontraba &uera del país. Fer. Jaque,2; de enero de 19:B.211 )chard. (a transicióncit. 1;B
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&orma se adelanto el ascenso de uno de los rivales de Vlvare% que habría ocupado el cargo
reci'n en <iciembre, y que #ugaría un papel decisivo en las negociaciones de 19:B.212
(a i%quierda había aprovechado esa pausa para reorgani%arse y recuperar visibilidad, y la
plasticidad de la situación la ayudó para impulsar la reivindicación de sus derechos* en 19:1,
reclamar la desproscripción de partidos de i%quierda signi&icaba un gesto de audacia porque noera pensable su rehabilitación* pero el tiempo transcurrido había servido para reunir
nuevamente a sus partidarios y por momentos en ese cambiante panorama político parecía
viable su desproscripción. (as movili%aciones de la segunda mitad de 19:$ contribuyeron a
darle m!s consistencia, re&or%ada por la recuperación de antiguos espacios identitarios como
los sindicatos y los gremios estudiantiles. (a marcha hacia la legali%ación de la i%quierda se
acelero a partir de la liberación de Seregni en mar%o, que devolvió al debate pblico el nombre
de Arente )mplio y su &igura m!s representativa* pero tambi'n mostro cambios de importancia
en el discurso político de la coalición. Seregni proclamo como el ob#etivo central la
recuperación de la democracia* y si bien el concepto había estado presente en su discurso
antes del golpe, ahora tenía connotaciones di&erentes de las que se mane#aban antes de su
detención. <esde su primer mensa#e, Seregni le agrego la demanda por la amnistía con lo que
se incorporaba el concepto en un conteto que se apartaba del &ormalismo #urídico, y que le
permitía redimensionar el espacio ya controlado por los otros partidos. (a Mesa del Arente
)mplio con la presencia de Seregni, propuso un replanteo de la agenda política y redi&inio sus
ob#etivos- elecciones, desproscripciones de partidos y personas +una lista que tambi'n
indicaba un orden de prioridades. (a estrategia inmediata se apoyaba en tres conceptos-
/movili%ación, concertación, negociación0, pero la concertación no abarcaba solamente la
salida sino tambi'n la tarea gubernamental posterior.21$
?odo esto represento una novedad. 8asta ese momento el campo opositor tenía una
estructura bipolar con predominio de los partidos tradicionales, y esa con&iguración lo sometía
a tensiones di&íciles de administrar- el batllismo se es&or%aba por tomar distancia de las
posturas radicales que asumía el "artido acional +pocos días antes de la liberación de Seregni,
Aerreira escribía- /.en estos momentos el "artido acional es el dueDo de la situación021B.
Esta in&leión signi&icaba que el nuevo agente no se incorporaba como un subalterno en un
campo ya construido sino que proponía su recomposición- en ese sentido la liberación se
Seregni tuvo un impacto similar a la aparición de 6pinar o de (a <emocracia. En la
redistribución de &unciones el Arente se atribuyo el rol de articulador entre los dos partidos
tradicionales, lo que implicaba la de&inición de una línea política autónoma +y en un principioequidistante entre los dos.
El nuevo lugar del Arente en el campo político &ue de&inido con &uer%a por el propio Seregni
que desplegó mucha actividad pese a la proscripción. El momento eigía todo su es&uer%o era
el nico re&erente de una coalición que tenía a todos sus partidos y dirigentes proscriptos, una
212 3uillespie recoge una interpretación que atribuye el asesinato de 4osli a /un complot para
desacreditar al 3ral. Medina0, comandante de la región Militar de la que dependía el cuartel de Aray5entos. Si hubiera &uncionado, el ascenso a comandante en Je&e le hubiera correspondido al 3ral.Sequeira, partidario de Vlvare%. Fer 3uilllespie. egociandocit, 1C:.
21$ El &rente apoya via electoral y &i#a prioridades. 6pinar,29 de Mar%o de 19:B,ltima p!gina.
21B )chard. (a transicióncit. $91
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situación peor que la de los partidos tradicionales antes del plebiscito de 19:=. El camino hacia
su eventual presentación electoral el Arente tenía que superar varios obst!culos y estaba
varios casilleros detr!s que cualquier otro partido* así parecía bueno para la coalición todo
aquello que contribuyera a reducir la distancia con los dem!s partidos. Este cambio en el
posicionamiento de la i%quierda se hi%o evidente pocos días despu's de la liberación de
Seregni, cuando trascendió una propuesta hecha por Aerreira )ldunate a 3. Vlvare%21G que &ue
recha%ada con &irme%a tanto por la dirigencia colorada como por el Arente )mplio. Era la
primera ve% que las dirigencias de estos dos partidos coincidían en una decisión importante, lo
que puede verse como un re&le#o de los cambios que se habían producido tanto en la i%quierda
como en la dirigencia colorada. Este vira#e provocó la protesta de muchos &renteamplistas que
se identi&icaban con las de&iniciones del nacionalismo* la nueva estrategia de Seregni con&undía
a sus seguidores, particularmente en el eterior, que veían al coloradismo como el responsable
de la dictadura y al "artido acional como un aliado natural. (a nueva situación tambi'n
sorprendió a los blancos, que se imaginaban a tener en Seregni un socio seguro y que con
mirada bipartidista, #u%gaban la actitud del Arente )mplio como una aproimación al partidoolorado.
(a proimidad de H. Aerreira +en 5uenos )ires desde abril incidía en las decisiones del partido
nacional, y la inminencia de su retorno a&ectaba su relación con el resto del bloque opositor. Si
bien recompuso su relación con el resto de los partidos y su sector político participo en la
&ormación de la /Multipartidaria0 en abril, su distancia comen%aba a notarse cuando la
dirigencia nacionalista procuró +sin lograrlo el apoyo de los dem!s partidos para coordinar el
retorno de Aerreira a Montevideo. ) mediados de Mayo, Aerreira pronuncio en concordia uno
de los discursos m!s radicales donde anuncio que retornaba al país el 1C de #unio. (a campaDa
de agitación previa a su regreso ocupo a su partido hasta su llegada, que se produ#o en mediode una gran epectativa- pero con el retorno del m!s importante eiliado político, el r'gimen
militar demostró que a pesar de sus divergencias internas todavía mantenía un alto grado de
cohesión.21C Aerreira &ue detenido y sus partidarios &ueron mantenidos a distancia sin que
pudieran llegar a verlo.
Esta detención tuvo e&ectos tanto en el gobierno como en la oposición. Entre los militares,
neutrali%o al nico adversario /incontrolable0 del r'gimen, y eso abrió el espacio para
divergencias internas que hasta el momento habían permanecido acalladas* mientras que por
el lado de los partidos tambi'n surgieron divergencias y pocos días despu's se produ#o la
&ractura de la /multipartidaria0. (a reanudación del di!logo represento para el &rente opositorun desgarramiento traum!tico- el "artido acional se negó a negociar con Aerreira <etenido,
pero la mayoría de los partidos decidió dialogar con las AA.)) si se cumplían con ciertas
21G )parentemente la propuesta derivaba de una carta enviada por Aerreira a J."ivel <evoto, &echada a
comien%os de mar%o, y consistía en la reali%ación de elecciones en dos vueltas con elección indirecta del"residente. (a versión recogida por la dirigencia colorada incluía en la o&erta la prórroga del mandato deVlvare%, esto &ue recha%ado por el <irectorio que no o&reció una eplicación alternativa. (a publicaciónde la carta +)chard. la transicióncit. $:97$9$, no permite aclarar la controversia porque en ellaAerreira mantiene un di!logo muy estrecho con las /a&irmaciones y propuestas0 de un anterior de "ivel,
hasta ahora no publicada. (os comunicados que eponen las posiciones de los involucrados, en 6pinar,29 de Mar%o de19:B,C21C 3on%!le%. E. transición y restauracióncit. 11$
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condiciones y esta ve% encontrarían a los militares m!s dispuestos a apartarse de las
posiciones mantenidas por Vlvare% y sus partidarios.
(a &ormali%ación del di!logo tra#o como primer resultado la desproscripción del Arente )mplio,
acompaDada por la liberación de los presos que hubieran cumplido m!s de la mitad de la
condena y la desproscripción de dirigentes de la i%quierda* pero el anuncio de avancespro&undi%aba la división entre los partidos. (os que participaban en el di!logo apostaban que la
ciudadanía, que quería &inali%ar r!pidamente con el gobierno militar, les diera su apoyo*
mientras que el nacionalismo y algunos sectores de la i%quierda, optaban por radicali%ar su
discurso opositor. (a crisis m!s &uerte parece haberse producido dentro del Arente )mplio
donde la actitud /dialoguista0 resultaba di&ícil de aceptar* los debates en los comit's se
prolongaban, y a Seregni y sus partidarios les costaba convencer a los militantes veteranos de
la i%quierda y a los #óvenes que se habían sociali%ado políticamente en contacto con los
Hilsonistas. "ero esta ve% el di!logo &ue corto y discreto* los participantes eran consientes de
que se estaban #ugando la ltima oportunidad y no la desaprovecharon.21;
) comien%o de )gosto se anuncio el acuerdo- elecciones en oviembre y algunas normas de
#erarquía constitucional de vigencia transitoria que m!s adelante serían sometidas a plebiscito.
(os dirigentes colorados presentaron el teto como el acceso a la democracia plena- Aerreira
desde su prisión lo cuestionó duramente +'l &ue el primero que lo llamo /"acto del club
naval021:, mientras que Seregni trataba de religar el la%o simbólico con el Arente histórico de
19;1, presentando el acuerdo como la coronación de una estrategia aut'nticamente
&renteamplista.
El primer acto de masas del Arente )mplio ya desproscripto, el 1= de )gosto, &ue tambi'n el
símbolo de reconstrucción de la coalición- &ue reali%ado en la eplanada municipal, el mismoescenario del acto &undacional de 19;1, y esta ve% tuvo a Seregni como nico orador. 219 El
discurso eponía y #usti&icaba la línea política, #ugando en dos planos- por un lado lo plantaba
eplícitamente, y por otro lo hace recurriendo a la intertetualidad con el discurso de 19;1 y
con la /6ración inaugural0 artiguista de abril de 1:1$. )sí a la ve% describía una situación
nueva para la coalición, la revestía con el lengua#e y las &ormulas verbales cl!sicas en las que
sólo cambiaba algunas palabras o a veces, algunos 'n&asis. Sin duda Seregni podía sentirse
satis&echo y los resultados parecían darle la ra%ón- a pesar de las discrepancias el Arente
)mplio retuvo a los grupos m!s radicales, que dentro de la coalición mantuvieron su reclamo
por /amnistía general e irrestricta0 e incluso llego a reincorporar a los partidarios de E. Erro
+que &alleció en "aris en oviembre, antes de las elecciones. "ara el "artido acional el
anuncio del acuerdo represento la crisis de su estrategia y la dirigencia debió reali%ar un
comple#o recorrido, que incluyo una reunión con Aerreira en el cuartel de ?rinidad, para
convencer a la onvención de que aceptara la obligada renuncia a su candidatura y proclamara
una /&ormula sustitutiva0.
21; )chard reconstruyo en parte las negociaciones a partir de testimonios de participantes+/las actas dellub aval0, )chard, <. (a transicióncit. $9$7B$$* el an!lisis de la negociación y su contenido en3uillespie, egociando., cit.21:
Fer /carta de Aerrira )ldunate0 en 5squeda,1G de )gosto de 19:B,11. )llí tambi'n propuso otradenominación, /"acto Medina7Sanguinetti0, que tuvo menos perduración.219 Fer /teto integro del discurso0 en (a 8ora, 11 de )gosto de 19:B, p!gs. B7;.
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(a propuesta lan%ada por Seregni de la reali%ación de una instancia de /concertación0 para
acordar las políticas que llevaría adelante el próimo gobierno democr!tico se concreto el B de
setiembre con la instalación de la /oncertación acional "rogram!tica0 +6)"46 con el
apoyo de los partidos políticos y de los movimientos sociales. ) ella se incorporo el "artido
acional, lo que signi&icaba la reconstrucción de la /Multipartidaria0 que había entrado en
crisis durante el proceso de negociación con los mandos. ya desde setiembre, &inalmente
comen%ó la esperada campaDa electoral.
%alance y inal.
(os resultados electorales mostraron que los dialoguistas tenían m!s respaldo que los
radicales- a di&erencia de lo ocurrido en 19:2, esta ve% la oposición moderada obtuvo m!s
apoyo electoral. (a eplicación de este cambio puede buscarse en un cambio de talante del
electorado, o en la di&erencia previsible entre los resultados de una elección de participaciónvoluntaria +como &ueron las internas de 19:2, donde participó el C=L del electorado y otra de
participación obligatoria, como es el caso de la elección nacional. Es ra%onable suponer que los
sectores menos politi%ados, que no participaron en las internas de 19:2, optaron por apoyar
las opciones m!s moderadas que resultaban así las m!s votadas dos aDos m!s tarde. (os
resultados admiten otra lectura, si se atiende al hecho de que la a&irmación anterior es sólo
parcialmente v!lida- es cierto que el "artido olorado con su opción de /cambio en pa%0
obtuvo amplia mayoría electoral y revirtió los malos resultados de 19:2* pero tambi'n creció
la votación del Arente )mplio que no sólo recupero los votantes &renteamplistas de 19;$, sino
que agrego un alto nmero de votantes #óvenes que apoyaron una orientación política que
había sido proscripta durante la dictadura. uando llego el momento de abrir los sobres, elArente )mplio era el nico partido que había crecido, tanto en valores absolutos como
relativos, con relación a su presentación electoral de 19;1.
Es decir que el resultado &ue malo para el "artido acional y particularmente para el sector
que lideraba Aerreira )ldunate, que sólo logro incrementar su electorado en unos B=.===
votos, mientras que el "artidos olorado aumentaba m!s de 2G=.=== el electorado que lo
respaldo en 19:2.22= El partido acional no logro atraer su&iciente electorado como para
equilibrar el que incorporaban los colorados, ni m!s electorado de i%quierda que el que capto
el A).
3eneralmente se atribuye este resultado negativo a la prisión de Aerreira )ldunate, quien en
elecciones sin proscriptos hubiera sido el /seguro ganador0* pero el caso reclama un an!lisis
m!s mati%ado. Esa eplicación &ue descartada por el propio Aerreira )ldunate en su discurso
+que el mismo cali&ico de autocritica, pronunciado en la eplanada Municipal luego de su
liberación. Segn Aerreira, su prisión incidió en las opciones t!cticas del partido, pero no &ue lo
decisivo porque /3racias a dios Rel partido acional encontró un candidato que hubiera
22= 4esultados de 19:2- "- C19.9BG, "- G2;.GC2, en blanco-:G.$;$. resultados de 19:B- "- CC=.;;$,
"- ;;;.;=1. A)- B=1.1=1.+ &uente AS- Vrea política y relaciones internacionales. 5anco de datos.
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podido ser el m!s grande de los presidentes de la historia de nuestro país.0221 "or eso, la
eplicación debe buscarse por otra parte.
/o tengo la impresión, dig!moslo con claridad, de que nosotros sostuvimos un estilo, tuvimos
una visión del país que no coincidió con la propia visión del país que tenían mayoritariamente
los uruguayos. osotros vimos la realidad nacional con otros o#os di&erentes, que aquellos conlas que la miró el pueblo oriental en su mayoría. (a solución no somos de aquellos que
cambian de pensamiento con tal de a#ustar me#or los resultados electorales.0222
"ara Aerreira el problema radicó en la opción discursiva del sector, que insistió con un
diagnostico pesimista de la realidad y en la propuesta de medidas dr!sticas* pero chocaron con
un animó di&erente del electorado y /asustamos a la gente, muchos de los que oyeron esto
salieron a corriendo a votar a aquellos que no creían en ellos, porque querían salir de la
dictadura en pa% y tranquilidad, sin aventuras0
?oda autocritica implica tambi'n la corrección del rumbo* aunque Aerreira rati&ico en todos sus
t'rminos la pertinencia de su planteo critico de la realidad y lo contrapuso a la super&icialidad
de la propuesta de /cambio en pa%0, a continuación dio un sorpresivo vira#e a su discurso
cuando le prometió gobernabilidad a Sanguinetti, a&irmando /o hay ob#etivo m!s importante
que el de consolidar las instituciones democr!ticas. para consolidarlas nosotros vamos a
estar detr!s del gobierno del país que ha dado, aunque no nos guste.0 (a autocritica parece ir
m!s le#os en el tiempo ya que pone en cuestión las actitudes del mismo Aerreira ante los
resultados electorales de 19;1. Si en aquel momento se en&rentó a 5ordaberry denunciando el
Araude electoral, ahora contra Sanguinetti una actitud similar tenía todavía m!s argumentos.Sin embargo, en esta oportunidad Aerreira pre&irió aceptar la voluntad del electorado que
quería el &inal de la dictadura* su ltimo reclamo sería la amnistía para todos los presos, un
compromiso que proclamó y de&endió en ese discurso. ) partir de entonces adoptó un
discurso m!s moderado, abandonando las posiciones que había sostenido hasta su llegada a
Montevideo. Ese vira#e ya seria de&initivo y no habría retorno al discurso anterior.
)parentemente su conclusión era que la radicali%ación del eilio no combinaba con el talante
del electorado dentro del país, y debía moderarlo para recuperar sus electores.
(a actuación pblica de Aerreira en los aDos siguientes parece agregar m!s elementos a esta
eplicación. El discurso de Aerreira tenía un espacio muy estrecho en el campo político,con&inado entre el sólido conservadurismo colorado y el m!s convincente i%quierdismo del A).
Sus epectativas de 'ito se apoyaban en la captura de la i%quierda batllista que
históricamente se había mostrado poco ligada al partido colorado, pero el discurso destinado a
captar ese electorado no debía espantar al ala derecha de su partido* es decir que el
bipartidismo era una de las condiciones &undamentales para el 'ito de esta estrategia
electoral. Si esta con#etura es correcta entonces el resultado de 19:2 habría estado muy
in&luido por el bipartidismo arti&icial y la proscripción del Arente )mplio. Estas elecciones
internas se parecían a las elecciones nacionales de 19G:, que &ueron las ltimas donde el
221 (as citas del discurso de Aerreira corresponden a (a <emocracia, ;NK@@N19:B, p!g 1=71$.
222 @bid.
8/17/2019 DEMASI_ La Evolución Del Campo Político en La Dictadura
http://slidepdf.com/reader/full/demasi-la-evolucion-del-campo-politico-en-la-dictadura 85/86
"artido acional pudo capturar el grueso del electorado que migró del "artido olorado. En
cambio, una con&iguración tripartita reproduce el campo de 19;1 donde el A) capturo a los
batllistas montevideanos, mientras blancos y colorados se repartieron en partes casi iguales el
resto del electorado. <e ser v!lida esta hipótesis, entonces el modesto incremento electoral de
Aerreira en las elecciones de 19:B no se eplica tanto por su detención como por la eistencia,
con el A) rehabilitado, de una tercera opción a su i%quierda* en esa situación de libertad de
Aerreira le hubiera dado alguna posibilidad de revertir el resultado de 19;1 y obtener en el
me#or de los casos, una venta#a reducida en un &inal muy pare#o con el coloradismo.
(as elecciones podían de#ar mltiples lecturas, pero, en de&initiva, había una que se impondría
a todas las otras* el "residente que asumiría el 1ro. <e Mar%o sería J.M. Sanguinetti y por cinco
aDos sería 'l quien marcaría el rumbo político. (as di&icultades que debía encarar eran
enormes ya que el gobierno cívico7 militar había resuelto pocos de los problemas del país y
había agregado otros nuevos. "ero el r'gimen no había /caído0 como algunos esperaban, sino
que habían pactado con las &uer%as civiles y mantenía algunas de sus posiciones- el 12 de
&ebrero, cuando Vlvare% abandono la presidencia, el 3ral. Medina declaro pblicamente que
/si obligan, que si se dan las mismas causales que se dieron en 19;$, no vamos a tener m!s
remedio0 que dar un golpe de Estado.22$ "or otra parte, la transición se había negociado con
los militares /duros0 +a los que se pre&ería llamar pro&esionales* ahora los /goyistas0
abandonaban la J6633- en Mar%o de 19:G paso a retiro el 3ral. 5onelli y en mayo lo hi%o el
3ral. Sequeira. o parecía muy auspiciosa la perspectiva de una democracia ba#o permanente
amena%a militar, cuando era previsible la pro&undi%ación de la crisis económica* y un
diagnóstico un!nimemente compartido era que la crisis arrastraría a la sociedad a posturas
radicales que trans&ormarían en e&ímera la democracia restaurada.
Es interesante repasar el reacomodamiento estrat'gico que reali%ó Sanguinetti acompaDado
por su partido y ya como presidente*22B luego del anuncio de un gabinete de /connotación
nacional0, recupero buena parte del discurso anterior al golpe.22G 4eapareció la idea de que la
democracia había sido recuperada por los partidos tradicionales y que estaba amena%ada por
una i%quierda radicali%ada, en un esquema que contradecía la eperiencia reciente. Est!
redistribución de roles y de responsabilidades les permitió a Aerreira recomponer su lidera%go,
reinstalarse en el espacio de legitimidad y despla%ar nuevamente al Arente )mplio hacia los
m!rgenes del campo de la política. "ara lograrlo debieron recomponerse muchas dimensiones
del imaginario político- la estrategia de pactos tan criticada por los blancos en )gosto de 19:B
22$ Fer 5squeda, 1B de Aebrero de 19:G, p!g. G22B Sobre este cambio, ver Marchesi,)- /T3uerra o terrorismo de EstadoU 4ecuerdos en&rentados sobreel pasado reciente uruguayo0, en Jelin,E +comp.- /las conmemoraciones- las disputas en las &echas in7&elices0.+Espana7 )rgentina- Siglo KK@, 2==2, 1=171B;. <emasi . 4ico.), 4osal M. /8echos y sentidos dela política y la post7política0, en 5rando,6+coord., >ruguay 8oy. /"aisa#e despu's del $1 de 6ctubre0,+Montevideo, ediciones del caballo perdido, 2==B, ;7;;. 4ico,). /omo nos domina0cit. <emasi. ./>n repaso a la teoría de los dos demonios0, en Marchesi, ), Mararian, F. 4ico ,) y a&&', J /Elpresente..cit., C;7;B22G
)Dos despu's, hablando de la &ormación del primer gabinete, comento Sanguinetti- En aquel
momento hubo un gobierno de coincidencia nacional como yo quería con Ministros blancosdecididamente. R &rentistas no lo veíamos. Eran blancos y colorados. Hilson se me hablo de laposibilidad de incluirlos en los entes, cosa que en de&initiva se hi%o.0+)chard. (a transición,cit. 22$
8/17/2019 DEMASI_ La Evolución Del Campo Político en La Dictadura
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se legitimó como la &orma uruguaya de hacer política, y la gobernabilidad +acuerdo entre
gobierno y minoría mayor rempla%o a la concertación +acuerdos entre todos los agentes.
ddi&erentes de la que eistiera antes de la dictadura- la índole de los problemas que debía
en&rentar era muy di&erente a lo que aparecía en 19;$, y la reactivación de la política vino
acompaDada por un rea#uste en la con&iguración partidaria. Si bien esta había cambiado pocoen comparación con lo que era en 19;=, en cambio había cambiado de manera relevante las
comunidades interpretativas en cada partido y el sentido comn del con#unto. (a de&inición de
la democracia como ob#etivo político introducía una di&erencia importante, re&or%ada por las
connotaciones que el concepto había adquirido +y tambi'n por las que había de#ado de tener.
a no había espacio para la coincidencia de la democracia con la intervención militar, que
parecía tan normal antes del golpe* ni era posible imaginar una re&orma constitucional sin
plebiscito como había ocurrido con la creación del 6SE). (as organi%aciones sociales
estaban muy alertas para denunciar las pr!cticas represivas, y el &uturo gobierno democr!tico
tendría poco margen para las violaciones a la constitución que habían sido aceptadas como
/naturales0 antes del golpe.
) primera vista la i%quierda no parecía haber ganado mucho en este campo trans&ormado, y el
papel relevante que había desempeDado en la transición parecía quedar olvidado en la batalla
política cotidiana* pero podían seDalarse como hechos positivos la desarticulación del
comple#o simbólico que la identi&icaba con la /subversión0, así como la nueva legitimidad
obtenida por los partidos que integraban el Arente )mplio. ?odo esto signi&icaba que, a pesar
de las intenciones, la eperiencia acumulada hacia todo este proceso algo di&erente de una
/restauración0.
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