Mujer cocinando, Pueblo de Dhinkia, Jagatsinghpur,
Orissa, India. Junio de 2008. © Sanjit Das
DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES
“Mientras se nieguen los derechos humanos a
las mujeres, en cualquier parte del mundo, no
puede haber justicia ni paz.”
(Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz)
www.actuaconamnistia.org
La mujer tiene derecho, en condiciones
de igualdad, al goce y la protección de
todos los derechos humanos y libertades
fundamentales en las esferas política, eco-
nómica, social, cultural, civil y de cualquier
otra índole. Entre estos derechos fi guran:
• El derecho a la vida;
• El derecho a la igualdad;
• El derecho a la libertad y la seguridad
de la persona;
• El derecho a igual protección ante la
ley;
• El derecho a verse libre de todas las
formas de discriminación;
• El derecho al mayor grado de salud fí-
sica y mental que se pueda alcanzar;
• El derecho a condiciones de trabajo
justas y favorables;
• El derecho a no ser sometida a tortura,
ni a otros tratos o penas crueles, inhu-
manos o degradantes.
* Niñas en el campo de personas desplazadas de Jalala, recogen la comida del
centro de distribución de alimentos. Las mujeres tienen prohibido mostrarse en
público, así que la mayoría envía a sus hijas a por comida, Pakistán. Mayo de
2009. © UNHCR/H. Caux
DECLARACIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Art. 3 Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.
85ª sesión plenaria Asamblea General, 20 de diciembre de 1993.
* Mujeres y menores en Old Fadama, asentamiento precario en Accra, Ghana.
Septiembre de 2009. © Amnistía Internacional
En algunos países de Europa occiden-
tal, el índice de mortalidad durante el
embarazo y el parto a lo largo de la vida es
de una mujer por cada 25.000. Pero en
el África subsahariana, el riesgo de mor-
talidad materna a lo largo de la vida es de
una mujer por cada 26, y aumenta a una
de cada siete en los países con los servi-
cios menos desarrollados. En el conjunto
de Asia, la cifra es de una mujer por cada
120; sin embargo, según muestran las ci-
fras manejadas por organismos de la ONU,
el riesgo se duplica en el sur de Asia, la
subregión más afectada por la pobreza.
Demasiado jóvenes para morir. La mortalidad materna se cobra
la vida de una mujer cada minuto.
MORTALIDAD MATERNA: DATOS Y CIFRAS
* Una niña gitana resuelve un ejercicio de matemáticas en la pizarra en la
escuela primaria para alumnos con discapacidad mental leve en Ostrava,
República Checa. Febrero de 2009. © Amnistía Internacional
Una joven de Skopie, de 15 años
de edad, que abandonó la es-
cuela en quinto curso de educa-
ción primaria, explica: “Cuando
estaba en cuarto, mi profesora,
Neda, me decía: Las niñas roma-
níes están acostumbradas a ca-
sarse muy pronto, por eso no les
interesa aprender”.
Las niñas y los niños romaníes
crecen divididos desde muy pe-
queños. Si eres una niña, no vas a
la escuela, te quedas en casa. Si
eres un niño, vas a la escuela para
hacerte hombre. Incluso cuando
una niña va a la escuela, tiene que
volver a casa a tiempo para cuidar
de sus hermanos y hermanas.
Macedonia. “Poco a poco, las mujeres hemos conocido nuestros derechos”. La inacción del Gobierno
macedonio a la hora de defender los derechos de las
mujeres y niñas romaníes.
DISCRIMINACIÓN EN LA EDUCACIÓN DE LAS NIÑAS ROMANÍES
* Grupo de mujeres que vuelve al campo de personas desplazadas internas de
Habile, después de recoger leña, Chad. 2007. © Amnistía Internacional
Las mujeres y niñas refu-
giadas de Darfur se en-
frentan a un riesgo grave
de violación y otros actos
de violencia, ya que regu-
larmente dejan la seguri-
dad relativa de los campos
de personas refugiadas en
el Chad oriental. La carga
de asegurar que las fami-
lias tengan el sustento que
necesitan para sobrevivir
recae de manera abruma-
dora en los hombros de la
mujer. Esto incluye la reco-
lección de leña para coci-
nar, encontrar la paja para
alimentar a los burros y las
cabras; ir a buscar agua
cuando hay escasez en los
campamentos; ir al mer-
cado en los pueblos más o
menos cercanos, y sembrar
y atender pequeñas par-
celas de hortalizas en zo-
nas cercanas a fuentes de
agua. A menudo todo esto
requiere viajar distancias
considerablemente largas.
En particular, la búsque-
da de leña alrededor de los
campamentos de refugia-
dos exige que las mujeres
y las niñas se alejen más
de 10 kilómetros fuera de
los campamentos.
Aisha caminaba de regreso al campamento de refugiados de Bredjing cuando fue atacada por dos hombres. Uno de
ellos la amenazó y golpeó dos veces con su arma. La obligaron a tirarse al suelo. Aisha cogió una piedra y golpeó a
uno de los hombres en la frente y echó a correr. El hombre la alcanzó y la golpeó con una piedra en la cabeza. Aisha
comenzó a sangrar. El hombre la violó y la abandonó allí.
MUJERES Y NIÑAS REFUGIADAS EN DARFUR
UGANDA: “LA JUSTICIA NO ESTÁ A MI ALCANCE”
“Cuando fui a la comisaría de policía, me pidieron 20.000 chelines para combustible, que yo no tenía. Mi esposo me pegó otra vez, pero dejé de ir a la comisaría porque siempre piden dinero que no tengo.”(Margaret)
Estas mujeres reciben
el equivalente a menos
de un dólar estadouniden-
se al día por partir piedras
en un asentamiento pre-
cario de Kampala. La po-
breza es uno de los mayo-
res obstáculos con que se
encuentran las mujeres
en Uganda cuando inten-
tan que se haga justicia
tras haber sido objeto de
violencia basada en el gé-
nero. Para conseguir que
prospere una denuncia
contra el abusador, tienen
que pagarse un examen
médico. No hay un ser-
vicio público de asisten-
cia legal para las denun-
ciantes y con frecuencia
la policía pide ‘extraofi -
cialmente’ dinero para
combustible, fotocopias
de formularios esencia-
les y otros gastos asocia-
dos con la investigación.
* Milly Grace, de 45 años, se trasladó a Kampala desde el norte del país en
1989 a causa de la guerra entre el Gobierno y el Ejército de la Resistencia
del Señor. Ahora trabaja partiendo piedras por 60 céntimos de dólar al día,
Uganda. Febrero de 2008. © AP/PA Photo/Vanessa Vick
DISCRIMINACIÓN GENERALIZADA ANTE LA LEY EN IRÁN
Irán. Defensoras y defensores de los derechos de las mujeres desafían
la represión.
Las mujeres en Irán su-
fren una discrimina-
ción generalizada ante
la ley. Son excluidas de
áreas claves del Estado
(no pueden, por ejemplo,
ser jueces ni presentarse
a la presidencia). No tie-
nen los mismos derechos
que los hombres en lo que
respecta al matrimonio,
el divorcio, la custodia de
los hijos e hijas y la heren-
cia. Las lesiones penales
sufridas por una mujer se
castigan con menos seve-
ridad que cuando la vícti-
ma es un hombre. El tes-
timonio aportado por una
mujer en los tribunales
vale la mitad que el de un
hombre. Aunque la edad
legal para el matrimonio
son los 13 años, los pro-
genitores pueden solicitar
permiso para que sus hijas
se casen a una edad más
temprana, y con hombres
mucho mayores que ellas.
Los hombres pueden ser
polígamos, las mujeres,
no. La ley concede a los
hombres un derecho in-
discutible a divorciarse
de sus esposas, mientras
que a las mujeres, no.
* Activistas de “Campaign for Equality”, enero de 2008. Esta campaña es una iniciativa
por los derechos de las mujeres en Irán que comenzó en 2006. La campaña tiene como
objetivo reunir un millón de fi rmas de ciudadanos y ciudadanas iraníes en una petición
para exigir el fi n a la discriminación legal contra las mujeres en Irán. © Campaign for
Equality, photo by R. Asgarizadeh
ASISTENCIA SANITARIA EN ESTADOS UNIDOS
Las mujeres corren en Estados Unidos mayor riesgo de muerte por
complicaciones del embarazo que en otros 40 países.
Linda Coale, una mujer de 35 años de
edad que gozaba de buena salud, dio
a luz a un niño, Benjamin, por cesárea el
27 de septiembre de 2007. Una semana
después de regresar a casa, murió a cau-
sa de un coágulo sanguíneo. Le habían
proporcionado información sobre cómo
acostumbrar a los animales domésticos
al recién nacido, pero ninguna en la que
se especifi caran las señales de aviso de
formación de un coágulo sanguíneo, aún
cuando corría mucho riesgo debido a
su edad y a la operación quirúrgica. Su
hermana Lori declaró: “Sabiendo que
Linda fue técnico de atención médica
de emergencia, en lo más hondo de mi
alma creo que si en la documentación
del alta se hubiera dicho qué podía ser
un signo de coágulo sanguíneo, ella ha-
bría hecho algo”.
* Tablón cubierto de fotos de los bebés nacidos de mujeres que recibieron
atención materna en el Centro de Desarrollo Familiar, en Washington DC.
Este centro de maternidad atiende a la comunidad médicamente
subatendida. Marzo de 2008. © Amnistía Internacional
Fuera de su alcance. El precio de la salud materna en Sierra Leona.
* Esta mujer dio a luz en el hospital de maternidad de Freetown, presentó
anemia grave y necesitó urgentemente una transfusión, pero no hubo sangre
disponible. Sierra Leona. Febrero de 2009. © Amnistía Internacional
Una mujer de Sierra Leo-
na tiene una probabili-
dad entre ocho de morir por
complicaciones del emba-
razo y el parto.
En Sierra Leona se po-
nen de relieve las tres
demoras que conducen a
que las mujeres mueran sin
necesidad. La primera es
la demora en buscar aten-
ción médica porque las
mujeres no han sido infor-
madas sobre los síntomas
de las complicaciones que
pueden poner en peligro
su vida. En segundo lugar,
una vez tomada la decisión
de buscar atención médi-
ca, a menudo se producen
demoras considerables a la
hora de trasladar a la mujer
a una clínica o un hospital,
debido a la distancia que
hay que recorrer, al costo
del transporte y a la inexis-
tencia de infraestructuras
de transporte. En tercer
lugar, se registran demoras
en el tratamiento una vez
que la mujer ha llegado a
la clínica o al hospital por-
que el tratamiento sólo se
aplicará previo pago, y por
la falta de establecimien-
tos de salud adecuados,
de personal cualifi cado, de
electricidad, agua limpia o
suministros médicos.
SALUD MATERNA EN SIERRA LEONA
MORTALIDAD MATERNA EN BURKINA FASO
* Ramatoulaye, con su hija de 4 meses de edad, Burkina Faso. Junio de 2009.
© Anna Kari
Más de 2.000 mujeres mueren cada
año en Burkina Faso debido a com-
plicaciones del embarazo y el parto. La
mayoría de esas muertes podrían ha-
berse evitado. Algunas mujeres mue-
ren porque no pueden llegar a un centro
de salud con capacidad para tratarlas, o
porque llegan demasiado tarde. Muchas
pierden la vida porque sus familiares no
pueden pagar lo que les reclama el per-
sonal médico. Otras mueren por otros
motivos como la escasez de sangre, de
medicamentos, de material sanitario o
de personal médico cualifi cado.
“Comencé a tener mis primeros dolores. El hermano de mi marido me llevó con su moto, mi marido nos siguió en otra moto. Cuando llegamos a la orilla del río, buscamos al barquero, pero no estaba allí porque él también tiene otro trabajo. Así que di a luz sola en la orilla del río. Fue muy difícil”.(Ramatoulaye, 25 años)
* Mujeres con sus bebés haciendo cola en un centro de salud en la zona rural
de Huancavelica, Perú. Septiembre de 2008. © Amnistía Internacional
Cuando las mujeres mueren durante
el transcurso del embarazo o el parto
porque un Gobierno no aborda las cau-
sas prevenibles de muerte materna, ese
Gobierno está violando su derecho a la
vida. A su vez, la muerte y las enferme-
dades maternas prevenibles tienen su
origen en violaciones del derecho de las
mujeres al disfrute del más alto nivel po-
sible de salud, que incluye su derecho a
acceder a una atención y unos servicios
de salud que estén disponibles y que
sean accesibles, aceptables y de buena
calidad.
José, natural de San Juan de Ccharhuacc, en Huancavelica, es el mayor de
nueve hermanos. Contó a Amnistía Internacional que su madre había muerto
de parto en 1999. Cuando se puso de parto, la comadrona del puesto de salud
de San Juan de Ccharhuacc estaba de permiso, motivo por el cual el padre de
José y otros familiares atendieron solos el parto. Tras dar a luz a una niña, la
madre no expulsó la placenta y no supieron qué hacer. Dos horas después, la
madre de José murió. La niña sobrevivió.
SALUD MATERNA EN PERÚ
* Un grupo de trabajadoras domésticas con las postales de la campaña lanzada
por AI y Jala PRT, Indonesia. Febrero de 2007. © Jala PRT
En 2001, una trabaja-
dora doméstica de 15
años fue golpeada reitera-
damente durante más de
una hora por su empleado-
ra hasta morir. La agresión
se debió a que la emplea-
da había tomado fruta sin
permiso “ofi cial”, en pala-
bras de la empleadora. Se-
gún los informes recibidos,
Sunarsih tomó la fruta por-
que estaba desesperada
de hambre y no tenía otra
forma de obtener alimen-
tos: no le habían pagado
su sueldo y su empleado-
ra no le permitía salir de la
casa. El tribunal de distrito
de Surabaya impuso a la
empleadora una pena de
cuatro años de cárcel por
los malos tratos infl igidos
a Sunarsih que le produje-
ron la muerte. La pena fue
recurrida y reducida a dos
años. En 2005, ya en liber-
tad, la empleadora fue acu-
sada nuevamente de malos
tratos por las tres emplea-
das domésticas que tenía
a su servicio. Las emplea-
das declararon a la policía
que las obligaba a traba-
jar a diario desde las tres
de la madrugada hasta la
una de la madrugada del
día siguiente, y que si por
cansancio se retrasaban en
su trabajo, su jefa las gol-
peaba con un cepillo, una
escoba o una barra de hie-
rro. Además, no recibían
alimentación adecuada y
algunos días sólo podían
beber agua. En abril de
2005, el tribunal de distri-
to de Surabaya condenó a
la empleadora, de 38 años
de edad, a siete meses de
cárcel por los tratos infl igi-
dos a las tres trabajadoras.
En agosto de 2005 quedó
en libertad a la espera de
recibir el resultado del re-
curso presentado ante el
Tribunal Superior.
Indonesia. Explotación y abuso: La grave situación de las trabajadoras domésticas.
TRABAJADORAS DOMÉSTICAS EN INDONESIA
“Fui a la manifestación
en el estadio de Co-
nakri. Cuando llegó Jean
Marie Doré, se arrojaron
granadas de gas lacrimó-
geno, llegaron los “boi-
nas rojas” (uniforme de
la Guardia Presidencial),
abrieron fuego contra la
multitud en diferentes
partes del estadio. Traté
de subir a un muro, pero
un “boina roja” me vio y
me golpeó con su porra
mientras otro me dispa-
raba en las piernas. Tres
de ellos me llevaron ha-
cia los baños, arrastrán-
dome por el suelo. Uno
de ellos me violó mientras
que otro “boina roja” me
apuntaba con su arma a
la cabeza, y decía: ‘Así
que no quieres a (Mous-
sa) Dadis, pues te vamos
a matar, desgraciada’.
Después de violarme, me
dejaron allí. Me resulta-
ba difícil caminar, estaba
sangrando por la vagina.
Me daba vergüenza ha-
ber sido violada. Estaba
completamente desnuda
y sólo quería encontrar a
mis hijos.”
(Hawa)
Guinea. “Ellos me arrancaron la ropa con sus cuchillos y me dejaron completamente desnuda”. Voces de mujeres y niñas víctimas de violencia
sexual.
* Manifestantes y policía en el estadio de Conakri, Guinea. Septiembre de
2009. © Particular
VIOLENCIA SEXUAL A MANOS DE AGENTES DEL ESTADO EN GUINEA
La trampa del género. Mujeres, violencia y pobreza.
* Una mujer repatriada a Afganistán aprende apicultura. Habilidades como ésta
la permiten conseguir una cierta autonomía, pues de otra manera no tendría
manera de ganarse la vida. Afganistán. Septiembre de 2008. © UNHCR/R.
Arnold
La pobreza, para las mu-
jeres, es a la vez causa y
consecuencia de la violen-
cia. Las mujeres que su-
fren violencia física, sexual
o psicológica pierden in-
gresos y ven afectada su
capacidad productiva. La
violencia contra las muje-
res también empobrece a
sus familias, comunida-
des y sociedades. Por otra
parte, la pobreza hace que
les resulte más difícil en-
contrar la manera de esca-
par de relaciones abusivas.
Aunque la independencia
económica no las protege
de la violencia, el acceso a
recursos económicos pue-
de aumentar su capacidad
de hacer elecciones efec-
tivas. Una mujer que es
económicamente depen-
diente de su pareja puede
no ver una manera viable
de mantenerse y mante-
ner a sus hijos e hijas. Una
niña que queda embaraza-
da como consecuencia de
una violación puede verse
excluida del colegio, lo cual
disminuirá sus posibilida-
des de encontrar empleo y
asegurarse un futuro inde-
pendiente.
LA POBREZA: CAUSA Y CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA
* Marzia tiene 17 años y nació en Teherán durante el exilio de su familia de
Afganistán. Creció como refugiada en Irán y pudo acceder a una educación
que no hubiera estado a su alcance con el Gobierno talibán. Octubre de
2008. © UNHCR/R. Arnold
La trampa del género. Mujeres, violencia y pobreza.
La discriminación es uno
de los principales fac-
tores de la pobreza. En al-
gunos países la discrimi-
nación contra las mujeres
impregna la legislación,
y en otros, esta discrimi-
nación persiste pese a la
adopción de leyes de igual-
dad. Las mujeres no tienen
el mismo acceso que los
hombres a recursos y me-
dios de producción como
la tierra, el crédito y la he-
rencia. Las mujeres no re-
ciben el mismo salario
que los hombres, y la ma-
yor parte de su trabajo no
es remunerado. Las muje-
res a menudo trabajan en
labores informales, sin se-
guridad de empleo ni pro-
tección social. Al mismo
tiempo, se las sigue res-
ponsabilizando del cuida-
do de la familia y del hogar.
Ciertos grupos de muje-
res están especialmen-
te expuestas a la violencia,
como las que pertenecen
a minorías, las indígenas,
las refugiadas, las indigen-
tes, las recluidas en insti-
tuciones o en centros de
detención, las niñas, las
mujeres con discapacidad,
las ancianas y las mujeres
en situaciones de confl icto
armado.
DISCRIMINACIÓN: UNO DE LOS FACTORES PRINCIPALES DE LA POBREZA
* Una niña juega en las ofi cinas de una organización que provee de atención
médica básica y ayuda a mujeres y niñas sin recursos, Haití. 2008.
© Amnistía Internacional
“Había un hombre cor-
pulento, que era her-
mano del primer esposo
de la mujer. Dormía en
una habitación construida
en el patio, junto a la co-
cina donde dormía yo, ro-
deada de carbón, basura
y ratas. Una noche golpeó
en la puerta de la cocina y
me pidió que le preparara
algo para comer. Tuve que
levantarme y encender el
fuego. En ese momento
me dijo que si le chupaba
el pene me regalaría una
muñeca bonita. Me latió
con fuerza el corazón, por-
que tenía muchos deseos
de tener una muñeca que
veía a menudo de camino
al mercado. Lo hice, pero
nunca me dio la muñeca.
Quería tanto tener esa mu-
ñeca que se lo hice también
a otros […] pero la muñeca
nunca llegó.”
(Loransya, 8 años)
Se calcula que hay más
de 100.000 niñas cu-
yas edades oscilan entre
los 6 y los 17 años, tra-
bajando en el servicio do-
méstico en Haití. Lejos
de sus familiares y amis-
tades, y dependientes de
sus empleadores o de las
familias que las acogen,
estas niñas corren grave
peligro de que las some-
tan a abusos físicos y vio-
lencia sexual.
Vencer la pobreza y los abusos. Protejamos a las niñas
que trabajan en el servicio doméstico en Haití.
NIÑAS TRABAJADORAS EN HAITÍ
El 8 de agosto de 2002, alrededor de
las seis de la mañana, más de 3.000
mujeres de los grupos étnicos isekiri, ijaw
y urhobo se reunieron para protestar ante
las sedes de las petroleras SPDC y Chevron
Nigeria en Warri, en el estado del Delta.
Un grupo mixto de soldados y agentes de
la policía móvil empezó a golpearlas a las
seis de la tarde, sin mediar provocación,
sin aviso alguno por parte de ellos y sin dar
tiempo a que las mujeres, sentadas en el
suelo, se dispersaran. Las fuerzas de se-
guridad emprendieron el ataque lanzando
gas lacrimógeno, efectuando disparos al
aire y golpeando a las mujeres.
Por primera vez las mujeres de varios gru-
pos étnicos de la región del Delta del
Níger han dejado a un lado toda rivalidad
étnica y se han unido para reclamar mejo-
res condiciones de vida, indemnizaciones
apropiadas para las comunidades que vi-
ven en zonas de explotación petrolera, así
como medios de vida sostenibles para sus
familias.
Nigeria. Represión de las protestas de las mujeres en la región
productora de petróleo del delta del Níger.
* Mujeres junto a un pozo de petróleo que desde 2004 derrama crudo de forma
regular cerca de la comunidad de Ikot Ada Udo, en el Delta del Níger. Enero
de 2008. © Kadir van Lohuizen/NOOR
REPRESIÓN EN EL DELTA DEL NÍGER
* Una niña lleva una cesta de bocadillos para vender por la noche
frente al Palacio Real en Phnom Penh, Camboya. Enero de 2010.
© AP/PA Photo/Heng Sinith
Los periódicos de Camboya cada vez in-
forman de más casos de violación. Los
ataques contra niñas y las violaciones por
parte de grupos de hombres son habitua-
les. La ausencia de servicios adecuados
para víctimas de violación es un proble-
ma agudo, y refl eja la escasa condena so-
cial respecto a la violación y otros tipos de
violencia sexual. Las víctimas de violen-
cia sexual que tratan de buscar justicia se
encuentran con multitud de obstáculos:
por las actitudes discriminatorias que las
estigmatizan, por la inefi cacia de la po-
licía y los funcionarios judiciales, por los
inadecuados y –a menudo– indiferentes
servicios médicos y, en última instancia,
por un Gobierno que no ha reconocido la
urgencia de la situación.
Romper el silencio. Violencia sexual en Camboya.
VIOLENCIA SEXUAL EN CAMBOYA
* Una mujer lava ropa sobre los escombros de su casa devastada por el tsunami
en Galle, al sur de Sri Lanka. Enero de 2005. © UNHCR/N. Behring
Artículo 3. Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación Contra la Mujer, 1979.
Los Estados Partes tomarán en todas las
esferas, y en particular en las esferas
política, social, económica y cultural, to-
das las medidas apropiadas, incluso de
carácter legislativo, para asegurar el pleno
desarrollo y adelanto de la mujer, con el
objeto de garantizarle el ejercicio y el goce
de los derechos humanos y las libertades
fundamentales en igualdad de condicio-
nes con el hombre.
CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER
* Tablón de anuncios de un refugio para mujeres maltratadas. Estos refugios
son también lugares para el debate y la sensibilización, Dinamarca. 2006.
© Linda Horowitz
Caso cerrado. Violación sexual y derechos humanos en
los países nórdicos.
El sexo sin consentimiento con una
persona en estado de indefensión no
está defi nido como violación en el Códi-
go Penal danés, sino como abuso sexual,
y no es punible dentro del matrimonio.
Además, no se prevén penas por obte-
ner sexo sin consentimiento aprovechán-
dose de la dependencia o la enfermedad
mental de la víctima si ésta y el agresor
están casados.
El Código Penal danés también estipu-
la que, si el agresor contrae o continúa
el matrimonio o la relación de pareja de
hecho con la víctima después de la vio-
lación, hay motivos para reducir o condo-
nar el castigo.
VIOLACIÓN SEXUAL Y DERECHOS HUMANOS EN LOS PAÍSES NÓRDICOS
Erradicar la violencia doméstica en Albania: los próximos pasos.
“No se cómo será mi fu-
turo. Tengo 50 años y
me preocupa que nadie me
ayude. Estoy estudiando
para chef y también estoy
aprendiendo italiano. He
ido a los servicios sociales
para apuntarme a la bolsa
de trabajo, y también he so-
licitado un subsidio (tengo
reumatismo), pero es muy
difícil que te lo den si no
conoces a la gente adecua-
da. El momento más difícil
es cuando abandonas el re-
fugio, estás sola sin ayuda,
sin empleo, sin vivienda, y
es muy difícil hacer fren-
te a esa situación. Muchas
mujeres vuelven al fi nal a la
calle, justo donde empeza-
ron. El Gobierno tiene que
ayudar a las mujeres, quizá
con algún tipo de subsidio
social, o con viviendas de
renta baja.”
(Besa, abandonó a su
marido tras 29 años de
violencia)
* Lirie Neziri con sus cuatro hijos huyeron de su marido que la maltrataba.
Pasó una semana refugiada en el hospital de Pukë durmiendo en el suelo
y más tarde pasó a un centro social en Shkodër, Albania. Febrero de 2010.
© Balkan Web/TVNews24
VIOLENCIA DOMÉSTICA EN ALBANIA
* Joven víctima de abuso sexual en el centro de mujeres, donde ha buscado
refugio, Nicaragua. Octubre de 2008. © Amnistía Internacional
Demasiado jóvenes para morir. La mortalidad materna se cobra
la vida de una mujer cada minuto.
En Nicaragua, el aborto es ilegal incluso
en casos de violación, incesto o emba-
razo de riesgo para la mujer. Cada año,
en torno a 400 mujeres sufren embarazos
ectópicos [el feto se desarrolla fuera de la
matriz, en cuyo caso no puede sobrevivir]
peligrosos en Nicaragua, y sus vidas se ven
amenazadas a causa de esta legislación.
NICARAGUA: DEMASIADO JÓVENES PARA MORIR
«¡En qué idioma ten-
go que decirles que
me hagan caso, que están
golpeando, violando a una
muchacha!»
Segunda llamada telefóni-
ca a emergencias de una
testigo en el caso de Lilia
Alejandra García Andrade.
Las organizaciones de
mujeres han observa-
do repetidamente la ten-
dencia de las autoridades
a identifi car la violencia
contra las mujeres única-
mente como violencia en
el ámbito familiar, hacien-
do caso omiso de la vio-
lencia cometida en la co-
munidad. Los arraigados
fallos de las prácticas de
la policía, la fi scalía y los
tribunales que han facili-
tado la discriminación y la
impunidad en Ciudad Juá-
rez existen igualmente en
algunos otros estados. A lo
largo del Gobierno actual,
no ha habido una reforma
sustancial del sistema de
justicia penal. La víctima
o sus familiares, son los
que deben ofrecer pruebas
de un delito e identifi car
a los perpetradores antes
de que la policía y los fi s-
cales procedan a realizar
investigaciones serias.
Comité para la Eliminación de todas las
formas de Discriminación contra la Mujer
* Pancarta gigante con las manos de las personas que participaron en un
acto de AI que demandaba justicia para las cientos de mujeres asesinadas
en Ciudad Juárez y Chihuahua, Morelos. Agosto de 2003.
© Amnistía Internacional
DISCRIMINACIÓN E IMPUNIDAD EN MÉXICO
* Colegio Gharnata en al-Hartha, Basora, Irak. Mayo de 2003. © Amnistía
Internacional
Atrapadas por la violencia. Las mujeres en Irak.
En Irak, la posibilidad de conseguir for-
mación escolar, en particular más allá
de la escuela primaria, y otros títulos sigue
siendo menor para las niñas que para los
niños y, por tanto, éstas tienen menos po-
sibilidades de desarrollar su potencial en
todos los ámbitos relacionados con el em-
pleo. Esto se debe, en parte, a la falta de
protección y seguridad de mujeres y niñas
en los entornos educativo y laboral.
FORMACIÓN ESCOLAR EN IRAK
* Lanzamiento de la “Caravana de las Mujeres”, campaña de Amnistía Internacional
para poner fi n a la mortalidad materna en Sierra Leona. Septiembre de 2009.
© Amnistía Internacional
La violencia contra las
mujeres y las niñas es la
violación de los derechos
humanos más extendida
de nuestro tiempo. Las es-
tadísticas muestran que
se trata de una tragedia de
dimensiones mundiales,
que evidencia que en nin-
gún rincón del planeta los
derechos humanos de las
mujeres son garantizados.
Amnistía Internacional
quiere poner de relieve
la gravedad y la dimensión
universal del problema, y
conseguir que los Estados
asuman su responsabili-
dad ante estas violaciones
de derechos humanos que
no tienen excusa. Quere-
mos que las leyes de los
Estados consideren la vio-
lencia y los abusos hacia
las mujeres como delitos
graves, que se acabe con
la impunidad de sus au-
tores y que se repare a las
víctimas.
MUJERES Y DERECHOS HUMANOS
LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES NO PUEDEN QUEDAR IMPUNES.Amnistía Internacional hace campaña para defender los derechos humanos en todo el mundo.
Tú también puedes hacerlo. Únete a nuestro movimiento internacional.
El mundo necesita gente dispuesta a marcar la diferencia. Sólo hace falta tener la convicción de que los derechos humanos están por encima de todo. Y saber que la suma de miles de pequeñas acciones individuales puede mejorar la vida de las personas en riesgo.
Hay muchas formas de participar, seguro que alguna te va. Aunque tengas poco tiempo.
¡ACTÚA! ¡SÚMATE! www.actuaconamnistia.org
902 119 133 • 91 310 12 77
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