Descubre el poder que tienen tus pensamientos
Etapa 1
Cuando comencé mi propio proceso de reinvención nadie me dijo que en
ocasiones podría ser bastante doloroso.
Quiero compartir contigo la historia del águila real.
El águila real americana es el ave que posee mayor longevidad dentro de su
especie, llega a vivir hasta 70 años. Pero para llegar a esa edad, en el ecuador
de su vida tiene que tomar una serie y difícil decisión.
A los 40 años sus uñas curvas y flexibles son tan largas que no consigue agarrar
a las presas de las cuales se alimenta, su pico alargado y puntiagudo comienza
a curvarse apuntando contra el pecho peligrosamente y sus alas, envejecidas y
pesadas por las gruesas plumas, hacen que volar sea una tarea muy complicada.
Es entonces cuando el águila tiene que tomar una decisión entre dos
alternativas: dejarse morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que
durará cerca de ciento cincuenta días.
Este proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un
nido próximo a una pared, donde no necesite volar. Entonces, el águila ya
refugiada comenzará a golpear su pico contra la pared hasta conseguir
arrancarlo; una vez apuntado tendrá que esperar a que nazca un nuevo pico con
el cual, después, tendrá que arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, será el momento para
desprenderse de sus viejas plumas arrancándoselas con su nuevo pico.
Después de cinco meses muy duros donde vuelve a tener un pico fuerte y joven,
plumas brillantes y sedosas y uñas útiles, el águila real saldrá victorioso
ejecutando su vuelo de renovación y a partir de entonces dispondrá de 30 años
más de vida, los años más gloriosos.
Estos momentos existen.
Momentos en los que la vida nos invita a detenernos, reflexionar y volver a
encontrarnos para reconocer qué cosas ya es tiempo de dejar ir, qué cosas
nuevas necesitamos y qué rumbo deseamos seguir.
“Cualquier pequeño cambio positivo en tu manera de pensar puede comenzar a
desenredar el problema más enorme.”
Louise Hay
Mi proceso personal comenzó cuando descubrí el poder que tienen nuestros
pensamientos. Ésta ha sido una de las puertas más importantes que he abierto
en mi vida, las puertas a una vida despierta, una vida con conciencia.
Cada vez que me cruzo con personas que aún hoy lo desconocen, me auto
motivo para hacer algo y transmitirlo. Creo que es un conocimiento que debería
estar al alcance de todas las personas que desean transformar sus vidas y por
alguna razón se sienten imposibilitados a hacerlo.
No creo en la casualidad, creo en la causalidad, de modo que si estás ahora
leyendo esto es porque era el momento perfecto para que ambas nos
encontráramos a través de este mensaje y es Tu momento para conocer el poder
que guardan tus pensamientos.
Hace ya algunos años fui a un curso de meditación, el primero que hacía en mi
vida, tanto que ni siquiera recuerdo qué fue lo que me impulsó en aquel momento
para ir. Creo que existe una fuerza interna que de vez en cuando aparece y toma
el mando de nuestras decisiones. Ésta fue una ocasión en la que me vi
impulsada a descubrir alternativas. Allí la maestra nos habló muy amablemente
de los tipos de pensamientos que teníamos. Lo recuerdo perfectamente, eran 4:
los inútiles, los prácticos, los negativos y los positivos.
Los prácticos serían, según ella, los efectivos… ¿Sabes? Esos que piensas y
actúas sin más. Por ejemplo…piensas en ir a comprar algo y vas y lo haces, y
se terminó.
Los inútiles son aquellos que rondan por la mente y molestan. Es decir, son
pensamientos que no te ayudan a seguir hacia adelante más bien te detienen y
te hacen dudar.
Los negativos son los tipos de pensamientos que hacen que empieces a sentirte
mal, que no solo hacen que aparezcan emociones como el miedo, el enfado, la
culpa, sino que las alimentan. Lejos de arreglar tu vida, te la desajusta.
Y los pensamientos positivos, como su nombre lo indica, son pensamientos que
te invitan a creer en que las opciones existen, aún en las situaciones más
complicadas. Te ayudan a encontrar otras respuestas…respuestas que te hacen
hacer cosas diferentes y por lo tanto obtener resultados diferentes.
Cuando salí de este curso mi cabeza hizo clic, “ese clic” que tantas veces había
escuchado y que no tenía ni idea de lo que significaba.
Clic significa despertar, salir de la ilusión automática en la que solemos vivir.
Significa descubrir que el cerebro es maleable y que, si le damos la orden, puede
crear nuevas redes neuronales en cualquier momento y a cualquier edad. Redes
que contengan información empoderante, fresca, y que nos abra puertas en lugar
de cerrarlas.
Quería saber más, así que comencé a investigar sobre el tema y continúe
descubriendo cosas de las que no me habían hablado en el colegio. Todo el
tiempo estamos pensando, la mente nunca se detiene. No sé cómo habrán
contado los pensamientos pero los estudios dicen que tenemos más de 50.000
pensamientos diarios. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? La mente, todo el
tiempo está pensando y pensando, la cuestión es ¿en qué?
¿Lo sabes?
¿Sabes en que estás pensando ahora mismo? ¿Mientras vas al trabajo?
¿Mientras te duchas?
No hemos aprendido a vivir presentes, a estar despiertos en cada color, aroma,
gesto o abrazo, pero podemos aprender a hacerlo.
“Vive de tal forma que al mirar hacia atrás no lamentes haber desperdiciado la
existencia. Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni
desees haber actuado de otra manera. Vive con sinceridad y plenamente.
Vive”.
Elisabeth Kübler Ross en Una vida plena
Deshaciendo el pensamiento negativo
La mayoría de las cosas que pensamos pertenecen a recuerdos del pasado y
también a previsiones de lo que pasará en el futuro. Y además, los estudios
afirman, que la mayoría de las cosas que pensamos son negativas y de baja
frecuencia energética, es decir, que sin saberlo, mantenemos durante mucho
tiempo en nuestra mente pensamientos que nos debilitan y paralizan.
Cuando comencé a interesarme en este tema me di cuenta que me percibía a
mí misma separada, es decir, desconocía por completo la relación que existe
entre la mente y el cuerpo.
Candace Pert en su investigación del funcionamiento del cerebro, da nombre de
neuropéptidos a los «mensajeros químicos» que viajan por el cuerpo siempre
que tenemos un pensamiento o decimos una palabra.
Así, por ejemplo, cuando los pensamientos son de rabia, negativos, de queja,
decepción, culpa… las substancias químicas (mensajeros) que produce el
cerebro como respuesta a ese pensamiento deprimen nuestro sistema de
defensa. Nos debilitamos, perdemos fuerza, vamos perdiendo las ganas.
En cambio, cuando nuestros pensamientos son de amor, positivos, felices y
abundantes, el cerebro produce otras sustancias (otros mensajeros) como
respuesta, unas que nos dan vida, fuerza, energía y motivación.
Esta es la relación que existe entre nuestra mente y nuestro cuerpo: lo que
pensamos de algún modo impacta en nuestro cuerpo, en nuestro estado de salud
y en nuestra energía.
Por ello, creo que dicen que todo comienza con un pensamiento, no lo es todo
pero coincido que todo comienza en la mente, por tanto entiendo que es allí
donde tengo que ir cuando deseo cambiar algo en mi vida.
En la vida todo es un resultado, un efecto.
La ley de la causa y efecto es una ley universal que si la utilizas podrás realizar
los ajustes que necesites en tu vida. Como todas las leyes universales funcionan
siempre, da igual que las usemos o no.
“Imagínate un árbol. Supongamos que representa el árbol de la vida. En él hay
frutos. En la vida a nuestros frutos se los denomina nuestros resultados. Pero
miramos los frutos (nuestros resultados) y no nos gustan: no hay suficientes,
son demasiado pequeños o no saben bien.
Entonces, ¿Qué tenemos tendencia a hacer? La mayoría de nosotros pone aún
más atención y concentración en los frutos, en los resultados. Pero ¿qué es lo
que en realidad crea esos frutos concretos? Lo que crea esos frutos son las
semillas y las raíces. Es lo que hay bajo el suelo lo que crea aquello que está
por encima de este. Lo que no se ve es lo que crea lo que se ve.”
Harv Eker.
La causa, el origen de nuestros resultados se encuentra en nuestra mente.
No solo son los pensamientos que mantenemos al día, sino las creencias y la
información que hemos recogido durante todo nuestro crecimiento de cómo se
supone que son las cosas: Lo que creemos acerca del dinero, del amor, de la
salud, de las relaciones, todas esas ideas no las podemos ver pero están, se
encuentran todas en nuestra mente archivadas.
Esa información es la que nos ayuda a percibir, a comprender, a interpretar y a
responder en la vida. De una u otra forma, lo que pensamos crea un resultado
en nuestra realidad. Por ello, se dice que si no nos gusta algo en nuestra vida,
tenemos que cambiar la información que tenemos respecto a ella.
¿Cómo hacemos entonces para cambiar esa información verdad?
Si bien es cierto que siempre podemos elegir nuestros pensamientos, es
importante aprender a desactivar el piloto automático. Nuestra mente tiene un
funcionamiento automático del que nosotros no somos muy concientes.
No es que seamos robots pero lo cierto es que hacemos muchas cosas durante
el día sin darnos cuenta, lo hacemos por inercia. Creo que el inconsciente es un
gran acumulador de hábitos, buenos y malos, esa parte de nuestro cerebro
acumula todo porque lo que quiere es facilitarnos la tarea de tener que empezar
de cero cada vez que queramos hacer cualquier cosa.
¿Me explico?
Cuando conducimos, abrimos una puerta, nos lavamos los dientes… ¿te
imaginas tener que aprender una y otra vez lo mismo? Sería bastante tedioso,
por ello, el inconsciente tiene esa tarea: facilitarnos la vida. Va acumulando
información de todo tipo a medida que crecemos para ayudarnos a
desenvolvernos en el mundo.
Pero esta información no es neutral. Es información teñida de formas y colores.
Cuando nacemos nuestra mente se encuentra en un punto “cero”, es decir:
limpia de hábitos y de información exterior.
A medida que crecemos vamos recibiendo información de cómo hacer las cosas,
cómo responder, cómo saludar, cómo cruzar la calle, cómo asearnos…,
obviamente, ésta información la vamos adquiriendo de todas las personas que
nos rodean y de la cultura en la que crecemos.
Cuando una información se repite en varias ocasiones, se crea lo que
conocemos como un hábito, a medida que crecemos vamos adoptando y
memorizando muchos hábitos, formas de hacer las cosas, conductas,
reacciones emocionales, respuestas condicionadas y formas de percibir lo que
nos pasa en la vida diaria que se quedan archivadas y programadas en nuestras
mentes, específicamente en el inconsciente.
Allí se alojan, por ejemplo, la forma en conducimos el coche, lo que pensamos
acerca del dinero, las ideas sobre los hombres y las mujeres, el nivel de
confianza que tenemos sobre nosotros mismos, lo que consideramos como
correcto y como incorrecto…
Toda esta información es la que hoy utilizamos para responder a nuestros
problemas y a nuestros deseos, ella determina en gran medida la forma en que
percibimos lo que nos pasa, lo interpretamos y la forma en la que vamos a actuar
en cada situación.
Quiero compartir dos historias diferentes que me ayudaron mucho a comprender
la ley de la causa y efecto.
Deseo compartir una experiencia del Dr. Clifton Meador, para explicar un poco
más este concepto. “En 1974, a Sam Londe, un vendedor de zapatos jubilado,
le fue diagnosticado un cáncer de esófago. Por aquel entonces, este tipo de
cáncer era aceptado como letal. El paciente apenas duró unas semanas.
Posteriormente, la autopsia mostró que el paciente tenía indicios de cáncer en el
hígado y en el pulmón, pero no en el esófago, la supuesta causa de su muerte.
Y en cualquier caso no tenía los suficientes como para matarlo. ¿Cómo es
posible que falleciera, entonces? Se podría decir que había fallecido de su
creencia en ese diagnóstico. Esta historia demuestra que nuestros pensamientos
y creencias afectan nuestra realidad…” (Extracto del libro Vivir con abundancia de Sergio
Fernandez. Fuente original: capítulo el programa del Discovery Health Channel en el año 2003 titulado
Placebo: la mente sobre la medicina)
También leí en una entrevista a las hijas de Walt Disney que el periodista le
comentó: “¡Si tu padre hubiera podido ver todo esto!”. Y ella le respondió: “Si tú
lo ves hoy, es porque él lo vio primero”.
Él lo vio y lo convirtió en un resultado, un una realidad. ¿Crees que él pensaba
que no era posible crear Disney World? ¿O crees que toda la información interior
que poseía tenía más bien que ver con las posibilidades? Seguramente habrá
tenido problemas, todos los tenemos, sin embargo sus ideas y creencias internas
le invitaron a no rendirse, a confiar y hacerlo una realidad.
De adentro hacia afuera
Hace un tiempo atrás era de las que pensaba que la culpa de todos mis males
era de alguien o algo externo. Así, por ejemplo si mis ingresos no eran los que
deseaba era porque en mi País estábamos atravesando una crisis muy grave o
porque no me ayudaban o porque no había trabajo… ¿te has dado cuenta? Yo
nunca estaba implicada, siempre encontraba la excusa perfecta en algo o alguien
externo.
Lo cierto es, como digo en muchas ocasiones, que esta actitud nos resta poder.
Nos quita la posibilidad de hacer algo porque nos quedamos como a la espera
de que ocurra un milagro o de que alguien venga a rescatarnos para que así se
solucionen las cosas y no sintamos más dolor.
Esto sucede todo el tiempo, si no tenemos una pareja la razón que encontramos
es que “todos los hombres” no quieren relaciones serias. Si tenemos unos kilos
de más, el problema es que las dietas no funcionan…Casi todo el tiempo
buscamos afuera la solución a nuestros problemas y obstáculos. Y esta es la
razón de que siempre, antes o después, nos encontremos parados en el mismo
lugar de siempre.
Cuando aprendí a ver mi vida como resultados comencé a recuperar cierto
poder, aunque al principio me enojé mucho con esto, porque de alguna forma
creo que el pensar que alguien tenía la solución a mis problemas era más fácil,
o por lo menos, eso creía yo en aquel momento. Sin embargo, nada más lejos
de la verdad.
Si algo en tu vida no termina de convencerte, si los resultados que estas
experimentando no te satisfacen busca cambiar las causas. Revisa las ideas y
los pensamientos, revisa los hábitos y la información que están archivados en tu
mente y que continúan ofreciéndote resultados que ya no quieres. Así podrás
cambiarlos. Soltar la información vieja, esa que huele a rancio e incorporar nueva
información.
¿Alguna vez has plantado semillas?
Primero tienes que remover la tierra, quitar las malezas y luego plantar tus
semillas. Luego regar y aguardar con amor y paciencia, que tu semilla crezca y
se convierta en flor, tomates o incluso en un hermoso árbol.
Con las creencias sucede lo mismo:
Primero tienes que quitar las que no te sirven, para ello tienes que conocer qué
información es la que te está limitando.
Por lo general las creencias que necesitas eliminar, las que llamamos creencias
limitantes, aparecen cuando queremos hacer algo y no nos animamos o
sentimos que no valemos o que no lo conseguiremos, por ello se les llama
limitantes porque deseamos algo pero una vocecita interior aparece para
estancarnos o hacernos “creer” que no podemos. Cuando aparezca, déjala que
salga, esta es la forma más sencilla que encontré para liberarme de las creencias
pasadas de moda.
A continuación hazte cuatro preguntas (del método The Work, de Byron Katie):
¿Esa creencia que tienes es completamente cierta?
¿Cómo sabes que es cierta?
¿Cómo es mi vida con esa creencia?
¿Cómo sería mi vida sin esa creencia?
Estas preguntas harán que las ideas se movilicen. Deja que todo salga a la luz,
recuerda que no podemos cambiar lo que no conocemos.
Entrega a la vida toda la información antigua. Esas ideas, hábitos y
pensamientos que te detienen y debilitan. Suelta todo lo que sientas que No te
sirve para resolver tus problemas, tomar decisiones, cambiar de trabajo,
aumentar tus ingresos, conocer el amor, viajar o sentir paz interior…
Todo es energía.
A la hora de cambiar una información por otra puede que te ayude otra ley
universal, a mí me ayudo bastante y es la ley de la vibración.
“..La física cuántica ha demostrado que si observas un objeto, cualquier objeto
con un aparato especializado podrás observar que de la materia se llega al
átomo, del átomo a las partículas subatómicas, de las partículas subatómicas a
los paquetes de onda energética, y de los paquetes de onda llegas a las
vibraciones…”
“Max Planck en 1944, Premio Nobel, dijo: Toda materia tiene su origen y existe
en virtud de una fuerza. Debemos presuponer la existencia de un Mente
inteligente y consciente tras esa fuerza. Esta mente es la matriz de toda la
materia.”
Todo es energía, en distintas vibraciones y formas. Si tu miras con un aparato
especializado cualquier objeto te darás cuenta de que eso que ves cómo algo
sólido está compuesto de energía. Los colores son energía y tienen distintas
vibraciones, las piedras, los objetos y los sonidos. Te recomiendo ver la película
¿Y tú qué sabes?, te ayudará a ampliar tu perspectiva y comprender mucho
mejor la idea de que todo es energía.
Nosotros somos energía. Cada uno de nuestros pensamientos, creencias,
emociones y palabras también son energía, y emiten diferentes vibraciones.
Por ejemplo, si pensamos en frases como: …“no lo conseguiré” “no voy a
encontrar trabajo” “mi vida es muy dura”…, ¿qué tipo de vibraciones crees que
emitiremos?, nuestras vibraciones serán baja frecuencia energética, aunque no
hay que ser científicos para darnos cuenta de ello, basta con pensar en este tipo
de frases o comentarlas con alguien más para comenzar a sentirnos mal, dar
lugar a emociones como el miedo, la tristeza, el enojo o la culpa y empezar a
notar cómo nuestra energía se debilita. ¿Verdad?
Por el contrario, si elegimos pensamientos felices, como por ejemplo:… “estoy
en proceso de conseguirlo”, “tengo fe que todo saldrá bien”, “estoy decidida”,
“tengo todo lo que necesito”…, nuestras vibraciones serán de Alta frecuencia y
eso dará lugar a que nuestra energía y vitalidad aumenten.
Lo semejante atrae lo semejante
Así llegamos a otra Ley maravillosa y Universal: la ley de atracción.
Si piensas en lo que no tienes o piensas que no eres lo suficientemente bueno
como para lograr lo que te propones, ¿Qué tipo de resultados crees que atraerás
a tu vida?
Si tus pensamientos y sentimientos son de miedo y de duda, por ejemplo,
emitirás vibraciones de baja frecuencia energética, tu sistema interno se
debilitará, comenzarás a sentirte mal y empezarás a alimentar tu estado con
pensamientos limitantes. De ésta forma atraerás resultados de igual vibración,
es decir, resultados que aumenten tu falta, tus miedos y tus dudas.
La vida es un reflejo de tu estado interno.
Tu puedes deseas un trabajo mejor, o una pareja perfecta. Pero piensas que las
oportunidades son mínimas por la crisis del País o crees que la pareja perfecta
no existe. Y luego te encuentras con alguien que sí ha conseguido un gran
trabajo o la pareja de sus sueños, y entonces te sientes mal porque tú aun no lo
has conseguido, entonces tus vibraciones son de carencia porque aún no lo
tienes. Entonces, por mucho que desees un buen trabajo, si piensas que no eres
capaz o que no hay demasiada oferta, no lo vas a conseguir.
En coherencia
Si eres una persona incrédula puede que dudes aún de todo lo que estamos aquí
conversando y la verdad es que solo con decir frases bonitas no vamos a
cambiar nuestros resultados. Ni tampoco es que atraigamos como si tuviéramos
una varita mágica lo que deseamos a nuestra vida. Esto tiene una explicación,
verás.
Perdona si repito algunos conceptos pero la verdad es que yo he tenido que
repetir mil veces las cosas y leer mil veces los mismos textos para poder
acercarme a estas nuevas ideas y hacerlas parte de mí, por ello, lo considero
indispensable, en algunas ocasiones, repetir algunas cosas.
Todo es energía: pensamientos- creencias- emociones- palabras-actos….Si
todo esto no se encuentra en perfecta coherencia no podremos obtener los
resultados que deseamos. Y no me refiero a que los resultados se deformen un
poco de la idea original, esto es algo normal porque formamos parte de un
proceso en cambio y de una armonía universal que dispone que cada cosa
ocurra en el momento perfecto.
Cuando hablo de coherencia me refiero a la importancia de equilibrar nuestro
mundo interno, de pensar, de sentir, decir y hacer en una misma dirección. Para
que así, las vibraciones trabajen al unísono y de esta forma la vida se abra paso
y podamos disfrutar de los resultados que deseamos.
El puente entre tus deseos y la manifestación, es la acción repetida. Esta es
nuestra parte para que la vida se abra paso, para que los resultados que
deseamos comiencen a manifestarse en nuestra realidad.
Creo que todos tenemos problemas, forman parte de la vida. La diferencia, entre
los que ya están disfrutando de la vida de sus sueños y los que no, es que a
pesar de los problemas y los miedos continúan hacia adelante porque eligen en
su interior los pensamientos, las emociones, las palabras y las acciones que les
ayudan a conseguirlo.
¿Qué hacer cuando me siento mal, cuando a pesar de los intentos las cosas
no salen?
Voy a enseñarte un método muy sencillo que aplico cuando mi mente se vuelve
rebelde.
Es muy probable que experimentes recaídas, piensa que has actuado de una
forma determinada hasta el día de hoy y que ahora empiezas a disciplinar tu
mente para crear nuevos hábitos que te ayuden a vivir una vida plena y
consciente. De modo que sí, es muy probable que te caigas algunas veces, es
muy posible que lo mismo de siempre, la comodidad y los miedos hagan acto de
presencia y no quieran marcharse.
Es fácil detectar cuando estamos con poco ánimo para comenzar el cambio, o
cuando una actitud nos limita o una costumbre nos arrastra hacia atrás.
Cuando esto sucede aplico 3 pasos muy sencillos:
1) Toma conciencia.
Date cuenta cuando te encuentras pensando en algo que no te hace bien,
cuando no encuentras soluciones, o cuando no logras salir del lugar en que
estas.
Es importante comenzar a encontrarse con uno mismo. Cuando comencé a estar
más presente y decidí dejar de actuar por inercia, me encontré con una
revolución de pensamientos y emociones que navegaban dentro de mí sin que
nadie hiciera nada al respecto.
Una de las formas de detectar cuando estamos pensando en lo mismo de
siempre es cuando nos encontramos a nosotros mismos quejándonos sobre algo
o alguien. Ese es el momento de frenar.
2) Acepta, Respira y Suelta.
Una vez que nos volvemos presentes, llega el momento de aceptar, soltar y
volver a elegir.
Aceptar es reconocer lo que sucede dentro de ti y lo que está sucediendo en tu
vida.
Nada es bueno ni malo simplemente existe, simplemente es. Aceptar no es
sinónimo de conformarse o de pensar que no queda otra opción u otra forma de
vivir. Aceptar es confiar en la sabiduría de la vida y fluir reconociendo que todo
forma parte de tu existencia.
No se puede aprender sin errores
No se consigue un sí sin antes experimentar muchos no
No se valoran las alegrías profundamente si no abrazamos las tristezas
No se puede encontrar soluciones si no experimentamos problemas
Creo que cuando aprendemos a aceptar y a soltar, aprendemos a dejar de
torturarnos con los errores, dejamos de temer decir que no o dejamos de tener
miedo a que nos digan que no. Cuando aceptamos y soltamos abrazamos la
tristeza, el enojo, o el miedo, lo reconocemos y lo soltamos, no nos quedamos
atrapados en estas emociones. Cuando aceptamos y fluimos aprendemos que
los problemas no se pueden evitar porque forman parte de la vida, lo que sí
podemos es pensar en soluciones, vernos a nosotros mismos como los
arquitectos de nuestras propias vidas y encontramos la paz mental y el equilibrio
en cada momento de nuestra experiencia.
Empieza lentamente a soltar las ideas, pensamientos y emociones que guardas
en tu interior y que sientes que no te sirven para ser feliz.
Ideas que alimenten el victimismo, el creer que no puedes hacer nada, los juicios,
los miedos infundados y paralizantes, la desconfianza o la idea de creer que tu
forma de percibir lo que te está ocurriendo es la única forma que existe.
Es importante comenzar a observar lo que ocurre en nuestro interior. Entrar en
contacto con nuestra respiración y volvernos presentes.
Hazlo ahora mismo.
¡Sí! ¡¡¡Ahora!!!
Cierra tus ojos y haz un paréntesis.
Respira profundamente, deja el aire entrar en tu cuerpo, conecta con cada
rincón de ti.
Si sientes dolor físico o emocional, lleva la respiración hasta allí.
Imagina que el aire entra y lentamente va disolviendo tus bloqueos internos.
Imagina que el aire representa el amor infinito y profundo de la vida.
El amor que habita dentro de ti. El amor es lo único real.
Respira todas las veces que lo necesites.
Cuando sientas equilibrio en tu interior, entonces llega el último paso:
3) Enfoca tu atención. Dirige tu energía.
Así llegué a trabajar con otra ley universal: La ley del Enfoque.
Aquello en lo que ponemos nuestra atención, allí dirigimos nuestra energía,
seamos conscientes o no de ello.
Hay un juego que me gusta mucho porque refleja muy bien la idea que transmite
esta ley:
Levanta la vista ahora mismo y observa todas las cosas que veas de color
blanco. Observa tranquilamente, mira a tu alrededor, todos los objetos que haya.
Hazlo ahora mismo por favor, en el mismo lugar donde te encuentres.
¿Lo has hecho? ¡Bien!
Ahora dime por favor sin mirar ¿Cuántos objetos de color azul hay?
Si vas por la vida enfocada en el color blanco, difícilmente veas todas las cosas
de color azul que existen en la vida.
En el mundo existen demasiadas cosas que observar, demasiados estímulos,
entonces, nuestra mente elige, elige por defecto, sino le damos una orden clara,
prestará atención automáticamente a aquellas cosas que ocupan tu mente.
Entonces, por ejemplo, si hablamos y pensamos en situaciones dolorosas,
recuerdos difíciles, pensamientos repetidos cargados de miedos e
inseguridades, nuestra mente llevará nuestra atención hacia las experiencias
que nos reflejen y devuelvan lo mismo que lo que estamos pensando.
Sin darnos cuenta, nos estamos cerrando a las posibilidades que existen en cada
instante de nuestras vidas. Esas posibilidades están ahora flotando a nuestro
alrededor aunque no seamos capaces de apreciarlo.
Cambiar el foco
Disciplina tu mente y enséñale a enfocar.
Realiza acciones que te ayuden a sentir el equilibrio.
Elige pensamientos de aliento.
Respira de vez en cuando de forma profunda y consciente.
Recuerda:
1- Toma consciencia cada vez que puedas.
2- Acepta, respira y suelta lo que está vencido
3- Enfoca tu atención en pensamientos buenos, motivadores y que te
ayuden lentamente a retomar tu equilibrio y tomar el impulso que
necesitas para disfrutar plenamente de tu vida.
¿Y ahora que terminé de leer qué hago?
Plan de Ejercicios
1- Comienza a Observar tus pensamientos. Vuélvete cada día más
consciente.
Comienza a observar cada día los pensamientos que tienes.
Vigila los pensamientos que mantienes en tu mente.
Habla contigo misma y hazte las siguientes preguntas:
¿Qué tipo de pensamientos tengo en este momento?
¿Lo que estoy pensando me aporta paz o caos?
¿Mis pensamientos me hacen sentir mal o bien?
2- Ordena tu mente. Deja de preocuparte y comienza a ocuparte
La preocupación lo único que hace es paralizarte y hacer que aparezcan
síntomas de estrés. Imaginamos muchas cosas que aún no han pasado y lo que
sucede es que en lugar de sentir estrés por algo que nos está sucediendo en
este momento, activamos el estrés por situaciones que aún no han sucedido. Tu
mente no reconoce la diferencia entre si lo que estás pensando es algo real o te
lo estas inventando. Y se activan las mismas respuestas automáticas de
siempre.
Por ello es tan importante revisar de vez en cuando las cosas en las que
pensamos y hacer una limpieza.
Haz una limpieza interior para que tu energía comience a fluir y tus
problemas comiencen a resolverse.
Haz una lista de todas las cosas que te preocupan, no importa el orden de
importancia de las preocupaciones, eso no nos importa.
Si reflexionas algunos minutos sobre todos las preocupaciones que tienes
notarás que muchas de ellas no dependen de ti para resolverlas. Por ejemplo, a
veces nos preocupa algo que le ocurre a algún familiar, o nos preocupa la
educación o la situación laboral del país, en estos casos nosotros no podemos
hacer nada al respecto porque no tiene que ver con nosotros y tampoco podemos
hacer nada para solucionarlo.
Entonces cuando ordenamos nuestra mente, hacemos limpieza, lo que hacemos
es priorizar y ocuparnos de lo que verdaderamente es importante para cada uno
de nosotros.
Cuando ordenamos nuestras ideas, nuestra energía interior comienza a fluir.
Durante el día pensamos en muchas cosas, yo era una de esas personas que
se preocupaba por la injusticia, la pobreza, el mal reparto del dinero, la
educación, hasta que aprendí a priorizar.
Lo hice con este simple ejercicio.
1. Hice una lista de todas las cosas que me preocupaban.
2. Luego las clasifique, determinando aquellas cosas sobre las que sí podía
hacer algo para ocuparme y aquellas que no.
Si mi trabajo no me gusta y este es un pensamiento que ocupa un espacio de mi
mente, entonces, yo sí puedo hacer algo al respecto: puedo buscar otro empleo,
formarme, inspeccionar la idea de emprender… Este es un tema sobre el que sí
puedo hacer algo.
Si me preocupa el fracaso escolar o la pobreza del mundo, por ejemplo, estos
son aspectos sobre los que no tengo control.
Si me preocupa la vida de algún familiar, este es otro aspecto en el que no tengo
control. No podemos decidir por nadie, solo podemos tener control cuando
volvemos la mirada hacia nosotros mismos.
¿Me explico?
Venga, vamos a intentarlo.
1- Haz una lista con tus pensamientos. Todos los que tengas habitualmente.
Puedes tener una libreta a mano y escribir cada vez que te vuelvas
consciente de algún pensamiento.
2.- Una vez que tengas tu lista. Observa lo que has escrito y de una forma
presente y consciente clasifica. Es muy importante vigilar lo que ocurre dentro
de nosotros. Entonces, verás que hay pensamientos a los que podemos
encontrar una solución y ponernos en marcha.
Y otros pensamientos que son importante dejar ir, soltar. Son aquellos
pensamientos, preocupaciones o problemas sobre los que no podemos hacer
nada porque simplemente no dependen de nosotros.
Bajo mi control:
Sí Puedo hacer algo para
resolverlo porque depende de
mi
Fuera de mi control:
No puedo hacer nada para
resolverlo porque no depende
de mí.
3- Una vez que te das cuenta de qué cosas son las que sí tienen que ver
contigo, aquellas situaciones que sí puedes solucionar, entonces, pasas
al último paso:
¿Qué cosas puedes comenzar a hacer para solucionar tu problema?
Deja volar tu imaginación, no emitas juicios, no pienses si estará bien o mal.
Déjate llevar por tu intuición y tu voz interior. Escribe con amor todas las acciones
que tu sientes que puedes hacer para ir resolviendo todo aquello que te
atormenta.
Recuerda:
1- Vuélvete consciente y presente: Comienza a darte cuenta en qué
piensas.
2- Clasifica. No todo está bajo tu control ni depende de ti.
3- Sobre las cosas que sí puedes hacer algo, elige la más importante y
piensa qué cosas podrías hacer para solucionarlo.
4- ¡Hazlo!, y si no sale bien a la primera, vuelve a intentarlo con otra
opción.
“Obtienes aquello en lo que piensas, tanto si lo deseas como
si no. Una vez que empieces a ser consciente de aquello a lo que le estas
prestando atención, recobrarás el control de la experiencia de tu vida.
Cuando tengas ese control, volverás a recordar que no hay nada que
desees que no puedas conseguir, y que no hay nada que no quieras que
no puedas liberar de tu experiencia.”
Esther y Jerry Hicks.
3. Fluye.
Escucha las meditaciones que tienes a tu disposición. Cada día una y
comenzarás a experimentar todos sus beneficios.
Acuérdate de soltar el vaso
Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo
esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo,
preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250
gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante. Depende
de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo
sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se
entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo.
Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se
vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el
resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa
nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos
toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.”
¡Acuérdate de soltar el vaso!
Si deseas comentarme tus reflexiones y tus dudas o consultar algún aspecto
especial, puedes ponerte en contacto conmigo escribiéndome a
¡Muchas gracias!
Natalia Ignaccolo
Terapeuta y guía de desarrollo personal.
www.nataliaignaccolo.com