Buenas tardes, gracias por asistir y acompañarnos en este acto.
Nos acompañan en esta conferencia Sergi Bernal autor del proyecto fotográfico
que hemos inaugurado y del libro sobre las fosas de la Pedraja. Y Francisco
Etxeberria antropólogo y médico forense director de las exhumaciones realizadas
en las fosas de la Pedraja.
Gracias también a ellos por intervenir en esta conferencia.
A mi ya me conocéis soy Miguel Ángel Martínez Movilla representante de la
Agrupación de Familiares de las Personas Asesinadas en los Montes de la Pedraja.
Esta Agrupación de familiares se constituyó en diciembre de 2008 para hacer todos
los trabajos necesarios hasta llegar a identificar y dar digna sepultura a nuestros
familiares.
Esta es la primera vez que se habla de este tema en un acto público en Briviesca,
un tema tan sensible para unos y tan olvidado para otros. Pero es una realidad que
pertenece a nuestra historia moderna, el próximo 18 de julio se cumplirán 77 años
desde que empezó aquella tragedia.
Es una casualidad que en este mismo edificio y en este mismo salón estudié
bachiller en los años 60, junto con mis amigos y conocidos de Briviesca, y digo
esto porque todavía recuerdo que distinta era aquella historia de España que nos
contaron.
El motivo y finalidad de este acto es honrar la memoria de nuestros familiares
asesinados en los primeros meses de la guerra civil española.
La procedencia de nuestros familiares que conocemos con nombre y apellidos es
de los siguientes municipios:
Bañuelos de Bureba
Barrios de Días Ruiz
Briviesca
Burgos
Cameno
Castañares de Rioja
Ezcaray
Frías
Herramelluri
Layva
Miranda de Ebro
Monasterio de Rodilla
Pancorbo
Quintanaloranco
Quintar de la Sierra
Santa Cruz del Valle
Santa María Rivarredonda
Santa Olalla de Bureba
Santa domingo de la Calzada
Tormantos.
De Briviesca conocemos con nombre y apellidos a 28 personas
Es tremendo escuchar las circunstancias de cómo se produjeron aquellas
detenciones, secuestros torturas, vejaciones públicas etc. por parte de elementos
exaltados que solían vestir camisa azul.
Aquello ocurrió en este pueblo, en sus calles, plazas y domicilios particulares
donde sin mediar palabra y por el simple hecho de ser dueños de sus ideas eran
arrancados de sus familias por la fuerza y con amenazas.
Desenterrando el silencio es el título que ha dado nuestro amigo Sergi a este
proyecto. Son tres sencillas palabras que unidas en esta frase “desenterrando el
silencio” definen perfectamente nuestra inquietud acumulada desde hace tantos
años, de tanto silencio y de tanto sufrimiento.
Las fosas de la Pedraja fue el lugar donde fueron asesinadas y enterradas entre 300
a 400 personas, en los primeros meses del alzamiento militar que dio lugar a la
guerra civil española.
Por la forma en la que aparecen las fosas se llega a la conclusión que era el lugar
elegido premeditadamente para cometer los asesinatos y hacerlos desaparecer.
Quien iba a decir a los asesinos que después de tan solo 77 años íbamos a estar
aquí recordando lo que hicieron.
La fosa nº 1 fue localizada y exhumada el verano de 2010. En ella había 104
cuerpos. La localización de la fosa fue muy complicada. Todos los familiares
sabíamos que estaban allí, aunque el lugar exacto se había olvidado. La topografía
del terreno había variado mucho a lo largo de los años, se había realizado un gran
desmonte para el nuevo trazado de la carretera, se habían modificado los caminos,
se había reforestado dos veces la zona debido a dos incendios.
Aquellos 10 días del verano de 2010 que duró la exhumación fueron
impresionantes, fuimos testigos de cómo fueron apareciendo entre la tierra los
restos de nuestros familiares. Sus restos guardaban la misma posición en la que
fueron asesinados aquellos días del año 1936, sus objetos personales, su ropa y las
balas que los atravesaron y quedaron incrustadas en sus cuerpos y en el terreno.
Fue emocionante comprobar que aquello que sabíamos era realidad. Nadie podía
decir que aquello de la Pedraja eran rumores, que no había existido, que no era
cierto. La prueba era evidente, son nuestros familiares.
La fosa nº 2 fue localizada y exhumada en el verano 2011. En ella había 31
cuerpos más otros 30 (según estimación del equipo) que hicieron desaparecer las
obras de ampliación del camino.
También fue difícil su localización, justo en la última palada que dio la máquina
excavadora antes de dejar los trabajos aparecieron unos restos que nos dio la pista
de que allí había otra fosa.
Estoy convencido de que en esas 4 hectáreas que es la zona donde sabemos que se
cometieron estos asesinatos hay más fosas, no sabemos si podremos localizarlas y
exhumarlas.
Todos los restos exhumados están en el laboratorio de la universidad del País
Vasco en Vitoria. Allí están siendo analizados con pruebas de ADN que se
contrastan con las muestras de ADN que han donado los familiares.
Hasta el día de hoy se han analizado 50 cuerpos y se han identificado a cuatro
personas que son:
Damián Sáez Santa Cruz. Hermano de Bernabé Sáez Santa Cruz
Un hermano de Matías Rioja Juez
El padre de Cesar Romero Puente.
El padre de Saturnino García Pérez.
El proceso de identificación es muy complicado. Los restos se encuentran muy
deteriorados y a veces es complicado extraer muestras de ADN. Los familiares
que han donado su muestra de ADN a veces son de segunda o tercera generación y
a veces familiares lejanos. Por lo que aunque haya algunas coincidencias en
algunos de los índices que se manejan en la identificación, si no hay total
seguridad, el laboratorio no lo da por identificado.
Para la realización de estos trabajos hemos contado con tres subvenciones del
Ministerio de La Presidencia conforme a la Ley para la Recuperación de la
Memoria Histórica que aprobó el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
El Gobierno de Rajoy una de las primeras cosas que hizo fue suspender estas
subvenciones, de tal forma que ahora tenemos depositados 135 restos de nuestros
familiares en el laboratorio de la Universidad del Pais Vasco en Vitoria pendiente
de realizar las identificaciones y no contamos con la ayuda que la ley de memoria
histórica otorgaba. Ante esta situación somos los familiares los que financiamos en
la medida de nuestras posibilidades los gastos que quedan para terminar este
proceso.
No puedo imaginar que a cualquier familia en la que desparece o asesinan a uno
de sus miembros las autoridades le digan que se las apañe como pueda, que es su
problema, que lo resuelvan con sus medios.
Todavía viven los hijos y familiares de aquellos que fueron asesinados en al año 36
y en buena lógica y conforme a nuestras creencias y costumbres quieren recuperar
sus restos para honrarles.
Es obligación del estado, como responsable último de lo que sucede en cualquier
país, el que tiene que poner los medios para recuperar los cuerpos y entregárselos a
sus familiares, y no debería permitir la vergüenza de que todavía queden restos de
españoles en fosas comunes en los montes y cunetas de España.
Ni siquiera los juzgados han asistido al levantamiento de miles de restos humanos
con evidentes signos de muerte violenta. Y no sirve decir que en el otro bando
también hubo asesinatos porque también habrá que buscar sus restos si todavía
quedan.
Sin embargo hemos sufrido el silencio obligado de aquellos años y el silencio de la
pasividad de los años de democracia y peor todavía hemos tenido que oír palabras
muy duras por parte de altos cargos políticos y religiosos cuando nos han dicho
tenéis que olvidar. Y yo digo como se le puede decir a una persona mirándole a
los ojos que se olvide de que asesinaron a su padre, que se olvide de que pueda
buscarlo, que se olvide de encontrarlo y que se olvide de honrarlo debidamente.
Que hipocresía tan grande. A unos les beatifican como mártires y a otros les
condenan al olvido, y presumimos de un país moderno y de una democracia
avanzada.
Creo que ya es hora de reflexionar sobre aquellos acontecimientos dramáticos que
partieron la vida a aquellas familias, aquellos vecinos nuestros.
Tan solo se pedimos respeto y reconocimiento.
Para terminar, quiero dedicar todo este trabajo que he realizado desde el año 2008
a estas personas mayores que sufrieron en su niñez y juventud aquellos terribles
sucesos. Y como no, en particular y con todo cariño, a mi padre Rafael Martínez
Martínez quien a sus 90 años no ha perdido nunca la ilusión y el ánimo de
encontrar los restos de su padre Rafael Martínez Moro.
Muchas gracias
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