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52 EL NORTE DE CASTILLA Domingo 23.09.12

VALLADOLID. En 1962 RamónCarnicer (Villafranca del Bierzo,1912-Barcelona 2007) recorrió a piela comarca leonesa de la Cabrera(en el suroeste de Ponferrada) cap-turando en textos y fotografías re-tazos de paisaje humano y geográ-fico. Su trabajo devino en referen-cia de la literatura de viajes con eltítulo ‘Donde las Hurdes se llamanCabrera’. La publicación del librollegó a levantar una polémica de laque aún llegan apagados ecos. Car-nicer documentó gráfica y narrati-vamente el abandono percibidocomo viajero y colocó visualmen-te este territorio en el mapa del atra-so social y económico, una tacha enla España desarrollista de la época.

Con motivo del cincuentenariode este viaje a las profundidades delatraso rural, la editorial Gadir ha re-editado el libro de Ramón Carnicer.Y Alonso Carnicer, hijo del escritor,se ha lanzado a revivir el viaje aden-trándose por idénticos parajes quepisó su padre. Acompañado por latambién periodista Sara Grimal y

un equipo de grabación, han regis-trado documentalmente cómo hancambiado el paisaje y los lugareñosde Benuza, Castrillo de Cabrera, En-cinedo, Puente de Domingo Flórez,Truchas y el puñado de aldeas y pe-danías que salpican la comarca.

Alonso Carnicer recuerda que almorir su padre en 2007, asociacio-nes y pueblos de la Cabrera se pro-digaron en actos y homenajes ensu memoria –se le dedicó una pla-za en Quintanilla de Losada, unaexposición fotográfica con sus imá-genes sirvió para rememorar su via-je...–. «Fue una oportunidad paraque las gentes de la Cabrera actualse reencontraran con esas imáge-nes de ellos mismos en el pasado ylo que ocurrió fue que muchas per-sonas se reconocieron o reconocie-ron a sus familiares y ese fue unode los motivos que nos indujo a em-prender el viaje medio siglo des-pués», recuerda aquel niño que enverano del 62 vio cómo su padre seperdía en el horizonte campestrede la Cabrera en busca del material

etnográfico que nutriría su novela.Con medio centenar de años

transcurridos a caballo entre dos si-glos, el mismo recorrido geográfi-co ha deparado nuevas rutas vita-les en esta tierra leonesa. «Hemoshablado con personas de todas lasgeneraciones, algunas casi cente-narias y otras más jóvenes que es-tán planteándose cuál puede ser sufuturo en esa comarca», cuenta este

periodista de la TV3 de Cataluña,que ha recorrido los mismos cami-nos que pateó su padre, aún abier-tos, solo que olvidados, con másmaleza crecida en sus bordes yhuérfanos de trasiego de vecinosque ahora conducen coches por ca-rreteras. «Una comparación queejemplifica el diálogo entre los dosmundos, el de la naturaleza y el pai-saje originario, que ha variado poco

en estos años en contraste con otrosmuchos cambios acontecidos enotros órdenes en la Cabrera».

En este viaje geográfico y vitallas personas adquieren un protago-nismo esencial. «El documental secentra en el testimonio de los ha-bitantes; algunos de ellos conocie-ron a mi padre y otros aparecen enfotografías que él hizo y nos hablanno solo del pasado, sino del presen-te y el futuro de la Cabrera: Hemoshablado con lugareños de todas lasgeneraciones: desde centenarioshasta jóvenes que están planteán-dose cuál puede ser su futuro eneste territorio».

El cotejo de los dos mundos quemedian entre 1962 y 2012 saca a laluz profundas transformaciones.La comarca misérrima poblada connueve mil vecinos que conoció elfilólogo Ramón Carnicer, padecióel embate de la emigración masivade los entonces jóvenes cabreire-ses a Francia, Bélgica, Madrid, Bar-celona, León o Ponferrada. Ahoraes un territorio asentado en la in-dustria de la pizarra en el que habi-tan unas cuatro mil personas des-perdigadas por pueblos y aldeas. «Lapizarra se convirtió en el oro negrode la zona y eso ha llevado a una si-tuación paradójica, pues despuésde que la comarca se despo-blara por la emigración,

Alonso Carnicer coteja la Cabrera leonesacon la que noveló su padre hace 50 añosUn documental del hijo del escritor revive parajesy personajes que Ramón Carnicer describió enun libro de viajes que destapó el atraso de la zona

C

JESÚSBOMBÍN

La niña que emigró y volvió al pueblo como cartera. Aurelia, Doralina, Basilisay Enedina eran las niñas protagonistas del capítulo ‘Justina’, que Ramón Carni-cer retrató en Castrillo de Cabrera. Todas ellas emigraron pero Basilisa Rodera–tercera por la izquierda en la foto y en la actualidad en la segunda imagenjunto a la misma casa– regresó al pueblo. Trabaja como cartera, como hicieronsu padre, su abuelo y su bisabuelo. Protagonista del documental, «para ella nohay nada mejor que vivir aquí», explica Alonso Carnicer. :: FAMILIA CARNICER

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«La obra no tuvo unefecto mágico, peroayudó a cambiarcosas»Las casas vacías de los pueblosde la Cabrera marcan una cuen-ta atrás que comenzó en losaños sesenta. Los habitantesque allí permanecen recuerdanel paso de Ramón Carnicer y suobra. «A mi padre le hubiera sor-

prendido la huella que dejó»,asegura Alonso Carnicer. «Hizoun viaje de nueve días, pateandoa conciencia esos pueblos y quela gente aún hable del libro convehemencia me ha emocionado.No es que ‘Donde las Hurdes sellaman Cabrera’ tuviera el efec-to mágico de cambiar cosas, perocontribuyó junto a otros facto-res. No humo más remedio porparte de las autoridades que to-mar algunas medidas».

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hace años se llegó a una si-tuación de pleno empleo

peroconpocagenteenlaCabrera,conlo cual llegaron trabajadores de León,Galicia... Son situaciones contradic-torias en el tiempo.Ahora, esa indus-tria de la pizarra, como todos los sec-tores, atraviesa por momentos de di-ficultad, de modo que hay muchosinterrogantes sobre el futuro».

Un futuro que atisba mordidopor el problema de la escolarizaciónde niños y niñas que cursan prima-ria pero cuando llegan a secunda-ria tienen que desplazarse a insti-tutos fuera del ámbito de la Cabre-ra, uno de los factores que, a juiciode Alonso Carnicer, cercenan elarraigo de población en la zona.

El viaje al pasado por estos la-res ha fascinado a los periodistasdeparándoles gratas sensaciones.«Ha sido emocionante descubrirveredas por las que caminó mi pa-dre, encontrar casas y elementosde los pueblos que fotografió y vercómo han salido parados del pasodel tiempo... Pero por encima detodo me ha llenado el encuentrocon personas extraordinariamen-te abiertas, generosas, que nos hancontado todo sobre su vida, el pa-sado y el presente de la Cabrera, demodo que lo que vivió mi padre fueuna experiencia humana que pesómucho para él, lo mismo que paramí lo ha sido encontrarme con quie-nes le trataron y se han convertidoen grandes amigos».

Les ha maravillado comprobar quela gente sabía del libro, o lo había leí-do, «un factor que les ha hecho abrir-se a nosotros; no habíamos imagi-nado tanta disposición a contar», re-vela el periodista, asombrado de ha-berse topado «con personas de pue-blo, a veces con pocos estudios, quenos han dejado admirados por su sa-biduría, su capacidad para expresar-se de forma sincera y clara». Tanto,dice, que el documental está cons-truido exclusivamente sobre el re-lato de los cabreireses.

No ha visto rastro Alonso Carni-cer de la miseria y el aislamiento

que sobrecogieron a su padre. «Creoque forma parte del pasado, aque-lla Cabrera ya no existe. Era muypobre pero también muy solidaria,la gente compartía lo poco que te-nía; la Cabrera actual forma partedel mundo moderno. Quizá el úni-co aspecto negativo sea la soledaden la que tienen que vivir algunosvecinos de municipios más remo-tos que han quedado despoblados;son lugares a los que, como decíami padre, les falta el influjo vivifi-cador de poder convivir con otrasgeneraciones, hasta el punto queel nacimiento de un niño es un granacontecimiento y así lo hemos po-dido apreciar. Los pocos niños quehay son una especie de tesoro cuan-do las escuelas están al límite dealumnos para ser cerradas».

En el reverso de esta imagen,Alonso Carnicer vislumbra posibi-lidades de regreso de vecinos o ha-bitantes de las grandes ciudades acausa de la crisis. «En un pueblosiempre se encuentra acomodo másfácil, hay más posibilidades de su-pervivencia; por eso existe algu-na esperanza de que la crisis revier-ta el proceso de despoblación».

Como paradoja, echa mano de unafrase de Sofía Arteaga, campesinatoda su vida en el terruño cabreiren-se: «Está la gente pasando hambreen las ciudades y los campos, aban-donados». Una reflexión que, al pa-recer de Alonso Carnicer, «viene arefrendar que el futuro está en lospueblos, donde se puede vivir de for-ma austera y mucho mejor que em-pobrecidos en las ciudades». Una co-razonada de otra resurrección enciernes para la Cabrera.

Del bullicio del bautizo al silencio en Llamas. Joaquín, el tamborilero deOdollo, rodeado de jóvenes de Llamas en la fiesta de un bautizo en 1962. Casitodos los jóvenes que aparecen en la foto emigraron. En la otra imagen, en lamisma calle posanTeresa Pérez con su hija Rosa Rodera y su madre Teresa Prada.Teresa Pérez es de las pocas jóvenes que viven en las aldeas más despobladasde la Cabrera. En el documental cuenta que la suya es una «opción personal».Está convencida de que el pueblo es «el mejor lugar para crear una familia». ::

La partida. Consombrero, mochila y caya-do, Ramón Carnicer iniciabasu viaje en solitario en juniode 1962. Este verano, suhijo Alonso Carnicer y laperiodista Sara Grimal si-guieron sus pasos. En laimagen, junto a Corona Ca-rrera, de la aldea de Losa-dilla, durante el rodaje. ::

> «Está la gente pasandohambre en las ciudadesy los campos,abandonados; es laparadoja de que lospueblos tienen futuro»

León

La Cabrera

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