aneeahr.en ese estante. Perono todo enlabiblioteca del CENIDIM es añejo y polvOlO;en más de una ocasión me ha tocadocompartir el espacio con los investigadoresque revisan concienzudamente los materiales musicales microfilmados que ah(pueden encontrarse.
El resto de la casona es igualmente interesante; como buena casa vieja, laquealoja las instalaciones del CENIDIM estállena de rincones y recovecos, que hansido habilitados para labores diversas.Debajo de la planta principal, un minúsculoespacio se dedica al servicio de fotocopiado para los usuarios de la biblioteca; elmismo nivel, pero más atrás, los oscurossalones en los que los talleres de .~o~po
sición han ayudado a formar nuevas generaciones de compos itores, bajo la gurade músicos de primera, como FedericoIbarra. Del piso principal, una escaleratanlarga como la Cuaresma nos lleva al pisosuper ior; el t rayecto es aligerado por lapresencia de algunas fotografras ~ instrumentos relat ivos al quehacer musical étnico , todo ello colocado con cierta desenfadada anarquía aquí y allá. Un furtivorecorrido por ese piso superior del .GENIDIM nos pone en contacto con 'algunas .oficinas en las que se despachan los perennes asuntos de papeles, oficios, requisiciones y demás asuntos formales, perotambién nos permite hallar, distribuidospor los rincones, a quienes trabajan enlosproyectos musicológicos que son la médula de la act ividad de la institución. Enuna esquina alejada, Hiram Dordelly y Guillermo Contreras se enfrascan en una polémica sobre el posible origen étnico 'detalo cual son, hallado casualmente en unacinta magnetofónica de grabaciones decampo, de procedencia oscura. Por acá,José Anton io Guzmán se ocupa de darcoherencia al perfil organológico de una serie de instrumentos musicales del virreinato. Cerca, Aurelio Tello revisa los últimosdetalles de una partitura de Salvador Contreras, que deberá enviar a Toluca P@8
que la obra sea estrenada por la OrquSinfónica del Estado de Méxi~o. Enparte, ante un escritorio indescriptible ymás o menos anárquico , Arturo Márq!,lZy Yael Bitrán deciden el contenldc i:Ie1~ximo boletln info rmativo del CENImientras Felipe Ramlrez dilucida la id8fflldad del compositor Joseph de Torres, eutor colonial de obras para órgano, y un silencioso dibujante traza con Jnfinitapaciencia , sobre Ilmpido papel albanene,los símbolos musicales de una partitura deCandelario Hulzar que pronto será edít8dil.
Todavla hay que dar algunas vueltas y
sE
Disco producido por el CENIDIM38 __
30 y los 40; ahl están los monolfticos diccionarios enciclopédicos alemanes, juntoal magnIfico diccionario Baker de biografla musical.
y complementando estos materiales ,toda clase de manuales, tratados, historias, biografras, ensayos y muchas otras
fuentes de conocimiento sobre la música.Sobre los precarios estantes que bordeanla sala de lectura, es posible hallar diversas colecciones de revistas especializadas, en las que se encuentra con la paciencia que' el caso requiere, ese dato elusivosobre algún compositor desconocido.
En alguna ocas ión, después de un parde horas de minuciosa revisión de variasdocenas de números de la revista de laCasa de las Américas, hallé un improbable resumen biográfico del compositor cubano Enrique González Mántici, despuésde haber fatigado sin resultado alguno todas las enciclopedias habidas y por haber.En mis frecuentes y azarosas búsquedasde materiales musicales en la cavernosabiblioteca del CENIDIM, me he topado,casi por casualidad, con auténticas maravillas musicológicas. Y si los Indices y loscatálogos son de gran valor para estas exploraciones, no lo es menos el elementohumano. En más de una ocasión, a puntode darme por vencido en la búsqueda dealgún dato, se ha cruzado en mi caminola figura de Aurelio Tello, compositor ymusicólogo de pacienc ia admirable, colaborador fundamental del CENIDIM. A miscasi siempre angustiadas preguntas sobrearcanos temas musicales, Aurelio Telloresponde con una gran pausa que aprovecha para entrecerrar los ojos y hacer memoria. De pronto, su rostro se ilumina , ycon ese rastro de acento andino que to davla le queda, me dice: "IYa está, maestrol Esa obra la estrenó la Sinfónica porallá en el 44 o 45, y la dirigió Revueltas.Seguro en aquel estante lo encuentras."
y casi siempre, el dato en cuestión está
Allá por la parte vieja de la colonia Juárez, al inicio de la calle de Liverpool, se alzauna casona vieja, muy vieja, que en los terremotos de 1985 vio cuartearse sus paredes y sus techos, pero que permanecióen pie contradiciendo valientemente las leyes de la edad y de la gravedad . Los grises muros de la casona albergan una institución cuya intensa actividad parecerlaser desmentida por la pasividad exteriordel inmueble . Se trata del Centro Nacional de Investigación , Documentación e Información Musical "Carlos Chávez", mejor conocido por propios y extraños comoCENIDIM.
La vetusta reja de hierro forjado, custodiada casi siempre por un hombre casitan rústico como la casa misma, da acceso a un largo patio en cuyo fondo se amontonan anárquicamente los automóvilesde investigadores y musicólogos diversos. Una marmórea escalera da acceso alvestfb~lo principal de la casa, y ahl dondeen otros tiempos debió estar el salón derecepciones, podemos encontrar un pequeño pero interesante museo de instrumentos musicales, de muy variadas procedencias. Desde sus respectivas gavetasde vidrio, son testigos de latente elocuencia del quehacer musical múltiple de lasculturas de todo el mundo. Al otro lado delbreve museo, una desvencijada puerta conla que siempre hay que pelearse da acceso a la biblioteca del CENIDIM, en cuyospolvosos anaqueles es posible hallar materia musical escrita no sólo de gran utilidad, sino también de gran interés. Ahl están todos los documentos donados porGerónimo Baqueiro Foster y su esposaElolsa; ahl están muchas partituras fundamentales de la historia musical de México, y no pocas de música extranjera; ahlestán los fascinantes tomos de la enciclopedia Grove, indispensable herramientamusical para quienquiera que investigueasuntos sonoros; ahr están, cuidadosamente encuademados, los programas demano de los conciertos de la Orquesta Sinfónica de México, de las décadas de los
Música
Por Juan Arturo Brennan
,FRUTOS ,MUSICOLOGICOS
cruzar varias puertas para llegar al reducto musicológico más recóndito del CENIDIM. Al fondo de un ext raño salón cuyo
piso está cubierto por una alfo mbra de unverde inverosfmil, están los archiveros que
• cont ienen los curricula de muchísimosJcompositores mexicanos, rigurosamentealfabetizados desde Alcalá hast a Zúñiga.En la minúscula antesala de est e archivo,está la pequeña pero sustanciosa audio teca, en la que pueden hallarse sonidosmuy interesantes, desde cintas que con tienen grabaciones de obras mexicanasque nunca se han vuelto a tocar despuésde su estreno, hasta ejemplares únicos dediscos viejfsimos que aparecieron cuandoalgunas compañfas disqueras, como laMUSART, dedicaron algún esfuerzo a lamúsica mexicana de concierto. En mis últimas visitas a este rincón del CENIDIM,me he quedado con la impresión de quelos musicó logos que lo habitan t ienen especial predilección por las versiones ant iguas de las Carmina 8urana, que escuchan con singular frecuencia en el viejoaparato de sonido de la audioteca.
Además de estos y otros elementos relativos a la musicologfa, el CENIDIM tie ne una dinámica de difusión que contradice a quienes piensan que la investigaciónde asuntos musicales es una cienc ia arcana y abstru sa y que, sobre todo, carecede frutos tangibles . El CENIDIM desmiente esta teo rfa a través de sus propios fru tos musicológicos, en la forma de librosy discos relat ivos a la música mexicana,
e , í t.I e o
Disco producido por el CENIDIM
y la edición de partituras de todas las épocas de nuestra historia musical. En particular , los discos y los libros constituyenla forma más directa en la que la institución puede comunicarse con el público interesado en lo que atañe a la música deMéxico. Asf, en este ámbito de la difusiónmusicológica , hallamos que al CENIDIMhapublicado tres cuadernillos dedicados aCandelario Hufzar, Ángela Peralta y JuliánCarrillo, los dos primeros escritos por JoséAntonio Alcaraz, el tercero por José Rafael Calva . En la misma serie, un libro deensayos musicológicos de Luis Jaime Cortez (actual director del CENIDIMI, una recopilación de textos sobre el compositorMario Lavista, y una colección de notasdel mismo Alcaraz sobre diversas obras decompositores mexicanos. Hay, además,una exhaustiva biografra del compositor
Salvador Contreras, a cargo de Aurelio Te110; los volúmenes segundo y tercero del
Tesoro de la Música Polifónica en México; un interesantfsimo texto de Raúl Pavón sobre la electrónica en la música y enel arte y una selección de ensayos y proposic iones sobre la educación musical infantil en México.
En el ámbito de los discos, cuatro producc iones marcan el rumbo de los frutosmusicológ icos mencionados. En primer lugar, un disco que contiene los indispensables cuat ro primeros cuartetos de cuerdas de Manuel Enrfquez. Después, undisco dedicado a la música de cámara deCandelario Hulzar. Como complemento ala biogratra escrita por Tello, un disco condiversas obras de Salvador Contreras. yfinalmente, un álbum doble con las obrasorganrsticas del virre inato mexicano, originales de Joseph de Torres, y tocadas porFelipe Ramrrezen el órgano del Evangeliode la Catedral Metropolitana de México.
y como remate a todo esto, hay quemencionar el hecho de que, desde hace unbuen tiempo, el CENIDIM ha estado invo lucrado de cerca con la edición de la revista musical Pauta. Todos los materialesaquí mencionados, y muchos otros, estándisponibles para todo aquel que requieraconsultarlos y hacer uso de ellos, ya seapor razones profesionales, interés vocacional, curiosidad musical, o puro gusto.No hace falta credencial de músico paraentrar a la vieja casona y descubrir la materia musical del CENIDIM. o
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