El primer número de la revista Etnoecológica vio
la luz en 1992, “un año lleno de significados, ce-
lebraciones y premoniciones”1. A veinte años de
haberse iniciado el proyecto editorial de un nutrido
grupo internacional de etnoecólogos, esta revista
permanece en la consecución de “su compromiso
múltiple: con el espíritu del conocimiento profundo
representado por la investigación, con las luchas por
la defensa de la naturaleza y de las culturas; con los
esfuerzos que buscan romper las celdas de la espe-
cialización para dar lugar a una ciencia integrativa e
interdisciplinaria”1.
Durante este lapso, numerosas personas se han
integrado a la arena etnoecológica, especialmente in-
dígenas, académicos y activistas sociales. El paradigma
biocultural (que propone la existencia de lazos inextri-
cables entre los humanos y sus entornos) ha tomado
fuerza y en el mundo se cohesionan dialogantes en
torno a la Etnoecología y Etnobiología –además de
otros enfoques– para comprender las complejidades
de los entramados de naturalezas y culturas.
En este contexto, en México, se promueve y fun-
da la Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural
adscrita al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
que además de buscar la aplicación del paradigma
biocultural retoma la edición de la revista Etnoecológi-
ca, que dejó de circular por nueve años.
Las secciones que conforman a Etnoecológica
son: Artículos, Voces, Notas, Debate, Reseñas y No-
ticias. El artículo inaugural de esta segunda época de
Etnoecológica, a cargo de Víctor M. Toledo y Pablo
Alarcón-Chaires aborda el panorama, los avances y
retos de la Etnoecología en nuestros días. Por su parte,
Diana Lope-Alzina y Patricia Howard, con base en una
extensa revisión de literatura, describen y analizan con
profundidad la estructura, composición y funciones
Editorialde los huertos familiares de la Península de Yucatán,
México.
Son dos las aportaciones que conforman a la
sección Voces: la de Manuel Bolom Pale sobre identi-
dad, espiritualidad y ética de los tsotsiles de Chiapas y
la de la asociación internacional sin fines de lucro Tree
of Life Guardianship (Guardianes del Árbol de la Vida)
que destaca el concepto de Umbilicus como el estudio
de las interacciones entre cosmovisión, conocimientos
y prácticas.
Geraldine Patrick redactó un texto para reconec-
tarnos con la comunidad planetaria en el que propone
tres pasos y trece principios inspirados en los pueblos
originarios. En otro tenor, en esta misma sección de
Breves se publica un obituario de nuestro amigo y co-
lega Jan de Vos.
Arturo Argueta ofrece dos reseñas: la primera se
refiere al libro de Philippe Descola titulado Par-delà la
nature et culture (Más allá de la naturaleza y la cultura)
y la segunda es sobre la Etnobiología y la Etnoecología
en el Brasil actual. En este mismo tenor, Emma Romeu
comenta el libro Biodiversidad en México: Inventarios,
manejos, usos, informática, conservación e importancia
y Benjamín Ortiz Espejel refiere ampliamente el libro
Saberes colectivos y diálogo de saberes.
Para completar este número, destacamos cuatro
noticias, la primera sobre las publicaciones etnoeco-
lógicas recientes y las restantes describen a la Red de
Etnoecología y Patrimonio Biocultural y algunas de sus
actividades. Al final, las/los lectoras/es encontrarán la
norma editorial de Etnoecológica.
1Editorial. Etnoecológica 1 (1). 1992.
Etnoecológica 9 (1). 2012
editor fundador: Víctor M. Toledo
editor en jefe: Marco A. Vásquez-Dávila
editora adjunta: Diana G. Lope-Alzina
asistencia editorial: Luis A. Tello Leysbeth Megan Glore Pablo Alarcón-Cháires
arte editorial: Color Digital
imagen de portada: Kiki Suárez “Nuestro Lago Mágico”
fotografías: Sebastián Beláustegui Carlos Hahn
consejo editorialAlejandro de Ávila BlombergArturo Argueta VillamarGeraldine Patrick-EncinaNarciso Barrera-Bassols
comitÉ editorialAlejandro Casas FernándezAndrés Camou GuerreroBenjamín Ortiz EspejelEglée L. ZentEsther KatzManuel Bolom PaleMiguel N. AlexiadesMindahi C. Bastida MuñozNisao Ógata AguilarOlga L. Sanabria DiagoRoger Martínez Castillo
ÁrBitros de este nÚmero:Clemencia E. Sánchez CortésDiana G. Lope-AlzinaEdgar A. Montaño ContrerasLuis A. Tello LeysbethMarco A. Vásquez-DávilaMaría T. Pulido SilvaMegan GloreMiguel N. AlexiadesNarciso Barrera-Bassols
ISSN en trámite
ARTÍCULOS
NOTAS
NOTICIAS
VOCES
RESEÑAS
NORMA EDITORIAL
La Etnoecología hoy:Panorama, avances, desafíos
Víctor M. Toledo y Pablo Alarcón-Chaires
The Structure, Composition, and Functions of Homegardens: Focus on the Yucatán
Peninsula Diana G. Lope-Alzina y Patricia L. Howard
p.1
p.42
p.51
p.63
p.69
p.78
p.85
p.67
p.75
p.82
p.89
p.90
p.17
p.47
p.61
K’anel: una construcción de la identidad dialógica y espiritual de los tsotsiles
en Huixtán, ChiapasManuel Bolom Pale
The Umbilicus: The Fourth Factor of Ethnoecological Analysis
Tree of Life Guardianship
Tres pasos y trece principios inspirados en los pueblos originarios para reconectarnos
con la comunidad planetariaGeraldine Patrick Encina
Jan de Vos:Fe, memoria y raíz
Víctor M. Toledo
Una propuesta para analizarlas Naturalezas-Sociedades
Arturo Argueta Villamar
Un libro necesario sobre la biodiversidad de México
Emma Romeu
Reseña del libro: Saberes colectivos y diálogo de saberes en México
Benjamin Ortiz Espejel
La Etnobiología y la Etnoecologíaen Brasil hoy, 1
Arturo Argueta Villamar
Publicaciones etnoecológicas recientesLa Red de Etnoecología y Patrimonio
Biocultural del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México
Víctor M. ToledoLa red en acción: De la lucha por la tierra a la defensa de los territorios bioculturalesNarciso Barrera-Bassols, Carlos del Campo y
Gabriel Hernández GarcíaSegundo Encuentro Nacional de la Red de
Etnoecología y Patrimonio Biocultural
ARTICLES
NOTES
NEWS
VOICES
REVIEWS
SUBMISSION GUIDELINES
Ethnoecology Today:Overview, Advancements, and Challenges
Víctor M. Toledo y Pablo Alarcón-Chaires
The Structure, Composition, and Functions of Homegardens: Focus on the Yucatán
Peninsula Diana G. Lope-Alzina y Patricia L. Howard
p.1
p.42
p.51
p.63
p.69
p.78
p.85
p.67
p.75
p.82
p.89
p.92
p.17
p.47
p.61
K’anel: A Construction of the Spiritual and Dialogic Identity of the Tsotsil in Huixtán,
ChiapasManuel Bolom Pale
The Umbilicus: The Fourth Factor of Ethnoecological Analysis
Tree of LIfe Guardianship
Three Steps and Thirteen Principles Inspired by Native Peoples for Reconnecting Us with
the Planetary CommunityGeraldine Patrick Encina
Jan de Vos:Faith, Memory, and Root
Víctor M. Toledo
A Proposal for the Analysis of Natures-Societies
Arturo Argueta Villamar
A Necessary Book about Mexico’s Biodiversity
Emma Romeu
Book Review: Collective Intelligence and Dialogue of Knowledges in Mexico
Benjamin Ortiz Espejel
Ethnobiology and Ethnoecology in Brazil Today, 1
Arturo Argueta Villamar
Recent Publications in EthnoecologyThe Network for Ethnoecology and
Biocultural Heritage of the National Council for Science and Technology of Mexico
Víctor M. ToledoThe Network in Action: From the Struggle for Land to the Defense of Biocultural Territories
Narciso Barrera-Bassols, Carlos del Campo y Gabriel Hernández García
Second National Meeting of the Network for Ethnoecology and Biocultural Heritage
La Etnoecología hoy: Panorama, avances, desafíos
Víctor M. Toledo1 y Pablo Alarcón-Cháires1
INTRODUCCIÓN
Hace casi seis décadas, Harold C. Conklin publicó un artículo derivado
de su tesis doctoral acerca de la agricultura de una cultura indígena en
Filipinas, los Hanunoo, en cuyo título incluyó la frase “una perspectiva
etnoecológica” (Conklin 1954). Al introducir por vez primera el término
Etnoecología, Conklin inauguró una nueva época en la investigación
etnocientífica, pues hasta esa fecha los estudiosos del pensamiento
tradicional se habían circunscrito a los saberes locales sobre el mundo
vivo: plantas, animales y hongos. Conklin intentó por vez primera una
comprensión holística del proceso de apropiación de los recursos de la
naturaleza, especialmente el agrícola, que incluyó las dimensiones del
mundo físico, no sólo el biológico, y su percepción y uso por parte de
los agricultores locales (Figuras 1 y 2): suelos, agua, relieve, clima, rocas,
territorio, entre otros.
Desde entonces, un creciente e incluso explosivo número de
publicaciones han revelado el interés por realizar investigaciones
etno-científicas dirigidas a captar de manera integral las relaciones
entre los pueblos o culturas locales, tradicionales, originarias y/o indí-
genas y sus naturalezas. El término que cobija estos estudios es el de
Etnoecología, que a diferencia de otros enfoques que le anteceden o
acompañan como los de Etnobiología, Etnobotánica, Etnozoología, Et-
nomicología, Etnoedafología o Etnogeografía, intenta ofrecer un pano-
rama completo de las complejas relaciones entre cultura, producción
y naturaleza.
A la Etnoecología se le puede considerar como una disciplina hí-
brida o como un área emergente o de frontera, no únicamente por
su ubicación entre los campos de las ciencias sociales y las naturales,
sino porque su propio marco teórico y conceptual está en proceso
de construcción. De hecho, las definiciones de la propia Etnoecología
Toledo, V. M. y P. Alarcón-Cháires. 2012. La Etnoecología hoy: Panorama, avances, desafíos. Etnoecológica 9 (1): 1-16. El presente ensayo ofrece un panorama de los adelantos, problemas y desafíos de la Et-noecología desde una perspectiva global. Este estudio debe considerarse como un trabajo de síntesis dirigido a estimular contribuciones más detalladas y profundas. El ensayo comien-za con un recuento de las publicaciones apa-recidas sobre el tema de 1954 a 2012, lo cual permite ubicar autores, instituciones y debates sobre el tema, sigue con una nueva reflexión sobre la definición del campo de estudio, seña-la las tendencias y sugiere nuevos retos.
Palabras clave: Kosmos-corpus-praxis, umbilicus, diferencias entre Etnobiología y Etnoecología, Etnociencias.
Toledo, V. M. y P. Alarcón-Cháires. 2012. Ethnoecology today: Overview, advan-cements, and challenges. Etnoecológica 9 (1): 1-16. This paper provides an overview of the progress, problems, and challenges of Ethnoecology from a global perspective. The analysis should be viewed as a synthesis, invi-ting and stimulating deeper and more detailed contributions. The paper begins with a review of the published literature on the subject from 1954 to 2012, identifying authors, institutions, and debates on the topic; it continues with a reflection about the definition of the field of study, addressing main trends and suggesting new challenges.
Keywords: Kosmos-corpus-praxis, umbilicus, differences between Ethnobiology and Eth-noecology, Ethnosciences.
1 Laboratorio de Etnoecología, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México ([email protected]; [email protected])
Artículos
entorno natural. Existen por lo tanto no una sino varias etnoecologías,
situación que se podrá modificar mediante la discusión teórica.
LAS PUBLICACIONES SOBRE ETNOECOLOGÍA: 1954-2012
De la misma manera que se ha realizado en otros campos de estudio
como en la Agroecología (Wezel y Soldat 2009) y en la Etnoedafología
(Barrera-Bassols y Zinck 2000, 2003), se levantó un registro detallado
de las investigaciones que aparecidas en la literatura tuvieran las pala-
bras Etnoecología y Etnoecológica(o), ya sea en su título o dentro de las
palabras clave, en los idiomas español, portugués, inglés y francés. Para
realizar el análisis, se utilizó el buscador de internet Google Académico,
debido al gran espectro de textos que abarca (libros, tesis, artículos y
revistas) permitiendo identificar ´rankings´ para cada autor y sus obras.
Los datos obtenidos incluyen información disponible en dicho busca-
dor hasta agosto del 2012. Aunque reconocemos que el método no
necesariamente compila el total de estudios etnoecológicos dado que
existen investigaciones que, sin incluir el término en título o palabras
clave, conforman contribuciones que caen en este campo; además de
que existen publicaciones en otros idiomas diferentes a los seleccio-
nados (por ejemplo, chino o hindi), consideramos que los resultados
obtenidos bajo este método ofrecen un panorama suficientemente
representativo.
transitan desde aquellas que la derivan de
la Ecología Humana, de la integración de
la Etnociencia con la teoría ecológica, las
que la definen en base a sistemas clasifi-
catorios del conocimiento y percepción
del entorno natural, las que relacionan la
apropiación de la naturaleza con los co-
nocimientos tradicionales, hasta aquellas
que integran en su definición al cono-
cimiento, la cosmovisión y el uso de los
recursos y procesos de la naturaleza. Por
ejemplo, para Conklin (1954) la Etnoeco-
logía es un sistema de percepciones, co-
nocimiento y el uso del ambiente natural;
Nazarea (1999) la describe como una ma-
nera de ver la relación entre humanos y la
naturaleza que enfatiza el papel de la cog-
nición en su comportamiento; Warren y
Meehan (1980) refieren a la Etnociencia de
la cual forma parte la Etnoecología, como
la descripción formal del sistema de cono-
cimiento indígena, en este caso referido al
Figura 1. Harold C. Conklin dialogando con un informante acerca de la construcción de terrazas para la producción de arroz en Filipinas.(Fuente: Southeast Asia Studies, The MacMillan Center, Yale University).
Figura 2. Portada del libro de Conklin cuya ilustración muestra el diálogo entre su autor y un informante Hanunoo, en torno al espacio y los paisajes (Southeast Asia Studies Monograph Series No. 56, editado por Kuipers y McDermott en 2007) .
VOLUMEN IX | NÚMERO 12
¿Dónde se realiza la Investigación Et-
noecológica?
Tomando en cuenta las instituciones de
investigación a las que pertenecen los au-
tores de las publicaciones registradas, se
observa que un 69% se encuentran ubica-
das en el Continente Americano, seguidas
por las de Europa con un 14% (Cuadro 1).
Cuadro 1. Registros de publicaciones sobre
Etnoecología por continente
Continente Total de publicaciones
Porcentaje
América 362 69%
Europa 73 14%
Asia 52 10%
África 21 4%
Oceanía 18 3%
Total 526 100%
En un análisis más detallado, podemos
distinguir que los seis países que mayor
investigación han realizado con este en-
foque corresponden a América con la
excepción de Australia (Cuadro 2). Los
países donde mayor cantidad de estudios
se han realizado desde la perspectiva et-
noecológica son Brasil, México y Estados
Unidos. Los casos de Brasil, México, Co-
lombia y Canadá pudieran explicarse por
el aumento en el interés de los autores y
sus instituciones de investigación en los
problemas bio-culturales, donde la pobla-
ción indígena cobra cada vez mayor rele-
vancia en la conservación de la naturaleza
además de sus luchas políticas por la rei-
vindicación de territorios y cultura.
Para cada una de las publicaciones se registró el autor (es),
título, año, tipo de publicación (libro, capítulo de libro, artículo, ponen-
cia, conferencia, tesis, reporte o monografía); la institución u organiza-
ción y el laboratorio y/o departamento que realizó la investigación; el
continente y país donde está ubicada dicha institución, y el pueblo o
cultura indígena; el país donde se realizó el estudio y el enlace de inter-
net en el que se puede acceder a la investigación. Una lista completa
de las publicaciones registradas puede solicitarse a los autores. Con
la información se generó una base de datos en Excel Mac 2008, que
sirvió para el procesamiento de la información que a continuación se
presenta.
En total se obtuvieron 526 registros de publicaciones para el
periodo 1954-2012. Como fue señalado, el primer investigador que
utilizó el término Etnoecología fue H. C. Conklin en 1954. Tres años
después, J. B. Cleland (1957) publicó Australia: Ethno-ecology. Our nati-
ves and the vegetation of Southern Australia. De acuerdo a lo observado
en la Figura 3, puede afirmarse que la Etnoecología como campo de
estudio se mantuvo en estado estacionario o latente hasta 1988, año
en el que por vez primera se registran más de 10 publicaciones. En las
siguientes décadas se observan nuevos saltos cuantitativos en 1998,
2000 y 2004, cuando se rebasan las 20, 30 y 40 publicaciones por año.
La tendencia detectada sugiere que para 2010-2012 el número de tra-
bajos por año debe alcanzar ya las 50 publicaciones, una tendencia
semejante a la encontrada por Barrera-Bassols y Zinck (2000, 2003)
para la Etnoedafología.
Figura 3. Número anual de publicaciones sobre Etnoecología (1954-2011) (total de re-
gistros: 526).
Para cada una de las publicaciones se registró el autor (es), título, año, tipo de publicación (libro, capítulo de libro, artículo, ponencia, conferencia, tesis, reporte o monografía), la institución u organización y el laboratorio y/o departamento que realizó la investigación, el continente y país donde está ubicada dicha institución y, finalmente, el pueblo o cultura indígena, el país donde se realizó el estudio y el enlace de internet en el que se puede acceder a la investigación. Una lista completa de las publicaciones registradas puede solicitarse a los autores. Con la información se generó una base de datos en Excel Mac 2008, que sirvió para el procesamiento de la información que a continuación se presenta.
En total se obtuvieron 526 registros de publicaciones para el periodo 1954-2012. Como fue señalado, el primer investigador que utilizó el término etnoecología, fue H. C. Conklin en 1954. Tres años después, J. B. Cleland (1957), publicó “Australia: Ethno-ecology. Our Natives and the Vegetation of Southern Australia”. De acuerdo a lo observado en la Figura 3, puede afirmarse que la Etnoecología como campo de estudio se mantuvo en estado estacionario o latente hasta 1988, año en el que por vez primera se registran 10 o más publicaciones. En las siguientes décadas se observan nuevos saltos cuantitativos en 1998, 2000 y 2004, cuando se rebasan las 20, 30 y 40 publicaciones por año. La tendencia detectada sugiere que para 2010-2011 el número de trabajos por año debe alcanzar ya las 50 publicaciones, una tendencia semejante a la encontrada por Barrera-Bassols y Zinck (2000 y 2003) para la etnoedafología. Figura 3. Número anual de publicaciones sobre Etnoecología (1954-2011) (total de registros: 526) ¿Dónde se Realiza la Investigación Etnoecológica? Tomando en cuenta las instituciones de investigación a las que pertenecen los autores de las publicaciones registradas, se observa que un 70% se encuentran ubicadas en el continente americano, seguidas por las de Europa con un 14% (Figura 4).
0"
10"
20"
30"
40"
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60"
1956"
1971"
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1997"
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2001"
2002"
2003"
2004"
2005"
2007"
2008"
2009"
2010"
2011"
2006"
Núm
ero"de
"pub
licacione
s"
Año"
ARTÍCULOS 3
Cuadro 3. Principales universidades en el mundo y número de investi-gaciones publicadas desde la perspectiva etnoecológica
Instituciones Total de publicaciones
Universidad Nacional Autónoma de México1 26
Universidad Federal de Sao Carlos2 16
Universidad Federal Rural de Pernambuco2 15
Universidad Estadual de Feira de Santana2 14
Universidad de Georgia3 7
Universidad Federal de Mato Grosso2 7
Athabasca University4 7
Universidad de Washington3 6
Universidad de California3 5
1Mexico, 2Brasil, 3Estados Unidos de América, 4Canadá.
Cuadro 4. Publicaciones de los principales investigadores en el campo de la Etnoecología
Investigador Total de publicaciones
Víctor M. Toledo 16
Leslie M. Johnson 7
Alpina Begossi 7
Darrell A. Posey 8
José Geraldo W. Marques 6
S. Bouchet 6
Érika Fernándes-Pinto 5
Los principales tipos de publicación en los que se ha desarrollado el
tema etnoecológico corresponden a artículos (260), seguidos de tra-
bajos de tesis (61), capítulos de libro (49), ponencias/conferencias (30),
libros (28), y el resto corresponden a monografías, reportes o carteles
en congresos. El primer artículo publicado fue en el año 1954, el pri-
mer libro en 1972, la primera tesis en 1973 y el primer capítulo de libro
en 1981. De doce libros de amplia difusión sobre el tema, seis son en
inglés, cuatro en portugués y dos en español (Cuadro 5).
Cuadro 2. Número de investigaciones pu-blicadas por los principales países que rea-lizan investigación etnoecológica
País Total de publicaciones
Porcentaje
Brasil 163 31%
México 46 9%
Estados Unidos de América
40 8%
Canadá 17 3%
China 14 3%
Australia 13 2%
Colombia 11 2%
Nepal 9 2%
Resto del mundo
157 30%
No hay datos 56 10%
Total 526 100%
El Cuadro 3 muestra también que las prin-
cipales universidades que realizan este
tipo de investigación se ubican en el con-
tinente americano. Los resultados mues-
tran a la cabeza a la Universidad Nacional
Autónoma de México seguida por cuatro
universidades brasileñas, tres estadouni-
denses y una canadiense.
Si bien en los últimos años ha sido
evidente el reclutamiento de jóvenes in-
vestigadores a estos campos de estudio,
son realmente pocos los investigadores
que de una manera más contundente han
realizado aportes al campo de la Etnoeco-
logía (Cuadro 4), de acuerdo al número de
investigaciones realizadas. Cabe destacar
que de los siete principales, cuatro de ellos
son latinoamericanos.
VOLUMEN IX | NÚMERO 14
practicantes sobre su definición y méto-
dos, la Etnoecología es todavía un campo
en plena construcción. Más aún, la enor-
me gama de sentidos y usos que se dan al
término en las publicaciones examinadas,
hacen suponer que existe un número ele-
vado de estudios que emplean ligeramen-
te el término, es decir sin definirlo de ma-
nera rigurosa. Todo ello hace que bajo el
nombre de Etnoecología existan investiga-
ciones realizadas desde diferentes miradas
e intereses, con diferentes aplicaciones y
fines e incluso desde diferentes posiciones
éticas, políticas e ideológicas (cf. Posey et
al. 1984). A continuación, se presentan al-
gunas definiciones generales, ampliamen-
te difundidas sobre la Etnoecología:
Ethnoecology is the study of how
different groups of people living in
different locations understand the
ecosystems around them, and their
relationships with surrounding envi-
ronments (Wikipedia 2012).
Ethnoecology is the cross-cultural
study of how people perceive and
manipulate their environments. It
has traditionally focused on linguistic
analyses of terms for plants, animals,
habitats, and ecological phenome-
na in attempts to reveal underlying
structures of the human mind that
influence human behavior (Casa-
grande 2006).
Ethnoecology is the interdisciplinary
study of (the) dynamic relationships
Cuadro 5. Cronología de doce libros sobre Etnoecología
Autor/Editor (Año) Título
Toledo (1991) El juego de la supervivencia: Un manual para la investigación etnoecológica en Latinoamérica
Marques (1995) Pescando pescadores: Etnoecologia abrangente no Baixo Sao Francisco Alagoano
Nazarea (1999) Ethnoecology: Situated knowledge/located lives
Gragson (1999) Ethnoecology: Knowledge, resources, and rights
Posey (2002) Kayapó Ethnoecology and Culture
Espinar (2007) Etnoecología y Desarrollo Sustentable
Johnson & Hunn (2010a) Landscape Ethnoecology
Johnson (2010) Trail of story, travellers’ path: Reflections on Ethnoecology and Landscape
Alves et al. (2010) Perspectivas em Etnoecologia: Natureza, Cultura e Conservaçao
Albuquerque et al. (2010) Métodos e técnicas de pesquisa em Etnobiológicos e Etnoecológicos
Da Silva et al. (2010) Etnobiologia e Etnoecologia
Alexiades (2010) Mobility and migration in Indigenous Amazonia: Contemporary ethnoecological perspectives
Los resultados obtenidos sobre las temáticas etnoecológicas también
muestran la diversidad de enfoques que existen en las investigaciones
que hablan de Etnoecología de una región, aquellas que la refieren a
alguna planta, otras más a una actividad, también las que lo refieren
a un pueblo indígena o tradicional, a algún tipo de manejo, desde un
enfoque histórico y las que la utilizan como argumento en temas de
propiedad intelectual, Educación Ambiental y Ecología Política. Debe
por último señalarse que nuestro método dejó fuera obras claves que
aunque no utilizan el término como título resultan aportes etnoeco-
lógicos. Tal es el caso de los trabajos de Philippe Descola (1988), Roy
Ellen (1982), Fikret Berkes (1999), Eugene Hunn (2008) y Narciso Barre-
ra-Bassols (2003).
LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA ETNOECOLOGÍA: LA BÚSQUE-
DA DE DEFINICIONES
La revisión realizada permite ubicar contribuciones clave sobre el des-
linde teórico de este nuevo campo de estudio. Si se considera que una
disciplina alcanza la madurez cuando existe un consenso entre sus
ARTÍCULOS 5
ma que en prácticamente todas las universidades del mundo la Eco-
logía fue, y sigue siendo, una fracción o una parte de la investigación
biológica y una materia de la carrera de Biología. Sin embargo la “libe-
ración de la Ecología”, su consolidación como una disciplina autónoma
y emergente, lo cual supuso el rompimiento de su cordón umbilical,
se justifica porque su objeto de estudio, el ecosistema, va más allá del
mundo vivo, e integra y sintetiza en un solo concepto a lo físico, quími-
co, geológico y biológico.
Esta visión amplia de la ecología detectada por varios autores
desde hace unas tres décadas (cf. Worster 1977; Deleage 1991), ha ser-
vido para dos cosas: (1) para generar un conjunto de disciplinas híbri-
das, nuevas áreas del conocimiento de naturaleza inter- o trans- disci-
plinaria, algunas de las cuales son hoy más importantes que sus mismas
progenitoras, y (2) para darle un sustento científico o académico a los
movimientos sociales ambientalistas que han proliferado por todo el
mundo. Las disciplinas híbridas, de las cuales podemos identificar una
docena (Toledo 1999), se han ido construyendo a partir del encuentro
entre la Ecología estrictamente biológica, es decir la que estudia los
ecosistemas como supuestos sistemas naturales, prístinos o intocados
y diferentes áreas del conocimiento social. Estas innovaciones de ca-
rácter epistémico son la consecuencia del arribo de las “teorías de la
complejidad” que buscan superar las limitaciones de la ciencia conven-
cional que tiende a ser reduccionista y especializada (Morin 2001; De
Sousa-Santos 2009).
Dentro de las Etnociencias está ocurriendo un fenómeno similar.
En general, la Etnoecología se considera como una fracción de la Et-
nobiología, dado que esta última apareció mucho antes como nuevo
campo de estudio. Por ejemplo, el término de Etnobiología fue acu-
ñado en 1936 cuatro décadas antes que el de Etnoecología (Argueta
1997) y un análisis de las diferentes etapas históricas de la primera sitúa
sus orígenes hacia 1860 (Argueta 1997; Climent 1998; Martin 2001). En
general, los principales autores del campo, mayoritariamente anglo-
sajones, consideran que la Etnobiología engloba a la Etnoecología y
no al contrario (Martin 2001; Casagrande 2004, 2006; Anderson et al.
2011). Aún autores más críticos como Hunn (2007), quien considera
que la evolución de la Etnobiología está dividida en cuatro fases que
coinciden con periodos históricos, sitúa a la Etnoecología como una
expresión o tendencia de aquella (Etnobiología fase III). La última obra
among peoples, biota, and environ-
ments. Ethnoecological studies are
based in a multidisciplinary perspec-
tive that draws on the insights from
the natural and behavioral sciences
at multiple levels- from the views
of villagers in developing nations to
those of policy-makers in industrial
nations (Universidad Autónoma de
Barcelona 2012)
Después de todo la palabra es bastante
atractiva y novedosa para muchos círculos
y ello ha contribuido a su uso extendido
entre cada vez más autores. Como sucede
con otros campos de estudio que buscan
analizar las relaciones entre las socieda-
des humanas y la naturaleza, la Etnoeco-
logía adolece de una falta de definiciones
coherentes y sustentadas y, por el contra-
rio, abundan las que la definen de manera
general, abstracta o ambigua. Los trabajos
de Toledo (1992, 2002) y Alves y Bezerra-
Souto (2010), refieren en conjunto una lista
de casi una veintena de diversas y contras-
tantes definiciones dadas por diferentes
autores en las ultimas tres décadas.
¿Es la Etnoecología un Sub-Campo de
la Etnobiología o Viceversa?
Responder a esta pregunta es fundamen-
tal, porque ahí se encuentra buena parte
de la falta de claridad teórica que hoy pre-
valece en torno a estas nuevas áreas del
conocimiento. La historia es más o menos
así: la Ecología como disciplina surgió y
creció al amparo de la Biología, de tal for-
VOLUMEN IX | NÚMERO 16
En paralelo a lo interior, ha habido
un creciente interés por la Etnoecología
expresado no solamente por el número
de publicaciones, sino por la creación de
nuevos grupos de investigación, cursos y
sociedades científicas. Curiosamente esto
ha ocurrido más notablemente en los
países iberoamericanos: Brasil, Colombia,
México y España, lo cual sugiere una cierta
bifurcación no solamente conceptual sino
geográfica.
La Etnoecología como el Estudio de las
Sabidurías Tradicionales
Aunque escasos, existen trabajos dedica-
dos a reflexionar sobre el sentido teórico,
conceptual y metodológico de la Etnoeco-
logía y a apuntar tendencias dentro de
este campo de estudio (e.g., Dwyer 2005;
Toledo 1992, 2002; Hunn 1995; Roué 1997;
Reyes y Martí 2007). En las últimas déca-
das, los autores de este trabajo, junto con
Narciso Barrera-Bassols, hemos ido de-
cantando y perfeccionando una propues-
ta teórica y metodológica que reconoce a
la Etnoecología como el campo dedicado
al estudio de las sabidurías tradicionales
(Alarcón-Chaires 2011; Toledo 1992, 2001,
2002; Toledo y Barrera-Bassols 2008,
2011). En este caso, el objeto de estudio
no son ya los conocimientos sino las sabi-
durías, pues los conocimientos tradiciona-
les, indígenas o locales, en realidad forman
parte de una sabiduría tradicional, que es
el verdadero núcleo intelectual y prác-
tico por medio del cual esas sociedades
se apropian la naturaleza y se mantienen
general, Ethnobiology (Anderson et al. 2011), reconfirma esta idea y ex-
tiende además el campo etnobiológico a otras áreas no consideradas
antes como Etnomedicina, Arqueobotánica, Arqueozoología y pro-
ducción de alimentos.
Desde nuestra perspectiva, lo anterior es insostenible. La Et-
noecología se encuentra teóricamente más adelante porque, como lo
hemos señalado reiteradamente (cf. Toledo 1992, 2001, 2002; Toledo
et al. 2002; Toledo y Barrera-Bassols 2008, 2011), ésta logra sobreponer
cinco notables limitaciones de la Etnobiología: (a) no se restringe al es-
tudio del conocimiento de plantas, animales y hongos, ignorando que
las culturas locales también poseen conocimientos sobre el mundo fí-
sico, químico y geológico, tales como suelos, aguas, nieves, rocas, geo-
formas, climas, astros, tiempos, paisajes, territorios y sus respectivos
procesos, y que en conjunto estos conocimientos sirven de base inte-
lectual al proceso general de apropiación de la naturaleza; (b) porque
la Etnoecología va más allá de la mera curiosidad utilitaria, la búsqueda
o prospección de especies útiles que sirvan de base a la industria (por
ejemplo la botánica económica disfrazada de Etnobotánica), o de la
curiosidad intelectual, normalmente restringida a los sistemas de cono-
cimiento, un interés que alcanzó su mayor expresión en el estudio de
los sistemas tradicionales de clasificación del mundo vivo, y que dio
lugar a una Etnobiología sofisticada y meramente cognitiva, conoci-
da como Folkbiology -ver el libro de Medin y Atran (1999) y la reseña
de Casagrande (2004); (c) porque la Etnobiología ignora por completo
que es el proceso de producción/apropiación (primario, rural o agra-
rio) el que opera como el núcleo central o axis de un análisis integrador
y el único que permite realizar un abordaje pertinente de las relaciones
entre las culturas y su entorno natural; (d) porque la Etnobiología no
alcanza a despojarse de una cierta mirada colonialista que visualiza a
las culturas locales, tradicionales, originarias o indígenas como me-
ros objetos (extravagantes) de estudio, no como lo que realmente son:
actores sociales y culturales dominados y explotados por la sociedad
nacional y/o internacional, que requieren de autonomía, empodera-
miento político y afirmación étnica (Posey y Pleinderleith 2004); y (d)
porque la Etnobiología realiza sus investigaciones fuera del contexto
evolutivo biológico y cultural, lo cual le impide reconocer en las cultu-
ras indígenas un atributo esencial: su papel como memoria (biocultural)
de la especie humana (Toledo 2009; Toledo y Barrera-Bassols 2008).
ARTÍCULOS 7
cación perceptual o a un determinado sistema de representaciones que
son tanto simbólicas como prácticas.
Figura 4. El estudio etnoecológico y el complejo kosmos-corpus-praxis (fuente: Toledo y Barrera-Bassols 2008, 112).
En suma, para los autores de este ensayo la Etnoecología, resulta ser el
estudio del complejo integrado por el sistema de creencias (kosmos), el
conjunto de conocimientos (corpus) y de prácticas productivas (praxis)
de un agregado social o comunidad epistémica, lo que hace posible
comprender cabalmente las relaciones que se establecen entre la in-
terpretación o lectura, la imagen o representación y el uso o manejo
de la naturaleza y sus procesos por dicho agregado (Toledo 1992, 2002;
Barrera-Bassols y Toledo 2005; Toledo y Barrera-Bassols 2008, 2010).
De esta manera, la Etnoecología se propone estudiar la integración del
complejo kosmos-corpus-praxis (K-C-P) dentro de los procesos de teo-
rización, representación y producción (social y cultural) en las diversas
escalas espaciotemporales (Figura 4).
Los etnoecólogos requieren entonces de interpretar los modelos
intelectuales y materiales sobre el mundo natural en donde coexisten
individuos, familias y comunidades con culturas tradicionales, con el
fin de comprender en toda su complejidad las sabidurías locales. Al
unísono, los etnoecólogos también generan un modelo científico “ex-
terno” sobre el mencionado contexto local. El enfoque etnoecológico
busca entonces integrar, comparar y covalidar ambos modelos para
crear directrices que apunten a implementar propuestas de desarrollo
local endógeno, liberador y sustentable con la plena participación de
los actores locales. El eje de todo lo anterior es el diálogo de saberes,
y reproducen a lo largo de la historia. Lo
anterior parte de la premisa central que las
formas de conocimiento locales o tradi-
cionales no existen (como es el caso de la
ciencia) separados de otras dos dimensio-
nes de la vida cotidiana: las creencias y las
prácticas. Las sabidurías tradicionales se
basan en las experiencias (sociales) que se
tienen sobre el mundo (los mundos), sus
hechos y significados y su valoración de
acuerdo al contexto natural y cultural en
donde se despliegan. Los saberes son en-
tonces una parte o fracción esencial de la
sabiduría local. La naturaleza se concibe,
valora y representa bajo sus dominios visi-
bles e invisibles. Por lo anterior, los saberes
locales, para ser correctamente compren-
didos, deben analizarse en sus relaciones
tanto con las actividades prácticas como
con el sistema de creencias del grupo cul-
tural que los produce y los defiende.
La conclusión obligada es que el co-
nocimiento tradicional debe ser contem-
plado, primero, en su íntima aleación con
su sistema de creencias y, en segundo tér-
mino, con sus necesidades y prácticas. Esto
permite comprender muchos de los giros
y matices que toma el conocimiento en la
mente del ser rural además de establecer
sus propios límites prácticos. Ejemplos de
lo anterior son muchos sistemas folk o tra-
dicionales de clasificación biológica que
aparecen amalgamados con sus sistemas
de creencias, o la sobreposición que exis-
te entre los calendarios rituales, agrícolas y
astronómicos de muchas culturas o, en fin,
el reconocimiento de unidades en el espa-
cio íntimamente ligadas a una cierta sofisti-
VOLUMEN IX | NÚMERO 18
lle para el caso de los Mayas Yucatecos
(Sanabria 1986; Barrera-Bassols y Toledo
2005). En efecto, durante la apropiación
de los recursos terrestres, las culturas in-
dígenas combinan conocimientos acerca
de la vegetación, el suelo y la topografía
en la discriminación de discontinuidades
espaciales, las cuales a su vez permiten la
construcción de unidades de manejo que
son básicas para la subsistencia (Toledo y
Barrera-Bassols 2008). Estas unidades es-
paciales son de alguna forma equivalentes
al concepto de paisaje:
Too frequently, ethnoecologists have
focused on resources, like soil, and
not landscapes. For my Maninka in-
formants, human–environment inte-
ractions exist in settings composed
of all natural resources and hazards.
The synthetic view of [land cover] –
essentially a classification of types
of locale – is a more salient factor in
landscape management than speci-
fic biophysical features (Duvall 2008,
344).
The synthetic view of soil, vegetation,
slope, hydrology and microclimate
embodied in Maninka land-cover
categories provides a highly salient
and useful indication of agroecolo-
gical potential (ibid., 342).
En años recientes, la percepción no cien-
tífica del espacio ha recibido una notable
atención por parte de dos autores: Leslie
M. Johnson y Eugene Hunn, quienes han
una corriente que va más allá de la Etnoecología y se presenta y re-
produce como una epistemología liberadora (Argueta et al. 2011; De
Sousa-Santos 2009).
El Espacio como Espejo del Complejo K-C-P
Uno de los más interesantes enigmas etnoecológicos son las mane-
ras cómo el pensamiento del sujeto tradicional percibe, conceptualiza,
clasifica y utiliza su espacio inmediato, así como su correlación con
las construcciones científicas, especialmente con las de la Ecología del
Paisaje. Por lo común se está de acuerdo, con base a innumerables
ejemplos, que las culturas locales hacen una fina distinción de unida-
des espaciales con base a diferentes criterios. El criterio más explícito y
utilizado es el de vegetación, lo cual ha quedado revelado en decenas
de estudios de caso. La complejidad de las clasificaciones indígenas
sobre las unidades de vegetación adquiere su máxima expresión en
la que se considera la región biológicamente más rica del mundo: las
selvas de la parte occidental de la Amazonía en la frontera entre Perú
y Brasil. Los estudios realizados por Fleck y Harder (2000) entre los
matses y por Shepard y colaboradores (2001) con los machiguenga,
ofrecen una descripción detallada de los complejos sistemas indígenas
de clasificación de hábitats selváticos y certifican, de paso, la mayor
capacidad discriminatoria de la percepción indígena por sobre la de
los ecólogos tropicales.
En el caso de los matses, los miembros de este pueblo indígena
distinguen 104 tipos de selvas primarias y 74 tipos de selvas secunda-
rias en un radio de 800 km2. Por su parte, los machiguenga discriminan
un total de 97 unidades selváticas, 76 de ellas definidas por criterios
bióticos y 21 otras por factores físicos o de otro tipo. En ambos casos,
los criterios utilizados fueron los tipos o asociaciones de vegetación,
hidrología, topografía, tipos de suelos, regímenes estacionales (como
la subida y bajada de las aguas resultado de los ciclos de lluvia y sequía,
incendios y caída de árboles), indicadores ecológicos (como edad de la
selva en restauración), faunísticos y florísticos y otros factores. En rea-
lidad, la identificación de tipos de vegetación es solamente una de las
dimensiones por medio de las cuales el saber tradicional distingue, ubi-
ca y clasifica unidades espaciales o micro ambientes, que son cruciales
durante la ejecución de la estrategia de uso múltiple de la naturaleza
circundante los recursos, tal y como ha sido demostrado con deta-
ARTÍCULOS 9
Los estudiosos de la Etnoecología del Paisaje, no reducen su aná-
lisis a la dimensión cognitiva y práctica, pues reconocen al igual que
otros investigadores del tema, que el espacio conlleva además una di-
mensión sobrenatural, la de la cosmovisión:
The metaphor of walking as a skilled way of being in the world,
of moving through the world, encapsulates the embodied, expe-
riential way of knowing and doing (Johnson 2010, 203).
Gitksan understanding of landscape definitely includes the no-
tion of powerful places, and that must not be overlooked simply
because it does not appear on the map (ibid., 199).
The community members rejected depictions that did not inclu-
de both sites of human activity and supernatural associations,
underscoring the risks of presenting only secular data (Davidson-
Hunt y Berkes 2003 citados por Johnson 2010, 199).
Since maps are human-derived representations of geographic
space, it can be inferred that this image vs. structure duality also
holds for how humans perceive geographic space, corresponding
to the world as seen (image) and the world as understood (struc-
ture) (Peuquet 1988, 378).
In landscape ethnoecology, relevant understandings range from the
very particular grounded ecotopic knowledge of geomorphology,
biogeography and hydrology, to overarching cosmological formula-
tions, and levels are mutually interactive (Johnson y Hunn 2010c, 279).
Esta dimensión sobrenatural del espacio encuentra su mayor expresión
en los sitios sagrados, un tema que ha sido explorado cada vez con más
intensidad en todo el mundo (Verschureen et al. 2010). Una revisión de
esos sitios protegidos desde tiempos inmemoriales por su valor sacro
reportó casos en 33 países, con más de 13,000 sitios solamente en
India (Bhagwat y Rutte 2006). Con ello queda demostrado que para
la visión tradicional y especialmente para la indígena, el espacio es un
espejo que refleja la triple relación (íntima o inseparable) entre la cultu-
ra y (la natura) su realidad natural: la sagrada, la cognitiva y la práctica.
editado un volumen (Johnson y Hunn
2010a) con varios capítulos y han teoriza-
do abundantemente en torno a lo que han
denominado Landscape Ethnoecology (cf.
Johnson y Hunn 2010b, c; Hunn y Meilleur
2010, Johnson y Davidson-Hunt 2011).
Estas contribuciones se alejan del enfo-
que menos exitoso inaugurado por Fikret
Berkes, quien teorizó sobre la concepción
tradicional de la idea de ecosistema (Ber-
kes et al. 1998). Partiendo de al menos tres
tradiciones científicas, esto es, la Ecología
del Paisaje, la Geografía Cultural y la An-
tropología del Espacio, Johnson y Hunn,
ofrecen una consistente reflexión en torno
a esta dimensión del conocimiento tradi-
cional. Su esfuerzo teórico lo basan en el
supuesto de que las relaciones entre las
culturas y los paisajes surgen de la parti-
ción de “espacios de subsistencia”, es decir
obedecen a necesidades de uso.
La Etnoecología del espacio se viene
a agregar a la ubicación espacial de espe-
cies de plantas animales y hongos y a la
localización y nombramiento de sitios, las
llamadas toponimias, una tarea realizada
por la Etnografía y la Etnogeografía. La dis-
criminación de unidades espaciales es un
rasgo común a todas las culturas en tanto
que tiene un valor predictivo y respon-
de a necesidades de subsistencia. Estos
fragmentos, piezas o partes (patches), que
son discontinuidades espaciales, resultan
análogos al concepto de ecotopo, que es
la unidad mínima en la que, según la geo-
grafía (física o ecológica), puede descom-
ponerse todo espacio (Johnson y Hunn
2010b, c; Hunn y Meilleur 2010).
VOLUMEN IX | NÚMERO 110
decir buscando de entrada analogías
cognitivas con los pueblos estudia-
dos. En una larga e interesante re-
flexión sobre la Etnoecología, Dwyer
(2005, 21) afirma:
Early work in ethnoclassification ten-
ded to both model and judge others
with reference to an image of our-
selves. In Ethnoecology, we must
avoid the inverse temptation to in-
terpret ourselves in their image. An
Ethnoecology which recognizes that,
as analysts, we ourselves may only
imagine those different ways if we
accept that they are always outco-
mes of the play of the imagination of
others. An Ethnoecology which ac-
knowledges that perceptions of the
environment are grounded in tropes,
that the environment as experienced
emerges from this ground, and that
the imaginary cannot be divorced
from livelihood, dwelling and skill.
Por todo lo anterior, la siguiente fase de
la investigación etnoecológica habrá de
centrarse en el estudio de las relaciones
entre el kosmos, corpus y praxis (Tree of
Life Guardianship 2012, traducción libre):
El Umbilicus o eje, se describe como
la integración del kosmos, el corpus y
la praxis contenida en la realidad in-
dígena en una matriz unificadora de
elementos congruentes y afines. De
esta manera, el conocimiento, el len-
guaje, la naturaleza y la experiencia
UMBILICUS, EL ESTUDIO DE LAS INTERACCIONES ENTRE K, C Y P
La lectura de otros textos claves permite confirmar la tesis central de
que es imposible analizar el conocimiento tradicional, local o indígena,
como un elemento aislado. Al hacerlo, la mirada científica fracciona o
reduce la relación material e intelectual de las culturas pre-modernas
con la naturaleza, y lo visualiza como algo similar al moderno u occi-
dental. Este método limitado ha dado lugar a varios equívocos, como
el pensar que existe una estructura de clasificación de carácter univer-
sal entre las culturas tradicionales, en tanto que la evidencia señala que
cada cultura se aproxima a su realidad natural mediante varios y dis-
tintos sistemas de clasificación -véase el caso de los peces en Marques
(1995, 2001). Esta obsesión por diseccionar o reducir la complejidad
de un fenómeno o proceso ha tenido y sigue teniendo consecuencias
funestas en la generación de conocimiento.
Dependiendo de la historia y el entrenamiento académico de
los investigadores, los estudios etnocientíficos se han dedicado a es-
tudiar las relaciones entre un conocedor local, una familia, una comu-
nidad o una etnia, y fracciones del universo natural: especies, grupos
de organismos (generalmente plantas o animales vertebrados), suelos,
paisajes, relieves, todo lo cual no está mal desde la perspectiva del
conocimiento moderno, empeñado en acumular descubrimientos o
en buscar saberes que puedan ser explotados económicamente, pero
insuficientes para una comprensión completa y coherente de la rela-
ción entre cultura y naturaleza.
Que el conocimiento tradicional siempre aparece amalgamado
con las creencias y las prácticas, ha quedado señalado desde otros
campos por varios autores. Por ejemplo, Tim Ingold en su libro The
perception of the environment: Essays on livelihood, dwelling and skill, es-
tablece que “engagement with the world, meanings attached to the
world, and the world as experienced, are indivisibly connected and si-
multaneously created” (Ingold 2000, 44); esto es, la forma en que un
individuo se conduce en su ambiente´ está intimamente ligada a la
percepción que se tiene del mismo. En palabras del autor: “ways of
acting in the environment are also ways of perceiving it” (ibid., 9).
El “pecado capital” de las etnociencias ha sido el explorar las rela-
ciones entre las culturas y el mundo natural, llevando como mar-
co de referencia la propia perspectiva de la ciencia occidental, es
ARTÍCULOS 11
en actos pragmáticos engancha al mito o kosmos, mientras que la
actividad se acopla a la mítica esfera física de la vida.
COROLARIO
Como en la metáfora del “Espíritu del Valle”, autoría de Lao Tsé que
refiere que “todas las aguas se vierten en él”, la Etnoecología también
se nutre de diferentes fuentes, como se ha mencionado. Y sin duda
va más allá: su planteamiento pretende trascender el conservaduris-
mo académico que congela, a veces teme y otras evita, la intervención
de los investigadores en los problemas socio-ambientales y culturales.
Con ello da un salto cualitativo en el quehacer científico que la lle-
va a convertirse en una ciencia post-normal (Toledo y Barrera-Bassols
2011) y a sumergirse en las aguas de la Ecología Política, un acto que
encierra un imperativo ético ante una sociedad en crisis. Ello enviste
y diferencia, teleológicamente hablando, a la Etnoecología frente a la
Etnobiología.
Por otro lado, las fronteras del campo etnoecológico se expan-
den -o mejor dicho se descubren-, en función del metabolismo so-
cial reconocido como el marco conceptual general. Igualmente, la
Etnoecología encuentra su identidad a la luz del encuentro entre la
cultura, la producción y la naturaleza, la tradición con la modernidad,
la esperanza con el desencanto. Con dichos encuentros afloran nuevos
derroteros en la investigación etnoecológica enmarcados en concep-
tos como el territorio (lo que se defiende como “lo propio”), el paisaje
(lo que contiene “lo propio”) y la institución (lo que regula “lo nuestro”),
todos ellos temas indispensables en la comprensión de la compleja
relación sociedad-naturaleza.
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cotidiana pertenecen a la esfera de
la realidad sagrada contenida en el
cosmos y, además, dicha sacralidad
se hace tangible en ciertos momen-
tos y en el contexto de determinadas
actividades y lugares mitológicos.
Los pueblos indígenas no tienen
una visión fragmentada y simplifi-
cadora entre la religión y la cultura
como ocurre en Occidente y cuyos
conceptos principales conducen a
una realidad incongruente. Uno de
ellos es la de una realidad mecánica
a partir de la cual se define la natura-
leza y otro es el de la realidad física,
que evita el paradigma de la rela-
ción, por ejemplo, entre lo ético y lo
religioso. Estos sistemas de creencias
aisladas conducen a la oposición e
incompatibilidad, y en el peor de los
casos, a la contradicción. A lo sumo
se yuxtaponen.
El Umbilicus representa un eje que fu-
siona al kosmos, con el corpus y con la
praxis en un sistema de componen-
tes interdependientes que se sinteti-
zan para formar un todo unificado
en la mente indígena. La función de
este eje es el de una lente: el kosmos
participa en las prácticas y es la base
del conocimiento. Se impregna de la
acción, de la comprensión de la vida
y de la divinidad implícita en el cos-
mos. Es la totalización de las normas
de conducta, es la Tierra y la parti-
cipación humana en la vida práctica
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VOLUMEN IX | NÚMERO 112
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VOLUMEN IX | NÚMERO 116
Artículos
Diana G. Lope-Alzina1,2 and Patricia L . Howard1
The Structure, Composition,and Functions of
Homegardens: Focus on theYucatán Peninsula
INTRODUCTION
Homegardens represent the most widespread land use systemacross the globe (Eyzaguirre and Linares 2004), living evidence of thebiological and social-cultural interactions that develop around locallivelihoods and people’s efforts towards well-being. The system istherefore relevant to several priority areas in global development andworldwide research agendas. In the last thirty years, homegardenshave been the object of numerous studies (mainly in the fields ofagroecology, agroforestry and, less frequently, ethnobotany) yieldingimportant contributions for understanding the biological and physicalaspects of homegardens while highlighting their sustainability in termsof the efficient use of resources (cf. Torquebiau 1992). Nevertheless, thecomplex interface between the social and the agroecological is onlybeginning to be addressed (Nair and Kumar 2006). This paperproposes that one of the first steps required to disentangle this, is toanalyze homegardens’ three main axes –structure, composition, andfunctions– and how social relations affect them. Structure refers to thespatial organization; composition is about the organisms found withinthe system as well as to the abiotic elements; functions refers to theservices and use values provided by such components; all of theseinterrelate and are linked to a variety of factors such as physical andenvironmental conditions, chronological sequencing, economicspecialization, urbanization, and migration.
Lope-Alzina, D.G. y P.L. Howard. 2012.Estructura, composición y funcionesdel huerto familiar en la Península deYucatán. Etnoecológica 9 (1): 17-41.
Los huertos familiares han sido ampliamenteestudiados y documentados desde los 1970s,generando importantes aportacionescientíficas sobre aspectos específicos. Sinembargo, es necesario aún abordar másprofundamente y entender la complejidadimplícita en el sistema. Este documentopropone como primer paso para tal avance,analizar sus tres ejes: estructura (horizontal,vertical y dimensión cronológica), composición(principalmente biótica) y funciones (incluyendovalores de uso relacionados). Partiendo dereferencias globales sobre el sistema huertosfamiliares, estos se analizan en una de lasregiones más reconocidas en la literaturacientífica por la riqueza biológica en estesistema y en dónde más investigaciones sehan hecho y diseminado en América Latina: laPenínsula de Yucatán. Se hizo una revisióncrítica y analítica de aproximadamente 40documentos que nos ilustran sobre estructuray/o composición y/o funciones del huerto enesta región; algunos abordando aspectosrelacionados con la dinámica social, tales comola edad y tamaño del huerto, la distancia acentros urbanos, predominancia deactividades económicas en la regióny migración. Se identifican tanto las
1Wageningen University, Dept. of Social Sciences, The Netherlands; 2 Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca([email protected], [email protected])
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contribuciones que se han hecho a la fechaasí como los vacíos en la investigación sobrehuertos familiares, siendo la principal lagunala interrelación entre los fenómenos socialesy la agroecología.
Palabras clave: Agrobiodiversidad,agroecología, valores sociales y utilitarios,ecosistemas antropogénicos.
Lope-Alzina, D.G. and P.L. Howard. 2012.The structure, composition, and functionsof homegardens: Focus on the YucatánPeninsula. Etnoecológica 9 (1): 17-41.
Homegardens have been the subject ofmuch research since at least the 1970s, withscientific knowledge constantly advancing.This paper is built on the premise that the firststep toward understanding homegardens isto examine their three main axes: structure(horizontal, vertical, and their chronologicaldimension), composition (living species, mainly),and functions (including their relations to usevalues). While referring to homegardenresearch across the globe, the focus is on oneof the world regions with the highest levels ofspecies diversity in homegardens, and wheremost Latin American research has beencarried out: the Yucatán Peninsula. Some 40studies of homegardens in this region wereidentified and reviewed, and their findings,with respect to the structure, composition,and functions of homegardens, are presentedand analyzed. Some of these studies have alsoattempted to assess the relations betweenhomegarden structure, composition, andfunctions, and other phenomena such as ageand size of homegardens, distance to urbancenters, regional economic specialization, andmigration. This paper identifies both thecontributions that have been made tounderstand Yucatecan homegardens as wellas the gaps that remain in this and otherhomegarden research, with an emphasison the relations between social andagroecological phenomena.
Keywords: Agrobiodiversity, agroecology, socialand use values, anthropogenic ecosystems.
The earliest known published review of homegarden research(Fernandes and Nair 1986) posited that, regardless of their size, homegardensare characterized by ‘high species diversity [this refers to composition]where, contrary to the apparent appearance of random arrangementof species, the gardens are usually carefully structured systems withevery component having a specific place [structure], as well as function’(ibid., 265). Here, we present a review of published articles, scientific notes,theses, and dissertations dealing with different aspects of homegardenstructure, composition, and functions in the Yucatán Peninsula, the areain Mesoamerica and Latin America where most homegarden research hasbeen carried out, and located within a world region where the presenceof homegardens is as high as in Asia (Nair and Kumar 2006, 5). Our paperhighlights the advances made to date in homegarden research in theregion, addressing the gaps that need to be filled in order to develop abetter understanding of the homegarden system.
METHODS AND MATERIALS
The review focuses on 40 published works dealing with case studiesfrom the Yucatán Peninsula, which provide insights about the structure,composition, and functions of homegardens and the interrelationshipsof these aspects; literature from other world regions is referred to whenrelevant. A directed reading technique was used (Hart 1997), where a listof variables and topics is prepared prior to reading, then explored andannotated for every document; annotations were coded using NVivo 8software (QSR International Pty. Ltd. 2008). The literature consulted wasmostly identified and accessed by means of e-collections and indexingservices of digital libraries. Citations and abstracts were managed usingEndNote 3X software (EndNote 2010).
After tallying the literature cited in the published works reviewed, itis estimated that the reviewed cases at the core of this document coveraround half of the research on homegardens in the Yucatán Peninsulathat has been published in scientific journals and books in both Englishand Spanish up through 2010. In addition, several dissertations plus afew more recent works are also included. With the exception of fivecase studies (one on Macehual-Mayas in Quintana Roo, three on MayaChol and other immigrants in Calakmul, Campeche, one in the city ofMérida), all of the researched populations are Yucatec-Mayas.
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contribuciones que se han hecho a la fechaasí como los vacíos en la investigación sobrehuertos familiares, siendo la principal lagunala interrelación entre los fenómenos socialesy la agroecología.
Palabras clave: Agrobiodiversidad,agroecología, valores sociales y utilitarios,ecosistemas antropogénicos.
Lope-Alzina, D.G. and P.L. Howard. 2012.The structure, composition, and functionsof homegardens: Focus on the YucatánPeninsula. Etnoecológica 9 (1): 17-41.
Homegardens have been the subject ofmuch research since at least the 1970s, withscientific knowledge constantly advancing.This paper is built on the premise that the firststep toward understanding homegardens isto examine their three main axes: structure(horizontal, vertical, and their chronologicaldimension), composition (living species, mainly),and functions (including their relations to usevalues). While referring to homegardenresearch across the globe, the focus is on oneof the world regions with the highest levels ofspecies diversity in homegardens, and wheremost Latin American research has beencarried out: the Yucatán Peninsula. Some 40studies of homegardens in this region wereidentified and reviewed, and their findings,with respect to the structure, composition,and functions of homegardens, are presentedand analyzed. Some of these studies have alsoattempted to assess the relations betweenhomegarden structure, composition, andfunctions, and other phenomena such as ageand size of homegardens, distance to urbancenters, regional economic specialization, andmigration. This paper identifies both thecontributions that have been made tounderstand Yucatecan homegardens as wellas the gaps that remain in this and otherhomegarden research, with an emphasison the relations between social andagroecological phenomena.
Keywords: Agrobiodiversity, agroecology, socialand use values, anthropogenic ecosystems.
The earliest known published review of homegarden research(Fernandes and Nair 1986) posited that, regardless of their size, homegardensare characterized by ‘high species diversity [this refers to composition]where, contrary to the apparent appearance of random arrangementof species, the gardens are usually carefully structured systems withevery component having a specific place [structure], as well as function’(ibid., 265). Here, we present a review of published articles, scientific notes,theses, and dissertations dealing with different aspects of homegardenstructure, composition, and functions in the Yucatán Peninsula, the areain Mesoamerica and Latin America where most homegarden research hasbeen carried out, and located within a world region where the presenceof homegardens is as high as in Asia (Nair and Kumar 2006, 5). Our paperhighlights the advances made to date in homegarden research in theregion, addressing the gaps that need to be filled in order to develop abetter understanding of the homegarden system.
METHODS AND MATERIALS
The review focuses on 40 published works dealing with case studiesfrom the Yucatán Peninsula, which provide insights about the structure,composition, and functions of homegardens and the interrelationshipsof these aspects; literature from other world regions is referred to whenrelevant. A directed reading technique was used (Hart 1997), where a listof variables and topics is prepared prior to reading, then explored andannotated for every document; annotations were coded using NVivo 8software (QSR International Pty. Ltd. 2008). The literature consulted wasmostly identified and accessed by means of e-collections and indexingservices of digital libraries. Citations and abstracts were managed usingEndNote 3X software (EndNote 2010).
After tallying the literature cited in the published works reviewed, itis estimated that the reviewed cases at the core of this document coveraround half of the research on homegardens in the Yucatán Peninsulathat has been published in scientific journals and books in both Englishand Spanish up through 2010. In addition, several dissertations plus afew more recent works are also included. With the exception of fivecase studies (one on Macehual-Mayas in Quintana Roo, three on MayaChol and other immigrants in Calakmul, Campeche, one in the city ofMérida), all of the researched populations are Yucatec-Mayas.
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contribuciones que se han hecho a la fechaasí como los vacíos en la investigación sobrehuertos familiares, siendo la principal lagunala interrelación entre los fenómenos socialesy la agroecología.
Palabras clave: Agrobiodiversidad,agroecología, valores sociales y utilitarios,ecosistemas antropogénicos.
Lope-Alzina, D.G. and P.L. Howard. 2012.The structure, composition, and functionsof homegardens: Focus on the YucatánPeninsula. Etnoecológica 9 (1): 17-41.
Homegardens have been the subject ofmuch research since at least the 1970s, withscientific knowledge constantly advancing.This paper is built on the premise that the firststep toward understanding homegardens isto examine their three main axes: structure(horizontal, vertical, and their chronologicaldimension), composition (living species, mainly),and functions (including their relations to usevalues). While referring to homegardenresearch across the globe, the focus is on oneof the world regions with the highest levels ofspecies diversity in homegardens, and wheremost Latin American research has beencarried out: the Yucatán Peninsula. Some 40studies of homegardens in this region wereidentified and reviewed, and their findings,with respect to the structure, composition,and functions of homegardens, are presentedand analyzed. Some of these studies have alsoattempted to assess the relations betweenhomegarden structure, composition, andfunctions, and other phenomena such as ageand size of homegardens, distance to urbancenters, regional economic specialization, andmigration. This paper identifies both thecontributions that have been made tounderstand Yucatecan homegardens as wellas the gaps that remain in this and otherhomegarden research, with an emphasison the relations between social andagroecological phenomena.
Keywords: Agrobiodiversity, agroecology, socialand use values, anthropogenic ecosystems.
The earliest known published review of homegarden research(Fernandes and Nair 1986) posited that, regardless of their size, homegardensare characterized by ‘high species diversity [this refers to composition]where, contrary to the apparent appearance of random arrangementof species, the gardens are usually carefully structured systems withevery component having a specific place [structure], as well as function’(ibid., 265). Here, we present a review of published articles, scientific notes,theses, and dissertations dealing with different aspects of homegardenstructure, composition, and functions in the Yucatán Peninsula, the areain Mesoamerica and Latin America where most homegarden research hasbeen carried out, and located within a world region where the presenceof homegardens is as high as in Asia (Nair and Kumar 2006, 5). Our paperhighlights the advances made to date in homegarden research in theregion, addressing the gaps that need to be filled in order to develop abetter understanding of the homegarden system.
METHODS AND MATERIALS
The review focuses on 40 published works dealing with case studiesfrom the Yucatán Peninsula, which provide insights about the structure,composition, and functions of homegardens and the interrelationshipsof these aspects; literature from other world regions is referred to whenrelevant. A directed reading technique was used (Hart 1997), where a listof variables and topics is prepared prior to reading, then explored andannotated for every document; annotations were coded using NVivo 8software (QSR International Pty. Ltd. 2008). The literature consulted wasmostly identified and accessed by means of e-collections and indexingservices of digital libraries. Citations and abstracts were managed usingEndNote 3X software (EndNote 2010).
After tallying the literature cited in the published works reviewed, itis estimated that the reviewed cases at the core of this document coveraround half of the research on homegardens in the Yucatán Peninsulathat has been published in scientific journals and books in both Englishand Spanish up through 2010. In addition, several dissertations plus afew more recent works are also included. With the exception of fivecase studies (one on Macehual-Mayas in Quintana Roo, three on MayaChol and other immigrants in Calakmul, Campeche, one in the city ofMérida), all of the researched populations are Yucatec-Mayas.
19ARTÍCULOS
For plants, most of the authors present scientific names inbinomials only. ‘Authority’ was added by consulting the scientificnomenclature in The Plant List (2010) of the Missouri Botanical Gardenand the Royal Kew Gardens, currently acknowledged as the mostcomplete database for plant taxonomy.
Regarding author´s contribution for this paper, Lope-Alzinaanalyzed the reviewed literature and built up the complete manuscript;Howard contributed substantially to the conceptualization of thisresearch and also enriched and edited the document.
DEFINING HOMEGARDENS
In the English language literature, the terms ‘home garden’,‘homegardens’, ‘backyard gardens’, ‘dooryard gardens’, ‘kitchengardens’, ‘house gardens’, and the like are all used to refer to thesame object of study. However, the term ‘homegarden’ is nowconsidered as a more appropriate descriptor, where it is notequated with ‘home gardens’, which is a term that may beconfused with ‘ornamental gardening around homes’ (Nair andKumar 2006, 2) rather than a land use system. The homegardensystem consists of a land unit that is often found within a largerfarming system, and that is very often ‘owned’ by indigenous peoplewho, based on knowledge developed over time and throughpractice, give shape to homegardens in broad synchronicity with theirspecific subsistence requirements (Niñez 1987; Lok 1998; Eyzaguirreand Linares 2004). Usually conveniently located within or near the homecompound, the homegarden provides secure access to several keyresources, the most common of which is food (Nair 2004).
Among the most accepted definitions of homegardens is that putforth by Fernandes and Nair (1986, 281) who refer to homegardensin the tropics and sub-tropics: ‘a multi-strata agroforestry system thatis very common in subsistence economies and that is characterizedby a set of ‘land use practices involving deliberate management ofmultipurpose trees and shrubs in intimate association with annualand perennial agricultural crops and, invariably, livestock, within thecompounds of individual houses, the whole crop-tree-animal unitbeing intensively managed by family labour’. The homegarden systemis also said to be ‘time-tested’ (Nair 2001, 240) given that it is one of theworld’s oldest land use systems ‘that has evolved through generations
of gradual intensification of cropping inresponse to increasing human pressureand the corresponding shortage of arablelands’ (Nair and Kumar 2006, 2).
Yucatec-Maya Homegardens
The humid tropical zone located in thenorthernmost part of Central Americahas been identified as a region with ahigh frequency of occurrence’ of tropicalhomegardens (Nair and Kumar 2006, 5).In the Yucatán Peninsula, which is locatedin this region, descendants of the greatMayan civilization form the majority of therural population and continue to maintaintraditional agroecological practices;hence, homegardening is a very importantelement of daily life.
The typical Yucatec-Mayahomegarden fits neatly with the descriptionand general features of homegardensgiven in the previous section. It is oftenembedded in the homestead, which is ahouse compound area that isdemarcated (at least partially) by alimestone fence (Goñi 1994). The housecompound hosts substantial biodiversitythat is managed, and often tolerated andprotected by householders, and includesdwellings for humans plus otherconstructions used for plant cultivationand livestock rearing (cf. Hernández-Sánchez 2010 and Villers et al. 1981).
Yucatec Mayas call theirhomegardens solares. Indeed, someauthors argue that solar is a moreappropriate term as it encompassesthe entire homestead and its various
20 VOLUMEN IX | NÚMERO 1
components, including the characteristicvegetated areas and strata (Correa-Navarro 1997; Estrada-Lugo 2005). Thefollowing general characteristics have beenfound across homegardens in theYucatán Peninsula: labor is provided byhousehold members, mostly by women;there is an integral and efficient use ofvegetable and animal resources withoutthe use of modern technology andinputs; the size of homegardens mayvary considerably; and biodiversity ishigh (e.g., Caballero 1992 and Anderson1996). These same characteristics havealso been reported for Itza-Maya andLadino homegardens in neighboringPetén in Guatemala (Ruonavaara 1996;Corzo-Márquez and Schwartz 2008).
An interesting, recent definition isthat provided by Hernández-Sánchez(2010), where he conceptualizes thesystem as the interrelation between social,cultural, symbolic, and productive aspects.For that author, more than a land usesystem, the Yucatec-Maya homegardenis ‘the basic unit of territoriality for theYucatec-Maya household, dynamic intime and space, where productive, social,and cultural activities take place as part ofdaily life, making possible the permanenceof the household and the constructionand reconstruction of both material andnon-material elements that characterizelocal ethnic identity’ (free translation fromSpanish, pg. 133).
THE STRUCTURE OF HOMEGARDENS
Homegarden structure refers to the spatial organization of all ofthe homegarden’s components. Since plants represent the mostcomplex and usually spatially predominant component, the literaturereviewed refers to homegarden structure principally in terms of plantassemblages. Given the abundance of the vegetation componentand the diversity of plant life forms and species, the definition ofhomegarden structure requires an understanding of plantassemblages or ‘strata,’ or the way in which plants are distributedacross the terrain. The spatial dimension of homegardens can beillustrated as a box where the base (horizontal strata) and height(vertical strata) combine to constitute the full structure. The verticalstrata comprise only the vegetation component, whereas thehorizontal strata may extend to all components (e.g., livestock, buildings,vegetation). They both are under constant change (e.g., seasonally, bythe age of the homegarden).
Vertical Strata
Fernandes and Nair (1986) note that homegardens across the tropicsare generally composed of at least three plant life forms (trees, shrubs,and herbs) organized into at least three vertical strata where theassemblage matches plant uses: 1) a lower, herbaceous layer with twosub-strata, one less than one meter in height (containing vegetablesand medicinal plants), and the other with food plants of one to threemeters in height; 2) an upper tree layer, divided into two sub-strata: thetallest trees (at least 20 m), consisting of fully grown timber and fruittrees and medium-sized trees (10 - 20 m); and 3) an intermediate layerin between the lower and upper layers, with trees of between 5 - 10 min height that may not have yet reached maturity (e.g., fruit trees). Theauthors note the chronological dimension of the strata: ‘the pool ofreplacement species makes the producing structure always dynamic’(ibid., 290).
Similarly, for Yucatec-Maya homegardens, both Barrera (1980) andCaballero (1992) have identified three different strata according to lifeform and height (Table 1). Yet, de Clerck and Negreros-Castillo (2000),who present the most detailed data on plant assemblage inYucatecan homegardens, identified six different strata inhomegardens in the ‘Zona Maya’ of Quintana Roo State. Five of these
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components, including the characteristicvegetated areas and strata (Correa-Navarro 1997; Estrada-Lugo 2005). Thefollowing general characteristics have beenfound across homegardens in theYucatán Peninsula: labor is provided byhousehold members, mostly by women;there is an integral and efficient use ofvegetable and animal resources withoutthe use of modern technology andinputs; the size of homegardens mayvary considerably; and biodiversity ishigh (e.g., Caballero 1992 and Anderson1996). These same characteristics havealso been reported for Itza-Maya andLadino homegardens in neighboringPetén in Guatemala (Ruonavaara 1996;Corzo-Márquez and Schwartz 2008).
An interesting, recent definition isthat provided by Hernández-Sánchez(2010), where he conceptualizes thesystem as the interrelation between social,cultural, symbolic, and productive aspects.For that author, more than a land usesystem, the Yucatec-Maya homegardenis ‘the basic unit of territoriality for theYucatec-Maya household, dynamic intime and space, where productive, social,and cultural activities take place as part ofdaily life, making possible the permanenceof the household and the constructionand reconstruction of both material andnon-material elements that characterizelocal ethnic identity’ (free translation fromSpanish, pg. 133).
THE STRUCTURE OF HOMEGARDENS
Homegarden structure refers to the spatial organization of all ofthe homegarden’s components. Since plants represent the mostcomplex and usually spatially predominant component, the literaturereviewed refers to homegarden structure principally in terms of plantassemblages. Given the abundance of the vegetation componentand the diversity of plant life forms and species, the definition ofhomegarden structure requires an understanding of plantassemblages or ‘strata,’ or the way in which plants are distributedacross the terrain. The spatial dimension of homegardens can beillustrated as a box where the base (horizontal strata) and height(vertical strata) combine to constitute the full structure. The verticalstrata comprise only the vegetation component, whereas thehorizontal strata may extend to all components (e.g., livestock, buildings,vegetation). They both are under constant change (e.g., seasonally, bythe age of the homegarden).
Vertical Strata
Fernandes and Nair (1986) note that homegardens across the tropicsare generally composed of at least three plant life forms (trees, shrubs,and herbs) organized into at least three vertical strata where theassemblage matches plant uses: 1) a lower, herbaceous layer with twosub-strata, one less than one meter in height (containing vegetablesand medicinal plants), and the other with food plants of one to threemeters in height; 2) an upper tree layer, divided into two sub-strata: thetallest trees (at least 20 m), consisting of fully grown timber and fruittrees and medium-sized trees (10 - 20 m); and 3) an intermediate layerin between the lower and upper layers, with trees of between 5 - 10 min height that may not have yet reached maturity (e.g., fruit trees). Theauthors note the chronological dimension of the strata: ‘the pool ofreplacement species makes the producing structure always dynamic’(ibid., 290).
Similarly, for Yucatec-Maya homegardens, both Barrera (1980) andCaballero (1992) have identified three different strata according to lifeform and height (Table 1). Yet, de Clerck and Negreros-Castillo (2000),who present the most detailed data on plant assemblage inYucatecan homegardens, identified six different strata inhomegardens in the ‘Zona Maya’ of Quintana Roo State. Five of these
20 VOLUMEN IX | NÚMERO 1
components, including the characteristicvegetated areas and strata (Correa-Navarro 1997; Estrada-Lugo 2005). Thefollowing general characteristics have beenfound across homegardens in theYucatán Peninsula: labor is provided byhousehold members, mostly by women;there is an integral and efficient use ofvegetable and animal resources withoutthe use of modern technology andinputs; the size of homegardens mayvary considerably; and biodiversity ishigh (e.g., Caballero 1992 and Anderson1996). These same characteristics havealso been reported for Itza-Maya andLadino homegardens in neighboringPetén in Guatemala (Ruonavaara 1996;Corzo-Márquez and Schwartz 2008).
An interesting, recent definition isthat provided by Hernández-Sánchez(2010), where he conceptualizes thesystem as the interrelation between social,cultural, symbolic, and productive aspects.For that author, more than a land usesystem, the Yucatec-Maya homegardenis ‘the basic unit of territoriality for theYucatec-Maya household, dynamic intime and space, where productive, social,and cultural activities take place as part ofdaily life, making possible the permanenceof the household and the constructionand reconstruction of both material andnon-material elements that characterizelocal ethnic identity’ (free translation fromSpanish, pg. 133).
THE STRUCTURE OF HOMEGARDENS
Homegarden structure refers to the spatial organization of all ofthe homegarden’s components. Since plants represent the mostcomplex and usually spatially predominant component, the literaturereviewed refers to homegarden structure principally in terms of plantassemblages. Given the abundance of the vegetation componentand the diversity of plant life forms and species, the definition ofhomegarden structure requires an understanding of plantassemblages or ‘strata,’ or the way in which plants are distributedacross the terrain. The spatial dimension of homegardens can beillustrated as a box where the base (horizontal strata) and height(vertical strata) combine to constitute the full structure. The verticalstrata comprise only the vegetation component, whereas thehorizontal strata may extend to all components (e.g., livestock, buildings,vegetation). They both are under constant change (e.g., seasonally, bythe age of the homegarden).
Vertical Strata
Fernandes and Nair (1986) note that homegardens across the tropicsare generally composed of at least three plant life forms (trees, shrubs,and herbs) organized into at least three vertical strata where theassemblage matches plant uses: 1) a lower, herbaceous layer with twosub-strata, one less than one meter in height (containing vegetablesand medicinal plants), and the other with food plants of one to threemeters in height; 2) an upper tree layer, divided into two sub-strata: thetallest trees (at least 20 m), consisting of fully grown timber and fruittrees and medium-sized trees (10 - 20 m); and 3) an intermediate layerin between the lower and upper layers, with trees of between 5 - 10 min height that may not have yet reached maturity (e.g., fruit trees). Theauthors note the chronological dimension of the strata: ‘the pool ofreplacement species makes the producing structure always dynamic’(ibid., 290).
Similarly, for Yucatec-Maya homegardens, both Barrera (1980) andCaballero (1992) have identified three different strata according to lifeform and height (Table 1). Yet, de Clerck and Negreros-Castillo (2000),who present the most detailed data on plant assemblage inYucatecan homegardens, identified six different strata inhomegardens in the ‘Zona Maya’ of Quintana Roo State. Five of these
21ARTÍCULOS
Table 1. Vertical strata of Yucatec-Maya homegardens (adapted from Barrera 1980; Caballero 1992; and de Clerckand Negreros-Castillo 2000)
Barrera (1980) Caballero (1992) De Clerck and Negreros-Castillo (2000)1st stratum Low herb stratum, composed of
weeds and creeping plantsaLow stratum with plants up to2 m
Herbaceous stratum (up to 0.5 m), comprised of herbs andcreepersc
2nd stratum Medium shrub stratum Middle stratum with plants2-5 m
Low shrub stratum (0.5-1.5 m); annual and perennialherbaceous plants; shade tolerant speciesd
3rd stratum High stratum with high shrubsand tree speciesb
High stratum with trees 5-10 m Tall shrub stratum (1.5-3 m), no shade tolerant plantse
4th stratum - - Low tree stratum (3-6 m), mainly fruit treesf
5th stratum - - Tall tree stratum (6-12 m)g
6th stratum - - Comprised of vines (0–12 m) starting at ground level,extending to the top of the canopy, and thusencompassing all of the other strata
a Often climbing the limestone fences; cultivated and ‘semi-cultivated’ (tolerated and protected species).b Varies according to weather conditions, soil types, age of the garden, and gardeners’ preferences.c e..g., Cucurbita spp., Chenopodium ambrosioides L. This stratum represents 14% of the species in homegardens.d e..g., Ruta chalepensis L., Solanum lycopersicum L., Capsicum spp.; shade tolerant species – shade provided by species in the higher strata (e.g., Xanthosoma
yucatanense Engl.). This stratum contains 12% of the species.e eg., Musa spp., Carica papaya L., Cnidoscolus chayamansa McVaugh, Bixa orellana L. This stratum contains aprox. 15% of the species.f This stratum contains an estimated 41% of the species found in these homegardens. (abundant Citrus spp.).g Dominant stratum and indicative of mature homegardens.
strata are horizontal and one is vertical, but they do not discuss thecriteria they used to discriminate between horizontal and vertical. Dueto the reference the authors make to plant height and life form ratherthan to management zones (the main descriptor of horizontal zonesproposed by Lok (1998)), all of the strata identified by the authors arehere considered as vertical.
Horizontal Strata
The horizontal structure refers to the way that plant species areorganized on the horizontal plane and, even if the component that isdescribed in most detail is the vegetation assemblage, the horizontalplane includes other homegarden components such as livestock andbuildings (Lok 1998); plants tend to be distributed throughout the entirehomegarden terrain and may surround all other components.
Plant composition in the horizontal structure is more complexand difficult to characterize compared with the vertical structure. Thehorizontal structure can be understood to consist of ‘managementzones’, which Lok (vid. supra) defined as ‘a specific area […] with its ownunique composition and structure, managed according to specificcriteria […] where responsibility for management may be determined bygender’ (free translation from Spanish, pg. 229).
In the Yucatec-Maya solar, it has been frequently found that up to
half of the terrain may be left unculti-vated, and may resemble the surroundingtropical forest (Barrera 1980). Indeed, asHerrera-Castro (1994) first posited, and assubsequently accepted by others, thehorizontal structure of Yucatec-Mayahomegardens can first be divided into twogeneral areas: that of ‘intensive use’ andthat of ‘extensive use’. The formercomprises the dwelling area where builtstructures are mixed with cultivated andtolerated plants and livestock. The latterrefers to the non-cultivated areacontaining secondary vegetation; it isusually located at the back of thehomestead and may be equal in size tothe ‘intensive use´ area (Herrera-Castro1994). The division of the solar intointensive and extensive use areas is inaccordance with the five zones firstproposed by Rico-Gray et al. (1990), thenaccepted by Caballero (1992) (see Table 2).
22 VOLUMEN IX | NÚMERO 1
Rico-Gray et al. (1990) and Caballero(1992)
Herrera-Castro (1994)
1st
zoneHerbs used as condiments and spices inthe surroundings of the dwelling that arecultivated in pots, cans, and traditionalMayan wooden raised beds
Intensive use areaResidential area where plantsare distributed throughout,and which contains bothcultivated and tolerated plants(fruit trees, vegetables,ornamentals, condiments, etc.)as well as livestock
2nd
zonePerennial trees and shrubsa
3rd
zoneAnnual crops (vegetables and crop staples)
4th
zoneOrnamentals, located at the front ofmain dwelling
5th
zoneUncultivated area, perennial trees andshrubsa
Extensive use areaNon-cultivated areacontaining secondaryvegetation; source offuelwood, medicinals, andorganic fertilizers
a Perennial trees and shrubs comprise up to 80% of the entire homegarden areaacross both intensive use and non-cultivated areas.
In the horizontal structure, someauthors also distinguish between buildingsfor human habitation and productivestructures (cf. Herrera-Castro 1994 andHernández-Sánchez 2010). The latterincludes structures and artifacts used forplant cultivation (see Table 3).
Last but not least, the horizontallayout of the traditional Yucatec-Mayahouse coumpound is characterized by aneliptic building in the middle (probably aNahua influence), with one door directlyacross from another door facing North-South, which keeps the house cool yetminimizes the circulation of humid winds,and which is usually built from localmaterials from the surrounding forestand the homegarden itself (Villers et al.1981). The traditional house compound is
Table 2. The zones of use and management in Yucatec-Mayahomegardens (adapted from Rico-Gray et al. 1990; Caballero1992; and Herrera-Castro 1994)
Table 3. Built structures used for production in homegardens of Xuilub, Yucatán (adapted from Herrera-Castro 1994)
Mayan name Characteristics Purpose Examples of species
Koololche’ orKoloxche’
A fenced plot no larger than 200 m2
and no more than 2 m highCreation of niches forgrowing plants, usuallyperennials (crops,condiments, medicinals,ornamentals, trees) thatrequire irrigation
Capsicum spp.Psidium guajava L.Allium spp.Manihot esculenta CrantzCoriandrum sativum L.Zea mays L.Cucurbita spp.Solanum lycopersicum L.Ruta chalepensis L.Coleusblumei Benth.
Wool koololche’ A koololche’ with a limestone fenceChuy che’ A koololche’ fenced with
interwoven wooden sticksSu’up che’ A koololche’ fenced with
horizontally placed wooden sticks
Wool kot A temporary circle of no more than2.5 m in diameter, made oflimestone, built around one or a fewmore trees
Protection for recentlyplanted trees
Musa x paradisiaca L.Citrus spp.Cocos nucifera L.Cedrela odorata L .Brosimum alicastrum Sw.
Ka’anche A wooden bed, raised approx.1.30 m from the ground, fixed withhorizontal wooden sticks andsustained at four corners by thickvertical wooden sticks
Management, protect plantsand seedlings, which mayrequire special care (e.g. dailywatering) and must be outof reach of livestock
Allium spp.Capsicum spp.Citrus spp.Coriandrum sativum L.Solanum lycopersicum L.Mentha spp.Raphanus sativus L.
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Rico-Gray et al. (1990) and Caballero(1992)
Herrera-Castro (1994)
1st
zoneHerbs used as condiments and spices inthe surroundings of the dwelling that arecultivated in pots, cans, and traditionalMayan wooden raised beds
Intensive use areaResidential area where plantsare distributed throughout,and which contains bothcultivated and tolerated plants(fruit trees, vegetables,ornamentals, condiments, etc.)as well as livestock
2nd
zonePerennial trees and shrubsa
3rd
zoneAnnual crops (vegetables and crop staples)
4th
zoneOrnamentals, located at the front ofmain dwelling
5th
zoneUncultivated area, perennial trees andshrubsa
Extensive use areaNon-cultivated areacontaining secondaryvegetation; source offuelwood, medicinals, andorganic fertilizers
a Perennial trees and shrubs comprise up to 80% of the entire homegarden areaacross both intensive use and non-cultivated areas.
In the horizontal structure, someauthors also distinguish between buildingsfor human habitation and productivestructures (cf. Herrera-Castro 1994 andHernández-Sánchez 2010). The latterincludes structures and artifacts used forplant cultivation (see Table 3).
Last but not least, the horizontallayout of the traditional Yucatec-Mayahouse coumpound is characterized by aneliptic building in the middle (probably aNahua influence), with one door directlyacross from another door facing North-South, which keeps the house cool yetminimizes the circulation of humid winds,and which is usually built from localmaterials from the surrounding forestand the homegarden itself (Villers et al.1981). The traditional house compound is
Table 2. The zones of use and management in Yucatec-Mayahomegardens (adapted from Rico-Gray et al. 1990; Caballero1992; and Herrera-Castro 1994)
Table 3. Built structures used for production in homegardens of Xuilub, Yucatán (adapted from Herrera-Castro 1994)
Mayan name Characteristics Purpose Examples of species
Koololche’ orKoloxche’
A fenced plot no larger than 200 m2
and no more than 2 m highCreation of niches forgrowing plants, usuallyperennials (crops,condiments, medicinals,ornamentals, trees) thatrequire irrigation
Capsicum spp.Psidium guajava L.Allium spp.Manihot esculenta CrantzCoriandrum sativum L.Zea mays L.Cucurbita spp.Solanum lycopersicum L.Ruta chalepensis L.Coleusblumei Benth.
Wool koololche’ A koololche’ with a limestone fenceChuy che’ A koololche’ fenced with
interwoven wooden sticksSu’up che’ A koololche’ fenced with
horizontally placed wooden sticks
Wool kot A temporary circle of no more than2.5 m in diameter, made oflimestone, built around one or a fewmore trees
Protection for recentlyplanted trees
Musa x paradisiaca L.Citrus spp.Cocos nucifera L.Cedrela odorata L .Brosimum alicastrum Sw.
Ka’anche A wooden bed, raised approx.1.30 m from the ground, fixed withhorizontal wooden sticks andsustained at four corners by thickvertical wooden sticks
Management, protect plantsand seedlings, which mayrequire special care (e.g. dailywatering) and must be outof reach of livestock
Allium spp.Capsicum spp.Citrus spp.Coriandrum sativum L.Solanum lycopersicum L.Mentha spp.Raphanus sativus L.
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Rico-Gray et al. (1990) and Caballero(1992)
Herrera-Castro (1994)
1st
zoneHerbs used as condiments and spices inthe surroundings of the dwelling that arecultivated in pots, cans, and traditionalMayan wooden raised beds
Intensive use areaResidential area where plantsare distributed throughout,and which contains bothcultivated and tolerated plants(fruit trees, vegetables,ornamentals, condiments, etc.)as well as livestock
2nd
zonePerennial trees and shrubsa
3rd
zoneAnnual crops (vegetables and crop staples)
4th
zoneOrnamentals, located at the front ofmain dwelling
5th
zoneUncultivated area, perennial trees andshrubsa
Extensive use areaNon-cultivated areacontaining secondaryvegetation; source offuelwood, medicinals, andorganic fertilizers
a Perennial trees and shrubs comprise up to 80% of the entire homegarden areaacross both intensive use and non-cultivated areas.
In the horizontal structure, someauthors also distinguish between buildingsfor human habitation and productivestructures (cf. Herrera-Castro 1994 andHernández-Sánchez 2010). The latterincludes structures and artifacts used forplant cultivation (see Table 3).
Last but not least, the horizontallayout of the traditional Yucatec-Mayahouse coumpound is characterized by aneliptic building in the middle (probably aNahua influence), with one door directlyacross from another door facing North-South, which keeps the house cool yetminimizes the circulation of humid winds,and which is usually built from localmaterials from the surrounding forestand the homegarden itself (Villers et al.1981). The traditional house compound is
Table 2. The zones of use and management in Yucatec-Mayahomegardens (adapted from Rico-Gray et al. 1990; Caballero1992; and Herrera-Castro 1994)
Table 3. Built structures used for production in homegardens of Xuilub, Yucatán (adapted from Herrera-Castro 1994)
Mayan name Characteristics Purpose Examples of species
Koololche’ orKoloxche’
A fenced plot no larger than 200 m2
and no more than 2 m highCreation of niches forgrowing plants, usuallyperennials (crops,condiments, medicinals,ornamentals, trees) thatrequire irrigation
Capsicum spp.Psidium guajava L.Allium spp.Manihot esculenta CrantzCoriandrum sativum L.Zea mays L.Cucurbita spp.Solanum lycopersicum L.Ruta chalepensis L.Coleusblumei Benth.
Wool koololche’ A koololche’ with a limestone fenceChuy che’ A koololche’ fenced with
interwoven wooden sticksSu’up che’ A koololche’ fenced with
horizontally placed wooden sticks
Wool kot A temporary circle of no more than2.5 m in diameter, made oflimestone, built around one or a fewmore trees
Protection for recentlyplanted trees
Musa x paradisiaca L.Citrus spp.Cocos nucifera L.Cedrela odorata L .Brosimum alicastrum Sw.
Ka’anche A wooden bed, raised approx.1.30 m from the ground, fixed withhorizontal wooden sticks andsustained at four corners by thickvertical wooden sticks
Management, protect plantsand seedlings, which mayrequire special care (e.g. dailywatering) and must be outof reach of livestock
Allium spp.Capsicum spp.Citrus spp.Coriandrum sativum L.Solanum lycopersicum L.Mentha spp.Raphanus sativus L.
23ARTÍCULOS
believed to represent an integration of the Yucatec-Maya worldviewswithin the dwelling space; for instance, certain plants that protectagainst negative energy or mal aire (e.g., Pedilanthus tithymaloides (L.)Poit.) are cultivated in the center of the house compound, which isusually a four-sided terrain, resembling the Mayan cosmos (Hernández-Sánchez 2010).
To illustrate both the horizontal and vertical organization ofhomegardens, the figure below presents the two planes together withthe plant species reported for Yucatec-Maya homegardens inCampeche State.
Height and distance in lineal meters
2. Musa sp.4. Citrus aurantium L.5. Psidium guajava L.6. Annona muricata L.7. Annona purpurea Moç. & Sessé ex Dunal8. Talisia olivaeformis (H.B.K.) Radlk.9. Tamarindus indica L.
10. Sabal yapa (Wright.) Stand12. Brosimum alicastrum Sw.13. Spondias spp.14. Mangifera indica L.18. Cedrela mexicana (L.) Roem.24. Cordia dodecandra A.DC.25. Caesalpinia yucatanensis Greenm.
Distance in lineal meters
Figure 1. Vertical and horizontal projections of a typicalhomegarden in Patchuiz, Campeche (adapted from Chi-Quej 2009).Note: some numbers are skipped, corresponding at plant species surveyed elsewhere.
THE COMPOSITION OF HOMEGARDENS
Agrobiodiversity consists of all of the living components of homegardens–plants (cultivated, semi-cultivated, protected, and tolerated), fauna(domesticated, semi-domesticated, and wild), fungi, andmicroorganisms (bacteria, algae, insects, etc.). It has been generallyacknowledged that homegardens harbor greater agrobiodiversitythan agricultural fields, and that this is tied to management and use(Eyzaguirre and Linares 2004), yet when describing homegardencomposition, research generally refers only to the animal and plant
diversity contained therein, componentssuch as fungi and microorganisms haveonly begun to be researched, identifyingthe importance they have in homegardenecology (Cetz-Zapata et al. 2011; Ramos2011).
Regarding fauna, Wieman and Leal(1998) suggested that in Central Americaminor livestock are prevalent inhomegardens because of their size (theycan be readily raised within the housecompound area), the ease with which theycan be slaughtered using simple domestictechnology, and the fact that they can bequickly consumed since storage facilities(e.g., refrigerators) are lacking. The speciesmost frequently found in homegardens ofthe South and Southeast of Mexico arechickens (Gallus gallus) and turkeys(Meleagris gallopavo), both of whichpresent phenotypic diversity and aremainly used for home consumption (Chi-Quej 2009; Jerez et al. 2012). In the YucatánPeninsula, pigs (Sus scrofa domesticus) anddogs (Canis familiaris) are also frequent inhomegardens (Anderson 1996; Aké et al.2002; Chi-Quej 2009).
Plants exhibit the widest inter- andintra-specific diversity (Eyzaguirre andLinares 2004) and are said to be themost fundamental component of ahomegarden; once plants are established,animals can be introduced (González-Jácome 1985) or, as Linares (1976) reportedfor swidden gardens, orchard gardens,and other types of horticultural plots, wildanimals may find a refuge in homegardenswhere food supplies are ample.
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Yucatec-Maya homegardens arerenowned for containing some of therichest plant diversity in the world(Eyzaguirre and Linares 2004). The highestnumber of species in these homegardenswas reported by Herrera-Castro (1994),who counted 387 species in 10homegardens in the village of X-uilub, asignificant amount in proportion to theplant diversity of the entire Peninsula, whichis estimated at about 2,200 species(Arellano et al. 2003). That number ofhomegarden species has only beensurpassed in neighboring Guatemala,where Azurdia and Leiva (2004) found 414useful species in Q’echi and Pocomchihomegardens in the humid northernregion of the country.
Historical and Geographic Origins ofPlant Species in Yucatec-MayaHomegardens
The origin and value of the plant diversityof the Yucatán Peninsula was firstidentified by means of archaeologicalresearch (Turner and Miksicek 1984). Thediversity of plant species appears to berelated to the history of trade that hasexisted in this region since pre-Columbiantimes, which increased through post-conquest trade routes with both Europeand the Caribbean and through Spanishimmigration (Caballero 1992; Flores-Guido 1993; García de Miguel 2000). Yet, ithas been generally accepted that up to70% of the plants found in contemporaryhomegardens are ‘originally from theregion’ or pre- Columbian’, while the
remainder consists of species that have been slowly introduced sincethe Spanish conquest (Barrera 1980; Caballero 1992; Flores-Guido1993; Correa-Navarro 1997; García de Miguel 2000).
Therefore, floristic diversity in homegardens in the YucatánPeninsula includes both plants native to tropical America (cultivated,semi-cultivated, protected, and tolerated) and from other regions,mainly paleotropical (Africa, Asia, and Oceania), and Mediterraneanareas, where the latter are believed to have been introduced byEuropeans with the colonization of the Americas (Barrera 1980).Examples of tropical American tree species are Annona squamosa L.,Brosimum alicastrum Sw., Spondias purpurea L., Cedrela mexicana (L.)Roem., Cordia dodecandra A.DC., and Bixa orellana L. (Caballero 1992);examples of plants introduced by Europeans are Citrus spp., Mangiferaindica L., Musa spp., Cocos nucifera L., and Murraya exotica L. (ibid.).
Diversity and Variation across Homegardens in the YucatánPeninsula
Most of the homegarden research in this region has provided lists ofplants and estimated numbers of plant species found inhomegardens; however, data are reported unevenly, presumably dueto the diversity of methodological procedures and variables observed.Table 4 presents detailed quantitative data reported in the literatureregarding plant species in homegardens across the Yucatán Peninsula.
Within the cited research, only Anderson (1996, 5) acknowledgesthe difficulties entailed in counting plant species; as a space composedby living elements, homegardens constantly change:
Rico-Gray et al. (1990) provide counts of individual plants in solares.This I found difficult to do. Numbers changed very rapidly, accordingto harvest. Moreover, there was often a real problem in deciding whatwas an individual plant, since many of the species (e.g., banana andPiper) grow in clumps that may or may not be a single rootstock. Countsof individuals were made in relatively “easy” cases, e.g., citrus trees, butthere seems little value in presenting these data in the present context.
Similarly, Diehl and Howard (forthcoming) report that, in swiddengardens in Jamaica, farmers are continually ‘filling gaps’ that arise as
certain species are harvested, and ‘making gaps’ where new crops can beintroduced, creating a continually evolving patchwork of micro-niches.
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Yucatec-Maya homegardens arerenowned for containing some of therichest plant diversity in the world(Eyzaguirre and Linares 2004). The highestnumber of species in these homegardenswas reported by Herrera-Castro (1994),who counted 387 species in 10homegardens in the village of X-uilub, asignificant amount in proportion to theplant diversity of the entire Peninsula, whichis estimated at about 2,200 species(Arellano et al. 2003). That number ofhomegarden species has only beensurpassed in neighboring Guatemala,where Azurdia and Leiva (2004) found 414useful species in Q’echi and Pocomchihomegardens in the humid northernregion of the country.
Historical and Geographic Origins ofPlant Species in Yucatec-MayaHomegardens
The origin and value of the plant diversityof the Yucatán Peninsula was firstidentified by means of archaeologicalresearch (Turner and Miksicek 1984). Thediversity of plant species appears to berelated to the history of trade that hasexisted in this region since pre-Columbiantimes, which increased through post-conquest trade routes with both Europeand the Caribbean and through Spanishimmigration (Caballero 1992; Flores-Guido 1993; García de Miguel 2000). Yet, ithas been generally accepted that up to70% of the plants found in contemporaryhomegardens are ‘originally from theregion’ or pre- Columbian’, while the
remainder consists of species that have been slowly introduced sincethe Spanish conquest (Barrera 1980; Caballero 1992; Flores-Guido1993; Correa-Navarro 1997; García de Miguel 2000).
Therefore, floristic diversity in homegardens in the YucatánPeninsula includes both plants native to tropical America (cultivated,semi-cultivated, protected, and tolerated) and from other regions,mainly paleotropical (Africa, Asia, and Oceania), and Mediterraneanareas, where the latter are believed to have been introduced byEuropeans with the colonization of the Americas (Barrera 1980).Examples of tropical American tree species are Annona squamosa L.,Brosimum alicastrum Sw., Spondias purpurea L., Cedrela mexicana (L.)Roem., Cordia dodecandra A.DC., and Bixa orellana L. (Caballero 1992);examples of plants introduced by Europeans are Citrus spp., Mangiferaindica L., Musa spp., Cocos nucifera L., and Murraya exotica L. (ibid.).
Diversity and Variation across Homegardens in the YucatánPeninsula
Most of the homegarden research in this region has provided lists ofplants and estimated numbers of plant species found inhomegardens; however, data are reported unevenly, presumably dueto the diversity of methodological procedures and variables observed.Table 4 presents detailed quantitative data reported in the literatureregarding plant species in homegardens across the Yucatán Peninsula.
Within the cited research, only Anderson (1996, 5) acknowledgesthe difficulties entailed in counting plant species; as a space composedby living elements, homegardens constantly change:
Rico-Gray et al. (1990) provide counts of individual plants in solares.This I found difficult to do. Numbers changed very rapidly, accordingto harvest. Moreover, there was often a real problem in deciding whatwas an individual plant, since many of the species (e.g., banana andPiper) grow in clumps that may or may not be a single rootstock. Countsof individuals were made in relatively “easy” cases, e.g., citrus trees, butthere seems little value in presenting these data in the present context.
Similarly, Diehl and Howard (forthcoming) report that, in swiddengardens in Jamaica, farmers are continually ‘filling gaps’ that arise as
certain species are harvested, and ‘making gaps’ where new crops can beintroduced, creating a continually evolving patchwork of micro-niches.
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Yucatec-Maya homegardens arerenowned for containing some of therichest plant diversity in the world(Eyzaguirre and Linares 2004). The highestnumber of species in these homegardenswas reported by Herrera-Castro (1994),who counted 387 species in 10homegardens in the village of X-uilub, asignificant amount in proportion to theplant diversity of the entire Peninsula, whichis estimated at about 2,200 species(Arellano et al. 2003). That number ofhomegarden species has only beensurpassed in neighboring Guatemala,where Azurdia and Leiva (2004) found 414useful species in Q’echi and Pocomchihomegardens in the humid northernregion of the country.
Historical and Geographic Origins ofPlant Species in Yucatec-MayaHomegardens
The origin and value of the plant diversityof the Yucatán Peninsula was firstidentified by means of archaeologicalresearch (Turner and Miksicek 1984). Thediversity of plant species appears to berelated to the history of trade that hasexisted in this region since pre-Columbiantimes, which increased through post-conquest trade routes with both Europeand the Caribbean and through Spanishimmigration (Caballero 1992; Flores-Guido 1993; García de Miguel 2000). Yet, ithas been generally accepted that up to70% of the plants found in contemporaryhomegardens are ‘originally from theregion’ or pre- Columbian’, while the
remainder consists of species that have been slowly introduced sincethe Spanish conquest (Barrera 1980; Caballero 1992; Flores-Guido1993; Correa-Navarro 1997; García de Miguel 2000).
Therefore, floristic diversity in homegardens in the YucatánPeninsula includes both plants native to tropical America (cultivated,semi-cultivated, protected, and tolerated) and from other regions,mainly paleotropical (Africa, Asia, and Oceania), and Mediterraneanareas, where the latter are believed to have been introduced byEuropeans with the colonization of the Americas (Barrera 1980).Examples of tropical American tree species are Annona squamosa L.,Brosimum alicastrum Sw., Spondias purpurea L., Cedrela mexicana (L.)Roem., Cordia dodecandra A.DC., and Bixa orellana L. (Caballero 1992);examples of plants introduced by Europeans are Citrus spp., Mangiferaindica L., Musa spp., Cocos nucifera L., and Murraya exotica L. (ibid.).
Diversity and Variation across Homegardens in the YucatánPeninsula
Most of the homegarden research in this region has provided lists ofplants and estimated numbers of plant species found inhomegardens; however, data are reported unevenly, presumably dueto the diversity of methodological procedures and variables observed.Table 4 presents detailed quantitative data reported in the literatureregarding plant species in homegardens across the Yucatán Peninsula.
Within the cited research, only Anderson (1996, 5) acknowledgesthe difficulties entailed in counting plant species; as a space composedby living elements, homegardens constantly change:
Rico-Gray et al. (1990) provide counts of individual plants in solares.This I found difficult to do. Numbers changed very rapidly, accordingto harvest. Moreover, there was often a real problem in deciding whatwas an individual plant, since many of the species (e.g., banana andPiper) grow in clumps that may or may not be a single rootstock. Countsof individuals were made in relatively “easy” cases, e.g., citrus trees, butthere seems little value in presenting these data in the present context.
Similarly, Diehl and Howard (forthcoming) report that, in swiddengardens in Jamaica, farmers are continually ‘filling gaps’ that arise as
certain species are harvested, and ‘making gaps’ where new crops can beintroduced, creating a continually evolving patchwork of micro-niches.
25ARTÍCULOS
Table 4. Number of plant species in homegardens across the Yucatán Peninsula: different methodological approaches
Author(s) Study site(s)1 Species/cultivars Homegardens Lengthof data
collection(months)
Range Avg. Total N Arearange (m2)
Area avg.(m2)
Age innumberof years
Age inaverageof years
Aké et al. 20022 Hocabá Y - - - 60 - - - - 12 mo.Alayón and Gurri 2008 Calakmul C - - 46 8 2,500 2,500 - - 15 mo.Anderson 19963 Chunhuhub QR 5-90 10-50 234 74 100-2,000 400-2,000 - - 5 mo.Caballero 19924 10 villages: 7 Y, 2 C, 1 QR - - 83 60 600-5,000 - - - -
Chi-Quej 2009Cristóbal Colón, ElCarmen II, PachuitzC
- - 345 66 772-4,977 2,267 - - 5 mo.
Correa-Navarro 1997Tekom Y - - 75 - - - - - -Telchac Pueblo Y - - 28 - - - - - -
Cuanalo and Guerra2008 Yaxcabá Y 15-54 - 102 31 336-5,600 - - - 3 mo.
De Clerck and Negreros2000 5 villages QR - 39 150 80 - - - - 5 mo.
Estrada-Lugo 2005 Chancá Veracruz QR 20-63 - 130 - - 2,500 - - -Flores-Guido 1993 North of Mérida Y - - 79 25 - - - - -
García de Miguel 20005 15 villages Y QR C 8-47 21.5 156 300 260-12,500 1,665 1-100 34.5 12 mo.
Greenberg 2003 Puerto Morelos QR 38(max.) 18 140 33 - 300 Less tan
30 - -
Hernández-Sánchez20106,7
Tixcuytún Y - - 104 15 - 1,610 - 6, 24, 507 -Corral Y - 21 103 15 - 2,222.5 - 9, 24, 507 -
Herrera-Castro 19948 X-Uilub Y - - 387 10 2,490--6,453 3,870 1-35 12 15 mo.
Neulinger 2009 C. Colón, Carmen II,N. Héroes, Pachuitz C 32-141 70 310 20
1,600 –5,000
2,406.5 19-55 - 3 mo.
Novelo et al. 2004 5 villages in LázaroCárdenas QR 9-17 - 68 60 - - - - 6 mo.
Ortega et al. 1993 Chunchucmil Y - - 276 81 800-4,000 - 15-20 - -
Perea-Mercado 2010 C. Colón, El CarmenII, Pachuitz C - - 369 66 - - 1-55 - -
Poot et al. 20089 Pomuch C 8-28 - 36 24 1.5-1,104 - - -
Rico-Gray et al. 1990Tixpehual Y - - 135 20 400-5,000 2,263 -
2 mo.Tixcacaltuyub Y - - 163 22 800-3,200 1,825 -
Smith & Cameron 1977 Oxkutzcab Y - - 19 1 - 2,500 - -Vara-Morán 1995 Yaxcabá Y - - 139 20 - - - -
1 Y=Yucatán State, QR=Quintana Roo State, C=Campeche State2 Aké et al. (2002) collected data about species richness and abundance, however these data are not presented in that paper.3 Anderson (1994) did not report an average number, yet he indicated that ‘the vast majority of gardens’ fell within these ranges.4 Caballero (1992) only reported trees and shrubs.5 García de Miguel (2000) inventoried ‘useful’ plants (no weeds or non-used herbs were included).6 Hernández-Sánchez (2010) shows numbers only for ornamentals and fruit trees, unevenly reported for three generations.7 Young, mature, and elderly households, respectively.8 Herrera-Castro (1994) included all plant species (‘useful’, ‘weeds’, and ‘non-used’ herbs).9 Only trees were reported by Poot et al. (2008).
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The above two references inspirereflection: rather than trying to quantify andcategorize or establish typologies ofhomegardens as is often done, it may befar more relevant to understand thevariation and dynamism within the system.Indeed, such variation is the very essenceof homegardens –their key characteristic–and presumably, it is the main reason why,as Nair (2001) argued, the system has beenlargely neglected, at least in agroforestryresearch.
Regarding variation, the data presentedin Table 4 suggest the following abouthomegardens in the Yucatán Peninsula:
- Homegardens may contain from 5to 141 species.
- On average, between 18 and 70species are present; however, inmany cases, it is unclear whethervarieties have been listed asdifferent species (for example, onlynumbers and no plant lists aregiven, or inventoried names ofplants are not standardized, e.g.,they refer to both scientific namesand local names as differentspecies).
- The total number of species andvarieties ranges from 28 to 387. Thedissimilarities in numbers reporteddepend, at least, on the life forms(e.g., trees, shrubs, herbs) and zonesinventoried, the length and seasonof data collection, the number ofhomegardens surveyed, and thevegetation cycle of plants where, as
mentioned above, it is not clear what was previously inventoried.- A solar in the Yucatán Peninsula generally measures from 2,500
to 6,500 m2, although data reported range from a mere 1.5 m2
up to 12,500m2 depending on either the exclusion or inclusionof the uncultivated area.
- Homegardens may be very young (one year), or up to 100 yearsold, yet most are between 12 and 35 years.
Two of the studies cited in Table 4 deserve special attentionas presumably they imply the most extensive of the reviewedresearch; one of them because of the length of data collection, theother for the number of homegardens visited. However, they showgreat contrast in their total plant listings: while Herrera-Castro (1994)reported a total of 387 species in 10 homegardens, García de Miguel(2000) reported a total of only 156 species for 300 homegardens.Aside from sample size and period, the difference is at least partiallydue to the inclusion of ‘useful and other species and varieties´ byHerrera-Castro (1994), whereas García de Miguel (2000) listed only the‘useful’ species.
Key Structural Species in Yucatec-Maya Homegardens
Another approach to the assessment of plant composition in Yucatec-Maya homegardens has been to identify ‘key’ or ‘structural’ species,which consist of foundation tree species with different growth andmaturation cycles that give the characteristic, ‘local’ shape to the differentstrata; most of these species are multi-use, yet are mainly consumedas food ( Jiménez-Osornio et al. 1999, 2004; García de Miguel 2000;Medina-Elizalde 2005). Based on the frequencies of tree species andvarieties from their own research as well as from reviewed work, theauthors identified between 22 and 35 ‘structural’ species in Yucatec-Maya homegardens. Examples of these include Bursera simaruba Sw.,Cedrela mexicana (L.) Roem., Chrysophyllum cainito L., Citrus spp., Ehretiatinifolia L., Manilkara sapota (L.) van Royen, Plumeria rubra L., and Sabalyapa C.Wright ex Becc. ( Jiménez-Osornio et al. 2004).
The Chronological Dimension of Plant Composition
Both Ortega et al. (1993) and Vara-Morán (1995) reported that theplant composition of Yucatec-Maya homegardens relates to the phases
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The above two references inspirereflection: rather than trying to quantify andcategorize or establish typologies ofhomegardens as is often done, it may befar more relevant to understand thevariation and dynamism within the system.Indeed, such variation is the very essenceof homegardens –their key characteristic–and presumably, it is the main reason why,as Nair (2001) argued, the system has beenlargely neglected, at least in agroforestryresearch.
Regarding variation, the data presentedin Table 4 suggest the following abouthomegardens in the Yucatán Peninsula:
- Homegardens may contain from 5to 141 species.
- On average, between 18 and 70species are present; however, inmany cases, it is unclear whethervarieties have been listed asdifferent species (for example, onlynumbers and no plant lists aregiven, or inventoried names ofplants are not standardized, e.g.,they refer to both scientific namesand local names as differentspecies).
- The total number of species andvarieties ranges from 28 to 387. Thedissimilarities in numbers reporteddepend, at least, on the life forms(e.g., trees, shrubs, herbs) and zonesinventoried, the length and seasonof data collection, the number ofhomegardens surveyed, and thevegetation cycle of plants where, as
mentioned above, it is not clear what was previously inventoried.- A solar in the Yucatán Peninsula generally measures from 2,500
to 6,500 m2, although data reported range from a mere 1.5 m2
up to 12,500m2 depending on either the exclusion or inclusionof the uncultivated area.
- Homegardens may be very young (one year), or up to 100 yearsold, yet most are between 12 and 35 years.
Two of the studies cited in Table 4 deserve special attentionas presumably they imply the most extensive of the reviewedresearch; one of them because of the length of data collection, theother for the number of homegardens visited. However, they showgreat contrast in their total plant listings: while Herrera-Castro (1994)reported a total of 387 species in 10 homegardens, García de Miguel(2000) reported a total of only 156 species for 300 homegardens.Aside from sample size and period, the difference is at least partiallydue to the inclusion of ‘useful and other species and varieties´ byHerrera-Castro (1994), whereas García de Miguel (2000) listed only the‘useful’ species.
Key Structural Species in Yucatec-Maya Homegardens
Another approach to the assessment of plant composition in Yucatec-Maya homegardens has been to identify ‘key’ or ‘structural’ species,which consist of foundation tree species with different growth andmaturation cycles that give the characteristic, ‘local’ shape to the differentstrata; most of these species are multi-use, yet are mainly consumedas food ( Jiménez-Osornio et al. 1999, 2004; García de Miguel 2000;Medina-Elizalde 2005). Based on the frequencies of tree species andvarieties from their own research as well as from reviewed work, theauthors identified between 22 and 35 ‘structural’ species in Yucatec-Maya homegardens. Examples of these include Bursera simaruba Sw.,Cedrela mexicana (L.) Roem., Chrysophyllum cainito L., Citrus spp., Ehretiatinifolia L., Manilkara sapota (L.) van Royen, Plumeria rubra L., and Sabalyapa C.Wright ex Becc. ( Jiménez-Osornio et al. 2004).
The Chronological Dimension of Plant Composition
Both Ortega et al. (1993) and Vara-Morán (1995) reported that theplant composition of Yucatec-Maya homegardens relates to the phases
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The above two references inspirereflection: rather than trying to quantify andcategorize or establish typologies ofhomegardens as is often done, it may befar more relevant to understand thevariation and dynamism within the system.Indeed, such variation is the very essenceof homegardens –their key characteristic–and presumably, it is the main reason why,as Nair (2001) argued, the system has beenlargely neglected, at least in agroforestryresearch.
Regarding variation, the data presentedin Table 4 suggest the following abouthomegardens in the Yucatán Peninsula:
- Homegardens may contain from 5to 141 species.
- On average, between 18 and 70species are present; however, inmany cases, it is unclear whethervarieties have been listed asdifferent species (for example, onlynumbers and no plant lists aregiven, or inventoried names ofplants are not standardized, e.g.,they refer to both scientific namesand local names as differentspecies).
- The total number of species andvarieties ranges from 28 to 387. Thedissimilarities in numbers reporteddepend, at least, on the life forms(e.g., trees, shrubs, herbs) and zonesinventoried, the length and seasonof data collection, the number ofhomegardens surveyed, and thevegetation cycle of plants where, as
mentioned above, it is not clear what was previously inventoried.- A solar in the Yucatán Peninsula generally measures from 2,500
to 6,500 m2, although data reported range from a mere 1.5 m2
up to 12,500m2 depending on either the exclusion or inclusionof the uncultivated area.
- Homegardens may be very young (one year), or up to 100 yearsold, yet most are between 12 and 35 years.
Two of the studies cited in Table 4 deserve special attentionas presumably they imply the most extensive of the reviewedresearch; one of them because of the length of data collection, theother for the number of homegardens visited. However, they showgreat contrast in their total plant listings: while Herrera-Castro (1994)reported a total of 387 species in 10 homegardens, García de Miguel(2000) reported a total of only 156 species for 300 homegardens.Aside from sample size and period, the difference is at least partiallydue to the inclusion of ‘useful and other species and varieties´ byHerrera-Castro (1994), whereas García de Miguel (2000) listed only the‘useful’ species.
Key Structural Species in Yucatec-Maya Homegardens
Another approach to the assessment of plant composition in Yucatec-Maya homegardens has been to identify ‘key’ or ‘structural’ species,which consist of foundation tree species with different growth andmaturation cycles that give the characteristic, ‘local’ shape to the differentstrata; most of these species are multi-use, yet are mainly consumedas food ( Jiménez-Osornio et al. 1999, 2004; García de Miguel 2000;Medina-Elizalde 2005). Based on the frequencies of tree species andvarieties from their own research as well as from reviewed work, theauthors identified between 22 and 35 ‘structural’ species in Yucatec-Maya homegardens. Examples of these include Bursera simaruba Sw.,Cedrela mexicana (L.) Roem., Chrysophyllum cainito L., Citrus spp., Ehretiatinifolia L., Manilkara sapota (L.) van Royen, Plumeria rubra L., and Sabalyapa C.Wright ex Becc. ( Jiménez-Osornio et al. 2004).
The Chronological Dimension of Plant Composition
Both Ortega et al. (1993) and Vara-Morán (1995) reported that theplant composition of Yucatec-Maya homegardens relates to the phases
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of garden establishment (and hence also to homegarden age). Bothauthors report that the first step in establishing a homegarden consistsof the removal of old vegetation, and that later, when clearing theterrain for a homestead, people leave trees and other vegetation thatare regarded as useful.
Ortega et al. (1993) reported that, in recently establishedhomegardens in Chunchucmil, Yucatán, fruit trees are plantedimmediately after clearing the terrain. Yet for Vara-Morán (1995), inYaxcabá, Yucatán, staple crops are cultivated immediately after clearing;once these have been harvested, both annual and perennial speciesare cultivated in the same plot. Both authors coincide in thateventually, these become the two most persistent plant types in anywell-established homegarden. Once trees have been planted andbefore they start to yield fruit (after about three years), seasonal crops,including staples, are cultivated (e.g., Coriandrum sativum L., Vignaunguiculata (L.) Walp., Mentha spp., Solanum lycopersicum L., Capsicumspp., Cucurbita spp., and Zea mays L.) as well as fast-growing harvestablespecies such as Musa x paradisiaca L. and Carica papaya L. By thefourth year, Citrus spp. begin to yield fruit and, by the sixth year, whenperennials have grown and the solar has more vegetation, fruits suchas Mangifera indica L., Punica granatum L., Annona spp., Psidium guajavaL., and Manilkara zapota (L.) P. Royen, become readily available.
THE FUNCTIONS OF HOMEGARDENS
Functions, Use Values, and Need
Homegarden functions have been characterized in the literatureaccording to the services they provide, mainly to the household(e.g., Fernandes and Nair 1986; Heckler 2004), whereas a serviceis understood as something that fulfills a purpose or task – e.g., thefunction of providing food, or a space for play. Closely allied withthe concept of function is the concept of ‘use value’, which can bedefined as the ‘quality that emerges from the connection betweenthe properties of the object and one’s need’ (Douai 2009, 263).Functions and use values are strictly related to other social concepts,among the most fundamental of which is the concept of ‘need.
Even the fulfillment of minimum biological needs – for food,shelter, clothing, medicine, etc. – is everywhere ‘translated by socially
evolved concepts of what constitutes a‘need’ and what use values can legitimatelyfulfill such needs, for whom, when, andwhere. Use values are associated withconcepts of need and well-being (e.g.the fulfillment of socially-defined needs)that are both individually andcollectively held, and they are alsoassociated with the qualities (properties) ofthe things that are valued, with theknowledge and understanding of thesequalities, and with ideas about social rightsand wrongs (norms of behavior).
As use values, both biologicalresources and ecosystem services, areincommensurable, and it is these qualities,together with the social context in whichthese qualities are valued by the individualand their community, that determine theirusefulness; as exchange values, they haveonly quantitative characteristics, expressedas prices.
Produced and Non-produced Use Values;Material and Intangible Use Values
Homegardens support biological diversityand ecosystem services (or ecosystemfunctions and use values), which areproducts of ecosystem processes thatinvolve biotic and abiotic components ofthe agroecosystem. Some biologicalresources and ecosystem services haveuse values in and of themselves, withoutapplying labor (‘non-produced’ use values,defined as ‘all hypothetical states orconditions that enrich human lives in thegiven society’ (Douai 2009)), as is the case,for example, with plants that grow
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spontaneously, e.g., in the extensive’ areaof homegardens, or coolness or shadethat is spontaneously provided by trees.However, many, if not most use values(even many which are popularlyconsidered as non-produced ‘ecosystemservices’) are produced by humans(‘produced use values’) – whereproduction means transforming nature tomeet human needs.
Nature is involved in complex waysin material production of all kinds – it is co-production between nature and humansthat leads to the majority of material usevalues. Nature-human interactions arealso very evident in the creation of non-tangible use values, such as aestheticvalues. Material use values are those thatphysically, chemically, or biologically (or allat the same time) satisfy a given need –be they things or processes. Intangible usevalues are those that have no materialexistence, but whose use value resides inthe realm of symbolism, meaning, andemotion. Generally speaking, objects withmaterial use value simultaneously haveintangible use value – a plant is desirableas a food because it has a particular taste,nutritional qualities, processing qualities,digestive properties, and cultural meaning(e.g. as an ingredient in a dish that isconsidered to be traditional, status-giving,ritualistic, or religious) – each is in itself ause value, and both material and intangiblevalues are entailed. That intangible valuesare nearly always implied becomes clearwhen one considers what differentcultures consider as appropriate food,
clothing, or house construction materials.There is a category of functions and related use values associated
with homegardens that is not well captured by reference to either‘biological resources’ or ‘ecosystem services’ that might be captured bythe term ‘social functions’: homegardens are spaces where socialrelations are reinforced, knowledge transmission occurs, events takeplace, social status is achieved (or not), leisure activities are carried out,and culture and identity are expressed. The ‘social’ functions ofhomegardens have been reported in the literature (e.g., Hynes 1996and Corlett et al. 2003) and in the Latin American literature (e.g., Descola1994 and Finerman and Sackett 2003), but there has been littleattention paid to the social use values and functions ofhomegardens in the Yucatecan context (for exceptions, see Greenberg2003 and Lope-Alzina forthcoming). Figure 2 presents a typology ofhomegarden functions and their associated types of values includingmaterial use values, intangible use values, and exchange values.
In the literature reviewed, the principal and most reportedfunction of homegardens is for food production (Nair 2004):
Food production is […] the primary function and role of most, if not all, ofthe homegardens. An aspect of food production in homegardens is thealmost continuous production that occurs throughout the year. Thecombination of crops with different production cycles and rhythmsresults in a relatively uninterrupted supply of food products […] most of thisproduction is for home consumption, but any marketable surplus canprovide a safeguard against future crop failures and security for theinterval between the harvests.
Regarding intangible functions, social space is the mostfrequently (and often sole) function mentioned (Howard 2006).However, in spite of the scarcity of information about such functions,it is known that homegardens are strongly related to social statusand, across much of Latin America, the status of women (Ruonavaara1996; Keys 1999; Lerch 1999; Heckler 2004; Howard 2006). For example,the diversity that a woman maintains in her homegarden is perceivedas an outcome of her agronomic virtuosity (Descola 1994; Heckler2004; Howard 2006), good aesthetic taste (Hernández-Sánchez 2010;Perea-Mercado 2010), or a reflection of her generosity as a source orof her pious behavior (e.g., Finerman and Sackett 2003).
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spontaneously, e.g., in the extensive’ areaof homegardens, or coolness or shadethat is spontaneously provided by trees.However, many, if not most use values(even many which are popularlyconsidered as non-produced ‘ecosystemservices’) are produced by humans(‘produced use values’) – whereproduction means transforming nature tomeet human needs.
Nature is involved in complex waysin material production of all kinds – it is co-production between nature and humansthat leads to the majority of material usevalues. Nature-human interactions arealso very evident in the creation of non-tangible use values, such as aestheticvalues. Material use values are those thatphysically, chemically, or biologically (or allat the same time) satisfy a given need –be they things or processes. Intangible usevalues are those that have no materialexistence, but whose use value resides inthe realm of symbolism, meaning, andemotion. Generally speaking, objects withmaterial use value simultaneously haveintangible use value – a plant is desirableas a food because it has a particular taste,nutritional qualities, processing qualities,digestive properties, and cultural meaning(e.g. as an ingredient in a dish that isconsidered to be traditional, status-giving,ritualistic, or religious) – each is in itself ause value, and both material and intangiblevalues are entailed. That intangible valuesare nearly always implied becomes clearwhen one considers what differentcultures consider as appropriate food,
clothing, or house construction materials.There is a category of functions and related use values associated
with homegardens that is not well captured by reference to either‘biological resources’ or ‘ecosystem services’ that might be captured bythe term ‘social functions’: homegardens are spaces where socialrelations are reinforced, knowledge transmission occurs, events takeplace, social status is achieved (or not), leisure activities are carried out,and culture and identity are expressed. The ‘social’ functions ofhomegardens have been reported in the literature (e.g., Hynes 1996and Corlett et al. 2003) and in the Latin American literature (e.g., Descola1994 and Finerman and Sackett 2003), but there has been littleattention paid to the social use values and functions ofhomegardens in the Yucatecan context (for exceptions, see Greenberg2003 and Lope-Alzina forthcoming). Figure 2 presents a typology ofhomegarden functions and their associated types of values includingmaterial use values, intangible use values, and exchange values.
In the literature reviewed, the principal and most reportedfunction of homegardens is for food production (Nair 2004):
Food production is […] the primary function and role of most, if not all, ofthe homegardens. An aspect of food production in homegardens is thealmost continuous production that occurs throughout the year. Thecombination of crops with different production cycles and rhythmsresults in a relatively uninterrupted supply of food products […] most of thisproduction is for home consumption, but any marketable surplus canprovide a safeguard against future crop failures and security for theinterval between the harvests.
Regarding intangible functions, social space is the mostfrequently (and often sole) function mentioned (Howard 2006).However, in spite of the scarcity of information about such functions,it is known that homegardens are strongly related to social statusand, across much of Latin America, the status of women (Ruonavaara1996; Keys 1999; Lerch 1999; Heckler 2004; Howard 2006). For example,the diversity that a woman maintains in her homegarden is perceivedas an outcome of her agronomic virtuosity (Descola 1994; Heckler2004; Howard 2006), good aesthetic taste (Hernández-Sánchez 2010;Perea-Mercado 2010), or a reflection of her generosity as a source orof her pious behavior (e.g., Finerman and Sackett 2003).
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spontaneously, e.g., in the extensive’ areaof homegardens, or coolness or shadethat is spontaneously provided by trees.However, many, if not most use values(even many which are popularlyconsidered as non-produced ‘ecosystemservices’) are produced by humans(‘produced use values’) – whereproduction means transforming nature tomeet human needs.
Nature is involved in complex waysin material production of all kinds – it is co-production between nature and humansthat leads to the majority of material usevalues. Nature-human interactions arealso very evident in the creation of non-tangible use values, such as aestheticvalues. Material use values are those thatphysically, chemically, or biologically (or allat the same time) satisfy a given need –be they things or processes. Intangible usevalues are those that have no materialexistence, but whose use value resides inthe realm of symbolism, meaning, andemotion. Generally speaking, objects withmaterial use value simultaneously haveintangible use value – a plant is desirableas a food because it has a particular taste,nutritional qualities, processing qualities,digestive properties, and cultural meaning(e.g. as an ingredient in a dish that isconsidered to be traditional, status-giving,ritualistic, or religious) – each is in itself ause value, and both material and intangiblevalues are entailed. That intangible valuesare nearly always implied becomes clearwhen one considers what differentcultures consider as appropriate food,
clothing, or house construction materials.There is a category of functions and related use values associated
with homegardens that is not well captured by reference to either‘biological resources’ or ‘ecosystem services’ that might be captured bythe term ‘social functions’: homegardens are spaces where socialrelations are reinforced, knowledge transmission occurs, events takeplace, social status is achieved (or not), leisure activities are carried out,and culture and identity are expressed. The ‘social’ functions ofhomegardens have been reported in the literature (e.g., Hynes 1996and Corlett et al. 2003) and in the Latin American literature (e.g., Descola1994 and Finerman and Sackett 2003), but there has been littleattention paid to the social use values and functions ofhomegardens in the Yucatecan context (for exceptions, see Greenberg2003 and Lope-Alzina forthcoming). Figure 2 presents a typology ofhomegarden functions and their associated types of values includingmaterial use values, intangible use values, and exchange values.
In the literature reviewed, the principal and most reportedfunction of homegardens is for food production (Nair 2004):
Food production is […] the primary function and role of most, if not all, ofthe homegardens. An aspect of food production in homegardens is thealmost continuous production that occurs throughout the year. Thecombination of crops with different production cycles and rhythmsresults in a relatively uninterrupted supply of food products […] most of thisproduction is for home consumption, but any marketable surplus canprovide a safeguard against future crop failures and security for theinterval between the harvests.
Regarding intangible functions, social space is the mostfrequently (and often sole) function mentioned (Howard 2006).However, in spite of the scarcity of information about such functions,it is known that homegardens are strongly related to social statusand, across much of Latin America, the status of women (Ruonavaara1996; Keys 1999; Lerch 1999; Heckler 2004; Howard 2006). For example,the diversity that a woman maintains in her homegarden is perceivedas an outcome of her agronomic virtuosity (Descola 1994; Heckler2004; Howard 2006), good aesthetic taste (Hernández-Sánchez 2010;Perea-Mercado 2010), or a reflection of her generosity as a source orof her pious behavior (e.g., Finerman and Sackett 2003).
29ARTÍCULOS
Figure 2. Function of homegardens and associated types of value.Source: Howard and Vogl 2006.
Last but not least, in homegardens, as presumably in any otheragroecosystem, functions interrelate with structure and composition.It may be that functions are a driver for the structure and compositionas Nair and Kumar (2006) argue: agrobiodiversity is an outcome ofgardeners’ decision-making, which is likely to be based on the use oruses given to the species. It may also be the other way around, that aftera process of experimentation, people discover which use or uses to giveto a specific species (Toledo and Barrera-Bassols 2008). For example, inthe Yucatán, exotic floristic diversity that was introduced intohomegardens has eventually been incorporated into local traditions(e.g., diet and cuisine) (Caballero 1992) as well as into cultivationpractices, thus becoming part of the body of traditional knowledge
about plant selection and management(Barrera 1980) and plant uses in general.The species composition of homegardenstherefore reflects not only the process ofspecies adaptation and management, butalso the cultural evolution of thepopulation under study (Caballero 1992).
In the Yucatecan homegardenliterature, the following are reported asuses of plants: animal traps, beekeeping,construction, condiments, dyes, fiber,fodder, food, food preservatives, foodpreparation, fuel, handcrafts, incomegeneration, insecticide, medicinal (humans,animals), recreation (toys), ritualistic, rubberproduction, signal mark, shade, soilregeneration, sweeteners and spices, oilproduction, organic fertilizer, ornamental,poisoning, pollination, textiles, timber, toolsand utensils, and windbreaks (e.g., Herrera-Castro 1994; Anderson 1996; García deMiguel 2000).
Functions and Use Values inHomegardens of the YucatánPeninsula
Just as in other world regions,homegardens in the Yucatán Peninsula aremulti-functional. Most research, however,focuses on the production of material usevalues, where food production is reportedas the main function (cf., Barrera 1980;Stuart 1993; Herrera-Castro 1994; Garcíade Miguel 2000). As mentioned above,social space is the most frequently reportedsocial function; it is where householdmembers interact with each other andwith other members of the community on
29ARTÍCULOS
Figure 2. Function of homegardens and associated types of value.Source: Howard and Vogl 2006.
Last but not least, in homegardens, as presumably in any otheragroecosystem, functions interrelate with structure and composition.It may be that functions are a driver for the structure and compositionas Nair and Kumar (2006) argue: agrobiodiversity is an outcome ofgardeners’ decision-making, which is likely to be based on the use oruses given to the species. It may also be the other way around, that aftera process of experimentation, people discover which use or uses to giveto a specific species (Toledo and Barrera-Bassols 2008). For example, inthe Yucatán, exotic floristic diversity that was introduced intohomegardens has eventually been incorporated into local traditions(e.g., diet and cuisine) (Caballero 1992) as well as into cultivationpractices, thus becoming part of the body of traditional knowledge
about plant selection and management(Barrera 1980) and plant uses in general.The species composition of homegardenstherefore reflects not only the process ofspecies adaptation and management, butalso the cultural evolution of thepopulation under study (Caballero 1992).
In the Yucatecan homegardenliterature, the following are reported asuses of plants: animal traps, beekeeping,construction, condiments, dyes, fiber,fodder, food, food preservatives, foodpreparation, fuel, handcrafts, incomegeneration, insecticide, medicinal (humans,animals), recreation (toys), ritualistic, rubberproduction, signal mark, shade, soilregeneration, sweeteners and spices, oilproduction, organic fertilizer, ornamental,poisoning, pollination, textiles, timber, toolsand utensils, and windbreaks (e.g., Herrera-Castro 1994; Anderson 1996; García deMiguel 2000).
Functions and Use Values inHomegardens of the YucatánPeninsula
Just as in other world regions,homegardens in the Yucatán Peninsula aremulti-functional. Most research, however,focuses on the production of material usevalues, where food production is reportedas the main function (cf., Barrera 1980;Stuart 1993; Herrera-Castro 1994; Garcíade Miguel 2000). As mentioned above,social space is the most frequently reportedsocial function; it is where householdmembers interact with each other andwith other members of the community on
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Figure 2. Function of homegardens and associated types of value.Source: Howard and Vogl 2006.
Last but not least, in homegardens, as presumably in any otheragroecosystem, functions interrelate with structure and composition.It may be that functions are a driver for the structure and compositionas Nair and Kumar (2006) argue: agrobiodiversity is an outcome ofgardeners’ decision-making, which is likely to be based on the use oruses given to the species. It may also be the other way around, that aftera process of experimentation, people discover which use or uses to giveto a specific species (Toledo and Barrera-Bassols 2008). For example, inthe Yucatán, exotic floristic diversity that was introduced intohomegardens has eventually been incorporated into local traditions(e.g., diet and cuisine) (Caballero 1992) as well as into cultivationpractices, thus becoming part of the body of traditional knowledge
about plant selection and management(Barrera 1980) and plant uses in general.The species composition of homegardenstherefore reflects not only the process ofspecies adaptation and management, butalso the cultural evolution of thepopulation under study (Caballero 1992).
In the Yucatecan homegardenliterature, the following are reported asuses of plants: animal traps, beekeeping,construction, condiments, dyes, fiber,fodder, food, food preservatives, foodpreparation, fuel, handcrafts, incomegeneration, insecticide, medicinal (humans,animals), recreation (toys), ritualistic, rubberproduction, signal mark, shade, soilregeneration, sweeteners and spices, oilproduction, organic fertilizer, ornamental,poisoning, pollination, textiles, timber, toolsand utensils, and windbreaks (e.g., Herrera-Castro 1994; Anderson 1996; García deMiguel 2000).
Functions and Use Values inHomegardens of the YucatánPeninsula
Just as in other world regions,homegardens in the Yucatán Peninsula aremulti-functional. Most research, however,focuses on the production of material usevalues, where food production is reportedas the main function (cf., Barrera 1980;Stuart 1993; Herrera-Castro 1994; Garcíade Miguel 2000). As mentioned above,social space is the most frequently reportedsocial function; it is where householdmembers interact with each other andwith other members of the community on
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a daily basis (Caballero1992; Herrera-Castro 1994; Correa-Navarro 1997; Aké etal. 2002; Greenberg 2003; Estrada-Lugo2005; Cuanalo and Guerra 2008). Onecase study examined the importance ofhomegardens for maintaining ethnicidentity among migrants (Greenberg 2003).Another study examined varietalselection as a process of negotiationbetween men and women (Lope-Alzina2007, 2010). In settlements by the CalakmulBiosphere Reserve, Perea-Mercado (2010)identified the autonomy and status thathomegardens yield to women in a contextwhere access to resources from thesurrounding environment is limited, whileWojczewski (2011) corroborated that thegendered division of labor (e.g., women inhomegardens, men in agricultural fields)is at the core of the functioning of boththe agroecological system and local socialdynamics.
The use values reported for plants inhomegardens across the Yucatán Peninsulafulfill the whole array reported forhomegardens across Latin America andother world regions (cf. Lok 1998; Eyzaguirreand Linares 2004; Howard 2006; and Pulidoet al. 2008): See Table 5.
HOW STRUCTURE, COMPOSITION,
AND FUNCTIONS ARE INTERRELATED
The structure, composition, and functionsof homegardens are tightly intertwined,and any factor influencing one of the threedirectly affects the other two. Suchinterrelationships can be found in any
homegarden in the world. They also relate to social phenomena suchas behavioral norms, economic specializations, and sociopoliticalcontext, as described in the following examples.
In the highlands of Ecuador, Finerman and Sackett (2003) founda large diversity of medicinal plants across homegardens [composition]since local people largely rely on traditional cures [functions and usevalues]. However, medicinal plants are grown in the back of the housecompound as a way to ‘hide’ the remedies that are being used[structure], and thus neighbors and visitors are not able to determinewhich diseases or illnesses are afflicting household members and theyavoid being the object of negative comments [behavioral norms].
Similarly, in Chiapas, Mexico, where rural people are increasinglyinvolved in commercial agriculture, changes have been observed inthe structure and composition of homegardens. Murray (2001) foundthat, in the patxokon na (Tzotzil-Maya homegardens), large extensions[structure] are used for flower cultivation [composition] which yieldsignificant income to the household [functions], yet women seem tobe losing decision-making over what is to be cultivated in thehomegardens as men take control over this space [gender relations].In the Sosonusco, Gasco (2008) noticed a similar phenomenon amongrural Ladino people who were cultivating pineapples for sale onimportant extensions of homegarden land.
Another example is presented by Cuban homegardens, wherefood scarcity affects large sectors of the population due to certainpolicies in the country [sociopolitical context]. Conucos have becomeimportant sites of food production [functions] and host a wide diversityof fruit trees, vegetables, and condiments [composition] across the plot[structure] (Castiñeiras et al. 2002; Buchmann 2009).
Factors Affecting the Structure, Composition, and Functions ofHomegardens in the Yucatán Peninsula
The structure, composition, and functions of homegardens are allinfluenced by factors such as those discussed below. While the list iscertainly not exhaustive, particularly given the relative lack of reportingon the social and intangible functions of homegardens, it reviews theinfluences that have been presented in the homegarden literature forthe Yucatán Peninsula.
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a daily basis (Caballero1992; Herrera-Castro 1994; Correa-Navarro 1997; Aké etal. 2002; Greenberg 2003; Estrada-Lugo2005; Cuanalo and Guerra 2008). Onecase study examined the importance ofhomegardens for maintaining ethnicidentity among migrants (Greenberg 2003).Another study examined varietalselection as a process of negotiationbetween men and women (Lope-Alzina2007, 2010). In settlements by the CalakmulBiosphere Reserve, Perea-Mercado (2010)identified the autonomy and status thathomegardens yield to women in a contextwhere access to resources from thesurrounding environment is limited, whileWojczewski (2011) corroborated that thegendered division of labor (e.g., women inhomegardens, men in agricultural fields)is at the core of the functioning of boththe agroecological system and local socialdynamics.
The use values reported for plants inhomegardens across the Yucatán Peninsulafulfill the whole array reported forhomegardens across Latin America andother world regions (cf. Lok 1998; Eyzaguirreand Linares 2004; Howard 2006; and Pulidoet al. 2008): See Table 5.
HOW STRUCTURE, COMPOSITION,
AND FUNCTIONS ARE INTERRELATED
The structure, composition, and functionsof homegardens are tightly intertwined,and any factor influencing one of the threedirectly affects the other two. Suchinterrelationships can be found in any
homegarden in the world. They also relate to social phenomena suchas behavioral norms, economic specializations, and sociopoliticalcontext, as described in the following examples.
In the highlands of Ecuador, Finerman and Sackett (2003) founda large diversity of medicinal plants across homegardens [composition]since local people largely rely on traditional cures [functions and usevalues]. However, medicinal plants are grown in the back of the housecompound as a way to ‘hide’ the remedies that are being used[structure], and thus neighbors and visitors are not able to determinewhich diseases or illnesses are afflicting household members and theyavoid being the object of negative comments [behavioral norms].
Similarly, in Chiapas, Mexico, where rural people are increasinglyinvolved in commercial agriculture, changes have been observed inthe structure and composition of homegardens. Murray (2001) foundthat, in the patxokon na (Tzotzil-Maya homegardens), large extensions[structure] are used for flower cultivation [composition] which yieldsignificant income to the household [functions], yet women seem tobe losing decision-making over what is to be cultivated in thehomegardens as men take control over this space [gender relations].In the Sosonusco, Gasco (2008) noticed a similar phenomenon amongrural Ladino people who were cultivating pineapples for sale onimportant extensions of homegarden land.
Another example is presented by Cuban homegardens, wherefood scarcity affects large sectors of the population due to certainpolicies in the country [sociopolitical context]. Conucos have becomeimportant sites of food production [functions] and host a wide diversityof fruit trees, vegetables, and condiments [composition] across the plot[structure] (Castiñeiras et al. 2002; Buchmann 2009).
Factors Affecting the Structure, Composition, and Functions ofHomegardens in the Yucatán Peninsula
The structure, composition, and functions of homegardens are allinfluenced by factors such as those discussed below. While the list iscertainly not exhaustive, particularly given the relative lack of reportingon the social and intangible functions of homegardens, it reviews theinfluences that have been presented in the homegarden literature forthe Yucatán Peninsula.
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a daily basis (Caballero1992; Herrera-Castro 1994; Correa-Navarro 1997; Aké etal. 2002; Greenberg 2003; Estrada-Lugo2005; Cuanalo and Guerra 2008). Onecase study examined the importance ofhomegardens for maintaining ethnicidentity among migrants (Greenberg 2003).Another study examined varietalselection as a process of negotiationbetween men and women (Lope-Alzina2007, 2010). In settlements by the CalakmulBiosphere Reserve, Perea-Mercado (2010)identified the autonomy and status thathomegardens yield to women in a contextwhere access to resources from thesurrounding environment is limited, whileWojczewski (2011) corroborated that thegendered division of labor (e.g., women inhomegardens, men in agricultural fields)is at the core of the functioning of boththe agroecological system and local socialdynamics.
The use values reported for plants inhomegardens across the Yucatán Peninsulafulfill the whole array reported forhomegardens across Latin America andother world regions (cf. Lok 1998; Eyzaguirreand Linares 2004; Howard 2006; and Pulidoet al. 2008): See Table 5.
HOW STRUCTURE, COMPOSITION,
AND FUNCTIONS ARE INTERRELATED
The structure, composition, and functionsof homegardens are tightly intertwined,and any factor influencing one of the threedirectly affects the other two. Suchinterrelationships can be found in any
homegarden in the world. They also relate to social phenomena suchas behavioral norms, economic specializations, and sociopoliticalcontext, as described in the following examples.
In the highlands of Ecuador, Finerman and Sackett (2003) founda large diversity of medicinal plants across homegardens [composition]since local people largely rely on traditional cures [functions and usevalues]. However, medicinal plants are grown in the back of the housecompound as a way to ‘hide’ the remedies that are being used[structure], and thus neighbors and visitors are not able to determinewhich diseases or illnesses are afflicting household members and theyavoid being the object of negative comments [behavioral norms].
Similarly, in Chiapas, Mexico, where rural people are increasinglyinvolved in commercial agriculture, changes have been observed inthe structure and composition of homegardens. Murray (2001) foundthat, in the patxokon na (Tzotzil-Maya homegardens), large extensions[structure] are used for flower cultivation [composition] which yieldsignificant income to the household [functions], yet women seem tobe losing decision-making over what is to be cultivated in thehomegardens as men take control over this space [gender relations].In the Sosonusco, Gasco (2008) noticed a similar phenomenon amongrural Ladino people who were cultivating pineapples for sale onimportant extensions of homegarden land.
Another example is presented by Cuban homegardens, wherefood scarcity affects large sectors of the population due to certainpolicies in the country [sociopolitical context]. Conucos have becomeimportant sites of food production [functions] and host a wide diversityof fruit trees, vegetables, and condiments [composition] across the plot[structure] (Castiñeiras et al. 2002; Buchmann 2009).
Factors Affecting the Structure, Composition, and Functions ofHomegardens in the Yucatán Peninsula
The structure, composition, and functions of homegardens are allinfluenced by factors such as those discussed below. While the list iscertainly not exhaustive, particularly given the relative lack of reportingon the social and intangible functions of homegardens, it reviews theinfluences that have been presented in the homegarden literature forthe Yucatán Peninsula.
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Table 5. Functions, values, and uses of homegardens reported across world regions vs. those found in the YucatánPeninsula
For homegardens worldwide1 For homegardens in theYucatán Peninsula2
Year round food security and nutrition:- Local varieties and wild plants with higher nutritional value Yes- Provides culturally acceptable (local) foodstuffs Yes- Cheaper than purchased food or exotics Yes- Produced food provides calories and carbohydrates Yes- Provides a range of micronutrients, vitamins, and (animal) proteins Yes- Many produce year-round Yes- Supplemental, or even essential foods Yes- May become the predominant source of cultivated food, including staples during wartime, among refugees,
economic crisis, disasters and disaster relief, migration, and during establishment of new fields or households Not reported
Medicinal cabinet:
- Production of medicinal plants Yes- Conveniently located access to ‘remedies’ YesNon-food resources:- Provision of fibers, dyes, chemicals, fuel, construction, fodder, mulch, etc. Yes- Timber godos Yes- Livestock fodder and nutrition Yes- Ornamental (aesthetic) Yes- Live fence and boundary markers Yes- Shade Yes- Handcrafting material YesIn situ and ex situ conservation of agrobiodiversity:- High species diversity; high intra-specific diversity Yes- Usually small amounts of any given plant material Yes- High exchange of plant materials (market, kinship and other social networks) Yes- Refuge for plants (‘gene banks’), including wild and threatened species Yes- Unique varieties (plants, animals) YesPlant domestication and experimentation (crops, varieties, and techniques):- Informal plant introduction and distribution center Yes- Farm nursery (plants, seed) Yes- Experimentation center Yes- Production center for ´minor´ crops used in small quantities, required fresh, that need special attention
or microniches Yes
- Sites may be selected in order to incorporate ‘wild’ indigenous tree species (in the Yucatan, actuallythe other way around, from homegardens to fallow land) Yes
- Site of incipient domestication YesEnvironmental services:- Harbor local varieties adapted to local environmental conditions Yes- Naturally occurring, renewable inputs Yes- Waste recycling (manure, household waste, mulch) – often highest soil fertility Yes- Erosion control, water management Yes- Insect/pest management through high levels of diversity Not reported- Habitat creation for pollinators, other fauna Yes- Creation of microniches and microclimates (temperature, windbreaks, etc.) Yes- High productivity per unit of land and/or labour; relatively low labor input Yes- Shade, support for climbing Yes- Plants, soil improver (leaves) Yes
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For homegardens worldwide1 For homegardens in theYucatán Peninsula2
Income provision:- Profitable due to low production costs Yes- Usually small amounts of income year-round Yes- Although small amounts, maybe crucial for savings, school fees, medicine, etc. Yes- Often sources of income for women Yes- Usually local markets YesSocial spaces for meetings, festivities, and play:- Place for socializing Yes- Recreation, play, ceremonias Yes- Work space (handicrafts, food preparation and processing, wood splitting, etc.) YesStatus and prestige for owners:- Social status expressed Yes- Fulfilling locally defined gender roles, especially for women Yes- Agronomic virtuosity acknowledged YesMaintenance of social networks through gifts and reciprocity:- Source of gifts/Exchange Yes- Strengthening an economy of solidarity YesCultural, symbolic & ritual purposes:- Cultural identity expressed and transmitted Yes- Maintenance and transmission of the ritualistic tradition and cosmogony YesPrinciple sites for transmission of traditional knowledge:- Knowledge transmitted orally and by practice from generation to generation Yes- Transmission of gender roles Yes- Knowledge transfer (mothers teach sons) Not reportedSources: 1Howard 2005; Howard 2006; Howard and Vogl 2006. 2Case studies reported in this paper.
Physical and Environmental Conditions
Research about the structure of Yucatec-Maya homegardens coincides in that plantassemblage and distribution are said to bedue to gardeners’ decisions, based on theirknowledge about specific conditions suchas light competition, soil diversity, andother factors affecting plant assemblageand distribution (Barrera 1980; Rico-Grayet al. 1990; Caballero 1992; Herrera-Castro1994; Correa-Navarro 1997; Benjamin etal. 2001; de Clerck and Negreros-Castillo2000; see also Gillespie et al. 1993 forneighboring homegardens in Petén,Guatemala). These factors have beenapproached mainly from a scientificperspective; a significant gap still exists when it
comes to understanding the criteria and logic of local horticulturaliststhemselves (e.g., dichotomies such as dark-light, cold- hot, etc.) (cf. Diehland Howard forthcoming).
Size of Homegardens
Both Caballero (1992) and Perea-Mercado (2010) analyzed thecorrelation between homegarden size (area in square meters) andnumber of tree species across 60 and 66 homegardens respectively;none of them found a statistically significant result. Nevertheless,the size of homegardens may influence the number of homegardencomponents: larger homegardens may have more zones orcomponents than smaller ones (Rico-Gray et al. 1990; Caballero 1992)and, since zones often consist of ‘niches’ to which specific plants areadapted (Herrera-Castro 1994; García de Miguel 2000), the morezones in a homegarden, the more diversity it is likely to hold. Therefore,larger homegardens may contain a higher diversity of species or higherpopulations than smaller ones.
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For homegardens worldwide1 For homegardens in theYucatán Peninsula2
Income provision:- Profitable due to low production costs Yes- Usually small amounts of income year-round Yes- Although small amounts, maybe crucial for savings, school fees, medicine, etc. Yes- Often sources of income for women Yes- Usually local markets YesSocial spaces for meetings, festivities, and play:- Place for socializing Yes- Recreation, play, ceremonias Yes- Work space (handicrafts, food preparation and processing, wood splitting, etc.) YesStatus and prestige for owners:- Social status expressed Yes- Fulfilling locally defined gender roles, especially for women Yes- Agronomic virtuosity acknowledged YesMaintenance of social networks through gifts and reciprocity:- Source of gifts/Exchange Yes- Strengthening an economy of solidarity YesCultural, symbolic & ritual purposes:- Cultural identity expressed and transmitted Yes- Maintenance and transmission of the ritualistic tradition and cosmogony YesPrinciple sites for transmission of traditional knowledge:- Knowledge transmitted orally and by practice from generation to generation Yes- Transmission of gender roles Yes- Knowledge transfer (mothers teach sons) Not reportedSources: 1Howard 2005; Howard 2006; Howard and Vogl 2006. 2Case studies reported in this paper.
Physical and Environmental Conditions
Research about the structure of Yucatec-Maya homegardens coincides in that plantassemblage and distribution are said to bedue to gardeners’ decisions, based on theirknowledge about specific conditions suchas light competition, soil diversity, andother factors affecting plant assemblageand distribution (Barrera 1980; Rico-Grayet al. 1990; Caballero 1992; Herrera-Castro1994; Correa-Navarro 1997; Benjamin etal. 2001; de Clerck and Negreros-Castillo2000; see also Gillespie et al. 1993 forneighboring homegardens in Petén,Guatemala). These factors have beenapproached mainly from a scientificperspective; a significant gap still exists when it
comes to understanding the criteria and logic of local horticulturaliststhemselves (e.g., dichotomies such as dark-light, cold- hot, etc.) (cf. Diehland Howard forthcoming).
Size of Homegardens
Both Caballero (1992) and Perea-Mercado (2010) analyzed thecorrelation between homegarden size (area in square meters) andnumber of tree species across 60 and 66 homegardens respectively;none of them found a statistically significant result. Nevertheless,the size of homegardens may influence the number of homegardencomponents: larger homegardens may have more zones orcomponents than smaller ones (Rico-Gray et al. 1990; Caballero 1992)and, since zones often consist of ‘niches’ to which specific plants areadapted (Herrera-Castro 1994; García de Miguel 2000), the morezones in a homegarden, the more diversity it is likely to hold. Therefore,larger homegardens may contain a higher diversity of species or higherpopulations than smaller ones.
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For homegardens worldwide1 For homegardens in theYucatán Peninsula2
Income provision:- Profitable due to low production costs Yes- Usually small amounts of income year-round Yes- Although small amounts, maybe crucial for savings, school fees, medicine, etc. Yes- Often sources of income for women Yes- Usually local markets YesSocial spaces for meetings, festivities, and play:- Place for socializing Yes- Recreation, play, ceremonias Yes- Work space (handicrafts, food preparation and processing, wood splitting, etc.) YesStatus and prestige for owners:- Social status expressed Yes- Fulfilling locally defined gender roles, especially for women Yes- Agronomic virtuosity acknowledged YesMaintenance of social networks through gifts and reciprocity:- Source of gifts/Exchange Yes- Strengthening an economy of solidarity YesCultural, symbolic & ritual purposes:- Cultural identity expressed and transmitted Yes- Maintenance and transmission of the ritualistic tradition and cosmogony YesPrinciple sites for transmission of traditional knowledge:- Knowledge transmitted orally and by practice from generation to generation Yes- Transmission of gender roles Yes- Knowledge transfer (mothers teach sons) Not reportedSources: 1Howard 2005; Howard 2006; Howard and Vogl 2006. 2Case studies reported in this paper.
Physical and Environmental Conditions
Research about the structure of Yucatec-Maya homegardens coincides in that plantassemblage and distribution are said to bedue to gardeners’ decisions, based on theirknowledge about specific conditions suchas light competition, soil diversity, andother factors affecting plant assemblageand distribution (Barrera 1980; Rico-Grayet al. 1990; Caballero 1992; Herrera-Castro1994; Correa-Navarro 1997; Benjamin etal. 2001; de Clerck and Negreros-Castillo2000; see also Gillespie et al. 1993 forneighboring homegardens in Petén,Guatemala). These factors have beenapproached mainly from a scientificperspective; a significant gap still exists when it
comes to understanding the criteria and logic of local horticulturaliststhemselves (e.g., dichotomies such as dark-light, cold- hot, etc.) (cf. Diehland Howard forthcoming).
Size of Homegardens
Both Caballero (1992) and Perea-Mercado (2010) analyzed thecorrelation between homegarden size (area in square meters) andnumber of tree species across 60 and 66 homegardens respectively;none of them found a statistically significant result. Nevertheless,the size of homegardens may influence the number of homegardencomponents: larger homegardens may have more zones orcomponents than smaller ones (Rico-Gray et al. 1990; Caballero 1992)and, since zones often consist of ‘niches’ to which specific plants areadapted (Herrera-Castro 1994; García de Miguel 2000), the morezones in a homegarden, the more diversity it is likely to hold. Therefore,larger homegardens may contain a higher diversity of species or higherpopulations than smaller ones.
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Age of Homegardens
García de Miguel (2000) analyzed the correlation between the age ofthe homegarden and the number of species present, with no statisticallysignificant differences reported. Certain tendencies were, however,observed by Greenberg (2003); at least to the ‘eye’ it could be readilyobserved that recently established homegardens have anabundance of ‘clear areas’ with shrubs and young trees spreadthroughout the terrain. Hernández-Sánchez (2010) observed thatyoung families tend to have more ornamentals than mature andelderly families, and the age of the homegarden is likely to becorrelated with the age of the household heads.
The homegarden’s age is also related to its location within thevillage. García de Miguel (2000) reported that the oldest homegardensare usually located in the village center, while the youngest are foundin peripheral areas. Moreover, tree species diversity may, to a certainextent, differ between younger and older homegardens. Cultivatedtrees predominate in the older gardens while, in the younger ones,many of the tree species match those found in the nearby forest. Thisprobably has to do with the fact that not all vegetation is clearedduring the early phases of homegarden establishment.
Household Composition
Household composition refers to the domestic group comprised ofindividuals belonging to different age and sex groups, where each grouphas different social positions, obligations and benefits, and is thereforeexposed to different stimuli and holds different knowledge (Boster 1985).Household composition is thus linked to labor availability, knowledge, anddecision-making. In Mesoamerica, women are found to be those who aremainly responsible for homegardens (Howard 2006) meaning that theyare the main providers of labor, are the principle decision-makers, andhold the majority of homegarden knowledge.
In Yucatec-Maya homegardens, women’s labor and decision-making are widely acknowledged (Herrera-Castro 1994; Correa-Navarro1997; García de Miguel 2000; Benjamin et al. 2001; Porter-Bolland 2006;Cuanalo and Guerra 2008), yet the role of women has beensystematically researched only exceptionally. These exceptions arepresented by Greenberg (2003), Lope-Alzina (2010), Perea-Mercado(2010) and Wojczewski (2011), who agree that adult women are the
principal knowledge holders and decision-makers with respect to management,uses, and functions of homegardenagrobiodiversity.
Aké et al. (2002) reported that mostproductive homegardens pertained tohouseholds with the largest number ofmembers, where at least two adult menand two adult women were the maindecision-makers. In a similar case study,Cuanalo and Guerra (2008, 423) claim tohave explored ‘the relationship betweenthe structure of the household and thestructure of homegardens,’ concludingthat the presence of male labor inhomegardens increased the number ofcomponents; however, the authors do notindicate why this relationship might hold.
Economic Specialization, CommodityProduction, and Potential for IncomeGeneration
Both Caballero (1992) and García de Miguel(2000) have found that the predominanteconomic activities in a region influencespecies composition in homegardensacross the Yucatán Peninsula. For example,in the sisal plantation region, Caballero(1992) found that a tree species, ramón
(Brosimum alicastrum Sw.) predominates,which provides fodder for cattle used in thesisal harvest. Similarly, in a village nearby atown famous for the production ofpanama hats and other palm handicrafts,jipi (Carludovica palmate Ruiz & Pav.) is acommon feature of homegardens.
Among immigrants in Calakmul,Campeche, Alayón and Gurri (2008)
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found certain differences in the structure,composition, and functions ofhomegardens between market-orientedhouseholds cultivating jalapeño pepper(Capsicum annuum L.) in their agriculturalfields and households devoted tosubsistence agriculture. The authors foundthat households that shifted tocommercial agriculture had fewernutritional plants, smaller cultivating areas,and a larger animal husbandry area in theirhomegardens than subsistence-orientedhouseholds did. Also, for this area, Alayón(2010) reports that a homegarden mayprovide up to a 20% of the householdincome.
Aké et al. (2002) carried out cost-benefit analyses to identify the potentialreturns of different homegardencomponents (fruit trees, livestock,vegetables, other). They found that, dueto the low input requirements, the highestreturns come from fruit production. Theyalso found that, due to the high laborinputs required in recently establishedhomegardens, it is only after 10 years thathomegardens begin to yield economicbenefits. Also, Aké et al. (2002) foundthat at least 60% of the plant and animalproduction from homegardens is sold.This might be related to the fact that theresearched homegardens may belongto former wage employees of the sisalhaciendas (or their children) who areaccustomed to a certain cash flow.
The estimates of cash balances andnet income made by Cuanalo and Guerra(2008) in Yaxcabá, Yucatán, were similar
to those made by Aké et al. (2002). They found that plant components(fruits, vegetables, ornamental plants) generated positive results, whileanimal components (fowl, pigs, cattle) had negative results. The authorsalso reported that ‘economic importance’ was the main reason formaintaining a homegarden, although this was not necessarily due tothe potential to generate cash income, but to the supply of goods thatotherwise would have to be purchased. Although the authors did notmention it, Yaxcabá is a highly commoditized rural village (Lope-Alzina2002), which may explain the economic significance of homegardens.
UrbanizationThe effects of urbanization for Yucatecan homegardens have not beenresearched from a sociological or anthropological perspective.Nevertheless, while only general tendencies have been described,findings are worthy of attention.
Rico-Gray et al. (1990) compared homegardens in two ruralcommunities, one about 20 km and the other about 100 km fromMérida, the capital of Yucatán State. There were more ornamentalspecies in the village near the city; the authors explained that ‘theincrease in the number of ornamental plants [is associated] witha change in the traditional values of homegardens as the result ofexposure to a more urban environment’ (pg. 486).
García de Miguel (2000) statistically showed that homegardensfar’ from an urban center have a higher number of plant speciesmatching those in medium and high surrounding forests than thosehomegardens located at ‘near’ or ‘medium’ distances from urban centers(no criteria was provided for distance, e.g., by kilometers). The authoralso found that owners of homegardens ‘far’ from an urban center solda higher number of species than the owners of homegardens locatednearer to the urban center. Although the author did not discuss thisfinding, it suggests that, when markets are distant, small-scale saleswithin the village may be frequent, as was reported by Herrera-Castro(1994) and Corzo-Márquez and Schwartz (2008).
MigrationPlant genetic material tends to move together with people, and muchof this material is grown in newly established homegardens (Ruona-vaara 1996; Vogl et al. 2002; Corzo-Márquez and Schwartz 2008; Gasco
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found certain differences in the structure,composition, and functions ofhomegardens between market-orientedhouseholds cultivating jalapeño pepper(Capsicum annuum L.) in their agriculturalfields and households devoted tosubsistence agriculture. The authors foundthat households that shifted tocommercial agriculture had fewernutritional plants, smaller cultivating areas,and a larger animal husbandry area in theirhomegardens than subsistence-orientedhouseholds did. Also, for this area, Alayón(2010) reports that a homegarden mayprovide up to a 20% of the householdincome.
Aké et al. (2002) carried out cost-benefit analyses to identify the potentialreturns of different homegardencomponents (fruit trees, livestock,vegetables, other). They found that, dueto the low input requirements, the highestreturns come from fruit production. Theyalso found that, due to the high laborinputs required in recently establishedhomegardens, it is only after 10 years thathomegardens begin to yield economicbenefits. Also, Aké et al. (2002) foundthat at least 60% of the plant and animalproduction from homegardens is sold.This might be related to the fact that theresearched homegardens may belongto former wage employees of the sisalhaciendas (or their children) who areaccustomed to a certain cash flow.
The estimates of cash balances andnet income made by Cuanalo and Guerra(2008) in Yaxcabá, Yucatán, were similar
to those made by Aké et al. (2002). They found that plant components(fruits, vegetables, ornamental plants) generated positive results, whileanimal components (fowl, pigs, cattle) had negative results. The authorsalso reported that ‘economic importance’ was the main reason formaintaining a homegarden, although this was not necessarily due tothe potential to generate cash income, but to the supply of goods thatotherwise would have to be purchased. Although the authors did notmention it, Yaxcabá is a highly commoditized rural village (Lope-Alzina2002), which may explain the economic significance of homegardens.
UrbanizationThe effects of urbanization for Yucatecan homegardens have not beenresearched from a sociological or anthropological perspective.Nevertheless, while only general tendencies have been described,findings are worthy of attention.
Rico-Gray et al. (1990) compared homegardens in two ruralcommunities, one about 20 km and the other about 100 km fromMérida, the capital of Yucatán State. There were more ornamentalspecies in the village near the city; the authors explained that ‘theincrease in the number of ornamental plants [is associated] witha change in the traditional values of homegardens as the result ofexposure to a more urban environment’ (pg. 486).
García de Miguel (2000) statistically showed that homegardensfar’ from an urban center have a higher number of plant speciesmatching those in medium and high surrounding forests than thosehomegardens located at ‘near’ or ‘medium’ distances from urban centers(no criteria was provided for distance, e.g., by kilometers). The authoralso found that owners of homegardens ‘far’ from an urban center solda higher number of species than the owners of homegardens locatednearer to the urban center. Although the author did not discuss thisfinding, it suggests that, when markets are distant, small-scale saleswithin the village may be frequent, as was reported by Herrera-Castro(1994) and Corzo-Márquez and Schwartz (2008).
MigrationPlant genetic material tends to move together with people, and muchof this material is grown in newly established homegardens (Ruona-vaara 1996; Vogl et al. 2002; Corzo-Márquez and Schwartz 2008; Gasco
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found certain differences in the structure,composition, and functions ofhomegardens between market-orientedhouseholds cultivating jalapeño pepper(Capsicum annuum L.) in their agriculturalfields and households devoted tosubsistence agriculture. The authors foundthat households that shifted tocommercial agriculture had fewernutritional plants, smaller cultivating areas,and a larger animal husbandry area in theirhomegardens than subsistence-orientedhouseholds did. Also, for this area, Alayón(2010) reports that a homegarden mayprovide up to a 20% of the householdincome.
Aké et al. (2002) carried out cost-benefit analyses to identify the potentialreturns of different homegardencomponents (fruit trees, livestock,vegetables, other). They found that, dueto the low input requirements, the highestreturns come from fruit production. Theyalso found that, due to the high laborinputs required in recently establishedhomegardens, it is only after 10 years thathomegardens begin to yield economicbenefits. Also, Aké et al. (2002) foundthat at least 60% of the plant and animalproduction from homegardens is sold.This might be related to the fact that theresearched homegardens may belongto former wage employees of the sisalhaciendas (or their children) who areaccustomed to a certain cash flow.
The estimates of cash balances andnet income made by Cuanalo and Guerra(2008) in Yaxcabá, Yucatán, were similar
to those made by Aké et al. (2002). They found that plant components(fruits, vegetables, ornamental plants) generated positive results, whileanimal components (fowl, pigs, cattle) had negative results. The authorsalso reported that ‘economic importance’ was the main reason formaintaining a homegarden, although this was not necessarily due tothe potential to generate cash income, but to the supply of goods thatotherwise would have to be purchased. Although the authors did notmention it, Yaxcabá is a highly commoditized rural village (Lope-Alzina2002), which may explain the economic significance of homegardens.
UrbanizationThe effects of urbanization for Yucatecan homegardens have not beenresearched from a sociological or anthropological perspective.Nevertheless, while only general tendencies have been described,findings are worthy of attention.
Rico-Gray et al. (1990) compared homegardens in two ruralcommunities, one about 20 km and the other about 100 km fromMérida, the capital of Yucatán State. There were more ornamentalspecies in the village near the city; the authors explained that ‘theincrease in the number of ornamental plants [is associated] witha change in the traditional values of homegardens as the result ofexposure to a more urban environment’ (pg. 486).
García de Miguel (2000) statistically showed that homegardensfar’ from an urban center have a higher number of plant speciesmatching those in medium and high surrounding forests than thosehomegardens located at ‘near’ or ‘medium’ distances from urban centers(no criteria was provided for distance, e.g., by kilometers). The authoralso found that owners of homegardens ‘far’ from an urban center solda higher number of species than the owners of homegardens locatednearer to the urban center. Although the author did not discuss thisfinding, it suggests that, when markets are distant, small-scale saleswithin the village may be frequent, as was reported by Herrera-Castro(1994) and Corzo-Márquez and Schwartz (2008).
MigrationPlant genetic material tends to move together with people, and muchof this material is grown in newly established homegardens (Ruona-vaara 1996; Vogl et al. 2002; Corzo-Márquez and Schwartz 2008; Gasco
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2008). Migration is known to affect homegardens through theintroduction and/or adaptation of management techniques and plantuses, and through the introduction of new species and/or by alteringthe environments to which plants must adapt (Alvarez-Buylla and Lazos-Chavero 1989; Padoch and de Jong 1991; Waldstein 2006; Imbruce2007; Pulido et al. 2008; Aguilar-Stoen et al. 2009).
For the Yucatán Peninsula, Greenberg (2003) analyzed thehomegardens of Yucatec Mayas who migrated from a traditional ruralvillage (Chemáx, Yucatán) to a new urban settlement in a previouslyforested area in Puerto Morelos, Quintana Roo, which is part of the fast-growing tourist development zone on the Mexican Caribbean coast.The author found that as people assimilate and becomeincorporated into a cash-based economy, their recently establishedhomegardens help to preserve ethnic identity. For example, womentransplant species from their previous homegardens and give theseplants the same uses (e.g. culinary) as in their place of origin.
Exchange Relations and Social NetworksSocial relations in traditional societies are largely based on kinshipnetworks, which are built, maintained, and strengthened throughrelations of gift giving and reciprocity (Keesing and Strathern 2001).Such social relations can be more readily appreciated in homegardensthan in any other agroecosystem, in part because the homegarden isoften the center of such types of exchange (Howard 2006), particularlyfor women.
Yucatecan homegardens have been acknowledged as animportant source of exchange materials (both in kind and cash), whichstrengthen social relations (Herrera-Castro 1994; Greenberg 2003;Perea-Mercado 2010; Wojczewski 2011). Indeed, homegardens arespaces where kinship relations are reinforced, and such relations areimportant for maintaining local social dynamics as well as traditionalagricultural systems. As Estrada-Lugo (2005) reported for the Macehual-Mayas of Quintana Roo, homegardens and other agroecosystemsboth maintain, and are maintained by, kinship relations, whichencourage commitments and cooperation among individuals,especially with regard to labor exchange.
CONCLUSIONS
As a first step toward an integrativeunderstanding of homegarden complexity,this review has discussed and describedthe three main vertices of this system:structure, composition, and functions.Although detailed information has beenpresented, the authors acknowledge thatthis discussion is not yet comprehensive,and that more research, especially socialresearch, is required to comprehend thesystem. While drawing from case studiesmade around the globe, the main focusof the paper has been on homegardensof the Yucatán Peninsula, which are amongthe most researched in the world. Thus, itis hoped that some of the paper’s generalfindings are of broader application.
From this review, it becomes evidentthat great advances have been made inhomegarden research, providing a wealthof information about specific featuresof the system, while also pointing upgreat contrasts in the depths to whichthey have been studied and issues withcomparability of data. Discussion of thefindings provides insight into the currentstate of homegarden research in theYucatán Peninsula and beyond.
Two main points for furtherconsideration are posed from theevidence here presented. First, that inorder to understand the complexity ofhomegardens, it is necessary to value,respect, and understand the variationand continuous dynamism at the core ofhomegardens. As Howard (2006) pointedout in her review of gender relations
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in homegardens and swidden gardensacross Latin America, in order to trulyunderstand the complex interrelationswithin homegardens, it is necessary toexamine social dynamics at both thehousehold and community levels, as wellas external influences. Considerably moreresearch must be done on the socialstructure and functions of homegardens,and how these influence biologicalstructure and composition (ibid.). Suchsocial dimensions include, but are notlimited to, rights to homegarden resources(plants, animals, land, etc.); the division oflabor in homegardens (by decisions, tasks,time, types of crops, etc.); homegardenknowledge and its relation to other typesof knowledge (e.g., culinary, medicinal,agronomic); social networks and exchangeof planting materials and knowledge, andhow these relate to the benefits ofhomegardens; the importance ofhomegardens for status and prestige; andhow a complex set of use values associatedwith specific species are combined withthose of other species and speciesassemblages to meet specific, culturally-defined, human needs. Further, manyaspects of the biophysical complexity withinthe system are as yet largelyunaddressed, e.g., plant synecology andautoecology and dynamics of structureand composition over time (e.g., within ayear, over a period of years) (from an eticas well as emic perspective) are yet to bedocumented and understood (Howard2006; Kumar and Nair 2006; Diehl andHoward forthcoming), even though
these dynamics could provide much insight into the sustainability andbenefits that are so particular to homegarden systems. The ‘tip of theiceberg’ is an appropriate metaphor: the research of the past 30 yearshas only addressed that which is readily visible, generally as a ‘snapshot’in time, without exploring underneath the surface and thus overlookingthose features that act as driving or sustaining forces.
ACKNOWLEDGEMENTS
To the Mexican Council for Science and Technology (CONACYT) forthe fellowship granted to Ir. (M. Sc.) Lope-Alzina to pursue doctoralstudies at Wageningen University. To the School of Anthropology andConservation of the University of Kent at Canterbury for the academicexchange with both authors. Also, to the two colleagues who reviewedthis paper and to Megan Glore for the final revision and edition. We´dlike to acknowledge the effort and enthusiasm of all of the colleaguesthat have made a contribution toward the cummulative understandingof homegardens in the Yucatán Peninsula and beyond. Our votes arefor the men and women who have strengthened thehomegarden agroecosystem across time and space, and our intentionis to effectively support them in the maintenance of this heritage.
REFERENCES CITED
Aguilar-Støen, M., S. Moe, and S. Camargo-Ricalde. 2009. Home gardens
sustain crop diversity and improve farm resilience in Candelaria
Loxicha, Oaxaca, Mexico. Human Ecology 37(1): 55-77.
Aké, A., M. Ávila, and J.J. Jiménez-Osornio. 2002. Valor de los productos
directos del agroecosistema solar: El caso de Hocabá, Yucatán,
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Álvarez-Buylla Roces, M.E., E. Lazos-Chavero, and J.R. García-Barrios. 1989.
Homegardens of a humid tropical region in Southeast Mexico: An
example of an agroforestry cropping system in a recently
established community. Agroforestry Systems 8(2): 133-156.
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in homegardens and swidden gardensacross Latin America, in order to trulyunderstand the complex interrelationswithin homegardens, it is necessary toexamine social dynamics at both thehousehold and community levels, as wellas external influences. Considerably moreresearch must be done on the socialstructure and functions of homegardens,and how these influence biologicalstructure and composition (ibid.). Suchsocial dimensions include, but are notlimited to, rights to homegarden resources(plants, animals, land, etc.); the division oflabor in homegardens (by decisions, tasks,time, types of crops, etc.); homegardenknowledge and its relation to other typesof knowledge (e.g., culinary, medicinal,agronomic); social networks and exchangeof planting materials and knowledge, andhow these relate to the benefits ofhomegardens; the importance ofhomegardens for status and prestige; andhow a complex set of use values associatedwith specific species are combined withthose of other species and speciesassemblages to meet specific, culturally-defined, human needs. Further, manyaspects of the biophysical complexity withinthe system are as yet largelyunaddressed, e.g., plant synecology andautoecology and dynamics of structureand composition over time (e.g., within ayear, over a period of years) (from an eticas well as emic perspective) are yet to bedocumented and understood (Howard2006; Kumar and Nair 2006; Diehl andHoward forthcoming), even though
these dynamics could provide much insight into the sustainability andbenefits that are so particular to homegarden systems. The ‘tip of theiceberg’ is an appropriate metaphor: the research of the past 30 yearshas only addressed that which is readily visible, generally as a ‘snapshot’in time, without exploring underneath the surface and thus overlookingthose features that act as driving or sustaining forces.
ACKNOWLEDGEMENTS
To the Mexican Council for Science and Technology (CONACYT) forthe fellowship granted to Ir. (M. Sc.) Lope-Alzina to pursue doctoralstudies at Wageningen University. To the School of Anthropology andConservation of the University of Kent at Canterbury for the academicexchange with both authors. Also, to the two colleagues who reviewedthis paper and to Megan Glore for the final revision and edition. We´dlike to acknowledge the effort and enthusiasm of all of the colleaguesthat have made a contribution toward the cummulative understandingof homegardens in the Yucatán Peninsula and beyond. Our votes arefor the men and women who have strengthened thehomegarden agroecosystem across time and space, and our intentionis to effectively support them in the maintenance of this heritage.
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41ARTÍCULOS
Foto
:Seb
astiá
nBe
láus
tegu
i
Wieman, A., and D. Leal. 1998. La cría de
animales menores en los huertos
caseros. In Huertos caseros tradicionalesde America Central: Características,beneficios, e importancia, desde unenfoque multidisciplinario, edited by
R. Lok. Turrialba, Costa Rica: CATIE.
Wojczewski, S. 2011. Women in thegendered division of labour in peasantMayan households in Yucatán- Casestudy from the Biosphere ReserveCalakmul. Master’s thesis, Culture and
Social Anthropology, University of
Vienna.
41ARTÍCULOS
Foto
:Seb
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Wojczewski, S. 2011. Women in thegendered division of labour in peasantMayan households in Yucatán- Casestudy from the Biosphere ReserveCalakmul. Master’s thesis, Culture and
Social Anthropology, University of
Vienna.
Los conceptos filosóficos de una lengua dependen mucho de las inte-
rrelaciones, tanto objetivas como subjetivas o abstractas de las dife-
rentes preferencias con los diversos aspectos de la vida mental, cultural
y espiritual. Los tsotsiles (Chiapas, México) se encuentran organizados
en distintos grupos, con rasgos culturales propios, territorios, lenguas
y giros idiomáticos, patrimonios, rituales y fiestas, además de códigos
comunicativos y subsistemas que confieren a cada comunidad la con-
dición de grupo. Encuentran en su propia cultura los códigos expresi-
vos y modos de operación necesarios para su sobrevivencia.
Considero a la lengua como un poderoso medio de comunica-
ción que permite entender, interpretar y participar dentro de un siste-
ma social que permite entendernos como tsotsiles en relación al entor-
no, filosofía, cosmovisión y todo lo adherido a la lengua que se puede
representar socialmente. Los tsotsiles vemos de una forma diferente el
mundo (todo lo que nos rodea); la forma en que interpretamos y co-
municamos el mundo también difiere de otros grupos sociales como
los tseltales y choles.
Los tsotsiles poseemos un sistema de comunicación con el cual
sentimos más comodidad para transmitir ideas y expresarnos. Cada
palabra responde a las órdenes de la cotidianidad y los modos de vida.
La lengua manifiesta el grupo lingüístico al que se pertenece, es parte
de la identidad tsotsil que particulariza a cada uno de sus integrantes:
los roles dentro y fuera de la comunidad se identifican por la forma de
K’anel: una construcción de la identidad dialógica y espiritual
de los tsotsiles en Huixtán, Chiapas
Manuel Bolom Pale1
Bolom Pale, M. 2012. K´anel: Una
construcción de la identidad dialógica
y espiritual de los tsotsiles en Huixtán,
Chiapas. Etnoecológica 9 (1): 42-46.
Voces
1 Universidad Intercultural de Chiapas, [email protected]
Aquí radica la importancia de enten-
der la identidad tsotsil y su personalidad
donde entra en reflexión con la cotidiani-
dad. Se trata de una alteridad que es parte
sustancial del ser, una alteridad que en el
pensamiento tsotsil se ubica en el mundo
de la naturaleza. En el caso de Huixtán,
identidad y personalidad se refleja en los
apellidos o linajes (bolom, jaguar; ok’il,
coyote; vet, gato montés; mentes, tuza;
tsemen, tapir o elefante, sólo por mencio-
nar algunos) que a su vez conforman esa
alteridad inherente a la personalidad del
individuo y de las comunidades; por eso,
cuando alguien atenta contra sus parien-
tes, atenta contra sí mismo.
Cada comunidad y cada pueblo
cuentan con sus cerros sagrados donde
se guardan los tesoros y el enigma de la
vida, ya que son considerados como una
entrada al inframundo. Toda entidad exis-
tente en el pensamiento indígena tiene
un aspecto espiritual y tiene ch’ulel. Por
ejemplo, si el maíz se queda tirado en el
camino o en la milpa, es posible que no
haya mucho maíz para el siguiente ciclo
porque su ch’ulel se asustó y no se le res-
petó.
El llamado ch’ulel (que se ha traduci-
do como alma) se trata de una dimensión
espiritual muy amplia del mundo tsotsil,
una filosofía y más concretamente una
ontología, de acuerdo con la cual las co-
sas del mundo, incluyendo los seres vivos,
poseen un componente espiritual. Esta
idea se encuentra en el centro del concep-
to maya de persona y vincula lo humano
con otro componente natural y sagrado.
expresarse. Las actividades y funciones dentro de la comunidad de-
penden muchas veces de cómo se comunican y qué tan profunda-
mente se utilizan los elementos cosmogónicos.
Varios de los elementos culturales que dan existencia a nivel co-
munitario tienen que ver con la forma de ver y vivir la vida. La con-
cepción de los tsotsiles actuales es de carácter inclusivo, nos vemos
como parte de la naturaleza, situándonos en el interior de ella. Los
tsotsiles nos entendemos a nosotros mismos con el entorno, con la
madre tierra, construimos nuestra identidad en íntima relación con un
complejo de alteridades naturales, sociales, culturales y espirituales que
nos circundan, es decir, de toda esa herencia social y cultural que se
transmite de manera oral.
En este sentido, la afirmación reiterada de los tsotsiles acerca de
ser originarios es reveladora, pues se trata de pensarse a sí mismos
como hijos de la tierra, germinados de ella, propios del lugar, como las
plantas, los animales y los seres que habitan en ella. Para los tsotsiles
la tierra es un ser vivo, una entidad simbólica compleja, una alteridad
vivida como madre, fuente del sustento vital. Nuestra relación con los
espacios sagrados -la montaña, las cuevas, la siembra, la cosecha- es
reflejo de nuestros principios y acciones, en el fondo espiritual, y la
base de su reclamo de territorialidad comunitaria, pero también de un
pensamiento ecológico que hoy en día se plantea como una propuesta
alternativa de relación con el cuidado del medio.
En la tradición oral actual se conserva viva la cosmovisión tsot-
sil como un depósito de conocimientos y percepciones culturales; en
ella se recoge una reflexión filosófica sobre el mundo y el ser humano,
donde entre muchos otros temas se discuten los enigmas de la iden-
tidad humana. No es individualista como la de occidente; los tsotsiles
partimos de lo indisoluble entre el hombre y la naturaleza (una forma
de educación propia), es decir, de la relación complementaria entre
identidad y alteridad. En efecto, en la perspectiva tsotsil, una parte
del ser se encuentra fuera de sí mismo, se encuentra justamente en
el exterior, en el entorno (los sueños es una puerta de acceso a otra
dimensión de la existencia humana). La apariencia de una persona es
entendida así, como un aspecto, como una imagen externa, visible y
concreta, mientras que otra parte del ser, más interesante y enigmática,
permanece oculta, eso es el ch’ulel.
VOCES 43
fortalece a los lazos comunitarios, el mal por lo general siempre está
asociado con la destrucción.
El k’anel del ser humano es construir la felicidad y los princi-
pios éticos. Hay tres características que conforman al k’anel: ch’ulel
(conciencia), p’ijilal (capacidad) y respeto (ich’el ta muk’). Estos tres
elementos caben dentro de las tres facetas del ser humano: lo físico, lo
mental y lo espiritual. El ser humano es un ser social, por lo tanto no
puede estar aislado, es decir, como ser social tiene una responsabilidad
con los otros seres humanos. Estar aislado es evadir la responsabilidad
colectiva, los grupos humanos pueden mantenerse solamente si sus
miembros cooperan por la construcción de las bases que lo sostiene
como grupo humano. Si no fuera así, los grupos sociales se desintegra-
rían. Por eso el k’anel forma parte del ordenamiento, mantenimiento y
existencia de la sociedad a la que se pertenece.
Los principales desafíos a la espiritualidad serían aquellos que
amenazan la integridad del k’anel; factores como discriminación, indi-
ferencia, egoísmo e individualismo contribuyen a diluir el k’anel social.
Cualquier elemento que trastorne el k’anel, limita a la libertad del ser:
la opresión es un elemento que limita al k’anel, el egoísmo es otro
mecanismo que limita al k’anel. Mucha gente se vuelve egoísta por
seguir un estilo de vida materialista. La seguridad y la comodidad que
el dinero ofrece hace que la gente se vuelva indiferente y egoísta, una
persona egoísta es insensata con los sufrimientos de los demás.
Cuando digo que el k’anel tiene que ver con una cuestión ética
es porque el sujeto asume su responsabilidad y se asume como tal, de
ahí su sentido de identidad, su orientación inclusiva. Todo esto no se da
de manera espontánea, tiene que ver con la educación de los tsotsiles;
si el k’anel se fundamenta en la espiritualidad, donde el ser humano
forma parte de la naturaleza que le indica su función y razón de la exis-
tencia, su tarea es conocer, cuidar, respetar y defender, manteniendo
el equilibrio del universo, su comunidad y de su persona. La educación
de la comunidad atraviesa todos los ámbitos de la vida y hasta la muer-
te, es ahí donde refleja el transitar con el k’anel de la vida espiritual.
Los fundamentos del k’anel tienen que ver con los conoci-
mientos y sabidurías ancestrales (totil me’iletik). Los conocimientos
tienen el ordenamiento de la vida natural y social, palabra y norma
de comportamiento, así como los sucesos familiares y comunitarios.
Los trabajos comunitarios se basan en un conjunto de sentimientos
El ch’ulel aparece dentro de la narrativa
tradicional tsotsil y constituye como un
referente constante de la vida cotidiana.
Entender el ch’ulel de una persona me ha
parecido una especie de juego de lenguaje
de los tsotsiles, al cual lo enigmático po-
dría volver una y otra vez.
El nosotros desde los tsotsiles se
vincula con la vida misma; el ch’ulel es
parte de la identidad y el nosotros no
se entiende unilateralmente en términos
de lo propio, de un conjunto de rasgos
distintivos, sino que se trata de un fenó-
meno intrínsecamente relacional. Aclaro
que esa identidad no se limita a las re-
laciones del grupo con otros grupos co-
munitarios sino va mas allá de la relación
con la naturaleza y el ch’ulel mismo. El
fenómeno identitario existe y se encuen-
tra en distintos planos en las relaciones
sociales con nosotros y los otros, es di-
verso, cambia según los momentos y las
circunstancias. Como todos los elemen-
tos tienen sus cualidades particulares, el
ser humano está también dotado de esas
cualidades, los conceptos de ch’ulel y de
k’anel explican que la esencia de la natu-
raleza humana es única.
K’anel es un concepto muy impor-
tante en la cultura tsotsil, que posee múlti-
ples significados, tiene que ver el contexto
que se usa, es una característica innata y
de cierto modo equivale al concepto de
espiritualidad. Cualquier cosa en este uni-
verso tiene su característica específica,
como la capacidad de pedir el bien o pedir
el mal; esos atributos no pueden ser sepa-
rados de las cosas que lo poseen. El bien
VOLUMEN IX | NÚMERO 144
los fenómenos como las divinidades y la
espiritualidad.
Los grandes relatos históricos de Po-
pol Vuh enseñan la génesis de la existen-
cia: nos referimos a la creación de la Tierra,
su primer asentamiento y el advertimiento
de los dioses y de sus criaturas. Refieren
esto con sencillez, como si el mundo no
fuera más que ese territorio vinculado a un
pueblo, y como si más allá de las fronteras
hubiera otra vida, otro tiempo, irreal y pe-
ligroso como los sueños.
En todas las culturas, de acuerdo
a la historia de la cosmogonía, el origen
de su sabiduría y los sistemas de pensa-
miento, surgen desde la mitología. Las
culturas tsotsiles constituyen una reserva
de sabiduría y de pensamiento que han
resguardado el conocimiento origina-
rio desde la antigüedad y que emerge
del entender y mostrar la forma y orden
que rige lo cósmico y lo social en rela-
ción con la ética de la cultura. Desde su
nacimiento, el individuo está inmerso
en un mundo social que imprime en su
comportamiento usos y costumbres es-
tablecidas, creencias, intensiones y pre-
ferencias consensadas. Éstas se expresan
en reglas, tácitas o proclamadas, cuyo
cumplimiento permite la realización de
virtudes aceptadas. Una persona de la
comunidad tiene que seguir esas reglas,
se adecua a las convenciones morales y
fortalecerlas es la tarea del sujeto comu-
nitario. En el seno comunitario la per-
sona adquiere las actitudes sociales que
permiten una convivencia ordenada y
una colaboración recíproca; hace coin-
de unidad y reciprocidad que afianzan la pertenencia. Para los tsotsi-
les es fundamental la reproducción de los trabajos colectivos como la
construcción de caminos, la siembra o la cosecha. El k’anel espiritual
abarca todas las manifestaciones de la vida y de las personas con su
entorno, se basa en principios claros en el desarrollo de valores que
hacen posible la formación del ser.
El k’anel (espiritualidad) y el ich’el ta muk’ (respeto) tienen que
ver con la valoración del entorno y de las prácticas espirituales, afian-
zan los valores de la familia y se externan con la convivencia. El respe-
to es la base fundamental del proceso tradicional de la enseñanza, es
importante porque ahí comienza la educación y la formación de las
personas. El respeto tiene que ver con la responsabilidad, la sinceridad,
la cortesía y la honestidad; así mismo, el respeto garantiza la armonía
entre las personas y también refleja la educación de la persona. De ahí
nace el intercambio de saberes.
El compartir es otro punto importante que tiene que ver con el
k’anel: ayudarnos mutuamente en cualquier circunstancia, sintiendo
las necesidades ajenas y las nuestras, el apoyo de corazón que se ma-
nifiesta hacia los demás, evitando la discriminación. Este elemento se
da entre los tsotsiles con el apoyo en la siembra, préstamos de semilla
o en la construcción de caminos.
El k’anel puede ser individual ya que se requiere el cuidado de
uno mismo, por ejemplo: k’elomaba batel, k’elomaba tal, ich’omaba
ta muk’ significa ver la existencia, se relaciona con la dignidad, pensar
antes de actuar, es el principio del conocimiento de las responsabilida-
des, tiene que ver el hacer las cosas bien desde el principio, es parte del
cuidarse, conociendo las responsabilidades éticas comunitarias.
Todo lo dicho en estas líneas tiene que ver con la cosmovisión y
la educación, aclarando de que la cosmovisión tsotsil no es resultado
de la ideas de un pensador aislado ya que tiene su naturaleza en el
entramado social, es ciencia social. El pensamiento tsotsil y sus prin-
cipios se encuentra en la vida misma de los pueblos originarios o se
descubren con una observación constante de la marcha del cosmos,
donde conocen sus leyes para convertirlas en guías de la organización
colectiva y comunitaria, de sus propias vidas, del pensamiento surge de
los problemas sociales y comunitarios, a partir de ahí, refleja su forma
de resolverlo y sus formas de organización pero sobre todo una con-
cepción de las cosas a partir de los mitos que explican la naturaleza de
VOCES 45
Antonia: Ti me tsk’anukutik ti chonbolometike, ti ts’unubiletike
chp’olik, lek chnicchimajik.
El mundo de la espiritualidad sustenta la existencia. La visión
cósmica de los tsotsiles constituye la base filosófica de los que podría
llamarse la ética cultural tsotsil del cuidado ambiental; por ejemplo,
antes de la construcción de las casas se debe pedir permiso para que
no vengan problemas en lo futuro, siguiendo los principios de la natu-
raleza. Esto es una muestra clara que crear, recrear, producir, modificar
y adaptarse a un ambiente, lleva implícita la necesidad de conocer el
funcionamiento de la naturaleza, la constitución de los objetos, la or-
ganización social y el saber de sí mismo y permite entender el mundo
espiritual y cósmico de los tsotsiles. El conocimiento está indisoluble-
mente unido a la vida cotidiana y a las actividades; al parecer, los co-
nocimientos de los tsotsiles se encuentran diseminados en individuos,
seres culturales y sociales; por lo tanto, se requiere organizarlos para
compartirlos con los demás.
cidir así sus impulsos egoístas con acti-
tudes de beneficio a la colectividad. En la
moralidad consensada, sin necesidad de
crítica, el individuo se socializa; al socia-
lizarse, desarrolla una dimensión moral.
La comunidad nunca piensa en
la teorización de lo que convive, recrea,
dialoga, interactúa, en la lengua indíge-
na; sólo lo realiza como un acto mecá-
nico; pero a veces, filosofa con su saber.
Con sus actos, las culturas tsotsiles están
creando y proponiendo los diversos as-
pectos de quehacer cotidiano. Es por ello
que al hablar de la cultura tsotsil no sola-
mente hay que describirla, es necesario
entenderla, profundizar sobre la forma
que concibe las cosas, ya que el apren-
dizaje está en el universo, que es la gran
aula cósmica de donde se nutre la vida
de los niños tsotsiles. Por ejemplo, cuan-
do mi padre me dice mu me xch’ay ta
vo’nton, se está refiriendo a una respon-
sabilidad de base, que todo lo que uno
aprende no hay que desecharlo, si no que
se requiere enriquecerlo y fortalecerlo, ya
que si se pierden los valores en lo más
profundo de la existencia humana, nos
quedamos desnudos de los elementos
más fundamentales.
La cosmovisión tsotsil tiene un mun-
do dual: el mundo espiritual y el mundo
substancial. El mundo espiritual (que no se
puede percibir por medio de los sentidos
sino por medio del sueño) rodea todas las
cosas materiales y reside en ellas; por ello
las plantas, los animales y los seres huma-
nos tenemos ch’ulel y por lo tanto tam-
bién tenemos el k’anel, como dice doña Foto
: Seb
astiá
n Be
láus
tegu
i
VOLUMEN IX | NÚMERO 146
Who are indigenous peoples? Indigenous peoples are “ecosystem
peoples”. The quality of their lives depends on maintaining healthy
levels of local biodiversity. True indigenous peoples are identified by the
presence of three factors (Toledo, 2002): kosmos (cosmovision or belief
system), corpus (the repertory of knowledge or cognitive systems), and
the praxis (set of practices). An umbilicus (or axis) is present as a fourth,
relational factor. The following is the elucidation of this last idea.
The umbilicus, or axis, describes the integrative relationship that
links the kosmos, corpus, and praxis of indigenous reality into a unifying
matrix of coordinated elements. Due to the umbilicus, knowledge,
language, nature and daily experience belong to the sphere of sacred
reality contained within the kosmos; furthermore, this sacredness
becomes tangible at certain times and in the context of certain activity
and mythological landmarks. Mystical experiences of altered sensory
experience are considered elements common to ordinary life; sensory
experience belongs in part to the mythos; and the mythos is invoked
naturally in certain sensory environments. Indigenous peoples do not
maintain a fragmented world view that would exist as a mere alternative
to the religion and world view of western culture. The western world
view contains two separate and incongruent reality concepts at once.
One is that of a mechanistic reality that serves to define nature and
physical reality but is alienated from an unrelated, disparate ethical or
religious paradigm. These isolated belief systems are oppositional, and
The Umbilicus: The Fourth Factor of
Ethnoecological Analysis1
Tree of Life Guardianship*
Tree of Life Guardianship. 2012. The
Umbilicus: The Fourth Factor of
Ethnoecological Analysis. Etnoecológica 9
(1): 47-50.
Voces
* Tree of Life Guardianship is a non profit organization.http://treeoflifeguardianship.org
central animal or plant food. They exist in a state of mystic unity within
the ecosystem they inhabit; even as they exist as a component of the
ecosystem spatially, physically.
There are over 300 million ‘true’ indigenous peoples; that is, people
native to ancestral lands who speak a language with roots that were, in
whole or in part, developed upon that land. Indigenous languages are
intimately related to the ecosystems they inhabit. Indigenous people
live in 75 of the world’s 184 countries, and occupy virtually every biome
existing on earth. Indigenous peoples are the original occupants of the
territories where they dwell. They speak a language that developed
according to the nature of life in an aboriginal ecosystem.
They are “ecosystem peoples”, who live directly off the land in
a sustainable manner. Indigenous communities make decisions on
a consensus basis; they have no centralized political institution, and
organize their lives in communal fashion. Indigenous peoples conceive
reality according to a harmonious ‘world view’. They possess a custodial
perspective in relation to nature which they exercise according to a strict
set of ethics. They maintain a ‘spiritual attitude’ toward life and occupy a
paradigm of reality that is based on symbolic interchange with the natural
universe, the land and natural resources. They experience a powerful
relationship with the land and ecosystem to which they are bound.
The sustainable development of community-based peoples,
is one of the most important key mechanisms for conservation of
planetary biodiversity. Sustainable community development is an
endogenous mechanism that allows a local society to take control of
the processes that affect it. The empowerment of local landholders,
properly educated in local ecology, is a key solution to the future
survival of humankind.
In order to preserve what remains of the earth’s ability to provide for
human needs, indigenous peoples must become legally acknowledged
stewards of their lands, and be given access to information and suitable
technologies to augment their natural abilities. The establishment of
new resource-management partnerships between local communities
and the state or other social institutions is critical to the future
maintenance of biodiversity. Local stewardship in conjunction with
external governmental and non-governmental agencies and institutions
is the best way to guarantee effective protection of natural ecosystems,
and the species and gene pools within them, worldwide.
at worst, contradictory; at best they are
juxtaposed and incompatible.
The umbilicus represents an
axis that fuses the kosmos, corpus, and
praxis into a system of interdependent
components that synthesize to form a
unified whole in the indigenous mind. The
function of this axis is that of a lens. The
kosmos participates in the practices and
knowledge base of the people. It imbues
action and understanding with the life,
vitality and divinity implicit in the kosmos. It
is the totalizing set of rules of conduct, the
Earth, and human participation in practical
life, relevant to mythos. Interaction in
pragmatic acts engages the mythos or
kosmos, while mythic activity engages the
physical sphere of life.
The umbilicus is most clearly
observed in the primary food source of a
given indigenous tribe. The food may be
Caribou, deer, buffalo, corn or wheat. As
the central staple of the people it links the
people within the kosmos through practice;
it contains the pivotal focus of the corpus
to achieve its function; allotting ethical and
practical knowledge to the corpus itself,
to the kosmos and the praxis. Should an
indigenous community loose the means
to acquire their central food supply, their
indigenous identity becomes tenuous and
subsequently endangered in maintaining.
The messiah of indigenous people lives as
flesh and or grain. Food is the umbilicus of
the Earth and mythos. The kosmos defines
the corpus and the corpus the practices.
The ecosystem is the umbilicus to the
kosmos. Indigenous people identify with a
VOLUMEN IX | NÚMERO 148
Notes1 Tree of Life Guardianship. What are
indigenous peoples? (Primarily summarized
and excerpted from the research of V.M.
Toledo contained in Indigenous peoples and
biodiversity, In Encyclopedia of Biodiversity1).
Disponible en http://216.104.185.227/
indigenous-people.htm [verificado en
noviembre de 2012]
2 Toledo, V. M. 2001. Indigenous peoples and
biodiversity. In Encyclopedia of Biodiversity,
edited by S. Levin, 451-463. Oxford: Elsevier
Limited.
3 Evidences of cultural erosion include
language loss, abortion of ecological-
knowledge-interaction, environmental
consumerism through materialism, the
adoption of a competitive mentality, social
alienation/ isolation, reality fracturing/
cosmological disintegration, and a loss of
spiritual function, individuation, and social
cohesion. Ultimately cultural erosion leads to
cultural extinction, save for a representative
collection of songs, words, historical
recollections and folk lore. What remains is a
memory of a culture which once was a way
of life.4 The term ‘native’ as opposed to ‘indigenous’
could be extrapolated to include nearly
any people. An English person is native to
Great Britain, a Scot to Scotland. These two
groups speak languages that, once foreign,
are now native to their countries. Both
can be classified as colonized endemic
people. Limited aspects of the ‘indigenous’
profile extend to a multitude of the world
While indigenous peoples hold traditional claims for 25 to 30
percent of the land area and resources globally, they only exercise
control over a small portion of the area.
The 20th century brought about unprecedented erosion of
knowledge throughout world communities. A third of the languages
spoken in 1900 disappeared by the end of that century. The extinction
of languages often signifies the extinction of culture. In Brazil, an
average of one indigenous culture a year has gone extinct this century,
amounting to a third of all Brazilian native people since 1990.
By the middle of the 21st century almost all of the world’s
many ecosystems will be occupied by non-indigenous people. The
knowledge necessary to sustain planetary health will have disappeared.
The ability of the earth to sustain life will disintegrate due to the loss of
specialized ecological knowledge. Attempts at conservation will prove
nearly impossible.
Human cultures, like plant and animal species, are becoming
extinct at unprecedented rates. In fact, the fates of cultural and
biological diversity are closely linked. Colonized endemic people3 are
estimated to number approximately 300 million persons; a figure equal
to the number of ‘true indigenous’ peoples in existence.
‘Colonized endemic people’ are native peoples that lack principal
indigenous characteristics. They are tribal people that have adopted the
lifestyle of a conquering society, but still maintain a communal identity.
If these people are added to the population of authentic ‘indigenous
peoples’ we could double the number of tribal people on earth to 600
million.
‘Colonized endemic people’ are representative of the
phenomenon of cultural erosion4 in the world. They depict processes
and products of conquest; cultural annihilation and assimilation; at
various stages and in various degrees.
Colonized endemic people, or indigenous people subjected to
external disruptive factors, often lose their ability to steward the land.
The influences of market pressures, unsuitable technologies, or social
disruption, can alter indigenous communities to become disruptive
antagonists within their own environments.
VOCES 49
farmers survive as faint reflections of a lost indigenous identification. The
indigenous culture of the British Isles was so severely displaced, that it is
neither recognizable, re-collectible, nor a part of the survival practices of
the average Englishman; and only slightly more detectable among folklore
of the Welsh. Compared with Sámi culture, the extent of colonization and
lack of indigenous characteristics is profound.
population. Individuals exist who know
something of the land, its ecosystem, and
how best to work with it. Scottish people
retain clan identities, and have a known
practice of using eagle feathers to distinguish
leadership; both cultural features proceeding
from their indigenous roots. Colonization
is typically, a relative and not an absolute
process. The Sámi of Europe have more
fully preserved a lifestyle that retains
characteristics familiar to their ancestors.
They keep a large repertoire of songs
that are used in a number of ceremonies,
including (arctic midnight) sunrise, sweat
lodge and healing ceremonies. Ceremonies,
the use of teepees, language preservation,
the herding of reindeer for food, shelter,
and clothing, and numerous other cultural
practices begin to capture ‘true indigenous
elements’ possessed by the Sámi. The fact
that their food source is drawn directly
from nature and that it is integrated within
their kosmos, identifies them as ‘ecosystem
peoples’. This characteristic would be
more difficult to produce for the English
shepherd or farmer. Although sheep are a
natural food source, allowing the shepherd
direct reliance on nature, sheep do not
occupy a place of central importance in
remnants of the ancient British kosmo-
vision. There are however elements of
wheat and bread in the English kosmos. This
kosmos is fragmented, albeit residual, in the
common English mind, and ceremonies
have been reduced to simple gestures.
Cardinal directional planting and harvesting
gestures are remembered and practiced by
a scarce minority of English farmers; these
Foto: Sebastián Beláustegui
VOLUMEN IX | NÚMERO 150
La crisis social y planetaria puede representarse como una encrucijada
de caminos: uno –el camino más fácil y cómodo–, que lleva a la perdi-
ción y confusión (‘¿de dónde soy?’, ¿quién soy y a dónde voy?’ se vuelven
cuestiones imposibles de responder); mientras que el otro –un camino
lleno de aventuras y desafíos– lleva a la re-conexión con la comunidad
planetaria, gracias a lo cual la realización personal se puede alcanzar
plenamente. ¿Cómo tomar el sendero correcto? De manera muy conci-
sa, podemos recomendar tres pasos y trece principios actitudinales para
reconectarnos con nuestro propósito de vida.
Paso 1. Dar entrada plena a la conciencia intercultural, que nos invita a
reconocernos en el otro y a establecer una relación dialógica y reflexiva
en la que “yo te acepto como eres en tanto tú me aceptas como soy”,
siempre pensando en el mejor vivir de la colectividad socioecológica.
Paso 2. Identificarnos y colaborar respetuosamente con una comunidad
humana que esté arraigada a un territorio pleno de referentes históricos
–tanto ecológicos como culturales. La historia es un devenir espiralado
y co-evolutivo que propicia la ascendencia y trascendencia de todos los
miembros de la comunidad socioecológica.
Tres pasos y trece principios inspirados en los pueblos
originarios para reconectarnos con la comunidad planetaria
Geraldine Patrick Encina1
Patrick Encina, G. 2012. Tres pasos y trece principios inspirados en los pueblos originarios para reconectarnos con la comunidad planetaria. Etnoecológica 9 (1): 51-60.
Notas
1 Universidad Intercultural del Estado de México, San Felipe del Progreso, Estado de México([email protected])
6. Armar redes de abastecimiento de semillas y frutos
7. Alimentar a la Madre Tierra
8. Agradecer a quien nos provee de alimento, a la Madre Tierra y al Sol
9. Ayudar a la comunidad humana, a la comunidad socioecosistémica
y al cosmos a mantener el orden y el bien común
10. Anticipar eventos perturbadores del orden
11. Alternar las formas de producción en los agroecosistemas
12. Adaptarse a los cambios si éstos no alteran nuestro propósito de
vida
13. Aprender y aprehender, de las experiencias de nuestros pares y de
los socioecosistemas
A continuación damos una breve aproximación a cada uno de los prin-
cipios:
Amar a la Humanidad, a la Madre Tierra con todos sus seres, y a
los astros
Este principio es el eje rector de todos los demás principios, por lo que
está implícito en cada uno de ellos. Entre los Quechua, en su propia
cruz cuadrada con un centro, denominada Chakana, el lado oriente
contiene el amor (munay) el cual forma parte de una trilogía univer-
salmente reconocida: sentimiento, conocimiento y trabajo, conceptos
vinculados a las tres dimensiones de la aproximación etnoecológica:
kosmos, corpus y praxis. Es a partir del amor que surgen las nociones de
“hermano” para dirigirse a un animal, a una planta o a un ser humano;
Paso 3. Revisar y actualizar, con todos los
integrantes de la comunidad, los propósi-
tos afines y sinérgicos que posibilitarán la
sustentabilidad intercultural.
Una vez interiorizados estos pasos, nece-
sitamos ponernos de acuerdo sobre nues-
tras actitudes. Gracias a la interacción con
más de treinta pueblos originarios alrede-
dor del mundo durante los últimos veinte
años, así como a través de revisiones de
varios textos, hemos identificado una serie
de trece preceptos que dictaron nuestra
manera de interactuar con el mundo du-
rante el 99% de nuestra historia como es-
pecie humana, cuando la vida de nuestra
especie tenía pleno sentido existencial.
Los trece principios están basados
en el reconocimiento de la relación triló-
gica entre seres humanos, ecosistemas y
astros. Se trata de una interacción desde
nuestra mente, nuestra alma y nuestro es-
píritu. Con la finalidad de que podamos
revitalizar y aplicar diariamente algunos de
estos mandatos, todos los verbos aluden a
una Actitud.
Estas actitudes son:
1. Amar a la Humanidad, a la Madre Tie-
rra con todos sus seres, y a los astros
2. Acoplarse espacialmente a los rumbos
cósmicos
3. Ajustarse a los ciclos de la naturaleza y
de los astros o cuerpos celestes
4. Armonizar las relaciones con los seres
humanos y con la naturaleza
5. Abundar y reconocer la abundancia en
el otro y en la naturaleza
VOLUMEN IX | NÚMERO 152
cho momento es muy significativo porque
permite ubicar el referente central del cie-
lo. El término yucateco para referir al cenit
es chúumuk ka’an (donde chúumuk es
una preposición que quiere decir cen-
tro y ka’an significa encima). El siguiente
momento es el punto de la puesta del sol,
mientras que el cuarto es, por simetría y
orden, aquél en que las estrellas han re-
corrido la mitad de su camino –de oca-
so a amanecer. La verticalidad también
está determinada por ciertos puntos en el
monte o cerro y en cavidades en la tierra
(como en los cenotes y las cuevas), y su as-
pecto sagrado se marca con cruces, mis-
mas que se adornan en las peregrinacio-
nes. Además, la verticalidad está presente
en la propia estructura de la casa-habita-
ción típica de muchos pueblos originarios.
Ajustarse a los ciclos de la Naturaleza y
de los astros o cuerpos celestes
Para los Quechua existe el Pachakuti, ubi-
cado en el lado poniente de su Chakana
(cruz cuadrada). Pachakuti es la cualidad
de “Madre” para referirse al Planeta Tierra; de “Padre” para referirse al
Sol; y de “Abuela” para referirse a la Luna.
Acoplarse espacialmente a los rumbos cósmicos
La influencia de cada rumbo del universo, desde donde actúan las
fuerzas cósmicas fundamentales, se deja sentir no sólo en el univer-
so físico, sino también en la vida de todos los mortales, señala León-
Portilla (1994). Así, los pueblos originarios generalmente fungen como
una versión reducida del universo (Pérez Lugo 2002, 89). El centro de
un pueblo o comunidad es conocido entre los hñahñu como ximhoi:
“el centro del mundo” –reporta Galinier (1990). Este centro tiene un
plano horizontal y un eje vertical. Así, sobre el plano horizontal, hacia el
centro convergen los caminos de las localidades circunvecinas. Es muy
común encontrar que existen capillas, imágenes sagradas o incluso
manantiales en los márgenes del pueblo, que están marcando alguno
de los cuatro rumbos cósmicos en ese plano. Las mismas casas están
dispuestas de tal modo que tienen su puerta mirando hacia el oriente,
y el lugar para el fuego sagrado está sobre el mismo eje que el sol al
amanecer, cuyos rayos ingresan a la casa. En las casas tradicionales de
los otomíes, el gospi (el fogón) tiene tres piedras dispuestas en triángu-
lo isósceles, cuya abertura principal da al oriente.
Para comprender la verticalidad del universo, se tienen los cuatro
momentos del Sol a lo largo de su ciclo diario como principal refe-
rente. Un momento es el amanecer, el cual es seguido del mediodía,
cuando el sol está en el medio del cielo. Cuando hay paso cenital di-
BREVES 53
Armonizar las relaciones con los seres humanos y con la
naturaleza
Pertenecemos todos a la familia cósmica del Nosotros, retoma Lenkers-
dorf de un sabio tojolabal (2004, 120). Y en vista de ello, “Diario se visita
la milpa y se habla con ella, porque es hermana nuestra. Igualmente ha-
blamos con los animales de la casa, las plantas, la casa que nos protege
y que guarda las semillas –tenemos que cuidarlas y también hablarles
para que se mantengan sanas y productivas.” Asimismo, el Nosotros
“nos enlaza con los otros humanos para formar una democracia parti-
cipativa que se vive entre los tojolabales a los niveles de la comunidad
local y de conjuntos más amplios” (citas a un hombre tojolabal, referido
por Lenkersdorf 2004, 129).
Pérez Lugo (2002, 57) explica: “La armonía siempre contribuye
con nosotros: en una ceremonia todos están en la misma profundidad
espiritual armoniosa y de esta manera se da la integración con la na-
turaleza; así, ella responde y nos enseña”. En los pueblos generalmente
hay chamanes (hombres y mujeres capaces de comunicarse con seres
sobrenaturales) que buscan la armonía de los mundos natural y espi-
ritual (Pérez Lugo 2002; Barrera-Bassols y Toledo 2005). Los Quechua
también tienen un lugar en su
Chakana para recordar la necesi-
dad de relaciones armoniosas: Ay-
llu, ubicado en el sur. Para tener y
mantener ayllu, se dictan y se ha-
cen cumplir leyes tradicionales, y
existen a distintas escalas sistemas
bien definidos de gobiernos autó-
nomos, con lo cual se replica de
manera fractal la armonía social,
en la naturaleza y en el cosmos.
Abundar y reconocer la abundancia en el otro y en la naturaleza
La abundancia que brinda la Madre Tierra es claramente reconocida
entre los pueblos originarios. La lluvia es fundamental para propiciar
cosechas abundantes. Para los mayas del clásico, la veintena K’ank’in
ocurre del 30 de abril al 19 de mayo y Moan se da del 20 de mayo al
8 de junio. En cualquiera de estas veintenas –e incluso en la siguiente
Pax– que se puede hacer el Ch’a’a Chàak (la petición de lluvias). Para
cíclica de todos los procesos, tanto en el
Universo, como en la Madre Tierra y en-
tre los humanos. Cabe notar aquí que to-
dos los pueblos originarios del continente
americano tienen la noción de que tiempo
y espacio son inseparables (León-Portilla
2001; Lenkersdorf 2004; Pérez Lugo 2002;
Aguado 2004).
La comunión entre las actividades
productivas, los ciclos de vida de plantas,
hongos y animales, y la estacionalidad cli-
mática determinada por el Sol, es muestra
de la práctica de este principio. Entre los
mayas (Barrera-Bassols y Toledo 2005), los
nahua (Albores 1997) y los hñahñu (Pérez
Lugo 2002) esta consonancia cronológica
es muy marcada. Muchos pueblos com-
prenden profundamente la integridad
cíclica mediante la cual, hombre, mujer,
maíz, Sol, Luna, Venus, la estrella Regulus,
las Pléyades y la Vía Láctea –junto con las
deidades del agua, de la tierra, del viento y
del fuego–, interactúan para lograr el maíz
maduro.
VOLUMEN IX | NÚMERO 154
Este doble reto (abastecerse y abas-
tecer) está arraigado fuertemente en las
comunidades, ya que de él depende que
las familias tengan no sólo lo que pro-
ducen sino que además disfruten de una
variedad de productos de otros sistemas
agroecológicos, sólo posible mediante el
trueque.
Alimentar a la Madre Tierra
En un acto recíproco, todas las culturas
originarias realizan ceremonias para ofre-
cer a la Madre Tierra alimentos sagrados,
y así asegurar buenas y cuantiosas cose-
chas. Entre el pueblo Maya, existe el ritual
Hetz lu’um para alimentar a la tierra, que
está viva, por lo que debe ser nutrida (Boc-
cara 1997, citado por Barrera-Bassols y To-
ledo 2005). Este ritual se realiza cuando la
comunidad (o miembros de ella) quiere(n)
preparar un terreno para sembrar, y tam-
bién cuando se va a construir una casa
nueva o una nueva sección de la comuni-
dad. La actitud de dar para recibir también
es patente en la Chakana Quechua: el
los hñahñu, hay dos veintenas en las que se hace un ritual para que se
abra la temporada de aguas: Anzotho (18 abril al 7 mayo) y Anthazu-
ni (8 al 27 de mayo), en las cuales detectamos la fecha 25 de abril de
San Marcos (Albores, comunicación personal, 2011), la de la Sta. Cruz
(en las fechas pareadas de 2-3 de mayo, Albores 1997) y la de San Isidro
Labrador (15 de mayo). En el calendario mexica (para el cual hay al me-
nos dos posturas con respecto al mes de comienzo y donde tengo ele-
mentos para plantear que Izcalli (12 febrero al 3 marzo) es el inicio del
año) hay una muy buena concordancia entre las dos veintenas hñahñu
referidas y Tozoztontli (13 de abril – 2 de mayo) y Huey tozoztli (3 de
mayo al 22 de mayo), veintena ésta en la que se daban ofrendas a Chi-
comecóatl (siete serpientes), la diosa de los mantenimientos y se pre-
sentaban las delicadas plantitas de maíz (según el Códice Florentino).
Los Quechua también realizan rituales de petición de lluvias para
asegurar cosechas abundantes, y contrastan su capacidad de producir
en abundancia con lo que ocu-
rre entre las sociedades occiden-
tales, en que la escasez de las
producciones agrícolas se deja
notar, principalmente por la apli-
cación de fertilizantes químicos
y la falta de comunicación espi-
ritual con la naturaleza y con el
cosmos, que lleva a desconocer
su imbricada relación (Amautha
Tata Antonio, comunicación per-
sonal, 1995).
Armar redes de abastecimiento de semillas y frutos
El rol económico y socioeconómico de los pueblos originarios ha sido
tema de múltiples estudios desde diferentes disciplinas. Albores (1995)
define el rol económico de un pueblo como el desempeño de apro-
piación de recursos naturales para consumo familiar, y señala que el rol
socioeconómico vincula al apropiador con estructuras sociales ajenas
a su círculo familiar e incluso a su entorno comunitario. Toledo (1990)
también refiere el hecho de que, además de la economía orientada en
la subsistencia familiar, existe entre los pueblos un modo de produc-
ción orientado en el mercado.
BREVES 55
Agradecer a quien nos provee alimento,
a la Madre Tierra y al Sol
Aseveran los tojolabales: “Nuestra Madre Tierra nos motiva a darle las
gracias por todo lo que nos da y por el cuidado que nos proporciona.
Cantamos y tocamos tambores y flautas, marimba y violines, guitarra,
mandolina y hojas” (referidos por Lenkersdorf 2004, 129).
Por su parte, la gente Maya realizan el saká (ceremonia de agra-
decimiento) a las deidades del viento que vienen del oriente por haber
propiciado las condiciones necesarias para la buena producción de la
Madre Tierra (Barrera-Bassols y Toledo 2005); y también ofrecen saká
al monte y sus deidades para pedir por una buena caza de venado.
Los hñahñu también realizan ofrendas de agradecimiento (Pérez Lugo
2002), y los pueblos Nahua mantienen hasta la actualidad la actividad
ritual para agradecer por las primeras cosechas. Los descendientes de
otomianos en el valle de Toluca realizan la fiesta de las cañas y los elotes
después del 12 de agosto, duran-
te la cual ofrendan cañas verdes,
elotes, fruta, dulces y veladoras
(Albores 1997). En particular, los
quicazcles acuden el 14 de agos-
to al Olotepec, volcán sagrado
ubicado en la zona montañosa
del municipio de Texcalyac, ubi-
cado a la orilla sur de la Laguna
de Lerma, Estado de México (Al-
bores 1997).
Ayudar a la comunidad humana, a la comunidad socioecosisté-
mica y al cosmos a mantener el orden
y el bien común
Entre los mayas, el Cosmos requiere ayuda del campesino, de la natura-
leza y de las divinidades para mantener o restablecer su orden (Barrera-
Bassols y Toledo 2005). Los hñahñu, están conscientes del “desgaste”
del universo, por lo que participan activamente, desempeñando un
papel crucial en el control del proceso de entropía (Pérez Lugo 2002).
El orden de lo conocido (del Todo) se denomina entre los hñahñu ‘ho’,
y este orden está muy relacionado con el concepto de ‘ja’ que es: ser
vibrante, ser colectivo, tener trabajo mutuo y energía conjunta; con lo
Ayni, o la reciprocidad, es tan importante
entre el pueblo Quechua, que se ubica al
centro de la cruz. Porque la existencia del
Todo es gracias a la reciprocidad. Entre los
mayas, lo que está al interior del cosmos
es resultado de la reciprocidad y la coope-
ración (Pérez Lugo 2002). Para el pueblo
Hñahñu, estar es la existencia misma, en
que el Todo se concibe como la interrela-
ción perfecta de lo viviente consigo mis-
mo y su entorno, para lo cual se requiere
que el mui fluya libremente y de manera
recíproca. El mui es la expresión misma de
lo que se recibe y se da: es el contenedor
del ntahi (el soplo de vida) y del nzaki (la
energía vital) (Pérez Lugo 2002). El mui
está localizado, al igual que el Ayni, en
el centro: es el ombligo del cuerpo y del
mundo. El sentido de reciprocidad tam-
bién está presente en la Carta de la Tie-
rra. Considerando que el mensaje debe
ser internalizado por mentes occidentales
con patrones de consumo exagerados, a
la reciprocidad se le añade la frugalidad,
la mesura: tomar de la naturaleza sólo lo
indispensable (Mateo Castillo, comunica-
ción personal, 2006).
VOLUMEN IX | NÚMERO 156
del tiempo para cada uno de los meses del
año. Similarmente ocurre para los mexica,
cuyo inicio del año es el 2 de febrero (o 12
de febrero, si se respeta el atraso ocurrido
a partir de la reforma calendárica Grego-
riana de 1582).
Entre los pueblos de conocimiento
originario (como los mayas y los mazate-
cos), se registran los climas de las 18 veinte-
nas a partir de la observación del tiempo de
cada día, durante enero. Los hñañhu tienen
la veintena denominada Acandehe entre el
3 y 22 de enero, tiempo destinado a pro-
nosticar la lluvia. Para ello, observan las fa-
ses lunares. Si la luna está tierna (creciente)
con sus dos extremos apuntando hacia arri-
ba, no va a llover; si en dicha fase está incli-
nada, lloverá. Si la luna está llena y se ve un
halo de luz a su alrededor, lloverá. Si la luna
llena se ve roja, no lloverá. Cuando para las
veintenas correspondientes la luna está en
fase menguante, es probable que llueva en
dicha veintena. Cuando hay luna nueva en
las veintenas correspondientes, no lloverá.
Siguiendo con el punto de la pre-
dicción, los campesinos de los pueblos
originarios deben prestar atención a otros
avisos de las condiciones metereológicas,
como por ejemplo, la presencia de un
halo alrededor del Sol, que augura calor
intenso. Las heladas también pueden an-
ticiparse si en tiempos de frío no hay nu-
bes en el cielo al atardecer. Los huracanes,
los terremotos, las erupciones volcánicas
y muchos otros eventos naturales de gran
envergadura son sensiblemente previstos
por los pueblos originarios, quienes per-
ciben en el entorno natural ocurrencias
cual se mantiene el orden de todo cuanto existe (Pérez Lugo 2002). De
ahí que el trabajo colectivo entre los miembros de la comunidad sea
fundamental: entre los hñahñu es el nfoxte (Pérez Lugo 2002); entre
los mazahuas el tequio o nbóxte; entre los tojolabales, el komon’a’tel
(Lenkersdorf 2004); entre los quechua, es el llankay. En estos trabajos,
que actualmente se conocen como faenas, el bienestar que se busca es
el colectivo. En el nfoxte toda la sociedad está vitalizada por la función
que cada uno cumple con todos, donde todos dan todo de sí (Pérez
Lugo 2002).
Interesantemente, el sentido de todos para todos está ‘anclado’ al
cuerpo, el que alberga el concepto
de totalidad o unicidad “la totalidad
se concibe dentro de nuestro cuer-
po, en que cada una de sus partes
debe estar funcionando en perfecta
armonía” (Pérez Lugo 2002, 57). Ade-
más sólo la unicidad puede inspirar
la idea de que “la perpetuación de
la vida en el mundo y la perpetua-
ción de la cosmovisión, son domi-
nios inseparables para el bienestar”
(Barrera-Bassols y Toledo 2005, 31).
Anticipar eventos perturbadores del orden
Las personas de las comunidades que están a cargo de cuidar el fun-
cionamiento armonioso de su sistema humano-naturo-cósmico tienen
conocimientos relativos a cómo prever eventos perturbadores. Broda
(1997, 52) refiere que esta actitud surge de observación de la natura-
leza, misma que define como “la observación sistemática y repetida
de los fenómenos naturales del medio ambiente que permite hacer
predicciones y orientar el comportamiento social de acuerdo con esos
conocimientos”.
Los graniceros, ahuizotes, quicazcles o controladores del tiempo,
tienen sueños premonitorios con imágenes específicas (un rebaño de
ovejas que se les alborota) que les advierten a tiempo de la llegada de
nubes de granizo o de aguaceros dañinos para el maíz y demás cul-
tivos. Los campesinos de influencia hispana prestan atención a los 31
días de enero (las cabañuelas), ya que, para ellos, representan el estado
BREVES 57
Alternar formas de producción en los agroecosistemas
Para garantizar la subsistencia socioecológica y reducir la incertidum-
bre, los pueblos originarios aplican estrategias productivas basadas en
1) la alternancia en el uso del suelo, de plantas, animales y demás, en el
tiempo y el espacio y 2) la amplificación de la cantidad de opciones de
producción disponibles en un determinado espacio y tiempo (Toledo
et al. 2003). La estrategia de alternancia de uso de suelos –por ejemplo,
el uso con fines agrícolas (para milpas) y luego con fines forestales– ga-
rantiza la fertilidad y salud de los sustratos, y permite mantener la varie-
dad de paisajes, a la vez que se obtienen múltiples productos a medida
que ocurre el proceso natural de
conversión de milpa a bosque. Por
otra parte, los productores campesi-
nos propician la máxima diversidad
de plantas, animales, hongos y sue-
los en un mismo tiempo y espacio,
ya que de esta manera, aseguran la
existencia de alimento para su pro-
pio consumo y para crear puentes
socioeconómicos.
Adaptarse a los cambios si éstos no alteran
nuestro propósito de vida
La adaptación tiene que ver con la respuesta endógena a nuevas con-
diciones, que pueden ser de tipo ecosistémico, cultural, demográfico,
económico, tecnológico o informacional. Los mayas de la Península
de Yucatán son un pueblo que ha mostrado, de manera ejemplar, la
capacidad que tienen para reorganizar las relaciones sociales y ecoló-
gicas después de un cambio significativo en el entorno natural. Tan es
así, que durante los tres mil años que han habitado este territorio, han
logrado asumir los cambios, evitando colapsos ecosistémicos y cultu-
rales, lo cual hace evidente su destreza para recuperarse de manera ín-
tegra tras las distintas perturbaciones (Barrera-Bassols y Toledo 2005).
Cabe señalar que, siempre que este principio esté intrínsecamen-
te relacionado con los demás, el pueblo se reorganizará manteniendo
como referente el ‘plan o propósito original’. En cambio, si el principio
de adaptación se practica desarticulado de los demás, en pueblo esta-
rá condenado a experimentar una pérdida de identidad cultural.
que no son más que la gestación de un
fenómeno mayor. A partir de esta lectura
sensitiva, ellos actúan consecuentemente,
protegiéndose o alejándose del área que
sufrirá la perturbación.
Esta cualidad es reconocida en ám-
bitos de reflexión por personas que bus-
can el bienestar humano o la calidad de
vida, como por ejemplo el equipo de la
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio
(MEA 2005) y los avales de la Carta de la
Tierra. En efecto, Mateo Castillo, vocero de
la Carta de la Tierra en México, advierte
con sopeso que la tragedia del Tsunami en
2004 en las costas de Indonesia, es señal
de la falta de sensibilidad de la humanidad
para percibir lo que con tanta naturalidad
sintieron los animales muchas horas antes,
al punto de que ningún animal pereció.
La capacidad de anticipar eventos
reduce altamente la incertidumbre. La in-
certidumbre se considera el ‘mal incurable’
de las estructuras de las sociedades occi-
dentales.
VOLUMEN IX | NÚMERO 158
Albores, B.A. 2011. Comunicación personal.
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Aprender y aprehender de las
experiencias de nuestros pares y
de los socioecosistémicas
Desde el nacimiento, el ser huma-
no está condicionado a aprender.
“Learning by doing” (aprender ha-
ciendo) es una frase que cada día
suena más entre quienes aseguran
que el “adaptive management” (ma-
nejo de que se adapta) es la vía más
promisoria para el desarrollo sus-
tentable. Gunderson (1999) asegura que el manejo adaptativo está di-
señado para que el aprendizaje se realice de manera más eficiente que
el que ocurre normalmente en otras formas de manejo. Los quechua
se refieren al aprendizaje como Yachay.
Todos estos son principios guías de las creencias, los saberes y
las prácticas del componente social de un socioecosistema. En ellos
encontramos la trilogía del ser en relación con la naturaleza. Desde un
origen y principio de reciprocidad, se da la evolución del yo y el noso-
tros. La actitud ante la vida es clave en la evolución de los seres, ya que
estamos en un proceso en forma de espiral, por lo que tanto podemos
descender como ascender –eso depende del camino que tomemos.
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in Mexico: a case of adaptive management. Conservation Ecology
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Foto: Carlos Hahn
VOLUMEN IX | NÚMERO 160
Hay ocasiones en que uno casi muere con los que se van. Se trata de
la desaparición de los gigantes, de los virtuosos, de los íntegros o de
los sensibles. Los que cimbran los cimientos de los otros. Esta vez, Jan
de Vos se ha ido, y se va cuando quizás más lo necesitamos, cuando
más requerimos de su mirada de gran visión, cuando apenas comen-
zábamos el juego.
Su vida es un ejemplo de decoro y honestidad intelectual. Se va
como los grandes, sin que aún exista un adecuado reconocimiento de
su obra y de su figura de pensador. Su labor como historiador de la
selva Lacandona, una región emblemática por su posición estratégi-
ca, su historia peculiar, su riqueza hidráulica, biológica y petrolífera, y
su rol como escenario de la última gran rebelión indígena, lo acredita
como un investigador extraordinario. Sus crónicas hacen un recuento
apasionado y al mismo tiempo limpio de lo acontecido y enseñan, te-
niendo como estudio de caso esa región, cómo se conectan el pasado,
el presente y el devenir, los tiempos convertidos en los hilos de un
mismo tejido. Sus libros, que interpretan el pasado, permiten entender
los acontecimientos actuales y proyectarlos hacia el futuro.
Como muchos otros misioneros, este jesuita flamenco se enfren-
tó a las dudas de la fe durante su interacción con el mundo tropical e
indígena de Chiapas. Y en sus cavilaciones, se decidió por contribuir a
delinear la memoria de los mayas actuales, para lo cual se dedicó a re-
Jan de Vos:Fe, memoria y raíz
Víctor M. Toledo1
Toledo, V.M. 2012. Jan de Vos: Fe, memoria y raíz. Etnoecológica 9 (1): 61-62.
Notas
1 Laboratorio de Etnoecología, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México [email protected]
radas volteen cada vez más a esos mundos de la tradición, de la comu-
nidad y del recuerdo, en donde dormitan buena parte de los valores
requeridos para superarla. Una nueva fe fincada en la memoria y en las
raíces del ser humano está naciendo, y Jan de Vos fue sin duda uno de
sus más decididos artesanos. Celebremos su enseñanza.
Conocí a Jan de Vos hace más de 30 años, cuando coincidi-
mos en un proyecto sobre los bosques de México que coordinaba el
economista radical Ernest Feder, el autor de un libro muy popular de
aquella época: El imperialismo fresa. Esa vez interactuamos poco; sólo
supe que era un jesuita belga venido de la región flamenca de Bélgi-
ca. Lo vi de nuevo muchos años después, una tarde de domingo en
la alameda de Oaxaca; corría con una mujer con la que reía alegre y
libremente. Jan había dejado la vida religiosa. Pasó otro lapso sin saber
de él, hasta que los editores de mi libro México: diversidad de culturas,
lo invitaron a presentarlo una noche llena de reflectores en el Museo
Nacional de Antropología. Jan llegó puntual y leyó un texto exquisito y
certero sobre la obra. Yo no llegué, en una suerte de protesta que nadie
entendió. Para resarcir el desacato, lo busqué unos meses después. Y
ahí iniciamos una relación intensa, aunque infrecuente. Fue presenta-
dor de mi libro La paz en Chiapas en la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara y en San Cristóbal de Las Casas. Yo le retribuí presentando
un libro suyo, y nos vimos en Morelia, la ciudad de México, La Antigua.
Casi siempre coincidimos en lo platicado.
velarles su raíz. Aquí Jan es fiel no sólo a su
conciencia sino a los latidos de su corazón.
Entre la tradición enciclopédica europea y
su versión bíblica, y la ecología sagrada de
las culturas indígenas chiapanecas, Jan se
decidió por apoyar a la segunda. Como lo
explicó con suma claridad en lo que segu-
ramente será su última entrevista, su de-
cisión de dejar la vida religiosa, aun la de
la teología de la liberación, estuvo en su
negativa a convertirse en un agente de la
imposición. ¿Bajo qué lógica o principios
morales una religión se da el derecho de
imponerse a otra u otras? Como la ciencia,
la acción teológica no puede sustraerse a
lo que es ya un principio universal: el diá-
logo intercultural como vía de convivencia
entre las diferentes civilizaciones y cultu-
ras. En vez de convertir, Jan de Vos se con-
virtió, y sin dejar de ser cristiano se dedicó
a facilitarle la memoria a los indígenas de
Chiapas.
En Te Jlohp’Tik, Nuestra Raíz
(2001), traducido al tzeltal, el tzotzil, el to-
jolabal y el chol, Jan de Vos tomó la voz
de los originarios y habló por ellos, desde
ellos y para ellos. Jan de Vos se convirtió
en Jwan Wax. Enorme paradoja: el sacer-
dote europeo se volvió cronista maya, y
con un tiraje sustancioso la obra llegó a
comunidades, escuelas y bibliotecas loca-
les de todo el estado. No se puede hacer
referencia a Jan sin hablar de sus rasgos
como ser humano: afectuoso, elegante,
suave, lúdico y, al mismo tiempo, crítico,
agudo, directo. Su altura de pensador se
irá acrecentando conforme la crisis de la
modernidad se vaya agudizando, y las mi-
VOLUMEN IX | NÚMERO 162
Philippe Descola es miembro del Colegio de Francia en donde tiene a
su cargo la Cátedra de Antropología de la Naturaleza, y es profesor en
la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (École des Hautes
Études en Sciences Sociales) de París, en donde conduce el Laboratorio
de Antropología Social. Desde ahí, y después de combinar una sólida
formación en Antropología y Filosofía, de hacer investigación de cam-
po en la región amazónica del Ecuador, de producir diversos libros y
reflexionar con profundidad sobre el tema de las interrelaciones entre
humanos y no humanos, nos ofrece en su Mas allá de la Naturaleza y la
Cultura, una amplia síntesis de sus ideas con el propósito de superar la
dicotomía Sociedad–Naturaleza o, como lo dice en el prólogo:
Mostrar que la oposición entre la naturaleza y la cultura no posee
la universalidad que se le concede, no solamente porque carece
de sentido para todos a excepción de los Modernos, sino tam-
bién por el hecho que aparece tardíamente en el transcurso del
desarrollo del pensamiento occidental mismo, donde sus conse-
cuencias se sintieron con singular vigor en la manera en la que la
Antropología considera su objeto y sus métodos (Descola 2005,
traducción libre).
En el seminario que ofreció en el Instituto de Investigaciones Antropo-
lógicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Ciudad
de México, a finales de septiembre de 2009, en un español fluido, Des-
Una propuestapara analizar las
Naturalezas-Sociedades
Arturo Argueta Villamar1
Argueta Villamar, A. 2012. Una propuesta
para analizar las Naturalezas-Sociedades.
Etnoecológica 9 (1): 63-66.
Reseñas
1 Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autónoma de Mé[email protected]
es un tema común (aunque no lo es tanto como creo lo será en 50
años más), pero hace cinco décadas muchos ilustres miembros de las
academias de ciencias arquearon las cejas y consideraron que tales
ideas eran una exageración.
Fue precisamente Lèvi-Strauss quien dirigió la tesis doctoral de
Descola, produciéndose desde entonces una relación maestro-alumno
de gran calidad y comprensión, llena de reflexiones comunes pero de
ninguna manera complaciente y acrítica.
En el mundo, Descola encuentra cuatro grandes ontologías, cos-
movisiones, sistemas de inferencia o «modos de identificación», dentro
de las que considera que los humanos desarrollan sus culturas: totemis-
mo, esencialismo, analogismo y naturalismo. A los cuales caracteriza de
manera amplia y detallada, como “colectivos”, con ejemplos paradigmá-
ticos, y que aquí sólo podemos presentar en síntesis muy apretada.
El Totemismo
En este sistema todos los seres asociados comparten características
psicológicas, son agregados de atributos que abarcan a los humanos y
a los no humanos. Las taxonomías abarcan a sociedades formadas por
animales y plantas y humanos. Algunos de los ejemplos representativos
son el totemismo de los aborígenes australianos y el de los Chipewa de
Norteamérica
.
El Animismo
En este sistema los humanos, los animales y las plantas están dotados
de un sistema espiritual y una interioridad similar. Se pueden despojar
de su “vestido”, de su exterior, por lo que hay capacidad de metamorfo-
sear, por ejemplo, de un humano cambiar a forma animal y un animal
cambiar a forma humana, que son procesos más comunes que el de
humano-planta-humano. El paso de humano a humano no existe. Por
esa enorme cercanía entre humano-animal los colectivos anímicos es-
tán en contra de la domesticación animal. Como ejemplos clásicos se
tienen el de los pueblos de Nueva Guinea, en Oceanía y el de los Inuit
del Ártico.
El Analogismo
Todos los seres que habitan en los colectivos análogos se relacionan a
través de una red densa que vincula sus múltiples calidades, todas de
cola subrayaba que “Las oposiciones bina-
rias (como la de Sociedad-Naturaleza) no
son invenciones malévolas de Occidente,
pero lo que sí hay que poner en tela de
juicio es su universalidad”.
Ese malestar contra el dualismo,
lo cargaba consigo desde hace más de
treinta años y es ahora cuando tiene ya
una propuesta alternativa. Como bien
pueden suponer los lectores, no es el úni-
co académico que se ha planteado nue-
vos acercamientos no dualistas a los otros
modos de entender las relaciones entre
las culturas y las naturalezas. Otras alter-
nativas al dualismo son impulsadas por la
antropología simétrica de Bruno Latour, o
el perspectivismo de Viveiros de Castro,
o las propuestas de Tim Ingold.
En estos días de 2012 estamos cele-
brando los 50 años de la publicación de
El Pensamiento Salvaje (1962) escrito por
Claude Lèvi-Strauss y cuyo lanzamiento
causó gran sorpresa en muchos académi-
cos por varias de sus afirmaciones: la exis-
tencia de un pensamiento refinado sobre
la naturaleza en los pueblos mal llamados
«primitivos» (y por lo cual en el título del
libro ironiza con la idea del pensamiento
“salvaje”); su afirmación sobre la presencia
de una “ciencia del neolítico”, y por haber
denominado a dicha ciencia como “cien-
cia de lo concreto”, y ubicar su existencia
en paralelo a la ciencia occidental o aca-
démica.
A los jóvenes etnobiólogos y et-
noecólogos que lean esta nota podrá pa-
recerles extraño dicho revuelo por tales
afirmaciones, que hoy en día para muchos
VOLUMEN IX | NÚMERO 164
que se olvide de todo esto, que vaya
a campo, que aprenda la lengua local
y después de un año comience la in-
vestigación y esté dispuesto a encon-
trar algo. Sea esto o lo otro.
Se trata, no de un modelo para inducir ha-
llazgos ni para deducirlos, en todo caso,
es un modelo hipotético-deductivo, pero
lo importante es ir a campo y oír lo que
dice la gente.
Y para que no haya lugar a dudas, en
el prólogo de Más allá de la Naturaleza y
la Cultura, enfatiza:
El ensayo que le entrego al lector es
a tomar al pie de la letra: como una
tentativa, una prueba, una manera
de asegurarse de que un procedi-
miento es posible y que conviene
más al empleo que se le da que a
las experiencias probadas anterior-
mente. Este empleo, lo habremos
comprendido, es una manera de
considerar los fundamentos y las
consecuencias de la alteridad que
se diría plenamente respetuosa de
la diversidad de las formas bajo las
cuales las cosas y sus usos se presen-
tan a nuestros ojos (Descola 2005,
traducción libre).
El otro punto que a quien esto escribe le
sorprendió positivamente de la exposición
de Descola en el otoño del 2009 fue su
afirmación de que el trabajo comparati-
vo era sumamente aburrido si lo que se
buscaba eran sólo las regularidades o las
nivel infra-individual. Dichas relaciones se expresan en los planos del
microcosmos y el macrocosmos y todo está predeterminado y estruc-
turado y no hay lugar para la flexibilidad. Pueblos de China, la India, los
Andes o Mesoamérica son ejemplos de colectivos analógicos. Tanto en
sus conferencias en México, como en el libro (subcapítulo denomina-
do “Una Ontología Mexicana”), Descola ha señalado que:
Fundado sobre análisis filosóficos de fuentes en lengua náhuatl,
sobre el recurso razonado de la etnografía española del siglo XVI
en particular en la admirable Historia General de las Cosas de la
Nueva España del hermano Franciscano Bernardino de Sahagún
y sobre la etnología de los Nahuas modernos, la obra de López-
Austin constituye una suma sin precedente sobre la ontología de
los antiguos mexicanos, de la cual se hará aquí un gran uso (Des-
cola 2005, traducción libre).
El Naturalismo
Señala que es una ontología muy reciente, desarrollada en los pueblos
de la Europa del siglo XVII. El naturalismo separa radicalmente lo social
de lo natural. Los humanos se encuentran en colectivos con culturas
e idiomas distintos y artefactos propios y los animales o las plantas no
entran ahí. Justamente se define la cultura como todo aquello que no
es natura. Se trata de una perspectiva que ha impregnado fuertemente
todas las maneras de ver y entender a los otros colectivos.
Descola, por supuesto, que admite que tales colectivos no exis-
ten como tipos puros y por el contrario, es frecuente que uno sea un
carácter dominante pero en los hechos ese mismo conjunto muestre
rasgos de los otros “modos de identificación”.
También señala, en un acto de precaución heurística, que pue-
den encontrase otros tipos que hasta ahora no se hayan conocido o
revisado en detalle. Por ello es que en el seminario que ofreció en 2009,
a pregunta expresa, Descola contestó:
Este es un análisis basado en muchas fuentes y estudios realizados
en diversos puntos del planeta, he encontrado estas regularida-
des, pero no es un modelo para ver la realidad, sino un intento
por explicar las múltiples expresiones de los colectivos. Cuando un
estudiante viene a que le dirija su tesis, lo primero que le digo es
RESEÑAS 65
LECTURAS SUGERIDAS
Descola, P. 2005. Par-delà la nature et culture, Paris: Gallimard, Bibliothèque des
Sciences Humaines.
Descola, P. 2001. Las lanzas del crepúsculo. Relaciones entre los Jìvaros de la Alta
Amazonía. México: Fondo de Cultura Económica. Publicado anterior-
mente como Les lances du crépuscule. Relations Jivaros, Haute Amazonie,
1993. Paris: Plon, collection ‘Terre humaine’.
Descola, P. 2001. Naturaleza y Sociedad: Perspectivas antropológicas. México:
Siglo XXI. Publicado anteriormente como Nature and Society: Anthropo-
logical perspectives (en colaboración con G.Palsson). Londres: Routledge,
1996.¿
Descola, P. 1992. El determinismo raquítico, Etnoecológica, 1 (1): 75-85.
Descola, P. 1987. La Selva Culta, simbolismo y práxis en la ecología de los Achuar.
Abya Yala, Ecuador; IFEA. Publicado anteriormente como La Nature
domestique : symbolisme et praxis dans l’écologie des Achuar, 1986, Pa-
ris, Fondation Singer-Polignac et Éditions de la Maison des Sciences de
l’Homme.
irregularidades, las coincidencias o las
disonancias. Lo interesante del trabajo
comparativo, dijo ahí, es encontrar los ar-
gumentos por los que pueblos cercanos o
lejanos, comparten o no sus perspectivas.
Este libro [dice en su prólogo] nació
de un sentimiento de insatisfacción
delante de ese estado de hecho y
del deseo de resolverlo proponien-
do una manera de abordar las rela-
ciones entre naturaleza y sociedad.
Las circunstancias presentes son
propicias a tal proyecto. Ya que la
vasta residencia a dos planos super-
puestos de donde habíamos toma-
do cierta comodidad desde hace
algunos siglos, comienza a revelar
sus incomodidades (Descola 2005,
traducción libre).
En Etnoecológica ya habíamos ofrecido una
muestra del trabajo de Descola, que fue la
traducción del artículo “El Determinismo
Raquítico”, incluido en el número 1 de la re-
vista (1992), en el cual establece una fuerte
crítica al determinismo biológico, elaborado
por diversos autores estudiosos de la Ama-
zonía. Ahora ofrecemos esta pequeña nota
para impulsar a los lectores a leer directa-
mente esta y otras obras, sin intermediarios.
AGRADECIMIENTOS
A Martine Dauzier, del UFR de Lettres et
Sciences Humaines, Université Paris 12 -
Val de Marne - Créteil (Francia) y a Inés
Argueta Pérez Coronado por su apoyo en
la traducción. Foto
: Seb
astiá
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tegu
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VOLUMEN IX | NÚMERO 166
Si la majestuosidad de sierras y llanuras, desiertos, costas, ríos y toda
la variedad de entornos terrestres y marinos, con sus diferentes suelos
y climas, son testimonio de la riqueza geográfica de México, la biodi-
versidad también aporta cifras que suman espectacularidad al país y lo
colocan entre los primeros a nivel mundial. Salta entonces a la vista la
importancia de un libro escrito por científicos que ofrece una panorá-
mica del tema, a la vez que toma en cuenta la mirada de lectores no
especializados, a fin de que tan importante información no se quede
solamente en las publicaciones dedicadas a los expertos. Esa obra, que
ya está en las librerías, se titula “La biodiversidad de México, inventa-
rios, manejos, usos, informática, conservación e importancia cultural”,
y ha sido coordinada por el reconocido etnoecólogo Víctor M. Toledo.
El libro compendia artículos de veintidós expertos, y aborda te-
mas tan interesantes y variados como la relación entre ecosistemas,
especies y genes, la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos o de
las islas mexicanas, la vida microscópica en el suelo, la informática y
la biotecnología en este campo, el café y la biodiversidad, y el enlace
capital que existe entre las diferentes culturas y pueblos indígenas con
la diversidad biológica. No escapan de la obra otros temas como la
agrobiodiversidad del fundamental maíz, y el manejo de la biodiversi-
dad en ecosistemas del desierto o en contemporáneos huertos fami-
liares, que ostentan un nivel alto de complejidad en zonas indígenas
y poblaciones mestizas del centro y sureste del país. Sin dudas, este
volumen resulta de un incalculable valor para profesores y estudiantes,
quienes además de ilustrarse con el material ofrecido, cuentan con la
Un libro necesario sobre la biodiversidad de México
Emma Romeu1
Romeu, E. 2012. Un libro necesario sobre la biodiversidad de México. Etnoecológica 9 (1): 67-68.
Reseñas
1 Escritora, geógrafa y periodista ambiental.
campesinas y pesqueras; y la que incluye
instituciones académicas, dependencias
gubernamentales, iniciativa privada (na-
cional e internacional) y organizaciones
no gubernamentales, todos ellos conver-
giendo en lo que puede llamarse el movi-
miento conservacionista”.
Toledo, V.M., coord. 2010. La biodiversidad de Mé-xico. Inventarios, manejos, usos, informática, conser-vación e importancia. México, D. F.: Colección Bi-blioteca Mexicana. Fondo de Cultura Económica / CONACULTA, 354 p.
bibliografía cuidadosa que aparece en cada capítulo para ahondar en
los respectivos contenidos.
Aun cuando en diferentes maneras, e intensidades, desde tiem-
pos prehispánicos en el territorio mexicano se han prestado ciertas
atenciones a la conservación de la biodiversidad, no es hasta décadas
recientes que se empezó a contar con una importante cantidad de
instituciones y organizaciones civiles que trabajan por el tema. El libro
aporta datos actuales acerca de esta realidad. En el artículo que da
cierre a este logrado volumen Toledo comenta: “México está viviendo
uno de los experimentos socioecológicos más avanzados y esperanza-
dores del orbe, porque está logrando esfuerzos colectivos y participa-
tivos de uso adecuado y conservación de la biodiversidad, en los que
convergen dos tradiciones conservacionistas: la que proviene de una
escuela histórica de varios miles de años, que hunde sus raíces en la an-
tigua Mesoamérica, hoy representada por las comunidades indígenas,
Foto: Sebastián Beláustegui
VOLUMEN IX | NÚMERO 168
Con el libro Saberes colectivos y diálogo de saberes estamos ante una
obra que sin duda marca un significativo avance cualitativo en el largo
proceso de reflexión y documentación de la construcción e interacción
de conocimientos tradicionales y científicos. El libro, ha sido cuidado-
samente editado y publicado por la Universidad Nacional Autónoma
de México a través de su Centro Regional de Investigaciones Multidis-
ciplinarias en coedición con el Instituto Nacional de Antropología e
Historia Centro Morelos y por la Universidad Iberoamericana campus
Puebla.
La Presentación
El libro está presentado por Arturo Argueta quien reseña brillantemen-
te los trabajos contenidos en el volumen de 574 páginas y en el que sus
36 autores aportan ideas y comparten múltiples experiencias sobre las
condiciones y posibilidades hoy existentes del diálogo de saberes. Lo
anterior se respalda por dos consideraciones generales.
La primera consiste en que de manera sobresaliente todos los tra-
bajos contenidos en este libro comparten un mismo marco epistémico, es
decir, reconocen implícita o explícitamente:
La extrema tensión producida por la existencia de un mundo ex-
cluyente, fruto predilecto del proyecto hegemónico de la moder-
nidad, y al cual se abre paso otro, plural e incluyente, donde se
expresan las nuevas subjetividades, fruto de nuevas y ancestrales
Reseña del libro:Saberes colectivos y diálogo
de saberes en México
Benjamín Ortiz Espejel1
Ortiz Espejel, B. 2012. Reseña del libro: Saberes colectivos y diálogo de saberes en México. Etnoecológica 9 (1): 69-74.
Reseñas
1 Universidad Iberoamericana, campus Pueblabenjamí[email protected]
y comprometida con la sociedad y solida-
ria en la defensa de su identidades y de
sus recursos naturales. Documentar, com-
prender e impulsar estos procesos inno-
vadores de investigación en los diferentes
espacios regionales es sin duda una tarea
indispensable desde una ética de la alte-
ridad y lo que es justamente el campo de
atención del libro.
Estos procesos de investigación
construidos desde una conciencia reflexiva,
implican, sin embargo, una lucha contra
una racionalidad de tipo homogeneiza-
dor donde los valores dominantes son los
valores de las clases dominantes. De esta
manera y apoyando las ideas de De Sousa-
Santos, las homogenizaciones tanto de la
realidad social como de la interpretación
de la realidad siempre generan situaciones
conflictivas. Este recorte impositivo de la
realidad ha tenido consecuencias desas-
trosas para otras formas alternativas de
conocer e interpretar el mundo. Con este
proceso homogeneizador de la realidad
se vuelven invisibles, marginales e incluso
despreciables múltiples experiencias so-
ciales. Este recorte de la realidad, llamado
también pensamiento científico es al mis-
mo tiempo un recorte del pensamiento y
es una construcción social totalitaria en la
medida en que niega el carácter racional
y de equidad a todas las formas de cono-
cimiento que no se alinean con sus princi-
pios epistemológicos y sus reglas meto-
dológicas.
Esta construcción social de la reali-
dad se fundamenta en la separación con-
ceptual entre la naturaleza y el ser humano
identidades, de novedosas configuraciones regionales y de nue-
vos actores sociales, los pueblos originarios de América Latina
con su enorme acervo cultural.
Una segunda consideración general reside en la convergencia del en-
foque epistemológico de todos los trabajos del libro. Y no podía ser
de otra manera, ya que la única posición epistemológica que resulta co-
herente con un dialogo de saberes es el Constructivismo Genético. Aleja-
das de marcos esencialistas, cientificistas o positivistas, que “buscan”
la verdad y la realidad objetiva, las investigaciones presentadas en
este libro se ubican y posicionan en una corriente que también po-
dríamos denominar, siguiendo a Stephen Hawking en propuestas epis-
temológicas dependientes del modelo. Unas y otras se complementan
y ofrecen diversas interpretaciones de transformación de realidades
objetivadas.
El libro, en su conjunto, realiza en el fondo una profunda críti-
ca de los planteamientos de la investigación científica convencional,
normal o paradigmática y estimula pistas para lo que yo denominaría
programas de investigación y diálogo para la formación ambiental ciu-
dadana.
Cuatro Vertientes de Reflexión
La lectura del libro invita al menos, a cuatro vertientes de reflexión. En
la primera me referiré a la explicitación de la noción de ciencia como
una construcción social en un mundo en transformación y desde el
horizonte de una epistemología genético constructivista. En la segunda
abordaré la propuesta de una interpretación de saberes como condi-
ción indispensable de nuevas producciones de sentidos. En el tercer
momento señalaré algunas pistas sobre futuros programas de inves-
tigación para el estudio de procesos sociales hacia la sustentabilidad
en el horizonte de un proyecto alternativo de nación y cierro con una
breve reflexión general sobre la educación y la investigación ante los
retos del siglo XXI.
Si bien a lo largo de los últimos 50 años la mayoría de los pro-
cesos de investigación científica al servicio del capitalismo han acen-
tuado y derivado en múltiples facetas de destrucción social y de los
ecosistemas a escala mundial, ello también ha sido el escenario del
surgimiento de múltiples propuestas de investigación interdisciplinaria
VOLUMEN IX | NÚMERO 170
te: comprender el mundo no es nunca una simple cuestión de registrar
nuestras percepciones inmediatas.
Si aceptamos el principio de que, toda naturaleza es humana, de-
beríamos de reconocer que nos encontramos entonces en una época
de transición epistemológica donde la disolución de la las fronteras en-
tre lo social y lo natural estará en el centro de los debates científicos y
políticos de los próximos años.
Así también debe señalarse que esta propuesta implica mani-
festar que toda práctica social, individual y colectiva tiene detrás una
teoría concreta. Recuperar y generar nuevas prácticas de investigación
interdisciplinaria es por tanto una construcción social necesaria que
permitiría fluir a la transformación social en campos emergentes a tra-
vés de lo que hemos denominado una semiótica ambiental.
Campos de Construcción de Conocimientos
Sugiero que algunos de los campos de construcción de conocimiento
ambiental que anuncia el libro y probablemente surgirán y se multipli-
caran en los próximos años son:
La Construcción Social de Conocimientos Etnoecológicos
Se trata de puentes entre diferentes formas de conocimiento. Los
campos más prometedores de este dominio se darán entre la bio y
la agro diversidad, entre la bio tecnología y los conocimientos agro-
forestales campesinos e indígenas, entre la agricultura industrial y las
agriculturas campesinas o sustentables; entre los estudios de impacto
ambiental y los ordenamientos territoriales participativos, en suma,
entre el conocimiento técnico y científico y los conocimientos locales
y tradicionales.
La Construcción Social de Nuevas Experiencias de Trabajo Asociativo, Pro-
ducción y Consumo
Se trata de diálogos entre formas y modos de producciones y consumo
posibles y diferentes, que se expresan de manera nítida en la escala
local y regional entre el campo y la ciudad. A pesar de ser considera-
das formas marginales de producción y consumo, existen en el mundo
múltiples ejemplos de economía solidaria o alternativa. Son propuestas
en construcción de estilos de desarrollo alternativo o mejor aún, de
alternativas al desarrollo.
y apuesta a conocer la naturaleza para do-
minarla y controlarla.
Así mismo este estilo de construc-
ción social de la realidad se basa en el prin-
cipio de la cuantificación, donde conocer,
significa cuantificar y por lo tanto el rigor,
en el conocimiento y en la educación se
afirma en el rigor de las mediciones y de
ahí se deriva que lo que no es cuantifica-
ble es científicamente irrelevante.
Otra característica de este proceso
de construcción social se basa en la re-
ducción de la complejidad. Efectivamen-
te, conocer bajo este paradigma, significa
dividir, separar y clasificar de acuerdo a
criterios arbitrarios, que nada tienen que
ver con “leyes de la naturaleza” pero que
se apelan a ellas para establecer que el
tiempo y el lugar nunca son condiciones
relevantes (el aquí y el ahora).
De esta manera, y siguiendo las ideas
críticas de Ilya Prigogine, una construcción
social basada en la formulación de leyes
eternas, tiene como supuesto subyacente
la idea de orden y estabilidad del mundo
y la idea de que el pasado se repite en el
futuro y que tiene su cristalización en la
gran hipótesis de la época moderna: el
mecanicismo.
Propongo aquí que para la supera-
ción de la dicotomía entre ciencias natura-
les y ciencias sociales, se requiere reubicar
a la persona humana en cuanto autor y ac-
tor del mundo en el centro mismo del pro-
ceso de construcción del conocimiento y
colocando, lo que hoy designamos como
naturaleza, en el centro de la persona.
Amatya Sen, lo ha señalado acertadamen-
RESEÑAS 71
La Sustentabilidad como Eje Orientador en
el Horizonte de un Proyecto Alternativo de
Nación
El paradigma de la sustentabilidad surge
en respuesta al agotamiento del modelo
de desarrollo modernizador. Sin embar-
go es preciso aclarar que este paradigma
se construye no solo en los escenarios
de política nacional, internacional o en
los discursos académicos y políticos, sino
que emerge también de las múltiples ex-
periencias concretas de grupos sociales
organizados que trabajan cotidianamen-
te en favor de un desarrollo más justo y
humano. De esta forma recuperar, docu-
mentar, acompañar e impulsar a estas or-
ganizaciones sociales, como bien lo hacen
los autores del libro, implica también un
esfuerzo inédito de construcción de nue-
vos enfoques ético teóricos.
Apunto bajo este contexto cuatro posibles
programas de investigación a futuro:
Programa de Investigación sobre los Procesos
de Construcción Epistémica
Se constituye como una línea de investiga-
ción sobre la re significación de los valores
y los saberes locales que se diferencian
de la monocultura del saber y del rigor
científico. Son saberes y valores bajo otros
criterios que operan creíblemente en con-
textos y prácticas sociales históricamente
establecidas. Establecer estos contextos
históricos de credibilidad debe ser el hilo
conductor de futuras investigaciones para
que estos saberes y valores tengan legiti-
midad epistémica frente a otros saberes,
La Construcción Social de Derechos de Uso y Reconocimiento del Territorio
Se trata de diálogos y conflictos entre el modelo hegemónico de de-
mocracia y la democracia participativa que incluye formas de planifi-
cación regional participativa y descentralizada, formas de deliberación
comunitaria tanto en lo rural como en lo urbano y lo rururbano. Esto
implicará cada vez mas, la activa participación de la población en las
decisiones sobre los impactos científicos y tecnológicos en la calidad
de sus vidas.
Hacia un Proyecto de Ciencia Comprometida
Para hacer posible el surgimiento de los escenarios de investigación
anteriormente mencionados, pongo a consideración la necesidad de
ejercitar un doble proceso de interpretación de saberes.
En primer lugar, este proceso requiere un esfuerzo de crítica so-
bre conceptos muchas veces incuestionables y presentes en los más
diversos campos de la vida social, de la educación, del derecho y de la
política que anteponga el bien común a los intereses particulares.
En un segundo momento es necesario un ejercicio empírico y re-
constructivo interpretativo sobre la base de al menos los tres procesos
de construcción social ya mencionados. Este proceso de interpretación
se ubica en reconocer la producción social de sistemas de interacción
lenguaje – cultura – praxis, donde lo que se produce y genera (conoci-
mientos, signos, valores, mitos) se convierte en productor y generador
de aquello que lo produce y genera.
Desde esta perspectiva, todo esfuerzo de trabajo científico se
debe ubicar dentro de un contexto de significación social, el cual
pone de manifiesto fuerzas de enlace y tensión que dinamizan y dan
sentido a su existencia. De esta forma, el quehacer científico es an-
tes que nada y en última instancia un proceso de interpretación de
significados que deriva en una suerte de dialogo hermenéutico con el
fin de problematizar y caracterizar situaciones de conflicto o alianza
entre dos o mas culturas o experiencias y movimientos sociales, en
el entendido de que toda experiencia social puede ser enriquecida
por el diálogo y la confrontación con otras maneras de interpretar
el mundo.
VOLUMEN IX | NÚMERO 172
hegemonía y a la vez sea reglobalizado en la ampliación de la diversi-
dad de las prácticas y experiencias sociales.
Programa de Investigación sobre los Procesos del Control Político para la
Sustentabilidad
Este programa de investigación centra su atención sobre las organiza-
ciones sociales hacia la sustentabilidad, es decir, aquellas que se dis-
tinguen en primera línea por una lógica de producción basada en sis-
temas alternativos de baja dependencia de insumos provenientes del
petróleo.
Este programa de investigación estará relacionado con el estudio
fino de los emergentes procesos de democracia, poder, objetivaciones
y subjetivaciones al interior de las organizaciones y de su entorno. Se
trata de experiencias políticas y culturales alternativas al centralismo
de decisiones, la corrupción y a la ausencia de mecanismos efectivos
de control.
Frente a esta situación, las organizaciones sociales hacia la sus-
tentabilidad están explorando novedosos instrumentos de participa-
ción efectiva sobre la base de una hipótesis de construcción y emer-
gencia de redes complejas de dispersión del poder.
CONSIDERACIONES FINALES
El actual siglo XXI nos ubica ante retos inéditos, tanto en el orden de
la investigación, y de la convivencia humana como en el orden de tec-
nologías de una creciente complejidad pero sin una controlada disi-
pación térmica. La crisis ambiental que vivimos actualmente puede
ser entendida en su origen y desarrollo de muy diversas maneras. Una
de ellas consiste en la incapacidad de reconocer y dar alternativas a
una manipulación de los procesos productivos y de distribución de los
bienes que empobrece sistemáticamente a un sector creciente de la
humanidad, al tiempo que favorece una acelerada destrucción de los
ecosistemas del planeta entero.
Planteo aquí, que la incapacidad para reconocer esta paradoja
tiene su origen en un estilo particular de conocer y relacionarse en y
con el mundo. Lo cual tendría que implicar una crítica radical de los
sistemas de investigación y educativos formales. Persiste en todos ellos
una separación de los contenidos temáticos, posiblemente bueno para
entre ellos el científico. Este programa de
investigación tendría como hipótesis de
trabajo el principio de que los límites del
conocimiento abren a su vez la posibilidad
de diálogo epistemológico entre diferen-
tes saberes.
Programa de Investigación sobre los Procesos
Temporales.
La racionalidad del tiempo lineal se rompe
en las dinámicas de las organizaciones so-
ciales. El tiempo lejos de ser una esencia,
es una condición indisociable de la com-
plejidad de la materia y que tiene su máxi-
ma expresión en la mente humana. Así
pues el tiempo lineal es una entre muchas
concepciones del tiempo. La hipótesis de
este programa de investigación reside en
afirmar que el dominio del tiempo crono-
métrico no resulta de su primacía como
concepción temporal sino de su imposi-
ción desde la modernidad.
Programa de Investigación sobre los Procesos
Multiescalares
Esto implica avanzar en un reconocimien-
to de que toda experiencia histórica está
ligada a un territorio, incluso en los mo-
mentos actuales de globalización donde
lo virtual lleva a perder de vista la inelu-
dible dependencia de nuestra condición
física biológica.
La experiencia de las acciones te-
rritorializadas es a la vez afirmación de
una identidad propia no homogeneiza-
da y construida localmente. Esto significa
trabajar sobre la hipótesis de que lo local
sea conceptualmente desglobalizado de la
RESEÑAS 73
Así, el mundo es conocido en la me-
dida en que es construido individual y so-
cialmente. Se trata de poner a los sujetos
en una nueva relación dinámica, en diá-
logo consigo mismos, con sus semejantes
y con los ecosistemas, como un método
posible para llevar a cabo una reformula-
ción de la mente humana y la necesaria
reforma política del siglo XXI.
Así planteado, el libro Saberes colec-
tivos y diálogo de saberes, representa una
apuesta de investigación científica y de in-
terpretación solidaria en y con el mundo
que apunta hacia la autorganización y la
autogestión ciudadana para la transforma-
ción del mundo en beneficio de todos.
Argueta Villamar, A., E. Corona-M. y P. Hersch, coords. 2011. Saberes colectivos y diálogos de saberes en México. Cuernavaca: UNAM, CRIM; Puebla: Uni-versidad Iberoamericana, 574p.
el aprendizaje memorístico y la aplicación instrumental pero que se ha
revelado incapaz de plantear los problemas de fondo, y con ello apun-
tar a soluciones efectivas y eficientes para una mejor y mayor convi-
vencia humana. Es un sistema útil para formar científicos altamente es-
pecializados para el desarrollo de tecnologías y métodos cada vez más
sofisticados, pero desatentos a los efectos secundarios de las mismas,
entre los cuales se volvieron cruciales los problemas de la pobreza, la
desigualdad y el deterioro de los ecosistemas.
Es ésta una carencia fundamental, al parecer nacida de la radical
separación ética y epistemológica entre el sujeto que conoce y el fun-
cionamiento del mundo en el que esta inserto. Esta actitud de domi-
nio ingenuo del ambiente ha conducido a la humanidad a un estado
que podríamos llamar de desarrollo desbocado y de alto calentamiento
planetario.
La gigantesca crisis actual que sufre el planeta lleva en sí las seña-
les claras y los riesgos de un desastre civilizacional quizás irreversible,
pero también las posibilidades de una metamorfosis esperanzadora. Es
decir, cuanto más nos acercamos a una catástrofe planetaria, mas po-
sible es la metamorfosis. Con lo que, el principio esperanza, diría Ernst
Bloch, surge precisamente de la desesperanza. Percibimos destrucción
todos los días, pero, ¿Por qué no vemos los procesos creadores? ¿Por
qué no favorecemos los principios empáticos? ¿Por qué no reconoce-
mos diferentes maneras de conocer el mundo?
Una propuesta alternativa, y que es justamente la que aportan
todos los trabajos del libro, es la de visibilizar otra(s) manera(s) de co-
nocer el mundo. Sí bien este enfoque aún resulta marginal, consiste en
partir de la capacidad de formular preguntas que integren elementos
de diversos campos del conocimiento científico y ético, aparentemen-
te inconexos, para así resolver efectiva y eficientemente problemas de
tan alta complejidad como el que nos ocupa.
Esta propuesta a la investigación alternativa, abriría la posibilidad
de que estas preguntas se formulen en el campo de la interpretación y
del diálogo de saberes, es decir, un diálogo que fuera capaz de superar
y traspasar los convencionalismos propios de cada dominio concep-
tual y disciplina específicos, y que incluyera diferentes tipos de conoci-
mientos ya sean éticos, estéticos, religiosos y científicos, como formas
para permitir que emerjan inéditos procesos de autoorganización y
autogestión ciudadana.
VOLUMEN IX | NÚMERO 174
Una amplia producción bibliográfica etnocientífica tuvo lugar en Brasil
entre 2009 y 2010, en convergencia con la realización del II Congreso
Latinoamericano de Etnobiología (CLE), realizado en Recife, Pernam-
buco, del 8 al 12 de noviembre de 2010.
Junto al II CLE, se efectuó también el VIII Simposio Brasileño de
Etnobiología y Etnoecología, el III Encuentro Pernambucano de Etno-
biología y Etnoecología, y un día antes de la inauguración oficial, como
evento de pre-apertura, el I Encuentro de Profesores de Etnobiología
y Etnoecología.
El enorme flujo de presentaciones y actividades puede sinteti-
zarse en los siguientes datos: 9 conferencias magistrales, 1 mesa re-
donda entre pueblos tradicionales y académicos, 10 mesas redondas
que incluyeron 42 conferencias, 11 cursos y 422 carteles. El registro de
asistentes fue de más de 800 personas y hay que señalar la presencia
adicional de aquellos interesados que solo asistían a alguna de las se-
siones orales o de carteles.
En este marco de un enorme interés por la Etnobiología y la Et-
noecología, que concita la numerosa participación de profesionales y
estudiantes de pregrado y posgrado, un asunto que merece destacarse
son las publicaciones sobre Etnobiología y Etnoecología que han sido
realizadas por los colectivos de investigadores brasileños y con la par-
ticipación de diversos investigadores latinoamericanos.
En la base de tan importante trabajo académico se encuentra el
esfuerzo de la editorial NUPEAA (www.nupeea.com), que se presen-
La Etnobiología yla Etnoecología en Brasil
hoy, 1
Arturo Argueta Villamar1
Argueta Villamar, A. 2012. La Etnobiología y la Etnoecología en Brasil hoy, 1. Etnoecológica 9 (1): 75-77.
Reseñas
1 Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autónoma de México [email protected]
Si, como señaló en México Manuel
Maldonado Koerdell, la Etnobiología es
una disciplina que estudia las interrelacio-
nes que ocurren entre pueblos y culturas
con los seres vivos, en espacio y tiempo
específicos, entonces la historia debe ser
un componente fundamental en los estu-
dios etnobiológicos.
Señala Medeiros que el conocimien-
to acerca del universo biológico trabaja-
do bajo el enfoque histórico, sirve como
soporte para las sociedades actuales, ya
que les recupera la memoria histórica so-
bre cómo era antes dicha relación de co-
nocimiento y utilización, cómo estamos
viviendo dichas relaciones hoy, así como
plantearnos que les estamos transmitien-
do a las generaciones venideras sobre di-
cho pasado. De los seis capítulos restantes
de este libro, cuatro abordan temas etno-
zoológicos y dos temas etnobotánicos.
En dichos capítulos se abordan su-
cesivamente por parte de Dante Martins
Texeira y Nelson Papavero, la interesante
relación entre un sapo y una burserácea,
de la cual resulta un recurso de la medici-
na tradicional denominado “Brea de sapo”.
En otro, escrito por Argus Vasconcelos de
Almeida, se analiza la gran entomofauna
brasileña representada por las abejas sin
aguijón, así como sus denominaciones en
lenguas tupi, basadas en colores, formas,
tamaños y uso medicinal de sus produc-
tos. En el tercero nuevamente Argus Vas-
concelos de Almeida y Carlos Romero
Ferreira de Oliveira, comparan la entomo-
terapia que Plinio El Viejo (Siglo I d.n.t.) y
los usos de la actual entomoterapia bra-
ta como la primera editorial brasileña en Etnobiología y Etnoecología,
aunque también edita obras sobre Ecología y Ecología Humana. La
totalidad de sus publicaciones son editadas en portugués, pero ya co-
mienzan a editar algunos en inglés.
Por ejemplo de la Serie Estudios y Debates se mostraron ca-
torce títulos, entre otros: Etnobiología y biodiversidad; Pescadores y
peces, el conocimiento local y el uso de la taxonomía folk basada en
el modelo berliniano; Etnobotánica, uso y clasificación de vegetales
por los Kaigang; Etnobotánica histórica: Procedimientos y principios;
Tópicos en la conservación: Etnobotánica y etnofarmacología de
plantas medicinales y mágicas; El dueño del secreto: El uso de plantas
medicinales en los cultos afro-brasileños; Pueblos y paisajes: Etno-
biología, etnoecología y biodiversidad en Brasil; Encuentros y desen-
cuentros en las investigaciones etnobiológicas y etnoecológicas: Los
desafíos del trabajo de campo; Recent Developments. Case Studies in
Ethnobotany (en inglés).
De la Serie Estudios y avances se puede apreciar la producción
de seis títulos: Aspectos históricos en la investigación etnobiológica;
Etnoecología en perspectiva: Naturaleza, cultura y conservación; Mé-
todos y técnicas en la investigación Etnobiológica y Etnoecológica;
Zooterapia: Los animales en la Medicina popular brasileña; La Etno-
zoología en Brasil: Importancia, estado actual y perspectiva; Agrobio-
diversidad en Brasil: Experiencias y caminos de investigación.
En esta ocasión a queremos abordar sólo dos de las publicacio-
nes: Aspectos históricos en la investigación etnobiológica y Etnoecolo-
gía en perspectiva: Naturaleza, cultura y conservación, dejando para
siguientes ocasiones otros de los títulos señalados.
Organizado por Maria Franco Trindade Medeiros, de la Univer-
sidad Federal Rural de Pernambuco, el libro Aspectos históricos en la
investigación etnobiológica1 tiene como punto de partida que la inves-
tigación etnobiológica y etnoecológica es básicamente interdisciplina-
ria, y cuando se inclina hacia el análisis histórico de dicha interrelación
tiene como posibles fuentes de estudio y análisis, no solo la documen-
tación histórica usual (crónicas, relatos, narraciones escritas en lenguas
existentes) sino también las de carácter pictórico (códices, dibujos, pin-
turas rupestres, coloniales o recientes) y fotográfico, las colecciones
históricas de plantas o animales, así como los materiales encontrados
en excavaciones arqueológicas.
VOLUMEN IX | NÚMERO 176
principal dado en el primer volumen. Señalan los autores que algunas
de las pesquisas se hacen también en fuentes de Argentina y Paraguay,
y que esta obra hace patente la importancia de la historia en los estu-
dios etnozoológicos y zoológicos.
Esta interesante obra nos recuerda el enorme trabajo contenido
en el “Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexica-
nas”, de nuestro Maximino Martínez, en el cual recoge 25,460 nombres
en total, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1927, 1937 y
en 1979, esfuerzo que no ha tenido la continuidad que se merece en
México.
Notas1 Medeiros, M.F.T. 2010. Aspectos históricos en la investigación etnobiológica,
NUPEEA, Recife, Brasil, 145p. (Colección Estudios y Avances, 5).
sileira, resultando algunas coincidencias
muy interesantes. Un capitulo erudito es el
de Nayara Scalco, Melina Giorgetti, Lucía
Rossi, Juliana de Faria Lima Santos, Rafae-
la Denise Otsuka y Eliana Rodrigues, que
revisaron 197 obras de la literatura produ-
cida entre los siglos XVIII y XIX dedicada
a las plantas medicinales brasileñas utili-
zadas para tratar enfermedades relacio-
nadas con el sistema nervioso central, y
posteriormente se verificó en la literatura
contemporánea dedicada a la etnofar-
macología, fitoquímica y farmacología,
si tales usos seguían siendo reportados.
Dedicado a los Reales Jardines Botánicos,
el capitulo escrito por Mario Fortes (por-
tugués) y Manuel Angel Seoane (español),
revisan las actividades, ideas y propuestas
de El Real Horto Botánico de la Quinta de
Queluz y el Jardin Botánico de las Reales
Quintas del Paso de Nuestra Señora de
Ajuda. Finalmente, debido a Nelson Pa-
pavero y Dante Martins Texeira, el texto
dedicado al Diccionario de los nombres
populares de los animales de Brasil, nos
relata que la elaboración de dicho diccio-
nario lleva ya 12 años de trabajo, que se
han compilado 52,000 fichas, se han revi-
sado 8,700 publicaciones y que sus resul-
tados se presentarán en dos volúmenes: el
primero contendrá los nombres comunes
organizados alfabéticamente además de
su identificación, iconografía, distribución
geográfica, y las referencias, mientras que
el segundo contendrá la lista de nombres
científicos (clases, ordenes, familias, géne-
ros y especies), ordenados alfabéticamen-
te remitiéndose cada especie al nombre
Foto: Sebastián Beláustegui
RESEÑAS 77
Publicacionesetnoecológicas
recientes
Alarcón, P., 2010. Etnoecología de los indígenas P’urhépecha. Morelia: UNAM /CIEco/ COECYT/ Fondo Editorial Morevallado, 93p.
Obra que hace referencia a paisajes, ritos, mitos, formas de organización y de apropiación de la naturaleza de los P´urhépecha, intentando referenciar el origen de pautas culturales actuales y de manejo de recursos naturales de este grupo indígena de Michoacán, México.
Verschuuren, B., R. Wild, J.A. Mc-Neely, and G. Oviedo, eds. 2010. Sacred Natural Sites: Conserving Nature & Culture. London & New York: Earthscan, Routledge, 310p.
Los autores brindan un acerca-miento a la conservación de la diversidad cultural y biológica tomando en cuenta valores espirituales y culturales junto con intereses socio-económicos de las comunidades.
De Albuquerque, U.P., A.P. Chaves e T.A. de Sousa , coords. 2007. Povos e Paisagens .Pernambuco, Brasil: NUPEEA /UFRPE/ SBEE,148p.
Obra que compila experiencias de diversos etnocientíficos brasileños acerca de las relaciones etnoeco-lógicas y/o etnobiológicas entre pueblos y paisajes.
Da Silva, V., A.L.S. de Almeida e U.P. de Albuquerque, coords. 2010. Etnobiologia e Etnoeco-logia: pessoas & naturaleza na América Latina Vol.1/ Série: Atualidades em Etnobiologia e Etnoecologia. Pernanbuco, Brasil: NUPEEA, 382p.
Obra que documenta las experiencias, investigaciones y abordajes desarrollados en eventos realizados por la Socie-dade Brasileira de Etnobiologia y Etnoecologia.
Noticias
Ramírez, J. y J.C. Tulet, coords. 2011. Recomposición territorial de la agricultura campesina en América Latina. México, D. F.: CP/ GEODE / Editores Plaza y Valdés, 276p.
En esta obra se presentan trabajos sobre la recomposición territorial de la agricultura campesina en diferentes ámbitos regionales de Colombia, Venezuela y México.
López Austin, A. y L. Millones. 2008. Dioses del Norte, Dioses del Sur. México, D. F.: Biblioteca Era, 294p.
Obra que presenta dos síntesis pa-ralelas sobre religión y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes.
Hunn, S.E., 2008. A Zapotec Natural History. Trees, herbs, birds, beast, and bugs in the life of San Juan Gbëë. Tucson: The University of Arizona Press, 261p.
Obra que describe a los habitantes de San Juan Gbëë, comunidad indígena zapoteca en el estado de Oaxaca (México) y su extraor-dinario conocimiento del mundo natural en donde viven.
Mariaca, R., A. González y L.M. Arias. 2010. El huerto maya yucateco en el Siglo XVI. ECO-SUR/ CINVESTAV/ FOMIX/ UIM QROO/ CONCYTEY, 180p.
Texto que ofrece los resultados de un estudio encaminado a hacer una interpretación antropológica y etnobiológica de materiales históricos sobre el huerto familiar del pueblo maya.
Chaves, A.G.,F.J. Bezerra e N. Peroni, coords. 2010. Etnoecologia em perspectiva Naturaleza, Cultura e Conservação Vol 3/ Série: Estudos & Avanços.Pernambuco, Brasil: NUPEEA, 275p.
Obra que ofrece un panorama general acerca de los cambios ocurridos en la Etnoecología como pensamiento científico, los modelos y conceptos avalados tanto por su valor teórico como práctico para abordar cuestiones etnoecológicas y estudios de caso.
Reyes, F. y S. Barrasa, coords. 2011. Saberes ambientales campesinos. Cultura y naturaleza en comunidades indígenas y mestizas de México. UNICACH/aecid/Universidad Autónoma de Madrid. México, 243p.
Obra que descubre el estado del conocimiento tradicional en las comunidades rurales, haciendo énfasis en su enorme valor, la importancia de su conservación y la situación de desprecio y desvalorización en que se encuentra en la civilización moderna.
NOTICIAS 79
Bautista, M. 2009. Memoria histórica de Tapa-baa. La defensa de la tierra, los espacios sagrados y los principios de la vida comunal en San Juan Tabaá. Oaxaca y México, D. F.: Culturas Popu-lares/ CONACULTA/ Fundación Harp Helú/ Secretaría de Cultura, Gobierno de Oaxaca, 170p.
Texto historiográfico que recrea la fundación del pueblo (Tapa-baa), su descendencia, los conflictos territo-riales que sortea la comunidad desde la época de la conquista. El libro se completa al incluir una obra teatral basada en la fundación del pueblo y otros documentos que sobre la cultura zapoteca se han escrito.
Tanck De Estrada, D., J.L. Miranda y T.L. Chávez . 2005. Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España, 1800. México, D. F.: CDI / CM / El Co-legio Mexiquense/ Fomento Cultural Banamex.
Documento histórico que consiste en la compilación de mapas donde se aprecia la distribución geográfica de aproximadamente 4500 pueblos indí-genas en la Nueva España, alrededor del año 1800 –DLA, sintetizado de http://noticias.universia.net.mx/vida-universitaria/noticia/2007/03/05/44674/atlas-ilustrado-pueblos-indios-nueva-espana-1800.html
Gerritsen, P.R.W . 2010. Perspectivas campesinas sobre el manejo de los re-cursos naturales. Mundi-Prensa México, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de la Costa Sur, 262p.
Obra que presenta un enfoque sociológico aplicado sobre el vínculo directo entre los actores locales y su entorno natural en la Costa Sur de Jalisco (México). El autor denomina ”perspectiva campesina” al enfoque basado en el manejo campesino de recursos naturales y desarrollo rural endógeno. En otras palabras, considera a los campesinos como actores estratégicos en el desarrollo sustentable.
Valadez, R., A. Moreno y G. Gómez. 2011. Cujtlacochi. El Cuitlacoche. México, D. F.: UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 135p.
Por tratarse de un organismo unido al maíz desde sus orígenes aparece dentro de la cotidianeidad de muchos mexicanos en esta triada cuitlacoche-maíz-hombre.La presente obra permite penetrar profunda y firmemente dentro de este trío y entender la visión del mexicano sobre el cuitlacoche y el papel que juega dentro de nuestra tradición.
Huicochea, L. y M.B. Cahuich-Campos, eds. 2010. Patrimonio biocultural de Campeche. Experiencias, saberes y prácticas desde la antropología y la historia. San Cristobal de Las Casas: ECOSUR/ FOMIX, 246p.
Obra que reflexiona sobre la diversidad cultural y natural de Campeche. Intentando identificar que es el patrimonio material e inmaterial a través de los ojos del pueblo campechano. Entrecruzando temas novedosos, como la genética, la migración, la fauna, y concentrándose en situaciones de actualidad relacionadas con una variedad de temas (la institución familiar, los huertos, la ritualidad campesina, entre otros).
Moreno, A., M.T. Pulido, R. Mariaca, R. Valadez, P. Mejía y T.V. Gutiérrez, coords. 2010. Sistemas biocognitivos tradicionales. Paradigmas en la conservación biológica y el fortalecimiento cultural. México, D. F.: GDF/ UAEH / ECOSUR/ SOLAE, 468p.
Texto que presenta una gran variedad de temas (en sus ámbitos etnozoológico, etnoecológico, etnomicológico y etnobotánico) que demuestran la proyección del valor del pensamiento etnobiológico hacia áreas como la Etnología, la Educación, la conservación, la Ecología, la Arqueología y la Lingüística, entre otras.
VOLUMEN IX | NÚMERO 180
Toledo, V.M., coord. 2010. La bio-diversidad de México. Inventarios, manejos, usos, informática, conser-vación e importancia. México, D. F.: Colección Biblioteca Mexicana. FCE/CNCA, 354 p.
Obra que compila información perti-nente y actual sobre la biodiversidad en México, al alcance de lectores no dedicados al tema. Además ofrece un panorama multidimensional del tema de la biodiversidad y no sólo desde la perspectiva meramente biológica.
Argueta, A., E. Corona y P. Hersch, coords. 2011. Saberes colectivos y diálogo de saberes en México. Méxi-co, D.F.: UNAM/ CRIM/ Universidad Iberoamericana, 574p.
Obra que ofrece una visión de conjunto de los múltiples saberes colectivos de los pueblos indígenas y campesinos de México, desde diver-sos enfoques, perspectivas, revisiones históricas y estudios de caso. A través de la discusión teórica, metodológica y política de los saberes indígenas y el diálogo de saberes.
Anderson, E.N., D.M, Pearsall, E.S. Hunn, and N.J. Turner, eds. 2011. Ethnobiology. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, 412 p.
Obra especializada que abarca todos los aspectos del campo de la Etnobiología, enfatizando sus principios básicos y su metodología .
Main, L. and E.S. Hunn, eds. 2011. Landscape ethnoecology. Concepts of biotic and physical space. New York & Oxford: Berghahn Books, 332p.
Dos reconocidos etnobiólogos ofrecen una obra sobre la percepción tradicional o indígena del espacio y los paisajes, utilizando numerosos estudios de caso, y avanzando sobre sus implicaciones teóricas y metodológicas.
Toledo, V.M. et al. 2009. Sabidurías ecológicas. Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, no. 107. Barcelona: Icaria Editorial/ Gobierno de España Ministerio de Cultura,181p.
Se abordan las tradiciones culturales analizando su esencia, las dinámicas que dan lugar a su creación y transmisión, su potencial en el mantenimiento de la diversidad biológica y el manejo sostenible de los recursos naturales, identificando las principales amenazas que se ciernen sobre ellas.Señala la importancia del surgimiento de nuevas disciplinas como la Etnoecología y la Agroeocologia.
Salas, M.A., and J.H. Tillmann. 2010. Participatory Action Research: Embracing the Knowledge Perspective within Field Research. Tailandia: RCSD Chiang Mai University, 91p.
Manual que acerca a los estudiantes e investigadores interesados en involucrarse con las diferentes formas de conocimiento de la gente local a través del PAR (Participatory Action Research) el cual es una aproximación que permite cambiar el rol de investigador al de observador externo que obtiene y recaba datos de informantes (los conocedores), facilita la generación de conocimiento para el empoderamiento de la comunidad local, un empoderamiento que le permite a los miembros de la comunidad transformar sus vidas.
NOTICIAS 81
La protección, defensa y fortalecimiento del patrimonio biocultural es
un requisito obligado para la regeneración y reconstrucción de la so-
ciedad.
La Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural busca aglutinar
a las instancias interesadas en promover vínculos para el conocimien-
to, aprovechamiento, defensa y preservación del patrimonio biocultu-
ral de México a partir de tres esferas de acción bien definidas:
1. La articulación y sinergia entre los investigadores miembros
de la Red y el resto de la comunidad académica del país que
participa en el estudio del patrimonio biocultural de México.
2. El vínculo con las comunidades de las regiones indígenas o
tradicionales y sus procesos de resistencia cultural y ecológi-
ca, así como con las empresas sociales rurales generadas en
las últimas dos décadas; esto por medio de la investigación
aplicada de carácter participativo, que fomenta el diálogo de
saberes y la formación de expertos locales.
3. Las relaciones entre los académicos de la Red y las instancias
y programas del sector público, directamente ligados y/o inte-
resados en el tema, especialmente con las instituciones dedi-
cadas a la educación intercultural.
La Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México
Toledo, V.M. 2012. La Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México. Etnoecológica 9 (1): 82-84.
Víctor M. Toledo1
Noticias
Laboratorio de Etnoecología, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de Mé[email protected]
Red, los sistemas de educación intercultural encabezados por las Uni-
versidades Interculturales Indígenas, las escuelas tecnológicas que se
ubican y ofrecen educación media y superior en regiones indígenas, y
otras instancias del sector educativo público y privado.
Por tratarse de un tema esencialmente multidisciplinario, la Red
fue creada por investigadores provenientes de diferentes disciplinas
que realizan estudios en campos como la antropología, la geografía,
la ecología, la conservación de los ecosistemas, la agronomía y la geo-
grafía, así como en áreas interdisciplinarias tales como la etnoecología,
la etnobiología, la etnogeografía, la agroecología y la geomática. Asi-
mismo, desde su fundación, la Red conjuga los esfuerzos de investiga-
dores con diversos grados de experiencia profesional, desde jóvenes
académicos o expertos en el trabajo de campo, hasta aquellos con
más de 40 años de experiencia profesional en el área. Las instituciones
de adscripción de los investigadores participantes son el Instituto Na-
cional de Antropología e Historia, la Universidad Autónoma Chapingo,
Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca, el Colegio de la Frontera Sur,
la Universidad Veracruzana, la Universidad Autónoma de Yucatán, la
Universidad Intercultural del Estado de México y la Universidad Ibe-
roamericana, Puebla. Dentro de la Universidad Nacional Autónoma
de México, la Red incluye al Centro de Investigación en Ecosistemas y
al Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias. En términos
geográficos, la Red integra regiones de interés biocultural tan disímiles
como Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Estado de México, Puebla, Veracruz,
Michoacán y Chihuahua. Con el lanzamiento oficial de la Red, en el
otoño del 2011, y la convocatoria a sumarse a ella, se recibieron 94
solicitudes, por lo cual se ha incorporado el esfuerzo de cerca de 90
investigadores de casi todos los estados de la República.
Los miembros y entidades relacionadas con la Red desarrollan
nueve acciones:
1. Biblioteca Digital de Etnoecología, que además de actualizar
el Atlas Etnoecológico de México, se encarga de editar esta
revista internacional Etnoecológica.
2. El Atlas de la Agrodiversidad identifica y georeferencia espe-
cies, razas y variedades de plantas, animales y hongos, así
como procesos pasados y actuales de domesticación, amena-
zas reales y potenciales.
En este sentido la Red establecerá relacio-
nes con algunas de las instituciones guber-
namentales que se ocupan de los temas
objeto de trabajo del proyecto, tales como
la Secretaría de Educación Pública y espe-
cialmente el sistema de las Universidades
Interculturales e Indígenas, la Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pue-
blos Indígenas (CDI), el Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH), la Se-
cretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (SEMARNAT), la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural,
Pesca y Alimentación (SAGARPA), la Secre-
taría de Salud (SSA) y el Instituto Mexica-
no del Seguro Social (IMSS), la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso de
la Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto
Nacional de Lenguas Indígenas (INALI).
Los actores centrales de la Red son
los pueblos indígenas y campesinos y sus
comunidades; los territorios que habitan y
sus recursos naturales; las empresas socia-
les rurales que establecen y sus formas de
propiedad y de acceso a los recursos lo-
cales; los conocimientos, cosmovisiones,
manejo y uso de la naturaleza bajo reglas
y valores. También son relevantes en la
Red las instancias del sector público que
realizan programas, iniciativas y acciones
con ese grupo social del país. Asimismo,
la Red apuntala al gremio académico que
estudia e investiga a los pueblos indígenas
en todas sus vertientes y dimensiones, o
que participa en programas de educación,
extensionismo, aplicaciones tecnológicas
y rescate ecológico y cultural. Igualmen-
te, forman parte del interés primario de la
NOTICIAS 83
Esta primera fase sirve de plataforma para
un periodo de medio tiempo estimado
en cinco años, en el que se desarrollará la
fase 2, que incluya la multiplicación de las
acciones en diversas regiones, el apoyo a
la educación intercultural y las relaciones
con las empresas sociales rurales, y por úl-
timo, una etapa de consolidación de otros
cinco años (fase 3).
En un mundo basado en la eficacia
técnica y económica, en la competencia
individual y mercantil, en la búsqueda ex-
clusiva de satisfactores materiales, volver
los ojos al México Profundo, reconocido
como el patrimonio biocultural del país,
es adoptar una perspectiva que recobra la
historia y que traza innovadoras fórmulas
de civilización hacia el futuro.
3. Biblioteca Digital de Etnobiología, que compila información
sobre conocimientos y usos de las especies de plantas, anima-
les y hongos, y su correlación con grupos indígenas, el estado
del arte con énfasis en investigadores, grupos de investigación
y formación de recursos humanos y edita la revista científica
Etnobiología.
4. La cuarta acción implica el desarrollo de regiones específicas
de importancia biocultural, con el objeto de inducir, reforzar o
potenciar los procesos que incrementen la defensa o conser-
vación del biopatrimonio.
5. Empresas Sociales Rurales. Realiza el inventario de las empre-
sas de inspiración socio-ecológica, identificando su ubicación,
áreas de acción y el estado en que se encuentran.
6. Educación Intercultural: implica la relación instituciones edu-
cativas como los institutos tecnológicos con orientación agro-
pecuaria y biológica, universidades tecnológicas, normales ru-
rales y las universidades interculturales e indígenas. Promueve
talleres para docentes y estudiantes, edita libros de texto y de
divulgación y material audiovisual, gestiona un programa na-
cional de becas para estudiantes indígenas y revisa el estado
del arte de la educación intercultural del país.
7. Políticas Públicas y Legislación. Realiza una revisión de las
instancias del sector público que inciden sobre las regiones
bioculturales y establece contactos con ellas; explora las leyes,
en sus diferentes categorías y niveles, que afectan el acceso,
ordenación, uso y conservación de los recursos naturales y
culturales.
8. El Estado del Arte es un diagnóstico completo y detallado del
tema de la Red: directorio de investigadores, instituciones,
proyectos, publicaciones, iniciativas sociales, programas del
sector público y leyes ligados al patrimonio biocultural.
9. Laboratorio Multimedia, concebido para llevar a cabo una in-
tensa interacción con individuos, comunidades e instituciones,
su portal es un instrumento clave en las relaciones de la Red
con los ámbitos académico, productivo rural, educativo y del
sector público.
VOLUMEN IX | NÚMERO 184
Las comunidades agrarias, los ejidos y los pueblos indígenas de Mé-
xico están bajo un constante acecho de agentes gubernamentales al
servicio de inversionistas nacionales y extranjeros, quienes codician sus
tierras y los bienes naturales resguardados en ellas: los valles, las sierras,
el agua, el subsuelo, las plantas, los animales y sus genes, la cultura, el
conocimiento ancestral y las formas mismas de organización social y
política rural. El despojo se torna evidente cuando las comunidades
bajo amenaza, divididas y destruidas, comparten sus historias de dolor
y resistencia en defensa de sus territorios frente a megaproyectos, el
crimen organizado y las políticas públicas.
Para hacer frente a estas situaciones las comunidades necesitan,
entre otras cosas, acercarse a las leyes para conocer sus derechos y
obligaciones, aquellos pequeños resquicios abiertos para la defensa
y las trampas legales en las que pueden caer. Por tal motivo, las lí-
neas Regiones Bioculturales y Políticas Públicas y Legislación de la Red
Temática sobre Etnoecología y Patrimonio Biocultural del CONACYT,
organizaron un taller sobre Derecho Agrario, Indígena y Ambiental:
“Intercambio de experiencias para la defensa del territorio”, los días 17,
18 y 19 de Noviembre 2012, en Tlaxco Tlaxcala. El taller fue dirigido a
miembros y representantes de comunidades rurales y pueblos indíge-
nas, así como a investigadores acompañantes y estudiantes.
La red en acción:De la lucha por la tierra
a la defensa de los territorios bioculturales
Narciso Barrera-Bassols1, Carlos del Campo2 y Gabriel Hernández García3,4
Barrera-Bassols, N., C. del Campo y G. Hernández García. 2012. La red en acción:De la lucha por la tierra a la defensa de los territorios bioculturales. Etnocológica 9 (1): 85-88.
Noticias
1Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad; 2Anima Mundi, A. C.; 3Escuela Nacional de Antropología e Historia; 4Centro de Investigación y Capacitación Rural A.C.
peración de derechos de uso de recursos
naturales, cuidado de los bienes naturales
y culturales y sobre el control del territorio
en Santiago Lachiguiri, Oaxaca. Cristóbal
López y Nydia Prieto de la Kooperativa
Rayenari, de Nuevo León, coordinaron
un taller de análisis para la reflexión sisté-
mica de los territorios bioculturales y sus
problemáticas (empleando la Teoría para
Resolver Problemas de Inventiva, TRIZ, por
sus siglas en ruso).
Durante los tres días, ponentes y
participantes compartieron reflexiones
sobre el territorio y las condiciones del
despojo y sobre las esperanzas y estrate-
gias de resistencia; tratando de deshilar la
maraña legal agraria, indígena y ambiental
del México.
El territorio biocultural, -indíge-
na y campesino- es un espacio habitado
en donde confluye esfuerzo, ingenio y el
cuidado humano de la naturaleza; ade-
más, en él se reproduce la cultura de las
comunidades para alimentar, curar, jugar
y narrar. Es en el territorio donde se sueña
y se siente, en donde se toma conciencia,
se crea identidad, se recrean los mitos y la
vida ritual que dan el sentido de vida co-
munitario.
La sola lista de problemas a los cua-
les se enfrentan las comunidades presen-
tes en el taller sobrepasa la extensión del
artículo. Sin embargo, la fuente del dolor
profundo, de las muertes, la migración, el
exilio, la pérdida de bosques y parcelas, la
destrucción de lugares sagrados, de espa-
cios de juego y regocijo; la contaminación
del aire, de manantiales, de sierras y valles,
Los objetivos del taller fueron: 1) familiarizar a los miembros de las
comunidades, organizaciones participantes y promotores rurales con
elementos básicos sobre el marco jurídico agrario, indígena y ambiental
en México, y 2) analizar el impacto de la legislación en el uso, disfrute y
cuidado del territorio por medio del estudio de casos vigentes.
Asistieron al encuentro miembros, representantes y autoridades
de comunidades provenientes del territorio chinanteco, de la Sierra
Norte, de la cuenca del Papaloapan y del territorio huave, distrito de
Juchitán, todos ellos de Oaxaca; mè’phàà de la Montaña de Guerrero;
hñahñu, de la Sierra de las Cruces, en el Estado de México y de San
Ildefonso Tultepec, en Querétaro; de Cuetzalan en la Sierra Norte de
Puebla; tzeltal, de Nuevo Jerusalén, Chiapas; purhépecha de Cherán y
de San Francisco Pichátaro en Michoacán; así como campesinos de Vi-
cente Guerrero en Tlaxcala y de Tlalnehuayocan, en Veracruz. En total
asistieron unas 70 personas de diversas regiones y experiencias, mos-
trando un abanico de la diversidad cultural de México.
El encuentro fue un espacio de diálogo horizontal entre jóvenes
y mayores, mujeres y hombres, indígenas y mestizos, autoridades y
expertos. Incluyó a investigadores y estudiantes del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, de la Escuela Nacional de Antropología e
Historia, del Colegio de Posgraduados, de la Universidad Autónoma de
Tlaxcala, de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la UNAM.
La red tiene como premisa integrar actores comunitarios de
empresas sociales rurales y de la sociedad civil organizada para am-
pliar el dialogo sobre las condiciones actuales y las perspectivas del
complejo sociedad-cultura-naturaleza de México. En este contexto se
invitó al abogado Guadalupe Espinoza Sauceda, integrante de la de-
fensa de los pueblos Temacapulín, Acasico y Palmarejo, Jalisco, frente
a la construcción de la presa el Zapotillo, y quien cuenta con una gran
experiencia en derecho agrario e indígena, para dialogar en torno a
las leyes y políticas públicas agrarias actuales; a Francisco Godoy Cor-
téz, abogado y asesor en derecho agrario e indígena en la Cámara
de Diputados de la pasada legislatura, para exponer el estado actual
del derecho indígena en México, y en particular, sobre el derecho a la
consulta previa; también asistió como ponente Lizy Peralta, abogada
litigante con experiencia en derechos humanos y derecho ambiental,
integrante del Centro “Fray Julián Garcés” Derechos Humanos y Desa-
rrollo Local, A.C., en Tlaxcala, para compartir la experiencia de recu-
VOLUMEN IX | NÚMERO 186
nuevas herramientas legales dadas por las resoluciones recientes de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, en las cuales se establece que
los convenios, tratados y pactos en materia de derechos humanos se
convierten en ley nacional al nivel constitucional, incluyendo el Con-
venio 169 de la OIT, en donde se plasman los derechos de los pueblos
indígenas a la auto-determinación, al territorio y a la consulta previa
e informada. Estos derechos humanos fundamentales de los pueblos
indígenas permiten ampliar las estrategias de defensa del territorio,
más allá del derecho a la tierra de cada comunidad agraria y de sus
miembros formales. Se extiende así el derecho a la consulta previa a los
pueblos indígenas, incluyendo a todos sus integrantes, independiente-
mente de su condición agraria, la cual muchas veces limita la participa-
ción de mujeres y jóvenes. La consulta es más amplia que una simple
pregunta, un taller, o un ejercicio burocrático o académico, y debe de
seguir las formas, los tiempos y, en general, todas las condiciones de-
terminadas por los mismos pueblos indígenas.
El caso de la comunidad Santiago Lachiguiri, en el estado de
Oaxaca, demostró cómo hay maneras de despojo en nombre de
la conservación de la naturaleza promovidas por la CONANP y la
CONAFOR. Esto debido a las limitaciones al uso y disfrute del terri-
torio y sus bienes naturales, incluyendo la agricultura tradicional de
subsistencia. Se revisaron diversos mecanismos de conservación y re-
gulación del territorio, como son los Certificados de Áreas destinadas
Voluntariamente a la Conservación (AVC), la cual es una de las cate-
gorías de Áreas Naturales Protegidas (ANP) nacionales, los Pagos por
Servicios Ambientales (PSA) impulsados por los mercados financieros
internacionales “verdes”, los Ordenamientos Ecológicos Territoriales
(OTC) y las Unidades de Manejo Ambiental de Vida Silvestre (UMA),
que, al combinarse y realizarse sin los mecanismos apropiados de
consentimiento previo libre e informado, así como la consulta previa
a los pueblos indígenas y a las comunidades agrarias y ejidos, pueden
constituir vehículos para el despojo en forma de pérdida de soberanía
alimentaria y promover la justificación de otros proyectos extracti-
vos como son las minas a cielo abierto y las represas generadoras de
energía, entre muchos otros. Por más que nos parezca inverosímil esta
combinación de intereses favorece la desposesión y una transforma-
ción asimétrica e inducida en el vínculo histórico que se ha tejido en
torno al manejo del territorio.
tienen todos el mismo origen enraizado
en la corrupción para vender y lucrar con
maderas, tierras y oro, carreteras de pea-
je, y desarrollo urbano desmedido, con
maíz para cerdos, automóviles y agroquí-
micos; en fin, con políticas neoliberales a
favor del gran capital que se espacializan
en una lógica de acumulación que favore-
ce el despojo de los territorios indígenas y
campesinos. Los representantes de las co-
munidades demostraron que se empeñan
en reproducir su cultura, tienen coraje y
compromiso para la defensa de sus terri-
torios y están conscientes que hay mucho
trabajo que hacer para armonizar, rescatar
y vigorizar sus colectividades, ya que las
soluciones necesariamente deben de sa-
lir desde sus fuerzas internas: la identidad
cultural, las epistemologías ancestrales y
emergentes, la voz de los ancianos, el tra-
bajo comunitario, el uso adecuado de los
bienes naturales, la educación autónoma,
la asamblea, la reciprocidad y la comunali-
dad, así como la capacidad de dialogo con
otros actores.
En cuanto a los derechos agrarios,
se reflexionó sobre la necesidad de forta-
lecer y delimitar las estructuras de poder
y representatividad agraria en los ejidos
y comunidades campesinas. Vigorizar las
voces de la asamblea donde se dialoga y
toman decisiones, otorgarle el papel eje-
cutivo a los integrantes del comisariado y
fortalecer al consejo de vigilancia para que
las decisiones agrarias de la asamblea sean
acatadas.
En materia de derecho indígena y de
derechos humanos, se compartieron las
NOTICIAS 87
Finalmente, además de la ri-
queza humana, de las experiencias
compartidas y las dudas resueltas,
quedó el compromiso de que es-
tos encuentros se sigan recreando
en este y otros contextos; espacios
donde los miembros de las comuni-
dades puedan compartir y conocer
experiencias de otras regiones del
México, de otros territorios, de otros
colectivos; además de dialogar con
expertos en materia legal, pues todo
comunero y toda comunidad debe
de conocer sus derechos. Como
compromisos quedan, pues, repe-
tir estos talleres para comunidades
como intercambios; generar diplo-
mados para abogados, estudiantes
y magistrados, redes de defensores
y formadores existentes, así como
crear bibliotecas abiertas de recur-
sos compartidos.
Foto
: Car
los
Hah
n
VOLUMEN IX | NÚMERO 188
La Red de Etnoecología y Patrimonio Bio-
cultural, del Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología de México, ha promovido y
establecido vínculos con instancias inte-
resadas en el conocimiento, aprovecha-
miento, defensa y preservación del patri-
monio biocultural de México a partir de la
articulación y sinergia entre los investiga-
dores miembros de la Red, la comunidad
académica, comunidades indígenas, or-
ganizaciones sociales y el sector público.
Los temas y actores centrales de la Red
son los pueblos indígenas y campesinos y sus
comunidades; los territorios que habitan y su
biodiversidad; las empresas sociales rurales
que establecen y sus formas de propiedad y
de acceso a los recursos locales; los conoci-
mientos, cosmovisiones, manejo y uso de la
naturaleza bajo reglas y valores propios
A un año de haberse conformado,
la Red llevará a cabo en Oaxaca de Juá-
rez, Ciudad Patrimonio de la Humanidad
y capital del estado con mayor diversidad
biológica y cultural de México, su Segun-
do Encuentro Nacional, con los objetivos
siguientes:
1. Realizar el balance de lo caminado en su
primera etapa
Segundo Encuentro Nacional de la Red de Etnoecología y
Patrimonio Biocultural2. Diseñar los proyectos de los siguientes años
3. Integrar a los miembros de la Red
4. Dar a conocer el trabajo de los becarios y establecer vínculos entre
ellos
5. Establecer y fortalecer relaciones con el sector social y el sector pú-
blico
6. Desarrollar, mediante el diálogo de saberes, talleres con jóvenes in-
dígenas
El Segundo Encuentro congrega a cerca de cien investigadores/as (al-
gunas/os nativo hablantes), activistas sociales, estudiantes, represen-
tantes de empresas sociales y del sector público. Del 25 al 26 de enero
del 2013, el majestuoso Centro Académico y Cultural San Pablo, en
el centro de la Ciudad de Oaxaca, se constituye en la sede oficial del
evento.
El programa incluye ocho conferencias con ponentes de Méxi-
co, Bolivia y Colombia, diez talleres (5 de trabajo y 5 de carácter de-
mostrativo), la Primer Feria del Patrimonio Biocultural (exhibición de
libros, carteles, bases de datos), cerca de 40 carteles con trabajos de
becarios e investigadores, una mesa redonda y dos plenarias. Los sin-
gulares eventos culturales son: la calenda etnoecológica (donde los
participantes realizan un recorrido nocturno por las calles de la ciudad,
portan faroles acompañados con una banda de música) y el fandango
biocultural, una fiesta lunar donde los invitados comparten la música
y los bailes tradicionales de los grupos étnicos de Oaxaca. La culmina-
ción es el domingo 27 con una visita a Nochixtlán, una de las regiones
bioculturales más activas en la defensa y promoción del patrimonio
de México.
Noticias89
Etnoecológica es una revista científica internacional,
arbitrada y de publicación cuatrimestral en formato
impreso y electrónico (de libre acceso), producida por la
Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Se dedica
al estudio, reconocimiento, revalorización y respeto
de la cosmovisión, conocimiento, uso y manejo de la
biodiversidad y agrodiversidad por parte de las sociedades
humanas.
La meta de esta plataforma editorial es
reflexionar desde diversos enfoques interdisciplinares,
multidisciplinares y transdisciplinares, el devenir de la
relación de la especie humana con su entorno así como
su articulación con las ciencias, las artes y la toma de
conciencia.
Las secciones de la revista son: Editorial, Dossier,
Artículos, Notas, Debate, Voces, Reseñas, reportajes y
entrevistas, Temas históricos y Noticias.
Líneas Temáticas
Son bienvenidos los resultados de investigaciones
empíricas y de revisión, experiencias colaborativas y
docentes que aborden, entre otras, las temáticas:
- Teoría y Metodología. Se analizará la relevancia del
patrimonio biocultural, la etnoecología, agroecología,
la historia y los procesos vigentes para formular teorías
que aborden la complejidad de las relaciones humano/
naturaleza dentro del contexto histórico, aportando
al debate sobre la crisis planetaria y las vías para su
solución.
- Educación, enseñanza-aprendizaje. Se afrontarán y
analizarán las experiencias prácticas y metodológicas
involucradas en el aprendizaje de los diferentes
campos de la etnoecología y etnobiología.
- Patrimonio biocultural, Etnobiología, Etnoecología del
paisaje, Etnogeografía, Agrodiversidad y afines.
- Protocolos bioculturales.
- Aspectos jurídicos, éticos, organizativos relacionados
con los pueblos del mundo, sus medios de vida y el
buen vivir.
- Multimedia
Especificaciones
- Artículos originales en español, inglés, francés,
portugués o lenguas indígenas.
- Extensión máxima de 12,000 palabras (incluyendo
cuadros, figuras y literatura citada), en Times New
Roman 12.
- Secciones:
o Título (conciso y claro, máximo 20 palabras), en
mayúsculas, centrado y en negrita.
o Autoría con adscripciones institucionales.
o Resumen en español y otro idioma elegido por el
autor, máximo 200 palabras.
o Cinco palabras clave.
o Secciones de introducción, metodología, resultados
y discusión, conclusiones, agradecimientos y
literatura citada.
- Ilustraciones y cuadros en el mismo archivo, con
permisos en caso de reimpresiones. Fotografía(s)
preferentemente en archivo (s) aparte.
- Nomenclatura biológica y química de acuerdo al
código internacional que corresponda.
- Estilo de redacción de acuerdo al manual de estilo
Chicago 15, autor-fecha.
o Citar dentro del párrafo el apellido seguido del
año de publicación (sin coma). Si se cita más de
un trabajo, el orden será de acuerdo al año de
publicación, de menor a mayor, separando a los
autores con punto y coma. Abreviaturas tales como
Norma editorial
ibid., et al., e.g., y cf. irán en minúscula y sin itálicas.
o Para la sección de literatura citada, se seguirá el
siguiente formato:
Artículo en revista científica:Hunn, E.S. 2007. Ethnobiology in four phases. Journal of
Ethnobiology 27: 1-10.
LibroIngold, T. 2000. The perception of the environment: Essays on
livelihood, dwelling and skill. New York: Routledge, 465p.
Libro editadoAnderson, E.N., P. Pearsall, E.S. Hunn, and N.J. Turner, eds. 2011.
Ethnobiology. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, Inc., 400p.
Capitulo de libro:Johnson, L.M., and I. Davidson-Hunt. 2011. Ethnoecology and
Landscapes. In Ethnobiology, edited by E.N. Anderson, D. Pearsall, E.S. Hunn, and N.J. Turner, 267-284. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, Inc.
Página web:Universidad Autónoma de Barcelona. Etnoecología. En
Laboratorio de Etnoecologia. Disponible en http://icta.uab.cat/Etnoecologia/index.php [verificado el 15 de noviembre de 2012]
La Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México,
invita a la comunidad académica internacional así como
a intelectuales locales a participar como autores en la
revista Etnoecológica.
MAYOR INFORMACIÓN:
Correo electrónico:
Página web:
http://independent.academia.edu/RevistaEtnoecologica
Submission Guidelines
Etnoecológica is an international scientific journal, peer-
reviewed and published quarterly in print and electronic
format (open access), produced by the Network for
Ethnoecology and Biocultural Heritage of the National
Council for Science and Technology of Mexico. It is
dedicated to the study, recognition, appreciation, and
respect for the use and management of biodiversity
and agro-biodiversity by human societies, as well as the
associated worldviews and knowledge.
The focus of this publication is to reflect, from
different interdisciplinary, multidisciplinary, and
transdisciplinary approaches, on the future of the human
species’ relationship with its surroundings as well as its
articulation with the sciences, the arts, and the raising of
awareness.
The journal contains the following sections: Editorial,
Dossier, Notes, Discussion, Voices, Reviews, Reportage
and Interviews, Historical Topics, and News.
Topics
We welcome the results of empirical research and reviews
as well as collaborative and educational experiences that
address, but are not limited to, the following topics:
- Theory and methodology: analysis of the relevance
of biocultural heritage, ethnoecology, agroecology,
and history as well as ongoing processes, for the
formulation of theories addressing the complexity of
human-nature relationships within historical context,
and as a contribution to the debate on the global crisis
and its solutions
- Education, teaching, and learning: methodological
and practical experiences involved in learning about
different fields of ethnoecology and ethnobiology
- Biocultural heritage, ethnobiology, landscape
ethnoecology, ethnogeography, agrobiodiversity, and
related topics
- Biocultural protocols
- Legal, ethical, and organizational issues related to
human communities, their livelihoods, and their
wellbeing
- Multimedia and technology
Preparation of manuscripts
- Original manuscripts accepted in Spanish, English,
French, Portuguese and indigenous languages
- Maximum length of 12,000 words (including tables,
figures, references, etc.), in Times New Roman font,
size 12
- Sections:
o Title (concise and clear, maximum 20 words), in
capital letters, centered and in bold
o Author(s) with institutional affiliation(s)
o Abstract in two languages (Spanish and a language of
the author’s choice) (maximum 200 words)
o Five Key words
o Introduction, Methodology, Results and Discussion,
Conclusion, Acknowledgments, and References
o Illustrations and tables should be in the same file as
the manuscript, with permissions if they are reprints;
Photograph(s) preferably in separate file(s)
o Biological and chemical nomenclature used
according to international codes
o For writing style, refer to the Chicago Manual of
Style, 15th edition
o To cite within a paragraph, the surname is followed
by the year of publication, without a coma. If citing
more than one work, the order is according to year
of publication, from earliest to most recent, authors
separated by coma. Abbreviations such as ibid., et al.,
e.g., and cf. are lowercase and without italics.
o Sample References format:
The Network for Ethnoecology and Biocultural Heritage
of the National Council for Science and Technology of
Mexico invites the international academic community as
well as local intellectuals to participate as authors in the
journal, Etnoecológica.
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