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  • T O V A N I A

    A N T O N C H J O V

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

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    Editado porelaleph.com

    1999 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    Escenas de la vida en el campo, en Cuatro Actos.

    PERSONAJES:

    ALEXANDER VLADIMIROVITCHSEREBRIAKOV, profesor retirado.ELENA ANDREEVNA, su mujer, 27 aos.SOFA ALEXANDROVNA (Sonia), su hija de unprimer matrimonio.MARA VASILIEVNA VOINITZKAIA, viuda deun consejero secreto y madre de la primera mujerdel profesor.IVN PTROVICH VOINITZKII, su hijo.MIJAIL LVOVICH ASTROV, mdico.ILIA ILICH TELEGUIN, terrateniente arruinado.MARINA, vieja nodriza.Un Mozo.

    La accin tiene lugar en la hacienda de Serebriakov.

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    ACTO PRIMERO

    La escena representa un jardn y parte de la fa-chada de la casa ante la que se extiende una terraza.En la alameda, bajo un viejo tilo, est dispuesta lamesa del t. Sillas, bancos y, sobre uno de ellos, unaguitarra. A corta distancia de la mesa, un columpio.Son ms de las dos de la tarde. El tiempo es som-bro.

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    ESCENA PRIMERA

    MARINA, viejecita tranquila, hace calceta senta-da junto al samovar; ASTROV pasea a su ladopor la escena.

    MARINA (sirvindole un vaso de t). - Toma, padre-cito.

    ASTROV (cogiendo con desgana el vaso).- Creo queno me apetece.

    MARINA.- Puede que quieras un poco de vodka.ASTROV.- No... No la bebo todos los das... El

    aire, adems, es sofocante. (Pausa.) Ama!... Cuntotiempo hace ya que nos conocemos?

    MARINA (cavilando).- Cuntos?... Que Dios med memoria!... Vers ... T viniste aqu..., a esta re-gin... cundo?... Vera Petrovna, la madre de So-

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    nechka, estaba todava en vida. Por aquel tiempo,antes de que muriera, viniste dos inviernos segui-dos..., lo cual quiere decir que har de esto unos on-ce aos. (Despus de meditar unos momentos.) Y hastapuede que ms.

    ASTROV.- He cambiado mucho desde enton-ces?

    MARINA.- Mucho. Antes eras joven, guapo...,mientras que ahora has envejecido... Y dnde se teha ido la belleza? Tambin hay que decir que bebesvodka.

    ASTROV.- S. En diez aos me he vuelto otrohombre. Y por Qu causa?... Porque trabajo dema-siado, ama... No conozco el descanso, y hasta por lanoche, bajo la manta, estoy siempre temiendo quevengan a llamarme para ir a ver a algn enfermo.Desde que nos conocemos no he tenido un da li-bre, y as..., quin no va a envejecer? Adems, lavida de por s es aburrida, tonta, sucia... Eso tam-bin influye mucho. A tu alrededor no ves; mas quegentes absurdas, y cuando llevas viviendo con ellasdos o tres aos, t mismo, poco a poco y sin dartecuenta, te vas volviendo tambin absurdo... Es undestino inevitable. (Rizndose los largos bigotes.) Qubigotazo ms enorme he echado! Qu bigote ms

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    tonto! Me he vuelto absurdo, ama!... Tonto todavano me he vuelto. Dios es misericordioso! Mis sesosestn en su sitio; pero tengo, en cierto modo, atro-fiado el sentimiento. No deseo nada, no necesito denadie y no quiero a nadie. Acaso slo te quiero a ti.(Le besa la cabeza.) Cuando era nio, tuve tambin unama como t.

    MARINA.- Puede que quieras comer algo.ASTROV.- No. En la tercera semana de Cua-

    resma, durante la epidemia, tuve que ir a Malitzkoe...Cuando el tifus exantemtico... All, en las isbas,se moran las gentes como moscas... Suciedad...,pestilencia..., humo..., terneros por el suelo, junto alos enfermos!... Hasta cerdos haba!... Yo no mesent en todo el da, ni prob bocado; pero, eso s...,cuando llegu a casa, tampoco me dejaron descan-sar. Me traan al guardagujas de la estacin... Le ten-d sobre la mesa para operarle, y se me muri bajo elcloroformo... Pues bien..., entonces..., cuando menosfalta haca, el sentimiento despert dentro de m. Laconciencia me dola como si le hubiera matadopremeditadamente. Me sent, cerr los ojos..., as..., ypens: aquellos que hayan de sucedernos dentro decien o doscientos aos, y para los que ahora des-

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    brozamos el camino..., tendrn para nosotros unapalabra buena?... No la tendrn, ama!

    MARINA.- La gente no la tendr; pero Dios, s.ASTROV.- S. Gracias... Has hablado muy bien.

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    ESCENA II

    Entra Voinitzkii.

    VOINITZKII (ha salido de la casa con aspecto de ha-ber estado durmiendo despus del almuerzo y, sentndose en elbanco, endereza su corbata de petimetre).- Bueno... (Pausa.)Bueno...

    ASTROV.- Has dormido bien?VOINITZKII.- Muy bien, s. (Bosteza.) Desde

    que viven aqu el profesor y su mujer..., mi vida seha salido de su carril. No duermo a las horas en quesera propio hacerlo; en el almuerzo y la comida,como cosas que no me convienen; bebo vinos...Nada de esto es sano!... Antes no dispona de unminuto libre. Sonia y yo trabajbamos mucho; pero

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    ahora es ella sola la que trabaja, mientras yo duermocomo, bebo... No est bien, desde luego!

    MARINA (moviendo la cabeza).- Vaya orden devida!... El samovar esperando desde por la maa-na temprano, y el profesor levantndose a las do-ce!... Antes de venir ellos, comamos, como todo elmundo, a poco de dar las doce; pero, con ellos, a lasseis pasadas... Luego, por la noche, el profesor sepone a leer y a escribir, y, de repente..., a eso de lasdos, un timbrazo ... Qu se le ofrece, padreci-to?... El t!... Y, por l, tiene una que despertar ala gente..., preparar el samovar... Vaya orden decasa!

    ASTROV.- Piensan quedarse mucho tiempotodava?

    VOINITZKII (silbando). - Cien aos... El profe-sor ha decidido establecerse aqu.

    MARINA.- Pues ahora est pasando igual. Elsamovar lleva ya dos horas sobre la mesa, yellos..., de paseo.

    VOINITZKII.- Ah vienen ya... Ya vienen, no tealteres.

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    ESCENA III

    Se oyen primero voces y, despus, surgiendo delfondo del jardn, entran en escena, de vuelta del pa-

    seo, Serebriakov, Elena Andreevna, Sonia y Te-leguin.

    SEREBRIAKOV.- Magnfico! Magnfico!...Las viejas son maravillosas!...

    TELEGUIN.- Maravillosas, excelencia!SONIA.- Maana iremos al campo forestal, pa-

    p. Quieres?VOINITZKII.- Seores! A tomar el t!SEREBRIAKOV.- Amigos mos! Sean buenos

    y mndenme el t al despacho! Hoy tengo todavaque hacer!

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    SONIA.- Seguro que te gustar el campo fores-tal! (Salen Elena Andreevna, Serebriakov y Sonia. Teleguinse acerca a la mesa y se sienta al lado de Marina.)

    VOINITZKII.- Con el calor que hace y este airesofocante, nuestro gran sabio lleva abrigo, chanclos,paraguas y guantes!

    ASTROV.- Lo que quiere decir que se cuida.VOINITZKII.- Y Qu maravillosa es ella!...

    Qu maravillosa! En toda mi vida no he visto unamujer ms bonita!

    TELEGUIN.- Mara Timofeevna!... Lo mismocuando voy por el campo, que cuando me paseo porla fronda de este jardn, o miro a esta mesa..., expe-rimento una inefable beatitud!... El tiempo es mara-villoso, los pajarillos cantan y la paz y la concordiareinan entre todos! Qu ms se puede desear?(Aceptando un vaso de t.) Se lo agradezco con toda elalma.

    VOINITZKII (soando alto).- Qu ojos! Qumujer maravillosa!

    ASTROV.- Cuntame algo, Ivn Petrovich.VOINITZKII (en tono aptico).- Qu quieres que

    te cuente?...ASTROV.- No ocurre nada nuevo?

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    VOINITZKII.- Nada... Todo es viejo! Yo...,igual que antes, o quiz peor, porque me he vueltoperezoso, no hago nada y gruo como un viejo ca-duco... Mi vieja maman balbucea todava algo so-bre la emancipacin femenina, y mientras con unojo mira a la tumba, con el otro busca, en sus librosdoctos, la aurora de una nueva vida.. .

    ASTROV.- Y el profesor?VOINITZKII.- El profesor, como siempre, se

    pasa el da, de la maana a la noche, sentado, escri-be que te escribe... Con la frente fruncida y lamente tersa, escribimos y escribimos odas, sin quepara ellas ni para nosotros oigamos alabanzas!...Pobre papel! Mejor hara en escribir su autobio-grafa!... Un profesor retirado, viejo mendrugo, en-fermo de gota, de reumatismo, de jaqueca y con elhgado inflamado por los celos y la envidia... Estepescado seco reside, a pesar suyo, en la hacienda desu primera mujer -porque su bolsillo no le permitevivir en la ciudad- y se lamenta constantemente desus desdichas, aunque la realidad sea que es extraor-dinariamente feliz. Hazte cargo de la cantidad desuerte que tiene!... (Nervioso.) Hijo de un simple sa-cristn, ha subido por los grados de la ciencia y haalcanzado una ctedra. Es excelencia, ha tenido por

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    suegro un senador, etctera... No es que importemucho nada de eso, dicho sea de paso, pero ten encuenta lo siguiente: este hombre, durante exacta-mente veinticinco aos, escribe sobre arte sin com-prender absolutamente nada de arte... Durante vein-ticinco aos exactamente, mastica las ideas ajenassobre realismo, naturalismo y toda otra serie detonteras... Durante veinticinco aos lee y escribesobre lo que para la gente instruida hace tiempo esconocido y para los necios no ofrece ningn inte-rs... Lo cual quiere decir que su trabajo ha sido va-no... No obstante..., Qu vanidad!, Qupretensiones!... Retirado, no hay alma viviente que leconozca. Se le ignora completamente. Lo cual quieredecir que durante veinticinco aos ha estado ocu-pando un lugar que no le corresponda... Y fjate...,cuando anda, su paso es el de un semidis.

    ASTROV.- Parece enteramente que tienes envi-dia.

    VOINITZKII.- Tengo envidia, si... Y Qu xitoel suyo con las mujeres! Ni Don Juan supo de unxito tan rotundo!... Su primera mujer -mi hermana-,criatura maravillosa, tmida, lmpida como este cieloazul; noble, generosa, contando con ms admirado-res que l alumnos..., le quiso como slo los ngeles

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    pueden querer a otros ngeles tan puros y maravi-llosos como ellos... Mi madre, a la que inspira unterror sagrado, contina adorndole... Su segundamujer... bonita, inteligente -ahora mismo acaba us-ted de verla-, se cas con l cuando ya era viejo, en-tregndole su juventud, su belleza, su libertad y suesplendor... Por qu?... Para qu?

    ASTROV.- Y es fiel al profesor?VOINITZKII.- Desgraciadamente, s.ASTROV.- Por qu desgraciadamente?...VOINITZKII.- Porque esa fidelidad es falsa

    desde el principio hasta el fin. Le sobra retrica ycarece de lgica. Engaar a un viejo marido al queno se puede soportar es inmoral, mientras que el es-forzarse en ahogar dentro de s la pobre juventud yel sentimiento vivo, no lo es.

    TELEGUIN (con voz llorosa).- Vania! No megusta orte hablar as!... El que engaa a la mujer oal marido es un ser infiel!... Capaz tambin de trai-cionar a la patria!

    VOINITZKII (con enojo).- Cierra el grifo, Va-nia!

    TELEGUIN.- Permteme, Vania!... Mi mujer...,y sin duda por culpa de mi exterior poco atrayente...,se fug, al da siguiente de la boda, con un hombre a

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    quien quera!... Pues bien..., despus de esto, yo se-gu cumpliendo con m deber! Todava la quiero yle guardo fidelidad!... La ayudo cuanto puedo, y lehe hecho entrega de todos mis bienes, para queatienda a la educacin de los niitos que tuvo conaquel hombre a quien quiso! Me fall la dicha, perome qued el orgullo!... Y ella, en cambio?... Su ju-ventud pas, su belleza -sujeta a las leyes de la natu-raleza- acab marchitndose, y el hombre a quienquera falleci. Qu le ha quedado?

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    ESCENA IV

    Entran Sonia y Elena Andreevna. Un poco des-pus, y con un libro entre las manos, MARA Vasi-lievna. sta, despus de sentarse, se pone a leer. Le

    sirven el t, que bebe sin alzar la vista del libro.

    SONIA (al ama, en tono apresurado).- Amita! Ahhan venido unos mujiks. Vete a hablar con ellos.Yo me ocupar del t. (Sirve este. Sale el ama. ElenaAndreevna coge su taza, que bebe sentada en el columpio.)

    ASTROV (a Elena Andreevna).- Vena a ver a sumarido. Me escribi usted dicindome que tenareuma y no s Qu ms cosas, y resulta que est sa-nsimo...

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    ELENA ANDREEVNA.- Ayer, anochecido, sequejaba de dolor en las piernas; pero hoy ya no tie-ne nada.

    ASTROV.- Y yo recorriendo a toda pisa treintaverstas! Qu se le va a hacer! No es la primeravez que ocurre!... Eso s, como recompensa, mequedar en su casa, por lo menos, hasta maana!...Siquiera, dormir quantum satis!...

    SONIA.- Magnfico! Es tan raro que se quede adormir! Seguro que no ha comido usted.

    ASTROV.- En efecto, no he comido.SONIA.- Pues as comer con nosotros. Ahora

    no comemos hasta despus de las seis. (Bebe.) El test fro.

    TELEGUIN.- S, la temperatura del samovarha descendido considerablemente.

    ELENA ANDREEVNA.- No importa, IvnIvanich. Lo beberemos tro.

    TELEGUIN.- Perdn...; pero no soy Ivn Iva-nich, sino Ilia Ilich..., Ilia Ilich Teleguin, o -como mellaman algunos, por mi cara picada de viruela- Va-flia1. En tiempos fui padrino de Sonechka, y su ex-celencia, su esposo me conoce mucho. Ahora vivo

    1 Plancha de barquillo a cuadritos.

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    en su casa, en esta hacienda... Si se ha servido ustedreparar en ello, todos los das como con ustedes.

    SONIA.- Ilia Ilich es nuestro ayudante..., nuestrobrazo derecho. (Con ternura.) Traiga, padrinito. Ledar ms t.

    MARA VASILIEVNA.- Ah!...SONIA.- Qu le pasa, abuela?MARA VASILIEVNA.- He olvidado decir a

    Alexander -se me va la memoria- que he recibidohoy carta de Jarkov. De Pavel Alekseevich... Envia-ba su nuevo artculo.

    ASTROV.- Y es interesante?MARA VASILIEVNA.- S, pero un poco extra-

    o. Se retracta de cuanto hace siete aos era el pri-mero en defender. Es terrible!

    VOINITZKII.- No veo lo terrible por ningunaparte. Bbase el t, maman.

    MAMA VASILIEVNA.- Pero si quiero hablar!VOINITZKII.- Desde hace cincuenta aos no

    hacemos ms que hablar, hablar y leer artculos. Yaes hora de terminar.

    MARA VASILIEVNA.- No s por qu no teagrada escuchar cuando yo hablo... Perdona, lean,pero en este ltimo ao has cambiado tanto, que no

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    te reconozco. Antes eras un hombre de conviccio-nes definidas... Tenas una personalidad clara.

    VOINITZKII.- Oh, s!... Tena una personali-dad clara con la que no daba claridad a nadie!...(Pausa.) Tena una personalidad clara! Imposibleemplear ingenio conmigo ms venenosamente!...Tengo ahora cuarenta y siete aos. Pues bien... ; co-mo usted, hasta el ao pasado me apliqu ex profe-so a embrumar mis ojos con su escolstica, para nover la verdadera vida, e incluso pensaba que hacabien... Ahora, en cambio... Si usted supiera!... Mirabia, mi enojo por haber malgastado el tiempo demodo tan necio, cuando poda haber tenido todocuanto ahora la vejez rehusa, me hace pasar las no-ches en vela!

    SONIA.- To Vania! Es aburrido!MARA VASILIEVNA (a su hijo).- Parece que

    echas algo la culpa de eso a tus anteriores convic-ciones, cuando la culpa no es de ellas, sino tuya!Olvidas que las convicciones por s solas no sonnada!... Nada ms que letra muerta! Haba que ac-tuar!

    VOINITZKII.- Actuar!... No todo el mundo escapaz de convertirse en un perpetuum mobile dela escritura, como su Herr profesor!

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    MARA VASILIEVNA.- Qu quieres decir coneso?

    SONIA (en tono suplicante).- Abuela!... To Va-nia!... Os lo ruego!

    VOINITZKII.- Me callo. Me callo y me someto.(Pausa.)

    ELENA ANDREEVNA.- La verdad es que eltiempo hoy est hermoso. No hace ningn calor...(Pausa.)

    VOINITZKII.- Un tiempo muy bueno paraahorcarse. (Teleguin afina la guitarra. Marina da vueltasante la casa, llamando a las gallinas.)

    MARINA.- Pitas, pitas, pitas!SONIA.- Amita! A Qu venan esos mujiks?MARINA.- A lo de siempre. Otra vez para lo del

    campito... Pitas, pitas, pitas!...SONIA.- A quin llamas?MARINA.- Es que Petruschka se ha escapado

    con los pollitos!... Pueden robarlos los cuervos!(Sale. Teleguin toca en la guitarra una polca. Todos escuchanen silencio.)

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    ESCENA V

    Entra un mozo de labranza

    EL MOZO.- Est aqu el seor doctor? (A As-trov.) Vienen a buscarle, Mijail Lvovich.

    ASTROV.- De dnde?EL MOZO.- De la fbrica.ASTROV (Con enojo).- Pues tantas gracias!...

    Qu se le va a hacer!. (Buscando con los ojos la gorra.)Tengo que ir... Qu lstima diablos!

    SONIA.- Qu lstima, verdaderamente!... Cuan-do est de vuelta de la fbrica, vngase aqu a comer.

    ASTROV.- Imposible. Ser demasiado tarde.Cmo voy a poder... (Al mozo.) Oye, amigo! Tre-me una copa de vodka! (Sale el mozo.) Cmo voy apoder... (Ponindose la gorra.) En una de sus obras tea-

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    trales, Ostrovsky presenta un personaje de largosbigotes y cortas capacidades... Pues bien, ese soyyo... As es que..., tengo el honor, seores, de salu-darles. (A Elena Andreevna.) Me proporcionar unasincera alegra si un da va a visitarme con SofaAlexandroyna. Soy dueo de una pequea hacienda,que no tendr arriba de unas treinta desiatin2, pe-ro si le interesa ver un jardn modelo y un inverna-dero como no lo hay igual en mil verstas a laredonda, all lo encontrar. Tengo junto a m los vi-veros del Estado, y, como el guarda forestal es viejoy est siempre enfermo, soy yo, en realidad, el que seocupa de ellos.

    ELENA ANDREEVNA.- Ya me han dicho quetiene usted gran amor a los bosques. Claro que esmucho el servicio que puede usted prestarles; pe-ro..., acaso ello no perjudica a su verdadera voca-cin? Es usted mdico!

    ASTROV.- Slo Dios sabe cul es nuestra ver-dadera vocacin!

    ELENA ANDREEVNA.- Y resulta interesan-te?

    ASTROV.- S. Es un trabajo interesante.

    2 Medida de tierra.

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    VOINITZKII (con irona).- Mucho!ELENA ANDREEVNA (a Astrov).- Es usted

    todava joven. Representa usted tener treinta y seis otreinta y siete aos, y la cosa, seguramente, no es taninteresante como dice. Bosques, bosques y bosquessiempre!... Se me figura que es muy montono!

    SONIA.- No... Es muy interesante. Mijail Lvo-vich, todos los aos planta nuevos bosques, y ya hasido premiado con una medalla de bronce y un di-ploma. Se preocupa tambin de que los viejos bos-ques no se pierdan. Si le oye usted, acabar siendode su opinin... Dice que los bosques adornan la tie-rra y ensean al hombre a penetrar en sus maravi-llas, inspirndole grandeza de nimo... Que losbosques dulcifican la severidad del clima y que enlos pases donde este es Ms benigno, se consumenmenos fuerzas en la lucha con la naturaleza, por loque el hombre all es ms suave y ms tierno. All-dice- la gente es bella, flexible, fcil a la sensibili-dad. Su lenguaje es fino, sus movimientos grciles,florecen sus ciencias y su arte; su filosofa no essombra, y su relacin hacia la mujer est impregna-da de una gran nobleza.

    VOINITZKII (riendo). - Bravo, bravo!... Todoeso resulta grato, pero nada conveniente!... Por tan-

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    to... (A Astrov.) Permteme, amigo mo, que conti-ne encendiendo mis estufas con lea y construyen-do mis cobertizos de madera.

    ASTROV.- Podras encender tus estufas conturba y construir los cobertizos de piedra; pero,bueno..., admito que se corten por necesidad, perodestruirlos... por qu? Los bosques rusos crujenbajo el hacha, parecen millones de rboles, se vacanlas moradas de los animales y de los pjaros, los rospierden profundidad y se secan; desaparecen, paranunca volver, paisajes maravillosos, y todo porqueel hombre, perezoso, carece del sentido que le haraagacharse y extraer de la tierra el combustible. (AElena Andreevna.) No es verdad, seora?... Es preci-so ser un brbaro sin juicio para quemar en la estufaesa belleza... Para destruir lo que nosotros somosincapaces de crear... Si el hombre est dotado de jui-cio y de fuerza creadora, es para multiplicar lo que leha sido dado y, sin embargo, hasta ahora, lejos decrear nada, lo que hace es destruir... Cada da es me-nor y menor el nmero de bosques... Los ros se se-can, las aves desaparecen, el clima pierdebenignidad, y la tierra se empobrece y se afea. (AVoinitzkii.) Me miras con irona, como si todocuanto estoy diciendo no te pareciera serio... Y pue-

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    de que, en efecto, sea una chifladura...; pero cuandopaso ante bosques de campesinos, a los que he sal-vado de la tala, cuando oigo el rumor de un jovenbosque plantado por m, reconozco que el climaest algo en mis manos y que si, dentro de mil aos,el hombre es feliz, ser un poco por causa ma...Cuando planto un pequeo abedul, al que veo des-pus verdear y mecerse con el viento, se me llena elalma de orgullo y... (Viendo avanzar al mozo con la copade vodka..) A todo esto... (Bebe) ya es hora de mar-charse. Esto, seguramente, es una chifladura. Ten-go el honor de saludaros!... (Se encamina hacia la casa.)

    SONIA (siguindole, le coge del brazo).- Cundovendr a vernos?

    ASTROV.- No lo s.SONIA.- Va a estar otro mes sin venir? (Salen

    Astrov y Sonia. Mara Vasilievna y Teleguin continan allado de la mesa y Elena Andreevna y Voinitzkii se dirigen ala terraza.)

    ELENA ANDREEVNA.- Ivn Petrovich! Havuelto usted a comportarse de un modo imposible!Qu necesidad tena de excitar a Mara Vasilievnadicindole eso del perpetuum mobile? Otra vezhoy, durante el almuerzo, empez usted a discutircon Alexander! Eso no puede ser!

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    VOINITZKII.- Pero si le aborrezco!ELENA ANDREEVNA.- No hay motivo nin-

    guno para aborrecer a Alexander! Es un hombrecomo todo el mundo! No es peor que usted!

    VOINITZKII.- Si hubiera usted podido verle elrostro y los movimientos!... Qu pereza tiene devivir!... Oh, Qu pereza!

    ELENA ANDREEVNA.- Pereza, s, y aburri-miento!... Todos critican a mi marido! Todos memiran con compasin!... Qu desgraciada!...Tiene un marido viejo!... y, oh, cmo compren-do ese inters por m!... Todos ustedes -como aca-ba de decir Astrov-, insensatamente, dejan perecerlos bosques, y pronto en la tierra no habr nada!Pues bien... del mismo modo insensato, labran laprdida del hombre, y pronto sobre la tierra -graciasa ustedes- no quedar ni fidelidad, ni pureza, ni ca-pacidad de sacrificio! Por Qu no pueden ver conindiferencia a una mujer que no es suya?... Senci-llamente porque -tiene razn el doctor- cada uno deustedes lleva dentro el demonio de la destruccin!No tienen piedad! ni para los bosques, ni para lospjaros, ni para las mujeres, ni el uno para el otro!

    VOINITZKII.- No me gusta esa filosofa. (Pau-sa.)

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    ELENA ANDREEVNA.- Ese doctor, por la ca-ra, parece cansado y nervioso. Es una cara intere-sante la suya. Por lo visto, le gusta a Sonia. Estenamorada de l, y lo comprendo... Durante mi es-tancia aqu, ya ha venido tres veces; pero, como soytmida, no he hablado con l una sola, como es de-bido..., afectuosamente. Me creer de un carcteravieso... Seguramente usted y yo, Ivn Petrovich,somos tan buenos porque los dos somos aburridosy tristes... No me mire de esa manera. No me gusta.

    VOINITZKII.- Y cmo voy a mirarla de otramanera, si la quiero?... Es usted mi dicha, mi vida,mi juventud! S que mis probabilidades a una reci-procidad por su parte equivalen a cero; pero no ne-cesito nada!... Permtame tan slo que la mire, queoiga su voz!.. .

    ELENA ANDREEVNA.- Cuidado! Puedenorle! (Se dirige a la casa.)

    VOINITZKII (siguindola).- Permtame que lehable de mi amor! No me rechace! Esa ser param la mayor felicidad!

    ELENA ANDREEVNA.- Es martirizante! (Sa-len ambos. Teleguin toca a la guitarra una polca. Mara Va-silievna anota algo en el margen del libro.)

    Teln.

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    ACTO SEGUNDO

    Comedor en casa de los SEREBRIAKOV.Es de noche. Se oye el golpeteo del guarda a su

    paso por el jardn.

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    ESCENA PRIMERA

    Serebriakov, sentado en una butaca ante la ven-tana abierta, dormita. Elena Andreevna, a su lado,

    dormita tambin.

    SEREBRIAKOV (espabilndose).- Quin estah?... Eres t, Sonia?

    ELENA ANDREEVNA.- Soy yo.SEREBRIAKOV.- T, Leonechka?... Qu

    dolor ms insoportable!ELENA ANDREEVNA.- Se te ha cado al suelo

    la manta. (Arropndole la pierna.) Voy a cerrar la ven-tana, Alexander.

    SEREBRIAKOV.- No. Me sofoco. Ahora, alquedarme dormido, so que mi pierna izquierdano era ma, y me despert con un dolor torturante.

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    No...; esto no es gota. Ms bien parece reuma...Qu hora es ya?

    ELENA ANDREEVNA.- Las doce y veinte.(Pausa.)

    SEREBRIAKOV.- Bscame maana por la ma-ana en la biblioteca el libro de Batiuschkov. Meparece que lo tenemos.

    ELENA ANDREEVNA.- Qu?...SEREBRIAKOV.- Que me busques por la ma-

    ana a Batiuschkov... Creo que lo tenemos... Pero...por Qu me dar esta fatiga al respirar?

    ELENA ANDREEVNA.- Ests cansado!... Yaes la segunda noche que no duermes!

    SEREBRIAKOV.- Dicen que a Turgueniev lagota le produjo una angina de pecho. Temo tener yolo mismo... Maldita y asquerosa vejez!... Que la lle-ve el diablo!... Al hacerme viejo empec a sentir ascode m mismo... Tambin a todos vosotros os darasco mirarme!

    ELENA ANDREEVNA.- Hablas de tu vejezcomo si los dems tuviramos la culpa de que seasviejo.

    SEREBRIAKOV.- A ti es a la primera a quiendoy asco. (Elena Andreevna se levanta y va a sentarse a al-guna distancia.) Claro!... Tienes razn!... No soy

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    tonto y lo comprendo! Eres joven, bonita, sana, yquieres vivir, mientras que yo soy un viejo y casi uncadver!... Acaso no lo comprendo?... Natural-mente; es tonto que contine vivo; pero... esperen,que ya pronto les librar a todos!... Ya no falta mu-cho!

    ELENA ANDREEVNA.- No puedo ms... Porel amor de Dios, cllate!

    SEREBRIAKOV.- Ahora resulta que, gracias am, nadie puede ms... Todos se aburren, pierden lajuventud, y slo yo disfruto de la vida y estoy con-tento... Claro!

    ELENA ANDREEVNA.- Cllate! Me estsmartirizando!

    SEREBRIAKOV.- A todos estoy martirizan-do!... Claro!

    ELENA ANDREEVNA (entre lgrimas).- Es in-soportable!... Dios... Qu quieres de m?

    SEREBRIAKOV.- Nada.ELENA ANDREEVNA.- Pues cllate ... ; te lo

    ruego.SEREBRIAKOV.- Qu extrao!... Se pone a

    hablar Ivn Petrovich o esa vieja idiota de MaraVasilievna y no pasa nada. Se les escucha... ; peroapenas digo yo una palabra, todos empiezan a sen-

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    tirse desgraciados. Hasta mi voz inspira asco!... Pe-ro, bueno... an admitiendo que sea asqueroso,egosta, dspota..., ser posible que ni siquiera en lavejez me asista algn derecho al egosmo?... Serposible que no me lo haya merecido?... Ser posi-ble que no pueda aspirara una vejez tranquila y a laconsideracin de las gentes?

    ELENA ANDREEVNA.- Nadie discute tus de-rechos. (El viento golpea en la ventana.) Se ha levantadomucho aire y voy a cerrar la ventana. (Cierra sta.) Vaa empezar a llover... Nadie discute tus derechos.(Pausa. Se oye el golpeteo del cayado del guarda, que pasacantando por el jardn.)

    SEREBRIAKOV.- Haberse pasado la vida tra-bajando para la ciencia!... Estar acostumbrado a undespacho, a un auditorio, a compaeros a los que seestima...! y, de pronto, sin ms ni ms, encontrarseen este panten!... Ver un da tras otro gente necia,y escuchar conversaciones insulsas!... Quiero vivir!Me gusta el xito, la celebridad, el ruido; y aqu seest como en el exilio, recordando con tristeza yconstantemente el pasado!... Siguiendo los xitosajenos y temiendo la muerte!... No puedo!... Mefaltan las fuerzas! Y, por aadidura, aqu no quiereperdonrseme la vejez!

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    ELENA ANDREEVNA. - Espera... Ten pacien-cia. Dentro de cinco o seis aos, yo tambin servieja.

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    ESCENA II

    Entra Sonia.

    SONIA.- T mismo mandas a buscar al doctor,y cuando llega, te niegas a recibirle!... No es muyatento!... Resulta as, que se le ha molestado intil-mente!

    SEREBRIAKOV.- Para Qu necesito yo de tuAstrov?... Entiende tanto de medicina como yo deastronoma!

    SONIA.- No faltara ms sino que hiciramosvenir aqu, para tu gota, a toda la facultad de Medi-cina!

    SEREBRIAKOV.- Con ese chiflado no quiero nicruzar palabra.

    SONIA.- A tu gusto. (Se sienta.) A m me da igual.

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    SEREBRIAKOV.- Qu hora es?ELENA ANDREEVNA.- Las doce pasadas.SEREBRIAKOV.- Qu Sofoco!... Sonia!...

    Treme las gotas que estn sobre la mesa!SONIA.- Ahora mismo. (Se las da.)SEREBRIAKOV (Con irritacin).- Ah! No son

    stas! No puede uno pedir nada!SONIA.- Por favor, no seas caprichoso! Puede

    que haya a quien eso le gusta, pero a m, lbrame deello, por favor! No me agrada! Adems, no puedoperder tiempo. Maana por la maana tengo quelevantarme temprano para la siega! (Entra Voinitzkii,envuelto en una bata y con una vela en la mano.)

    VOINITZKII.- Me parece que vamos a tenertormenta. (Un relmpago.) Ah est!... Helne ySonia, vyanse a dormir. He venido a relevarlas.

    SEREBRIAKOV (asustado). - No, no! ... No medejis con l!... No! ... Me aturdir con su con-versacin.

    VOINITZKII.- Pero es preciso que descansen!Esta es la segunda noche que se pasan en vela!

    SEREBRIAKOV.- Pues que se vayan a dormir,pero t mrchate tambin!... Gracias!... Te suplico,en nombre de nuestra antigua amistad, que no pro-testes! Ya habr tiempo de hablar despus!

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    VOINITZKII (con una ligera sonrisa).- Nuestraantigua amistad!

    SONIA.- Cllate, to Vania!SEREBRIAKOV (a su mujer).- Querida! No me

    dejes con l! Me aturdir!VOINITZKII.- Hasta resulta cmico! (Entra

    Marina, con una vela en la mano.)SONIA.- Qu haces, amita, que no te acuestas?

    Es muy tarde!MARINA.- El samovar no se ha retirado to-

    dava de la mesa! Cmo va una a acostarse?SEREBRIAKOV.- Nadie duerme aqu, todos

    estn agotados, y yo soy el nico que lo pasa bien!MARINA (con ternura, acercndose a Serebriakov).-

    Qu hay, padrecito? Te duele?... Tambin a m seme cargan mucho las piernas! (Arreglndole la manta.)Esta enfermedad... hace tiempo ya que la tienes!...Me acuerdo de que la difunta Vera Petrovna..., lamadre de Conechka..., se pasaba ya las noches envela!... Cmo te quera! (Pausa.) Los viejos soniguales a los nios!... Les gusta que se les mime...pero a los viejos no les mima nadie! (Besa a Serebria-kov en el hombro.) Vmonos, padrecito, a la cama!...Vmonos, lucero!... Te har un poco de tila, te ca-lentar las piernecitas y rezar a Dios por ti!...

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    SEREBRIAKOV (Conmovido).- Vamos, Marina.MARINA.- Tambin a m se me cargan mucho

    las piernas! (Le conduce, ayudada por Sonia.) Vera Pe-trovna se pasaba las noches en vela..., llorando!...T entonces, Soniuschka, eras todava pequea...tonta!... Vamos, vamos, padrecito! (Salen Serebriakov,Sonia y Marina.)

    ELENA ANDREEVNA.- Me ha dejado agota-da! Apenas me sostienen los pies.

    VOINITZKII.- l a usted, y yo a m mismo. Yaes la tercera noche que no duermo.

    ELENA ANDREEVNA.- No marchan bien lascosas en esta casa!... Su madre aborrece todo lo queno sean sus artculos y el profesor. ste, a su vez,est irritado; a m no me cree y a usted le teme. So-nia se enfada con su padre y hace ya dos semanasque no me habla; usted detesta a mi marido y des-precia abiertamente a su madre, y yo... me excitotambin..., por lo que hoy habr estado a punto dellorar unas veinte veces... No marchan bien las co-sas en esta casa!

    VOINITZKII.- Dejmonos de filosofas!ELENA ANDREEVNA.- Usted, Ivn Petro-

    vich, es instruido e inteligente, y parece que deberacomprender que el mundo no se destruye por el

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    fuego, ni por los bandidos, sino por el odio, la ene-mistad y toda esta serie de mezquindades... En vezde refunfuar, lo que tendra que hacer sera recon-ciliar a unos y a otros...

    VOINITZKII.- Reconclieme primero conmigomismo!... Querida ma! (Le besa la mano.)

    ELENA ANDREEVNA (retirando esta).- Dje-me! Vyase!

    VOINITZKII.- Pronto cesar la lluvia y todo enla naturaleza adquirir un nuevo frescor y respirarlibremente!... Slo a m no me refrescar la tor-menta!... De da y de noche me angustia el pensa-miento de que mi vida est perdida para siempre!...Mi pasado se consumi intilmente en puerilida-des, y mi presente es de una terrible absurdidad!... Heos aqu, amor y vida mos! Qu hacer con vo-sotros? Dnde meteros? Mi sentimiento se con-sume intilmente, como el rayo de sol dentro de unhoyo, y yo me consumo con l!

    ELENA ANDREEVNA.- Orle hablar de suamor me produce un..., a modo de embotamiento, yno s qu decirle... Perdone..., no puedo decir nada.(Intentando marcharse.) Buenas noches.

    VOINITZKII (cerrndole el paso). - Si supierausted lo que me hace sufrir el pensar que a mi lado,

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    en esta misma casa, se malogra otra vida..., la suya!...Qu espera usted? Qu maldita filosofa la en-torpece? Comprndame! Comprndame!

    ELENA ANDREEVNA (mirndole fijamente).- Ivn Petrovich! Est usted borracho!

    VOINITZKII.- Puede ser!ELENA ANDREEVNA.- Dnde est el doc-

    tor?VOINITZKII.- Ah dentro. Se queda a pasar la

    noche conmigo...Puede ser..., puede ser!... Todo puede ser!ELENA ANDREEVNA.- Tambin hoy estu-

    vo bebiendo?. .. Por qu?VOINITZKII.- Al menos se parece a vivir! No

    me lo impida, Helne!ELENA ANDREEVNA.- Antes no beba usted

    nunca... ni hablaba tanto! Vyase a dormir! Sucompaa me aburre!

    VOINITZKII (besndole ardientemente la mano).-Querida ma! Encanto!

    ELENA ANDREEVNA (con enojo).- Djeme!Resulta repugnante! (Sale.)

    VOINITZKII (solo).- Se fue! (Pausa.) La conochace diez aos en casa de mi difunta hermana! Te-na ella diecisiete; treinta y siete yo... Por qu no me

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    enamorara de ella en aquel tiempo y solicitara sumano?... Hubiera sido tan fcil entonces! ... Ahorasera mi mujer!... S!... Ahora la tormenta nos hu-biera despertado a ambos! Ella se asustara de lostruenos y yo, sujetndola con mis brazos, le murmu-rara: No temas! Estoy aqu! ... Oh, pensa-mientos maravillosos! ... Qu bien me siento!...Hasta ro!... Pero, ay, Dios mo!... Las ideas seembrollan en mi cabeza?... Por qu soy viejo?...Por qu no me comprende?... Su retrica, su mo-ral perezosa, sus ideas absurdas sobre la destruccindel mundo..., todo esto me, es profundamente abo-rrecible! (Pausa.) Oh, qu engao el mo!... Sentaadoracin por este profesor, por este lamentablegotoso!... Trabaj por l como un buey! Entre So-nia y yo exprimimos de esta haciendo el ltimo jugoy comerciamos -como mercaderes- con el aceite, losgarbanzos y el requesn! Nos privbamos de co-mer a nuestra satisfaccin para poder convertir losgrosch y las kopeikas en miles de rublos quemandarle!... Orgulloso de su ciencia, slo viva yrespiraba de l! Todo cuanto deca y escriba se meantojaba genial..., mientras que ahora!... Dios mo!...Le han dado el retiro y su vida puede resumirse as:no sobrevivir a su muerte ni una sola pgina de su

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    trabajo! Este es completamente desconocido, nulo! Como una pompa de jabn!... Estoy engaado!Lo veo! Tontamente engaado! (Entra Astrov con lalevita puesta, sin chaleco ni corbata, y un tanto alegre. Le sigueTeleguin con una guitarra en la mano.)

    ASTROV.- Toca!TELEGUIN.- Pero si duerme todo el mundo!ASTROV.- Toca! (Teleguin empieza a taer suave-

    mente la guitarra. (A Vonitzkii.) Ests solo? No hayseoras? (Con los brazos en jarras se pone a cantar a mediavoz.) No hay casa, ni estufa, ni donde se puedaacostar el amo... Me despert la tormenta. Vayamanera de llover! Qu hora es?

    VOINITZKII.- El diablo lo sabr!ASTROV.- Me pareci or la voz de Elena An-

    dreevna.VOINITZKII.- Acaba de salir de aqu.ASTROV.- Qu maravilla de mujer! (Examinan-

    do los frascos que hay sobre la mesa.) Medicinas... Qu derecetas no habr aqu... De Jarkov, de Mosc, deTula... A todas las ciudades ha ido a aburrir con sugota!... Est, en efecto, enfermo o lo finge?

    VOINITZKII.- Est enfermo. (Pausa.)ASTROV.- Por Qu tienes hoy esa cara tan

    triste? Te da, acaso, pena el profesor?

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    VOINITZKII.- Djame!ASTROV.- Tal vez ests enamorado de la pro-

    fesora!VOINITZKII.- Es mi amigo.ASTROV.- Ya?VOINITZKII.- Qu con ese ya?ASTROV.- Pues que la mujer no puede llegar a

    ser amigo del hombre ms que por este orden:primero, camarada; despus, amante, y luego...,amigo.

    VOINITZKII.- Filosofa cnica!ASTROV.- Cmo?... S... He de reconocer que

    me estoy volviendo cnico... Ya ests viendo quetambin estoy borracho!... Por regla general, slome emborracho as una vez al mes!... Cuando meencuentro en este estado, mi descaro y mi frescurano conocen lmites! Me atrevo con las operacionesms difciles y las llevo a cabo maravillosamente;trazo los ms amplios planes para el futuro y, en ta-les momentos, lejos de considerarme un chiflado,creo aportar a la Humanidad un beneficio inmenso!Inmenso!... En tales momentos me guo por mipropio sistema filosfico y todos ustedes, herma-nos, se me antojan unos insectos, unos microbios!...(A Teleguin.) Vaflia! Toca!

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    TELEGUIN.- Amiguito mo! Me gustara contoda el alma complacerte, pero date cuenta..., toda lacasa est durmiendo!

    ASTROV.- Toca! (Teleguin empieza a tocar bajito.)No estara mal beber un poco! Vamos... Me pareceque por ah ha quedado todava un poco de coac!Cuando amanezca, nos iremos a mi casa. Confor-mes? (Al ver entrar a Sonia.) Perdone!... Me coge sincorbata!... (Sale rpidamente, seguido por Teleguin.)

    SONIA.- To Vania!... Otra vez has estado be-biendo con el doctor? Vaya amistad que has hecho!... l siempre fue as..., pero t! ... Por Qu razn,si se puede saber? ... A tus aos no est nada bien!

    VOINITZKII.- Los aos no tienen aqu nadaque ver... Cuando se carece de verdadera vida, sevive de espejismos... Siempre es mejor esto que na-da!

    SONIA.- Tenernos cortado el heno..., que estalluvia diaria est pudriendo..., y t hablando de es-pejismos!... Has abandonado los asuntos de la ha-cienda, y yo trabajo sola y estoy agotada! (Asustndo-se.) To!... Tienes los ojos llenos de lgrimas!

    VOINITZKII.- Qu lgrimas ni qu tonteras!...Es que ahora acabas de mirarme como me mirabatu difunta madre!... Querida ma!... (Le besa ansiosa-

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    mente las manos y la cara.) Mi hermana! Mi queridahermana!... Dnde est ahora? Si ella supiera!...Ay, si ella supiera!

    SONIA.- El qu?... El qu, to?VOINITZKII.- No me encuentro bien! ... No

    es nada!... Despus!... (Sale.)SONIA (golpeando con los nudillos en la puerta).- Mi-

    jail Lvovich! No est usted dormido? Un minutonada ms!

    ASTROV (desde el otro lado de la puerta).- Ahoramismo! (Entra, esta vez con el chaleco y corbata puestos.)Qu me manda usted?

    SONIA.- Si no le repugna, siga bebiendo; perole suplico que no deje beber al to! Le hace dao!

    ASTROV.- De acuerdo. No volveremos a beberms. (Pausa.) Ahora mismo me marcho a mi casa;est decidido. Mientras enganchan los caballos, dartiempo a que amanezca.

    SONIA.- Llueve mucho. Espere a la maana.ASTROV.- La tormenta pasa de refiln; nos co-

    ge slo de costado... Me marcho y... por favor..., novuelva a llamarme para que visite a su padre! Le di-go que lo que tiene es gota, y l asegura que es reu-ma; le pido que se eche, y sigue sentado... Hoy, nisiquiera ha querido hablar conmigo!

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    SONIA.- Est muy mimado! (Rebuscando en elaparador.) Quiere comer algo?

    ASTROV.- Quiz S.SONIA.- Me gusta comer por la noche. En el

    aparador me parece que hay alguna cosa... Dicenque durante toda su vida tuvo gran xito con lasmujeres, y que son ellas las que le mimaron... Tomequeso.

    (De pie, junto al aparador, ambos comen.)ASTROV.- Hoy, hasta ahora, no haba tomado

    nada. No haba hecho ms que beber ... Su padretiene un carcter difcil ... (cogiendo una botella del apa-rador.) Puedo? (Bebe una copa.) Aqu no hay nadie y,por tanto, es posible hablar claramente... Sabe?...Se me figura que yo en su casa no podra vivir niun mes!... Me ahogara en esta atmsfera!... Su pa-dre..., sin ms idea que su gota y sus libros; su toVania, con su murria; su abuela..., y, por ltimo, sumadrastra!

    SONIA.- Y qu le pasa a mi madrastra?ASTROV.- En el individuo todo tiene que ser

    maravilloso: el rostro, el vestido, el alma, el pensa-miento!... Ella es maravillosa -esto est fuera de to-da discusin-; pero... su vida se reduce a comer, adormir, a encantarnos a todos con su belleza y pare

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    usted de contar! Carece de obligaciones, mientraslos dems trabajan para ella... no es as?... Una vidaociosa no puede ser lmpida, (Pausa.) Tal vez soy ex-cesivamente severo en mis juicios...; quiz porque,como a su to Vania, mi vida no me satisface..., ra-zn por la que ambos nos hemos hecho gruones.

    SONIA.- No le satisface su vida?ASTROV.- Amo a la vida en general; pero la

    nuestra, la de la regin, la rusa, la cotidiana..., me re-sulta insoportable y la desprecio con toda mi alma...Por lo que se refiere a la ma propia..., a fe ma questa no tiene absolutamente nada de buena... Sa-be?... Cuando en medio de una noche cerrada tieneuno que atravesar el bosque y distingue a lo lejos elresplandor de una lucecita..., ya no repara en el can-sancio, ni en la oscuridad, ni en que las ramas le pe-gan en la cara!... Yo trabajo, ya lo sabe usted, comono trabaja nadie en toda la regin, y recibo sin cesargolpes del destino... A veces sufro e modo insopor-table, pero sin tener a lo lejos lucecita alguna... Niespero nada para m de los dems, ni quiero ya a lagente... Hace mucho que no quiero a nadie!...

    SONIA.- A nadie?ASTROV.- A nadie. Slo su ama -y en nombre

    de viejas memorias- despierta en m cierta ternura...

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    Los mujiks son muy montonos... No estn desa-rrollados mentalmente, viven entre suciedad, y, encuanto a los intelectuales... con stos es difcil man-tener la buena armona... Cansan!... Todos ellos-buenos conocidos nuestros- piensan y sientenmezquinamente; sin ver ms all de su propia nariz.Son sencillamente necios. Otros ms inteligentes, demayor valor..., son seres histricos, recomidos por elanlisis y los reflejos... Se lamentan, aborrecen, ca-lumnian enfermizamente, abordan de soslayo alhombre y, tras mirarle de reojo, deciden: Oh! Setrata de un psicpata!, o bien: Le gusta hacer fra-ses bonitas!..., y cuando no saben qu etiqueta es-tamparte en la frente, dicen: Es un ser extrao! ...As, pues, mi amor a los bosques es extrao... El queno coma carne lo es tambin... No son capaces decomprender la relacin pura, libre e impulsiva haciala naturaleza ni hacia las gentes!... No y no! (Haceademn de disponerse a beber otra copa.)

    SONIA (impidindoselo).- No!... Se lo ruego! Selo suplico..., no beba ms!

    ASTROV.- Y por qu?SONIA.- No le cuadra nada hacerlo... Es usted

    fino..., su voz es sumamente dulce... Hasta podradecirle ms; de todas las personas que conozco, us-

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    ted es la nica maravillosa. Por qu, entonces, quie-re parecerse a esas gentes vulgares que beben y jue-gan a las cartas?... Oh... No lo haga se lo suplico!...Suele usted decir que los hombres, lejos de crear, nohacen ms que destruir lo que les fue dado... Porqu, entonces, se destruye usted a s mismo... Notiene que hacer eso! Se lo suplico!

    ASTROV (tendindole la mano).- No volver a be-ber ms.

    SONIA.- Dme su palabra.ASTROV.- Palabra de honor.SONIA (estrechndole fuertemente la mano).- Gracias.ASTROV.- Basta!... Recobr la sobriedad!...

    Me ve usted?... Estoy completamente sereno, y asser estndolo hasta el fin de mis das! (consultando elreloj.) Prosigamos, pues... Como iba diciendo, mitiempo pas... Ya es tarde... He envejecido, trabajocon exceso, me he vuelto cnico, tengo atrofiadoslos sentimientos, y se me figura que ya no podraligarme por el afecto a otra persona... Ni quiero niquerr a nadie... Por qu, entonces, ejerce todavala belleza sobre m tanto poder?... No me siento enabsoluto indiferente hacia ella... Se me figura, porejemplo, que si Elena Andreevna se lo propusiera,en un solo da podra enloquecer mi cabeza!... Cla-

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    ro que eso no es amor..., ni afecto!... (Tapndose losojos con la mano, se estremece.)

    SONIA.- Qu le pasa?ASTROV.- Nada. Durante la Cuaresma se me

    muri un enfermo bajo el cloroformo...SONIA.- Pues ya es hora de que lo olvide. (Pau-

    sa.) Dgame, Mijail Lvovich... Si yo tuviera una her-mana menor y usted -supongamos- supiera que ellale quera... Cul sera su correspondencia?

    ASTROV (encogindose de hombros).- No lo s. Se-guramente, ninguna... La hara comprender que nopodra quererla... Mi cabeza, adems, no piensa ensemejantes cosas... Pero, bueno..., si he de marchar-me, ya es hora de hacerlo. Adis, almita ma... Si nome voy pronto, la charla se prolongara hasta la ma-ana. (Estrechndole la mano.) S me lo permite, me irpor el saln.

    SONIA (sola).- No me dijo nada!... Su alma y sucorazn estn ocultos todava para m, y, sin em-bargo..., por qu me siento tan feliz?... (Re con risadichosa.) Le dije: Es usted fino, noble, y tiene unavoz sumamente dulce... Estara, acaso, inoportu-na?... Tiene una voz vibrante y acariciadora... Ahoramismo la estoy percibiendo aqu, en el aire... Cuan-do le dije lo de la hermana menor, no me com-

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    prendi... (Retorcindose las manos.) Oh, qu terribleser fea!... Qu terrible!... Porque yo s que soyfea!... Lo s y lo s!... El domingo pasado, saliendode la iglesia, o que hablaban de m, y una mujer di-jo: Es buena y generosa, pero Qu lstima que seatan fea!... Fea!... (Entra Elena Andreevna.)

    ELENA ANDREEVNA (abriendo la ventana).-Latormenta pas. Qu aire tan agradable!... (Pausa.)Dnde est el doctor?

    SONIA.- Se fue. (Pausa.)ELENA ANDREEVNA.- Sophie!SONIA.- Qu?ELENA ANDREEVNA. - Hasta cundo estar

    usted enfadada conmigo?... No nos hemos hecho elmenor dao la una a la otra!... Por qu, entonces,vivir como enemigas?

    SONIA.- Yo tambin quera... (Abrazndola.)Basta ya de enfados!

    ELENA ANDREEVNA.- Magnfico, enton-ces! (Ambas estn excitadas.)

    SONIA.- Se ha acostado ya pap?ELENA ANDREEVNA.- No; est sentado en el

    saln. Hace semanas enteras que no nos hablamos,y sabe Dios por qu... (Viendo abierto el aparador.)Qu es eso?

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    SONIA.- Mijail Lvovich ha estado cenando ah.ELENA ANDREEVNA.- Veo que tambin hay

    vino..., conque vamos a beber a nuestrabrderschaft.3

    SONIA.- Vamos, s!ELENA ANDREEVNA.- Y de la misma copi-

    ta! (Llenando una.) As es mejor!... De manera queentonces..., de t?

    SONIA.- De t. (Beben y se besan.) Hace tiempoque deseaba hacer las paces contigo..., pero me dabavergenza!... (Llora.)

    ELENA ANDREEVNA.- Por qu lloras?SONIA.- Por nada.. .ELENA ANDREEVNA.- Bueno, bueno...,

    basta ya!... (Llora a su vez.) Qu tonta soy! Pues nolloro yo tambin? (Pausa.) Tu enfado conmigo esporque piensas que me he casado con tu padre porclculo... Si crees en juramentos, te juro que me cascon l por amor. Me atrajo que fuera sabio y cle-bre!... Aquel amor no era, desde luego, verdadero,sino falso..., artificial..., pero a m se me figur ver-dadero... No soy culpable!... T, desde el da mismo

    3 Vino de amistad bebido entre dos personas cuando deciden tutearse.

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    de nuestra boda, no cesaste de condenarme con tusojos inteligentes y suspicaces.

    SONIA.- Pues ahora, paz! Paz! Olvidmoslotodo!

    ELENA ANDREEVNA.- No debes mirar as...No te va bien... Hay que tener fe en los dems; deotro modo, es imposible vivir. (Pausa.)

    SONIA.- Dime con franqueza... como a unaamiga..., eres feliz?

    ELENA ANDREEVNA.- No.SONIA.- Lo saba... Otra pregunta: dime fran-

    camente..., te gustara tener un marido joven?ELENA ANDREEVNA.- Qu nia eres toda-

    va! Claro que me gustara! (Re.) Anda, pregntamealgo ms... Pregntame...

    SONIA.- Te gusta el doctor?ELENA ANDREEVNA.- S, Mucho.SONIA (riendo).- Pongo cara de tonta, verdad?...

    Se ha marchado y sigo oyendo su voz..., sus pasos...Y cuando miro a la ventana oscura se me representasu cara!... Djame hablar!... Slo que no puedo ha-cerlo en voz alta! Me da vergenza!... Vamos a micuarto! All hablaremos! Te parezco tonta, ver-dad? Confisalo!... Dime algo de l!

    ELENA ANDREEVNA.- Qu voy a decirte?

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    SONIA.- Es tan inteligente! Todo lo sabe!Todo lo puede!... Cura a las gentes y planta bos-ques!

    ELENA ANDREEVNA.- Lo de menos, queri-da, son los bosques y la medicina... De lo que tienesque darte cuenta es de que es un talento. Y sabes loque significa ser un talento?... Significa valor, clari-dad mental, horizontes amplios... Cuando planta unarbolito, piensa ya en lo que va a ocurrir dentro demil aos... Se le representa ya el bien de la Humani-dad... Esta clase de gentes no abunda, y hay que que-rerlas... Bebe ...; es, a veces, un tanto brusco..., peroQu mal hay en ello?... Un hombre de talento enRusia no puede ser muy limpito. Juzga por timisma: Qu vida es la del doctor?... Vas por loscaminos y no sacas los pies del barro!... Luego, he-ladas, ventiscas, distancias enormes, gente bruta, sal-vaje; y a tu alrededor, miserias, enfermedades... Parael que trabaja y lucha da tras da en este ambiente,es difcil, a los cuarenta aos, conservarse limpio ysobrio. (Besndola.) Te deseo de todo corazn la feli-cidad que mereces ... (Levantndose.) En cuanto a m... yo soy un ser anodino, un personaje episdico!...Lo mismo en la msica, que en la casa de mi mari-do, que en mis historias de amor -en ninguna parte

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    en una palabra-, pas de personaje episdico!... Enserio, Sonia!... Pensndolo bien, la realidad es quesoy muy desgraciada! (Pasea por la estancia, presa de agi-tacin.) No hay felicidad para m en este mundo!No!... De qu te res?

    SONIA (riendo y ocultando el rostro entre las manos).-Me siento tan feliz! Tan feliz!

    ELENA ANDREEVNA.- Me gustara tocar unpoco el piano. De buena gana tocara ahora algo.

    SONIA (abrazndola).- Toca, s! Me es imposi-ble dormir! Toca!

    ELENA ANDREEVNA.- Ahora mismo. Sloque... tu padre est despierto, y cuando se encuentramal, la msica le excita. Vete a preguntarle y, si no seopone, tocar. ve.

    SONIA.- All, voy. (Sale. Se oyen los golpes que da consu cayado el guarda a su paso por el jardn.)

    ELENA ANDREEVNA.- Hace mucho que notoco. Tocar y llorar... Llorar como una tonta...(Asomndose a la ventana.) Eres t, Efim, el que daesos golpes?

    LA VOZ DEL GUARDA.- Yo soy.ELENA ANDREEVNA.- Pues no haga ruido; el

    seor no se encuentra bien.

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    LA VOZ DEL GUARDA.- Ya me voy. (Silbandoa los perros.) Juchka! Malchik! Juchka! (Pau-sa.)

    SONIA (volviendo a entrar).-No puede ser!

    Teln.

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    ACTO TERCERO

    Saln en casa de los SEREBRIAKOV. Trespuertas: una a la derecha, otra a la izquierda y la ter-

    cera en el centro. Es de da.

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    ESCENA PRIMERA

    Voinitzkii, Sonia, sentada, y Elena Andreevna,dando vueltas por el escenario en actitud pensativa.

    VOINITZKII.- El profesor ha manifestado eldeseo de que nos reunamos aqu todos, en este sa-ln, hoy a la una. (Consultando el reloj.) Ya es menoscuarto... Quiere revelar algo al mundo!

    ELENA ANDREEVNA.- Se tratar, segura-mente, de algn asunto.

    VOINITZKII.- l no tiene asuntos! Se limita aescribir tonteras, a gruir, a estar celoso, y pare us-ted de contar!

    SONIA (en tono de reproche).- To!...VOINITZKII.--- Bueno, bueno... (Sealando a

    Elena Andreevna.) Admiradla! Anda, y la pereza la

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    hace tambalearse!... Qu simptico..., qu simpticoresulta!

    ELENA ANDREEVNA.- E1 da entero se lopasa usted zumba que te zumba!... Cmo no seharta? (con tristeza.) Me muero de aburrimiento!.. .No s qu hacer!

    SONIA (encogindose de hombros). -Es que no haycosas en qu ocuparse? Todo es cuestin de quequieras hacerlas!...

    ELENA ANDREEVNA.- Qu, por ejemplo?SONIA.- Ocuparte de la casa, ensear a nios,

    asistir enfermos y una porcin de cosas ms... Cuan-do t y pap no estabais aqu, to Vania y yo bamosen persona al mercado a vender la harina.

    ELENA ANDREEVNA.- Eso yo no s hacerloy, adems, no es interesante. Slo en las novelasidealistas se ensea a los nios y se asiste a los mu-jiks... Cmo yo..., as sin ms ni ms, voy a cuidary a ensear a nadie?

    SONIA.- Pues yo, en cambio, lo que no com-prendo es no ir y no ensear... T espera, que ya ad-quirirs la costumbre. (Abrazndola.) No te aburras,querida! (Riendo.) Te aburres y no sabes qu hacerde tu persona..., y el caso es que el aburrimiento,como la ociosidad, son contagiosos!... Mira, tampo-

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    co el to Vania hace ms que seguirte corno unasombra; y, en cuanto a m..., abandono mis asuntosy corro aqu a charlar contigo. Qu perezosa me hevuelto!... El doctor Mijail Lvovich rara vez venaantes a vernos -una vez al mes, a lo sumo- y su visitaera difcil de conseguir; pero ahora..., ha dejado a unlado sus bosques y su medicina, y viene todos losdas. Seguro que eres una bruja.

    VOINITZKII.- Por qu languidece as? (En tonovivo.) Querida ma!. .. Preciosa!... Sea buena!... Porsus venas fluye sangre de ondina! Salo de ver-dad!... Permtase la libertad, aunque slo sea unavez en la vida! Enamrese hasta el cuello de algnNeptuno y trese de cabeza al remolino para poderdejarnos al Herr profesor y a todos nosotros conla boca abierta!

    ELENA ANDREEVNA (con ira).- Djeme enpaz!... Resulta cruel! (Se dispone a salir.)

    VOINITZKII (cerrndole el paso). -Bueno, bue-no!... Perdneme, alegra de mi vida! Le pido per-dn! (Besndole la mano.) Paz!

    ELENA ANDREEVNA.- Debera usted reco-nocer que incluso a un ngel se le acabara la pa-ciencia!

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    VOINITZKII.- En signo de paz y concordia,voy a traerle un ramo de rosas. Lo prepar esta ma-ana para usted... Rosas de otoo!... Maravillosas,tristes rosas! ... (Sale.)

    SONIA.- Rosas de otoo! ... Maravillosas, tris-tes rosas! (Ambas fijan la vista en la ventana.)

    ELENA ANDREEVNA.- Ya estamos en sep-tiembre! Veremos cmo pasamos aqu el invierno!(Pausa.) Dnde est el doctor?

    SONIA.- En el cuarto de to Vania. Escribiendoalgo... Me alegro de que to Vania se haya marcha-do... Tengo que hablar contigo.

    ELENA ANDREEVNA.- De qu?SONIA.- De qu?... (Acercndose a ella y reclinando

    la cabeza sobre su pecho.)ELENA ANDREEVNA.- Vaya, vaya! ... (Ali-

    sndole el cabello.) Vaya! ...SONIA.- Soy lea!ELENA ANDREEVNA.- Tienes un pelo pre-

    cioso.SONIA.- No!... (Volviendo la cabeza para mirarse en

    el espejo.) Cuando una mujer es fea, se le dicen esascosas: Tiene usted un pelo precioso... Tiene us-ted unos ojos preciosos... Hace ya seis aos que lequiero!... Le quiero ms que a mi padre!... En todo

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    momento oigo su voz, siento la presin de su mano,y si miro a la puerta, me quedo suspensa, pues se mefigura que va a entrar!... Ves?... Siempre acudo a tipara hablar de l!... Ahora viene todos los das, pe-ro no me mira..., no me ve! Qu sufrimiento!... Notengo esperanza alguna!... No!... No!... (Con acentodesesperado.) Dios mo!... Dame fuerzas!... Me hepasado toda la noche rezando!... A veces me acercoa l, le hablo, le miro a los ojos... Ya no tengo or-gullo ni dominio sobre m misma!... Ayer, no pu-diendo resistir ms, confes a to Vania que lequiero!... Todos los criados saben que le quiero!Todos lo saben!

    ELENA ANDREEVNA.- Y l?SONIA.- No. l ni siquiera se fija en m.ELENA ANDREEVNA (pensativa).- Es un

    hombre raro... Sabes una cosa?... Vas a permitirmeque yo le hable. Lo har con mucho tiento..., valin-dome de insinuaciones... (Pausa.) En serio: hastacundo vamos a vivir, si no, en la ignorancia de es-to?... Permtelo! (Sonia hace con la cabeza un signo deasentimiento.) Magnfico, entonces! Si l te quiere ono te quiere, no ser tan difcil de averiguar... No tepreocupes, palomita... Indagar con mucha precau-cin, y ni siquiera se dar cuenta. Lo nico que te-

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    nemos que saber es si es s o si es no... (Pausa.)Y si es no, no tiene que volver por aqu. (Soniavuelve a asentir con la cabeza.) No vindole es ms f-cil... Lo que no vamos a hacer es dejar el asunto pa-ra ms tarde. Se lo preguntaremos ahora mismo...Parece ser que tiene intencin de ensearme unosplanos delineados por l, conque ve y dile que quie-ro verle.

    SONIA (presa de fuerte agitacin). - Me contarstoda la verdad?

    ELENA ANDREEVNA.- Claro que s! Entien-do que la verdad -sea cual sea- nunca es tan temiblecomo la incertidumbre... Confa en m, palomita!

    SONIA.- S, S!... Le dir que quieres ver susplanos!... (Se dirige a la puerta; pero, antes de entrar, se de-tiene un momento.) No!... Mejor es la incertidumbre!...Siempre queda al menos la esperanza!...

    ELENA ANDREEVNA.- Qu te pasa?SONIA.- Nada. (Sale.)ELENA ANDREEVNA (sola).- No hay cosa pe-

    or que conocer un secreto ajeno, y no poder servirde ayuda. (Pensativa.) l no la quiere; eso est claro...,pero por qu no habra de casarse con ella, des-pus de todo?... Es fea; pero para un mdico rural yde sus aos, sera una mujer maravillosa... Es inte-

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    ligente y tan buena, adems..., tan pura!... No, no esesto lo que... (Pausa.) Comprendo a esta pobre chi-quilla!... En medio de este atroz a aburrimiento,viendo vagar a su alrededor, en lugar de personas, aunas manchas grises; sin or ms que vulgaridades,ni hacer ms que comer, beber, dormir... La apari-cin de un hombre como l, distinto de los dems,guapo, interesante, atractivo, es igual a cuando de laoscuridad surge una luna clara!... Sucumbir al en-canto de un hombre as!... Olvidarse!... Parece ente-ramente que yo tambin estoy un poco prendada del... S..., me aburro sin su compaa, y ahora sonrorecordndole... To Vania dice que por mis venascorre sangre de ondina... Permtase obrar con li-bertad, aunque slo sea una vez en la vida!... Puesqu?... Tal vez tenga que hacerlo as!... Volar lejosde aqu, libre como el pjaro, alejndome de todosvosotros!... De vuestros rostros soolientos, devuestra charla!... Olvidando vuestra existencia en elmundo!... Pero soy cobarde, tmida!... La concien-cia me atormentara!... Adivino por qu l vieneaqu todos los das, y ya me siento culpable!... Estoydispuesta a caer de rodillas ante Sonia, a pedirleperdn y a llorar!...

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    ASTROV (entrando con un cartograma en la mano).-Buenos das. (Le estrecha la mano.) Quera usted vermis dibujos?

    ELENA ANDREEVNA.- Ayer me prometiensearme el trabajo que estaba haciendo. Disponede tiempo libre?

    ASTROV.- Oh, ciertamente! (Extendiendo sobre lamesa el cartograma y fijndolo con chinches.) Dnde naciusted?

    ELENA ANDREEVNA (ayudndole). -En Pe-tersburgo.

    ASTROV.- Y dnde hizo sus estudios?ELENA ANDREEVNA.- En el Conservatorio.ASTROV.- Esto quiz no sea interesante para

    usted.ELENA ANDREEVNA.- Porqu?... Verdad

    que no conozco mucho el campo, pero he ledotanto sobre l...

    ASTROV.- En esta casa tengo instalada mi mesa,en la habitacin de Ivn Petrovich. Cuando estoymuy cansado..., embobado... , lo dejo todo y corroaqu, donde me entretengo con esto alguna que otrahora. Mientras Ivn Petrovich y Sonia hacen chas-quear el baco, yo me siento a su lado, ante mimesa, y me pongo a embadurnar... El grillo canta y

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    me encuentro muy agradablemente, muy tranquilo...Slo que este gusto no puedo drmelo a menudo!...A lo sumo, una vez al mes! (Mostrndole el cartogra-ma.) Ahora, mire esto. Es el cuadro que presentabanuestra regin hace cincuenta aos... El color verde-en oscuro y claro- representa el bosque y viene acubrir la mitad de la superficie... Aqu, por este ver-de donde hay una red roja, haba arces, cabras..., y,en fin...,la fauna y la flora. Este lago estaba lleno decisnes, gansos, patos, y haba aves -como dicen losviejos- para tomar y dejar. Volaban de las aldeas yde las aldehuelas; de toda una serie de pequeasgranjas, hermitas, molinos hidrulicos... Haba mu-cho ganado astado, como tambin caballos. Eso loindica el azul celeste. En este cantn, por ejemplo,donde el color se intensifica, abundaban las yegua-das: tres caballos por casa. (Pausa.) Ahora, mire msabajo. Esto es lo que exista hace veinticinco aos.Aqu, el bosque cubre solamente una tercera partede la superficie. Ya no quedan cabras, pero s arces.Como ve, los colores verde y azul cielo van palide-ciendo, y as, etctera... Pasemos ahora a la terceraparte: al cuadro que presenta nuestra regin en laactualidad. El color verde ya no es una cosa unida,sino que, por aqu y por all, presenta algunas man-

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    chas, y los arces, los cisnes y los gallos han des-aparecido... De las pequeas granjas, santuarios,molinos, no queda ni rastro. El cuadro, por tanto,presenta, en general, una paulatina pero real degene-racin, a la que faltarn seguramente unos diez oquince aos para ser completa. Me dir usted queesto es influencia de la cultura, ya que la vieja vidaha de ceder el sitio a la nueva. Lo comprendo, s...,pero slo en el caso de que, en lugar de estos bos-ques exterminados, existieran carreteras, ferrocarri-les... Si hubiera fbricas, escuelas... Si la genteestuviera ms sana, fuera ms rica y ms inteligente...Pero aqu no ocurre nada parecido. En la regin si-guen subsistiendo los mismos pantanos, los mismosmosquitos... Sigue habiendo la misma falta de cami-nos y hay, como antes, pobreza, tifus, difteria, in-cendios... Se trata, pues, de un caso de degeneracincausado Por una lucha por la existencia superior alas fuerzas. Degeneracin por inercia, por ignoran-cia por inconsciencia... El hombre enfermo, ham-briento y con fro, para salvar los restos de su vida,para salvar a sus hijos, se ase instintivamente acuanto puede ayudarle a calmar el hambre, a calen-tarse, y lo destruye todo sin pensar en el da de ma-ana... Ya ha sido destruida casi la totalidad, y en su

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    lugar an no se ha creado nada. (Con frialdad.) Leoen su cara que esto no le interesa.

    ELENA ANDREEVNA.- Es que entiendo tanpoco de ello!...

    ASTROV.- No hay nada que entender. Lo quepasa es que, sencillamente, no es interesante.

    ELENA ANDREEVNA.- Si he de serle franca,le dir que tengo el pensamiento tan ocupado conotra cosa... Perdneme..., pero he de someterle a unpequeo interrogatorio... Me siento tan azorada, queno s cmo empezar...

    ASTROV.- A un interrogatorio?ELENA ANDREEVNA.- A un interrogatorio,

    s... Slo que bastante inocente. Sentmonos. (Ambosse sientan.) Se trata de un joven personaje. Hablare-mos como hablan las personas honradas, comoamigos, sin rodeos. Hablaremos y olvidaremos des-pus lo que hemos hablado.

    ASTROV.- De acuerdo.ELENA ANDREEVNA.- Se trata de mi hijastra

    Sonia. Le agrada?ASTROV.- S. Siento gran estimaci6n por ella.ELENA ANDREEVNA.- Y Como mujer..., le

    gusta?ASTROV (sin contestar inmediatamente).- No.

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    ELENA ANDREEVNA.- Dos o tres palabrasms, y hemos terminado: no ha reparado usted ennada?

    ASTROV.- En nada.ELENA ANDREEVNA (Cogindole una mano).-

    No la quiere usted. Lo leo en sus ojos. Ella sufre...Comprndalo, y deje de venir por aqu.

    ASTROV.- Mis aos pasaron ya... Adems notengo tiempo. (Encogindose de hombros.) Qu tiempoes el mo? (Parece azorado.)

    ELENA ANDREEVNA.- Ah, Qu desagrada-ble conversacin!... Estoy tan agitada como si hu-biera llevado sobre los hombros una carga de milpuds... Bueno. Gracias a Dios, ya hemos termina-do. Olvidmoslo todo -como si no hubiramoshablado- y mrchese!... Es usted un hombre inteli-gente, y comprender... (Pausa.) Hasta me he puestotoda colorada!

    ASTROV.- Si hace unos dos meses me hubieradicho eso. .., quiz lo hubiera pensado, pero ahora...(Encogindose de hombros.) Claro que si ella sufre...,entonces!... Lo nico que no comprendo es esto:Qu necesidad tena usted de interrogarme? (Mi-rndola a los ojos y amenazndola con el dedo.) Es ustedtaimada!

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    ELENA ANDREEVNA.- Qu quiere decir coneso?

    ASTROV (riendo).- Taimada!... Supongamos que,en efecto, Sonia sufre, cosa que estoy dispuesto aadmitir. Qu objeto tiene su interrogatorio? (Impi-dindole hablar y avivando el tono.) No ponga cara deasombro! Usted sabe muy bien por qu vengo aqutodos los das! Por qu y para quin vengo, es algoque conoce usted perfectamente!... Rapiadora que-rida..., no me mire de ese modo! Soy gorrin viejo!

    ELENA ANDREEVNA (asombrada).-Rapiadora?... No comprendo en absoluto!

    ASTROV.- Lindo beso! Necesita vctimas...Heme ya aqu hace un mes sin trabajar, habindoloabandonado todo!... Eso le gusta a usted sobrema-nera!... Pero bien. .. Estoy vencido... Es cosa que sa-ba de antemano, sin necesidad de interrogatorio.(Cruzando los brazos sobre el pecho y bajando la cabeza.) Merindo. Tome! Cmame!

    ELENA ANDREEVNA.- Se ha vuelto ustedloco?

    ASTROV (entre dientes, riendo).- Es tmida.ELENA ANDREEVNA.- Oh!... Sepa que soy

    mejor y estoy ms alta de lo que usted me cree, Selo juro! (Intenta marcharse.)

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    ASTROV (cerrndole el paso).- Hoy mismo memarchar. No volver a frecuentar esta casa, pero...(Cogindole una mano y mirando a su alrededor.) Dndenos veremos?... Conteste pronto: dnde?... Puedeentrar alguien. (Apasionadamente.) Es usted maravi-llosa! Un beso! Tan slo besar su cabello per-fumado!

    ELENA ANDREEVNA.- Le juro...ASTROV (sin dejarla hablar).- Para qu jurar?

    No se debe jurar!... No hacen falta tampoco laspalabras superfluas!... Oh, qu linda es usted! Qumanos las suyas! (Se las besa.)

    ELENA ANDREEVNA.- Basta y ... Mrche-se! (Retirando sus manos.) No sabe lo que dice!

    ASTROV.- Dgame... dgame dnde nos en-contraremos maana! (Le rodea el talle con el brazo) Esinevitable! Tenemos que vernos! (La besa en el precisomomento en que Voinitzkii, que entra con un ramo de rosasen la mano, se detiene ante la puerta.)

    ELENA ANDREEVNA (sin advertir la presenciade Voinitzkii.).- Tenga piedad! Djeme! (Reclinandola cabeza sobre el pecho de Astrov.) No!... (Intenta mar-charse.)

    ASTROV (retenindola).- Vendrs maana alcampo forestal, sobre las dos?... S?... Vendrs?

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    ELENA ANDREEVNA (reparando en Voinit-zkii).- Sulteme! (Presa de fuerte turbacin, se dirige a laventana.) Oh, qu terrible!

    VOINITZKII (tras depositar el ramo sobre una sillay pasndose nerviosamente el pauelo por la cara y el cuello.)No importa... No... No importa...

    ASTROV (Tratando de hablar en tono natural).-Estimado Ivn Petrovich!... El tiempo hoy estbastante hermoso!... Por la maana haba un cielogris..., como si fuera a llover..., pero ahora ha salidoel sol! Dicho sea con franqueza: el otoo es unaestacin maravillosa y su sementera, bastante buena!(Enrollando el cartograma, en forma de tubo.) Slo quelos das son ms cortos!... (Sale.)

    ELENA ANDREEVNA (avanzando rpidamentehacia Voinitzkii.) Emplear usted toda su influenciapara que mi marido y yo nos marchemos de aquhoy mismo! Lo oye? Hoy mismo!

    VOINITZKII (enjugndose el rostro).- Qu?...Ah, s!... Bien ... Helne! Lo he visto todo! ...Todo!

    ELENA ANDREEVNA (nerviosa).- Lo oye? Espreciso que me marche hoy mismo!

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    ESCENA II

    Entran Serebriakov, Sonia, Teleguin y Marina.

    TELEGUIN.- Yo tampoco, excelencia, me en-cuentro del todo bien... Ya hace dos das que estoyalgo pachucho... La cabeza...

    SEREBRIAKOV.- Dnde estn los dems?...No me gusta esta casa! Es un laberinto! Conveintisis enormes habitaciones, cuando la gente sedesparrama por ellas, no hay manera de encontrar anadie! (Oprimiendo el timbre con el dedo.) Ruegue a Ma-ra Vasilievna y a Elena Andreevna que vengan aqu.

    ELENA ANDREEVNA.- Yo estoy aqu ya.SEREBRIAKOV.- Tengan la bondad, seores,

    de sentarse.

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    SONIA (acercndose, impaciente, a Elena Andreevna)-Qu dijo? ...

    ELENA ANDREEVNA.- Despus ...SONIA.- Ests temblando?... Ests excitada?...

    (Escudrindole el rostro.) Comprendo!... Dijo que novolvera ms por aqu..., verdad?... (Pausa.) Dime!Verdad que es eso? (Elena Andreevna hace con la cabe-za un signo afirmativo.)

    SEREBRIAKOV (a Teleguin).- Todava con laenfermedad puede uno reconciliarse, pero lo que nopuedo soportar es el rgimen de la vida en el cam-po! Tengo la impresin de haber cado de otro pla-neta!... Sintense, seores! Se los ruego! (Sonia, sinorle, permanece de pie, con la cabeza tristemente bajada.)Sonia! (Pausa.) No me oyes? (a Marina.) T tam-bin, ama, sintate! (Esta, sentndose, empieza a hacercalceta.) Se lo ruego, seores! Sean todo odos!

    VOINITZKII (nervioso).- Tal vez no sea necesariami presencia... Puedo marcharme?

    SEREBRIAKOV.- No. Tu presencia es todavams necesaria que la de los dems.

    VOINITZKII.- Qu desea usted?SEREBRIAKOV.- Usted?... Ests enfadado?

    (Pausa.) Si en algo soy culpable contigo, perdname,por favor...

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    VOINITZKII.- Deja ese tono y vamos al grano!Qu necesitas?

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    ESCENA III

    Entra Mara Vasilievna.

    SEREBRIAKOV.- Aqu tenemos tambin amaman. Empiezo a hablar. (Pausa.) Les he invita-do, seores, a venir aqu con el fin de comunicarlesque viene el inspector ...4 Pero, bueno... Dejemos aun lado las bromas; el asunto es serio. Les he reuni-do con el fin de solicitar su ayuda y consejo..., cosasambas que, conocida su proverbial amabilidad, es-pero recibir. Soy hombre de ciencia, de libros... y,por tanto, me mantuve siempre ajeno a la vida prc-tica. No me es posible, pues, prescindir de las indi-caciones de gente ducha en la materia..., por lo que

    4 Alusin a la obra de Gogol: El Inspector.

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    te ruego, Ivn Petrovich, y ruego a ustedes, Ilia Ilichy maman... Es el caso que manet omnis unanox..., o sea, que todos dependemos de la provi-dencia de Dios... Yo soy ya viejo y estoy enfermo...,por lo que considero llegada la hora de ordenar misbienes en cuanto stos se relacionan con mi familia.No pienso en m. Mi vida acab ya, pero tengo unamujer joven y una hija. (Pausa.) Seguir viviendo en elcampo es imposible. No estamos hechos para elcampo. Ahora bien..., vivir en la ciudad, con los in-gresos que produce esta finca, tampoco es posible.Suponiendo, por ejemplo, que vendiramos el bos-que, esta sera una de esas medidas extraordinariasque no pueden tomarse todos los aos... Es preciso,por tanto, encontrar un medio que nos garantizaruna cifra de renta fija ms o menos segura. As,pues, habindoseme ocurrido cul podra ser uno deesos medios, tengo el honor de someterlo a su jui-cio... Pasando por alto los detalles, les explicar miidea en sus rasgos generales... Nuestra hacienda norinde, por trmino medio, ms del dos por ciento derenta. Propongo venderla... Si el dinero obtenidocon su venta fuera invertido en papel del Estado,podramos obtener de un cuatro a un cinco porciento e incluso creo que podra conseguirse algn

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    plus de varios millones de rublos, que nos permi-tiran comprar una dacha5 en Finlandia.

    VOINITZKII.- Espera!... Me parece que el o-do me engaa! Repite lo que has dicho!

    SEREBRIAKOV.- He dicho que se coloque eldinero en papel del Estado, y que con el plus res-tante se compre una dacha en Finlandia.

    VOINITZKII.- No hablamos ahora de Finlan-dia. Dijiste algo ms.

    SEREBRIAK0V.-Propongo vender la hacienda.VOINITZKII.- Justo!... Vender la hacienda!...

    Magnfico! Una idea maravillosa!... Y dnde dis-pones que me meta yo con mi vieja madre y conSonia?

    SEREBRIAKOV.- Eso ya se pensara a sutiempo! No puede hacerse todo de una vez!

    VOINITZKII.- Espera!... Por lo visto, hastaahora no he tenido ni una gota de sentido comn!...Hasta ahora he incurrido en la insensatez de pensarque esta hacienda perteneca a Sonia!... Mi difuntopadre la compr para drsela como dote a mi her-mana!... Hasta ahora he sido tan ingenuo, que no

    5 Hotelito veraniego

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    entenda nada de leyes y pensaba que la hacienda, ala muerte de mi hermana, la heredara Sonia!

    SEREBRIAKOV.- En efecto, la hacienda perte-nece a Sonia. Quin discute eso?... Sin el consenti-miento de ella no me decidir nunca a venderla...Adems, si propongo hacerlo es por su propio bien.

    VOINITZKII.- Increble! Increble!... O me hevuelto loco o...

    o... !MARA VASILIEVNA.- Jean!... No lleves la

    contraria al profesor... Creme, l sabe mejor lo quees bueno y lo que es malo.

    VOINITZKII.- No!... Deme agua! (Bebe.) De-cid lo que queris! Lo que queris!

    SEREBRIAKOV.- No comprendo por qu teexcitas as... Yo no digo que mi proyecto sea el ideal;si todos lo encontraran mal, no pienso insistir. (Pau-sa.)

    TELEGUIN (azorado).- Yo, excelencia..., tengohacia la ciencia no slo veneracin, sino hasta unsentimiento como... de pariente... El hermano de lamujer de Grigorii Ilich -mi hermano- conoci aKonstantn Trofimovich Lakedemonov, el magis-trado...

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    VOINITZKII.- Espera, Vaflia!... Estamos tra-tando de un asunto! Espera!... Despus!... (A Sere-briakov.) Pregntale a l! Esta hacienda le fuecomprada a tu to!

    SEREBRIAKOV.- Ah! Qu tengo que pre-guntarle! Para qu?...

    VOINITZKII.- En aquel tiempo la hacienda secompr en noventa y cinco mil rublos, de los cualesmi padre pag solamente setenta mil, quedando, portanto, con una deuda de veinticinco mil!... Ahoraescuchen!... Esta hacienda no hubiera podido com-prarse si yo no hubiera renunciado a mi parte de he-rencia en favor de mi hermana, a la que queramucho!... Por si fuera poco, durante diez aos tra-baj como un buey hasta conseguir pagar toda ladeuda!

    SEREBRIAKOV.- Lament haber entabladoesta conversacin.

    VOINITZKII.- Si ahora la hacienda est limpiade deudas y va bien, es gracias solamente a mi es-fuerzo personal..., y he aqu que, de pronto, cuandosoy viejo, pretenden echarme de ella!

    SEREBRIAKOV.- No comprendo adnde vas aparar.

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    VOINITZKII.- He dirigido esta hacienda du-rante veinticinco aos, envindole dinero como elms concienzudo administrador, y por todo ello, niuna sola vez durante ese tiempo me has dado lasgracias! Siempre -lo mismo ahora que en mi ju-ventud- el sueldo que he recibido de ti no ha pasadode quinientos rublos anuales! Msera suma quenunca pensaste en aumentar ni en un rublo!

    SEREBRIAKOV.- Pero cmo poda yo sabereso, Ivn Petrovich? No soy hombre prctico y noentiendo, por tanto, de nada! T mismo podas ha-brtelo subido cuanto quisieras!

    VOINITZKII.- Por qu no rob? Por qu nome desprecian todos ustedes por no haberlo he-cho?... Hubiera sido justo y ahora no sera yo po-bre!

    MARA VASILIEVNA (En tono severo).- Jean! TELEGUIN (nervioso). - Vania! Amigo mo!...

    No hay que...! No hay que...! Estoy temblando!Por qu alterar la buena armona? (Besndole.) Nohay que...!

    VOINITZKII.- Durante veinticinco aos, conmi padre, viv entre cuatro paredes como un topo!...Todos nuestros pensamientos y sentimientos eranpara ti solo! De da hablbamos de ti, de tus traba-

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    jos!... Nos enorgullecamos de ti, pronuncibamos tunombre con veneracin, y perdamos las nochescon la lectura de esos libros y revistas que ahora tanprofundamente desprecio!

    TELEGUIN.- Vania! No hay que...! No pue-do!

    SEREBRIAKOV (con ira).- No entiendo! Ques lo que quieres?

    VOINITZKII.- Eras para nosotros un ser supe-rior y nos sabamos tus artculos de memoria!... Pe-ro ahora se han abierto mis ojos!... Todo lo veo!...Escribes sobre arte y no entiendes una palabra!Todos tus trabajos, que tan amados me eran, novalen ni un grosch! Nos engabamos!

    SEREBRIAKOV.- Seores! Llvenselo de unavez de aqu! Yo me voy!

    ELENA ANDREEVNA.- Ivn Petrovich! Leexijo que se calle! Me oye?

    VOINITZKII.- No me callar! (Cerrando el paso aSerebriakov.) Espera!... No he terminado todava!T fuiste el que malogr mi vida! No he vivido!No he vivido!... Por tu culpa perd mis mejoresaos! Eres mi peor enemigo!

    TELEGUIN.- No puedo! No puedo!... Memarcho! (Sale, preso de fuerte agitacin.)

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    SEREBRIAKOV.- Qu quieres de m? Quderecho, Qu derecho tienes para hablarme de esemodo?... Lo que eres es una nulidad! S la haciendaes tuya, qudate con ella! No la necesito!

    ELENA ANDREEVNA.- Ahora mismo memarcho de este infierno! (Con un grito.) No puedoresistir ms!

    VOINITZKII.- Mi vida est deshecha! Tengotalento, inteligencia, valor!... Si hubiera vivido nor-malmente, de m pudiera haber salido un Dostoie-vski, un Schopenhauer!... No s lo que digo!... Mevuelvo loco! Estoy desesperado!... Madrecita!...

    MARA VASILIEVNA (en tono severo).- Obedecea Alexander!

    SONIA (arrodillndose ante el ama y estrechndose con-tra ella).- Amita!... Amita!...

    VOINITZKII.- Madrecita!... Qu debo ha-cer?... No me lo diga! Ya s lo que tengo que ha-cer! (A Serebriakov.) Te acordars de m! (Sale por lapuerta del centro. Mara Vasilievna le sigue.)

    SEREBRIAKOV.- Pero, bueno!... Qu es esto,en resumidas cuentas?... Libradme de ese loco! Nopuedo vivir bajo el mismo techo que l!... Duermeah... (sealando la puerta del centro), casi a mi lado!...Que se traslade a la aldea o al pabelln!... Si no, yo

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    ser el que se vaya all, porque quedarme junto a l,en la misma casa, me es imposible!

    ELENA ANDREEVNA (a su marido).- Hoymismo nos marcharemos de aqu!... Es indispensa-ble dar rdenes inmediatamente!

    SEREBRIAKOV.- Qu nulidad de hombre!SONIA (a su padre, siempre de rodillas, nerviosa y entre

    lgrimas).- Hay que tener misericordia, pap! ToVania y yo somos tan desgraciados! (Conteniendo sudesesperacin.) Hay que tener misericordia!...Acurdate de cuando eras joven y to Vania y laabuela se pasaban las noches traduciendo para ti li-bros... copiando papeles!... Todas las noches! To-das las noches!... To Vania y yo hemos trabajadosin descanso, con temor a gasta en nosotros mismosuna kopeika para poder mandrtelo todo a ti!...No hemos comido gratis nuestro pan!... No es esolo que quiero decir! No es eso..., pero t tienes quecomprender, pap!... Hay que tener misericordia!

    ELENA ANDREEVNA (nerviosamente a su mari-do).- Alexander!... Por el amor de Dios!... Ten unaexplicacin con l! Te lo suplico!

    SEREBRIAKOV.- Bien. Nos explicaremos... Sinculparte de nada ni enfadarme, coincidirn ustedesconmigo en que su comportamiento es por lo me-

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    nos extrao... Pero, bueno..., voy a verle. (Sale por lapuerta del centro.)

    ELENA ANDREEVNA.- Trtale con msblandura! Clmate! (Sale tras l.)

    SONIA (estrechndose contra el ama).- Amita!... Amita!...

    MARINA.- Nada, nada..., nenita!... Djalos quecacareen como los gansos, que ya se callarn!

    SONIA.- Amita!MARINA (acaricindole la cabeza). - Tiemblas

    como si estuviera helando!... Bueno, bueno, huerfa-nita... Dios es misericordioso... Voy a hacerte unainfusin de tila o de frambuesa y se te pasar... Note aflijas, huerfanita!... (Fijando con enojo la mirada en lapuerta del centro.) Vaya nerviosos que se han puestolos muy gansos! A paseo con ellos! (Detrs del esce-nario suena un disparo, oyndose despus el grito lanzado porElena Andreevna. Sonia se estremece.)

    SONIA.- Vaya!SEREBRIAKOV (entrando corriendo y tambalendose

    de susto).- Sujetadlo! Sujetadlo! Se ha vuelto loco!

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    ESCENA IV

    Elena Andreevna y Voinitzkii aparecen force-jeando en la puerta.

    Teln.

    ELENA ANDREEVNA (luchando por arrebatarlela pistola).- Entrguemela! Entrguemela le digo!

    VOINITZKII.- Djeme, Helne! Djeme!(Logrando soltarse de ella, entra precipitadamente y buscacon los ojos a Serebriakov.) Dnde est? Ah! Estaqu! (Apuntndole y disparando.) Pum!... (Pausa.) Nole he dado? Me fall otra vez el tiro? (Con ira.) Ahdiablos! Diablos!... (Golpea con la pistola sobre la mesa yse deja caer, agotado, en una silla. Serebriakov parece atur-dido y Elena Andreevna, presa de un mareo, se apoya contrala pared.)

  • ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE LEN SIERRA ([email protected])

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    ELENA ANDREEVNA.- Llvenme de aquLlvenme!... Mtenme, pero no puedo quedarmeun instante ms! No puedo!

    VOINITZKII (con desesperacin). -Oh! Qu estoyhaciendo? Qu estoy haciendo?...

    SONIA (en voz baja).- Amita! Amita!...

    Teln.

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    ACTO CUARTO

    Habitacin de Ivn Petrovich: su dormitorio y, ala vez, su despacho en la hacienda. Junto a la venta-na hay una gran mesa, cubierta de libros de conta-bilidad y papeles de todas clases; una mesita, escri-

    torio, armarios y balanzas. Otra pequea mesa-utilizada por Astrov- aparece llena de instrumentos

    de dibujo y pinturas. A su lado, una carpeta, unajaula con un chorlito y, colgando de la pared, un

    mapa de frica -por supuesto, absolutamente inne-cesario para cualquiera de los habitantes de la casa-.Hay tambin un enorme divn forrado de hule. A laizquierda, una puerta conduce a los dems aposen-tos; a la derecha, otra se abre sobre el zagun. Al la-

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    do de sta, un polovik.6 Es un anochecer de otoo.Reina el silencio.

    6 Tejido spero y grueso que hace oficios de felpudo para evitar que losmujiks, al entrar, ensucien el suelo.

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    ESCENA PRIMERA

    Marina, ayudada por Teleguin, devana una ma-deja para su calceta.

    TELEGUIN.- Dese prisa, Mara Timofeevna...Van a llamarnos de un momento a otro para despe-dirse de nosotros. Ya han pedido el coche.

    MARINA (esforzndose por devanar ms velozmente).-Falta muy poco.

    S..., se marchan a Jarkov y se quedan a vivir all.MARINA.- Pues mejor!... El susto que se lleva-

    ron!... Ni una sola hora -deca Elena Andreevna-quiero seguir viviendo aqu! Vmonos y vmo-nos!... Viviremos -deca- en Jarkov!... Cuandoveamos cmo van las cosas, ya mandaremos portodo!...

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    TELEGUIN.- Los preparativos se han hechomuy a la ligera... Esto quiere decir, Mara Timofee-vna, que su destino no es vivir aqu. No es su des-tino!... Obedece, sin duda, a una fatalpredestinacin!

    MARINA.- Pues mejor! Hay que ver el albo-roto que armaron... los tiros!... Una vergenza!

    TELEGUIN.- S. El argumento es digno del pin-cel de Alvasovsky.7

    MARINA.- Ojal no los hubieran visto nuncamis ojos! (Pausa.) Ahora volveremos otra vez a vivircomo antes..., como antiguamente... Por la maana,pasadas las siete, el t... ; pasadas las doce, la comi-da... ; al anochecer, la cena... Todo con su debidoorden; como gentes cristianas... (Con un suspiro.) Cunto tiempo hace ya, pecadora de m, que no hecomido tallarines!

    TELEGUIN.- Hace mucho, en efecto, que en ca-sa no se comen tallarines. (Pausa.) Hace mucho... Fi-grese, Marina Timofeevna, que esta maana, cuan-do iba por la aldea, el tendero me dijo al pasar:Oye t, gorrn!... Sent tal amargura!

    7 Clebre pintor de marinas ruso.

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    MARINA.- No te importe, padrecito!... Todossomos gorrones en la casa de Dios!... Lo mismo t,que Sonia y que Ivn Petrovich..., ninguno escapa altrabajo!... Todos trabajan! Todos!... Y Sonia...dnde est?

    TELEGUIN.- Con el doctor, en el jardn, bus-cando a Ivn Petrovich . Tienen miedo de que vayaa quitarse de en medio.

    MARINA.- Y su pistola?TELEGUIN (bajando la voz).- La tengo escondida

    en la cueva.MARINA.- Qu pecados!

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    ESCENA II

    Por la puerta que da al exterior entran Voinitzkiiy Astrov.

    VOINITZKII.- Djame! (a Marina y a Teleguin.)Vyanse de aqu! Djenme estar solo, aunque slosea una hora! No aguanto la tutela!

    TELEGUIN.- Al instante, Vania. (Sale de punti-llas.)

    MARINA.- Igual que los gansos: Go, go, go...(Recoge su lana y sale.)

    VOINITZKII.- Djame!ASTROV.- Con sumo gusto. Ya hace mucho

    tiempo que deba haberme marchado ele aqu; perorepito que no me marchar hasta que me devuelvaslo que me has cogido.

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    VOINITZKII.- No te he cogido nada.ASTROV.- Te estoy hablando en serio. No me

    detengas. Ya hace mucho que tena que habermemarchado.

    VOINITZKII.- No te he cogido nada. (Ambosse sientan.)

    ASTROV.- S?... Pues Qu se le va a hacer?Esperar un poco, y despus..., perdona, pero ten-dr que emplear la fuerza. Te ataremos y te registra-remos. Esto te lo digo completamente en serio.

    VOINITZKII.- Como, quieras (Pausa.) Hice eltonto! Disparar dos veces y no dar ni una sola en elblanco! No me lo perdonar jams!

    ASTROV.- Pues si tenas ganas de disparar, ha-berte disparado a la propia frente.

    VOINITZKII.- Es extrao!... He intentado unhomicidio y no se me detiene ni se me entrega a lajusticia... Ello quiere decir que me consideran. (Conrisa sarcstica.) Yo estoy loco, s...; pero no lo estn,en cambio, los que, bajo la careta de profesor, demago de la ciencia, ocultan su falta de talento, su ne-cedad y su enorme sequedad de corazn!... No es-tn locos los que se casan con viejos para enga-arles despus a la vista de todo el mundo!... Vicmo la abrazabas!

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    ASTROV.- Pues s..., la abrazaba..., mientras tte quedabas con un palmo de narices! (Le hace burlacon los dedos.)

    VOINITZKII (mirando a la puerta).- No! La queest loca es la tierra por sosteneros an!

    ASTROV.- No dices ms que tonteras.VOINITZKII.- Y qu?... No estoy loco?...

    Ello me da derecho a decir tonteras!ASTROV.- Esa ya es vieja broma!... T no eres

    un loco, sino, sencillamente, un chiflado..., un bu-fn. Yo tambin, antes, sola considerar a los chifla-dos como enfermos, como anormales ... ; pero aho-ra opino que el estado normal del hombre es la chi-fladura. T eres completamente normal.

    VOINITZKII (cubrindose el rostro con las manos).-Qu vergenza!... Si supieras qu vergenza es lama!... Este agudo sentimiento de vergenza nopuede compararse a ningn dolor. (Con tristeza.) Esinsoportable! (Inclinando la cabeza sobre la mesa.) Quhago? ... Qu hago?

    ASTROV.- Nada.VOINITZKII.- Dime algo! ... Oh Dios mo!...

    Tengo cuarenta y siete aos, y, suponiendo que vi-va hasta los sesenta, son todava trece los que mequedan!... Es mucho!... Cmo vivir estos trece

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    aos... Qu hacer?... Cmo llenarlos?... Oh!...Comprendes?... (Estrechando convulsivamente la mano deAstrov.) Comprendes?... Oh, si pudiera vivir elresto de mi vida de una manera nueva!... Desper-tarme en una tranquila y clara maana sintiendo queempezaba a vivir otra vez y con todo el pasado olvi-dado y disuelto como el humo!... (Llora.) Empezaruna vida nueva! ... Splame! Dime cmo empe-zar!... Con qu empezar!

    ASTROV (con