En un país, no muy
lejano, vivía un niño
llamado Varillo.
Con sólo 7 añitos
salía cada mañana a
vender periódicos a
la plaza de su
ciudad.
Todos los días veía pasar a muchos niños que ibana la escuela, con sus mochilas y sus caras alegres.
Cuando llegaba a casa lloraba y suplicaba a sus padres
que le dejaran ir al colegio.
Su padre se oponía firmemente pero su madre le
escuchaba e intentaba interceder por él ante su marido.
En otro lado de la
ciudad Carla, de 7
años
también, agarraba
la pala y
marchaba al
campo.
Trabajaba desde
que salía el sol
hasta que se
ponía.
Cuando regresaba
por la noche a
casa les pedía a
sus padres que le
dejaran ir a la
escuela.
Que ella quería
aprender muchas
cosas.
Pero su padre siempre se negaba. Notenemos dinero para malgastarlo en laescuela. Apenas hay dinero para comer.Mañana volverás al campo.
Un día a la madre de Varillo se le ocurrió una
idea. La venta de periódicos decaía por la tarde
por lo que apenas vendían prensa pasadas las
2 de la tarde.
Varillo podría trabajar limpiando loscristales de los coches por las tardes ycon el dinero que sacara podría ahorrarlopara comprarse los libros para el próximoaño poder ir a la escuela.
Llegó el año siguiente y Carla continuó
trabajando en los campos. Sus manos habían
perdido la suavidad propia de los niños y eran
un conjunto de ampollas reventadas y dedos
encallecidos.
Varillo había ahorrado lo suficiente como para
poder ir a la escuela por las mañanas. Por las
tardes volvía a deambular por las carreteras
limpiando coches.
Siguieron pasando los años, Carla murió de
una pulmonía a los 20 años. Sus dos hijas
siguieron sus pasos y trabajaron el campo
como su madre.
Varillo comenzó a trabajar en un despacho de abogados.
Educó a sus hijos llevándolos al colegio. Intentando crear unmundo mejor.
Luchando contra el trabajo infantil.
Y la colaboración de Miguel y Antonia.
Top Related