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EL VUELO DE LA
MARIPOSA
s el lenguaje, tejido de sentido construido en función a hechos o
acontecimientos individuales y sociales que hablan de un conjunto de
significaciones; y por tanto, es urdimbre de sentidos en los que se ve
plasmada el alma humana en su palpitar, latidos de vida que buscan otorgarle
identidad a los fenómenos que ocurren en el afuera; es decir, en el exterior de esta
corporalidad habitada por todo ser humano. Este afán por crear memoria de lo que
acontece ha sido enunciado con la palabra historia, sustantivo que recoge la vida
del hombre/mujer histórico en el que de continuo se evidencia drama, extraña
mezcla de angustias, ilusiones, sueños rotos, propósitos y luchas descarnadas en
las que éste ser alado se esfuerza por tejer su hábito; es decir, su conciencia.
Puede entonces afirmarse que la historia humana es dolor en el que la vida se
debate para no sucumbir ante la crueldad de la realidad, plasmada ésta en cifras
estadísticas que dejan entrever el salvajismo de un sistema sociopolítico, y
económico en el que la práctica sociocultural más extendida es el canibalismo de
toda forma de vida a través de la instrumentalización; es decir, la vida producto o
servicio con valor de cambio susceptible de ser desechada una vez ha cumplido
con su ciclo. Por tanto, este no es un intento más por extender en ideas
secundarias la afirmación antes hecha, de la cual se ocupan algunos escritores
latinoamericanos como Eduardo Galeano y German Castro Caicedo; entre otros
escritores en sus obras periodísticas y literarias. Este es un esfuerzo mesurado por
encontrar salidas decorosas, construir caminos pluralistas, y tejer nuevos vínculos
humanos que buscan plantarse contra las aplastantes evidencias científicas que
recogen desde distintas perspectivas los males propios del actual sistema. Es un
intento por aventurarse a proponer soluciones alternativas para salir del actual
periodo de crisis, que permitan mirar hacia el futuro con un ápice de esperanza,
sensación que por lo demás genera un estado bienestar en el cuerpo y le sienta
bien al alma.
Empezaré esta tarea acudiendo a una vieja filosofía oriental ya conocida en
occidente, y acuñada en el axioma “toda crisis es una oportunidad para
reinventarse”; lo complejo de llevar a la práctica tal recomendación Zen, es
descubrir el método para vivir con la incertidumbre, labor nada fácil cuando nos
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atisbamos en mitad del camino desempleados, endeudados, y atendiendo a la
presión social de un sistema que exige cualificación permanente so pena de
quedar excluido. Es entonces este discurso esnobista impuesto desde afuera, lo
que ha generado en América el problema estructural del desempleo, la parálisis de
sus sistemas productivos y el incremento de sus problemas sociales; debido entre
otras razones, a la incapacidad del sistema educativo para atender a los
requerimientos culturales que la sociedad postindustrial demanda.
Sin embargo, no quiero desviarme del tema que me propongo abordar en estas
líneas de como vivir con la incertidumbre, y la exclusión social relativa a la que
estamos expuestos todos en alguna medida. Diré en principio que el actual periodo
de crisis, conclusión a la que llegan los estudiosos de las ciencias sociales; es
consecuencia de la caída de los meta-discursos que explicaban la vida en
sociedad (la religión, la democracia, el capitalismo como método de progreso y
desarrollo social etc...), tal derrumbe ha dejado un vacío axiológico, ético, y
político. Instalando en las mentes de los contemporáneos el discurso de la
desesperanza, que a su vez ha ocasionado una búsqueda permanente de la
estética en actividades que generen placer o deseo; en virtud a la necesidad
manifiesta por experimentar la intensidad del instante antes de que la vida se
evapore en el azaroso sopor de estos días uniformes, grises, y tristes.
El paradigma de la incertidumbre pone de manifiesto las falencias de un sistema
cultural que intenta prolongarse a través del método de la educación, tal
planteamiento se fundamenta en la lógica operacional bajo la cual se desarrolla el
citado procedimiento en el que las formulas, ecuaciones, teorías y métodos están
sustentados sobre la base de la certeza; lo que indica que sus hipótesis y
postulados ya han sido sometidos a prueba superando los principios de falzación o
duda que los rodeaba. Por tanto, son asumidos como principios de vida a partir de
los cuales se lee la realidad para habitarla en consecuencia.
Esta práctica social resulta en el presente actual, un elemento desfavorecedor para
todos aquellos que fuimos educados bajo este cúmulo de preceptos que daban
cuenta de un modelo de escuela clásica sustentada en el modelo conductista,
modelo en el que el docente es visibilizado como la fuente del saber y el agente
que desempeña un rol activo; en tanto que el estudiante ocupa el puesto de
receptor pasivo de los discursos y concepciones que el profesor construye del
conocimiento y de la realidad abordada. Estos esquemas mentales son
paradigmas de verdad heredados de nuestros ascendentes (abuelos, padres, tíos,
hermanos mayores, docentes) y son usados para movernos en un presente
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dinámico y cambiante; lo que sugiere una ruptura o distanciamiento entre lo que
nos enseñaron, sabemos, y finalmente experimentamos y vivimos en el uniforme
espacio de la cotidianidad.
Tal distanciamiento habla de un resquebrajamiento, producto de la entrada en
desuso de algunos de éstos conocimientos heredados sobre los que edificamos
nuestros propios esquemas mentales a partir de los cuales actuamos; en otras
palabras, es posible que los lentes que usamos para leer la realidad requieran de
algún cambio o ajuste, lo que indica desaprender para aprehender en función al
caótico y convulsionado presente en el que estamos inmersos.
Éste es el reto que plantea el presente actual, asumir el desafío de pensar de
manera reflexiva (teorizar) y creativa con un buen ingrediente de flexibilidad,
adaptabilidad, y proactividad como respuesta a los cambios que se viene
experimentando la sociedad en los distintos campos. Lo que permite vislumbrar un
periodo de transición, reacomodamiento, o ajuste sociopolítico, cultural, y
económico de influencias aún todavía no valoradas objetivamente.
Si bien, algunos estudiosos de los acontecimientos sociales han optado por
explicar esta suerte de fenómenos desde el término “globalización”, sustantivo que
aglutina una serie de transformaciones en el que los picos sobresalientes se
atisban en los sectores de la informática, las telecomunicaciones, las ciencias
económicas, y sus efectos inmediatos o tardíos en el espacio social; tal término no
permite explicar las mutaciones que se presentan en las esferas personal y
familiar, que son en definitiva los dos núcleos centrales en los que anida la vida del
individuo.
Un individuo que se puede ver asimismo enajenado, perdido, y sin un horizonte
claro para su vida; debatiéndose entre un pasado lejano, un presente aciago difícil
de sobrellevar y un futuro que percibe gris; y sin embargo se esfuerza por
avizorarlo verde o lleno de esperanza. Confiado en que pronto cambiaran las
perspectivas de empleo y las oportunidades de progreso y desarrollo social-
humano; es quizá esta fe inquebrantable en la posibilidad de cambio positivo lo
que sostiene su ímpetu y le da bríos a su perseverancia.
No obstante debajo de ésta postura hidalga, se percibe una resistencia al cambio,
una lucha por mantener y sostener a fuerza de empuje la misma actitud cómoda
que no demanda sacrificio, no requiere de esfuerzos exagerados, ni de grandes
trabajos que denotan riesgos; por lo demás innecesarios. Es esta inercia mental
como consecuencia de una falta de apertura a los nuevos tiempos, el obstáculo
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principal que encuentra el hombre en su camino de emancipación y la principal
causa por la que pronto se apresta a dejar tal empresa o abandonar el barco.
Este es y no otro, el mal ocasionado en la psiquis del hombre/mujer
contemporáneo corriente, por un sistema educativo que se rehúsa a cambiar el
método de escuela clásica por el de escuela nueva, que apunta al desarrollo de un
pensamiento crítico-reflexivo con serias aspiraciones de ser creativo, imaginativo, y
propósito; inconforme con lo estudiado y aprendido en el aula de clase. Dispuesto
a desarrollar el tan necesario espíritu investigativo en el hombre como principio de
conducta para su vida.
Lo expuesto permite volver sobre el axioma oriental antes citado, toda vez que éste
corto relato deja entrever la invitación elocuente que le hace el maestro Zen al
transeúnte de estas páginas, enfocada a mantener una actitud de estudio
permanente en la que pueda combinar métodos alternos de pensamiento reflexivo,
con momentos de creación natural en los que tenga lugar la imaginación e
inventiva con un alto nivel de racionalidad; sin que la duda y el desconocimiento,
hagan presa en la mente del neófito, aterrorizándolo y paralizando sus incipientes
impulsos de superación personal.
Estamos hablando de un cambio urgente en los sistemas convencionales de
pensamiento, que necesariamente comprende un periodo de transición entre
sistemas de pensamiento inmóviles, generales, susceptibles de ser aplicados a
todo tipo de situaciones; y sistemas de pensamiento versátiles, dinámicos,
particulares e inacabados que exigen de la persona un permanente proceso de
pensamiento flexible, crítico, y contextuado al ambiente en el que interactúa y se
desenvuelve socialmente. Por lo expuesto, la tercera revolución tecnológica en
clave de globalización, más que vislumbrarse como un acontecimiento
socioeconómico con una clara transformación de las estructuras productivas y las
relaciones sociales construidas al interior de las mismas entre empleador-
empleado. Es un fenómeno cultural que requiere de un proceso sostenido de
ajuste en las estructuras de pensamiento individual y social, en función a la rapidez
con la cual se producen las transformaciones culturales mediadas por las nuevas
tecnologías de la información y las telecomunicaciones.
Este nuevo estado de cosas pone de manifiesto varias tensiones, en primer lugar
la sensación de indefensión que experimenta buena parte de los grupos sociales
ante las nuevas tecnologías, mediaciones que exigen la sincronicidad (contacto
físico múltiple) y la sincronización (coordinación espacio-temporal entre los
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distintos mecanismos) en el uso de sus dispositivos físicos o digitales para
intencionar la interacción con estos aparatos electrónicos; tal comunicación
demanda el desarrollo de habilidades manuales como la mecanografía, el
ensamble del hardware, conocimiento de su función, y una mínima familiarización
con el lenguaje digital. Estos elementos descriptivos recogen la naturaleza versátil
y muldimensional de las nuevas tecnologías desde su uso, y capacidad para
integrar en una misma aplicación elementos de sonido, imagen, y movimiento;
creando una falsa sensación de realidad o realidad virtual.
Esta característica de las nuevas tecnologías demanda de las personas educadas
bajo el modelo de escuela clásica, la adquisición de habilidades antes no
desarrolladas a lo largo de su vida académica; lo que genera el resurgimiento de
antiguos traumas escolares asociados con las matemáticas y el lenguaje. Por
tanto, podría afirmarse con algún nivel de impresión que gran parte de los
profesionales y personas adultas conocidos como emigrantes digitales, expresan
en la interacción con las nuevas tecnologías experiencias de aprendizaje negativas
vividas anteriormente; lo que en términos psicológicos se conoce con el nombre de
“transferencia negativa”. Siendo entonces este el primer elemento de índole
cultural que debería abordarse al interior de los procesos sociales, cuando un país
se apresta a dar el salto cualitativo hacia el desarrollo de nuevas Tics en su
territorio; abordando de paso la “[…] desmitificación atribuida a estos aparatos,
producto de las cualidades pseudomagicas que se les otorga […]” (SENA
VIRTUAL, 2012).
Lo anterior pone de manifiesto las fisuras ocasionadas por este nuevo paradigma
socio-político “Sociedad de la información/sociedad informatizada”, y su irrupción
en un periodo de transito generacional entre dos esquemas de pensamiento
(clasista-socio critico) de dos épocas sucesivas en el tiempo aunque opuestas en
sus fines. El primero defiende la tradición, la oralidad, y los valores desde una
postura conservadora, en la que la autoridad ésta en cabeza de los mayores y se
transmite por línea de mando en función a la experiencia, y años de vida vividos
por el sucesor. De ahí que un buen número de personas educadas bajo este
sistema cultural, vislumbran las nuevas tecnologías como un invento que va en
contra de los principios que antes sustentaban la vida en familia y sociedad;
además de culpabilizar a éste tipo de aparatos del desenfreno, pérdida de
identidad, y desafío constante a la autoridad protagonizada por los jóvenes.
El segundo modelo defiende el paradigma de la modernidad en el que la autoridad
no la encarnan los mayores; ésta se avizora como una construcción social en el
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que los integrantes de la familia y la sociedad, pueden intervenir sin que la edad
sea un impedimento para ello; además de reconocer el potencial de las nuevas
tecnologías en la democratización de los procesos sociales incluyendo los
familiares, en los que por primera vez en la historia de la humanidad. Los jóvenes
saben más que los padres y los profesores en relación a un tema, las Tics y
pueden intercalar posiciones con sus ascendentes ocupando el rol de docentes;
esta situación expone un quiebre en las estructuras de poder y las relaciones
familiares reguladas y gobernadas por los adultos, y hasta hace unos años
invulnerables al paso del tiempo y los inventos tecnológicos.
La situación antes descrita, deja entrever la importancia de la existencia de ciertos
dispositivos culturales para que se dé una revolución tecnológica,” […] esta no
surge como un acontecimiento aislado de otros fenómenos sociales y económicos
[…], necesita de un determinado conocimiento [social], de un entorno industrial,
una concentración/aportación inicial de capitales, una mentalidad económica para
hacer que todo esto sea rentable […] “. Es probable entonces que estas
inelasticidades culturales hayan afectado en alguna medida la caída del estado de
bienestar, con la consecuente reestructuración del capitalismo para recuperar el
crecimiento del beneficio privado (Ibid).
En tal sentido puede afirmarse que los mitos tecnológicos de: “[…] En las
sociedades contemporáneas la gente se dedica, cada vez más, a tareas que tienen
que ver con la información; la sociedad de la información produce
automáticamente abundancia de bienes; las maquinas piensan como el ser
humano, el tecnologismo; y toda la humanidad, en bloque, se encuentra dentro de
la sociedad de la información o sociedad postindustrial […]” (Ibid); son postulados
generalistas que desconocen las dinámicas inelásticas de los sistemas culturales y
sociales como tejidos simbólicos que plantan resistencia, o se oponen al elemento
avasallador con visos de homogenización humana que acompañan estos
preceptos.
En contra de tales postulados habría que mencionar la realidad social en la que
viven las mayorías excluidas, quienes abordan en sus cotidianidades el paradigma
de la sobrevivencia; es decir, de la vida vivida por arte de milagro, en donde el
misticismo y la fantasía coexisten con periodos de ayuno prolongado involuntarios,
llevados a cabo más por imposición de las circunstancias que por elección propia
de alguien que está buscando el sentido transcendente de la existencia.
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De otra parte, y en línea con lo abordando en renglones anteriores, frente a las
experiencias vividas por los emigrantes digitales en su interacción con las nuevas
tecnologías; su incapacidad para establecer vinculo comunicativo con estos
dispositivos obedece a varias causales relacionadas con un sistema educativo
ineficiente e inoperante, cuyas manifestaciones más sobresalientes se evidencia
en el estado físico y condiciones de unos establecimientos educativos no
diseñados para el aprendizaje; en tanto si para el encierro, el claustro, y el
adoctrinamiento de las nuevas generaciones con la aplicación métodos coercitivos
conocidos como prácticas disciplinarias que le proporcionan a la escuela un aire de
cuartel, nosocomio, y cárcel. Lugares en los que se disciplina a los anormales
(locos, posesos, rebeldes, delincuentes, enfermos, etc...) buscando su
normalización mediante la implantación de pautas de comportamiento y conducta
en sus mentes; a partir de esquemas y discursos de verdad que no cuestionan;
sino que acogen y legitiman lo aceptado por la sociedad como ideal o correcto.
El asunto con los dispositivos informáticos es que exige del interlocutor o
internauta una postura, lo conmina a que tome decisiones en función a una
intencionalidad que debe ir construyendo, deconstruyendo y volviendo a construir;
lo que sugiere un proceso de inicio, desarrollo, culminación y nuevo inicio; es
decir, el aprendizaje es un circulo hermenéutico que nunca termina de cerrarse
completamente. Sin embargo, al internauta le enseñaron que todo aprendizaje al
tener un inicio dispone de un fin lo que genera unas expectativas en función a un
logro. En este nuevo paradigma cultural el conocimiento no tiene un punto fijo, no
tiene un comienzo y tampoco fin; es una entidad que está en permanente cambio y
reconfiguración. De ahí que la primera reacción para alguien que fue educado bajo
el paradigma de escuela clásica es el de frustración, pensamiento que
posteriormente se convierte en apatía y finalmente en rechazo al saber que sus
esfuerzos pocos o muchos en breve dejarán de ser suficientes y por tanto, deberá
volver a comenzar.
En línea con lo dicho, la división del trabajo tiene en principio una esfera individual
que alude a las decisiones o posturas que el sujeto toma en razón a su proceso
formativo; más allá de las grandes diferencias que puedan existir entre la
educación que reciben los hijos de los trabajadores y los hijos de los empleadores.
Podría afirmarse que en la división del trabajo influyen otras lógicas distintas a las
trazadas por los organismos gubernamentales.
En principio podría decirse que entre las lógicas que determinan las inclinaciones
de una persona en la vida, están las influencias que recibe durante su infancia en
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el seno de la familia y la percepción que tal núcleo biológico ha logrado construir
de la educación y su real utilidad en la vida.
En tal efecto, algunos padres contemporáneos pese a encontrarnos viviendo en el
paradigma de la sociedad informatizada, consideran que enviar a sus hijos a la
escuela es exponerlos a que adquieran los vicios de una sociedad cada vez más
descompuesta; otros por el contrario, si bien le otorgan a la educación alguna
importancia en relación a su influencia en el moldeamiento de la personalidad del
sujeto, deciden no enviar a sus hijos amparados en su historia de vida y en el
hecho de que ellos no necesitaron frecuentar un ambiente educativo formalizado
para construir un proyecto de vida.
El panorama que se esboza a grandes rasgos en las líneas anteriores, permite
considerar el argumento de que las revoluciones no se gestan en escenarios
sociales extensos; los grandes acontecimientos tienen un punto de origen e
inflexión en espacios vitales pequeños en los que se desenvuelve con cierto nivel
de naturalidad la vida de los actores sociales, dinámica que deja de relieve lo
importante para darle paso a decisiones fundamentadas en el día a día, y en la
posibilidad de estar mejor en respuesta a unos valores e ideales construidos al
interior del colectivo.
Estas prácticas culturales son en definitiva la fuerza menos estudiada, pero quizá
la más determinante en la configuración de escenarios en los que se vislumbra no
sólo una división, sino una subdivisión del trabajo; al igual que márgenes elásticos
e inelásticos de empleo relativo en relación a los ciclos de demanda fluctuante de
un bien/servicio, lo que incide directamente en la producción de nuevos cambios
sobre los ya efectuados al interior de cada uno de estos procesos; dando origen a
modalidades de trabajo (teletrabajo) con un alto nivel de flexibilidad de las cuales
no se conoce su real incidencia en la vida de sus practicantes, salvo los linderos o
límites descriptivos de las mismas.
La esfera individual es la que en definitiva faculta a una persona para que tome
decisiones en relación a su vida, más allá de la calidad, y pertinencia de la
formación recibida en sus años escolares. Usualmente se piensa que una persona
con una buena educación, terminará realizando aportes sustanciales a la sociedad
en virtud al nivel de conocimientos que posee; no obstante, tal impresión resulta a
veces se equivocada o imprecisa con relación a las trayectorias vitales que una
persona puede experimentar a lo largo de su vida. Existen factores que aún están
anclados al misterio, y que no pueden explicarse desde las inelasticidades o
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elasticidades del mercado del trabajo; estos factores desconocidos son quizá los
que puedan explicar en un futuro cercano las razones por las cuales América
Latina a pesar de sus riquezas invariables, padece el fenómeno del desempleo
como realidad estructural inherente al sistema; es posible que este mal no sólo
pueda explicarse desde un análisis macro y microeconómico y su relación directa
con la problemática social (altas tasas de natalidad, bajas tazas de moralidad,
procesos migratorios, distribución desigual de la riqueza) y política que fundamenta
gran parte de los conflictos internos y limítrofes entre países con un origen común.
La realidad Latino Americana podría ser expresión manifiesta de un continente que
se resiste a perder su elemento distintivo; es decir, su cosmogonía, factor
sobresaliente de su cultura y principal método de objetivación de sus nativos. Lo
que sugiere que el principal obstáculo de la globalización como discurso
homogenizador; son los discursos tradicionales que defienden una identidad
colectiva, se sustentan en un etnicidad y en una forma de ser y estar en el
territorio. Por lo que en definitiva el factor desestabilizador de estas dos fuerzas
contrarias, es el sujeto quién en la esfera de su mismidad puede tomar decisiones
y apostar a los privilegios que percibe en uno u otro discurso…el tiempo terminará
por decirle si estuvo equivocado o si acertó en sus inclinaciones.
Bibliografía Ibid. (s.f.).
SENA VIRTUAL. (2012). Curso Virtual: Nuevas Tecnologias de la Información y la
Comunicación Aplicadas a la Formación.
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