Universidad Juárez del Estado de Durango.
Facultad de Medicina de Gómez Palacio.
Licenciatura en Psicología.
Sexualidad Humana.Lic. Bertha Martínez Trujillo
Ensayo: La sexualidad a través del tiempo
Astrid Celeste Muñoz Yáñez.
Semestre: 7 sección: A
Febrero de 2013
Gómez Palacio, Durango.
“El deseo sexual es una tendencia animal pero podría ser
justificada y orientada hacia el bien, siempre y cuando el acto
sexual tuviera como finalidad la procreación”
San Agustín
En la frase anterior se ejemplifica como el ser humano, o por
lo menos la gran mayoría, constantemente está buscando
desaparecer su lado animal, reprimiendo lo que por
naturaleza tenemos, los instintos, al parecer la existencia de
estos, los hace sentirse inferiores, “no humanos”. De los
instintos el más reprimido ha sido el sexual, ya que en el acto
sexual es donde más se refleja nuestro origen animal.
San Agustín jugó un papel importante en la culpabilización del
sexo, culpándose a sí mismo en sus Confesiones por haber
llevado una vida pagana y lujuriosa en su juventud. Se alzó en
odio contra los buenos placeres del hombre, afirmando que
habíamos nacido entre el excremento y la orina, decía que los
niños deberían de nacer de mujer no corrupta por la lujuria y
el sexo, esto es, completamente virginales. El cristianismo
redujo el sexo a una acción no romántica, un acto cruel y feo.
La mujer en esta época no era algo más que una propiedad, El
sexo dentro del matrimonio cristiano debería practicarse sólo
en una posición y nunca durante la penitencia en sábados,
miércoles, viernes y días feriados. Es pocas palabras la iglesia
consideraba la sexualidad como un acto demoniaco y su
finalidad no era procrear.
Este pensamiento culpijeno hacia la sexualidad lo trajeron los
españoles a México, un país que en la actualidad se encuentra
muy reprimido sexualmente, a diferencia de la cultura
prehispánica, donde se vivía una sexualidad libre, los hombres
se casaban con las mujeres sin importar el número de hijos
que tuviesen, pues los hijos eran considerados patrimonio, un
cultura en donde mantenerse virgen era cuestión de política y
decisión de la mujer, pues era intercambiada a otros pueblos
en símbolo de paz.
La sexualidad es un fenómeno complejo, el cual no solo puede
reducirse al acto sexogenital, ya que constituye una realidad
cambiante que evoluciona con el hombre desde el nacimiento
hasta su muerte, involucrándolo como persona, ya que
representa una forma especial de interrelación personal donde
se conjugan factores biológicos, afectivos, sociales y
culturales.
Hace 40 años atrás, la sexualidad era para el varón un debut
obligado. Tenía que demostrar su heterosexualidad, es decir,
que era "macho", que podía conquistar sin importar la calidad
de sus encuentros, que tenía capacidad de dominio y control
frente a sus pares.
Para las mujeres, en cambio, había una especie de continente
que se tenía que conservar virgen e intacto. Se ponían lindas
para entrar en el "mercado de cotización" y formalizar alguna
relación sentimental o encontrar un buen candidato que las
mantenga. Como contraprestación, ofrecían ser amas de casa
y criadoras de hijos de por vida.
Todo cambió cuando sobrevino la guerra. La mujer salió de la
casa y se encontró con una sociedad que se movía diferente.
En esa interacción fabricó proyectos personales, encontró
autonomía y empezó a dirigir su hogar desde otro lugar y bajo
otros estímulos. Así, se fue disociando al sexo de la inmediata
posibilidad de embarazo y la reproducción, y logró liberarse.
La realidad es que el placer nos vuelve más tolerantes y más
armoniosos. Nos sentimos mejor, más relajados, con ganas de
compartir un momento de felicidad con las personas que nos
rodea. Cuando no lo tenemos, pasa todo lo contrario
posiblemente estemos más intolerantes, más irritables, e
incluso estaremos en busca del conflicto. Por lo que vivir una
sexualidad plena es esencial para que una persona se
desarrolle en su contexto de la manera más sana posible.
“Para dos enamorados no hace falta hacer el amor, porque
entre ellos el amor ya está hecho”
Anónimo