Judicialización de los Delitos Sexuales Cometidos en Niños y Niñas.
Ensayo.
Tatiana Figueroa Perry, Abogada.
1. Introducción.
El mundo jurídico se caracteriza por ser un espacio lleno de formalidades y
procedimientos, que tiene un lenguaje técnico y modos de ser y de actuar que sólo son
conocidos y comprendidos por quienes trabajan en relación con los tribunales de
justicia.
Si bien es cierto, que con el pasar de los años los procesos se han
desformalizado, éstos siguen siendo un cuadro ajeno y hasta hostil para el ciudadano
común y corriente, más aún si ha sido víctima de algún delito.
El contexto no cambia cuando el sujeto pasivo de un delito es un menor, más
aún cuando estamos ante un delito que afecta la indemnidad o la libertad sexual, bien
jurídico protegido por la tipificación de los llamados delitos sexuales.
Antes de comenzar a analizar el paso de los menores víctimas por la justicia
chilena, es importante detenerse en algunas cuestiones previas a fin de contextualizar la
judicialización de los delitos con la reforma procesal penal, como lo es el conocer a
grandes rasgos el desarrollo del procedimiento penal inquisitivo chileno desde el punto
de vista de la víctima, pero desde una mirada jurídica.
Luego se hará una breve reseña acerca de los delitos sexuales y su tipificación
en el derecho penal chileno, para terminar con el análisis sobre la judicialización de
estos delitos bajo el contexto de la reforma procesal penal cuando las víctimas son
niños, niñas o adolescentes.
2. Antes de la Reforma.
El ordenamiento procesal penal que existía en Chile hasta el año 1997, año en
que se publica la Ley de reforma Constitucional Nº 19.519, que establece la institución
del Ministerio Público, se remonta al año 1906, conservando en lo sustancial la
estructura del procedimiento inquisitivo consagrado en Las Siete Partidas del S. XIII, en
virtud del cual el poder inquisitivo se centra en una sola persona, el juez del crimen,
quien tiene la facultad de investigar los delitos, formular cargos, acusar y juzgar
conforme a derecho.
Este procedimiento era escrito y secreto, por regla general, incluso para el
acusado. Se componía de dos etapas: el sumario y el plenario. En la primera etapa, se
llevaba acabo la investigación donde se acumulaban todos los antecedentes, la cual era
dirigida por el juez y era secreta para las partes, éstas solo tenían acceso a las pruebas
una vez cerrado el sumario y se iniciaba la segunda etapa del procedimiento, el plenario.
Durante el sumario se dictaba el auto de procesamiento, recién en esa instancia el
acusado era considerado parte en el proceso, sin embargo esto no significaba que
pudiera tener acceso a la investigación.
Bajo este contexto, el procedimiento cautelaba el interés social por sobre el
interés subjetivo de la víctima que no tenía una participación activa en el proceso, sin
perjuicio de existir la facultad de ejercer su derecho a querellarse y de ejercer acciones
civiles, el procedimiento fue creado para operar con o sin su participación, sin tener
acceso a la investigación y avances del procedimiento.
3. Delitos Sexuales.
El bien jurídico protegido por estos delitos es la integridad sexual, entendida
como libertad e indemnidad sexual dependiendo de si estamos ante un sujeto pasivo con
capacidad para autodeterminarse sexualmente.
La libertad de autodeterminación sexual es la facultad humana de consentir o
rechazar la realización de actos de significación sexual. Lo sancionado por estos tipos
penales es la coacción o abuso en un acto sexual en que participan al menos dos
personas, que de mediar consentimiento, serían lícitos.
Por otra parte, la indemnidad o intangibilidad sexual es la facultad humana
inviolable, y derecho de cada persona al desarrollo y configuración de su sexualidad. Se
considera inviolables a quienes no estén capacitados para ejercer su sexualidad en forma
plena (enfermos mentales, menor de 14 años).
Bajo este respecto tenemos los delitos de violación, estupro, abusos sexuales,
corrupción de menores, delitos sobre la prostitución, sodomía y el incesto, todos
tipificados en nuestro Código Penal bajo el Título VII de los Crímenes y Delitos contra
el Orden de las Familias, contra la moralidad pública y contra la integridad sexual.
3. Judicialización de los delitos sexuales a la luz de la Reforma Procesal Penal.
La reforma procesal penal ha sido un gran avance en materia de derechos para
las víctimas de los delitos, en comparación al procedimiento antiguo, el nuevo proceso
penal es público, lo que significa que los intervinientes tienen total acceso a las carpetas
investigativas del Ministerio Público, a las audiencias tanto en Tribunales de Garantía
como en los del Juicio Oral en lo Penal, existe el acceso a la información, los tiempos
de investigación se han reducido, se han creado instituciones cuyo objeto es proteger y
orientar a las víctimas durante el proceso a la par de ir reparando el daño causado por la
comisión del delito.
Si bien es cierto que han existido cambios importantes en el proceso penal, la
estructura del mismo lo hace revictimizante, ya que los operadores del sistema cumplen
un rol y un objetivo diverso a los intereses de las víctimas.
En primer lugar, cuando se devela la comisión de un delito sexual, el niño
víctima lo relata a la figura significativa más cercana, quien posteriormente hace la
denuncia a Carabineros o Investigaciones. En esta instancia se le comunica al Fiscal de
turno, encargado de dirigir la investigación y de representar ante los tribunales los
intereses de la sociedad toda, quien dará la orden de que se practiquen las diligencias
respectivas para recabar las pruebas necesarias para iniciar el proceso.
Se tomará declaración al menor afectado por profesionales especializados en la
materia, luego se le acompañará a la realización de los distintos peritajes (criminalístico,
psicológicos, sexológicos, psiquiátricos), pero qué sucede en el intertanto.
Desde la mirada del Fiscal, si el delito fue flagrante el imputado será detenido,
se informará al Fiscal de turno y será puesto a disposición del Juzgado de Garantía a fin
de que se lleve a efecto la audiencia de control de detención, la que en muchas
oportunidades también se produce la formalización de la investigación, que es la
comunicación formal que hace el fiscal al imputado de que se está investigando un
delito en su contra y se solicitará la prisión preventiva. Si el delito no fue flagrante antes
de formalizar se deberán recabar los antecedentes suficientes para hacerlo, utilizando a
las policías para tal efecto.
Durante esta etapa se realizan los peritajes y demás diligencias tendientes a la
aportación de prueba, teniendo un periodo máximo legal de duración de dos años. Si a
través de las diligencias realizadas no se arriba prueba suficiente, la responsabilidad
penal del autor del delito se ha extinguido, el Fiscal puede hacer uso de la facultad de no
perseverar, no iniciar la investigación, archivar provisionalmente la causa. Ahora, si
existen antecedentes suficientes que pueden convertirse en prueba, se cerrará la
investigación, el fiscal presentará acusación y se fijará fecha de audiencia de
preparación de juicio oral, en virtud de la cual se discutirán cuáles serán las pruebas que
se rendirán en la audiencia de juicio oral.
Luego de realizada esta audiencia, la carpeta judicial se compulsa al Tribunal del
Juicio Oral en lo Penal, quien fijará día y hora para la realización del juicio oral.
Es importante señalar que la presencia en las audiencias del imputado es un
requisito esencial para su validez, no así la presencia de la víctima.
En todo este esquema jurídico, cada operador tiene un rol definido. El Defensor
es la persona encargada de representar judicialmente los derechos del imputado. El
fiscal, representa los derechos del Estado, de la sociedad en su conjunto y su función es
crear la convicción en los jueces, más allá de toda duda razonable, a través de los
medios prueba que incorpora en la audiencia acerca de la comisión del delito, y
finalmente, los jueces quienes son los encargados, de conocer y juzgar como terceros
imparciales el conflicto penal.
Bajo este contexto, el rol de la víctima es fundamental para el esclarecimiento de
los hechos. Sin embargo, en el afán de recabar prueba se deben ver expuestas a relatar
reiteradas veces la experiencia traumática, reviviendo los hechos una y otra vez,
exponerse a la realización de distintos peritajes, que en definitiva las hacen exponerse
tanto física como psíquicamente al cuestionamiento de los operadores en relación a su
credibilidad y veracidad.
La falta de profesionales especializados en la materia que se reflejen en el trato
digno y más humano, que hagan a las víctimas protagonistas de su proceso, informando
acerca del procedimiento, los tiempos de espera, que se adecuen a sus necesidades, es lo
que falta para mejorar el sistema, la entrega de una atención de calidad no solo de los
operadores jurídicos sino de todos los profesionales que intervienen en el proceso
judicial, desde quienes reciben el primer contacto hasta llegar a instancias de juicio,
pasando por peritos y personal de atención de público, todos quienes trabajan con
víctimas debieran tener algún grado de especialización, pues de este modo los tiempos
de espera se reducirían, se mejoraría la calidad de la atención y bajarían los niveles de
tensión, reduciendo la victimización secundaria.
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