ENTREVISTA_
MICHELLE AREVALO
Michelle Arévalo tiene una maestría en Leyes Internacionales y Derechos
Humanos, de la Universidad de Oxford y es fundadora y gerente general de
Impaqto Quito, un espacio para el encuentro de emprendedores. También inició la
sede ecuatoriana de Asylum Access, que brinda asesoría legal a refugiados y es
directora regional para Latinoamérica de Huridocs, una ONG que ayuda a los
organizaciones de DD.HH. a usar tecnologías de la información y métodos de
documentación para maximizar su impacto.
ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ: Tienes un curriculum fantástico y me sorprende
¿por qué volviste a Ecuador?
MICHELLE ARÉVALO: Hay dos versiones. La primera es que yo siempre quise
regresar. Regresé un tiempo y me volví a ir porque la vida me jaló para afuera de
nuevo, pero la idea siempre fue regresar, desde el primer día que me fui. Y creo que
la primera vez que regresé fue ya graduada de Oxford; yo tenía una oferta de
trabajo en Google. Ahí fue cuando más riesgo me tomé porque no había nada y por
6 meses no hubo nada.
AGR: ¿Regresaste porque quisiste siempre volver?
MA: SÍ, siempre he querido volver. Siempre ha sido mi plan y siempre que hemos
estado afuera disfrutamos con mi pareja pero la idea siempre es regresar. Creo que
también hay la parte personal, teníamos una perrita con cáncer terminal y
gastamos todo nuestro dinero para curarle. Y en ocho meses de lucha dura y
trabajar y darte cuenta de que las personas que tú quieres se pueden ir, dijimos
que mis abuelos, que son mejores candidatos a que les pase algo, están viviendo
en Ecuador y no quiero perderme estos años con ellos porque sé que siempre voy
a tener la oportunidad de volver a irme donde yo quiera. También era mucho este
ruido que se hacía de la revolución ciudadana, las oportunidades que se dan, el
plan retorno del migrante, y pensamos que tenía sentido volver. Yo decía «sé que
regreso y a los dos meses me ofrecen algún Ministerio, algo así va a suceder», no
porque me sienta tan grande pero sé que había ese sentimiento de oportunidades.
AGR: ¿Y sucedió?
MA: Sí, hubo una secretaría y un viceministerio, pero luego me desenamoré muy
rápido del sector público. Sabía que si regresábamos iba a haber algo, tenía esa
convicción. No hay una razón profesional por la cual regresé; no es que había una
mejor opción, no tenía ninguna opción en realidad presente pero era mi decisión
regresar. También era un tema de que mucho tiempo trabajé con refugiados y
emocionalmente era fuerte.
AGR: Eso es una de las cosas que he visto que me ha sorprendido, el tema de
la asesoría legal a refugiados. ¿Con qué organización a parte de haber
fundado en Ecuador Asylum Access?
MA: Bueno con Asylum Access estuve todo el tiempo. Fundamos en Ecuador
Asylum Access Asesoría Legal, creamos un proceso escalable. A veces cuento y
digo que uno sin saber que no se podía, pudo. Digamos que el consenso a nivel
internacional sobre asesoría legal a refugiados fue una excelente opción, porque
permite a los refugiados poder vivir de sus propios esfuerzos; no tienen el
problema de poder trabajar sin visa. Lo que pasa es que es muy caro y es poco
escalable, porque generalmente la gente en ACNUR son norteamericanos que
están acostumbrados a la asesoría legal a refugiados muy intensa.
En EEUU, en Canadá y en Europa te toma mínimo 500 horas un caso de asesoría
legal de principio a fin. Entonces yo pensaba, en Ecuador pagar el precio de un
abogado que es caro y especialista en refugio es imposible; pero acá nosotros lo
hicimos posible. Hasta la fecha en que yo me fui estábamos ofreciendo asesoría
legal a nueve mil refugiados al año, con un presupuesto de menos de un millón de
dólares al año.
AGR: Tú eres emprendedora, pero con una variable social o con un injerto
social muy fuerte, o bien porque el objetivo de tu emprendimiento tiene que
ver con la mejora de lo social, o bien porque lo desarrollas en un ambiente en
donde lo comunitario, lo corporativo, lo colaborativo, el mundo asociativo es
importante. ¿Cómo ves esta idea del emprendimiento social? ¿Hasta qué
punto tiene que ser vocacional? ¿Cuánto de legítimo, saludable y necesario
actividad económica sostenible tiene que tener? Es decir, hablando un poco
de lo social, ¿tu podrías hacer cualquier cosa y has decidido emprender
siempre desde lo social ¿Por qué? y ¿qué es para ti esto?
MA: No sé si alguna vez me pregunté ¿por qué? Y creo que no podría ser de
ninguna otra manera, incluso no soy la única que se siente así; creo que muchos de
mis colegas se sienten así. No sé si es un tema de niña mimada que tiene la opción,
pero yo siempre he tenido la opción de trabajar en lo que yo quiero y esa es una
opción que yo me la he comprado siempre con mi mejor esfuerzo. No solo con mi
mejor esfuerzo, pero sí siendo la mejor y dar todo. Tengo dos hermanas pequeñas
que también han trabajado muy duro por lo que tienen, pero siempre les digo que
no es suficiente. Si de verdad quieren ganar la independencia de trabajar en lo que
aman, necesitan ser no la mejor de la universidad, sino la mejor de Latinoamérica,
porque sólo esas personas tienen la opción de escoger en dónde trabajan y eso es
lo que les va a hacer feliz. Tienes que poder entrar a Harvard y decir «todos son
iguales que yo» o «yo soy mejor» o lo que sea; pero de verdad tener esa opción. La
felicidad se compra con excelencia y la mediocridad me da ansiedad porque veo
mucho potencial perdido.
Regresando al tema de emprendimiento social, cuando trabajaba en Asylum
Access yo le consideraba algo como hacer un bien por el mundo, era un tema de
vocación, pero poco a poco fui aprendiendo diferentes términos como
escalabilidad. Ya no estoy haciendo el trabajo por los cinco refugiados en Quito,
sino que poco a poco empecé a pensar globalmente. Mientras yo estaba
preocupada por cómo vamos a hacer las cosas en Quito, mi compañera de trabajo
estaba preocupada de cómo íbamos a escalarlo en Tailandia y yo pensaba que
estaba loca, pero eso me ayudó a pensar a mí que yo podría hacer cosas más
grandes y empezar a pensar en esto como un emprendimiento y no como una
caridad. Creo que sí hay un cambio grandísimo en lo que es el emprendimiento
social cuando tú dices yo hago esto, porque esto es lo que se tiene que hacer, es lo
que la sociedad me pide. Pero, tengo que hacerlo escalable, sostenible y tengo que
poder rendir cuentas. Eso no es un tema de caridad, sino de justicia. Creo que sí
tiene mucho que ver el propósito; ahora estoy convencida de que no hay un
emprendimiento que funcione a largo plazo si no tiene un propósito bien definido
dentro de su ADN.
AGR: ¿Propósito económico?
MA: No, más allá de lo económico. Debe moverle a la gente más allá de lo
económico, porque uno asume que un emprendimiento al que le va a ir bien va a
poder pagar bien a su gente, va a tener un buen monto de inversión… Entonces eso
significa que a la gente que está trabajando ahí, si quieres los mejores y los más
talentosos, debes moverles el piso y decirles que están trabajando por más que
dinero; que están trabajando por un propósito más grande que el de tu empresa.
AGR: He leído en una entrevista que hablas de enamorarse del problema.
¿Qué significa para ti?
MA: Creo que es un tema de darle la vuelta a cómo ves las cosas y eso es incluso
algo que enseñamos mucho en talleres de emprendimiento. Por ejemplo, un
emprendedor viene con un producto y si tú le preguntas qué problema está
solucionando su emprendimiento. Y si de verdad está enamorado del problema
que está resolviendo, te das cuenta de que hay miles de maneras en las que
puedes solucionarlo y quizás esa no sea la correcta; y creo que el momento en que
tú te enamoras del problema te cambia la mentalidad y dices «yo no soy mi
producto, ni lo que estoy intentando venderle al mundo, yo soy un vehículo para
solucionar este problema». Llega un momento en que te cambia esa mente y dices
«fallé, mi idea fue mala —porque tienes que tener esa humildad—, pero
intentemos de nuevo». El problema por el cual estás obsesionado en resolver te
pone a leer, te hace investigar en otras disciplinas para ver cómo lo puedes
solucionar. Eso se llama enamorarte del problema.
AGR: Hay varios informes del Monitor 2015 que dice que Ecuador está
liderando el emprendimiento en Latinoamérica; también en el Foro Mundial
del 2016, la presencia de latinoamericanos 7/121 es una proporción
pequeña, pero significativa. Me gustaría que hablemos de emprendimiento y
Ecuador, esas dos referencias ¿cómo lo ves? ¿qué sientes? ¿Cuáles crees que
son los retos y en qué momento estamos?
MA: Primero, hablemos del Global Entrepreneurship Monitor. Es muy interesante y
estoy muy de acuerdo. La gente sí es muy emprendedora en Ecuador y creo que
tiene un poco que ver con la informalidad, pero sí es algo que simplemente le nace
a uno. Mi esposo viene de Canadá, donde tienes todos los incentivos para iniciar tu
propia empresa. Sin embargo a nadie de su familia inmediata o a sus amigos se les
ha ocurrido formar su propia empresa. Cuando él vino acá vio que la mayoría de
personas tenían su propia empresa y se preguntaba ¿qué está pasando? Hay
quienes interpretan el Global Entrepreneurship Monitor como un tema de
necesidades y le dan un tinte político, y he escuchado comentarios de que el
emprendimiento es sólo por necesidad pero pienso que todo buen
emprendimiento nace de una necesidad específica. Creo que sí le falta un poco de
madurez al emprendedor de acá, porque es muy fácil tener un problema del
enamoramiento artificial sobre lo que es emprender y; emprender; busca lo
contrario. Los emprendedores piensan que es mucho el tener una buena idea y
una pasión, cuando en realidad no entienden que esto es un problema de disciplina
y excelencia. A mí me dicen que tuve una buena idea, les corrijo y les digo que esta
idea no es mía, el coworking existe en todo el mundo. Es más, ni siquiera en el país
somos los únicos. Es un tema de tener disciplina, excelencia y de tener ese
compromiso y, si eso no te lo enseñaron en la escuela, en el colegio o en la familia
tienes que reemplazar eso con pasión. Creo que debemos trabajar mucho en el
proceso de maduración de los emprendedores en Ecuador.
AGR: Háblame un poco de tu coworking. ¿Por qué hacerlo? ¿Es un tema
estrictamente de modelo de negocio? ¿Es un tema de que generas un
ecosistema de oportunidades para tu pasión emprendedora? ¿O es porque
querías hacerlo y te apetecía?
MA: Para mí, era solucionar un problema bastante importante que yo veía al
regresar a Ecuador. Pensaba en que iba a extrañar mucho a mis amigos de Ginebra,
porque eran un grupo de gente que me inspiraba constantemente, que tenía
conversaciones profundas, que me obligaba y me apoyaba a ser mejor y, para mí,
rodearme de gente que me inspira es clave para mi nivel de felicidad de vida. Por
suerte gracias a las redes sociales pude prepararme para mi regreso haciendo una
curación de quienes van a ser mis amigos. Entonces empecé a ver que hacia cada
uno e hice una lista de la gente con la que quería conectarme; que no se conocen
entre ellos. Juntarlos iba ser difícil y pensé ¿qué tal si un coworking atrae a toda
esta gente constantemente y tenemos conversaciones profundas… O sea, estar
en el centro de esto es algo que me encanta y resolvía mi problema que era vivir en
Ecuador y estar constantemente inspirada por gente.
Cuando regresé a Ecuador tenía muchas opciones y estaba metida mucho en el
tema de datos abiertos, consultorías para derechos humanos en tecnología,
empecé en esa época a aprender a programar, que me apasionaba… Y hubo un
momento en el que me ofrecieron ser la directora de operaciones de la
organización, incluso tenían la apertura de abrir la oficina alrededor mío y mandar
a todos los programadores a vivir acá y ese fue el momento de quiebre cuando dije
que no me iba a dedicar a eso.
AGR: ¿Es casualidad o tiene algo que ver que la mayoría de las fundadoras de
ImpaQto sean mujeres?
MA: Creo que es casualidad. No tiene mucho que ver.
AGR: ¿No hay una perspectiva de género o una cultura de género en la idea
de compartir?
MA: No, hay gente que te diría que las mujeres compartimos más, pero en la
práctica no lo veo así. Lo que sí hacemos son esfuerzos muy intencionales es tener
una perspectiva de género en todo lo que hacemos.
AGR: Déjame que te lo pregunte de otra manera. En los emprendimientos y
en el emprendimiento social, ¿el papel de la mujer está en condiciones de
mayor igualdad al del hombre? ¿más? ¿menos que cualquier tipo de
emprendimiento que en otra actividad económica? Yo sí que veo más
mujeres en el emprendimiento social.
MA: Tal vez en las ONG, sí.
AGR: No, pero no hablo de las ONG.
MA: Acabo de terminar de hacer una curación para esta serie de charlas donde van
a venir innovadores sociales de toda la región y tuve alrededor de 70 aplicaciones y
la mayoría eran hombres. No sé si es un sentimiento pero siempre nos cuesta
encontrar equidad de género en todos los panelistas que tenemos; es nuestra
política, pero todavía cuesta.
AGR: Quiero hablarte de los millennials y de sus escalas de valores y sus
maneras de ver el mundo y quiero situarte en dos referencias. Uno, la idea de
compartir y poseer. ¿Cuánto hay que compartir y cuánto hay que poseer? El
cambio de paradigma de que no todo lo que tengo tiene que ser mío, puedo
co utilizarlo, es decir, compartir y poseer. Un poco una reflexión tuya sobre
esto, si crees que estos valores van a jugar un papel muy equiparable, si esto
va a modificar la manera de entender el mundo y la posición de estos jóvenes
en el mundo. Tu reflexión sobre esto.
MA: Creo que tengo una perspectiva privilegiada en el sentido de que tuve la
oportunidad de la época de oro de los millennials cuando vivía en California. Yo vi
ese proceso, vi los primeros coworkings abrirse en San Francisco y conocí a las
personas que lo hacían. En Ginebra estaban recién empezando a pensar en el
coworking pero fui parte de los grupos que organizaron el TEDx Ginebra, este tema
de innovación en temas comunitarios… Y viendo eso pensé que a eso había que
apostarle en Ecuador. Era un tema de riesgo, pero si los pantalones acampanados
estuvieron de moda hace cinco años en EEUU, van a estar 5 años después de moda
en Ecuador. No estoy hablando de moda, pero es una tendencia de valores y creo
que recién está empezando; los millennials de Ecuador son los hermanos chiquitos
de los millennials de San Francisco, pero hacia allá van.
Creo que hay una tendencia casi natural a que esto funcione y creo que la crisis lo
va a acelerar. También el tema de las realidades económicas lo van a acelerar, pero
muchas personas de mi edad ven a sus padres que a su edad ya tenían tres hijos,
una casa y una hipoteca, y ahora toda la gente de mi edad no lo considera…
Entonces es una realidad económica donde piensas que no quieres poseer una
casa y puedes arrendar toda tu vida. Esto te da mucha flexibilidad.
Hay una manera también perversa de verlo, que los millennials no les gusta
comprometerse con nada entonces no alquilan una oficina por 12 meses cuando
pueden alquilar una por un mes acá [en el coworking]...
AGR: Ese era el otro punto que quería hablarte, sobre la falta de compromiso,
de disciplina, de continuidad, incluso. Es tan importante lo individual, la
felicidad personal que la capacidad de comprometerse es limitada. ¿Cómo lo
ves o cómo les ves a ellos?
MA: No sé si la falta de compromiso es lo mismo que la falta de disciplina. Conozco
millennials que son increíblemente disciplinados, pero no tienen por qué
comprometerse con nada. Creo que el compromiso tiene que ver con al ámbito de
trabajo, no con sus amigos, por ejemplo; los millennials son amigos para toda la
vida y tal vez por eso no se casan. En relaciones interpersonales no es un
individualismo. Creo que hay una crisis de liderazgo; no hay instituciones que les
hablen a los millennials de sus valores. Por ejemplo, piensan «¿por qué voy a
trabajar con un restaurante de pizzas si el dueño no tiene mi edad, es de otro
mundo y no comulga mis valores?» Son esas cosas que se pueden interpretar
como una falta de compromiso, pero se debe dar la vuelta a la tortilla y pensar
¿qué es lo que está generando esta falta de compromiso? Porque solo ganar dinero
ya no es lo suficiente como para comprometerse.
AGR: Hablemos de las redes sociales y de los millennials. ¿Cómo crees que las
utilizan? ¿hasta qué punto forman parte de su vida? ¿Cuáles son las
preferidas, las favoritas?
MA: Viendo cómo se compara el uso de redes sociales de los millennials con los no
millennials, me parece que los millennials tienen ya un poco más de sentido
natural, que es una buena etiqueta de cómo se usan las redes sociales y es una
etiqueta que se está constantemente generando. Un chico universitario sabe que
es de mala educación postear algo de política en su grupo de WhatsApp que era
para hablar de otra cosa, entonces sí hay este tema de auto moderación, de
entender que compartir mucho está mal, pero compartir poco también. Puedes
usarlo como una manera de expresarte políticamente; para expresar tus valores de
manera abierta y pública.. Y eso es algo que yo no veo, por ejemplo, que tenga mi
mamá y a mí me desespera. Claro, tal vez otras generaciones ven una nueva
herramienta y no saben cómo usarla. Ahora hay millennials, incluso, que dicen que
no usan redes sociales, o tienen dieta de redes sociales porque saben que es
importante hacerlo; que hay otras partes en la vida de uno.
Alguna vez estábamos conversando con unos amigos y decíamos que es como
cuando se empezó a usar semáforos. La primeras personas que tenían auto hacían
lo que les daba la gana. Iban rápido, iban lento pero empezó a existir señalización,
semáforos, convenciones y creo que es un tema de que la primera generación de
gente que usaban auto hacían lo que les daba la gana. La siguiente generación
tuvo que ajustarse, porque ya había reglas y luego, poco a poco, se va creando una
etiqueta del uso de esta herramienta.
Veo que los millennials son justo esta generación sándwich que es la primera
generación que lo usa todo el tiempo pero está constantemente en esta batalla de
saber cuáles son los límites. Hay quienes dicen «no, esto no se usa porque es malo
para la humanidad», y hay otros que dicen «no puedo vivir sin ella», y hay otros
que van generando sus propias reglas. Tal vez ahí sería interesante tener una
encuesta, ¿qué reglas internas te estás generando tú?
AGR: Si los tuvieras que definir a los millennials en Ecuador ¿cómo lo harías?
MA: Yo diría que los millennials, sin importar su contexto socioeconómico, tienen
una tendencia muy clara a valorar lo intercultural no por un tema de patriotismo,
sino por un tema de diversidad o valores, un tema de inclusión. Estas palabras,
inclusión y diversidad, para mí, como millennial, era un tema de derechos
humanos, pero ahora todo el mundo habla de derechos humanos sin ponerle esas
dos palabras muy institucionales. Hay mucho el tema de equidad de género y creo
que más adelante tal vez va a haber una crisis de masculinidad, estoy segura. Es
más, estaba hablando con un profesor canadiense que tiene un hijo de 19 años, y
me decía que está desesperado, me cuenta que las mujeres han encontrado una
manera de ser cool y tienen sus heroínas; pero que su hijo no tiene un modelo a
seguir y que está en una crisis verdadera porque él se rodea de gente que le gusta
hacer pesas y le gusta ser súper hombre, súper macho pero a todas las mujeres
alrededor de él les parece mal. No es cool ser inteligente para un hombre,
entonces, no puede conseguir un buen trabajo… Yo lo veo incluso con mis primitos
que están ahora en la Universidad.
AGR: Y en política, ¿qué van a hacer? ¿qué piensan? ¿qué quieren?
MA: No sé, eso es complicado, porque incluso si me preguntas a mí yo siempre fui
una persona muy política, y tengo amigos metidos en la política. Creo que el gran
problema de los millennials es que se comunican políticamente por redes sociales,
pero la computadora es binaria y esto tiende a polarizar mucho más las opiniones,
y el que gana es el que sabe cómo comunicarse en redes sociales en un formato de
30 segundos, de GIF... Hasta ahora, las corrientes de pensamiento más progresivas
lo han hecho muy bien, pero por otro lado pero por otro lado parece que ISIS
también lo hace muy bien. ¿Qué significa eso? Que hay una tendencia a la
polarización, que se está perdiendo mucho la capacidad de hilar fino en una
conversación en las cuales no tienes que decir estoy de un lado o de otro y decir
bueno, tienes razón en esto, yo me mantengo en lo que yo pensaba, pero no eres
el demonio por pensar diferente.
Por otro lado, creo que sí tiene algo que ver con el emprendimiento social si me
permites regresar a esto. Alguna vez escribí un pequeño artículo diciendo que el
emprendimiento social es una excelente alternativa para gente que tiene liderazgo
público, liderazgo cultural y social que no quiere meterse en la política, porque
antes esa era la única opción. Si te gustaba hablar de temas públicos tenías que
hacerte político, pero ahora tienes esta opción de ser un emprendedor social.
AGR: ¿Pero descartas el ser política?
MA: Para mí es un tema muy personal, porque yo sé que es necesario. Las
personas que tenemos esta vocación no nos metemos en la política y estamos
dejando ese espacio para los que tienen el estómago. Pienso que eso estamos
haciendo e incluso lo estoy fomentando aquí. El momento en que estás de frente a
un mundo binario que, o te ama o te odia y tienes el riesgo muy verdadero, no sé…
Pienso en que mi abuelita abra Twitter y vea lo que están diciendo de su nieta y
eso es algo que no estoy dispuesta arriesgar; hay cosas que se pasan y eso me
queda claro. Por otro lado, puedo contar otra historia. En este contexto político tan
polarizado, la gran batalla política del 2017 ya se viene, pocos van a salir ilesos y
estamos aquí creando un sitio muy raro para ejercer tu instinto de ser parte de la
polis sin los riesgos que esto acarrea, sin la polarización, sin que esto signifique que
tienes que aguantar un partido… Entonces creo que sí estamos generando un
liderazgo político y tal vez los emprendedores sociales que saquen sus empresas
de aquí a 5-10 años, generan un nivel de liderazgo tal que, en el futuro, como están
saliendo ilesos de esta polarización, puedan trabajar mejor.
AGR: Muchas gracias, Michelle por tu generosidad, por tu tiempo.
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