Ética-Moral y Deontología
Si el derecho fuera invulnerable, si sus leyes tuvieran la rigidez y automatismo de las que
presiden el movimiento de los astros, el juez no existiría.
Felipe Tena Ramírez
Ética-Moral y Deontología
Existen dos corrientes de pensamiento que intentan explicar la distinción entre ética y moral.
Una, la que llamaríamos clásica
Dos, la que llamaríamos contemporánea
Ambas tienen como objetivo la persecución del bien:
Bien Moral u ontológico, que perfecciona al hombre o lo hace excelente.
Bien útil, y
Bien Placentero.
Ética-Moral y Deontología
Primera: La palabra griega ética procede de ethos, significó inicialmente, morada, residencia, costumbre, y también carácter o modo de ser.
Aristóteles lo relaciona con costumbre, hábito o uso. “la ética… procede de la costumbre”.
Lo anterior ha servido para señalar que en la concepción griega, la ética fue entendida como realidad absolutamente cambiante y relativa, tal y como entendemos hoy los usos sociales.
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Lo anterior es falso. Aristóteles parte de la idea de
que la costumbre hay que entenderla como
hábito, y que éste es un requisito imprescindible
en la adquisición ética. Para él, el modelo de
persona ética es el hombre que que posee el
hábito de las virtudes, lo cual exige un esfuerzo
continuo de la voluntad.
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La expresión moral tiene un origen latino, ya que
proviene del término mos. Viene a recoger la
referida pluralidad y riqueza de significado que en
Grecia poseía el término ética, es decir, morada,
residencia, costumbre, y también carácter o modo
de ser.
Ética-Moral y Deontología
Lo ética para esta concepción es lo natural al ser humano, no en el sentido de lo espontáneo o lo instintivo, sino en el sentido teleológico o de realización del fin y la plenitud integral a la que el ser humano esta llamado. La normatividad moral no es extrínseca, impuesta desde una instancia o voluntad externa, sino intrínseca, inherente al propio dinamismo de la vida humana.
La ética entonces tiene una gran dimensión práctica, no es una disciplina teórica.
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Ética y Moral en el mundo contemporáneo
Kelsen establece que "la moral, como el derecho es positiva, y para una ética científica sólo entra en consideración una moral positiva, así como sólo es relevante, para una doctrina jurídica científica, un derecho positivo”.
Con esto Kelsen entenderá que la moral, igual que el derecho, no es más que una especie de los sistema sociales, cuya aprobación o desaprobación de sus reglas corresponden a la autorización o desautorización de los miembros de la comunidad, reafirmando con esto su carácter profundamente empirista, conceptualizada desde presupuestos heredados del sociologismo. No podía ser de otra manera si se pretendía su parcial modelo científico.
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Desde esta perspectiva la ética se convierte en la ciencia que estudia la moral, es decir, la serie de prácticas sociales reconocidas en la sociedad, llegando a constituir lo que se llama moral positiva.
Sin embargo, habrá que decir que reducir la moral a la moral positiva o social, cierra la vía a toda posibilidad de crítica racional de las estructuras sociales, aceptando sin más, como criterio correcto de actuación, la pauta de comportamiento que se halla vigente en una sociedad.
De ahí que intentar fundar exclusivamente en los usos y costumbres del colectivo profesional, conduciría a mantener acríticamente las pautas consolidadas.
Ética-Moral y Deontología
Deontología
La expresión deontología proviene del griego deon, que significa deber, y de logos, que significa tratado, ciencia o disciplina. En nuestro lenguaje deontología es la ciencia de los deberes. El primero que utilizó tal expresión fue Jeremy Bentham (1748-1832).
La propuesta filosófica de la deontología es el utilitarismo, el cual se resumen en el principios de buscar la mayor felicidad para el mayor número de personas. Sus presupuestos son:
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La aplicación al estudio del comportamiento humano
de los paradigmas del modelo moderno de ciencia.
Es un modelo empirista, que no reconoce más
realidad que la captada por los sentidos. Se parte,
por ello, del presupuesto de que la razón humana,
entendida como razón teórica y calculadora, no es
capaz de operar en el campo de la ética, ya que no
permite alcanzar verdades empíricamente
verificables.
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De acuerdo a lo anterior se sostiene el siguiente
principio: “lo bueno en sí es incognoscible; lo
único que interesa es lo que puede ser bueno para
alguien, es decir, lo útil”.
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Al utilitarismo se le puede hacer las siguientes
críticas.
Parte de una visión radicalmente individualista y
reductiva del hombre (entendido como un ser
movido, fundamentalmente, por la búsqueda de
placer individual) y, además, la legitima. Por otro
lado, presupone una concepción muy limitada de
la felicidad humana, reduciéndola al placer.
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La referencia a la utilidad conduce a la idea de lo
eficiente en relación a una meta o a un objetivo.
Sin embargo, la genuina visión de la ética remite,
más bien, a lo bueno en sí, a lo que posee valor
intrínseco, con independencia, incluso, de su
utilidad individual.
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En tercer lugar, también se ha destacado que el
estatuto científico del principio de utilidad no está
bien determinado. Se defiende el principio de que
las leyes deben de tender a la consecución de la
mayor felicidad del mayor número, pero no
aparece claro en qué se fundamenta, a su vez,
este deber. Sobre este punto se podría hacer las
siguientes observaciones:
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Parece, por un lado , que este principio se extrae de
la experiencia. Sin embargo, la misma experiencia
demuestra que no siempre las personas se mueven,
exclusivamente, por motivos de utilidad y placer.
Hay una indeterminación del principio. No existe
ningún método adecuado para poder calcular , en
términos de placer o dolor, las consecuencias de las
acciones y valorar así su licitud.
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En cuarto lugar, esta concepción pone en peligro
los derechos de las minorías y, en definitiva, de
los más débiles. De hecho, si no se ve limitada por
ciertos correctivos derivados de la dignidad
inherente a cada ser humano, pone en riesgo los
derechos de los individuos.
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