明治大学教養論集 通巻432号
(2008・3) pp.103-122
Figura de la serrana en el
L‘δro drθわωeπα7πor
Hiroko KARIYA
Introducci6n
Afinales de la Edad Media en Espa血a, habla prominencia literaria
por los pastores y otros personajes no pertenecientes a la alta sociedad
que continu6 su expansi6n, incluso dramatica, en el renacimiento.
Tambi6n sabemos de sobra la importancia de los personajes rUsticos en
las obras teatrales del siglo XVI. Constatamos que antes de 1450 no son
muchas las figuras r血sticas que se encuentran en el discurso literario.
Una de ellas es Ia serrana, que empieza a aparecer en las obras literarias
de la Castilla Medieval como una figura femenina esperp6ntica que ir含
evolucionando hasta llegar a su maxima representad6n con el
personaje de la Serrana de la Vera, pintada por Lope de Vega y por
V61ez de Guevara. Las serranas mas antiguas que conocemos hasta
ahora son las del siglo XIV, de Juan Ruiz en su五ibr()de buenα〃zor.1
Posteriormente le siguen poetas cortesanos como Diego Furtado de グMendoza, Iiigo L6pez de Mendoza, Francisco Bocanegra, Carvajales,
Fernando de la Torre, etc.
1. Serranas, sus origenes y fuentes literarias
Los cantares de las serranas han sido estudiados como manifesta-
ci6n po6tica,11amandolos“serranilla”, que intentan definir como de
estilo po6tico. De la misma manera buscan sus fuentes literarias en las
pastourelles francesas o provenzales, en la lirica gallega o en el villancico
castellano(J.1. Ferreras:1999,154). La mayoria de las investigaciones
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coincide en que las serranillas son derivadas en gran parte de las
mencionadas pαstourelles, poesias de forma cortesana en que se cuenta
que un caballero viaja por el campo en primavera y encuentra a una
campesina hermosa a la que intenta seducir.
Las serranillas espafiolas siguen el modelo de la pastourelle en
cuanto al tema, que trata del encuentro entre un hombre de la corte y
una mujer joven inculta en el campo o en la sier七a que es un locus
amoenus y del dialogo entre ellos, insistiendo en la diferencia social y en
la superioridad del hombre con actitud despectiva hacia la mujer de la
baja clase. Pero su figura central es la“serrana”, que aparece menos
refinada que la francesa a causa de su vida severa en la sierra, tan lejos
del mundo civilizado(Marino:1987,5). Las serranas de las composi-
ciones tempranas, como las de Juan Ruiz que trataremos en este estudio,
son violentas, grotescas y no poseen la timidez ni la belleza de la berg6re
francesa. Carecen de la belleza convencional y representan la antitesis
de la mujer ideal. Al principio la palabra serrana s610 se referiria a las
mujeres j6venes que habitaban en la sierra, pero iran evolucionando y
metamorfose6ndose sus caracteristicas. Nancy Marino, sacando el
ejemplo de Carvajales del siglo XV, confirma que el“poeta emplea todas
las partes integrales de la serranilla pero ha creado una serranilla sin
serrana” iMarino:1987,8).
En cuanto a las fuentes de este personaje femenino, hay varias
teorias que tenemos que tener en cuenta. Segan Spitzer, la serrana fue
un ser irreal y legendario, que personifica las fuerzas de la naturaleza, la
vegetaci6n y la fertilidad, a la manera de la“mujer selvatica”que
empezaba a aparecer en las leyendas del siglo X(Spitzer:1935,156). O
naci6 del tema folkl6rico de la virago montafiesa que perseguia a los
hombres(Le Gentil,546-7).2 Tiene relaci6n, seg丘n James Burke, con el
vocablo franc6s seraine, la sirena que aparece en los bestiarios franceses
medievales3(James Burke:1975,26), o huellas mitol6gicas de las
amazonas(lrizarry:1983,.60-61)oes la mujer fea, una figura mas global
con cualidades negativas que tiene la tradici6n literaria desde la
6poca romana como una transgresi6n femenina relacionada con la
misoginia4
Figura de la serrana en el五勿7て)〔オθわzごθηα〃zo7 105
Sin embargo carecemos por ahora de estudios sobre la figura misma
de este personaje femenino. Se hace notar que cada poeta la interpreta
asu forma. Pero si las llaman“serranas”, creemos que en el fondo cada
una de ellas tiene algo com血n que seria la base para definir dicha figura,
apesar de que es cierto que se ira cambiando su imagen a trav6s del
tiernpo. En este estudio no tenemos la ambici6n de abarcar todas las
serranas representadas sino como un primer paso analizaremos
血nicamente las mas antiguas, es decir, las cuatro serranas del。乙ibr()de
buen amor de Juan Ruiz porque creemos que en la descripci6n de estas
cuatro encontraremos el arquetipo mas cercano al de la figura de la
serrana que permanecera en los siguientes siglos.
2. Las serranas en el Libro de buen amor de Juan Ruiz,
el arcipreste de Hita
Antes de nada, tenemos que advertir que esta obra fue escrita por
un var6n que se dirige a los hombres, cultos, cl6rigos, etc. Alude el autor
ala mujer ideal como objeto propicio de amor a la que hay que buscar,
por boca de Don Amor, dando informaci6n detallada de su rostro y
cuerpo sensuales. Tambi6n insiste en la importancia del estatuto social
que, en este caso, ha de pertenecer al estamento noble y rico de la
ciudad. A diferencia de esta mujer ideal, inspirada en Ovidio, advierte
el autor que hay que evitar las villanas porque son bastas y no saben
amar:
si podieres, non quieras amar muger villana,
que de amor non sabe, es colpo bausana.(431 cd)
El episodio del encuentro con las serranas en el Libr()de buenαmor,
ocupa las estrofas 950-1042. Siendo abundantes los personajes
femeninos en la obra, las serranas de Juan Ruiz son las primeras figuras
que aparecen con esta denominaci6n en los textos literarios en la
Castilla Medieva1. Son dos los componentes que constituyen el episodio:
los narrativos y liricos. El autor nos presenta el encuentro en forma
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narrativa al principio en cuaderna via, y lo completa con un poema
liricO,
Men6ndez Pida1 sostenia que las serranillas del arcipreste de Hita se
amoldan fielmente al tipo de la serrana de la vida real contemporanea,
como desarrollo de temas populares castellanos(Men6ndez Pidal:1957,
228),y cita un fragmento encontrado en el Cαncionero de la Vaticanα, de
la serrana de Cintra:
Na terra de Cintra
apar d’esta serra,
VI Ua Serrana
que braadava guerra.
Este fragmento, sin embargo, fue compuesto posteriormente al五ibrc)de
buen amor, en el siglo XV, como ha demostrado Stegagno Picchio, y
probablemente las serranas del arcipreste inspiraron al autor de la de
Cintra(Stegagno Picchio:1966,109). Por tanto falta comprobar que los
personajes femeninos llamados “serranas”o “serranillas”fueran
conocidos antes d6 Juan Ruiz.
EI protagonista masculino, pintado por un narrador masculino me-
dieva1, viaja por la sierra donde se encuentra con las cuatro serranas. El
viajero, lo血nico que hizo es seguir literalmente el consejo del Ap6stol
San Pablo de“provar todas las cosas”. Vicente Reynal dice que‘‘la Sie-
rra de Guadarrama era famosa en ese entonces por las buenas serranas
que alli moraban, que no pocos de los pobladores de los alrededores iban
a“垂窒盾魔≠秩h(Vicente Reynal:1988,91). Son las que habitaban en sierras
yseg丘n Men6ndez Pidal, su“oficio era conducir a los caminantes entre
la espesura de bosques milenarios, buscando la dificil abra del puerto,
cerrada por la borrasca”(Men6ndez Pida1:1957,230). Era un trabajo
bastante duro, mas“adecuado”para los hombres y no para“finas
mujeres”. Sin embargo el autor lo necesit6 como remedio para curarse
del mal de amores durante el viaje del protagonista, figuras femeninas
desfiguradas despu6s de haber probado ya con las mujeres hermosas,
lozanas y nobles y de haber perdido la mujer m合s amada.5 Como hemos
Figura de la serrana en el Libro de buen amor 107
dicho al principio, el autor escribe sobre la aventura con estas mujeres
en cuaderna via en tono narrativo y luego a丘ade una cantica para cada
una de ellas. Para Men6ndez y Pida1, la parte en cuaderna via refiere con
colores realistas el encuentro con la serrana, mientras en la cantica lo
hace con tonos idealistas oponi6ndose al relato precedente(Men6ndez
Pidal:1957,222), Lida de Malkiel, por su parte, no ve ning血n contraste
entre las dos versiones(Lida de Malkiel:1966,46). No obstante, como en
alguna de las descripciones no coincide el contenido, especialmente de la
血ltima serrana Alda, al examinar estas dos tesis aparentemente
irreconciliables, R. B, Tate, despu6s de estudiar las dos versiones por
separado, concluye que los dos investigadores simplificaron demasiado
sus teorias al intentar ver la unidad de la poesia, y que no existe
forzosamente una relaci6n entre ellas(Tate:1970,226). En este trabajo,
preferimos analizar todo en conjunto, ya que si Juan Ruiz fue quien
junt61as partes de su obra fue con alg血n fin especifico. Lo que aqui nos
interesa es la figura y el sentido que nos da de la serrana, objetivo para
el que no hemos de descartar ninguno de los detalles que nos ofrece el
autor.
El mundo del五必π)de buenαmor es“un mundo esencialmente
literario”.(G. B. Gybbon-Monypenny:1988,17)Pero, como veremos de
ahora en adelante, dentro de las limitaciones literarias, nos deja en sus
cantares abundantes detalles geograficos por los cuales se aprecia un
cierto realismo que seguiran poetas posteriores como el Marqu6s de
Santillana, y Carvajales. Podemos observar ese realismo literario en la
tendencia detallista en cuanto a la descripci6n fisica de los personajes,
sobre todo de la cuarta serrana, para subrayar y exaltar la fealdad y la
rudeza como antitesis de la belleza y de la delicadeza femenina propias
de las de la corte.
Acontinuaci6n analizaremos la descripci6n de cada una de las
serranas deL乙ibro de buenαmor.
2.1.La Chata de Lozoya
El viajero pasa por el puerto de Lozoya en marzo, en tiempo de
nieve y granizo. La primera serrana se llama la“Chata”, vaqueriza y
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guardiana del portazgo. Ante la pregunta del viajero perdido en el
monte,1a respuesta de la Chata es determinante.
_yo s61a Chata rrezia que a los omnes ata.
Yo guardo el portadgo e el peaje cojo;
el que de grado me paga, no le fago enojo;
el que non quiere pagar, priado lo despojo.
Paga me, sinon veras como trillan rrastrojo’ (952d-953 d)
Pero antes de esta respuesta de la Chata, el narrador nos anticipa que el
suceso no va a ser agradable:“En gima deste puerto vi me en grant
rrebata”(952 a). Desde el principio sabemos por tanto que el encuentro
no es buena experiencia para el viajero. Esta anticipaci6n negativa la
confirmamos con la respuesta de la Chata, tan basta y amenazadora, de
una mujer de quien no percibimos ning血n rasgo “femenino”
convencional. La tosquedad, su caracter de“endiablada”, temperamen-
tal y la voz amenazante son reflejo del ambiente despoblado e inculto.
Pero al prometer el viajero que le daria‘‘prancha con brocha”ycon
gorr6n de coneja”,1a serfana lo lleva a su casa para refugiarle del frio.
Aqui hay dos cosas interesantes. Primero, que la serrana se contenta
con esos“regalos”femeninos que le promete el viajero, y que son incom-
patibles con su corldici6n fisica“gaha rroin, heda”(961 b)ysocial. Por
otro lado, la Chata es robusta y forzuda y seg血n el protagonista,‘‘ech6
me a su pescueco por las buenas rrespuestas”(958)yligeramente pas6
por los arroyos y las cuestas. Tiene una fuerza inimaginable, mas bien
no femenina, sino de un ser monstruoso con lo cual gana mas
protagonismo aqui que el mismo viajero. El gusto femenino del atuendo
de la Chata contrasta con su figura fisica tan salvaje.
La Chata no es una mujer“objeto”como solian ser las mujeres
medievales, sino mas bien“sujeto”, que lleva siempre la iniciativa del
acontecimiento, incluso muestra e impone su apetito sexual invirtiendo
asi ese papel reservado entonces para el hombre. Pero hay que recordar
que tambi6n existian liricas en las que las mujeres expresaban sus
deseos sexuales abiertamente tomando iniciativas, y que en este caso los
Figura de la serrana en el Libro de「buen amor 109
hombres se quedaban ridiculos y sin esperanza, como alude Deyermond
(1970:64),Ademas de que se siente superior a los hombres, la Chata,
igual que aquellas, conoce suficientemente la debilidad de los hombres
por lo carnal, ya que por el puerto no han de pasar pocos. Por eso dice
la Chata al viajero:“que bien te dar6 que yantes/commo es de la sierra
uso” i967 fg). La costumbre hospitalaria de la sierra no s610 se aplica a
los que viven alli, sino que abarca tambi6n a los que estan de paso por
esos parajes. AI final el narrador nos cuenta que el viajero“fiz buen
barato”(971 g)apesar del miedo que tenia por ella, por lo que parece
que sale ganando 61“por aver juntamento con fenbra plazentera”(71 d).
Sin embargo, como observa Beltran,6n realidad fue 61 despreciado
eintimidado por la Chata, que sali6 ganando, satisfecha de su apetito
sexual sin ser burlada y sin perder el protagonismo en ningthn momento
(1977:180).Como piensa Deyermond, la intenci6n del autor es poner en
ridiculo no s6101a∫)astourelle sino el arnor cort6s en general invirtiendo
algunos de sus elementos caracteristicos:1a iniciativa de la serrana de
entablar el dialogo, de seducirlo, de dominarlo(1970:63). En cir-
cunstancias tan ins61itas como en la sierra, las mujeres no se preocupan
por la honestidad o la sinceridad dei hombre al estilo del amor cort6s.
Si es. cierto que frecuentaban los hombres por ahi a“provar todo”, las
montafiesas jo’ venes sabrian de sobra que aqu6110s estaban de paso y no
iban a cumplir con la promesa de traer regalos. Hacerle prometer que le
regale algo es una excusa para que el viajero entre a casa con ella. Para
la Chata,10s apetitos tanto de comida como de la pasi6n sexual son
iguales, y aprovecha la situaci6n al maximo para dominarlo por la
fuerza.
2.2.Gadea de Fuent Fria
Ala segunda serrana la encuentra a la vtlelta de Segovia por Fuent
Fria. El viajero pas6 esta vez por otro puerto, puesto que ademas de no
haber comprado los regalos que le habia prometido a la Chata no
queria ni verla, y alli se encuentra con otra serrana. Esta vez la actitud
del transe丘nte es un poco diferente. Toma la iniciativa de dirigirle la
palabra de manera cort6s, cortejandola:“...En buena ora sea/de v6s,
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cuerpo tan guisado”(988 ef). Aqui no nos anticipa su desgracia, sino
mas bien una sensaci6n pastoril mucho mejor que en la primera
aventura. En la lirica vemos una referencia sexual implicita:
pues vos yo tengo, ermana,
aqui, en esta verdura,
ribera de aqueste rio.(989 ghi)
La serrana se siente ofendida y termina lanzandole el cayado, tratandolo
ノcomo si fuera un animal. Esta, Gadea de Rio Frio, agresiva y tempera-
mental como la primera, no conoce el c6digo del amor cort6s, que no
sirve para nada ni tiene sentido en Ia sierra. En cambio esta
obsesionada por dominar el mundo monta血6s, la naturaleza y los
animales, indispensable para sobrevivir, y recobra su protagonismo, al
amenazar y agredir al viajero. A 6ste ya no le atrae la muchacha al ver
que la serrana intenta dominarlo como a una bestia. El hecho de que no
se deja seducir por el hombre, implica una protesta, una burla de la
serrana contra la sociedad a la que no pertenece.
Sin embargo ni en la narrativa ni en la lirica se encuentran
descripciones fisicas para configurarla, sino Unicamente “des・
comulgada”(979 b),“atrevida”(990 d)“endiablada”(991 e),“safiuda”
(990b), expresiones utilizadas para la gente inculta y salvaje, como
hemos dicho anteriormente. Como dice V. Reynal,“no se detiene en
otras dotes eminentes, pues carecian de ellas, dado su descuido personal,
cosa habitual en las que vivian en tales ambientes”(1991:112). A pesar
de esto, hay que reconocer que el narrador les hace hablar a los
personajes, en cuyos parlamentos crean un cierto dralnatismo, sobre
todo los intercalados de la serrana en la parte narrativa y en la lirica
precisan suficientemente su perfil de amenazadora y tosca:
non te llegues a mi, ante te lo comidas;
si non, yo te far6 que mi cayada midas;
si en lleno te cojo, bien tarde la olvidas(976 bcd)
Figura de la serrana en el Libro de buen amor 111
Asi apiuelan el conejo.
Sobar t6”, diz,‘‘el alvarda
si non partes de trebejo.
Lieva te, ve te, sandio.(991 fghi)
iRoin, gaho, envernizo!
iCommo fiz loca demanda
en dexar por ti el vaquerizo!
Yot mostrar6, si non ablandas,
c6mmo se pella el erizo,
sin agua e sin rroQio.(992 defgh)
Seg血n las investigaciones, estas dos primeras aventuras tienen mucho
en com血n. Nancy Marino opina que son del mismo molde, de
reminiscencias de selvaticae y de serranas-guias(1987:57). L6pez
Castro las ve como gemelas, ya que los nombres Chata y Gadea son
ヂvariantes de Santa Agueda, patrona de la fecundidad. El culto popular
aesta patrona en la Edad Media es bien conocido y todavia en la
actualidad vemos su pervivencia en muchos pueblos como por ejemplo
en la fiesta de Santa Agueda en Zamarramala, Segovia, donde dos
alca董desas reciben‘‘1a vara de la justicia y la autoridad... aquel dia
mandan ellas”;yen otros pueblos de Salamanca llaman al grupo de
mujeres“Aguedas magnedas”que son las anfitrionas de la merienda
que acaba en una orgia dionisiaca. La autoridad pasajera que adquieren
las mujeres en ese mundo al rev6s que es el Carnaval se refleja en unos
ritos que expresan la fertilidad, propia de la mujer6. Aparecen como
expresi6n de la tipica inversi6n carnavalesca por la virilizaci6n de las
serranas acompa丘adas de la desvirilizaci6n del vialero.(L6pez Castro,
2000:1088)
2.3.Menga Lloriente del Cornejo
Ala tercera serrana, la encuentra cerca de Cornejo tajando un
pino7. En la narrativa notamos que es“o廿o”ser despreciable:“lerda”
(993c). A diferencia de las dos primeras salvajes que buscan satisfacer
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su deseo sexual,6sta parece ser mas facil e ingenua. En la narrativa le
interesa de inmediato casarse con el vialero porque lo confunde con un
pastor. En cambio, en la lirica, es el viajero quien busca casarse en la
sierra:“Ando por esta sierra, do querria cassar de grado”(998 cd). Esta
discrepancia se debe al ansia del transeunte de someter a la mujer, ya
que en las dos primeras aventuras 6ste fue ridiculizado por las serranas
agresivas. Esta vez el poeta pone mas 6nfasis en cuanto al estilo y
sentido de la aventura en la lirica que en la narrativa, recuperando asi
el viajero la iniciativa de seducirla.
El autor, con una mirada sarcastica, compuso la parte lirica para
esta serrana seductora, Menga Lloriente, embelleci6ndola y al mismo
tiempo tratando de convencerla de que 61 era un pastor eficaz. Aunque
61s610 entenderia con esta palabra tener una relaci6n amorosa, Menga,
queriendo casarse de verdad con 61, pide al falso-pastor que le traiga
unos regalos de boda, como de costumbre.
Menga no es agresiva como las dos primeras, pero si forzuda y
persuasiva. Lo血nico que anhela es casarse con un buen hombre. Su
imagen fisica es ambigua ya que el autor no nos quiso dar detalles
porque no le interesaba darnoslos. Ella no es una mujer“sujeto”, sino
que es“objeto”de la farsa machista de este episodio en el cual el viajero,
lejos de mostrarnos su cobardia como en los dos primeros pasajes,
recobra su protagonismo masculino.
2.4.Alda de Tablada
El viajero se topa con la cuarta y血ltima serrana, cuando se
encuentra en el momento y espacio mas peligrosos que jamas le habian
acontecido. Como se ve en el titulo puesto por el autor, aqui abundan
las figuras de la serrana. La situaci6n es parecida a las que ya hemos
observado en las tres primeras. El viajero, perdido en la sierra en
tiempo inverna1, se encuentra con una serrana a quien pide hospedaje,ノ
Esta quiere complacerlo a condici6n de que 611e regale lo que quiera ella
oque sea su marido.
Es el episodio mas famoso y controvertido por la mayor
discrepancia que se puede observar de las cuatro aventuras entre la
Figura de la serrana en el Libro de buen amor 113
narrativa y la lirica. En la narrativa, encontramos a la serrana mas
abominable y esperp6ntica jamas vista;por el contrario, es mas bien
hermoso el personaje femenino en la lirica. No obstante, aunque parezca
bella la muchacha en la lfrica, aqui no se percibe de ningUn modo el
deseo del viajero de seducirla, ni de matrimonio, sino que su血nico
inter6s es cobijarse del frio glacial. En cambio, en el resto de los
episodios si existe en mayor o menor grado ese deseo hacia su ser
opuesto en cuanto a sexo. Algunos criticos no ven la relaci6n entre las
dos versiones, pero creemos que si la hay ya que la total fealdad en la
narrativa es la causa del rechazo en la lirica, sutilmente calculada por el
autor・excusando al viajero conque esta casado. Ella tampoco es una
mujer facil y no le deja manejar con sus falsas promesas de traer los
regalos en la posteridad. Tajantemente la serrana se niega a darle
posada, pero eso si, se lo dice despu6s de haberle servido una cierta
comida y fuego. El viajero no le insiste mas. Despu6s de aliviarse un
poco del frio, y desengaiado de que sin dinero uno no puede hacer lo
que qulere, se marcha.
Nos preocupa sobre todo en la narrativa introductoria la des-
cripci6n fisica de esta serrana vista por el viajero medieval,
contrastando con la figura ideal femenina descrita por don Amor(cc.
431-499).Recordando las dos primeras serranas agresivas, apreciamos
que nlnguna es tan monstruosa fisicamente como Alda,11amada asi
igual que la esposa de don Roldan,81a cuarta serrana, cuya detallada
figura de su aspecto fisico nos sorprenden por la minuciosidad de la
descripci6n desde la cabeza hasta los pies. Aquna mirada de un hombre
de la corte juega un papel muy importante. Como bien dice Bettella,
“the gaze and sight are the main locus of legitimation of knowledge...
The sence of sight plays a particularly important role in medieval love
poetry_, falling in love happens primarily through the eyes and
vision”(2005:42),lo血nico que le produce la descripci6n descomunal de
Alda es abominarla. Seg丘n Bettella;la mujer salvaje cuya apariencia
“is compounded by drooping breasts dragging on the ground, so long as
to be thrown over the shoulders, a feature that in medieval sculptures
defines the personification of Luxuria or Lust”(Bettella:2005,64)y
114 明治大学教養論集 通巻432号(2008・3)
coincide exactamente con la figura de Alda:
Por su garnacho tenia tetas colgadas:
davan le a la ginta pues que estavan dobladas;
ca estando senxillas, dar r i6n so las ijadas;
atodo son de Gitola andarian sin ser mostradas.(1019 abcd)
Ybasta con la descripciφn detalladisima aqui para rematar las
aventuras absurdas con unas mujeres descalificables y no recomen-
dables para ning血n hombre. EI poeta, siendo un hombre medieval,
privilegiado de tener fina・mirada de observador ademas del buen pincel
de las palabras, castiga a estas mujeres como pecadoras y abominables
con estas herramientas. Hay que admitir que en este血ltimo episodio la
mirada del narrador predomina sobre el relato de la aventura,
haci6ndo pasar a este血ltimo a segundo plano. Es la mirada fria del
hombre medieval hacia la mujer contemporanea que aparece como anti-
heroina. Quiza el autor nos quiere convencer de la doble cara de la
mujer, es decir, detr6s del perfil de“fermosa, donosa y loCana”se
esconde otro mas instintivo, inculto y feo, culminando con la figura
esperp6ntica de Alda, o que las mujeres deben ser como las que describe
don Amor y aqu611as que rompen las normas establecidas de la sociedad
son castigadas como transgresoras.
3. Serranas de Juan Ruiz,como representaci6n de la
transgresi6n femenina medieval
Estas mujeres ficticias creadas por el arcipreste de Hita son las
primeras manifestaciones de mujeres serranas en la literatura castellana
medieval. Mujeres habitando en montafia, en un espacio marginado de
la corte, de la creaci6n literaria de entonces, fundamentalmente
masculina.
La mayoria de las investigaciones coincide en que los episodios de
las serranas son parodia de la pastourelle y la poesia del amor cort6s en
general(Deyermond:1970,63-64). Johnston opina que“se origin6 como
Figura de la serrana en el Libro de buenαmor 115
parodia de la frialdad del amor cortes aristocratico y las reglas de la
corte(Johnston,180).9 Deyermond enumera cinco elementos de parodia
en estos episodios:a)ambiente invernal en vez de la primavera de las
pastourelles y en la mayoria de la poesia medieval de amor;b)la mujer
como perseguidora y el hombre perseguido;c)antitesis de la belleza, de
Ia mujer ideal;d)la mujer busca la satisfacci6n sexual o matrimonio
mientras el viajero busca Unicamente la comida o el calor;e)invalidez
del amor cort6s por lo que el viajero no consigue seducir a la mujer con
alabanzas sino que por el contrario es atacado violentamente
(Deyermond:1970,63)
Destaca, por consiguiente, el contraste entre las“damas y duefias”y
las serranas. SegUn Vicente Reyna1, las damas se muestran recatadas,
timoratas,“retragidas”yaprimera instancia negativas, pasivas y en
conformidad con los canones 6ticos vigentes y las reglas de amor
cort6s. Por el contrario las serranas, abiertas, activas, son la
personificaci6n del instinto primigenio sexual, sin refinamientos ni
tapujos.(Vicente Reynal:1991,113). Los hombres han de buscar a
aqu611as que son mujeres objetos y el autor describe“con precisi6n las
facciones del rostro, e insiste en la importancia de todo el cuerpo, dando
informaciones claramente sensuales”(Jacqueline Ferreras Savoye:1995,
81).En cuanto a las serranas, Alda de la Tablada, la cuarta y la血ltima
serrana con la que se encuentra y cierra la aventura en la sierra, es la
figura mas representativa en contraste con las damas y duefias, y no es
considerada como persona susceptib正e de inspirar el menor sentimiento
amoroso, ya que se asemeja a las bestias(Jacqueline Ferreras Savoye:
1995,82-83).Del mismo modo compara Bakhtin lo clasico y lo bello con
lo grotesco:‘‘the classical body is closed, selfcontained, static;the gro-
tesque body is open, protruding,‘it is blended with the world, with ani-
mals, with objects’”(Bakhtin:1984,27).
Pero no podemos negar“1a totalidad del dominio de las serranas
sobre el hombre”durante la aventura del viajante(Beltran:1977,266).
En la Italia Medieval, segdp Bettella, son las mujeres viejas las que
aparecen“as a figure of authority also appears in some anonymous
‘poesia giullaresca’of the northearstern region, where she is depicted as
116 明治大学教養論集 通巻432号(2008・3)
having a disgusting, excessive body”(Bettella:2005,54). En el Libro de
buen amor tienen tambi6n esas mismas caracteristicas pero, a diferencia
de aquellas, nuestras serranas son relevantes no por la autoridad de su
edad, que no son viejas, sino por ser dominantes sobre el var6n. Ante su
dominio, el protagonista muestra el miedo y la cobardia, y la血nica arma
para atacarla es describirla como una mujer esperp6ntica. Ya que no
puede ser considerada como persona, no es ni suleto ni objeto, se la
considera como un ser transgresor.
Recordemos que uno de los prop6sitos que sefial6 el autor al
componer la obra, era dar muestras de versificar y de alegrar a los que
escucharan y leyeran(45 abcd);era l6gico que escribiera no s610 sobre
las mujeres nobles, aprobadas para amar, sino tambi6n las de otra clase
marginada, hiperbolizandolas con el fin de que los receptores las
reprobaran como objeto de amor, ya que se asemejaban a las bestias.
Es cierto que las serranas fueron compuestas para divertir(Jacque-
line Ferreras Savoye:1995,82)ytal vez fuesen representadas como
opina John K. Walshlo(1979-80,5-6). Pero la parodia involucra
transgresi6n, originandose como la antitesis de los modelos de la cultura
admitida(Bettella:2005,83):detr合s de esta parodia o recitado c6mico el
autor intenta atacar con rigor la transgresi6n femenina, afe6ndola y
pintandola de la forma mas grotesca posible.
Por otro lado, algunos investigadores defienden que la obra de Juan
Ruiz es profemenistall y le faltan“the misogyny characteristic of the
traditional middle-class literary attitud”.(Rosalie Gimeno:1983,95)y
trata a los“men and women equally when he discusses in orthodox
Christian terms the human c6ndition”(Rosalie Gimeno:1983,84-85). No
obstante, aparece desde el principio la fina mirada del autor, como
hemos estudiado en estas aventuras, que es totalmente卑asculina y
medieval. Siendo el autor hombre, sabe mucho mas sobre la debilidad
de la carne masculina“por aver juntamento con fenbra plazentera”(c.
71d)ydice que“costumbres de manGebos usada/querer siempre tener
alguna enamorada”(167 ab). Ha de ser descartada Ia idea, por tanto, de
que es profeminista y que trata de la misma manera a los hombres y a
las mujeres.
Figura de la serrana en el Libr()db buenαmor 117
Conclusi6n
Las primeras serranas en la literatura castellana, pintadas con el
pincel realista de Juan Ruiz, el arcipreste de Hita, aparecen invirtiendo
los roles convencionales de la mujer, pero su creaci6n va mas alla de una
parodia. Hemos preferido analizar las cuatro serranas en conjunto pues
entendemos que s610 estudiando con deta11e la descripci6n de cada una
de ellas y en el orden en que Juan Ruiz las ide6 es como adquieren
verdadero sentido didactico:transmitirnos la figura de la serrana como
transgresora de la norma medieval a la vez de hacerlo de una forma
amena y de regocijo para el p丘blico,
Como analiza Vicente Reyna1(1988,91-98), los pasajes de la sierra
estan cargados de simbolismo er6tico por el cual la obra hace divertir a
los receptores ademas de instruirlos. No obstante,1as serranas, ademas
de los juegos literarios y morales, aparecen demasiado cargadas de las
cualidades negativas de una mujer, La Chata y Gadea de Rio Frio,
aunque tienen la connotaci6n de fertilidad, no dejan de ser mujeres
dominantes, manipuladoras y arrogantes. La descripci6n de la fuerza
hombruna de la Chata y ei ataque de cayado representan el dominio
sobre el hombre que queda totalmente ridiculizado. La tercera, la
Menga Lloriente no es tan agresiva como las dos primeras, pero
persuasiva buscando con qui6n casarse. Es una mujer“lerda”yfacil
cuya figura contrasta totalmerlte con la de la dama cortesana. La
血1tima, la mas mostruosa, es sin duda el compendio de Ias cuatro
serranas en cuanto a su fealdad, representando la mujer salvaje, cuya
tradici6n folkl6rica es bien conocida desde el siglo X. Esta fealdad fisica
es“typical of demonic creatures, devils, witches and, more generally, of
individuals linked with deviancy transgression, and marginality.
Morever, ugliness is associated with persons of lower social class”
(Bettella:2005,17)。 En el discurso de la血1tima aventura en la sierra
recobra el protagonismo el viajero. El autor, con su atenta mirada, va
descalificando a la呂 serranas, que amenazan y acosan al hombre medie-
val como la antitesis de la mujer ideal para amar, al pintar su figura
118 明治大学教養論集 通巻432号(2008・3)
transgresora lo mas esperp6ntica que pueda imaginarse.
Las serranas del arcipresete de Hita, han sido insultadas y
condenadas como transgresoras de la sociedad por el creador,
representante del hombre medieval. La figura de la serrana va a
persistir en la literatura castellana cambi6ndose un poco su perfil con
toques pastoriles durante el siglo XV. Siendo nuestra pr6xima tarea el
analizarlo mas a fondo ponemos punto final a este estudio.
Notas
l Para este estudiQ utilizaremos la siguiente edici6n:Arcipreste de Hita
Libr()de buenαmor(ed. G. B. Gybbon-Monypenny). Madrid:Castalia.
1988.
2 Sobre el hombre salvaje y la mujer salvaje en la Edad Media ver:Jos6
Maria de Azcarate.’‘El tema iconografico del salvaje”. Archivo Espafiol de
・.4rte, XXI(1948).81-99;Alan Deyermond.“EI hombre salvale en la novela
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gaciones Socio16gicas,1978.471-509;Santiago L6pez-Rios. Salval’es y
razas monstruosas en la literatura caste〃αna medieval. Madrid,1999.
3 Sobre las sirenas en la literatura castellana medieva1, ver:Nicasio Salvador
Migue1.“Las sirenas en la literatura medieval castellana”. IN:Sirenas,
畝)nstruos y Leyendas. Sociedad Estatal Lisboa’98.1998.89-120.
4 En la Edad Media tenemos la figura de Loathly Damsel en LθRoman de
Percevαl ouゐθConte du Graal de Chr6tien de Troyes(Edici6n de Keith
Busby,1993.196);1a Sirena que aparece en el Purgatorio (Canto de-
cimonono)en la 1)ivina Comedia de Dante Alighieri. Sobre la tradici6n
literaria de la mujer fea, sobre todo en la poesia italiana ver:Patrizia
Bettella,7「んθugly woman. Toronto.2005.
5 Patrizia Bettella opina que la“idea of proposing the old woman in her dis-
gust and deformity as an effective antidote to love sickness is exploited in
both literary and medical discourse”.(Betella:2005.39). En el Libr()de buen
amor, creemos que las serranas hacen la funci6n de una vieja como
antidoto,
6 0scar J.avier Mendoza Garcia,“Protagonismo de las Mujeres en el Carnaval
Figura de la serrana en el Libro de buen amor 119
de Espafia”. The/bumal of Humanitiesαnd Sciences 10(2002). Takushoku
University, Tokio.8.
7 Hemos de recordar que el culto a Cibeles de la antigua Grecia, traido por
frigios, lidios, tracios y demas pueblos que se trasladan a Atenas en el siglo
Va, de C., comenzaba con la tala de un pino que llevaban al templo de esa
diosa,1a Gran Madre. Su culto se adopta tambi6n en Roma en e1204 a. de
C.donde preside la gran fiesta de la primavera.
8 Ver R. Men6ndez PidaL FIor nueva de r()mances viev’os. Buenos Aires.1965.
79-80.
9 No hemos podido consultar el articulo de Robert M. Johnston:“Fuy a pr()uar
lαsyerra:The Archpriest and the Serranas”. Proceedings of the Pacific
Northwest Conference on Foreign Languages. Pullman, VVA 27(1976):179-
183.Esta vez lo citamos del siguiente estudio:Wendi Casillas:“El
significado arquetipico de las serranas en el Librて)de buen α〃zo〆’. Lα
cor6nicα. 27.1 (1998). 89,
10 SegUn este critico, el poeta-monologuista lee o recita los pasajes sin
m血sica(la parte de cuaderna via)yluego con alg血n instrumento canta la
parte lirica. Y las serranillas seran un ejemplo de esto,
11 Rosalie Gimeno:1983,84-96;Jorge Guzmfin:1963,56;Dorothy Clotelle
Clarke:1972,402.
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