REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD VALLE DEL MOMBOY
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS, POLÍTICAS Y SOCIALES
CARRERA DE DERECHO
VALERA ESTADO TRUJILLO
EL FRAUDE A LA LEY
INTEGRANTES:
INFANTE EVELYN. C.I V- 23.778.386
GONZALEZ ANGELICA C.I V- 21.205.893
SUAREZ LAURA C.I V- 20.428.639
RUIZ ANDRES C.I V – 20.708.457
RAD FRANCISCO C.I V - 20.790.096
Enero, 2015
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
EL FRAUDE A LA LEY
Teorías sobre el fraude a la ley
Clasificación de situaciones de fraude
Argumentos que rechazan el fraude a la ley en el Derecho Internacional
Privado
Ámbitos preferenciales para el fraude a la ley
Elementos del fraude a la ley
Casos jurisprudenciales
El fraude a la ley en el Derecho venezolano
Diferencias entre fraude a la ley y otras instituciones.
Sanción del fraude a la ley.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN
La finalidad de haber realizado este trabajo de investigación ha sido
conocer, explorar el tema del fraude a la ley, tema importante en el campo del
derecho internacional privado, que ha causado cierta confusión por la
existencia de un conflicto de leyes al momento de determinar el ordenamiento
jurídico aplicable en presencia de un posible fraude, derivado del cambio del
factor de conexión.
En el Derecho Internacional Privado la noción del fraude a la ley
persigue sancionar los casos en los cuales las partes han conseguido obtener
de manera indebida un elemento de conexión con un ordenamiento jurídico
que no es el que debidamente les corresponde, con la finalidad de eludir, evitar
el cumplimiento de especificas o determinadas disposiciones de su legislación
propia o de acogerse a disposiciones más propicias de una legislación
extranjera. Es importante saber de dónde se deriva el concepto de fraude a la
ley para comprender el resto del contenido de la investigación.
El concepto del fraude a la ley se origina desde el momento en que un
sujeto de derecho tuvo la posibilidad de defraudar una ley prohibitiva o cometer
actos en perjuicio de personas o entidades. En el derecho romano antiguo no
era posible el fraude a la ley en materia contractual, porque fueron precavidos
ajustándose a la ley sin que pudiera haber otra interpretación.
En el periodo clásico y postclásico del derecho romano, lo que estuviera
escrito se considera importante, así pues, “la letra mata al espíritu”; a raíz de
esto, los juristas tratan de conocer la intención del legislador ya que para
entender las leyes se debía conocer el sentido de ellas. En el periodo
postclásico de Justinianeo, se introduce un nuevo elemento al concepto de
fraude a la ley, que es el dolo. De allí que se pudiese haber formulado en esta
época el principio de fraus omnia corrumpit (el fraude todo lo corrompe).
En el desarrollo de la investigación abordaremos como punto importante
las tesis sobre el fraude a la ley, también los argumentos que rechazan el
fraude a la ley en el derecho internacional privado, los ámbitos preferenciales
del fraude a ley, es decir, en que materia se presenta más el fraude a la ley,
se abordaran casos jurisprudenciales sobre el mismo donde se encontrara el
cambio del factor de conexión y se estará explicando otros puntos importantes
para el derecho internacional privado en cuanto al tema de la investigación .
EL FRAUDE A LA LEY
Para el desarrollo de este punto es importante recordar que todo
ordenamiento jurídico tiene dos clases de normas de acuerdo con los
obligados a cumplirlas, estas son:
Normas Imperativas.- Las normas imperativas son las que ordenan
taxativamente el cumplimiento de una conducta, tal acatamiento es total e
inexorablemente obligatorio. Tampoco deben modificar una situación con el
fin de obtener un beneficio, porque tal fin o el beneficio logrados por este medio
serán siempre ilícitos.
Normas Facultativas.- Las normas facultativas, están sujetas a la
voluntad de las partes, son ellas las que les dan vida. El sometimiento a tales
disposiciones depende única y exclusivamente de las partes.
Aunado a esto, es necesario indagar sobre la obligatoriedad de la norma
imperativa.
Toda norma imperativa es creada por el legislador por considerarla
necesaria para mantener vigentes principios, valores o costumbres propias de
cada comunidad en atención a su idiosincrasia, por lo que resulta inaceptable
que el cumplimiento de una disposición imperativa quede sujeta al
incumplimiento o modificación de los obligados a obedecerla. En tal sentido,
el fraude a la ley es el medio destinado a proteger y velar por el cumplimiento
de las normas imperativas, a fin de evitar que en las relaciones relativas o
absolutamente internacionales la ley imperativa se convierta en facultativa.
En este sentido, cabe destacar la diferencia que existe entre el fraude a
la ley en el Derecho Interno y el fraude a la ley en el Derecho Internacional
Privado. La diferencia entre uno y otro consiste en que el fraude a la ley en
derecho interno es la inobservancia maliciosa de una ley interna, por ejemplo
la transferencia de bienes a través de una venta simulada o a precio irrisorio;
en cambio en el Derecho Internacional Privado, es la inobservancia igualmente
maliciosa de una ley interna mediante la aplicación de una ley extranjera.
Ahora bien, según Joaquín Escriche, “el fraude no es otra cosa que el
hecho de frustrar la ley, o los derechos que de ella se nos derivan; esto es, el
hecho de burlar, eludir o dejar sin efecto la disposición de la ley, o de
usurparnos lo que por derecho nos pertenece”.
Se puede decir que, el mandato legislativo no solo se infringe por actos
francamente opuestos a su precepto, sino que también se provoca el criterio
legal desarrollando una actividad que no resulta contraria al precepto
literalmente considerado, pero sí que contradice su finalidad. Se incorpora el
nuevo significado, como acto, que al relacionarse con dos normas distintas,
viola una con aparente apoyo en la otra.
Para el Dr. García Iñiguez (2001), la posibilidad de cambiar
voluntariamente el factor de conexión y, por consiguiente, obtener en forma
maliciosa la aplicación de un ordenamiento jurídico extranjero en detrimento
de la ley nacional, constituye el fraude a la ley en Derecho Internacional
Privado, porque los factores de conexión (nacionalidad y domicilio), están
sujetos a cambios por voluntad del agente de derecho, y por ende, este cambio
determina la aplicación de un ordenamiento jurídico distinto al que debería
conocer el asunto, ya que el traslado del factor de conexión lleva como
consecuencia la aplicación de ese nuevo derecho conectado por el
mencionado factor que ha sido cambiado.
El ejemplo clásico es que, frecuentemente en algunas legislaciones se
adquiera la nacionalidad por matrimonio. Quien pretenda aquella, sin desear
éste, puede recurrir al negocio familiar como medio de eludir la ausencia de
otros requisitos objetivos para conseguir la nacionalidad deseada.
El fraude a la ley ha sido definido como una institución negativa del
Derecho Internacional Privado, que permite rechazar la aplicación del derecho
extranjero, cuando se compruebe la intención fraudulenta en el cambio
voluntario del factor de conexión, con el objeto de evadir la aplicación de un
ordenamiento jurídico determinado.
Teorías sobre el fraude a la ley
La posición doctrinaria con respecto al fraude a la ley está determinada
por dos tesis completamente diferentes. La que determina al fraude a la ley en
una institución individualizada, especial y a cuyos actos realizados bajo su
imperio niegan toda validez; y, la que considera al fraude a la ley como una
simple aplicación del derecho extranjero, sin calificativos fraudulentos de
ninguna clase, y por lo tanto, sin sanción alguna porque la ley nacional,
supuestamente burlada, ha dejado de ser competente.
Como anteriormente se mencionó, la primera teoría considera al fraude
a la ley como una figura jurídica, individualizada y especial, se basa en el
principio clásico “fraus omnia corrumpit”. De acuerdo a esta teoría, en un caso
de fraude a la ley deben dejarse a un lado las reglas de Derecho Internacional
Privado, y se debe aplicar la ley nacional que se trató de eludir sancionando el
acto así realizado con la nulidad consiguiente prevista en dicha ley. El fraude
a la ley funciona como noción de orden público. La noción de fraude a la ley,
dice Niboyet citado por Guerra Iñiguez, debe aplicársele a todos aquellos
casos, de cualquier clase que sea, en la que un individuo pueda invocar una
ley extranjera una vez cometido el fraude, sea cual sea la materia que se
refiera. Para evitar aplicar la ley extranjera que normalmente debiera intervenir.
Sumado a esto, toda exclusión fraudulenta de un precepto jurídico sobre la
base de una conexión sobre el Derecho extranjero es ineficaz, y que en todo
caso debe aplicarse, por lo tanto, el precepto que se trató de eludir.
La segunda teoría, es decir, la que sostiene que el llamado fraude a la
ley es un caso únicamente de aplicación extranjera, sometido a las reglas de
Derecho Internacional Privado. De allí que cualquier sanción de nulidad que
se encuentre en la ley nacional no será aplicable, pues ella no es competente
según las referidas reglas de Derecho Internacional Privado, es decir, por su
territorialidad. Las razones que han dado algunos autores sobre esta posición
doctrinaria no han resultado del todo convincentes. En efecto, unos han
invocado la libertad del individuo para escoger la legislación que a bien tenga;
noción está que, se confunde con la noción de abuso de derecho. Otros han
alegado el carácter de investigación subjetiva que hay que realizar para poder
determinar si hay fraude o no, lo cual resulta muy difícil en la práctica.
La mayoría de los autores alemanes han acogido esta tesis,
considerando que el fraude a la ley esté comprendido dentro de la noción de
orden público. Martin Wolff, ha sostenido que en su concepto, la noción de
orden público es suficiente para combatir eficazmente el fraude a la ley sin
necesidad de separar, la noción de fraude a la ley de la de orden público.
Clasificación de situaciones de fraude:
Según la relación temporal entre la maniobra fraudulenta y su propósito:
Fraude retrospectivo: Se comete para eludir las consecuencias de un
acto que se realizó en el pasado con total sinceridad. Ejemplo clásico:
el caso de la duquesa de Bauffremont.
Fraude simultáneo: Falsea los hechos justo al llevarlos a cabo, con el
propósito de esquivar las consecuencias inmediatas del acto perpetrado
con sinceridad. Ejemplo: lo cometen quienes constituyen una sociedad
en el extranjero dándose los indicios del fraude tipificados en la Ley
comercial, porque sustituyen los hechos sinceros por los hechos
fraudulentos en el mismo momento en que quieren realizarlos.
Fraude a la expectativa: Se manipulan los hechos, no porque el acto
sincero pueda producir consecuencias que se desean descartar, sino
por el temor que en el futuro puedan darse tales secuelas que por ello,
previsora e eventualmente, resuelva apartar. Ejemplo: caso de fraude
en el que incurren los solteros que viven en Italia y, no obstante, se
casan en Las Vegas – Nevada, para disponer de un matrimonio
divorciable (no del matrimonio italiano indisoluble), si más tarde
quisieran divorciarse.
Argumentos que rechazan el fraude a la ley en el Derecho Internacional
Privado:
Dificultad de probar la intención fraudulenta.
Inseguridad de los alcances de los efectos del fraude. Posibilidad
de sustitución con otras figuras distintas: simulación, abuso de
derecho.
Posibilidad de disminuir su intervención mediante normas
preventivas. Ej. Art. 23 LDIPV.
Ámbitos preferenciales para el fraude a la ley:
Cambio de nacionalidad o de domicilio: ej. En materia de
naturalización (fraude retrospectivo).
Lex rei sitae, en materia de bienes muebles. Artículo 28º LDIPV.
Locus regit actum: ej. En materia de matrimonio (fraude a la
expectativa).
El fraude puede existir de igual forma en materia contractual, al preferir
las partes un elemento de conexión foráneo a la esencia del contrato. En los
Estados Unidos hay decisiones jurídicas sobre los contratos usurarios que las
partes hacen depender de la legislación de un Estado que autoriza un tipo de
interés más alto que en el Estado cuya ley se trata de eludir. La sanción del
fraude a la ley presume siempre una limitación al principio de la autonomía de
la voluntad, tanto en la contratación como en otros supuestos.
Elementos del fraude a la ley
Para que exista fraude la ley es indispensable que dicha figura jurídica
se haya realizado con el concurso de ciertas circunstancias, en cuya ausencia
no existe tal fraude.
1. La intención de defraudar a la ley normalmente competente: Este
elemento tiene carácter subjetivo, es decir, hay que apreciar las
circunstancias bajo las cuales un individuo desplaza de su aplicación a
una ley normalmente competente, ya sea por cambio de la nacionalidad
o domicilio. Hay que indagar, que intenciones tuvo para el logro de esa
aplicación de una ley extranjera y comprobado esto por presunciones
graves y de ciertas circunstancias concomitantes, como, verbigracia, la
de eludir disposiciones prohibitivas o restrictivas de la ley normalmente
competente. Por ejemplo, una persona por cuestiones de salud hace un
viaje a Europa y después de una residencia de cuatro años o más
realiza un acto jurídico que su ley nacional prohíbe. Aquí, el individuo lo
que hace es aprovechar las facilidades que le da la legislación del país
donde vive, pero el acto no se ha realizado en defraudación de su ley
nacional porque no hubo intención de tal. Tiene que concurrir entonces
la intención manifiesta, como el que violentamente adopta la
nacionalidad británica para desheredar a sus herederos legítimos,
complementada esta intención con el hecho de que bajo el imperio de
su ley nacional no podría realizar tales actos de desheredar a sus
herederos forzosos.
2. Cambio efectivo del factor de conexión: El agente tiene que realizar
el cambio voluntario (nacionalidad, domicilio, escogencia real de una ley
extranjera), para que pueda existir tal fraude. Por ejemplo, el individuo
en cuyo país está vigente el principio domiciliario para el divorcio o
disolución del matrimonio, no comete fraude a la ley si da un poder por
correspondencia a un abogado en el extranjero o si de visita en ese país
lo autoriza debidamente para que lo divorcie. Se ve, que el individuo no
ha cambiado de domicilio, luego la ley competente es la nacional y no
la extranjera. No ha realizado un acto en fraude a la ley sino
sencillamente un acto jurídicamente nulo. Para que haya fraude se
necesita que los actos realizados aisladamente para consumar el
mismo sean válidos. Como en el caso anterior, el caso de la obtención
del nuevo domicilio era falso, ya que, como llegó a comprobarse
fehacientemente, el mencionado individuo nunca salió del país. No
hubo entonces traslado efectivo del factor de conexión y, por lo tanto,
no hubo fraude a la ley. Si por ejemplo, un ciudadano en cuyo país está
prohibido el divorcio vincular, se domicilia en Venezuela y obtiene el
divorcio. Tal acto es válido para Venezuela e invalido para el país de
origen de este individuo, pues habiendo cambiado de domicilio no
cambio la nacionalidad cuando son precisamente las leyes de esta las
que rigen su estado y capacidad así se encuentre domiciliado en el
extranjero. En este caso hubo el traslado de un factor de conexión, el
domicilio, pero en verdad lo que se necesitaba para realizar el fraude a
la ley era otro, a saber, la nacionalidad.
3. La legislación defraudada tiene que ser la lex fori: Quiere decir que
si en Venezuela un juez conoce de un matrimonio realizado en Nueva
York entre dos ciudadanos colombianos, un padrastro y una hijastra,
quienes se hacen ciudadanos del Estado de Nueva York para poder
realizar el mencionado acto de acuerdo con la ley local estadounidense,
el Juez venezolano no podrá declarar la defraudación realizada. Este
matrimonio, prohibido por las leyes colombianas e igualmente por las
venezolanas, es válido sin embargo en Venezuela en razón de que la
ley defraudada no es la de este último país sino la colombiana. La razón
de este requisito es que los Tribunales no tienen por misión sino velar
por sus propias leyes y, por lo tanto, ninguna regla del Derecho
Internacional Privado les autoriza a que tengan que salvaguardar las
demás.
Casos jurisprudenciales
Sentencia de la Cour de Cassation francesa de 18-03-1878. Caso
Bauffremont: Cambio fraudulento de nacionalidad:
Esta referido a una princesa belga que adquiere la nacionalidad
francesa, como consecuencia del matrimonio contraído con el príncipe
Bauffremont. Luego de un tiempo, las disputas conyugales se hacen
insostenibles y la princesa decide divorciarse, pero para la época, el Derecho
francés, su ley nacional, no admitía el divorcio. Ante tal imposibilidad, la
princesa decide presentar una demanda de separación judicial, separación
que es declarada en Francia en 1874. Inmediatamente después la princesa
se traslada con sus hijas al extranjero, sin oposición del príncipe. En 1875,
obtiene la nacionalidad del ducado de Sajonia Altenbourg, acto ratificado por
el gobierno alemán en el mismo año. De inmediato, la princesa demanda y
obtiene el divorcio en Alemania y, siete días más tarde, contrae matrimonio
civil en Berlín con el príncipe rumano Bibesco, cumpliendo más tarde, en
Dresden, con las formalidades del matrimonio ortodoxo griego. Con este acto,
la princesa perdió la nacionalidad alemana y adquirió la nacionalidad de su
nuevo esposo. El príncipe Bauffremont demandó para obtener la nulidad del
nuevo matrimonio, del divorcio y de la naturalización. En 1876, la Corte de
Apelaciones de París declaró nulo el segundo matrimonio y su consiguiente
ineficacia en Francia, revocando la guarda y custodia de las dos hijas que le
había sido concedida a la princesa. El Tribunal decidió que las menores debían
ser entregadas al príncipe, quien se obligaba a internarlas en un convento en
París hasta los veintiún años. En caso de incumplimiento de la princesa, ella
quedaba obligada a pagarle al príncipe Bauffremont novecientos mil francos
(₣ 900.000,00) por daños y perjuicios. Ante el incumplimiento de la princesa,
esta decisión se trató de ejecutar en Bélgica, donde ella residía y tenía sus
bienes pero a la misma se le negó el exequatur.
CNCiv., Sala Casación, 03/03/81, Mandl, Federico A. M. - Sucesión.
Caso Fritz Mandl: Cambio fraudulento de domicilio:
Un austríaco con domicilio y bienes inmuebles en Argentina y
nacionalidad argentina, al que se le diagnostica un mieloma múltiple, regresa
a Austria, retoma su nacionalidad de origen y testa a favor de su quinta esposa
y algunos descendientes en forma contraria a la que establece la ley argentina.
La sentencia de primera instancia sostiene que debe aplicarse la ley argentina
por existir bienes inmuebles en el país, conforme surge de lo dispuesto por el
artículo 10 del Código Civil Argentino. La sentencia de segunda instancia llega
a la misma conclusión, es decir, que la sucesión debe tramitarse por ante el
juez argentino y se debe aplicar el derecho argentino, en base a que hubo
fraude a la ley, es decir, que los puntos de conexión nacionalidad y domicilio
fueron cambiados con el fin de eludir la aplicación de las normas imperativas
argentinas.
Caso Munzer: Un Tribunal de Nueva York declara la separación de
cuerpos de los esposos y fija una cuota alimentaria a favor de la mujer.
El esposo cumple con los pagos hasta que un día deja de hacerlo.
La mujer lo demanda en Nueva York y obtiene una sentencia que condena al
marido a pagar U$ 77.000 por las cuotas alimentarias atrasadas. El marido
había mudado su domicilio a Francia y la esposa solicita en aquél país la
ejecución de la sentencia. Sin embargo el derecho francés dispone que no
pueden ser reclamadas aquellas cuotas que hubieren prescripto (5 años) por
lo que el marido interpuso recurso contra aquellas cuotas que el derecho
francés consideraba prescriptas. El tribunal de 1º instancia lo concedió pero la
Corte de Apelación lo revocó por considerar que a pesar de ser la prescripción
norma de orden público no se aplica a los derechos legítimamente adquiridos
en el extranjero.
El fraude a la ley en el Derecho Venezolano
En el sistema venezolano existe una disposición que, lejos de contribuir
a aclarar el panorama, genera serias dudas. Se trata del artículo 6 de la
Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho
Internacional Privado (1983) De acuerdo con esta norma “No se aplicará como
derecho extranjero, el derecho de un Estado parte, cuando artificiosamente se
hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro Estado parte.
Quedará a juicio de las autoridades competentes del Estado receptor el
determinar la intención fraudulenta de las partes interesadas”.
Lo que llama la atención en esta norma es, su expresa referencia a “los
principios fundamentales de la ley de otro Estado Parte”, pues, se ha entendido
que la evasión ha de afectar las normas imperativas del ordenamiento jurídico.
En la doctrina nacional, la Dra. Tatiana de Maekelt (2012; pag. 373)
comenta la norma de la Convención en los términos siguientes:
“Este artículo establece el fraude a la ley como excepción a la aplicación
del derecho extranjero. Para ello debe haberse producido una evasión artificial
de “los principios fundamentales de la ley de otro Estado Parte”. Se encuentra
aquí el elemento fundamental de la modificación voluntaria del punto de
conexión de la norma de conflicto, a fin de provocar la aplicación de otra ley
extranjera más favorable: a los intereses de las partes”
Añade la autora que si bien la expresión “principios fundamentales de
la ley” por una parte aumenta la posibilidad de emplear la excepción, por otra
hace más difícil concretada en la práctica por el hecho de exigirse la prueba
de la intención fraudulenta de las partes.
Ninguna otra explicación se ha dado en relación con el contenido de
tales principios, quizá la diferencia con aquellos principios protegidos por el
orden público venga dada, más que por su contenido, por la intervención del
elemento intencional en el cambio del factor de conexión.
Ante el silencio de la Ley de Derecho Internacional Privado, para
Maekelt, queda latente el problema de determinar si la norma contenida en la
mencionada Convención Interamericana, ratificada por Venezuela, podrá ser
considerada como un principio generalmente aceptado.
Se puede hacer referencia que el Código Bustamante regula el fraude
a la ley, pero no lo ignora estableciéndolo indirectamente en su artículo 52.
Es importante estar al corriente que el artículo 33.1 de nuestra Carta
Magna (1999) establece: “Son venezolanos y venezolanas por naturalización:
1. Los extranjeros o extranjeras que obtengan carta de naturaleza. A tal fin,
deberán tener domicilio en Venezuela con residencia ininterrumpida de,
por lo menos, diez años inmediatamente anteriores a la fecha de la
respectiva solicitud. El tiempo de residencia se reducirá a cinco años en el
caso de aquellos y aquellas que tuvieren la nacionalidad originaria de
España, Portugal, Italia, países latinoamericanos y del Caribe…”
Se ha podido observar que nuestra Constitución Nacional instituye el
factor de conexión domicilio al imponerlo como requisito para obtener la carta
residencia en Venezuela, así evitando un posible fraude.
En el artículo 185 - A del Código Civil (1982) se encuentra una
disposición que tiende a evitar la ocurrencia del fraude en materia de divorcio:
“Cuando los cónyuges han permanecido separados de hecho por más
de cinco (5) años, cualquiera de ellos podrá solicitar el divorcio, alegando
ruptura prolongada de la vida en común … En caso de que la solicitud sea
presentada por un extranjero que hubiese contraído matrimonio en el exterior,
deberá acreditar constancia de residencia de diez (10) años en el país (…).”
Se percibe claramente que el requisito de residencia por el término
señalado en este artículo es una previsión frente a cambios de conexión con
el único objetivo de divorciarse en: Venezuela.
Quedan por examinar aquellos aspectos del fraude a la ley que se
atañen con algunos ámbitos específicos. Tal es el caso de los ordinales 4 y 8
del artículo 48 de la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía (G.O.Nº 37.971 del
01/07/2004), que establecen la perdida de la nacionalidad venezolana
adquirida en forma fraudulenta con el fin de sustraerse a los efectos del
ordenamiento jurídico nacional o extranjero, el cual afirma que el fraude puede
estar dirigido contra cualquier derecho competente.
La Ley de Derecho Internacional Privado (1998) no regula el fraude a la
ley de manera directa, acerca de esta exclusión nada dice la Exposición de
Motivos del texto legal, pero prevé una medida de forma indirecta de esta
índole. El artículo 23 de la Ley somete el divorcio al derecho de domicilio del
cónyuge demandante. Para impedir el cambio fraudulento del domicilio, la Ley
consagra una limitación temporal: El cambio solo producirá efectos después
de un año de haber ingresado en el territorio de un Estado con el propósito de
fijar en él la residencia habitual. De nada servirá el cambio para un cónyuge
que busca obtener el divorcio en forma apresurada.
En lo que respecta a la jurisprudencia venezolana, esta debe buscarse
a partir de 1940, en las decisiones de la extinta Corte Federal de Casación.
En dos decisiones del año 1943 se afirmó que las sentencias extranjeras
concernientes al estado y capacidad de las personas no precisaban exequatur,
el cual desató una serie de divorcios fraudulentos, provenientes de algunos
estados mexicanos que, por no requerirse el respectivo exequatur, se
consideraban eficaces en Venezuela. Estos actos fraudulentos son los que
han hecho que la jurisprudencia que se produjo a partir de una sentencia de la
Corte Federal y de Casación de 1946 haya tenido un cambio radical. El
procedimiento de exequatur cumplía las normas vigentes del Código de
Procedimiento Civil y era una medida preventiva del fraude.
La ausencia de una cláusula general sobre fraude a la ley evitará la
inseguridad jurídica, propia de la aplicación a posteriori de la excepción de
fraude a la ley en Derecho Internacional Privado. Además la falta de una
cláusula no impedirá las regulaciones del fraude en los ámbitos específicos y,
sobre todo, la inclusión de normas preventivas sobre esta espinosa materia.
Algunos comentaristas han señalado que los inconvenientes que
encuentra el aspecto probatorio de la intencionalidad, así como la posibilidad
de que se logren los mismos objetivos a través de las instituciones valorativas,
como la adaptación, son las razones que han determinado la no inclusión
directa de esta figura jurídica en las Disposiciones Generales contempladas
en el articulado del capítulo 1 de la Ley venezolana.
Diferencias entre fraude a la ley y otras instituciones.
Fundamentalmente se ha comparado el fraude a la ley con tres
instituciones distintas que son: El orden público internacional, la simulación y
abuso del derecho.
El orden público.
Según la Dra. Claudia Madrid (2000), el orden público internacional y el
fraude a la ley cumplen diferentes funciones. El orden público, está diseñado
para la protección de los principios fundamentales del ordenamiento jurídico
del juez, mientras que el fraude protege también las normas imperativas
extranjeras; véase en tal sentido, las disposiciones de la Convención
Interamericana de Normas Generales y de la Ley de Nacionalidad y
Ciudadanía.
No hay que olvidar que el orden público está ubicado en la parte
negativa de la consecuencia jurídica porque el orden público es un
impedimento para la aplicación del derecho extranjero, en cambio el fraude a
la ley lo está en la parte negativa del tipo legal porque se caracteriza como el
vicio de los actos jurídicos. El orden público es un juicio de desvalor del
derecho extranjero y no se permite su aplicación, por su territorialidad; en
cambio el fraude a la ley es un juicio de desvalor en relación con la conducta
de los sujetos que intentan la aplicación de un derecho distinto y más benéfico.
Según Niboyet la excepción del fraude a la ley sirve "para que la ley
conserve su carácter imperativo". Y además agrega que "no se debe aplicar
una ley extranjera en un país cuando de ello resulte una perturbación social.
Evidentemente, la fundamentación de Niboyet tiene relación con el orden
público internacional. Pues al señalar argumentos como "perturbación social",
así mismo, que no se debe aplicar una ley extranjera que pueda ocasionar
perturbaciones sociales. Se creería que el referido profesor Niboyet se refiere
meramente a la "excepción del orden público internacional", y no al fraude a la
ley.
Ahora bien, Niboyet propugna esta contigüidad del fraude a la ley a la
noción de orden público internacional, no coincide totalmente con tal
concepción, al afirmar que la finalidad del fraude a la ley es evitar que "en las
relaciones internacionales la ley imperativa se convierta en facultativa".
Etienne Bartin equipara la noción del fraude a la ley con la del orden
público. Sostiene que la única diferencia que entre ambas existe es que,
mientras la intervención de la idea de orden público se origina cuando la
aplicación de la ley extranjera es contraria al objeto de la propia ley es contrario
con ella, la idea del fraude a la ley se materializa cuando circunstancialmente
la aplicación de la ley extranjera resulta inadmisible, por haberse obtenido la
conexión con ella mediante un hecho fraudulento intencionalmente practicado,
que hace que las disposiciones a las que se trató de evitar logren el carácter
de disposiciones de orden público. Resultan así el orden público y el fraude a
la ley como dos aspectos del mismo asunto: La inoperancia de la ley extranjera
cuando por razones de orden legal o de hecho, se afecta el orden público del
país en la cual se trata de aplicar.
La simulación.
Es una figura jurídica totalmente legal, pero que trata mediante la
aplicación de otra figura legal, permitida por el Estado, que el sujeto se
beneficie con su aplicación. Por ejemplo, cuando se finge la realización de una
venta, que en realidad es una donación. Aquí encontramos dos figuras
jurídicas permitidas, y la existencia de una excluye la presencia de la otra.
Además en ese caso el medio y el fin son contradictorios. Por otra parte la
simulación para que se produzca es necesario la existencia de dos personas,
el que otorga y el que acepta, es bilateral.
En el caso del fraude a la ley, no son contradictorios el medio y el fin,
sino al contrario, pues el medio va directamente encaminado a obtener la
finalidad de convertir en aplicable un derecho que no lo es. Aunado a esto,
encontramos solo una persona que trata de beneficiarse con la aplicación de
otra ley, luego entonces, es unilateral.
El abuso de derecho.
Se dice que el abuso de derecho es hacer uso de una facultad legal con
el exclusivo fin de perjudicar a alguien o con una finalidad distinta de la
específicamente señalada por el legislador.
Aquí se emplea la aplicación de una sola norma, pero se transforma el
fin de la norma, para lo que fundamentalmente fue creada.
En el caso del fraude a la ley nos encontramos con la presencia de dos
normas distintas y se está tratando de alterar el fin para el cual fueron creadas
las dos normas, ya que por un lado observamos al derecho civil eliminado y
por el otro, al derecho que se declaró o hizo aparecer como aplicable.
Sanción del fraude a la ley
Respecto a la sanción del fraude a la ley existen controversias
doctrinales. Unos opinan que deben declarase nulos tanto el acto cometido
fraudulentamente, como sus efectos legales. Otros opinan en cambio, que la
sanción debe ser únicamente respecto a los efectos legales, pero hay que
tener en cuenta la realidad, no se puede sancionar el fraude a la ley,
cuestionando la validez de un acto jurídico considerando como legitimo por la
autoridad extranjera que lo amparó.
Se ha sostenido que el juez sólo debe recurrir al fraude a la ley, como
último medio de sanción, cuando se evade una norma imperativa. Por lo que
si la ley proporciona otras vías para impedir el fraude a la ley, debe acudirse a
ellas.
Hay hechos y actos jurídicos que pueden ser sancionados por las
propias leyes a las que se acudió para realizar el cambio del punto de
conexión, en este supuesto no será necesario que el juez aplique la sanción
por fraude a la ley, ya que el hecho o acto será sancionado por la nueva ley.
Puede ocurrir también la necesidad ineludible de sancionar el fraude a
la ley, ya que de lo contrario tal conducta ilícita quedaría impune, para ello es
necesario declarar que el derecho internacional privado tiene por objeto
asegurar el respeto a la ley interna imperativa de un Estado que se proyecta
en el espacio, esto es, que mediante el fraude a la ley, los efectos de la
violación a la ley interna imperativa salen de su ámbito de aplicación espacial
y sus efectos se manifiestan extraterritorialmente. En este supuesto, el fraude
a la ley, debe sancionarse, de lo contrario este acto ilícito quedaría impune, en
consecuencia debe satisfacerse el principio de que la ley que es imperativa en
el derecho interno, debe continuar con la misma calidad de imperio en el
Derecho Internacional. Esto deber ser así, no sólo por la cooperación que los
Estados deben darse entre sí, sino también porque debe respetarse la
autoridad legítima de cada Estado.
CONCLUSIÓN
Los participantes de esta investigación, durante este recorrido hemos
llegado a la siguiente conclusión: El fraude a la ley, en el Derecho Internacional
Privado; se considera una Institución Técnico Jurídica, ya que a partir de un
orden social provisto de una figura jurídica se aplican métodos o sistemas
basados en conocimientos jurídicos referidos a una materia principal. El fraude
a la ley puede reducirse a burlar un precepto imperativo del derecho interno, a
través del uso adulterado de una norma imperativa de otro ordenamiento
jurídico favorable para el sujeto. El fraude a la ley consiste en cambiar el
elemento de conexión o factor de conexión para obtener el fin deseado por él,
sin aceptar las consecuencias que se derivan por este cambio. Tiende a
presentarse ocasionalmente en materia contractual, ya que mayormente se
presenta en el cambio de nacionalidad o domicilio.
Existe una controversia en cuanto a las tesis sobre el fraude a la ley,
unos opinan que debe aplicarse la ley nacional que se eludió y otros opinan
que se debe aplicar la ley extranjera por ser incompetente la ley nacional por
las reglas del Derecho Internacional Privado. Sin embargo, el equipo
investigador ha estado de acuerdo con el criterio que sostiene el jurista Martin
Wolf, porque se debe atender al orden público internacional al momento de
ver, de determinar cuál es la ley competente que se deberá aplicar, para no
causar un detrimento al orden público en cuanto a los ordenamientos jurídicos
(el nacional y el extranjero), ya que el orden público es meramente territorial y
puede generar consecuencias por su inobservancia. El fraude a la ley se
caracteriza como institución negativa por ser el vicio de los actos jurídicos y
ser la más ineficaz y difícil de probar, tal institución no es aceptable siempre y
cuando cause un detrimento o un perjuicio al orden público internacional.
Para concluir, el ordenamiento jurídico venezolano, dicho de otro modo,
la Constitución Nacional, Código Civil, entre otros. Así como otros
ordenamientos, inclusive el Código Bustamante, no reglamenta el fraude a la
ley de manera directa por la dificultad que existe al momento de probar la
intención fraudulenta del sujeto y por la inseguridad jurídica que existe por los
alcances que puede tener los efectos del fraude a la ley. Debido a que es una
institución tan delicada y tan difícil de probar, el ordenamiento jurídico
venezolano no lo ignora, solo lo prevé, especialmente, en cuanto al factor
domicilio, para realizar actos jurídicos, así como lo establece la Constitución
Nacional, el Código Civil y la Ley de Derecho Internacional Privado. Y en
cuanto al factor de conexión nacionalidad esta previsto en la Ley de
Nacionalidad y Ciudadanía.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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DE MAEKELT, Tatiana B. Teoría General de Derecho Internacional
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Ediciones MOML. Francia..
CAFFARENA D, Elena. Diccionario de Jurisprudencia Chilena:
Recopilación de conceptos y definiciones. 1959 – pag 170. Editorial
Jurídica de Chile. Chile
Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho
Internacional Privado (1983)
Constitución de la República Bolivariana De Venezuela 1999 (Gaceta
Oficial 5.453)
Código Civil Venezolano 1982)(Gaceta Oficial Nº 2.990 Extraordinario)
Ley de Nacionalidad y Ciudadanía. 2004. (Gaceta Oficial Nº 37.971)
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