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    Filloy, JuanGentuza : gentuza de rango : gentuza de entrecasa : gentuza de poca monta : gentuza delo peor - 1a ed. - Ro Cuarto : Universidad Nacional de Ro Cuarto, 2005. Internet (Leer escreer)

    ISBN 950-665-306-2

    1. Narrativa Argentina I. TtuloCDD A863.

    Fecha de catalogacin: 21/03/2005

    GentuzaJuan Filloy

    2005 by Universidad Nacional de Ro CuartoRuta Nacional 36 Km. 601 (X5804) Ro Cuarto ArgentinaTel.: 54 (0358) 467 6200 Fax.: 54 (0358) 468 0280E-mail.: [email protected]: http://www.unrc.edu.ar

    Primera Edicin:Abril de 2005.

    I.S.B.N.: 950-665-306-2

    Filloy, Juan Gentuza - 1 ed. - Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2004.ISBN 987-21615-5-0

    Herederos de Juan FilloyPginas de esta edicin en las que se encuentran los cuentos solicitados:

    Del captulo Gentuza de Rango: El condiscpulo (Pg. 13 a Pg. 16)Del captulo Gentuza de Entrecasa: El hombre promedio (Pg. 85)Del captulo Gentuza de Poca Monta: Don Abilio(Pg. 112 a Pg. 113)Del captulo Gentuza de lo Peor: Gracias Hipotticas (Pg.139 a Pg. 140)

    Coordinacin de Comunicacin InstitucionalEquipo de Produccin EditorialCoordinador: Lic. Miguel Angel TrspidiAsistente de Coordinacin: C.S. Mara ReineriRegistro: Daniel FerniotDiseo grfco: Jos Luis Ammann

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina Printed in Argentina

    Queda prohibida la reproduccin total o parcial del texto de la presente obra en cualquiera desus formas, electrnica o mecnica, sin el consentimiento previo y escrito del Autor.

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    Juan Filloy

    GENTUZA DE RANGO

    - EL CONDISCPULO -

    Haba sido su condiscpulo en el Colegio Central y en laUniversidad Catlica. Graduados ambos de abogados, Cruz, proveniente

    de un hogar opulento de la provincia de Buenos Aires se dedic con

    toda el alma a la poltica; Daniel, en cambio, busc en la docencia el

    refugio seguro de una entrada mensual ja que le permitiese ahondar

    paralelamente su vocacin losca.

    Ambos brillaron en sus respectivos andariveles. Cruz fue

    diputado y senador nacional de su partido, y, en la crisis institucional de

    su provincia, designado interventor federal. Por su lado, Daniel escal,

    a travs de ctedras y tribunas de irradiacin cultural, dignidades que

    culminaron en el decanato de la Facultad de Humanidades.

    Las metas naturales que se imponen los hombres de accin y

    pensamiento, no son las mismas. Divergen, se excluyen y, a veces, se

    contraponen y luchan entre s. Algo as pas entre Cruz y Daniel. Y enel juego de las circunstancias, sin ser agonistas directos, fue profundo

    y patticamente distinto el comportamiento del azar.

    Elegido presidente de la Nacin, Cruz nombr Ministro de

    Educacin a un fulano engolado, sostenedor de ideas adversas a las

    de Daniel. Obviamente, la oportunidad fue propicia para convertir la

    animadversin en enemistad personal; y por esa pendiente en perseguirlo

    vejatoriamente hasta despojarlo de sus cargos y recursos.

    Nadie ms inerme y desamparado que un profesor sin susalumnos y un juez sin sus expedientes. Sistematizado su quehacer en

    esas disciplinas no aciertan ni se avienen a otra cosa. Ningn ex juez

    sirve como abogado; ningn ex catedrtico como empleado ocinesco.

    Es otro mbito otra respiracin.

    Amancebado en la comodidad del emolumento mensual, Daniel

    conoci entonces las desazones y estrecheces que causa la obligacin

    legal y humana de abastecer un hogar de seis hijos. No haba pensado

    jams en la contingencia que le abrumaba. En feliz armona con su

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    mujer, la dicha se decantaba en los puros goces del amor que bulle y

    prolifera.

    Cerradas tercamente las puertas de una posible reincorporacin,Daniel intent todo lo intentable. Pero pesaba sobre su nombre una

    admonicin tremenda. Ningn instituto privado, aun reconociendo sus

    mritos legtimos, pas de la mano extendida en el saludo inicial. No

    se abrieron en auspicio alguno. Y se alej sin apretarlas.

    La angustia, ya cercana a la alienacin, lo oblig a malvender

    su biblioteca y los escasos enseres superuos de su domicilio. Empero,

    los fondos raleaban ms y ms, mientras dicultades y contrariedades

    arreciaban a tal extremo que, para afrontar la vida propia y de los suyos,le lanz a las empresas ms absurdas. Sin xito, por cierto; pues el xito

    recaba seres de despejo y aplomo en la osada, no pobres individuos

    achatados y ansiosos.

    Fue en esa aciaga situacin, en la penumbra de una tarde de

    morticaciones comunes, que su mujer, buscando un empalme salvador,

    le aconsej:__Por qu no lo ves a tu antiguo condiscpulo?

    A lo mejor...Era un empalme de piedad y no lo acat. Debi cernir el consejo

    en los terribles cedazos que es el insomnio de los hombres dignos.

    Apiadarse. Miserere da me. Por favor. Oh... No obstante, una madrugada se levant ojeroso y escribi una

    carta y llegse hasta la mesa de entrada de la presidencia.

    La audiencia fue concedida. Cruz lo recibi con efusin

    retrospectiva__Daniel, mi querido Daniel!__rechazando as los apagados

    excelencias que aventuraba al entrar:__Dejate de protocolo aqu. Ensuciara la amistad que nos uni

    en el Colegio y la Facultad. Qu te trae por aqu?

    Daniel en homenaje de ese recibimiento dud un segundo ennarrarle sus cuitas. Mas, humillando el rostro con voz opaca se atrevi

    a demandarle su apoyo para reconstruir la vida y salvar su hogar y su

    decoro:__Nuestra situacin es pavorosa. Mi mujer, seis hijos y yo

    estamos en el borde del precipicio. Tenemos fe en vos...

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    Juan Filloy

    El ceo del Presidente se nubl en el acto. Conoca la terca

    persecucin de su ministro hacia l. Y compelido a optar en la

    emergencia, se decidi por lo que mantena la unidad de su gobierno.No necesit palabras para darse a entender. Sin embargo, las sac de

    algn lado para extirparle hasta la menor esperanza.

    Fue en ese instante que aconteci lo impensado. Una escena

    inslita. La impulsin de un acto primo.

    Contrastando la solemnidad trgica de esa negativa, de repente,

    el rostro de Daniel se llen de una alegra desbordante. Y en un rapto

    irrefrenablemente grotesco, henchido de gozo, rememor:__Te acords, Cruz, cuando nos prestbamos mutuamente uno

    o dos pesos para tomar un chop, comprar cigarrillos, o ir al cine? Qu

    lindos tiempos aqullos!

    Cruz qued envarado. No quiso abdicar de su majestad

    presidencial. Tampoco admitir esa revivicacin de la vida estudiantil.

    Duro a la aoranza. Sin desdoblarse.

    Daniel que esperaba un impromptu paralelo, viendo su actitud,

    se alarm. Y se apresur a decirle:__Bueno, Cruz, olvid lo pedido. Punto y aparte. Pero che, tengo

    enormes compromisos morales. Ayudame. Por qu no me comprs

    unos billetes de lotera? En eso ando...

    Al extenderle el manojo de nmeros para que eligiera, Cruz

    segua en Presidente. Acartonado. Insensible. Y tuvo la infamia de no

    comprarle ninguno.__No puedo. Si el que te compre por casualidad saliera premiado,

    la oposicin me fulminara propalando que hubo tongo en el sorteo. El

    honor me lo impide.

    Tragando saliva, Daniel sali en busca de otros clientes.-

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    GENTUZA DE ENTRECASA

    - EL HOMBRE PROMEDIO-

    __Usted se considera un average man , un hombrepromedio?

    __S, seor. Soy un hombre templado, moderado, equilibrado.

    He construido en mi alma todos los diques de contencin necesarios

    para embalsar las emociones, servir a la irrigacin del pensamiento yevitar los desbordes pasionales... Mi talento gusta de la ponderacin

    y el matiz. Tengo un estilo penetrado de ansias y lleno de cicatrices

    de adjetivos y locuciones superuas extirpadas...He aprendido de los

    griegos dos virtudes: el mden gan y la sophrosyne. Vale decir:huir de los excesos y aproximarme a la prudencia de los sabios. En

    esa lnea de morigeracin, los latinos aadieron su nihil nimisy losfranceses sujuste mesure...Estoy contento de ser as. No quiero ser

    el hombre que se enajen pensando que se volvera loco. Ni repetir elcaso del hombre que, para olvidar, puesto a beber, se volvi un ebrio

    consuetudinario...Le reitero: me agrada estar conforme con mi apostura,

    mi temperamento y mi idiosincrasia. He llegado as al desideratum de

    todo buen diplomtico encarnando la suprema, la soberana obviedad

    del casi. De ser casi en todo. De no ser demasiado sutil, ni demasiado

    inteligente, ni demasiado voluntarioso. En resumen, de no destacarme

    en nada siguiendo este consejo de Aristteles: Un caballero debe

    saber tocar la auta, pero no demasiado bien...Permtame ahora quepregunte: usted qu es?

    __Yo? Gorgojo o torbellino. Anti: anticuada antpoda

    antipromedio. Anti todo lo que usted es y representa.-

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    Juan Filloy

    GENTUZA DE POCA MONTA

    - DON ABILIO-Pelo

    Desconfo de los seres rabiosos. Asedian y fastidian con sus

    expresiones de ira a quienes no les interesa las discordias ajenas. Son

    habitualmente personas sin carcter que disimulan con sus enojos las

    represiones y, quizs, los golpes recibidos.Sin duda, ese fgaro andaluz haba tenido un entripado en casa

    o, a lo mejor, un chancletazo de su mujer.

    Cuando llegu a la Peluquera El Alczar, su peine y su tijera

    paraban de repente la tarea para dar calce a sus rabietas. Protestaba an

    contra el cliente anterior, tan lacnico que, al preguntarle __Qu se

    sirve? Respondi secamente: __Pelo.__ Uzt comprender, Don Caziano. Nozotroz no somos

    adivinos. Pelo...En la cabeza hay muchaz clazez de pelo. Con semejanteindicacin, pude raparle laz patillaz o los bigotez. Pelo...Pude rebanarle

    laz zejaz o laz pestaas.

    La retahla sigui un largo rato. Como sus compaeros de labor

    estaban ocupados, no haba ms que yo esperando turno. De reojo, en los

    hiatos en que cesaba su verborrea, liaba mi compostura y mi atuendo.

    Algo de lo que refunfuaba tena matices de prevencin enderezados a

    m. Hasta algunas grimas de su grimorio haba pescado yo, sin mirarlo

    directamente, mediante reejos sesgados en los espejos del saln.Servicial, ayud a Don Caziano a ponerse el saco y cepillarle

    la solapa:__ Cazpaz y pelilloz noz pertenecen_ dijo burlonamente

    endulzando la voz.

    Naturalmente, ms natural que de costumbre, me instal en el

    silln vacante. El fgaro, solcito, coloc los linos y algodones de rigor.

    Y engolando la inexin pregunt:__

    Qu ze zirve el zeor?

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    __ Por lo pronto, crteme los tolanos y recrteme los aladares.

    Hizo un movimiento frontal como investigndome:__ Cmo dijo el zeor?No s si farfull el Crcholis! tpico de las sorpresas. No s

    tampoco qu clase de desazn le sobrevino, manteniendo inactivos el

    peine y la tijera en ristre. Lo cierto es que haba captado la leccin y,

    ablandndose, bochornosamente manifest:__Uzt dizpenze. No lo he interpretado bien Quisiera indicarme

    de nuevo zu dezeo?__ Cmo no. Y se lo digo en perfecto castellano. Por ahora,

    crteme los tolanos y recrteme los aladares. Luego le pedir que meseccione las vibrisas y me extirpe los curujeyes.

    __ Recrcholiz!

    Casi dio un patats acompaando al mpetu de la interjeccin.

    Trat de sonrer, despus. No pudo. Su rostro era la mscara de la

    amargura.

    Piadosamente, mi explicacin borr su mueca.

    Pero sus ojos miraban para adentro.-

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    Juan Filloy

    GENTUZA DE LO PEOR

    -GRACIAS HIPOTTICAS-

    Frecuentamos con mi mujer el Restaurant APICIUS de la

    calle Arroyo. El ambiente es de suma distincin y su exquisito men

    de suma...y sigue. Antenoche, al abonar mi cuenta a la cajera, tal vez

    obsesionada por el monto que deba devolverme del billete de cien milaustrales que le di, me cobr equivocadamente slo 25.000 australes.

    Not que me daba de ms y me call. Un caballero debe serlo

    en todo sentido, menos en pasar por sonso. Lo son los infelices que

    devuelven dinero hallado o enviado por la suerte o la benevolencia de

    los dioses. Por eso, el cinismo sabotea con fruicin a la honradez y al

    diez por ciento que es la tarifa legal de los sonsos que devuelven dinero

    esa bienandanza! Lgico: yo me distraje y embols tranquilamente el

    exceso en mi cartera. Al hacer el balance de esa noche, la cajera constat que

    le faltaban 75.000. En el respingo que dio casi se le saltaron los

    ojos. Despus, una desesperacin llorosa le abati y la acompa

    compungidamente hasta regresar a su casa.

    Por cierto, no pudo dormir. Era mucha plata para ella y un

    patrn implacable. Presa de un terrible insomnio, su morticacin no

    tuvo respiro. Nada pudo librarla de l. Recin al amanecer, entre la

    madeja de recuerdos, destac uno. Entre los clientes que haban pagadola adicin con billetes grandes, record a un seor bien puesto con una

    damita frutal al lado. A lo mejor era el beneciario al darle el vuelto. Y

    como quien se agarra a una tabla de salvacin, la imagen de la pareja

    se arm en su memoria.

    Era la quinta o sexta vez que cenbamos en el Restaurant

    Apicius. Al entregarle nuestra factura a la cajera, advert una especie de

    suspenso en su tarea y seguida de una rapidsima inspeccin a nosotros.

    Y con voz velada por la emocin, me explic:

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    __Disculpe, seor. Noches pasadas, el martes exactamente, al

    abonarme la consumicin, le di de vuelto precisamente la suma que

    deb cobrarle.Ni me inmut. Todo caballero expone las cosas apaciblemente.

    Manifest por consiguiente sin responder:__Seora, yo soy argentino. No tengo nada de genovs, francs

    o escocs; vale decir de esos tipos que cuentan minuciosamente el

    vuelto. Cuando voy al banco a cobrar un cheque, no compruebo la

    cantidad que me da el empleado. Lo mismo, cuando me dan el vuelto

    en el restaurant o un comercio cualquiera. Supongo que me entregan

    correctamente lo que me corresponde. Por tanto tengo la conviccinlegal de que usted me entreg lo justo. Ahora bien, en el supuesto caso

    de que usted me entreg de ms, slo me resta darle las gracias. Gracias

    hipotticas, por cierto...

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    Acerca de la obra publicada en este ejemplar:

    Los cuentos publicados en este volumen pertenecen al libro GENTUZA. Su primera edicin fue realizada en

    el ao 1991. El libro rene en sus cuatro captulos, unos 49 textos, entre cuentos y nouvelles.

    Esta produccin rearma el tono que ha caracterizado la obra de Filloy:

    un innito ejercicio de realismo alusivo, de irona constante. El extracto de GENTUZA ofrecido a nuestros

    lectores pretende ilustrar la opinin con la que muchos sectores de la crtica literaria denen a Juan Filloy:

    uno de los precursores de la parodia en la literatura latinoamericana del siglo XX.

    Resea:

    Juan Filloy naci en Crdoba el 1 de agosto de 1894. Se recibi de abogado

    y march hacia Ro Cuarto, a comienzos de la dcada del veinte, por slo dos

    meses, se qued 64 aos. De joven fue dibujante caricaturista, adems de uno

    de los fundadores del Club Talleres de Crdoba, del Golf Club de Ro Cuarto y

    del Museo de Bellas Artes de Ro Cuarto, entre otras instituciones.

    En 1984 regres a la ciudad de Crdoba, para quedarse.

    Dentro de las distinciones que recibi guran:

    Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 1971. Puma de

    Plata del Pen Club, 1978. Miembro de la Academia Argentina de Letras, 1980.

    Doctor Honoris Causa, otorgado por la Universidad Nacional de Ro Cuarto,

    en el ao 1989. Premio Esteban Echeverra, Gente de Letras, 1991. Premio

    Trayectoria, Fondo Nacional de las Artes, 1993. Pluma de Oro otorgada del Pen

    Club, 1994; Personalidad Emrita de la Cultura Nacional, 1996; Gran Premio de Honor, Fundacin Argentina

    de Poesa, 1996. Tambin fue condecorado en Italia con la Orden al Mrito de la Repblica, en el ao 1986;

    mientras que en Francia fue nombrado Chevalier de lOrdre des Arts et des Lettres, 1990.

    Juan Filloy muri15 de julio del 2000, pocos das antes de cumplir los 106 aos de edad.

    Su obra:

    Lleg a publicar ms de 50 ttulos. Recorri gneros como: novela, cuento, artculo, ensayo, traduccin,

    poesa, teatro, relato, nouvelle, historia.

    Los Tres Suertudos - De toda Silla.

    Cuentos Inditosde Miguel ngel Gutirrez

    Prxima

    entrega....

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