Historia, antropologia y fuentes orales
La Historia y sus lenguajes en la entrevista de historia oral: Quin contesta a las preguntas dequin y por quAuthor(s): Ronald J. GreleSource: Historia y Fuente Oral, No. 5, El Peso de la Historia: 1989 (1991), pp. 111-129Published by: Historia, antropologia y fuentes oralesStable URL: http://www.jstor.org/stable/27753314 .Accessed: 01/09/2014 16:41
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Ill
LA HISTORIA Y SUS LENGUAJES EN LA ENTREVISTA DE HISTORIA ORAL: QUIEN CONTESTA A LAS PREGUNTAS DE QUIEN Y POR QUE
Ronaldf. Grele
?Lo mismo ocurre con los meclios de comunicaci?n: ha
bian, o algo se habia, pero de tal forma que excluye cnal
quier respuesta. Por esta raz?n, la revolution en este
campo ciertamente, cualquier revolution, la revolution
tout court consiste en restaurar la capacidad de respues ta. Pero una posibilidad tan simple presupone una con
moci?n en toda la estructura existente en los medios de
comunicaci?n.?
Jean Baudrillard, For A Critique of the Political Economy of the Sign, p. 170
Las cuestiones relativas a la memoria, la conciencia y el significado en las en trevistas de historia oral se centran necesariamente en dos puntos metodologicos interrelacionados: el rol del historiador/entrevistador en la creation del documento
que despues ha de interpretar, y la creation de ese documento dentro de un deter minado espacio historico y social y de una determinada tradition hist?rica (Grele, 1985, cap.4; Frisch, 1979; Friedlander, 1975; Passerini, 1984; Schr?ger, 1983; Porteiii, 1981). La mayoria de dichos an?lisis ha puesto de manifiesto el potential del proceso de historia oral para cambiar nuestra conception de la tarea traditional del historia
dor, pero generalmente hemos guardado silencio sobre la forma en que nuestro pro
pio discurso disciplinar, sus suposiciones y su contexto influencian ese proceso. Nos
planteamos que nuestro interes radica en trazar el mapa de ese zona clescrita por Alice
Harris {Envelopes of sound, ps. 6-7) ?donde la memoria, el mito, la ideologia, el len
guaje y la cognition hist?rica se interrelacionan en una transformation dialectica de la palabra en construction hist?rica?, pero no nos ha preocupado especialmente como
nuestro propio discurso profesional coloca la plantilla para ese mapa. Por tanto, y a pesar muchas veces de su incuestionable brillantez, los trabajos
que se basan en la historia oral oscilan entre los extremos de un populismo entusias
ta, donde el historiador desaparece para dar voz al ?pueblo?, y una concepci?n tradi
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cional de historiografia ?objetiva? en la que el historiador/autor asume una position privilegiada como interprete de las interpretaciones de sus entrevistados. All God's
Dangers de Theodore Rosengarten (1974), un libro encantador, es un ejemplo de la
primera tendencia. Like A Family: The Making of A Suthern Cotton Mill World de
Jacquelyn Hall et al. (1988), de la segunda. Ambos libros son obviamente partidarios de la atraccion democr?tica existente en el proceso de historia oral, pero no nos re
velan la interaction escondida entre los participantes de la entrevista, que es lo que convierte esa atraccion democr?tica en una realidad. Por tanto, ninguno de ellos de
safia las presunciones metodologicas y las pr?cticas profesionales tradicionales que est?n lejos de ser democr?ticas.
El problema de como presentar la interaction entre el trabajador de campo y sus informantes no es, obviamente, un problema exclusivo de la entrevista de histo
ria oral (Glassie, 1985; Clifford and Marcus, 1986; Tedlock, 1979; Caplan, 1988), pero adquiere un significado cultural especifico dentro del debate, traditional entre histo riadores, sobre la ?objetividad? historica (Novick, 1988) y las formas en que esas acti tudes tradicionales se han usado para responder a las cuestiones planteadas por los
movimientos de los ahos sesenta (especialmente el movimiento por los derechos ci
viles y el feminista) acerca de los presupuestos ideologicos de una historia que ha
ignorado a la gente cuyo pasado caia fuera del discurso de aquellos que tienen y ejercen el poder. Para abrir ese discurso es necesario que primero entendamos que, como historiadores, nos encontramos limitados por el.
En otra obra (Grele, 1975) he propuesto que examinemos la entrevista de his toria oral como ?una narration conversational", creada conjuntamente por el entre
vistador y el entrevistado y que contiene un conjunto interrelacionado de estructuras
que la dehnen como objeto de estudio. El primer conjunto es la estructura literaria, gramatical o ling?istica que une cada palabra (signo) con las otras. El segundo es el
conjunto de relaciones que se establecen entre entrevistador y entrevistado en el marco de la entrevista, es decir, la estructura social de la entrevista. El tercero consis
te en la estructura ideologica de la narration historica, tal como surge en la conversa
tion entre entrevistador y entrevistado, y la conversation de cada uno de ellos con las tradiciones culturales o historicas m?s amplias a las cuales y a traves de las cuales
hablan. Este ultimo conjunto de relaciones nos revelan el marco politico en el que la entrevista se halla inserta, lo que Kristin Langeliier ha denominado la ?praxis politica? de la narration personal (1989). Seg?n Langeliier:
Todas las narraciones personales tienen una funcion po
litica, ya que originan una determinada manera de ver el mundo que privilegia unos determinados intereses (his torias y significados) sobre otros, tengan o no contenido
politico explicito. Para desentrahar la ideologia en la na rration personal se requiere un an?lisis de la estructura y significados profundos, dentro un discurso de textos y participantes multiples... Contar narraciones personales
puede legitimar significados dominantes o resistir signifi cados dominantes en una transformation de significados. El an?lisis del poder liberador o represor de los relatos de
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experiencias personales clebe considerar, en vez de tex
tos aislados de su contexto o relatos ajenos al discurso, la
politica cle su experiencia concreta.? (p. 271)
Este concepto de la icleologia como un sistema socialmente estructurado de
significacios (Geertz, 1964) y como ?una toma de partido en un conflicto entre gm pos en una vida social fragmentaria? (Jameson, 1981) nos permite contextualizar la
narracion dentro de un conjunto de fuerzas sociales m?s amplias. Para Langellier, es
la manera en que se puede relacionar la praxis politica de la narracion con lo que
Jameson denomina el descubrimiento del horizonte absoluto de la lectura e interpre
tation, o con el concepto de campo discursivo de Foucault. En este sentido, el dis
curso no es ?...una mera fonnalizaci?n del conocimiento; sino que su objetivo es el
control y manipulation del conocimiento, del cuerpo politico y, finalmente (aunque Foucault se muestra evasivo sobre ello), del estado? (Said, 1983, p. 188). ?Constituye al mismo tiempo el objetivo y el instmmento de la lucha? (p. 216).
Las narraciones personales (y las entrevistas de historia oral a pesar de todo lo inconexas que puedan parecer al ser una ocasi?n de lucha por el significado y con trol de la interpretation y de la formation de iclentidad) se hallan profundamente enraizaclas en las ideologias. Como las ideologias representan el mundo tal como de
terminadas clases, facciones e intereses desearfan que fuese, se hallan en conflicto
entre si, de acuerdo a la conciencia de grupo de sus portavoces. De ahi, la conside
raci?n del escenario de la entrevista como una arena para el cuestionamiento de la
interpretation; y la icleologia nos revelar? como se manipula la praxis politica de la historia. El hecho es que, en la mayoria de los casos, la entrevista de historia oral
queda completada; y el conflicto inherente se soluciona a mayor o menor satisfaction
de ambas partes. Este final indicaria que, a pesar del conflicto para atribuir un signifi cado a los diferentes aspectos de la narracion, es decir, a pesar del conflicto por el
poder de interpretation, ambas partes creen que sus conversaciones, tanto privadas como grabadas, les han permitido legitimar el ejercicio de poder sobre esa interpre tation, y legitimar o cuestionar los significados dominantes.
La Situation en la que esta tension se resuelve m?s f?cilmente, aquella en la
que una de las partes simplemente se impone a la otra, y, por tanto, no se produce un conflicto de interpretation, es una conversation incompleta, por razones que se
han discutido en otra parte (Grele, 1985, cap. 8). No contiene la reciprocidad que permite una replica y niega a la otra parte el derecho a contestar la subjetividad de la
interpretation, y por tanto reifica la ideologia de la otra parte. Para entender las for
mas en que la praxis politica se manifiesta en la entrevista, necesitamos una vision
de la misma que abarque el conflicto inherente en esta situation y que lo relacione con las formas en que el significado se estructura a traves del conflicto.
El trabajo cle Eva McMahan (1989) es el an?lisis m?s complejo y el examen m?s intensivo de las formas de reconducir el conflicto en la entrevista de historia oral.
McMahan, preocupada por muchos de los mismos problemas que Langellier, centra su an?lisis estrictamente en la entrevista de historia oral como una forma de relato
personal, y entrevista ?nicamente elites con el fin de eliminar tantas variables ideol?
gicas como sea posible (ver m?s adelante). Su prop?sito es integrar la discusi?n del an?lisis conversational, los procesos sociales y la formation de la narracion con los
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conceptos de la hemieneutica filos?fica, tal como la desarrolla Hans George Gadamer.
Se interesa en particular por tres aspectos de la teoria hemieneutica y su aplicacion a
la entrevista: la realization de la entrevista dentro del universo de posibilidades lingiusticas que marcan la historicidad de la experiencia humana, el hecho de que la
interpretation de los fen?menos hist?ricos se guia siempre por los prejuicios de su
interprete en un momento especifico del tiempo (ideologia), y la afirmaci?n de que un acto de interpretation debe tratar siempre, no del significado propuesto sino de su estructura profunda (a que se refiere el significado propuesto) (ps. 3-4).
McMahan define la entrevista de historia oral como una situation de conflicto
potential, en la que, por medio de una sehe de transformaciones conversacionales y
estrategias sociales, ambas partes cooperan para convertirla en una situation de con
troversia, una situation en la que, con el fin de llevar a cabo la entrevista, est?n de
acuerdo en estar en desacuerdo. A partir del trabajo de Alfred Shutz y Joseph Kocklemas sobre la naturaleza de la intersubjetividad y sobre la forma en que las
personas estructuran sus mundos, McMahan establece las bases para una considera
tion de lo que Gadamer denomina la ?conversaci?n hermeneutica? y su realization
en la entrevista de historia oral. Se trata de una conversation en que los horizontes
de ambas partes (en este caso entrevistador y entrevistado) se modifican mediante la
apropiaci?n del texto del otro a traves de un proceso de reciprocidad activa e
igualitaria (hinge, 1976). Su realization se hace posible por la situation de controversia. Con estas consideraciones en mente, McMahan analiza un conjunto de entre
vista s de historia oral para llegar a conocer las transformaciones que se dan en el
proceso, y como obstaculizan o contribuyen al desarrollo de la conversaci?n
hermeneutica. De esta manera, argumenta, podemos entender la entrevista de histo
ria oral como un hecho comunicativo, y las reglas que lo convierten en tal, es decir, un hecho en el cual tiene lugar una comunicaci?n real, donde se ha restaurado la ca
pacidad de respuesta. Asimismo podemos juzgar la utilidad de las diversas estrategias para producir ese hecho.
El an?lisis de McMahan es un importante paso para el conocimiento de las formas en las que la ideologia determina la praxis politica de la entrevista. Muestra la naturaleza intersubjetiva del significado hist?rico y de la interpretation que surgen en la entrevista, y el modo dialectico en que se producen. Tambien explica como esa
interpretation es, de hecho, la creation de la realidad social a traves de una interaction
de los puntos de vista hist?ricos de ambas partes y como se arbitra el conflicto b?si co de la interpretation. Por ariacliclura, sea o no intentional, su an?lisis posee
implicaciones claramente democr?ticas. Centrado como est? en esas situaciones en
que ambas partes participan en la entrevista, y, m?s a?n, d?ndoles un lugar de privi legio, su an?lisis reconoce la necesidad de participation y respuesta de ambas partes en la conversaci?n. La vision de la entrevista como un conjunto abierto de transfor
maciones nos permite utilizarla para llegar a una mayor comprensi?n, a la vez que no queda cerrada la posibilidad de futuras interpretations. Muchas de sus observa ciones sobre la naturaleza de la conversaci?n y sobre las formas en que se alcanza el
significado a traves del habia, nos traen ecos de aquellos suehos de los movimientos de democracia participativa y de libertad de expresi?n.
No obstante, su an?lisis no llega a plantear una consideration de la entrevista
como praxis politica, en el sentido en que lo utiliza Lange liier. El interes de McMahan
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no radica en la narracion como forma cle aproximaci?n al inconsciente politico o
como un sistema de relaciones reales de poder, aunque ofrece estas posibilidades. Para llegar a ese nivel estructural m?s profundo, es necesario que anadamos a las
teorias de McMahan unas consideraciones acerca del pensamiento politico cle ambas partes en la entrevista de historia oral.
En la entrevista de historia oral, a diferencia de lo que ocurre, pongamos por
caso,en un gmpo cuyo objeto sea la toma de conciencia (que es el ejemplo principal de Langellier), la siaiacion politica viene definida por la ideologia profesional del his toriador/entrevistador, por la ideologia publica del entrevistado y por la interaction entre ambas; y se expresa en el lenguaje mediante el conflicto entre dos puntos de vista diferentes acerca de lo que esa narracion es o debiera ser, para la compression
hist?rica, reflejando cada uno una vision distinta del papel del lenguaje en la cultura. El mejor escenario para distinguir estas visiones conflictivas del discurso narrative) son las conversaciones ocultas entre el entrevistador, el entrevistado y el mundo social
en el que tiene lugar la entrevista; es decir, sus conversaciones con, y sus significa dos dentro del discurso m?s amplio de los futuros usuarios o lectores (interpreters) de la entrevista.
A traves de su an?lisis de la entrevista de historia oral, McMahan nota ia exis tencia de este p?blico externo de potenciales usuarios, aunque no dedica particular atencion a las formas en que su existencia influye en el desarrollo de la conversation
hermeneutica. No obstante, la existencia de este p?blico es de primordial importan cia, porque eleva el nivel del discurso ideol?gico m?s alia de la situation inmediata de la entrevista, y es, en efecto, el p?blico para el cual se articula la ideologia. La en
trevista es el vehiculo para la integration de la identidad personal y cle gmpo; y el
p?blico es el gmpo con el que ambas partes buscan forjarse una identidad. Las ideo
logias, puesto que se sit?an en el mundo social independientemente de cu?n com
pleja sea esa situation, atraen un cierto sentido de solidaridad por parte de otros miembros de una determinada clase o gmpo (Jameson, p. 290); y en la entrevista de historia oral el entrevistador es el mediador de esa clase o gmpo social para el cual habia el entrevistado. La cuestion seria:
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se siente atacado.? Estos criterios, a los que Foucault (1970) ha denominado el discurso
de las disciplinas, forman la vision ideologica implicita del historiador. En la mayoria de las entrevistas son hegemonicos; incluso el entrevistado m?s quisquilloso o ideo
logicamente distante mirara en multiples ocasiones al entrevistador/historiador como
confirmation y guia, para saber si la information que proporciona y las interpretacio nes que ofrece son las deseadas por el historiador. En la mayoria de los casos, se lle
ga al acuerdo de que la entrevista de historia oral seguir? las reglas de la construc tion historica, tal como se establecen por la profesion historica y las interpreta el his toriador. Tales acuerdos oscurecen la potencia ideologica de la actitud ?profesional? y constituyen una parte importante de la fomia en que se toman las decisiones sobre
quien tiene derecho a hablar sobre que. Estas relaciones de poder resultan potencial mente magnificadas en aquellas entrevistas con poblaciones no hegem?nicas, o
cuando se hallan entrelazadas con preguntas de clase, raza o genero (Anderson et al.,
1987; Jefferson, 1984). Teniendo en cuenta las formas en que los criterios profesional.es enmascaran
cuestiones icieologicas, resulta revelador hacer referencia a algunos segmentos de
entrevistas, que utiliza McMahan en su an?lisis de la conversaci?n hermeneutica, para tratar de descubrir m?s sobre la praxis politica de la entrevista. Estos ejemplos podrian, en cierto sentido, ser injustos con McMahan, al ser extractos de entrevistas dirigidas
por mi. Ella no contaba con la ventaja de mis propios recuerdos de la situation y de lo que yo pensaba sobre su ambiente politico. No pretendo dar a entender que su an?lisis sea fallido; por el contrario, espero mostrar que encontro a traves de su an?
lisis formal algunos problemas que no pueden discutirse en un lenguaje politico, por no tener ella todos los datos. Con estos ejemplos espero indicar las formas en que las actitudes profesionales del historiador se convierten en una preocupaci?n por el
significado historico de sobre que es la conversation (Mishler, 1986). En el primer caso, McMahan cita unas lineas de una entrevista que lleve a cabo
como parte de la investigation para mi tesis doctoral. Era esta una entrevista con un
antiguo congresista por Nueva Jersey, que adem?s habia desempehado un papel en el Partido Dem?crata en ese Estado, cuando su politica giraba en torno al intento de desbancar a Frank Hague, su jefe durante mucho tiempo. Mi prop?sito era recoger information para una tesis que describia el desarrollo del ?liberalismo urbano? en ese
distrito electoral. Dicha tesis era dirigida por J. Joseph Huthmacher, de cuyo trabajo se derivaba el concepto de liberalismo urbano. McMahan utiliza este extracto para
mostrar una estructura de peticiones de confirmation y clarification, y como esas pe ticiones se usan para llevar adelante la conversation.
R:
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quiz?s ambas facciones apoyaban alpartido. (Con?rma ci?n) R: fTom? Vd. parte activa en laformaci?n de la A.D.A.? (Petici?n de confirmaci?n) E: Si. (Confirmaci?n)
Me parece que el an?lisis formal de McMahan da en el clavo y explica las for mas en las que ambos llevamos a cabo la conversation y luchamos por interpretar el
hecho que discutiamos. A pesar de esto, McMahan intuye que este segmento no nos
permiti? a ninguno de los dos apropiarnos de la perspectiva del otro, y por tanto no se produjo una conversation hermeneutica. Yo argumentarfa que, aunque el an?lisis
formal puede revelar este fracaso, solamente el an?lisis politico lo puede explicar. Como entrevistador, era consciente de que la entrevista iba a ser leida por el tribunal de mi tesis (o, por lo menos, por algunos de sus miembros) y de que, ciertamente, iba a leerla Huthmacher, con quien habia tenido algunos desacuerdos sobre la ade cuaci?n del ?liberalismo urbano? como teoria explicatoria de la politica del Partido Dem?crata en la epoca del New Deal. Por una parte, me era necesario indicar a los
miembros de mi tribunal que yo habia hecho a mi entrevistado las preguntas perti nentes, que las habia preguntado de una forma acorde al criterio profesional de ?ob
jetividad hist?rica?, y de que yo mostraba un conocimiento pormenorizado de los he chos politicos de ese distrito en la epoca estudiada. Por otra parte, tenia que utilizar esas tecnicas para suscitar cuestiones sobre el marco interpretativo general del miem
bro m?s poderoso del tribunal, de quien honradamente debo decir que conserv? un ecu?nime sentido del humor sobre la situation; pero que, a la vez, no iba a dejar pasar
mi interpretation hist?rica sin cuestionarla.
En resumen, en el extracto que examinamos, yo habia decidido (y supongo que los miembros de mi tribunal estuvieron de acuerdo, ya que ninguno plante? ob
jeciones) que la historia completa del desarrollo de una ideologia liberal en el Partido Dem?crata en Nueva Jersey en esa epoca necesitaba una sehe de interrogantes sobre
el papel de la C.I.O. en el desarrollo de esa ideologia, y sobre el papel del Partido Comunista en el desarrollo de la ideologia de la C.I.O. Un examen de la transcription y la evidencia de McMahan indican que el congresista estuvo de acuerdo sobre la le
gitimidad de esa Linea de interrogation. No habia nada en el conjunto de preguntas decididas por entrevistador y entrevistado que pudiera cuestionar el discurso
hegem?nico sobre el desarrollo del liberalismo en el Partido Dem?crata en los ahos treinta y cuarenta.
No obstante, como un critico procedente de la izquierda, yo estaba tambien interesado en establecer que el Partido Comunista, o algunos de sus miembros, tu
vieron un rol, a traves de una politica de mayor o menor conciencia de clase, en el
desarrollo de la ideologia liberal, rol que no era admitido por el concepto de ?libera lismo urbano?. Adem?s, estaba interesado en descubrir las formas en que el
anticomunismo se convirti? en parte de la ideologia liberal, y como estas tensiones dentro del movimiento sindical y del Partido Dem?crata ayudaron a definir el ?libera lismo urbano?, al excluir una politica de conciencia de clase. El congresista, obvia
mente, no estaba de acuerdo con mis prop?sitos e interpretation, argumentando que la escisi?n por esta cuesti?n en el movimiento sindical no tuvo consecuencias, ya que
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ambas facciones continuaron apoyando al Partido Dem?crata. AI verme obstaculiza
do por su negativa, y sin otra evidencia para apoyar mi caso, intente llegar a la cues
ti?n del anticomunismo por medio de una discusion sobre su pertenencia a
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carrera habia tenido la limitation de actividades impuesta por la Casa Bianca, desde su nombramiento hasta la organization, muy lograda, de un congreso sobre salud
mental y subnormalidad. No tengo idea de como interpreto mis preguntas, pero su reaction fue enmarcar sus respuestas en los Hmites habituales que un republicano
podia encontrar en una administration dem?crata. Sigo sin estar seguro, despues de
todos estos anos, del significado de esta explication.
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chan con las contradicciones de sus propias visiones hist?ricas; y, por tanto, tambien se nos niega la posibilidad de verlos como participantes plenamente activos, no solo en sus historias, sino tambien en la b?squeda por el significado en esa historia. Nuestra
respuesta a ese tipo de trabajos es necesariamente limitada; lo mismo que el discurso
p?blico sobre su significado. Evidentemente, existen muchos ejemplos en los que el trabajador de campo
nos cuenta su implication en la creation de documentos sobre los que se basa el texto, y lo que esto significa para su interpretation. Worker in the Cane (1974), de
Sidney Mintz, es un ejemplo de como un trabajador de campo que se solidariza con su entrevistado puede manejar el problema dentro de un sentido m?s o menos tradi tional del texto. Rosie the Riveter Revisited, de Sherna Gluck (1987), es un ejemplo de la forma en que las preocupaciones personales y la ideologia feminista se pueden
movilizar para revelar la interaction entre los puntos de vista hist?ricos de entrevista dora y entrevistadas. Black Mountain: An Exploration in Community (1972) es un intento muy ?sui generis? de desarrollar plenamente lo que Dennis Tedlock (1978) ha denominado la naturaleza dial?gica del texto, a la vez que trata conscientemente de
romper los limites de la ideologia del historiador profesional. Worker in the Cane es esencialmente una historia de vida de don Taso, un tra
bajador puertorriquerio de la caha de az?car. Como el mismo Mintz ha sehalado, el recibimiento de su obra ha tenido una historia ambigua (Mintz, 1989). Fue criticada, al ser publicada en I960, porque Mintz se habia hecho amigo de Taso, y habia esta
blecido, por tanto, un estrecho lazo personal, que ponia en entredicho el objetivo primordial del trabajador de campo: mantener una relation neutral con su informante.
No obstante, en los ahos ochenta se la consideraba como un ejemplo del antrop?logo que mantiene una relation desigual con su informante, ya que Mintz volvi? a arreglar el texto para su publication. Es cierto que Mintz orden? el material en un orden
cronol?gico que no tenia cuando fue presentado, y tambien reprodujo la conversation casi literalmente con el fin de conservar la narration. En toda la obra, y en sus co
mentarios posteriores, no rehuye reflexionar sobre la ambig?edad de los roles narrativos de informante e investigador en la historia de vida; y tambien se preocupa de sehalar la continuation de la division social del trabajo en la narration, seg?n la denomination de Martine Burgos (1988).
En una ruptura con los c?nones del trabajo de campo de la epoca, Mintz tiene cuidado de explicar su creciente amistad con Taso, y como esto amplia la conversa
ci?n al mismo tiempo que limita el desarrollo de la historia, especialmente cuando Taso se muestra reticente a discutir con franqueza su conversion a una forma de
protestantismo pentecostal que sabia que su interlocutor consideraba con una cierta
?acritud? (p. 5). De esta forma, las fronteras personales y politicas de la tension cultural se convirtieron en objeto de investigation y ejemplos de las relaciones sociales de
production que tanto fascinaron a Mintz en la historia de vida completa. Al estructurar el texto, incorpora muchas de sus preguntas, para que nosotros, los lectores, podamos
juzgar la propiedad de cada respuesta. Y lo que es m?s importante, reconoce los di ferentes puntos de vista en la situation de trabajo de campo, sin privilegiar a ninguno. AI proceder asi, es capaz de situar la historia de vida de Taso dentro de la estructura m?s amplia de la historia de Puerto Rico y de la production de az?car en el mundo caribeho. Al poner enfasis en su propia participation en la creation del texto y en su
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incomodid?d ante algunos aspectos de la vida de Taso, Mintz le concede una inde
pendencia de position y de criterio rechazadas en otras obras que no expresan este
conflicto inherente. Esta tension sirve tambien de puente a cuestiones m?s amplias sobre las formas en que el mundo creado por Taso est? cambiando, y revela una in
tuition sobre ese cambio, especialmente sobre sus Limites. Une asi la nanativa con los
hechos en discusion mediante la utilization de ambas biografias. En su reciente articulo, ya mencionado, Mintz se enfrenta directamente a las
relaciones entre investigador e infonnante.
Resulta fundamental cuestionarse el proyecto a medida
que se desarrolla. Pero creo que esto no deberia conver
tirse en una autoconsciencia tan sensible que el prop?sito de la investigation vaya quedando olvidado a medida que la metodologia se perfecciona. Si esa autoconsciencia llega a pesar demasiado sobre la preocupaci?n del etn?grafo acerca de quien es el o ella en realidad, se corre el riesgo de reducir la comunicaci?n a algo sobre uno mismo. Y el informante se puede convertir en un mero entorno de la
entrevista...
... La antropologia debe ser humanista en su orientation.
Pero debe ser tambien cientifica... Si se cree en la casuali
dad de los hechos humanos, si se cree que la historia no es simplemente lo que la gente piensa que es, entonces se est? preparado para interpreter de forma tal que per
mita a otros juzgar las interpretaciones por si mismos, con
una base que les pennita una minima oportunidad para su verification o negaci?n? (p. 794).
A pesar de que Mintz plantea una sehe de cuestiones sobre el poder en su discusion sobre Worker in the Cane, la ideologia de la profesi?n, tal como opera en el trabajo de campo, no es una de sus preocupaciones. El trabajo de Gluck, mucho m?s personal, reduce la distancia y perspectiva que Mintz habia mantenido e intenta conscientemente cubrir la brecha entre ella como historiadora profesional y sus in forrnantes como narradoras de historias. Rosie the Riveter Revisited, que b?sicamente es
una compilation de fragmentos de entrevistas, cuenta las historias de varias mujeres
que habian trabajado en la industria aeron?utica en la zona de Los Angeles durante la Segunda Guerra Mundial. La ideologia feminista y, en especial, la creencia en la necesidad cle unir lo personal y lo politico impregnan el libro. Gluck presenta cada relato con un comentario de sus propias impresiones sobre la mujer entrevistada, del
papel del proceso entrevistador en la vida de la mujer que est? contando su historia
y de la capacidad narrativa de la informante. Una de las extraordinarias caracteristicas
de la elaboration de este libro es que, despues de grabar y transcribir Gluck las en
trevistas, autora y entrevistadas conjuntamente seleccionaron y dispusieron el texto
final. Esto les permiti? un cierto poder compartido sobre las formas en que ellas fueron
presentadas a un p?blico m?s amplio. Desgraciadamente, no se nos cuenta como
ayud? este proceso a configurar la interpretation de las experiencias estudiadas. Pero
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el procedimiento seguido si que permiti? a Gluck escapar a la tendencia a reificar el momento de production o presentation como el ?nico en el que el significado se
expresa en un di?logo continuo. Su intento de introducirse en el texto y compartir con sus informantes la configuration del mismo procede de un profundo sentido etico de su responsabilidad hacia sus entrevistadas, que est? en contradiction con su vision como meras informantes. ?Les digo a mis alumnos?, escribe, ?que devolvemos algo
muy importante a la gente que entrevistamos. Pero, a veces, me preocupa que, en
cierta forma, les estemos explotando? (ps. 26-27).
Black Mountain, de Duberman, constituye el ejemplo m?s radical del intento de trascender los limites habituates de las relaciones personales y profesionales esta blecidas por la ideologia disciplinar. Muy criticada en el momento de su publication en 1973 (por ejemplo, Paul Conkin, en 1973, la llama embarazosa, pretenciosa y epi tome del mal gusto), su brillantez pas? desapercibida en la mayoria de las resehas.
Constituye un extraordinario ejemplo de como un historiador, que sea consciente de
la subjetividad de la obra hist?rica, y de las formas en que multiples ideologias origi nan multiples significados en una entrevista, crea un texto que intenta contener y mostrar esos significados variados y contradictorios, si el significado ultimo de las pa labras depende de la situation especifica en que son pronunciadas, y como el histo riador configura su material para mostrar la complejidad de esas situaciones y la gama completa de sus contradicciones al mismo tiempo que se adhiere a las convenciones
de su profesion. Si estas convenciones determinan que el historiador no debe aparecer en el texto, la respuesta de Duberman es negativa (p. 13).
Para Duberman, la historia de Black Mountain, una universidad experimental en Carolina del Norte que habia atraido a un gmpo notable de intelectuales y artistas como profesores y estudiantes, es territorio de contestation; en la que el se encuentra
profundamente involucrado por razones personales y politicas. Cada cierto tiempo Duberman se aparta para reflexionar sobre la marcha de la obra. Rompe la narracion
de forma consciente con el fin de incluir sus propias impresiones sobre su forma y desarrollo. En este proceso, crea un nuevo texto y saca a la luz su propia historia, sus
opiniones politicas, su orientation sexual, en resumen, todos sus ?prejuicios?; y argu menta con cierta extension como se han transformado en parte de su obra. De modo
curioso, esta misma subjetividad, la propia conciencia de sus prejuicios y de sus efec tos sobre los prejuicios de otros, quedan convertidos en objetos de estudio; y los ob
jetos initiales de estudio, las personas que hicieron la historia de Black Mountain, devienen en sujetos del an?lisis.
Perfectamente consciente de las formas en que Black Mountain es una con
frontation con los c?nones normales del discurso profesional, Duberman nos relata
en la introduction que tuvo que dejar a un lado la obra durante varios anos porque se percat? de que su trabajo initial no recogia la amplia gama cle comentarios y la interaction deseadas. Al reanudar la tarea, lo hizo con el prop?sito de romper las fronteras disciplinares. La dificultad de su cometido se revela en la siguiente cita de su diario que aparece en su libro:
?Mi Diario, L?nes, 3 de Agosto de 1970: La information vuelve a controlar la obra. O m?s bien, mi obsesi?n por ser totalmente preciso e incluirlo todo. Me dejo ir (pero)
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me desvio para incorporar... material en las anteriores
secciones; en su mayoria citas adicionales en las notas a
pie de p?gina en vez de cambios en las interpretaciones - exactamente esa clase de estupida erudition ?iceberg?...
que en teoria desprecio. Cuando finalmente regreso a la
cuestion que habia comenzado a obsesionarme, estoy Ueno de informaci?n repetitiva sobre las reacciones de otras personas a otros temas. ^Como puedo explorar simult?neamente las mias y las suyas? No quiero distorsionar ni evadir sus puntos de vista, pero tampoco
quiero que la fidelidad a ellos me controle, elimine los mios... Es un ejemplo de cu?n destructive) puede ser ese
llamado ?entrenamiento profesional?; te inicia en, y con
fimia la justeza de unas tecnicas usadas anteriormente por otros. No obstante, no existen las tecnicas, existen las
personalidades.? (ps. 89-90)
Duberman no es un historiador oral. Es un historiador que ha realizado una
serie cle entrevistas como parte de un proyecto de investigation. Pero se puede con
siderar brillante su intuition sobre la naturaleza del proceso y de la dificultad de pre sentar la excitation del trabajo de campo y la promesa de la entrevista dentro de las formas tradicionales de la narration historica. Su intento de presentar ese proceso,
permaneciendo al mismo tiempo el autor fiel a las circunstancias de creation de su
information, nos ofrece un importante comentario sobre nuestro trabajo. No nos debe
sorprender que no pueda resolver completamente sus contradicciones. Su aportacion es haber dejado al descubierto las contradicciones existentes en las presunciones ha
bituales sobre autoridad y poder en la presentacion historica. En el siguiente extracto de una entrevista de Black Mountain, escogida al azar
y no demasiado apropiadamente, se puede ver esa contradiction. Y como la cita es
tipica de muchas que encontramos en nuestro trabajo, podemos ver tambien nuestras
propias contradicciones. Este fragmento en particular procede de una entrevista a
David Weinrib, un escultor, en la que Duberman le pide que describa un evento mu sical organizado por John Cage en Black Mountain, que se convirtio en parte del folklore de la universidad.
Weinrib: Habia much a gente mirando relojes. Yhabia un
podio. Quiero decir un atril, y Cage estaba alii... Estaba hacia un lado... Y empez? una alocuci?n... La leia. Y
mientras leia, empezaron a pasar cosas. Pero el, simple
mente, seg?n recuerdo, sigui? leyendo, toda la tarde. Duberman: ^Cudl era el contenido? jLo recuerda? Weinrib: No lo recuerdo. Excepto que habia... habia unas
citas de Meister Eckhart... No recuerdo mucho mas sobre
su contenido. Le interrumpian muy frecuentemente, pero elseguia leyendo. Yhubo una serie de cosas quepasaron. Y alii estaba Rauschenberg con un gramqfono viejo que
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habia encontrado, y de vez en cuando... le daba cuerda
y tocaba parte de un disco viejo... Duberman: dQue tocaba? Weinrib: Simplemente, por lo que recuerdo, viejos discos de
hokey. Duberman: Viejos discos popul? res? Weinrib: Discos viejos. Estoy seguro que los compro con la
mdquina. Anos 20. Anos 30. Entonces Cunningham se
puso a bailar alrededor de toda aquella zona. Duberman: jAlrededor de este grupo central de sillas? Weinrib: Si, bailabay.... Duberman: ^Habiapasillospor el medio de las sillas? Weinrib: No. Recuerdo que mas o menos todos nos sentd
bamos juntos. Duberman: ^En el centro? etc... etc... (p. 354)
Duberman, sencillamente, hace una version exagerada de lo que yo hice en mi entrevista al congresista ya citado, lo que hizo Mintz m?s moderadamente, y lo que debi? hacer Gluck en las sesiones, pero que omitio en la version publicada. Debido a su preocupacion por el an?lisis, ha destruido la historia como historia. No podemos permitir que la narrativa divague demasiado, que se vuelva excesivamente complicada,
porque nos sentimos comprometidos con la tendencia documental, y entonces inter
venimos para cerciorarnos del contexto de los hechos, del momento exacto en que ocurrieron y de todos sus detalles. La historia oral es una narration y tambien un
an?lisis. El an?lisis del narrador es parte de la historia que narra, el an?lisis del histo riador se halla en las preguntas que hace. Estas rompen con su an?lisis la narration.
Si la historia oral es una narration conversational, esta conversation se encuentra
frecuentemente en oposicion a la fuerza de la narration. El conflicto ideologico toma la forma del conflicto b?sico de la entrevista.
Mientras nosotros destruimos la narration como tal, nuestros entrevistados tra
tar?n r?pidamente de restaurarla. ?^Donde estaba?? preguntan, y siguen contando.
Nuestro papel en la construction de la narration es crucial; pero lo hacemos aria diendo detalles, forzando la memoria hasta sus limites, es decir, destruyendo su propia capacidad narrativa. No la tratamos como una historia que se va desarrollando y que nos arrastra, sino como un objeto de an?lisis y deconstrucci?n. La production de una
narration verdadera, en la que los recursos narrativos gobiemen la construction del
testimonio, es rara en historia oral; y la raz?n es que el entrevistador se niega a permitir
que se desarrolle.
La entrevista de historia oral forma parte de la obra historica; por tanto el his toriador/entrevistador queda atrapado por el lenguaje, las pr?cticas y la ideologia de la profesi?n. Esa ideologia que David Hackett Fischer (1970) enuncia en su forma m?s
desnuda, es que la historia no consiste en contar historias, sino en la resolution de
problemas. Los historiadores trabajan con el lenguaje p?blico de la cultura y nunca, a pesar de muchos nobles o viles intentos, han inventado por si mismos un lenguaje especializado. No obstante, dentro de la profesi?n, con frecuencia se hace una clara
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distincion entre historia analitica e historia narrativa; y entre an?lisis y nanacion en una obra concreta (Hexter, 1971, ps. 29-43). Wanen Susman argumenta (1964) que esta distincion se halla profundamente enraizada en la profesion y que expresa nuestros diferentes puntos de vista de un pasado utilizable. Estas distinciones se tornan
cruciales, ya que en la entrevista la ubicacion del conflicto ideol?gico reside en el
campo del lenguaje. El lenguaje hist?rico usado por el entrevistador es el lenguaje analitico. Su forma consiste en la pregunta. El lenguaje hist?rico usado por el entre vistado es el lenguaje nanativo. Su forma consiste en el relato. Cada uno de ellos tiene una teleologia que opera dentro de ellos (Gadamer, 1976, p. 13). Por tanto, si llegamos a comprender las formas en que estos lenguajes hist?ricos en conflicto fluyen y refluyen en la entrevista, tambien comprenderemos las formas en que cada una de
las partes, bajo el manto de la cortesia, pugna por el control de la entrevista, y, en
consecuencia, por el control de la interpretation. Podremos percibir la praxis politica de la entrevista.
Resulta obvio que esta pugna es frecuentemente implicita. No reconocemos su
naturaleza politica al basarse en nuestra forma aculturada de preguntar o de relatar
historias. Pero su naturaleza ideol?gica se manifiesta cuando se halla colocada en un
escenario de contradiction y controversia. De esta manera, podemos ver como en
trevistador y entrevistado conspiran para legitimar o deslegitimar significados domi
nantes, o se enfrentan en una disputa ideol?gica. En cualquiera de estos casos, la
interaction entre estos lenguajes nos permite descubrir la adaptation de entrevistador
y entrevistado entre si y con el mundo tal como ellos lo perciben (Langellier, p. 271). Alessandro Porteiii ha argumentado que ?relatar una historia es tomar las annas
contra la amenaza del tiempo? (1981). Pero en una entrevista, forzamos la historia co
loc?ndola en el tiempo, para contextualizarla y, por tanto, desarmar al narrador. Las
consecuencias de esta situation son ambiguas. ^Debemos, como quiere Ricoeur,
ayudar a colocar el incidente en un relato completo y unificado? (1958) ^Ayudamos asi a la creation de una estructura m?s coherente para la historia de vida que se est? relatando?
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esaidios (Crenshaw, 1988). La cuesti?n que nos debemos plantear es si el retorno a la forma narrativa ser? igualmente bienvenido y privilegiado por las clases
hegemonicas (Wilkie, 1973). La cuesti?n del poder en la entrevista es m?s compleja que una mera forma
social o domination conversational. Los lenguajes de la historia, analiticos o narrativos, son los que utilizamos, nosotros como historiadores y nuestros entrevistados como
ciudadanos, para filtrar, y, por tanto, definir nuestras experiencias, y a traves de los
cuales expresamos nuestras propias cosmovisiones e ideologias. La tension que surge
refleja a su vez tensiones sociales m?s profundas, por lo que la cuesti?n de compartir el poder en la entrevista es una mera Variante de esa misma cuesti?n en el orden so
cial. Nos encontramos atrapados en un dilema. Si intervenimos en la construction de
la narration, nos entrometemos en el proceso con nuestra ideologia; si, por el con
trario, no lo hacemos, claudicamos de nuestra responsabilidad como criticos de la
mixtificaci?n.
Puede que no exista una respuesta satisfactoria a esta contradiction, aunque se han propuesto diversas soluciones. Algunos trabajadores de campo, especialmente
antrop?logos, han aducido que ninguna solution es posible cuando se trata de otras
culturas, por lo que habria que abandonar estos estudios. Otros retirarian el poder de
interpretation al trabajador de campo (como si fuera factible). Renato Rosaldo ha
propuesto que busquemos la posibilidad de una narrativa final como una ?narrativa analitica? (1980, p. 89). Los intelectuales comprometidos pueden argumentar, como
Jameson, que la lucha ideologica no es primordialmente ?una cuesti?n de lection
moral, sino de tomar partido en una lucha entre grupos en conflicto? (p. 290). Por tanto, la decision de alentar o desalentar la narration, de intervenir en el relato, des
cansaria en nuestro deseo de reforzar o minar las posiciones de clase que se hayan articulado. Rabinow (ps. 256-58, 261) ha sehalado cuatro posiciones diferentes, cada una con su propia problem?tica. Y ariade: ?Pero el problema es precisamente decidir si lo adecuado es situarse dentro de un nosotros, para asi reafirmar los principios que uno reconoce y los valores que uno acepta; o si, por el contrario, no seria necesario
posibilitar la futura formation de un nosotros? Como trabajadores intelectuales, como nos llama Althusser, somos conscientes
de las maneras en que nuestro trabajo es ideol?gico; y, por tanto, juega un papel en las formas subjetivas de conflicto o subyugaci?n de clase, raza o genero. Quiz?s, lo
mejor que podemos hacer en este momento del tiempo es iniciar la polemica sobre el discurso, utilizar nuestra habilidad para crear e interpretar documentos culturales,
manipular la historia y permitir que otros la manipulen, de tal forma que surjan los textos m?s expresivos y contradictorios. Asi permitimos la posibilidad de que los fu turos interpretes descubran nuevos significados en las experiencias en discusion y, con
ello, un nuevo discurso. Esta vision de las posibilidades futuras nos lleva a los con flictos sobre la Utopia inherentes a toda narration e ideologia, a la par que nos ofrece la posibilidad de hablar m?s alia de los limites de nuestro discurso profesional y p?
blico, y de formular un nuevo discurso para un nuevo mundo.
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Issue Table of ContentsHistoria y Fuente Oral, No. 5, El Peso de la Historia: 1989 (1991), pp. 1-166Front MatterEl peso de la historia: 1989La Revolucin de 1989: El peso de la Historia [pp. 5-15]Puede la geografa aligerar el peso de la Historia? [pp. 17-22]Desintegracin social en Polonia [pp. 23-45]Diferenciacin de estilos de vida en Polonia: generacin y sexo [pp. 47-70]Maternidad, medicina y mortalidad infantil en Rusia: Algunas comparaciones [con Comentarios] [pp. 71-100]Respuesta a los comentarios de Patricia Herlihy [pp. 101-103]
Quin y por qu preguntaLa estructura y la "gestalt" de las autobiografas y sus consecuencias metodolgicas [pp. 105-110]La Historia y sus lenguajes en la entrevista de historia oral: Quin contesta a las preguntas de quin y por qu [pp. 111-129]
Perspectivas y balances de la historia oralHacia una crnica de la historia oral en Italia [pp. 131-138]Recuperando, recordando, denunciando, custodiando la memoria del pasado puesto al da. Historia oral en Latinoamrica y El Caribe [pp. 139-144]La historia oral en Francia a finales de los aos ochenta [pp. 145-155]
ArchivosEl archivero y las fuentes orales [pp. 157-162]
AgendaInternational Oral History Association: VIII Conferencia Internacional de Historia Oral "Memoria y Multiculturalismo" Siena/Lucca (Italia), 25-28 Febrero, 1923 [pp. 163-164]XIV Congreso Internacional de la IAMHIST [pp. 164-164]
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