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Grupo de Investigación
Estudios Clínicos y Sociales en Psicología
Línea de Investigación
Perfiles Cognitivos y Psicopatología
Relación entre percepción de soledad y factores como apoyo social, autoestima y rasgos de
personalidad, en mujeres sin relación de pareja estable
Universidad de San Buenaventura
Maestría en Psicología
Medellín
2011
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Grupo de Investigación
Estudios Clínicos y Sociales en Psicología
Línea de Investigación
Perfiles Cognitivos y Psicopatología
Relación entre percepción de soledad y factores como apoyo social, autoestima y rasgos de
personalidad, en mujeres sin relación de pareja estable
Trabajo de Grado presentado para optar por el título de Magister en Psicología
Por:
Paula Cristina Ríos Zapata
Directora
Nora Helena Londoño Arredondo
Universidad de San Buenaventura
Maestría en Psicología
Medellín
2011
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A mi Madre, a Marian y a Carla.
A todas las mujeres amigas que han rodeado mi vida.
A todas las mujeres.
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“Las mujeres no tenemos nada que perder y mucho que ganar si miramos nuestros miedos
directo a los ojos y, en lugar de negarlos o evitarlos, los observamos fijamente hasta hacerles
agachar la cabeza. El cambio genuino y organizado en nuestras vidas, no llegará en un abrir y
cerrar de ojos ni cuando despertemos a la mañana siguiente. Aparecerá poco a poco, con pasos
de bebé, y surgirá de las múltiples reflexiones y de nuestra propia voluntad de persistir. Para
muchas mujeres, la soledad es lo que necesitamos para comenzar nuestra jornada. Más adelante,
llegaremos a reconocerla como un instante de gracia en nuestras vidas”
Falk, 2007.
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Tabla de Contenido
Lista de tablas ……………………………………………………………………………………. 8
Lista de figuras …………………………………………………………………………………… 9
Lista de apéndices ………………………………..…….......…………………………………… 10
Introducción………………………………………………………………………………………11
1. Capitulo uno. Planteamiento del problema……………………………………………………14
1.1 Formulación del problema………………………..………………………………………14
1.2 Justificación………………………………………………………………………………16
1.3 Objetivos…………………………………………………………………………………18
1.3.1 Objetivo general….………………………………………………………………18
1.3.2 Objetivos específicos…………………………………………………………….19
2. Capitulo 2. Marco teórico y estado del arte………………………………………………….20
2.1 El fenómeno de la soledad………………………………………………………………20
2.2 La edad y la cultura ante el fenómeno de la soledad.……………………………………22
2.3 Las causas de la soledad…………………………………………………………………23
2.4 Soledad y salud mental…………………………………………………………………..24
2.5 Perspectivas frente a la conceptualización de la soledad..……………………………….24
2.5.1 Perspectiva filosófica……………………………….…………………………….25
2.5.2 Perspectiva socio-antropológica………………………………………………….25
2.5.3 Perspectiva psicológica…………………………….……………………………..25
2.6 Mujer y soledad………………………………………………………………………….33
6
2.7 Soledad y apoyo social……………………………………………………………….....37
2.8 Soledad y autoestima……………………………………………………………………40
2.9 Soledad y personalidad………………………………………………………………….42
2.10 Instrumentos para evaluar la soledad………………………………………………….47
2.11 Hipótesis de investigación …………………………..………………………………..49
3. Capitulo tres. Metodología…………………………………………………………………...51
3.1 Enfoque…………………………………………………………………………………..51
3.2 Tipo de investigación…………………………………………………………………….51
3.3 Nivel de la investigación…………………………………………………………………51
3.4 Diseño de investigación…………………………………………………………………..52
3.5 Población y muestra………………………………………………………………………52
3.5.1 Población…………………………………………………………………………52
3.5.2 Muestra………………………………………….………………………………..52
3.6 Variables…………………………………………………………………………………55
3.6.1 Variables sociodemográficas…………………………………………………….55
3.6.2 Variables de análisis……………………………………………………………..56
3.7 Instrumentos………………………………………………………………………….….59
3.7.1 Escala UCLA de soledad, versión 3………………………………………………59
3.7.2 Cuestionario de apoyo social MOS-SSS…………….……………………………60
3.7.3 Cuestionario de Rosenberg……………………………………………………….61
3.7.4 Cuestionario BFQ. “Big Five”……………………………………………………62
3.8 Procedimiento…………………………………………………………………………….64
7
3.9 Consentimiento informado……………………………………………………………….65
3.10 Análisis estadístico……………………………………….……………………………..67
3.11 Consideraciones adicionales…………………………….………………………………68
4. Capitulo cuatro. Resultados………………………………………………………………….69
4.1 Análisis descriptivo general………………………………………………………………69
4.2 Análisis comparativo……………………………………………………………………..70
4.3 Análisis de regresión……………………………………………………………………..73
5. Capítulo cinco. Discusión……………………………………………………………………..76
Referencias……………………………………….………………………………………………84
Apéndices………………………………………………………………………………………...89
8
Lista de tablas
Tabla 1. Estadísticos descriptivos de la variable edad y tiempo en meses sin relación de
pareja estable……………………………………………………………………………53
Tabla 2. Estadísticos descriptivos de las variables sociodemográficas…………………………..54
Tabla 3. Estadísticos de los cuestionarios………………………………………………………..64
Tabla 4. Descriptivos generales de la variable percepción de soledad…………………………..69
Tabla 5. Descriptivos generales de la variable apoyo social……………………………………..69
Tabla 6. Descriptivos generales de la variable autoestima……………………………………….69
Tabla 7. Descriptivos generales de la variable personalidad……………………………………..70
Tabla 8. Comparativo de las variables percepción de soledad y estado civil…………………….70
Tabla 9. Prueba de normalidad de la variable percepción de soledad……………………………71
Tabla 10. Prueba de normalidad de las variables de análisis……………………………………..71
Tabla 11. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y apoyo social………72
Tabla 12. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y autoestima………..72
Tabla 13. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y personalidad……..73
Tabla 14. Análisis de regresión de las variables sociodemográficas……………………………73
Tabla 15. Análisis de regresión de la variable apoyo social……………………………………..74
Tabla 16. Análisis de regresión de la variable personalidad……………………………………...74
Tabla 17. Análisis de regresión de las subdimensiones de la personalidad………………………75
Tabla 18. Análisis de regresión de las variables sociodemográficas y de análisis……………….75
9
Lista de figuras
Figura 1. Dimensiones de la soledad: Sadler y Johnson (1980)…………………………………27
Figura 2. Rokach (1988). Modelo multidimensional de antecedentes de la soledad……………28
Figura 3. Weiss (1973). Esquema bidireccional de la soledad…………………………………..29
Figura 4. Peplau y Perlman (1982). Esquema de disonancia cognitiva………………………….29
Figura 5. Jong-Gierveld (1987). Modelo multidimensional de la soledad………………………30
10
Lista de Apéndices
Apéndice A. Escala de Soledad UCLA (Versión 3). Daniel W. Russell (1996)...……………… 90
Apéndice B. Cuestionario de Apoyo Social ……………………………………...…………….. 91
Apéndice C. Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES) ……………………..………………..92
Apéndice D. Encuesta Sociodemográfica ……………………………………….……………….93
Apéndice E. Consentimiento Informado ……………………………………………………….. 94
Apéndice F. Prueba de normalidad: variable años cumplidos y tiempo en meses sin relación de
pareja estable ………………………………………………………………………95
Apéndice G. Prueba de normalidad: variable percepción de soledad y variables de análisis ……96
Apéndice H. Prueba de normalidad: variables de análisis en el grupo clasificado con y sin
percepción de soledad …………………………………………………………….. 97
11
Introducción
En los últimos tiempos se ha evidenciado un nuevo fenómeno social que viene en ascenso
desde la década de los 80‟s y que ha tomado fuerza en la época contemporánea, éste fenómeno es
la soledad. Con un marcado efecto en la población femenina, no por ésta ser más vulnerable a
ella, sino tal vez por hacerse más notorio en ella por el rol que ha tenido que cumplir en la
sociedad a través de la historia. El presente estudio pretendió aclarar la relación entre la
percepción de soledad en la mujer sin relación afectiva estable y con algunos factores como apoyo
social, autoestima y personalidad. Para este propósito se comienza por una breve presentación de
la situación problematizante.
Cada vez más las mujeres viven solas o se encuentran solas y sin pareja, han vivido la
soledad y algunas la han sufrido, la han padecido, la han odiado, otras por el contrario la han
degustado, la han disfrutado y hasta la han amado. Se podría ver la soledad como un riesgo para
su salud mental? O por el contrario podría ser un factor protector?
Si la soledad de por sí no es la que causa el displacer, entonces qué hay en las mujeres que
se encuentran solas, sin pareja, que hacen que unas la vivan como una oportunidad de intimidad,
de autoprotección, reflexión e incluso de disfrute, mientras que otras la viven con dolor, con
desesperanza, con temor e incluso con vergüenza?
Esto último podría encontrar respuesta rápidamente en la cultura, en la sociedad, en los
medios, que hacen de la pareja para la mujer un valor agregado, mientras que someten a la mujer
12
“sola” a una exclusión, fruto de señalamientos, rotulaciones, criticas y por supuesto de un rol ya
impuesto a lo largo de la historia de la mujer en la sociedad.
Históricamente se ha concebido la soledad como una condición negativa para quienes se
perciben solos o se sienten aislados o excluidos de la red de apoyo social. De hecho, la soledad
ha sido definida generalmente como una experiencia negativa que sobreviene a la persona cuando
su red de relaciones sociales es deficiente, bien sea por su tamaño y su calidad. Se trata entonces
de “una discrepancia entre los niveles de contacto social deseado y los contactos reales
mantenidos” (Peplau y Perlman, 1982).
Un elemento común dentro de los conceptos de soledad es la percepción de soledad, o
soledad percibida, que puede describirse y definirse mejor que él concepto mismo de soledad por
su nivel de abstracción.
Para poder encontrar la relación entre la percepción de soledad y el apoyo social, autoestima
y personalidad como posibles factores causales o contribuyentes en las mujeres que se
encuentran sin una pareja estable, se empleó un diseño de investigación con enfoque empírico
analítico, transversal, con un alcance predictivo pudiendo identificar cuáles de las variables
estudiadas actúan como factor de riesgo y de protección para la variable percepción de soledad
en mujeres sin pareja estable.
Este diseño de investigación permitió verificar y falsear algunas hipótesis, que se habían
expuesto, teniendo en cuenta la argumentación teórica. Todo esto fue develando de alguna
manera como se comportó el grupo poblacional estudiado.
Esta investigación permitirá a su vez desarrollar proyectos de intervención psicosocial en el
grupo poblacional referido, que posibilite la detección y manejo de los factores de riesgo
13
encontrados y potencializar por el contrario los factores de protección que ellas mismas poseen y
los que su entorno les puede proveer, con la pretensión de implementar acciones de protección
para las mujeres, que aún a pesar de su emancipación durante los últimos años continúan siendo
una población que se ve vulnerada con frecuencia en el ámbito psicológico, emocional,
económico y social.
14
Capitulo uno
Planteamiento del problema
1.1. Formulación del problema
La soledad se ha entendido como un estado subjetivo que contrasta con la condición de
aislamiento físico (Peplau y Perlman, 1982); surge como una respuesta ante la falta de una
relación particular e implica un desequilibrio en el nivel deseado y logrado de interacción
socioafectiva, cuyas consecuencias pueden afrontarse de manera negativa o positiva, dependiendo
del grado de control que ejerce el individuo sobre su déficit relacional (Montero, López y
Sánchez, 2001).
La soledad puede ser concebida como una condición negativa para quienes se perciben
solos o se sienten aislados o excluidos de la red de apoyo social, como una experiencia negativa
que sobreviene a la persona cuando su red de relaciones sociales es deficiente, bien sea por su
tamaño o por su calidad. De esta manera, se le describe como en términos de la discrepancia entre
los niveles de contacto social deseado y los contactos reales mantenidos (Peplau y Perlman,
1982).
En algunos estudios se ha encontrado asociación significativa entre la soledad y algunos
indicadores de salud, tales como la ingesta de alcohol en las mujeres, la angustia y la depresión en
los adultos y en menor proporción, como razón para el debut sexual en adolescentes (Montero et
15
al., 2001). También se ha asociado con intentos de suicidio (Gaviria, González, Palacio, García y
López, 2009).
Con relación al apoyo social, estudios como los de Expósito y Moya (1999), han concluido
que la soledad tiene que ver más con aspectos muy concretos de las relaciones (y del apoyo
social), concretamente con aquellos que son más subjetivos, emocionales, relacionales, globales y
profundos. La soledad no es simplemente la falta de relaciones sociales (o de apoyo social), sino
que se trata de una experiencia que sobreviene a la persona cuando ésta percibe la ausencia de un
tipo muy específico de relación y que además está estrechamente vinculado a la persona o fuente
que hace posible esa relación o que suministra el apoyo social. Tanto la experiencia de soledad
como la falta de apoyo social obedecen a mecanismos diferentes.
Otros estudios sobre apoyo social son los realizados por Chen y Chung (2007) y Wiseman,
Mayseless y Sharabony (2006), quienes dan cuenta de la relevancia para la salud general,
variables como el apoyo social, la soledad, conexiones sociales, vínculos familiares, nivel de
ingresos, estrategias sociales, apego, relación con los padres en la infancia y estar solo en la edad
adulta.
La autoestima ha sido otra variable asociada a los estudios de la soledad, como lo reporta el
estudio de Expósito y Moya (1999), donde señalan la existencia de tres fuentes de las que procede
la autoestima y que interesan por la importancia que otorgan al aspecto valorativo y relacional, y
por lo tanto por su relación con la experiencia con la soledad y son: a) reflejarse en el otro, b)
comparación social y c) evaluación de aspectos colectivos o sociales. Estos autores plantean en
relación con la soledad evidencia empírica sobre la relación inversa entre la soledad y la
autoestima. De este modo, cuanto mayor es el sentimiento de autoestima que poseen las personas,
16
menos probable es que se sientan solas a lo largo de su vida (Peplau y Perlman, 1982; Borys y
Perlman, 1985).
La personalidad además se ha estudiado como factor asociado a la salud mental; ciertas
características de personalidad podrían incidir directamente en una percepción negativa o positiva
de la soledad, o por otro lado, podría dirigir una evaluación negativa o positiva de las fuentes de
apoyo social por parte de un individuo, en este caso en particular de la mujer.
Otros autores han estudiado la personalidad asociada a la soledad y a la calidad de vida, la
soledad y variables de personalidad (Hojat, 1982) y personalidad, relaciones entre iguales y
confianza en sí mismo, como predictor de felicidad y soledad (Cheng y Furnham, 2002).
Surgió entonces la pregunta: ¿Cómo se relaciona la percepción de soledad con factores
como el apoyo social, la autoestima y algunos rasgos de personalidad, en mujeres sin una relación
de pareja estable?
1.2 Justificación
Uno de los fenómenos más destacados de los últimos años, que se concreta en la década de
los 80 y que se genera fundamentalmente en las grandes ciudades, es el incremento del número de
personas que viven solas y que constituyen una nueva categoría social: singulares (singles), solos,
solteros, solitarios urbanos cuya soledad tiene más que ver con la elección de un tipo de vida que
con la antigua soltería (Alborch, 2001).
En la actualidad se puede decir que casarse ya no es un fin en sí mismo. Tanto los hombres
como las mujeres pueden sobrevivir social y económicamente sin matrimonio, pero no obstante
17
los movimientos feministas del siglo pasado y el cambio de estereotipos sociales y culturales,
para la mujer sigue siendo un punto crítico el estar sola, ya sea porque su soledad es su elección,
cosa que no será bien vista en su entorno cultural, o porque es una soledad impuesta por las
circunstancias de vida.
En el estudio de Alborch (2001), se reportaron algunas ideas encontradas en la población en
general, que son prejuicios sobre la mujer sola tales como: “las mujeres solteras son unas
histéricas que se derrumban bajo una profunda crisis de confianza”; “las mujeres sin hijos están
deprimidas y desorientadas” y “las mujeres solteras son más numerosas cada día”.
Lo cierto es que se presenta un problema no solo conceptual sino terminológico, dada la
multiplicidad de significados que encierra la palabra “soledad”; desde la soledad institucional
(relacionada con el estado civil) a la soledad íntima (Alborch, 2001), soledad emocional a la
soledad social (Weiss, 1973) o desde la soledad circunstancial a la soledad crónica (Peplau y
Perlman, 1982).
Y esta confusión mas los estereotipos culturales, hacen que la soledad sea vista y en
algunos casos sentida, como un “problema”. La sociedad va imponiendo roles de manera que los
individuos van desarrollando una serie de actitudes, sentimientos y comportamientos de acuerdo a
sus funciones (la maternidad en el caso de las mujeres, la guerra y la competitividad en el caso de
los hombres). La personalidad masculina y femenina se define de acuerdo con los valores y
comportamientos asignados según el género al que pertenecen. A su vez estos valores y
comportamientos asignados dan lugar a una serie de estereotipos, es decir, opinión ya hecha que
se impone a los individuos de una comunidad y que incide en las actitudes y expectativas que se
tienen frente a las mujeres y los hombres, atribuyéndoles determinados rasgos de personalidad
18
que no son innatos sino adquiridos (Alborch, 2001).
Estos estereotipos hacen que muchas mujeres en condición de soledad, se perciban a sí
mismas en una situación de exclusión o aislamiento, debido a la fuerte presión cultural y social
que se ejerce sobre ellas por su soledad o por no tener una relación de pareja estable. Asociado a
esto, se encuentran factores como la autoafirmación, autoestima, autonomía, los estilos de
afrontamiento, las habilidades sociales, la personalidad, entre otros que hacen que una mujer
asimile el estar sola a un castigo o a un fracaso y que la independencia y libertad pueda ser
percibida por muchas como sinónimos de soledad y exclusión (Alborch, 2001).
Todo esto puede ir en aumento o detrimento de la salud mental de la mujer que se encuentra
en condición de soledad. Por lo tanto, se considera de gran relevancia un estudio que profundice
en la mujer sola y su vivencia de soledad, asociada a factores como apoyo social, autoestima y
personalidad como predictores de salud mental.
El presente estudio pretendió identificar si factores como el apoyo social, la autoestima y la
personalidad son factores intervinientes en la percepción de soledad de la mujer.
1.3. Objetivos
1.3.1. Objetivo general
Establecer la relación existente entre la percepción de soledad y factores como el apoyo
social, la autoestima y algunos rasgos de la personalidad, en mujeres sin una relación de pareja
estable.
19
1.3.2. Objetivos específicos
Identificar la relación existente entre la percepción de soledad y los componentes de apoyo
social (tamaño de la red, apoyo social emocional/informacional, instrumental, interacción social
positiva y apoyo afectivo), comparando los grupos con y sin percepción de soledad.
Describir el tipo de asociación entre la percepción de soledad y el nivel de autoestima,
realizando análisis comparativo entre el grupo con y sin percepción de soledad.
Describir la asociación existente entre la percepción de soledad y los rasgos de personalidad
de extraversión, afabilidad, responsabilidad, estabilidad emocional y apertura mental, en el grupo
con percepción y sin percepción de soledad.
Identificar si hay diferencias o similitudes entre la percepción de soledad presentada en
mujeres solteras y en mujeres separadas-divorciadas.
Identificar un modelo predictivo de la percepción de soledad con las variables de apoyo
social, autoestima y personalidad.
20
Capitulo dos
Marco teórico y estado del arte
2.1. El fenómeno de la soledad
Montero, López y Sánchez (2001), desarrollaron una investigación sobre el fenómeno de la
soledad, con el propósito de conocer algunos de los componentes psicológicos vinculados con la
experiencia de soledad, realizaron un análisis de la bibliografía científica vinculada con este
fenómeno. Se destacaron tres perspectivas conceptuales: a) la filosófica, b) la social-
antropológica y c) la psicológica; se describieron además seis esquemas conceptuales que
intentan explicar la soledad identificando sus alcances y limitaciones tanto teóricas como
metodológicas.
Estos esquemas se agrupan en dos clasificaciones:
a) Esquemas fenomenológicos: estos esquemas hacen referencias a las características
cualitativas de la experiencia solitaria, los autores más representativos son: Sadler (1980),
Johnson (1980) y Rokach (1988).
b) Esquemas cognoscitivos: esquemas que se relacionan con los procesos de percepción
social e interpersonal. Los esquemas más relevantes son los planteados por Weiss (1973,
1982), Peplau y Perlman (1982) y Jong-Gierveld y Raadschelder (1982).
Y finalmente se propuso un esquema integrativo que evalúa la experiencia de soledad en
21
términos de frecuencia.
Si bien tradicionalmente en la literatura sobre el tema se ha establecido un paralelismo entre
soledad y apoyo social, en tanto que ambos conceptos hacen referencia a las relaciones sociales
que mantienen las personas, algunas investigaciones como las realizadas por Expósito y Moya
(1999), han puesto de manifiesto que la soledad, a pesar de estar relacionada con determinados
aspectos del apoyo social, es un fenómeno diferente que hace referencia a aspectos más
subjetivos, emocionales, profundos y globales, y que por tanto, tendrá efectos más devastadores
sobre la vida de las personas que la falta de apoyo social. En esta investigación se presentaron
datos de 786 personas de ambos sexos y diferente edad, nivel educativo, estado civil, etc., que
contestaron un cuestionario que incluía la tercera versión de la UCLA Loneliness Scale, la
medida de Apoyo Social de Dunkel-Schetter, Feinstein y Herbert (1986), así como medidas de
autoestima y calidad de vida.
Los resultados obtenidos apoyaron sus predicciones acerca de la especificidad de la
experiencia de soledad, concluyendo que la soledad es un fenómeno relativo a las relaciones
sociales, pero no en el sentido cuantitativo que tradicionalmente se ha entendido. La soledad tiene
que ver más con aspectos muy concretos de las relaciones (y del apoyo social), concretamente con
aquellos que son más subjetivos, emocionales, relacionales, globales y profundos.
Un elemento común dentro de los conceptos de soledad es la percepción de soledad, o
soledad percibida, que puede describirse y definirse mejor, que él concepto mismo de soledad por
su nivel de abstracción.
Si bien en general la soledad ha sido considerada como la ausencia de compañía (soledad
social), algunos autores han utilizado el término para referirse a una experiencia subjetiva mucho
22
más compleja que tiene su origen en el modo en el que el individuo percibe la calidad de sus
relaciones (soledad emocional) (Russell, 1978; 1980; 1984; Weiss, 1973; 1982). Algunos autores
consideran la soledad como un rasgo, mientras que otros la conciben como un estado pasajero.
2.2. La edad y la cultura ante el fenómeno de la soledad
Oviedo y Cortés (2007), realizaron una aproximación cualitativa, sobre las representaciones
sociales de la soledad a partir de un acercamiento a los saberes, los sentimientos y las
experiencias que poseen los niños, los adolescentes, los adultos y los ancianos. Dentro de esta
investigación se asumió la perspectiva de realidades múltiples, con diferencias entre ellas que no
pueden resolverse a través de procesos relacionales o aumentando los tamaños muestrales.
Rokach y Neto (2005), examinaron la influencia de la edad y la cultura sobre las causas
percibidas de la soledad. 1.346 canadienses y portugueses de todos los sectores de la vida se
ofrecieron para responder a un cuestionario de 82 ítems, de respuesta sí / no, para reflexionar
sobre las causas de su soledad. El cuestionario utilizado en este estudio estaba compuesto por
factores que describen las causas de la soledad: insuficiencias personales, los déficit de
desarrollo, relaciones íntimas insatisfactorias, reubicación / separaciones importantes, y la
marginalidad social. Las diferencias de género entre y dentro de los grupos también fueron
examinados. Se compararon 4 grupos de edad: adolescentes (13-18 años), adultos jóvenes (19-
30), adultos (31-58) y personas mayores (60 y mayores). Los resultados indicaron que las causas
de la soledad se perciben de manera diferente dependiendo de la edad y la cultura.
23
2.3. Las causas de la soledad
Rokach (2005), investigó acerca de las causas de la soledad en jóvenes sin hogar. Tanto la
falta de vivienda y la soledad son generalizados en América del Norte. En este estudio, la autora
indagó sobre las causas de la soledad que experimentan los jóvenes sin hogar. Los participantes
fueron seleccionados al azar en las escuelas secundarias, la comunidad local y una universidad
local.
Los resultados identificaron 5 causas de la soledad: inadecuación personal, déficit de
desarrollo, relaciones íntimas insatisfactorias, reubicación o separaciones importantes, y la
marginalidad social. Los resultados indicaron que las causas de soledad en los jóvenes sin hogar
son significativamente diferentes de las de la población en general.
Rokach, Lechcier-kimiel y Safarov (2006), estudiaron la soledad de las personas con
discapacidad física, la cual tiene un efecto profundo en la propia calidad de vida, relaciones
sociales y bienestar emocional. Se ha encontrado que la soledad es una compañera frecuente de
los afectados con enfermedades crónicas que resultan en discapacidades físicas. Este estudio
examinó los aspectos cualitativos de esa soledad. Participaron 593 voluntarios. Las personas con
discapacidades físicas se compararon a la población sin discapacidad (en general), y luego se
dividieron en cinco subgrupos homogéneos (es decir, personas con esclerosis múltiple,
osteoporosis, Parkinson, artritis, y "otros") que se compararon entre sí y con la muestra de
población general que estaban sanos y no enfermos crónicos. Los resultados indican que la
soledad de aquellos con discapacidades físicas es significativamente más alta que la de la
población en general.
24
2.4. Soledad y salud mental
Gaviria, González, Palacio, García y López (2009), identificaron en una muestra de
población antioqueña con trastorno depresivo mayor y antecedente de conducta suicida las
características que se asocian a intentos de suicidio de alta letalidad; mediante la evaluación de
140 sujetos con diagnóstico de trastorno depresivo mayor y antecedente de, al menos, un intento
de suicidio, por medio de una entrevista diagnóstica semiestructurada. De acuerdo con las
características del intento de suicidio más serio, los sujetos se dividieron en grupos de menor
letalidad (letalidad leve y moderada) y mayor letalidad (letalidad alta y extrema), los cuales se
compararon en variables socio demográficas y clínicas. Encontraron que los sujetos con intentos
de suicidio de letalidad alta y extrema con mayor frecuencia vivían solos, tenían antecedente de
más de un intento de suicidio y presentaban dependencia a nicotina y a sustancias psicoactivas
diferentes al alcohol. En el análisis multivariado se estableció que vivir solo y la dependencia a
sustancias psicoactivas se asociaron de manera independiente con los intentos de suicidios de
letalidad alta y extrema.
2.5. Perspectivas frente a la conceptualización de la soledad
Entre las perspectivas conceptuales que han abordado el estudio de la soledad se destacan la
filosófica, la social-antropológica y la psicológica (Montero et al. 2001).
25
2.5.1. Perspectiva filosófica.
Desde el punto de vista filosófico, la soledad es entendida como una condición inescapable
en la búsqueda de la autoconciencia. La soledad está arraigada en la realidad primaria del
individuo, inmanente y subjetiva (Montero et al. 2001).
2.5.2. Perspectiva socio-antropológica.
En contraste con la perfectiva filosófica, la aproximación social – antropológica está
representada por estudios antropológicos y culturales que analizan las manifestaciones de la
soledad en diversas actividades artísticas, tales como la literatura, la poesía, la pintura, la música,
entre otras.
Puede encontrase conceptualizaciones de la soledad, donde esta es vista como un proceso
de retroalimentación adaptativo, utilizado por el individuo para informarse del nivel de
estimulación e interacción social al que está expuesto, en términos de cantidad y de forma
(Montero et al. 2001).
Peplau y Perlman (1982) identificaron “tres características comunes de la soledad: a) es el
resultado de deficiencias en relaciones interpersonales, b) es una experiencia subjetiva que
contrasta con la evidencia física del aislamiento social y c) es una experiencia estresante y
displacentera” (Montero et al. 2001, p.20).
Estas características se derivan de la naturaleza de los déficits interpersonales, que pueden
darse por carencias afectivas o por carencias cognoscitivas. Las carencias afectivas, hacen
26
referencia a una necesidad de intimidad y/o apego. Las carencias cognoscitivas, hacen referencia
a una percepción de estimulación social por debajo del nivel óptimo considerado por el individuo.
2.5.3. Perspectivas psicológicas
Desde la perspectiva psicológica, existen diversas definiciones para la soledad, tal vez la
más antigua sea la de Sullivan quien la concibió como una experiencia displacentera, asociada
con la carencia de intimidad interpersonal. Continuando con esta línea, Young (1982, 1999)
concibió la soledad como la ausencia real o percibida de relaciones sociales satisfactorias, que
pueden ser acompañadas por manifestaciones de “distress” psicológico. Para Weiss (1973, 1982),
quien fuera llamado “el padre de la investigación sobre la soledad”, esta es una respuesta ante la
ausencia de una provisión de relación particular. Otros autores la definen como una discrepancia
entre las relaciones interpersonales actuales y las deseadas. Para Peplau y Perlman (1982) “la
soledad es una experiencia displacentera que ocurre cuando la red de relaciones sociales de una
persona es deficiente en algún sentido importante, ya sea cualitativa o cuantitativamente” (p.21).
El concepto de soledad, puede agruparse en dos esquemas conceptuales básicos, uno el
esquema fenomenológico y otro, el esquema cognoscitivo; estos esquemas surgen de cuatro
enfoques epistemológicos que abordan la temática: el existencialista, el fenomenológico, el
funcionalista-interaccionista y el estructuralista (Montero et al. 2001).
El esquema fenomenológico, agrupa varios postulados conceptuales, que conciben la
soledad como “una forma de autoconciencia, y parten de la idea de que el ser humano tiene como
necesidad básica el afecto, mientras que la soledad es el resultado de la insatisfacción de este
27
requerimiento básico” (Montero et al. 2001. p.21).
Como principales representantes de este esquema, se encuentran: Sadler y Johnson, con un
modelo de cuatro dimensiones de la soledad (Figura 1); y Rokach, quien propuso un Modelo
Multidimensional de Antecedentes de la Soledad (Figura 2).
CÓSMICA
Vinculada con tres percepciones del yo, en
relación con la Naturaleza, con Dios y con
el propósito de vida.
SOCIAL
Relacionada con la percepción de falta de
relación al interior de pequeños grupos (ej.
Asilados, jubilados, exiliados)
CULTURAL
Asociada con la percepción de disfunción
social basada en conflictos de valores,
normas, creencias y actitudes.
INTERPERSONAL
Referida a la autoconciencia de déficits en
las interacciones con personas significativas
para el sujeto.
Figura 1. Dimensiones de la soledad: Sadler y Johnson (1980). Retomado de Montero et al.
2001
El esquema cognoscitivo, está caracterizado por el postulado fundamental, que es la
evaluación subjetiva que hace el sujeto de la situación interpersonal en la que se encuentra. Está
evaluación es multideterminada, por algunos factores que pueden predecir con mayor precisión en
magnitud y frecuencia la experiencia de soledad (Montero et al. 2001).
En este esquema, se concibe la soledad como el resultado de dos tipos de déficits, uno
asociado con la carencia de una red de apoyo social y otro, vinculado con la falta de una figura de
apego particular. Ambos tipos de soledad son provocados por “disrupciones en el sistema de
apego” (Paloutzian y Janigian citado en Hojat y Crandall, 1989).
28
Figura 2. Rokach (1988). Modelo Multidimensional de antecedentes de la soledad. Retomado de Montero
et al. 2001.
Como principales representantes de este esquema se encuentran:
Weiss, quien hace énfasis en el déficit relacional, para él (Figura 3) (Montero, et al., 2001):
La soledad de aislamiento emocional ocurre ante la ausencia de una apego
emocional cercano y solamente puede remediarse por la incorporación de otro
apego emocional o por la reintegración del que se había perdido; en contraste, la
soledad de aislamiento social está vinculada con la ausencia de una red social y
esta ausencia sólo puede remediarse por el acceso a dicha red. (p.22).
a) Sistema cerrado de apoyo social.
b) No pertenencia
a) Separación de personas amadas.
b) Aislamiento
a) Relaciones insatisfactorias
b) Relaciones abusivas, groseras
a) Miedo a la intimidad
b) Autopercepción negativa
c) Déficits en habilidades sociales
d) Enfermedades físicas
e) Experiencias sociales aversivas
a) Familia dividida
b) Padres periféricos
c) Traumas emocionales infantiles
a) Cambios de vida abrupto
b) Conciencia de la estructura y
limitaciones de la vida
a) Desarraigo
b) Separación de la familia y de figuras
significativas
a) Muerte
b) Ruptura de
relaciones
S
O
L
E
D
A
D
Inadecuado sistema de apoyo social
Alienación social Déficits relacionales
Relaciones problemáticas
Movilidad/cambio
Perdidas Eventos
Traumáticos
Crisis
Déficits en el desarrollo
Limitaciones personales
Variables categoriales y del
desarrollo
29
Figura 3. Weiss (1973). Esquema bidireccional de la soledad. Retomado de Montero et al. 2001
Peplau y Perlman (1982), indicaron que cada persona tiene un nivel óptimo de interacción
social. Cuando las relaciones sociales de un sujeto son subóptimas, éste experimenta soledad; en
contraste cuando el sujeto se enfrenta a un contacto social excesivo, puede experimentar
“hacinamiento” o sentir “una invasión de privacía”. Las evaluaciones de las relaciones sociales de
un sujeto están influidas por las comparaciones con la experiencia pasada del mismo sujeto y con
las experiencias de otras personas, (Figura 4) (Montero et al. 2001. p.22).
Figura 4. Peplau y Perlman (1982). Esquema de disonancia cognitiva. Retomado de Montero et al.
2001
Jong-Gierveld (1987), pone énfasis en los procesos cognoscitivos que median entre las
características de la red social y la soledad. Define la soledad como una experiencia personal y
subjetiva, y propone un Modelo Multidimensional de Soledad, donde hace énfasis en la
“importancia de las percepciones e interpretaciones personales de la red de relaciones sociales”
(Montero et al. 2001. p.23).
Este modelo considera cuatro factores:
1) las características descriptivas de la red social,
2) las evaluaciones subjetivas de la red social,
SOLEDAD EMOCIONAL
Carencia de apoyo procedente de
una persona en específico
SOLEDAD SOCIAL
Carencia de apoyo procedente de
un grupo de referencia Vs.
Cercanía e intimidad deseada Cercanía e intimidad lograda Vs.
30
3) las variables sociodemográficas, y
4) las características de la personalidad (Fig.5).
Figura 5. Jong-Gierveld (1987). Modelo multidimensional de la soledad. Retomado de Montero et al.
2001
Jong- Gierveld y Raadschelders (1982), consideran tres dimensiones de la soledad: “a)
Evaluación por parte del sujeto de la situación social donde se encuentra, b) el tipo de déficit
social que experimenta y c) la perspectiva temporal asociada con la soledad” (Montero et al.
2001. p.24).
Young (1982), identificó tres tipos de soledad: a) crónica, de larga duración, donde la
persona se siente incapaz de establecer relaciones sociales satisfactorias; b) situacional,
vinculada usualmente con situaciones estresantes como el divorcio o la muerte de la pareja, los
padres o los hijos; c) transitoria, es la más común y se asocia con brotes breves del sentimiento de
soledad (Montero et al. 2001).
Se podría unificar entonces algunos aspectos y factores que intervienen en la soledad, para
definirla como una experiencia psicológica y emocional multidimensional y multicausada
Variable
Sociodemográfica
Forma de vida
Características de
personalidad
Características descriptivas
de red social
Evaluación subjetiva
de la red social
Intensidad del sentimiento
de soledad
31
potencialmente estresante; es decir puede ser el resultado de carencias afectivas, sociales y/o
físicas, reales o percibidas, que tienen un impacto diferencial sobre el funcionamiento de la salud
física y psicológica del individuo. a) es multidimensional, porque involucra aspectos de
personalidad (evaluaciones cognoscitivas, antecedentes de desarrollo afectivo y autoestima), de
interacción social y de habilidades conductuales; b) es subjetiva y potencialmente estresante, ya
que depende de la interpretación que haga el sujeto de la situación que está viviendo para que la
carencia afectiva-social y/o física que identifique sea evaluada como una situación negativa, o
bien, como una oportunidad de autoconocimiento; y c) es secuencial y multicausada, ya que
puede estudiarse como un proceso que tiene antecedentes, manifestaciones y consecuencias, que
varía en intensidad y duración a través de factores contribuyentes físico-situacionales, socio-
culturales y de personalidad (Montero et al. 2001).
Dentro del marco referencial de la psicología cognitiva, ha tenido un fuerte desarrollo la
psicoterapia cognitiva de la depresión en cabeza de Aarón Beck en 1979, encontrándose la
soledad como un factor de riesgo en depresión, lo que la ubica inevitablemente en la vía de la
psicopatología, apareciendo fuertemente procesos como la atención y la percepción, estrategias de
afrontamiento y solución de conflictos asociados a ella. En esta misma línea se han estudiado los
productos cognitivos o pensamientos cognitivos que conducen al aislamiento, soledad y
depresión. Y aparecen entonces teorías formuladas sobre la depresión, pero que involucran la
soledad y el asilamiento, algunas de ellas son: la teoría de la desesperanza aprendida, propuesta
por Seligman en 1974; la teoría reformulada de la desesperanza aprendida, propuesta por
Abramson en 1978; la teoría de Beck en 1979 y 1985; las teorías de la emoción, Greenberg en
1989, Safran en 1983, Guidano y Liotti en 1989 y la teoría del attachment, de Jhon Bowlby en
32
1973 (Riso, 1992).
Se ha abordado el tema de la soledad, por un lado como el resultado de patrones
disfuncionales de apego o vinculación con el otro, por otro lado, se ha planteado la soledad como
el factor resultante de una interpretación errónea de nuestro entorno y de nuestras relaciones
interpersonales. Encontrando conceptos como el dominio de desconexión y rechazo, descrito por
Young (1990), como un área de la vida del individuo donde se posibilita la formación de
esquemas maladaptativos tempranos de tipo, abandono o aislamiento; patrones de apego
evitativos o ambivalentes; aislamiento social; que pueden confluir en rasgos marcados de la
personalidad, o incluso en trastornos de personalidad cómo: personalidad límite, personalidad
esquizoide, personalidad dependiente y personalidad evitativa.
Esto se evidencia cuando hay fallas en la afiliación que es la tendencia humana básica que
nos lleva a buscar compañía como una manera de garantizar la supervivencia del individuo. De
ahí que se generalice, que aquel que pueda prescindir de los demás es “esquizoide”. Pues todos
necesitamos del contacto interpersonal. Por eso cuando se rompe la red de las relaciones sociales
en las que estamos inmersos, podemos sentirnos extraños, distintos y vacios. La desconexión con
el otro, nos desarraiga, nos quita la fuerza principal para seguir adelante. De hecho hay evidencias
que indican que una de las principales causas de la depresión infantil y adulta es la ruptura
afectiva con personas significativas (Riso, 2003).
La soledad emocional no se refiere tanto a la carencia de gente, sino a la desvinculación
afectiva, el tema en cuestión sería la intimidad, el amor, el afecto de la pareja o de las amistades
especiales. Podemos encontrarnos en medio de mucha gente, pero sentirnos emocionalmente
solos. Pero no es lo mismo la soledad voluntaria a la soledad o aislamiento obligado, la primera
33
puede ser una fuente de felicidad, autonomía, libertad, mientras que la segunda, altera la calidad
de vida y la salud mental y física de un individuo (Riso, 2003).
Se encuentra además un acercamiento a la identificación de los factores que pueden causar
la soledad: a) características de personalidad: introversión, timidez y ansiedad; b) baja
autoestima: si creo que no valgo la pena, no me contacto con los demás; c) déficit de habilidades
sociales: es una incapacidad conductual o cognitiva, para poder establecer vínculos con los
demás; d) características demográficas y e) estilos de apego: apego ambivalente y evitativo.
Mientras para mucha personas es bueno quedarse solas, para otras, sentirse solas puede
convertirse en una experiencia dolorosa cuando sus relaciones sociales no son adecuadas, ni en
calidad, ni en cantidad. Lo que denota también una diferencia entre momentos de soledad, que
todos tenemos, y sentimiento de soledad (Valente y Aoyama, 1993).
2.6. Mujer y soledad
Mujeres solas han existido siempre, en tiempos y lugares distintos y seguramente nunca han
formado parte del núcleo mayoritario de la sociedad. La sola existencia de las mujeres solas
desafiaba o alteraba tanto la dinámica tradicional hombre – mujer, como las funciones esenciales
del matrimonio.
Diferentes escritores como Jules Michelet, y J. Simon, se referían a la mujer sola en estos
términos: “La mujer perece si no tiene hogar ni protección. Si hay algo que la naturaleza nos
enseña de manera evidente es que la mujer está hecha para ser protegida, para vivir de muchacha
junto a su madre y de esposa bajo la tutela y autoridad de su marido” y “las mujeres están hechas
34
para mantener oculta su vida; fuera del hogar y del matrimonio no hay salvación”, según
Rousseau, “la mujer sólo lo es en relación al hombre” (Alborch, 1999. p. 30).
A través de la historia nos hemos encontrado con varios modelos de mujer sola: En el siglo
XVIII: Las mujeres solteras, vivían en casas de familia, trabajando como empleadas domésticas.
En la época victoriana, se le ofrecían a las mujeres dos alternativas extremas: madres o
prostitutas, la solterona era entonces la imagen de pureza y sacrificio. Durante este siglo se
origino además la Revolución Industrial en Inglaterra hacia 1780, aproximadamente, que se
extendió por Francia, Alemania, Estados Unidos y Rusia a lo largo de los siglos XIX y XX, y
trajo muchos cambios sociales, entre ellos el ingreso de la mujer a la fuerza laboral (Uribe, 2008).
Produjo, como indica Perrot (Fraisse y Perrot, 1993), una redefinición que determinaba lo público
y lo privado, así como los roles sexuales, sin embargo se estableció una equivalencia entre lo
público para lo masculino, lo privado para lo femenino. Y al mismo tiempo que se proclamaba la
igualdad y los derechos de los individuos, se les negaban a las mujeres, y eran excluidas de la
vida pública, quedando confinadas a lo privado. La mujer sola suscitaba suspicacia, reprobación o
burla.
En el siglos XIX, las mujeres prefirieron trabajar como obreras en las fabricas a trabajar en
el servicio domestico. Otras consiguieron trabajos de más liderazgo como: misioneras,
enfermeras, maestras. El teatro, la opera y el ballet también abrieron las puertas a las mujeres
solas. Pero por esta incursión en el mundo laboral, muchas mujeres fueron atacadas y
discriminadas por su cambio de rol y fueron marginadas por médicos y sexólogos que las
estigmatizaron como “lesbianas”. La defensa de su identidad sexual las llevo a desafiar esta
tendencia, y constituyeron en el siglo XIX los primeros movimientos feministas organizados. A
35
finales del siglo XIX, estas mujeres emancipadas fueron viajeras célebres, que afirmaron con
esto, su libertad personal. Ya en el siglo XX, se producen grandes avances, y uno de los
acontecimientos más relevantes fue la presencia de las mujeres como protagonistas de la vida
social, resultado, del movimiento de mujeres. En ese siglo, como consecuencia del crecimiento de
las aglomeraciones urbanas y la industrialización, las familias se desintegraron, liberando así, una
mano de obra valiosa para el desarrollo económico de la nueva sociedad política.
La sociedad se convierte en el horizonte de los solteros y al mismo tiempo, atrae y fabrica
solitarios. Las grandes ciudades constituyen auténticas reservas de mujeres solas, resultado de la
emigración del campo a la ciudad. Su participación en el proceso industrial supuso una gran
revolución que cambió su suerte, e inició para ella una nueva era, en la que fue definitivo el
acceso a la educación (Alborch, 1999).
En la actualidad se puede decir que casarse ya no es un fin en sí mismo. Tanto los hombres
como las mujeres pueden sobrevivir social y económicamente sin matrimonio, pero no obstante
los movimientos feministas del siglo pasado y el cambio de estereotipos sociales y culturales,
para la mujer sigue siendo un punto crítico el estar sola, ya sea porque su soledad sea su elección,
cosa que no será bien vista en su entorno cultural, o porque sea una soledad impuesta por las
circunstancias de vida.
En el estudio de Alborch (2001), se reportaron algunas ideas encontradas en la población en
general, que son prejuicios sobre la mujer sola tales como: “las mujeres solteras son unas
histéricas que se derrumban bajo una profunda crisis de confianza”; “las mujeres sin hijos están
deprimidas y desorientadas” y “las mujeres solteras son más numerosas cada día”.
Lo cierto es que nos encontramos ante un problema no solo conceptual sino terminológico,
36
dada la multiplicidad de significados que encierra la palabra “soledad”; desde la soledad
institucional (relacionada con el estado civil) a la soledad íntima (Alborch. 2001).
Y esta confusión mas los estereotipos culturales hacen que la soledad sea vista y en algunos
casos sentida, como un “problema”, como es sabido la sociedad impone roles de manera que los
individuos van desarrollando una serie de actitudes, sentimientos y comportamientos de acuerdo a
sus funciones (la maternidad en el caso de las mujeres, la guerra y la competitividad en el caso de
los hombres). La personalidad masculina y femenina se define de acuerdo con los valores y
comportamientos asignados según el género al que pertenecen. A su vez estos valores y
comportamientos asignados dan lugar a una serie de estereotipos, es decir, opinión ya hecha que
se impone a los individuos de una comunidad y que incide en las actitudes y expectativas que
tenemos frente a las mujeres y los hombres, atribuyéndoles determinados rasgos de personalidad
que no son innatos sino adquiridos.
Estos estereotipos hacen que muchas mujeres en condición de soledad, se perciban a
sí mismas en una situación de exclusión o aislamiento, debido a la fuerte presión cultural y social
que se ejerce sobre ellas por su soledad o por no tener una relación de pareja estable. Asociado a
esto, se encuentran factores como la autoafirmación, autoestima, autonomía, los estilos de
afrontamiento, las habilidades sociales, la personalidad, entre otros que hacen que una mujer
asimile el estar sola a un castigo o a un fracaso y que la independencia y libertad pueda ser
percibido por muchas como sinónimos de soledad y exclusión.
Todo esto puede ir en aumento o detrimento de la salud mental de la mujer que se encuentra
en condición de soledad. En investigaciones se ha encontrado en mujeres, relación entre la
soledad con características de las interacciones que mantiene en su medio social, de la misma
37
manera que se ha encontrado en ellas, una relación entre soledad y la intimidad percibida de las
relaciones, deficiencias en la autorrevelación o la ausencia de un confidente (Expósito y Moya,
1999).
2.7. Soledad y apoyo social
La soledad, a pesar de estar relacionada con determinados aspectos del apoyo social, es un
fenómeno diferente que hace referencia a aspectos más subjetivos, emocionales, profundos y
globales, que tendrá efectos más devastadores sobre la vida de las personas que la falta de apoyo
social (Expósito y Moya, 1999).
La soledad es un fenómeno relativo a las relaciones sociales, pero no en el sentido
cuantitativo que tradicionalmente se ha entendido. La soledad no es simplemente la falta de
relaciones sociales (o de apoyo social), sino que se trata de una experiencia que sobreviene a la
persona cuando ésta percibe la ausencia de un tipo muy específico de relación y que además está
estrechamente vinculado a la persona o fuente que hace posible esa relación o que suministra el
apoyo social.
En ocasiones la soledad puede ser entendida como una experiencia desagradable que se
produce cuando la red social de una persona es deficiente de forma significativa en calidad o
cantidad, y ello es asociado con sentimientos negativos.
Para muchos autores, la soledad se ha entendido como un estado subjetivo que se relaciona
con la condición de aislamiento físico (Peplau y Perlman, 1982); surge como una respuesta ante
la falta de una relación particular e implica un desequilibrio en el nivel deseado y logrado de
38
interacción socioafectiva, cuyas consecuencias pueden afrontarse de manera negativa o positiva,
dependiendo del grado de control que ejerce el individuo sobre su déficit relacional (Montero et
al. 2001).
Se entiende por Apoyo Social “la ayuda, consejo, bienestar e información que uno recibe de
su red social, incluyendo la familia, amigos, compañeros de trabajo y vecinos” (Cobb, 1976).
En el Apoyo Social, se resalta su carácter multidimensional, se encuentran al menos tres
tipos: a) emocional, que hace referencia a la expresión por parte de los demás de gestos o
conductas de cariño y estima; b) informativo, se refiere a consejo y guía; y c) instrumental, se
trata de recibir de los demás bienes tangibles y asistencia en determinadas tareas que lo precisen
(Martínez y García, 1995).
El Apoyo Social y la soledad, tienden a confundirse, aunque se encuentran básicamente dos
aspectos que los diferencian:
1) El apoyo social, aunque suele darse dentro de las relaciones sociales, no implica
relaciones propiamente dichas, sino interacciones en las que ocurren ciertas conductas
específicas y esporádicas. La soledad, en cambio, se refiere a las relaciones interpersonales,
especialmente cuando son intensas y duraderas.
2) El apoyo social está más relacionado con los aspectos cuantitativos de las relaciones,
mientras que la soledad, se relaciona con la dimensión cualitativa, es decir, con la calidad y
no la cantidad (Expósito y Moya, 1999).
La experiencia de la soledad es mucho más compleja que la ausencia de relaciones sociales
o de apoyo social. Como la define Weiss (1973) “la soledad no es simplemente un deseo de
compañía, cualquier compañía, sino más bien la ausencia de una relación muy específica”
39
(Expósito y Moya, 1999, p. 300).
De acuerdo a Expósito y Moya (1999) la soledad está relacionada con aspectos
subjetivos/cualitativos, emocionales, relacionales, globales y profundos, que describen de la
siguiente manera:
1) Subjetivos/cualitativos: la soledad refleja „una percepción subjetiva
del individuo de deficiencias en sus relaciones‟ (Russell, Cutrona, Rose y
Yurko, 1984).
2) Emocionales: la soledad es un estado subjetivo que resulta no tanto
del aislamiento físico de los demás, como de la ausencia de dosis suficientes
de significatividad (contacto emocional) en las relaciones (Wheeler, Reis, y
Nezleck, 1983).
3) Relacionales: “…la soledad parece ser más una cuestión de
ausencia/pérdida de conexiones o relaciones íntimas que la ausencia/pérdida
de contacto social en general” (Reis, 1990; Wheeler, et al, 1983).
4) Globales: “…la experiencia de la soledad afecta de manera general
la vida de la persona y estará por tanto, relacionada con índices globales de
bienestar (como la calidad de vida percibida)”.
5) Profundos: La soledad, se trata de un sentimiento profundo y
difícilmente apreciable por un observador externo, causado principalmente
por la ausencia de personas especiales, con las que se mantienen relaciones
íntimas, lo cual impide o dificulta experimentar sentimientos de seguridad,
reconocimiento, cuidado, afecto y valía (pp. 300-301).
40
Algunos autores han considerado el apoyo social percibido, como una variable de gran
relevancia en los procesos de salud – enfermedad (Aranda, Pando y Aldrete, 2002). Y puede ser
conceptualizado desde una dimensión estructural (tamaño de la red social) o desde una dimensión
funcional (multifactorial) (Gottlieb, 1983). Este implica la confianza en que el apoyo social está
disponible si se necesita (Barrón, 1996).
2.8. Soledad y autoestima
La autoestima es uno de los temas más estudiados de la psicología, debido a esto, se
encuentra un sinnúmero de definiciones de ella. Una de las definiciones más comunes es la
planteada por Blascovich y Tomaka (1991) para quienes la autoestima es “la extensión en la cual
uno se aprecia, valora, aprueba o se gusta a sí misma” (Expósito y Moya, 1999, p.301).
Se retoma en esta investigación, por ser un factor que interfiere en la soledad y en la
percepción de soledad. Entendiendo que la soledad está estrechamente ligada a la autoestima. De
alguna manera las personas que desarrollan sentimientos positivos hacia sí mismas, se sienten
queridas y valoradas por otras personas, se sienten “elegidas” y “especiales” para alguien que de
la misma manera es especial para ellas mismas (Expósito y Moya, 1999). Evidenciándose la
importancia que tienen los demás, en la conformación y consolidación de la autoestima.
De esta forma la relación que se mantenga con uno mismo se rige por parámetros similares
que la relación que se sostiene con los demás. Si se tiene sentimientos positivos hacia los demás,
preocupación por ellos, se les protege, se intenta hacerles la vida más agradable y más fácil, y se
asegura que no se pierdan sus derechos, se busca lo mejor para ellos, se desea tener contacto con
41
ellos y se disfruta por tanto de su presencia. Lo mismo sucede con nosotros mismos. Si los
sentimientos que nos dirigimos son positivos, es decir, si tenemos una autoestima suficiente y
saludable, nos preocupamos por nosotros mismos, nos protegemos, intentamos hacernos la vida
más agradable y más fácil, nos aseguramos de que no se violen nuestros derechos, buscamos lo
mejor para nosotros mismos y disfrutamos cuando estamos en soledad, sin renunciar
evidentemente a nuestro trato con los demás, que, nutre en cierto modo dichos sentimientos
positivos hacia nosotros (Castelló, 2005).
Según Castelló (2005), “…la existencia de sentimientos y auténticas relaciones del sujeto
consigo mismo, está determinado por su carácter social, por la vinculación afectiva del individuo
con los demás. La autoestima vendría a ser un premio, algo „reforzante‟ que estaría precedido en
circunstancias normales de relaciones positivas con los demás, las cuales se interiorizarían y
asumirían. La carencia de autoestima sería el resultado de una relación frustrante y poco
igualitaria con el entorno interpersonal, y denotaría el escaso valor adaptativo de esta serie de
circunstancias desfavorables para el individuo” (p. 254-255).
En tal sentido se puede entender como una vinculación afectiva, del individuo, con otros,
tiene un carácter adaptativo y acorde con una perspectiva biológica evolutiva, esto se revierte en
una mayor cooperación entre ellos mismos y en una autoestima adecuada de cada uno de ellos, lo
que a su vez conduce a una vida más productiva y satisfactoria. Por lo tanto esta autoestima, y el
sentimiento de satisfacción que vendría determinado por la relación positiva del sujeto consigo
mismo, le propiciaría la vinculación afectiva con los demás, creándose un círculo beneficioso en
el que existiría satisfacción, cooperación y productividad (Castelló, 2005). Pero por otro lado, la
autoestima de las personas vinculadas afectivamente, no va a depender solamente de la relación
42
positiva con los demás, sino que se fortalece además por las valoraciones, juicios y sentimientos,
que la persona experimente hacia sí misma.
Algunos autores citan entonces tres fuentes de las que procede la autoestima: a) El
reflejarse en el otro: las personas pueden evaluarse a sí mismas, basándose en el conocimiento o
en lo que imaginan respecto a cómo los demás las evalúan; b) Comparación social: comparación
con otros semejantes a nosotros o significativos y c) Evaluación de aspectos colectivos y
sociales: parte de nuestra autoestima deriva de los grupos sociales a los que pertenecemos,
considerados en su globalidad (Expósito y Moya, 1999).
Otros, hablan de dos fuentes o suministros de autoestima, uno externo y otro interno: a)
Externo: proviene del entorno interpersonal, de la interiorización de sentimientos y valoraciones
positivas de los demás, y b) Interno: es en el mismo proceso pero realizado por el propio
individuo. Y la unión y equilibrio entre estos, conforma la autoestima del individuo. Así “si la
autoestima es baja, la relación del individuo consigo mismo será negativa, caracterizada por falta
de cariño hacia sí mismo, autodesprecio, autocrítica, etc. Si la autoestima es correcta, la relación
del sujeto consigo mismo será buena y existirá amor propio, satisfacción, autoprotección, defensa
de los intereses y deseos, etc.” (Castelló, 2005, p. 256).
2.9. Soledad y personalidad
Fierro y Cardenal (2001) en su investigación sobre pertinencia de estilos de personalidad y
variables cognitivas como indicadores de salud mental, que prosigue una línea de estudio que
han emprendido los autores para explorar correlatos de personalidad y también de variables
43
cognitivas en la personalidad “sana” y “madura”.
Frecuentemente, cuando hablamos sobre la personalidad de alguien, nos referimos a lo que
diferencia a una persona de los demás, incluso lo que la hace única. A este aspecto de la
personalidad se conoce como diferencias individuales. Para algunas teorías, esta es la cuestión
central y prestan una atención considerable a tipos y rasgos de las personas, entre otras
características, con los cuales categorizar o comparar… algunas personas son neuróticas, otras no;
algunas son más introvertidas, otras más extravertidas, y así sucesivamente.
Pero para entender lo que es realmente “personalidad” debemos remitirnos al origen de la
palabra misma y como se ha ido evolucionando en su significado con el transcurrir del tiempo,
debido a un sinfín de investigaciones que han abordado su naturaleza.
La palabra personalidad proviene del término latino Persona, que significa “la máscara del
actor”, debido a que una de las características del teatro clásico era el uso de una máscara, que
cubría la cara del actor durante toda la obra. Este carácter de fijeza fue lo que llevó a la psicología
clásica a utilizar el término de personalidad para definir el carácter permanente del individuo. De
hecho se definió la personalidad como “la función psicológica por la que un individuo se
considera como un yo único y permanente”. En la psicología actual se define la personalidad
como “„la organización dinámica de los aspectos intelectuales, afectivos, impulsivos, volitivos,
fisiológicos y morfológicos del individuo”.
El tópico de la personalidad ha sido tratado por filósofos, médicos, psicólogos que desde la
antigüedad se han interesado por su complejidad, encontrando desde los antiguos griegos a
Hipócrates con su teoría de los cuatro tipos de personalidad: Sanguíneo, flemático, melancólico y
colérico, basados en el tipo de humores (fluidos corporales. Teoría que siendo tan antigua tuvo
44
gran influencia en varios teóricos e investigadores modernos como Adler, Pavlov y el mismo
Eysenck quien aun siendo conductista y quien consideró que los hábitos aprendidos eran de gran
importancia, consideró que nuestras diferencias en las personalidades surgen de nuestra herencia,
por lo tanto, estuvo principalmente interesado en el temperamento; planteó en su teoría la
presencia de tres dimensiones de la personalidad: neuroticismo, extraversión-introversión y
psicoticismo.
Pero el interés y la investigación de la personalidad no paró, aparecieron teóricos como
Raymond Cattell, quien planteó el rasgo como elemento fundamental en su teoría, este representa
tendencias reactivas generales y nos indica características de conducta del individuo que son
relativamente permanentes. El rasgo implica una configuración y regularidad de conducta a lo
largo del tiempo y de las situaciones; Dollar y Miller, quienes establecen una teoría fundamental
en cuatro conceptos: los impulsos, las respuestas, los indicios y el refuerzo y Albert Bandura,
quien planteó la teoría sobre el determinismo recíproco que dice que el entorno de uno causa
nuestro comportamiento pero el comportamiento causa el ambiente, es decir se causan
mutuamente y postuló una interacción entre el ambiente, el comportamiento y los procesos
psicológicos de la persona. Por mencionar solo algunos teóricos.
Teniendo en el presente una de las definiciones más completas, según la cual la
personalidad representa un patrón profundamente incorporado y que muestra claramente rasgos
cognitivos, afectivos y conductuales manifiestos que persisten por largos periodos de tiempo.
Estos rasgos emergen de una complicada matriz de disposiciones biológicas y del aprendizaje
experiencial. Este patrón es relativamente resistente a la extinción (Millon y Everly, 1994).
45
Encontrando de esta manera que la personalidad se caracteriza por ser un patrón de rasgos,
por su permanencia en el tiempo y por su resistencia al cambio, lo que podría remontarnos de
alguna forma a la definición inicial.
Definición ampliada por Millon y Devis (2000), quienes la conciben como:
Un patrón complejo de características psicológicas profundamente
arraigadas, que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar,
y se expresan automáticamente en casi todas las áreas del funcionamiento
del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una
complicada matriz de determinantes biológicos y aprendizajes, y en última
instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, pensar,
afrontar y comportarse de un individuo (p. 4).
Para muchos autores la personalidad, puede entenderse mejor en términos de su contenido,
debido a ello se han diseñado muchas taxonomías, es decir, la organización de las unidades
básicas que la componen; encontrándose clasificaciones en torno a categorías, dimensiones y
prototipos.
Este estudio utilizará la clasificación en torno a dimensiones, puesto que los modelos
dimensionales poseen varias ventajas, una de ellas sería la combinación de características clínicas
o rasgos de personalidad, en un único perfil de fácil interpretación, haciendo una mirada global a
los rasgos dentro de una dimensión y no a uno solo y asilado; otra ventaja es el favorecimiento de
la representación individual y por último, la fuerza de los rasgos se mide cuantitativamente, así,
46
cada característica se extiende en puntos de normalidad y anormalidad, dentro de un continuum, y
no como fenómenos aislados (Millon y Davis, 2000).
Dentro de este modelo se ubica el modelo de los cinco factores (MCF) o Modelo Big Five
(Modelo de los cinco grandes), que cuenta con representantes como Widiger, Costa y McCrae
(Costa y McCrae, 1985; 1990; 1992 Costa y Widiger, 1993).
Este modelo es derivado directamente de estudios del léxico popular, de donde se codifican
las palabras descriptivas, debido a su origen, se presentan algunos desacuerdos en cuanto a cómo
nombrar cada uno de los cinco factores, aunque hay acuerdo en diferentes contextos y culturas en
las siguientes denominaciones:
a) neuroticismo, inestabilidad emocional y susceptibilidad al malestar psicológico; b)
extroversión, disposición a las interacciones interpersonales, a la actividad; c) apertura a la
experiencia, aprecio por experimentar cosas nuevas, curiosidad; d) agradabilidad, buen carácter,
altruismo; y e) responsabilidad, persistencia, ambición y control (Millon y Davis, 2000).
Según Millon y Davis (2000), “este modelo ha demostrado ser extremadamente consistente
a través de numerosas soluciones factoriales, se usa en varias culturas y lenguajes, se muestra
estable entre observadores y se correlaciona bien con diferentes medidas clínicas no factoriales”
(p. 66).
En el presente estudio se siguió a Caprara, Barbaranelli y Borgogni (1995), quienes definen
cinco dimensiones y 10 subdimensiones, de la siguiente manera:
Factor 1 (E): Energía: Factor comúnmente identificado como Extraversión. Hace referencia
a dinamismo, actividad, energía, locuacidad y dominancia.
Di: Dinamismo
47
Do: Dominancia
Factor 2 (A): Afabilidad: Factor comúnmente identificado como Agrado. Se refiere a
cordialidad, altruismos, amigabilidad, empatía y generosidad.
Cp: Cooperación/Empatía
Co: Cordialidad/Amabilidad
Factor 3 (T): Tesón: Conocido como Autocontrol o autorregulación. Se refiere a
reflexividad, escrupulosidad, orden, diligencia y perseverancia.
Es: Escrupulosidad
Pe: Perseverancia
Factor 4 (EE): Estabilidad Emocional: Se refiere a poca ansiedad, vulnerabilidad,
emotividad, impulsividad, impaciencia e irritabilidad.
Ce: Control de las emociones
Ci: Control de los impulsos
Factor 5 (AM): Apertura Mental: Comúnmente identificado como Apertura a la
experiencia, cultura o intelecto. Se refiere a cultura, interés en cosas y experiencias nuevas,
información, disposición al contacto con nuevas culturas y costumbres.
Ac: Apertura a la cultura
Ae: Apertura a la experiencia
2.10. Instrumentos para evaluar la soledad
Para medir el constructo de la soledad se han desarrollado diversos instrumentos, uno de los
48
más populares y de más amplia aplicación es la escala de Soledad de UCLA, que ha sido utilizado
en diversas poblaciones. La estructura factorial de este instrumento es un aspecto controvertido,
pues mientras en su origen y en diversos estudios se la ha obtenido unifactorial, en otros estudios
la estructura resultante es multifactorial.
Los resultados mostraron una estructura multifactorial en ambas poblaciones. Se presentó,
tras los estudios pertinentes, una solución bifactorial, coherente tanto a nivel teórico como
analítico (Borges, Pietro, Ricchetti, Hernandez- Jorge, y Rodríguez, 2008).
Rubio y Aleixandre (2001), realizaron un estudio sobre la soledad en las personas mayores,
haciendo una diferencia entre el estar solo y el sentirse solo. Utilizaron para esta investigación la
escala ESTE, basada en las siguientes escalas: a) Escala UCLA, una de las escalas más utilizadas
para la medición global del sentimiento de soledad como estructura unidimensional compuesta
por dos factores intimidad con otros y sociabilidad; b) Escala SELSA, formada por tres
subescalas que valoran los aspectos románticos, relaciones familiares y relaciones con amigos; c)
Escala ESLI, formada por dos subescalas que valoran la soledad emocional y la soledad social; y
d) Escala de satisfacción vital de Filadelfia, diseñada por Lawton en 1972, basada en el concepto
multidimensional de bienestar psicológico. Los sujetos seleccionados para la muestra fueron
mayores de 65 años no institucionalizados.
Stefani, Seidmann, Pano, Acrich y Bail-Pupko (2003), desarrollaron una investigación
sobre los cuidadores familiares de enfermos crónicos y los sentimientos de soledad, aislamiento
social y estilos de afrontamiento en madres que cuidan a un hijo, e hijas que cuidan a un
progenitor anciano. Para medir el sentimiento de soledad y el aislamiento social del cuidador fue
utilizado el Inventario de soledad emocional y social (ESLI) de Vincenzi y Grabosky (1989), y
49
para evaluar sus mecanismos de afrontamiento fue seleccionada una versión abreviada del
Cuestionario de Estilos de Afrontamiento de Lazarus y Folkman (1986) (Vitaliano, Russo, Carr, y
Becker, 1985). Ambas pruebas fueron administradas a dos grupos de cuidadores de enfermos
crónicos: 72 madres que cuidan a un hijo y 71 hijas que cuidan a un progenitor. Los resultados
obtenidos en las distintas pruebas de análisis multivariado revelaron en los participantes
entrevistados que existen patrones variados de respuestas adaptativas de las cuidadoras ante la
enfermedad crónica de un familiar de acuerdo a la situación de cuidado, que las hijas cuidadoras
manifestaron más sentimientos de soledad social que las madres y que el afrontamiento más
utilizado en las dos situaciones de cuidado por las cuidadoras con niveles altos de soledad y
aislamiento social se refiere a retirarse del problema a través de la fantasía o de la evitación
mental de la realidad.
2.11. Hipótesis de investigación
Se plantearon las siguientes hipótesis, redactadas en términos de hipótesis de investigación
o hipótesis alterna (Ha) y la hipótesis nula (Ho):
1) Ho No hay relación entre la percepción que la mujer tiene de su soledad y la cantidad de apoyo
social de que disponga.
Hₐ Hay relación entre la percepción que la mujer tiene de su soledad, y la cantidad de apoyo social
de que disponga.
2) Hₒ No existe una relación directa entre la percepción que la mujer tiene de su soledad y la calidad
de apoyo social de que disponga.
50
Hₐ Existe una relación directa entre la percepción que la mujer tiene de su soledad, y la calidad de
apoyo social de que disponga.
3) Ho No existe una correlación inversa entre la autoestima y la percepción de soledad que presenta la
mujer que no tenga una relación de pareja estable.
Ha Existe una relación inversa entre la autoestima y la percepción de soledad que presenta la mujer
que no tenga una relación de pareja estable.
4) Hₒ No existe una correlación inversa entre extroversión y percepción de soledad.
Hₐ Existe una relación inversa entre extroversión y percepción de soledad
5) Ho No existe una correlación inversa entre introversión y percepción de soledad
Ha Existe una correlación inversa entre introversión y percepción de soledad.
6) Ho No existe una relación inversas entre afabilidad y percepción de soledad.
Ha Existe una relación inversa entre afabilidad y percepción de soledad.
7) Ho No existe relación inversa factor tesón o responsabilidad con la percepción de soledad.
Ha Existe relación inversa entre factor tesón o responsabilidad, con la percepción de soledad.
8) Ho No existe una relación inversa entre la estabilidad emocional y la percepción de soledad.
Ha Existe una relación inversa entre la estabilidad emocional y la percepción de soledad.
9) Ho No existe una relación inversa entre la apertura mental y la percepción de soledad.
Ha Existe una relación inversa entre la apertura mental y la percepción de soledad.
51
Capitulo tres
Metodología
3.1 Enfoque
El presente estudio tuvo un enfoque emperico analítico.
3.2. Tipo de investigación
Se realizó un estudio no experimental observacional y transversal. Es no experimental
porque no se realizó ningún control sobre las variables, pues ellas ya han ocurrido al momento de
hacer el estudio, de la misma manera no hubo escogencia aleatoria del grupo de estudio. Se
observó la relación entre las variables independientes, apoyo social, autoestima y personalidad
con la variable dependiente, percepción de soledad, en una muestra de la población en un solo
momento, en un tiempo único.
3.3. Nivel de la investigación
Comparativo correlacional. Su objetivo fue describir las relaciones entre las variables
independientes y la variable dependiente en un momento determinado, para identificar bien sea su
correlación o causalidad.
52
3.4. Diseño de la investigación
El diseño fue transversal, correlacional, de grupo único, para evaluar las variables
intrasujeto.
3.5. Población y muestra
3.5.1 Población
Mujeres mayores de 25 años de edad, sin relación de pareja estable, de los municipios de
Medellín, Rionegro y demás municipios del altiplano del oriente antioqueño.
3.5.2. Muestra
Se realizó un muestreo no aleatorio de tipo intencional, no probabilístico. Se evaluaron las
mujeres que cumplieron los criterios de inclusión, considerando un cálculo para la muestra de 5 a
10 persona por variable.
Este estudio pretendió correlacionar la percepción de soledad con apoyo social, autoestima
y personalidad. Tanto la variable dependiente como las independientes pueden ser
operacionalizadas de manera cuantitativa. En este sentido uno de los parámetros que se estimó
dada la naturaleza de las variables fue un coeficiente de correlación que mediría la fuerza de
relación entre percepción de soledad y las otras.
Si se espera un coeficiente de correlación como mínimo de .30, una confiabilidad del 95%
y una potencia del 80% se requería un tamaño de muestra de 67.
53
Es importante tener en cuenta que este estudio pretendió determinar como la percepción de
soledad se relaciona con esas variables, además es factible que variables intervinientes puedan
modificar esta relación. Para este propósito los análisis estadísticos finales pretendían encontrar
modelos de regresión lineal múltiple donde la variable dependiente fue percepción de soledad, las
variables independientes apoyo social, autoestima y personalidad, y las variables intervinientes
fueron edad, estado civil, estrato socioeconómico, ocupación, nivel académico y tiempo sin
relación de pareja estable. Para este caso el tamaño de muestra debía ser mayor al estimado para
una correlación simple, por lo que fue necesario contemplar un número de participantes en el
estudio de acuerdo al número de parámetros en el modelo que equivaldría a 22, es decir un
tamaño de muestra igual a 5 o 10 participantes X (# parámetros + 1). 5 o 10 participantes x 22 =
110 o 220.
Participaron 125 mujeres, sin relación de pareja, con edad media de 42.5 años, con una
desviación estándar de 13.7 (rango de edad entre 25 y 78 años) (Tabla 1).
El estudio se realizó en el departamento de Antioquia (Rionegro, La Ceja, El Retiro,
Sonson, La Unión, Guarne, Marinilla, El Peñol, Guatapé, El Carmen, Medellín, Itagüí, Bello y
Envigado). El estado civil de las participantes fue solteras: 83 (66.4%), y separadas/divorciadas:
42 (33.6%).
Como criterio de exclusión se considero llevar como mínimo 3 meses de haber finalizado
alguna relación de pareja (Tabla 1).
Tabla1. Estadísticos descriptivos de la variable edad y tiempo en meses sin relación de pareja estable
Variables Limite
inferior
Límite
superior
Media Desviación
estándar
Estadístico K-Sa p
Años cumplidos 25 78 42.46 13.69 .122 .000
Tiempo en meses sin relación de
pareja estable
3 636 127.96 151.402 .220 .000
a. Prueba de Normalidad Kolmogorov-Smirnov
54
En la tabla 2 se identifica la distribución del estrato socioeconómico, donde el de mayor
porcentaje fue el estrato medio: 87 (69.6%). En esta tabla también se presenta la ocupación la
cual se distribuyó de la siguiente manera, empleadas 51 (48.8%), amas de casa 33 (26.4%),
independientes 26 (20.8%) y desempleadas 15 (12%). 62 mujeres (57.6%) tienen alguna
profesión, y 53 de ellas (42.4%) no tienen profesión.
Tanto la variable edad como la variable, tiempo en meses sin relación de pareja estable no
se distribuyeron de manera normal, de acuerdo a la prueba de Kolmogorov- Smirnov.
Tabla2. Estadísticos descriptivos de las variables sociodemográficas Variables Valor n %
Estado Civil Solteras 83 66.4
Separada/Divorciada 42 33.6
Estrato socioeconómico
Bajo (estrato 1 y 2) 35 28.0
Medio (estrato 3 y 4) 87 69.6
Alto (estrato 5 y 6) 3 2.4
Ocupación
Empleada 51 40.8
Independiente 26 20.8
Desempleada 15 12.0
Ama de casa 33 26.4
Profesión
Área contable y económica 16 12.8
Área de la salud 3 2.4
Área social 11 8.8
Área de ciencias políticas 5 4.0
Área de ingenieras 6 4.8
Área agropecuaria 3 2.4
Área de la educación 10 8.0
Área de artes y diseño 2 1.6
Otras 16 12.8
Sin profesión 53 42.4
Nivel académico
Sin estudios 2 1.6
Primaria incompleta 8 6.4
Primaria completa 8 6.4
Secundaria incompleta 13 10.4
Secundaria completa 18 14.4
Técnico o tecnológico
incompleto
4 3.2
Técnico o tecnológico
completo
20 16.0
Universitario incompleta 12 9.6
Universitario completo 40 32.0
55
3.6. Variables
3.6.1 Variables sociodemográficas
Edad: definida según los años cumplidos por el sujeto al momento de ser entrevistado, y
determinada a través de lo estipulado en su documento de identidad.
Sexo: diferencia física y de conducta que distingue a los organismos individuales en
masculino o femenino.
Estado civil: situación tipificada como fundamental en la organización de la comunidad,
entre los cuales se encuentran: soltero, casado, unión libre, separado, divorciado y viudo.
Escolaridad: definida según el número de años de estudio cursados por el sujeto.
Aquellas personas que no hayan asistido a una institución educativa pertenecerán a la categoría
"no escolarizada", quienes hayan cursado algún año de la primaría entrarán en la categoría
"estudios primarios", quienes hayan cursado algún año del bachillerato entrarán en la categoría
"estudios secundarios", y finalmente quienes luego de finalización del bachillerato hayan
continuado cualquier tipo de estudio en una institución formal pertenecerán a la categoría
"estudios superiores".
Estrato socioeconómico: determinado por el nivel de estratificación dado por Empresas
Publicas de Medellín, en sus cuentas de servicios, así:
Estrato Bajo: 1 y 2
Estrato Medio: 3 y 4
Estrato Alto: 5 y 6
56
Ocupación: implica el realizar cualquier labor, ya sea por horas, medio tiempo o tiempo
completo, o encontrarse actualmente desempeñando labores domésticas de forma activa, y que
indique el funcionamiento laboral del sujeto.
3.6.2. Variables de análisis
Percepción de soledad: Es la percepción de ausencia de un tipo muy específico de
relación y que además está estrechamente vinculado a la persona o fuente que hace posible
esa relación o que suministra el apoyo social.
Apoyo Social: El apoyo social percibido se ha considerado como una variable de gran
relevancia en los procesos de salud – enfermedad, hace referencia a la confianza que tienen
los individuos que el apoyo social está disponible si se necesita (Aranda, Pando, y Aldrete,
2002). La mayoría de las definiciones enfatizan en el apoyo social como información real,
percibida o tangible, accesible que puede alcanzar una persona a través de su entorno y que
puede provocar en él consecuencias benéficas. El apoyo social percibido implica la confianza
en que el apoyo social está disponible si se necesita (Barrón, 1996).
o Red de apoyo social: esta variable evalúa el número de personas que conforma
la red de apoyo social (amigos y familiares).
o Apoyo social emocional/informacional: definida como el soporte emocional,
orientación y consejos.
o Apoyo instrumental: caracterizado por la conducta o material de apoyo.
o Interacción social positiva: caracterizado por la disponibilidad de individuos
57
con los cuales hacer cosas divertidas.
o Apoyo afectivo: caracterizado por las expresiones de amor y afecto.
Autoestima: Es el grado en el cual las características contenidas en el auto concepto
son percibidas como positivas. Reflejan la autoimagen física de la persona, su visión sobre
sus logros y capacidades, sus valores y el grado de éxito con el que los vive, así como las
formas en que otros ven y responden a esta persona. Mientras más positiva sea la percepción
de estas cualidades y características, más alta será la autoestima. Un alto o razonable grado
de autoestima se considera como un ingrediente importante de la salud mental, mientras que
la baja autoestima y los sentimientos de inferioridad son síntomas comunes en la depresión.
(American Psychological Association, APA, 2007).
Personalidad: Según Millon y Devis (2000), la conciben como:
Un patrón complejo de características psicológicas profundamente
arraigadas, que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar, y
se expresan automáticamente en casi todas las áreas del funcionamiento del
individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada
matriz de determinantes biológicos y aprendizajes, y en última instancia
comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, pensar, afrontar y
comportarse de un individuo. (p. 4).
Para este estudio se usaron las dimensiones y subdimensiones propuestas en el BFQ
“Cuestionario Big Five”, donde los cinco grandes son:
58
o Factor 1 (E): Energía: Factor comúnmente identificado como Extraversión.
Hace referencia a dinamismo, actividad, energía, locuacidad y dominancia.
Di: Dinamismo
Do: Dominancia
o Factor 2 (A): Afabilidad: Factor comúnmente identificado como Agrado. Se
refiere a cordialidad, altruismos, amigabilidad, empatía y generosidad.
Cp: Cooperación/Empatía
Co: Cordialidad/Amabilidad
o Factor 3 (T): Tesón: Conocido como Autocontrol o autorregulación. Se
refiere a reflexividad, escrupulosidad, orden, diligencia y perseverancia.
Es: Escrupulosidad
Pe: Perseverancia
o Factor 4 (EE): Estabilidad Emocional: Se refiere a poca ansiedad,
vulnerabilidad, emotividad, impulsividad, impaciencia e irritabilidad.
Ce: Control de las emociones
Ci: Control de los impulsos
o Factor 5 (AM): Apertura Mental: Comúnmente identificado como Apertura a
la experiencia, cultura o intelecto. Se refiere a cultura, interés en cosas y experiencias
nuevas, información, disposición al contacto con nuevas culturas y costumbres.
Ac: Apertura a la cultura
Ae: Apertura a la experiencia
59
3.7. Instrumentos
3.7.1. Escala de soledad UCLA, versión 3.
Diseñada por Daniel Russell (1996), ha sido validada en diferentes países y aplicada en
diferentes investigaciones en salud. La escala de soledad UCLA fue desarrollada para evaluar los
sentimientos subjetivos de soledad o aislamiento social. Los ítems de la versión original de la
escala se basaron en afirmaciones hechas por individuos solitarios para describir sentimientos de
soledad.
Las preguntas fueron redactadas en términos negativos o apuntando a la "soledad", donde
los individuos indican con qué frecuencia se sintieron de la manera descrita utilizando una escala
de cuatro puntos que van desde "nunca" hasta "con frecuencia".
Debido a las preocupaciones acerca de la forma en que la redacción negativa de los ítems
pudo haber afectado los resultados (por ejemplo, los conjuntos de respuestas), una versión
revisada de la escala fue desarrollada y publicada en 1980, que incluía 10 ítems redactados en una
dirección negativa a la soledad y 10 ítems redactados de forma positiva o no dirigida hacia la
soledad (Russell, Peplau y Cutrona, 1980).
Recientemente fue publicada la versión 3 de la Escala de Soledad UCLA (Russell, 1996).
En esta versión más reciente, la redacción de los ítems y el formato de respuesta se han
simplificado para facilitar la administración de la prueba a poblaciones menos educadas, tales
como los ancianos.
60
La escala de soledad UCLA se ha convertido claramente en la medida más ampliamente
utilizada de la Soledad. Las puntuaciones en la escala de soledad han resultado útiles para
predecir una amplia variedad de resultados en temas de salud, tanto mentales (por ejemplo,
depresión) como físicos (por ejemplo: inmunodeficiencia, admisión en una institución de
cuidados, y mortalidad), conducta social, patrones de atribución y sentimientos de abandono,
vacio, indefensión, aislamiento, entre otros, como lo reportan investigaciones propias y de otros
autores (Russel, 1990; Expósito y Moya, 1999).
Conforme mayor es la puntuación obtenida en la escala, mayor es el nivel de soledad. La
Escala de Soledad de UCLA consta de 20 preguntas, puntuables entre 1 y 4 puntos, lo que
permite obtener una puntuación mínima de 20 y máxima de 80. Los autores del cuestionario no
han establecido puntos de corte, es decir, puntuaciones que permitan clasificar el nivel de soledad
según la puntuación obtenida. De lo que disponemos es del resultado obtenido al enfrentar al
cuestionario a diversos grupos de población normal. Se ha realizado estudio con distintos grupos
poblacionales, 1) estudiantes universitarios, con una media de 40; 2) enfermeras, con una media
de 40; 3) maestros, con una media de 38 y personas ancianas con una media de 32. Se considera
que las puntuaciones más habituales oscilan entre 35 y 40, mientras que una puntuación superior
a 50 sería indicativa de un grado severo de soledad (Russell, 1996). (Apéndice A).
3.7.2. Cuestionario de apoyo social (Medical Outcomes Study Social Support Survey,
MOS-SSS).
Diseñado por Sherbourne y Stewart, (1991) y adaptado para Colombia por Londoño,
Castilla, Rogers, Palacio, Ochoa, Jaramillo (En prensa).
61
Cuenta con un total de 20 ítems. El ítem número 1 hace referencia al tamaño de la red
social y los 19 ítems restantes están referidos a cuatro dimensiones del apoyo social funcional:
emocional, instrumental, interacción social positiva y apoyo afectivo. La distribución factorial
original de los ítems se presenta de la siguiente manera: apoyo emocional/informacional (ítems 3,
4, 8, 9, 13, 16, 17 y 19), apoyo instrumental (ítems 2, 5, 12 y 15), interacción social positiva
(ítems 7, 11, 14 y 18) y apoyo afectivo (ítems 6, 10 y 20). Las opciones de respuesta están dadas a
través de escala likert de 1 (Nunca) a 5 (Siempre) (Londoño, et.al. en prensa). (Apéndice B).
El instrumento ha sido validado en diferentes países y al ser un instrumento comprensible,
de poco tiempo en su aplicación, y con altos índices de confiabilidad y validez, se considera una
herramienta eficaz para evaluar el riesgo psicosocial en diversos ámbitos (Londoño, et. al en
prensa).
3.7.3. Escala de autoestima de Rosenberg (RSES).
Diseñada por Morris Rosenberg (1965). Es una herramienta para evaluar la autoestima
global. Los psicólogos y sociólogos son usuarios comunes de este instrumento. Además, el
instrumento es una parte vital en la medida de la autoestima en la investigación en ciencias
sociales.
La escala incluye 10 enunciados que se refieren a la autoestima y al autoconcepto. Contiene
cinco ítems formulados en forma positiva y cinco negativos. Con un formato de respuesta tipo
Likert, de cuatro puntos que van desde "muy de acuerdo" a “muy en desacuerdo”.
62
El rango de puntuación oscila desde 10 hasta 40, de tal manera que a mayor puntuación,
menor autoestima.
El autor del cuestionario no ha establecido puntos de corte, es decir, puntuaciones que
permitan clasificar el tipo de autoestima según la puntuación obtenida, aunque se suele considerar
como rango normal de puntuación el situado entre 25 y 35 puntos. De lo que disponemos es del
resultado obtenido al enfrentar al cuestionario a población normal, formada por estudiantes
universitarios. Es de prever que en la población general se encuentren casos de individuos con
diversos niveles de autoestima, siendo muy minoritarios los casos extremos, ya sea por máxima o
mínima autoestima.
Los estudiantes estudiados obtuvieron la siguiente puntuación, los hombres una media de
32.53, con una desviación estándar de 3.92 y las mujeres obtuvieron una media de 31.14 y una
desviación estándar de 4.55.
La forma de interpretar la puntuación obtenida al completar el cuestionario consiste en
compararla con la media obtenida en el experimento citado. Si el resultado obtenido es similar o
superior a las medias presentadas la autoestima es elevada, mientras que si, por el contrario, el
resultado es similar o inferior, nos encontraríamos frente a un caso de reducida autoestima.
(Apéndice C)
3.7.4. Cuestionario BFQ. “BIG FIVE”.
Desarrollado por Caprara, Barbaranelli y Borgogni (1995). Cuestionario con 132 elementos
de respuesta múltiple (tipo Likert) para identificar 10 subdimensiones que luego se resumen en
63
las cinco dimensiones fundamentales de la personalidad humana: - Energía, inherente a una
visión confiada y entusiasta de múltiples aspectos de la vida, principalmente de tipo interpersonal.
- Afabilidad, preocupación de tipo altruista y de apoyo emocional a los demás. - Tesón, propia de
un comportamiento de tipo perseverante, escrupuloso y responsable. - Estabilidad emocional,
rasgo de amplio espectro, con características tales como capacidad para afrontar los efectos
negativos de la ansiedad, de la depresión, de la irritabilidad o de la frustración. - Apertura mental,
sobre todo de tipo intelectual ante nuevas ideas, valores, sentimientos e intereses. Incorpora una
escala tipo 'Likert' para medir la deseabilidad social (Caprara, Barbaranelli, y Borgogni, 1995).
El análisis de la estructura factorial del cuestionario se ha llevado a cabo tomando como
variables de base para el análisis factorial las puntuaciones totales obtenidas por los sujetos en
cada una de las diez subdimensiones.
Este procedimiento encuentra su propia legitimación en una serie de contribuciones que han
puesto de manifiesto su validez y utilidad (Epstein, 1979; Comrey, 1970; Hogan, 1986). En
concreto, el uso de la puntuación agregada, con respecto a cada uno de los elementos garantiza
una mayor fiabilidad y coherencia interna de las puntuaciones obtenidas en una escala.
La matriz de los coeficientes de correlación, entre las 10 subdimensiones fue sometido a un
análisis factorial mediante la técnica de factores principales, implementada con los programas
para el análisis factorial desarrollada por A.L Comrey (Comrey,1973; Comrey y Lee, 1992).
La tabla 3 muestra los estadísticos de comparación de las 4 pruebas aplicadas.
64
Tabla 3. Estadísticos de los cuestionarios Cuestionarios Autores Media D.E Rango
Escala de Soledad,
UCLA (Versión 3). Russell (1996)
40.62 9.49 31.2 - 50.11
MOS-SSS Sherbourne y Stewart (1991), adaptado para Colombia por:
Londoño et al. (en prensa)
74.15 15.85 58.3 – 90
Apoyo emocional/informacional 33.4 6.0 27.4 – 39.4
Apoyo instrumental 16.4 3.3 13.1 – 19-7
Interacción social positiva 16.5 3.3 13.2 – 19.8
Apoyo afectivo 12.7 2.3 10.4 – 15
Escala de Autoestima
de Rosenberg Rosenberg, (1965, 1987)
31.14 4.55 26.59 - 35.69
BFQ “Big Five” Caprara, Barbaranelli y Borgogni (1995) 46 – 55
Para las 5 dimensiones y las 5 subdimensiones 46 – 55
3.8. Procedimiento
La Escala de Soledad UCLA, de Russell (1996), fue seleccionada entre varias escalas de
soledad, por ser un instrumento ampliamente utilizado en la mayoría de las investigaciones
revisadas en los antecedentes. Esté cuestionario, aparecía en original, en un artículo del mismo
autor, UCLA Loneliness Scale (Version 3.) Reliability, Validity and Factor Structur (1996), del
cual se realizó una traducción, que se comparó con una traducción suministrada por la doctora
África Borges, investigadora de la Facultad de Psicología, de la Universidad de la Laguna, en
España, quien había realizado una validación cruzada de la factorización de la escala (Borges,
Prieto, Ricchetti, Hernandez y Rodríguez, 2008). Para determinar cuál de las dos traducciones era
la más adecuada en nuestro contexto, fueron sometidas a la evaluación de tres jurados, que
cumplían con los siguientes criterios: Los tres tenían dominio de inglés, dos eran psicólogos, y
uno de ellos conocía la temática. Posteriormente se hizo un análisis de las observaciones hechas
por los traductores, con el acompañamiento de un experto en instrumentos.
Una vez concluida la fase de traducción se procedió a realizar una prueba piloto, con 20
65
personas, de diferente nivel académico, estrato socio cultural, hombres y mujeres.
Las mujeres que participaron en el estudio lo hicieron con su propio consentimiento
(Apéndice E). Se les visitó personalmente a quienes de forma individual se les describió el
estudio, se les dio a conocer la pretensión de este estudio sobre la salud mental de la mujer sin
relación de pareja estable y se les explico que su participación requería completar una encuesta
(Apéndice D) y cuatro cuestionarios, en un solo momento, con una duración promedio de 45
minutos.
3.9. Consentimiento informado
El Ministerio de Salud establece unas normas científicas, técnicas y administrativas para la
investigación en salud, ya que legalmente es a quien le corresponde formular las políticas y dictar
todas las normas científico – administrativas, de obligatorio cumplimiento por las entidades que
integran el Sistema.
El objetivo de estas normas es establecer los requisitos para el desarrollo de la actividad
investigativa en salud, teniendo en cuenta un Comité de Ética en Investigación encargado de
resolver todos los asuntos relacionados con el tema.
Según la ley, la investigación que pretende estudiar la relación entre apoyo social,
personalidad y autoestima con la percepción de soledad en la mujer, comprende el desarrollo de
acciones que contribuyen a:
- El conocimiento de los procesos psicológicos de los seres humanos, en este estudio de
las mujeres en particular, como la soledad, la percepción de soledad, la autoestima y algunos
66
factores de su personalidad
- Facilitar el conocimiento de los vínculos entre las causas de enfermedad, la práctica
psicológica y la estructura social.
- El estudio de las técnicas y métodos que se recomienden o empleen para la
prestación de servicios de salud, puesto que a partir de los resultados que se obtengan se podrá
mejorar el control, evaluación e intervención de esta población.
Teniendo en cuenta los aspectos éticos de la investigación en seres humanos, todas las
mujeres involucradas en esta investigación recibieron el respeto a su dignidad y la protección de
sus derechos y su bienestar; y se desarrolló conforme a los siguientes criterios:
- La investigación se ajustó a los principios científicos y éticos que la justifican.
- Se fundamentó en la experimentación previa realizada en otros hechos científicos, ya
que su realización se basó en antecedentes prácticos de investigaciones realizados en otros
países.
- La investigación se realizó con seres humanos puesto que el conocimiento que se
pretende producir no podía obtenerse por otro medio idóneo.
- Prevaleció la seguridad de los beneficiarios, expresándoles claramente los riesgos
mínimos que se podían derivar al participar en esta investigación.
- Se contó con el consentimiento informado por escrito de las personas que participaron
en la investigación. Entendiéndose por consentimiento informado el acuerdo por escrito y con
duplicado, mediante el cual la persona autoriza su participación en la investigación con pleno
conocimiento de la naturaleza de los procedimientos, beneficios y riesgos a que se someterá,
con la capacidad de libre elección y sin coacción alguna.
67
- Se realizó con la tutoría de una profesional con conocimiento y experiencia, la
Magister en psicología Nora Helena Londoño Arredondo, para cuidar la integridad del ser
humano; y bajo la responsabilidad de dos instituciones de educación superior la Universidad
de San Buenaventura y la Universidad Católica de Oriente, teniendo siempre en cuenta los
recursos humanos y materiales necesarios que garantizaron el bienestar de sujeto participante.
- La investigación fue aprobada por el comité de Ética e Investigación de la Facultad
de Psicología de la Universidad de San Buenaventura. Puesto que la investigación incluye
grupos de seres, se protege la privacidad de los individuos identificándolos sólo por medio de
un número.
Todos los investigadores y auxiliares de investigación se comprometieron a usar la
información proporcionada por esta investigación sólo para fines académicos y científicos.
Los investigadores se comprometieron a informar a las participantes acerca de la detección
de cualquier tipo de alteración clínica que se hubiera detectado en cualquiera de las personas
examinadas, y a orientarlos acerca de los procedimientos para lograr una atención rápida del
problema detectado. (Apéndice E)
3.10. Análisis estadístico
Se realizaron análisis descriptivos para identificar la distribución de las variables y los
valores de tendencia central y de dispersión, con el fin de comparar subgrupos de acuerdo con las
variables sociodemográficas y las de análisis.
Se evalúo la percepción de soledad que tenían las mujeres para correlacionarla con el grado
de apoyo social, en cuanto a su cantidad, y en cuanto a sus dimensiones funcionales.
68
De la misma manera se correlacionó la percepción de soledad con el nivel de autoestima
que poseían. Y se correlacionaron las cinco dimensiones de la personalidad y las 10
subdivisiones, con la percepción de soledad.
Además se realizó un análisis multivariado por medio de regresión lineal múltiple, el cual
generó un modelo matemático predictivo que buscó determinar que variables se relacionaban con
la percepción de soledad. Se utilizó el método paso a paso para la selección de las variables que
podrían explicar el comportamiento de la variable dependiente. Se asumió un nivel de
significancia de 0.05 para todas las pruebas estadísticas.
3.11. Consideraciones adicionales:
Este proyecto se realizó conjuntamente entre la Universidad Católica de Oriente y la
Universidad de San Buenaventura, con los Grupos de Investigación: GIBPSICOS: Grupo de
Investigación Biopsicosocial y Grupos de Investigación de estudios clínicos y sociales en
psicología, respectivamente, que vienen siendo liderados por la docente-investigadora Paula
Cristina Ríos Zapata y la docente-investigadora, Nora Helena Londoño Arredondo, en el mismo
orden. Que para efectos de esta investigación aparecen como Investigadora principal y
coinvestigadora. Trabajando dentro del marco de un proyecto de cooperación entre ambas
instituciones académicas.
69
Capitulo cuatro
Resultados
4.1. Análisis descriptivos generales
En las tablas 4-7 se presentan los estadísticos generales de las variables de análisis
percepción de soledad, apoyo social, autoestima y personalidad. Los descriptivos que se muestran
para cada uno son la media y la desviación estándar.
Tabla 4. Descriptivos generales de la variable percepción de soledad. Variable Media D.E
Percepción de soledad 40.62 9.49
D.E. Desviación Estándar
Tabla 5. Descriptivos generales de la variable apoyo social Variable Apoyo social Media D.E
Red de apoyo 15.54 18.41
Apoyo emocional/ informacional 31.31 7.65
Apoyo instrumental 16.23 3.76
Interacción social positiva 15.49 3.59
Apoyo afectivo 11.12 2.95
Apoyo social total 74.15 15.85
D.E. Desviación Estándar
Tabla 6. Descriptivos generales de la variable autoestima Variable Media D.E
Autoestima 26.89 3.21
D.E. Desviación Estándar
70
Tabla 7. Descriptivos generales de la variable personalidad Variables Media D.E
Energía 53.08 10.59
Afabilidad 50.03 10.86
Tesón 53.13 10.08
Estabilidad Emocional 51.64 10.97
Apertura Mental 47.31 11.92
Dinamismo 50.05 11.07
Dominancia 53.76 11.01
Cooperación 49.32 11.64
Cordialidad 51.07 9.81
Escrupulosidad 53.69 9.26
Perseverancia 51.49 11.34
Control de emociones 51.47 11.15
Control de impulsos 50.02 10.91
Apertura a la cultura 46.82 12.01
Apertura a la experiencia 48.27 11.12
D.E. Desviación Estándar
Se realizó un análisis comparativo entre la variable percepción de soledad dicotomizada y el
estado civil, encontrándose que de las 28 mujeres con percepción de soledad, 17 (60.7%) se
encuentran solteras y 11 (39.3%) separadas/divorciadas; y de las 97 mujeres sin percepción de
soledad, 66 (68%) están solteras y 31 (32%) se encuentran separadas/divorciadas. Como lo indica
la tabla 8.
Tabla 8. Comparativo de la variable Percepción de soledad y estado civil Estado civil Con percepción de
soledad
Sin percepción de
soledad
n % n %
Solteras 17 60.7 66 68
Separadas/Divorciadas 11 39.3 31 32
a. Chi cuadrado= .523; p=.307
4.2. Análisis comparativo
Se realizó la prueba de normalidad para la variable percepción de soledad, utilizando el
estadístico de Kolmogorov-Smirnov, como se puede ver en la tabla 9; encontrándose una
distribución no normal. De la misma manera se realizó la prueba de normalidad para cada una de
71
las variables de análisis (Tabla 10), donde solo se distribuyeron de manera normal las variables de
energía, estabilidad emocional, control de emociones y control de impulsos; las demás variables
se distribuyeron de una manera anormal.
Tabla 9. Prueba de normalidad de la variable percepción de soledad.
Variable Kolmogorov
-Smirnova
p
Percepción de soledad .363
.000
a. Prueba de normalidad, estadístico Kolmogorov-Smirnov
Tabla 10. Prueba de normalidad de las variables de análisis Variables Kolmogorov-
Smirnov
P
Red de apoyo .256 .000
Apoyo emocional/informacional .128 .000
Apoyo instrumental .187 .000
Interacción social positiva .125 .000
Apoyo afectivo .146 .000
Autoestima total .118 .000
Energía .071* .198
Afabilidad .086 .024
Tesón .082 .040
Estabilidad emocional .064* .200
Apertura mental .089 .016
Dinamismo .094 .008
Dominancia .104 .002
Cooperación .085 .028
Cordialidad .081 .043
Escrupulosidad .081 .044
Perseverancia .082 .041
Control de emociones .071* .195
Control de impulsos .059* .200
Apertura a la cultura .089 .016
Apertura a la experiencia .090 .015
a. Prueba de normalidad. Estadístico Kolmogorov-Smirnov; *p>0.05= distribución normal
72
Para el análisis comparativo del grupo se reagruparon las participantes con indicadores de
percepción de soledad (punto de corte) y aquellas por debajo del punto de corte sin percepción de
soledad.
Las tablas 11 -13 muestran el análisis comparativo de los grupos con percepción de soledad
y sin percepción de soledad con relación a las variables apoyo social, autoestima y personalidad.
Para las variables apoyo social y autoestima se utilizó la prueba no paramétrica de U de
Mann-Whitney. Para las variables de personalidad se utilizó tanto el estadístico Anova (prueba
paramétrica), como el estadístico, U de Mann-Whitney (prueba no paramétrica).
Se presentaron diferencias significativas entre las mujeres con percepción de soledad y sin
percepción de soledad, al comparar las variables de apoyo social, con puntuaciones inferiores en
aquellas con percepción de soledad. En cuanto a las variables de personalidad se presentaron
diferencias significativas en estabilidad emocional, cordialidad, control de emociones, apertura a
la cultura, también con puntuaciones inferiores en aquellas con percepción de soledad.
Tabla 11. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y apoyo social Apoyo Social Con percepción de soledad Sin percepción de soledad Estadístico p
Media Mediana D.E Media Mediana D.E
Red de apoyoa 8.82 5.00 9.53 17.48 10.00 19.88 903.500** .007
Apoyo
emocional/informacionala 3.50 21.50 7.00 33.57 34.00 6.24 393.000** .000
Apoyo instrumentala 12.96 12.50 4.26 17.18 18.00 3.03 601.500** .000
Interacción social positivaa 12.21 11.00 3.28 16.43 17.00 3.09 494.500** .000
Apoyo afectivoa 8.61 8.00 2.30 11.85 12.00 2.71 517.500** .000
a. Distribución no normal, estadístico U de Mann-Whitney; ** p ˂ .01 *p˂ .05
Tabla 12. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y autoestima Autoestima Con percepción de soledad Sin percepción de soledad Estadístico P
Media Mediana D.E Media Mediana D.E
Autoestimaa 27.50 27.50 3.167 26.69 26.00 3.216 1110.500 .140
a. Distribución no normal, estadístico U de Mann-Whitney; ** p ˂ .01 *p ˂ .05
73
Tabla 13. Estadísticos comparativos de la variable percepción de soledad y personalidad Personalidad Con percepción de soledad Sin percepción de soledad Estadístico P
Media Mediana D.E Media Mediana D.E
Energíab 51.25 51.00 10.06 53.61 53.00 10.73 .679 .906
Afabilidadb 45.50 47.00 9.71 51.34 51.00 10.87 1.129 .317
Tesónb 51.32 51.00 8.68 53.65 54.00 10.43 1.029 .444
Estabilidad emocionalb 46.86 46.00 9.61 53.02 53.00 10.99 1.838* .011
Apertura mentala 44.18 43.00 11.59 48.22 49.00 11.91 1080.500 .100
Dinamismoa 47.36 49.50 9.22 50.82 51.00 11.47 1104.000 .132
Dominanciaa 53.32 54.00 10.53 53.89 54.00 11.19 1326.000 .849
Cooperaciónb 46.18 46.00 10.49 50.23 50.00 11.85 1.187 .255
Cordialidada 46.89 46.00 9.49 52.28 53.00 9.62 895.500** .006
Escrupulosidadb 53.29 54.00 6.67 53.80 54.00 9.91 .835 .726
Perseveranciab 48.61 49.00 11.39 52.32 53.00 11.24 1.322 .146
Control de emocionesb 46.04 46.50 10.83 53.04 54.00 10.80 2.569** .000
Control de impulsosb 46.68 44.00 8.70 50.99 50.00 11.33 1.368 .118
Apertura a la culturab 44.25 44.00 11.56 47.57 47.00 12.09 1.747* .018
Apertura a la experienciaa 45.93 44.00 11.38 48.95 49.00 11.01 1124.500 .166
a. Distribución no normal, estadístico U de Mann Whitney; b. Distribución normal, estadístico ANOVA;
** p˂.01 *p ˂ .05
4.3. Análisis de regresión
Se realizó un análisis multivariado por medio de regresión lineal múltiple, el cual generó un
modelo matemático predictivo que buscó determinar que variables se relacionaban con la
percepción de soledad. Se utilizó el método paso a paso para la selección de las variables que
podrían explicar el comportamiento de la variable dependiente. Se asumió un nivel de
significancia de 0.05 para todas las pruebas estadísticas.
El modelo de predicción con respecto a las variables sociodemográficas estuvo compuesto
por la variable estrato socioeconómico, el poder de explicación de la varianza fue de 3.2% (F=
5.146). Para la variable estrato socioeconómico el coeficiente β fue de -.200 y con un valor p de
.025. Como se muestra en la tabla 14.
Tabla 14. Análisis de regresión de las variables sociodemográficas Modelo Coeficiente
estandarizado
Β
P Intervalo de
Confianza
(bajo –alto)
Durbin –
watson
F VIF Media de
los
residuos
Estrato socioeconómico -.200* .025 -4.648 -.316 .345 5.146 1.000 .000
*p=˂.05, **p=˂ .01, R: .200 R2 ajustado: .032
74
El modelo de predicción con respecto a las variables de apoyo social estuvo compuesto por
2 variables (apoyo emocional/informacional y apoyo afectivo) el poder de explicación de la
varianza fue de 48.8% (F=60.067). Para la variable apoyo emocional/informacional el β fue de -
.549 y el valor p fue de 0.000 y para la variable apoyo afectivo el β fue de -.198 y el valor p fue de
0.033. Como se muestra en la tabla 15.
Tabla 15. Análisis de regresión de la variable de apoyo social Modelo Coeficiente
estandarizado
Β
P Intervalo de
Confianza
(bajo –alto)
Durbin -
watson
F VIF Media de
los
residuos
Apoyo
emocional/informacional
-.549** .000 -.906 -.455 1.386 60.067 2.050 .000
Apoyo afectivo -.198* .033 -1.224 -.051
*p=˂.05, **p=˂ .01, R: .704 R2 ajustado: .488
El modelo de predicción con respecto a las variables de personalidad estuvo compuesto por
2 variables (Estabilidad emocional y afabilidad), el poder de explicación de la varianza fue de
19.8% (F= 16.297). Para la variable estabilidad emocional el β fue de -.356 y el valor p fue de
.000 y para la variable afabilidad el coeficiente β fue de -.261 y el valor p fue de .002. Como se
muestra en la tabla 16.
Tabla 16. Análisis de regresión de la variable personalidad Modelo Coeficiente
estandarizado
Β
p Intervalo de
Confianza
(bajo –alto)
Durbin -
watson
F VIF Media de
los residuos
Estabilidad emocional -.356** 0.000 -.447 -.170 .640 16.297 1.008 .000
Afabilidad -.261** 0.002 -.367 -.088
*p=< .05, **p=< .01, R: .459 R2 ajustado: .198
El modelo de predicción con respecto a las subdimensiones de la personalidad estuvo
compuesto por 2 variables (Control de emociones y perseverancia) el poder de explicación de la
varianza fue de 22.7% (F= 19.228). Para la variable control de emociones el coeficiente β fue de
75
-.404 y el valor p fue de 0.000 y para la variable perseverancia el β fue de -.235 y el valor p fue de
0.004. Como se muestra en la tabla 17.
Tabla 17. Análisis de regresión de las subdimensiones de personalidad Modelo Coeficiente
estandarizado
Β
p Intervalo de
Confianza
(bajo –alto)
Durbin -
watson
F VIF Media de
los residuos
Control de emociones -.404** .000 -.477 -.210 0.690 19.228 1.013 .000
Perseverancia -.235** .004 -.328 -.065
*p=< .05, **p=< a .01, R: .490 R2 ajustado: .227
Al realizar el análisis de regresión lineal con la variable autoestima, está no se incluyó
dentro del modelo.
Por medio del análisis de regresión lineal se determinó que el mejor modelo que pudo
explicar en un 56.8% el comportamiento de la percepción de soledad fue el que incluyó las
variables independientes apoyo emocional/informacional, control de emociones e interacción
social positiva. Estas tres variables explicaron en parte el grado de percepción de soledad. El
poder de explicación de la varianza fue de 56.8% (F=55.297). Para la variable apoyo
emocional/informacional, el coeficiente β fue de -.480 y el valor p fue de 0.000; para la variable
control de emociones el β fue de -.299 y el valor p fue de 0.000 y para la variable interacción
social positiva el β fue de -.193 y el valor p fue de 0.037. Como se muestra en la tabla 18.
Tabla 18. Análisis de regresión de las variables sociodemográficas y de análisis Modelo Coeficiente
estandarizado
Β
p Intervalo de
Confianza
(bajo –alto)
Durbin –
Watson
F VIF Media de
los
residuos
Apoyo
emocional/informacional
-.480** .000 -.823 -.369 1.368 55.297 2.410 .000
Control de emociones -.299** .000 -.356 -.152
Interacción social positiva -.193* .037 -.991 -.032
*p=˂ .05, **p=˂ .01, R: .760 R2 ajustado: .568
76
Capitulo cinco
Discusión
El objetivo de la presente investigación fue establecer la relación existente entre la
percepción de soledad y factores como el apoyo social, la autoestima y algunos rasgos de la
personalidad, en mujeres sin una relación de pareja estable. Y se encontró que existe una relación
significativa entre las variables de apoyo social: red de apoyo, apoyo emocional/informacional,
apoyo instrumental, interacción social positiva y apoyo afectivo, encontrándose puntuaciones mas
bajas en las mujeres con percepción de soledad, que en las mujeres sin percepción de soledad. La
prueba MOS-SSS de Apoyo Social, de Sherbourne y Stewart (1991) (adaptada para Colombia),
indica unas puntuaciones medias para el apoyo emocional/informacional en un rango de 27.4 –
39.4; para el apoyo instrumental en un rango de 13.1 – 19.7; para la interacción social positiva en
un rango de 13.2 – 19.8 y para el apoyo afectivo en un rango de 10.4 -15. Lo que indica que las
mujeres del estudio en el grupo con percepción de soledad puntuaron por debajo de los rangos, de
la siguiente manera: apoyo emocional, con una media de 3.5, lo que indica que a menor apoyo
emocional/informacional mayor percepción de soledad; apoyo instrumental con una media de
12.97, es decir una puntuación baja, indicando igualmente que a menor apoyo instrumental mayor
percepción de soledad; interacción social positiva con una media de 12.21, puntuación baja,
indicando que mientras menos interacción social positiva se posea, mas percepción de soledad se
tendrá y apoyo afectivo con una media de 8.61, también por debajo, según el rango de la prueba,
77
indicando que la falta de apoyo afectivo, incrementa la percepción de soledad; por otro lado las
mujeres que participaron en el estudio y que presentaban niveles adecuados de apoyo social, no
presentaron percepción de soledad. Se desconfirma entonces una de las hipótesis de investigación
que dice que “existe una relación directa entre la percepción que la mujer tiene de su soledad, y la
calidad de apoyo social de que disponga”, pues lo que arrojó este estudio es que sí existe una
correlación pero indirecta o negativa, donde: a mayor calidad en el apoyo social, menor
percepción de soledad. Aunque en la literatura es común encontrar similitudes entre soledad y
apoyo social, en tanto que ambas hacen referencia a las relaciones, para autores como Expósito y
Moya (1999), la soledad tiene un componente más subjetivo y emocional.
Con relación a la cantidad del apoyo social, evaluando la red de apoyo social con el mismo
cuestionario, se encuentra una media de 15.54, con una desviación estándar de 18.41,
encontrando en las mujeres con percepción de soledad una media de 8.82, mientras que en las
mujeres sin percepción de soledad, la media es de 17.48. Lo que puede indicar en este grupo de
mujeres que a menor cantidad en la red de apoyo, mayor percepción de soledad. Confirmando así
la hipótesis que enuncia que “hay una relación entre la percepción que la mujer tiene de su
soledad, y la cantidad de apoyo social de que disponga”, pues presenta una relación indirecta o
negativa, entre estas dos variables, a menor cantidad de apoyo social, más es la percepción de
soledad.
Con relación a la variable autoestima, en el presente estudio se obtuvo una media de 26.89,
con una desviación estándar de 3.21, una media más baja que la encontrada en el estudio de
validación de la prueba en población adulta en Chile, (Rojas-Barahona, Zegers y Förster, 2009),
de 32.47, con una desviación estándar de 4.14, y más baja que la arrojada por los estudios de
78
Rosenberg (1987), que presentan una media para mujeres de 31.14 y una desviación estándar de
4.55. Para este análisis se tendrá encuentra los valores encontrado en la población de mujeres
evaluada, por Rosenberg, que puntuaron en un rango entre 26.59 – 35.69. Al dividir el grupo
entre las mujeres con percepción y sin percepción de soledad, se encuentran unas medias muy
similares, 27.50 para las mujeres con percepción de soledad y 26.69, para las mujeres sin
percepción de soledad, lo que indica que no existe una relación entre estas dos variables, es decir,
en este grupo poblacional la autoestima no se relacionó con la percepción de soledad.
Contrastan entonces los resultados del presente estudio al compararlo con el estudio de
Expósito y Moya (1999), sobre la autoestima, donde señalan la existencia de tres fuentes de las
que procede la autoestima y que interesan por la importancia que otorgan al aspecto valorativo y
relacional, y por lo tanto por su relación con la experiencia con la soledad y son: a) reflejarse en el
otro; b) comparación social y c) evaluación de aspectos colectivos o sociales. Donde plantean,
que en relación con la soledad, existe evidencia empírica de la relación inversa entre la soledad y
la autoestima. De este modo, cuanto mayor es el sentimiento de autoestima que poseen las
personas, menos probable es que se sientan solas a lo largo de su vida (Peplau, et al., 1982; Borys
y Perlman, 1985). Los datos arrojados en este estudio invalidan la hipótesis que enuncia “Existe
una relación inversas entre la autoestima y la percepción de soledad que presentan las mujeres
que no tengan una relación de pareja estable”, pues se pudo observar que la autoestima no se
modifica ni en el grupo con percepción de soledad, ni en el grupo sin percepción de soledad. Esto
pudo deberse a que las mujeres del estudio que se encontraban como mínimo 3 meses sin una
relación de pareja (sin novio o sin esposo), pudieran estar experimentando un aumento de su
autoestima y confianza en sí misma, luego de sus rupturas afectivas. No obstante no se puede
79
asegurar que así sea, pues el objetivo del estudio no era una comparación de la autoestima antes y
después de una relación de pareja.
En cuanto a la relación entre percepción de soledad y personalidad, los datos indican que
hay una relación significativa entre estabilidad emocional y apertura a la cultura, con la
percepción de soledad, y una relación muy significativa entre las subdimensiones cordialidad y
control de emociones. Según los parámetros de comparación del instrumento BFQ –Big Five
(Caprara, Barbaranelli y Borgogni, 1995), el rango del promedio es de 46 – 55. Encontrándose en
la población estudiada los siguientes datos entre las mujeres que puntuaron con percepción de
soledad: estabilidad emocional: una media de 46.86; cordialidad, una media de 46.89; control de
emociones, una media de 46.04 y apertura a la cultura con una media de 44.25. Obteniendo en
las cuatro variables puntuaciones más bajas que en el grupo de mujeres sin percepción de soledad,
que puntuaron de la siguiente manera: estabilidad emocional, una media de 53.2; cordialidad, una
media de 52.28; control de emociones, una media de 53.4 y apertura a la cultura una media de
47.57. Indicando que existe una correlación negativa o indirecta entre las variables de
personalidad referidas y la percepción de soledad, es decir a menor estabilidad emocional,
cordialidad, control de emociones y apertura a la cultura, mayor será la percepción de soledad.
Para el análisis de la variable estabilidad emocional y su subdimensión, control emocional, se
aceptan las hipótesis planteadas: 1) existe una relación inversa entre extroversión y percepción de
soledad, 2) existe una correlación inversa entre introversión y percepción de soledad, 3) existe
una relación inversa entre afabilidad y percepción de soledad, 4) existe relación inversa entre
factor tesón o responsabilidad, con la percepción de soledad, 5) existe una relación inversa entre
80
la estabilidad emocional y la percepción de soledad, y 6) existe una relación inversa entre la
apertura mental y la percepción de soledad.
Con relación al análisis predictivo de factores de riesgo el estudio arrojo principalmente tres
factores en cuanto a percepción de soledad, dos con relación al apoyo social: Apoyo
emocional/informacional e interacción social positiva y un factor con relación a la personalidad:
control de emociones. Lo que nos permite entender entonces que a menor apoyo relacionado con
el compartir amistades, tener acceso a un confidente y alguien con quien se pueda obtener
información y el tener dificultades para relacionarse adecuadamente con las personas del entorno,
hacen que se incremente la percepción de soledad. De la misma manera el reaccionar de un modo
exagerado ante las situaciones hará que la soledad se perciba de una forma mayor, es decir a poco
control emocional, mayor percepción de soledad.
Este mismo análisis predictivo nos permitirá hacer un giro hacia la búsqueda de los factores
protectores que tienen las mujeres que por el contrario no presentaron percepción de soledad.
Indicando entonces que un buen apoyo social, en sus componentes: apoyo
emocional/informacional e interacción social positiva y una buena estabilidad emocional, en
cuanto al adecuado control de emociones, acompañados de niveles adecuados de energía, tesón,
afabilidad y apertura mental, protegerá a las mujeres de presentar los síntomas negativos de la
soledad y podrán verla como una oportunidad de autoconocimiento.
Las limitaciones del presente estudio pueden encontrarse en la dificultad de definir y
conceptualizar el fenómeno estudiado: la soledad real y la soledad percibida, pues ambos son
conceptos abstractos y difíciles de definir. En algunas ocasiones las variables independientes
como apoyo social, autoestima y personalidad, que se estudiaron como factores causales,
81
predisponentes o de desencadenantes, de la percepción de soledad, podrían a su vez ser vistas
como variables dependientes del nivel de soledad percibido. Este se convertiría en un nuevo tema
de investigación. Otra limitación fue el tiempo de tres meses mínimo sin relación de pareja
estable que se eligió como criterio de inclusión de la muestra, considerando, como un tiempo
adecuado para tener la claridad de estar o no en pareja; pudo no haber sido el tiempo suficiente
para una adecuada elaboración del duelo, que puede estar contemplado en la literatura entre 6-12
meses, aproximadamente.
El grupo permitió hacer una clasificación intragrupo para determinar las mujeres con y sin
percepción de soledad, pero pudiera ser recomendable para futuros estudios poder contar con
grupos de comparación equivalentes tanto en cantidad como en cualidades, entre quienes
presentan percepción de soledad y quienes no la presentan, para profundizar en los factores desde
una perspectiva multicausal y tratar de identificar otros factores diferentes a los propuestos por el
presente estudio.
Las fortalezas que tiene el trabajo fue sus diversos niveles de alcance: el proyecto tuvo un
alcance descriptivo, al describir la muestra estudiada (125 mujeres de municipios del
departamento de Antioquia) especificando sus características sociodemográficas, y como se
distribuyeron las variables entre ellas. Se continuo hacia un nivel comparativo, para mirar
presencia de las variables de análisis, intragrupo, al clasificar el grupo entre las mujeres que
presentaron percepción de soledad y las que no la presentaron y se continuo con un análisis
correlacional que permitió ver como se comportaban las variables unas con otras y se termino con
un análisis de regresión lineal que permitió un nivel de predicción de factores de riesgo y factores
de protección en la población estudiada.
No se presentó ningún problema con la consecución de la muestra. El número de personas
se selección teniendo en cuenta el numero de variables a analizar, se logro más del numero
requerido, de acuerdo a la formula estadística utilizada, no obstante puede verse como una
82
limitación del estudio, el hecho de centramos en municipios del oriente antioqueño. Por lo tanto
sería recomendable para próximos estudios, ampliar la muestra con una mayor cobertura a nivel
departamental o nacional. No se presentaron dificultades en el cumplimiento del cronograma, La
metodología fue coherente con los objetivos planteados y permitió el alcance propuesto en la
investigación.
A modo de conclusión, si para el paradigma cognitivo, el ser humano, es un ser capaz de
tener representaciones metales, entonces se podría hablar no de la soledad, en sí misma, como una
causante, desencadenante o contribuyente de la salud mental o ausencia de la misma, se podría
hablar mejor de la “percepción” que se tenga de ella, ya sea de una forma positiva, lo que se
constituiría en un factor protector, o de una forma negativa, lo que se constituiría en un factor de
riesgo. Desde esta perspectiva se puede definir el termino percepción de soledad si bien como
“…la interpretación que haga el sujeto de la situación que está viviendo para que la carencia
afectiva-social y/o física que identifique sea evaluada como una situación negativa, o bien, como
una oportunidad de autoconocimiento” (Montero et al. 2001); o bien “…la percepción de
ausencia de un tipo muy específico de relación y que además está estrechamente vinculado a la
persona o fuente que hace posible esa relación o que suministra el apoyo social (Peplau y
Perlman, 1982; Weiss, 1973, 1982; Russell, 1978; Young, 1982).
La mujer sola tendrá entonces la tarea de reconstruir su historia, de re-significar estereotipos
que la estigmatizan, tendrá que “hacer conciencia” de su soledad y “ser consciente” de ella misma
y de su rol en el mundo, en el espacio y tiempo en que se encuentre sola, entendiendo el ser
consciente como vivir la particularidad de su propia experiencia, transponiéndola en la
universalidad de su saber. Es decir, teniendo clara su vivencia, contactándose con ella, mirando su
soledad en relación con su experiencia de vida y su relación con el mundo, con su entorno y con
su momento vivido. Debe ser creadora, constructiva, propositiva y capaz de vivir su soledad en
términos de lo real, pero vincularlo directamente con su capacidad de re-significar su realidad, y
teniendo conciencia de su percepción de ella, siendo capaz de captarla, contemplarla, interesarse
por ella, admitirla y “experimentarla”, proyectarse con o sin ella y esperar. Sólo así se podrá
obtener de ella elementos protectores necesarios para el bienestar: puede ser vista como una
virtud que permitirá el autoconocimiento, lo que ayudará a mejores relaciones con los otros,
83
impulsará a la creatividad, es una oportunidad para leer más, para pintar, para oír música, para
proyectarse y le permitirá descubrir la autoafirmación, la autonomía y la “libertad”,
Para esto es necesario que la mujer tenga una conciencia de su soledad, conciencia que
iniciaría al ser capaz de hablar de ella, y que éste poder hablar, poder comunicar su sentir, su
vivencia, la lleve a un nuevo significado de sí misma en relación con el mundo que la rodea,
ubicando en ese mundo, su contexto, sus otros y su vinculación o desvinculación con ellos.
La conciencia que la mujer tenga de sí misma y de su soledad, será entonces constituida
por su percepción de ella y de su mundo, por su comunicación con él, por su memoria histórica y
por factores fundamentales que la constituyen como su personalidad, su autoestima, por sus
procesos de vinculación, que estarán influidos y afectados, por el otro, por la relación o no con el
otro u otros materializados en su red de apoyo social. Pues aunque la mujer no tenga una relación
de pareja estable, siempre estará mediatizada por el otro o por lo otro.
La mujer sin relación afectiva estable tiene entonces el desafío de recuperar o
potencializar la confianza en sí misma y en el otro, reconstruir y utilizar su historia para
resignificar sus vivencias, aceptarse en su diferencia, en síntesis deberá comprender su presente
en el mundo y tomar posición frente a su elección de vida, y vivir su realidad en un entorno
intersubjetivo, que la criticará, estigmatizará, excluirá y/o que la apoyará, honrará e incluirá.
Deberá pasar de lo íntimo a lo público, sin miedo, sin vergüenza, sin culpas y procurar su
adaptación y transformación.
Se pudiera decir entonces que la soledad puede ser entendida no como un síntoma
cargado de patología, sino como un fenómeno contemporáneo, al cual no hay que temerle.
84
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89
APÉNDICES
90
Apéndice A. Escala de Soledad UCLA (Versión 3). Daniel W. Russell (1996)
INSTRUCCIONES
Las siguientes frases describen cómo se siente a veces la gente. Indica con qué frecuencia cada frase describe la
forma en que te sientes. Para ello marca uno de los cuatro números:
Por ejemplo: ¿Con qué frecuencia te sientes feliz?
Si nunca te sientes feliz marca el 1 (Nunca), si siempre te sientes feliz marca el 4 (Siempre)
NUNCA POCAS VECES MUCHAS VECES SIEMPRE
1 2 3 4
1 ¿Con qué frecuencia sientes que la gente que te rodea te entiende? 1 2 3 4*
2 ¿Con qué frecuencia sientes que te falta compañía? 1 2 3 4
3 ¿Con qué frecuencia sientes que no hay nadie a quien puedas pedir ayuda? 1 2 3 4
4 ¿Con qué frecuencia te sientes solo/a? 1 2 3 4
5 ¿Con qué frecuencia sientes que haces parte de un grupo de amigos/as? 1 2 3 4*
6. ¿Con qué frecuencia sientes que tienes mucho en común con la gente que te rodea? 1 2 3 4*
7. ¿Con qué frecuencia sientes que ya no tienes a nadie cerca de ti? 1 2 3 4
8. ¿Con qué frecuencia sientes que tus intereses e ideas no son compartidos por quienes te rodean? 1 2 3 4
9 ¿Con qué frecuencia sientes que eres una persona sociable y amistosa? 1 2 3 4*
10 ¿Con qué frecuencia te sientes cercano a las personas? 1 2 3 4*
11 ¿Con qué frecuencia te sientes excluido? 1 2 3 4
12 ¿Con qué frecuencia sientes que tus relaciones sociales no son significativas? 1 2 3 4
13 ¿Con qué frecuencia sientes que nadie te conoce realmente bien? 1 2 3 4
14 ¿Con qué frecuencia te sientes aislado/a de los demás? 1 2 3 4
15 ¿Con qué frecuencia sientes que puedes encontrar compañía cuando lo deseas? 1 2 3 4*
16 ¿Con qué frecuencia sientes que hay personas que realmente te comprenden? 1 2 3 4*
17 ¿Con qué frecuencia te sientes tímido? 1 2 3 4
18 ¿Con qué frecuencia sientes que tienes personas alrededor, pero que no están contigo? 1 2 3 4
19 ¿Con qué frecuencia sientes que hay personas con quien puedes hablar? 1 2 3 4*
20 ¿Con qué frecuencia sientes que hay personas con las que puedes contar? 1 2 3 4*
91
Apéndice B. Cuestionario de Apoyo social
CUESTIONARIO DE APOYO SOCIAL
(MOS-SSS; Sherbourne y Stewart, 1991, adaptado para Colombia).
Instrucciones
A continuación, encontrarás algunas preguntas sobre el apoyo o ayuda del que dispones de otras personas.
1. A
s
1
Aproximadamente, ¿cuantos amigos y familiares cercanos tengo? (personas con las que me
siento a gusto y con quienes puedo hablar sobre lo que pienso).
Escribo en la casilla el número de amigos y familiares cercanos:
_____
Algunas veces, las personas buscan a otras por compañía, ayuda u otro tipo de apoyo. ¿Con qué frecuencia están
disponibles para mí cada uno de los siguientes tipos de apoyo si los necesito?
Opciones de respuesta:
1 2 3 4 5
Nunca Pocas veces Algunas veces Muchas veces Siempre
2.
2
Alguien que me ayude cuando tenga que guardar reposo en cama. 1 2 3 4 5
3. 3
Alguien con quien pueda contar para que me escuche cuando necesite hablar. 1 2 3 4 5
4. s
4
Alguien que me aconseje cuando esté en crisis. 1 2 3 4 5
5. s
5
Alguien que me lleve al doctor si necesitara ir. 1 2 3 4 5
6. s
6
Alguien que me demuestre amor y afecto. 1 2 3 4 5
7. s
7
Alguien con quien paso buenos ratos. 1 2 3 4 5
8. s
8
Alguien que me dé información para ayudarme a entender una situación. 1 2 3 4 5
9. s
9
Alguien en quien puedo confiar o hablar sobre mí mismo y mis preocupaciones. 1 2 3 4 5
10. 1
0
Alguien que me abrace. 1 2 3 4 5
11.
1
Alguien con quien pueda relajarme. 1 2 3 4 5
12. 1
2
Alguien que me prepare las comidas si no pudiera hacerlo yo misma/o. 1 2 3 4 5
13. A
s
Alguien de quien realmente desearía recibir un consejo. 1 2 3 4 5
14. A
4
Alguien con quien pueda hacer algo que me ayude a despejar mi mente. 1 2 3 4 5
15. A
5
Alguien que me ayude con mis quehaceres domésticos si estuviera enferma/o. 1 2 3 4 5
16. A
6
Alguien con quien compartir mis mayores preocupaciones y miedos. 1 2 3 4 5
17. s
Alguien a quien acudir para que me sugiera cómo manejar un problema personal. 1 2 3 4 5
18. A
8
Alguien con quien divertirme. 1 2 3 4 5
19. 1
9
Alguien que entienda mis problemas. 1 2 3 4 5
20. AAlguien a quien amar y que me haga sentir amado. 1 2 3 4 5
92
0
Apéndice C. Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES)
A continuación encontrará una lista de afirmaciones en torno a los sentimientos o pensamientos que tiene sobre usted
mismo. Marque con una X la respuesta que más lo identifica.
Muy de
acuerdo De acuerdo
En
desacuerdo
Muy en
desacuerdo
1 En general estoy satisfecho conmigo
mismo,
2 A veces pienso que no soy bueno en
nada.
3 Tengo la sensación de que poseo algunas
buenas cualidades.
4 Soy capaz de hacer las cosas tan bien
como la mayoría de las personas.
5 Siento que no tengo demasiadas cosas de
las que sentirme orgulloso.
6 A veces me siento realmente inútil
7
Tengo la sensación de que soy una
persona tan valiosa, al menos igual que la
mayoría de la gente.
8 Ojalá me respetará más a mí mismo.
9 En definitiva, tiendo a pensar que soy un
fracasado.
10 Tengo una actitud positiva hacia mí
mismo.
93
Apéndice D. Encuesta sociodemográfica
ENCUESTA SOCIODEMOGRÁFICA
INVESTIGACIÓN
RELACIÓN ENTRE PERCEPCIÓN DE SOLEDAD Y FACTORES COMO APOYO SOCIAL,
AUTOESTIMA Y RASGOS DE PERSONALIDAD, EN MUJERES SIN RELACIÓN DE
PAREJA ESTABLE
Edad: (_________)
Estado Civil:
Soltera ( ) Casada ( ) Unión Libre ( ) Separada/divorciada ( ) Viuda ( )
Estrato Socioeconómico:
1 ( ) 2 ( ) 3 ( ) 4 ( ) 5 ( ) 6 ( )
Ocupación:
Empleada ( ) Independiente ( ) Desempleada ( ) Ama de Casa ( )
Profesión: ( _____________________________ )
Nivel Académico:
Sin estudios ( )
Primaria incompleta ( ) Primaria completa ( )
Secundaria incompleta ( ) Secundaria completa ( )
Técnico o tecnológico incompletos ( ) Técnico o tecnológico completos ( )
Universitario incompleto ( ) Universitario completo ( )
Tiempo en meses sin relación de pareja estable: ( __________ )
94
Apéndice E. Consentimiento informado
Investigación: Relación entre percepción de soledad y factores como apoyo social, autoestima y rasgos
de personalidad, en mujeres sin relación de pareja estable.
Maestría en Psicología de la Universidad de San Buenaventura- Medellín (Colombia)
Yo ____________________________________________________________
He sido informado ampliamente sobre los objetivos de esta investigación y acepto participar en ella para
facilitar la mejor comprensión científica sobre el tema de la percepción de soledad en la mujer.
Acepto participar en la investigación de la siguiente manera:
1. Contestando objetivamente una serie de preguntas formuladas en la encuesta y en los cuestionarios.
2. Aceptando que los resultados de las evaluaciones sean utilizadas en la preparación de publicaciones
científicas, siempre y cuando se conserve en el anonimato la identidad.
3. Entiendo que en caso de detectarse una dificultad en torno a la salud mental, estabilidad psicológica y
física, seré informado ampliamente y el equipo investigador me recomendará el tratamiento adecuado
más no asumirá los gastos del mismo.
4. No se recibirá dinero por parte de los investigadores
5. Se reserva el anonimato aún cuando no sean publicados los resultados
Esta investigación contempla parámetros establecidos en la resolución No 008430 de 1993 del 4 de
Octubre, emanada por el Ministerio de Salud, en cuanto a investigaciones con riesgo mínimo, realizadas
en seres humanos.
He sido informado sobre las incomodidades que se pueden presentar en esta investigación, tales como:
1. Pueden existir preguntas que me molesten o me causen vergüenza, las cuales no estaré obligado a
responder o puedo solicitar que me las expliquen.
2. Puedo retirarme de la investigación cuando lo desee.
3. Todas las evaluaciones clínicas realizadas serán gratuitas.
___________________________ ________________________________
Participante (firma) Auxiliar de Investigación (firma)
CC CC
95
Apéndice F. Prueba de Normalidad: variable años cumplidos y tiempo en meses sin relación
de pareja estable.
96
Apéndice G . Prueba de Normalidad variable percepción de soledad y variables de análisis
97
Apéndice H. Prueba de normalidad: variables de análisis en el grupo clasificado con y sin percepción de
soledad.
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