8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
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HACIA UNA ECLESIOLOGIA
EVANGELIZADORA
U A P RSPECTIV A WE LEYANA
José Míguez Bonino
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JOSÉ MÍGUEZ BONINO
HACIA UNA
ECLESIOLOGIA
EVANGEUZADORA
UNA PERSPECTIVA WESLEYANA
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©
2 00 3 J os é M ig ue z Bon in o
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262
M 5 8 8
MIGUEZ BONINO,
José
Hacia una eclesiologia evangelizadora:
una
perspectiva
wcsleyanal
José Migucz Bonino. Sao Bernardo do Campo.
Editeo.
2 0 0 3 .
90 p.
ISBN 8 5 -8 8 4 1 0 -5 0 -8
1.
Eclesiologia
1.
Teologia
1. Un a
perspecti
ya
wesleyana JI.
Título
CDD 1 8 e d.
Editeo/Ciemal
2 3
Pnbl icac iá» espec ial el/ oca si ón de l a
]/1 11 A samb lea G en era l d e CIEAIAL
Uu iuer si dad Me tod is ta d e
Piraarabn
(Brasil)
MC1)
o 17 a 22 -
2003
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INDIC DE Co TENIDO
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PALABRAS PREVIAS
Podríamos comparar el hallazgo de un tesoro al mo-
mento cuando el Dr. José Miguez Bonino encontró en-
tre sus escritos y libros el material que ahora ponemos
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Hacia una Eclesiologia Evangelitadora
opuesto: la conexionalidad metodista es entrenamien-
to para el ecumenismo.
2. Es un servicio hacia la renovación de la Iglesia.
Dice el Dr. Miguez, \Xfesley
e nte ndió
su misión en tér-
minos de la renovación de la Iglesia . Hoy la renovación
de la Iglesia es una constante frente a nuevos desafíos de
la misión.
Una aurénrica renovación viene del Espíritu anta, es
una apertura de la vida de la Iglesia a la plena disposi-
ción de Jesucristo)' al mismo tiempo la apertura de los
ojos y los brazos hacia las necesidades humanas en la
búsqueda de la vida plena que Dios desea.
3. Es una ayuda hacia una responsable afirmación de
nuestra fe.
Hoy aparecen teologías heréticas que buscan utili-
zar el nombre de Dios para obtener poder
y
dinero mien-
tras Jesús no tenía donde reclinar su cabeza. e ha cam-
biado al eñor de la Iglesia por otros señores que pro-
mueven la prosperidad en lugar del servicio y el
éxito
en
lugar de la humildad. Afirma el autor .. .la verdad que es
en Cristo es mayor que nuestras confesiones y continúa
corrigiéndolas, completándolas)' renovándolas, ello nos
obliga a una permanente confrontación crítica de nues-
tras confesiones con el testimonio bíblico .
4. Es un desafío a una más profunda reflexión e im-
portancia de la evangelización en la vida de la congrega-
ción. na responsable evangelización compromete una
vida de Iglesia que edifique)' una acción pastoral de con-
solidación en la fe. na congregación donde la gente
entre por la puerta del frente y salga por la de atrás es
inconcebible para Juan
\1 csley,
Palabras previas
Finalmente nuestra palabra de gratitud al Dr. José
Miguez Bonina l or esta ofrenda a la Igle ias que in-
tegran CIEMAL, asimismo al Dr. Rui de o uz a
Jo grilberg por su interés y gestión para que esta publi-
cación haya podido ser una realidad.
Obispo(E) A/do M. D/chego) C/1
S ec reta rio G en er al d e CJEMAL
M ayo 2 003
11
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LA ECESIDAD DE RE OVACION
EL TRASFO DO DEL DESPERTAR
METODISTA
En el prefacio a su interesante y significativo Libro
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Hacia WIO Eclesiologia Evangelizadora
responde a la misma preocupación con la confianza en
que el mensaje del Señor ha sido depositado en ella [la
Iglesia] como un precioso depósito es depositado en un
vaso excelente,
y
este mensaje (praedicatioj se renueva a
sí mismo y al hacerlo renueva la juventud del vaso que la
conriene ?
El
diálogo ecuménico, nos decía Visser't Hooft es una
conversación en torno a la renovación de la Iglesia. Pero
de inmediato añade: ha habido, sin embargo, poca re-
flexión sobre el carácter de la renovación que buscamos
(loc.cir.). Una forma eficaz de llevar adelante ese diálo-
go, por lo tanto, es articular nuestra conversación
intercon fesional en torno al tema de la renovación de la
Iglesia. ¿Cómo se entiende esa renovación en nuestra tra-
dición confesional? ¿En qué eclesiología implícita o ex-
plícita se fundamenta? ¿Cómo se relaciona con otras
eclesiologías y otras concepciones de la renovación? Es
en este contexto donde queremos ubicar el tema de nues-
tras reflexiones en esta Semana Wesleyana . El tema
me parece particularmente apto, pues Wesley entendió
su misión en términos de la renovación de la Iglesia
(aunque el vocablo mismo no aparece en sus escritos).
Escribiendo a Mary Bishop (hija de un líder cuáquero
que reflexiona sobre su relación con la Iglesia de Ingla-
terra, Wesley se pronuncia así:
Los metodistas originales eran todos de la Iglesia de Ingla-
[erra, )' cuanto más despenados fueron, tanto más firme-
mente adhirieron a ella en todo respecto, tanto de doctrina
como de discipl ina . ..Creemos que es totalmente i lícito sepa-
rarnos de la Iglesia, a menos que nos fueran impuestos tér-
minos pecaminosos de comunión ... Por lo tanto, aunque
existen muchas circunstancias desagradables, aconsejo a to-
dos nuestros amigos gue se mantengan en la Iglesia. Cier ta-
14
La necesidad de renovación
mente Dios nos ha levantado para la Iglesia , principalmente
para que un poco de levadura leude toda la masa'
El problema de la separación que finalmente ocurrió
nos ha de ocupar mas adelante. Lo que importa señalar
ahora es la clara conciencia de Wesley de que su misión
se vinculaba a la obra renovadora del Espíritu Santo en
la Iglesia.
Es interesante advertir que es precisamente en este
punto donde el Catolicismo Romano comi~nza ahora a
insertarse en el diálogo ecuménico. Todo el ingente mo-
vimiento bíblico, litúrgico, eclesiástico y social del Cato-
licismo Romano se articula en la voluntad de una reno-
vación. Y en sus precisiones sobre la finalidad del Con-
cilio Vaticano Il, tanto Juan XXIII como Pablo VI han
retornado de diversas maneras y con una enorme varie-
dad de términos, sobre este tema (despertar, renovación,
crecimiento, revigorización, adecuamiento, reforma, re-
juvenecimien to, refloración, revisión, renacimiento, re-
nuevo). La obra del Concilio Ecuménico está en ver-
dad orientada toda ella a devolver - r idare -el esplen-
dor al rostro de la Iglesia de Jesús, conforme a los rasgos
más simples y puros de su nacimiento ... (AAS 51 -
1960).
Es necesario añadir una palabra en cuanto a la orien-
tación que seguimos en nuestro enfoque del tema. El
estudio de las doctrinas ele una determinada denomina-
ción no es, en efecto, teológicamente neutro. La pers-
pectiva denota ya una toma de posición teológica en ge-
neral,
y
eclesiológica en particular.
Podríamos decir que los métodos de estudio de la
doctrina denominacional pueden catalogarse en tres ti-
pos: (1) Primeramente hay una orientación apologética-
15
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Hacia
tilla Eclesiotogia Evangeliradora
polémica, que consiste en la presentación ~r defensa de la
propia posición confesional en contraposición con las
demás. Lógicamente se subraya aquí lo que es distintivo
y
distinto en la propia denominación con el fin de de-
mostrar su superioridad en términos de alguna norma
aceptada. Este es el método que caracterizó la polémica
católico-protestante de la época posterior a la Reforma
yen buena medida las presentaciones confesionale pro-
tes tanres ( f.la Ev:a11lcn Cocilii Tndentini de Chelllllitz, o las
obras católicas de Belarmino o Canisio). (2) Una segun-
da orientación podría caracterizarse como objetiva-com-
parativa. Tratase aquí de describir en forma científica,
desperjuiciada, las creencias
y
características de una de-
nominación, generalmente en comparación objetiva con
las demás. Este enfoque ha subrayado en algunos casos
el estudio comparativo de las Confesiones de fe y sím-
bolos crcadles de las iglc ias (la llamada
ymbó li c a ) , y
en
otros el estudio de cada iglesia como un todo, con su
doctrina, liturgia, organización, piedad, ética
y
demás
característica (la llamada 'Konfessionskunde'). (3) Fi-
nalmente, debemos hablar hoy de un enfoque ecumé-
nico del estudio de la confesiones, que \Xlilhelm iesel
define así:
El pensamiento
ecuménico
no significa en manera alguna
que todo se relativiza sino, por el contrario, que se roma en
serio la verdad que me ha salido al encuentro y entro en
diálogo franco con el otro acerca de ella. Tal diálogo presu-
pone que los otros están di puestos a responder. Si no lo
están,
puede ocurrir que el necesario diálogo se transforme
cn simple protesta. Tal diálogo ecurnérnco presupone rarn
bién que uno mismo e s r á pronto a que los demás lo inrerro
gucn y en algún caso aprender de ellos.'
La necesidad de renovación
No podemos considerar los dos primeros enfoques
como simplemente pasados de moda
y
caducos. Por una
parte, se impone un estudio objetivo, riguroso, para de-
terminar con precisión la naturaleza, el contenido, la si-
tuación histórica, el alcance de determinada doctrina o
posición denominacional. El rigor científico de esta ta-
rea no debe desvirtuar, sin embargo, el hecho que esta-
mos tratando con la confesión de nuestra fe, es decir,
con el testimonio del Evangelio de Jesucristo, tal como
se ha impuesto a nuestra conciencia por la obra del Es-
píritu Santo. Y, como lo recordaba Lutero, El Espíritu
anto no es escéptico sino que ha grabado en nuestros
corazones convicciones más firmes que la muerte. a
exposición
y
discusión de la propia confesión ele fe debe
expresarse, pues, con la convicción de quien da testimo-
nio de una verdad vital, con el desapego de quien sim-
plemente enuncia un hecho neutral. La polémica - la
buena batalla de la fe -
y
la apología - la razón de nues-
tra esperanza - no pueden quedar ex c lui d a s. 'na posi-
ción confesional es necesariamente excluyente y crítica,
porque es una defensa del auténtico mensaje. Pero no
podemos detenernos allí. o podemos hacerlo porque
sabemos que la Verdad que es en risto es mayor que
nuestras confesiones y continúa corrigiéndolas, comple-
tándolas renovándolas,
y
ello nos obliga a una perma-
nente confrontación crítica de nuestras confesiones con
el testimonio bíblico. Ma aún,
y
precisamente como
metodistas, sabemos que no somos la Iglesia en senti-
do exclusivo, sino
que,
en el presente estado de división
del pueblo de Dios, vivimos en la absurda situación de
haber fragmentado la plenitud del Evangelio en la plum
lidad ele nuestras tradiciones. Por eso, la corrección del
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Hacia una Ectesiotogia Evangelizadora
Señor nos encuentra frecuentemente en la relación con
el hermano, con la Iglesia hermana. No se trata, simple-
mente, ele la integración de trozos re quebrajados de la
verdad, de una especie de rompecabezas interconfesional.
Se trata, en cambio, de la búsc¡ueda en fe, a partir de
nuestra realidad concreta, humilde
y
firmemente proce-
sada, ele la plenitud viviente del mensaje de Jesucristo.
Se trata de interrogar en fe ya la fe de la otra denomina-
ción y de dejarnos interrogar por ella. Se trata, en fin, de
colocar nuestro diálogo confesional al servicio del diálo-
go de Jesucristo con su pueblo.
Este es el método que deseamos emplear para nues-
tra reflexión sobre Wesley y la renovación de la Igle-
sia . Por supuesto, que el estudio estará lejos de ser ex-
haustivo. i el tiempo disponible ni la limitada investi-
gación que hemos podido dedicarle hacen posible tal
pretensión. Intentaremos, más bien, sugerir algunas lí-
neas de acercamiento al problema
y
de reflexión sobre el
mismo. El plan que adoptaremos es sumamente sencillo.
En primer lugar trataremos de comprender la naturaleza
del problema gue se plantea Wesley, es decir, la situación
y los términos concretos en gue el problema de la reno-
vación de la Iglesia se presenta en Inglaterra en el siglo
XVIII. Para ello repasaremos brevemente las caracterís-
ticas de la época y la situación de la Cristiandad en Ingla-
terra en ese momento. En nuestra segunda conferencia
bosquejaremos lo que podríamos llamar la ' eclesiología
explícita de \XIesley:su concepción de la Iglesia tal como
se expresa n sus escritos. Este estudio nos presentará el
problema de una aparente ambigüedad de la
eclesiología wesleyana: a saber, la tensión entre iglesia
multitudinaria e iglesia confesante. :;n nuestra tercera
/8
La necesidad de renovación
presentación buscaremos en el avivamiento wesleyano
la respuesta a esa ambigüedad. ¿Cómo resuelve Wesley
de hecho la tensión en su ministerio? y¿qué representa
teológicamente esa solución? finalmente, trataremos de
evaluar críticamente, )' a la luz de la discusión ecuménica
corriente el significado de esa solución wesleyana, tanto
en sus deficiencias como en su posible contribución.
Dado que en ningún momento pretendemos una pre-
sentación exhaustiva, nos limitaremos a citar a \Xlesley
selectivamente, como ejemplificación mas bien c¡uecomo
documentación,
y
reduciremos a lo mínimo las fuentes
secundarias, sin entrar a los problemas críticos c¡ue se
plan tean con respecto a pasajes o incidentes históricos,
salvo cuando tengan una atingencia muy directa al tema
en consideración.
1
El trasfondo de la situación de la Cristiandad en la
época inmediata anterior al despertar metodista es un
verdadero tránsito de una a otra época, del c¡ue la Iglesia
cristiana alcanzó a tomar conciencia sino lentamente y
con mucha posterioridad. La paz de Westphalia en 1648
en
el
continente europeo significa más gue el fin de una
guerra religiosa, el fin de las guerras religiosas. Europa
queda desilusionada y escéptica respecto de iglesias cu-
yos conflictos han desencadenado (o servido de excusa
y estímulo para desencadenar) un torbellino de odios,
conflictos, persecuciones, miseria, devastamiento y ham-
bre. El hombre del siglo XVIII busca una era de toleran-
cia y de tranquilidad,
y
está muy dispuesto a escuchar a
quienes le dicen gue debe tratar de ganarla por el libre
/9
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Hacia t il la Eclesiologia Evongelizadora
ejercicio ele su razón y su libertad no por la sumisión a
una religión que ha sumido a Europa en un baño de an-
gre. La autoridad política recibe el prestigio que pierde
la religiosa. El hombre espera más de un gobierno fuer-
te
y
estable, que pueda controlar las facciones religiosas
en pugna, un estado verdaderamente soberano. La ética,
la razón, la libertad, el estado y la naciente revolución
industrial reemplazan a la Iglesia como eje de la realidad
humana. La era de la Iglesia instituida, de la autoridad
garantizada de la religión cristiana, ha pasado. El hom-
bre se libera de la tutela religiosa. Esta situación se ha
explicitado en el transcurso de los siglos siguientes y en
ciertos sentidos recién hoy percibimos la totalidad de su
impacto. Pero el paso decisivo en esa dirección ya había
sido dado cuando uropa se sacudió cansada al levan-
tarse de las guerras de religión del siglo XVII.
En Inglaterra el proceso es lento y complejo y fácil-
mente puede engañarnos. La religión y la Iglesia parecen
seguir ejerciendo un papel muy importante, pero en rea-
lidad, desde los últimos años de la Revolución puritana,
quedan subordinados a lo político. En efecto, esta hora
crucial de Europa encuentra a la Iglesia en las Islas Bri-
tánicas en situación muy comprometida. La Revolución
Puritana se ha desprestigiado y con ella la posición reli-
giosa que la alimentó. Inglaterra da la bienvenida a la
Restauración ele la monarquía estuarda en 1660. Pero esto
no representa aún la tranquilidad esperada. La tensión
entre intereses confesionales, que desemboca en la polí-
tica catolizante de Jacobo l vuelve a llevar a una situa-
ción imposible que concluye con la Revolución de 1688
y la instauración de la dinastía de los Harinover. i bien
los diversos part idos eclesiást icos alcanzan momentánea-
20
La necesidad de renovación
mente un cierto control de la situación en diversos mo-
mentos del tira y afloja de ese medio siglo, la verdad es
que todas las Iglesias - Anglicana y disidentes igualmen-
te - quedan interiormente heridas y exteriormente
desprestigiadas en esta lucha.
Todos los historiadores de la época coinciden en se-
ñalar la intricada relación entre política eclesiástica y se-
cular en este período de la historia inglesa (,.
Pero no todos analizan con el mismo cuidado el efec-
to disolvente que estos compromisos tuvieron sobre el
prestigio de
la
Iglesia, transformada en instrumento.
Cragg comenta con razón - en este caso con respecto al
apoyo del partido Whig a la Iglesia Anglicana en la pri-
mera mitad del siglo XVIII - La Iglesia vino a ser el
premio por el cual los políticos contendían no un tema
sobre el que divergieran (Op.cit.,p.120). La Iglesia cris-
tiana no percibe la nueva realidad humana, no alcanza a
comprender el significado de la emancipación de la so-
ciedad del siglo XVIII y quiere perpetuar su situación de
prestigio. Pero no advierte que los papeles han cambia-
do y que lo único que consigue es colocarse en situación
de servil dependencia y sacrificar su propia salud.
II
¿Cómo vive la Iglesia en esta época en Inglaterra? Sin
duda los cuadros recargados de algunos historiadores -
particularmente apologetas metodistas como Fitchett que
esperaban poder destacar la gloria del metodismo cuan-
to más subrayaran la miseria de la situación que vino a
remediar - deben ser vigorosamente corregidos. Pero
esta corrección no de dice los ra gas fundarnenrale . L o
2
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Hacia una Eclesiologia Evangeliradora
obispos forman parte importante en la Cámara de Jos
Lores y por consiguiente el nombramiento de los mis-
mos tenía un carácter fuertemente político: era una for-
ma de asegurar el balance y J os juegos de poder. A su vez
creaba una situación de dependencia política y econó-
mica. Con un clero más numeroso que los puestos dis-
ponibles, la búsqueda de padrinazgo politico se hace tan
irnperioso como servil:
Considero mi deber informar a u Alteza (escribe Tomás _
Newto n al Conde de ewcastle) que el ArzobiSpo de York
se ~alla en su lecho de muerte y según todos piensan a qu í ,
dificilmenrr, vivirá más allá de mañana por la mañana, si lie-
ga. Al presentarse así dos vacantes confío en que la merced
y bondad de su Alteza tendrá en cuenta a quien
ya
por mu-
cho tiempo ha solicitado su favor .
I favor exigía el voto
y
apoyo del padrino político en
la sesión parlamentaria y la propaganda del mismo en la
diócesis. El pluralismo e .tirnulado por los escasísimos
emolumentos y
los
enormes gastos de algunas dióce is y
el consiguiente ausentisrno y descuido de las funciones
episcopales traía como consecuencia un debilitamiento
del clero en general, la deficiente preparación y la escasa
supervisión de los numerosos vicarios, cuya pobreza
rayana en la miseria
los
conducía muchas veces al aban-
dono y la vagancia.
No hay duda que el descrédito en que había caído el
clero no hacía justicia a muchos pastores fieles, parricu-
Iarrnen te en regiones rurales, de quienes han quedado
innumerables documentos. Pero el hecho objetivo es que
el clero como clase era enormemente impopular, objeto
de toda clase de sátira, ridiculizados como gente inmo-
derada e intolerante, cuando no sencillamente inmoral y
holgazana. Thomas Secker, arzobispo de Canterbury,
22
LA necesidad de renovacián
comenta: El Cristianismo es hoy vilipendiado y ridicu-
lizado con muy poca reservas, y sus maestros sin ningu-
na . La vida religiosa en las parroquias continuaba, no
totalmente muerta pero sí mu~' formal. La predicación
era superficial y generalmente moralizante, aunque con-
tinuaba siendo apreciada. La comunión frecuente era
desusada, reduciéndose Jos servicios de comunión a ce-
lebraciones trimestrales, particularmente en las zonas
rurales. En el campo de los disiden tes - presbiterianos,
congregacionales, cuáqueros - la situación no era mu-
cho mejor .
n sector creciente de la población iba quedando cada
vez más alejado de toda vinculación con la Iglesia. na
verdadera revolución agrícola , menos comentada pero
no menos real que la industrial, comienza desde 1740 a
desalojar un número considerable de pequeños propie-
tarios rurales que quedan sumidos en la pobreza o emi-
gran a las ciudades. La revolución industrial suele
fecharse desde 1760. Pero no siempre se advierte que las
primeras etapas, que se dejan sentir ya con dos o tres
décadas de anticipación, tuvieron un efecto considera-
ble, precisamente en la época del movimiento metodista.
Pronto surgieron en torno a las minas y fábricas
rancheríos miserables, donde la gente vivía hacinada,
desprovistas de las más elementales facilidades sanita-
rias, infectadas del humo, el hollín y los deshechos de la
naciente industria, que corrían por las callejuelas estre-
chas y desparejas. El efecto humano de este desplaza-
miento de población y las condiciones de vida han sido
suficientemente documentados para que resulte innece-
sario insistir sobre ellos. 9
23
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Hacia una Eclesinlogia Evangelizadora
El resultado neto fue una total enajenación d estas
crecientes masas de población de la Iglesia
r
su minisre-
no. in duda, hubo en la Iglesia una preocupación por
los pobres, y las obras de caridad no faltan en la época,
pero están marcadas por el paternalismo Cjue no hace
sino engendrar nuevo resentimiento y mayor enajena-
ción. lO
Mucho se ha hablado, )' en tonos sombríos, de la de-
generación moral de la sociedad inglesa en la época que
nos ocupa. Un historiador objetivo como Elliort - Binns,
luego de descontar estas exageraciones, resume:
La sociedad, aun en los primeros afio s de Jorge II 1 , e ra muy
corrupta , pese a sus refinamientos exteriores; consecuencia
no desusada de la ociosidad)' la irresponsabilidad ... El jue
go
y
las bebidas alcohólicas en exceso apenas podían
evitar-
se )' la inmoralidad sexual era dada por sentad ... Los naipes
eran una ocupación casi universal. .. Las cantidades aposta-
das eran excesivas ... La ebr iedad era un vicio del que ningu-
na clase estaba exenta, )' se lo hallaba igualmente en el cam-
po )' en la ciudad ... En vista del bajo estado moral no es
sorprendente que el crimen abundara)' que no hubiese una
gran sensib il idad popular en contra de él. . Frecuentemente
era resul tado de la necesidad) ' la desti tución .
Alguien ha hecho notar que, en realidad, estas condi-
ciones negativas no son una novedad de la época. Mas
bien corresponde notar que una reacción moral hace a
esta época un tanto más sensible a su existencia. notros
términos, si es evidente que el siglo XVIII presencia una
vida eclesiástica enferma, una crisis social aguda y un
deterioro moral alarmante, también lo es que en él se
manifiestan esfuerzos por superar estas condiciones. Una
24
La necesidad de renovacián
breve consideración de estas fuerzas nos servirán a la
vez para ubicar la renovación metodista en su contex-
to histórico y para apreciar lo que existe de verdadera-
mente nuevo en ella.
El siglo XVIII fue una época de fermento intelectual,
y
parte considerable de este esfuerzo se dirige al plano
religioso, en un esfuerzo por reemplazar la influencia
declinante de la autoridad eclesiástica sobre la vida mo-
ral del hombre por la autoridad auto-evidente de la ra-
zón. El intento comienza con un esfuerzo por recomen-
dar la religión
y
sus beneficios mediante el uso de la ra-
zón. Los plaronisras de Cambridge - Whichcote (1609-
83), Ralph Cudworth (1617-88), Henry More(1614-87)
- habían intentado hacia fines del siglo XVII, liberar la
religión del fanatismo eclesiástico y asentarla en la razón
la misma voz de Dios (\X1hichcote). La razón no era
para ellos aún el mero instrumento lógico del liberalis-
mo sino la candela del Señor , una afinidad del espíritu
humano con lo divino, Su actitud era reverente
y
humil-
de: sólo deseaban reemplazar la contenciosidad y polé-
mica vanas por un espíritu amplio, puro y reverente. Pero
su religiosidad, de inclinación mística, era del orden per-
sonal y si no repudiaba a la Iglesia, no tenía un lugar
verdaderamente esencial para ella.
El manto de los platonistas cayó sobre hombros me-
nos inclinados a la reverencia. Los latitudinarios del
cambio de siglo - Simon Patrick (1626-1707), Thomas
Tensión (1636-1715) - heredan el interés de sus maes-
tros por la razón. Pero ésta es para ellos ya la razón ra-
cional del liberalismo. Desprecian toda exageración de
piedad, personal o colectiva, que cae para ellos bajo la
categoría de entusiasmo . Su aporco is del sentido
25
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Hacia U/la Eclesiologia Evangelizadora
común (Moorman) los abre a las influencias del
socinianismo. Su religiosidad es básicamente moral y su
esfuerzo se dedica a sostener un alto nivel de moralidad
y honestidad personal en una época corrupta e intole-
rante. Si bien siguen exteriormente fieles a la Iglesia - y
algunos de ellos desempeñan cargos importantes en la
misma - su orientación espiritual es disolverse de toda
eclesiología. Cuando esta mentalidad se alía a un interés
político en la subordenación de la Iglesia al estado, re-
sulta el tipo de posición representada por el obispo
Hoadly en la llamada controversia de Bangor (1717 -18).
Benjamín Hoadly, obispo de Bangor, combatiendo a los
Non-jurors (que por escrúpulo de conciencia se habían
negado a aceptar la autoridad real de Guillermo de
Orange luego de la Revolución de 1688 (incidentalmente
a este grupo pertenecía la madre de Wesley), publica un
tratado en defensa del Erastianisrno y predica luego un
sermón en la Capilla Real sobre . La aturaleza del Rei-
no o Iglesia de Cristo .
La autoridad apostólica - afirma - no es continuada
por la Iglesia. Esta, en efecto, es simplemente la bien-
aventurada compañía de los fieles y no tiene autoridad
alguna en las cosas externas. En verdad, la Iglesia es in-
visible
y
la institución visible no es absolutamente ne-
cesaria . Los credos, órdenes y disciplina son igualmen-
te dispensables. Todo lo que realmente importa es la sin-
ceridad de cada hombre. El impacto de una doctrina tan
disolvente, en la situación explosiva de la lucha de
Latitudinarios e Iglesia Alta, condujo a la práctica anula-
ción de la Convocación , privando así de hecho a la
Iglesia de una corte de orden . Pero lo gue e digno de
26
Lo necesidad de renovación
advertirse aquí es el impacto del racionalismo sobre la
doctrina de la Iglesia.
El proceso de racionalización de la religión sufrió una
verdadera reductio ad absurdus en el deísmo, con la
total disolución de la fe cristiana en un racionalismo va-
gamente religioso y moralista. Por upue to, los deístas
comenzaron su labor con el propósito de defender la fe
cristiana mostrando que el Dios que la razón descubre
en el estudio de la Naturaleza y las obligaciones que la
mi ma razón descubre en su relación con Dios (un Crea-
dor, la inmortalidad del alma, una vida de virtud, casti-
gos y recompensas en la otra vida) coinciden con la Re-
velación: la fe cristiana fortalece y re-duplica la religión
natural (Cf. Locks, The Reasonableness of Christianiry,
1695). Pero la semilla de disolución estaba ya presente
en estos intentos de justificar la fe cristiana ante el tr ibu-
nal de la razón humana. Constituida en juez, la razón
pronto desplaza, sustituye y finalmente rechaza a la fe:
las religiones positivas son una corrupción de la religión
natural: los sacerdotes, engañadores que han aprovecha-
do la credulidad humana y las iglesias, instituciones que
preservan los intereses creados del clero que aprovecha
de ellas. Es cierto que Tillotson y Butler, entre otros,
ofrecieron brillantes defensa de la fe cristiana. Pero con-
cedido el punto básico, la autoridad de la razón para juz-
gar de la aceptabilidad de la fe cristiana, su defensa mal
podía rescatar a la época de su frustración religiosa. o
se debe negar las contribuciones positivas de todo este
proceso, pero en resumen, la defensa racional de la fe
demostró su impotencia para responder al desafío de la
nueva época
27
8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
16/48
Hacia lIIU/ Eclesiologia Evangelizadora
Hacia fines del siglo XVII aparecen en Inglaterra un
número de sociedades integradas por personas preocu-
padas por la decadencia de la moral y las costumbres
y llamadas Socieries for the Reformation of Ianners .
Su origen era religioso y su intención era lograr que la
legislación existente respecto de cuestiones morales se
cumpliese. Su esfuerzo se dirigía principalmente a de-
nunciar los casos de contravenciones y tratar de conse-
guir la cooperación de los magistrados en su condena-
ción. La lista de delitos así castigados va desde lenguaje
soez , hasta adulterio, pasando por la ebriedad, el que-
brantamiento del día de reposo y un número de ofensas
similares. En 1694 publican Proposiciones para una re-
forma de las Costumbres conteniendo un digesto de
las leyes al respecto, además de una carta a la Reina para
estimular a los magistrados a cumplir con su deber en
es~os casos y la respuesta de ellos indicando su disposi-
cion de colaborar. A comienzos del siglo la influencia de
estas sociedades se extiende,
y
personas de alta posición
social (magistrados, obispos, etc.) entran a formar parte
de ellas. Es interesante notar, sin embargo que en 1698
Daniel Defoe, un activo disidente a quien conocemos
mas por su Robinson Crusoe que por sus intereses
teológicos
y
religiosos, escribe A poor man's Plea in
relarion to the Proclamation for th e Reformation of
Manners ... donde denuncia la discriminación en el uso
de las leyes represivas de conducta inconveniente: la ley
no se aplica igualmente a ricos y pobres. ¿Cómo refor-
mar si quienes tienen que dar el ejemplo sólo usan las
leyes para ancionar a los pobres, mientras lo nobles y
neos quedan impugnes;l .
28
La necesidad de
renovacián
na nota más profunda suena en la obra de un hom-
bre como \ ill iarn Law A Practica] Treatise upon
Christian Perfection , 1726 Y J\. Serious Call to a Devout
and Holy Life , 1728, con
SLl
llamado a una vida íntegra
nacida de una entrega total a Jesucristo. Law fundamen-
ta todo en la seriedad del propósito, la decisión de la
voluntad de ser verdaderamente un discípulo. Pero no se
trata de un simple moralismo: esta entrega nace de una
participación en Dios , una nueva vida C)uees a la vez
un nacimiento y una muerte. Esto es explicado, en una
dirección, por un detallado llamado a la
renunciación
del
mundo, a la mortificación de la mundanalidad, que se
asemeja mucho a la ascética católica y por otra por un
misticismo de la voluntad. Los hechos objetivos de la
salvación y la mediación de la Iglesia ocupan un lugar
muy subordinado en el Cristianismo de Law. Su piedad
puritana, severa y mística puede presentar una opción
para algunos espíritus, pero no responde a la necesidad
de una renovación de la Iglesia que nazca de su propia
naturaleza y mensaje.
Finalmente, debemos señalar la fuerza más activa de
renovación de la Inglaterra de nuestra época: las socie-
dades religiosas. La figura creadora de este movimiento
es un ministro alemán, Antón Horneck (1640-97), que
había sufrido en el continente la influencia del pietismo
místico de la escuela del e x cat ó l i co Jean laBadie (via Anna
Maria von Schurmann). Desde 1678 en adelante un gru-
po de jóvenes de las clases cultas, hastiados de la vacie-
dad de su vida y de la superficialidad de la religión co-
rrientemente practicada, se pusieron bajo la dirección
espiritual de Hormcck, que les recomendó ciertas reglas
fijas, no sin semejanza con las benedictinas y
29
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17/48
Hacia una Eclesiologia Evangeliradora
La necesidad de rellovación
franciscanas, pero también influenciadas por el Catoli-
cismo moderno de los jesuitas. Es interesante notar que
estas reglas - a diferencia de la Badie que intentaba crear
una iglesia perfecta - se injerían en la vida de la Iglesia
de Inglaterra
y
estimulaban a una participación más acti-
va en ella, estimulando una piedad más eclesiástica que
privada y una preocupación por obras de caridad. La se-
riedad de este grupo ganó el respeto de muchos en
Cambridge y Oxford, alcanzando proporciones de im-
portancia, y tomando ciertas responsabilidades en la lu-
cha contra el vicio, la educación e incluso la obra misio-
nera. Aquí se entronca la obra de Wesley, pues bien sa-
bemos cómo e en estas ociedades donde comenzó a
hallar expresión concreta su preocupación por la reno-
vación religiosa en Inglaterra. La limitación de las socie-
dades era, por una parte, su carácter un tanto aristocráti-
co y, por otra, un cierto voluntarismo sobre el que di-
fícilmente pueda basarse una vida religiosa contagiosa y
espontánea
14.
Llegamos así al final de nuestro rápido vuelo sobre la
ituación de la Inglaterra Hannoveriana. os hallamos
en el crítico tránsito a la Edad Moderna. La Iglesia
constatiniana, segura en su ubicación en lasociedad, cuya
autoridad pertenece al campo de las cosas dadas , se
encuentra de pronto confrontando una situación nueva,
donde el hombre y la sociedad emancipada ponen en
tela de juicio su autoridad, su mensaje y su propia exis-
tencia. Sea cual fuere el status jurídico que las circuns-
tancias políticas le deparen, la Igle ·ia queda
desestablecida de la sociedad librada al vigor de la
comunidad cristiana, a su propia fuerza intrínseca. ¿Dón-
de reside esa fuerza? ¿Qué es la Iglesia cuando no es
otra cosa que eso, Iglesia, pueblo creyente? Las Iglesias
de Inglaterra - como, en verdad, del mundo entero - no
estaban en condiciones de asumir conciente y responsa-
blemente esta situación. En realidad es de preguntarse si
aún hoy tenemos plena conciencia de todo
10
que eso
signi f ica o si es necesario que se complete el círculo y
que la Iglesia llegue a ser no sólo des-establecida sino
perseguida para enfrentar la realidad de su situación. Sea
esto como fuera, la Iglesia de Inglaterra confronta este
tránsito de edades en medio de un debilitamiento teoló-
gico, disciplinario y personal de graves proporciones. No
faltan las fuerzas que señalan la necesidad de una reno-
vación
y
que buscan la vía de su realización - Law, las
sociedades religiosas y morales - pero aún no se vislum-
bra el verdadero camino de una renovación conmensu-
rable con las necesidade
y
la misión de la Iglesia en la
sociedad inglesa del siglo XV T11en que se hallaba colo-
cada.
Notas
Vrsser r Hoofr , La Renovac ión de la Igl es ia , Buenos Aires , La Aurora,
1954.
2 Pastor de Hermas. Visión 1Il/12:2 - 3.
nneo, Adversus Haereses, l lI :24.
L e r r e r s
(Ed .Telford, 1931) VI/326-327 (Ca rta del 18de oct . de 1778) .
Das Evange li us und d ie Kirchen , 1953 (pp . 17-18).
Citado por Cragg, o.p. cit. 1'.121.
• Cf. L ls .E lli on -Bmns, The Ear ly Evangeucal s: a rel ig ious and Soc ial S tudy
(London, Lutterworth Press,1953) p.35.
• lbid.,
p.36s.
1
Cragg, Op. cit. 1'.132
s
11 01'. cit . pp.SO,51 ,52. ~na v ívid a dcscr ip c r ó n puede hallarse en
G.o .Trcvcl) 'an , The ear ly Hisr, o f Chas. Jas . Fox , cap.11.
12 Sobre la Controversia de Bvangor, ver j .R.H.: \. loorman, HA history of {he
Church in England (London, A. and Ch.Black, 1953) pp. 276s5. La misma
30
3
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Hacia una Eclesiologia Evangelizadora
contiene indicac iones Interesantes sobre los Platonis ras \ 'Lautudinarios e
información bibliográ fi ca (pp. 273-277) Ce . t ambién Ge~rge Evcry,
The
f-l igh -hurch Party (London, S.P.C.K, 1958) pp. 15255.
1\ Véase T.D.Mcadle) ', Societics for rhe Reforrnation of Manncrs , The
London Quarterly and Holborn Review (April 1951 , pp. 144 -148), con
indicación de bibliografía,
14 Sobre las sociedades rehgiosas véase Ju siah Woodward, An Accounr o f
che Rise and Progress of toe Religious of
Manners
Cf también john
Sirnon John \Veslcy and the Religious Socicries pp. 9·27.
32
LA DIRECCIO
y
LA MISIO E LA
DOCTRINA WESLEYANA DE LA IGLESIA
En una coyuntura crítica en la vida de la Iglesia, en un
decisivo tránsito de edades que encuentra a la Iglesia
imponente para responder a su vocación por la singular
providencia de Dios se levantó esta gran luz - dice la
oración colocada en la tumba de Wesley en City Road
Chapel - para iluminar estos pueblos y despertar, for-
talecer y defender las puras doctrinas y prácticas de la
Iglesia primitiva . Evidentemente, estas palabras confir-
man la intención de Wesley de ser levadura para ex-
tender en la Iglesia la santidad bíblica .
¿Cuál es, pues, la concepción que Wesley tiene de la
Iglesia cuya renovación se siente llamado a leudar con
su ministerio singular? Hemos de señalar, desde el co-
mienzo, que la eclesiología no es, explícita y directa-
mente, el corazón de la teología de Wesley. En verdad,
hay relativamente poco material en que Weste)' explique
directamente su concepto de la Iglesia,
y
aun el (]ue exis-
te está erizado de ciertas dificultades, com muy pronto
comprobaremos. El centro explícito de la preocupación
8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
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Hacia tina Eclesiologia Evangelitadora
ministerial y el pensamiento doctrinal de Weslcy lo cons-
tituye la santificación. La gran pregunta que conmueve
roda la vida de Wesle)': ¿Qué demanda Dios de mí? ,
¿gué actitud se requiere en mi relación con Dios) La
respuesta inequívoca de la Escritura es: Dios demanda
tu entrega total , Dios demanda la totalidad de tu per-
sona r tu vida . Esa es la raíz de su doctrina de la santi-
ficación. La experiencia de 1738, con su preparación
y
la
reflexión gue la sigue, coloca esa pregunta
y
esa respues-
ta en el contexto de la doctrina evangélica-paulina de la
gracia. Así como Lutero halló en la gracia inmerecida de
Dios la respuesta a su pregunta: ¿cómo puede el pecador
subsistir delante de Dios?, así Wesley halló en la misma
gracia inmerecida de Dios - manifestada en la obra del
Espíritu anta la re puesta a la pregunta: ¿cómo pue-
do amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi men-
te, con todas mis fuerzas
y
a mi prójimo como a mí mis-
mo? Y así como esa respuesta fue el motivo dominante
de la renovación protestante del siglo XVI, así esta res-
puesta lo fue de la renovación evangélica del siglo XVIII
en Inglaterra. Por eso Wesley insistió con razón en que
la comisión del Metodismo era esparcir la santidad
escri rural por todo el país.
La pregunta que nos hacíamos al comienzo del párra-
fo anterior: ¿Cuál es la concepción que Wesley tiene de
la Iglesia cuya renovación se siente llamado a 'leudar'?
debe plantearse, a la luz de lo que hemos definido como
el centro del ministerio
y
la teología wesleyana, de dos
maneras. En primer lugar, hemos de preguntarnos: ¿en
clue rna reo cclesiológico fo rm ula Wesley su doctrina de
la santificación?, ¿cuál es su eclesiologia explícita? Esta
pregunta es necesaria tanto para determinar la eclesiología
4
La di recc ion y l a mi si on en la d oc tr in a w es le ya lla d e l a I gle sia
misma de \Vesley como para entender ciertos aspectos
de la propia doctrina de la santidad. Pero en segundo
lugar, hemos de preguntarnos también, ¿qué significa en
cuanto a su concepción de la Iglesia y de su renovación
su propio ministerio, la forma en que de hecho intentó
llevar a cabo su misión? Aquí hallaremos una eclesiología
implícita tanto más importante que la otra. Hoy nos de-
dicaremos a la primera de estas tareas para intentar abor-
dar después la segunda.
1
o resulta difícil repasar brevemente los pronuncia-
mientos directos de Wesley sobre la Iglesia. Veamos lus
principales:
1.En la revisión de los XXIX Anides of che
Church of Rngland para los Metodistas de Estados
nidos de América, Weslcy mantuvo sin variaciones la
formulación anglicana del artículo
T I l T ,
sobre la Iglesia:
La Iglesia visible es una congregación de fieles en
1;1
que se
predica la pura Palabra de Dios}' se administran debida-
mente los sacramentos de acuerdo a la ordenanza de Cristo
en todas aquel las cosas que son necesariarnente requeridas
para ello.
Esta es evidentemente, una definición clásicamente
protestante, clue la Iglesia Anglicana recibió bajo la in-
fluencia de Cranmer. Wesley comenta al menus en dos
oportunidades sobre el significado del artículo. En Lla-
mado serio a los hombres de razón v religión una
defensa de su misión y ministerio - '\ esley rechaza la
crítica de quienes sostienen gue el Metodismo mina la
5
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Hacia ¡lila Eclesiotogla Evangelizadora
La direccion y la mision en la doctrina uestefann de laiglesia
doctrina y naturaleza de la Iglesia, y comenta así el sig-
nificado del artículo, en discusión:
El artículo menciona tres cosas como esenciales a tina Igle-
sia visible: una fe viva, sin la cual no puede en verdad haber
en manera a lguna Iglesia , ni visible ni inv isible . En segundo
lugar: la Predicación,
r
por consiguiente e l escuchar la Pa la-
bra pura de Dios, pues de otra manera la fe se debilitaría y
moriría.
Y ,
en tercer lugar, la correcta administración de los
sacramentos: los medios por los cuales Dios ordinariamen-
te aumenta la fe.'
El énfasis en estos dos pasajes cae evidentemente so-
bre la fe como condición de pertenencia a la Iglesia. Esta
característica coincide con un número de breves defini-
ciones que encontramos en las N otas al N uevo Testa-
mento: los creyentes en Jesucristo (Gal. 1: 13) : To-
dos aquellos y sólo aquellos, de cualquier nación o lina-
je, gue andan según esta regla la saber, a) que solo se
glorían en el Señor, b) que han sido crucificados al mun-
do y c) que han sido creados de nuevo] (Ga1.6:16); un
cuerpo de cristianos vivientes que son habitación de Dios
por el Espíritu Santo a ud.19). No hay duda, además,
que fe es tomada aquí en sentido activo, como confian-
za , fides qua creditur , aunque explícitamente refen-
da a la obra expiatoria de Jesucristo y el perdón obteni-
do mediante él.
2. En el Sermón citado escuchamos además un signi-
ficativo comentario. La definición de los Artículos, dice
\Xfesley, añade a la fe la predicación de la pura Palabra .
¿Qué significa esto? Literalmente, tal definición parece-
ría excluir de la Iglesia aquellas confesiones gue yerran
en materia de doctrina. Wesley vacila al respecto:
o tratare de defender la exactitud de esta definición. No
me atrevo a excluir de la Iglesia Católica a todas aquellas
congregac iones en
las
que
se
predica a veces, )' en verdad
hasta frecuentemente, algunas doctr inas no-escr iturales , gue
no pueden ser declaradas 'la pura Palabra de Dios', ni aque-
llas congregaciones en las que los sacramentos no son 'de-
bidamente adminis trados '. ( lbid, pago 397)
Piensa \Xfes1ey específicamente en la 19lesia de Roma
y tal vez en algunos grupos disidentes. ¿Nos hallamos
aquí en presencia de un latitudinarismo doctrinal gue
haría tabla rasa de la doctrina como criterio de eclesiología
para contentarse con la experiencia subjetiva ele la fe
En el sermón sobre La Iglesia la explicación del
artículo sigue la misma línea, insistiendo en la interpre-
tación de fieles en términos de fe viva (aludiendo a
la frase de la versión latina original de
los
artículos
coetus credentium) . Esta fe viva es explicada en la
primera referencia ( An earnest Appeal ) como la con-
fianza)' el apoyo seguro en Dios, que por los méritos de
Crisro mis pecados son perdonados y soy reconciliado
con Dios (citando de las propias homilías de la Iglesia
de Inglaterra). En el Sermón de la expresión fieles se
explica a base de Efesios 4:4-6, una fe y en términos
de la clás ica distinción wesleyana:
Esta no es meramente la fe de un pagano; a saber, una creen-
cia en que hay un Dios ,
y
que
ésre
es misericordioso
y
justo
y
por consigu iente 'gala rdoneador de los que di ligen-
temente lo buscan'. Ni tampoco es meramente la fe de un
diablo, aungue ésta va mucho mas allá de la primera, pues el
diablo cree,
y
no puede sino creer ,que todo lo que está es-
cri to en el Antiguo y Nuevo Testamento es verdadero, Mas
es la fe de S.Tomás que le enseña a decir con santa osadía:
'Mi Señor
y
mi Dios'. Es la fe que permite a todo verdadero
creyente cri st iano resti ficar con Pab lo, 'lo llue vivo, 10 vivo,
por la fe en el Hijo de Dios
que
me amó l' se dio
a sí
mismo
por mí.'
37
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Hacia una Eclesiologia Evangelizadora
como fiducia ? En un sentido, la respuesta es muy fácil
y consiste en una rotunda negativa. \X'esleyinsiste en c¡ue
una de las dos posibles causas de separación de un cre-
yente de su Iglesia es el que pretendan obligarle a predi-
car alguna doctrina contraria a la Palabra de Dios o pro-
hibirle que predique alguna doctrina explícitamente en-
seriada en la misma
5.
Sobre esa base, considera que se
justifica totalmente la ruptura de los Reformadores con
el Catolicismo de su época. En verdad, continúa Wesley,
los Reformadores no fueron tolerados de continuar en
el Catolicismo a menos c¡uesuscribiesen todos los erro-
res de esa Iglesia : Y si tal necesidad se nos impusiese
hoy día, deberíamos separarnos de cualquier Iglesia de-
bajo del cielo La experiencia sin la doctrina, advierte
\X1esleyaSus seguidores, sólo engendra entusiastas (fa-
náticos).
Pero, por otra parte, no hay duda c¡ue Wesley consi-
dera con cierta liberalidad el problema de la discrimina-
ción doctrinal. En su Carta a diversos ministros , en
abril de 1764, Wesley distingue entre doctrinas esen-
ciales y expresiones , opiniones u orden externo' .
En la primera categoría incluye: la doctrina del pecado
original, de la justificación por la fe y de la santidad de
corazón y vida, las cuales, por otra parte, según se mani-
fiesta claramente en otros pasajes, presuponen la deidad
de Cristo, la expiación, la deidad del Espíritu anta. Es
significativo notar porqué considera esenciales estas
doctrinas: ellas constituyen el mensaje que es necesario
anunciar al mundo. Otras doctrinas no carecen de im-
portancia (incluyendo algunas sobre las que contendió
tan ard ien temen te como armi nianismo vs. Prcd es tina-
ción doble, la justicia imputada o la perfección), pero SLI
38
La direccion )' le,mision en ladoctrina wesleyana de laiglesia
función es la de nutrición o edificación de los cre-
yentes.
7
Y ac¡uí se puede admitir diversidad de opinio-
nes, sin perjudicar lo que Weslcy considera esencial: el
testimonio común del Evangelio ante el mundo y el cul-
to común en la gran congregación de los creyentes. 8
Hemos visto pues en Wesley, una definición clásica-
mente protestante de la Iglesia, pero aparentemente en-
tendida de modo de colocar un énfasis particular en el
carácter de congregación de los fieles (coetus credentiumy.
A base de esta interpretación, Ernst Troeltsch ha inclui-
do al Metodismo dentro del tipo secta en su famosa
tipificación sociológica. La secta , en términos
. troeltechianos, se caracteriza por su voluntariedad, el
énfasis subjetivo, la disciplina ascética, la comunidad Ín-
tima, la dirección laica, la separación del mundo, el énfa-
sis ultramundano. Por supuesto, estas características no
se dan en forma conjunta en cada secta, pero el balance
de orientación define los tipos. Así visto, el Metodismo
pertenece decisivamente al tipo de secta 9. La tesis de
Troeltsch parece confirmarse en diversos pasajes de la
obra de Wesley. Al hablar de la santidad de la Iglesia,
por ejemplo, rechaza por rebuscadas las interpretacio-
nes que la ubican en la santidad objetiva de Cristo, o en
su ministerio santificador o en su meta. o, la razón
más breve y sencilla que puede darse, y la única verdade-
ra es: la Iglesia es llamada santa porque es santa, porgue
cada miembro de ella lo es, aunque en diferentes gra-
dos . Y concluye: nadie que no es creyente cristiano
puede ser miembro de ella ', Y no olvidemos c¡ue cre-
yente ha sido definido ac¡uíen el sentido fuerte de po-
seído de una fe viviente . Esta tendencia a definir la per-
tenencia a la Iglesia por el máximo grado de adherencia
39
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Hacia U/la Ecle.siologia Evongeliwc ora
- a saber una fe activa en amor, o la santidad _ recurre
frecuentemente en la obra de \XIesleyy parecería confir-
mar el veredicto de Troeltsch.
Sin embargo sea cual fuere el juicio que el movimien-
to metodista merezca a este respecto, es imposible dis-
poner tan sumariamente de la ecJesiología de \XIesley.En
efecto, j unto a los pasajes ci tados debe colocarse toda
otra serie de actitudes y afirmaciones que destacan el
carácter objetivo de la Iglesia. En primer lugar, pese a
sus definiciones de la Iglesia como la compañía de los
fieles, \XIesleyno excluye de ella a los cristianos que él
mismo llama nominales . Aunque convencido que la
verdadera fe incluye la certeza del perdón, admite que,
aun sin ella, puede haber una clase o grado de fe , so-
bre la base de la cua'l puedo admitirlo a la Cena del Se-
fior ; Pese a su clásica distinción entre la forma y el
poder de la santidad , no vacila en incluir en la Iglesia a
quienes tienen sólo lo primero. '? La Iglesia de \X esleyno
es una congregación de perfectos. A este respecto vale
la pena considerar uno de los puntos debatidos de la
doctrina wesleyana: su concepción del bautismo. Es bien
sabido que \XIesJeyrespetó y quiso conservar el bautis-
mo infantil. No es tan claro, sin embargo, CÓmo relacio-
naba el bautismo a la fe y la regeneración. El problema
escapa a nuestro propósito actual, pero algunos elemen-
tos del mismo ilustran e punto en discusión: (1) El mero
hecho de la conservación de bautismo de párvulos se-
ñala su discrepancia con un concepto estrictamente sec-
tario de la Iglesia. Pero es más: el bautismo no es para
\X esleyuna simple ceremonia: por medio de él, el niño
es injertado en la Iglesia y recibe una gracia interior .l.
(2) \X esleysostiene la objetividad de esa gracia, pese a la
4
La direccion y la I lisian en la d oc tr in a w es le ya na d e la ig le sia
falta de una fe consciente por parte del bautizado (Ser-
món XXXIX). (3)Sio embargo, esa inserción en la Igle-
sia no significa aún una fe viva y completa. \XIesley no
vacila en llamar a bautizados a un nuevo nacimiento, y
característicamente modifica el servicio de bautismo para
la Iglesia Metodista en América, colocando en la exhor-
tación a la oración de gratitud considerando amados
hermanos, que este niño es injertado en el cuerpo de la
Iglesia de Cristo y omitiendo la palabra regenerado
que el ritual anglicano añadía. Y en la misma oración de
gratitud, donde el libro de Oración Común decía: que
te ha placido regenerar a este niño por tu Santo Espíritu
para recibirlo como hijo tuyo propio por adopción , la
expresión regenerarlo .. . ha sido suprimida. (4) Wesley
parece introducir así una distinción entre adopción
y
regeneración o entre inserción en la Iglesia y rege-
neracióri , según la cual el bau tisrno de párvulos queda
vinculado a los primeros términos, pero no al segundo
que sólo correspondería a una fe viva
y
personal. La dis-
tinción es, por cierto, teológicamente muy cuestionable
y crea problemas mas graves que el que procura resol-
ver; lo que es importante destacar, sin embargo, consti-
tuye la meta de su ministerio.
Este objetivismo eclesiástico se advierte también
en su insistencia en la validez del ministerio de clérigos
indignos. En el Sermón sobre La asistencia al servicio
divino \X esleycombate la idea de que la validez del cul-
to y los sacramentos está ligada a la fidelidad del sacer-
dote: Si no se comunica gracia mediante el ministerio
de hombres malvados,¡en qué miserable situación se ha-
lla el mundo cristiano . Digamos más bien, con nues-
tra Iglesia ... que la indignidad del ministro no impide la
41
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Hacia
tIIW
Eclesiologia Evangelieadoro
eficacia de la ordenanza de Dios ... porque la eficacia no
deriva del que la admini tra sino de quien la ordena
l. .
Tenemos aquí una objetividad de la santidad de la Iglesia
que equilibra las afirmaciones al respecto que mencio-
namos hace unos momentos. En base a esta afirmación
combate la doctrina de la intención en el Catolicismo
Romano, que - según él la entiende - afirmaría que La
pura intención del ministerio es esencial para la validez
de los sacramentos , lo cual Wesley considera un error
Romanista'v-. Curioso error de interpretación de la doc-
trina católica, pero interesante afirmación de la objetivi-
dad de la gracia divina.
En esta insistencia en los sacramentos hallamos uno
de los elementos más interesantes de la eclesiología de
Wesley, que impide clasificarlo como un simple
subjetivista. Es bien conocida su insistencia en que los
miembros de sus sociedades concurrieran regularmente
- en una época en que la comunión regular no era co-
mún - a la comunión, ofrecida en la Iglesia. Como re-
cordamos, fue esta in istencia en la necesidad del minis-
terio sacramental de la Iglesia lo que llevó a Wesley a la
ruptura con la sociedad de Fetter Lane y los moravos. Es
también en este punto donde radica su conflicto con los
Amigos:
Entre
)'0
y ellos hay un gran abismo. Los sacramentos del
Bautismo)' la Cena del Señor nos mantienen a gran distan-
cia lino de los otros; tanto así que, según ahora veo las co-
sas, tanto acep tar ía se r deí sta como cuáquero .
Resumiendo, si bien no hay duda que Wesley quiere
definir la Iglesia por lo más)' no por lo menos, por la
justificación. y santificación que son para él epítome de
la fe cristiana, en ninguna manera quiere restringir la
42
La direccion
y
la mision
el
la doctrina wesleyana de la iglesia
membresía en la misma a quienes manifiestan haber re-
cibido estos dones. Mas bien la Iglesia sigue siendo para
él un lugar abierto donde la gracia de Dios objetivamen-
te presente en el ministerio, - y muy particularmente
el ministerio sacramental- se hace accesible al hombre
para conducirlo a la madurez que es el propósito de la
redención.
Il
o puede dejar de llamar la atención que en toda la
discusión de la ec1esiología de Wesley no hayamos men-
cionado la cuestión del ministerio. Wesley no la incluye,
en efecto, en sus definiciones de la Iglesia, pero no deja
de tratarla en varias ocasiones, particularmente en rela-
ción con la vinculación del movimiento Metodista y la
Iglesia de Inglaterra. Permítasenos limitarnos a algunas
breves observaciones sobre este tema.
Es bien sabido que Juan y Carlos \Vesley comenzaron
su carrera como convencidos partidarios de la Iglesia Alta,
con un concepto correspondiente de las ordenes sagra-
das, particularmente de la sucesión apostólica. Es habi-
tual considerar, sin embargo, que Wesley abandonó esa
posición enteramente luego de su conversión evangélica
de 1738. En esa fecha, según la frase de Riggs, Wesley
habría comenzado su vida como evangelista y revivalista
de la Iglesia
17.
Tal afirmación, sostiene en cambio
Rattenbury, es el mayor error , un moderno mito
Metodista que la investigación seria demuestra carecer
de todo fundarnento .
'11
su primera afirmación sobre
gobierno eclesiástico luego de 1738, a saber la Confe-
rencia de 1745, Wesley ofrece una reconstrucción del
43
8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
24/48
Hacia U/J(/ Eclesiotogia Evangeliiadorn
origen del gobierno eclesiástico en la que el gobierno
independiente (congregacional)
y
presbiteriano aparecen
como etapas en un desarrollo que concluye en gue un
presbítero de varias congregaciones es llamado obis-
po . Pero en diciembre del mismo año, Wesley defiende
en una carta la doctrina de la sucesión apostólica. Por
esa fecha \'(resle)' lee el Lrenicori de tillinfleet
y
el
Account of Prirnitive Christianity de King
y
va acla-
rando 'u punto de vista. Se convence que la sucesión
apostólica ininterrumpida, como hecho histórico es una
fábula , y gue en la época primitiva los presbíteros te-
nían plena autoridad para ordenar. Esto no significa,
sin embargo, que \. cslcy rechace el triple orden de diá-
cono, presbítero
y
obispo. o puede ser considerado
esencial - si lo fuera, argumenra Wesley - característica-
mente, la Iglesias Reformadas no serían parte de la Igle-
sia de Dios consecuencia llena de repugnante absur-
do . o, la verdad es que no hay un plan determinado
de gobierno eclesiástico señalado en las ' crituras , ni
hubo uniformidad en la historia,
y
esto es porgue la
sabiduría divina tuvo en cuenta la necesaria variedad .
na vez hecha esta afirmación, Wesley continúa, sin
embargo, sosteniendo el triple ministerio como el más
conveniente)' práctico. Tal posición, por otra pane, no
era una innovación tan grande en la Inglaterra del siglo
dieciocho. Stil linfleer, cuya lectura convenció a Wesley,
era anglicano,
y
su afirmación gue la forma de gobier-
no eclesiástico es asunto de prudencia no es de ningu-
na manera aislada.I liando Wesley toma la decisión de
ordenar a ~ harcoat
y
Va scy como presbíteros y a
Thornas Coke e mo superintend nte y sin duda, en un
sentido, obispo) para la Iglesia en América, \'( esley está
11 1
direccion y lo mistnn
el
la
d o ct ri na w e sl rl jl ln ll d e l a i gl es il l
convencido de actuar con precedentes en la historia de
la Jglesia
y
de no apartarse con este acto de su Iglesia.
Debemos plantearnos aquí la debatida cuestión de la
separación de Wesley de la Iglesia de Inglaterra, en cuanto
ella ilustra un aspecto básico a nuestro tema. (1) Wesley
es explícito respecto de su deseo de no separarse de la
Iglesia. En la primera Conferencia (1744) se plantea el
tema y Weslcy responde De ninguna [nos separamos
de la Iglesia]: Por causa ele nuestra conciencia mantene-
mos la comunión con ella, asistiendo constantemente a
la predicación de la Palabra
y
la administración de los
sacramentos . Admite guc hay un conflicto con algunos
ministros de la Iglesia, pero afirma la confianza que el
cuerpo de nuestros oyente aun después de nuestra muer-
te permanecerá en la Iglesia, a menos que sean expulsa-
dos eleella . Pero continúa: creemos, sin embargo, que
serán expulsados o que leudarán toda la Iglesia . En
todo ca o, Wesle)' hará, dice, todo lo posible para evi-
tar una división na sola cosa no puede hacer: o
podemos con buena conciencia descuidar la oportuni-
dad presente de salvar almas mientras vivimos, por te-
mor a las consecuencias de lo que pueda ocurrir luego
de c¡ue hayamos muerto . (2) En 1752 \'(Iesle)' firma
con otros ministros una declaración en la que se afirma,
entre otras cosas, su voluntad de no dejar nunca la com-
pañía de la Iglesia de Inglaterra . La misma posición es
confirmada en la Conferencia de 1755: Ipunto en (Iue
queríamos llue rodas los predicadores expresaran su opi-
nión ampliamente era, 'Si debemos separarnos de la
Iglesia' ...al tercer día llegamos a la conclusión unánime
que (fuese legal o no) no era convenlente n. Es intere-
sante que uno de los argumentos a favor del manteni-
45
8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
25/48
Hacia 11110 Eclesiologia Evangelizadora
miento de la unidad tiene que ver conla peculiar misión
del Metodismo:
Porgue con tal separación no sólo arrojaríamos la gloria par-
ticular que Dios nos ha dado, gue hagamos )' s uframos todo
por amor de nuestros hermanos ... sino que obraríamos en
directa contradicción con ese mismo fin para el cual cree-
mos que Dios nos ha levantado. El fin primordial de su Pro-
videncia al enviarnos es, sin duda, despenar a nuestros her-
manos. y el primer mensaje de nuestros predicadore es a
las
ovejas perdidas de la Iglesia de 1nglaterra.
¿1
o ser ía pues
una evidente cont radicc ión de este propósi to el separarnos
de la Iglesia? .. (loe. c it.)
Aquí suena sin embargo, y por la misma lógica, la nota
que ya hemos percibido: Pero si debemos separarnos o
callar, actum est: o tenemos tiempo para superficialida-
des (to trifle) 23
(3) \X esley toma las medidas concreta' para evitar la
ruptura. La insistencia en que predicadores y fieles asis-
tieran a los oficios de la Iglesia no disminuyó nunca. Así
la Conferencia de
1763
advierte:
(1) Que todos los predicadores vayan a la Iglesia. (2) Que
todo nuestro pueblo vaya constantemente. (3)Que reciban
el sacramento en toda ocasión. (4) Advertid en contra de
irritabilidad
(nicenesJ ill hearil/t)
en el
01I,
un mal grande )'
rampante. (5) Advertirles igualmente contra el menosprecio
de las oraciones de la Iglesia ... (6) Contra el llamar 'Iglesia' a
nuest ra Sociedad o llamarle la Iglesia .(7) Contra el l lamar a
nuestros predicadores ministros
y
a nuestras casas
,eetiflg-
Ú01l.fCS
(8) Llámcselas sencil lamente 'casas de predicación'.
Las indicaciones resumidas aquí son respaldadas por
una práctica consecuente. Wesley rehusó permitir que se
celebrasen reuniones (al menos en las ciudades) en las
mismas horas del culto público de la Iglesia de J nglate-
na. Por mucho tiempo se negó a permitir la celebración
del sacramento de la eucaristía en sus capillas, )' cuando
46
L a d ir ec cio n ) la
misio/1
el la doct ri na we sl eyann de l a ig les ia
lo hizo fue solamente por la presencia de disidentes que
no lo recibían en la Iglesia de Inglaterra (o por la escasez
de celebración en ella) )7 aún sí por ministros ordenados
2s'Repetidas veces recuerda la diferencia entre sus predi-
cadores y los sacerdotes ordenados de la Iglesia 26.Es
bien sabido que aun la aceptación de predicadores laicos
le produjo una larga lucha de conciencia y finalmente
sólo la convicción de que no hacerlo sería privar a mu-
chas almas de escuchar el mensaje del Evangelio lo con-
venció de su necesidad.
(4) Hay, sin embargo, un precio a la conservación de
la unidad que Wesley no está dispuesto a pagar y por el
cual corre conscientemente el riesgo - que luego había
de actualizarse - de Laseparación. El precio es el aban-
dono de su misión. Tal precio es inaceptable. Wesley lo
repite una
y
otra vez. En un sermón hallamos la expre-
sión más aguda:
Sé que Dios me ha encomendado una dispensac ión del evan-
gelio; sí , gue aún mi propia salvac ión depende de predicar-
lo: 'Ay de mí si no predicara el evangelio'. Por lo tanto, SI no
pudiera permanecer en la Iglesia sin omit ir esto, sin desistir
de predicar el evangelio, me vería en la necesidad de sepa-
rarme de ella, o de perder mi propia
alma.
Es esta conciencia de la misión la que le hace imposi-
ble renunciar a los predicadores laicos, la que le impulsa
a desobedecer la ley que le prohibe predicar o ministrar
un territorio en el que no tiene jurisdicción, la que final-
mente lo impulsa a la discutida decisión ele consagrar un
s uperi ntenden te para América.
Llegamos así al fin de este repaso de la eclesiología
explícita de \XIesley.El resultado de nuestra sencilla in-
vestigación puede resumirse muy brevemente. (1) Wesley
7
8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo
26/48
Hacia [(naEclesialogio Evangelizadora
modela la doctrina de la Iglesia sobre la base de la defi-
nición clásica de la misma en términos de fe, la predica-
ción de la Palabra y la administración de los sacramen-
tos. (2) Estos elementos se hallan, sin embargo, en ten-
sión en la eclesiología wesleyana. Por una parte, la fe viva,
es decir una fe consciente, provista del testim nio del
Espíritu, activa en el amor, es subrayada como el requi-
sito de pertenencia a la Iglesia. Pero por otra se recono-
ce una mernbresía más amplia gue esta calificación, una
mernbrcsía vinculada al bautismo
y
la Eucaristía, aunque
dotada ele una fe formal . (3) La misma tensión se ma-
nifiesta con relación a la pura Palabra de Dios. Si bien
Wesley insiste en la doctrina, particularmente en cuanto
con tituye el mensaje a anunciar, está dispuesto a cierta
latitud en materia de opiniones, dejando un amplio cam-
po de divergencia aun dentro de sus propias sociedades.
(4) La dimensión del orden eclesiástico entra
subordinadamente en su definición de la Iglesia y los
considera los más convenientes escriturales y razonables,
pero no los únicos de derecho divino, ni constitutivos de
la esencia de la Iglesia. Cuando la estricta obediencia al
orden amenaza la misión que Wesley cree haber recibido
de Dios, no vacila en la elección, en realidad, esto es lo
que llevó a la ruptura en último término.
Encontramos, pues, en Wesley, una eclesiología clási-
ca protestante con elementos católicos fuertemente su-
brayados. Pero toda ella ha sido colocada en el contexto
de una pasión evangelizadora
y
misionera .. .• n el COntex-
to histórico de una situación en la que la autoridad de
la Iglesia era el rasgo eclesiológico más destacado, este
impulso misionero no podía menos que originar un con-
flicto. En la crisis, \XIeslcy llama a la Iglesia a encontrar
48
La direccion )'la ntision en la doctrina uxsleuana de la iglesia
en la nueva época fundamentalmente como una fuerza
de evangelización, anunciando el perdón y el poder del
Evangelio. La Iglesia no está en condiciones de respon-
der a este llamado
y
el conflicto no puede menos que
producirse y lleva - para desolación del propio Wesley -
a la ruptura. Pero no es solamente esto: el énfasis misio-
nero introduce una tensión en los propios elementos de
la definición eclesiológica. Aún sin plena conciencia de
ello, Wesley coloca la totalidad de lo constituyente de la
Iglesia la corrección de la doctrina, la práctica
sacramental y sobre iodo el orden eclesiástico al servicio
de la proclamación evangelizadora. En un sentido, pro-
clama en la práctica una instrumentalidad de la Iglesia a
la misión. Tal impostación introduce una tensión en la
definición clásica - protestante o católica - de la Iglesia,
gue está concebida en términos de la realidad interior de
la misma y no de su vinculación al mundo no-creyente.
\Xfesley no percibió la amplitud del problema teológico
y
práctico que planteaba. onservador y
101 )
que era, cre-
yó que todo su movimiento podría entrar en el marco
de la concepción tradicional de las cosas. La tensión gue-
do sin resolver teológica y prácticamente: es la tensión
entre una definición introvertida y una concepción mi-
sionera de la Iglesia.
Notas
'1\n Earnest Appeal... \Xforks, VllI/3l.
z Sermón LXXJV, On the Church , \Vorks VI/395.
• \ '\ 'orks,v1l1/31.
, \Vorks, \ 'J /394s.
\Vol'ks V1/408.
f \\'orks, VIl/182s.
Let te r ro Vanous Cla rygmen , Lcuers . 1V/2365.
9
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27/48
Hacia una Ectesiologia Evangelizadora
8 Cf. Colin \ Y / . Williams,johnWesle) s Thcolog)' Toda)' (New York, Abigdon
Press, 1960), pp. 154 s
9
The Social Teachings of thc Christia» hurchcs, 11/122
lO
Sermón n rhe Church , loe, cir. (pAOO),
11 Letrers, III/138,
12
Works VII, jornal IJ/362; Letters 11l/128,journal 11/335,
Works, VIll/48,
Works, VlI/183-84.
1;
Lerters. Vl/327,
,. Lerrers, IJ/75 (25 deJunio de 1746),
17 Rigs, The Churchmanship pf john Wesle)?' p.l8.
Rattenbury, \'V'esley'sLegac)' ro the World p,63.
19
Lerrers. 1V/140; VJI/121.
11
Cf. Umphrey Lee 'John Wesle\' and Modern Rdigion pp,257ss (G'lp.26)
21 Works, VIIl/280.
22 jornal,
LV/lIS
Convcrucnte _ a la luz de las consideraciones que se
adjuntan no signif ica meramente práct ico sino que envuelve todas las
consideraciones históricas y teológicas que no caigan estrictamente dentro
de la categoría de argumento e crirural explícito,
. 1
Works VJll/281.
24 [bid, p. 320-21,
25 \Villiams, op.cir, p. 243s,
:Ji
Cf ladistinción que hace Carlos \'(I entre sacerdote y evangelista J . E.
Rarrenburv The Evangelical Doctrines of Charles \'
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28/48
Hacia tina Eclesiologia Evangeliradora
nidad , añadiéndole animadas por el amor , que no fi-
gura en la nota de BengeL
n el curso de una gira de predicación, Wesley anota
en su Diario: Me convencí más que nunca que predicar
como un apóstol sin reunir a los gue son despertados y
guiarlos
(train tbe»: up)
en los caminos de Dios es sólo
engendrar hijos para un asesino l. La Iglesia signi fica
mutua edificación en una comunión de amor. Simon ha
llamado la atención al hecho gue \XIesley, con roda su
admiración por la Iglesia de Inglaterra, advirtió un de-
fecto:
Sus formularios no proveían adecuadamente oportunida-
des para la comunión (je//oJ1lsbip) del pueblo crrstiano, Reco-
nocían la comunión en el culto )' el sacramento de la Santa
Cena, pero advirt ió Wesle)' que eran deficientes en ofrecer
la comunión espiritual personal entre los creyentes indivi-
duales que fue marca distintiva de la IgleSIa desde los co-
mienzos de su historia. Los miembros de los mejores tipos
de Sociedades Religiosas de Inglaterra gozaban de esta co-
munión, pero él tenía conciencia que tales sociedades ha-
bían nacido de la iniciativa individual más bien que por ini-
ciativa u orden eclesiástica. No podía negar que en muchos
casos tales reuniones habían sido combatidas por las perso-
nas con autoridad por ilegales o perniciosas y que la justifi-
cación de esta forma de comunión cristiana debía hallarse
en las páginas del uevo Testamento más bien que en los
libros de derecho canónico de la Iglesia de Ingbterra... Ha-
lló imposible realizar su visión a menos de ampliar la con-
cepción de la Iglesia con la que la mayoría de los miembros
de la Iglesia de lnglaterra se daban por satisfecho s.?
La respuesta que \XIesleyd io en la práctica a esta ne-
cesidad que advirtió tan agudamente es suficientemente
conocida. \'\fcsley describe con mucha sencillez sus co-
mienzos:
52
La
concepcion
de renovacion implicita en. el despertar metodista
Hacia fines del año 1739 se me acercaron en Londres ocho
o diez personas que parecían haber sido profundamente
convencidas de pecado
y
que gemían fervientemente por la
redención. Deseaban (con otros dos o tres al siguiente) que
yo pasara algún t iempo con ellos en oración)' le s aconsejara
cómo huir de la ira venidera, que veían pendiente constan-
terncnte
sobre sus cabezas. Para que tuviésemos más tiem-
po para esta gran obra, señalé un día que pudiéramos tocios
reunirnos, lo que hicieron desde entonces todas las sema-
nas, a saber, el jueves por la noche. A estos)' a todos los
otros que luego desearon unírseles (porque su número au-
mentaba diariamente) les di, de ti empo en tiempo, aquellos
consejos que consideraba de mayor uti lidad para ellos)' s iem-
pre concluíamos nuestra reunión con oración adecuada a
sus diversas necesidades.
Este fue el origen de la Sociedad Unida, primeramen-
te en Londres. Tal Sociedad no es otra cosa gue 'una
compañía de personas que tenían la forma
y
buscaban el
poder de la piedad, unidos con el fin de orar juntos, reci-
bir la palabra de exhortación
y
vigilarse mutuamente en
amor, para ayudarse mutuamente a obrar su
salvación ;'
Como es bien conocido, \XIesleyderivaba la idea de
la comunidades moravas y las sociedades religiosas sur-
gidas en Inglaterra, a las que nos hemos referido en la
primera parte. fu)' esquemáticamente la organización y
su funcionamiento puede resumirse como sigue:
1)
La unidad básica en cada lugar eran las bandas
o pequeñas compañías , de inspiración morava. Su pro-
grama y constitución son los que hemos visto en las pro-
pias palabras de Wesley que relatan sus orígenes en Lon-
dres. Con todo, ciertas características las diferencian de
la Bandas de los Hermanos de
Herrnhut,
El propósi-
to de éstas era principalmente la expresión de la propia
experiencia interior. Manifestarse uno
a otros todo lo
53
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Hacia una Eclesiologia Evangelizadora
que su corazón siente , las de Wesley tienen como fin
principal la educación mutua en la santidad, la orienta-
ción de la conducta en la actividad y vida diaria. De allí
las reglas de las bandas (grupos), con su primera parte
de prohibiciones que apuntan a los problemas éticos
característicos de la época (según Wesley los entiende):
descuido del Día del Señor, ebriedad, regateo, vanidad,
excesos. El mismo tono ético se advierte en la insisten-
cia sobre el estímulo mutuo a la acción de bien en la
sociedad, el servicio del prójimo, expresado en la segun-
da parte de las reglas: limosnas, conducta ejemplar, co-
rrección del prójimo. Finalmente, la relación de la banda
con la Iglesia y los medios objetivos de gracia se destaca
en la tercera parte de las reglas: participar con igual re-
gularidad en el culto público semanal
y
la celebración de
la Cena del Señor y la reunión de las propias bandas,
asistir diariamente al ministerio de la Palabra, leer las
Escrituras diariamente y meditar sobre ellas, observar las
ordenanzas de abstinencia y ayuno indicadas por la Igle-
sia, y orar personalmente y en familia diariamente (loc.cit.)
Se destaca igualmente el carácter de mutualidad de las
bandas: se trata de mutua corrección y edificación. Por esa
razón se niega a tener monitores en las bandas, al modo
de los moravos. Cada individuo en la Banda es mi monitor,
como soy yo del suyo; de no ser así, no sé para qué
tendríamos que formarlas . Se trata simplemente de cumplir
el mandamiento de Lev. 19: 17 del amor al prójimo como
exhortación . Wesley destaca igualmente el carácter de
compromiso que significa participar en las bandas. Se trata
de una militancia que no vacila en exigir una disciplina total,
atestiguada por las expulsiones, el uso de boletos de
identificación como miembros, la membresía a prueba (tres
54
La concepcion de renovaciou impllcita en el
despertar
metodista
meses de asistencia) y otra serie de medidas. Es interesante
notar que el estudio bíblico no forma parte del programa:
se deja mas bien a la meditación personal o al ministerio de
la Iglesia, porque ni las bandas ni sus líderes están en
condiciones de exponer las
Escrituras.
(2) La orientación general de las bandas es trasladada
al nivel del cuidado pastoral personal en las clases , una
estructura que Wesley no encontró en esa forma en otro
grupos (no tiene relación con los Coros moravos con
los que ha querido comparárselas, pero c¡ue se daba na-
turalmente sobre la base de la proximidad geográfica.
U na clase es un grupo pequeño ( no más de doce perso-
nas), agrupado por vecindad geográfica y colocado bajo
la dirección de un Guía (Ieader). El propósito es per-
mitir la orientación
y
vigilancia personal de cada miem-
bro de las sociedades metodistas. ada indica mejor la
naturaleza de esta agrupación que los deberes que Wesley
señala al guía:
Es su deber, 1) v er a cada persona de su clase al menos una
vez por semana a fin de indagar cómo prospera su alma, de
aconsejarlo, reprenderlo, consolarlo o exhortarlo según la
ocasión Jo demande; de recibir lo que quiera ofrecer para el
socorro de los pobres. 2) Reunirse con el ministro y el
ecónomo de la Sociedad una vez por semana, a fin de in f or-
marle si a lguno está enfermo, o anda desordenadamente y
no acepta reprensión, para pagar a los ecónomos lo quc han
recib ido de las var ias clases la semana precedente y mostrar
la cuenta de lo que cada uno ha contribuido.
Que cada guía indague cuidadosamente cómo progresa cada
alma en su clase: no solamente cómo observa cada uno las
reglas externas , sino cómo crece en el conocimiento
y
el
amor de Dios . (3) Que los guías conversen frecuente
y
libre-
mente con sus ayudantes.
55
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Hacia U/Ta Ec/esi%gia Evangelizadora
eficaz en
la
medida de cada parte, da crecimiento del cuer-
po para edificación del mismo en arnor'.
El pasaje que hemos citado in extenso señala varios
aspectos importantes del concepto wesleyano de co-
munión.
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