Historia del mundo actual, Historia Inmediata, historia del presente o historia del tiempo
presente son distintos nombres para una disciplina historiográfica de reciente creación y de
utilización no generalizada en el ámbito académico. Surge por descisión de la historia
contemporánea, inevitablemente dilatada por el paso del tiempo.
Como nueva área de conocimiento historiográfico surge por la necesidad de recuperar el
sentido del término "contemporáneo" como tiempo coetáneo al de la experiencia vivida. La
delimitación de la historia del presente o del mundo actual depende no sólo de
las vivencias de las diversas generaciones que coexisten en un momento dado sino de
la conciencia histórica y del uso público del pasado por la política, los grupos sociales y los
medios de comunicación. Los estudios sobre memoria histórica, de gran difusión en la
actualidad, están estrechamente vinculados.
Con el uso de términos explícitamente ligados al presente y lo inmediato se insiste en la
preferente aplicación preferentemente para referirse a la más reciente actualidad, con lo que
su objeto está en permanente construcción.1 La diferencia con el periodismo, que se ocupa
también de la narracción de la actualidad consiste en la aplicación de la metodología propia de
la ciencia histórica. El problema de la objetividad es el que más fácilmente puede afectar al
historiador de la historia inmediata o del tiempo presente;2 aunque tampoco ocurre que para
épocas más pretéritas se consiga totalmente, a pesar de que para ellas debiera operar la
perspectiva y la lejanía de intereses que da el paso del tiempo. Eric Hobsbawm argumenta
que el historiador mantiene una relación muy personal incluso con el periodo no vivido
directamente por él, pero que ha vivido de forma intermediada, influido por su familia u otros
testimonios (lo que denomina zona de sombra).3 Para periodos más lejanos en el tiempo, la
identificación con una religión, una nación, una civilización o cualquier otro rasgo (que, aunque
carezca de validez para el presente, puede ser incluso adoptado por el historiador) operaría
en el mismo sentido.
Tomando como referentes claro a los poetas románticos ingleses, Rupérez afirma que la experiencia interior es un proceso creativo mediante el que las vivencias humanas, después de asimiladas, se transforman en conocimiento que exige ser vertido en una obra de creación. El mero hecho de vivir y observar se convierte en la mejor fuente (casi la única, en realidad) para encontrar una inspiración que para el autor existe sólo dentro del artista. Es la imaginación del creador la que se ocupa de que las experiencias vivenciales se conviertan en una especie de saber, intuitivo y oscuro, de lo humano, y el hecho de escribir —o pintar, o esculpir— las dota de sentido, tanto para el artista (que a través del proceso de creación «comprende» —o lo intenta— lo que su memoria retenía) como para el receptor de la obra (que puede penetrar en lo profundo del conocimiento humano por empatía).
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