traban. Cambia la situación económica nacional, y la actividad
productiva campesina en San Martiño, las minas cercanas drenan
la mano de obra excedentaria, los comunales se reparten. Cambian
también las estrategias reproductivas de los de Cal. Los hermanos
Valiña Rodríguez -Genealogía II- van casando y marchando.
,Uno de ellos, Ramón, casa.en casa y resulta mejoradó, pero llegado
el momerito del reparto hereditario no intentará recomprar las
legítimas dé los hermanos. Tampoco intentará Ramón casar en
casa a su hija Flora, sino que la animará a estudiar para maestra
y lá colocará con ayuda de los Pardo.'Hoy, la casa de Cal es un
chalet de fin de semana. Mañana...
III.4. LABRADORES: LA TENSION ENTRECONSÉRVACION Y FRAGMENTACION DELPATRIMONIO. LA PARENTELA DE PENAS
«Mais vale onza de trato que libra de traballo» (90).
Si el concepto de «casa» es útil para entender la práctica social
campesina en alguna medida, lo es en tanto. se aplica al grupo
social de los «labradores». A mediados del S. XIX se diferencia
netamente en San Martiño un grupo formado por docena y media
de «casas». La mitad de ellas proceden de las principál.es cartas .
forales otorgadas entre 1790 y 1840^-vid supra-, la otra mitad
provienen de «casas» campesinas ya constituídas a finales del S.
XVIII, sobre las que pesan rentas forales de importancia diversa.
En cualquier caso cuentan con una labranza propia de ciertas
dimensiones, que exige la posesión de una yunta de bueyes o de
vacas de labor, lo que les garantiza una cierta estabilidad económi-
ca.
(90) Frase atribuida a Antonio Peña Arias, «tratante», «ferreiro», y héroe
legendario de la parentela de Penas.
298
Sobre estos «labradores» recae en la segunda mitad del S. XIX
gran parte de la detracción fiscal.global (91). Se ha descrito el pesode la contribución territorial sobre la producción campesina gallegaen el siglo pasado (92), pero no se ha escrito tanto acerca de lasdiferencias en cuanto al peso de esa detracción sobre distintosgrupos de campesinos. En el Cuadro XXIV comparo la importan-cia relativa de contribución versus rentas forales para siete «casás»de «labradores» de San Martiño en 1896.
CUADRO XXIV
PESO DE RENTAS FORALES Y CONTRIBUCIONTERRITORIAL SOBRE PATRIMONIOS DE S. MARTIÑO
EN 1896
CASAS RENTA VALORRENTA
CONTRI- RENTAIBtiCION CONTRI-
TR[GO CENTENO CAPONES PTS. (PTS.) (PTS.) BL'CION
(FERR.) (FERR:) (%)
^ Penas 10 40 4 - 138 23,3 16,9
Francos 9 47 7 45 203 27,6 13,6
Castiñeira 6 30 1 18 114,1 47,2 41,4
Espiñeiro 1,3 19,1 - 46,1 98,1 26,1 26,6
Flores - 18 - - 45 42,7 94,9
Pedrón - 46 6 - 124,6 30,4 24,4
Grueira 0,65 30,5 78,4 74,6 95, I
Fuente: Testamentos, Documentación Privada.Reparto contribución 1895-96, Sección Hacienda,Serie Territorial, Leg. 253, A.H.P. de Lugo.«Fe de Valores de Frutos», 1896, Libros de Actas deCastro de Rei.
(91) Así, en el reparto de la contribución de 1874-75, casi todos estos «labrado-
res» pagan una cuota entre 25 y 50 pts. -Sección Hacienda, Serie Territorial, Leg.
106-1, A.H.P. de Lugo-.
(92) Sobre el peso de la contribución terri[orial sobre Ia producción campesina
gallega en la segunda mitad del S. XIX, ver Villares (1982a, p. 203-232).
299
Saltan a la vista dos cuestiones. La primera, que es preciso
calcular la detracción conjunta generada por renta y contribución
sobre cada patrimonio campesino, dado que casas gravadas con
una cuota por contribución que oscila de sencillo a triple, como
las de Penas, Castiñeira y Grueira, soportan una detracción global
muy similar, entre 153-161 pts. La segunda, que entre estos labrado-
res introduce mucho mayores diferencias el peso de la renta que
el de la contribución: es decir, mientras que ésta última puede
oscilar de sencillo a triple, aquella varía entre un valor cercano a
«0» (para algunas «casas» no incluídas en el Cuadro XXIV) y
valores de 200 pts. A finales del S. XIX la renta de origen foral
sigue siendo un factor importante dentro del conjunto de detraccio-
nes de la producción campesina, tanto por su peso global como
porque las desigualdades en ese peso generan excedentes diferencia-
les para aquellos cuyo patrimonio no arrastra rentas pesadas. Es
esta última la situación de las «casas» de Cal y Carballo d'Arriba,
analizadas previamente.
Sin embargo, el peso de estas rentas forales, fijas y mayoritaria-
mente en cereal, sobre la producción campesina, desciende progre-
sivamente en el primer tercio del siglo actual, en relación con el
aumento de la productividad ligado a la supresión del barbecho,
y con la marcha diferencial de los precios de carne de vacuno ycereal. Que hacia 1925 el pago de las rentas forales constituía cada
vez más un problema menor para el campesinado de San Martiño,
y probablemente de toda la comarca, incluso para aquellos grava-
dos con rentas más pesadas, es algo que se deduce de dos cosas:
que en toda la comarca el debate en torno a la redención de foros
no suscitó entre el campesinado gran agitación (93); y que las
redenciones de foros no sólo no se adelantan a la Ley de Redención
Forzosa de 1926, sino que se concéntran en el período 1929-31, e
(93) Mientras en comarcas como ►a lucense de Chantada la presión campesina
Ilevó a los propietarios de foros a prestarse a la redención años antes de la promulga-
ción de la ley -Villares, 1982, p. 382-396-.
300
incluso buena parte de ellas se producen en los años cuarenta ysesenta de este siglo (94).
No sólo la redención no constituía una cuestión prioritaria, sinoque por aquellos años varias «casas» de labradores se entregaban
a una febril actividad de compra de fincas, invirtiendo en ello
cantidades muy superiores. Véase en el Cuadro XXV comparados
los gastos por adquisición de tierras y por redención de rentas en
varias casas. En una sola compra de fincas realizada entre los años
1923-31, los cuatro «labradores» incluídos en dicho Cuadro XXV
invirtieron cantidades similares o superiores a las que gastaron en
'redimir foros. Visto en el ámbito temporal de una década los gastos
en concepto de redención fueron apenas una partida más dentro
de la suma total que estos labradores invirtieron en consolidar e
incrementar su patrimonio (95). Penas, Grueira o Espiñeiro forma-
ron parte del grupo de compradores más activos, por aquellos años,
pero también sus «casas» pagaban foros relativamente pesados.
Si a partir de mediados del S. XIX algunas «casas» de labrado-
res van incrementando su patrimonio mediante compras, otras ven
como su situación financiera empeora, se endeudan, y eñ algún
caso, acaban teniendo que vender sus tierras, y descienden a la
categoría de «caseiros» que toman tierrra ajena y ganado en aparce-
ría. Es por ejemplo el caso de cas Andión, próspera casa de labrado-
res que entre 1850-70 va vendiendo sus tierras, incapaz de hacerfrente a las deudas.
(94) En 1945 se redime el foral de Francos, el más importante de la parroquia
-Cuadro XXI-, en un precio de 20.000 pts. Expresamente para recaudar dinero
para la redención los foratarios vendieron tres fincas en precio de 10.000 pts. Fuente:
Relación de gastos presentada por e1 cabezalero, Documentación Privada.
(95) La diferencia podría ser aún mayor, dado que los precios que constan en
las escrituras de redención son los que efectivamente se abonaron, mientras que en
las escrituras de compraventa era práctica común hacer constar un precio inferior
al verdadero, para disminuir el pago de derechos reales.
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302
«A casa de Andión ... era das propiedades meirandes do pueblo ...
o meu bisabuelo foi aendendo as terras a poucos, hasta que aínda
lle quedou un pedazo regular, e aendeuno todo xunto. Hipotecouno
ó cura de Quintela, pediulle cartos e. despois non puido pagarlle».
Ya antes vimos como varias casas de ricos de parroquias vecinas
-los Mota, los Zacariade- basabañ parte de su prospéridad en
la adquisición de tierras mediante la práctica de la usura. Un vecino
de San Martiño nos lo expli ►a:
«Algúns foron xuntando terras"a base de quitarlle ós pobres. Un
tiña fame e iba xunto dun rico a pedirlle diñeiro. E prestáballe, e
a maneira que tiña da facerse era que o pobre lle f xera unha aenta
con pacto de retroventa: o pobre aendíalle a terra na cantidade que
fora, aínda que fora por pouco, e co pacto de que si pagaba no
prazo dun ano a deuda mailos^intereses, Uolvíanlle a vender a terra.
E o truco era que o pobre iba co diñeiro é o que lle prestaba decía:
íAi ho! volve leaalo diñeiro conti^o, que xa me o deaolaerás!. E o
home marchaba tan feliz, pero despoes si aolaía un día tarde xa
perdía a terra».
El sistema consistía en que el prestatario realizaba venta con
pacto de retroventa por el término de cuatro a seis años, durante
los cuales recibía la tierra «en arriendo» del comprador, pactándose
como precio de arriendo el valor anual de los intereses del préstamo.
Era lo que se denominaba «por [poner] cartos sobre a terra». Es
esta una práctica que revela la existencia de un campesinado propie-
tario de sus tierras, pero vulnerable a los problemas financieros
que le provocan las malas cosechas o la necesidad de realizar pagos
en metálico de diverso tipo, como contribución o compensaciones
hereditarias.No son sólo los «labradores» quienes sufren las consecuencias
de la usura. También hay un campesinado pobre, propietario de
unos po►os ferrados de tierra, extremadamente sensible a las crisis
de subsistencia. Así, en el año que sigue al hambre de 1852, se
amontonan en el juzgado de paz de Castro de Rei las demandas
303
por impago de pequeños préstamos realizados en dinero, en pan
cocido, o en semilla para sembrar (96). Pero aunque los pobres
son víctimas de la usura, no poseían bienes en cantidad como para
servir de garantía de préstamos cuantiosos. Y aunque se dediquen
a la usura curas que por su oficio dispónen de numerario, tambiénde esta actividad se benefi ►ian «labradores» qué gozan de buenasituación financiera.
Tomemos por ejemplo la «casa» de Andión citada más arriba.
Su titular recibe en 1857 de su vecino Antonio Pérez, «labrador»
acomodado, 556 reales en préstamo por el término de dos años,
pero pasado un año del plazo no había devuelto aún ni la mitad
de esta cantidad (97). Tomemos el ejemplo de otra «casa» de
labradores, Cas Penas: en 1862, cuarenta años después de haberrecibido sus tierras en foro, el petrucio José Peña reconoce adeudar
a su vecino Ramón Pérez (hermano del añterior «prestamista»Antonio Pérez)
«460 reales ... del que también es una de las bacas con que se ejerce
la labranza de esta casa» (98).
Se produce así una polarización dentro del grupo de «labrado-
res», entre aquellos que arrastran un cierto endeudamiento crónico
y otros que aprovechan su buena situación financiera para prestar
pequeñas cantidádes o ceder una res en'aparcería a un vecino. Este
ultimo es el caso de Antonio Pérez o de Ramón Pérez, antes citados.
O el de Agustín Novo, labrador de San Martiño que, en 1867,
veinte años después de recibir en foro el lugar do Espiñeiro, enumera
entre sus bienes
«ochocientos reales que está adeudando Antonio López ... y una
aaca encinta fiuesta en comuña en casa de josé Noao» (99).
(96) Libro de Juicios Verbales, año 1853, Archivo Municipal de Castro de Rei.
(97) Escritura de reconocimiento de deuda, 25-III-1857. Documentación pri-
vada.
(98) Testamento de José Peña, 3-IX-1862. Documentación privada.
(99) Escritura de partija entre los herederos de Agustín Novo, 1-V-1867, Docu-
mentación privada.
304
Pero' esta diferenciación se agudiza en el primer tercio del S.
XX, cuando algunas «casas» de<labradores, acuciadas por las deu-
das, se ven en peligro• de perder todo su patrimonio a manos de
prestamistas profesionales. En la memoria oral de San Martiño
destacan tres ejemplos, las casas de Queixo, Flores y Francos.
«Pedro Flores pediulle prestado diñeiro, [le hizo una venta con
pacto de retroJ a,José Regueiro de Quintela. Estaba o Regueiro en
Cuba, prestaba aquí e o pai administráballe o capital.
0 Flores non puido pagar, embargáronlle todo, e tivo que
marchar de caseira^.
Es este un ejemplo radical, en que los bienes de la «casa de
Flores» caen, en el año 1935, en manos de un prestamista profesio-
nal, y los embargados tiénen que marchar y colocarse de «caseiros»
en otr"a parroquia. Acto seguido el prestamista procedió a vender
individualmente las fincas a varios «labradores» de San Martiño.
En 1931 el mismo prestamista José Regueiro había adquirido
uña casa y 16 fincas del «lugar de Queixo», en 4.500 pts. La compra
esconde un préstamo, ya que se realiza con pacto de retro por
cuatro años, durante los cuales los «vendedores» conservan sus
tierras en teórico arriendo, a un 5% de interés (100). La «casa»
de Queixo atravesaba serias dificultades económicas, pues ese mis-
mo año tenía que vender otros 57 ferrados de tierra a un convecino,
la también «labradora» Cas Grueira. Los de Queixo lograron devol-
ver el préstamo, aunque cinco años más tarde de vencer el plazo.
Sin embargo, su situación siguió empeorando y durante la posgue-
rra tuviei•on que tomar ganado en aparcería.EI ejemplo más detallado nos lo proporciona la «casa» de Fran-
cos, una de las «casas» de labradores más prósperos de la parroquia
a principios de siglo, y la que pagaba la renta foral más pesada.
En el año 1945 sus titulares venden sus cuatro vacas en 8.500 pts.
(100) Escritura de wmpraventa con pacto de retro de los bienes del lugar de
Queixo, 14-III-1931, Documentación privada.
305
para hacer frente a 10.000 pts. de deudas, entre las que destacan
3.000 pts. por trece años de atraso de la renta foral, y otras 4.000
pts. en concepto de sendos préstamos recibidos (101). Poco después
los de F'ráncos venden tres fincas más a s ► convecina Cas Grueira.
Y como la situación sigue sin mejorar, los cinco hermanos herederos
se reparten el lugar: dos hermanas casan con «caseiros» de la
parroquia, mientras que otros dos hermarios marchan como «casei-
ros» a sendos «lugares» y toman vacas en aparcería.
Hay una serie de rasgos comunes a las historias de las «casas»
de Francos, Queixo y Flores. Son «casas» de labradores que arran-
can de principios del S. XIX; en el primer tercio del S. XX. su
situación se agrava, y acaban hipotecando todo o gran parte de su
patrimonio, y consigan o no pagar los préstamos su situación finan-
ciera no mejora, han de vender más fincas y acaban pasando a
llevar tierras y/o ganado ajeno en aparcería. En los tres casos
además, los beneficiarios indirectos de estas crisis son aquellos de
sus convecinos también «labradores» que se encuentran en buena
situación financiera, y que aprovechan para comprarles las fincas,
a ellos directamente, o al prestamista que les embargó. En cual-
quier caso las transformaciones productivas que vive San Martiño
-y la comarca- en el primer tercio de siglo van a dinamizar el
mercado de tierras, y a generar una polarización entre aquel grupo
de «labradores»: mientras algunos se benefician redondeando su
patrimonio mediante compras de tierras -Cuadro XXV-, otros
se endeudan y a veces acaban por vender las propias.
^De dónde salen estos ingresos diferenciáles que permiten a
algunas «casas» de labradores comprar activamente fincas?. Fun-
damentalmente de la propia explotación, y dentro de ella, de las
producciones ganaderas orientadas a la comercialización. Reto-
mando el argumento del capítulo anterior, en el primer tercio de
este siglo se puede detectar una especialización en las estrategias
productivas de las «casas» de labradores, y sobre todo en esta
(]O1) Rendición de cuentas efectuada por el titular de la «casa» de Francos,
22-XI-1945, Documentación Privada.
306
minoría que se embarca en la compra de tierras. Las «casas» dePenas, Grueira o Armando, se vuelcan en la ganadería vacuna enestabulación intensiva: son ellas las pioneras en la introducciónde novedades técnicas relacionadas con el acortiñamiento, con laestabulación o la producción de forrajes, como veíamos en el
Cuadro XV, y canalizan esos ingresos hacia la compra de tierras
-Cuadró XXV-. También son activos compradores de fincas las
«casas» de Espiñeiro o Fiouqueira, sólo que el dinero no sólo lesviene de su labranza, sino de la posesión de rebaños de ovino decien a doscientas cabezas, y de yeguas, que pastan en los comunalesa los que estas «casas» están muy próximas. Esta estrategia diferen-cial también se refleja en la composición de las compras, y essignificativo que entre los 154 ferrados que consta adquirió la «acor-tiñadora» casa de Penas a lo largo de treinta años, sólo se incluyauna finca de 20 ferrados «a tojal», y ninguna a«monte» o«inculto»,
mientras .que más del 50 % de las compras de Cas Espiñeiro, y un
75 % de las de• Cas Fiouqueira son tierras con esta última dedica-
ción.No resulta extraño que estas «casas» de labradores tomaran
posiciones muy distintas en el debate sobre el reparto de los comu-nales: cas Grueira, cas Penas y cas Armando abanderaron tal medi-_da, mientras cas Espiñeiro, cas Fiouqueira y la ya estudiada cas
Cal encabezaron la oposición del repartó.Pero enfrentadas coyunturalmente o no por mor de sus estrate-
gias productivas, las «casas» de labradores siguen unas estrategiasreproductivas similares, que ahora pasamos a ejemplifi^ar en la
historia de la parentela de Penas.
III.4.1. La parentela de Peñas
En 1824 José de la Peña re►ibió en foro un «lugar acasarado»
de 100 ferrados, que previamente llevara en arrendamiento; su
nieto Antonio Peña Arias dejó en herencia al morir en 1930 un
«lugar» dos veces más extenso; en 1951 los nueve hijos de Antonio
se repartieron las tierras, la mayor parte de las cuales confiaron a
307
un «caseiro»; y a finales de los años 60 las fincas se vendieron amedia docena larga de vecinos de San Martiño.
En el Cuadro XXVI se resumen los principales hitos en lahistoria de este patrimonio. En la Genealogía IV se extiende unárbol genealógico de la parentela de Penas, a lo largo de esas cuatrogeneraciones.
José Peña Alvarez, receptor del foro original en 1824, tuvó sietehijos, de los cuales sólo cinco alcanzaron la mayoría de edad. Deellos Francisca y Andrea Peña Díaz casan y marchan a finales delos años 40. Los otros tres continúan residiendo en la casa solteros,
hasta que en 1860, dos años antes de la muerte de su padre, LorenzoPeña Díaz marcha a Madrid, y su hermana Vicenta tiene un hijo«de padre desconocido». A la muerte del padre José Peña, en 1862,el hijo mayor Francisco resulta mejorado «en tercio y quintó delos bienes», y conserva un 90 % de las tierras del foro. Los otroscuatro hijos reciben compensaciones en metálico y alguna finca,especialmente las dos hijas casadas. Vicenta, soltera, obtiene ade-más en legado varias ovejas.
El proceso reproductivo en las «casas» de labradores se organizasobre dos tendencias contradictorias, una de las cuales tiende a laconservación y aumento de su patrimonio, y la otra a la fragmenta-ción. Estas «casas» basan su fortaleza en la posesión de una labran-za de ciertas dimensiones, capaz de generar una producción quepermita afrontar el pago de renta e impuestos, y al mismo tiempoproporcione sustento a los miembros del grupo doméstico. Lasnecesidades que generan estos miembros se sustancian en tres mo-mentos: la crianza de un número apreciable de hijos que proporcio-nen la fuerza de trabajo que precisa la éxplotación; la colocación
de todos estos hijos, asegurándoles un futuro; y el cuidado de lospadres ancianos, cuando ya no puedan valerse por sí mismos. Lasatisfacción de estas tres necesidades conduce a dos tendenciascontradictorias. La primera, a mantener la integridad del patrimo-nio, lo que garantice que uno de los hijos case en casa, atienda asus padres ya ancianos y al mismo tiempo asegure la reproducciónde su propia descendencia. Pero una segunda tendencia conducea gravar el patrimonio con deudas o desgajar de él bienes -fincas,
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cabezas de ganado, ...- que ayuden a los otros hijos a asegurarsesu propio futuro.
La tendencia a conservar el patrimonio indiviso se ve amplia-
mente amparada por la legislación, y en esto la revolución liberal
ño introduce grandes modificaciones. Novísima Recopilación y Có-
digo Civil autorizan dejar en herencia la mayor parte de los bienes
a un sólo hijo, la primera mediante «mejora de tercio y quinto»,
el segundo permitiendo acumular en un sólo heredero el «tercio de
mejora» y el «tercio de libre disposición». Novísima Recopilación
y Código Civil permiten también postergar el reparto hereditario
de los bienes hasta que ambos cónyuges hayan fallecido. Y en el
caso de los labradores «foratarios» la propia escritura foral ampara-
ba a veces el traspaso de todos los bienes al hijo mayor, como esel caso de cas Penas.
«Que dicha casa y aienes ... han de andar unidos e incorporados,lleaados y poseídos por una sola persona, ... después de la muertedel recipiente el h^o maior ... con preferencia de aarón a embra yde maior a menor ... sin poderse partir entre coherederos...» (102).
Cobrador de rentas forales y legislador coinciden en el interéspor evifar la fragmentación de los patrimonios campesinos. El pri-mero está interesado en conservar en lo posible unificada en unasola persona la responsabilidad de pagarle las rentas; y tanto elprimero como el segundo asocian integridad de patrimonios conmayor producción y mayor productividad. Es esta la opinion suscri-ta por el autor de un manual de práctica legal a mediados del S.XIX.
«Casas de labradores que lleaan en el país el nombre de ricas,
ofrecen un cuadro, si se quiere, lastimoso, desde el día que terminan
las :sociedades, que en ellas se encerraban, y se separan las familias,
recogiendo cada cual sus intereses .... La suerte del cultiao defiende,
(102) Escritura de foro del «lugan> de Penas.
310
sin disputa alguna, del estado de fortuna de las personas que por
su cúalidad de dueños deben promoverlo .... Las compañías [familia-
resJ proporcionan la ventaja de satisfacer a menos costo las atenciones
de los asociados ... dejando algún sobrante; este, agregado a las
atenciones de primera necesidad, puede dar un total que sirva para
emprender trabajos que multipliquen el producto de la tierra ...»
(103).
En último término la preservación de los patrimonios de los
«labradores» es la garantía del pago de la ► contribuciones, y por
lo tanto, de la eficacia recaudatoria del sistema impositivo, uno de
cuyos pilares básicos lo constituye el campesinado medio.Pero de igual modo la no-fragmentación de los patrimonios
responde a la lógica del proceso reproductivo campesino. Dado el
elevado número de hijos de las «casas» de labradores; las legítimas
recibidas por los hermanos que marchan resultan netamente insufi-
cientes para montar una nueva explotación, aún en el caso de que
dos herederos residuales casen y junten sus herencias. Y no es sóló
la insuficiencia de tierras, sino los gastos que acarrea constituir
una nueva unidad productiva autónoma: construcción de una casa,
equipamiento doméstico, ganado, instrumentos de trabajo, ...
(104). Por contra, la preservación del patrimonio familiar en una
sola mano permite a otros hermanos corresidir en la casa familiar
mientras estén solteros, y supone para quienes marchan la garantía
de tener un lugar donde volver si se ven en apuros.
La lógica del proceso de trabajo campesino también tiende a
retrasar la marcha de los hijos, de modo temporal o indefinido. La
división del trabajo dentro del grupo doméstico se organiza sobre
el propio ciclo de desarrollo de dicho grupo. Hasta que alcanzan
(103) Besada, 1849, Práctica legal sobre foros y compañías de Galicia, p.
171-172.
(104) En las partijas de la segunda mitad del S. XIX en S. Martiño, la vivienda
y dependencias agrícolas suponen siempre un alto porcentaje del valor total de los
bienes inventariados. Y bienes muebles y aperos agrícolas se describen minuciosa-
mente, y alcanzan un valor apreciable en conjunto.
311
su madurez los hijos van pasando por un proceso de aprendizaje
que les lleva desde un primer papel como pastorés hasta adquirir
la compleja cualificación que exige el ser cabeza de familia. Esto
proporciona a los padres la oportunidad de analizar las capacidades
diferenciales de sus hijos, pero también de fomentarlas o no, de
forma que el hijo mayor alcanzará una cualificación completa y
edad reproductora, cuando aún sus padres se encuentran en pleni-
tud de fuerzas; en tanto el o los hijos más pequeños corren el riesgo
de no ascender nunca del puesto de pastores, ante la falta de quien
los sustituya.
La prosperidad diferencial entre las «casas» de labradores intro-
duce diferenciás sustanciales en el proc^so hereditario. Las «casas»
más prósperas pueden tomar criados en los momentos en que ►are-
cen de mano de obra, o para reemplazar en la tarea de pastores a
los hijos menores, y de hecho hay constancia en la dócumentación
y en la memoria oral de que los «labradores» acomodados de San
Martiño tomaban criados a su servicio, entre los años 1850-1950.
Así mismo una «casa» prósperá puede realizar una ventajosa políti-
ca matrimonial: el hijo casado en casa incorpora la su • tanciosa
dote de su cónyuge, los hijos que casan fuera a su vez reciben
bienes que les permiten casar en «casas» acomodadas, o constitúir
la suya propia. La gran mayoría de las núeUas «casas» de labradores
que se constituyen en. San Martiño entre 1850-1930 proceden de las
herencias recibidas por segundones de «casas^^ ricas o«labradoras» muy
prósperas, que constituyen una nueva unidad productiva en explota-
ción directa con bienes que fireaiamente su «casa» matriz trabajaba recurrien-
do a cafitar mano de obra ajena.
Cuando se trata de «casas» de labradores menos prósperas,
como la de Penas a mediados del S. XIX (105), las salidas de los
hermanos del casado en casa se organizan sobre la casi imposibili-
dad de que constituyan nuevas unidades productivas sobre bienes
(105) Recordemos que en el ya citado testamento de José Peña en 1862, se
especifica que el testador está adeudando una cantidad en metálico, y que una de
sus vacas la lleva en aparcería.
312
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propios, o de que «casen en casa» de labradores. Ora permanecen
solteros en la casa petruciál junto a su hermano mejorado, ora
casan con cónyuges sin bienes y han de ►olocarse como «caseiros»;
ora marchan a vivir como «camareirás» a una caseta, dependiendo
más de los bienes comunales que de los suyos propios; ora en fin
emigran. Volvamos a la Genealogía IV, porque la parentela de
Penas ilustra todas estas posibilidades.
Los bienes asignados en herencia a los cinco hermanos Peña
Díaz son acordes con la posición de estos hermanos dentro del
proceso reproductivo familiar. Andrea casó pronto, en 1846, con
Manuel Novo, heredero residual de una casa de «labradores» de
la parroquia: el matrimonio vivió como «caseiros» el resto de su
vida (106'), además de cultivar las pocas fincas que recibieron en
herencia muchos años después; cuando Manuel Novo múera, será
identificado en la partidá de defunción de los Libros Parroquiales
como «pobre,de solemñidad».
Un segundo hérmano, Lorenzo Peña Díaz, marcha a Madrid
en 1860, dos años antes de la muerte de su padre. Recibirá su
legítima en metálico.
Otra hermana, Vicenta Peña Díaz, va a convertirse en «cama-
reira». Más que de una decisión inesperada, parece tratarse de un
plan meditado lentamente. EI mismo año que-marcha a Madrid
su hermano Lorenzo, 1860, y con su padre enfermo, Vicenta tiene
una hija «de padre desconocido», cuando contaba 34 años de edad.
Dos años más tarde, en 1862, Vicenta recibe en herencia un pequeño
rebaño de ovejas, y marcha a vivir con su hija a una caseta. Un
testimonio de la época describe las características de este grupo
social .
«... kay en las parroquias una población flotante, una clase que no
es agricultora, compuesta de desaalidos, de mugeres, niñosy ancianos
que aiven en miserables chozas, y tienen el nombre de caseteros o
camareros. E•tos desgraciados carecen por lo común de pan que
(106) Manuel Novo aparece ya en la Relación de Frutos Civiles de 1845 como
«arrendatario».
314
llevar a la boca, y hasta de manta que los abrigue, llegando su
infortunio al estremo de no encontrar jornal, porque la agricultura
de Galicia es puramentefamiliar, y no necesita este auxiliar, escepto
en algunas ocasiones. Fuera de los medios que pueda proporcionarles
el trabajo en las obras públicas, no les queda otro recurso contra
la miseria que el uso y aprovechamiento de los montes comunes. En
ellos se mantiene la miserable vaca que les da la lechey la manteca;
en ellos apacientan el raquítico caballejo con que trajinan de feria
en feria; en ellos crían el ganado de cerda con cuyo producto compran
lo más preciso; y en ellos, en fin, encuentran el combustible que en
las noches frías del invierno suple. la falta de abrigo reducido á la
ropa de vestir, tal vez humedecida por la lluvia y frecuentemente
desgarrada» (107).
Las «camareiras» se distinguían claramente por unas pautas
residenciales, productivas y reproductivas. Eran grupos residencia-
les encabezados por mujeres, .que residían en un «caseto», unacabaña de piedi•a de una sola pieza. Su constitución interna era
diversa: una mujer con sus hijos menores, dos o más hermanas con
su prole, o incluso tres generaciones -abuela/madre/hija- corresi-
dentes. Seguían una pauta consistente de reproducción extramatri-
monial, generalmente tenían hijos «ilegítimos», no reconocidos por
un varón, aunque posteriormente pudieran acabar casándose.
Esta forma de organizar su reproducción se relacionaba estre-
chamente con su organización de la producción. Las «camareiras»
poseían poca o ninguna tierra, y para su subsistencia dependían
en gran parte de las superficies de aprovechamiento común: espiga-
ban o recogían la paja olvidada en los campos tras la siega, y
llevaban su ganado a pacer a barbecheras y montes comunales, y
en estos últimos recogían arbustos para leña. Rara vez poseían un
cerdo, y apenas unas cuantas cabezas de ganado ovino, ganado
(107) Informe de la Diputación de Lugo adjunto a los expedientes de exceptua-
ción de venta de montes, 1862, A.H.P. de Lugo, Leg. 778. Recogido en Balboa
(1990, ps. 458-467).
315
siempre de escaso valor unitario y que para su cuidado y alimenta-
ción requería poco trabajo y menos tierra propia.
Un anciano de San Martiño precisa algo más:
«Antes as camareiras eran mulleres que aiUían solas, arrendaban
ou fiedían unha casiña, e andaban traballando a xorrtal na terra.
Había moito traballo pra elas, tódalas casas collían xente a xornal.
Algúns pagaban en alimento, outros íbanlles labrar co ganado...».
Sin bienes propios que legar, no precisaban del matrimonio
para organizar sus derechos hereditarios. Dado que sus recursos
provenían en gran parte de recolección y pastoreo, y del trabajo a
jornal, no necesitaban tampoco el matrimonio para organizar la
compleja división del trabajo que exige una labranza. Tampoco
tenían grandes necesidades de fuerza de trabajo, pero en cambio
sí que precisaban en su vejez de personas jóvenes que las tomaran
a su cargo. De ahí que, aunque constituían unidades residenciales
autónomas, su actividad era siempre subsidiaria de otros grupos
domésticos, ya los de sus hijos, ya los de sus hermanos o sobrinos,
ya los de sus ex-amantes.
Los de sus hijos en primer lugar. Vicenta Peña Díaz tuvo una
única hija: a los 34 años de edad, su embarazo parece responder
a una decisión consciente de criar un productor que debería ser su
sostén en la vejez. Normalmente las «camareiras» tienen un número
muy reducido de hijos, y a edad avanzada: a veces estos hijos
constituyen grupos residenciales propios al Ilegar la edad adulta,
y las dejan solas, pero suelen hacerse cargo de ellas años más tarde,
en su vejez.
Pero las «camareiras» también dependen estrechamente de la
«casa» matriz donde nacieron, a la que proporcionan mano de obra
eventualmente en la recolección o en el pastoreo, a cambio de
alimentos, o de que sus parientes le labren las pocas fincas que
puedan tener. Y«casa matriz» a la que puedan retornar en su
vejez, careciendo de hijos propios que las cuiden, y trayendo consigo
los pocos bienes que heredaran. Cuando muere Vicenta Peña Díaz
deja una hija -Visitación- de nueve años de edad, y encarga de
316
la tutela de ésta, y de la gestión de los bienes que le corresponden,
a su hermano Francisco Peña Díaz, que fue el que quedó en la
«casa» matriz.
Y finalmente las «camareiras» dependen de las «casas» de sus
amantes que las dejan preñadas, donde encuentran ocasionalmente
trabajo, alimentos o ayuda de diverso tipo. Son precisamente las
«casas» de labradores donde se encuentran los varones que las
dejan preñadas, y que muy raramente casan con ellas. Tomemos
por ejemplo el caso del hermano de Vicenta, Francisco Peña Díaz,
que fue el que heredó la mayor parte de los bienes. En 1850 Francis-
co Peña era demandado por Clara Corbelle, moza soltera de 35
años, hija de «caseiros» residentes a pocos metros de la casa de
Penas, y futura «camareira». Clara insta a Francisco Peña a que
«le reconozca una h^a que de el tubo y le fiague los daños y
desperfectos causados» (108).
Pero años más tarde, en 1864, el mismo Francis ►o Peña Díaz
casa con Xoana Arias, mujer pobre, y reconoce por hija propia a
Marica, una niña que la misma Xoana Arias había tenido un año
antes «de padre desconocido».
De esta forma las «camareiras» se articulan con las «casas» de
labradores de dos formas. Por un lado hijas de labradores como
Vicenta Peña Díaz se convierten en «camareiras»; por otro lado
hijos varones de labradores, como Francisco Peña Díaz, dejan pre-
ñadas a mujeres que son, o serán, camareiras. Por esa doble vía
las «casas» de labradores preservan la integridad de su patrimonio,
expulsando hijas con pocos bienes, posibilitando que los hijos varo-
nes puedan mantener relaciones sexuales, sin por ello generar des-
cendencia que pueda reclamar derechos sobre los bienes. Por ambas
(]O8) Libro de Juicios Verbales, 18-IV-18y0, Archivo A4unicipal de Castro
de Rei.
Francisco Peña el demandado responde que
«ts falso sea su}'a la h^a qut se le supone, y¢or lo mismo no accrde ... y ofrttr la
conespondimk queja a fin de aindicar su onon,.
317
vías las «casas» de labradores captan mano de obra, camareirasrelacionadas con el casado en casa por ser sus hermanas o habersido sus amantes.
Grupo social generado por las «casas» de labradores, las «cama-reiras» también tienden a autorreproducirse legando sus pautasreproductoras a su descendencia. Es así como Vicenta Peña Díazno sólo tendrá una hija «ilegítima», sino dos nietos «ilegítimos: suhija Visitación Peña reproducirá la estrategia de su madre, serácamareira, soltera y tendrá a su vez dos hijos ilegítimos.
Cuando estudiamos la sociedad de San Martiño a la luz delCatastro de Ensenada, muy pocos hogares podrían calificarse como«de camareiras», pero siglo y medio más tarde, a finales del S.XIX, este grupo social se había incrementado considerablemente.En el Padrón Municipal de 1896 pueden identificarse como «decamareiras» 13 de los 54 hogares de la parroquia, que agrupan acasi un 13 % de la población. La identificación no es dudosa, puesestán encabezados por mujeres, y sólo 3 de sus 19 miembros adultosson varones; la mayoría de estos adultos/-as son denominados enel Padrón «jornaleros»; y las cuotas que pagan los 13 hogares porcontTibución territorial suman 39,25 pts., cantidad similar a la quecotiza cada hogar de «labradores» por separado. ^Cómo explicarel incremento de este grupo de población teóricamente marginal?.Por comparación con otros estudios ( 109) puede inferirse que estefenómeno guarde relación con otros dos procesos coetáneos: la«propietarización campesina», con la consolidación de una capade «labradores» que tienen asegurada la posesión de la tierra, enla segunda mitad del S. XIX; y la emigración americana, que cobragran fuerza en el último cuarto de ese siglo. La propietarizacióncampesina implica la adopción por los «labradores» de estrategiashereditarias encaminadas a legar la mayor parte del patrimonio aun solo hijo: serán los demás hijos varones los que mayoritariamentetomarán el camino de la emigración americana, fenómeno casi
(109) Para el N. de Portugal, Iturra (1985), y O'Neill (1984). Para Galicia,Bauer (1983).
318
totalmente masculino en San Martiño hasta los años veinte del
siglo actual ( I 10); mientras que `muchas hijas de «labradores» o
de campesinos más pobres, organizarán su vida como camareiras.
Pero para desarrollar más este argumento, es necesario previa-
mente seguir con la genealogía de Penas. Volvamos a la Genealogía
IV.Francisco Peña Díaz, el «millorado», casa en casa con Xoana
Arias en 1864. Sobre ocho hijos que tuvieron sólo cuatro alcanzaron
la mayoría de edad. Dado que el padre Francisco había fallecido
en 1879, sin dejar testamento, los bienes hubieran debido repartirse
a iguales partes entre los cuatro hermanos Peña Arias.
Pero Antonio, el varón mayor, alega una supuesta voluntad de
su padre de hacerle «millora», y los hermanos Peña Arias ratifican
por escrito esa «millora» en 1893. Diez años más tarde se realiza
partija entre los cuatro hermanos, y Antonio, casado en casa, retiene
apenas 1/4 de las tierras, unos 25 ferrados -Cuadro XXVI-. Sin
embargo, en 1926, Antonio Peña Arias ocupaba el puesto número
54 entre los contribuyentes del ayuntamiento, con una cuota de
61,7 pts., más del doble que las de sus tres hermanos juntas (111),
y dejaba al morir un «lugar» de más de 200 ferrados de extensión.
Lo fundamental, entonces, no es el reparto aritmético de fincas
en unas partijas. Este acto legal, y la distribución de bienes consi-
guiente, sólo viene a consagrar una distribución de papeles previa-
mente realizada, y una distribución diferencial de capacidades para
gestionar los bienes que se recibirán más tarde. Y el reparto de
papeles entre los hermanos Peña Arias no sólo resulta muy desigual,
sino que repite el realizado en la generación previa entre los herma-
nos Peña Díaz.Marica Peña Arias, la mayor, reitera el itinerario seguido como
«camareira» por su tía Vicenta. Marica tiene dos hijas ilegítimas,
(110) En base a la memoria oral y a documentación diversa he realizado una
lista de 38 personas de San Martiño que marcharon a América entre los años 1875-
1924: de ellos sólo dos eran hembras.
(11 l) Fuente: Listas de reparto de la contribución territorial, sección Hacienda,
serie Territorial, A.H.P. de Lugo. ^
319
casa y enviuda en el mismo año de Manuel Palmeiro, «pobre de
solemnidad» según su partida de defunción. Vive como camareira,
la herencia que recibe en 1903 no mejora mucho su situación, dado
que carece de dinero, aperos y fuerza de trabajo familiar para poner
las tierras en explotación. Vende la mayor parte de su herencia a
su hermano Antonio, el casado en casa, marcha brevemente a
Madrid, retorna y muere en la aldea, pobre. Marica, que había
sido hija ilegítima =aunque posteriormente legitimada- de una
mujer pobre, y que tras dejar la casa matriz fue camareira y madre
solterá, legará esta estrategia a sus descendientes: su hija Flora y
su nieta Emiliana serán también madres solteras.
Concepción Peña Arias no tendrá mucha mejor suerte. Casa
en casa de un campesino pobre, y su herencia agregada a la de su
marido constituyen un patrimonio reducido. De sus tres hijos que
alcanzan la mayoría de edad, la mayor Julia Novo Peña, marchará
a Sudamérica; Cecilia casará con un «caseiro» que ingresará en la
policía; y Camilo Novo Peña, que queda en casa, deberá trabajar
en la posguerra como miriero, y luego aserrador, ante la insuficien-
cia del patrimonio familiar.
El tercer hermano, José Antonio Peña Arias, realizará dos matri-
monios sucesivos con hijas de «caseiros», y será a su vez «caseiro».
Adquirirá un pequeño «lugar» en San Martiño en 1923, y comenza-
rá lentamente a levantar una explotación propia.
Finalmente queda Antonio Peña Arias, casado en casa, que
recibe en herencia un «lugar» reducido a la mínima expresión. La
base de su despegue no será su matrimonio con Carmen Flores,
hija de «labradores» que apenas aporta unos ferrados de tierra por
herencia. Pero Antonio hará uso de los recursos a su alcance con
una inteligencia poco común. Instala una forja y trabaja como
«ferreiro» en ella, se dedica activamente al «trato» con mercancías
diversas, e invierte sus ingresos en una frenética carrera de compra
de tierras, más de 150 ferrados entre los años 1893-1930. Aprove-
chando la abundante mano de obra familiar que le proporcionaban
sus hijos -tuvo 12, de los cuales 8 alcanzaron la edad adulta-
se aplicó a la supresión de barbechos en sus tierras, consiguiendo
sirriultanear buenas cosechas de patatas para alimentación familiar
320
y forrajes para una cabaña de vacuno en estabulacióm intensiva.
A su muerte en 1930, Antonio Peña Arias dejaba uno de los
mejores «lugares» de la parroquia. No por mucho tiempo, dado
que la sucesión hereditaria quedaba sin resolver, y siete de sus
hijos permanecían aún en casa. Es precisamente este elevado núme-
ro de hijos, que había aportado la mano de obra para poner en
explotación las tierras, el factor que va a partir de entonces a jugar
en contra. Dada la cuantía de las legítimas a satisfacer a sus herma-
nos en el futuro, dos hijos sucesivamente casados en casa renuncian
y marchan. En conjunto tres hijos marchan a Buenos Aires, dos a
la Guardia Civil, uno a Barcelona, las dos restantes casan en casas
de labradores de la parroquia. Paradójicamente el lugar queda
vacío, las tierras se reparten entre los ocho hijos, parte se ceden a
un «caseiro» y finalmente se venden.
EI viejo concepto de «casa» campesina como célula básica que
tiende a perpetuarse en el tiempo, subordinando los intereses de
los miembros que la componen, sólo es aplicable al grupo social
de los «labradores», pero aún así este concepto permite entender
muy poco de la práctica social de dicho grupo. Partiendo de la
idea de «casa», la suerte que sufrió el patrimonio edificado con
tanto esfuerzo por Antonio Peña Arias semeja un sin-sentido; la
diversa suerte que les cupo a los cuatro hermanos Peña Arias, y
las diferentes estrategias reproductivas que cada uno siguió, tampo-
co se entienden; y quedaría sin explicar la historia toda de la
parentela de Penas, organizada sobre la articulación entre las «ca-
sas» de labradores y otros grupos sociales.
La idea de la aldea constituída por un número finito de «casas»
que tienden a perpetuarse en el tiempo sólo puede mantenerse si
no nos preocupamos por seguir las historias individuales de cada
una de esas «casas», generación tras generación. Es entonces cuan-
do comprobamos que, mientras algunas se arruinan y desaparecen
en el espacio de una generación, otras triplican su patrimonio.
Si el lugar de Penas en 1951 apenas conservaba unas pocas
fincas de las comprendidas en la carta foral original, una vivienda
enclavada en el mismo lugar donde estuviera la anterior, y el «nom-
bre» con que era conocida por sus vecinos ... y si se puede predicar
321
también de casi todos los «labradores» de San Martiño que los
bienes que trabajaban habían cambiado de manos varias veces en
pocas generaciones ...Entonces ipor qué los campesinos seguían y
siguen hablando de «casas», y a los científicos sociales nos resulta
útil ese concepto para analizar al campesinado?. «Casa» es un
concepto empleado por el campesinado para organizar su acción
social, un modelo para organizar su comportamiento, un modelo
para pensar su pasado como proyecto de futuro. Pero en tanto la
memoria de los intercambios de personas y bienes en el pasado,
guardada en las genealogías, toma como una de sus ideas organiza-
doras la de «casa», el científico social que se acerque al pasado a
partir de la memoria de las personas ha de tener en cuenta esas
ideas organizadoras.
EI grupo de «casas» de labradores se consolida como tal en la
primera mitad del S. XIX en circunstancias muy concretas: en el
orden económico, la formación incipiente de un sistema de mercado
mundial en el que participa la aldea campesina, en el orden político/
legal la formación del Estado Liberal en España. En esta nueva
situación los campesinos son clasificados en función del vínculo
que les une a los bienes que trabajan, y organizan su práctica social
en función de dicha vinculación. Propietarios de los bienes que
trabajan, los «labradores» organizan su producción sobre la base
de la mano dé obrá familiar que proporcionan hijós y hermanos
corresidentes, y sobre la captación de mano de obra ajena que no
pueda argiiir derechos sobre los bienes que acude a trabajar; y
organizan su reproducción sobre la diferenciación entre un hijo,
futuro gestor del núcleo del patrimonio familiar, y el resto de los
miembros -sus hermanos, sus tíos, :..-. Esa diferenciación está
en la base de la articulación de las «casas» de labradores, entre sí,
y con otros grupos sociales -campesinos pobres, caseiros, camarei-
ras ...- ya que a través del proceso de herencia los «labradores»
contribuyen a reproducir dichos grupos sociales.
Sin embargo, la gestión de producción y réproducción por parte
de cada «casa» de labradores es una tarea extremadamente comple-
ja. Está sujeta a los imprevistos del proceso de vida, al azar de una
mala cosecha o a la muerte prematura de un/a cabeza de familia
322
que deja la prole a medio criar; depende de las capacidades diferen-
ciales de las personas para gestionar los recursos a su alcance, o
para gestionar nuevos recursos de una nueva forma, lo que les
permite obtener ventajas diferenciales; depende finalmente de la
habilidad para conducir el proceso reproductivo, para planificar
un número de hijos con quienes trabajar las tierras, pero que no
amenacen en el futuro con Ilevar a una fragmentación excesiva del
patrimonio familiar.
En último término no existe la «casa» como unidad pensante
autónoma y dotada de voluntad. Lo que hay es la articulación
entre un conjunto de individuos, a veces corresidentes, que partici-
pan diferencialmente en la gestión de unos recursos, animados cada
uno de ellos por intereses individuales, pero que coyunturalmente
pueden hacer coincidir sus voluntades en un proyecto común. A
veces ese proyecto común es «algo así» como el «engrandecimiento
de la casa», especialmente en una sociedad donde la producción
agroganadera sobre bienes propios asegura un nivel de vida mejor
que el trabajo para otros o que la emigración. Pero todo proyecto
reproductivo depende de los individuos que lo formularon, en rela-
ción a una coyuntura concreta. Antonio Peña Arias llevó adelante
a sus hijos a través del «engrandecimiento de su casa». Antonio
murió, sus hijos desarrollaron proyectos propios y marcharon, que-
daron sólo tierras y una vivienda vacía, y la venta de esos bienes
ayudó a los hijos de Antonio a hacer su vida.
IIL5. LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELARCON LOS AMOS
La importancia del «acasaramento» como forma de cesión de
la tierra en la Galicia contemporánea es una cuestión abierta a
debate (112), como también se discute cual es el contenido real de
(112) No he podido incorporar el sugerente tratamiento que de la cuestión del
«acasaramento» hace José A. Durán, en diversos textos que leí tras finalizar la
redacción de este libro.
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