Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; La luz verdadera que
ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. En el mundo estaba, el mundo
existió por ella, y el mundo no la reconoció. Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de
ser hijos de Dios.
Juan 1,1.4.9-10.12
Antes de comenzar podemos meditar ésta cita a través de los pasos de la Lectio Divina,
que nos guiarán en éste modo de orar. Para ello, nos disponemos a callar todas las voces
que estén en nuestra mente. Buscar un lugar y un momento de tranquilidad, puede ser
necesario leer, la cita mas de una vez.
Lectio…En éste primer paso nos disponemos a leer atentamente La Cita,
meditando en las palabras para responder ¿Qué dice el texto? ¿Qué es “la Palabra”?
¿Qué es ella para los hombres? ¿Qué es ella para el mundo? ¿Qué sucedió con los que la
recibieron?
Meditatio…En éste segundo paso debemos hacer una meditación personal, si
es necesario releer la cita como interpelándonos para responder: ¿Qué me dice Dios a
mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento identificado?
Oratio… Una vez que escuchamos a Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir,
respondemos al Señor con una oración personal.
Contemplatio… A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que
establecimos con el Señor, estamos en condiciones de asumir un compromiso para
poner en práctica eso que Dios quiso para mí.
Cómo vemos, la lectura pertenece al primer capítulo del Evangelio según San Juan. El
cual comienza de una manera particular y diferente a los otros evangelios. Y nos
sumerge en lo más importante: La Palabra. La Palabra en ésta cita estaba junto a Dios, y
la Palabra era Dios. En ella estaba la vida y la vida era luz para los hombres. No hay
mucho más que decir. En tan sencillas palabras Juan nos muestra la relación que es
capaz de establecer una persona con Dios cuando escucha la Palabra. Nos dice que en
ella está Dios, y que en ella reside la vida. Por lo tanto, la vida reside en Dios y Dios es
La Palabra
luz para los hombres. Luego nos dice que Dios vino al mundo que fue creado por Él. Y
el mundo no lo reconoció ni lo recibió. ¡Que triste que la vida misma se presente en
nuestra cotidianeidad y no podamos verla! ¡Ésa luz, que se nos regaló cuando vinimos
al mundo, quiso estar entre nosotros! Y nosotros no la vimos, no la recibimos.
Comenzamos ejercitando la Lectio Divina, y en ella no hicimos nada menos, que
establecer un contacto real, espiritual y personal con La Palabra. Por lo que
establecimos un contacto con el mismo Dios.
Cuando, en revistas literarias y en ferias del libro, se discute entre editoriales cuestiones
referidas a lo que la gente lee y lo que la gente compra, es muy recurrente el triste
ejemplo de La Sagrada Biblia. Uno de los libros más comprados en la historia año a
año. Prácticamente todas las casas tienen por lo menos una Biblia. Pero esto no quiere
decir, que éste sea el libro más leído. En ocasiones, muchas de las Biblias, que son la
Palabra misma que quiere ser oída por los hombres, corren la suerte de elemento
académico, como cualquier otra enciclopedia o libro de historia que es consultado
ocasionalmente, cuando se requiere completar alguna tarea para los niños, cuando se
requiere despejar una duda… Pero quienes la utilizan de esa manera, leen solo los
versículos necesarios, de manera pasajera, como quien lee un interesante dato en un
diccionario. En definitiva, no ve, no escucha, no recibe a la Palabra, a la Luz ni a la
vida. Es decir, que se pierde de mucho. Ni que hablar de aquellos para quienes sólo es
un elemento decorativo, una suerte de adorno para el estante de la casa o un libro
pesado con el cual planchar un papel, o pisar una flor.
Quien tiene una Biblia en su casa, tiene a Dios mismo en su casa. Y si Dios habita en
nuestra casa, no podemos sentarlo en un estante para que adorne, o preguntarle uno que
otro dato al pasar, para luego no volverlo a ver. Cuando Dios entra en nuestra casa
debemos oírlo. ¡Dios está ahí!, esperando iluminarnos, esperando llenarnos de vida,
esperando que lo veamos, que lo recibamos. Quien lo recibe, quien cree en Él, es capaz
de saberse Hijo de Dios.
Miren, si no es una gracia el regalo de la Palabra, cada día más presente que en la
actualidad, uno es capaz de acceder a ella hasta en internet. Dios insiste, quiere que lo
notemos, que lo escuchemos, por eso Dios, por eso la Palabra se presenta en lo
cotidiano. Que lindo podría ser iluminarnos todos los días. Recibir la Palabra, ver a
Dios. Solo es necesario estar atento y querer escuchar. Pongamos entonces en práctica
lo que La Palabra tiene para nosotros.
Historia
En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que
representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra
“rosario” significa "corona de rosas".
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los
romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus
cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus
corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y
por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las
mártires.
La Iglesia recomendó entonces rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150
salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y
fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta
recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas pero no la mayoría de los
cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer, suplantaran los
150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se
le llamó “el salterio de la Virgen”.
Cuenta la Historia que un día, a finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán quien
sufría mucho al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la
conversión de los albigenses, decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y
tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este
momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para
convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las
campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó
una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los
presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral alzaba tres
veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen
y la tormenta se terminó.
En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame
en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La
Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y
le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el
rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la
humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
El Rosario
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente
comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos
hábitos.
Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y
hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para
el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la
Santa Madre de la Iglesia.
El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo
Domingo y empezó a ser olvidado.
En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte
negra” en la que murieron muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma
provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una
aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la
antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de
propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que
tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se
extendió en toda la Iglesia.
¿Qué es el Santo Rosario?
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el
Sumo Pontífice San Pío V en su "Bula" de 1569: "El Rosario o salterio de la Sma.
Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir
repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre
cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro
Señor". El Rosario constaba de 15 Padrenuestros y 150 Avemarías, en recuerdo de los
150 Salmos. Ahora son 20 Padrenuestros y 200 Avemarías, al incluir los misterios de la
luz.
La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". Nuestra Señora ha revelado a varias
personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y
que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores,
y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la más importante de todas.
El Rosario esta compuesto de dos elementos: oración mental y oración verbal.
En el Santo Rosario la oración mental no es otra cosa que la meditación sobre los
principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su
Santísima Madre. Estos veinte misterios se han dividido en cuatro grupos: Gozosos,
Luminosos, Dolorosos y Gloriosos.
La oración verbal consiste en recitar quince decenas (Rosario completo) o cinco
decenas del Ave María, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras
meditamos sobre los misterios del Rosario.
La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma
milagrosa: cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara
como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos
tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con
increíbles y milagrosos resultados.
Entre las varias formas y modos de honrar a la Madre de Dios, optando por las que son
mejores en si mismas y mas agradables a Ella, es el rezo del Santo Rosario la que ocupa
el lugar preminente. Vale la pena recordar que entre las variadas apariciones de la
Santísima Virgen, siempre Ella ha insistido en el Rezo del Rosario. Es así como, por
ejemplo, el 13 de Mayo de 1917 en un pueblo de Portugal llamado Cova de Iria, la
Santísima Virgen insiste con vehemencia el rezo del Rosario a los tres pastorcitos, en
una de sus muchas apariciones a estos tres videntes.
Siendo un sacramental, el Santo Rosario contiene los principales misterios de nuestra
religión Católica, que nutre y sostiene la fe, eleva la mente hasta las verdades
divinamente reveladas, nos invita a la conquista de la eterna patria, acrecienta la piedad
de los fieles, promueve las virtudes y las robustece. El Rosario es alto en dignidad y
eficacia, podría decirse que es la oración más fácil para los sencillos y humildes de
corazón, es la oración más especial que dirigimos a nuestra Madre para que interceda
por nosotros ante el trono de Dios.
El Santo Rosario prolonga la vida litúrgica de la Iglesia pero no la sustituye, al contrario
enriquece y da vigor a la misma liturgia. Es por ello, que el Santo Rosario se enmarca
como una plegaria dentro de la religiosidad popular que contiene un gran tesoro de
volares que responde con sabiduría cristiana a los grandes interrogantes de la existencia.
El pueblo latinoamericano es profundamente Mariano, reconoce con una gran sabiduría
popular católica, que llegamos a Jesús Salvador a través de María Santísima su Madre y
desde los mismos tiempos del descubrimiento y de la conquista de América, se genero
una gran devoción por la Virgen María; en Ella, nuestros pueblos siempre han mirado el
rostro maternal de quien nos trajo la salvación y con la primera manifestación explicita
de la Reina del Cielo en tierra americana, con rostro y figura de mujer mestiza, en
México, se acrecentó aun mayor el amor y la devoción a ella en todos los países hispano
parlantes, reconociéndola como nuestra propia Madre, llena de amor, de misericordia y
de piedad para con sus hijos. Sentimiento que va en relación directa con el origen
mismo de la Maternidad Divina: María es Madre de Dios Redentor es también
verdaderamente la Madre de todos los miembros de Cristo, porque Ella colaboro con su
amor a que nacieran en la Iglesia, los creyentes, miembros de aquella cabeza que es
Cristo.
El paso del tiempo, las costumbres modernas, y la innovación de formas de oración, no
pueden dejar a un lado el rezo del Santo Rosario. De hecho, los Santos Padres y los
Santos han tenido una profunda devoción a este sacramental, nosotros como católicos y
como amantes de la Reina del Cielo hemos de ser fervientes devotos del Rosario. Es
digno de recordar que la familia que reza unida permanece unida, Que la recitación
piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y nos una mas
estrechamente a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
Fuente: Cathollic.net
¿Por qué el rosario?
Como ya leímos, el rosario, contiene los principales misterios de nuestra religión, que
nutre y sostiene la fe. Recorremos los grandes misterios de la vida de María. P. Ignacio
Larrañaga cuenta que toda su obsesión es ser humilde, porque no lo es todavía. “Yo no
era devoto de María, hasta que descubrí la espiritualidad de los Anawin. En la etapa
rigurosa de la búsqueda de la humildad, se hizo devoto de María, que lo deslumbró. Así
nació el libro “El silencio de María”, y también “El pobre de Nazareth”. La
contemplación de la mujer pobre de Nazareth, que llevó una vida de trabajo y silencio,
de su “hagáse”, que no necesitó de ningún signo, permite comprender la dimensión de
la fe madura, un acto gratuito y supremo de amor. “Mucha gente no simpatiza con
María, a quien se muestra como una semidiosa, en lo alto, coronada de estrellas. Pero
ella fue una mujer que tuvo que desgranar el trigo para tener harina, amasar y juntar
agua y leña para tener el pan, que afrontó grandes angustias y dolores, y, como no sabía
muy bien quién era su hijo, “estaba admirada” y guardaba todo en su corazón,
comparando con los escritos antiguos y así, iba descubriendo paso a paso a Jesús. Ella
no se enojaba, su corazón estaba muerto para sí misma. Nada que le suceda puede
desequilibrar a una mujer así. Ella mantuvo el hágase en el Calvario, avanzó en la
peregrinación de la fe.
Así conquistó el título de Madre de Dios y Madre de todos.
El camino de la humildad es arduo: se trata de vencer al yo. “Me da lo mismo si me
quieren o no, si agrado a los demás o no; autoestima, autorrealización, nada de eso me
interesa, trato de desaparecer”. “Creo lo que dice María: El Señor hizo en mí maravillas
porque miró la humildad de su sierva. Soy alguien que no tiene encanto, a quien la
Teología no le dice nada, no tengo simpatía, fui un estudiante mediocre, siempre rehuí
del prestigio, pero cuanto más rehuía, más me veían. Creo que Dios miró que a toda
costa quería que sea todo para El, por eso me inundó de éxito. En una oportunidad,
Francisco de Asís respondió a su hermano fray Marceo que estaba intrigado porque la
gente lo seguía tanto “Es que el Altísimo Señor miró al mundo y no encontró nadie tan
miserable y pecador como yo y por eso me inundó e hizo maravillas.”
Por lo que vemos, la vida de María fue lo que la vida de todo católico debe ser. Por lo
tanto es importante recorrer el camino del rosario, mirando a María y escuchando a
Jesús. Para ello, queremos invitarlos a contemplar cada misterio, con una lectura y un
ejercicio de Lectio Divina. Para que hacer de éste mes del Rosario la primavera
espiritual que S. S Benedicto XVI esperaba.
Misterios
Misterios Gozosos (Se rezan los lunes y los sábados)
1. La Encarnación del Hijo de Dios
2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén
4. La Purificación de Nuestro Señor
5. El Niño perdido y hallado en el Templo
Misterios Dolorosos (Se rezan los martes y los viernes)
1. La Oración del Huerto
2. La Flagelación del Señor
3. La Coronación de espinas
4. La Cruz a cuestas
5. Jesús muere en la Cruz
Misterios Gloriosos (Se rezan los miércoles y los domingos)
1. La Resurrección del Señor
2. La Ascensión del Señor
3. La Venida del Espíritu Santo
4. La Asunción de Nuestra Señora
5. La Coronación de María Santísima
Misterios Luminosos (Se rezan los jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán
2. Las bodas de Caná
3. El anuncio del Reino de Dios
4. La Transfiguración;
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Misterios Gozosos (lunes y sábados) Los misterios gozosos se rezan los lunes y jueves y también se pueden rezar durante el
Adviento y la octava de Navidad. Son los misterios de la infancia de Jesús: la
Encarnación del Hijo de Dios, la Visitación de María a Santa Isabel, el Nacimiento de
Jesús, la Presentación del Niño Jesús en el templo y el Niño Jesús perdido y hallado
entre los doctores en el templo. En estos misterios, María es la Virgen oyente que
escucha la palabra de Dios con corazón limpio, es la Virgen orante que hace del hogar
de Nazaret una casa de oración, es la Virgen oferente que presenta a su Hijo en el
templo como víctima de salvación. Es la Virgen que guarda todo y lo medita en su
corazón (Cf Lucas 2, 51). En estos misterios, María nos enseña a escuchar con fe la
palabra de Dios, a meditarla y a hacerla nuestra en la vida y en la oración que
transforma nuestro corazón.
Norberto Rivera C.
1. La Encarnación del Hijo de Dios
Lucas 1:26-38
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se
llamaba María. Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Al oírlo, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué clase
de saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—No temas, María, que gozas del favor de Dios.
Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás
Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que
reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no
tenga fin.
María respondió al ángel:
—¿Cómo sucederá eso si no convivo con un hombre?
El ángel le respondió:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.
Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba
estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible para Dios.
Respondió María:
—Yo soy la sirvienta del Señor: que se cumpla en mí tu palabra.
El ángel la dejó y se fue.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima
Santa Isabel. (Lucas 1:39-45).
Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un
pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto
en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz
fuerte:
—Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi
Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura
dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste!
Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén
(Lucas 2:6-19).
Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a
luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales
y lo acostó en un pesebre, porque no habían
encontrado sitio en la posada.
Había unos pastores en la zona que cuidaban por
turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del
Señor se les presentó. La gloria del Señor los
cercó de resplandor y ellos sintieron un gran
temor.
El ángel les dijo:
—No teman. Miren, les doy una Buena Noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: Hoy les ha
nacido en la ciudad de David el Salvador, el
Mesías y Señor. Esto les servirá de señal:
encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Al Ángel, en ese momento, se le juntó otra gran cantidad de ángeles, que alababan a
Dios diciendo:
—¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres amados por él!
Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían:
—Crucemos hacia Belén, a ver lo que ha sucedido y nos ha comunicado el Señor.
Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al
verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se
asombraban de lo que contaban los pastores. Pero María conservaba y meditaba todo en
su corazón.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
4. La Purificación de Nuestro Señor
(Lucas 2:22-35). Y, cuando llegó el día de su purificación, de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a
Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito
varón será consagrado al Señor; además ofrecieron el sacrificio que manda la ley del
Señor: un par de tórtolas o dos pichones.
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que
esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo. Le había comunicado
el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor. Conducido,
por el mismo Espíritu, se dirigió al templo.
Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo
mandado en la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo:
—Ahora, Señor, según tu palabra,
puedes dejar que tu sirviente muera en paz
porque mis ojos han visto a tu salvación,
la que has dispuesto ante todos los pueblos
como luz para iluminar a los paganos
y como gloria de tu pueblo Israel.
El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca
del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María, la madre:
—Mira, este niño está colocado de modo que todos en Israel o
caigan o se levanten; será signo de contradicción y así se
manifestarán claramente los pensamientos de todos. En cuanto a ti, una espada te
atravesará el corazón.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
5. El Niño perdido y hallado en el Templo
(Lucas 2:41-52).
Para la fiesta de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar ésta,
mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo
supieran. Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se
pusieron a buscarlo entre parientes y conocidos.
Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.
Luego de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de
los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y
todos los que lo oían estaban maravillados ante su inteligencia y
sus respuestas.
Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo:
—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados.
Él replicó:
—¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en los
asuntos de mi Padre?
Ellos no entendieron lo que les dijo.
Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas
estas cosas en su corazón.
Jesús crecía en [el] saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
Misterios Dolorosos (martes y viernes) Los misterios dolorosos se rezan los martes y los viernes y se pueden rezar también
durante toda la Cuaresma y la Semana Santa. Son los misterios de la Pasión de Cristo y
del dolor de su Madre Santísima: la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní, La
Flagelación del Señor, la Coronación de espinas, Jesús carga con la cruz y Jesús muere
en la cruz. Se desarrollan en menos de 24 horas y, sin embargo, cambian la historia de
cada hombre que nace. Son misterios para acompañar a Jesús en su dolor como lo
acompañó María. Son misterios para dar gracias a Dios por su entrega y pedirle perdón
por nuestros pecados que son la causa de su sufrimiento. Son misterios para pensar en lo
que costó la salvación de nuestra alma y para ofrecer a Jesús todo el amor de nuestros
corazones. La unión con María es muy intensa en estos momentos en que Ella ofrece a
su Hijo al Padre. Son misterios de ofrecimiento total. Compartimos con María la cruz de
Jesucristo aceptando las cruces personales que Dios permita sobre nosotros.
Norberto Rivera C.
1. La Oración del Huerto (Mateo 26:36-41).
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a
sus discípulos:
—Siéntense aquí mientras yo voy allá a orar.
Tomó a Pedro y a los dos Zebedeos y empezó a sentir tristeza y
angustia.
Les dijo:
—Siento una tristeza de muerte; quédense aquí, y permanezcan
despiertos conmigo.
Se adelantó un poco y, postrado su rostro en tierra, oró así:
—Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se
haga mi voluntad, sino la tuya.
Volvió a donde estaban los discípulos. Los encuentra dormidos y dice a
Pedro:
—¿Será posible que no han sido capaces de estar despiertos una hora conmigo? Estén
atentos y oren para no caer en la tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es
débil.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
2. La Flagelación del Señor
(Juan 18:36-38. 19:1).
Contestó Jesús:
—Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este
mundo, mis soldados habrían peleado para que no me
entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Le dijo Pilato:
—Entonces, ¿tú eres rey?
Jesús contestó:
—Tú lo dices. Yo soy rey: para eso he nacido, para eso he
venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Quien está de
parte de la verdad escucha mi voz.
Le dice Pilato: —¿Qué es la verdad? Dicho esto, salió de nuevo a donde estaban los
judíos y les dijo: —No encuentro en él culpa alguna.
Entonces Pilato se hizo cargo de Jesús y lo mandó azotar.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
3. La Coronación de espinas (Marcos 15:14-20).
Pero Pilato dijo:
—Pero, ¿qué mal ha hecho?
Ellos gritaban más fuerte:
—¡Crucifícalo!
Pilato, decidido a dejar contenta a la gente, les soltó a
Barrabás y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo
crucificaran.
Los soldados se lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y
convocaron a toda la guardia. Lo vistieron de púrpura, trenzaron
una corona de espinas y se la colocaron. Y se pusieron a hacerle
una reverencia:
—¡Salud, rey de los judíos!
Le golpeaban con una caña la cabeza, le escupían y doblando la
rodilla le rendían homenaje. Terminada la burla, le quitaron la púrpura, lo vistieron con
su ropa y lo sacaron para crucificarlo.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
4. La Cruz a cuestas (Juan 19:13-17).
Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el
lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbata. Era la víspera
de Pascua, al mediodía. Dice a los judíos:
—Ahí tienen a su rey.
Ellos gritaron:
—¡Afuera, afuera, crucifícalo!
Les dice Pilato:
—¿Voy a crucificar a su rey?
Los sumos sacerdotes contestaron:
—No tenemos más rey que el César.
Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Se lo
llevaron; y Jesús salió cargando él mismo con la cruz, hacia
un lugar llamado La Calavera, en hebreo Gólgota.
Palabra de Dios
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cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
5. Jesús muere en la Cruz (Juan 19:25-30).
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y
María la Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo
predilecto, dice a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después dice al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
Después, sabiendo que todo había terminado, para que se
cumpliese la Escritura, Jesús dijo:
—Tengo sed.
Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una
esponja en vinagre, la sujetaron a una caña y se la
acercaron a la boca.
Jesús tomó el vinagre y dijo:
—Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el
espíritu.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
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¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
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identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
Misterios Gloriosos (miércoles y domingos)
Los misterios gloriosos se rezan los miércoles y domingos y se pueden rezar también
durante toda la Pascua, desde el Domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés y el
día de la Asunción de la Santísima Virgen. Son los misterios del júbilo desbordante, del
“aleluya” pascual: la Resurrección de Cristo, la Ascensión del Señor, la Venida del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles, la Asunción de la Santísima Virgen María y la
Coronación de María, Madre de la Iglesia, como Reina y Señora de toda la Creación. En
estos misterios dejamos en el Sepulcro al hombre viejo que vive según la carne, y
resucitamos con Cristo como hombres nuevos que viven según el Espíritu, en una vida
de gracia y santidad. Son una invitación constante a orientar nuestra vida hacia el Cielo
a donde sube Jesucristo para prepararnos un lugar, a llevar una vida regida por el
Espíritu que Cristo envía a la tierra para continuar su obra. Todos estos sucesos
maravillosos los vivimos con y desde María que nos guía en el camino hacia la vida
eterna junto a Cristo Glorioso.
Norberto Rivera C.
1. La Resurrección del Señor
(Marcos 16:6-8).
Les dijo:
—No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el
crucificado. No está aquí, ha resucitado. Miren el lugar donde lo
habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que
irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán, como les había dicho.
Ellas salieron corriendo del sepulcro, asustadas y fuera de sí.
Y de puro miedo, no dijeron nada a nadie.
Palabra de Dios
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¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
2. La Ascensión del Señor
(Hechos 1:9-11).
Dicho esto, los apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de
la vista. Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se
marchaba, cuando dos personas vestidas de blanco se les
presentaron y les dijeron:
—Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo?
Este Jesús, que les ha sido quitado y elevado al cielo, vendrá
de la misma manera que lo han visto partir.
Palabra de Dios
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cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
3. La Venida del Espíritu Santo
(Hechos 2:1-4).
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De
repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que
llenó toda la casa donde se alojaban.
Aparecieron lenguas como de fuego, que descendieron por
separado sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu
Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el
Espíritu les permitía expresarse.
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cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
4. La Asunción de Nuestra Señora
(Cantar 2:3-6,10). Como manzano entre arbustos es mi amado entre los mozos: quisiera
yacer a su sombra, que su fruto es sabroso.
Me llevaron a un banquete y el Amor me declaró la guerra.
Tiéndanme sobre tortas de pasas, recuéstenme sobre manzanas, porque
he sido herida por el Amor.
Su izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abraza.
Habla mi amado y me dice: ¡Levántate, amada mía, preciosa mía, vente!
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
5. La Coronación de María Santísima
(Cantar 6:10). Como manzano entre arbustos es mi amado entre los mozos: quisiera
yacer a su sombra, que su fruto es sabroso.
Me llevaron a un banquete y el Amor me declaró la guerra.
Tiéndanme sobre tortas de pasas, recuéstenme sobre manzanas, porque he
sido herida por el Amor.
Su izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abraza.
Habla mi amado y me dice: ¡Levántate, amada mía, preciosa mía, vente!
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
Misterios Luminosos (Jueves)
Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la
contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial
«misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del
mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida
pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad
cristiana cinco momentos significativos –misterios «luminosos»– de esta fase de la vida
de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su
autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la
conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental
del misterio pascual. Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la
persona misma de Jesús. (…) Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de
María queda en el trasfondo. Los Evangelios apenas insinúan su eventual presencia en
algún que otro momento de la predicación de Jesús (cf. Mc 3, 31-35; Jn 2, 12) y nada
dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía.
Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de
Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre
y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte
en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: «Haced lo que
él os diga» (Jn 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos
de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los
«misterios de luz».
Rosarium Virginis Mariae 21.
Bto. Juan Pablo II
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán
(Marcos 1, 9-11). En aquel tiempo vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizo bautizar por
Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua, vio el cielo abierto y al
Espíritu bajando sobre él como una paloma. Se oyó una voz del cielo que
dijo:
—Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos
escribirlas en un cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
2. Las bodas de Caná
(Juan 2, 1-10). Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea; allí estaba la madre de
Jesús. También Jesús y sus discípulos estaban invitados a la boda. Se acabó el vino, y la
madre de Jesús le dice:
—No tienen vino.
Jesús le responde:
—¿Qué quieres de mí, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
La madre dice a los que servían:
—Hagan lo que él les diga.
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de
purificación de los judíos, con una capacidad de setenta a
cien litros cada una.
Jesús les dice:
—Llenen de agua las tinajas.
Las llenaron hasta el borde.
Les dice:
—Ahora saquen un poco y llévenle al encargado del banquete para que lo pruebe.
Se lo llevaron.
Cuando el encargado del banquete probó el agua convertida en vino, sin saber de
dónde procedía, aunque los servidores que habían sacado el agua lo sabían, se dirige al
novio y le dice:
—Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los convidados están algo
bebidos, saca el peor. Tú, en cambio has guardado hasta ahora el vino mejor.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
3. El anuncio del Reino de Dios
(Marcos 1, 14-15). Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a
proclamar la Buena Noticia de Dios diciendo:
—Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios:
arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas
(recomendamos escribirlas en un cuaderno o en una hoja a
mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
4. La Transfiguración (Lucas 9, 28-36). Ocho días después de estos discursos, tomó a Pedro, Juan y Santiago y
subió a una montaña a orar. Mientras oraba, su rostro cambió de
aspecto y su ropa resplandecía de blancura. De pronto dos
hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron
gloriosos y comentaban la partida de Jesús que se iba a consumar
en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño. Al
despertar, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Cuando éstos se retiraron, dijo Pedro a Jesús:
—Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres carpas: una
para ti, una para Moisés y una para Elías —No sabía lo que decía—.
Apenas lo dijo, vino una nube que les hizo sombra. Al entrar en la
nube, se asustaron.
Y se escuchó una voz que decía desde la nube:
—Éste es mi Hijo elegido.
Escúchenlo.
Al escucharse la voz, se encontraba Jesús solo. Ellos guardaron silencio y por ese
tiempo no contaron a nadie lo que habían visto.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos escribirlas en un
cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
5. La Institución de la Eucaristía.
(Juan 13,1). Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que llegaba la hora de
pasar de este mundo al Padre, después de haber amado a los suyos
que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Palabra de Dios
Tomate tu tiempo y contesta las Siguientes preguntas (recomendamos
escribirlas en un cuaderno o en una hoja a mano)
¿Qué dice el texto? ¿Qué palabras me llaman la atención? ¿Sobre
qué trata el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto? ¿En qué aspectos de éste texto me siento
identificado? ¿Qué parte de éste texto me dice algo?
¿Qué le quiero decir yo a Dios a partir del texto? Una vez que escuchamos a
Dios en la Palabra y lo que nos quiso decir, respondemos al Señor con una oración
personal.
A partir de ésta meditación y de éste íntimo contacto que establecimos con el Señor,
estamos en condiciones de asumir un compromiso para poner en práctica eso que Dios
quiso para mí.
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