José Sabogal El Varayoc de Chincheros
La propuesta de José Sabogal en la obra Varayoc de Chincheros se instala, en
este trance político-social que provenía en parte de las exigencias de intelectuales
de las clases medias urbanas, limeñas y provincianas, que abogaban por una
visión integral del país, reivindicando al sector mayoritario que lo componía y que
se hallaba en condiciones de subordinación.
De colorido violento, el óleo destaca a la recia figura de un alcalde indígena,
empuñando con mano firme la sólida vara de mando. El cuadro entero es una
manifestación de reivindicación de la fuerte representada por el varayoc, a la que
sabogal muestra incólume, después de cruzar siglos de opresión.
En las comunidades indígenas, sea que hablen quechua o español, al alcalde se
le llama Varayoc o alcalde de vara. Estando la comunidad indígena basada en el
viejo ayllu, con el añadido de muchos elementos hispánicos, no se puede afirmar
si el distintivo del varayoc viene de los usos del pueblo autóctono del que llegó con
Pizarro. Sin duda de los dos. Tanto los emperadores indios como los
peninsulares, empuñaban cetro y lo mismo el bastón de mando. De donde resulta
que el varayoc o la vara tradicional llega al Perú por las dos vertientes históricas.
En la década de 1920, se inició en serio la represión de los alcaldes indios con el
autócrata Augusto B. Leguía y el indigenismo oficial. En nombre de la integración
nacional, los despóticos Varayoc serían reemplazados por los cabildos "más
democráticos", una reforma respaldada por muchos indigenistas que no veían
sino vestigios de la opresión feudal y el legado colonial en estas autoridades
visiblemente tradicionales. Con todo, algunos Varayoc perdurarían en Ancash
hasta la reforma agraria de finales de la década de 1960.
La reforma buscaba el reconocimiento formal de los alcaldes indios. Por temor a
no perder el control de las comunidades, y en particular a no lograr conseguir el
trabajo indio de la república que se requería para llevar a cabo los proyectos de
obras públicas planeados. Los Varayoc indios siguieron teniendo un papel crucial,
sin ellos las autoridades estatales no podían contar con una provisión de mano de
obra para obras públicas, y no podían acceder libremente a los atomizados
ciudadanos indios. En suma, el orden republicano dependía de la autoridad de los
alcaldes subalternos.
Desde este encuadre, la misma pintura que, como se recordará, fuera reproducida
en la revista del Amauta de José Carlos Mariátegui, donde todavía podía generar
un efecto de shock en el contexto de desafío al naturalismo europeo establecido
en el arte oficial, parecería ser trasladada, junto a la “imaginería peruana” exaltada
por el artista.
Buntinx, Gustavo. “Las excelencias de la raza” Inscripciones indigenistas de Mario Urteaga en Wuffarden. Nuevas miradas. Fundación Telefónica y Museo de arte de Lima, (2003)
Malca Carlos, Luis. La nación del Indigenismo sabogalino: una aproximación a la vanguardia pictórica peruana de la primera mitad del siglo XX. Tesis de grado. Pontificia Universidad Católica del Perú (2004)
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