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La comunicación, un facilitador en la relación terapéutica1
Martha Consuelo Ramos Bahamón2
Eliced Yohana Rodríguez Ortiz3
Jennifer Mejía Ríos4
Resumen
Son varios los elementos que deben ser tenidos en cuenta en el momento de establecer una
relación terapéutica, dentro de ellos la comunicación, elemento transversal y esencial en
cualquier proceso humano. El objetivo del presente artículo de reflexión es generar una discusión
y análisis que permita observar, cómo la comunicación logra ser un facilitador en la relación
terapéutica, teniendo en cuenta los fundamentos epistemológicos de diversos autores del campo
de la comunicación y la relación terapeuta, donde se puede evidenciar como la principal
conclusión, que no hay forma en la que tanto el paciente como el terapeuta no comuniquen algo,
además que los terapeutas deben tener herramientas necesarias para fortalecer el desarrollo
comunicativo en sus sesiones que permita no solo comunicar de manera exitosa, sino además
recibir la información de la misma manera.
1 El presente documento es un artículo de reflexión, el cual pretende describir cómo la comunicación llegará hacer un
facilitador en la relación terapéutica con una mirada cognitivo conductual como perspectiva clínica. 2 Psicóloga de la universidad Minuto de Dios, Candidata a especialista en psicología clínica con énfasis en infancia y
adolescencia, Universidad Católica de Pereira. [email protected] 3 Psicóloga de la universidad Minuto de Dios, Candidata a especialista en psicología clínica con énfasis en infancia y
adolescencia, Universidad Católica de Pereira. [email protected] 4 Asesora. Magister en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de la Rioja.
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Palabras claves
Comunicación, psicología clínica, paciente, relación terapéutica.
Abstract
There are several elements that must be taken into account when establishing a therapeutic
relationship, within them communication, a transversal and essential element in any human
process, the objective of this reflection article is to generate a discussion and analysis that allows
observing , as communication manages to be a facilitator in the therapeutic relationship, taking
into account the epistemological foundations of various authors in the field of communication
and the therapist relationship, where it can be evidenced as the main conclusion, that there is no
way in which both the The patient and the therapist do not communicate something, in addition,
the therapists must have the necessary tools to strengthen the communication development in
their sessions that allows not only to communicate successfully, but also to receive the
information in the same way.
Keywords
Communication, clinical psychology, patient, therapeutic relationship.
Introducción
Para la especialización en psicología Clínica con énfasis en psicoterapia con niños y
adolescentes de la universidad Católica de Pereira es importante la reflexión y análisis desde
constructos, fenómenos psicológicos tanto normales como anormales, posturas, competencias
clínicas y en general, promover la indagación de conocimiento entorno a los procesos de
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evaluación, diagnóstico e intervención terapéutica y a partir de lo anterior surge gran interés por
comprender cómo logra la comunicación ser un facilitador en la relación terapéutica.
Mediante el siguiente artículo reflexivo se realiza una revisión bibliográfica de estudios y
artículos de investigación, en donde se ha explorado la posibilidad de abordar el enfoque
cognitivo-conductual como perspectiva clínica, en los procesos de comunicación, enfocados en
la interacción entre psicólogo – paciente. Iniciar a conceptualizar sobre las relaciones
psicoterapéuticas, incluyen procesos de comunicación social tanto verbales y no verbales
Bateson y Ruesch (1980) lo plantean de esta manera.
“Presentar los aspectos más amplios de la comunicación, conceptualizar los eventos
interpersonales psicoterapéuticos, mediante la consideración del individuo dentro del marco de
su situación social” (Bateson G, y Ruesch, J (1980) p. 370)
Esto conlleva a una comunicación familiar y cultural desde disímiles formas, como lo son
los ademanes que transmiten la información mediante expresiones faciales y corporales,
expresiones orales elaboradas que hacen uso de un lenguaje amplio con estructuras gramaticales
completas y de mayor uso kinestésico. En consecuencia, la comunicación ha ido construyendo
las bases para las relaciones sociales, familiares, culturales, entre otras.
Además de la comunicación cultural, se encuentran otra clase de transmisiones de
pensamiento que atañe contextualmente al quehacer de la psicología. Y es que la relación
terapéutica entre el psicólogo y su paciente es en sí misma un fenómeno comunicativo.
Es común que en el proceso terapéutico se generen trastornos de la comunicación,
ocasionando que la credibilidad y la confianza depositadas en el terapeuta se resienta, creando
una atmósfera hostil que desfavorece la interacción entre terapeuta y paciente.
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Beutler y Harwoor (2000) concuerdan con la existencia de una discordia en la relación
psicólogo-paciente y proponen buscar herramientas para reparar el daño causado con cada
intervención el terapeuta crea una posibilidad de ruptura en la relación que deberá seguir un
proceso de restauración de la relación.
El terapeuta debe recurrir a su destreza y conocimientos con el objetivo de alcanzar una
restauración de la relación psicoterapéutica, partiendo del supuesto que la comunicación puede
lograr facilitar el proceso de relación terapéutico; mediante el uso de un lenguaje y una
expresión, en donde ambos intérpretes logran dar a conocer sus puntos de vista, de una manera
acorde; teniendo como fin brindar un mensaje, crear elementos favorecedores como la empatía;
mejorar el uso de herramientas comunicativas; adherencia a terapia e implementar nuevas
técnicas psicológicas que posibiliten la intervención en la psicoterapia cognitivo conductual.
Las reflexiones que aquí se plasman, parten del siguiente interrogante: ¿cómo la
comunicación es un facilitador en la relación terapéutica?
Para dar respuesta a esta incógnita se abordará el concepto de comunicación desde
diferentes autores que concuerdan con la posibilidad de un facilitador en la terapia, la existencia
de la relación terapéutica desde el enfoque cognitivo-conductual y los procesos de
multiculturalidad inmersos en los seres humanos. Los referentes conceptuales que se ajustan a la
propuesta y se toman como brújula orientadora son: (Vallejo, et al., 2005), entre otros.
La gran mayoría de conflictos internos en las personas que acuden a terapia, se desarrollan
por déficit en la comunicación, represión o miedo al expresarse, por interpretaciones erróneas en
el lenguaje verbal o corporal en procesos de interacción con otras personas, desde la psicología
clínica, se habla de la comunicación como un factor primordial para abordar dichas dificultades y
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realizar un proceso terapéutico que logre tener un beneficio dual. Este beneficio será posibilitado
a través de lo que se conoce como comunicación funcional, en la que Naranjo (2008) plantea que
es aquella que “Le permite a la persona manejar de manera más competente y precisa las
situaciones del ambiente en que se encuentra, por cuanto puede expresarse claramente ante las
demás personas” (Naranjo, 2008, p. 11)
La comunicación funcional se caracteriza por manifestarse en el momento oportuno,
permitiendo un intercambio de ideas, pensamientos y emociones, garantizando relaciones
interpersonales sanas, basadas en el conocimiento mutuo y el establecimiento de límites.
Es importante que la comunicación pueda desarrollarse de una forma libre o dirigida, esto
depende de la intencionalidad con la que se dé la relación terapéutica, sin embargo, no siempre
se lleva a cabo, ya que existen variables en la comunicación que permiten ver y percibir la
información que se transmite, ya sea por procesos biológicos, psicológicos o patológicos tanto
del terapeuta como del paciente, que sin duda interfieren en dicha interacción.
En consecuencia, el terapeuta debe ser consciente de las expresiones verbales y no verbales
del paciente, ya que estas ayudan en el proceso, e incluso afianzan positivamente la relación que
poseen y mejora la comunicación entre ellos. Riso (2002) propone expresiones orales y no orales
que dan pistas para leer al otro: “Mirar a los ojos, el volumen de la voz, modulación y entonación
de la voz, fluidez verbal, la postura, Los gestos, El contenido verbal del mensaje” (p.6).
Mirar a los ojos, describe entonces que aquel contacto visual genera confianza, lo que
permite una validación con su interlocutor. El volumen de la voz; para evitar que se
presente una intimidación como figura de autoridad se aconseja no manejar un tono muy
alto, ni un volumen de la voz demasiado bajo denotando inseguridad. Modulación y
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entonación de la voz, aspecto denota la expresividad al discurso, comunica e implica
interés, por lo cual se espera la utilización de la modulación afectiva, evitando de esta
manera experimentar desconexión y por ende afecte la información. (Riso,2000, p. 6)
Asimismo, se espera entonces un nivel de espontaneidad y seguridad (fluidez verbal),
evitando tiempos muy prolongados que permitiría desarrollar angustia, impaciencia y
desesperación. La postura y gestos como impresión de lo físico, expresa sin necesidad de
palabras y completa su sentido, utilizando el lenguaje no verbal, el cual se relaciona con su
discurso verbal observando que no exista una ambigüedad en el mensaje; y finalmente el
contenido verbal del mensaje que se precisa debe ser claro, explícito, directo, franco,
considerado y respetuoso de los derechos de las demás personas.
Estas características de la emisión del mensaje y la posición del sujeto, como emisor o
receptor, pueden ser consideradas a la luz de la perspectiva cognitiva– conductual, en la medida
en que se consideren estos aspectos como mediadores o moderadores de las respuestas.
Entendiendo el sentido amplio de las variables organísmicas relacionadas con el paciente
(conductuales, cognitivas, afectivas, biológicas, sociales/étnicas/culturales); y que suman a un
proceso para que el terapeuta comprenda cómo se manifiestan lo que le aqueja al paciente, al
mismo tiempo que el paciente comprenda la intención y direccionamiento que el terapeuta le
brinda.
Se entiende que la raíz de los problemas psicológicos puede darse por interpretaciones
subjetivas de la información que ingresa mediante los órganos de los sentidos, es decir que se
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relaciona con la cognición, ya que, al interactuar con otros, intervienen diversos factores tales
como: el tono de la voz, el comportamiento o lenguaje corporal e incluso su dialecto, donde el
individuo percibe el contenido de su interlocutor de una forma positiva o negativa.
Es sustancial resaltar las implicaciones de la percepción e interpretación del discurso en el
plano de la relación terapéutica, siguiendo a Salgado (1988), quien afirma que:
Para que puedan ser comunicados los aspectos más profundos y subjetivos de sí mismo, se
requiere que los interactuantes puedan codificar y decodificar los aspectos literales,
denotativos de un mensaje (lo que se dice) y los significados simultáneos cognoscitivos que
son de índole subjetiva (el ¿por qué? del mensaje). (p.374)
La comunicación permite un amplio grado de interpretación y análisis, dados por el
receptor y el emisor, donde el mensaje expresado es uno. Según la persona, puede ser
interpretado subjetivamente. Debe existir reciprocidad, es decir una conexión que permita la
expresión tanto consciente como inconsciente de experiencias de la intimidad o la cotidianidad
del paciente, a su vez, la retroalimentación del psicólogo debe ser acorde al contenido emocional,
para lo cual debe buscar el momento adecuado para hablar, modular su tono de voz y utilizar un
lenguaje comprensible, de manera que se produzca empatía en cada sesión.
En esa misma línea, Miranda (2015) propone una retroalimentación asertiva:
Cuando alguien está hablando necesita saber si los que lo escuchan lo comprenden, le
creen, están sorprendidos, aburridos, etc. Una retroalimentación asertiva consistirá en un
intercambio mutuo de señales de atención y comprensión dependiendo, claro está, del tema
de conversación y de los propósitos de este. (p. 27)
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Beck, Emery y Greenberg (1985) utilizan el término retroalimentación como proceso
mediante, el cual, el terapeuta está resumiendo, validando, evaluando y apoyando lo que el
paciente quiere expresar, o está sintiendo con el fin de no inferir un análisis que no corresponda
al paciente y verse así alterado el proceso de comunicación, por lo cual se aconseja generar
espacios en la intervención, buscando compartir lo que la persona ha presentado, informado y
corroborarlo mediante el lenguaje.
Se podría expresar que los espacios en la intervención y la retroalimentación desde la
propuesta de Beck (1985) juegan un papel fundamental, ya que generan reducción de
interpretaciones erróneas, las cuales son factores desfavorables en la comunicación causando
interferencia en la relación psicoterapéutica.
Estas interferencias en la relación Psicólogo-paciente puede presentarse por disímiles
causas: no lograr expresarse a través de canales de comunicación adecuados, presentar una
interrupción comunicativa o emocional que desmejora la calidad de la relación, o en el peor de
los casos la finalidad de la intervención.
Si bien se pueden presentar desacuerdos con los pensamientos y actitudes del paciente, el
terapeuta puede verse afectado por estas conductas o pensamientos.
Safran et al., 1991, citado en Gómez (2010), utilizaron la expresión,
Disciplina interior, para indicar las operaciones mentales con que el terapeuta puede procurar
localizar en su interior el hilo perdido de la alianza terapéutica y de las relaciones de cuidado.
Las operaciones de disciplina interior pueden ser muy útiles para permitir al terapeuta pasar
de momentos problemáticos donde no logra compartir la situación emocional, a la
comprensión de qué parte de la experiencia del paciente es compartida o potencialmente
compartible por él mismo. (p.13).
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Con lo que se reconsidera presentar un proceso empático de comunicación, en donde se
reevalúe las discrepancias, y se focalice el área problema con el propósito de renovar un proceso
de mediación y compresión.
Por lo cual poder transmitir un lenguaje claro, coherente, empático, asertivo, activo,
permitirá disminuir las dificultades o alteraciones que puedan encontrarse en la relación
terapéutica en su ejercicio de intervención.
Safran Et al.,2005, como se citó en Gómez (2010) “observan el beneficio de dirigirse
sistemáticamente hacia las rupturas utilizando estrategias tales como la validación y la
aceptación de la responsabilidad por las rupturas” (p. 214).
Es así como se busca llevar las líneas de una terapia, dejando de lado el sentir y el pensar
del paciente, con lo que reajustar, replantear y moldear la terapia a las exigencias del paciente
como persona única. Esto ayudará al proceso de intervención y comunicación, de tal manera que
la ruptura no se contemple como un proceso desfavorecedor en su totalidad. Cuando el paciente
acepta la responsabilidad por la terapia, permite analizar, evaluar, cambiar procesos que no se
dieron de manera asertiva y que permearon la relación, siendo este un aspecto a tratar y mejorar
en las futuras sesiones, o con otros pacientes.
Aproximación en los elementos de comunicación en psicología clínica
Es primordial comprender la importancia que tiene el proceso comunicativo en la atención
en psicológica, dado que de allí justamente se derivan las posibilidades de tener un éxito en la
terapia, seria vacío pensar en la posibilidad de realizar la aplicación de algún tipo de técnica o
herramienta terapéutica, sin pensar primero en el uso adecuado de las herramientas
comunicativas que le permitan la comprensión de lo que el paciente manifiesta.
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En el ámbito de la psicología clínica, particularmente pretende explorar las necesidades
que existen en el entorno del paciente que está siendo atentado, en este sentido la observación es
el elemento primordial que rodea el proceso comunicativo por parte del psicólogo al respecto se
puede tener en cuenta que “se trata de demostrar que hay que atender a la “persona enferma” y
no solo a la enfermedad; que no hay que curar sólo lo físico, sino también paliar y potenciar lo
psíquico”. (Quevedo, 2018, p. 318).
De esta manera entonces como lo plantea Quevedo (2018), la comunicación pretende que
en la atención que el psicólogo brinde a su paciente, se logre entender la información y
manifestaciones expresadas mediante su lenguaje verbal y no verbal, llegando a propiciar una
intervención enfocada al bienestar de la persona, poniendo en conocimiento todo aquello que
mediante el establecimiento de una relación terapéutica.
Otro elemento que puede tenerse en cuenta en este apartado, según Segal y Beavin (1985)
afirman que la comunicación “requiere de tres elementos: Emisor, mensaje y receptor, es así
como en el proceso de relación terapéutica, se busca notificar el mensaje que puede ir de
paciente a terapeuta o viceversa” (p. 365). En este sentido entonces teniendo en cuenta los
elementos mencionados se debe tener en cuenta que no solo el psicólogo que atiende esta
recibiendo información por parte del paciente, por lo tanto, también es necesario poner especial
atención en los elementos comunicativos que utilice, tanto para explicarse bien frente al paciente
como para demuestra el interés en el proceso terapéutico.
Tal y como se menciona en el párrafo anterior, son diversos los elementos que deben ser
tenidos en cuenta, ya que el proceso comunicativo es recíproco en la consulta puntualmente, por
lo tanto, se puede analizar también los elementos de la comunicación terapéutica planteados por
Knapp (1984, como se citó en Martínez, 2012) en los procesos de intervención clínica son:
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a) la especificidad de la modalidad por medio del cual he transmitido la información (táctil,
visual, olfativa), nivel sensorial, b) Sistemas de señales no verbales gestos, expresiones,
fascias, movimiento corporal, orientación personal, vestimenta, etc., c) clasificaciones
parasemánticas las cuales hacen mención del significado verbal, d) tipo de código en donde
pueden encontrarse signos de mediación, de contexto o artificiales. (p. 34)
Teniendo en cuenta los anteriores elementos, y llevándolos a la práctica de comunicación
en la terapia, se pretenderá dar una orientación de cómo suministrar una información, cómo logra
captarla, qué interferencias se pueden tener en el momento de la ejecución, cómo la expresión
también comunica, y cómo al final se retroalimenta dicho mensaje, esto a su vez permitirá una
interacción psicólogo paciente, que para el fin de la intervención logre ser la mejor. Cada
decisión comunicativa que tome el terapeuta tendrá repercusiones en el proceso, por lo tanto,
cada uno de los elementos planteados demuestra la importancia incesante del estudio del tema.
Ahora bien, los procesos de comunicación no solo permiten fortalecer los procesos de
intervención del psicólogo, sino también contextualizarlos en relación con los diferentes tipos de
lenguajes que, a la luz de los diversos entornos, culturas, situaciones, vivencias, edades,
situaciones, logra así permitir un lenguaje unificado con el cual se llegue a procesos de
comunicación óptimos.
De tal manera que no solo son tenidos en cuenta los elementos de la comunicación en relación
terapéutica, sino también es necesario conocer sus características según Fernández y Herrera, et
al. (2012) las distinguen en dos categorías.
La primera se denomina forma básica y permite clasificar la estructura formal de la
verbalización realizada por el hablante, distinguiendo entre los códigos: asentir, aseverar,
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negar, preguntar y dirigir. La segunda categoría es la intención comunicacional y permite
clasificar el propósito comunicacional expresado durante la verbalización del hablante, vale
decir, lo que la persona persigue con su comunicación. (p. 122)
En tal sentido, estas características permiten clasificar la información, comprender el
mensaje del emisor y observar la coherencia de las verbalizaciones en las conductas derivadas de
la interrelación.
Para Salgado (1988) las características son: el mensaje el cual es codificado, la
interpretación, análisis, retroalimentación, símbolos señales, signos, sonidos, y estímulos que
serán transformados en canales de información y a su vez en lo que se expresa que irá
acompañado de una respuesta, tal como se plantea a continuación:
La comunicación no verbal reposa en el principio analógico y la codificación no verbal reposa
en el principio digital. La experiencia interna de lo que está sucediendo en cualquier momento
involucra imágenes no verbales que de alguna forma refleja la situación total. Los
movimientos corporales y las reacciones espontáneas e inmediatas requieren una apreciación
analógica de los eventos. (Ruesch, 1980, p. 445)
Por otro lado, en la comunicación se encuentran unas categorías de expresión donde están
inmersos diferentes códigos de información que serán transmitidos a través de un lenguaje
verbal, escrito, o kinestésico y que permitirá construir un mensaje que deberá ser corroborado
para la interpretación de este.
Es indudable mencionar que a partir de las ideas que se han mencionado en el desarrollo de
las últimas páginas, demuestran la vital importancia que tienen los elementos comunicativos en
la relación terapéutica que pueda establecerse desde la psicología clínica; por lo que se espera
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dar un uso óptimo en la comunicación que facilite el reconocimiento de las esferas de las
personas, logrando identificar sus inconvenientes.
Desde una perspectiva psicológica, el lenguaje puede ser examinado desde una dimensión
comportamental; considerado como un tipo de conducta o actividad, que realizan un
emisor, cuando codifica o produce, y un receptor cuando decodifica e interpreta mensajes
lingüísticos mediante la utilización de un código de signos o símbolos común, en un
contexto determinado. (Martínez, 2012, p. 17)
No hay posibilidad alguna de no comunicar, tanto en la vida cotidiana como en la
terapéutica, por lo tanto, es una responsabilidad de cada profesional, realizar el análisis de sus
percepciones y estrategias comunicativas dentro de la terapia.
La comunicación en la relación terapéutica
En el presente apartado se abordará el proceso basado en una negociación intersubjetiva en
la que a través del discurso se establece el vínculo terapeuta y paciente donde poco a poco se va
construyendo-reconstruyendo el binomio salud-enfermedad (Urzúa, 2010). En este sentido, se
evidenciará la relación terapéutica desde diversos puntos de vista y la formalización conceptual
de esa relación.
Según Fiorini (1992, como se citó en Arango y Moreno, 2009) algunos aspectos de
importancia en la construcción de la relación terapéutica son; la serenidad, la calidez del
terapeuta, el discurso, la espontaneidad creatividad, en donde se debe de establecer un contacto
empático, en el cual, en el proceso de observación. Estos son aspectos que deben ser tenidos en
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cuenta uno a uno en la atención, formalizando el interés que como profesional se tiene en
establecer un contacto efectivo con el paciente.
Para Hartley (1985) la relación terapéutica se constituye como un constructo que incluye la
relación real y a la alianza de trabajo, por lo cual se puede inferir que se requiere de dos
dimensiones en la cual la primera se basará en la relación o interacción del paciente y psicólogo
utilizando una serie de elementos que permitirán o facilitarán la comunicación, y la segunda la
manera en que su acción les permita un avance en la terapia con el fin de dar solución a su
motivo de consulta, con posterior resolución de los conflictos o patologías del paciente.
Para establecer de manera adecuada un análisis en el presente artículo, se abordan también
la relación terapéutica en la terapia cognitivo conductual, se establece que esta se da a través de
un conjunto de técnicas y características universales que demarcan acciones para este modelo
(Wilson y O´Leary, 1980 como se citó en Arango y Moreno, 2009), es decir, la relación
terapéutica, va a acompañada de factores propios del individuo y paciente que permitirá un
adecuado éxito en la intervención, pero es necesario desde esta perspectiva tener en cuenta que
es una construcción mutua y por lo tanto los dos elementos deben participar de ella.
Dentro de esas características planteadas en el párrafo anterior, se evidencia que la
comunicación se encuentra vinculada a los procesos de confianza y estos a su vez al trabajo
cooperativo, lo que en conjunto podría sentar las bases para el rapport y la empatía, lo que genera
mayores elementos de interacción, utilizando herramientas como la escucha activa, la escucha
empática, a su vez elementos de los procesos de la comunicación, que fortalecerán la relación
terapéutica así como lo menciona Wilson y O´Leary (1980, como se citó en Arango y Moreno,
2009) resaltando los aspecto clave para fortalecer dicha conexión:
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a)Una escucha activa donde estoy atento a lo que manifiesta el paciente y lo incentivo a
hablar tratando de no interrumpirlo; b) ser objetivo en el manejo de las emociones y de
los valores para que no influyan en el cliente de tal forma que lo hagan sentir juzgado; c)
la escucha empática, para comprender el problema desde el punto de vista del cliente; d)
la confidencialidad, que es indispensable para que el cliente cuente sus experiencias con
la seguridad de que éstas no serán compartidas con nadie. (p. 138)
Es decir, uno de los objetivos iniciales de la terapia es establecer un diálogo con el paciente
para explicarle ciertos elementos sobre los cuales se va a basar la relación terapéutica como
aquellos relacionados con el manejo de la información, la empatía y el principio de
confidencialidad que son de estricto cumplimiento y de los cuales dependerá en gran medida la
comunicación y el éxito de la terapia.
Ahora bien, se entiende que la comunicación desde la perspectiva de cognitivo conductual
en la relación terapéutica permite el avance gradual del paciente y la evolución de las respuestas
emitidas que dependen del sistema mental, que según los autores:
Tal como lo menciona Gómez (2010) “Aunque sea conducido por un manual, la parte
“artística” de la psicoterapia, se basa en la habilidad del terapeuta de dialogar y la empatía es la
amalgama que mantiene la colaboración entre paciente y terapeuta y facilita la comunicación” (p.
73), en donde se constituye la comunicación como un proceso favorecedor en la relación
terapéutica, permitiendo así una interlocución, basada en la cooperación y la empatía como
medio para entender lo que el otro piensa y desea expresar.
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Con lo anterior, busca que esta práctica comunicativa guíe al terapeuta en: “a) tratar de
aprehender los significados del paciente y b) constatar si el paciente percibe y comprende lo que
el terapeuta le comunica como lo refiere” (Gómez, 2010, p. 74).
De esta manera Gómez da una luz que dirige la práctica terapéutica hacia un elemento
comunicativo latente y permanente en el espacio de la consulta, que debe ser responsabilidad del
terapeuta y debe estar medicado por estrategias adecuadas y profesionales.
Habilidades y competencias de comunicación del psicólogo para crear la relación
terapéutica
El psicólogo como ser humano dispone de diversos factores propios en su personalidad, su
cognición, su entorno, y demás campos que puedan permear la interacción de una manera
positiva o negativa en la relación terapéutica con el paciente, por lo cual se inicia una revisión
bibliográfica de estudios y artículos de investigación, sobre los elementos de la comunicación
que recaen en el terapeuta y que influyen sobre la relación terapéutica.
En el pasado el psicólogo era visto como un ser de mayor conocimiento, en el cual se
esperaba una escucha pasiva, sin llegar a interactuar o mediar en la relación con el
paciente, dando esto como resultado una intervención tal vez sesgada, sin ni siquiera
permitirse el punto de vista del consultante. Por lo que en la revolución cognitiva se da
lugar a cambios muy significativos en el modo de concebir el rol del terapeuta como
participante activo de esta relación, (Consoli y Beutler, 1996; Consoli y Machado, 2004,
como se citó en Gómez, 2010, p. 10).
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Si bien es conocido, otros enfoques visualizan al psicólogo como un acompañante pasivo,
donde la gran parte de su intervención es la escucha, según los autores antes citados, esta
revolución permite que el terapeuta cognitivo conductual, presente un acompañamiento activo y
participativo, donde contribuya a la construcción de un nuevo planteamiento, a la ejecución de
actividades que favorezcan en el paciente el desarrollo de tareas, formulando nuevas hipótesis,
permitiéndole al paciente la reorientación cognitiva y la regulación conductual, siendo este
también una persona autocontrolada emocionalmente, no permitiendo que sus sentimientos y
experiencias permeen la intervención.
Muran (2007, como se citó en Gómez, 2010), describe que el rol del psicólogo puede ser
comprendido como un convenio intersubjetivo que, si bien es cierto que la principal
finalidad será el bienestar del paciente, el psicoterapeuta también presenta su fin personal.
Otro aspecto muy importante tomado en cuenta en la intervención psicoterapeuta, son las
experticias estipuladas al terapeuta en su habilidad mental, dada desde la teoría de la mente,
donde este presenta unos recursos propios y aprendidos según bases teóricas obteniendo la
capacidad de predecir, anticipar, regular pensamientos y conductas propias y del paciente que
favorecerá la toma de decisiones, como lo mencionan Corbella, et al. (2009, p.129).
Como se aludía anteriormente, el proceso de empatía es de gran importancia en la relación
psicoterapéutica, pero hay otros procesos que recobran un significado altamente favorecedor
Aunque algunas actitudes y comportamientos del terapeuta se consideran universalmente
aplicables a todos los pacientes (por ejemplo, el respeto, no minimizar los problemas, saber
escuchar) hay algunas actitudes que requieren ser adaptadas a los pacientes en particular,
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tales como la autorrevelación, la calidez, el apoyo, el nivel de formalidad en el trato.
(Santamaria, 2018, p. 18)
Es fundamental entonces que las acciones que se realizan en el proceso terapéutico estén
mediadas tanto por las habilidades profesionales que tiene el psicólogo, como por las habilidades
sociales que posee como individuo, ajustando según cada paciente las necesidades que tienen en
cada circunstancia.
Las características propias de la persona influirán en la relación terapéutica, tanto del
paciente como las del terapeuta, si mencionamos dos variables como “resistencia” y “estilo de
afrontamiento” encontramos que la Universidad Ramón Llull de Barcelona (España) y la
fundación Aiglé de Argentina realizaron una investigación en donde permiten conocer estas
variables, mostrando que si bien cada actor en la relación terapéutica tiene un papel en su actuar,
estos dos factores permitirán un proceso de comunicación que serán transformados en una
alianza terapéutica con pacientes más resistentes y terapeutas menos directivos, profesionales
más flexibles en el direccionamiento de actividades con un ajuste en los convenios de respuestas
promoviendo un buen ejercicio con calidad en la relación psicoterapéutica (Corbella, Fernández,
y Álvarez, 2007)
Roger (1980) concluyen que “la conducta no verbal del terapeuta es base para las
interpretaciones de empatía, calidez autenticidad y eficacia… comunicando agrado o aceptación
hacia su paciente” (Citado por Salgado, 1988, p. 375), por ende la comunicación no verbal
también emitirá un mensaje para el paciente, que se pretende sea de confianza, interés,
preocupación, empatía, solidaridad y respeto que permitirá fortalecer la relación terapéutica, de
esta misma manera, el terapeuta deberá tener mayor cuidado tanto de su lenguaje, conducta,
postura y retroalimentación de todos sus canales de información.
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Papel activo del paciente en el proceso terapéutico
Los procesos que se dan dentro del consultorio, en el proceso de atención terapéutica
tienen una implicación comunicativa de doble vía, por lo tanto, también tiene importancia en el
desarrollo del desarrollo del presente artículo.
Bandura (2001, citado por Gómez. 2010) define esta relación terapéutica desde el
enfoque cognitivo conductual, como una agencia personal, donde se pretende que las
personas realicen diversas acciones, basadas en la decisión personal, cuyo objetivo será
llevar unas intercomunicaciones y metas. Por lo cual teniendo en cuenta dicha definición,
la libertad que goza el paciente le permitirá mediante sus conceptos y mediaciones
cognitivas tomar la decisión de iniciar un proceso terapéutico para encontrar una solución
a sus dificultades, siendo participe de ese cambio.
Este cambio como proceso de decisión, favorecerá la regulación misma del paciente
construyendo su rol como representante de sí mismo en una evolución autocurativa desde su
pensamiento propio generado desde la empatía. (Vidal 2012).“Los pacientes crean el cambio a
través de un proceso cíclico de pensamiento, exploración y experiencia que conduce a la
creación de nuevos significados y de una nueva manera de ser y de comportarse en sus mundos
personales”, lo que en terapia denomina reestructuración cognitiva; se debe mencionar que la
terapia en sí misma no tendría ningún efecto si no se acompañara del proceso auto – curativo del
paciente, donde éste es consciente que necesita un cambio de pensamiento, que lo lleve a un
actuar diferente.
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Duncan y Miller (2000) mencionan que el realizar un contrato terapéutico en términos de
comunicación, tiempo, procesos, acciones, espacios etc., deberá de efectuarse concediéndole al
paciente con su libre albedrío, decidir si desea participar de dicho acuerdo, esté utilizando sus
propias herramientas cognitivas, pensamiento y razonamiento otorga una interacción en la que
pueda mediar, negociar y ser partícipe de esta actividad.
La multiculturalidad en el proceso de comunicación terapeuta -paciente
En este apartado se abordará la importancia del reconocimiento de la diversidad, definida
por la real academia española como “un principio que reconoce y legitima las diferencias
culturales entre diversos grupos humanos, así como la existencia, convivencia e interacción entre
diferentes culturas dentro de un mismo espacio geográfico”; este principio reconoce entonces
que en un espacio terapéutico, existe un proceso diverso, en el que el paciente y el terapeuta
tienen elementos que los convocan en un mismo lugar, cada uno con un propósito diferente pero
con la misma intencionalidad de comunicarse.
Desde el quehacer clínico, siendo Colombia un país que cuenta con diferentes poblaciones
indígenas, gitanos rom y afrocolombianas, a su vez con diversas culturas departamentales dadas
por costumbres, dialectos y rituales que en ocasiones puede genera limitación en los procesos de
comunicación. (Jiménez y Posada, 2008). Para Bernabé (2012) el concepto de Multiculturalidad
se refiere a “la presencia en un territorio de diferentes culturas que se limitan a coexistir, pero no
a convivir” (p. 69).
Teniendo en cuenta esta multiculturalidad, podemos decir que en algunos estados, países,
corregimientos, pueblos, entornos aun en la sociedad moderna, se generan conceptos, creencias,
21
mitos, rituales y demás pensamientos en los cuales la concepción, de relación terapéutica es muy
compleja, entendiéndose este término como: la incapacidad de definir de manera simple o clara,
ya que en esta área interviene los sesgos del paciente, las creencias, sus entornos etc. Sin
embargo mediante el acercamiento a dichas culturas, llegando a ampliar los conocimientos de
sus raíces, costumbres, dialectos, etc. se logra establecer mejores procesos de comunicación e
intercambio, terapeuta - paciente, permitiéndole una interacción en su quehacer profesional,
basado en un proceso de confianza que se ha efectuado mediante diálogos claros, rapport,
empatía y demás campos que abarca la comunicación.
"Es innegable que, para cada comunidad lingüística, para cada hablante, existe una unidad
del lenguaje, pero este código global representa un sistema de subcódigos Inter conexos; cada
lengua abarca varios sistemas concurrentes que se caracterizan por una función diferente”
(Jakobson, 1960/1981, citado en Sánchez, 2019, p. 3). La responsabilidad y el compromiso del
terapeuta aumenta al ser conocedor de la gran diversidad étnica y cultural y lo que ello implica,
es decir, lenguajes, creencias y normas para muchos son desconocidas, por lo que su función será
la de generar procesos de comunicación elaborados en la terapia para establecer una relación
basada en la comprensión, aceptación, igualdad y respeto, que sin duda fortalecerá la terapia y
beneficiarán la intervención. (Bernabé,2012)
A su vez dicha intervención en el contexto de multiculturalidad puede presentar algunas
barreras debido a los diversos tipos de lenguaje, en donde el mensaje puede entenderse o
explicarse a través de diversos canales de comunicación, por lo tanto, como lo menciona
E.T. Hall (1959/1981, p. 42)
22
En el día a día aparecen diversas distorsiones del significado cuando los hombres tratan de
relacionarse, por lo que se aconseja un proceso de retroalimentación, en el cual se permitirá tener
clara la información recibida y transmitida con el fin de evitar la subjetividad y tener mensajes
concisos. Lo que permitirá brindar un mensaje claro, entendible, y con procesos de
retroalimentación de la información ofrecida con el fin de comparar y constatar que la persona
haya tenido la misma sin cambiar el objetivo del mensaje.
Acercamiento para una adecuada relación psicólogo - paciente guiada por la comunicación
Una adecuada comunicación es indispensable para la expresión libre de emociones y
pensamientos, lo cual se logra a través de la experiencia y la práctica de la empatía, la escucha
activa y el entendimiento, características esenciales para alcanzar los objetivos propuestos en la
terapia.
En el actuar del paciente y psicólogo, se debe de tener en cuenta que ambos presentan un
proceso de relación con un fin que beneficiara a cada uno de ellos, por lo cual como lo menciona
(Hidalgo, 2013).
La cooperación entre el paciente y el terapeuta es de vital importancia, aunque menciona
que para el terapeuta podría tener mayor peso, ya que actúa sobre el paciente, teniendo un
“poder” que le da la sociedad y el paciente otorga para el restablecimiento de su bienestar.
Por lo cual se debe de contar con unas características propias en el paciente y psicólogo
enmarcadas en la seguridad, trato amable, respetuoso, que les permita lograr establecer un
proceso de confianza que favorezca la intervención y tratamiento. (Hidalgo, 2013, pág. 3).
23
“…con frecuencia las personas aplican de manera inconsciente a su terapeuta ciertas
actitudes y sentimientos que ellos tienen en su relación con un padre o cualquier otra persona
cercana a ellos, un proceso que se conoce como transferencia.” (Butcher, 2007, citado por
Hidalgo, 2013, p. 593), que si bien es descrita desde una corriente psicoanalista, en el enfoque
cognitivo conductual se logra contextualizar como reciprocidad, por lo cual el ejercicio del
psicoterapeuta debe de tener unas competencias que le permitan realizar esta intervención y
terapias, basadas en la evidencias descrito como ciencia donde se corrobore su actuar,
describiendo su labor, teniendo en cuenta los autores de su corriente, marco ético y legal que lo
vigila, como también desvincularse de las experiencias propias, que puedan involucrarse en el
contexto del paciente y no permitirle una acompañamiento no permeado.
Es de tener en cuenta “el profesionalismo del terapeuta como factor principal para la
relación terapéutica. Sin embargo, se debe considerar que cuando el paciente no siente empatía
por el terapeuta no siempre es porque éste no esté haciendo bien su trabajo” (Hidalgo, 2013, p.
6). Hay otros componentes que interfieren en este proceso, como lo son las características
propias del paciente, es allí donde el profesionalismo del psicoterapeuta deberá estar en su mayor
dominio, para reunir y maximizar su neutralidad, objetividad, y capacidad de transferir
confianza, utilizando herramientas propias de su personalidad, como de su labor, logrando de
esta manera un aumento de la cooperación del paciente, como a su vez la adherencia al
tratamiento.
Butcher (2007, citado por Hidalgo, 2013) menciona que la relación terapéutica debe de
estar basada en un nivel de igualdad, en donde es importante el psicólogo, pero a su vez el
paciente presenta el mismo grado de importancia, esto permite un trabajo mancomunado, con
procesos de comunicación abierta, y un vínculo mutuo.
24
Otra característica que se debe de tener en cuenta en el proceso de relación terapéutica, es
la disposición que ambas partes disponen al momento del encuadre, o reglas en la participación
de la psicoterapia, con lo que Hidalgo (2013) refiere el “establecimiento de ciertas normas y
acuerdos, de la metodología con la que se va a trabajar, el conocimiento de las expectativas del
paciente, va a facilitar mucho más el tratamiento, todo esto evitará problemas por falta de
claridad y comunicación” (p. 8), de esta manera el lograr establecer los acuerdos y bases de la
psicoterapia, permitirá desde un inicio un proceso de comunicación abierto, claro, con niveles de
confianza, fortalecimiento, cooperación, en donde se podrá cumplir con el interés del paciente, y
las funciones del psicoterapeuta, proporcionando un aprendizaje dual.
Por lo cual para que todo lo anterior se dé, la relación terapéutica deberá de ir acompañada
en un proceso de comunicación, con el cual se brinda la oportunidad de expresión bilateral de
diferentes conceptos, información, seguimientos, acuerdos, etc. De esta manera la comunicación
permitirá una observación constante, en donde todo comunica, es decir la postura, los gestos, los
entornos, el silencio, las palabras, las omisiones entre otros, y es deber del psicólogo poder
interpretar y mostrar el significado de dicho mensaje, retroalimentando lo que se quiso decir, o lo
que se notó y corroborar que esta información no sea modificada por percepciones propias.
Discusión
Aunque existen diversas variables que representan una unidad de análisis que permiten
estudiar de forma independiente a quienes participan en la relación con el propósito de
comprender los elementos de la comunicación en el marco de la relación terapéutica, estas
pueden interferir o alterar dicha dinámica, por lo cual se habla de variables en el paciente tales
25
como; los cambios sintomáticos (Luborsky, Mintz & Chirstoph, 1979, citado en Santibáñez, et
al. 2008), en donde lograr mantener un proceso de comunicación y metas en la terapia pueden
tener dificultades, ya que el paciente no alcanza especificar su malestar y lo cambia
frecuentemente.
En Krause (1992, citado por Santibáñez, 2008) se han identificado cinco condiciones del
consultante, previas al inicio de la psicoterapia:
(a) Experiencia de los propios límites; (b) aceptación de la necesidad de ayuda; (c)
cuestionamiento de los modelos explicativos personales; (d) transformación de la
conceptualización de los propios problemas y síntomas, y desarrollo de metas para la terapia;
y (e) expectativas del consultante respecto del rol o función del terapeuta, respecto del propio
rol y respecto de la estructura (y del setting) de la relación de ayuda. (p .91)
De acuerdo a lo anterior, se debe estudiar todas las posibilidades de que el paciente ya haya
presentado otra psicoterapia, y este intentando una vez más la posibilidad de ayuda por parte de
un profesional, pero aun así reconozca sus propias limitaciones personales, como a su vez la
aceptación de que requiere ayuda e intervención por parte de un profesional que le permita
mitigar o erradicar su malestar, por diversos factores (cultura, social, propio etc.), es allí donde la
comunicación busca mitigar las acciones antes infundadas y que puedan alterar la interrelación
psicólogo paciente, permitiendo dar respuesta a su actuar, pensar, compartir y le reafirmará el
deseo de una nueva intervención, tratamiento y acompañamiento profesional.
26
De igual manera se debe identificar las variables del psicoterapeuta, Bergin (1964, citado por
Santibáñez, 2008) mencionó que la calidez y la comprensión forman un consenso en el cual la
terapia puede fundamentarse y ser exitosa, por lo cual actuar con un actitud respetuosa,
facilitadora, incondicional, auténtica, congruente y con empatía permitirá que el terapeuta
vincule procesos favorecedores para la relación terapéutica.
Según Brammer (citado por Santibáñez & Liemann.,2010), algunas de estas habilidades
necesarias corresponden a la capacidad de entender, escuchar, guiar, reflejar, confrontar,
interpretar, informar y resumir. Siendo el nivel de involucramiento del paciente y su
percepción de las habilidades facilitadoras del terapeuta cuestiones de gran incidencia en la
obtención de logros (Kolb & Bleuter, 1985); y las creencias acerca del terapeuta de incidencia
en el proceso y tiempo de término (Hynan, 1990). (Santibáñez, 2008, p. 93)
Por lo cual las cualidades propias del terapeuta permitirán dar un alto grado de
confiabilidad sobre su quehacer, es así como estos procesos se verán reflejados al inicio, durante
y después del tratamiento logrando tener una positiva respuesta en relación con el proceso de
vinculación con el paciente, como los logros de la psicoterapia.
Otro aspecto clave que menciona Bleuer, Crago y Arrizmendi (1986, citado en Santibáñez,
2008), es que el tipo de personalidad del psicoterapeuta influye en la relación terapéutica, puesto
que se infiere que un tipo de personalidad sana, con buenos hábitos de comunicación permitirá
adecuados resultados en la psicoterapia.
Santibáñez (2008), mencionan que el nivel de experiencia aporta tanto para el
psicoterapeuta, como para el paciente una relación de mayor confianza y dominio, ya que
proporcionan en la comunicación expresiones de conocimiento, fluidez, seguridad, compromiso,
comprensión, que logra vincular al paciente a la terapia con mejor aceptación.
Otro aspecto de relevancia en la relación terapéutica asociada a la variable del
psicoterapeuta es su bienestar emocional, como lo menciona Howard, Orlinsky y Trattner (1970,
27
citado por Satibáñez, 2008), en donde coinciden que los terapeutas que conocen sus dificultades
y limitaciones personales logran ser más sensitivos y capaces para responder a la demanda del
paciente.
Para Jiménez (2004, citado por Satibáñez, 2008), el bienestar emocional regulado permite
una ayuda para el paciente, contrario al bienestar emocional perturbado del psicoterapeuta no
favorece la intervención, y comunicación.
Teniendo en cuenta lo anterior mencionado en relación a las variables tanto del paciente
como del psicólogo, hay elementos que deben ser tenidos en cuenta, tal y como lo plantea
Fernández, (2016) “Los problemas de comunicación entre los profesionales de la salud y los
pacientes son comunes”; pensar que estas problemáticas sean comunes representa la necesidad
de ahondar y generar una discusión académica, que incite de manera oportuna a la revisión tanto
conceptual como práctica del hecho.
En términos generales, la comunicación como un proceso de intercambio entre
profesionales y pacientes, es el pilar fundamental, así como lo menciona (Llaurado, 2015) pues
esta permite brindar una atención, establecer un seguimiento, tratamiento y a la vez establecer
relaciones interpersonales que influyen en la recuperación del paciente, procurando el bienestar
mutuo.
Es así como dicho proceso permite dar a conocer los pensamientos, emociones,
sentimientos, estados, etc., de tal forma que se logre un acompañamiento terapéutico, en este
sentido, la intención del psicólogo desde la perspectiva cognitivo conductual, es que la persona
responda a un estímulo que será tomado cognitivamente para generar una respuesta conductual,
que puede o no favorecer el proceso terapéutico (Melamed.2016)
28
Según sea dicho estímulo y su medio de comunicación, existe una clasificación
comunicativa que permitirá presentar una mayor observación en el psicoterapeuta para estar
atento a pequeños detalles, en los cuales el paciente pueda que comunique una información o
mensaje no verbal, que permitirá corroborar un pensamiento, un actuar o una respuesta subjetiva
que pudiese tener. (Brammer, Santibáñez & Liemann 2010)
En otras palabras, en la intervención terapéutica el psicólogo debe prestar especial interés
en la narración de los sucesos que hace el paciente y contar con la habilidad para reconocer en la
comunicación tanto verbal como no verbal (gestos, actitudes, ademanes, posturas) el origen de
los conflictos y esto se aplica no solo a la persona que consulta, también a sus familiares pues en
la mayoría de los casos ellos deben asistir a la terapia, lo cual permite reconocer que los
problemas de comunicación pueden ser la causa de algunas dificultades que presentan, con lo
que se logra identificar que aquellos procesos de comunicación son de vital importancia para la
relación terapéutica y a su vez para la psicoterapia.
Se destaca que una forma en la que se puede mejorar la relación terapéutica a través de la
comunicación es “trabajando los aspectos relacionales y favoreciendo espacios para el
aprendizaje de habilidades de comunicación y manejo de la expresión emocional, lo cual brinda
la oportunidad de completar la intervención profesional” (Fernández, 2016, p. 111). Es decir, el
profesional debe aprender a escuchar a su interlocutor, utilizar un lenguaje claro y sobre todo
llegar a ser una persona asertiva en todo lo que se desee transmitir, utilizando las palabras
adecuadas, en el momento preciso.
Por lo anterior el rol del paciente será el de tomar parte esencial en su tratamiento,
fundamentados en una relación terapéutica, empática, con un proceso de comunicación activos,
haciendo uso de su derecho de libre expresión en la toma de decisiones, en la cuales podrá
29
comentar su problema, describir posibles soluciones, realizar un cambio de pensamiento que
genere un nuevo actuar, siendo partícipe de su terapia, permitiéndole al psicoterapeuta la
implementación de las actividades donde se pretende fortalecer la finalidad de la intervención y
la relación entre sí.
Conclusión
Partiendo entonces de la revisión bibliográfica realizada, se concluye que la comunicación
posee un papel significativo en la función terapéutica que desarrolla un psicólogo clínico, por
ende, también a las intervenciones y acciones que de allí parten, para generar en los pacientes el
cumplimiento de los objetivos que lo convocan a la terapia, a su vez se convierte en un
protagonista el sujeto que es atendido ya que requiere que el también realice un proceso
comunicativo exitoso.
Queda demostrado cómo la comunicación permite un entendimiento recíproco entre
terapeuta – paciente, de manera que la actitud que asumen las partes implicadas en el proceso
terapéutico son determinantes, pues si el paciente siente que su relato despierta el interés y la
comprensión del profesional que está tratándolo, este hecho hará que tenga confianza, y exponga
con total tranquilidad cada detalle relacionado la problemática que está viviendo, lo cual facilita
el diagnóstico y tratamiento, y esto se logra a través de las habilidades comunicativas del
psicoterapeuta.
Desde la concepción de intervención en psicología clínica, no se puede privilegiar la
actuación del paciente o del psicólogo, ambos tienen un papel muy importante para el logro de
un tratamiento satisfactorio, ya que el paciente llega con una necesidad y/o problema que quiere
30
resolver, su demanda inicial será hacia el psicólogo, y éste debe contar con las herramientas
necesarias para responder a dichas necesidades y así lograr brindar una estabilidad o bienestar,
razón por lo cual la comunicación será instrumento principal para la compartir, explorar,
identificar y comprender las inquietudes del paciente, y este a su vez las intervenciones del
psicólogo, así no solo recibirá una tratamiento sino también fortalecerán su relación..
Así como lo firman Trull y Phares (2003). la relación o alianza terapéutica es el elemento
más importante ya que lo hace responsable del éxito en la psicoterapia, con lo que se asume que
esta construcción de relación tendrá la competencia de dar la posibilidad de un buen ejercicio,
como a su vez de no permitirse un buen vínculo o alianza terapéutica se perderá la finalidad del
acompañamiento y tratamiento.
De acuerdo lo anterior, las intervenciones que se ejecutarán dentro del uso adecuado de las
herramientas comunicativas permitirán, fortalecer la el ejercicio en psicología clínica, esto unido
a las técnicas utilizadas por los psicólogos como lo son: entrevista, aplicación de test,
observación en área de campo, entre otras, ayudaran a sostener un proceso de comunicación y
observación que favorezcan identificar y estar prestos a recibir y transmitir un mensaje, que será
de gran importancia en los procesos terapéuticos.
Otra conclusión relevante que debe ser tenida en cuenta, radica en las barreras en la
comunicación y las fallas en la interpretación generan conflicto y malestar significativo en los
pacientes, por ende se considera a la comunicación como una herramienta en la relación
terapéutica, enfocada en el bienestar del paciente acompañada de acuerdos que contribuyan a la
solución, por lo que es necesario desarrollar habilidades y destrezas para poder reconocer en el
motivo de consulta de los pacientes y la causa de los conflictos que surgen como consecuencia
de los problemas en la comunicación.
31
De esta manera se espera que los procesos de comunicación partan de las habilidades de
cada uno de los actores, en la que exista una retroalimentación o feedback como lo refiere
(Miranda, 2015, p. 27), esto permitirá que no solo se transmita la información, sino que se
corrobore que entendió la otra persona, comprobar entonces que si se entendió el mensaje del
emisor y fue percibido de la manera adecuada.
Entonces es de conocer que existen una variables que interfieren en la comunicación como lo
son; el entorno, lo biológicas, lo cognitivo, lo psicopatológico que influyen no solo en
transmisión de la información o del mensaje , sino como también en cómo la otra persona lo
considera, a su vez observar e identificar si estas barreras realmente requieren de otro aporte
o intervenciones para favorecer su comprensión e intervención, promoviendo la relación
basada en empatía como lo menciona ( Gómez, 2010, pág. 13).
Un área importante que concluye el artículo es qué se debe conocer y resaltar las
habilidades propias de la persona, las cuales comprende la observación, la empatía, experiencia,
interés, escucha activa y participativa, la comprensión, la intención de apoyo, el
acompañamiento, la confianza y demás cualidades que hacen que la relación sea de bienestar
mutuo como lo refiere (Salgado, 2007).
Estos aspectos también enlazados desde la terapia cognitivo conductual que favorezcan la
relación terapéutica, son enmarcados a través del axioma dicho de otra manera, en la relación
información - comportamiento, en donde lo que se expresa verbalmente se complemente a través
de su comportamiento o lenguaje no verbal, es por ello que el conocimiento de los elementos
comunicativos como el contacto visual, tono de voz, sistemas de señales, modulación de voz,
entonación, fluidez verbal, contenido del mensaje y respuestas conductuales serán de gran apoyo
para la comunicación adecuada con canales de recepción óptimos que favorecerá las
32
retroalimentación de la información y la relación psicólogo - paciente basados en comunicación
idónea.
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