SAN AGUSTÍN
“Doctrina Trinitaria”
HÉCTOR AYALA LEÓN
IVÁN RODRIGO CARDONA RÍOS
YAMID JOSÉ GÁNDARA R.
RICHARD ALEXANDER GARCÍA
JAIRO GÓMEZ DÍAZ
Presentado a:
Pbro. ALBERTO QUINTERO
Materia:
PATRÍSTICA II
SEMINARIO MISIONERO DEL ESPÍRITU SANTO
La Ceja, Antioquia. Octubre 2002
INTRODUCCIÓN
Estudiar el tema de la Trinidad en San Agustín quiere fundamentalmente decir estudiar y
presentar sus quince libros del “De Trinitate” . Todas las afirmaciones trinitarias
anteriores y contemporáneas a este escrito encuentran en él su pleno desarrollo y
madurez. El “De Trinitate” es un libro excepcional, equilibrado, bien repartido y
estructurado.
San Agustín es el que mejor enfocó en occidente el tema trinitario. Incluso hoy sus
preguntas son las nuestras; los problemas que él se plantea y no resuelve, no han
pasado; sus intentos por comprender la Trinidad desde las imágenes creadas continua
siendo un ejemplo para nuevas búsquedas. El libro “De Trinitate” es una obra
monumental, casi una Summa Theologica.
SAN AGUSTÍN
DATOS BIOGRÁFICOS.
Nació en Tagaste (África) el año 354; después de una juventud desviada doctrinal y
moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue bautizado por el obispo San
Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo
de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo
para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus
numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización
de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Está entre los Padres más
influyentes del Occidente y sus escritos son de gran actualidad. Murió el año 430.
Su niñez
San Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste. Esa pequeña población
del norte de África estaba bastante cerca de Numidia, pero relativamente alejada del mar,
de suerte que Agustín no lo conoció sino hasta mucho después. Sus padres eran de cierta
posición, pero no ricos. El padre de Agustín, Patricio, era un pagano de temperamento
violento; pero, gracias al ejemplo y a la prudente conducta de su esposa, Mónica, se
bautizó poco antes de morir. Agustín tenía varios hermanos; él mismo habla de Navigio,
quien dejó varios hijos al morir y de una hermana que consagró su virginidad al Señor.
Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia, no recibió por entonces el
bautismo, de acuerdo con la costumbre de la época. En su juventud se dejó arrastrar por
los malos ejemplos y, hasta los treinta y dos años, llevó una vida licenciosa, aferrado a la
herejía maniquea. De ello habla largamente en sus "Confesiones", que comprenden la
descripción de su conversión y la muerte de su madre Mónica. Dicha obra, que hace las
delicias de "las gentes ansiosas de conocer las vidas ajenas, pero poco solícitas de
enmendar la propia", no fue escrita para satisfacer esa curiosidad malsana, sino para
mostrar la misericordia de que Dios había usado con un pecador y para que los
contemporáneos del autor no le estimasen en más de lo que valía. Mónica había
enseñado a orar a su hijo desde niño y le había instruido en la fe, de modo que el mismo
Agustín que cayó gravemente enfermo, pidió que le fuese conferido el bautismo y Mónica
hizo todos los preparativos para que lo recibiera; pero la salud del joven mejoró y el
bautismo fue diferido. El santo condenó más tarde, con mucha razón, la costumbre de
diferir el bautismo por miedo de pecar después de haberlo recibido. Pero no es menos
lamentable la naturalidad con que, en nuestros días, vemos los pecados cometidos
después del bautismo que son una verdadera profanación de ese sacramento.
"Mis padres me pusieron en la escuela para que aprendiese cosas que en la infancia me
parecían totalmente inútiles y, si me mostraba yo negligente en los estudios, me
azotaban. Tal era el método ordinario de mis padres y, los que antes que nosotros habían
andado ese camino nos habían legado esa pesada herencia". Agustín daba gracias a
Dios porque, si bien las personas que le obligaban a aprender, sólo pensaban en las
"riquezas que pasan" y en la gloria perecedera", la Divina Providencia se valió de su error
para hacerle aprender cosas que le serían muy útiles y provechosas en la vida. El santo
se reprochaba por haber estudiado frecuentemente sólo por temor al castigo y por no
haber escrito, leído y aprendido las lecciones como debía hacerlo, desobedeciendo así a
sus padres y maestros. Algunas veces pedía a Dios con gran fervor que le librase del
castigo en la escuela; sus padres y maestros se reían de su miedo. Agustín comenta:
"Nos castigaban porque jugábamos; sin embargo, ellos hacían exactamente lo mismo que
nosotros, aunque sus juegos recibían el nombre de 'negocios' . . . Reflexionando bien, es
imposible justificar los castigos que me imponían por jugar, alegando que el juego me
impedía aprender rápidamente las artes que, más tarde, sólo me servirían para jugar
juegos peores". El santo añade: "Nadie hace bien lo que hace contra su voluntad" y
observa que el mismo maestro que le castigaba por una falta sin importancia, "se
mostraba en las disputas con los otros profesores menos dueño de si y más envidioso
que un niño al que otro vence en el juego". Agustín estudiaba con gusto el latín, que había
aprendido en conversaciones con las sirvientas de su casa y con otras personas; no el
latín "que enseñan los profesores de las clases inferiores, sino el que enseñan los
gramáticos". Desde niño detestaba el griego y nunca llegó a gustar a Homero, porque
jamás logró entenderlo bien. En cambio, muy pronto tomó gusto por los poetas latinos.
Años juveniles
Agustín fue a Cartago a fines del año 370, cuando acababa de cumplir diecisiete años.
Pronto se distinguió en la escuela de retórica y se entregó ardientemente al estudio,
aunque lo hacía sobre todo por vanidad y ambición. Poco a poco se dejó arrastrar a una
vida licenciosa, pero aun entonces conservaba cierta decencia de alma, como lo
reconocían sus propios compañeros. No tardó en entablar relaciones amorosas con una
mujer y, aunque eran relaciones ilegales, supo permanecerle fiel hasta que la mandó a
Milán, en 385. Con ella tuvo un hijo, llamado Adeodato, el año 372. El padre de Agustín
murió en 371. Agustín prosiguió sus estudios en Cartago. La lectura del "Hortensius" de
Cicerón le desvió de la retórica a la filosofía. También leyó las obras de los escritores
cristianos, pero la sencillez de su estilo le impidió comprender su humildad y penetrar su
espíritu. Por entonces cayó Agustín en el maniqueísmo. Aquello fue, por decirlo así, una
enfermedad de un alma noble, angustiada por el "problema del mal", que trataba de
resolver por un dualismo metafísico y religioso, afirmando que Dios era el principio de
todo bien y la materia el principio de todo mal. La mala vida lleva siempre consigo cierta
oscuridad del entendimiento y cierta torpeza de la voluntad; esos males, unidos al del
orgullo, hicieron que Agustín profesara el maniqueísmo hasta los veintiocho años. El
santo confiesa: "Buscaba yo por el orgullo lo que sólo podía encontrar por la humildad.
Henchido de vanidad, abandoné el nido, creyéndome capaz de volar y sólo conseguí caer
por tierra".
San Agustín dirigió durante nueve años su propia escuela de gramática y retórica en
Tagaste y Cartago. Entre tanto, Mónica, confiada en las palabras de un santo obispo que,
le había anunciado que "el hijo de tantas lágrimas no podía perderse", no cesaba de tratar
de convertirle por la oración y la persuasión. Después de una discusión con Fausto, el jefe
de los maniqueos, Agustín empezó a desilusionarse de la secta. El año 383, partió
furtivamente a Roma, a impulsos del temor de que su madre tratase de retenerle en
África. En la Ciudad Eterna abrió una escuela, pero, descontento por la perversa
costumbre de los estudiantes, que cambiaban frecuente de maestro para no pagar sus
servicios, decidió emigrar a Milán, donde obtuvo el puesto de profesor de retórica.
Ahí fue muy bien acogido y el obispo de la ciudad, San Ambrosio, le dio ciertas muestras
de respeto. Por su parte, Agustín tenía curiosidad por conocer a fondo al obispo, no tanto
porque predicase la verdad, cuanto porque era un hombre famoso por su erudición. Así
pues, asistía frecuentemente a los sermones de San Ambrosio, para satisfacer su
curiosidad y deleitarse con su elocuencia. Los sermones del santo obispo eran más
inteligentes que los discursos del hereje Fausto y empezaron a producir impresión en la
mente y el corazón de Agustín, quien al mismo tiempo, leía las obras de Platón y Plotino.
"Platón me llevó al conocimiento del verdadero Dios y Jesucristo me mostró el camino".
Santa Mónica, que le había seguido a Milán, quería que Agustín se casara; por otra parte,
la madre de Adeodato retornó al África y dejó al niño con su padre. Pero nada de aquello
consiguió mover a Agustín a casarse o a observar la continencia y la lucha moral,
espiritual e intelectual continuó sin cambios.
LA DOCTRINA TRINITARIA DE SAN AGUSTÍN
San Agustín podría ser llamado “Doctor Trinitatis” en vez de “Doctor Gratiae”. Quizás
debería incluirse en uno de los dos títulos: “Doctor Trinitatis e Gratiae”. El aporte de San
Agustín a la teología y filosofía occidental ha sido enorme. Y todo ello a pesar de la
tradición “sombría” de su pensamiento, que le hace el principal responsable de una
concepción pesimista del hombre y de un uso abusivo de la razón para comprender la fe.
No se trata sólo de que toda la primera edad media le haya seguido, y que lo hayan hecho
los agustinianos, como San Anselmo o San Buenaventura; sino que el mismo Santo
Tomás que tiene otros presupuestos que los de san Agustín, en la doctrina trinitaria le ha
seguido punto por punto.
Fecha de composición de “De Trinitate”
San Agustín nació en el año 354. Es el que mejor enfocó en Occidente el tema trinitario.
El libro “De Trinitate” es una obra monumental, casi una suma teológica, es un libro
excepcional, equilibrado, bien repartido y estructurado, se impone como libro de lectura
patrística en la Edad Media. San Agustín conoce mucho de lo que se ha escrito sobre la
Trinidad por teólogos anteriores a él. Pero en estos no encuentra lo que buscaba “una
exposición completa y madura de la teología trinitaria”. La fecha de comienzo de los 15
libros de la Trinidad es 399-400 y la redacción final entre 420 – 426. Durante 25 años, al
menos, San Agustín no deja de pensar y trabajar en este libro. Su pensamiento no deja
de evolucionar. Por eso siente la necesidad de corregirlo por entero antes de publicarlo.
El Plan de “De Trinitate”
El mismo San Agustín propone al principio de su obra el plan que desea seguir:
“primero es necesario probar, fundado en la autoridad de las Santas Escrituras, si
esto es lo que dice la fe. Luego, si Dios quiere y no socorre, ayudaremos quizás de
tal modo a estos gárrulos raciocinadores, más hinchados que capaces, y por ello
enfermos de una gran enfermedad, para que encuentre algo de lo cual no puedan
dudar, poniendo en tela de juicio, a causa de los que no son capaces de entender,
su propia inteligencia antes que la verdad misma o la validez de nuestras razones” 1
El plan a seguir es que el escrito constaría de dos partes “uno escriturístico: Partir de la
fe de la Iglesia e intentar demostrar que esta fe coincide con lo que dice la Escritura; y la
otra especulativa: ayudar a los que duden o niegan esta verdad, a ir más allá, mediante la
razón, la agudeza y profundización inteligente, para que vuelvan de nuevo a la fe y el
orden. El libro tarda 20 años en componerse y por lo tanto puede fácilmente complicarse
debido a que en el libro de San Agustín aparecen varios temas que parece que ver poco
con el principal. Por lo tanto se puede llegar a las siguientes consecuencias:
Estos libros han sido escritos con un plan y que forman una unidad. Y esto a pesar que
hayan sido escritos a lo largo de 20 años.
Los Libros I – IV Muestran según la Escritura la unidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Al final del libro IV e inicio V se da un enfrentamiento con los adversarios de nuestra fe.
Con la teoría de las relaciones.
Al final del libro V al VII se da la Introducción a la teología especulativa y defensa del
dogma.
El libro VIII tiene una unidad en sí, se distancia de los anteriores y posteriores.
Los libros IX – XIV La búsqueda de la imagen de Dios en el hombre.
1 De Trinitate, I,2,4
El libro XV Hace un resumen de los libros anteriores y busca de nuevo ver la imagen de
la Trinidad en la ciencia.
El contenido del libro
San Agustín parte de la fe de la Iglesia, pero enunciada de manera especial: A partir de la
Unidad Divina y de la igualdad de las personas. Esto se nota fácilmente al confrontar sus
propias palabras:
“Por lo cual, con la ayuda del Señor, nuestro Dios y Señor, intentare contestar, en
cuanto pueda, a la cuestión que mis adversarios piden, a saber: que la Trinidad es
un solo, único y verdadero Dios, y cuan rectamente se dice, cree y entiende que el
Padre, El Hijo y el Espíritu Santo, son de una misma esencia o sustancia”. 2
Es decir, trata de demostrar o mostrar que Dios es la Trinidad, por eso todo lo que se
dice de Dios se dice del Padre, del Hijo y del Espíritu porque todas las cualidades y
acciones en la escritura han de ser entendidas del único y verdadero Dios.
Interpretación de la Trinidad en la Escritura
Su punto de partida es mostrar que la Trinidad en la Sagrada Escritura es la reflexión de
la unidad de la esencia divina y la igualdad esencial de las personas. Entonces, para
mostrar esta unidad y esta igualdad interpreta la Escritura. Por tanto en la Escritura se
encuentran varias dificultades como la superioridad del Padre sobre el Hijo (Jn 14,28; Mc
13,32) pero hay que tener en cuenta la doble naturaleza del Hijo:
En su naturaleza asumida el Hijo es inferior al Padre y en su naturaleza Divina es igual,
por lo tanto esta regla surge para la interpretación adecuada de sus Escrituras; la
procedencia que en ningún momento implica inferioridad sino igualdad con misión y envío
particular.
2 Ibidem I,2,4.
Respecto a las manifestaciones divinas en el Antiguo Testamento expresa:
No se puede determinar cuál de las tres personas se apareció a los Padres y
Profetas a no ser que el texto lo indique.
En toda manifestación se revela la Trinidad.
Las personas son igualmente invisibles en su naturaleza divina
Se manifiestan bajo formas externas (ángeles y criaturas)
Las teofanías están orientadas a la encarnación del Verbo y tienden a la visión
beatífica.
Ahora bien, en el Nuevo Testamento se destaca la manifestación del Verbo:
“El mismo verbo de Dios se hizo carne, es decir, se hizo hombre, sin que se haya
transformado o convertido en aquello que se hizo y de tal suerte se encarnó, que en
él se encuentra el verbo de Dios, la carne del hombre y el alma racional del hombre;
y esta totalidad se llama Dios por (ser) Dios y hombre por (ser) hombre”. 3
Las epifanías del Nuevo Testamento muestran tres verdades fundamentales: “que la
Trinidad, inseparable en su esencia puede manifestarse separadamente en la criatura
sensible” y en estas manifestaciones la acción de la Trinidad se da indivisamente. Cada
una de las personas se puede manifestar personalmente.
La acción de Dios al ser trinitaria no quiere decir que no sea sin la distinción de persona,
pero que tampoco lo que actúa es la sustancia o esencia divina sin las personas. Hay
claridad en San Agustín de las personas en el seno de la Trinidad.
El envío del Hijo y del Espíritu no implica inferioridad o desigualdad personal, sino tan
solo procedencia, ser enviado es reconocer el nacimiento eterno del Padre y el envío
radica en las procesiones que implican orden de origen.
Comprensión racional del misterio: Solución de dificultades que provienen de la
razón.
3 De Trinitate IV, 21,31
San Agustín utiliza elementos filosóficos racionales para comprender el misterio,
analizando y explicando tres términos: sustancia o esencia, lo relativo y persona.
Sustancia, esta indicando la existencia de Dios, sinónimo de “natura” o “de res”.
Es lo que existe, ahora bien, hay dos posibilidades de existir: como creador o
como criatura, lo que diferencia a la una de la otra es la inmutabilidad, la
espiritualidad, la infinitud, el ser simple. Con la idea de sustancia se quiere,
primeramente expresar la existencia: Dios es el que es, el que existe; pero
también ciertas características sustanciales: Dios está pensando en términos de
Espíritu. La materia es mudable. Pero no menos en términos de amor: Dios es
amor.
San Agustín ha creado la teología de las relaciones, descubre una realidad
ontológica que no existía en filosofía: lo relativo no accidental, lo relativo que se
da en la sustancia y por lo mismo es sustancial. Todo lo que se dice en Dios
según la sustancia se puede decir de cada persona y en singular, todo lo que se
dice de Dios relativo, se dice de las personas, esto sólo indica distinción, no
aumento ni disminución. Por Ejemplo: El Padre no es más que el Hijo; El Padre y
el Hijo juntos no son más que el Padre o el Hijo solos; ni el Padre y el Hijo son
mayores que el Espíritu Santo. Esto se dice relativamente, la grandeza se dice
sustancialmente.
San Agustín no alcanza a situar el término de persona en el lugar que le
corresponde, al lado de la relación y eso a pesar de su afirmación: “El ser es
término absoluto, la persona es término relativo”. 4
Persona en San Agustín Tiene cinco sentidos diferentes: - Misterio, rol – Hablar por propia
persona o hablar en persona de otro – Sujeto que asume una función, título, dignidad,
oficio – Individuo concreto, hombre o mujer – El Verbo encarnado tiene una sola persona
– El Padre, Hijo y Espíritu Santo son Persona.
Por esta razón persona se aplica al hombre y a Dios, luego no puede expresar lo propio,
de ahí que San Agustín no encuentra solución al llamar al Padre, al Hijo y al Espíritu
4 De Trinitate, VII,6,11.
Santo como personas porque es una expresión muy genérica, y da cuatro opiniones
débiles para usar esta palabra: Porque no lo contradice la Escritura, por seguir nuestra
costumbre, por la pobreza del lenguaje, para no permanecer en silencio cuando
preguntan qué son esos tres. A pesar de su profundidad San Agustín no consigue
encontrar una explicación al empleo de persona en la teología Trinitaria. Lo hará
posteriormente Santo Tomás al identificar persona con la relación subsistente.
A la búsqueda de imágenes de la Trinidad
La contribución más personal dada a la teología trinitaria es la de buscar imágenes
trinitarias, por lo tanto se puede hablar aquí de una revolución agustiniana.
La Trinidad psicológica radica en el esfuerzo para comprender la Trinidad mediante
imágenes o semejanzas tomadas de la naturaleza y especialmente del hombre, para que
le lleven a un conocimiento más cercano de la Trinidad. San Agustín expresa que este
conocimiento se ha dado en la Escritura elevando a los hombres a la contemplación de la
Trinidad, Jesucristo tomando nuestra naturaleza humana purifica nuestra fe y nos unifica y
conduce hacia la Trinidad, porque antes de entender es necesario creer y vigilar para que
nuestra fe no sea ficticia.
Dentro de este conocimiento por medio de la imagen se emprende un camino para
acceder a Dios Trino que sitúa a San Agustín dentro de la mística “Hay un verdadero
misticismo en esta teología” . El fin que persigue San Agustín es:
“Percibir con claridad y distinción” 5 ,el misterio , este misterio que percibe ya en la fe,
que desea y goza ya con la voluntad y que sin embargo no puede explicarlo: “...No
puedes, lo sé; digo la verdad, me la digo a mi mismo: Se que no puedo” 6
San Agustín pone al hombre en el centro, desde lo más íntimo de él se puede intentar
comprender la realidad trinitaria de Dios, porque está en lo más digno, lo más alto del
hombre: Agustín encuentra 8 imágenes:
5 De Trinitate XV, 27,506 Ibídem
El que ama, el amado, el amor
Mente, noticia, amor;
Memoria, inteligencia, voluntad
Cosa, visión, atención;
Memoria (sensible), visión (interior), voluntad (unitivo);
Memoria (Inteligencia), ciencia, voluntad;
Ciencia (de la fe), recuerdo, voluntad;
Ciencia de Dios, inteligencia de Dios, amor de Dios.
La Trinidad del amor, Agustín trata de descubrir la trinidad en el amor. Pero encuentra
no lo que busca aunque sí el lugar donde se debe buscar. Cuando alguien ama, existe el
amor. No existe el amor sin amar. Pero Cuando se ama no solamente se ama a alguien,
sino que se ama al mismo amor. Pero el amor supone un amante, un amado y el amor.
De aquí que se pueda decir: “Ves la Trinidad si ves el amor”. 7
Más, ¿ Qué decir cuando el que ama y el amado es uno mismo? En este caso sólo hay
dos realidades; el amante y el amado se identifican. En esta dos realidades se da una
distinción y una identidad: Son dos realidades, pero si una desaparece, desaparece la
otra: quita el amor y desaparecerá el amante y el amado; quita el amante y
desaparecerá el amor. Además estas dos realidades coinciden en una unidad. Sin
embargo, no se da aquí una imagen Trinitaria, por otra parte ¿ El amor no quiere conocer
para amar? Luego donde hay amor tiene que haber una tercera realidad: el conocimiento.
Por eso esto mismo el análisis no es suficiente para dar a conocer la Trinidad.
Agustín se encuentra con una Trinidad en el hombre: “La mente, la noticia que le lleva a
su conocimiento y el amor con que se ama”. Suelta de todo vínculo material, la mente del
hombre se conoce a sí misma mediante una imagen de sí misma, la noticia y se ama. De
esta manera la mente, que es su mismo recuerdo está presente en sí misma; La mente
se entiende en una noticia que es también ella misma en cuanto conocida; y se ama. La
7 De Trinitate VIII, 8,12
mente, siendo sólo una es siempre su recuerdo, siempre se comprende y se ama; La
memoria, inteligencia y voluntad no son idénticas, se oponen como términos relativos sin
que la sustancia se multiplique: surge así una imagen de la Trinidad. Traspasando aún
los límites de la criatura, la mente se recuerda del Señor, su Dios, se entiende de Dios y
ama a Dios, entonces es cuando se da la trinidad que se busca.
Las diferencias son enormes entre la Trinidad en el hombre y la misma Trinidad, en el
hombre la mente, el conocer y el amor no son personas; pero en Dios si lo son; la imagen
trinitaria que existe en el hombre es creada, la que existe en Dios es increada, eterna.
Entre el hombre y Dios se encuentra una distancia que sólo puede ser salvada por Dios y
por la fe. La inteligencia, las imágenes quedan aquí en la región de la desemejanza. De
nuevo va a repetir aquí San Agustín lo que dijo poco antes de su conversión:
“Y miré las demás cosas que están por bajo de ti y vi que ni son en absoluto ni
absolutamente. Son ciertamente porque proceden de ti; Más no son, porque no son
lo que no eres tú, y sólo eres verdaderamente lo que permaneces inconmutable”.8
8 Confesiones VII, 11,17
CONCLUSIONES
La gran doctrina agustiniana “De Trinitate” ha plasmado un gran conglomerado
de contenidos que se han ahondado y han manifestado una visión del misterio
trinitario que se hace presente en y por y para la historia y se va sistematizando
lentamente para en su estudio brindando pinceladas para tratar al menos de
comprenderlo en su incomprensibilidad.
El plan que San Agustín propone es el de probar cómo el misterio Trinitario esta
fundado en la autoridad de las Escrituras y para esto establece unos lineamientos
que van a ratificar a la luz de la inteligencia las razones valederas que él
presenta, partiendo desde la fe de la Iglesia y mostrando que esta fe coincide con
lo que expresa la Escritura.
En este contenido juegan un papel importante los elementos como la sustancia y
la relación los cuales han mostrado de manera integral la realidad de la Trinidad.
El elemento de persona será clasificado más adelante con Santo Tomas porque
a San Agustín este enunciado no convence y por lo tanto presenta falencias de
soporte o de adecuación a la Trinidad por eso este elemento es tomado
simplemente como para dar razón de la Trinidad pero no lo explicita o da una
argumentación sobre él.
Esta reflexión ante todo manifiesta la experiencia del amor de ahí que se pueda
decir: “donde esta el amor esta la Trinidad” ya que en su modo de relacionarse
indica en el corazón de la Trinidad la experiencia interna del amar sin medida,
sin limitación, sino que incondicionalmente son relación de amor.
Se avanza por lo tanto en la búsqueda de imágenes de la Trinidad para ser más
accequible y cercano el profundo misterio Trinitario empleando la misma creación
para no quedarnos en un mero conocimiento externo sino que desde el lenguaje
de la fe podamos interiorizar en el seno intimo de la Trinidad adaptándole la
imágenes, la naturaleza y el mismo hombre para que este sea inteligible a la
naturaleza humana.
Finalmente San Agustín salva guarda este acontecimiento divino dando realce a
cada una de las personas divinas como existentes desde la eternidad que tienen
su misión especifica en las entrañas de la Trinidad que aunque conforman una
divinidad presentan su distinción en cuanto a relación de origen por la
Paternidad, la filiación y la espiración.
BIBLIOGRAFÍA
ARIAS, Reyero Máximo. El Dios de nuestra fe. CELAM. Colección de Textos básicos
para Seminarios Latinoamericanos. Santafé de Bogotá. 1996.
http://www.corazones.org/santos/agustin.htm. Vida de San Agustín.
Top Related