7/23/2019 La Guitarra de Facundo
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La guitarra de FacundoNiré CollazoIlustraciones de Lorena Lecchini
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La guitarra de Facundo • Niré Collazo
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Había una vez un niño que tenía una guitarra de madera marrón,
lustrosa, de buenas formas pero que no tenía cuerdas.
Era una guitarra muda, de su boca redonda y oscura no salía
nada, ni una nota y menos chacareras, milongas, gatos, ni zambas
salían.
El niño la cuidaba y esperaba pacientemente el tiempo de ir a la
ciudad y comprar cuerdas.
Los amigos se reían de la guitarra silenciosa y aburrida.
-¿Para qué te sirve? Mejor usála de leña- le decían.
Todos los días cuando iba a la escuela, la dejaba en su catre, tapa-
dita para que no sintiera frío. El frío en el campo es mas frío
porque tiene tiempo para meterse por cuanto agujero hay en las
casas y sacarlo cuesta mucho trabajo, ni siquiera el brasero pren-
dido mucho rato lo convence de entibiarse.La madre rezongaba por esa manía de Facundo, cada vez que
llegaba se asustaba porque parecía que había alguien esperando,
metido debajo de las cobijas.
Facundo esperaba que todos se durmieran y aprovechaba para
tomarla entre sus brazos. Sus dedos dibujaban canciones que él
despacito repetía.
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La guitarra de Facundo • Niré Collazo
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La madre, la noche anterior había dejado todo pronto, la ropa, los
zapatos y el saquito de salir, las milanesas adentro del pan, loshuevos duros y los refuerzos de queso y mortadela,- por si te da
hambre, mejor comida casera que esa porquerías que venden, que
vaya a saber que tienen adentro. Así nunca te vas a enfermar.
También preparaba un termo con café con leche,-¡ufa! qué abu-
rrimiento café con leche!
Pero el tío Alberto siempre le daba monedas para que se comprara
malta, otro más que decía: porquerías no, sólo malta así crecés fuerte
y sano.
Llegar a Montevideo siempre era una fiesta, nunca quería volver,
pero esta vez en lo único que pensaba era en la guitarra y sus cuerdas
nuevas.
Protestó un poco la mamá cuando Facundo compró las cuerdas
¿5 cuerdas?- Mejor lleve otras dos de repuesto- le dijo el vendedor
del Palacio de la Música, que no era un palacio, era una casa como
cualquiera.
-7 entonces-¿cuánto es? -preguntó la mamá
-Son 5 pesos justo-
Y que te duren, le dijo su mamá.
Tuvieron que esperar el tren en la Estación Central mas de una hora,
cuando subieron el corazón de Facundo latía cada vez más fuerte de
pensar en su guitarra sonando y cantando.
Corrió hasta su cama y allí estaba, muda esperando.
Su tío, que sabe de todo, lo ayudó a colocarle las cuerdas y a afinarla.
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A los pocos minutos los dedos de Facundo iban y venían como hacié-
ndole cosquillas en la panza de la guitarra.Su madre protestaba por el barullo.
Al otro día fue a la escuela sacando pecho, -¡que le vinieran a decir
algo, nomás!- que los que se iban a quedar mudos de la sorpresa eran
sus amigos.
Después del recreo tenían canto con la señorita Mangacha, que de-
safinaba bastante y ella decía que era porque en la escuela no había
un instrumento como la gente que le diera un Do como Dios manda.
Facundo se quedó último en la fila, casi escondido para que no
vieran la guitarra.
Imposible, las maestras ven todo y las de canto además oyen todo.
Así que pasó al frente-a ver toque algo Ud. que se pasa con el tema de
la guitarra- le dijo la señorita Mangacha
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Comenzó despacito, con miedo de las burlas y de que la guitarra
sonara mal.-Pero que va- al ratito había un silencio de tumba.
Su guitarra tocaba y tocaba, como si siempre hubiera cantado, como
si todo ese tiempo ella hubiera estado escuchando todo. Repetía el
canto de la calandria y el rumor de las hojas y hasta el silbido del
viento en invierno.
-Maravilloso!-dijo la señorita Mangacha, vieron, vieron, decía a los
demás, aprendan de Facundo, será un gran músico-.
Le contó a su mamá cuando llegó de vuelta a su casa, pero también le
dijo que no sabía si quería ser un gran músico, -por ahora lo único
que quiero es conversar con mi guitarra, ahora sí que habla y ahora sí
no se burlan de mí- dijo Facundo y se quedó dormido abrazado a su
guitarra.
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