1
LA HISTORIA DE TAYFUR, REY Y PASTOR
Soy cortés, amable y educado con ella,
pero qué me importa mi madre si yo no pertenezco al género humano.
Somos pocos, poquísimos, los íntimos de Dios, los libres de este mundo.
Cuidamos de la gente tal como se cuida el ganado.
Las generosas Pléyades me regalaron un amigo para mi solaz,
es hermoso y de nobles sentimientos,
recorre largas jornadas de viaje para yacer conmigo,
lo protejo con cariño, le doy paz y seguridad,
y le he regalado todo lo que tengo, que no es tanto, pero basta para vivir.
Pero ni siquiera con él compartiré que poseo algún secreto del Universo,
una vez cometí ese error y pagué con 40 años de oscura prisión,
ya no pienso en ello, la vida es demasiado valiosa
como para perder tiempo en rememorar sufrimientos.
Bajo este límpido cielo azul que nos sirve de tienda
acaricio con los labios la copa de la boca de mi amigo,
doy amor,
esto sí es valioso y vale la pena embriagarse.
Aposentados serenamente en nuestros corazones
regimos el mundo sin bridas
desde nuestro lecho de musgo.
2
LA JUVENTUD DE TAYFUR
En el medio del camino de la vida,
cuando la estrella declinó sobre mi sino
¿qué era yo si no una mente desordenada,
un pobre loquito de la guerra bueno para nada?
Pero implacable es la maquinaria
que inesperadamente me decapitó.
Inevitable fue después del conflicto espantoso
el asombrarme de mí mismo en un nuevo destino.
Indiferente continuó su trayectoria el arado,
no se trataba más que de un repetido incidente,
(como esos electrones que de repente saltan a otra órbita)
en la ecuación que gobierna los surcos de la estrella.
Impávido el destino juega al azar nuestra existencia
sin esgrimir razones ni aceptar reclamos
pues no se encuentra error en sus registros.
Solo puedo contentarme de mi suerte
de haber estado en ese lugar a la hora indicada
en que necesariamente, en algo debía descargarse
la tensión acumulada en los elementos de la obra.
Después, una voz interior me dijo:
“Ahora andá y aprendé a caminar erguido como una columna
sosteniendo el Universo en tu cabeza”.
Desde entonces, en eso estoy en el camino derviche.
3
TAYFUR SE ENAMORA
En el mercado nadie muestra la verdad,
hay agitación pero no vida. Se usan unos a otros.
Encuentran su alegría en abusar de los débiles.
Los más viles se entrenan diligentes para alquilarse,
para servir con ahínco a los más poderosos
(siempre necesitados de nuevas astucias),
que les dejan robarles un poco en las cuentas.
El comercio es así, ya se sabe.
Tejen alianzas con sus iguales y entre ellos
se da por sobreentendido que son sólo árboles muertos,
secos y huecos, pozos de codicia buscando confundirse,
pasar desapercibidos a sí mismos en la muchedumbre.
Se cubren de metales y piedras raras
para mostrarse en los espejos algún
brillo, sin duda frío, sin vida.
El sol no alumbra para proyectar sombras
en el teatrillo del mundo,
sabe que existen pero jamás ha visto ni una
llegar a su presencia.
Él ve entre las cosas del mercado, seres
como lápidas indicando que bajo ellas
yace extinguida una luz.
Bailan discuten y ríen, se aturden
al son de las panderetas.
No pudiendo soportar al silencio que
4
obliga a reflexionar sin mentiras,
se detienen solamente para sacudir el incensario de oro
al paso de la serpiente vestida de rojo cardenalicio.
Lo sabrán, sí que lo sabrán, inútilmente, pero allá ellos,
al respirar exhalando el último instante.
Deberíamos reírnos en lugar de indignarnos
del comportamiento de los animales,
no somos parte de ese ganado expuesto en la plaza.
Pero como ocurre a veces, raramente,
compartiendo el desprecio de los vulgares,
encuentro una blanca paloma que humilde
picotea unos granos caídos en el empedrado
sin que nadie, salvo yo, se interese por ella.
Sonreí Tayfur, no todo está perdido ¡Ya está!
Habiendo llenado la despensa, como el verano
podés irte al sur con tus frutos y tus mieses.
TAYFUR FORJA SU ESPADA
Mi espíritu y los suyos se mezclaron indisolubles,
aleados en el metal de argentado brillo húmedo,
fundidos bajo el martillo del indescriptible amor
de la fragua del fuego frío de mis Maestros
hasta amalgamar las luces en el alma de la espada,
esbelta como un Alif resplandeciente,
custodiando nuestro inefable secreto secreto.
5
LAS GUERRAS DE TAYFUR
La gente las aprecia, pero no son mías las canciones.
Voy a la guerra contra mis yoes que me incitan:
“¡Cómo vas a escribir eso!”,
o: “¡Decí tal cosa!”,
y a fuerza de cortar cabezas,
en el silencio del devastado vacío,
los argumentos con su corte de adjetivos
y con danzarinas parábolas vienen,
agradeciendo el haberles liberado,
a volcar sus tesoros a mis pies ensangrentados,
pero a mí lo que me importa es continuar
la conquista del vasto vacío del espejo.
Las palabras que allí surgen de sí mismas
las regalo a los amigos
o las dejo regadas por el camino.
Donde valla mi corazón estará mi amor, mi fe y mi religión.
Allí donde estuvimos,
sobre los paisajes y las circunstancias
implantamos vino, canciones
y fiestas de bodas para las rosas.
Después alzamos las tiendas y nos fuimos,
siempre nos vamos, como los perfumes,
dejando huellas de campamentos en la memoria.
6
TAYFUR SE APODERA DEL FOGOSO REINO DE VERANO
1
Con furia se desatan la cabellera los vientos.
Con furia ronca hacen gemir a las chapas de los techos.
Con furia cambian de dirección sni saber en qué rumbo,
queriendo con gestos bruscos arremolinarse como las estrellas
que impávidas, indiferentes, seguirán calmas con su oficio.
Con furia necia arremeten levantando inútiles polvaredas en las calles
hasta extenuarse derrotados
a los pies de la lluvia.
Desde mi descanso de piedra al borde del precipicio
lo he visto tantas veces…
2
Ha pasado menos de un año desde que nos vimos
y sin embargo qué viejo me veo en el espejo del agua.
Tengo apenas mil años o algo más
y le pregunto a mi reflejo en la fuente
¿Cuándo será que mi alma golondrina se decida a partir
volando en la paz del alto cielo
siguiendo al sol en el ocaso?
Y de pronto encuentro que estaba aquí detrás de mi mirada
la serenidad que no encontraba,
como cuando buscaba los anteojos
sin darme cuenta que los llevaba puesto
7
3
En lo alto revolotean pájaros despidiendo el día.
Se va consumiendo en la herida del horizonte
la brasa roja del sol hundiéndose anaranjado al ocaso.
Una majestuosa sinfonía de clarinadas de luz de bronce, luz,
luces que se alargan y extinguen serenamente como las sombras,
y que en nosotros despierta presentimientos aterciopelados,
atávicos, sin un adjetivo preciso que los nombre,
hasta que cuando regresan oscuros los últimos pájaros
y con cantos de grillos nacen las primeras estrellas,
sintiéndonos henchidos de vida, de crepúsculo,
respiramos llenos de paz en el pecho
y también nosotros emprendemos el regreso
a la lámpara del hogar.
4
Como embajadoras de la corte celestial
pasajeras nubes se hospedan
en la casa de la falda de la montaña
cubriéndola a las miradas curiosas
con sus delicadas, tenues, tiendas blancas.
Atan sus caballos de viento en los árboles
y descargan sus equipajes de lluvia,
tan desordenadamente,
que al irse, los pájaros encontrarán comida
8
dispersa por todo el territorio.
Dadivas caídas de las manos generosas
de sus altivas hermanas del aire.
5
Con pasos medidos, sigilosos,
la melodía pasa acariciando el teclado de los días
y, aunque está llena de nosotros la casa,
sin darnos cuenta de cómo fue,
al ir a afeitarnos descubrimos
que no somos los que en aquel entonces
nos desayunábamos mirando por la ventana,
acariciando la curva porcelana de la taza de café,
que al fin del verano ya no es ese
el que duerme al seguro de nuestras posesiones.
TAYFUR EMPRENDE LA CONQUISTA DEL REFLEXIVO REINO DE OTOÑO
1
“El cálamo y lo que ellos escriben”…
La música es matemática en sonidos,
entonces
¿quién enseñó el canto a los pájaros?
¿no son también ellos formas de una geometría
9
que rige lo viviente?
Y nosotros,
que nuestro cuerpo custodia la áurea proporción
¿somos otra cosa que una escritura cósmica?
¿Y el tiempo?
Los engranajes de los ciclos giran
diseñando en complejos arabescos,
¡Edades!
Zurcidas con las trayectorias de cometas remotos
para que dancen nupcias
la Luna y el agua.
2
Igual que las margaritas a las abejas
los círculos derviches atraen presencias
que, como marineros borrachos en la taberna,
relatan secretas intimidades al oído
a durmientes que no escuchan, que
la caída no viene de la serpiente
si no del olvido del pacto.
Alerta, el Sheik da palmadas rítmicas
llamando a prestar atención,
alejando seducciones animales
de los corazones indolentes
que cabeceando “Hu, Hu, Hu…”
sueñan en infecundo esfuerzo
engaños de lucidez,
10
como todo obrar humano,
porque sólo Él dispone de nuestros destinos.
3
Con el aroma del primer cigarrillo en la mañana
siento que en esta mínima circunferencia del día
hay funcionando vasos comunicantes
que se abren y cierran a horario
como la puerta giratoria del banco
y más perfectos que las ruedas y engranajes del reloj,
en los que se agolpan multitudes de ángeles
yendo y trayendo estados circulatorios
en el intervalo en que un mundo se abre al otro.
Abstractas sístoles y diástoles del espacio
que tortura a la física el no llegar a explicárselas.
Desayunando en la mesa de la cocina antes del amanecer
ni siquiera se quién escribe mis poemas.
Debe ser mi Sheik ya muerto quien está fumando,
y me sopla el humo en la nariz divirtiéndose conmigo.
4
Salvaje amante el glaciar
que al irse deja arañazos en la espalda
de la montaña
para que con dolor recuerden su fuego gélido
las piedras.
11
Qué cruel es la inocencia
y, extrañamente, que bella.
….. Al imprevisto mis ojos
tocados por el ángel de Sodoma
se desprenden como burbujas en la melaza densa del mundo
y huyendo como Lot mi espíritu escapa del espacio.
Volveré a mirar sin pudor como los niños
cuando el fuego limpie mi consciencia
y entonces
me sonreirá la muerte al despedirse de mí
y con la libertad victoriosa de la primavera
resucitaré.
5
Con rastros de escritura
aletea frágil sobre el calor del fuego
el cadáver de un papel quemado.
Ondas de rojos sopladas de la fuente del fuego
trazan senderos caprichosos en el negro
blanqueando y ajando las cenizas
que se desprenden
leves y flotan revoloteando fragmentos
de palabras indicadoras de que somos la especie humana,
cenizas de nuestras almas tratando de volar sin alas,
perfume de jazmines,
sintiendo nostalgia del hogar tan lejos
y tan cerca
12
más allá del universo material.
6
(Un hadiz prescribe que si una mosca cae en tu copa,
debe ahogársela en ella antes de quitarla)
La mosca golpea insistentemente con sus alas,
no tiene cómo comprender el vidrio de la ventana
que le impide volar al abierto.
Vestimos de prestado
una vida que no es la nuestra
y tampoco nosotros sin ayuda
encontramos como escapar de nuestra mente.
¡Gratitud a la copa de amor!
un solo sorbo de tu vino es bastante para que
la tumba no sea la puerta de
la morada del arrepentimiento
en la que se llora una triste llovizna a oscuras.
Nadie llega allí alumbrando el camino
con la velita del recuerdo
de haberte tenido en los labios.
Aunque nos veas peinados y vestidos decentemente
en el acto de adorar a Dios,
ni entonces ni ahora los borrachos hacen otra cosa
que canturrear felices salmos
y su sangre bailotear
dando tumbos por los signos,
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habiendo olvidado
-ni saben dónde-
las llaves de la cordura.
Esas palabras son nuestra existencia,
ríos de vino de los jardines del Edén.
La casa de los amigos de Dios
no tiene paredes
ni vidrios en las ventanas,
acoge a todo el que llega,
igual que los espejos.
Las frías sombras de las piedras
del cementerio todavía no saben
que otra vez llega el verano
a llenar las tinajas y los días.
Es también el tiempo de llegar el amante
Y de dar reposo a los tinteros.
TAYFUR SE APODERA DEL SERENO REINO DE INVIERNO
1
Como implorando al cielo
los árboles alzan sus ramas temblando,
bostezando pájaros hambrientos de luz.
La montaña se ha arropado con el solcito
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escuálido que en junio emigra lejano,
la mañana le resbala por las laderas indolentes.
Se detuvo un momento para ordenar sus ideas
la muchacha con botitas de medio taco
que viene por el camino escondido, cubierto de escarcha.
2
Desde el cielo parecen derramarse,
desde la bruma blanca,
blanca luz y nieve blanca,
los pliegues de la falda de la montaña nevada
como el ropaje de un ignoto gigante que pisara la tierra.
Es inevitable asociar esta imagen
con la del esbelto Sufí cuando nos visita el alma.
Faltaría
en el correlato del paisaje y el poema
la llama
que nos encendió la mente,
aquello
de lo que tampoco es posible hablar.
3
En camino de hacer las compras
me parece un viejo el invierno
a media mañana y con su barba encanecida
15
de escarcha en los pastos.
De algún lado me llega
el aletear de un pájaro a tierra.
Me detengo a buscarlo con la mirada
pero no lo encuentro.
4
La amiga
llegó tarde.
Disculpándose dijo:
“Pregunté por vos a tus vecinos
pero nadie te conoce”.
5
Quietos, gravemente ensimismados están los árboles
recortándose contra un profundo cielo azul oscuro.
Languidece la luna una luz desleída en la calle.
Ni un pájaro, ni un perro vagabundo.
Entre las piedras se escucha quedamente al arroyo
pasar furtivo agazapado en la noche bajo el puente,
él y yo
como ladrones
compartimos el silencio.
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6
Me abre los ojos la musa delicadamente
cuando
viene la luz temprana rasando
la tierra
por el camino magullado
con celestes.
Reflejando en los charcos
un cielo
límpido tras la lluvia,
cicatrizando
unas huellas barrosas de ruedas,
antes
de reinar en lo alto de la mañana
desnudando
de brumas perezosas a la montaña.
7
Un velo de lejanía
recubre lateralmente
de luz la arboleda.
La silueta distante de un pájaro
vuela rasgando la tarde.
17
TAYFUR LIBERA DE OPRESORES AL JOVIAL REINO DE PRIMAVERA
1
Se comunica que
el suministro de poesía potable
se encontraba suspendido momentáneamente
a causa de una obstrucción
en el conducto de inspiración
provocada por una inflamación del ego.
2
Está sembrando el aire de corcheas
el gotear de una canilla
en que unos pajaritos,
como si fueran ángeles en la Gracia de Dios,
pían y se bañan salpicando
alitas de agua
enjoyando de reflejos unas hojitas verdes
que se arquean sumisas bajo el peso de la luz
en un anodino rincón del jardín olvidado.
Si, es eso la poesía: metáforas,
como lo es el mundo.
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3
Una alegría rosada sonríe en el capullo del alba
entreabriendo el horizonte,
como el amanecer a la vida al borde del arroyito
de unas flores simples desperezando
los pétalos temblorosos entre los verdes
y el
ajetreado
ir
y
venir
de
un
sendero
de
hormiguitas.
4
¿Qué los puso tan contentos este mediodía a los pájaros de la plaza
que revoloteaban trinando bajo la centenaria sombra del gomero,
y al hornero que me regaló unos momentos en su compañía
y voló después de regreso al nido en lo alto del jacarandá en flor?
¿O es que también ellos han recibido noticias tuyas?
5
19
Dos o tres veces o más por día
una tuberculosis poética
me hace escupir tinta.
Si no me cura la muerte
voy a contagiar con mi alegría
a todo el que se me arrime.
Que venga urgente
mi amor en bicicleta
a prescribirme la cama.
Que traiga los termómetros de sus caricias
me tome la fiebre y recete y suministre
los maravillosos ungüentos dulces de sus labios.
6
Mañana lavaré mi ropa, hoy no.
Liberado de las intrigas del mundo,
satisfecho con mi fortuna
(una cabaña, un fuego)
me dejo llevar por el instinto de la belleza
y me quedo en la cama, dichoso
como un niño holgazán jugando egoísta
con palabras como flores silvestres
en el cáliz del poema.
Su presencia es más breve
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que la vida de una mariposa.
En mi retiro ocioso al sur
ya no busco la sabiduría
ni la tengo en mi equipaje.
Eso es la sabiduría.
7
Invitándome a acudir al encuentro
la puerta del jardín se mece con el viento
abriéndose y cerrándose,
abriéndose y cerrándose,
al zip… zap… zip… zap del reloj.
A esta hora ella me espera
para abrirme la bragueta:
¡zip, zap!
¿Qué esto no es poesía?
A su tiempo pensaron lo mismo de Caravagio,
de la sacralidad atorrante de sus alegrados profetas
humanos, frutos imperfectos.
¡No sabés nada de eso!
ni de la suavidad húmeda de sus labios
abriéndose y cerrándose.
abriéndose y cerrándose,
que me dejan loco de contento.
Zip zap, zip zap, zip zap.
21
TAYFUR SOFOCA UNA SEDICIÓN Y PROVOCA LA
APOPLEGÍA DE UN CENSOR INCONTINENTE
Desborda larvas el pecho pútrido de envidia
de quien seguramente tiene razones
flácidas como su miembro, que mostrar
como santos estigmas
en un hombre fracasado y cabal,
llamado a poner freno
a tanta desfachatada alegría
que llega a indignarlo hasta la ira,
más aún que los pedos de Aristófanes.
Si supiera cuanto bien me hace odiándome,
retorciéndose como una culebra entre las brasas
caería fulminado en el acto.
Los perros aúllan lastimeros escuchando
gemir estridente a la sirena de la ambulancia.
Esos fueron todos los llantos
con que lo recibió el olvido.
LAS BODAS DE TAYFUR.
He contemplado la Belleza.
Como Noé tras encallar la nave en el arcoíris
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me emborraché de gratitud,
planté una viña
y de mi corazón hice una hoguera
mientras mi mente se licuaba en néctar
y la razón me abandonaba como a un cementerio en ruinas,
cuando le mordí la nuca como un tigre
arrastrando a su guarida a la presa indefensa.
Libre, si, de la cárcel de la cordura,
con las ingles en flor sobre la cubierta del lecho,
cuando los pájaros de mis ojos volaban en profundo silencio
y mis dedos acariciaban valorando la textura sedosa de sus cabellos,
tal como un mercader de telas comprobando al tacto la calidad de un tejido,
mi calzoncillo en el suelo era un estandarte
abandonado en señal de derrota final.
Ahora ¿Qué juez podrá condenarme?
si en mi cabeza había perdido hasta el don de las palabras
y me quedaba únicamente su nombre flotando
como música en el aire en días de fiesta,
y con mi caballo no teníamos adonde ir
para escapar a la Misericordia de Dios.
He perdido la cabeza y no la quiero de regreso,
porque no hay dónde ir si no es al propio corazón
y cuando se llega a casa
el camino ya no vuelve a recorrerse
más que en la memoria.
Hoy soy un poco más sabio y será porque al despertar
estaba su bello rostro a mi lado.
Aparte de él, no hay en mi corazón más que sangre
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y también es suya esa sangre,
y no sé si agradecerlo o reprochármelo,
porque la cabeza ya la he perdido entre las estrellas.
CONFIDENCIAS DE TAYFUR
1
Cuando te enamorás
se desvanecen en la memoria
los viejos perfumes de otros amores.
Cuando te enamorás
es siempre por la primera vez.
Cuando te enamorás
volvés a ser virgen.
Cuando te enamorás
el corazón está en la gloria.
Cuando te enamorás
has regresado al Paraíso
porque quien se enamora
goza un dulce martirio.
Es así y siempre ha sido así,
Hoy soy un poco más sabio,
un poco más enamoradamente tonto.
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2
Todo lo que uno busca es amor
y ¡qué locura! no lo sabe.
Uno cae a zonas bajas
como se precipita el agua
y rueda golpeándose
aferrado a falsos ídolos,
nombres y rostros,
hasta que Dios, la suerte y el destino,
pone un diamante en tu camino
y al tropezar despertás.
El mundo está lleno de amor
y eso tampoco lo sabía.
TAYFUR RECIBE A LOS EMBAJADORES
1
Hago un alto en mi tarea
de traducir a Attar,
me asomo a la ventana
en la mañana de invierno
y una comunidad de pájaros
ha encontrado alimento
25
en mi jardín.
Podría parecer casual la sincronía
pero no es así,
es Attar que me saluda
desde más allá del mundo.
Complicidad entre poetas
a la que uno simplemente llega a habituarse.
En nuestros corazones se alberga un mundo nuevo.
2
Junto al pozo de agua Khayaam bebe su vino solitario.
“¿Qué miran estrellas? ¿Qué buscan?
De la nada nace la Luna y vuelve a la nada,
y también nosotros en la despreocupación de una noche.
Padres satisfechos de su criatura recién nacida
el bien y el mal ignoran haber engendrado su propia destrucción.
Como cuando te sacás un guante,
en los intestinos del tiempo va nadando
permanentemente en sí mismo,
revolviéndose de adentro hacia afuera el Universo.
Al destino le basta con haber escrito un punto
en alguna parte del alma que, como el aire,
no se gasta por más que respiremos”.
3
Hasta allí llegó Ibn Sina y trajo noticias del reino de las auroras boreales,
26
morada del Qutub que rige el mundo desde el interior del mundo,
desde el secreto más secreto de nuestras almas.
Allí está,
en la tiniebla de la proximidad del Qutub,
la Luz inmaterial anterior a toda manifestación
derramándose en cascada en el espejo fractal
en que cada mundo se anuncia con reflejos revistiéndose en el otro.
Como viviente aurora boreal de la vida que llega a esta tierra
la rosa se nutre de luz en el occidente de la materia
devolviendo un color que le sirve de ropaje
de oscuridad.
Allí está
el laboratorio de Dios,
ocupado siempre en una nueva creación
de la que nunca podemos tener memoria, siempre nueva,
llegando desconocida,
eligiendo entre las formas y semejanzas
con cual mostrarse mejor,
como mujer con su ropero.
Allí está
oculto a la ceguera ignorante de la razón,
no lo busquemos en otro lado,
aunque es inútil decírselo a los idólatras,
el populacho siempre está buscando cosas externas que adorar.
27
CORONACIÓN DE TAYFUR
Si he de decir qué es el amor, diré que
es lo que llamamos realidad.
Es el diluyente universal que el alquimista buscaba
en el laboratorio de su alma.
Es la belleza del fuego que anima la materia
y la reduce a sí mismo.
Es la intensidad del sentimiento
con que los átomos se transforman en moléculas
enlazándose como un matrimonio desnudo en la cama
descubriendo con belleza ser la misma identidad.
Sea de la carne o del espíritu el amor
es el espejo que se vuelve yo
y en la mirada dice:
“Mí mismo, ¡te amo!”
Es la geometría ilógica de una fuerza en un lugar
generando el espacio mismo en que se hace presente.
Es el Verbo de la Belleza que está antes del ser
y en el ser mismo.
Es un estado de embriagues
que revela a los mundos confundidos
unos en otros en la misma esencia común.
Que sea de este mundo o del otro,
el amor es la experiencia del amor.
Es más que todo porque el amor.
maravillosa y simplemente, para nuestra dicha,
28
es.
TAYFUR ASCIENDE AL TRONO DEL SOL
Flores blancas entre espinas
dijeron a Moisés: “Yo Soy”.
Ardiendo de blanco
dijo el jazmín
al coronarse de espinas:
“Yo soy
el camino,
la verdad
y la vida”,
que es lo mismo
que haber dicho:
el camino es la meta,
no es acción
si no verdad.
El camino
es dejar de caminar.
Se es
el presente
que a los sentidos se ofrece
siempre virgen,
como el ángel Gabriel.
29
Vos ves mi copa
que está manoseada
por fuera,
pero el vino dentro
permanece limpio y puro.
Al mundo lo que es del mundo
y a Dios lo que es de Dios.
No te engañes en lo que ves,
también esta moneda
tiene dos caras.
Dios es Luz sobre luz
¿cómo vas a distinguir
una luz en la luz?
No te engañes.
Hablando en parábolas
Jesús es el hijo de Dios,
hablando en parábolas.
Tampoco el cuerpo de Cristo
es el Cristo,
el pan que te comés.
Misterio es
que el alma y el cuerpo
sean el vapor y el hielo
de una misma sustancia
suscitándose y resucitándose
en el infinito revolverse
del yin en yan, del yan en yin
¿indeciso? No,
30
eso es la vida
que anima al ser,
como Dios
que Es
Esencia y accidente.
De Sí mismo a Sí mismo
Nada hay que no sea Él.
TAYFUR VISITA LA MECCA
Por entre la algarabía de las luces
que está dentro y están fuera,
entramos al recinto de la sagrada Caaba.
Desde su interior el resplandor de la luz
abría agitándolo al velo negro.
Acariciando la seda busqué la piedra del ángulo,
levanté el velo y le besé
palabras doradas.
Crujieron de amor los metales y las piedras.
Caravanas y peregrinos van y vienen
por la ciudad que sigue como siempre
absorta en el comercio.
la ciudad es el cuerpo,
es ella la pasajera
y nosotros los residentes.
31
MUERTE DE TAYFUR
Ahora reposo sin horarios,
vieja esfinge de lava petrificada,
absorto en la Majestuosidad de Su Belleza.
¿Qué fuego podría quedar
en un carbón vuelto piedra cristalina
bajo el peso de Su mirada?
¿qué conciencia de estar resplandeciendo?
No puedo seguir intentando ordenar palabras,
la lapicera se me cae de la mano
y con mis ojos escribo en el silencio.
Hay tanta belleza …
instantes de eternidad, efímeros.
Tanto milagro, milagro si,
y qué extraño resulta esto
de estar regresando a mi cuerpo en mí mismo
trayéndome luz de otro sol.
Cuando invoco Su nombre
amanece en el mundo, aunque esté acabando
este día que he vivido indolentemente.
Tomo el mate de a sorbos junto a la ventana del sur.
Me gusta sentir su olor áspero al exhalar.
32
La luz trepa apurada la ladera de la montaña
buscando escapar de este mundo.
En el jardín sin hojas del otoño la muerte ha dejado de lado a las rosas
¡Me acuerdo de tantos amigos que cruzaron ya su existencia!
¿Nos iremos juntos las rosas y yo?
Ellas dejarán sus pétalos a tierra y yo mis poemas
(eso no nos importa, el placer fue florecer),
y el viento los llevará donde quiera Dios
(eso ya tampoco nos importará).
En alguna parte por la mañana los crisantemos estarán abriendo sus ojos,
resucitando felices a la fría luz de su mundo,
y más adelante los brezos asomarán colores en su propia primavera sobre la nieve
sin saber ni sospechar que hemos existido alguna vez
y que nos hemos detenido a meditar junto a rosas que ya no están,
que crecieron al lado del puentecito de piedra.
Ninguna batalla se gana o se pierde,
La vida tan solo habrá tomado otro sendero.
Se desvanecen las estrellas que nos guiaron.
Una vez que se alcanza el objetivo ya no hay dónde ir
y cesa todo movimiento.
Un lunar en la mejilla de un ángel…
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