Valles del Tuy (Llanos de Salamanca) año de 1577
India Caribe, perteneciente a la tribu Quiriquires, asentada en los valles del río
Tuy, denominado por los aborígenes: Tucuy. Según recoge el Cronista José
Oviedo y Baños en su obra La Historia de la Conquista y Población de la
Provincia de Venezuela, en el capitulo XII, en el año de 1577 se generó un
levantamiento contra los encomenderos españoles Garcí González de Silva y
Francisco Infante, encabezada por: “Apacuana, madre del cacique Guacema
grande hechicera, y arbolaria”
Etimológicamente Apacuana significa: APA, lugar donde habitan. Según
Arístides Rojas significa en lengua cumanagota árbol de vera (Bulnesia
arbórea), su significa agua y Ana significa gente.
Como todo nombre indígena es una combinación del gentilicio de origen y el
lugar de habitación generalmente este nombre distinguía familia o tribu. En el
caso de Apacuana se podría interpretar como perteneciente a los
Kuanas”Gente del agua”, recordemos que los Caribes eran excelentes
navegantes en “Kuriara” y APA el lugar donde abundan de los árboles de vera.
También es posible que el APA nos indique el árbol en que sometida al
escarnio donde su cadáver permaneció colgado durante mucho tiempo.
Recordemos que la referencia de Oviedo y Baños se escribe con una distancia
de casi trescientos años.
De la lectura del referido documento se desprenden algunas consideraciones
fundamentales que nos permiten inferir que la India Apacuana merece nuestro
reconocimiento, que su actuación es un ejemplo de dignidad de nuestra etnia
autóctona y en ella la mujer venezolana tiene un paradigma muy importante.
Raíces que una sociedad euro céntrico y machista no nos ha dejado ver con
claridad.
Era una mujer con dotes muy especiales, además del conocimiento del uso de
las plantas y curaciones practicadas por ella, ejercía sobre hombres y mujeres
un liderazgo, en esto eran más avanzados que los conquistadores donde el
papel de la mujer se limitada solamente a la intimidad del hogar, al cuidado de
los hijos, no hay una mujer que ejerciera el rol de conquistadora o
encomendara, era algo reservado socialmente a los hombres, sin embargo
entre los caribes de la tribu Quiriquires del Tuy una mujer ejerció funciones de
cacicazgo, es la única mención en la historia.
Es evidente que el alzamiento contra los encomenderos se hizo con cierta
planificación y con la organización y armas que tenían los indígenas en eso
momento, inferiores al uso de la pólvora, al manejo de perros de presa
amaestrados, de espadas y lanzas hechas con acero toledano que tenían los
españoles. García González e Infante logran huir por la fila de lo que hoy es La
Magdalena para caer a la quebrada de Paracoto, “Límite de la nación
Quiriquires y comienzo de la nación Teque, acérrimos enemigos de los
Quiriquires”, ya para la época aliados de los conquistadores.
Apacuana se refugió en las montañas, hoy denominada la “Cadena del
Interior”, hasta allí llegaron los conquistadores al mando de Sancho García,
investido de autoridad por el Cabildo caraqueño para dar un escarmiento a los
alzados. La violencia y sangre bañan los nacientes de la quebrada de Talma,
“para que no cundiera el mal ejemplo”, a la India Apacuana no la mataron en el
lugar de su captura, la trasladaron al sitio donde estaba ubicada la tribu,
buscaron el árbol más grande del lugar, la flagelaron, le atribuyeron
condiciones de “bruja”, delito categorizado por la Inquisición para “reos de
Muerte cruel”. Así pasó esta mujer a la historia patria, la ahorcaron y dejaron
su cuerpo colgado del árbol para que las aves de rapiña se dieran banquete.
La crónica de Oviedo y Baños nos cuenta los hechos para demostrar la
valentía de Garcí González de Silva, nos lo presenta como un héroe
emparentado con lo mitológico, personaje capaz él solo con su espada de
acabar con cientos de indígenas. Sin habérselo propuesto el cronista Oviedo y
Baños tratando de magnificar al conquistador, dejó para la posteridad la figura
de esta mujer aborigen, ejemplo de una raza bravía (Los Quiriquires) que
prefirió morir de pie que arrodillarse ante el poder del conquistador. Honor a
nuestro pueblo originario, en especial a la mujer representada en la India
Apacuana.
Esta Crónica de un hecho ocurrido en los Valles del Tuy hace 433 años no es
una leyenda, ni un mito, tiene la misma solidez documental que los
acontecimientos que destacan a Guaicaipuro, a Tamanaco y otros caciques,
pero durante muchos años estuvo olvidada, la mayoría de los historiadores
fijaban su interés en Garcí González de Silva, de su valentía para combatir a
los aborígenes, sin darle mayor importancia a esa india llamada Apacuana de
su rebeldía ante el extraño invasor, de su martirio e incluso se creó una
leyenda más acomodaticia que asociaba la colaboración de un cacique llamado
Cúe con la fundación del pueblo de Cúa, ignorando que una mujer había dado
su vida luchando por su pueblo, que su cuerpo estuvo colgado, que fue comido
por las aves de rapiña y que ese lugar se empezó a llamar la cuana, con el
transcurrir del tiempo la Cúa y fue allí a donde se trasladó en 1742, por orden
del Obispo Madroñero el antiguo pueblo de Santa Rosa de Marín, llamado hoy
Nuestra Señora del Rosario de Cúa, Municipio Rafael Urdaneta del Estado
Miranda.
En los valles del Tuy estamos en deuda con Apacuana el símbolo más puro de
la mujer indígena, raíz de de nuestro gentilicio de Tuyeros.
Escultura de la india Apacuana, colocada a la entrada de la casa natal del General Ezequiel Zamora en Cúaelaborada por el escultor luciteño Rafael de Montijo con el patrocinio del señor William Arciles Escalante
APACUANA CACICA HEROICA
Hembra hermosa en un valle sol caliente
Fuerza que frenara a la hierra ardiente
Hombres de agua le gritaban ansiosa devoción
Macho fuerte Guasicuano, fiel inspiración.
Fue hechicera dicen, como sacrificio prisionera
El escollo más fuerte nacida en esta tierra
Guerrera cacica que impulsó la rebelión
Voz de los Quiriquiris en el tiempo hecha canción.
Su amor Acuareyapa cacique ejemplo de lucha
Clavado con la lanza en el grito que aún se escucha
Cuando quiso el invasor imponer temeridad
Apacuana se hizo en él, la fuerza, coraje y libertad.
El aborigen batallaba contra el sangriento opresor
Aquél manos manchadas tirano conquistador
En la bañada Cúa testigo cual ástaco guía
Suelo fértil del fruto en calor de valentía.
En un árbol holgada en ejemplo maligno
Rendición que no quedó en el guerrero digno
Como Guasema canto fruto de su vientre nacía
La sangre por las venas de raza y rebeldía.
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