La influencia de la enseñanza religiosa católica en el desarrollo integral de la persona dentro del contexto escolar
Universidad CEU Cardenal Herrera Castellón
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación Autor: Vicent Martí Olucha
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Universidad CEU Cardenal Herrera Castellón
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación
Grado en Educación Primaria
1 de julio de 2016, Castellón de la Plana.
Título: La influencia de la enseñanza religiosa católica en el desarrollo integral de la persona dentro del contexto escolar
Tipología del proyecto: Estado de la cuestión
Autor: Vicent Martí Olucha
Director: Dr. Jaime Vilaroig Martín
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Resumen
La enseñanza religiosa católica no es una simple asignatura que
complementa el currículo educativo en sus distintos niveles. Partiendo del
principio de que el fin último de toda educación es el desarrollo integral de la
personalidad, la Iglesia Católica como institución docente que ofrece unas
enseñanzas religiosas, trabaja por la consecución de este fin como ninguna
otra disciplina escolar. Esto es un hecho importante en cualquier momento
histórico, pero adquiere más importancia en los momentos de crisis social.
Lograr un desarrollo íntegro desde la perspectiva católica lleva una
educación moral y de valores que ayudará a superar toda aquella crisis que
radica en la persona.
Palabras clave: valores, Iglesia Católica, enseñanza religiosa, valores, desarrollo integral de la personalidad, crisis, currículo.
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ÍNDICE
1. Introducción .............................................................................................. 5
2. Marco teórico ............................................................................................. 6
2.1. El hombre como concepto ................................................................ 6
2.2. El hombre como ser espiritual .......................................................... 9
2.3. El hombre como objeto de educación ............................................ 10
2.3.1. La educación en valores y moral ............................................... 11
2.3.3. La Iglesia como institución educativa ......................................... 15
2.4. La enseñanza de la religión católica en la escuela ....................... 20
2.5. El proceso de desarrollo integral de la persona ........................... 26
3. Metodología del trabajo .......................................................................... 31
4. Conclusiones ........................................................................................... 33
Bibliografía .................................................................................................. 34
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 1: Clasificación de los valores según Ortega y Gasset ………………………12
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1. Introducción
Muchas son las voces que han entonado la palabra “crisis”, de forma
unipersonal o a una misma voz, objetiva o partidistamente, con razón de
causa o desde el más absoluto desconocimiento, y así un sinfín de
posibilidades. Gran parte de la población relaciona este término
exclusivamente con la economía; sin embargo, la Real Academia Española
la define como:
“Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una
situación, o en la manera en que estos son apreciados” (Real Academia
Española, 2014).
Tomando como base la anterior definición, es incomprensible desligar
una crisis de su vertiente social.
Ya en 1990, la Conferencia Episcopal Española, en la XCIV
Asamblea Plenaria, indicaba que no era la primera vez que nuestro país se
encontraba en una situación de crisis, sobre todo moral, restando con ello
importancia a lo económico sobre lo personal y familiar. También al tratar la
crisis actual, en la Declaración ante la Crisis Moral y Económica
(Conferencia Episcopal Española, 2009) la XCIV Asamblea plenaria de la
CEE, se indica que las crisis nacen de una profunda pérdida de valores
morales, la falta de honradez y la codicia. Al tiempo que proponen, como
una de las soluciones para mejorar esta crisis de valores morales, trabajarla
desde distintos contextos sociales, pero sobre todo en la escuela, lugar de
enseñanzas y aprendizajes. Siempre partiendo de una educación moral y en
valores, para conseguir un desarrollo íntegro de la persona.
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2. Marco teórico
2.1. El hombre como concepto
En la introducción se ha mencionado la crisis moral como causa
originaria de las crisis sociales. Para poder analizar esta realidad es
necesario entender un elemento clave, la propia persona. Según (Mansilla,
1998), hay que partir de una clave antropocéntrica para percibir con claridad
la realidad y centralidad del ser humano. Siguiendo con esta línea
antropológica y con la recomendación de la XCIV Asamblea plenaria de la
CEE que señalaba la importancia de abordar el problema desde la escuela,
Barrio Maestre (1998) afirma que no es comprensible dar una educación sin
tener idea de lo que se quiere conseguir. Partiendo de lo señalado por estos
dos autores, es necesario plantearse cuál es la esencia de la persona, qué
dimensiones, actitudes y valores se deben promover para su desarrollo. Así,
a través del desarrollo del presente trabajo, se perseguirá entender a la
persona desde distintas perspectivas.
En un primer momento puede parecer difícil definir la idea de hombre
o de persona. De hecho a lo largo de la historia han sido muchos los intentos
de explicar qué es el hombre debido a la gran cantidad de ramas del
pensamiento que han hecho hincapié en el concepto. Tal y como afirma
Mansilla (1998), el pensamiento griego, cuna de la filosofía moderna, no
conoció ni el término ni el concepto de persona, mientras que sí privilegia
otros términos como la esencia, la sustancia y la naturaleza. El término no
adquiere suficiente importancia jurídica hasta la llegada del pensamiento
contemporáneo y con los tratados de derechos humanos.
La antropología filosófica, (Ayllón, 2011) indica que el hombre es un
ser que se realiza en cada uno de nosotros, que se define como animal
racional, que vive en sociedad y está dotado de conciencia, libertad, sentido
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político, estético y religioso. Pérez Alonso-Geta (2011) profundiza más en
esta corriente, señalando que además es necesaria una percepción del
mundo para desarrollar su actividad, la cual es intencional y responde a
unas exigencias propias de su proceso vital.
La definición del término dado por la antropología filosófica puede
parecer incompleta si se observa desde el prisma religioso; por ello, nace
otra forma de explicar el concepto de hombre, es la antropología teológica,
uno de cuyos primeros autores más destacados es San Agustín. Tal y como
explica Dolby Múgica (2006), San Agustín toma los conceptos griegos y la
revelación cristiana del hombre narrada en el libro del Génesis. Con ambos
forma una tesis que afirma que el hombre es persona (en la antigüedad no
todos los hombres eran personas, tal y como sucede en el caso de los
esclavos) y ocupa el más alto lugar de la Creación por ser imagen de Dios,
de Dios Trinitario.
Aunque el trabajo se centre en la antropología filosófica y en la
teológica, cabe señalar una puntualización en la definición del concepto de
persona según García Hoz (1979) bajo la perspectiva de la antropología
social, que introduce dos nuevos conceptos inherentes a la persona: la
libertad y la responsabilidad. Para este autor, la persona puede ser tomada
como resultado o como principio. Al entenderla como resultado de unos
factores sociales y biológicos, no se le puede dar una libertad o
responsabilidad ya que la persona vendría determinada por los factores
citados. Pero si se entiende a la persona como un principio, se concibe que
el propio ser es originador de sus acciones, responsable y por lo tanto libre.
Al entenderse como principio de actividad, la persona es origen de sus
actos, surgiendo con ello la responsabilidad de sus acciones y por
consiguiente su autoeducación. Las consecuencias primeras que se
deducen de la concepción de la persona como principio son la
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responsabilidad por las acciones, la educación y la libertad en la vida
humana, la cual se tratará en el transcurso del trabajo.
Para poder cerrar la dualidad antropológica filosófico-teológica,
Mansilla (1998) vuelve a dar un apunte interesante, afirmando que el punto
de inicio para entender al hombre, tanto desde la antropología filosófica
como desde la teología, es la vida real y su forma de percibirla. Por ello es
recomendable ver la vida a través de una mirada trascendente, abriendo la
persona hacia más allá de su entorno. La trascendencia es una
característica que diferencia a la persona del resto de animales.
La trascendencia, al igual que sucedía con el concepto de hombre,
puede denotar una multitud de significados. Para Torralba (2013) la
trascendencia es cruzar un límite e ir más allá de ese marco referencial para
elevarse. De esta forma se conseguirá una panorámica de la realidad y así
una mayor comprensión de ésta. Un ejemplo simple es el caso de los
científicos, no se contentan con lo que conocen y buscan más allá para
interrogarse por lo que existe más allá de ese límite. El mismo autor
(Torralba Roselló, 2010) aún va más allá señalando que es movimiento,
dinamismo, ir hacia lo que no se es, caminar hacia lo que no se tiene,
moverse hacia una esfera mayor. No debe confundirse la trascendencia con
trasgresión, la cual es ir más allá de la legalidad de un ordenamiento.
Siguiendo con el análisis filosófico del término, la trascendencia incluye la
idea de esfuerzo. Desde el punto de vista teológico, la trascendencia de la
persona se observa en superar los límites conocidos en la búsqueda de Dios
(Dolby Múgica, 2006), ser referente en la fe.
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2.2. El hombre como ser espiritual
Tradicionalmente, tanto en la antropología filosófica, la religiosa y la
pedagógica, se señala que el hombre es un ser espiritual. Se ha podido ver
como varios autores, véase San Agustín o Torralba, apuntan hacia una
trascendencia de la persona, que necesita obtener una perspectiva de la
realidad en la que vive. Tal y como apunta Schmidt (2012) esta espiritualidad
es propia en la persona, por ello desde muy antiguo se vinculó al hombre
con un Ser Trascendente. Esa parte de la espiritualidad surgía como
trascendencia desde lo fisiológico y biológico hacia la consecución de un
pensamiento y unas emociones.
Llegados a este punto, es necesario destacar el concepto “hecho
religioso”. Éste concepto ha intentado dar respuesta, dentro de la dimensión
espiritual de la persona, a la existencia del propio ser y su sentido. Es
independiente de los distintos credos y sólo guarda lazos con el devenir de
la humanidad. Se trata de una manifestación existencial transcultural que, al
mismo tiempo, atraviesa de modo transversal todas las épocas de la historia;
así, se atestigua su presencia en cualquier coordenada espacio-temporal,
dentro del marco de la cultura humana (Valiente y García-García, 2010;
citados en del Espino Díaz, 2013). Después de tratar el hecho religioso, hay
que puntualizar, siguiendo a Barrio Maestre (2006), que este hecho tiene un
carácter universal ya que consigue que una considerable parte de los
elementos que conforman la cultura todo, posea una faceta religiosa.
Según lo dicho hasta ahora el hecho religioso repercute a los
integrantes de una comunidad, sean o no creyentes. Para Molina Rueda,
Cano Pérez y Rojas Ruiz (2004) esto se debe a que las religiones son una
parte integrante de las culturas y las civilizaciones, siendo el hecho religioso
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algo casi inherente a los modos de pensamiento y a los comportamientos y
prácticas del ser humano.
2.3. El hombre como objeto de educación
La educación es una necesidad para el ser humano. Ello puede
parecer una afirmación obvia pero es necesario justificarla. Luengo Navas
(2004) la justifica en la necesidad de la persona de recibir influencias de sus
semejantes para adquirir características propias de los seres humanos, todo
ello gracias a la plasticidad orgánica que facilita la tarea. Profundizando más
en este término, Cabrera Guerra y Vázquez Rosabal (2012), basándose en
el trabajo de varios autores, definen la educación como:
Un proceso social, de carácter complejo, particular, exhaustivo, a través del
cual, los hombres se transforman así mismos y a la sociedad, en la relación
con el medio, haciendo mayores sus niveles de inteligencia, apropiándose
de la cultura y conformando la personalidad en todos sus aspectos, con el fin
de adquirir los instrumentos que les permiten convivir con otras personas
totalmente diferentes y emprender cambios, a través del desarrollo de
actitudes creativas y transformadoras.
Es necesario observar como señalan que no sólo transforma a una
misma persona, sino que transforma a la sociedad. Esto se debe a la
importancia de la cultura como elemento inherente y determinador en la
persona.
El hombre, como objeto de educación, sigue un camino para su
desarrollo. Este camino, parte de la plasticidad, que es una estructura
biológica del ser humano, además de ser la base de la educabilidad humana
(Luengo Navas, 2004). La educabilidad es definida como: la capacidad del
ser humano de configurarse, de llevar a cabo aprendizajes nuevos, de
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modificar su forma de conducirse, de hacerse como persona en un proceso
abierto. Un concepto relacionado es el de educatividad, que se refiere a las
características del educador para que la educación se lleve a cabo.
2.3.1. La educación en valores y moral
La pedagogía tiene como uno de sus retos educar en valores. Ya en
la introducción del presente trabajo se alude al eje sobre el que se está
desarrollando éste: una crisis moral y de valores. Antes de desarrollar la
educación en valores es necesario explicar lo que es valor. Para Pérez
Pérez (2008), tras sintetizar varios autores, los valores son cualidades de la
realidad material humana que nos permiten preferir aquellas
manifestaciones de dicha realidad que son o nos parecen óptimas. Los
valores son propiedades de la realidad que sólo aparece o se perciben en la
relación que se establece entre las realidades presuntamente valiosas y los
hombres que se vinculan con ellas. Fuentes Justicia (2009) realiza una
explicación del concepto de valor de una forma más sencilla. Lo entiende
como un elemento que desarrolla la humanidad propia de la persona, el cual
puede abarcarse desde infinitud de ramas del saber.
Max Scheler (1948), citado en Pestaña Martínez (2004), especifica
más a la hora de comprender los valores. Para este, los valores necesitan al
hombre para existir. Por ello no son abstractos, sino reales y concretos.
Hace una diferenciación muy importante al separarlos entre actos
espirituales y actos técnicos. Los primeros intentan percibir fenómenos que
puedan afectarle o no, mientras que los actos técnicos buscan unas
soluciones a un problema originado. Siguiendo con esta línea, Ortega y
Gasset (1947: 335), citado por Álvarez Rodríguez (2001), profundizó aún
más, clasificando los valores como útiles, espirituales, vitales y religiosos, tal
y como aparece en la siguiente tabla:
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Útiles Capaz - incapaz
Caro - barato
Abundante - escaso
Vitales Sano - enfermo
Selecto - vulgar
Enérgico - inerte
Fuerte - débil
Espirituales Intelectuales Conocimiento - error
Exacto - aproximado
Evidente - probable
Morales Bueno - malo
Bondadoso - malvado
Justo - injusto
Escrupuloso - relajado
Leal - desleal
Estéticos Bello - feo
Gracioso - tosco
Elegante - inelegante
Armonioso- inarmonioso
Religiosos Santo, sagrado - profano
Divino - demoniaco
Supremo - derivado
Milagroso - mecánico
Tabla 2 Clasificación de los valores según Ortega y Gasset
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Más allá de definiciones y clasificaciones, hay que tener en cuenta
quién debe trabajar los valores. Los valores son un elemento que debe
trabajarse con la ayuda de los siguientes agentes educativos: la familia y la
escuela.
La familia (Rodríguez Mauro, 2005; citado en del Espino Díaz, 2013)
es la entidad idónea para dar el valor que se merece a la persona.
Rodríguez afirma que este agente es el más importante en comparación
porque: 1) Considera la educación como un proceso natural de nutrición, por
esa razón pasa de ser un derecho a ser un deber propio de la familia. 2) La
atención personalizada y única a los familiares es mejor que con el resto de
agentes.
El segundo agente que influye es la escuela. Se caracteriza por tener
un conjunto de funciones socializadoras que anteriormente pertenecían a la
familia. Presenta un proceso de carácter cognitivo que ayuda a la persona a
integrarse en la sociedad, todo ello mediante el trabajo de las dimensiones
morales de la persona, y así adquirir unos principios básicos para
desenvolverse en ella. Necesita estar comunicada y vinculada a la familia
para poder trabajar sin problemas (Cobos Pino, 2009).
Tal vez surjan dudas sobre si estos agentes se complementan o se
repelen. Para responder a ésta pregunta, (Kandel y Lesser, 1972; García y
Ramírez, 1995; Palmonari, Pombenuy Kirchler, 1992; citados en Penas
Castro, 2008) afirman que a pesar de las erróneas creencias iniciales, no
existen contradicciones en los valores que se transmiten en unos y en otros.
Aún van más allá afirmando que se complementan en el momento que se
especializan en promover diferentes valores, existiendo cada vez mayor
autonomía entre cada uno de ellos. La familia trabaja valores de desarrollo
personal y relacional, mientras que la escuela trabaja en valores de logro y
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eficacia, y dentro de esta, los amigos trabajan valores de lealtad y
compromiso.
Así pues, la educación y los valores son dos realidades que caminan
juntas. Según Ballester Hernández (2007), para llevar a cabo una educación
en valores es necesario tomarlos como un instrumento que mejore la
comunión escolar a través de la tolerancia y la misericordia. Este tipo de
educación no es extrínseco a la persona, sino que se encuentra de forma
inherente a su desarrollo integral. Es necesario diferenciar un componente
propio de la educación como es la formación integral de la persona, del logro
de objetivos concretos vinculados a otros muchos factores, como ocurre en
el caso de la mejora de la convivencia escolar.
Ballester Hernández (2007) aun va más allá y ayuda a delimitar unas
líneas que deberían seguirse en los proyectos educativos en cuanto a
valores se refiere. Propone que ante todo es necesario definir en primera
instancia una educación de calidad, es decir, una educación atenta al
desarrollo integral de todos los alumnos y a proporcionar el mejor clima de
convivencia posible en la institución.
Recordando la introducción de este Trabajo Final de Grado, puede
observarse como se hablaba de una crisis que moral y de valores. Si se
toma como ejemplo el proyecto de educación moral en la igualdad
(Villarmea, 2002) se puede comprobar que hay que desligarse de deseos
simplistas que proponen idealizaciones del bien, se necesita desarrollar
unos planes y estrategias que se lleven a cabo en la práctica social real los
sujetos. Con ello se pretende que se reconozca al prójimo como un igual y
semejante suyo, al igual que actúen en consecuencia de sus actos. A su
misma vez, Villarmea incide en la necesidad de plantear unos recursos
educativos que faciliten a todos los sujetos su auto-descubrimiento como
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merecedores del derecho a la igualdad. Lo tratado en este punto refuerza la
idea de que la acción de la familia y la escuela, agentes, anteriormente
citados, que desarrollan los valores, es de vital importancia.
En ocasiones es necesario centrar las temáticas en los contextos
nacionales. Por ello, Buxarrais Estrada, Martínez Martín, Puig Rovira, y Trilla
Bernet (1992) apuntan que en España, los condicionantes históricos y
culturales dificultan hablar de educación moral con la suficiente objetividad y
amplitud de conocimientos. Más allá de este matiz, la pedagogía, tal y como
afirman las autoras, gira en torno a los valores a la construcción de una
moral colectiva e individual.
2.3.3. La Iglesia como institución educativa
Tras haber tratado la necesidad de la educación, la necesidad de la
espiritualidad y de la educación en valores, es el momento idóneo de
empezar a desarrollar la importancia de la Iglesia como institución educativa.
Existe un momento clave en el que la Iglesia empieza a desarrollarse dentro
del seno educativo. Tal y como apunta Pearsons (1974), citado en García
Méndez (2004), en el Concilio de Trento se establecieron los seminarios
para la educación y formación de los futuros sacerdotes, la Iglesia apostó
por la educación como motor de desarrollo de la fe.
Hoy en día, la Iglesia Católica, como institución educativa que se rige
dentro de nuestro país a través de la Conferencia Episcopal Española,
entiende la importancia del marco educativo y de las dificultades por las que
pasa. Por ello, tal y como indica un documento que nace de la LXXXIX
Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal española (2007) y que tiene
como título: Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI,
los obispos pretenden recordar y afianzar el sentido y significado de la
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concepción educativa de la Iglesia y su realización práctica mediante una de
las instituciones educativas más genuinamente cristianas como es la
escuela católica.
El documento citado en el anterior párrafo es importante por una
razón: surge el año siguiente a la implantación de la Ley Orgánica
Educativa, ley que pretendía restar importancia a las enseñanzas religiosas
confesionales. Esta publicación pretende explicar las razones por las que es
importante la Iglesia Católica y sus enseñanzas religiosas dentro del marco
reglado de las enseñanzas formales. Se plantean unos retos que la escuela
católica debe afrontar, tanto por tratarse de una institución educativa como
por verse afectada por la problemática sociocultural, la transformación de la
sociedad y los problemas de las familias. Los retos son:
1. El reto del cambio. La sociedad es tratada como un ser en continuo
cambio, con una forma de ver la vida en la que los objetivos y metas
son solamente instrumentales, dejando atrás el valor trascendental de
la persona a la hora de entender el sentido de la existencia.
2. El reto de la sociedad plural. La convivencia de culturas puede
generar situaciones de rechazo y de desconfianza, denigrando la
imagen de la propia cultura. La Iglesia, anclada en el Evangelio y los
valores universales debe de dar sentido a la vida, ofreciendo una
realidad llena de posibilidades para el encuentro intercultural. Esto
obliga a todos a discernir a la luz de la fe los signos de este tiempo y
a afrontar con lucidez los fenómenos culturales nuevos.
3. El reto de la falta de sintonía con las familias. La influencia de las
NN.TT. en la educación ha generado un sentimiento de impotencia
dentro de las familias a la hora de dotar a sus hijos de principios,
valores y actitudes que posibiliten su normal desarrollo. En ocasiones
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los padres se sienten desasistidos ante el poder de las influencias
extraescolares que inculcan principios y actitudes contrarias a sus
propias convicciones. Debido a esto, las escuelas católicas han
desarrollado una implicación de mayor grado en el proceso educativo
de sus hijos. Según la CEE, el reto está en vincularles aún más y en
aumentar el número de padres que se implican en estos procesos.
4. El reto del aborrecimiento de la comunidad educativa.
Constantemente, los profesores intentan desarrollar su actividad con
la mayor profesionalidad posible, pero en ocasiones, se encuentran
ante situaciones en la que los alumnos o las familias pueden mermar
la motivación del docente. Esto se debe remediar a través de la
generación de un ambiente positivo a través de un ideario que trabaje
la realidad social, la responsabilidad y la esperanza.
5. El reto de los padres y la elección educativa para sus hijos. En este
reto aboga por el derecho de los padres a elegir la educación que
consideren oportuna para sus hijos, hecho que resulta más difícil con
el paso de los años.
6. El reto del descenso de religiosos y sacerdotes en los colegios. El
descenso del número de vocaciones es un hecho tangible en la
realidad que nos concierne. Tradicionalmente, las enseñanzas
religiosas eran impartidas por religiosos/as y sacerdotes. Con esta
bajada del número de vocaciones se ha dificultado el impartir esos
conocimientos. Por ello, se han hecho muchos esfuerzos por formar,
proporcionando medios para que el profesorado laico asuma el
carisma o el ideario de la institución religiosa correspondiente, como
agentes responsables de su proyecto educativo.
7. El reto de la educación. El reto más importante de la escuela católica
18
es educar y formar a sus alumnos conforme al proyecto educativo
cristiano. Algunas teorías pedagógicas no direccionales y liberalitas
en cuanto a la naturaleza, favorecen un movimiento en el que no
respetan al maestro como agente que intenta ayudar a mejorar. Con
ello la formación integral se ve dañada. Dios mismo puede dejar de
ser la instancia última que ilumine y dé sentido a toda superación y
humanización y, con ello, puede mutilarse un elemento fundamental
para la dicha formación integral como horizonte último de la
educación. Construir la propia identidad, descubrir lo que la persona
es y lleva dentro, orientar su más profundo deseo de bien, de verdad
y de belleza, fundamentar su raíz y su sentido último, recrear su ansia
de infinito, fundamentar su ser filial en el Padre Dios, es la tarea de
educar, de formar y de aprender a ser. La fe escruta lo más profundo
del ser humano proyectándolo a su más alta vocación a la que ha
sido llamado
Dejando a un lado los retos, es necesario destacar el fin último de
toda educación, que sigue la escuela católica: el pleno desarrollo de la
personalidad, el cual se constata en el artículo 27.2 de la Constitución
Española. Tal y como señala la Conferencia Episcopal Española (2007):
En el logro de esta finalidad comparte objetivos similares con la escuela
estatal y los distintos tipos de escuelas de iniciativa social. En concreto,
“en virtud de su misión, a la vez que cultiva con asiduo cuidado las
facultades intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, introduce
en el patrimonio de la cultura conquistado por las generaciones pasadas,
promueve el sentido de los valores, prepara a la vida profesional,
fomenta el trato amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición
contribuyendo a la mutua comprensión; además, constituye como un
centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios deben participar
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juntamente las familias, los maestros, las diversas asociaciones que
promueven la vida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y toda la
comunidad humana”
Puntualizando este punto, la escuela con ideario católico, a diferencia
de la estatal, en el momento que desarrolla integralmente la personalidad
profundiza en la raíz del propio ser, en otras palabras, profundiza en la
persona creada a imagen y semejanza de Dios, con la dignidad propia que
esto conlleva.
Este desarrollo de la personalidad depende de:
1. Los principios que informan la actividad educativa.
2. Los fines que se pretenden.
3. Los objetivos prioritarios en el quehacer escolar.
4. El tipo de persona que se pretende educar.
Puede parecer obvio, pero la educación cristiana entiende que la
calidad de su enseñanza está vinculada a la visión cristiana del hombre y del
mundo, que le aporta la fe, y que está presente en todo el quehacer
educativo del colegio, de tal manera que el alumno adquiera una verdadera
síntesis de fe, cultura y vida.
Se han tratado los retos y los fines últimos de la escuela católica, pero
también hay que señalar sus fundamentos. La Conferencia Episcopal señala
que el fundamento primero y último es el propio Dios. El fundamento y
razón básica de este ser y hacer educativo es Dios, Verdad, Bien y Belleza
supremas. Es el alma de toda nuestra acción educativa, pues Él es el
principio y fin de la vida, el sentido y plenitud de toda obra creada. La
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paternidad de Dios hace posible en los hijos la fraternidad universal, su vida
entregada por todos nosotros es fundamento de nuestro amor
desinteresado, su ser eterno al que estamos destinados es el sentido de
nuestra vida.
En este cometido la fe en Dios cumple la función de unificar y totalizar
la acción del hombre. En Él adquiere significado la formación integral
entendida desde la perspectiva cristiana de la vida.
2.4. La enseñanza de la religión católica en la escuela
En los anteriores puntos se ha tratado la espiritualidad y la necesidad
de una educación para poder comprender la Iglesia como institución
educativa. En este punto se pretende explicar cómo la clase de la Religión
Católica afecta al desarrollo de la persona.
Para entender la importancia señalada, es conveniente hacer una
referencia a Francesc Torralba (2003), en un simposio sobre la asignatura
de Religión, organizado por la Diocesis de San Sebastián en Febrero del
2003, parte de tres cuestiones fundamentales para explicar importancia de la
clase de religión católica dentro de la educación de la persona.
La primera cuestión es que la clase de religión católica es un marco
idóneo para trasmitir conocimientos fundamentales para tener una correcta
interpretación de la cultura y filosofía de los últimos siglos, siendo esto por sí
mismo valioso. Indica y constata que no importan las creencias de la
persona, creyente o no creyentes, a la hora de admitir que esta trasmisión
de conocimientos es importante.
La segunda cuestión es que la clase de religión católica es un lugar
de experiencia. Ésta puede ser una puerta a la trascendencia. Para trasmitir
conocimientos ya no son precisas las personas, pero la necesidad de un
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encuentro entre docentes y discentes favorece el encuentro de la
trascendencia. Sin encuentro interpersonal no hay encuentro educativo.
La tercera y última cuestión, hace referencia al ámbito en el que se
pueden trabajar las diferentes modalidades de inteligencia. Recordando a
Gardner y sus inteligencias múltiples, señala que el trabajo religioso trabaja
tres inteligencias: la interpersonal, un lugar donde es posible establecer
vínculos personales y de calidad, en los que se transmiten valores y
virtudes; la inteligencia emocional, de forma transversal, a través de la
sabiduría espiritual del Nuevo Testamento se pueden canalizar emociones,
tanto positivas como negativas; la inteligencia espiritual, vista desde la
valoración de la vida, la pregunta última, el asombro por la realidad, la
relación con un ser absoluto. Esta última inteligencia se trabaja sobre todo
con el trabajo de la espiritualidad.
Por tanto, la clase de religión católica puede servir de marco para
interpretar una cultura; de espacio de trascendencia en el encuentro
educativo entre profesor y alumno; y como espacio de fomento de
inteligencias múltiples.
Para tratar este apartado es necesario conocer sobre qué legislación
se basa el currículo actual de la asignatura de Religión Católica. La
resolución de 11 de febrero de 2015, de la Dirección General de Evaluación
y Cooperación Territorial, por la que se publica el currículo de la enseñanza
de Religión Católica de la Educación Primaria y de la Educación Secundaria
Obligatoria fundamenta la importancia de la presencia de la enseñanza
religiosa en la escuela a través de los siguientes puntos:
1. Desarrolla integralmente la personalidad.
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2. La escuela debe de responder a la necesidad del sentido del
la persona.
3. Educar la dimensión religiosa es básico para la maduración
del ser. Tal y como afirma: no podría existir una formación
integral y, por tanto, una educación de calidad, si no se
permitiese el desarrollo de todas las dimensiones inherentes al
ser humano, entre las cuales se encuentra la religiosa.
4. Ayuda a hacer más grandes los espacios racionales y adoptar
una actitud crítica.
La misma resolución basa el currículo propio de la asignatura de
religión católica en:
1. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
reconoce la libertad religiosa de personas y pueblos.
2. La Constitución Española, la cual reconoce la libertad religiosa
y garantiza el derecho que asiste a los padres para que sus
hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de
acuerdo con sus convicciones en el artículo 27.3
3. El Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y
Culturales en su artículo 13.3.
4. La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea,
artículo 14.3, entre otros.
5. El número 2 de la Gravissimun Educationis, ha realizado
continuos esfuerzos para favorecer que la formación religiosa
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se imparta en el ámbito escolar, como contribución decisiva a
la formación integral de la persona.
6. El Acuerdo Internacional de la Santa Sede con el Estado
Español sobre Enseñanza y Asuntos Sociales, firmado el 3 de
enero de 1979, donde se otorga la competencia para elaborar
el currículo
Aunque ahora pueda parecer extraño concebir una educación reglada
sin el actual modelo curricular, Esteban, Medarda Lorenzo, Lorenzo y Souto
(1998) señalan que el concepto de currículo dentro de la asignatura de
religión no llegó hasta la entrada de la LOGSE. Con ello se pretendía
trabajar todas las dimensiones de la persona de forma coherente. Estos
mismos autores afirman que la enseñanza de dicha asignatura se lleva a
cabo de una forma integrada con el resto de asignaturas, buscando una
transversalidad de los conocimientos en la medida de lo posible. Al igual que
el resto de asignaturas, la esta asignatura no debe tratarse de forma aislada,
por lo que también tiene unos contenidos, objetivos, criterios de evaluación y
unas competencias básicas dentro de su propio currículo.
Del Espino Díaz (2013), basándose en la Orden ECI 1957 (2007)
afirma que la enseñanza religiosa católica fundamenta los valores y virtudes
que trabajan la dimensión moral y social, en base a hacer posible la
maduración en la responsabilidad, el ejercicio de la solidaridad y de la
caridad. Por ello, puede deducirse que el currículo de la clase de religión
católica en Educación Primaria es una forma pedagógica de entender el
mensaje cristiano, atendiéndose a las características evolutivas y sociales
del alumno. De esta manera, la enseñanza religiosa católica se desarrolla
especialmente en cuatro grandes dimensiones:
24
• La dimensión cultural e histórica. La Religión católica ha trabajado
en el arte, la significación moral y la acción social. Esta dimensión se
manifiesta a través de la incidencia del Cristianismo en la cultura española.
• La dimensión humanizadora. Es un motor para la maduración de la
personalidad del alumno. Permite responder a las preguntas esenciales para
el alumno. A través de la asignatura de religión católica se trabaja esta
dimensión mediante la apertura hacia el fundamento y el sentido último de la
vida y, por tanto, al sentido de la ciencia, de la cultura y de la identidad
misma de la persona humana.
• La dimensión ético-moral. En la religión católica se exponen los
valores y virtudes capaces de educar la dimensión moral de la personalidad
del alumno, en orden a hacer posible la maduración en la responsabilidad, el
ejercicio de la solidaridad y de la caridad. Todo ello, como expresión
coherente del conocimiento de Dios revelado en Jesucristo.
• Una dimensión científica. Los conceptos que trabaja están
fundamentados conforme a un trabajo científico, siguiendo una metodología
y un rigor bajo un marco contextual.
Siguiendo con la Orden ECI 1957 (2007), citado en del Espino Díaz
(2013), puede observarse como se persigue la adquisición de las
competencias básicas:
1. Competencia en comunicación lingüística. Se trabaja tanto el
lenguaje para comunicar los contenidos como el lenguaje propio da
enseñanza católica. A su misma vez, existe un diálogo de la fe con la cultura
contribuye a la competencia en comunicación lingüística, en la medida en
que exige ejercitarse en la escucha de la palabra de Dios,
25
2. Competencia social y cívica. En esta competencia se encuentran
los elementos del comportamiento que ayudan a la población a participar en
la sociedad de una forma íntegra y enriquecedora. Ésta incide en la
dimensión moral, ayudando a que las personas encuentren el origen de su
propio ser y de sus comportamientos en base a los valores del Evangelio.
Con ello se realiza una reflexión de los valores sociales, la cual lleva a
descubrir que su origen son los principios fundamentales del Evangelio y de
la Doctrina Social de la Iglesia.
3. Competencia cultural y artística. Es una realidad que la Religión
Católica se caracteriza por su abundante expresión artística, expresada en
diversas modalidades plásticas, simbólicas y lingüísticas. Éstas ayudan al
alumno a entender el hecho religioso desde otra perspectiva.
4. La competencia de aprender a aprender. Esta asignatura fomenta
un proceso de metacognición, el cual persigue que el alumno fomente
capacidades de aprendizaje como la atención, la memoria, la experiencia,
etc.
5. La competencia sobre autonomía e iniciativa personal. Se busca
que a partir de los objetivos de educar a la persona desde la raíz de su
propio ser, liberarlo de las cadenas que le imposibilitan la libertad como ser
humano.
6. La competencia en el conocimiento e interacción con el mundo
físico. La doctrina social de la Iglesia, iluminando las respuestas y las
soluciones a los problemas que surgen en la interacción del ser humano con
el medio físico y consigo mismo contribuye a la valoración ética del uso de
la ciencia y de la tecnología.
26
2.5. El proceso de desarrollo integral de la persona
El desarrollo humano tiene unos rasgos que se caracterizan por su
dificultad y su gran amplitud, por ello se han proporcionado diversas
modalidades del saber que centran su tarea en el estudio del entendimiento
de la realidad humana y su naturaleza. Como se ha podido ver a lo largo del
presente trabajo, el ser humano es un ser que busca un desarrollo integral,
hecho tratado en la función de la escuela como agente educador en valores
y la Iglesia como institución docente.
Tal como Martínez Miguélez (2009) trata en un artículo, el desarrollo
integral de la persona se forma a modo de poliedro en el cual todas las
caras, en este caso dimensiones, deben comunicarse y complementarse.
Profundizando en ello, el autor destaca el desarrollo de los siguientes
aspectos:
1. Desarrollo neurofisiológico. El cuerpo humano necesita desde
sus inicios un cuidado y atención. Ese correcto cuidado se
debe manifestar ya con la facilitación de una dieta equilibrada
por parte de la madre en la gestación. Aunque pueda parecer
extraño, este desarrollo es importante porque en las primeras
etapas de vida se forman y estructuran los sistemas
neuronales, intentando con ello evitar problemas tales como
daños cerebrales.
2. Desarrollo cognitivo y creativo. La tarea cognitiva pura, según
el autor, es la propia creatividad. Considera la cognición como
un proceso que necesita una libertad mental, un ambiente
estimulador, promotor y valorador de pensamientos originales,
divergentes y autónomos.
27
3. Desarrollo psicológico, afectivo y social. Insiste que es
necesario un ambiente alegre y feliz en todo aprendizaje, en el
cual no haya oportunidad de encontrar momentos de tensión,
estrés y ansiedad. Si no existe ese ambiente, el sistema
endocrino vegetativo y el sistema límbico bloquean la actividad
mental y el cerebro se centra en crear asociaciones
combinatorias con las que protegerse del miedo y la
inseguridad.
4. Desarrollo moral y ético. Centra este desarrollo en el
movimiento humanista. Considera que éste da importancia a
las siguientes realidades: el ser humano como ente único,
auto-realización, libertad, unión cognitiva a el área afectiva,
conciencia y apertura solidaria con los demás seres humanos,
capacidad de originalidad y creatividad, y jerarquía de valores y
dignidad personales. Por último, considera que estas
realidades señaladas deben crear unas metas dirigidas hacia
el logro, respetando el educador y el aula como elementos
orientadores.
Para poder llegar a un desarrollo global, existen diferentes formas de
educación: desde teorías clásicas como el desarrollo armónico, hasta las
contemporáneas como la educación holística.
En este trabajo se pretende destacar la importancia del desarrollo
holístico como medio de desarrollo global por una razón: es un medio ideal
para trabajar la multidimensionalidad de la persona, tal y como se persiguen
en la enseñanza religiosa católica dentro de la escuela.
28
El concepto de holismo deriva de la palabra griega “Holos” (Ολοζ), la
cual se refiere a algo “entero”, “completo” o “total” (Smuts, 1926). Por ello,
una educación que se entienda desde el punto de vista de la holística
realizará una comprensión de la realidad desde una posición global en
cuanto a realidades y facetas.
Un precursor del citado término, Smuts (1926) trataba el holismo
desde una práctica del todo. Un autor más actual, Briceño (2010) profundiza
en la simpleza del término anterior al señalar que la holística se caracteriza
por entender los procesos, agentes y contextos que forman una realidad
mediante una forma global, tal y como sucede en la realidad. Es atrevido
afirmar que hay un gran salto en cuanto a contenido en el significado del
término, pero es observable una mayor amplitud a la hora de entenderlo. La
segunda definición entiende el término como una posibilidad metodológica y
epistemológica sobre la que la persona debe estudiarse como una totalidad
y no una suma de las partes.
Enlazando con la crisis de valores y moral que se trata en el presente
trabajo, Capra (1982) relaciona esa crisis, dentro del marco del holismo, con
unos grande desequilibrios en la cultura. Estos afectan a los pensamientos y
sentimientos, valores y actitudes, estructuras sociales y políticas. Afirmaba
que esta crisis surgía por una serie de actitudes: prevalecer el análisis sobre
la síntesis, la autoafirmación sobre la integración, la competición sobre la
cooperación, la expansión sobre la conservación, y así sucesivamente hasta
encontrarnos con una crisis social, ecológica, moral y espiritual de enormes
dimensiones.
Según Yus (2001), el desarrollo holístico en la persona posee varias
esferas, agrupadas por lo personal, interpersonal y social. El primer tipo de
desarrollo hace referencia a la educación para el cuerpo, las emociones, la
29
creatividad, la individualidad, la experiencia, el carácter y el espíritu. El
desarrollo interpersonal las engloba hacia la justicia social y la democracia.
Por último, la social aboga por una educación comprometida con la
complejidad de la sociedad.
El holismo en educación nunca podrá ser una metodología o un
conjunto de contenidos; sólo podrá ser un conjunto de proposiciones tales
como (Cortés Pascual, 2003):
• La educación es una relación humana dinámica y abierta.
• La educación cultiva una conciencia crítica de los muchos contextos
en la vida de los educandos: moral, cultural, ecológico, económico,
tecnológico y político.
• Todas las personas poseen vastos potenciales múltiples que
solamente ahora estamos empezando a comprender. La inteligencia
humana se expresa por medio de diversos estilos y capacidades,
todos los cuales debemos respetar.
• El pensamiento holístico incluye modos de conocer intuitivos,
creativos, físicos y en contexto.
• El aprendizaje es un proceso que dura toda la vida. Todas las
situaciones de la vida pueden facilitar el aprender.
• El aprendizaje es tanto un proceso interno de descubrimiento propio
así como una actividad cooperativa.
• El aprendizaje es activo, con motivación propia, que presta apoyo y
estímulo al espíritu humano.
30
• Un currículo holístico es interdisciplinar e integra las perspectivas
globales y de la comunidad.
De todo lo anterior se deduce que puede ser difícil entender un
desarrollo integro a través del holismo sin el desarrollo moral. Esto implica:
una concepción psicoeducativa del entendimiento del hombre como
espiritual en sí mismo y unas referencias a nivel teórico y de intervención
desde un aprendizaje y enseñanza holísticos.
31
3. Metodología del trabajo
El presente Trabajo Final de Grado se caracteriza por ser una
investigación no experimental de carácter cualitativo, más concretamente un
estudio de la cuestión de tipo descriptivo. Tiene como objetivo principal
recopilar información que facilite conocer la importancia de la enseñanza
religiosa católica en la educación para llegar a un desarrollo integral de la
personalidad, siempre bajo la referencia temporal de una crisis de valores.
A su vez tiene tres objetivos secundarios. El primero es conocer a la
persona desde el punto de vista antropológico y teológico para entender su
necesidad educativa y espiritual. El siguiente objetivo es entender la
necesidad de la función de la Iglesia Católica como institución educativa. El
tercero y último, conocer los contenidos y las dimensiones que se trabajan
en la asignatura de Religión Católica dentro de la escuela.
La metodología de la búsqueda partía de unas preguntas previas,
entre las que destacan: ¿Cómo se puede entender un desarrollo integral de
la persona en España dentro de la escuela sin la Religión Católica?,
¿Cuándo surge la necesidad espiritual y educativa en el hombre?, ¿Cómo
ayuda la Religión Católica en la superación de las crisis?, entre otras. Las
citadas preguntas servían a modo de guía en la búsqueda y estructuración
de información. La búsqueda de la información ha sido informatizada en su
mayor parte, a partir de unas palabras clave iniciales (valores, Iglesia
Católica, enseñanza religiosa, valores, desarrollo integral de la personalidad,
crisis y currículo), que servían para expandir posteriormente el contenido de
forma armónica.
La búsqueda de documentación se ha realizado mayoritariamente a
través de motores de búsqueda especializados en publicaciones de carácter
32
científico como pueden ser: Google Académico, ERIC, Dialnet y RIE.
Además también se han realizado búsquedas en documentos de
organizaciones oficiales tales como el BOE o Asambleas Plenarias de la
Conferencia Episcopal Española.
.
33
4. Conclusiones
La conclusión principal que debe señalarse es que las enseñanza
religiosa ejerce un papel primordial en el desarrollo integral de la
personalidad dentro del actual marco educativo español. Por ello, y vista la
situación provocada por la crisis de valores, esta enseñanza requiere un
especial ímpetu para trabajar todas las dimensiones de la persona, y con
ello intentar reducir los efectos de dicha crisis. Este desarrollo de las
dimensiones a través de la enseñanza religiosa católica ha sido un punto
demostrado en este TFG.
Por último, cabe resaltar la importancia de la antropología filosófica y
de la teológica a la hora de entender la educación tal y como la conocemos.
Esto se debe a que la educación, como conjunto de saberes y enseñanzas,
atiende a unas necesidades educativas y espirituales propias en la persona,
las cuales emanan del concepto de persona delimitado por ambas ramas del
conocimiento.
34
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