LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA CRIANZA DE LOS HIJOS
Luis Carlos Ochoa Vásquez, Pediatra Puericultor U de A. Profesor Titular UPB
Resumen
Solamente en las últimas décadas se ha dado importancia a la Inteligencia
Emocional (IE) en la crianza de los hijos, pues es un hecho que si bien en el
desarrollo de la personalidad y en el desempeño exitoso en la vida influye la
inteligencia cognitiva, es la primera la que juega un papel preponderante. El
saber identificar las emociones propias y las de los demás, ser conscientes de
ellas, saberlas emplear y manejar en beneficio propio y del de los demás, es una
meta que debe construir cada persona desde los primeros años de vida y esto
se logra con el acompañamiento afectuoso, inteligente y respetuoso de los
adultos significativos para el niño.
En este propósito es decisiva la función de la familia, la escuela y la sociedad,
en ese orden de importancia, resaltando en este objetivo el peso que tiene el
ejemplo. Mediante la crianza en un ambiente de seguridad, afecto y respeto
mutuo, se logran construir gradualmente las habilidades que conforman la IE:
autocontrol, entusiasmo, empatía, capacidad de postergar la gratificación y de
controlar la angustia. Con estas habilidades el niño va adquiriendo competencias
que le permiten gobernarse a sí mismo y convivir armónicamente con los demás,
capacidades que conforman las dos necesarias dimensiones de la IE, la
inteligencia intrapersonal y la interpersonal. Todo lo anterior es lo que constituye
la Educación Emocional, “asignatura” que no aparece todavía entre las pautas
de una crianza integral y humanizada ni en el pénsum de escuelas y colegios,
donde se da prelación o casi exclusividad al cociente intelectual.
Es necesario entonces que los padres de familia conozcan y adquieran
conocimientos y habilidades que les permitan dar una educación emocional a
sus hijos, así como saber detectar cuándo el niño tiene alteraciones en este
campo, lo que permite hacer una intervención oportuna y adecuada.
Palabras clave: Crianza, emociones, salud infantil, relaciones sociales.
Introducción
Estamos en una época y en una sociedad en la que más que nunca se hace
necesario acabar con el menosprecio que en los ámbitos científico y educativo
se mantiene hacia las emociones y los sentimientos a expensas de dar toda la
trascendencia a la inteligencia cognitiva, a los conocimientos adquiridos, a la
lógica matemática, en fin, a todo aquello que es medible mediante el cociente
intelectual. De hecho la adquisición de conocimientos ocupa la mayor parte de
los programas académicos. La principal y a veces la única preocupación de los
padres que tienen un niño en el colegio es “que vaya ganando todas las
asignaturas”, es decir, que vaya bien en su desarrollo cognitivo. Poco importa
saber si tiene amigos, cómo juega en los descansos, si manifiesta y maneja sus
preocupaciones y frustraciones de manera adecuada, etc
Desde antes de nacer, el hombre se da a conocer a través de las emociones
básicas y universales las que lo acompañarán por el resto de su vida y sobre la
cual tienen una influencia inmensa. Es por esto que se está descubriendo y
promulgando la importancia que se debe dar al aprendizaje, a la educación
emocionales. Corrobora lo anterior el hecho de que solamente en los últimos
años se identificó el inmenso impacto que altos niveles de estrés tienen sobre el
niño durante la gestación y en los primeros años de vida
Por supuesto que un nivel moderado de estrés es adecuado y necesario para un
desarrollo armónico del niño. Pero cuando se le somete a estrés tóxico como
maltrato infantil, violencia intrafamiliar, negligencia o abandono, las secuelas
afectan no solamente su desarrollo ahora, sino en la vida adulta. Estos niños,
además de desajustes emocionales (baja autoestima, resentimiento, violencia
como medio para resolver conflictos), en la adultez tienen más riesgo de padecer
trastornos crónicos como hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares,
entre otros. Nótese que “la materia prima” de estos problemas está en las
emociones y sentimientos y de ahí surge entonces la necesidad de la puesta en
práctica del aprendizaje social y emocional, si se quiere reducir los niveles de
violencia y de desadaptación social. Hay entonces una evidente relación entre
emociones y salud.
Por otra parte, en la vida adulta se ven también las consecuencias de desconocer
la función de las emociones y de su manejo adecuado en el desempeño de
cualquier empleo, en el estudio, en las relaciones interpersonales. Hasta hace
pocos años los criterios principales en la selección de empleados, de estudiantes
universitarios, de candidatos para cargos directivos se sustentaban en que en la
hoja de vida se cuente con estudios superiores, maestrías, diplomas, postgrado,
etc. Es decir, se contratan por su capacidad intelectual y su experiencia pero
muchos de ellos fracasan por sus malas relaciones laborales, su incapacidad de
afrontar los problemas, por ser impulsivos y poco tolerantes a la crítica, por
entorpecer el trabajo en equipo, etc En otras palabras, son personas con una
excelente capacidad intelectual pero incapaces o poco preparados para la
identificación y autorregulación de sus emociones, así como el manejo de las
emociones de los demás. Dicho de otro modo, tienen una adecuada inteligencia
cognitiva pero una débil inteligencia emocional.
Definiciones
Con el ánimo de comprender mejor el concepto de IE y su relación con la crianza
de los niños es necesario precisar algunos conceptos por su estrecha relación
con aquella.
Emoción. Hace algunos años se pensaba que las emociones eran trastornos
severos de las personas, que eran respuestas desorganizadas provenientes de
un problema de ajuste. De igual manera se afirmaba que la emoción pura es
igual a la pérdida completa del control cerebral1. Se era entonces más humano,
más civilizado, mejor evolucionado quien minimizara u ocultara sus emociones,
si se lograba que la razón primara sobre ellas. Gracias a los avances en
neurodesarrollo y en técnicas modernas para el estudio de las funciones
cerebrales, estos conceptos cambiaron drásticamente en las últimas décadas.
Etimológicamente “emoción” significa “movimiento hacia” lo que da una
definición inicial de que emoción es un impulso que moviliza a la acción2.De
manera más específica, la emoción es una reacción conductual y subjetiva que
se produce por la información que viene del mundo externo (a través de los
sentidos) o del mundo interno (a través de la memoria) y que se acompaña de
fenómenos neurovegetativos3. Una definición un poco más estructurada es
definir la emoción como un sistema de respuesta organizado que coordina
cambios fisiológicos, perceptuales, experienciales, cognitivos y de otro tipo
dentro de experiencias coherentes de estados de ánimo y sentimientos4.
Sentimientos. Ante una emoción (que se genera en el sistema límbico) el hombre
la vuelve consciente por esa comunicación entre el sistema límbico y la corteza,
produciéndose así un estado afectivo. Así, los sentimientos son emociones que,
además de tener una duración más larga que estas, son conscientizadas por
medio de un pensamiento; un sentimiento es entonces el resultado de una
emoción más un pensamiento.
Gracias a la corteza cerebral, el hombre es el único ser vivo que “sabe” de sus
reacciones emocionales cuando estas emergen a la conciencia. Así pues que
esta reacción consciente de una emoción es lo que se denomina sentimiento.
Los sentimientos, al recoger mecanismos de la conciencia conjuntamente con
las emociones (inteligencia cognitiva más inteligencia emocional), dan una
mayor flexibilidad a la conducta humana lo que se traduce en respuestas más
adecuadas a diferentes situaciones (miedo, frustración, ira, bienestar, felicidad,
solidaridad, etc)5.
Inteligencia. Descartes definía la inteligencia como la habilidad de diferenciar lo
verdadero de lo falso. Por su parte, David Wechsler la define como la capacidad
del individuo para actuar con un propósito concreto, pensar racionalmente y
relacionarse eficazmente con su ambiente1. Papalia y Wendkos Olds la definen
como la Interacción activa entre las capacidades heredadas y las experiencias
ambientales, cuyo resultado capacita al individuo para adquirir, recordar y utilizar
conocimientos, entender conceptos concretos y abstractos, comprender las
relaciones entre los objetos, los hechos y las ideas y aplicar y utilizar todo ello
con el propósito concreto de resolver los problemas de la vida cotidiana6.
Nótese como en las definiciones clásicas se insiste en el pensamiento, en la
razón, en el conocimiento y prácticamente se desconoce a las emociones como
un componente básico de la inteligencia. Sin embargo Aristóteles, muchísimo
antes de que apareciera el concepto de IE ya dejaba vislumbrar la participación
de las emociones como componente de la inteligencia cuando la describe así en
la “Ética a Nicómaco: es la capacidad de enfadarse con la persona adecuada,
en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo
correcto2.
Inteligencia Emocional
Son múltiples los conceptos que tratan de explicar qué es la IE. Los siguientes
dan una idea amplia de su significado:
Es la capacidad, habilidad o aptitud para razonar con las emociones
(Mayer y Salovey 1997)
Se define como “la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar
emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando
facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el
conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para
promover crecimiento emocional e intelectual”7
Es el conjunto de habilidades que permite conducir los impulsos
emocionales, entender los sentimientos de los demás y manejar nuestras
relaciones2.
Conjunto de habilidades psicológicas que implican la comprensión, control
y modificación de las emociones propias y ajenas8.
De manera sencilla se puede definir la Inteligencia Emocional (IE) como la
habilidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las de las demás
personas y la capacidad para regularlas.
Bases neurológicas de la IE
Ya es claro que no es la racionalidad la causa de todos los actos ya que son
muchas las situaciones emocionales que “no son consultadas” con el lóbulo
frontal sino que son regidas por el sistema límbico, donde realmente tienen su
asiento las emociones. Esto significa que además de la vía neuronal
convencional (estímulos que se captan por los sentidos y van al neocórtex), hay
otra vía que va del tálamo hacia la amígdala lo que permite que esta estructura
reciba estímulos directamente de los sentidos, sin pasar por el neocórtex.; es
decir, por esta vía se determinan comportamientos antes de que esas señales
captadas a través de los sentidos lleguen allí. En otras palabras, en cada persona
intervienen dos mentes distintas, una que piensa y otra que siente, las que
funcionan con circuitos cerebrales diferentes pero interrelacionados, de manera
tal que el intelecto no puede funcionar de manera adecuada sin la participación
de la IE. Para que el sistema límbico y el neocórtex se complementen deben
intervenir de manera armónica2,3. Además la evolución del sistema límbico a
través del tiempo ha llevado al desarrollo de dos valiosas herramientas
estrechamente relacionadas con la inteligencia: la memoria y el aprendizaje.
Fases de la IE
En términos generales la IE está comprendida en cuatro fases o etapas las que
se dan en la siguiente secuencia:
1. Percepción. Se perciben e identifican las emociones tanto propias como
las de los demás. Con los niños: es percibir su demanda emocional lo que
va a permitir crear un vínculo afectivo fuerte y adecuado
2. Comprensión de las emociones. Al comprenderlas se está usando el
pensamiento, se da la relación entre el sistema límbico y la corteza
cerebral lo que permite que la emoción sea conscientemente evaluada lo
que permite usarlas para resolver problemas
3. Utilización de las emociones. Las normas y la experiencia dirigen el
racionamiento relacionado con las emociones. Aquí juegan un papel muy
importante las influencias culturales y del entorno
4. Manejo de las emociones. Gracias a los anteriores pasos secuenciales,
las emociones son reguladas, controladas.1,9,10
Habilidades que conforman la IE.
Para un ejercicio pleno de lo que es la IE es necesario construir y aplicar las
siguientes habilidades:
1. Autocontrol. Se define como el cuidado y la inteligencia en el gobierno de
sí mismo, la capacidad de contener el exceso emocional, de no dejarse
llevar por las emociones, de saberse calmar por sí mismo. Esta habilidad,
asimilable a la templanza, va de la mano con la capacidad de vivir en
comunidad, de aceptar al otro, a la diferencia. Para muchos autores el
autocontrol se constituye en el principal recurso psicológico del hombre,
el que se puede aprender y desarrollar desde los primeros años de vida.
2. Entusiasmo. Es la expresión de optimismo, del gusto por lo que se hace.
Saber afrontar los fracasos y adversidades con una actitud positiva, con
tenacidad. Está en estrecha relación con la esperanza.
3. Empatía. Es la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otro, de
“ponerse en sus zapatos”, de llegar a “sentipensar” como el otro y actuar
en consecuencia. En este sentido es necesario tener en cuenta que el
90% de los mensajes emocionales son de naturaleza no verbal y se
expresan a través de gestos, expresión facial, inflexiones de la voz, etc.
Una persona empática es entonces aquella que, entre otras condiciones,
sea capaz de captar estos mensajes no verbales.
4. Diferir las gratificaciones. Es la IE la que ayuda a controlar los impulsos y
deseos, la que al racionalizar estas emociones, enseña que el
postergarlas para cuando las condiciones y capacidades sean mejores,
se obtendrán resultados mayores y más satisfactorios-
5. Control de la angustia. En muchas ocasiones la angustia, el temor la
preocupación excesiva obnubilan la capacidad de raciocinio, de tomar las
mejores decisiones ante una emoción2,11.
Dimensiones de la IE.
En la definición de la IE se insiste que dentro de sus características esenciales
está la de detectar, racionalizar y controlar las emociones tanto propias como las
de los demás. Desde este punto de vista la IE tiene dos dimensiones, necesarias
ambas en el autocontrol y en la calidad de las relaciones con los demás. Estas
dos dimensiones son:
Inteligencia intrapersonal. Está compuesta por las siguientes competencias:
La autoconciencia o conciencia de sí mismo
El control emocional o autorregulación
Automotivación
Inteligencia interpersonal. Caracterizada por las siguientes competencias que
determinan cómo nos relacionamos con los demás:
La empatía
Habilidades sociales12.
Funciones de las emociones
Tomando en cuenta la definición, las habilidades y las dimensiones de la IE, las
emociones cumplen múltiples funciones en la vida diaria. Algunas son:
1. Ayudan a alejarse, a evitar estímulos nocivos y buscar o acercarse a los
que son placenteros. Es decir, mueven a la acción.
2. Logran que haya varias respuestas del organismo ante los estímulos. No
es pues una respuesta predeterminada sino que dan la opción de escoger
la más adecuada.
3. Son una alerta a todo el organismo ante un estímulo específico. Ante una
emoción se desencadenan mecanismos neurológicos, endocrinos,
metabólicos, etc
4. Mantienen la curiosidad y por eso mismo ayudan al descubrimiento de lo
nuevo, a estimular el aprendizaje y la memoria, entre otros.
5. Son un lenguaje para comunicarse con los demás de manera rápida y
efectiva. El lenguaje emocional es más ágil y efectivo que el lenguaje oral.
6. Sirven para almacenar y evocar memorias de manera más efectiva
7. Juegan un papel decisivo en el proceso del racionamiento y se constituyen
en los pilares básicos sobre los que descansan prácticamente todas las
funciones del cerebro5.
Competencias emocionales
Entendiendo las competencias como la adquisición de conocimiento a partir
de la acción y de la experiencia13 y partiendo de las dimensiones y funciones
de la IE y de su enorme influencia en la vida diaria y en la crianza de los hijos,
es claro entonces que toda persona debería construir, desarrollar y estimular
competencias emocionales que le permitan vivir en armonía consigo mismo
y con los demás. Algunas de dichas competencias son:
La “conciencia emocional”. Es la habilidad de hacer conscientes, de
conocer las propias emociones y las de los demás lo que se consigue
con la observación del comportamiento propio y el de los otros, así
como comprender las causas y consecuencias de las emociones
La “regulación de las emociones”. Es dar una respuesta adecuada a
las emociones que sentimos, entendiendo por regulación un equilibrio
entre represión y descontrol. Para lograr esto se requieren
componentes tan importantes como la tolerancia a la frustración, el
manejo de la ira, la postergación de gratificaciones, habilidades para
saber afrontar situaciones de riesgo, entre otros
La “autonomía emocional”, entendida como la capacidad de no verse
afectado por los estímulos externos, de ser sensibles pero sin dejarse
afectar por el entorno, depender cada vez más de sí mismo en cuanto
al manejo de las emociones. Es un equilibrio entre dependencia
emocional y desvinculación
Las “habilidades socioemocionales”, el conjunto de habilidades que
facilitan las relaciones interpersonales (saber escuchar, tener empatía,
respetar opiniones diferentes, ser solidarios)
Las “competencias para la vida y el bienestar”. Son aquellos valores,
actitudes y habilidades que promueven la construcción del bienestar
personal y social14.
Educación emocional
La estrategia para desarrollar las anteriores competencias desde los primeros
años de vida es lo que se llama Educación Emocional la que consiste en un
proceso permanente y continuo que busca potenciar el crecimiento de las
competencias emocionales como elementos necesarios para el desarrollo
humano tendiente a estar capacitados para la vida y para lograr e incrementar el
bienestar personal y social.
Se trata pues de una educación para la vida que busca dar respuesta a un
conjunto de necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en
la educación formal, y que por su integralidad (comprende los componentes
físico, intelectual, moral, social, emocional), es una verdadera prevención
primaria que busca atenuar la vulnerabilidad del hombre a problemas como el
estrés tóxico, la depresión, la impulsividad, la violencia, la drogadicción.15,16.
Los objetivos de la educación emocional. De manera sucinta los objetivos
básicos de la Educación Emocional son:
Aprender a identificar, a conocer mejor las emociones propias
Identificar las emociones de los otros
Saber denominar las emociones de manera correcta, llamarlas por su
nombre.
Desarrollar la habilidad para regular las emociones propias
Aumentar el umbral de tolerancia a la frustración
Prevenir los efectos dañinos de las emociones negativas
Desarrollar la capacidad de generar emociones positivas
Ser capaz de automotivarse
Tener una actitud positiva ante la vida17,18.
Función de la familia en la Educación Emocional
La crianza de todo niño se da de manera concéntrica en tres escenarios: la
familia, la escuela y la sociedad. Con relación a la IE, son muchas las personas
que no fueron educadas en el manejo de sus sentimientos ni tampoco en la
capacidad de nombrar sus emociones y sentimientos, lo que es un grave riesgo
en los tiempos actuales en los que la realidad exige que los padres eduquen a
sus hijos desde la perspectiva de la IE. Conocer y saber gestionar las emociones
son bases fundamentales para lograr una buena salud emocional19
.
Para la educación emocional de los niños el ámbito primario e imprescindible
para que se dé el desarrollo de las competencias emocionales es sin lugar a
dudas la familia. Es allí donde todos sus integrantes pueden aprender a ser
emocionalmente inteligentes y ayudar a los niños, desde el nacimiento mismo, a
construirla
Es un hecho que vivir con emociones negativas tiene un alto costo en la salud y
en las relaciones familiares: enojo, irritabilidad, ansiedad, aislamiento, baja
autoestima, maltrato emocional, depresión, violencia, drogadicción. Pero cuando
estas condiciones se viven en los primeros años de vida, en muchas ocasiones
deja secuelas muchas veces permanentes y con consecuencias que se reflejan
en la vida adulta20.
Como en otras habilidades y competencias, para que los niños desarrollen un
buen Cociente Emocional, deben experimentar que viven con adultos
emocionalmente inteligentes. De nuevo pues aparece el ejemplo como requisito
esencial en la crianza. Si los padres verbalizan sus sentimientos cuando están
tristes, alegres, enojados y no responden a los mismos de manera impulsiva, los
hijos van enriqueciendo su vocabulario emocional y a controlar impulsos. Sabrán
que las emociones son legítimas, que no son ni malas ni buenas en sí mismas,
que lo reprochable es el comportamiento impulsivo, la respuesta incorrecta que
se origina de ellas. Se trata pues de crear un ambiente familiar que promueva la
sana expresión y comunicación de las emociones y sentimientos21.
Estrategias para educar a los niños en IE.
Como todos los tópicos relacionados con la crianza, la educación emocional de
los niños no tiene fórmulas mágicas ni recetas concretas pues en ella influyen
las experiencias, vivencias y recuerdos de sus cuidadores, así como patrones
culturales. A manera de una guía general se presentan algunas estrategias
prácticas que ayudan en este proceso de la educación emocional:
1. Ayudar a controlar la ira. Enseñar a canalizar sus reacciones y
sentimientos negativos en lo que juega un papel decisivo la aplicación de
normas y límites de manera gradual de acuerdo a la edad y desarrollo de
cada niño.
2. Reconocer emociones básicas y enseñarle a expresar sus sentimientos
(¿Qué te puso feliz? ¿Qué te puso triste?). Es a partir de los dos años que
los niños pueden empezar a reconocer sus emociones básicas: alegría,
tristeza, miedo y rabia. A través de preguntas y de imágenes van
aprendiendo a identificar y nombrar sus emociones y las de los demás.
3. Saber afrontar las emociones con ejemplos, así, luego de una rabieta no
reforzarles esos comportamientos sino explicarle que para todos es mejor
que es mejor decir qué le molesta que gritar, golpear o tirar objetos.
4. Desarrollar la empatía. Razonar frecuentemente con los niños a través de
preguntas: ¿Cómo crees que se siente tu amigo después de que le
pegaste? ¿Por qué crees que está llorando tu hermanita?
5. Desarrollar su comunicación. Favorecer continuamente el que puedan
expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos.
6. La importancia de saber escuchar. Que desde muy pequeños aprendan a
callar mientras se les habla, pero que sea una escucha activa, poniendo
atención. De ahí la importancia de hablarles despacio, con la mirada a su
altura y terminando con una pregunta como “¿Has entendido? ¿Estás de
acuerdo con lo que acabo de decir? Por supuesto que lo mejor para esta
estrategia es que los adultos los escuchen de verdad y no simplemente
finjan que les están prestando atención.
7. Ayudarles a sentirse seguros ante sus emociones y sentimientos,
explicándoles que son situaciones que van a aparecer frecuentemente en
la vida diaria. Mediante el diálogo se busca que se sientan seguros
cuando aparezcan las emociones primarias y otras como el amor, la
vergüenza, la ansiedad. Explicarles que son situaciones que van a
aparecer frecuentemente en sus vidas y que por lo tanto deben aprender
a gestionarlas, a manejarlas de manera correcta.
8. Fomentar el diálogo democrático. Desde muy niños enseñarles la
importancia del diálogo, de oír al otro, de conciliar, de hacer acuerdos, de
respetar las diferencias, de no tratar de imponer su voluntad.
9. Facilitar la expresión de sus emociones dándoles confianza y
oportunidades para que manifiesten verbalmente lo que los preocupa, sin
el temor a retaliaciones o reproches por parte de los adultos.
10. A través de la lectura de cuentos y del relato de historias se pueden
aplicar muchas de las estrategias anotadas pues el niño siente que otros
también pasan por situaciones semejantes a las suyas y que salen
avantes de las mismas22,23.
El ejemplo en la educación emocional
No hay duda de la importancia del ejemplo en el acompañamiento respetuoso y
afectivo que se les hace a los niños en el desarrollo de su IE. Pero, ¿cómo
funciona? Especialmente con lo que los niños nos ven hacer y decir, más que
con lo que les digamos que hagan. De manera específica el ejemplo se puede
aplicar así:
Cuando los hijos ven que los padres y demás adultos saben prestar
atención a los demás
Cuando ven que exponemos argumentos sin gritos.
Cuando experimentan que los padres resuelven sus conflictos sin
necesidad de aplicar la violencia, sin descalificar, humillar, minimizar o
ignorar al otro.
Cuando ven que saben explicar el porqué de sus emociones, sus causas,
sin salirse de casillas y respetando el derecho de los demás
Cuando los adultos actúan con justicia, democráticamente.
Cuando se les observa y escucha con atención, interrumpiendo lo que se
está haciendo cuando nos hablan.
Cuando se les demuestra con hechos que sus sentimientos y opiniones
son realmente importantes.
Cuando se crea un ambiente familiar cómodo, siempre disponible al
diálogo
Cuando se juega con ellos a descubrir emociones a través de cuentos,
imágenes, videos.
Cuando se estimulan las amistades para que, a través del manejo de las
emociones, practiquen la sana convivencia y el respeto por el otro24.
Errores frecuentes de los adultos al tratar de educar niños inteligentes
emocionales
Por contraposición a los temas anteriores, es pertinente resaltar los errores que
padres y demás adultos cometen con frecuencia en la crianza de sus hijos y que
afectan de manera importante su IE. Algunos son:
Ignorar los sentimientos de los niños, como no atenderlo cuando llora,
cuando se queja, cuando quiere contar un logro, una experiencia.
Descalificar o menospreciar sus emociones. Cuando se aplica un modelo
adultocentrista (el adulto es el modelo, el ser ya completo. El niño es
incompleto, apenas “va a ser”), desconociendo el valor y el efecto que
tienen las emociones en sus vidas. “Usted es muy chiquito”, “usted no
sabe, no entiende”, “pobrecito”, “¿le tiene miedo a esa bobada?”.Las
anteriores son expresiones que se oyen a diario y que alteran en el niño
su IE, además que le afecta su autoestima (usted no vale mientras sea
menor de edad), su autonomía (hay que hacérselo todo porque no sabe)
y su creatividad (se le resuelven todos sus problemas, no se le deja tomar
la iniciativa)
Minimizar sus problemas. “Eso no vale la pena”. “Por esa bobada no se
llora”
Castigarlos, regañarlos o ridiculizarlos por sentir emociones
Interrumpirlos cuando expresan sus experiencias. “No me hable más de
esa bobada. Eso ya pasó y no vale la pena”.
Comparar. La comparación es un golpe bajo a la autoestima de cualquier
persona y con mayor razón si se trata de un niño. Es tan común este
defecto que nos parece natural que cada niño tiene que ser parecido a
alguien o tiene que diferenciarse de alguien, cuando lo que debemos
impulsar siempre es que el niño sea él mismo. Comparar es negar que
cada niño es único e irrepetible y le mantiene siempre al niño la sensación
de que nunca alcanza sus metas.
Juzgar. Siempre hay que hacerle saber al niño cuando una conducta o
proceder no es el adecuado, pero juzgar la conducta, no al niño pues esto
lo avergüenza, lo minimiza.
Mentirles. Con los niños no son adecuadas ni las “mentiritas piadosas”.
Cuando el niño se entera que el adulto le miente (y lo hará más tarde que
temprano), esto le causa una gran decepción, pierde la confianza en él y
se crea una sensación de desconfianza y un ambiente de inseguridad,
además de soledad.
No estar con el niño. En muchas ocasiones los padres están en el mismo
espacio con el niño, pero cada quien está absorto en sus tareas. Esto no
es un real compartir con el niño. Él siempre necesitará tiempos y espacios
exclusivamente para él, que sienta que verdaderamente se comparte con
él y no simplemente que se está a su lado.
No demostrarles interés y aprecio verdaderos. Los niños son expertos en
detectar emociones, en leer el lenguaje no verbal. Cuando se les contesta,
se les elogia de manera automatizada, rutinaria, simplemente por
aparentarle que sí lo valoramos, que sí le estamos prestando atención,
realmente lo que estamos haciendo es subvalorarlo, no darle la
importancia que realmente él necesita y siente24,25.
Señales que indican problemas en la IE de un niño, niña o adolescente.
No se trata de tests o pruebas estadísticas. Con este tema se quiere dar una
aproximación para sospechar que probablemente hay problemas en la IE en un
hijo lo que debe inducir a buscar una asesoría profesional. La presencia de
algunas de estas señales no necesariamente establece un diagnóstico definitivo:
Quiere tener siempre la razón, dar la última palabra
Encuentra un culpable para todo, menos él
Frecuentemente se siente víctima, perseguido por todos
Es excesivamente pesimista
No acepta críticas ni observaciones
Desconfía de todo y de todos
Se rinde ante el menor obstáculo
Tiene poca habilidad para comunicarse con los demás
Tiene pocos amigos o amigas.
Miente con frecuencia.
.Casi nunca o nunca reconoce sus errores26.
Conclusión
La IE es un factor decisivo en el proyecto de vida de toda persona. Según
Goleman, el 20% del éxito está determinado por el CI (Cociente
Intelectual), el 80%, en gran medida por la IE. Es claro entonces que en
toda persona coexisten la IE y la Inteligencia Cognitiva pero es la primera
la que más aporta las cualidades a cada persona para convertirse en un
ser humano integral
Los primeros años de vida tienen un efecto determinante en la
construcción de las habilidades emocionales
Los factores que determinan la IE no son inmutables. Siempre está abierta
la posibilidad de alfabetización emocional
La ineptitud emocional en una persona puede explicar muchas clases de
violencia, de depresión, drogadicción, altos niveles de estrés.
Las emociones son un lenguaje en sí mismas con el cual se puede facilitar
o entorpecer la transmisión del conocimiento
La memoria de cualquier suceso es facilitada cuando ocurre en un
componente emocional
Las emociones son la base esencial del proceso de razonamiento y de la
toma de decisiones
Las emociones son también la base de la curiosidad y la atención5
“La vida cotidiana muestra ejemplos de personas con una gran inteligencia
cognitiva, con muchos conocimientos y títulos académicos, pero con poca
acogida o incluso con rechazo por sus pares, compañeros de trabajo y demás
personas con las que tiene contacto. Al contrario, se conoce personas con una
inteligencia cognitiva regular o incluso mediocre, sin mucha capacitación
académica, pero tienen una gran acogida en todos los círculos en los que se
mueven, son apreciados por sus amigos y compañeros de trabajo. Se les ve
siempre alegres, optimistas, saben resolver muy bien los contratiempos y
problemas, etc. Esta es la diferencia entre la inteligencia cognitiva y la
inteligencia emocional”.
Annie de Acevedo, Psicóloga.
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