Lo que sigue es producto y resumen de un seminario dictado para los Defensores y Fiscales del poder judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.(En ese momento recién constituida y del cual tomamos un extracto en el texto sobre la Locura.
La Palabra, el Poder y El Derecho
La experiencia del lenguaje ha vuelto a encontrar en el hombre el
imperativo del verbo, como la ley que lo ha formado a su imagen. Y es a partir de
la función poética del lenguaje como da a su poder la mediación simbólica.
I. La Experiencia del Lenguaje y la Historia del Derecho
Así es como, en el don de la palabra reside toda la realidad de sus efectos, y
es, por la vía de ese don, por la cual ha llegado al hombre y el medio por el cual esa
realidad se mantiene.
Dice Don Miguel de Unamuno en “Del Sentimiento Trágico de la Vida”
“El lenguaje es el que nos da la realidad, y no como un mero vehículo de ella, sino
como su verdadera carne de la que todo lo otro, la representación muda e
inarticulada, no es sino el esqueleto”
Debemos plantear que el pensamiento, la razón, el lenguaje vivo, es lo que
caracteriza al Ser y lo que le asegura de su existencia, Homo sum, ergo cogito.
Sentirse Hombre es más inmediato que pensar. Y pensarse lo lleva a la pregunta
que interroga por el Ser y que lo enfrenta al “amo absoluto” a saber “la muerte”.
Si una ameba pudiera pensarse, no se sabría mortal porque de hecho no lo
es, ya que se reproduce por mitosis (divisiones sucesivas), en tanto que el hombre
al saberse sexuado, ya sabe que va a morir.
Es así como el lenguaje es la causa de su existencia, de su ser, de sus dichas
y sus desgracias.
“Todo lo hecho fue hecho por la palabra, y la palabra fue en el principio”1
1 Unamuno, Miguel, Del Sentimiento Trágico de la Vida, Editorial Aguilar, Madrid, 1987, página 285
Martín Heidegger en “De camino al habla” lo expresa de la siguiente
manera: “El ser humano habla. Hablamos despiertos y en sueños. Hablamos
continuamente; hablamos incluso cuando no pronunciamos palabra alguna y
cuando sólo escuchamos o leemos; hablamos también cuando ni escuchamos ni
leemos sino que realizamos un trabajo o nos entregamos al ocio. Siempre
hablamos de algún modo, pues el hablar es natural para nosotros”.
No es que aquí podamos trazar una oposición entre cultura y naturaleza,
pues al decir que el hablar es natural para el hombre resulta una condición del ser,
y en consecuencia, una categoría ontológica. Vale decir que este hablar no se
origina en una voluntad particular, y suele decirse que el hombre posee el lenguaje.
La enseñanza tradicional postula que el hombre, a diferencia de la planta o el
animal, es el ser viviente capaz de hablar. Lo cual no quiere decir que además de
otras facultades posee la de hablar, sino que el habla capacita al ser viviente que, en
tanto hombre, es.
Pero el lenguaje, en su desarrollo histórico, posee conveniencias más sutiles
que sirven a los objetivos de este escrito. Conveniencias que son las mismas que
llevaron al significante de la retórica antigua, renovado por la lingüística moderna2
Es la metáfora, en cuanto en ella se constituye la atribución primera, la que
promulga “El gato hace cocoroco y el gallo hace miau”, cuando el niño de golpe,
desconectando el grito de la cosa, eleva el signo a la función del significante, y la
realidad a la sofística de la significación, y, por medio del desprecio de la
verosimilitud, abre la diversidad de las objetivaciones por verificarse de la misma
cosa. Así, es desde otro lugar, que no es la realidad, de donde la Verdad saca su
,
a constituir los tropos fundamentales de la retórica: la metáfora y la metonimia, o
dicho de otra manera; los efectos de combinación y sustitución del significante en
las dimensiones respectivamente sincrónica y diacrónica donde aparecen en el
discurso.
2 Nota del autor: los nombres de Ferdinand de Saussure y Roman Jakobson señalan la aurora y la su culminación de la lingüística moderna, teniendo en cuenta que la ciencia piloto del estructuralismo en occidente (La Lingüística) tiene su origen en Rusia donde floreció el formalismo.
garantía: es de la palabra. Como es también de ella de quien recibe esa marca, que
la instituye en una estructura de ficción.
Narra Platón, que a raíz de la presentación de la comedia de Aristófanes,
“Las Nubes”, fue Sócrates, llevado a juicio y condenado a beber la cicuta. La
comedia presentaba sucintamente a un Sócrates que alentaba a los jóvenes a la
sedición desobedeciendo el poder de los mayores. El argumento de esta comedia
gira en torno de un señor que merced a las clases de dialéctica impartidas por
Sócrates, logra una gran fortuna. Éste en agradecimiento por aquellos beneficios
envía a su hijo, que apelando a la misma destreza retórica despoja de los bienes a su
padre.
Durante el juicio, Sócrates se defiende, inclinando al jurado a su favor pero,
en esa instancia, Melito, su acusador, convoca a su propio hijo, alumno de Sócrates,
quien lo defiende oponiéndose a su padre probando de esta manera la acusación a
su maestro. Condenado a muerte, por el derecho griego, el reo posee la opción a
dos penas menores: una multa o el destierro. Pese a las ofertas de sus discípulos de
pagar la multa y la del Rey de Esparta de ser su consejero en el destierro, Sócrates
las rechaza por no aceptar rebajas a una pena por un delito del que es inocente.
Tras la muerte de Sócrates, Platón y el resto de los discípulos en el destierro
se alojan en la casa de Euclides de Megara en la que se instituye la escuela de los
socráticos de Megara, llamados también Erísticos. El término erístico, que significa
disputa, es aplicado así mismo a la escuela que abusa del método dialéctico basado
en el poder de la palabra.
Lo relatado lleva de las justas agonales3
3 Agonal: perteneciente o relativo a los certámenes, luchas o juegos públicos. Enciclopedia Salvat, Salvat Editores, Barcelona, 1978.
a la retórica. Trataremos, siguiendo
una idea de Michel Foucault, de trazar una suerte de genealogía de las formas
jurídicas. En las conferencias sobre el tema, Foucault señalaba que Deleuze y
Guattari intentaron mostrar en su trabajo “El Antiedipo” que el mito de Edipo no da
cuenta de la particularidad de una estructura inconsciente en la que se mueve el
deseo en el seno de la familia, sino que muestra algo más, oculto en nuestra cultura,
que remite a las relaciones de Poder y Saber. Probablemente la tragedia de Edipo
sea el primer testimonio que se tiene de las prácticas judiciales griegas. Este énfasis
que se pone en la tragedia edípica reside en la forma en que se integra la prueba y la
participación de los testigos en la determinación de la “verdad”. Decimos esto,
porque con anterioridad aparece como procedimiento para determinar la verdad la
forma agonal. Lo elemental de esta forma de la decisión se nos presenta en “La
Ilíada” de Homero, en la disputa de Antíloco y Menelao durante los juegos que
realizaron los aqueos con motivo de la muerte de Patroclo .
En aquellos juegos hubo una carrera de carros que se realizaba según la
costumbre de ida y vuelta rodeando una baliza con un testigo frente a la misma para
garantizar la regularidad del juego. Cuando Antiloco llega primero, Menelao eleva
su queja diciendo que su rival no cumplió con las consignas haciendo trampas. El
Juez no convoca al testigo que estaba junto a la baliza sino que plantea la querella
entre los competidores y ante la acusación de Menelao “Tu cometiste una
irregularidad” y la defensa de Antiloco :”Yo no he cometido una irregularidad”,
Menelao lanza el desafío: “Jura ante Zeus que no has cometido irregularidad”.
Antiloco ante ese desafío, que es una prueba, desiste y reconoce la falta. Aquí se
ponen de manifiesto dos planos de dignidad, la de los Dioses como testigos de la
verdad y la de los Reyes como litigantes. No existe participación de integrantes del
pueblo.
La complejidad se manifiesta como un proceso más acabado en el relato de
Sófocles, ya que la verdad en el sentido jurídico se obtiene con la participación en
los tres planos: los Dioses y sus vicarios, los adivinos: Apolo, La Pitia, y Tiresias;
los Reyes: Edipo, Yocasta y Creonte; el Pueblo: el pastor de Tebas encargado de
llevar a Edipo y el esclavo de Polibio, Rey de Corinto, que es quien se lo entrega a
su señor. Esta presencia de los tres niveles de dignidad responde a la gran conquista
de la democracia griega: El derecho a dar testimonio, de oponer la Verdad al Poder.
Esta dramatización de la historia del derecho, reseña una gran conquista,
como decíamos, de la democracia ateniense pues es la historia del proceso a través
del cual el pueblo se apoderó del derecho de juzgar, de decir la verdad, de oponer la
verdad a sus propios señores y juzgar a quienes los gobernaban. Le siguió
finalmente lo que podría llamarse la elaboración de las formas racionales de las
pruebas y demostración.
Los medios asignados a estos procesos son las ciencias racionales y la
Filosofía, con los que se configura un arte de persuadir, de convencer a las personas
de lo que se dice y obtener de este modo la victoria. Este arte fue definido como la
Retórica, perfeccionada en Sócrates con la dialéctica. La misma que en su juicio lo
llevó a la muerte por aquellos, para quienes ejerciéndola frente al Rey de Esparta
consiguieron la restitución de la democracia.
A veces, frente a los hechos evocando el enfrentamiento de los pueblos con
el poder, nos interrogamos sobre las sombras que la Historia ha arrojado sobre la
enseñanza griega
Quizás estas sombras sean equivalentes a ciertos momentos históricos en
que la palabra cede su lugar a la fuerza como acaeció con el método indagatorio
que durante siglos permaneció en el olvido siendo en consecuencia un desarrollo
inherente y no contingente a la historia del derecho.
Podemos decir que el método indagatorio fue relativo al establecimiento de
un nuevo tipo de conocimiento establecido por medio de recuerdos relatos
históricos e indagación que Herodoto llamado padre de la historia, desarrollara y
que más tarde se constituyera en el saber enciclopédico de Aristóteles.
El método indagatorio que hoy se diferencia claramente del examen de las
pruebas (tal como fuera expuesto en las declaraciones de Sócrates en su juicio.),
permaneció olvidado prácticamente en la Edad Media.
Más tarde finalizando el siglo XII en el Medioevo Europeo, la indagación
tendrá un desarrollo extraordinario que se proyectara con toda intensidad en el
destino de la cultura occidental.
El antiguo Derecho Germánico que reglamentaba los litigios planteados
entre individuos en el momento en que estas entran en contacto con el Imperio
Romano se asemejaban a las formas primitivas del derecho griego, vale decir a las
justas agonales donde no existía el sistema interrogatorio sino el juego de la prueba.
Esta forma jurídica analizada por Tácito se extendió hasta las puertas mismas del
Imperio Romano
En el Derecho Germánico como no hay acción pública vale decir no hay
nadie que represente a la sociedad ni al poder, bastaba que alguien, para que
hubiese un proceso penal, declarase haber sufrido daño, se declarase como víctima
y designase al que le hubiere infringido el daño como su adversario. En
consecuencia la condición era la existencia de dos personajes solamente. Una vez
introducida la acción penal, la liquidación judicial era como una continuación de la
lucha entre los contendientes originándose así una guerra particular entre dos
individuos donde el procedimiento penal era sólo la ritualización de la lucha
Esta concepción del derecho no oponía la guerra a la justicia no identifica la
guerra con la paz, sino que por el contrario, supone una forma particular y
reglamentada de conducir la guerra entre los adversarios. El derecho es entonces la
reglamentación de las hostilidades (evocada siglos mas tarde por Hegel en la
dialéctica del amo y el esclavo). Recordemos simplemente que para Hegel en la
guerra el pacto es siempre previo a la violencia, y que si es verdad que si no hay
oposición entre derecho y guerra no es menos cierto que puede llegarse a un
acuerdo a pactar el cese de las hostilidades reglamentadas.
La interrupción puede ser, como dijimos, un pacto en el cual los dos
adversarios contando con el mutuo consentimiento establecerán una suma de dinero
que constituye el rescate. No se trata del rescate de la falta en tanto que no la hay
sino daño y venganza. En esta concepción del derecho uno de los contendientes
rescata el derecho a tener paz
La historia nos muestra que luego de la caída del Imperio Romano cada vez
que sobre sus ruinas renace la estructura estatal El Derecho Romano, viejo derecho
de Estado se revitaliza De este modo en la época del Imperio Carolingio, se
impone el Derecho Romano y el Derecho Germánico desaparece. Cuando el
Imperio Carolingio se desmorona retorna el Derecho Germánico, así duran varios
siglos hasta finales del siglo XII. prevalece esta forma jurídica y es de esta suerte
que el derecho feudal sea esencialmente Germánico.
En el derecho feudal el litigio entre individuos se reglamentaba por el
sistema de la prueba. Cuando un individuo se presentaba acusando a otro de haber
robado o matado, el litigio se resolvía por una serie de pruebas aceptadas por ambos
y a la que se sometían los dos. Como se ve esta no era una forma de probar la
verdad sino el poder o la fuerza, poder determinado por la importancia de quien lo
decía, por ejemplo el prestigio el poder económico o la posibilidad de convocar
testigos a su favor.
Estaban también las pruebas corporales físicas, llamadas de ordalías, que
consistían en someter a las personas a una lucha consigo mimas, con su propio
cuerpo para comprobar si era capaz de vencer o fracasar Un prueba clásica
concebida como prueba de fuego era aquella que se aplicaba a los acusados de
asesinato y que consistía en hacer caminar al acusado sobre hierro al rojo y, si se
comprobaba que después de dos días aún tenía cicatrices perdía el proceso
Existían también pruebas de tipo verbal. Cuando una persona era acusada
de algo: robo o asesinato debía responder con un cierto tipo de fórmulas,
garantizando que no había cometido delito. Podía suceder que este sujeto fracasara
o tuviera éxito al pronunciar las fórmulas. Un error gramatical o un simple cambio
de palabras invalidaba la fórmula y el acusado resultaba culpable, no por haber
mentido sino por no haber pronunciado correctamente la fórmula. En el caso de una
mujer, un menor o un padre podía ser sustituido por otra persona que, tiempo
después en la historia del derecho se convertiría en el abogado, quien era el que
debía pronunciar estas formulas en lugar del acusado. Si este se equivocaba al
enunciarlas, aquel a quien reemplazaba perdía el proceso.
Como dijimos las formas jurídicas del Derecho Romano reaparecen entre
los siglos XII y XIII, reaparece así mismo el condicionamiento del litigio por un
poder exterior a ellos que se les impone desde un poder judicial y político. Aparece
nuevamente la retórica griega introduciéndose la dialéctica de las pruebas El
soberano en un principio sólo interviene como garantía del proceso. Pronto aparece
una figura totalmente nueva que no tiene precedente en el Derecho romano: el
procurador. Este personaje que surge en Europa hacia el siglo XII se presentará
como representante del soberano, del rey o del señor cada vez que haya un delito
en su condición de poder lesionado. De esta manera el poder viene a doblar y
paulatinamente a sustituir a la victima
El procurador, entonces, se presenta como representante del poder lesionado
por el daño.
La existencia de los poderes ejecutivo legislativo y judicial es una idea
aparentemente antigua en el ámbito del derecho constitucional pero en verdad
puede decirse que es una idea reciente que data de Montesquieu.
Nos pareció oportuno reseñar aquí la figura de Montesquieu para justificar
esta cita
Charles –Louis de Secondat, Barón de La Bréde, (1689-1755) aristócrata y
escritor francés, estudió derecho en Burdeos y en Paris (1705-13), fue autor de una
copiosa obra literaria y filosófica. Discípulo de Descartes, Spinoza y Newton
oscilando entre el idealismo y el materialismo.
La obra a la que aludimos es De l´esprit des lois,”, centro de toda su
producción, desarrolló todas estas ideas y propugnó una sociedad en que la ley
coartase la autoridad, dado que esta, por si misma sólo tiende a la violencia y el
abuso. Para ello imaginó una descomposición vectorial de las fuerzas de la
autoridad, de modo que se compensen entre si y produzcan un equilibrio dinámico
plasmada en la división del poder en: judicial, legislativo y ejecutivo.
(clara influencia como la hay en Hobbes (1588-1679) de la filosofía mecanicista de
Newton).
Después de la revolución industrial, el nacimiento del capitalismo la
transformación y aceleración de los procesos de asentamientos aducirá en un nuevo
modo de invertir materialmente las fortunas. Ahora bien estas fortunas constituidas
por el acopio de materias primas, enseres importados, máquinas y herramientas,
oficinas están directamente expuestas a la depredación. De esta suerte a comienzos
del siglo XIX se hace muy común en Inglaterra el pillaje de los almacenes y la
depredación en las oficinas. En tanto que en Francia los espacios desiertos
desaparecen, dejan de existir las tierras sin cultivar los terrenos se cierran y los
propietarios se ven expuestos a las depredaciones.
Nace así el panoptismo que resulta ser uno de los rasgos de la sociedad
contemporánea : una forma que se ejerce sobre los individuos a la manera de
vigilancia individual y continua, como control y castigo y recompensa siendo
además de corrección, es decir, como método transformación de los individuos en
función de ciertas normas.
Estos tres aspectos del panoptismo – vigilancia, control y corrección –
constituyen una dimensión fundamental y característica de de las relaciones de
poder que existen en nuestra sociedad
Los Cínicos (“los perros”), desprendimiento de los sofistas, abiertamente
opuestos a la escuela platónica y a los Cirenaicos, consideraban que debían
oponerse a cualquier clase de placer terreno y a toda sujeción a disposiciones o
leyes del Estado Ateniense. De este modo Diógenes y sus seguidores, quedaban
separados de la política y su participación limitada a la de los Idiotas.
II- Lenguaje y Política
Todos nacemos idiotas, políticos nos hacen es una proposición interesante,
pues es de nuestro ocasional interés en este punto e interesa a todo el mundo,
aunque no se interese por ella.
El hombre se rige (o está interesado) por leyes naturales y políticas. Leyes
naturales son aquellas que no responden a convención alguna y que se mantienen
por su constancia, por ejemplo: Las piedras caen, El fuego quema, El agua
moja,...etc. Las leyes políticas son las determinadas por el acuerdo entre los
hombres, trasgredibles y establecidas para determinar las condiciones de la vida en
común, de las cuales es un egregio ejemplo el decálogo mosaico. Por ejemplo: No
robar, es obviamente una ley política pues nada dice la naturaleza de la propiedad
privada, sin la cual no habría robo. Los griegos marcaban la diferencia entre
Políticos o Ciudadanos, como aquellos que se regían por las leyes establecidas y
gozaban de sus derechos y los Idiotas que eran los que, no perteneciendo al Estado,
no respondían a esas consignas.
El drama del hombre comienza precisamente en el paso del sujeto infantil al
sujeto político, al constituirse como sujeto del lenguaje y por ende, sexuado y
mortal. Tal el destino al que queda sujeto el hombre por efecto de la prematuración
específica y genérica, del nacimiento en la especie. Esta prematuración por la
indefensión natural y necesidad del semejante en la dependencia de la lactancia, le
otorga al Otro una oscura autoridad asegurando de tal suerte su suelo a una
psicología de la dependencia. Así es como considera Freud, que la autoridad de los
padres es la que instaura la conciencia moral, paisaje categorial, conciencia urbana
o política.
Pero aquí sólo comienza el drama del hombre. Cabe agregar que es a partir
de la relación del sujeto con el saber como se nos muestra que la etapa imaginaria
puede sostenerse, en el plano de las identificaciones, en la dialéctica hegeliana. Esta
constitución del sujeto como político, función del significante, es la que hace que
no sea constituyente del saber, sino que sea constituido por él: que no esté
interesado en las cosas del mundo, sino que sea interesado por ellas.
De este modo, la égida de lo imaginario que sostenía el vínculo natural del
sujeto, en la irrupción de lo simbólico, es subvertida en la sujeción de éste con
respecto a la política.
Volviendo a lo que decíamos al comienzo, esta dependencia natural que lo
somete a la autoridad del semejante es representada por los padres. Y es desde esa
autoridad, en el caso del niño, que haciéndolos vicarios de las leyes de intercambio
de la sociedad - vale decir, de sus acuerdos políticos- se instaura la conciencia
moral y se configura el ideal de la sociedad.
III El Poder Y Las Instituciones Políticas
1.- La ley
Plantearemos la cuestión desde el Poder y lo que hace a la institución de la
política, vale decir, a la relación entre lo que llamamos Poder y las Formas
Jurídicas.
Llamamos Formas Jurídicas al modo en que el Poder se articula con la Verdad
configurando la tríada Poder - Ley - Verdad. Esta Verdad, entendámoslo bien, lo es
en el sentido jurídico, es decir, etimológicamente jurídico remite a: decir del
derecho. El derecho es entonces convocado al campo del conocimiento. No hay
nada en la naturaleza que suponga un derecho, hay un derecho cuando decimos que
lo hay, cuando el lenguaje así lo expresa.
En Nietzsche se hace un análisis del nacimiento de un cierto tipo de saber
sin admitir jamás la preexistencia de un sujeto del conocimiento. En un artículo
fechado en 1873 y aparecido póstumamente, dice Nietzsche: “En algún punto
perdido del Universo, cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas
solares, hubo una vez un astro en que unos animales inteligentes inventaron el
conocimiento. Fue aquél el instante mas mentiroso y arrogante de la historia
universal”. Esta consideración de Nietzsche4
Cuando Lacan en Los Escritos, y más exactamente en La Subversión del
Sujeto, plantea la diferencia entre la pulsión y los instintos, dice de estos últimos,
que los instintos son aquellos modos del conocimiento que la naturaleza exige de lo
vivo para que satisfagan sus necesidades. Nietzsche plantea que el conocimiento es
el efecto de los instintos, el efecto de la oposición y choque de los mismos, como
una centella que surge del choque de dos espadas pero que no está hecha del mismo
hierro de éstas.
de hacer del conocimiento una
invención humana era tomada cuanto menos como una insolencia, dado que en el
momento de su enunciación en 1873, estaba en plena eclosión el neokantismo.
4 Nota del autor: La palabra que emplea es invención (en alemán- Erfindung-). Cuando usa el término invención lo opone a origen vale decir que cuando dice “Erfindung” es para no decir “Ursprung”
¿Cómo entonces, este ser inventor del conocimiento queda enredado en la
infinita trama del mismo, que configura un universo de lenguaje?, ya que las leyes
políticas no pueden ser enunciadas de otra forma sino a través de la palabra.
En la obra de Lacan antes citada, se plantea el paso del Ser ahí (Ursprung)
al sujeto Político (Erfindung). La condición fundamental para que haya ley es que
sea transgredible, de lo contrario no resulta posible el surgimiento de la ley. El
derecho es una concepción positiva y toma su límite en el alcance de la sanción que
establece la prohibición propia de la ley.
Lacan explica, en Kant avec Sade, la oposición entre un obsesivo y un
perverso. El obsesivo establece relaciones con leyes negativas: No hacer, no decir,
etc. Los imperativos categóricos limitan la acción del hombre. En cambio Sade
dice: Yo puedo hacer con tu cuerpo lo que desee para mi placer. Pero las leyes
negativas pueden elevarse al rasgo universal, puede prohibirse a todos los hombres
determinadas cosas, en cambio las positivas no. Porque si la ley de Sade se
extiende, el otro también puede hacer con otros cuerpos lo que su goce demande.
Si uno toma una visión general de la obra de Lacan (aunque también resulta
válido tomar cada distrito particular de ese discurso) podemos entender que toda la
historia del hombre está regida por una predestinación en cierto efecto de fase.
Algo quedaría predeterminado para el sujeto, algo fatal en la historia humana,
independiente de todo aquello que pueda ser elaborado desde el pensamiento y
sometiéndolo a ello, adjudicándolo a la prematuración específica y genérica de la
especie. Esto lo han tomado con igual sentido los etólogos, y gran parte de la
concepción sociológica se basa en el concepto de que el prematuro humano
prosigue su maduración en el útero social.
El análisis de la Constitución Argentina y su comparación con otras como la
de los EE UU muestran una impecable armonía y constituye un interrogante central
el ver surgir de la tríada antes mencionada, Poder – Ley – Verdad, un
trastrocamiento de los valores que surgen de su verdad y que obedecen a anexos y
privilegios (por encima de la Ley) que ponen al Poder en la égida del derecho
positivo.
En el año 1225 Enrique III de Inglaterra, en presencia de los Barones,
suscribe la Carta Magna, y 28 años después, en 1253, a instancias de los Obispos,
se somete también a ella. El pueblo de Inglaterra proclama que el Soberano debe
también someterse a la Ley.
En la Historia de la Filosofía de Hegel se nos dice que el legislador Solón,
uno de los siete sabios de Grecia, en forma gnómica, plantea que la ley es como las
telas de araña, que es rota por los insectos grandes y atrapa a los pequeños. El
saber popular lo hace suyo y en una estrofa del Martín Fierro, José Hernández le
hace responder al Moreno ante la pregunta de Fierro: ¿Qué es la Ley?
Tela de araña es la Ley, En mi ignorancia lo explico, No la tema el hombre rico, Nunca la tema el que mande, Pues la ruempe el bicho grande, Y sólo enrieda a los chicos.
2.- El Poder
Se puede caer en la ilusión de que la Ley es la causa del sometimiento del
ciudadano, pero dando un paso más en la Historia nos encontramos que el tema
reaparece en el genial descendiente de Solón, su sobrino Platón.
Platón, en La República, al desarrollar la discusión entre Sócrates y
Trasímaco, ante la propuesta de éste último, de que la Ley favorece al más fuerte e
injusto, que es el que ejerce el poder; Sócrates le convence de que la Ley sirve al
bien común cuando es manejada por el hombre sabio y justo. Y este aspecto es
también contemplado en la siguiente estrofa del Martín Fierro
La Ley es como la lluvia, Nunca puede ser pareja, El que la aguanta se queja, Pero el asunto es sencillo, La Ley es como el cuchillo, No ofiende al que lo maneja., Se desliza ahora nuestro interés a la cuestión del Poder, más allá de las
consideraciones acerca de ese Poder, cuya absurda fuerza y vacía irrupción casi al
promediar el siglo XX y con los años siguientes, dieron en el hundimiento del
Nazismo y el retroceso del Estalinismo. Dejando de lado las gigantescas diferencias
que dieran lugar a estos hechos históricos encontramos no obstante cierto punto
común entre la concepción jurídica liberal del poder político y la concepción
marxista. Este punto es lo que según Michel Foucault podría ser llamado
economicismo en la teoría del poder. Esto implica que el Poder es considerado
como un bien que se posee y que puede enajenarse o transferirse, de una manera
total o parcial mediante un acto jurídico o un acto fundador de derecho. En el
marxismo se encuentra algo que podría además llamarse funcionalidad económica
del Poder y que consistiría en mantener relaciones de producción y prorrogar una
dominación de clase que la apropiación de las fuerzas productivas hicieran posible
o, como señala Althusser, reproducir las condiciones en que tales modos de
producción son posibles.
¿Qué es lo que el Poder ejerce en tales casos o más bien qué caracteriza al
poder?
El Poder es lo que reprime, o lo que es lo mismo: el mecanismo
fundamental y esencial del Poder es la represión.
3.- El Poder y La Verdad
Tendríamos, en segundo lugar, teniendo en cuenta el planteo de Hegel que
da al Poder su sustento jurídico, la frase que postula: El pacto es siempre previo a
la violencia. Pues es preciso que el vencido no muera para ser esclavo, y que unida
a la fórmula de Carl Von Clausewitz La guerra no es más que la continuación de la
política por otros medios, conduce a la propuesta de Foucault: La Política es la
continuación de la guerra por otros medios. Esta forma de alternancia entre guerra
y política y el pacto como nexo, hace a la subsistencia del poder y su sustancia en
los medios de represión.
En ánimo de establecer una genealogía del Poder en América, en las formas
de las democracias americanas, podría decirse que las vías de la constitución de los
países americanos no ha dependido de las formas jurídicas de sus cartas magnas
sino de las vías que presidieran sus pactos de poder: La Conquista y la
Colonización.
En cuanto a lo que concierne a la República Argentina, heredera de la
conquista, lo que presenta su Poder son los rasgos de un Virreinato sin Rey pero
con vasallos.
El Poder reprime, reprime la naturaleza, los instintos, los individuos, una
clase, etc. El poder en fin, reprime ciertos saberes de las gentes, instituyendo un
saber del poder que hace del derecho su Verdad. Entendiendo por saberes de las
gentes aquellos conocimientos descalificados o no calificados siempre sometidos
por el saber oficial: El saber del loco, del enfermo, del enfermero, del médico o
sanador (siempre paralelo y marginal con respecto al saber médico oficial), el saber
del artesano, el saber del delincuente, etc. y que no es un saber común, sino por el
Conclusiones
contrario un saber particular, local y que por ello, sólo debe su fuerza a la
oposición de todos aquellos saberes que le rodean.
Recordemos la decepción freudiana cuando en los escritos sociales nos dice:
“La intemperancia religiosa ha pasado al dogma socialista desde donde se
anatematiza a quienes no piensen del mismo modo. No extraño ver que ocurra lo
mismo con el conocimiento científico...”
Teniendo en cuenta que la Verdad al campo de la política, como en la praxis
freudiana, reprimida retorna, la claudicación del Estado como la convulsión de los
pueblos, son debidas a la insurrección de los saberes reprimidos.
Hemos dicho que el poder es lo que reprime, que lo que reprime son saberes.
Estos saberes populares concebidos a partir de la experiencia son transmitidos
históricamente en forma oral a través de las generaciones, de padres a hijos, en
forma de relatos y consignas verbales, vale decir, del lenguaje. Y es del lenguaje de
donde el soberano obtiene su poder.
IV. El Poder Y La Palabra
El término “Epos” (palabra en griego) es sinónimo de principio, de origen;
constituyendo así al integrar las palabras epopeya y épica lo que nos habla de los
orígenes de los pueblos y los fundamentos de sus culturas y con ellas la legitimidad
del poder de sus soberanos.
Cuentan que cuando Grecia cayó bajo el poder de Roma, el emperador
Octavio se preguntaba cómo era posible que la cultura de los sometidos se
proyectara en forma tan poderosa sobre aquellos que los habían sometido por la
fuerza de las armas. Concluyó entonces que el mito fundante de los griegos, La
Ilíada y La Odisea, era la causa de su poder peculiar. Ordenó entonces a su asistente
cultural que hiciera escribir para el futuro Imperio Romano un equivalente de estas
historias. Así lo hizo y Virgilio escribió para Roma La Eneida configurando de este
modo el mito de origen del gran Imperio.
Ciertamente la impotencia para sostener auténticamente una práctica se
reduce como es corriente en la historia de los hombres al ejercicio de un poder. Nos
es inevitable hacer seguir de ello, que es el poder mismo el que se nutre de ese
desconocimiento, haciéndolo propicio en la reproducción de esas condiciones de
producción. Sólo esto justifica los veinte siglos de oscuridad sobre la ciencia desde
la física de Aristóteles a la mecánica de Newton, donde este al escribir las
ecuaciones de la caída de los cuerpos, da lugar al advenimiento de la ciencia
moderna.
Este período que caracterizamos como de oscuridad científica es aquel en
que el poder coincidía con el saber y cuya custodia estaba asegurada por los
infranqueables muros monacales en que la transmisión se hacía en forma oral y se
conservaba en incunables escritos en latín, lengua muerta extraña a las lenguas
vulgares.
La secularización de la ciencia a través de la palabra escrita condujo a una
descentralización del poder y al crecimiento de un conocimiento, que revitalizó sus
categorías en un margen más ligado a las necesidades del hombre.
Hemos visto al hombre, a la sociedad, al poder, a la ley someterse al don de
la palabra. Nuestro interrogante inmediato es ¿Que autoridad concede el don a
quien enuncia?
Dando por concluidas estas consideraciones en torno a la represión y al
poder que la ejerce, pasaremos a la aplicación al sujeto en el sentido “molecular” o
lo que es el sujeto sujetado a la política, por el lenguaje.
V. Sobre la Cuestion de la Autoridad
Freud nos dice que la conciencia moral, vale decir, aquellas categorías a las
que se ajusta la función judiciaria del Súper Yo, son constituidas en el sujeto a
partir de la autoridad de los padres. Siendo entonces los padres y luego la escuela,
los que dan al ser hablante los límites de su acción.
A partir de este hecho es como desde lugar del Otro, como lugar del
significante, todo enunciado de autoridad, no tiene allí mas garantía que la
enunciación misma y es como impostor como se presenta para suplirlo el
Legislador (el que pretende erigir la Ley) Pero no la Ley misma, como tampoco el
que se autoriza en ella. Observemos entre paréntesis que ese Otro distinguido como
lugar de la palabra no se impone menos como testigo de la verdad.
La verdad, en tanto palabra, no tiene más garantía que ésta y es la fe
otorgada al testigo el capuchón con que se adormece, cegándola a la crítica del
Testimonio.
Alexandre Kójeve define en un excelente texto: “La noción de Autoridad”
cuatro tipos de autoridad.
• La de la Escolástica: teoría teológica de la Autoridad Primaria y Absoluta que pertenece a Dios y de la que deriva la autoridad de los Padres.
• La teoría de Platón, fundada en la Justicia y la Equidad o Autoridad del Juez.
• La Teoría de Aristóteles fundada en el Saber o Autoridad del Maestro o del Jefe.
• La Teoría de Hegel o de la Autoridad del Amo: de la dialéctica del Amo y el Esclavo (Vencedor y Vencido).
Las tres primeras formas de autoridad son las que como dones de la palabra
garantizan el Poder, la Justicia, y el sometimiento.
La última teoría, autoridad del amo, da lugar a la formulación de Foucault
para fundar la Genealogía del Poder en la Historia de las Guerras.
Pero aún apelando a la buena fe del amo y a que su autoridad se funde
legítimamente en la Ley, es necesario todavía saber cual es el ideal de su tiempo y
cual la moral que muestra la diversidad, del sometimiento servil al soberano de las
sociedades medievales, la alineación de los obreros de la revolución industrial o la
pobreza y la marginación en nuestros días.
Al integrar en el devenir histórico la guerra y la política deberíamos tener en
cuenta que es la guerra la que funciona en las relaciones de poder. Que un combate
interrumpido socava la paz y que el orden civil es fundamentalmente un orden de
batalla. Por otra parte la guerra tiende a convertirse en patrimonio militar
cuidadosamente definido y controlado. Es decir que una sociedad atravesada por la
guerra deviene poco a poco en un estado dotado de instituciones militares
destinadas, paradojalmente, a sostener la paz. ¿Qué nos aportan en tal sentido las
ciencias del hombre? ¿Por qué, al decir de Hobbes, el estado natural del ser humano
es la guerra?
Si bien insistimos en el hecho de que la relación primaria, aquella que
asegura para el sujeto la dependencia, es hija del amor, ya que a éste remite aquello
que no se tiene, debemos plantear por qué sesgo viene la agresividad a unírsele para
constituir los ejes del devenir del Sujeto en el par Filias y Neikos (amor y
discordia).
Si bien la dependencia inaugural en la vida del hombre lo conduce de la
inmadurez a la anticipación de su poder por la identificación con el semejante, bien
pronto se rompe esta armonía deviniendo en la más pura agresividad, situación que
está simbolizada por “Eso lo será Usted “de la disputa transitivista, forma original
de la comunicación agresiva. Palabra hostil, palabra de desafío y que aún tratándose
del amor –dice Unamuno— no se descubre a si mismo hasta que no habla, hasta
que no dice ¡Yo te amo!”.
En el conocimiento del otro, en tanto objeto, afirma Nietzsche en contra de
Spinoza, concurren tres impulsos o pasiones: reír, detestar, y deplorar. Estas
pasiones tienen en común el ser una manera de aproximarse al objeto, no de
identificarse con él, sino de conservarlo a la distancia, de diferenciarse de él, de
protegerse con la risa, de desvalorizarlo por la deploración, de alejarlo y finalmente
destruirlo por el odio (fórmula anticipada por Hobbes en “El hombre es un lobo
para el hombre”).
Hablar del lenguaje y la justicia es sólo un modo restringido de hablar de lo
que nos constituye. El lenguaje está en la política, en el poder, en la verdad y cómo
no, en el amor y la discordia. Y como decíamos al comienzo es causa de nuestra
existencia, de nuestro ser, de nuestras dichas y desgracias.
BIBLIOGRAFÍA
Freud, Sigmund; 1973, El Malestar en la Cultura, III Tomo, Biblioteca Nueva, Barcelona.
Foucault, Michel; Saber y Verdad, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid.
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Kójeve, Alexandre; 2005, La noción de autoridad, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.
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Platón, 1978, Diálogos, Editorial Porrúa, México.
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