LA PRACTICA PEDAGÓGICA DEL DOCENTE COMO POSIBILIDAD PARA EL
MEJORAMIENTO DE LA CONVIVENCIA ESCOLAR EN LA INSTITUCIÓN
EDUCATIVA RODRIGO CORREA PALACIO A PARTIR DEL DESARROLLO DE
LAS COMPETENCIAS CIUDADANAS Y EL RECONOCIMIENTO DEL OTRO
Elizabeth Álvarez Restrepo, Zoraida Cataño Acevedo, Adiela María Querubín
Arango, Elcy María Ruiz Galeano
Asesor: Paulo Cesar Castaño
Universidad de San Buenaventura Colombia Curso Docente ECDF
Bello
1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
1.1 Contexto general
La institución Educativa Rodrigo Correa Palacio, está ubicada en la Municipio de
Medellín, territorio que presenta las siguientes características geográficas:
“Medellín es la segunda ciudad en importancia en Colombia, y capital del Departamento
de Antioquia; su temperatura promedio es de 24º y está ubicada a 1.475 metros sobre el
nivel del mar; cuenta con una extensión de 105 kilómetros cuadrados de suelo urbano,
270 de suelo rural y 5,2 de suelo para expansión. La ciudad está situada en el centro
del Valle de Aburrá, en la Cordillera Central, y está atravesada por el río Medellín, por el
norte limita con los municipios de Bello, Copacabana y San Jerónimo; por el sur con
Envigado, Itagüí, La Estrella y El Retiro; por el oriente con Guarne y Rionegro y por el
occidente con Angelópolis, Ebéjico y Heliconia”
(https://www.medellincomovamos.org/la-ciudad/)
Tomando como referencia los datos publicados en el portal virtual Medellín como
vamos, en apoyo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE-,
Medellín cuenta en 2018 con una población de 2.508.452 habitantes, lo que la hace la
segunda ciudad más poblada de Colombia.
“La ciudad está distribuida político-administrativamente en dieciséis comunas: Popular,
Santa Cruz, Manrique, Aranjuez, Castilla, Doce de Octubre, Robledo, Villa Hermosa,
Buenos Aires, La Candelaria, Laureles- Estadio, La América, San Javier, El Poblado,
Guayabal y Belén y cinco corregimientos: Palmitas, San Cristóbal, Altavista, San Antonio
de Prado y Santa Elena. La ciudad tiene un total de 249 barrios urbanos oficiales”.
(https://www.medellincomovamos.org/la-ciudad/)
Al ser la capital del departamento de Antioquia, en Medellín encontramos las sedes de
“la Gobernación de Antioquia, la Asamblea Departamental, el Tribunal Departamental,
el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Dirección Seccional de Fiscalías.
También se encuentran instaladas numerosas empresas públicas, privadas e
instituciones y organismos del estado colombiano”.
(https://www.medellincomovamos.org/la-ciudad/). En el campo económico la ciudad de
Medellín sobresale como uno de los principales “centros financieros, industriales,
comerciales y de servicios de Colombia, primordialmente en los sectores textil,
confecciones, metalmecánico, eléctrico y electrónico, telecomunicaciones, automotriz,
alimentos y salud”
Y es como consecuencia del proceso desarrollo industrial acelerado de la ciudad que
en la actualidad una de las principales problemáticas que afronta dicha subregión es la
mala calidad del aire y la contaminación de las fuentes hídricas, dinámicas que han
tenido que ser intervenidas de forma urgente y que requieren el diseño de estrategias
de intervención clara que disminuyan el impacto de la misma en la calidad de vida de
sus ciudadanos. Adicionalmente en términos sociales una de las principales dificultades
que afronta el municipio de Medellín tomando como referencia el informe de Calidad
de Vida 2017,es el aumento de consumo de sustancias psicotrópicas y la delincuencia
juvenil, así como el desempleo, el crecimiento del nivel de pobreza y la desarticulación
de la familia como eje primario de socialización del individuo.
1.2 Contexto Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio.
1.2.1 Ubicación Geográfica.
En el mapa encontramos la división política de la
ciudad de Medellín por comunas, la Institución
Educativa Rodrigo Correa Palacio está ubicada en
el Barrio Girardot perteneciente a la comuna No. 5
1.2.2 Características Generales de la Institución Educativa Rodrigo Palacio
Tomando como referencia el PEI de la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio
(2017), se extrae la siguiente información que responde a las características esenciales
del contexto de la Institución en mención y en la cual se desarrollará la propuesta de
Intervención.
La Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio fue creada “a partir del 27 de
noviembre del año 2002 por medio de la resolución 16218 de la Secretaría de
Educación para Cultura del Departamento de Antioquia; es una institución de carácter
urbano, oficial, mixto, calendario A, ubicada en la Calle 103 # 66-63, Núcleo Educativo
919 del Municipio de Medellín” (PEI,2017,p.8) dicha institución está ubicada en el
barrio Girardot, perteneciente a la comuna número 5, “comunica con los barrios Castilla
y Pedregal” (PEI,2017,p.8). Cuenta con una sola sede en la cual ofrece servicio de
educación a 480 estudiantes (según reporte del SIMAT 2019), desde el grado
preescolar hasta el grado once. En la actualidad cuenta con 18 docentes y 2 directivos
docentes.
La institución educativa está inmersa en un contexto que se caracteriza por tener
familias con rasgos muy similares, de clase media trabajadora pertenecientes a los
estratos 1, 2 y 3, con un nivel de formación de bachillerato completo, técnica y algunos
universitarios. Sin embargo gran parte de nuestros estudiantes son residentes de los
barrios aledaños al plantel educativo, la mayoría de ellos viven en arriendo lo cual los
hace que la población sea flotante incrementando el ausentismo escolar. Actualmente,
un alto porcentaje de los padres de familia de los estudiantes se desempeñan como
“empleadas del servicio doméstico, conductores, ayudantes de construcción, pequeños
comerciantes, vigilantes, recicladores y vendedores ambulantes” (PEI, 2017, p. 13), lo
cual determina el poco acompañamiento y colaboración a los hijos en los deberes
escolares. A pesar de lo anterior el comportamiento y los resultados académicos son
buenos.
A nivel social se presenta consumo de sustancias psicotrópicas lo cual han permeado la
institución educativa de forma latente en los últimos años, frente a lo cual la institución
ha venido implementado estrategias de información e intervención para evitar el
aumento de dicha problemática. Además como se resalta en PEI (2017),
“la violencia histórica generalizada del sector ha incidido de forma significativa en las
relaciones interpersonales que se establecen entre los estudiantes al interior del espacio
educativo. Los niños y jóvenes se han caracterizado por pertenecer a una generación
vulnerable a los conflictos sociales, sin embargo luchan por su formación académica y
poseen grandes deseos de salir adelante a pesar del ambiente hostil de los barrios en los
cuales trascurre su vida cotidiana”. (p.16)
Se suman además problemáticas como los embarazos en adolescentes, infecciones de
transmisión sexual, abandono por parte de los padres, familias extensas y en muchas
ocasiones el trabajo informal que solo sirve para cubrir necesidades inmediatas
Y es precisamente atendiendo a las necesidades expuestas que la institución educativa
ha privilegiado el modelo pedagógico DESARROLLISTA CON ENFOQUE INCLUSIVO,
el cual se propone formar a través de su proceso educativo un “ser humano integral,
que estructure su ser en el desarrollo de las dimensiones: cognitiva, afectiva, física,
comunicativa, sociopolítica, emprendedora, ética, ambiental, estética y motora” (PEI,
2017,p 56); promoviendo aprendizajes significativos y el desarrollo por competencias.
En concordancia con dicho modelo se trabaja con la metodología ABP (aprendizaje
basado en proyectos), en la cual se privilegia según el PEI (2017) el “trabajo
colaborativo y los intereses de los estudiantes, desde el desarrollo conceptual, los
procesos mentales, el desarrollo de herramientas mentales y el aprendizaje
significativo” (p. 57) , propendiendo por la transformación del estudiante, del docente y
de la institución educativa, formando individuos mentalmente competentes, libres y
responsables. Finalmente, en este contexto la evaluación se considera un proceso
retro-alimentador por excelencia que transciende el simple hecho de una nota, puesto
que lo que se mide no son los conocimientos sino los indicadores de desempeño, en el
saber, el hacer y ser; es ante todo un espacio de aprendizaje que está presente al
principio, durante y al finalizar toda actividad.
Después de identificar las principales características de los contextos institucionales de
cada una de los docentes que participan en el presente proyecto pedagógico, se eligió
la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio como lugar de aplicación de la
propuesta de intervención; dado que en ésta se manejan características similares a las
demás instituciones en relación a las problemáticas de convivencia, además de tener
un mayor ámbito de acción al desempeñarse las docentes en todos los grados de la
educación desde básica primaria hasta la Media, por lo tanto se podrían evidenciar
avances más significativos al impactar una mayor cantidad de población escolar.
1.3 Descripción del problema
En el ejercicio de nuestra práctica pedagógica cotidiana en la Institución Educativa
Rodrigo Correa Palacio en la cual nos desempeñamos como docentes hemos
evidenciado marcadas dificultades de convivencia, especialmente en las formas en las
cuales se establecen las relaciones con el otro, ya que generalmente éstas están
mediadas por la agresión física y verbal. Esta problemática ha generado en nuestros
entornos escolares falta de respeto por las diferencias, intolerancia, exclusión, poca
solidaridad, conductas agresivas y una convivencia basada en patrones agresivos.
A pesar de los ingentes esfuerzos que se han realizado desde las instancias legales y
las múltiples propuestas que se han establecido desde el Ministerio de Educación
Nacional para solucionar esta problemática, con miras a formar en los estudiantes las
habilidades y competencias que le permitan desenvolverse de una forma adecuada en
el ámbito social, que tiene como eje fundamental la relación con el otro; estas apuestas
distan mucho de la realidad que se evidencia en el contexto escolar, dado que en la
actualidad en las instituciones educativas se siguen presentando dificultades
marcadas para establecer unas adecuadas relaciones con el otro y construir una sana
convivencia.
Puede verse como se ha abordado el asunto de la convivencia desde la imposición de
una sanción o la implementación de actividades sin conexión, que pocas veces
atienden en realidad la problemática, las necesidades y sentimientos de los estudiantes
involucrados en dichas dinámicas que afectan la convivencia. Y es debido a esta
situación que las múltiples estrategias propuestas no han tenido el impacto deseado, no
han generado las transformaciones requeridas en relación con el mejoramiento de las
relaciones que se entretejen con el otro en el ámbito de la escuela.
De esta manera vemos como las instituciones educativas se han llenado de estrategias
que no impactan de una forma pertinente la problemática de la convivencia, y por lo
tanto afloran en dichos espacios graves dificultades para convivir con el otro, que día a
día se tornan más profundas y se convierten en prácticas comunes, que no solo afectan
las relaciones sociales sino además desdibujan la finalidad del proceso educativo.
Y es partiendo de estas realidades que se develan en la cotidianidad de nuestra
Institución Educativa que surge el interés por plantear un Proyecto Pedagógico que a
partir del desarrollo de las competencias ciudadanas en nuestros estudiantes, en el
campo especifico del reconocimiento del otro, se puede realizar una apuesta para
transformar las relaciones que se tejen en el entorno escolar y mejorar la convivencia;
buscando alternativas que permitan resolver los conflictos de una manera pacífica,
superar, a través del diálogo y la reconciliación las diferencias entre los niños y jóvenes;
pero primordialmente, fomentar el respeto por el otro, el otro, como otro diferente, que
tiene unas características que lo hacen un ser único y con el cual se debe aprender a
convivir en cualquier ámbito de la vida social.
Parte este proyecto desde la necesidad de transformar no solo el entorno específico de
la escuela, sino el contexto social en el cual se desenvuelven nuestros estudiantes el
cual se caracteriza por la resolución no adecuada de los conflictos, la violencia social,
familiar y entre pares; así como la desintegración familiar. La escuela desde su función
social, no puede olvidar la importancia de su labor como agente educador ni naturalizar
ciertas prácticas que si bien, son efecto del contexto, pueden ser transformadas si
desde este espacio se le enseña al estudiante a establecer una relaciones adecuadas
con el otro. De esta forma no sólo se estará formando académicamente a los
estudiantes sino que además se los formara para que adquieran una identidad de
ciudadanos, agentes que construyan una sociedad justa, pacífica y armónica.
1.3.1 Descripción de los roles que desempeñan los actores que hacen parte de la
problemática descrita.
A continuación se realizará la caracterización de los roles de los diferentes actores que
intervienen en las dinámicas escolares, a saber: Directivos docentes, docentes,
estudiantes y padres de familia. En un primer lugar encontraremos una descripción
general de como desde sus vivencias cotidianas cada uno de estos actores asume la
problemática de la convivencia escolar. Y en segundo lugar se planteará lo que se
requiere de parte de cada uno de ellos para generar una sana convivencia en la
Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio, desde el desarrollo de las competencias
ciudadanas, el reconocimiento del otro y el fomento de los valores ciudadanos como la
libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y el diálogo.
1.3.1.1 Rol de directivo docente
El asunto de la convivencia escolar es un tema de especial preocupación por parte de
las directivas docentes, en múltiples ocasiones se han posibilitado los espacios para la
implementación de algunas actividades que pretenden mejorar las relaciones que se
tejen en el entorno institucional entre los estudiantes. Además como se muestra a
continuación se lleva por parte de estas instancias un seguimiento permanente a las
dinámicas de convivencia desde la mesa de atención de Convivencia institucional.
Tomando como referencia estos informes se ha logrado evidenciar como una de las
principales problemáticas institucionales está ligada a acciones violentas por parte de
los estudiantes, las cuales afectan las relaciones que se establecen con el otro y no
permiten una sana convivencia en el entorno escolar.
Se muestra a continuación cuadro y gráfica descriptiva extraídos de los reportes
realizados por Mesa de atención institucional.
SITUACION QUE AFECTAN LA CONVIVENCIA ESCOLAR
NUMERO DE VECES PRESENTADA
Consumo sustancias psicoactivas
9
Amenaza con arma blanca 1
Agresión física 6
Actos desorden 2
Atentar contra integridad física
1
Agresión a docente 2
Lenguaje soez 3
Robo 2
Amenaza verbal 1
Billings 2
Irrespeto 6
Sin embargo, a pesar de esta labor realizada por parte de las directivas docentes, la
mayoría de esta información no ha traspasado el informe meramente estadístico, y lo
más importante, no ha sido socializado a los demás miembros de la comunidad
educativa, con el fin de implementar estrategias pertinentes y significativas que puedan
dar solución a dicha problemática, sumado a esto tenemos la implementación de
actividades sueltas sin relación y conexión, las cuales no han tenido ningún impacto
positivo en la solución de la problemática mencionada.
En correspondencia con esta realidad, desde el rol especifico de las directivas docentes
se requiere para la implementación del proyecto Pedagógico propuesto la apertura de
espacios institucionales para el diseño de estrategias que desde las competencias
ciudadanas y el reconocimiento del otro puedan mejorar dicha problemática, además
de facilitar los insumos requeridos para la realización de las actividades diseñadas,
con el fin de generar una sana convivencia en la Institución Educativa Rodrigo Correa
Palacio.
1.3.1.2 Rol del docente
En la institución Educativa Rodrigo Correa Palacio un gran porcentaje de los docentes
han asumido la problemática de la convivencia como un asunto ajeno a su práctica
pedagógica, remitiendo la solución de la misma a instancias directivas, desde lo
punitivo y lo sancionatorio, desconociendo el sin fin de posibilidades que desde la
práctica cotidiana de docente en el aula de clase se pueden implementar para mejorar
la misma. El docente ha llegado a naturalizar ciertas prácticas violentas en el aula de
clase, evitando brindar espacios de diálogo y resolución adecuada de los conflictos,
argumentando la necesidad del cumplimiento de los planes de estudio o las diversas
tareas asignadas en la institución. Pese a esta situación, la mayoría reconoce que el
asunto de la convivencia institucional ha afectado las distintas dinámicas escolares e
incididas de forma negativa en el rendimiento académico de los estudiantes.
Reconociendo el papel fundamental que cumple el docente desde su práctica
pedagógica en la solución de las distintas problemáticas institucionales, en este caso
específico, las relacionadas con la convivencia escolar, para la implementación del
proyecto Pedagógico propuesto se requiere en primer lugar un docente que asuma que
la convivencia es un eje transversal a todas las áreas del conocimiento, que se puede
fortalecer desde el trabajo en el aula de clase a partir de prácticas que incentiven el
respeto, el trabajo en equipo y la colaboración. En segundo lugar se ha de contar con
un docente que reconozca que la diversidad e interculturalidad presente en la institución
educativa son una oportunidad para enriquecer los distintos saberes, desde esta
apuesta se debe promover en el aula un ambiente de inclusión, de respeto y aceptación
de las diferencias. Finalmente, se necesita un docente empoderado de su rol de agente
de transformación social, capaz de incentivar a los estudiantes a cambiar las relaciones
establecidas con el otro, desde el fomento del diálogo, la resolución adecuada de los
conflictos, el reconocimiento del otro y el desarrollo de las competencias ciudadanas.
1.3.1.3 Rol del estudiante
En el tema de la problemática de la convivencia escolar el estudiante cumple un rol
protagónico, dado que las relaciones interpersonales que éstos establecen en el
entorno escolar, no permiten que exista una sana convivencia, que esté caracterizada
por el respeto y la aceptación de la diferencia. Se puede ver como los estudiantes han
naturalizado ciertas prácticas violentas en sus relaciones cotidianas, asociadas a la
agresión física y verbal, la exclusión, el desconocimiento del otro como un otro
diferente y el respeto por los valores ciudadanos. Pese al reconocimiento de dicha
problemática y de la necesidad de implementar estrategias de solución, la mayoría de
los estudiantes manifiestan desinterés por mejorar dichas dinámicas, considerando que
la solución de las mismas ha de venir de otras instancias o actores educativos.
Podemos observar en la siguiente información estadística, extraída de una encuesta
realizada a una muestra representativa de estudiantes, como éstos reconocen que las
principales problemáticas que se identifican en el devenir cotidiano de la institución,
están asociadas a las relaciones que se establecen con el otro, situaciones que afectan
de forma significativa la convivencia escolar.
ASPECTOS QUE AFECTAN LA
CONVIVENCIA EN LA I.E RODRIGO
CORREA PALACIO.
RESULTADO DE 100 ESTUDIANTES
ENCUENTADOS.
IRRESPETO 41
BULLING 23
NINGUNA 19
INTOLERANCIA 11
CONSUMO 03
OTROS 03
PROBLEMATICAS QUE AFECTAN LA CONVIVENCIA EN LA I.E. RODRIGO CORREA PALACIO
IRRESPESTO BULLING
NINGUNA INTOLERANCIA
CONS. SUSTANCIAS PSICOACTIVAS OTROS
Se puede tomar este reconocimiento que hacen los mismos estudiantes de dichas
problemáticas, como punto de partida para iniciar la implementación de las estrategias
acertadas que permitan dar solución a las mismas. En este contexto se requiere un
estudiante que reconozca al otro desde la diferencia, es decir, que respete las ideas,
valores, prácticas culturales, religiosas, deportivas, características físicas y psicológicas,
en un ambiente de aceptación de la diversidad, entendiendo esta última como
posibilidad de construcción de nuevos saberes. También se ha de contar con un
estudiante que privilegie el trabajo colaborativo, la vinculación con el otro a partir de
actividades de integración grupal e institucional, la vivencia de valores ciudadanos
como la solidaridad, el diálogo y el respeto activo de las diferencias; generando un
mejoramiento significativo en la convivencia escolar.
1.3.1.4 Rol del padre de familia
Los padres de familia como agentes de formación primaria del individuo cumplen una
función de vital importancia en los procesos de socialización y convivencia de sus hijos,
en el marco especifico de la Institución Educativa Rodrigo Correa palacio, se puede ver
como algunos padres inculcan a sus hijos la necesidad de establecer con sus
compañeros relaciones mediadas por el respeto y la aceptación, sin embargo también
existen otros que se encargan de acentuar desde su hogar, conductas de
discriminación, exclusión y rechazo. Se suma a esta situación, padres de familia que
desde sus comportamientos violentos en el hogar incentivan el desarrollo de estas
conductas en los estudiantes, por lo cual muchos reproducen dichos patrones agresivos
en las relaciones que establecen en el entorno escolar.
Desde la apuesta por el mejoramiento de la convivencia escolar se requiere un padre
de familia que esté vinculado permanentemente con los procesos institucionales, que
se convierte en un agente activo en el proceso de formación de sus hijos desde la
formación en valores como la solidaridad, el respeto por la diferencia y diálogo. El rol de
los padres ha de estar direccionado a enseñar a sus hijos mecanismos para la
resolución adecuada de los conflictos desde la vida cotidiana familiar, lo cual tendrá una
incidencia positiva en las relaciones que estos establezcan en otros ámbitos sociales,
específicamente, en el escolar.
2. PREGUNTA PROBLEMA:
¿Cómo puede mejorar el docente desde su práctica pedagógica la convivencia escolar
en la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio a partir del desarrollo de las
competencias ciudadanas y el reconocimiento del otro?
3. OBJETIVOS
3.1 OBJETIVO GENERAL
• Fortalecer la convivencia escolar desde la práctica pedagógica del docente a
través del desarrollo de las competencias ciudadanas y el reconocimiento del
otro en la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio.
3.2 OBJETIVOS ESPECIFICOS:
• Diseñar e implementar estrategias de intervención a partir de las competencias
ciudadanas y el reconocimiento del otro que permitan generar una sana convivencia en
la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio.
• Sensibilizar a los estudiantes de la Institución Educativa Rodrigo Correa Palacio
sobre la importancia del reconocimiento del otro y el desarrollo de las competencias
ciudadanas en los procesos de inclusión escolar.
4. DEFINICIÓN DE LAS CATEGORIAS CONCEPTUALES Y
ANALISIS DEL PROYECTO
Las siguientes son las categorías y subcategorías conceptuales que direccionan el
presente Proyecto Pedagógico: Práctica Pedagógica, Convivencia, Violencia,
Competencias Ciudadanas, Formación Ciudadana, Inclusión Escolar y Reconocimiento
del otro.
PRÁCTICA PEDAGÓGICA
REALIDADES POSIBILIDADES
DESARROLLO PROMOVIENDO LA
CONVIVENCIA
ESCOLAR
COMPETENCIAS
CIUDADANAS INCLUSIÓN ESCOLAR
Permeada por A través A través del
VIOLENCIA
FORMACIÓN
CIUDADANA
RECONOCIMIENTO
DEL OTRO
5. MARCO CONCEPTUAL
A continuación se desarrollan las categorías conceptuales que sustentan el Proyecto
Pedagógico, en un primer lugar se realizará un acercamiento a la categoría de Práctica
Pedagógica, como eje fundamental desde el cual se direccionan los procesos de
transformación en el ámbito de la convivencia escolar, posteriormente se abordarán las
categorías de convivencia escolar y violencia como realidades que emergen en el
devenir de la práctica docente. A continuación se trabajará las categorías de
competencias ciudadanas y formación ciudadana como posibilidad de solución a las
diferentes problemáticas de convivencia que afectan la Institución Educativa Rodrigo
Correa Palacio y finalmente se abordarán las categorías de inclusión escolar y
reconocimiento del otro, como elementos que se pueden promover desde la formación
ciudadana y el desarrollo de competencias ciudadanas, base fundamental para mejorar
las relaciones que se establecen con el otro en el ámbito educativo objeto de
intervención del Proyecto Pedagógico.
5.1 PRACTICA PEDAGOGICA
Para iniciar el abordaje de la práctica pedagógica del docente como posibilidad para el
mejoramiento de las dificultades de convivencia identificadas en la Institución Educativa
Rodrigo Correa palacios, hay que partir de la premisa de que en la práctica están
ligados de forma permanente la reflexión y la acción, el desconocimiento de algunos de
estos elementos, hace que dicha práctica carezca de sentido. Desde este enfoque se
invita al docente a reflexionar sobre las problemáticas que afectan su entorno y
establecer a partir de dicha reflexión, propuestas de intervención que permitan la
transformación significativa de dichas realidades.
Cuando se hace referencia al concepto de práctica pedagógica, necesariamente se
abre un espacio de análisis para la relación implícita entre las acciones o actos que el
ser humano realiza, las razones o causas subjetivas para ello y al resultado o
consecuencias derivadas de esta secuencia, suscrita netamente en la dimensión de lo
humano, por lo tanto se retoma el término “praxis” como un concepto antropológico.
Por lo tanto en la práctica pedagógica como lo explica Masi (2008), siguiendo a Freire
ha de entenderse que:
“reflexión y acción como unidad indisoluble, como par constitutivo de la misma y por lo
tanto imprescindible. La negación de uno de los elementos del par desvirtúa la praxis,
transformándola en activismo o un subjetivismo, siendo cualquiera de los dos una forma
errónea de captar la Realidad” (p.78)
Es decir, se habla de una práctica vivida, que permita incentivar en los estudiantes la
libertad en sus manifestaciones y el desarrollo de una conciencia individual crítica,
generando cambios significativos desde ésta en las realidades de los grupos humanos
en los cuales se desempeña su labor el docente. Vista de esta manera la práctica
pedagógica se convierte en el motor que puede generar cambios significativos en los
entornos escolares, en el caso específico de la problemática de la convivencia, desde
ésta se puede hacer reflexiones y construcciones teóricas que permitan desde la acción
generar los cambios necesarios para incentivar una sana convivencia.
Y es precisamente retomando la importancia de las construcciones teóricas que se
derivan de la reflexión sobre la acción en la práctica pedagógica del docente, que se
retoman las ideas de Freire el cual expone que ““la praxis teórica es lo que hacemos
desde el contexto teórico, cuando tomamos distancia frente a la praxis que se ha
realizado o se está realizando en un contexto concreto con el fin de clarificar su sentido”
(Freire, 1979: 5) esta práctica no puede desligarse por completo de la acción, ya que
parafraseando a Freire(1979), dicha práctica teórica sólo adquiere validez en su
relación dialéctica con la acción, como momentos que no pueden dividirse en cualquier
proceso que se plantee en término crítico. Desde estos postulados se concibe la
práctica pedagógica como elemento que permite al docente reflexionar constantemente
sobre su quehacer, con el fin de realizar desde las mismas transformaciones
significativas que apunte a la solución de las problemáticas evidenciadas, recordando a
Freire “existir humanamente es pronunciar el mundo, es transformarlo. Los hombres no
se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión”
(Freire, 1972b: 104). C
Desde esta apuesta de la práctica pedagógica como posibilidad de transformación, se
puede retomando a Cobaleda (2011 ) hablar de los siguientes ejes articuladores de la
misma, a saber: “la acción del maestro, la acción del estudiante, los contextos de
enseñanza y las problemáticas emergentes” (p.16), si se retoman los elementos
planteados se podrá hablar de una práctica pedagógica que apoye la solución de las
diversas problemáticas evidenciadas, influenciando así en el desarrollo cultural de las
comunidades en las cuales se desenvuelve el docente. Deriva desde el análisis de los
contextos de enseñanza y las acciones de los estudiantes, la problemática de la
convivencia en la institución Educativa Rodrigo Correa Palacio; problemática que se
propone que sea intervenida desde la acción del maestro, a partir de la reflexión que
lleve al planteamiento de propuestas desde el desarrollo de las competencias
ciudadanas y el reconocimiento del otro.
Adicionalmente, para que la práctica pedagógica genere las transformaciones
requeridas en los entornos escolares, se requiere implementar las siguientes
estrategias “Trabajo colegiado, Propuestas interdisciplinarias, Iniciativas de
investigación, Actualización técnica y conceptual, Apertura cultural, Dominio del
lenguaje tecnológico” (p.17), desde el desarrollo de estas el docente puede transformar
su devenir cotidiano, recordando que como lo menciona Juliao (1999), en su artículo
acerca del concepto de praxis educativa, esta es “un tipo de acción o actividad, que a
diferencia de la actividad teórica, es intrínsecamente transformadora de la realidad
exterior del sujeto sobre todo, pero también (en un sentido más próximo a la filosofía
clásica” transformadora del propio sujeto” (p. 5).
Es de anotar en la práctica pedagógica son aspectos relevantes el sistematizar y
cualificar, es decir, el docente debe implementar mecanismos y estrategias que le
permitan sistematizar el saber adquirido de la experiencia y cualificar su quehacer
docente. En este proceso también es fundamental la reflexión y análisis, partiendo del
contexto cultural, haciendo que el docente genere permanentemente la búsqueda del
sentido al aprender por medio de su praxis pedagógica, buscando adquirir a partir de su
quehacer cotidiano aprendizajes significativos. Las distintas experiencias en vividas en
la escuela con los estudiantes deben generar permanentemente en el docente la
oportunidad de que conozca, reafirme, reflexione sobre las situaciones que responden a
los intereses y necesidades continuamente transformadas de una profesión que
pertenece al tiempo actual, retomando a Mac Gregor (1998), “El docente hoy no puede
pensarse sino como un práctico reflexivo, como un investigador de su propia práctica y
de su propia docencia en permanente transformación” (p.28).
Finalmente, los docentes deben analizar sus prácticas pedagógicas de acuerdo al el
tipo de estudiantes que atienden en sus entornos escolares, ya que las distintas
generaciones experimentan otras vivencias, otros sentires y otras formas de
aproximarse a la realidad. Los tiempos son variables al igual que el entorno tecnológico
y científico con el cual se relacionan, por tal motivo las estas deben ser pertinentes y
ajustadas a la población estudiantil y el contexto que se vive. Además las problemáticas
emergentes, en esta caso específico, las que tienen que ver con la convivencia,
requieren de un docente que asuma su práctica pedagógica como eje de
transformación, reflexionando sobre la realidad escolar, permeada de manifestaciones
de violencia, poco respeto por la diferencia y reconocimiento por el otro, y desde allí
proponer estrategias de solución, en este caso remitidas al desarrollo de competencias
ciudadanas y el reconocimiento del otro, posibilitando un ambiente propicio para la
inclusión.
5.2 CONVIVENCIA ESCOLAR
El ser humano es ante todo un ser que vive en sociedad, por naturaleza necesita de los
demás en todos los aspectos de su existencia; su esencia misma radica en la
posibilidad que tiene de interactuar con el otro, en aspectos como el nacimiento, el
cuidado del ser, el trabajo, la salud, la educación, entre otros; y es a partir de estas
relaciones que se configura como ser social, político y cultural, construye su identidad
propia y sus experiencias, como lo expresa Maturana (2002) “Los seres humanos
somos seres sociales: vivimos nuestro ser cotidiano en continua imbricación con el ser
de otros. Al mismo tiempo los seres humanos somos individuos: vivimos nuestro ser
cotidiano como un continuo devenir de experiencias individuales intransferibles” (p.21).
Como lo menciona dicho autor, estas experiencias personales se forman gracias a la
interacción social y son las que le permiten al ser humano establecer sus relaciones con
el otro, es difícil pensar la historia sin el otro, sin su presencia y ayuda, es decir, sin la
convivencia.
Cuando hay convivencia entre los individuos, es decir, cuando hay una vida en común,
cuando se comparten momentos, situaciones, necesidades, estados, culturas,
creencias religiosas y políticas, obligatoriamente deben existir unos acuerdos que
propendan por el respeto, por la igualdad, la oportunidad y la diferencia, y es en este
sentido que se habla de sana convivencia, que no es otra cosa más que la coexistencia
armónica y pacífica de determinado grupo de personas que comparten un espacios o
momentos en su devenir cotidiano. Al respecto complementa Maldonado (2004), al
afirmar que la convivencia es la “vivencia: hecho o experiencias propios de cada
persona que contribuyen a formar su carácter o personalidad y con: unión, asociación,
participación, simultaneidad” (p.47), es así como en la convivencia se unen las
experiencias de cada ser humano, las cuales debe articular con los demás de una
forma adecuada con el fin de generar espacios en los cuales reine una convivencia
adecuada, mediada por el respeto y la aceptación de las diferencias.
Es de resaltar que de no articularse de una forma adecuada las experiencias propias en
el entorno en el cual se desenvuelva el individuo, se generaran una convivencia
caracterizada por múltiples problemáticas como lo es el caso específico de las
instituciones educativas, en las cuales se tejen relaciones con el otro mediadas por la
violencia, el desconocimiento del otro y la falta de valoración de las diferencias.
Sin embargo como podemos ver en nuestras realidades, el asunto de la convivencia es
bastante complejo, muchos ámbitos de la vida social se caracterizan por tener
dificultades en dicho asunto, y el ámbito específico de la escuela no es ajeno a dicha
problemática. Pese a esto, se sigue reconociendo el ámbito escolar como posibilidad
para proporcionar los cambios requeridos, generando espacios para el reconocimiento
del otro desde la diferencia y el respeto, formando al individuo para su vida en los
demás espacios sociales, su familia, su comunidad, su ciudad; como lo expresa el MEN
(2004) en sus Estándares Básicos de Competencias Ciudadanas: “La Institución
educativa es un escenario privilegiado, pues allí aprendemos a vivir juntos, a trabajar
en equipo y a identificar nuestras particularidades y diferencias en una permanente
interacción con otros seres Humanos” (p.5).
Dichas problemáticas de convivencia que se evidencian en la actualidad en muchas
instituciones educativas, parten en gran medida de la falta de reconocimiento del otro
como un otro diferente, un ser humano con unas características propias, una cultura,
una experiencia, una religión y unas prácticas disimiles, que no permiten que sea
visibilizado, como sujeto de derecho, de grandes posibilidades. Desde esta realidad
cotidiana es que parte la necesidad de implementar estrategias que le permitan al
estudiante establecer mejores relaciones consigo mismo y con los demás,
estableciendo de esta forma una sana convivencia.
En esta tarea el maestro entonces es el llamado desde su praxis, a formar para la sana
convivencia a partir de la implementación de estrategias pedagógicas es su quehacer
cotidiano, convirtiéndose en un facilitador que ofrece las herramientas necesarias para
que los estudiantes comprendan el mundo desde diversas perspectivas, para que
aprendan a convivir, a ser éticos, democráticos y para que participen en la construcción
de la sociedad, de tal manera que siempre prime el bien común. Desde esta apuesta,
los maestros han de aunar esfuerzos para la implementación de la formación
ciudadana, el desarrollo de sus competencias y el reconocimiento del otro, desde la
vivencia de los valores necesarios para mejorar dicha problemática.
Parte esta propuesta de retomar la formación ciudadana y sus competencias desde el
maestro ya que como lo menciona el MEN(2004) “La experiencia de muchos maestros
y maestras del país, el desarrollo de diversas disciplinas sociales y el trabajo de
organizaciones especialmente dedicadas a estudiar y abordar lo que se ha llamado la
formación ciudadana, nos demuestran que sí es posible diseñar estrategias con base
en principios claros, integradas a los planes de mejoramiento de cada institución y
capaces de lograr transformaciones culturales” (p.148), su labor parte de enseñar al
estudiante a convivir desde y para la vida cotidiana , desde los hechos, lo
comportamientos, fomentando los valores ciudadanos como el respeto y la tolerancia,
como eje fundamental en el mejoramiento de las actuales dinámicas de la convivencia
escolar.
No obstante, también hay que tener presente que lograr dicho fin, el maestro ha de crear
un red de apoyo con las demás esferas de formación en las cuales se desenvuelve el
estudiante, con el fin de impactar de forma significativa el entorno social y familiar, ya que
se comprende que la formación de los individuos no solo recae en la escuela, sino
también en la familia y la sociedad, como lo reconoce el educador Alfonso Franco,
citado por Jares (2001):
Ni se puede responsabilizar en exclusiva al sistema educativo del supuesto
deterioro de la convivencia ni la sociedad puede delegar la construcción de la
convivencia en la escuela. (..) Debemos romper, pues, con los péndulos ideológicos
que han caracterizado buena parte del pensamiento educativo en el siglo XX: ni la
escuela es responsable de todos los males que aquejan a la sociedad ni es la tabla
de salvación que nos puede liberar de todos ellos (p 94).
De la adecuada articulación de la escuela, la familia y sociedad depende también el éxito
de las propuestas que se implementen en torno a la convivencia, generando no solo
espacio educativo para el reconocimiento del otro, la aceptación y el respeto sino
además entornos sociales más pacíficos y tolerantes.
Partiendo de las realidades que se evidencian en la cotidianidad en la institución
educativa Rodrigo Correa Palacio, las cuales denotan una convivencia marcada por un
sin de problemáticas, entre ellas la falta de reconocimiento del otro como un otro
diferente, las manifestaciones violentas en las relaciones interpersonales, la no
adecuada resolución de los conflictos y diversas manifestaciones de exclusión, es que
surge la necesidad de plantear estrategias que permitan re pensar el asunto de la
convivencia, desde el la vivencia de los valores ciudadanos como la solidaridad y el
respeto activo de las diferencias, teniendo presente que el ámbito escolar es un espacio
propicio para la enseñanza, el aprendizaje y el desarrollo de las competencias que le
permitan al individuo convivir de una forma sana en los espacios en los cuales trascurre
su devenir cotidiano.
5.2.1 VIOLENCIA
A partir de la identificación de la problemática de convivencia en las instituciones
educativas, se ha logrado evidenciar como las relaciones que en la actualidad
establecen los estudiantes están permeadas por la violencia tanto verbal como física, lo
cual requiere la implementación urgente de cambios desde el quehacer que docente
permitan no solo quedarse en la identificación de la mismas, su naturalización sino
especialmente el diseño e implementación de estrategias que permitan mejorar estas
dinámicas escolares.
Podemos ver como en la actualidad los estudiantes tienen marcadas dificultades para
solucionar de una forma adecuada los conflictos, esto se debe en gran medida a la falta
de estrategias claras y efectivas para tal fin, por lo cual la única vía que encuentran es
la violencia, generando ambientes escolares en los cuales esta práctica se ha
naturalizado en la cotidianidad. Hay que tener presente que como lo manifiesta
Estanislao Zuleta (1985) “Una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores
conflictos. De reconocerlos y de contenerlos” (p.34), por lo tanto ha de considerarse el
conflicto como elemento inherente a la vida en sociedad, el cual direccionado de la
forma adecuada puede convertirse en posibilidad de reconocimiento del otro y de
mejoramiento de las convivencia escolar.
Además hay que tener presente que el romper con dichas prácticas violentas, que no
solo se producen en la escuela sino en el entorno social del individuo no es una tarea
fácil, más cuando como lo manifiesta Parra (1992) en su investigación “La Escuela
Violenta”, “¿ofrece la escuela colombiana una cultura alternativa que contrarreste,
desde su ángulo de competencia la cultura violenta que vive el país?” (p.12). Al parecer
desde lo evidenciado en la cotidianidad la escuela se ha convertido en un espacio
reproductor de la violencia, por lo tanto lo que se propone desde la práctica del docente
es diseñar una propuesta que retome los elementos de la formación ciudadana, sus
competencias y el reconocimiento del otro, buscando erradicar la violencia que
caracteriza las relaciones que se establecen con el otro en la convivencia.
Y para iniciar el planteamiento de dicha propuesta es importante definir el concepto de
violencia, en este caso se retomara la definición de la Organización Mundial de la
Salud, la cual expresa que:
La violencia es un problema de salud pública y está referida al uso intencional de la fuerza
o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo
de comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte,
daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (García, 2008, p.110).
Como puede verse las prácticas violentas que en la actualidad permean el ámbito
escolar se convierte en una problemática de vital relevancia, la cual debe ser
intervenida con el fin de mejorar las relaciones que se establecen con el otro, la
resolución de los conflictos y la formación de sujeto como ciudadano que está inmerso
en un contexto social especifico. Al reconocer la violencia como una de las principales
formas de resolver los conflictos y establecer las relaciones con el otro, se retomara de
la clasificación hecho por García (2008) en su artículo “Familia, escuela y barrio: un
contexto para la comprensión de la violencia escolar”, la definición las violencias
difusas, impulsivas o cotidianas, ya que están se remiten específicamente a las que se
presentan en el entorno escolar.
Tomando como referencia a García (2008) citando a Llorente, Escobedo Echandía &
Rubio (2000) las violencias impulsivas, difusas o cotidianas se definen como “las que
están referidas al maltrato en el hogar y a los ataques por fuera de éste, como las riñas,
disputas o altercados que, en el o en la calle, se salen de las manos y terminan
fatalmente” (García, 2008, p.108).
En apoyo a esta definición encontramos los planteamientos de Enrique Chaux (2003),
autor que en que en sus diversos estudios ha identificado dos tipos violencia en
Colombia, a saber: la violencia política, la cual está asociada directamente con el
conflicto armado que ha padecido el país y en segundo lugar la violencia común,
“aquella que tiene que ver con las relaciones interpersonales, así tenga una relación
indirecta con el conflicto armado” (p.47). Expone dicho autor que estos dos tipos de
violencia se encuentran relacionadas, siendo en ocasiones la una causa de la otra y
viceversa, generando un ciclo de violencia, que se repite en la cotidianidad colombiana.
Podemos ver cómo estas violencias, en especial la difusa o común, mencionadas por
los autores citados, se hacen visibles en los espacios escolares, ya que ambas están
remitidas a las relaciones interpersonales, la agresión, las riñas y el ataque al otro con
el fin de causarle daño.
En la realidad de la convivencia en las instituciones educativas puede evidenciarse
como dichas manifestaciones de violencia y agresividad del país han permeado las
instituciones escolares, en gran medida por que como lo explica Chaux (2003):
La violencia en el contexto en el que crecen los niños(as), sea esta violencia política o común, puede llevar al aprendizaje de distintos tipos de comportamientos agresivos, a su vez, pueden contribuir a la reproducción de la violencia en el contexto, formando así el ciclo de la violencia (p.47).
Es así como dichas manifestaciones de violencia son aprendidas por los estudiantes y
reproducidas por estos en los diferentes ámbitos en los cuales se desenvuelven en su
devenir cotidiano. En el ámbito específico de la escuela esta problemática de la
violencia ha afectado de forma evidente la convivencia, generando relaciones
interpersonales mediadas por la agresión, el desconocimiento del otro y la falta de
solidaridad.
Es así como las manifestaciones más evidentes de violencia y agresión en la escuela
están enmarcadas en la siguiente clasificación:
La agresión reactiva, se refiere al uso de la agresión como respuesta ante una
ofensa real o percibida. Es el insulto o el golpe con el que responde alguien cuando
siente que otra persona lo ha herido. La agresión instrumental o proactiva, en
cambio, no está precedida de ninguna ofensa. Es el uso de la agresión como
instrumento para conseguir un objetivo, sea éste recursos, dominación, status social
o algo más (Chaux, 2003, p.49)
Estas formas de agresión descritas por Chaux, son evidentes en las relaciones que
establecen los estudiantes en la institución Educativa Rodrigo Correa Palacio, ya que
como lo reconocen los mismos estudiantes y como se muestra en las informaciones
suministradas por la mesa de atención de convivencia institucional, muchos de las
manifestaciones esta remitidas al uso de la agresión, ya sea reactiva o instrumental,
mostrando marcadas dificultades en la resolución adecuada de los conflictos, además
de la utilización de otras manifestaciones que afectan la convivencia, como los son la
exclusión, ,estigmatización y no reconocimiento y aceptación del otro como otro
diferente.
En el marco de esta realidad no solo nacional sino específicamente institucional, hay
que recordar que como lo estipula el MEN (2004).
Es importante formar a los y las estudiantes para que cuenten con las competencias
y conocimientos necesarios para relacionarse con otras personas de manera
pacífica y constructiva, sin recurrir a la violencia, a partir de la consideración de los
demás como seres humanos que tienen sus mismos derechos y deberes, en pro de
la protección de los Derechos Humanos y acorde con la Constitución Política. Como
se sabe, ello no supone la ausencia de conflictos, pues cuando se comparte un
espacio con alguien es de esperarse que los intereses de uno y otro no sean los
mismos y que, por lo tanto, sea necesario buscar alternativas para llegar a
consensos. De lo que se trata es de formar a los estudiantes Para que estén en
capacidad de resolver sus diferencias mediante el diálogo y sin acudir a la violencia
(MEN, 2004, p.12).
Desde esta visión promulgada por el MEN (2004) se propone fortalecer en la Institución
educativa Rodrigo Correa Palacio la convivencia, a partir del desarrollo de las
competencias ciudadanas que le permitan al estudiante aprender a resolver los
conflictos de una forma diferente, erradicando las practicas violentas que han venido
permeando las relaciones interpersonales, promoviendo la construcción pacífica y
constructiva de acuerdos, que permitan establecer mejores relaciones interpersonales,
caracterizadas por el respeto a los derechos del otro y el reconocimiento de la
diferencia.
5.3 COMPETENCIAS CIUDADANAS
A partir de lo evidenciado en la realidad cotidiana de la Institución Educativa Rodrigo
Correa Palacio en relación a las dificultades de convivencia escolar, se plantea el
desarrollo de las competencias ciudadanas como posibilidad que permite transformar
estas dinámicas y generar una sana convivencia, caracterizada por la resolución
adecuada de los conflictos y el reconocimiento del otro, como un otro diferente, dado
que “ las competencias ciudadanas representan las habilidades y los conocimientos
necesarios para construir convivencia, participar democráticamente y valorar el
pluralismo” (MEN, 2003, p.6).
Al considerar una apuesta que desde el quehacer pedagógico del docente retome el
desarrollo de las competencias ciudadanas, es necesario reconocer que debido a las
múltiples dificultades históricas que ha tenido la humanidad para vivir de una forma
adecuada en sociedad, surgen algunos principios básicos que se encargan de regular
las relaciones sociales, desde allí se construye el horizonte de formación de las
competencias ciudadanas. En primer lugar encontramos la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, la cual en su preámbulo enuncia: “…la libertad, la justicia y la
paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…”, por lo
tanto como lo expresa el MEN (2003) “formar en competencias ciudadanas significa
formar en y para los Derechos Humanos” (p.151), siendo conscientes de la diversidad y
pluralidad del mundo contemporáneo.
En segundo lugar encontramos la Constitución Política Colombiana, la cual establece
en su artículo 26 que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana y el fortalecimiento del respeto de los derechos humanos y las
libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos…” (Artículo 26), apartado que
enfatiza en la formación de valores ciudadanos, especialmente la tolerancia y el respeto
por el otro en las relaciones que se tejen en el devenir cotidiano, es esta caso
específico, en el ámbito escolar. Parafraseando al MEN (2004), lo que pretende la
formación de competencias ciudadanas es construir ambientes de paz, en los cuales
prime la participación democrática y se valore la pluralidad.
Finalmente se enfatiza en los Estándares básicos de competencias ciudadanas, en el
reconocimiento de los Derechos Humanos de todos los niños y niñas, aprobados en
1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, destacándolos como sujetos
que deben ser formados para la participación, la libre expresión y el empoderamiento
como sujetos activos en los procesos de transformación de sus realidades.
Se retomara como competencias ciudadanas en esta propuesta la definición del MEN
(2003), la cual establece que estas “son el conjunto de conocimientos y de habilidades
cognitivas, emocionales y comunicativas que, articulados entre sí, hacen posible que el
ciudadano actúe de manera constructiva en la sociedad democrática (p.8), es decir, que
dichas competencias más allá de un conocimiento teórico, se remiten a un saber
practico, que se evidencia en las múltiples relaciones que se entretejen en al ámbito
escolar, especialmente en formas de relacionarse con el otro desde el reconocimiento y
el respeto, lo que implica necesariamente como lo menciona el MEN(2003) en su
definición de competencia “poder usar el conocimiento en la realización de acciones o
productos (ya sean abstractos o concretos)” ( p.7)
Y es partiendo de los fundamentos expuestos que se visiona la formación ciudadana, el
desarrollo de sus competencias y el reconocimiento del otro como una propuesta
fundamental para abordar la actual problemática de convivencia que enfrentan las
instituciones educativas, es desde el desarrollo de estas a través de estrategias claras
planteadas por el docente, las cuales sean pertinentes y estén remitidas a las
necesidades específicas de los estudiantes que se puede lograr “que cada persona
contribuya a la convivencia pacífica, participe responsable y constructivamente en los
procesos democráticos y respete y valore la pluralidad y las diferencias, tanto en su
entorno cercano, como en su comunidad, en su país o en otros países” (MEN, 2003, p.
8)
Desde la propuesta establecida por el Ministerio de Educación Nacional, es sus
estándares Básicos de Competencias Ciudadanas, se presenta tres grupos de
competencias ciudadanas, a saber:
• Convivencia y paz: se basan en la consideración de los demás y, especialmente, en la consideración de cada persona como ser humano
• Pluralidad, identidad y valoración de las diferencias: parten del reconocimiento y el disfrute de la enorme diversidad humana y tienen, a la vez como límite, los derechos de los demás
• Participación y responsabilidad democrática: se orientan hacia la toma de decisiones en diversos contextos, teniendo en cuenta que dichas decisiones deben respetar, tanto los derechos fundamentales de los individuos, como los acuerdos, las normas, las leyes y la Constitución que rigen la vida en comunidad” (p.12).
Se propone a partir de dicha clasificación, enfatizar en la proyecto en las siguientes
grupos de competencias: convivencia y paz – pluralidad, identidad y valoración de las
diferencias, ya que desde su definición abordan el asunto de la convivencia, desde el
reconocimiento del otro, la diversidad humana y los derechos humanos, en amplia
concordancia con la problemática identificada, en la cual se evidencian latentes
dificultades para establecer relaciones adecuadas con el otro que estén mediadas por
el respeto y la aceptación, lo cual ha generado en el entorno escolar relaciones
caracterizadas por el uso de la violencia, a través de la agresión física y verbal.
El primer grupo seleccionado de competencias a trabajar, las competencias de
convivencia y paz se basan “en la consideración de los demás y, especialmente, en la
consideración de cada persona como ser humano” (MEN, 2004, p. 12), elemento
primordial en la convivencia, dado que como se explicó anteriormente el ser humano
vive en continua relación con otros, y es desde la visualización del otro como sujeto de
derechos que parte su reconocimiento, logrando establecer a partir de allí mejores
relaciones en al ámbito escolar. Adicionalmente se propone el desarrollo de las
competencias de pluralidad, identidad y valoración de las diferencias, como elemento
que permita forjar una convivencia caracterizada por el respeto a la diferencia, en los
contextos actuales cada vez más diversos y heterogéneos, como lo plantea el MEN
(2004) competencias que “parten del reconocimiento y el disfrute de la enorme
diversidad humana y tienen, a la vez como límite, los derechos de los demás” (p.12)
El desarrollo de estos grupos de competencias se propone que transversalice toda las
áreas de conocimiento y todos los espacios a nivel institucional, dado que como lo
expresa el MEN, el asunto de la formación ciudadana no debe ser relegado a un área
del conocimiento sino que debe ser una asunto de responsabilidad compartida, que
atraviese todos los ámbitos de formación del estudiantes, e involucre a todos los
agentes que intervienen en el proceso educativo, “ el equipo docente tiene mucho que
aportar, desde sus clases, al aprendizaje y a la práctica de estas competencias. En
todas las áreas académicas se pueden proponer actividades, reflexiones y discusiones
valiosas. Por ejemplo, una clase de educación física, un proyecto de ciencias naturales,
un taller de teatro o de pintura son espacios que nos permiten aprender a vivir y a
trabajar juntos. No se trata de dejar de enseñar lo que es propio de cada área sino, por
el contrario, de aprovechar esos conocimientos y habilidades específicas para contribuir
a la formación ciudadana” (MEN, 2004, p.10).
Finalmente se busca el desarrollo de las competencias ciudadanas seleccionas en
todas las esferas que componen el ámbito escolar, especialmente desde el quehacer
pedagógico del docente como agente de transformación de las realidades que en la
actualidad permean las instituciones educativas en relación a la convivencia.
5.3.1 FORMACIÓN CIUDADANA
Las instituciones educativas frente a los múltiples retos que genera la formación del
siglo XXI deben promover estrategias que redefinan el papel que se le ha dado a la
convivencia, convirtiéndola en un eje fundamental que transversalice los procesos de
formación, entendiendo que esta se construye en el devenir cotidiano, desde el diseño,
promoción, implementación y el seguimiento permanente de propuestas que se puedan
aplicar en el entorno escolar, con el propósito de generar cambios en la manera como
los estudiantes establecen sus relaciones en la convivencia con el otro; en palabras de
Maturana(2002), “Deseamos una educación que sea una invitación a la convivencia en
el respeto y la legitimidad del otro, en la que el amor, se surja como legitimo otro” (p.13).
Y para lograr este propósito, es importante tener en cuenta, como lo expresa
Maldonado (2004), que “la convivencia se enseña fundamentalmente conviviendo; esta
es una manera fehaciente de aportar a la edificación de una cultura democrática.
Cuando la convivencia se enseña como un simple contenido curricular, estaremos
sutilmente abonando una cultura autocrática” (p.2), es decir, que la apuesta es por
desarrollar estrategias que permitan tener un impacto significativo en los entornos
escolares, permeando todos los ámbitos en los cuales se desenvuelve el individuo; en
las cuales participe toda la comunidad educativa: padres de familia, estudiantes,
docentes y directivos docentes, promoviendo en la cotidianidad de la escuela el
reconocimiento del otro, la formación ciudadana y el desarrollo de sus competencias, ya
que retomando a Maldonado (2004) se aprende a convivir conviviendo.
Desde dichos postulados se resalta la importancia de intervenir el asunto de la
convivencia escolar, desde estrategias que permitan abordar dicha problemática con el
fin de cambiar las actuales dinámicas que permean su realidad y obtener de esta
manera un impacto positivo en las demás esferas sociales en las cuales se
desenvuelve el individuo, ya que como lo expresa el MEN en los Estándares Básicos de
Competencias ciudadanas citando a Cepeda(2004) “El ciudadano se construye para
que la sociedad se transforme y ese proceso de construcción ciudadana es un proceso
de transformación social.”
Dado que el asunto de la convivencia está ligado a las relaciones que se establecen
con el otro, se ha de reconocer como elemento fundamental la formación ciudadana y la
práctica de sus valores en el espacio escolar como uno de los caminos más viables
para propiciar allí una sana convivencia, en la cual prime el respeto por el otro,
consiguiendo como lo plantea el MEN (2003) “relaciones más armoniosas en las
instituciones educativas, los lugares de trabajo, los espacios públicos y los hogares de
muchos colombianos y colombianas” (p.1). Sin embargo hay que reconocer que en
dicho proceso de formación, no solo interviene la escuela, también la sociedad y la
familia juegan un rol importante; como lo menciona el MEN (2004):
Formar para la ciudadanía es un trabajo de equipo y no hay que delegarlo solamente a la
escuela y la familia. Se aprende también por la calle, en los medios de comunicación, en
las relaciones entre el Estado y la sociedad civil y en cualquier situación comunitaria.
Todos esos son textos vivos que leen los jóvenes. Pero lo importante es traer estos
mensajes al aula y al hogar y reflexionar sobre ellos (p.5)
Pese a esta realidad, las instituciones educativas están llamadas a cumplir su función
social, dado que es el lugar propicio para desarrollar habilidades, competencias y
actitudes que permitan fortalecer los valores ciudadanos, dado que allí se aprende a
vivir con el otro, a reconocer y respetar la diferencia. Y es precisamente desde el ámbito
escolar y la práctica pedagógica del docente que retomara la formación ciudadana.
Es importante establecer que en presente proyecto se entenderá por formación
ciudadana el fomento de las competencias que le permitan al sujeto respetarse a sí
mismo y a los demás, aceptando las diferencias y comprometiéndose con la
convivencia pacífica. Es por esta razón que dicho asunto debe ser una labor primordial
para los docentes, ya que de ellas depende el adecuado desempeño del sujeto en su
entorno social, además del mejoramiento de la convivencia escolar. El MEN (2003) así
lo expresa en los Estándares Básicos de Competencias Ciudadanas, cuando define que
se entiende por formación ciudadana la propuesta que está enfocada en el:
Apoyo al desarrollo de las competencias y los conocimientos que necesitan niños, niñas y
jóvenes del país para ejercer su derecho a actuar como agentes activos y de manera
constructiva en la sociedad: para participar activa y responsablemente en las decisiones
colectivas de manera democrática, para resolver los conflictos en forma pacífica y para
respetar la diversidad humana, entre otros importantes como proteger el medio ambiente”
(p.7).
Ha de considerarse la formación ciudadana y el desarrollo de sus competencias como
una valiosa oportunidad para construir mejores espacios de convivencia en las
instituciones educativas. Ya que es posible formar ciudadanos, la escuela es la llamada
a cumplir dicha función, dado que esta le permitirá al sujeto repensar sus accionar y
configurar nuevos comportamiento en el ámbito social, como lo expresa Adela Cortina
(1998) en su libro Ciudadanos del Mundo “a ser ciudadano se aprende como a casi
todo”, apoyando lo anterior encontramos a Rubio Carracedo (2007), quien menciona
que “La ciudadanía, en efecto, es un largo proceso de aprendizaje que nunca termina
en el que se combinan factores cognitivos (instrucción), factores motivacionales
(volitivos) y factores conativos (se llega a ser ciudadano ejerciendo la ciudadanía)”
(p.159).
Pero para lograr este cometido, las instituciones educativas han de entender que “La
formación ciudadana debe ser un eje de formación transversal que se visualice en los
planes de estudio propuestos para los estudiantes” (Quiroz & Monsalve, 2008, p.51), no
a partir de una apuesta teórica sino desde la vivencia cotidiana en las aulas de clase,
entendiéndola como posibilidad para desarrollar las competencias que le permitan al
sujeto desenvolverse de una mejor manera en sociedad, cambiando sus forma de pesar
y desde allí convertirlo en agente de transformación de su realidad, ya que como
menciona Cortina (1998) “el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad
puede motivar a los individuos a trabajar por ella” (p.34), y como lo dice Isaza (2007),
en su artículo la formación ciudadana en la ciudad de Medellín:
Se reconoce entonces que la formación ciudadana es un proceso importante y necesario
no sólo para capitalizar comunidades, es decir, formar, instruir y potenciar el capital social
y humano de la ciudad, sino también para generar gobiernos legítimos y sostenibles
desde la acción conjunta (p.5).
Son múltiples los aportes que brinda al sujeto la formación ciudadana, pero el más
relevante en el ámbito escolar es su contribución al mejoramiento de las problemáticas
de convivencia, ya que le permite al sujeto asumir de una manera diferente el conflicto y
aceptar al otro desde la diferencia, ya que “La finalidad de la ciudadanía es formarse a
sí mismo; formarse para el otro y con el otro; formarse para habitar la ciudad, el
territorio; formarse intelectual, ética y profesionalmente” (Quiroz & Monsalve, 2008,
p.49).
En el caso específico de las problemáticas de convivencia escolar identificadas en la
institución objeto del presente Proyecto Pedagógico, el fortalecer la formación
ciudadana ha de servir de apoyo para que el estudiante desarrolle las competencias
necesarias para vivir en sociedad, resolviendo de forma adecuada los conflictos y
reconociendo al otro, visibilizándolo como desde la diferencia, fortaleciendo de esta
manera las relaciones que se tejen en la institución, con el fin de generar una sana
convivencia e impactar de forma positiva las realidades que afectan su contexto.
5.4 INCLUSIÓN ESCOLAR
Partiendo de los propósitos que desde la práctica pedagógica se desean lograr en torno
a la problemática de la convivencia, cobra vital relevancia el asunto de la inclusión
escolar como eje fundamental que permita mejorar las relaciones que se tejen en la
actualidad con el otro en los espacios escolares; si se lograr procesos de inclusión
adecuados a partir del reconocimiento del otro y sus diferencias, se lograran las
transformaciones necesarias para generar una sana convivencia.
Para partir de la inclusión escolar como eje fundamental, hay que reconocer que como lo
expresa el MEN en su documento enfoque de educación inclusiva en la actualización
pedagógica de los educadores (2007),
“La Educación Inclusiva es un proceso permanente que reconoce, valora y responde de
manera pertinente a la diversidad de características, necesidades, intereses, posibilidades
y expectativas de todos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, con pares de su
misma edad, a través de prácticas, políticas y culturas que 5 eliminan las barreras para el
aprendizaje y la participación; garantizando en el marco de los derechos humanos cambios
y modificaciones en el contenido, los enfoques, las estructuras y las estrategias”. (p. 4)
Pensar la educación inclusiva requiere una mirada que permita a todos los miembros de
la comunidad educativa pensar en la diversidad y en la diferencia, característica que
permea en la actualidad las dinámicas institucionales, en la cual se encuentran diversas
formas de expresión, multiplicidad de creencias, ideologías, razas, sentires; vistas como
posibilidad de enriquecimiento del sujeto, promoviendo el reconocimiento del otro como
otro diferente. Y para lograr dicho objetivo la escuela ha de lograr que los estudiantes en
su paso por las instituciones educativas logren: “Aprender, Desarrollarse, Participar,
Tomar decisiones autónomas e informadas, Ejercer sus derechos y asumir las
responsabilidades de su ejercicio” (MEN, 2007, p.6).
Sin embargo es importante parafraseando al MEN (2007) no confundir la propuesta de
educación inclusiva con el enfoque que se tuvo en algún momento histórico, remitiendo
está a la atención de personas con las denominadas necesidades educativas
especiales, más bien hay que cambiar estar percepción y retomar el termino barreras
para el aprendizaje y la participación, visión que va más allá de la simple integración y le
apuesta al reconocimiento de la diversidad, entendida esta posibilidad, ofreciendo
estrategias pertinentes, que tengas coherencia y permanencia, fomentado la igualdad de
oportunidades para todos los estudiantes.
En concordancia con lo propuesto en el presente Proyecto Pedagógico, en el cual se
pretende con el desarrollo de las competencias ciudadanas promover los procesos de
inclusión escolar a partir del reconocimiento del otro, se resalta dentro de la propuesta
de educación inclusiva planteada por el MEN(2007) la dimensión crear culturas
inclusivas en los entorno escolares, ya que esta “se relaciona con la creación de una
comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante, en la que cada uno
es valorado, lo cual es la base fundamental primordial para que todo los estudiantes
tengan mayores niveles de logro” (MEN, 2007,p. 7), una escuela que se convierta en un
espacio para la sana convivencia, un lugar en palabras de Skliar para el encuentro y la
conversación con el otro.
En el campo específico de la práctica pedagógica, también se resalta la dimensión que
invita al docente a desarrollar practicas inclusivas, es decir, “asegurar que las
actividades en el aula y las actividades extraescolares promuevan la participación de
todos los estudiantes y tengan en cuenta sus intereses, el conocimiento y la experiencia
adquiridos fuera de la escuela” (MEN, 2007, p.7), fin que se logra cuando el docente
reflexiona sobre su quehacer cotidiano en el aula, fomenta en su devenir los procesos
de integración, respeto activo de las diferencias y la solidaridad, con el fin de propiciar
mejores ambientes de aprendizaje, que transformen las actualidades dinámicas de
convivencia que permean la escuela.
Además deben retomarse en el campo de la propuesta los principios para la educación
inclusiva (2007), a saber la participación, la diversidad, la interculturalidad, la equidad, la
pertinencia y la calidad; realizando especial énfasis en el principio de participación, ya
que este
“Hace referencia a la importancia de “tener voz y ser aceptado por lo que uno es” y busca
favorecer la construcción del sentido de identidad personal y colectivo en la diversidad en
diferentes entornos de acuerdo con los distintos momentos del ciclo vital. Participar
significa reconocer las múltiples formas de expresión y las diversas manifestaciones de lo
que significa ser escuchado, percibido, tenido en cuenta y tomar parte activa de las
decisiones sobre la propia vida y la de los grupos y comunidades a los que se pertenece”
(MEN,2007, p. 8)
Que la institución educativa se convierta en un espacio en la cual el estudiante se sienta
aceptado, reconocido, que se visibilice en el encuentro permanente con el otro, tejiendo
relaciones que no estén mediadas por la violencia o la exclusión, como se evidencia en
las realidades de la institución educativa Rodrigo Correa Palacio; realidades que han
generado dificultades para convivir de una forma adecuada con el otro, resolver
adecuadamente los conflictos y aceptar la diferencia como característica esencial en las
sociedad actuales. Sumado a este principio de la participación, se debe pensar en la
importancia de la interculturalidad en dichos procesos, ya que en la actualidad los
contextos escolares acogen a una población cada vez más heterogénea, se trata
entonces de asumir la interculturalidad parafraseando al MEN (2007) como un diálogo
“abierto, recíproco, crítico y auto-crítico” entre culturas”, para el reconocimiento efectivo
de la diversidad
Por esta razón los procesos de enseñanza y aprendizaje desde una visión inclusiva,
implican no solo el desarrollo de habilidades y destrezas en áreas del conocimiento
como las ciencias, el lenguaje o las matemáticas, sino además el desarrollo de
competencias ciudadanas que le permitan al estudiante generar una sana convivencia
escolar. De allí que la UNESCO citada por el MEN (2017), plantee la educación inclusiva
como un proceso que está guiado a responder a la diversidad de los educandos, con el
fin de reducir la exclusión y aumentar la participación activa de los estudiantes con
habilidades cognitivas diversas, desde y en la educación. Esto significa que se debe
siempre garantizar el acceso al sistema educativo para todos, en los diferentes ámbitos
de la vida escolar del individuo. Asimismo, la guía para la implementación del decreto
1421(2017), menciona que, “para garantizar el derecho a la educación inclusiva, es
necesario que se proporcionen los apoyos y ajustes necesarios para el acceso,
permanencia y educación de calidad en condiciones de igualdad” (p. 8).
Finalmente, hay que entender que como lo plantea el MEN(2017) citando a Porte “La
inclusión escolar significa, simplemente, que todos los alumnos, incluso aquellos que
tienen discapacidades o alguna otra necesidad especial, son escolarizados en aulas
ordinarias, con sus compañeros de la misma edad y en escuelas de su comunidad”
(MEN, 2017, P----) .En la actualidad la apuesta de la escuela es que todos los
estudiantes con capacidades y habilidades diversas están vinculados al sistema escolar
en instituciones educativas de acuerdo con el contexto donde se desenvuelven. Los
docentes reciben apoyo y asesorías de parte de los maestros de apoyo para la
implementación de estrategias metodológicas y la flexibilización del currículo para que
todos puedan acceder a la educación y de esta manera potenciar y fortalecer las
características que cada uno posee. Aunque se hace un poco complejo se ha buscado la
manera de poder adaptar y ofrecer las condiciones necesarias para llevar a cabo estos
procesos; los niños y las niñas aprenden de diversas maneras y a diferentes ritmos y es
precisamente función del maestro aportar a través de diversas acciones pedagógicas
para que todos los estudiantes desarrollen sus aprendizajes. También es fundamental la
integración y socialización de estudiantes con capacidades diversas porque es de la
única manera que se pueden obtener logros y avances en el desarrollo de las
dimensiones que como seres humanos poseen.
En el campo específico de la convivencia, problemática identificada en la institución
educativa en la cual se desarrollara el presente proyecto Pedagógico, el asunto de la
inclusión escolar reviste un eje fundamental, ya que si se logran desarrollar procesos
que permitan la vinculación activa de las diferencias, desde el respeto, la solidaridad, el
reconocimiento del otro se podrán lograr los fines que se han planteado en este campo
para la educación, además de generar una sana convivencia en los entornos escolares y
a partir de este logro, cambiar las realidades de los contextos cotidianos en los cuales
se viven los estudiantes.
5.4.1 RECONOCIMIENTO DEL OTRO
Para lograr los procesos de inclusión escolar que permitan mejorar la problemática de la
convivencia escolar identificada en la institución Educativa Rodrigo Correa Palacio, hay
que partir de la siguiente premisa: el ser humano es ante todo ser social y dicha
característica se evidencia en el devenir cotidiano en las relaciones que se establecen
con el otro. Pese a la importancia de dicho planteamiento se puede ver como en la
actualidad el ser humano está cada día más desligado de los otros, de las posibilidades
que se construyen a partir de la diferencia, del reconocimiento de la alteridad y la
vivencia cotidiana con el otro.
Y es en el marco de estas complejidades en las relaciones con el otro que surge
parafraseando a Melich la necesidad de encontrar y reconocer al otro como un sujeto
valido e importante en la configuración del mundo social de cada individuo, ya que
como lo señala el autor, “La vida se constituye dinámicamente en función de las
interrelaciones que los sujetos establecen entre sí” (Melich, 1994, p.69), el otro como
elemento fundamental en la configuración subjetiva de cada ser humano. Todo ser
humano ha de reconocer, como lo plantea nuevamente Melich (1994) que “mundo
cotidiano no es privado, sino comunitario. Las relaciones que en él tienen lugar no
solamente se establecen sobre objetos, sino sobre otros sujetos; es un mundo
compartido que se caracteriza por la coexistencia“(p.72), lo cual indica que la vida en
sociedad se caracteriza por la interacción permanente con otros seres humanos.
Y es partir de la necesidad de mejorar las relaciones e interacciones que se establecen
con el otro en el mundo actual y en el campo especifico de la escuela, que emerge la
educación como posibilidad para entretejer nuevas relaciones, dado que como lo
expresa Melich (1994) “La educación no es un fenómeno social entre otros, sino que
quizá sea, el fenómeno social más relevante” (p.17), desde el campo educativo se
puede formar al sujeto no solo en los conocimientos básicos de cada área sino además
enseñarle al sujeto a vivir con el otro, prepararlo para encuentro con el otro como
posibilidad de mejoramiento de la convivencia. En dicho encuentro se necesita creer en
uno mismo y en el otro, ya que “Somos alguien porque estamos aquí, sintiendo al
otro…” (Jaramillo & Aguirre, 2010, p.7).
Sin embargo, a pesar del poder que tiene la educación en los procesos de
transformación de las problemáticas actuales, las realidades cotidianas en los entornos
escolares, en este caso específico, en la institución Educativa Rodrigo Correa Palacio,
invitan a cuestionarse por la manera como se está formando desde dicho ámbito para
el reconocimiento del otro, dado que lo que se evidencia son relaciones en la cuales el
otro no es reconocido como un sujeto valido, y no lo es porque en el otro se ha
invisibilizado, como lo plantean Jaramillo & Aguirre (2006) en su artículo. El otro en
Levinas: Una salida a la encrucijada sujeto–objeto y su pertinencia en las ciencias
sociales:
De igual forma, pasan frente a nosotros cantidades de rostros de todos los tonos, formas
y expresiones; se ofrecen a nuestra mirada e igualmente, nuestra actitud natural ha hecho
que pierdan toda novedad, no importando si es un compañero de trabajo, alguien que nos
presta un servicio e incluso, los seres que más amamos. Los rostros se han vuelto tan
habituales como los demás seres (por no decir “objetos”) que conforman nuestro cuadro
perceptivo. Es precisamente esto lo que ha permitido totalizar aquello que se presenta a
los sentidos; volverlo objeto de estudio; incluso lo humano (p.11).
Tomando como referencia la anterior reflexión en torno al reconocimiento del otro y
como la ausencia del mismo ha afectado las relaciones que se tejen en el entorno
escolar, generando marcadas dificultades de convivencia, surge el cuestionamiento al
quehacer pedagógico del maestro, el cual en ocasiones desde su misma practica
pedagógica puede impulsar y generar los cambios que se requieren en las relaciones
que se tejen con el otro, parafraseando a Skliar, se pueden generar otro tipo de miradas
que le permitan al sujeto entender que las diferencias no son algo negativo, por el
contrario, estas son una posibilidad que tiene el sujeto de identificarse, conocerse a sí
mismo y a través de ese conocimiento reconocer a los demás, quizá “allí resida toda
posibilidad y toda la intensidad del cambio de amorosidad en las relaciones
pedagógicas: Nunca ser impunes cuando hablamos del otro; nunca ser inmunes
cuando el otro nos habla” (Skliar, 2009, p.147).
Es precisamente en esa falta de amorosidad que plantea Skliar que se originan las
dificultades de convivencia en el entorno escolar, ya que la falta de reconocimiento del
otro no permite al sujeto acercarse a los demás, pues el otro se ha invisibilizado y no se
le acepta como un sujeto valido, en este contexto los valores ciudadanos como el
respeto, el dialogo, la solidaridad y el amor no tienen relevancia; derivando de esta
realidad las dificultades para tejer relaciones adecuadas con el otro y la utilización de la
violencia como única posibilidad para resolver los conflictos. Emerge entonces la
formación ciudadana y el desarrollo de sus competencias como posibilidad para
promover la conversación con el otro, ya que en el ámbito escolar “nos hemos formado
siendo altamente capaces de conversar acerca de los otros y altamente incapaces de
conversar con los otros” (Skliar, 2009, p.154), y al no darse la oportunidad de conversar
con el otro, de visibilizar su rosto y sus sentires, se corre el riesgo de no conocer a ese
otro, sentirlo y por lo tanto convivir con él.
Sin embargo para poder lograr el reconocimiento del otro y que en el entorno escolar se
posibilite la conversación entre las diferencias, se requiere parafraseando a Skliar
(2009) tres matices: El primero devolverle a la educación la patria de los afectos,
compuesta por la hermandad, el amor y la amistad, ya que si no hay afecto lo que se
evidencia es un alto grado de indiferencia entre los sujetos en el entorno educativo. El
segundo, afectar al otro y dejarse afectar por el otro, en un marco de comunión y
diálogo en ambas direcciones. Finalmente, rescatar el valor de la igualdad desde la
mirada y la palabra, ya que si no hay igualdad no hay posibilidad de conversar con el
otro.
En esta apuesta por lograr el reconocimiento del otro en la Institución Educativa
Rodrigo Correa Palacio, es necesario siguiendo a Mélich (1994), en su texto Del
Extraño al cómplice, reconocer en primera instancia su corporeidad, dado que:
Primero, la realidad corpórea de los otros, segundo, que las corporeidades poseen
conciencias similares a las mía, tercero, las cosas del mundo externo incluidas en mi
ambiente y en el de mis semejantes son las mismas para nosotros y tienen
fundamentalmente el mismo sentido, cuarto, puedo establecer relaciones y acciones
reciprocas con mis semejantes, y quinto, puedo comunicarme con ellos (Mélich, 1994,
p.73).
Desde estas premisas que incluyen el reconocimiento de la dimensión corpórea del
otro, se pueden dar los primeros pasos para el mejoramiento de la convivencia
escolar, al propiciar el encuentro con el otro, parafraseando a Mélich (1994), un
encuentro en el cual sea el otro sea visto como apertura, donde esté dispuesto a hablar
con el otro o, en términos de Skliar, conversar con el otro, afectar y dejarse afectar por
él; contrario a lo que sucede en las realidades identificadas en los entorno escolares, en
las cuales se piensa al otro como un instrumento o un análogo, en dichos tipos
de encuentro el otro simplemente es visto como un instrumento que se utiliza de
acuerdo a las necesidades en un momento determinado o como una prolongación de la
propia subjetividad.
Adicionalmente, en esta formación para el reconocimiento del otro, el sujeto ha de tener
en cuenta la capacidad de apertura, ya que retomando a Mélich (1994):
El otro aparece en la tercera relación gadameriana como apertura. Hay que dejarse hablar
por el otro. Comprender al otro no significa en modo alguno abarcarlo, someterse a él, o
hacer lo que te pide ¿Qué significa entonces abrirse al otro? La apertura hacia el otro
implica, pues, el reconocimiento de que debo estar dispuesto a dejar valer en mí algo
contra mí, aunque no haya ningún otro que lo vaya a hacer contra mí (Mélich, 1994,
p.100).
En dicha relación de apertura es fundamental el dejarse hablar por el otro y conversar
con el otro, desde el establecimiento de esta relación se podrían mejorar muchas de las
problemáticas que se identificado en el entorno de la institución educativa Rodrigo
correa Palacio, a partir del fomento de relaciones de encuentro en la cuales los
estudiantes aprendan a conversar con el otro, identificando sus sueños, sus sentires,
sus conflictos y sus vivencias, ya que lastimosamente en la ámbito escolar “nos hemos
formado siendo en gran manera incapaces de dejar a los otros conversar entre sí”
(Skliar, 2006, p.262).
Finalmente, para complementar esta propuesta enmarcada en el reconocimiento del
otro según los postulados de Mélich (1994), se hace fundamental asumir el encuentro
con el otro desde la esfera moral, es decir, darle un rostro a esa corporeidad, lo cual le
permitiría a los estudiantes acceder a los valores morales que sustentan las relaciones
con los otros, valores como el respeto, la solidaridad y el amor, dado que “si la
corporeidad no se convierte en rostro, si no descubrimos al otro como rostro, es
imposible tomarlo como presencia del absoluto y entonces la acción moral deja de tener
la forma del encuentro” ( p.135).
Desde los postulados expuesto si se desean solucionar las problemáticas identificadas
en torno a la convivencia escolar en la institución educativa Rodrigo Correa Palacio, ha
de plantearse la formación para el reconocimiento del otro como un eje fundamental en
la solución de las mismas, se requieren espacios para el encuentro, la conversación, el
dialogo con las diferencias y la vivencia de los valores ciudadanos que permitan
enseñar a convivir en un ambiente de respeto y de apertura hacia el otro.
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