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LA PRESERVACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE:
IMPUESTOS PIGOUVIANOS VERSUS MERCADO DERECHOS DE EMISIÓN
Rocío Yñiguez Ovando
INDICE:
1.- Interés público del medio ambiente
2.- Externalidades, ineficiencia y medio ambiente
3.- Intervención pública ante la ineficiencia económica generada por la contaminación ambiental
3.1 .-Impuestos pigouvianos
3.2.- Mercados de derechos de emisión
3.3.-Equivalencia de los derechos de contaminación y los impuestos pigouvianos
3.4.-El mercado de derechos europeos
4.- Bibliografía
___________________________
1.- Interés público del medio ambiente
El medio ambiente en su concepto más amplio, se puede considerar como un bien
público de nuevo corte, llamado también a satisfacer las necesidades sociales y que se
puede incluir dentro de la categoría de los llamados bienes públicos globales (BPG), es
decir, bienes cuyos beneficios son no rivales y no excluibles para más de un grupo de
países, para una parte importante y transversal de la población mundial y para más
generaciones que la actual1.
1 KAUL, ET AL. (1999).
2
Una característica diferenciadora nos interesa destacar del medio ambiente respecto a
los bienes públicos tradicionales. Frente a bienes como la defensa nacional, la
educación, la sanidad, etc., que se desenvuelven en un marco territorial muy reducido, el
medio ambiente se configura como un bien sin límite geográfico; un bien que por su
propia configuración se expande más allá de las fronteras de una jurisdicción; un bien,
por tanto, que con razón podría recibir el calificativo de “supranacional”. Por tanto,
podemos afirmar que la actividad económica desarrollada en un punto geográfico
determinado, puede causar efectos externos a la humanidad, o al menos, a un amplio
segmento de la misma.
La tala de un bosque, la explotación desmedida de la Antártida, o el consumo excesivo
de combustibles fósiles con un alto contenido de dióxido de carbono, pueden afectar la
calidad de vida de la población, no sólo de aquella que habita en el área en el que se
circunscribe la actividad, sino la de amplias zonas geográficas que pueden alcanzar a la
Humanidad entera por las consecuencias del efecto invernadero, elevación del nivel de
los mares, desertización, etc.
Una gran diferencia entre el bien público medio ambiente y los bienes públicos a los
que se refería Pigou, está ante todo en lo que podemos llamar principio de “no
correspondencia”. Principio que hace referencia a la falta de coincidencia entre el
ámbito territorial sobre el que se ejerce la soberanía del estado, y el territorio sobre el
que incide el efecto o efectos negativos de la externalidad.
La arraigada conciencia de soberanía nacional en los distintos estados nos conduce a un
proceso complicado para la cesión de cualquier competencia que pueda considerarse
atentatoria del principio de soberanía. Este fuerte sentido de la soberanía nacional viene
acompañado, en el mundo económico de la lucha impuesta como consecuencia del
marco competitivo internacional en que se desenvuelven las distintas economías
nacionales. Cualquier acción que tienda a deteriorar la relación real de intercambio
como consecuencia de una elevación de los costes interiores en los procesos productivos
y por tanto, venga a suponer una pérdida de posiciones competitivas frente a las
economías del entorno, es rápidamente rechazada, tanto por los sectores perjudicados
como por los gobiernos respectivos, que no están dispuestos a asumir el coste político,
3
que supone la introducción de una medida de esta naturaleza, aunque esté justificada por
el proceso de globalización en el que estamos viviendo2.
El problema de la no correspondencia jurisdiccional es una de las cuestiones más
importantes en el tratamiento de los bienes públicos supranacionales, que no estuvieron
presentes en la hacienda pública de los años veinte, ni siquiera en el casi medio siglo
vivido bajo el imperio de la Hacienda Keynesiana.
2.- Externalidades, ineficiencia y medio ambiente
Se genera una externalidad en aquellas ocasiones en que se produce una interacción
entre las funciones de utilidad o de producción de dos o más sujetos económicos (ya
sean economías domésticas o empresas) sin que la misma se refleje en los precios de
los bienes intercambiados por esos agentes económicos. Es decir, a veces las actividades
de producción o de consumo de determinados bienes conllevan efectos para terceros que
no son los productores ni los consumidores. A estos efectos a terceros es a lo que se
conoce como economías externas, ya que son efectos que quedan fuera del sistema de
precios, del sistema de mercado.
En definitiva las externalidades son los costes o beneficios adicionales que no se
reflejan totalmente en el precio del mercado, por lo que dan lugar a situaciones de
ineficiencia económica.
En el caso de la contaminación ambiental lo que se genera es una clara externalidad de
producción negativa, en la que los costes sociales están por encima de los costes
privados soportados por la unidad de producción causante de la misma.
En la economía clásica, el funcionamiento del mercado garantizaba la asignación
eficiente de los factores de producción desde el punto de vista individual y social, de tal
forma que, a pesar de la influencia mutua de los individuos en su bienestar, todos los
efectos se transmitían a través de los cambios de los precios del mercado y la nueva
asignación seguía siendo eficiente desde la óptica de Pareto, independientemente de que
fuera más o menos deseable o equitativa desde el punto de vista de la distribución,
según los juicios éticos de la sociedad.
2 WHALLEY,J. (1991), VOL. 101
4
Pero el sistema de precios no garantiza la eficiencia ante la existencia de externalidades,
sean positivas o negativas, ya que a la hora de decidir la cantidad a producir o a
consumir de un bien o servicio, el sujeto decisor únicamente tendrá en cuenta los costes
o beneficios propios o privados, que se reflejan a través de los precios, dejando al
margen los costes o beneficios ajenos, cuya consideración es necesaria para conseguir
una asignación eficiente de los recursos, desde el punto de vista social.
Uno de los principios fundamentales de la economía que sirve de guía para tomar
decisiones racionales, es que el precio debe ser igual al coste marginal. En cualquier
actividad, se maximiza la ganancia neta en el punto en que el incremento del coste de
esa actividad (coste marginal) es igual al incremento de los ingresos de esa actividad
(ingreso marginal).
Si nos centramos en un mercado específico, por ejemplo el del aluminio, el gráfico 1
muestra las curvas de oferta y demanda de ese mercado. Estas curvas contienen
importante información sobre los costes y los beneficios. La curva de demanda de
aluminio refleja el valor que tiene éste para los consumidores expresados por los precios
que están dispuestos a pagar. Dada una cantidad cualquiera, la altura de la curva de
demanda muestra la disposición del comprador marginal a pagar. Es decir, muestra el
valor de la última unidad comprada de aluminio. Asimismo la curva de oferta refleja los
costes de los productores de aluminio. Dada una cantidad cualquiera, la altura de la
curva de oferta muestra el coste del vendedor marginal. Es decir, muestra el coste de la
última unidad vendida de aluminio.
El precio del aluminio se ajusta para equilibrar la oferta y la demanda de aluminio. La
cantidad producida y consumida en el equilibrio del mercado, representada por Q*, en
el gráfico 1, es eficiente en el sentido de que maximiza la suma del excedente del
productor y del consumidor. Por tanto, el mercado asigna los recursos de tal forma que
maximiza el valor total de la satisfacción obtenida por los consumidores que compran y
utilizan el aluminio menos los costes totales asumidos por los productores que lo
fabrican y lo venden.
5
GRÁFICO 1
O fe r ta( cos te p ri va do)
D em a nda( v a lo rpr i vad o)
Can t ida d de al um i ni o
Pr e cio
de l al um i ni o
Q*
P *
El teorema fundamental de la Economía del Bienestar para la consecución de la
eficiencia nos dice que el precio debe ser igual al coste marginal social, el cual incluye
todos los costes de producción, incluso el daño externo a otras personas y empresas. Por
ello, las externalidades es una fuente de ineficiencia desde el punto de vista de la
Economía del Bienestar, al no quedar incluido en los precios los beneficios o costes
sociales que originan.
La externalidades o efectos externos son consecuencias económicas que exceden el
ámbito de la economía en que se producen. Los positivos beneficiando a terceras
personas y los negativos provocando un daño, un perjuicio para otras, que no
encuentran su reflejo a través del sistema de precios que compense a quien los produce
por los beneficios que reportan a los demás las externalidades, ni por el mismo
procedimiento generan un coste a quien los produce, en el caso de los negativos,
compensador del daño generado a terceros.
Por tanto, son efectos que exceden el ámbito privado que es la esfera en la que se basa
la actuación del mercado, por lo que podemos hablar en estos casos de insuficiencia del
mercado para alcanzar una asignación eficiente de los recursos económicos desde la
óptica social, al no poder absorber los beneficios y costes sociales asociados a las
externalidades positivas y negativas, respectivamente.
6
Cuando los beneficios sociales son mayores que los beneficios privados (caso de efectos
externos positivos) la empresa tiende a producir o el consumidor a consumir aquel bien
que origina tales efectos, por debajo del óptimo social, ya que proporciona beneficios a
la sociedad superiores a la compensación que reciben de ella a través del mercado.
Por otro lado, cuando los costes sociales son mayores que los costes privados (caso de
efectos externos negativos) la empresa tiende a producir o el consumidor a consumir por
encima del óptimo social, ya que parte de los costes de la producción o del consumo,
lejos de incidir en la economía de la empresa o en la economía doméstica, se desplazan
a la sociedad.
En ambos casos, las externalidades originan una situación de clara ineficiencia
económica al proponer una asignación de recursos diferente de aquella que garantizaría
la consecución del óptimo social.
Vamos a analizar la ineficiencia generada por la contaminación, centrándonos en el
sector de fabricación de aluminio, en el que por cada unidad producida de aluminio, la
atmosfera recibe una cantidad determinada de humo. Como este humo supone un riesgo
para la salud de las personas que respiran el aire, es claramente una externalidad
negativa. ¿Cómo afecta esta externalidad a la eficiencia derivada del mercado?
Para sistematizar el análisis, vamos a estudiar de forma detallada los conceptos de
costes y beneficios derivados de la contaminación. El coste marginal de cada unidad de
contaminación es igual al daño infligido por esa unidad, que aumenta a una tasa
creciente conforme aumentan las unidades de contaminación. El beneficio marginal de
una unidad extra de contaminación es el producto extra que corresponde a esa
contaminación y/o el ahorro de costes que permite la contaminación; ya que para
reducir la contaminación se puede hacer, o bien disminuyendo la producción, lo que
supone una pérdida para la sociedad igual al excedente de ese bien, o bien usando
factores más caros, como filtros en chimenea, que representan un coste para la empresa.
El beneficio marginal disminuye con la cantidad de contaminación, lo que puede
explicarse por el hecho de que la valoración marginal que los consumidores otorgan a
un bien que se produce, disminuye al aumentar la cantidad.
La cantidad eficiente de contaminación, X1*, se dará cuando el coste marginal sea igual
al beneficio marginal. Pero si la empresa que contamina no incurre en ningún coste,
7
seguirá contaminando siempre que se de un incremento de beneficio,
independientemente del coste que suponga para otras partes y llegará hasta que el
beneficio marginal de las emisiones sea cero, en este caso la contaminación de
equilibrio, X1, es mayor que la eficiente. ¿Por qué se produce esta ineficiencia? El
origen se encuentra en que el bien contaminado es un bien libre, no tiene mercado y por
lo tanto, no tiene precio determinado por la oferta y la demanda, P*, su precio es cero
(por ejemplo: aire limpio). En este caso, la externalidad no se debe a un fallo del
mercado, sino a que el mercado no existe.
Tenemos que tener en cuenta que una contaminación igual a cero no es socialmente
deseable, ya que sería equivalente a una producción cero que es una solución
ineficiente.
GRÁFICO 2
C a nt ida dd e co n tam i n ac ió n
P reci o
C oste m arg in al (Cm )
B e ne f i ciom a rgi n a l ( Bm )
X 1X 1*
P*
1 00 %
También se puede medir la cantidad óptima de contaminación que se debe eliminar,
para lo cual se iguala el coste marginal de eliminar la contaminación, Cm, al beneficio
marginal, Bm, que reporta la eliminación de la contaminación. El coste marginal es
creciente conforme se elimina más contaminación y el beneficio marginal es
decreciente, ya que las primeras unidades de contaminación eliminadas reporta una
utilidad mayor que cuando existe menos contaminación.
El nivel óptimo de control de la contaminación es X*2 del gráfico 3. Para niveles
inferiores a X*2 , el beneficio marginal es superior al coste marginal de eliminar la
8
contaminación y, sin embargo, para niveles superiores a X*2 , el coste marginal es
mayor que el beneficio marginal que reporta la reducción de la contaminación, por lo
que en estos niveles no se eliminará. Para la cantidad óptima eliminada, el beneficio
neto es igual al área rayada.
GRÁFICO 3
Can t id a d de contaminacióneliminad a
P rec io
1 0 0%
X2X2*
C m
B m
0
Los gráficos 2 y 3 están relacionados, puesto que al establecerse el nivel óptimo de
contaminación, el resto de contaminación existente debe ser eliminada. Si las unidades
de contaminación eliminadas óptimas supusieran el 50%, se deduciría que las unidades
de contaminación óptima representarían el 50%, es decir, O X*2= X* 1X1 y OX*
1= X*2X2
Para conocer cuál es la producción de aluminio socialmente eficiente, tenemos que
considerar el coste marginal social, además del coste marginal privado (que coincide
con la curva de oferta de un bien). Representando gráficamente las curvas de oferta
(coste marginal privado) y demanda de un bien (beneficio marginal de consumir el
bien), el equilibrio de mercado se produce en el punto E1, con una producción de Y1 y
un precio P1 (gráfico 4).
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GRÁFICO 4
Precio
Cantidad pro ducid adel bie n
Dm (benef icio marg ina l socia l)
C mP (cos temarg inal p r iv ado)
E1
Y1
P 1
Dm (Daño mar ginal)
CmS = CmP + D m (C ostemarg ina l social )
Y*
P*E*
A
FH
B
El equilibrio en E1 no es socialmente eficiente, porque el coste marginal social (CmS),
suma del coste marginal privado (CmP) y del daño marginal (Dm) es superior al
beneficio marginal social (curva Dm). Por consiguiente, la eficiencia desde un punto de
vista social se localiza en el punto E*, con una producción, Y*, menor que la producción
de un mercado competitivo, Y1, y un precio mayor, P*.
Por tanto, la eficiencia mejora al disminuir la producción de Y1 a Y*, lo que conlleva un
coste y beneficio asociado y que podemos cuantificar gráficamente. El coste es la
disminución de los beneficios del consumo originado por la disminución de las
unidades del bien Y1 – Y* que ya no están disponibles y viene representado por el área
E*E1 Y1Y* = área AE1 Y1 Y
* + área A E1E*. El beneficio es el ahorro en los factores de
producción correspondientes a la disminución de la producción y está formado, por el
valor de los factores de producción pagados por el productor del bien, que son los costes
internos de producción, medidos por el área AE1Y 1Y* y por la disminución de los
costes externos o daños marginales impuestos a los perjudicados por la contaminación y
que viene medida por el área FHY1Y* que es igual al área AE*BE1. Por lo tanto, el
ahorro total de factores al disminuir la producción de Y1 a Y*, o beneficio de la
disminución de contaminación es el área E*BY1Y*.
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Considerando conjuntamente el coste y el beneficio, la ganancia neta de la sociedad es
igual a la diferencia entre el beneficio (área E*BY1Y*) y el coste (área E*E1Y1Y
*) y se
corresponde con el área E*BE1. Por consiguiente, podemos afirmar que la sociedad
estará mejor con una producción eficiente Y*.
3.- Intervención pública ante la ineficiencia económica generada por la
contaminación ambiental
La intervención del Sector público ante la insuficiencia del mercado para alcanzar una
asignación de recursos socialmente óptima ante las presencia de externalidades, ha
estado contemplada por la doctrina económica aún en los momentos más relevantes del
liberalismo económico.
Es el propio Adam Smith el que después de enumerar y analizar las funciones
específicas encomendada a la acción pública, establece que “la tercera y última
obligación del ciudadano o del estado es la que se refiere a la erección y
mantenimiento de aquellas instituciones públicas y de aquellas obras públicas que, pese
ventajosas en alto grado para toda la sociedad, son, sin embargo, de tal naturaleza,
que el beneficio no puede en modo alguno compensar el gasto a cualquier individuo o
reducido grupo de individuos y por ello no puede esperarse que los erijan y mantengan
un sujeto o grupo de sujetos”3.
Como puede observarse, las condiciones de intervención del Sector Público, en este
pasaje de Smith, es que desde la utilidad que para la sociedad suponga la disposición de
un bien, la desproporcionalidad entre la satisfacción individual y el coste del bien o de
la obra para quien intenta su provisión impediría la realización del mismo pues “no
puede esperarse que los erijan y mantengan un sujeto o grupo de sujetos”. Esto es tanto,
como decir que buena parte de los beneficios que proporciona el bien de referencia,
recaen sobre una buena parte de la colectividad que en nada contribuyen a la “erección
o al mantenimiento” de los mismos. Esta imposibilidad de control efectivo para
transmitir cualquier beneficio derivado de un bien o el uso del bien mismo a través del
sistema de precios, lleva a Smith a reclamar la presencia del Sector Público en estas
tareas.
3 SMITH, A. (1976[176]), libro V, parte III.
11
Menos explícito pero en la misma línea se muestra J.S. Mill al considerar que quizá en
un país y en un momento determinado puede carecerse de “algo realmente importante
para el interés general, quizá no deseable o que incluso siendo necesario, el Estado debe
acometerlo por sí mismo, no porque los sujetos privados no sean capaces de hacerlo,
sino simplemente porque no lo hacen”4.
Entre Smith y Mill se aprecian matices diferenciales de interés. De un lado aparece el
concepto de “interés general” aparentemente desconectado del interés de cada uno de
los sujetos de la colectividad ya que cabe que el bien de que se trate, pueda ser “no
deseable”, cuando por otro lado, la intervención del estado lo es, no por incapacidad de
acometer el suministro un individuo o grupo de individuos, sino simplemente por el
hecho real de no hacerlo, aun siendo capaces para ello. Nada de extraño tiene este
enfoque si consideramos el peso que en el pensamiento de Mill tiene la visión social de
la economía y de la función del estado en la regulación de algunos de sus aspectos.
De este modo, no resulta extraño el espacio de actuación atribuido al sector público por
autores más alejados del liberalismo económico que de forma insospechada vendrían
sustancialmente a coincidir con algún pensamiento clásico. Dice J. M. Keynes que “el
estado no debe hacer las cosas que los individuos ya hacen, y hacerlas un poco mejor o
un poco peor; sino hacer aquellas cosas que por el momento no se hacen” 5.
Keynes otorga al Estado una función subsidiaria, en línea con Mill y coincidente con
Smith, al asignar una parcela de actuación al Sector público, cuando el mercado, los
individuos o grupos de individuos por sí, no realicen la actividad económica que de un
modo u otro se consideraría como de interés general.
Hemos apuntado también que la ausencia de actuación por parte de la actividad privada
a través del mercado, puede estar motivada por la falta de correspondencia entre costes
de producción e ingresos por medio de precios, ya que buena parte de los beneficios
derivados de los bienes no son fácilmente internalizables, recayendo sobre terceros que
los reciben gratuitamente, o en caso contrario, en el de los efectos externos negativos,
cabría un exceso de actividad al no internalizar en forma de costes productivos el daño,
los perjuicios causados a la colectividad por el hecho de la producción.
4 MILL, J.S. (1926[1848]), PÁG. 978 5 KEYNES, J.M. (1926), pág. 67.
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El esquema doctrinal que perfila la actuación del sector público en un escenario
económico de externalidades se debe al economista británico Pigou6.
Distingue Pigou entre, por un lado, beneficios y costes privados, que representan los
efectos internos de la acción económica y que por tanto no escapan del mecanismo de
los precios, entrando su consideración a formar parte del cálculo económico del sujeto,
y por otro beneficios y costes sociales que incluyen, además de aquellos privados, todos
los otros que escapan al mecanismo de los precios, por ser externos, y que van, por ello,
más allá de las motivaciones del sujeto económico individual.
Cuando los beneficios sociales son mayores que los beneficios privados ( caso de
efectos externos positivos) la empresa tiende a producir o el individuo tiende a consumir
aquel bien que origina tales efectos, por debajo del óptimo social, ya que proporciona
beneficios a la sociedad superiores a la compensación que de ella recibe a través del
mercado. En este caso sería precisa la intervención del Sector Público, incentivando la
producción o el consumo del bien, de tal modo que se pudiera llegar al óptimo social.
Por otro lado, cuando los costes sociales son mayores que los costes privados (caso de
efectos externos negativos), la empresa o el individuo tiende a producir o consumir por
encima del óptimo social, ya que parte de los costes de la producción o del consumo,
lejos de incidir en la economía de la empresa productora o de individuo consumidor, se
desplazan a la sociedad. En este caso la actuación del Sector Público debe orientarse a la
desincentivación de la producción o el consumo, de tal modo que se pudiera lograr el
óptimo social.
La actuación del Sector Público en este escenario de ineficiencia económica se puede
enmarcar dentro de diferentes medidas de política económica, todas ellas con el común
denominador de lograr una asignación eficiente de recursos económicos, desde el punto
de vista del bienestar social.
6 PIGOU,A.C. (1926)
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3.1. Impuestos Pigouvianos
Los impuestos destinados a paliar los efectos de las externalidades, igualando los costes
marginales privados a los costes marginales sociales, se denominan impuestos
correctores o impuestos Pigouvianos, en honor del economista inglés, A. C. Pigou, que
en su obra The Economics of Welfare7 defendió el uso de este tipo de imposición.
Consideremos el ejemplo de una empresa de aluminio que contamina el aire. Ya hemos
visto como a la empresa sólo le preocupan sus costes marginales privados y no los
costes marginales sociales derivados de la contaminación, por lo que la producción de
aluminio era excesiva. Cobrándole en forma de impuesto una cantidad igual al coste
social marginal de la contaminación, se igualarían los costes marginales privados y los
costes marginales sociales. En el gráfico 5 hemos supuesto que la cantidad de
contaminación es proporcional al nivel de producción y el coste marginal de cada
unidad es fijo; por lo tanto, imponiendo un tributo fijo por unidad de producción, igual
al coste marginal de la contaminación, se induciría a la empresa a producir la cantidad
de aluminio socialmente eficiente. La distancia EA del gráfico representa el impuesto
sobre la contaminación por unidad producida, y el área EABC la cuantía total de los
impuestos pagados por contaminar, es decir la recaudación realizada por la Hacienda
Pública correspondiente al impuesto destinado a la eliminación de la ineficiencia que
generan las externalidades negativas.
GRÁFICO 5
P ro d u cc iónde alum i nio
Prec io
Dem and a (=b enef ic io marg ina l s oci a l )
Cos te m argi na l priv ado
Q M
D
C oste mar gina l s oc ia ll(i nc lu i d o el cos te m argina l de la c ontam inac ión)
C
Q E
E
M
A
Im pues to u nita rio s obre la c ontam inac ión(= c oste ma rgi n al de la c ontam inac ión)
B
H
7 PIGOU, A.C. (1926)
14
Parte del impuesto se traslada a los consumidores con el incremento del precio y la otra
parte es asumida por la empresa. El impuesto pigouviano reduce el excedente del
consumidor en una cuantía equivalente al área CEMD, mientras que la pérdida del
excedente del productor viene representada por el área DMAB. Por tanto la pérdida de
bienestar para consumidores y productores como consecuencia del impuesto equivale al
área CEMAB. Por su parte el impuesto permite que la hacienda Pública recaude una
cantidad equivalente al área CEAB y por su parte la sociedad registra una ganancia de
bienestar como consecuencia de la reducción de la contaminación, al disminuir la
producción de QM a QE, igual al área EHMA. Si comparamos las pérdidas con los
beneficios, en término de bienestar, derivados de la fijación del impuesto Pigouviano, el
resultado final es una ganancia neta de bienestar equivalente al área EHM.
Los impuestos Pigouvianos también consiguen que la empresa gaste una cantidad
socialmente eficiente en la reducción de la contaminación. Supongamos que cada
unidad de contaminación (medida, por ejemplo, por el número de partículas emitidas al
aire por unidad de tiempo) impone a otros un coste social conocido. Reducir la
contaminación tiene un coste; manteniendo constante el nivel de producción, cuanto
mayor sea la contaminación que quiera reducirse, mayor será el coste. Suponemos que
el coste marginal del control de la contaminación también es creciente como muestra el
gráfico 6, en el que el eje de abcisas mide la reducción de la contaminación ( a partir de
la que habría si la empresa no gastara nada para reducirla). La eficiencia exige que los
beneficios marginales sociales derivados de un mayor gasto en la reducción de la
contaminación (coste marginal de reducción de la contaminación) sean exactamente
iguales a los costes marginales sociales, situación que se alcanza en el punto C* del
gráfico 6. Si se impone a la empresa un impuesto m*, igual al coste marginal social de la
contaminación, está dedicará a su reducción el nivel de gasto eficiente (también debe
quedar claro que las empresas tratarán de reducir la contaminación de la forma menos
cara – más eficiente – posible, lo que puede entrañar no sólo la realización de gastos
directos en dispositivos para controlarla, sino también la modificación de la
combinación utilizada de factores productivos y otros cambios en el proceso de
producción).
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GRÁFICO 6
Prec iode l acontaminación
Nivel de reducci ónDe la contaminación
Coste marginalDe la reducciónDe la contaminaci ón
Coste mar ginal social de l a contaminación
c*
m*
Hay una serie de problemas prácticos en la implantación del esquema del impuesto
Pigouviano, básicamente determinar la función de daño marginal y sus implicaciones,
que exige dar respuesta a preguntas difíciles:
a) ¿Qué actividades producen contaminación? Tienen que identificarse los tipos y
cantidades de contaminación asociados a los diversos procesos de producción. El
ejemplo de la lluvia ácida8 es bastante ilustrativo, porque los científicos no saben cuánta
lluvia ácida se deriva de las actividades productivas y cuánta de las actividades
naturales, como la descomposición de las plantas y las erupciones volcánicas. Más aún,
es difícil determinar qué cantidades de emisiones de nitrógeno y de azufre que se
generan en una región dada se convierten finalmente en lluvia ácida. Depende en parte
de las condiciones locales del clima y en parte de la presencia de otros contaminantes,
8 Como subproductos de sus actividades, muchas fábricas emiten a la atmósfera óxidos de azufre y nitrógeno. Una vez en el aire, estos productos químicos reaccionan con el vapor de agua y producen ácidos. Estos ácidos se precipitan a la superficie de la tierra con la lluvia y la nieve en zonas muy alejadas del lugar de emisión de los productos contaminantes. El consiguiente aumento del nivel general de acidez tiene efectos perjudiciales sobre la vida de las plantas y de los animales.
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como los hidrocarburos que no son de metano. Por otro lado, hay varios casos en los
que no es difícil medir la contaminación de forma precisa y económica, por ejemplo, las
emisiones de plomo de un combustible en particular y la cantidad de combustible usado.
b) ¿Qué contaminantes causan daño? Es bastante limitada la capacidad de la
autoridad pública para llevar a cabo experimentos controlados a gran escala sobre los
efectos de la contaminación. Por lo tanto, con frecuencia es difícil señalar qué efecto
tiene un contaminante. La problemática de las dioxinas es un claro ejemplo de este tipo
de incertidumbre. Se ha descubierto que la dioxina es tóxica para ciertos animales. Pero
se desconoce qué concentraciones de la misma son peligrosas para los seres humanos o
cuánto tiempo tardan en manifestar los efectos. Algunos científicos han argumentado
que la dioxina no constituye un problema, mientras que otros creen que merece una
cautela extrema. En principio se puede plantear este problema de incertidumbre por el
método de cálculo de los daños esperados. Pero desacuerdos importantes acerca de las
probabilidades de los diversos resultados posibles pueden hacer difícil producir una
función de daño marginal esperado que todo el mundo encuentre convincente.
c) ¿Cuál es el valor del daño causado? Incluso si se determina el daño físico que
ocasiona un contaminante, debe calcularse el valor de eliminarlo. Ante la ausencia de un
mercado explícito en el que se compra y se venda contaminación, ¿cómo se puede
medir la disposición marginal de la gente a pagar por la eliminación de la
contaminación? Se han hecho algunos intentos para inferirla indirectamente mediante el
estudio de los precios de las viviendas. Cuando la gente quiere comprarse una casa,
considera tanto la calidad de la misma casa, las características del vecindario, como la
limpieza de las calles y la calidad de las escuelas. Suponemos que además, a la gente les
preocupa el nivel de contaminación del aire de la zona en la que se haya ubicada su
casa. Consideramos dos casas idénticas con vecindarios idénticos, pero una está en una
zona libre de contaminación y la otra en una zona contaminada, es razonable que la casa
de la zona libre de contaminación tenga un precio más alto. El diferencial de precios
mide la disposición de la gente a pagar por el aire limpio.
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Los estudios estadísticos de la relación entre los precios de las viviendas y la calidad del
medio ambiente han tratado de estimar ese diferencial. Pero estos estudios chocan con el
problema que supone encontrar casas absolutamente iguales.
Dadas estas dificultades para estimar la función de daño marginal, será difícil encontrar
el tipo “correcto” del impuesto Pigouviano.
En este contexto, es interesante señalar que se han fijado impuestos a diferentes tipos de
contaminación en países como, entre otros: Francia, Alemania y Holanda. En este
último país, que tiene uno de los sistemas mejor administrado, existen evidencias de que
los impuestos han reducido la cantidad producida de diversas sustancias contaminantes.
Aunque los impuestos Pigouvianos se suelen analizar en el contexto del daño al medio
ambiente, es igualmente importante su aplicación para el tratamiento de otras clases de
externalidades. Por ejemplo, los camiones pesados crean externalidades al dañar las
carreteras, lo que incrementa el desgaste de otros vehículos que utilizan las carreteras y
aumentan el coste de mantenimiento de éstas. Small y Winston (1986) estiman que si a
las empresas de camiones de Estados Unidos se les obligara a pagar un impuesto igual
al daño marginal causado por sus vehículos, la ganancia de bienestar de la sociedad
sería de 1,2 millones de dólares anuales.
3.2.- Mercados de derechos de emisión
Como hemos señalado anteriormente, las ineficiencias asociadas con externalidades
pueden vincularse a la inexistencia de un mercado para el recurso en cuestión. Esto
sugiere otra manera en que la acción de gobierno puede mejorar la eficiencia, vender
permisos a los productores para contaminar. Al hacerlo, el gobierno en efecto, crea un
mercado, por ejemplo, de aire limpio que de otra forma no habría surgido. Con este
esquema, el gobierno anuncia que venderá permisos para lanzar z* de contaminantes al
aire (la cantidad de contaminantes correspondiente al producto x*). Las empresas
presentan ofertas por el derecho de poseer estos permisos para contaminar, y los
permisos se adjudican a las empresas con las ofertas más altas. La cuota cobrada es la
que vacía el mercado, así que la cantidad de contaminación es igual al nivel fijado por el
gobierno. El precio pagado por el permiso para contaminar se llama derechos de
contaminación.
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En el gráfico 7 se representa el funcionamiento de estos derechos de contaminación. El
eje de abcisas mide el número de derechos de contaminación para producir, por
ejemplo, óxido de azufre y el de ordenadas mide el precio de esos derechos. El gobierno
anuncia que subastará Z* derechos de contaminación. En efecto, entonces la oferta de
derechos de contaminación es perfectamente inelástica en Z*. La demanda de derechos
de contaminación, D, tiene pendiente negativa. El precio de equilibrio por unidad es p1 .
Aquellas empresas que no están dispuestas a pagar p1 por cada unidad de contaminación
que producen deben reducir su producción, o bien adoptar una tecnología más limpia.
GRÁFICO 7
E u ro sa l añ o
De re ch o s pa ra p ro d u ci r Óx id ode a z u fre (p a rte s p o r 1 0 0 mi l l on e s ) a l a ñ o
S
P1
Z *
El esquema también funcionará si, en lugar de subastar los derechos de contaminación,
el gobierno los asigna a diversas empresas que quedan en libertad de venderlos a otras
empresas. La oferta del mercado es aún perfectamente inelástica en Z* y todavía surge
el precio p1 . Las empresas que sólo puedan reducir la contaminación con un alto coste
estarán dispuestas a pagar el máximo por los derechos de contaminación. Las que
puedan reducir la contaminación con un bajo coste preferirán vender los permisos que
tengan.
Una de las ventajas del mercado de derechos de contaminación se halla en que la
distribución inicial de los derechos de contaminación entre las empresas no importa
desde el punto de vista de la eficiencia económica. La lógica en la que se basa esta
conclusión es similar a la lógica en la que se basa el Teorema de Coase. Las empresas
que pueden reducir más fácilmente la contaminación, estarían dispuestas a vender los
derechos de contaminación que obtuvieran y las que pueden reducir la contaminación
únicamente con un alto coste estarían dispuestas a comprar los derechos que
19
necesitaran. En la medida en que exista un libre mercado de derechos de
contaminación, la asignación final será eficiente cualquiera que sea la asignación
inicial.
3.3.- Equivalencia de los derechos de contaminación y los impuestos pigouvianos
Aunque la reducción de la contaminación por medio de los derechos de contaminación
parezca muy diferente de la reducción por medio de impuestos pigouvianos, en realidad
las dos medidas tienen mucho en común. En ambos casos, las dos empresas pagan su
contaminación. Con los impuestos pigouvianos, las empresas contaminantes deben
pagar un impuesto al Estado. Con los derechos de contaminación, deben pagar para
comprar el derecho (incluso las que ya poseen los derechos deben pagar por
contaminar: el coste de oportunidad de contaminar es lo que podrían haber recibido
vendiendo sus derechos en el mercado abierto). Tanto los impuestos pigouvianos como
los derechos de contaminación internalizan la externalidad de la contaminación al hacer
que sea costoso para las empresas contaminar.
La similitud de las dos medidas puede verse considerando el mercado de
contaminación. En los dos paneles del gráfico 8 se muestran la curva de demanda del
derecho a contaminar. Esta curva indica que cuanto más bajo es el precio de la
contaminación, más empresas deciden contaminar. En el panel a), el estado utiliza un
impuesto pigouviano para poner un precio a la contaminación. En este caso, la curva de
oferta de los derechos de contaminación es perfectamente elástica, porque las empresas
pueden contaminar todo lo que deseen pagando el impuesto y la posición de la curva de
demanda determina la cantidad de contaminación. En el panel b), el estado fija una
cantidad de contaminación emitiendo derechos. En este caso, la curva de oferta de los
derechos de contaminación es perfectamente inelástica, ya que la cantidad de
contaminación se fija por medio del número de permisos y la posición de la curva de
demanda determina el precio de la contaminación. Por lo tanto, dada una curva
cualquiera de demanda de contaminación, el estado puede lograr cualquier punto de la
curva de demanda, fijando un precio con un impuesto pigouviano o fijando una cantidad
a través de los derechos de contaminación.
20
GRÁFICO 8
Cantidaddecontaminación
Precio de la contaminación
Demanda de derechosDe contaminación
Impuestopigoviano
Q
P
Un impuestopigovianoFija el precio de laContaminación...
... que, junto con la curva de demanda,determina, la cantidadDe contaminación
a) ImpuestoPigouviano
C an t ida d d e co n ta min ac ió n
Pr ec iod e laco nt ami na c ión
O fer ta d e pe rm is os
D e c on ta min ac ió n
D e man d a de d e re ch o s
D e co n ta min ac ió n
Q
P
...l o q ue , j un to co nLa cu rv a d e d ema nd aDe ter mina , e l p re cioDe la co nt amin ac ión
L os pe rmis os deC on tami nac ió n f ija nL a c an tid ad de la c ont amin ac ión
b ) P er miso s d eco n ta min a ci ó n
Sin embargo, en algunas circunstancias puede ser mejor vender derechos de
contaminación que establecer un impuesto pigouviano. Supongamos que no se quiere
21
que se viertan más de 600 toneladas de residuos a un determinado río. Pero como no se
conoce la curva de demanda de contaminación, no se tiene la certeza de cuál ha de ser la
cuantía del impuesto para lograr este objetivo. En este caso puede subastar simplemente
derechos de contaminación equivalente a las 600 toneladas de residuos. El precio de
subasta indicaría la cuantía correcta del impuesto pigouviano.
3.4.- El mercado de derechos europeos
El objetivo del régimen de comercio de derechos de emisión en el ámbito comunitario es contribuir al cumplimiento de los compromisos del Protocolo de Kioto firmado por la Unión Ruropea. La norma jurídica de referencia es la Directiva 2003/87/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de octubre de 2003 por la que se establece un régimen para el comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero en la Comunidad.
El comercio de los derechos de emisión con arreglo al Sistema de Comercio de Emisiones (EU ETS) –que abarca las emisiones de CO2 procedentes de la energía, los metales ferrosos y las industrias minerales como el cemento, el vidrio y la cerámica, así como las industrias de pasta y papel– se inició en enero de 2005 un período de prueba de tres años.
El esquema de funcionamiento es muy sencillo.Supongamos que las empresas A y B emiten ambas 100 000 toneladas de CO2 anualmente. El Gobierno concede a cada una 95 000 derechos de emisión de emisión. Un derecho de emisión representa el derecho a emitir 1 tonelada de CO2, de manera que ninguna de las dos tiene completamente cubiertas sus emisiones. Al final de cada año, las empresas tienen que presentar un número de derechos de emisión correspondiente a sus emisiones durante el año, sin importar cuáles sean las emisiones de cada empresa. Las dos empresas A y B tienen que cubrir el exceso de 5 000 toneladas de CO2 y tienen dos maneras de hacerlo. Pueden reducir sus emisiones en 5 000 toneladas o comprar 5 000 derechos de emisión en el mercado. Para decidir por qué opción inclinarse, estudiarán el coste de reducir sus emisiones en 5 000 toneladas y compararán este coste con el precio de mercado de los derechos de emisión.
Para operar en los mercados de CO2 las instalaciones necesitan conocer los productos
del mercado, las condiciones de venta, los costes de transacción y los riesgos que se
asumen con las distintas operaciones.
En el mercado se opera con las unidades de asignación europeas, pero también con otros
créditos, como los CERs, que provienen de los Mecanismos de Desarrollo Limpio, y
otros que también provienen de mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kioto.
22
La compra de los derechos de emisión presenta diferentes modalidades:
1.- SPOT, que consiste en la compraventa al contado de derechos de emisión, con
entrega y pago inmediatos.
2.- FORWARD, que es un contrato mercantil de compraventa con entrega en un plazo
futuro definido, con pago en el momento de entrega. Se trata de un crédito negociado
entre las partes con condiciones no estandarizadas.
3.- FUTUROS, se trata de un contrato de entrega futuro, cuya cantidad y plazo están
estandarizados, que cotiza en bolsa, permitiendo su compraventa en cualquier momento,
hasta su caducidad. Habrá que tener en cuenta las condiciones de la bolsa donde cotiza y
sus condiciones son estándar.
4.- ESTRUCTURADO, consistente en un contrato de compraventa con varias entregas
en distintos plazos. El crédito y las demás garantías son negociadas entre las partes.
Estos derechos se pueden comprar en mercados de diferentes características:
1.- DIRECTO/OTC , que consiste en la compra de derechos directamente al vendedor.
Si no es operación spot, requiere relación contractual entre las partes. Pueden
encontrarse en una plataforma OTC, donde cotizan ofertas (bid) y demandas (ask),
mediante un broker o directamente entre partes.
2.- BOLSA, que es un mercado organizado de contratos estandarizados de derechos
europeos. Cada miembro tiene que cumplir las condiciones de adhesión a la Bolsa; y
para participar en ella, hay que pagar cuotas de acceso y licencias de software.
23
3.- MAYORISTA/MINORISTA, se trata de operadores que ofrecen lotes parciales,
según sus propias condiciones, a los clientes minoristas.
Las primeras bolsas europeas en negociar estos créditos, son:
a) NORD POOL (zona escandinava): se trata de un mercado forward continuo.
b) EEX (Alemania): es un mercado spot de compraventa diaria al contado.
c) NEW VALUES (Holanda): es un mercado spot continuo.
d) EXAA (Austria): se trata de un mercado spot de compraventa bisemanal.
e) POWERNEXT (Francia): es un mercado spot continuo.
En España opera SendeCO2 (Sistema electrónico de negociación de derechos CO2).
Los valores que dan derecho a emitir 1 tonelada métrica de CO2 a la atmósfera pueden
ser de tres tipo:
• EUAs – Derechos de Emisión procedentes de la asignación del Gobierno
• CERs - procedente de los proyectos MDLs (países en vías de desarrollo)
• ERUs – procedente de los proyectos ACs (países industrializados)
El precio de los derechos de emisión no llegaba a los 10 euros/Tonelada, cuando nació
este mercado europeo de derechos de emisión y en la actualidad está cerca de los 12
euros/Tonelada, tal como se refleja en los gráficos siguientes:
24
GRÁFICO 9
GRÁFICO 10
4.- BIBLIOGRAFÍA :
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25
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- COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS (1992): “Propuesta de decisión del Consejo relativa a un mecanismo de seguimiento de las emisiones comunitarias de CO2 y otros gases de invernadero”, Bruselas, 1 de junio de 1992, COM (92) 181 final.
- COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS (1993): “Propuesta modificada de Decisión del Consejo relativa a un mecanismo de seguimiento de las emisiones comunitarias de CO2 y otros gases de invernadero”, Bruselas, 22 de marzo de 1993, COM (93) 125 final.
- COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS (1995): “Propuesta modificada de Directiva del Consejo por la que se crea un impuesto sobre las emisiones de dióxido de carbono y sobre la energía”, Bruselas, 10 de mayo de 1995, COM (95) 172 final.
- DIRECTIVA 2003/87/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de octubre de 2003, por la que se establece un régimen para el comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero en la Comunidad, [Diario Oficial L 275 de 25.10.2003].
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- SAMUELSON, P.A. y NORDHAUS, W.D. (1999): Economía, McGraw-Hill, Madrid.
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