La Magia es la respuesta a la sensación de desesperanza que tienen el hombre o la mujer
en un mundo que no pueden controlar.
Malinowski
La tradición de la magia en La Celestina
La obra adjudicada por la mayoría de los críticos al bachiller
Fernando de Rojas contiene elementos mágicos que son deudores de una
tradición que se remonta hasta la antigüedad. La propuesta de este trabajo
es exponer como el personaje de Celestina se configura como hechicera a
través de estos elementos, que por otra parte eran contemporáneos a la
realidad de la época en la que vivió el autor.
La magia
La magia es una práctica que implica la manipulación de las cosas de
este mundo mediante ritos o ceremonias donde se logra forzar a los
demonios o a los poderes ocultos de la naturaleza a realizar un
determinado fin.
El espectro de los elementos que la magia utiliza fue siempre amplio
y confuso, muchas veces relacionada con oficios más cercanos a las
ciencias, otras con prácticas religiosos o paganas. En la Edad Media el
tema de la magia es discutido por los principales actores de la sociedad,
desde los intelectuales y legalistas hasta los representantes de la iglesia,
quienes buscando una reforma impusieron la eliminación de toda práctica
que pudiera ser tenida como sospechosa de atentar contra el poder de
Dios.
Los trabajos de Celestina
Si leemos atentamente los oficios que son adjudicados a Celestina
por boca de Pármeno vemos que estos tienen una estrecha relación con la
práctica de la magia:
Ella tenía seis oficios, conviene a saber: labrandera, perfumera, maestra en
fazer afeytes y de fazer virgos, alcahueta y un poquito de hechizera. Era el
primero oficio cobertura de los otros […] 41
Los oficios de perfumera, “fazer afeytes” y “fazer virgos” suponen
un conocimiento en el arte de la cirugía y del uso de las hierbas
medicinales. Sabemos que Rojas tomó para su personaje modelos de la
antigüedad clásica. Julio Caro Baroja cita un texto de Luciano en donde
se muestra que la hechicera además de conocimiento de brujería podía ser
alcahueta y poseer:
ciertos conocimientos de tipo empírico que le permiten ejercer, a la par,
los menesteres de envenenadora y perfumista: dos actividades que hasta el
Renacimiento y aun después han estado ligadas de modo estrecho. 56
La utilización de las hierbas por parte de las sanadoras o curanderas
fue una práctica común en la edad media. El poder de éstas pudo ser
intensificado mediante la utilización de encantamientos o prescripciones.
Podemos considerar, siguiendo la división que propone Richard
Kieckhefer en su libro La magia en la edad media, las direcciones que
señalan una tendencia de la práctica de la medicina hacia la magia:
1) La preparación de medicamentos que incluye la observancia de tabúes
los cuales son importantes para mantener la pureza de la sustancia
curativa.
2) Elección de ingredientes curativos dictada por las consideraciones
simbólicas de la magia simpática.
3) La atención implícita o explícita a los efectos de los cuerpos celestes.
Astrología.
4) Utilización de un lenguaje secreto.
Siguiendo con la descripción de Pármeno veremos que en su mayoría los elementos que nombra corresponden a los utilizados en la magia diabólica:
Y en otro apartado tenía para remediar amores y para se querer bien. Tenía
huessos de coraçon de ciervo, lengua de bívora, cabeças de codornices,
sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, hava morisca, guija
marina, soga de ahorcado, flor de yedra, espina de erizo, pie de texó, grano
de helecho, la piedra del nido del águila, y otras mil cosas. Venían muchos
hombres y mujeres, y a unos demandava el pan do mordían, a otros, su
ropa, a otros, de sus cabellos. A otros pintava en la palma letras con
açafrán, a otros, con bermellón; a otros dava unos coraçones de cera,
llenos de agujas quebradas, y otras cosas en barro y en plomo hechas, muy
espantables de ver. Pintava figuras, dezía palabras en tierra. 44
Esta descripción nos acerca más a la magia diabólica. La diferencia
que existe entre la magia natural y la diabólica es que esta última invoca a
los espíritus demoníacos y se sustenta en una red de creencias y prácticas
religiosas, mientras que la magia natural se sirve de los poderes ocultos
de la naturaleza, siendo una rama de la ciencia medieval.
La magia de Celestina está muy relacionada con la medicina. Cada
elemento de los que nombra Pármeno tiene una propiedad especial y un
campo de acción específico. Por el elemento “mantillo de niño” que es
una fina membrana que cubre la cabeza del recién nacido, y que es muy
probable que sean residuos de placenta, suponemos que entre los
múltiples oficios también estaba el de partera. La partería fue una de las
tantas profesiones que estuvo relacionada con la brujería. Se sabía que
éstas utilizaban amuletos o ungüentos para ayudar a las parturientas, pero
el dato más escabroso nos los dan los numerosos hechizos en los que se
utiliza partes de niños recién nacidos para hacer ungüentos.
La preparación de ungüentos con partes de animales tiene su origen
en la medicina clásica. Era probable que cada órgano poseyera una
propiedad especial. Kieckhefer menciona un manuscrito de la Galia de
hacia el año 800 en donde se dan instrucciones sobre el uso de las
distintas partes del buitre según las enfermedades que se quieran curar:
“el cráneo, envuelto en piel de un venado, cura los dolores de cabeza. Los
riñones y testículos curan la impotencia si se secan y pulverizan y son
finalmente administrados en vino. (76, 1992)
Entre las hierbas que Pármeno nombra figura el romero. Esta hierba
era utilizada entre otras cosas como amuleto. Colocadas en las puertas de
las casas mantendrían alejadas a las serpientes venenosas y si una persona
la llevaba encima le servía para alejar los espíritus malignos.
En este breve párrafo Pármeno nos dice que celestina escribía letras
en las palmas. El poder de las palabras tenía el mismo alcance que el de
las plantas y animales. Generalmente se las inscribía en talismanes los
cuales servía para proteger de algún mal. Por ejemplo el médico Bernardo
de Gordon (m. c. 1320) creyó que uno podía guardarse de los ataques
epilépticos si llevaba los nombres de los magos bíblicos encima o escritos
en un pedacito de pergamino. (Kieckhefer 76, 1992)
Cuando la nigromancia presupone una imagen, la magia es en
general simpática: la acción realizada en la imagen se transfiere a la
persona representada. Pármeno dice que Celestina daba corazones de
cera llenos de agujas quebradas. Se creía que esta práctica podía
ocasionar la muerte de la persona representada en la figura de cera.
Kieckhefer relata la historia de una hechicera de Coventry, en el siglo X
IV:
…experimentó con una figurilla de cera de un vecino. Cuando dirigió un
pincho de plomo a la frente de la imagen, el vecino se volvió loco y
empezó a gritar de dolor. Después de unas cuantas semanas de agonía, el
hechicero introdujo el pincho en el corazón de la imagen y su vecino
murió. (Kieckhefer 93, 1992)
Otro ejemplo de magia simpática con cera es un experimento para la
magia amorosa que incluye la formula:
como el ciervo anhela la fuente, así X debe suspirar por mi amor; como el
cuervo anhela los cadáveres, así me debe desear; y como esta cera se
funde ante el fuego, así debe ella desear mi amor. (Kieckhefer, 175, 1992)
Con respecto al último punto del párrafo señalado en La Celestina
“Pintava figuras, dezía palabras en tierra” quizá haga referencia al círculo
que se dibujaba en la tierra para invocar a los demonios o espíritus. Entre
los elementos más conocidos de la magia negra o nigromancia se
encuentra el círculo. Éste era trazado en la tierra con una espada o
cuchillo y servía o para invocar a los demonios o espíritus dentro del
mismo o si el mago estaba dentro, lo protegía de los demonios. En el
interior o en su circunferencia pueden llevar palabras escritas o símbolos.
Algunas tradiciones de este tipo tienen una estrecha relación con la
astrología, en estos casos los círculos suele llevar los nombres de los
planetas, el día, el mes y el año en que se realiza el conjuro, además de
los nombres de los espíritus que se desean invocar. Otros círculos
contienen nombres sagrados y palabras en hebreo.
Después de realizar el conjuro ―que estudiaremos más adelante―,
Celestina se dirige a la casa de Melibea. En el camino aparece otro de los
tipos de magia medieval consideradas como diabólicas: la observancia de
signos que predecían el futuro: los agüeros. Dice Celestina: “Todos los
agüeros se adereçan favorables, o yo no sé nada desta arte” 76 El agüero
estaba catalogado dentro del arte de la adivinación, el cual fue heredado
de las prácticas de la antigüedad pagana tales como la lectura del vuelo de
los pájaros y la adivinación que se realizaba observado las entrañas de los
animales en los sacrificios. Después del siglo XII, cuando se produce el
florecimiento de la cultura árabe en Europa, se utilizaron los saberes de la
astronomía, lo que derivó en la astrología como arte adivinatorio.
Lucrecía, la sirvienta de Melibea y prima de Elicia, responde a la
pregunta que le hace Alicia acerca de los oficios que tiene Celestina:
Señora, perfuma tocas, haze solimán, ¡y otros treynta officios! Conoce
mucho un yerbas, cura niños, y aun algunos la llaman la vieja lapidaria. 78
Se llamaba lapidarias a las mujeres que tenían conocimiento sobre
las virtudes de las piedras para curar enfermedades y otros atributos
mágicos. En los libros llamados “lapidarios” se exponen las propiedades
maravillosas de las gemas. Estos libros tienen una tradición literaria que
se remonta hasta la antigüedad. El libro más conocido en la Europa
medieval fue El libro de las piedras del obispo Marbodio de Rennes, de
finales del siglo XI. Marbodio afirmó que Dios había dotado a las piedras
de poderes aún mayores que los de las hierbas:
El zafiro, por ejemplo, posee una gran variedad de propiedades físicas. De
naturaleza inherentemente «fría», puede contrarrestar el exceso de calor en
el cuerpo y reducir la transpiración. Si se pulveriza y se administra con
leche es bueno para las úlceras, dolores de cabeza y otras enfermedades.
Además, posee poderes espirituales y morales. Disipa la envidia y el
terror, induce a la paz e incluso hace que Dios sea favorable a las súplicas.
(Kieckhefer, 113, 1992)
Hasta aquí hemos visto algunos de los oficios y materiales con los
que trabaja Celestina y que configuran el arquetipo de hechicera y
alcahueta muy conocido en castilla medieval.
Prácticas para un hechizo
Para continuar nos detendremos en el conjuro que realiza Celestina
para forzar la voluntad de Melibea e inclinarla a cumplir los deseos de
Calisto, la philocaptio. Celestina se encuentra en su casa y le solicita a
Elicia que le alcance varios elementos de la cámara de los ungüentos,
repleto de sustancias de las mismas características que nombramos más
arriba:
Pues sube presto al sobrado alto de la solana y baxa acá el bote del azeite
serpentino, que hallarás colgado del pedazo de soga que traxe del campo
la otra noche, quando llovía y hazía escuro. Y abre el arca de los lizos y
hazia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de morciélago,
debajo de aquel, ala de drago, al que sacamos ayer las uñas. Mira no
derrames el agua de mayo que me traxeron a confeccionar. 72
Este detalle muestra la variedad de prescripciones que Celestina ha
seguido para las distintas sustancias, por ejemplo el aceite de serpiente
que cuelga de una soga que trajo quando llovía y hazia escuro. Notamos
la rigurosidad de tratamiento de los materiales por los detalles que nos
ofrecen las palabras en boca de la alcahueta.
La sangre de murciélago es uno de los elementos más usados a la
hora de realizar hechizos. La sangre tenía múltiples poderes, se decía que
su solo derramamiento podía llamar a los demonios. En un manuscrito del
siglo XII que menciona Kieckhefer se aconseja que para provocar el
deseo en una mujer se debe empapar lana con sangre de un murciélago y
ponerlo bajo su cabeza mientras duerme. Aquí tenemos un papel escrito,
quizá con una oración, quizá con los nombres de los demonios a los
cuales se desea invocar, entra en juego el poder de la palabra escrita:
El poder de la palabra es mencionado entre otros por Reuchlin que en su
diálogo de 1494, Sobre la palabra maravillosa, recuerda al lector que la
magia que las hechiceras de la literatura clásica trabajaban con el poder de
sus palabras, pero a renglón segundo argumenta que la magia más potente
no se encuentra en las palabras griegas o egipcias, sino en las hebreas.
(Kieckhefer 169, 1992)
Una vez que tiene todos los elementos, Celestina pronuncia el
conjuro el cual podemos dividir en tres partes:
Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la
corte dañada, capitán sobervio de los condemnados ángeles, señor de los
sulfúreos fuegos que los hirvientes étnicos montes manan, gobernador y
veedor de los tormentos y atormentadores de las pecadoras ánimas,
regidor de las tres furías, Tesífone, Megera y Aleto, administrador de
todas las cosas negras del reyno de Stigie y Dite, con tus lágrimas y
sombras infernales y litigioso caos, mantenedor de las volantes y
pavorosas ydras. 73
Esta primera parte es más que nada un llamado y la descripción del
campo de acción del demonio y sus fuerzas. Le sigue la conjuración en sí,
la cual gira en general en torno a uno u otro verbo imperativo que
signifique “orden”, la hechicera se dirige a los espíritus:
Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerça
destas bermejas letras; por la angre de aquella nocturna ave con que
estánescriptas; por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este
papel se contienen; por la áspera ponçoña de las bívoras de que este azeite
fue fecho, con el cual unto este hilado: venga sin tardança a obedecer mi
voluntad, y en ello te embuelvas, y con ello estés sin un momento te partir
hasta que Melibea con aparejada oportunidad que aya lo compre; y con
ello de tal manea quede enredada que, quanto más lo mirare, tanto más su
coraçón se ablande a conceder mi petición, y se le abras y lastimes de
crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se
descubra a mí y me galardone mis pasos y mensaje. Y esto hecho, pide y
demanda de mí a tu voluntad.
La orden de Celestina deja suponer que lo que está escrito en el papel
puede llegar a ser de carácter religioso, quizás una oración o algunos de
los nombre de Dios. En todo caso es algo tan poderoso que los demonios
deben someterse y cumplir la voluntad de la bruja. Varios de los ejemplos
que se tienen de conjuros nigrománticos provienen de prácticas que
nacieron en el submundo eclesiástico. Existían fórmulas que eran tomadas
de los libros de exorcismo usados por los clérigos o monjes de la Edad
Media.
La última parte es una amenaza:
Si no lo hazes con presto movimiento, ternásme por capital enemiga;
heriré con luz tus cárceres tristes y escuras; acusaré cruelmente tus
continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible
nombre. Y otra y otra vez te conjuro.
El conjuro está realizado y su efectividad no puede ponerse en duda.
Celestina usa una de las prácticas más comunes, la de transmitir la
brujería a otro a través de un objeto:
Según los procesos ―y según también creencias documentadas
actualmente en algunos países― una bruja puede transmitir a otro su
brujería haciéndole entrega de un simple objeto material, lleno de fuerza
maléfica. […] pueden obtener que alguien quede o hechizado, o
endemoniado, es decir, poseído por el Demonio”. 175 Baroja
Conclusión
En este breve trabajo se presentó algunos de los elementos y
materiales que configuran la figura de Celestina como una hechicera. Se
puede concluir que Fernando de Rojas tuvo en cuenta para su personaje
las prácticas mágicas de su época y la tradición antigua, teniendo un
amplio conocimiento del tema.
Por los documentos que han llegado hasta nuestra época sabemos
que tanto la justicia civil como el poder eclesiástico castigaron a este tipo
de mujeres: hechiceras y alcahuetas, y que pocos fueron capaces de negar
que sus conjuros no fueran eficientes.
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