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Coleccin: PROPUESTAS
Direc tores de la co lecc in:
Eduardo Pavlovsky (Coordinacin General)
Hernn Kesse lman, Gregor io Barembl i t t
y Juan Car los De Brasi
Pr imera edic in: octubre de 1987
AYLL U S. R. L.
Sede: Defensa 786
1095 Buenos Aires
Postal : Casi l la 227, Suc. 1
1401 Buenos A i res - A rgent ina
Todos los derechos reservados
impreso en la A rgen t ina
Hecho el depsi to que marca la ley 11.723
i.S.B.N. 950-560-049-6
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H. Kesselman - E. Pavlovsky - G. B arem bli t t
J. C. De Brasi - A. Bauleo - M. De Brasi
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EDICIONES BUSQUEDA
BUENOS AIRES _ ARG ENTINA
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INDICE
Prlogo,
Luis Herrera y Marcelo Percia 9
La obra abierta de U mberto Eco y la multiplica-
cin dramtica, H. Kesselman, E. Pavlovsky y
L. Frydlewsky 17
Las identidades fragmentadas. La m ayora silen-
ciosa es sensible al discurso del poder, Eduar-
do Pavlovsky 29
Desarrollos sobre el Grupo-Form acin, Juan Carlos
De Brasi 33
Revisin sinttica y comentarios acerca de los mo-
delos grupales, Gregorio Barem blitt 67
Interrogantes surgidos cuando se realiza una orga-
nizacin de servicios, Arm ando Bauleo 91
La institucionalizacin del anlisis,
Marta De Brasi 101
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PROLOGO
(Logos en pro de lo grupal)
E l prlogo, cuando son propicios los astro s,
no es una forma subalterna del brindis, es una
especie lateral de la crtica.
J. L. BORGES
LUIS HERRERA
MARCELO PERCIA
I. Inmersos en la problemtica grupal, no tragados
por los grupos, nuestro inters por estas prcticas no de-
be entenderse al pie de la letra como provecho o ganan-
cia. Valoramos lo grwpal y conocemos que en ciertas con-
diciones los grupos se muestran como un espacio posibi-
litador de la produccin colectiva. Pero, cmo dar cuen-
ta de estas condiciones que designamos como "ciertas"?
Lo grupal necesita fundar su propia crtica', de lo
contrario, las experiencias grupales corren un riesgo: no
pasar de las gesticulaciones artesanales a un trabajo de
produccin reflexionada.
La escritura sobre lo grupal no interesa si reincide
en un mito cierto e idntico a s mismo, pero importa si
rescata las prcticas grupales a partir de la interroga-
cin de sus actos. Al fin de cuentas nada est ms lejos
de lo grupal que los dogmas de grupos y nada ms cerca
de nuestro proyecto que las rupturas de dogmas que las
acciones colectivas pueden provocar.
II. Concomitante con el dogma vamos a hablar de
la manipulacin, porque junto a las idealizaciones obran
los liderazgos.
Si buscamos un modo de lo grupal en la literatura
argentina, en la escritura de Arlt se sanciona uno que
guarda relacin con lo que queremos plantear: el de la
sociedad secreta. En un pasaje de Los siete locos, el As-
trlogo presenta esta imagen:
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"M anager de locos . . . ? Esa es la frase, quie-
ro ser manager de locos, de los innumerables genios
apcrifos, de los desequilibrados que no tienen en-trada en los centros espiritistas y bolcheviques...
Estos imbciles... y yo se lo digo porque tengo ex-
periencia... bien engaados... , lo suficientemente
recalentados, son capaces de ejecutar actos que le
pondran a usted la piel de gallina. Literatos de
mostrador. Inventores de barr io, profeta s de parro -
quia, polticos de caf y filsofos de centros recrea-
tivos sern la carne de can de nuestra sociedad."
Por qu esta cita de Arlt para retomar el problema
del liderazgo en los grupos? Porque no hay en sus enun-
ciados ni un afn moralizante ni una propuesta de co-
rreccin . Hay s una creencia en el poder colectivo, pero
ese poder es para el Astrlogo "una montaa de carne
inerte" que espera una religin y su santo.
En esta visin de Arlt se dice sin eufemismos una
de las series fundantes de la tensin que se trabaja en
el pensamiento grupal argentino: manager de locos / im-
bciles. .. bien engaados.
La otra es la que se trata de
elucidar ahora: coordinacin de grwpos / produccin co-
lectiva.
Se pueden trascender las mrgenes de las idealiza-
ciones que, al cabo, siempre encuentran sus multitudes?
E s posible la produccin colectiva de un saber? Puede
pensarse en la indagacin grupal el sentido que se per-
sigue en cada sujeto?
Particularicemos; estas preguntas apuntan a la cues-
tin del trabajo clnico en situacin de grupo, porque si
lo grupal es problemtico no es excusa para cultivar su
ignorancia.
Exaltemos an ms nuestro problema. Advertimos
algunos de estos efectos grupales: las adherencias, las
ilusiones unificantes, las homogeneizaciones segn un
ideal, las masificaciones violatorias de la singularidad,
los miniteatros para los espectculos del narcisismo, los
liderazgos que encuentran a sus seguidores, las ortodo-
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xias, la intolerancia de las diferencias, las manipulacio-
nes. Son las cargas, "defectos", estigmas que ponen en
inferioridad de condiciones a los grup os? Para esos ca-
sos hay en nuestro lunfardo un significado que la pala-
bra grupo connota: mentira, engao.
Cierto; si se piensa en el "lado flaco" de lo grupal,
los grupos pueden situarse en el lugar del ideal y SUJ
efectos ser indeseables. Pe ro este pensamiento pronto en-
cuentra su callejn sin salida, si los grupos son nocivos,
la atomizacin (en su figura extrema, hacer un grupo
para cada cual) torna imposible cualquier idea de pro-
duccin colectiva.
Acortemos las distancias para marcar nuestra direc-
cin: la interrogacin sobre la posibilidad de una pro-
duccin colectiva tiene su nacimiento en la decadencia de
las prcticas manipuladoras y masificantes.
Primera parado ja de lo grupal. Los grupos se pro -
ducen en dos sentidos a la vez: falsificaciones, mutacio-
nes de las singularidades en una pluralidad de rebao;
o creaciones, espacios de una produccin del colectivo.
En el centro de esta paradoja se ubica la figura del
coordinador de grupos. Nunca se habr dicho lo su fi-
ciente sobre su lugar. Es que con las paradojas sucede
lo mismo que con los laberintos: se sabe cmo se entra
pero casi nunca cmo se sale. La institucionalizacin del
lugar de la coordinacin en un grupo est dentro de nues-
tro cuestionamiento. Hace poco alguien recordaba una
interrogacin de Pichn que si se piensa bien no tiene
lmites: "Qu coordina el coordinador?"
Existe una coincidencia que es general: si decimos
que la funcin del coordinador en un grupo es posibili-
tar las condiciones de produccin grupal, es porque sabe-
mos que la coordinacin puede interferir este mismo pro-
psito.
Pero la diferencia entre posibilitar e interferir, aun
cuando parezca abismal en la escritura, en el trabajo co-
tidiano se expresa como un borde, una orilla a la que
rara vez se llega.
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III. La crtica del lugar de la coordinacin en los
grupos afecta todos los actos en que se pone en juego su
funcin.
La lectura es el acto del que nos ocuparemos ahora.
Visto ms de cerca, uno de los componentes de la inter-
ferencia del coordinador en la produccin grupal se en-
cuentra en su
preocupacin por descubrir
significados en
el decir en grupo. Pareciera que en nosotros subsistiese
una obsesin, comn entre los psicoanalistas de la dca-
da del setenta: la deduccin de significaciones por analo-
gas-, procedimiento por medio del cual el recorrido igno-
rado que se abre a lo mltiple es acotado por la ilusin
de certeza que brindan las semejanzas. Un ordenamien-
to conforme a..., que tranquiliza y deslumhra tanto a
integrantes como a coordinadores. De esta prctica de
lectura deviene una modalidad de relacin con el coordi-
nador que prefigura dependencia y sometimiento.
As, por tomar un ejemplo, en un grupo de padres
que concurren con sus hijos a un tratamiento impuesto
por la escuela, uno de los integrantes registra y hace co-
mentarios sobre el ruido que hace un camin de Manliba
que pasa por la calle. El coordinador encuentra la opor-
tunidad para trazar una relacin ya en l constituida: a
travs de este "emergente" se expresa un sentimiento co-
mn de culpa, estos padres se sienten como "basura" fren-
te al fracaso escolar de sus hijos.
Pero como se advierte, el universo de estos pareci-
dos, de estas figuras comunes, presentan coincidencias
que, como gustara decir a Filiberto Hernndez, son tan
pobres "como la de haber acertado slo una cifra de las
que tuviera un billete premiado".
Segunda paradoja de lo grupal: crear condiciones
para una produccin grupal conlleva siempre un efecto
perturbador, lo que acontece nunca est prefigurado de
antemano. No hay lectura anticipada de ese producto.
S puede haber, es lo deseable, un proceso de deslectura
creativa, de interrogacin productiva de sentidos.
No abundan en la escritura sobre lo grupal experien-
cias que profundicen esta direccin de pensamiento. -Es
en las prcticas de 'multiplicacin dramtica' donde se
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esboza mejor nuestro interrogante: Es posible una pro-
duccin colectiva sin conduccin? A travs de la asocia-
cin de escenas se crean condiciones para
un trabajo
en
el que la singularidad tiene oportunidad para manifes-
tarse como desvo o inflexin del sujeto y lo plural como
la construccin de un saber sin centros?
Por ahora es momento de reiterar: no hay una sig-
nificacin que el coordinador deba encontrar. No hay
mapas ni guas que garanticen su saber; la brjula est
rota, la orfandad es cierta. Participamos de la produc-
cin de sentido en el traba jo grupal. Pero si una produc-
cin grupal es primero eso, una produccin y no solamen-te repeticin, rplica, reproduccin, fatalidad de signifi-
cacin, entonces, la lectura de esta produccin debe en-
frentarn os a la inauguracin de un texto. Lectura como
produccin de un saber en grupo y no como recorrido
visual de lo ya escrito.
IV. La respuesta del As tr logo:
" y usted no admite que pueda equivocarse?
" S . . . ya lo he pensado, pero procedo como siestuviera en lo cierto. Adem s una sociedad secre-
ta es como una enorme caldera. El vapor que pro-
duce puede mover una gra como un ventilador..."
Contra lo previsible el astrlogo de la novela cultiva
la mentira. Finge la certeza y sabe que los grupos ha -
cen el resto: instituyen y diseminan la apariencia de
una verdad.
Uno de los equvocos que en nuestro pas flanque
lo grupal fue su relacin con el psicoanlisis. Hasta el
momento siempre se intent legitimar las prcticas gru-
pales localizndolas en lo cierto: el psicoanlisis.
En un trabajo reciente registramos esta ancdota.
Un equipo que pertenece al servicio de psicopatologa de
un hospital general es presionado por la direccin a plan-
tearse la cuestin grupal. Los criterios del je fe estn
fundados en la eficacia y el rendimiento del servicio. El
problema de los jvenes profesionales: Cmo realizar
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una prctica en la que no creen y que "sienten" inferior
al psicoanlisis?
Hay numerosas pruebas de este con flicto. Se ha na-turalizado, en un sector importante del campo "psi" un
"sentido comn" que dice de los grupos: "Eso no es psico-
anlisis. . . entonces no nos interesa." Po r su lado algu-
nos directivos de las instituciones asistenciales se expre-
san con un criterio "prctico": "Hay que hacer grupos
y satisfacer la creciente demanda de atencin con meno-
res recursos humanos."
La ancdota ilustra cmo se realiza en ambos casos
una equvoca relacin con lo grupal. Para los primeros
los grupos son desechados en nombre del psicoanlisis
pero lo grupal ni siquiera es interrogado. Para los se-
gundos los grupos son vistos como una tcnica de masas,
la conduccin de grupos para el rendimiento institucio-
nal. Pero esta idea, ms cercana a la regimentacin de
las consultas individuales, desconoce y llegado el mo-
mento intenta conjurar o coagular lo grupal como es-
pacio inquietante de produccin colectiva.
... Corresponde agregar que este clima general se diver-
sifica y admite muchas formas e implicancias relaciona-
das, entre otras cosas, con la coyuntura poltico-social
que se inaugura en 1983. En salud mental sta implic
practicas inditas, procedimientos anmalos y recupera-
cin de experiencias de la dcada anterior. En este mar-
co, la necesidad de pensar la cuestin grupal se dibuia
con mayor nitidez. Ya no se trata de la ancdota de tal
o cual servicio, sino de la presencia concreta de mltiples
practicas en reemplazo de rituales tradicionales muchas
veces inapropiados. Que se entienda bie n : en las expe-
riencias institucionales suelen ser tan inaplicables el psi-
coanlisis como la clnica grupal ideada en los consulto-
rios privados.
Hay un componente propio de esta reflexin. Ya no
se trata de justificar o legitimar la funcin de los psico-
analistas en los grupos, tampoco de discursear sobre sus
beneficios teraputicos, sino de algo mucho ms tangible
que se insina en las prcticas actuales: la disolucin de
las certezas.
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Para retomar los trminos de la polmica: La vali-
dez o invalidez de lo grupal depende de la relacin entre
el psicoanlisis y los grupos o de las necesidades institu-
cionales que quieren utilizar grupos como un recurso eco-
nmico?
Vamos por partes. Si bien decimos que el psicoan-
lisis no necesita de lo grupal y sealamos la inutilidad
de los esfuerzos y malabarismos por certificar lo grupal
por medio del psicoanlisis, tambin sostenemos que nues-
tra formacin analtica impregna positivamente nuestros
actos clnicos. Del mismo modo, lo grupal tiene sentido
en las instituciones si logra sortear las trampas de la ma-
nipulacin y normativizacin colectiva.
Desde nuestra perspectiva lo grupal es la oportuni-
dad de pensar una produccin intersubjetiva no nica-
mente centrada en lo imaginario sino tambin como for-
ma de creacin imaginante que los acontecimientos co-
lectivos, no conducidos, pueden provocar.
El esfuerzo por reconocer la particularidad de lo
grupal no tiene que ser confundido con el desconocimien-
to del psicoanlisis, ni con la oposicin o con el mero
desplazamiento de sus ideas. Estas aproximaciones no
cumplirn su meta si imitan los gestos de la descalifi-
cacin, la pelea o las mudanzas. La crtica se antepone
a la construccin de otra mitologa. Se propone la eluci-
dacin de las prcticas grupales mdiante la puesta en
cuestin y no en la inhibicin de sus acciones.
V . Ya es tiempo de decir que la preocupacin po r
la existencia de los grupos es vana. Se trata de dar
cuenta de la
insistencia
de lo grupal. De ocuparnos del
cmo, estilos, maneras de ser y condiciones de produc-
cin de esa insistencia.
Para terminar. Le jos del cielo, palpando el contorno
de los grupos, este prlogo alcanza su justificacin al ubi-
car a la crtica como su inters central.
Si todo texto tiene su prlogo escrito o ima-
ginado que lo enuncia, todo prlogo conlleva, entonces,
la peculiaridad de un trastocamiento: un "despus" si-
tuado antes que un "antes", la "voz" que nombra antes
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que el cuerp o" que la emite. Abolicin de categoras
temporales que da cuenta de un continuum que nm im-
porta: La recuperacin de un horizonte poltico y la per-
severancia en una prctica de la escritura: Lo Grupal 5
Buenos Aires, julio d 1987.
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LA OBRA ABIERTA DE UMBERTO ECO
Y LA MULTIPLICACION DRAMATICA
H . K E S S E L M A N N
E . P A V L O V S K Y
L . F R Y D L E W S K Y *
Luis Frydlewsky nos comentaba en 1980 que exista
una relacin entre la manera de concebir una sesin de
psicoterapia dramtica grupal y ciertas formulaciones es-
tticas que yo haba sugerido en Reflexiones sobre el pro-
ceso creador
1
.
Se refera a ciertas concepciones sobre la dinmica
del grupo de los ensayos y sobre la dialctica autor-
director-actor-pblico en el teatro.
En una de sus formas de trabajo Frydlewsky comen-
taba que, cuando un paciente traa un conflicto a sesin,
l llevaba al paciente a una dramatizacin descriptiva
2
recurriendo a todos los recursos dramticos. Una vez fi -
nalizada la dramatizacin cada integrante pasaba enton-
ces a multiplicar dramticamente la escena original
3
* Hemos decidido incluir a Luis Frydlewsky en este artculo,
porque las ideas de Luis (fallecido en 1984) son recreadas perma-
nentemente por nosotros dos en t o d a s nuestras ideas sobre Clnica
Grupal.
1 E. Pavlovsky, P r o c eso C r ea d o r . T er a p i a y E x i s t en c i a , Edi-
ciones Bsqueda, 1981, Buenos Aires.
2 Moccio-Martnez-Pavlovsky,
P s i c o d r a m a , c un d o y p o r q u
d r a m a t i z a r ,
Ediciones Bsqueda, 1986, Buenos Aires.
3 Kesselman-Pavlovsky-Frydlewsky, E sc en a s t em i d a s d e l co or -
d i n a d o r d e g r u p o ,
Ediciones Bsqueda, 1984. Multiplicacin dram-
tic a: tcnica gru pal donde cada integr ante . improvisa una escena
como efecto de la resonancia que le produjo la escena original.
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transformndola en una produccin dramtica realizada
por varios "autores".
El llamaba produccin dramtica a
todo
el proceso
dramtico (escena original
descriptiva
ms multiplicacin
dramtica grup al). Los comentarios giraban en torno
a la produccin dramtica como un todo.
Lo
individwal del paciente
se funda en la
produccin
dramtica. Lo analizado era la produccin del grupo y
no slo el conflicto individual de la dramatizacin "des-
criptiva".
Segn Luis, esa forma de trabajo le permita al pa-
ciente despojado literalmente de una escena original
4
una visin ms amplificadora de su conflicto y una aso-
ciacin ms enriquecedora en el grupo.
La dramatizacin inicial del paciente (dramatizacin
descriptiva) era denominada texto escrito* y la produc-
cin dramtica texto dramtico.
Texto escrito por el paciente, en su dramatizacin
descriptiva; de su autora, relato dramtico de su con-
flicto.
Texto dramtico sera la suma global de lo drama-
tizado. El texto dram tico era el atravesamiento de la
escena original por las mltiples subjetividades de los
integrantes a travs de la multiplicacin dramtica.
El conflicto inicial era despojado-recreado-transfor-
mado... por las multiplicaciones..
La esttica atravesando la psicologa.
El conflicto inicial se dispersa en las subjetividades
del grupo.
Sostenamos con Luis, que en la escena original del
protagonista estn
inscriptas las posibilidades de las mu l-
tiplicaciones grupales y decamos que la escena original
era una escena "abierta".
Intentemos ahora encontrar algunas semejanzas con
las apreciaciones de Umberto Eco, en su libro Obra abier-
4 Escenas temidas del coordinador de grupos. M i s t er i o d e l o s
g r u p o s .
5 Apuntes para una obra de teatro: Prlogo de
P a b l o
y
E l S r .
G a l n d e z , Ediciones Bsqueda, 1986, Buenos Aires.
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ta
6
: "En tal sentido el autor produce una form a con-
clusa en s misma con el deseo de que tal forma sea
comprendida y disfrutada como l la ha producido, no
obstante en el acto de reaccin a la trama de los est-
mulos y de comprensin de su relacin, cada usuario
tiene una concreta situacin existencial, una sensibilidad
particularmente condicionada, determinada cultura, ges-
tos, prejuicios personales, de modo que la comprensin
de la forma originara se lleva a cabo por cada reaccin
individual.
En el fondo la forma es estticamente vlida en la
medida que puede ser vista y comprendida segn mlti-
ples
perspectivas y manifestando una riqueza de aspec-
tos y
resonancias
sin dejar nunca de
ser ella mism a.
En tal sentido, pues, una obra de arte, forma com-
pleta y cerrada, en su perfeccin de organismo perfecta-
mente calibrado, es asimismo abierta, posibilidad de ser
interpretada de mil modos diversos sin que su irrepro-
ducible singularidad resulte alterada. Todo goce es una
interpretacin y una ejecucin puesto que en todo goce
la obra revive en una perspectiva origina l" (U. E co ).
La multiplicacin dramtica no podr realizarse sino
a travs de la forma de la escena original descriptiva
(sobre el
texto escrito).
No hay multiplicacin en el
vaco.
Hay multiplica-
cin sobre forma.
La estructura de la forma es la malla del lenguaje.
Segn Luis, el paciente se modifica
slo
si es multi-
plicado o atravesado literalmente por las subjetividades
de los integrantes del grupo.
El estado creativo del grupo en el proceso de la
multiplicacin dramtica es en s un proceso teraputico.
"La curacin es el estado creativo que se instala en el
grupo y que produce las multiplicaciones como flujo de
escenas."
7
"No hay cura, sino en el grupo, lo dems es soporte
6 Umberto Eco,
O b r a a b i e r t a ,
Editorial Ariel, 1985, Barcelona.
7 L. Frydlewsky y E . Pavlovsky, Sob re dos form as de com-
prender del coordinador grupal ,
L o G r u p a l 1 ,
Ediciones Bsqueda,
1983, Buenos Aires.
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transferencial ilusorio. No hay objetividad de a dos, no
hay acceso al orden simblico, los dos estn apresados.
La ilusin es creer que uno de los dos puede estar fuera
de la malla fantasm agrica que los envuelve" (Luis Fryd -
lewsky, 1980).
Es interesante la observacin: El grupo como ilu-
sin,
o la relacin bipersonal como recreacin perma-
nente de una gran ilusin?
En el grupo hay siempre versiones subjetivadas.
Versiones de versiones. Lo que puede m odificar o trans-
formar, son diferentes versiones subjetivadas de una es-
cena, nunca una sola versin objetiva . Nadie objetiva
a nadie.
La escena original es una vacilacin, un desconcierto
en un universo becketiano.
o hay sentido nico en esa vacilacin. La escena
original es una escritura vacilante, a tientas, en la os-
curidad.
"Escribir quiere decir hacer vacilar el sentido del
mundo, plantearle una interrogacin indirecta a la cual
el escritor, por una indeterminacin ltima se abstiene
de responder. La
respuesta
la da cada uno de nosotros al
aportar su historia, su lenguaje, su libertad; sin embargo,
ya que historia, lenguaje, libertad cambian hasta el infi-
nito, la respuesta del mundo al escritor es infinita, nunca
se deja de responder a lo que se ha escrito ms all de toda
respuesta. Prim ero se afirma , despus se entra en con-
tradiccin, se sustituyen los sentidos, pasan, subsiste la
pr eg u n ta ... para que se cumpla el juego es necesario
que la obra sea verdaderamente una forma y designe un
sentido incierto y no cerrado."
8
Cuando hablamos de grupo, hablamos de personas o
de lugares psicosociales atravesados por parmetros ml-
tiples (econmicos, polticos, ideolgicos, etc.).
Yo en teatro no escribo desde personajes con silue-
ta propia, sino que los personajes circulan por lugares
diferentes tem poro-espaciales donde hablan, o son habla-
8 Roland Barthes,
A v a n t p r o p os,
Sur Racine, Seuil, 1)963,
Pars.
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Tiene que haber forma, que es la escena original en
psicodrama, en esa escena estn inscriptas las posibili-
dades
de encontrar otras escenas. La escena original con -
tiene en su misma estructura las futuras escenas impro-
visadas y las escenas de la multiplicacin dramtica tam-
bin contienen la singularidad de la original, pero orga-
nizada de otro modo, vista desde otros ngulos, mirada
desde otro punto de vista
9
.
Es interesante la similitud de la concepcin de Eco
en
Obra abierta
y la nuestra de multiplicacin dramtica
(Kesselman, Pavlovsky y Fridlewsky).
Eco dice en Obra abierta: "En el fondo la forma es
estticamente vlida en la medida en que puede ser vista
y comprendida segn mltiples perspectivas manifestan-
do una riqueza de aspectos y de
resonancias
sin dejar
nunca de ser ella misma (la obra original)... el texto
pretende estimular de una manera especfica precisa-
mente el mundo personal del intrprete para que l sa-
que de su interioridad una respuesta profunda elaborada
por consonancias..."
Nosotros en escenas temidas hablamos de escena te-
mida original
consonante
y escena
resonante
que origina
la multiplicacin dramtica.
Es interesante la similitud de los trminos: conso-
nancia-resonancia-multiplicacin que provienen en un ca-
so de una teora de la esttica y en nuestro caso de la
experiencia clnica.
Veamos otra similitud entre la concepcin esttica
de la Obra abierta y nosotros: Apuntes para una obra de
teatro
(Prlogo de
Pablo,
Ed. Bsqueda) :
"Cuando digo apuntes no quiero decir que en
Pablo
no exista una obra de teatro. Estoy convencido de que
hay varias posibles lecturas que no dependen de la ma-
yor o menor agudeza del lector o del crtico, sino del
'desentraamiento' que director y actores deseosos de tra-
ba jar el material redescubran. No ser entonces la mi-
9
Carlos Martnez Bouquet,
F u n d a m en t o s p a r a u n a t eo r a d e l
p s i c o d r a m a , Editorial Siglo XXI, 1982, BuenosAires.
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rada del lector lo que dar vida a la versin de Pablo,
sino la del grupo de director-actores que 'atraviesan' la
letra. La multiplicidad de sentidos de
Pablo
encontrartal vez un grupo, el eje mayor o super-objetivo por donde
transitar la lnea dramtica fundamental."
Pero esta lnea dramtica fundamental no surgir
de la lectura de la obra, sino a travs de la accin.
Mediatizaciones subjetivadas de director-actores que
penetren la malla de la letra.
La letra final no est escrita. Si letra final es "letra
de puesta". Cada puesta tiene su lenguaje especfico.
Aunque letra no sea discurso sino imagen, que recrea
otro discurso al ser mirada.
La accin dramtica sobre lo escrito dar lugar a
otras escenas inscriptas slo como posibilidad en el texto.
La escritura da lugar a la bsqueda de otras escenas
a re-descubrir. Estn debajo de lo escrito. Lo
bordean.
Digo: En el texto estn las posibilidades de encon-
trar otras escenas. Se dir que hay demasiada anarqua
o que se pierde la estructura.
Digo que hay estructura, que es la malla del len-
guaje del
texto escrito.
Lo que deseo es que esa malla sea saltada acrobti-
camente por actores con ganas de saltar al
vacio
para
encontrar la meloda singular donde cada uno debe es-
cucharse".
Hay texto pero texto con vacos.
Listo para ser transgredido.
Auguro el placer ertico de esa transgresin.
La malla intersticial es la palabra escrita.
Pero hay que saltar al
vaco,
por sobre la malla o entre la malla.
Quin escribi lo que estoy viendo?
La obra la escribe el autor, la re-descubre el actor,
la totaliza el director...
Busquemos la palabra dramtica obstruida por la
palabra escrita. Pero el texto no se re-escribe, se reins-
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cribe de mltiples sentidos, aprisionados en el texto or-
g m a l . . .
1 0
"Es preciso evitar que un sentido nico se imponga
de golpe" (Mallarm).
Volvamos a Eco: "La potica del asombro, del ingenio
de la metafora, tiende en el fondo, ms all de su expe-
riencia bizantina, a establecer esta tarea inventora del
hombre nuevo que ve en la obra de arte no un objeto
lundado en relaciones evidentes para gozarlo como her-
mosa, sino un misterio a investigar, una tarea a perse-
abferta)
e s t i m u l
a l a v i v a c i d a d
de la imaginacin" (Obra
Lo que no se soporta en el proceso de creatividades el enfrentamiento con la ambigedad, el caos, o la fal-
ta, o la castracin.
Toda obra abierta es ambigua, lleva inscripta esa
necesaria ambigedad para ser invadida por los multi-
sentidos que la deben atravesar (econmicos, deseantes,
polticos, ideolgicos).
La multiplicidad dramtica es el recurso dramtico
de la transversalidad?
Pero la obra permanece en su esencia a pesar de ser
completada por los intrpretes libremente del mismo mo-
do que la escena original en psicodrama permanece en su
esencia despues de la produccin dramtica del grupo
Slo que atravesada...
11
"Estas obras musicales (abiertas) consisten no en
un mensaje concluso y definido, no en una forma orga-
nizada unvocamente, sino con la suficiente ambigedad
para que exista la posibilidad de que el intrprete que la
goce esteticamente pueda variarla de varias organizacio-
nes con caminos diferentes"
(Obra abierta,
U. Eco)
hn J S w f 5
r e s t a s u e
.
s c e n a p a r a
s mediadores
inventen desde su propia ptica subjetiva otras "esce-
Kesselman-Pavlovsky-Frydlewsky, L a m u l t i p l i c a c i n d r a m a -
g r S a t i m M aricl
p s i c o t e r a
P
i a
P r o f u n d a , Clnica y anlisis
formacin
V l
V S k y
K e S S e I m a n
'
M u l t i p l i c a c i n
d r a m t i c a . T a l l e r e s d e
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as", otras "intenciones", hasta otras particularidades,
y "sentidos" a los personajes.
Se podra decir que la subjetivacin parcial de tan-tos mediadores despoja el sentido de "objetividad" de la
intencionalidad primera del autor.
Una idea, una intencin, que parte de la objetivacin
de una persona es literalmente apoderada por mltiples
subjetividades interrelacionadas entre s.
El autor se siente robado. Ha sido presa de una v io-
lacin mltiple que lo aleja de un sentido inicial.
La obra no lo representa. El producto final no le
pertenece.
Su propiedad privada ha sido desquiciada. Plurali-
zada en varias singularidades.
Pero con todo una mirada final, desprovista de algn
resto de su herida narcisstica podra encontrar en la obra
un efecto tan maravilloso como inslito, siempre y cuan-
do, lo adelantamos, acepte la prdida de su omnipotencia
literaria, de su pequea ilusin de creador individual.
Si as fuera, aceptara saber que no est solo. Podra
descubrir que eso que est enfrente de l no es un des-
pojo, no es un robo, sino simplemente su
propia
obra
llevada a la exaltacin (no es otra obra, es la misma obra
de-formada,
atravesada,
pero conservando su singularidad
creativa).
El espejo cncavo de las mediatizaciones subjetiva-
das, redescubre en su obra una pluridimensionalidad de
la que careca el boceto original...
1 2
Nuestro trabajo clnico en los grupos nos ha llevado
a pensar permanentemente el espacio grupal como un
campo apto para la re-creacin de conflictos, pero ocurre
que la re-creacin de conflictos es tambin para nosotros
produccin esttica. Placer esttico. De lo siniestro a lo
maravilloso (Pichn-Ri vie re ).
Relacionbamos ya en 1966 el espacio de los grupos
teraputicos infantiles con una doble funcionalidad, lu-
gar para analizar las repeticiones regresivas de la trans-
12 Kesselman -Pavlovsky, E l anlisis didctico grup al ,
C l n i c a
G r u p a l 2 ,
Ediciones Bsqueda, 1980, Buenos Aires.
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ferencia y un lugar superador que lo relacionbamos con
el proceso creador, lugar de creacin permanente en la
recreacin de conflictos infantiles.
Una dramatizacin
poda tambin ser bella.
Un
conflicto poda ser re-creado por l grupo en una
versin de una historia de ficcin o en una historia fan-
tstica.
Recuerdo siempre cmo del relato de un nio enur-
tico, el grupo dramatiz una escena de "inundacin de
un barco", donde el nio "enurtico" se haca cargo de la
tripulacin (a la pareja coteraputica) para "salvarlos"
del naufragio.
Independientemente del contenido inconciente repa-
frente a la pareja parental, la escena tena por sus carac-
tersticas, en cuanto a la forma y desempeo de roles por
los integrantes del grupo, el haberse convertido en un
fenmeno esttico. La escena dramatizada era bella en
su forma
y
emocionalmente vivida (Del conflicto a la
superacin esttica).
De lo
siniestro
a lo
pattico
a lo
ldico.
Siniestro
es aquello que me posee sin saberlo.
Pattico es el reconocimiento de esa posesin.
Pero el reconocimiento se transforma en un gesto
liberador.
Dramatizar, en un grupo, es tambin patetizar los
fantasmas. Jugar con "ellos" y "entre ellos". Ex orc i-
zarlos. Como los nios elaboran sus ansiedades ms te-
rrorficas "jugando" con sus propios fantasmas
13
.
El conflicto del nio enurtico fue
"robado"
por el
grupo para su
"transformacin esttica".
La enuresis se convirti en
"obra de arte".
La "forma" en que se plasma la transformacin es lo
esttico.
La transformacin del conflicto es un acto esttico.
13 D. W . Winnicott,
R ea l i d a d y j u eg o ,
Gedisa, 1968.
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La naturaleza se
duye
en "la forma" de la
produc-
cin esttica.
Lo que nos interesa en la terapia es el
"robo"
del conflicto individual a expensas de la produccin
est-
tica del grupo.
Ya Winnicott lo sugera enRealidad y juego, pero no
llevado al fenmeno grupal sino en cuanto al proceso del
juego del nio, como un fenmeno ms amplio y abar-
cativo que el instrumento que el psicoanlisis hizo del
mismo.
Lo importante para la creacin esttica del grupo es
la proyeccin subjetivada de cada integrante.
Necesitamos proyecciones para la creacin estticade los grupos.
El que no proyecta no juega. No inventa. N o crea.
No exorciza.
La verdadera creacin esttica del grupo puede te-
ner
autor,
pero la creacin del grupo es la
superacin
de
su autora. El robo de su autora privada en creacin
colectiva.
El autor presta su texto escrito (o su neurosis en
psicodrama ) .
Para convertirla en
texto dramtico
(produccin dra-
mtica grupal, segn Luis Frydlewsky).
La neurosis privada deja de existir. Es robada por
la esttica del grupo.
Nuevas formas para nuevos momentos.
As lo ve Eco, en cuanto al fenmeno esttico:
"La potica de la obra en movimiento establece un
nuevo tipo de relaciones entre artista y pblico, una nue-
va mecnica de la percepcin esttica, una diferente posi-
cin del producto artstico en la sociedad, se abre enton-
ces una pgina de sociologa y de pedagoga, adems de
una pgina abierta de historia del arte." H abr que
escribir entonces tambin una nueva historia de la psico-
loga y del psicoanlisis de aqu en adelante?
Para terminar, un concepto de Tadeusz Kantor sobre
el texto dramtico: "Considero el texto (hablo del texto
'elegido', 'encontrado') como el objetivo final. Es como
una 'casa perdida' a la que se vuelve, como la ruta que
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se recorre. Esa es la creacin el
espacio libre
del com-
portamiento teatral."
14
Nosotros no interpretamos
a
Witkiewicz, interpreta-
mos con Witkiewicz.
'Witkiewicz y Kantor subrayan la diferencia funda-
mental entre la
obra escrita
y la
obra escnica.
La prime-
ra es solo un libreto. 'La obra solamente se crea cuando
llega a la escena. Esta concepcin deja un gran m argen
de libertad al intrprete'."
15
Es interesante observar la similitud de cierto desa-
rrollo de ideas entre Umberto Eco desde la teora de la
esttica, nosotros desde la clnica y Kantor desdeel teatro.
14 Koulou Chanska,
S t a n i s l a w I g n a c y W i t k i ev i c z ,
Dossier Tea-
tro Cricot 2.
15 S. I. Witkiewicz,
E l a r t e t ea t r a l en e l s i s t e m a es ti c o d e
S t a n i s l a w W i t k i e w i c z .
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LAS IDENTIDADES FRAGMENTADAS
La mayora s i lenciosa es sensible
al discurso del poder
EDUARDO PAVLOVSKY
Hace tres aos un prestigioso periodista de TV me
coment que l pensaba que los argentinosestabamos en-
fermos psicolgicamente de una fijacin libidinosa al pa-
sado que no nos perm ita viv ir el presente y mucho
menos proyectarnos hacia el futuro. Lo sintetizaba en
estas palabras: "Los argentinos padecemos de una espe-
cie de enfermedad psicosocial, de adiccin al pasado que
nos impide evolucionar y prosperar, atrados por unaespecie de regocijo inconciente de atadura a nuestra his-
toria pasada."
En esos momentos ese tipo de discurso emitido frente
a una cmara de TV era un buen vaticinio de lo que le
el discurso que llegara desde el poder en los anos siguien-
tes. Este contamin a gran parte de esa mayora ambi-
gua y silenciosa tan sensible a los discursos del poder,
y cuya sntesis se podra expresar, afirmando, que
mirar
hacia atrs, denunciando al terrorismo de Estado militar,
y los crmenes aberrantes que esa misma guardia preto-
riana cometi en nombre de la Doctrina de Segundad
Nacional, era
una tendencia patolgica de adicin al pa-
sado que tenemos que superar perdonando y olviMruio a
los criminales y a los secuestradores.
Recuerdo que le contest al periodista, que me pre-
ocupaba ms otro tipo de conducta entre los ar^ntinos
y que defina como una especie de adherencia permanente
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al poder presente. Me refera a ciertos personajes cono -
cidos por su adiccin al poder de turno y a sus enunciados
afirmando adems, que para ellos mirar hacia su propio
pasado, era verse reflejados en un espejo de identidades
fragmentadas y fracturadas, donde no podan re-conocerse
coherentemente a travs del tiempo. Una visin terror -
fica de identidades fragmentarias, un gran caleidoscopio
como fbrica de identidades parciales, coyunturales y es-
quizofrnicas.
Uno de los personajes de mi obra de teatro Pablo,
lo expresa de la siguiente manera, frente a otro personaje
que quiere recordar el pasado compartido de ambos: "Mi
pasado no existe, mi pasado es de los otros, m i pasado no
me pertenece, sin pasado no se traiciona a nadie; ningn
amigo mo puede sentirse traicionado por m hoy porque
yo no me reconozco cuando hablan de mi pasado; ayer no
exist."
Los dos discursos
La sociedad civil de hoy est atravesada por dos tipos
de discursos: uno de ellos coyuntural, cuya clave es el des-centramiento de s mismo, porque el eje es el pacto con
el poder de turno. Lleva el discurso del Otro, es contradic-
torio y fragmentario porque el eje es la alianza permanen-
te. No puede mirar hacia el pasado porque en el pasado
los pactos eran otros, y por consiguiente los discursos eran
otros. Todo se hace irreconocible. Discurso que no puede
re-conocerse en su coherencia histrica porque es un "como
s" permanente en su ambigedad. Los mismos emisores
del discurso ya ni creen lo que dicen porque saben que lo
que dicen es siempre producto de un pacto marcado desde
el poder. Discurso fragm entario, de coyunturas, que solo
aplaca,sin decir qu est aplacando. Este discurso, que
tiene el poder de la informacin masiva, al ser ambiguo
por su descentramiento, sus alianzas y sus pactos perma-
nentes, se presenta como un magn fico m odelo de identifi-
cacin ambigua para la "m ayor a silenciosa".
Yo creo que la tapa de la revista "Gente", agotada
con la foto de Astiz sonriente, es un indicador de que hay
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un inconciente social donde se pueden estar gestando este
tipo de identificaciones. Hay siempre una "m ayora silen-
ciosa" propicia a este tipo de identificaciones.
Un discurso sugerido desde el poder, permanentemen-
te coyuntural y sin historia coherente, produce este tipo
de hombres coyunturales y sin historia coherente. Esa ma-
sa gris Astiforme siempre ausente que no se ve, que no se
expresa, esta influida por este tipo de discurso. Un d is-
curso descentrado de s mismo y hablando por el Otro, tiene
influencia directa en las personas descentradas de s mis-
mas y sin fuerza de destino y de proyecto futuro.
Fueron los mismos que construyeron con su conducta
de
ausencia
la obviedad del terror cotidiano como normal
inscripcin del inconciente social durante la dictadura.
Esa mayora silenciosa que fue tan cmplice del terror
cotidiano, porque existe, mal que nos pese, una mayora
silenciosa influida por este tipo de discurso ambiguo, de
pacto, de coyunturas y de alianzas.
Deca hace poco que cuando sesenta mil personas se
renen para expresar su rabia y su impotencia y su sen-
timiento de traicin, por el "punto final" y "la obediencia
debida", una mayora silenciosa de cuatrocientos mil au-
sentes "marcha tambin", puntuando con suausencia,una
presencia no solidaria. Y la ausencia de solidaridad es el
germen del colaboracionismo y del terrorismo de Estado.
Esa masa gris cadavrica tiene una inscripcin en el in-
conciente social de la poblacin, y son los ms influidos
por el discurso claudicante que nace del pacto y de la
alianza.
A discurso claudicante, hombres claudicantes.
Pero hay otro tipo de discurso, que modela
otro
tipo
de inscripcin en el inconciente social. Es el discurso de
los oprimidos, cuya singularidad se expresa entre nosotros
en los ltimos aos, a travs del discurso de las madres;
que es saber marginal, discurso de oprimido, que debe
su fuerza a la dureza con que enfrenta la ignominia del
discurso claudicante, que fabrica la mquina del olvido.
Discurso que desconoce el pacto y la alianza.
Habla desde su propia voz, no pide prestado, porque
all donde se est gestando el gran pacto del olvido, all
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donde la mayora silenciosa se dispone a perdonar a la
guardia pretoriana, all, precisamente, el saber de las ma-
dres gesta la denuncia como recuerdo constante, del
Gran
crimen.
a
J
Es1
:J
po
.
d e d i s c u r s o
marginal predispone otro tipo
de identificaciones. Aquellos que se identifican con este
discurso entran definitivam ente en la lucha de los oprim i-
dos , de los marginales, del continente, de los excluidos de
los desaparecidos, de los que nacen muertos, de los millo-
nes de nios ham brientos, de nuestra Latinoamrica. Para
ellos no hay ms descanso. La coherencia del discurso los
convoca a una lucha irrevocable, definitiva. Seamos fran-
cos: sin ese discurso permanente, hostigante, y repetido
hasta el cansancio, hoy los tres comandantes en jefe pro-
bablemente estaran libres.
Hoy los dos discursos estn en pugna. Se trata, nada
mas ni nada menos, que del Saber Histrico de la Lucha
y es en esa pugna de ese saber histrico, donde se juega
el destino, la identidad y el proyecto de nuestra sociedad
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DESARROLLOS
SOBRE EL GRUPO-FORMACION
1
Como ese sutil pellejo del que las cigarras se
despojan en v era no .
LUCRECIO
J U A N C A R L O S D E B R A S I
La denominacin empleada aqu es aparentemente ho-
mnima slo eso a la del "grupo de formacin", tal
como ha sido fijada por las distintas variantes del "gru-
pism o". Sin embargo las nociones de
grupo y formacin
se encuentran absolutamente desligadas de las que guan
la "Dinmica grupal" desde sus comienzos (Bethel, 1947)
y sus versiones nacionales, sea la funcin-grupo de la
corriente americana (T-Group), la francoamericana de
"Grupo de diagnstico", o la adaptacin francesa de "Gru-
po de base".
Las consideraciones de este texto proceden de fuentes
y universos diferentes. Su dimensin apenas indicativa
responde al sostenido y eficaz desencuentro del M.H. y el
psicoanlisis, el surgimiento novedoso de un pensamiento
transdisciplinar y las fisuras, cada vez ms acentuadas,
de las concepciones unificadoras
2
.
1 En estas reflexiones dispares convergen ms de veinte aos
de labor institucional y privada con la prctica del grupo-formacin,
la que todava en 1983 llamaba, por seguir el uso conocido
d e
f or -
m aci n . A travs del mundo (el cual atrae toda mi atencin des-
de un artculo escrito en 1972), que despliega el trmino f o r m a c i n ,
podra repensarse una tradicin de l o g r u p a l por-venir.
2 Asimismo, no cabe contemplar las elaboraciones actuales en
algunos de los caminos sin duda tiles y enriquecedores de la
didctica gru pa l. Ello s estn impreg nados histricamen te por las
nociones de m eto do log a , m otiv aci n , etc., e invadidos por los
ma nejos tcnicos, la tran spa ren cia de los procedimientos y una
didascalia fcilmente comunicable.
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El sentido de estos trazos es el de esbozar un con-
junto de problemas acerca de los grupos-formacin.
Uno y otro concepto han sido, en su momento, ocul-tados o puestos de relieve con idntico afn o exagerado
nfasis. La historia del maridaje de ambos trminos no
deja de ser atrayente. Se unen con extremo cuidado, dis-
putan sus procedimientos (la formacin "en espejo"), pe-
lean sus modalidades ("directiva" o "no directiva"), dis-
cuten sus valores finalistas ("mejorar al ser humano" o
"adaptarlo a lo existente"), ponen en cuestin sus prcti-
cas (en favor de la "libertad", sujeto de la accin o de la
"sujecin", objeto de la misma).
De pronto se anudan de manera impensada, con pla-
cer confusional. Grupo es
todo
y
"totalidad",
sea grande
o pequeo, slidamente construido o lbilmente agrupado.
Se lo puede apresar por la regresin libidinal y la ideali-
zacin de un sujeto , idea o resto mtico. S lo puede ver
marchar con uniforme o caminar sigilosamente con sotana.
La vestimenta simblica poco importa, pues las invarian-
tes que lo conforman han sido apresadas en su esencia.
Pero tambin formacin es todo. Puede ser econ -
mica, activa o reactiva, definida o inespecfica. Como tal
atraviesa los comportamientos y actitudes, la adquisi-
cin de habilidades, destrezas o la produccin de conoci-
mientos.
Claro que varios aspectos han sido elididos y eludi-
dos por el matrimonio. As el "gru po
de
formacin" se-
meja una totalidad vaca, a la que se accede inmediata-
mente y que, por esa misma razn, no necesita justificar
ni articular sus determinaciones internas. Surge como
una "intuicin plena", y de ese modo pretende desarro-
llarse todo el campo en el cual transcurren las experien-
cias ya clsicas de estas formas "grupalistas", es decir
de los grupos volcados sobre s mismos, admirados de su
propio ombligo, y de serlos del resto del mundo. As , po r
ejemplo, mediante el "staff abierto" los participantes po-
dan y pueden realizar su propio diagnstico del fun-
cionamiento que los envuelve. Un paso histrico ms e
importante y estaremos ante la ilusin autogestiva.
No es el propsito del escrito bucear en tales ligazo-
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nes. Este trab ajo pretende, (sonrientemente,. ser una si-
nopsis incompleta e insuficiente, donde algunos aspectos
han sido pensados y otros dejados de lado (por ejemplo
el anlisis acabado de la formacin, su sobredetermina-
cin institucional, el juego grupo-institucin, las ideolo-
gas inscriptas en lo grupal etc.)
3
. Ellos han sido y sern
objeto de otros escritos
4
.
La idea de una panormica, a la manera de un efecto
cinematogrfico, apunta a mostrar los innumerables sen-
deros que "culebrean" hacia un cambio buscado y unifi-
cado desde las diferencias, es decir, desde mltiples via-
1
jes de descubrimiento e invencin. La nocin de invencin
no es algo casual o relacionado externamente con la for-
macin, si no est unida intrnsecam ente a ella. En esta
orientacin resulta imposible mencionar siquiera uno de
los vocablos sin especificar el otro. La idea de formacin,
por ejemplo, tanto conceptual como histricamente queda
indefinida, usada como un simple adjetivo, si no se la co-
necta con la productividad de formas, la generacin de
[. multiplicidades imaginadas e imaginarias, invenciones
simblicas y fantsticas, y niveles de materialidad no
previstos ni estipulados en ninguno de los registros exis-
tentes
5
.
Hacia una idea de grupo
Cuando hablamos de grupo, y especficamente del
que demanda formacin, parecera que todos sabemos de
3 Es preciso tener en cuenta durante la lectura del escrito que
las nociones de apr end izaje o apren dizaje-form acin , son par-
cialmente hom ologas. Se habla y demarca el apren dizaje en esta
forma grupal, y no el establecido por ciertos mecanismos, sean por
imitacin , reforz am iento , identificacin , elaboracin de con-
flicto s o mediante una concientizacin genrica.
4 Por ejemplo, Fo rm acin de ideologas en el aprendizaje gr u-
pal ,
L o G r u p a l , E d i c i o n es B sq u e d a ,
Gr up o e Institucin (indi-
to) , etc.
5 La complejidad que reviste dicho croquis va siendo desplega-
da en diversos textos. E s de una esterilidad proverbial congelarlo
en definiciones o clasificaciones exhau stivas. E l movimiento de su
fundamentacin, lo que inaugura, sus condiciones prcticas, etc.,
son los nicos modos de existencia que reconoce.
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qu se trata. Pero esto, tan sencillo, a medida que va-
mos delimitando eh qu consiste un grupo de personas,
sus reglas de juego, comunicaciones, engarces informati-
vos, tramas identificatorias, soldamientos transferencia-
Ies, etc., adquiere una complejidad inusitada. Es m s:
el trmino grupo abarca conjuntos tan diferentes que de-
nominamos tal a otros fenmenos. Esto obviamente, ocu-
rre por una razn. Como todos hemos nacido dentro de
un grupo familiar, hemos tenido un grupo de amigos,
hemos pertenecido a un grupo de trabajo, etc.; en una
palabra, como desde pequeos nos movemos en y entre
distintos colectivos, creemos saber todo lo relativo a sus
pivotes. Con ello enfatizo algo no tan superficial como
podra parecer (aunque es en lo resbaladizo de las super-
ficies donde se pierde pie), el supuesto mismo de tal
creencia, o sea que desde el siglo xv cualquier sujeto po-
see una representacin y evocacin de grupos de remi-
sin, sean cuales fueren stas. Hasta la poca indicada
(en el capitalismo planetario actual el funcionamiento
grupal interiorizado es automtico), eso era imposible,
y no precisamente a falta de "realidades grupales", sino
de las mutaciones histrico-productivas, artsticas, insti-
tucionales y conceptuales que pudieran convertirlas en
campo de investigacin.
Todava una acotacin. Si no queremos naturalizar
el concepto de grupo, es decir, proyectarlo hacia atrs y
dotarlo as de una hueca validez universal, debemos mar-
car sus condiciones de surgimiento (sin contrabandear lo
histrico en las escolares rescensiones etimolgicas) y las
constelaciones asociadas, opositivas o complementarias a
su utilizacin.
Pliegues
^Haciendo una sucinta indagacin, veremos que las
opiniones sobre lo que es un grupo son tan distintas co-
mo amplias y confusas.
Para unos un grupo ser la fila de gente que espera
el autobs. Para otros, los obreros que construyen los
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vehculos que circulan diariamente por el campo y la
C U d i
talmente alguien dir que un "gran grupo dio
el grito patritico en la plaza tal en un da memorable.
Y as constataremos que el mismo termino se aplica a
diversos "repertorios empricos",
Las fusiones e indistinciones que sealo aqu pueden
sonar demasiado conocidas para un l e c t o r desavisado. Pe-
ro no se trata de algo familiar, sino de la nocion de
ejemplo,
a menudo confundida con la
mencin anecdtica
("ramos 6 personas, de pronto Luis dijo , lo cual
m u es tr a ... ". La mencin anecdtica, abundante en los
escritos sobre grupos, lo nico que muestra es ^ l i g e r a
form a de trad uccin ). Po r el contrario un ejemplo se
constituye a travs de complejos quehaceres y formas de
transmisin (pensemos en la energa o el dinero cuando
juegan como ejemplos), y atraviesan reiteradamente tex-
tos de distintas pocas, que acuden a ellos para recons-
truirlos de acuerdo a lo que intentan evidenciar.
Observemos el asunto ms de cerca.
La gente que espera el autobs no conforma un gru-
po, sino un agregado, sus elementos comunican poco y
nada entre s, estn ansiosos por la llegada del trans-
porte para tomar cada cual su rumbo. Carecen de un lin
comn, por eso son un agrupamiento serial, no un grupo.
La conjuncin de agrupamiento serial proviene de
concepciones tradicionales, progrsivas (el sujeto como
nmero de una ser ie), sobre las masas. Ha s i d o reela-
borada en una perspectiva dialctica por la teora sar-
treana de los "colectivos". ...
M
Sin embargo la serialidad introduce algunos dilemas
cuando se la usa rpidamente. A veces surge unida a la
regresin serial, otras al grupo en sus comienzos (hay
que recordar que en el pensador francs
comienzo
se
opone a origen, de igual manera que lo perdido al encuen-
tr o) Pero ella queda indeterminada si no se la concibe
dentro de la "gnesis ideal que plantea Sartre
D e m o d o
que la serialidad no entraa el primer momento cronol-
gico, intermedio o final, de un grupo, sino la nocin que
posibilita captar ciertos devenires grupales, asi como el
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espectro de sus regresiones a lo "prctico inerte" (estra-
tos cristalizados, burocracia), que pertenecen general-
mente a una serie temporal "avanzada".
En el segundo ejemplo, el de los obreros que arman
vehculos, tampoco se trata de un grup o. Ellos trabajan
dentro de una fbrica, con mquinas de alta complejidad
tecnolgica, deben producir en tanto tiempo tal o cual
pieza, responder ante frreas exigencias administrativas,
etctera. Aqu estamos ante una institucin (fbrica)
que contiene en su interior "racimos" grupales y no pue-
de confundirse con un grupo, sea ste grande o pequeo.
Tampoco con un microsistema o intergrupos relacionados
de diversos modos. Las normas, reglamentos, objetivos de
produccin u otros son fundamentales, y las distintas tra-
mas personales y sectoriales, siempre sern subordinadas
salvo casos lmites as tengan un carcter institu-
yente.
El encadenamiento heterogneo que mencionamos, no
permite que una institucin se confunda con su "armado
visual", con aquello que se ofrece a nuestra percepcin
y apreciacin como unestablecimiento determinado. Tam-
poco se diluye en los
dispositivos
(por ejemplo grupo de
encuentro, grupo-anlisis, socioanlisis, etc.) que alimen-
tan ciertas intervenciones definidas. Ni en
aparatos es-
pecializados que responderan al esquema reproductor de
un estado cuyo fin es la dominacin mediante la repre-
sin directa y mediata. Ni se las puede captar ba jo el
repertorio de funciones
al que respondera su creacin.
Ni comprenderlas como meras redes simblicas o artifi-
cios
candorosamente idealizados.
Las instituciones seran ms bien las resultantes y
generadoras simultneas, de las mltiples relaciones di-
deTfuga
6 1 l t r e I a S d i m e n s i o n e s
sealadas y sus puntos
En el tercer caso la gente que se da cita en la plaza
e
f P .
r e s a r
,
s u f e r v
r nacional, su consenso frente a
una poltica, o lo contrario, tampoco forma un grupo. La
congregacin de individuos, los vnculos que se estable-
cen entre ellos, el sentimiento personal hacia su lder (el
presidente), los convierte en una masa restringida, es
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decir, una multitud que concurre a un lugar para ex-
presar una adhesin o rechazo patritico. Pero los gr u-
pos no pueden localizarse por los rasgos de
una
masa
social-histrica definida, por la "masificacin" que los
atravesara, etc. Tanto el nmero de sujetos que la com -
ponen como los mviles que los renen son distintos a
los de un grupo; adems los lazos y relaciones con su
lder son cualitativa y cuantitativamente diferentes.
Esta aclaracin sera ociosa si el asunto de la masa
no se hubiera pegado "indiscerniblemente" al de los
grupos.
Antes de Freud, trazando una lnea de demarcacin
arbitraria, se la perciba ba jo una serie de procesos (re-
gresin, mnimo nivel intelectual, violencia indiscrimina-
da, etc.) que caracterizaran a un conglomerado en el
acto de invadir el espacio pblico para imponer sus exi-
gencias reivindicativas o revolucionarias. As la masa
surge amalgamando los distintos grupos que la compo-
nen, y "uniformando" al individuo, el que segn sus "pe-
culiares" conformaciones psquicas, estara en franca opo-
sicin (mayor raciocinio, menor idealizacin, etc.) con
los fenmenos "indeseables" que impulsan a la muche-dumbre.
Con Freud se generan avances insospechados en la
problemtica de las masas y los grupos "artificiales" o
"naturales". Pero muchos equvocos permanecen sin re-
visin ni modificacin alguna. Mecanismos de unas se
endosan a otros y semejan tener el mismo poder consti-
tutivo y explicativo. Lecturas y traducciones sesgadas
excluyen todo aquello de los autores tratados que no ar-
monice con lo que se busca probar (por ejemplo, en su
interpretacin de G. Tarde, desaparecen los aportes con-
temporneos de este autor).
Ciertas nociones obsoletas en su tiempo (por ejem-
plo "alma colectiva de las masas"), siguen formando par-
te de su vocabulario.
Y as podramos seguir puntualizando verdaderos
"lapsus" de Frud que mostraran la verdad de sus pa-
siones, pero tambin el lapsus de la verdad que mani-
fiesta sostener
una
masa de seguidores.
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Re-pliegues
Despus de Freud, amputado y descontextualizado,
se habla trivialmente de los "efectos de grupo", cuyo n-
cleo "consiste en agregar obscenidad imaginaria al efecto
de discurso". Tod o aparece en el registro de una efec-
tuacin siniestra en cuanto favorece la idealizacin de un
supuesto centro, lder o conductor, quienes detentaran
un poder omnmodo y obturador de las producciones in-
dividuales
6
. Eso se generar por el mero hecho de estar
en grupo. Adem s de los problemas que trae aparejado
el en... indica el nivel de creencia imperante en los
grupos ntese el raso empirismo que alimenta la im-
putacin. As, se ha "nombrado al grupo como el lugar
de despliegue de la obscenidad que el imaginario pre-
senta . . . " .
Pero seamos un poco estrictos. N o dejemos que cual-
quier vocablo se ponga a danzar locamente por un soplido.
Condenar al grupo como "el lugar de despliegue de la
obscenidad", significa anular sus diferencias en una sus-
tancia universal llamada grupo. Mediante ella se realiza
un doble pasaje ilegtimo. El primero responde a la ur-
gencia de una formacin psicoanaltica determinada y,
a la vez, movida por una intensa participacin. Y ello
debe ocurrir sin caer en las manipulaciones, excesos e
idealizaciones que son la "esencia" misma de los "agru-
pamientos de personas". As se pasa de los
fantasmas,
tejidos durante los procesos grupales, a una fantasma-
gora opintica y prejuiciosa sobre los mismos.
El segundo, alborotado por la obscenidad, adjetiva el
asunto de la tica psicoanaltica (no taponamiento del
deseo), reducindola a la
moral del psicoanalista
(regla-
6
Aunque como dice Lacan respondiendo una conclusin apre-
surada de Colette Soler relativa al m s un o y el lder: N o hay
mucha certeza de que (la cosa) sea tan sim ple. Si a sta agreg a-
mos la puntualizacin del mesurado M. Safoan, veremos que la
s i m p l ez a
es la de los apenas iniciados en tales lid es: E n este as-
pecto aclara Safoan creo que no existe ninguna organizacin
que pueda eliminar la jefa tur a de una comun idad. Y saba muy
bien lo que estaba enfatizando.
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mentacin de sus aspiraciones segn la corporacin a que
pertenezca).
En ambos casos se ejercita una errtica lectura de
"Psico loga de las masas . .extrapolando conceptos de
un mbito experiencial todava regido por aproxima-
ciones balbuceantes y de anlisis a otro donde todo se
valida mediante una ignorantia non docta, que recusa lo
estipulado con afn sacral.
Lo anterior, como es obvio, hace referencia a la "es-
pinosa invitacin al duelo" del Cartel lacaniano, dispa-
rado con un espritu fundamentalista ajeno a la iniciativa
del mismo Lacan, quien seala: "Yo estoy en esto para
una funcin muy precisa, que sera esta cosa que escrib
y de la cual seguramente nadie se ha dado cuenta porque
no es ms que un mauvais dessin (mamarracho)". O
sea: algo bocetado de cierta forma para que los miem-
bros de la Escuela freudiana pudieran "representar" su
papel en la plaza pblica.
El Cartel permitira explorar una manera de tra-
bajo y realizaciones especficas no teidas por los tan
comunes y ello es cierto empastamientos grupales.
Aunque su elaboracin la "esperanza" de Lacan,
como dira G. Pommier estara alejada del sesgo err-
neo, desde cualquier punto de vista, que le han dado
ciertos aclitos ignorantes de las resonancias que portan
sus oraciones cuando afirman: "Se trata de encontrar
las vas que permitan rescatar la
marca nica
(Stirner
redivivo?) que caracteriza a cada sujeto para que sea
posible la creacin." (Hablar con tanta frescu ra en psi-
coanlisis?)
Crece la glosa y con ella la incomprensin del pensa-
miento inaugural. Para Lacan la
marca nica
sera lo
inefable. En cambio lo "relativamente cognoscible" es el
Unoque marca a cada uno segn su diferencia (singula-
ridad irrecusable del "rasgo un ar io" ). Distincin, a su
vez, entre teologa e intento de formalizacin, aceptable
o no, lgico-matemtica.
Por otro lado ninguno de los resultados obtenidos
hasta ahora sobre el funcionamiento de los "carteles" ga-
rantiza con cierta fiabilidad la desidealizacin que pos-
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tulaban sus formulaciones bsicas. Y esto porque ella
no se instaura por mandato.
Las enredadas historias de las prcticas grupales e
institucionales, narradas unas, aplastadas por las "coar-
tadas transferenciales" otras, sin testimonio escritural la
gran mayora, muestran como, en el transcurso de un
funcionamiento especfico, un lder eventual asumir su
rol absorbiendo, de modo fugaz o con cierta permanen-
cia, la funcin "ms una"
7
monitor-forma significante,
"siempre desconocida", distribuida mediante un esquema
de rotacin
8
a la que ir escalando, desde el "uno en
ms". O sea: el
sujeto,
hablando con los trminos de la
doctrina analtica.
El cartel es un "modo de produccin" hay quien
lo nombra as que omite determinar cules seran las
fases concretas de su propio trabajo de constitucin-di-
solucin.
De ah que se autoproponga como superacin nor-
mativa segn consta en su "acta" fundante, de lo
que en otras instancias ha sido vivido, sabido, conocido,
ignorado, denunciado como "manipulacin sicalptica", es-
tudiado en sus formaciones imaginarias peculiares, e
imaginado de mltiples maneras.
Y todo ello ocurre porque el
Cartel
es realmente una
consecuencia elaboradsima, una "produccin autogestiva"
(Lacan la esboza en el auge de los mtodos autogestio-
narios) de equipo que funciona slo dentro de un rgi-
men de prescripciones estatuidas, que abarcan una "po-
sicin acerca de la transferencia", sobre la "transmisin",
7 As se la conciba como un con ecto r del
C a r t e l
con el resto
de los espacios que componen la escuela freu dian a. O como un so s -
t de la relacin que cada uno pueda tener en su trabajo, con lo
.que tiene que decir. O bajo la paradoja m atemtica de la in fin i-
tud laten te , la funcin m s -u n a no ha podido siquiera atenuar
el jaque-mate de los procesos transferenciales en grupo, o en los
agregados por afin idad y seleccin que definen a los c a r t e l e s .
8
L a
pliza que representara el mecanismo de rotacin preasig-
nado tampoco asegura demasiado, porque como asevera un partici-
pante de las Jornadas, la s 'rotaciones', jam s impidieron nada.
L o s
comisarios se convirtieron en el 'pueblo' y los secretarios en
'generales ' .
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en relacin a la "obediencia de los principios rectores"
y la estructura "escuela".
Sin esa "red" sera un mero agregado improductivo
(aunque ella tampoco afianza lo contrario), fundado so-
bre una trivial y narcisista pasin disgregadora.
A la voluntad funcional del Cartel, tal como la ex-
presan ciertos fieles, le correspondera el grito y la r-
brica
:
" Basta de je fe s El Jefe."
Trazados
Valgan los sealamientos globales realizados hasta
aqu para que el lector ocasional de estas notas perciba
que subyace, histrica y nocionalmente, en los mismos.
Considerando el asunto desde otro ngulo, vemos que
los grupos han sido mixturados y confundidos, no slo
con las formas mencionadas, sino tambin con fenme-
nos organizacionales o con estructuraciones (por ejemplo,
la del trabajo) que responden a distintas leyes, genealo-
gas, determinaciones conceptuales, puntos de abordaje y
modos de intervencin especficos.
Hasta ahora hemos marcado lo que un grupo
no es.
El camino negativo nos ensea a diferenciar y reflexio-
nar sobre lo que nos interesa, aunque resulta insuficiente.
Tambin debemos decir lo que va siendo un grupo refe-
rido al aprendizaje-formacin, que poco tiene en comn
con la pedagoga o la terapia como se las concibe habi-
tualmente.
Un breve excursus.
Los llamados grupos teraputicos no comportan un
universo autnomo, sino un dispositivo particular des-
cribible. Una vieja tradicin opona esos "desprendimien-
tos" de las prcticas mdicas, a las "acciones" pedag-
gicas que estaban ligadas a determinados niveles educa-
tivos (formales y, ms tarde, informales cuando fue ne-
cesario contemporizarlos con la rotacin laboral).
Generalmente las experiencias teraputicas en o de
grupo requieren formas asistenciales ante pedidos de con-
tinencia o apoyo durante un tiempo limitado. La rela-
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cin contractual, los mtodos y tcnicas empleados son
parte de repertorios normalizados segn sea la orienta-
cin o eleccin del terapeuta. Sin em bargo, ms all delos beneficios o daos ocasionados, la nocin de grupo
teraputico es una
descripcin
de los modelos de
salud
("resolucin de conflictos", "adaptacin global o parcial",
"bienestar", etc.) y
enfermedad
("anomala", disfuncin",
"descontrol", "imposibilidad de manejo del entorno", etc.)
que guan sus respectivas acciones curativas. Asim ismo,
permiten medirlas en sus aspectos efectivos, es decir, en
trminos de efectos.
"Descripcin de modelos" de salud y enfermedad e
intento de "medicin en trminos de efectos" curativos
son los rasgos bsicos de los grupos teraputicos
9
; fuera
de los procedimientos o modalidades instrumentales adop-
tados.
Slo desde instancias que contemplen el mayor n-
mero de variables intervinientes y de explicaciones posi-
bles, "montajes" teraputicos, pedaggicos, operativos,
etctera, podrn superar el recorte emprico sobre el que
modelan sus diversos quehaceres y trascender hacia lo
grupal como dimensiones constituyentes de lo social-hist-rico, condicin inmanente de existencia y razonabilidad
de los grupos mismos.
Grupo-aprendizaje
Tenemos a la vista dos- trm inos : grupo y apren -
dizaje.
Por razones expositivas daremos cuenta de ambos
por separado. Despus los ligaremos para hablar, enton-
ces, de proceso de aprendizaje grupal.
9 Todava falta realizar un trabajo que ponga de relieve las
similitudes y diferencias de los distintos co nj un to s . Po r ejemp lo,
el acceso a un grupo teraputico supone un padecimiento ms o me-
nos determinado, un cmulo de informacin que porta cada inte-
grante y que ser la nica manejad a en las sesiones, etc. Esto n o
ocurre ni transcurre de modo idntico en otras formaciones gru-
ales .
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fesional*
1
'
m i t i r l a e s u n a g r a v e
Responsabilidad pro-
Aqu slo se afirma que los mtodos, tcnicas, pro-cedimientos, herramientas, etc., estn ligados a las situa-
ciones en que se aplican, ya que sus marcas iniciales son
paciones de aplicacin", y no algo que ocurre a pos-
Asimismo ciertas "esencias" grupales (afinidades,
supuestos bsteos, fases pautas cronolgicamente e t c )
existen sin duda alguna, pero de la misma forma en que
existe la televisin como "esencia" del hombre moderno.
De esta manera hemos delineado un grupo en gene-
ral sea grande o pequeo el nmero de sus m iembros,
se trate de un grupo bioenergtico o de diagnstico. Pero
d T a S ^ m t i * * * * ^ ^
6 8 6
^
6 8 d e
^
Pasemos al segundo trmino.
Qu es aprendizaje para nosotros? Lo que se nos
S t
a
m m e d i a t a m e n t e e s l i g a r l
a o t r o
vablo , en-
Q
f
s
Pernos: enseanza-aprendizaje. Como un coor-
dinador anuda combina, ayuda a transform ar la serie
de mensajes discursivos, metalingsticos, conceptuales,
t r a n s c o r
P
r a l e s
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pervivencias golpean en el centro de experiencias forma-
tivas que se pretenden absolutamente innovadoras.
Lo segundo es nuestra posicin al respecto. Es sen-
cilla y responde de manera amplia a todos los interro-
gantes:
ensear es, fundamentalmente, dejar aprender.
El epigrama significa en trminos genricos, "de-
jar ser" lo que se pueda, ms all de cualquier ilusin
de "querer ser".
(
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