¿Los libros no dicen nada?
Por Miriam Nazario Cruz
Es preciso que hoy que recordamos el Día Internacional del Libro, festejado el
pasado 23 de abril, nos hagamos la pregunta sobre ¿qué es un libro? o ¿para
qué sirve un libro? Si alguno de ustedes tiene alguna respuesta puede sentirse
en la libertad de hacerla pública. De lo contrario, permítanme introducir esta
charla con la proyección de un fragmento de la película inglesa de nombre
Fahrenheit 451 que se estrenó hace 46 años, es decir, cuando sus padres
todavía no habían nacido, o sea que esta película es de la “era de la canica”.
Proyectemos entonces este documento pre-histórico… (Proyección del video).
Me gustaría ahora interrogar a mi joven auditorio sobre su opinión a propósito
de las ideas vertidas en los diálogos de la cinta que acabamos de ver.
¿Ustedes coincidirían con el bombero en jefe cuando dice que “los libros no
dicen nada”? La respuesta parece más que obvia: los libros claro que dicen
algo, pues con tantas palabras escritas en ellos, algo han de informar, ¿o no?
¿O acaso ustedes han leído un libro que no diga nada? ¿Por qué dice
entonces aquel bombero que no hay nada en los libros?
Enseguida el bombero en jefe le dice al joven aprendiz de nombre Montag, que
cuando la gente lee “novelas” (de literatura) se entera de cosas que “jamás han
existido” y eso basta para que queden descontentas de su propia vida y tengan
deseos de vivir de otro modo, lo que jamás será posible en la realidad,
¿ustedes qué dicen? ¿Han sentido alguna vez deseos de vivir de forma
diferente a la que ahora viven? ¿Y este deseo ha sido provocado por un libro?
Pues bien, si aunque fuera por un instante alguno de ustedes ha sido inspirado
por la literatura a conocer otras formas de vida, en otros países e incluso en
otros mundos, ya tienen idea de una las funciones de un libro; despertar la
imaginación de quien lo lee e inspirar a ir más allá de lo que en este momento
puede ver con sus ojos, tocar con sus manos o probar con su boca, sí aunque
sean mal pensados, también para imaginar ese tipo de cosas sirven los libros.
Ahora bien, el bombero también habla de la Filosofía y dice que es peor que la
Literatura, ¿saben ustedes algo de Filosofía? ¿Por qué será peor que la
Literatura? El bombero dice que es porque todos los filósofos creen que sólo
ellos tienen la razón, lamento decirles que esto es verdad, pero no se dejen
engañar, no es cierto que los filósofos pensemos que todos los demás sean
idiotas.
Permítanme explicarme, el bombero menciona que la Filosofía es casi lo
mismo que la moda; un tiempo se usa la falda corta y pasado ese tiempo se
usará la falda larga, o para que ustedes lo entiendan, un tiempo se escucha
“Ya te olvidé de Yuriria” y mañana se escuchará al portugués Michel Teló con
su canción “Ai Se Eu Te Pego” (Ay seuchip ego). En el caso de la Filosofía, lo
que hacemos no es vestirnos a la moda o escuchar lo más sonado de la radio,
sino más bien, analizar de dónde viene el gusto por esa forma de vestir o qué
sentido tiene la letra de una canción, es decir, la Filosofía trata de entender las
motivaciones que tiene un ser humano al vestirse de una forma o al ser
fanático de un artista, a esto le llamamos en Filosofía, el origen del sentido
estético.
Cuando un filósofo ha investigado mucho sobre un tema y decide dar a conocer
sus resultados, es decir su teoría, entonces publica un libro para que otros
filósofos o pensadores lo lean y puedan dar sus opiniones al respecto, por
supuesto que cuando alguien estudia mucho un cierto tema, llega un punto en
que cree saberlo todo, sin embargo, la intención de dar a conocer su teoría es
que otros pensadores puedan tomar lo que él escribió para encontrar nuevos
resultados, y hacer posibles nuevas interpretaciones sobre ese mismo tema o
bien sobre otros temas que se relacionen.
Este acopio de teorías es lo que define a la Filosofía como “amor a la
sabiduría”, amor que es posible gracias a que todo este montón de
conocimiento es depositado en libros que se ponen al alcance de cualquiera
que quiera leerlos y no necesita para ello ser experto o muy ñoño basta con
tener un poquito de interés en el tema para que pueda contribuir con sus
propias ideas a descifrar los misterios de su cultura.
Si las teorías filosóficas cambian tan constantemente como ustedes cambian
de ropa interior, es porque así de rápido cambia el mundo, siempre que haya
transformaciones será necesario una teoría que explique por qué se dio así y
no de otro modo y qué consecuencias tiene ese cambio en el presente y qué
consecuencias podría tener en el futuro, esa explicación tiene que darla la
Filosofía, y nos la hará llegar a través de los libros, ¿Será por eso que el
bombero dice que los libros de Filosofía son peores que los de Literatura,
porque nos sirven para saber más sobre nosotros y nuestra realidad?
Quiero hablarles ahora sobre la idea de que escribir un libro es una cuestión de
vanidad, ¿ustedes estarían de acuerdo en que la persona que escribe un libro
lo hace para destacarse de los demás? O bien, ¿creen que escribir un libro o
leer un libro da el derecho a despreciar a quienes ni escriben ni leen?
Analicemos la cuestión, el bombero afirma que sólo se alcanza la felicidad
estando todo el mundo al mismo nivel, y por eso la intención de “destacar” de
entre los demás debe ser evitada.
Personas como Nietzsche o Aristóteles –ambos filósofos por cierto– sólo han
provocado que otros seres humanos se sientan despreciados por no ser
autores de libros como ellos y es por eso, según piensa el bombero, que todos
sus libros deben ser quemados, ¿es entonces el escritor un ser diferente al
común de las personas, un ser malvado quizá? Y si cualquiera de ustedes
tuviera un día la inquietud o la obligación –si es que se tratará de una tarea– de
escribir un cuento, una opinión sobre una película, una investigación sobre un
tema, o incluso una obra de teatro, cualquier cosa que fuera parecida a lo que
en los libros aparece, ¿se les podría considerar como escritores o autores? ¿Y
ser escritores les impediría llegar a ser felices sólo porque los escritores son
diferentes?
Déjenme decirles algo, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación ha provocado una expansión acelerada del
mundo virtual del que ustedes son parte cada vez que entran a Facebook,
Twitter, Google+ o Youtube. De entre muchas de las bondades de este ciber-
espacio, está el hacer posible la publicación gratuita de cualquier material
escrito, fotográfico o de sonido, de esta forma, hoy en día cualquiera puede ser
considerado escritor, pues aunque sus publicaciones en la red no se conviertan
en libros como los que se venden en tiendas o se resguardan en bibliotecas,
aquello que escriben y suben a la Internet podrá estar al alcance de decenas y
hasta cientos de personas, no sólo de esta ciudad sino incluso fuera de este
país.
Por eso creo que hoy cualquiera puede ser un autor o escritor, ustedes sólo
tiene que elegir su género favorito y “debrayarse” un rato en él, bastará con una
conexión a Internet para que sus ideas puedan ser leídas y debatidas en foros
públicos, pero cuidado porque para poder escribir de modo que el otro entienda
lo que ustedes quieren expresar es necesario escribir en orden sus ideas, tener
buena ortografía, ser claros y no extenderse demasiado, éstas son habilidades
que se aprenden leyendo libros de escritores profesionales, de modo que los
autores pueden ser también maestros de nuevos escritores y no sólo personas
presumidas o vanidosas.
Por lo tanto, si se trata de poner a todos al mismo nivel para que nadie sienta
envidia de otro y alcanzar así la felicidad, en lugar de quemar los libros y
satanizar a los escritores, sería mejor, por el contrario, que todos nos
convirtiéramos en autores aunque nuestros libros sólo estuvieran publicados en
Internet. Los medios de los cuáles disponemos hoy en día y el hecho de que
ustedes sean la “generación digital”, puede hacer de la utopía un sueño hecho
realidad.
Por último, ya para no cansarlos más con estos “debrayes” a propósito de las
muchas utilidades de los libros, quiero hacerles una última pregunta: ¿Si es
verdad que los libros “no dicen nada”, por qué entonces los bomberos de la
película quemaron no sólo la casa sino también a la mujer que se negó a
abandonar sus libros? Piensen en los bomberos que nosotros conocemos,
ellos apagan el fuego por una razón, ¿cuál es? Porque el fuego puede
consumir un edificio en cuestión de minutos, un bosque en algunas horas o
acabar con la vida de un ser humano en unos instantes, es decir, el fuego es
peligroso, puede hacernos daño, por eso los bomberos acuden a los incendios
y utilizan litros de valiosa y escasa agua para apagarlo, porque preservar la
vida es aún más valioso.
En la película Fahrenheit 451, de la cual vimos tan sólo un fragmento, los
bomberos siguen el mismo principio; acuden a las casas para acabar con
aquello que puede dañar un estilo de vida, en este caso ese estilo de vida
sucede en un mundo imaginario, ficticio, desgraciadamente la quema de libros
y de bibliotecas –y de gente dentro de bibliotecas– no es producto de la
imaginación de un cineasta o de un escritor, sino más bien un lamentable acto
que se ha repetido en diversos periodos de la historia de la humanidad.
Desde tiempos muy antiguos, millones de libros han sido quemados y en el
incendio conocimiento muy valioso ha sido irremediablemente perdido: China,
Egipto, Constantinopla, Florencia, Argentina, Chile, el propio continente
americano, antes de que se llamara continente americano, o más
recientemente Irak, son lugares en donde las culturas han sufrido la extinción
de su sabiduría entre las llamas del miedo.
Sí miedo, esos incendios sólo pueden ser motivados por el miedo, porque sin
importar en qué épocas y quiénes ordenaron la quema de todos esos libros,
una sola ha sido la razón para hacerlo; y esta es que los libros son peligrosos,
tan peligrosos como el fuego mismo, porque las ideas que en ellos se
conservan pueden ser tan explosivas como una granada y se propagan tan o
más rápido que un gas –no ese gas que ustedes están pensando, sino
cualquier otro gas–.
Los libros, como dice el bombero de la película, provocan pánico, pero no a los
fumadores que leen libros sobre el cáncer de pulmón, provocan pánico a los
que quieren que la injusticia, la pobreza, la delincuencia y la falta de educación
sigan existiendo porque gracias a esas cosas se pueden preservar su lujoso
estilo de vida, lleno de privilegios y alejado de todo lo malo de la sociedad.
Quienes ordenan la quema de libros, aunque sea de un solo libro, una página o
una frase, saben muy bien que los libros sí dicen cosas, y que sirven para
mucho, pues son armas de fuego tan efectivas como las bombas de tiempo.
Porque es sólo cuestión de tiempo para que quien empieza por leer un libro le
agarre el gusto a la lectura y continué con otro, y luego otro, otro más y así
hasta que de pronto comienza a desear vivir de otro modo, en un mundo más
justo, menos pobre, sin delincuencia, donde no tenga que vivir con miedo,
donde pueda ser feliz y expresarse como quiera, donde quiera y cuando quiera.
Quien llega a ese estado no está “descontento de su propia vida” como dice el
bombero en jefe, por el contrario, quienes desean para sí mismos una vida
más feliz y más vivible son quienes mejor saben vivir el presente porque
gracias a los libros conocen más sobre su realidad, sobre su cultura y sobre
todo sobre sí mismos.
Por eso, yo los invito jóvenes del futuro, a descubrir por su propia cuenta,
porque gente tan poderosa como Adolfo Hitler o George Bush tuvieron tanto
miedo del contenido de los libros que fueron capaces de enviar ejércitos
completos a incendiar cualquier “inocente” libro que encontrarán, tal como los
bomberos de la película que vimos. No sé confundan jóvenes digitales, los
libros hacen del escritor y del lector un ser consciente de la realidad que vive y
la conciencia es el arma más poderosa que tienen los pueblos para
transformar sus sociedades, por eso siempre que se enteren de la que quema
o la censura de un libro, será porque ahí hay alguien que no quiere que el
mundo cambie.
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