METAFICCION Y POSMODERNIDAD EN EL JUEGO DEL ÁNGEL,
DE CARLOS RUIZ ZAFÓN
Por Matilde Pettengill
Carlos Ruiz Zafón nació en Barcelona en 1964. Desde el año 1992 reside en Los
Ángeles, California, Estados Unidos y también es el año en el cual comienza a escribir y publicar
sus escritos. Primero escribió tres novelas juveniles, El príncipe de la niebla (1993), El palacio
de medianoche (1994) y Las luces de septiembre (1995). Después, en 1999, publicó Marina,
novela híbrida juvenil/adultos. Finalmente, publicó tres novelas para adultos que forman parte de
una serie llamada El cementerio de los libros olvidados y que son, La sombra del viento (2001),
El juego del ángel (2008) y El prisionero del cielo (2011). Esta serie constituirá una tetralogía,
ya que, según declaraciones del autor, está escribiendo la cuarta novela que completará la saga.
También escribió algunas narraciones cortas y guiones cinematográficos. Todas sus novelas para
adultos se han traducido a varios idiomas y se han vendido numerosos ejemplares alrededor del
planeta, especialmente en alemán y en inglés, seguido del español, ya que se vendieron en mayor
proporción en Alemania y en Estados Unidos. También, recibió muchos premios por parte de
varias editoriales y asociaciones.
Carlos Ruiz Zafón utiliza en sus novelas elementos de la metaficción para mostrar los
valores morales de la sociedad española en la posmodernidad1. La teoría de metaficción que
utilizo en este análisis corresponde a la de Ana Dotras, quien en su libro La novela española de
metaficción, señala cuatro características básicas que forman parte de la metaficción, a saber: el
1 La palabra “posmodernidad” la utilizo en referencia a la época cultural que se da a continuación de la modernidad,
que no debe confundirse ni usarse en el sentido de “modernismo” que se refiere a un movimiento literario.
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anti-realismo, la autoconsciencia, la auto-referencialidad y el papel del lector. Estas
características de la metaficción se destacan en El juego del ángel, porque alude al proceso de la
escritura, desde cómo se concibe la ficción, hasta cómo se lee y se interpreta. También, en El
juego del ángel se vislumbra un aspecto lúdico2 a través del uso del lenguaje. Hay figuras de
pensamiento de retórica, como paradojas y alusiones, como por ejemplo, en el título de la obra.
Es evidente que el título de esta obra, El juego del ángel, es una alusión a un juego. Se podría
decir que hay una invitación al lector para participar en un juego dentro de la novela o también
ser simplemente testigo de dicho juego. Además de analizar la metaficción que se desprende de
esta novela, doy un panorama de la sensibilidad posmoderna y del género de la Novela Negra
Española en las cuales está inserta la obra de Ruiz Zafón.
El propósito de este trabajo es demostrar, a través del intra-autor, los elementos de la
metaficción, la captación de la sensibilidad posmoderna, varios géneros literarios y la
multiplicidad de voces narrativas en El juego del ángel, novela negra o detectivesca que
representa el conjunto diverso de la sociedad española, a modo de caleidoscopio, con el
propósito de entretener al lector.
La novela está dividida en tres partes a las que llama “acto”. Cada acto tiene un título y el
narrador, que es el intra-autor, utiliza una dialéctica de tesis, antítesis y síntesis que corresponde
a cada acto. La importancia del intra-autor en este trabajo será analizada más adelante. Esta
dialéctica corresponde a distintos momentos de la creación de la obra: en primer lugar, David,
que es el intra-autor y el narrador, manifiesta su deseo de querer escribir una novela; luego, se
2 Para el concepto de lúdico me baso en los rasgos de Jean Duvignaud que sitúa el juego junto al azar, lo inesperado
y lo discontinuo, como así también en el de Rawdon Wilson quien dice que funciona por medio de “una serie de
trampas, enigmas, aporías, paradojas, juegos de palabras, alusiones, citas intertextuales y significación ambigua de
conceptos ” (76).
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enfrasca en la escritura de un libro con todos los inconvenientes y dificultades que esto le
ocasiona; y, al final, él es el lector y crítico de su propia obra, que es la que estamos leyendo
nosotros, los lectores reales. Cada acto, a su vez, está subdivido en capítulos numerados con
números arábigos en forma progresiva. El primer acto, titulado “La ciudad de los malditos”,
incluye 25 subcapítulos (pp. 9-197) y conforma el planteamiento de la novela. El segundo acto,
“Luz Aeterna”, tiene 41 subcapítulos (pp. 201-483) y contiene el grueso de la novela,
desarrollando el nudo. El tercer acto, “El juego del ángel”, cuenta con 25 subcapítulos (pp. 487-
655) y comprende el desenlace. Al concluir los tres actos hay un corto epílogo (pp. 659-667), en
donde el narrador reordena sus pensamientos.
En cuanto al tiempo como duración, la novela abarca un período de doce años en sus tres
partes, o actos, para saltar quince años en el epílogo que dura unos pocos días. Comienza en
1917: “Mi primera vez llegó un lejano día de diciembre de 1917.Tenía por entonces diecisiete
años” (9). Termina en 1929, dos semanas después de haber concluido la Exposición Universal en
Barcelona: “El gran palacio de la Exposición Universal y los restos de los demás pabellones
habían sido clausurados apenas dos semanas antes” (635), se sabe que se refiere a la Exposición
de 1929 porque luego dice que “el teleférico fue construido para la Exposición Universal” (637),
aunque en la realidad se habilitó en 1931; por lo tanto, en este dato carece de verosimilitud. El
epílogo indica que transcurre en 1945, año en que finaliza la Segunda Guerra Mundial. Estos
acontecimientos históricos proveen a la novela de un telón de fondo en donde el 99 % de la
acción transcurre en un momento de apogeo de la sociedad barcelonesa, esto es, 1917-1929, que
se menciona en la novela, correspondiendo el período de salto de 1929 a 1945 del epílogo, a
guerras internas y externas, como lo fueron la Guerra Civil Española entre 1936 y 1939 y la
Segunda Guerra Mundial, 1939-1945. Este silencio, o salto en la novela, lo aclara al comienzo
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del epílogo cuando dice que “han pasado quince largos años desde aquella noche en que hui para
siempre de la ciudad de los malditos. Durante mucho tiempo la mía ha sido una existencia de
ausencias, sin más nombre ni presencia que la de un extraño itinerante” (659). El oxímoron3
formado por las palabras existencia/ausencia enfatiza una vida vivida sin memoria, sin recuerdos,
utilizando como punto de partida esta dualidad se explicaría que las palabras “existencia” y
“ausencia” son utilizadas en la obra posmoderna tanto en su sentido literal como conceptual.
En cuanto al espacio geográfico, la obra se ubica en Barcelona, España, por lo tanto, se
trata de una novela urbana. La mención específica de algunos lugares de la ciudad le da un
carácter de verosimilitud. A veces es tan resaltante la descripción de esos lugares que pareciera
que la ciudad misma es un personaje. Se destacan edificaciones tales como la basílica Santa
María del Mar, el Colegio San Ignacio4 y el parque Güell. Algunos espacios interiores que se
mencionan en la novela hablan de la vida cultural en Barcelona, como por ejemplo, el bar Casa
Almirall, que efectivamente sirvió de lugar de reunión a artistas de diversas artes. En la novela,
el narrador dice que se encontraba con algunos personajes “[…] en el bar Almirall en la calle
Joaquim Costa, donde tenía cuenta y mantenía una tertulia literaria los viernes por la noche”
(89). En ese bar se reúne con sus amigos para celebrar su cumpleaños vigésimo octavo, por lo
que en apenas diez capítulos del primer acto ya transcurrieron doce años. Otros lugares,
recurrentes en las otras novelas de Ruiz Zafón, son las comisarías, los hospitales, la estación de
trenes y el cementerio. Estos lugares contribuyen a agregarle un ingrediente de verosimilitud.
Los detalles incluidos en la obra son de suma importancia porque contribuyen a la construcción
del mundo imaginado, o figurativamente dibujado, en la mente del protagonista y narrador.
3 El oxímoron es una figura literaria de dos ideas opuestas que se utiliza también en la posmodernidad, ya que es una
época en donde “todo vale”, en el sentido que los juegos lingüísticos son propios de esta sensibilidad. Para más
información, véase Turco 6.
4 El Colegio San Ignacio es donde Ruiz Zafón hizo sus estudios primarios y secundarios.
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Dicho de otra manera, los detalles crean un mundo verosímil. En este sentido mientras el lector
tiene que distinguir entre lo real y lo ficticio del protagonista, la situación se complica por el
hecho de que los nombres y descripciones lo hacen todo más real. Dicho conflicto interior del
lector es parte del concepto de autorreflexidad de tanta importancia en la obra posmoderna, el
cual fue elaborado por Jairo Restrepo Galeano en su tesis titulada “Autorreflexividad e
investigación en la literatura metaficcional”. Explica así:
La autorreflexividad está ligada a la presencia; el sujeto, narrador, autónomo, construye
mundos coherentes, verosímiles, entendibles, lógicos en su interior; como tal está
expresando un significado, una visión del mundo, y lo contiene. El arte moderno
considera la realidad como base ontológica, el posmodernismo impone la realidad como
un referente construido más que como un estado “natural” de la existencia. Ello implica
una forma de pensar sobre la representación y la historia que niega la existencia
trascendente: no hay hechos sino interpretaciones, textos. (124)
Por otro lado, los adjetivos que acompañan a Barcelona, dan una ambientación de un género
narrativo gótico y detectivesco5 de la novela, ya que suele decir ‘tenebrosa Barcelona’,
‘Barcelona de portentos’, y también, una serie periodística que escribe el protagonista que se
llama “Los misterios de Barcelona”.
El narrador es el protagonista, David Martín, cuya función es hacer un recuento de la
memoria de los años 1917 a 1929, además de una reflexión en 1945, y también proporciona las
claves de interpretación de las intrigas de la trama de la novela. También, el narrador reconstruye
el pasado de varios personajes que aparecen en la primera novela del autor, La sombra del
viento. Esas referencias también contribuyen a la metaficción de la obra. El hecho de que Ruiz
Zafón muestra el poder del narrador de no ser solamente la voz de su obra, sino un personaje
omnipresente que ve a todos, incluso a los que no son parte de la obra, es muy importante.
5 Más adelante enumeraré las condiciones que requiere el género detectivesco a diferencia del policial que se
relaciona al sistema de la policía como institución.
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La temática de la obra está dada por el protagonista, David Martín, quien tiene la tarea de
escribir un libro que rija el comportamiento de la sociedad. Tiene dos ejes, la vida cotidiana de
los personajes y la vida trascendental que atañe a la humanidad en su conjunto. Ruíz Zafón está
jugando con la idea del libro como una fuente de poder que puede manipular el comportamiento
de la sociedad. Esta tarea para él no es un privilegio sino una maldición de la que no puede
escapar. También, el nombre de la novela, El juego del ángel, alude explícitamente a un ángel,
que sería el ángel caído, o Lucifer, que juega con la vida del protagonista. El juego consiste en
que el ángel restablecerá la salud de Martín aquejada de una enfermedad mortal, a cambio de
escribir un libro con cierto reglamento. Después de algunas peripecias, Martín accede a la
petición.
David Martín es un personaje principal, es el protagonista y el narrador. Ama los libros,
tanto leerlos como el querer escribir, ya sean cuentos, series por entrega o una novela. En sus
relatos se imagina a los personajes como si fueran reales, como por ejemplo, Chloé Permanyer,
en Los misterios de Barcelona. Usa el seudónimo Ignatius B. Samson (115). Como él mismo
declara, “soy autor de novelas de aventuras que ni siquiera llevan mi nombre” (114). Al
comienzo tiene 17 años y trabaja como redactor en el diario ‘La voz de la industria’. Vive con su
padre en el Palacio de la Música. No se sabe el nombre del padre que es ex-combatiente de la
Guerra de las Filipinas, en donde se independizó de España, por lo tanto se situaría en el año
1898, misma fecha de la Guerra Hispano-Estadounidense en donde España perdió Cuba. La
madre de David abandonó a su padre al regresar éste de la guerra. El padre consigue un puesto
de vigilante nocturno en el diario en donde luego conseguirá el puesto para David. El padre
muere asesinado cuando David ya está trabajando en el diario. Por lo tanto, David queda
huérfano siendo todavía un adolescente y trabaja para su sobrevivencia.
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Andreas Corelli es el editor de la librería La Lumière, en París. Corelli quiere que David
escriba un libro para él a cambio de algo que no podrá rechazar. Es el antagonista. Cabe destacar
que Corelli no hace nada malo en la obra, él solamente le da al protagonista la oportunidad de
controlar a la sociedad circunscripta en una obra posmoderna. El villano no es una persona,
puesto que indirectamente, Ruiz Zafón nos dice que somos nosotros mismos.
Isabella Gispert es una muchacha joven que cuenta con 17 años. Le pide a David, siendo
éste ya un adulto, trabajar como su ayudante porque ella también quiere ser escritora. Está
enamorada de David pero no es correspondida.
Pedro Vidal tiene 60 años, trabaja en el diario “La voz de la Industria” también. Es el
padrino literario de David y amigo de Don Basilio Moragas, director del diario. Tiene una buena
posición económica. Es mediocre en su escritura, por lo que le pide a David que lo ayude a
redactar.
Cristina Sagnier tiene 19 años, es hija del chofer de Pedro Vidal con quien termina
casándose, si bien ama a David y éste a ella. No es un personaje importante ni tampoco
desarrollado, pero es importante en la vida de David ya que es la musa inspiradora de sus
descripciones del amor.
Los Sempere (padre e hijo): Tienen una librería, son amigos de otro librero, Gustavo
Barceló. El padre Sempere es quien llevará a David a una mística biblioteca, Cementerio de los
Libros Olvidados que no existe en la realidad, único lugar que no es verosímil en la novela ya
que es ficticio. La importancia de este lugar es que se trata de un residuo del conocimiento de
todas las generaciones pasadas para preservar la cultura de la humanidad a través del tiempo.
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El Cementerio de los Libros Olvidados también se podría considerar como un personaje, tal vez
más villano que el mismo Corelli, porque el protagonista se vuelve peligroso, agresivo y hasta
podría afirmarse que enloquece después de leer los libros, que son la fuente del poder.
Víctor Grandes es el inspector de policía. Al comienzo de la novela es amigo de David,
pero al avanzar la trama, Víctor traiciona a David.
Barrido y Escobillas son dos editores que trabajan juntos formando una sociedad. Ambos
son explotadores y mueren quemados en su editorial, en uno de los varios incendios que hay en
la obra.
Diego Marlasca es un personaje que se presenta también con el nombre de Ricardo
Salvador. Es el escritor del libro Lux Aeterna, el texto que David eligió del Cementerio de los
Libros Olvidados.
Irene Sabino es una bella ex actriz de teatro, amante de Diego, que cae en la pobreza.
En cuanto al resumen de la obra, la novela comienza con el primer acto, “La ciudad de
los malditos”. El título de esta primera parte es también el título de la serie de vampiros que
escribe David Martín a sus 17 años en la redacción del periódico “La voz de la industria”. David
quiere escribir su propia novela, Los pasos del cielo, y en esta empresa lo apoya su padrino
literario, Pedro Vidal. Por otro lado, el librero Sempere lleva a David al Cementerio de los
Libros Olvidados para que elija un libro y se lo lleve para leer. David escoge Lux Aeterna, cuyo
autor es Diego Marlasca. David enferma gravemente de cáncer y tiene síntomas terminales. El
editor Andreas Corelli le propone a David que escriba un libro de religión que rija el
comportamiento humano a cambio de curarse de sus dolencias. Este acepta y recupera la salud
física. En una sociedad en crisis los valores están invertidos; lo bueno es malo y a la inversa, por
lo cual, si tener un libro es motivo cultural, en un mundo al revés el tener un libro es motivo de
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locura. La recuperación física de David es con la finalidad de escribir un libro, no de tener salud
en sí.
La segunda parte, o acto, se titula “Luz Aeterna”. Aquí, David escribe el libro para
Corelli. Este libro se trata de una nueva religión, la cual tiene que crear David. En determinado
momento, David guarda lo escrito en un baúl porque si destruye es como si destruyera su vida,
ya que el pacto con Corelli fue que debía escribir el libro para tener vida saludable.
David lee el libro Lux Aeterna que trajo del Cementerio de los Libros Olvidados y se da
cuenta que el tema es idéntico al tema de su libro, el crear una religión. Además, nota que las
iniciales del autor son las mismas que las de su nombre, esto es: DM, por Diego Marlasca, pero
también se imagina la casualidad de que él, David Martín, también tiene por iniciales DM. David
se da cuenta que la casa de la torre donde vive actualmente la ocupó previamente Diego, incluso
la máquina de escribir que utiliza, que estaba en la casa, es la misma que usaba Diego. David
encuentra fotos que conectan a Diego con la ex actriz Irene y se entera que el hijo de Diego
murió. No hay pruebas de la existencia de Diego.
David y Cristina se aman, pero ésta vive con Vidal. Cristina le envía cartas a David pero
Isabel las esconde, hasta que David las descubre y echa a Isabella de su casa. Isabella termina
casándose con el hijo del viejo Sempere, Daniel. Cristina va a la casa de David, abre el baúl, lee
la novela que él escribió pero que le prohibió leerla y luego ella huye. Vidal le confiesa a David
que mataron a su padre por error porque era a él a quien buscaban.
David, el protagonista, y Diego, el autor del libro Lux Aeterna, tienen una ocupación
similar que es la de escribir un libro de una nueva religión. Esta especie de espejo uno del otro es
como si fueran uno real y el otro su sombra, que se ven reflejadas entre sí y conforman un solo
ente. El hecho que el protagonista es un escritor y va a escribir una obra ocasiona dos situaciones
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posibles a considerar: la primera, que si el personaje David es el escritor, pero es ficticio,
nosotros, la audiencia que leemos, también tendríamos que ser entidades ficticias; la segunda,
siendo David el escritor, quien es un ente ficticio, los lectores, seres ficticios también, se
ubicarían en una categoría doblemente ficticia. El resultado en el segundo caso es que existirían
múltiples niveles de personajes ficticios, a manera de cajas chinas en donde una novela contiene
en su interior otra novela y así sucesivamente. Este elemento especular es una característica de la
metaficción elaborada por Linda Hutcheon y que se explicará más adelante en este trabajo.
El tercer acto, que es la última parte, se llama “El juego del ángel”. En este acto se
suceden una serie de muertes. David pelea con Pedro pensando que Cristina regresó con él, pero
ella está internada en un hospital mental de donde se escapa y muere. El señor Sempere discute
con Irene porque le había dado una copia de Los pasos del cielo. Diego suplanta a un ex policía,
Ricardo, y muere a manos de David. El policía Grandes detiene a David, quien se escapa, va a
ver a Pedro justo antes de que éste se suicide. Nuevamente se encuentran Grandes y David,
pelean, y como resultado David mata a Grandes y Grandes le balea a David pero no muere
porque la bala atravesó un ejemplar de Los Pasos del Cielo que llevaba entre sus ropas. David
quema su casa. Le da a Isabella el libro Los Pasos del Cielo con el agujero donde atravesó la
bala. David se va de la ciudad. La importancia del narrador estriba en que éste, al ser un
personaje ficticio, no se compromete con lo creado, por lo tanto, sus alocuciones, aunque sean
reflejo de la sociedad de su tiempo están exentas de validez real.
Al final hay un epílogo, en donde David ve a Andreas Corelli al borde de la playa con
una niña llamada Cristina. Corelli le da la niña a David y le dice que la cuide.
La presencia de diversos géneros narrativos en El juego del ángel, tales como novela
negra, gótica, fantástica, histórica, de viaje, relato auto-biográfico, ensayo, diálogo, forma
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epistolar y auto-reflexión, conforma una característica de la posmodernidad, que según dice
Terry Eagleton:
Por «posmoderno» entiendo, en términos generales, el movimiento de pensamiento
contemporáneo que rechaza las totalidades, los valores universales, las grandes
narraciones históricas, los fundamentos sólidos de la existencia humana y la posibilidad
de conocimiento objetivo. El posmodernismo es escéptico ante la verdad, la unidad y el
progreso, se opone a lo que entiende que es elitismo en la cultura, tiende hacia el
relativismo cultural y celebra el pluralismo, la discontinuidad y la heterogeneidad. (229)
Entonces, esta hibridación de géneros narrativos se puede tomar como ese pluralismo al cual se
refiere Terry Eagleton y que constituye el motor y una constante en la narrativa de Ruiz Zafón.
Otro ejemplo de posmodernidad en El juego del ángel estaría dado por el hecho de que David se
muestra reticente cuando Corelli le encarga escribir un libro de religión, pero luego se da cuenta
de que no hay una verdad absoluta y que cualquier persona, siguiendo una estructura básica y
común, es capaz de escribir un libro de una religión nueva:
Lo que quiero de usted es la forma, no el fondo. El fondo siempre es el mismo y está
inventado desde que existe el ser humano. Está grabado en su corazón como un número
de serie. Lo que quiero de usted es que encuentre un modo inteligente y seductor de
responder a las preguntas que todos nos hacemos y lo haga desde su propia lectura del
alma humana, poniendo en práctica su arte y su oficio. Quiero que me traiga una
narración que despierte el alma. (261)
También, en lo concerniente a los opuestos verdad/ficción, historia/fábula, que pudiera
representar ese libro de religión que tiene que escribir David, cabe destacar que la existencia
simultánea de opuestos es otra característica de la sensibilidad posmoderna, según el enunciado
de Terry Eagleton:
Resultaba irónico que el pensamiento posmoderno hiciera semejante fetiche de la
diferencia, dado que su propio impulso consistía en borrar las distinciones entre imagen y
realidad, verdad y ficción, historia y fábula, ética y estética, cultura y economía, arte
culto y arte popular o izquierda y derecha. (58)
En El juego del ángel, Ruiz Zafón incorpora esa variedad de elementos que provienen de los
distintos géneros literarios y los re-agrupa creativamente, dando por resultado una novela
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original en donde se pueden percibir esos elementos individualmente y lograr de esa manera
entretener al lector de este siglo XXI y el tiempo dirá si también a las generaciones futuras.
Cabe aclarar que el término ‘posmodernidad’ es definido de diferentes maneras por los
críticos como así también establecen diferentes fechas para el comienzo de esa etapa. El crítico
Brian McHale, en su libro Postmodernist Fiction, es quien se refiere a ese hecho de discordancia
entre los críticos y los literatos. También, McHale indica que las novelas en la posmodernidad se
proponen desmentir el registro historiográfico, producen intencionalmente los anacronismos y,
en algunos textos, se introduce lo fantástico. Luego, McHale se refiere a tres estrategias en estas
novelas de la posmodernidad: la historia apócrifa, el anacronismo creativo y la imaginación
histórica: “Apocryphal history contradicts the official version in one or two ways: either it
supplements the historical record, claiming to restore what has been lost or suppressed; or it
displaces official history altogether” (90).
En El juego del ángel, las diferencias de fechas por ejemplo, entre la habilitación del
teleférico en la realidad, que ocurrió en 1931, difiere de la fecha que ya está en funcionamiento
en la novela, ya que cuando David utiliza el teleférico, corre el año 1929. Este es un ejemplo del
anacronismo que McHale señala como característica de la novela escrita en la posmodernidad.
Se puede argüir que la superposición de acontecimientos, la Exposición Mundial y la
inauguración del teleférico, con fechas tan dispares, es para realzar el progreso arquitectónico
español. Por otro lado, se puede argumentar una razón por la cual no se ubica el estreno del
teleférico en su año correspondiente. Es sabido que en 1931, se declaró una coalición
republicana-socialista que quería modernizar el país bajo el mando de Manuel Azar. Entonces,
debido a ese período de turbulencia histórico político de España, y para evitar la justificación de
que el teleférico era obra del nuevo gobierno e ignorar el tiempo de su construcción, se prefirió
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mantenerlo al margen y darle crédito al tiempo anterior en el cual se llevó a cabo la construcción.
Hay que acotar que la tecnología brilla por su ausencia en la novela, a no ser por la presencia del
teléfono y de la máquina de escribir manual que utiliza David. Esto nos indica que la novela
transcurre en un mundo sin adelantos científicos.
El juego del ángel resalta la hibridación de géneros. Bajo el modelo de Novela Negra,
David conduce el relato con un lenguaje literario y también conduce la investigación
detectivesca sobre la existencia, presencia/ausencia de Diego. La literatura y la investigación
detectivesca establecen un complejo textual que reflejan la sensibilidad posmoderna. El instante
de la ruptura entre ambos roles, David escritor-detective, se produce cuando decide tomar en sus
propias manos investigar el paradero de Diego.
La novela de Ruiz Zafón, El juego del ángel, entra en la categoría de novela negra porque
cumple con casi todos los requisitos de los ocho puntos de las reglas enunciadas por Tzvetan
Todorov en su libro Poétique de la prose, dentro del capítulo “Tipología de la novela policial”6,
1. La novela debe tener como máximo un detective y un culpable, y como mínimo una
víctima (un cadáver)
2. El culpable no debe ser un criminal profesional; no debe ser el detective; debe matar
por razones personales.
3. El amor no tiene lugar en las novelas policiales.
4. El culpable debe gozar de cierta importancia: no ser un valet o una mucama y ser uno
de los personajes principales.
5. Todo debe explicarse de un modo racional; lo fantástico no está admitido.
6. No hay lugar para las descripciones ni para los análisis psicológicos.
7. Hay que adecuarse a la homología siguiente: en cuanto a la información sobre la
historia: “autor: lector = culpable: detective”.
8. Hay que evitar las situaciones y soluciones banales. (4)
Como se ve, casi todas estas reglas se encuentran en la novela de Ruiz Zafón. En primer lugar,
hay no sólo uno sino varios cadáveres; David ejerce el papel de detective al tratar de localizar el
6 Traducido al castellano por Silvia Hopenhayn. Todorov menciona que esas ocho reglas son una inspiración
resumida de las veinte reglas que enumeró S.S.Van Dine en 1928, reglas que debe ajustarse todo autor de novelas
policiales.
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paradero de Diego; Corelli es el culpable en el sentido de que es la causa de los acontecimientos
que se desencadenan a partir del momento que le encarga escribir un libro a David. En segundo
lugar, Corelli no es ni criminal ni detective, mata pro razones personales, a modo de ‘ajuste de
cuentas’. Tercero, ningún romance llega a buen puerto, no fructifica. Cuarto, el culpable, Corelli,
es uno de los personajes principales. Quinto, la investigación se explica racionalmente; sin
embargo hay pasajes un tanto fantásticos, como las apariciones abruptas de Corelli, que encarna
a una especie de diablo y la recuperación milagrosa de la salud de David. Este aspecto fantástico
nos hace pensar en la integración de varios géneros literarios mencionados anteriormente por
Terry Eagleton. Lo fantástico es un elemento recurrente en la obra de Zafón, sobre todo para
crear un ambiente urbano gótico, ciudad en brumas, percepciones borrosas y otras sensaciones
sensoriales o sinestesia literaria. El resto de las reglas también se observan en la obra.
Si la sensibilidad posmoderna es el marco en donde se enclava El juego del ángel, la
metaficción es la base para este análisis. Para ello, en primer lugar me refiero al estudio de la
metaficción que hizo Ana Dotras, quien a su vez toma en consideración las aportaciones teóricas
desarrolladas por Linda Hutcheon y Patricia Waugh acerca de la metaficción de la novela y sus
características, como así también la de otros críticos y escritores.
Según Ana Dotras, la novela española de metaficción presenta las siguientes
características: el antirrealismo, la autoconsciencia, la autorreferencialidad reflexiva o reflexión
autocrítica, el carácter lúdico y la particular importancia que se le concede al papel del lector
(Dotras, 7). Estas características están presentes en El juego del ángel, pero para ello primero
explicaré cada una de ellas y así ver cuáles y dónde se localizan en la novela de Ruiz Zafón.
El primero en introducir la palabra ‘metaficción’ fue el crítico norteamericano William
Gass, quien en 1970, partió de un estudio sobre obras de Jorge Luis Borges, John Barth y Glenn
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O’Brien, cuyas novelas tienen como eje el hecho de escribir novelas. En realidad, según nos dice
Ana Dotras, Gass lo hizo para evitar la connotación negativa de llamar a ese tipo de escritura
‘antinovela’, cuando cita “Many of the so-called antinovels are really metafictions” (Dotras, 12).
También en 1970, Robert Scholes escribe un ensayo sobre un tipo de ficción cuya característica
es el de tener conciencia de la ficcionalidad, la autorreflexividad y la autocrítica. Este aspecto de
auto reflexión resalta notoriamente en El juego del ángel. David pasa por ese proceso reflexivo al
escribir tanto para el diario como para Corelli, como lo son “La ciudad de los malditos” y Los
pasos del cielo.
En el año 1975, Robert Alter en su obra Partial Magic: The Novel as a Self-Conscious
Genre, elabora el marco teórico sobre la novela autoconsciente. En ese mismo año, Michael
Boyd, en su libro The Reflexive Novel: Fiction as Critique, destaca que cuando en una novela
hay una actitud de volverse a sí misma para verse tal como lo que es, una ficción, es una
reflexión, “the reflexive novel seeks to examine the act of writing itself, to turn away from the
project of representing an imaginary world and to turn inward to examine its own mechanism”
(citado en Dotras, 14). Por lo tanto, al ser reflexiva, ya no se trata de una estética realista. En El
juego del ángel se hace hincapié en los actos de escribir y de leer dentro del aspecto de reflexión.
Numerosos pasajes en El juego del ángel nos deja entrever el proceso de creación del lenguaje en
sí mismo. Por ejemplo, cuando David se refiere a sus amigos, dice “Ya en aquellos tiempos mis
únicos amigos estaban hechos de papel y tinta.[…] Las palabras y el misterio de su ciencia
oculta me fascinaban y me parecían una llave con la que abrir un mundo infinito” (Ruiz Zafón,
51). Así también, David expresa momentos de desesperación o terror a través de palabras que
tiene o que las pierde, como al relatar uno de sus sueños: “las letras en la página atrapada en la
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máquina de escribir del estudio se desprendían del papel y, como arañas de tinta, se arrastraban
sobre sus manos” (Ruiz Zafón, 82).
En 1980 nos encontramos con la aportación teórica de Linda Hutcheon en su obra
Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox. En ella, analiza algunos términos propuestos
por Jean Ricardou en su artículo “La Population des miroires”, de 1975, como ser el concepto de
desdoblamiento especular o autorreflejo. Linda Hutcheon define un carácter narcisista en la
novela así: “Metafiction… is fiction about fiction –that is, fiction that includes within itself a
commentary on its own narrative and / or linguistic identity” (Hutcheon, 1). Tomando en cuenta
este modo especular o de espejo, podemos acotar que en El juego del ángel, David funciona
como una especie de espejo del otro personaje escritor, Diego, quien escribió Lux Aeterna. La
palabra “Narcissistic” que utiliza Linda Hutcheon no tiene un tono despreciativo sino que el
objetivo es destacar ese aspecto especular. Linda Hutcheon clasifica la metaficción en cuatro
tipos, que son, la intertextualidad, la parodia, la fantasía, y el lenguaje en sí mismo por medio de
juegos lingüísticos como ser anagramas y retruécanos. Estos cuatro tipos se encuentran en El
juego del ángel.
Siguiendo con los teóricos de la metaficción a través del tiempo, es el turno de mencionar
a Inger Christensen, quien en su libro The Meaning of Metafiction, de 1981 expone que “se
considera metaficción aquel tipo de ficción cuya principal preocupación es expresar la visión de
la experiencia del novelista por medio de la exploración del propio proceso de creación de esa
ficción” (Dotras, 17). Tanto Linda Hutcheon como Inger Christensen insisten en un carácter
didáctico que tiene la novela de metaficción, ya que está mostrándole o ensenándole al lector el
proceso de escribir. Este aspecto didáctico se observa en El juego del ángel. Se trata de los
primeros pinitos o pasos preliminares que deberá dar David para ser escritor de novela. Corelli
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trata de impulsar y de persuadir a David para que escriba en el siguiente diálogo en donde
primero habla David y luego le responde Corelli:
DAVID. Y después de todo esto, quiere usted que me invente una fábula que haga caer
de rodillas a los incautos y los persuada de que han visto la luz, de que hay algo en lo
que creer, por lo que vivir y por lo que morir e incluso matar.
CORELLI. Exactamente. No le pido que invente nada que no esté inventado ya, de una u
otra forma. Le pido simplemente que me ayude a dar de beber al sediento. (259)
Cuando David le interpela a Corelli sobre la memoria de los hechos históricos a considerar,
Corelli le dice: “No hay nada en el camino de la vida que no sepamos ya antes de iniciarlo. No se
aprende nada importante en la vida, simplemente se recuerda” (264). Dicho lo cual enfatiza que
la escritura es una re-escritura de lo existente, ya sea en el mundo real o en el de la mente, que
aunque no es una realidad todavía, tiene existencia.
Ya ensimismado en el proceso de lectura-escritura, David explica la ejecución de un libro
de religión. Lo hace atando cabos entre distintas obras para plasmar los preceptos que contiene
un libro sagrado. David llega a la conclusión que los libros de religión son todos similares:
Tras sobrevivir a miles de páginas sobre el tema, empezaba a tener la impresión de que
los cientos de creencias religiosas catalogadas a lo largo de la historia de la letra impresa
resultaban extraordinariamente similares entre sí. […]Mitos y leyendas, bien sobre
divinidades o sobre la formación y la historia de pueblos y razas, empezaron a parecerme
imágenes de rompecabezas vagamente diferenciadas y construidas siempre con las
mismas piezas, aunque en diferente orden. (280-81)
Esas piezas de rompecabezas a las que se refiere David resultan ser los temas recurrentes que se
encuentran en relatos biográficos, épicos, ensayos y otros estilos literarios presentes en la
literatura española desde tiempos medievales. Nuevamente, he aquí una cita extraída de la novela
en donde David lista esos temas:
Eran páginas en las que abundaban relatos de padres e hijos, madres puras y santas,
traiciones y conversiones, profecías y profetas mártires, enviados del cielo o de la gloria,
bebés nacidos para salvar el universo, entes maléficos de aspecto espeluznante y
morfología habitualmente animal, seres etéreos y de rasgos raciales aceptables que
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ejercían como agentes del bien y héroes sometidos a tremendas pruebas del destino. (281-
282)
Avanzando en la lectura de El juego del ángel, el narrador, que siempre se trata de David, ya se
inmersa en la tarea de escribir y nos dice así:
El texto fluía, brillante y eléctrico. Se dejaba leer corno si se tratase de una leyenda, una
saga mitológica de prodigios y penurias poblada por personajes y escenarios anudados en
torno a una profecía de esperanza para la raza. La narración preparaba el camino para la
llegada de un salvador guerrero que habría de liberar a la nación de todo dolor y agravio
para devolverle su gloria y orgullo, arrebatados por taimados enemigos que habían
conspirado por siempre y desde siempre contra el pueblo, el que fuese. El mecanismo era
impecable y funcionaba por igual aplicado a cualquier credo, raza o tribu. Banderas,
dioses y proclamas eran comodines en una baraja que siempre entregaba las mismas
cartas. Dada la naturaleza del trabajo, había optado por emplear uno de los artificios más
complejos y difíciles de ejecutar en cualquier texto literario: la aparente ausencia de
artificio alguno. El lenguaje resonaba llano y sencillo, la voz honesta y limpia de una
conciencia que no narra, simplemente revela. (344-345)
En 1984, Patricia Waugh, crítica literaria, define la metaficción en su obra Metafiction. The
Theory and Practice of Self-Conscious Fiction. Si bien la definición de Waugh se asemeja a la
dada por Alter, ésta acentúa un carácter social: “Metafiction is a term given to fictional writing
which self-consciously and systematically draws attention to its status as an artifact in order to
pose questions about the relationship between fiction and reality” (Waugh, 2). También, Patricia
Waugh enumera una serie de aspectos en la metaficción: la autoconsciencia, la parodia, el
carácter lúdico, la metalingüística, el ‘role-playing’ y el concepto de ficcionalidad. Este carácter
social que se vislumbra en los estudios de Waugh y Alter puede entreverse en El juego del ángel
mediante la siguiente cita en donde David habla de la evolución de los personajes:
-Bueno, lo que me ha resultado más interesante hasta ahora es que la mayoría de todas
estas creencias parten de un hecho o de un personaje de relativa probabilidad histórica,
pero rápidamente evolucionan como movimientos sociales sometidos y conformados por
las circunstancias políticas, económicas y sociales del grupo que las acepta. (283)
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Si bien todos los teóricos mencionados anteriormente han dado su cuota de definición en el
campo de la metaficción, es Robert Spires el que se ha referido a la novela española de
metaficción en particular en su libro Beyond the Metafiction Mode, de 1984 y nos dice así:
In the case of the Spanish version appearing in the 1970s and early 1980s, the emphasis
has shifted from unmasking the conventions to foregrounding the process of creating
fiction; rather than a narrator, reader, or character violating another’s boundaries, there is
a violation of the traditional distinctions among the act of narrating, the act of reading,
and the narrated product. (16)
De esta manera, el enfoque versa sobre el proceso de crear una historia. También, Robert Spires
dice que la manera de hacer esto da como resultado una especie de “Chinese box effect” (15).
Tomando en consideración este resultado que explica Spires, podemos visualizar en El juego del
ángel este mismo efecto de cajas chinas. En primera instancia está la serie que escribe David,
“La ciudad de los malditos”, cobrando vida, por así decir, el personaje David. En segundo grado
tenemos el personaje Chloe, especie de ‘femme fatale’, creado por David. En tercer nivel, el
personaje Chloe, que cobra vida en los sueños de David. En este momento en que Chloe
aparenta ser sujeto de un sueño, al lector le da la impresión que el personaje ficticio se hace real.
Lo mismo vuelve a suceder con el libro que escribió Daniel, Lux Aeterna, ya que David descubre
que el libro de religión que él está escribiendo coincide en cuanto al tema con el que escribió
Daniel:
A primera vista, el libro ofrecía una colección de textos y plegarias que no alumbraba
sentido alguno. La pieza era un original, un puñado de páginas mecanografiadas y
encuadernadas en piel sin excesivo mimo. Seguí leyendo y al rato me pareció intuir cierto
método en la secuencia de eventos, cantos y reflexiones que puntuaban el texto. El
lenguaje tenía su propia cadencia y, lo que al inicio parecía una completa ausencia de
diseño o estilo, poco a poco iba desvelando un canto hipnótico que calaba lentamente en
el lector y lo sumía en un estado entre el sopor y el olvido. Lo mismo sucedía con el
contenido, cuyo eje central no se evidenciaba hasta bien entrada una primera sección, o
canto, pues la obra parecía estructurada al modo de viejos poemas compuestos en épocas
en que el tiempo y el espacio discurrían a su libre albedrío. (219-220)
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En cuanto a la ubicación de las mujeres en el plano de la literatura, se percibe un carácter
misógino por parte de la perspectiva de algunos personajes. Por ejemplo, el padre de Isabella,
que no está entusiasmado con la idea de que su hija se dedique a la literatura dice: “El día que a
las mujeres se les permita aprender a leer y escribir, el mundo será ingobernable” (273). Corelli,
por su parte, habla del rol tradicional de las mujeres a través de los libros de religión y dice así:
-Toda religión organizada, con escasas excepciones, tiene como pilar básico la
subyugación, represión y anulación de la mujer en el grupo. La mujer debe aceptar el rol
de presencia etérea, pasiva y maternal, nunca de autoridad o de independencia, o paga las
consecuencias. Puede tener su lugar de honor entre los símbolos, pero no en la jerarquía.
La religión y la guerra son negocios masculinos. Y, en cualquier caso, la mujer acaba a
veces por convertirse en cómplice y ejecutora de su propia subyugación. (318)
En conclusión, El juego del ángel ha tenido una gran recepción, sobre todo por parte del público
mundial, tanto de habla hispana como alemana y anglosajona. En su novela se aprecia como
telón de fondo la época en que está situada la obra: la primera mitad del siglo XX, pero escrita
con las técnicas de la metaficción, los requisitos de novela negra y la captación de la sensibilidad
posmoderna que se distingue a finales del siglo XX y principios del XXI.
Ruiz Zafón, a través de sus personajes, nos describe a una sociedad española con crisis de
valores en todos los órdenes: económico, social y religioso. Todos sus personajes tienen voz y
cada uno de ellos está incluido en el conjunto, representando de esta manera a modo de
caleidoscopio, a la sociedad española.
En este trabajo he demostrado cómo la obra juega con los elementos de la metaficción.
Yo probé mi tesis mediante el apoyo de la teoría sobre la posmodernidad desarrolladas por Terry
Eagleton en su texto Después de la teoría y de Brian McHale en su libro Postmodernist Fiction y
las definiciones y características de la metaficción enunciadas principalmente por Linda
Hutcheon y Patricia Waugh.
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Prieto. Madrid: Taurus, 1989. Impreso.
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