El gran mito Inca…
Wiracocha, que había ahuyentado las tinieblas,ordenó al sol que enviara una hija y un hijo a latierra, para iluminar, a los ciegos, el camino.
Oh! gran Sol, te ordenó que envíes
a tu hijo y a tu hija a la
tierra…ahora!
Los hijos del sol llegaron a orillas del lagoTiticaca y emprendieron viaje por lasquebradas de la cordillera.
Oh-oh!Ups!
Traían un bastón. En el lugar donde sehundiera al primer golpe, fundarían el nuevoreino.
Oye Manco…¿traes
el bastón?
¿Cómo que si lo traigo? Claro, pues!!!
Desde el trono actuarían como su padre, que da la luz, la claridad y el calor, derrama la lluvia y el rocío, empuja la cosecha, multiplica las manadas y no deja pasar día sin visitar el mundo.
Seré como nuestro padre!
Ay! Dios!!!
Digo…seré bueno como lo es él…!
Por todas partes intentaron clavar el bastónde oro. La tierra rebotaba y ellos seguíanbuscando.
Que entre,
que entre!Ay, no!
Otra vez no va a entrar!
Escalaron cumbres yatravesaron correntadas y mesetas. Todo lo quesus pies tocaban, se iba transformando: Hacíanfecundas las tierras áridas, secaban los pantanos ydevolvían a los ríos a sus causes.
¡Ahora sí! Este bastón
está funcionando.
¡Así es! Todo lo que
tocamos se transforma
Por fin, junto al monte Wanakauri, loshijos del sol hundieron el bastón. Cuando la tierralos tragó, un arcoíris se alzó en el cielo. Entonces,el primero de los Incas dijo a su hermana y mujer:-Convoquemos a la gente.
Por fin pude clavar este
bastón! Llamemos a
todos!
Ya era hora!
Entre la cordillera y la puna, estaba el valle cubierto dematorrales. Nadie tenía casa. La gente vivía en agujerosy al abrigo de las rocas, comiendo raíces y no sabíantejer algodón ni lana para defenderse del frío.
Arraray…qué frío!
Todos los siguieron. Todos les creyeron. Para losfulgores de las palabras y los ojos, todos supieronque los hijos del sol no estaban mintiendo.
Vengan todos! Sígannos,
es por acá!
Los acompañaron hacia el lugar donde losesperaba, todavía no nacida, la gran ciudad delCuzco.
Alguna pregunta? No? Entonces…muchas
gracias!
Mario A. Sandoval Macías8vo. “A”