ESTUDIOS SOBRE LA CIUDAD
OASIS DE BARRIOS: LA PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA SEGURIDAD EN OASIS DE VILLA
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OASIS DE BARRIOS: LA PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA SEGURIDAD EN
OASIS DE VILLA
Anderson García Cristóbali
Resumen:
El artículo parte del análisis de las narrativas sobre la inseguridad en los dirigentes de Oasis
de Villa señalando que estas los interpela por un debilitamiento en el pasado de las “lógicas
de integración” del barrio. Luego de describir la tensión en los espacios públicos, como
escenarios de la inseguridad, el artículo señala que no es solo la inseguridad y la violencia,
sino la reacción frente a estas las que vienen debilitando las lógicas de integración, pues
fragmentan la escala vivencial del barrio y redefinen un tipo de vecindad cada vez más
reducida.
Palabras Clave: Producción Social de la Seguridad, lógicas de integración, barrio, Oasis de Villa.
Oasis de Villa, justificación y metodología del estudio
Oasis de Villa es una localidad de Villa El Salvador cuya ocupación data de finales de los
años ochenta. Desde esos años, como ampliación del Noveno Sector, Oasis se ubicó en un
terreno complejo: se asentó en una parte de Lomo de Corvina, un médano cuya
habilitación es precaria y vulnerable; ocupó un área protegida como zona arqueológica y en
la actualidad permanece muy cerca de un terreno reservado a la construcción de la
Universidad de Villa El Salvador.
Sin embargo, su trama urbana, como la de la mayoría de sectores del distrito, se organizó
en torno a una célula, o módulo urbano, que se repite a lo largo del territorio. Esta célula es
llamada, hasta hoy, “Grupo Residencial”: un conjunto de 16 manzanas con 24 lotes cada
una, organizadas alrededor de un espacio público comunal (ver Imagen 2 del Anexo).
El tiempo ha demostrado que la ampliación ha funcionado como una estrategia para el
reconocimiento legal, pues luego de que la mayoría logró la titulación, Oasis ya no forma
parte del Noveno Sector, sino un sector independiente, el Décimo.
Actualmente Oasis cuenta con 7 Grupos Residenciales (ver Imagen 4 del Anexo).
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El motivo de elección de este barrio, como caso de estudio, es darle continuidad a una
breve investigación, de corte más cuantitativo, publicado por el autor en colaboración con
el Programa Urbano del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo – DESCO. Fruto
de una investigación breve sobre economías subterráneas en siete de los “nuevos barrios”
del Sur de Lima, en aquella investigación se encontró que Oasis de Villa era el barrio que
presentaba las tasas más altas de victimización por hogares, siendo los robos y el pandillaje
los dos actos violentos más importantes en el barrio, con tasas de más de 50%ii.
La metodología que sustenta este artículo tiene las pretensiones de una etnografía. Las
técnicas utilizadas han sido: entrevistas semi-estructuradas a diez dirigentes del barrio y
observación en campo.
La inseguridad y el debilitamiento de las lógicas de integración del barrio.
Al principio. Cuando llegamos nomás casi al año. Así, usted sabe, cuando uno llega, queremos estar
unidos, porque tenemos todas las necesidades, tenemos necesidades de luz, de todo, de servicios básicos,
inclusive de la propiedad de nuestras posesiones. Allí nos organizamos, inclusive, en aquel entonces
agarramos a dos delincuentes que estaban robando casas. Los llevamos y los tiramos a la laguna… (D9)
Cuando Oasis de Villa se inició, esto era un lugar, como en todo lugar cuando hay una invasión - pero creo
que ahora ya hay una invasión cuando de frente hay conflictos - pero aquí en Oasis cuando nosotros
iniciamos… esto era una zona tranquila… Tú podías caminar, tú podías tener tu ropa allí y nadie te
robaba. Pero después poco a poco, a los tres, cuatro, cinco años ya comenzó a malograrse. La gente venía de
otros sitios. No era tanto como ahora… (D4)
Estas dos citas nos proponen dos elementos presentes en el “habla sobre la inseguridad”.
En ellas nuestros entrevistados analizan las causas del problema de la inseguridad en el
presente. No solo nos hablan de los lugares comunes de la pobreza y la desestructuración
familiar, sino que encontramos una interpelación por menos solidaridad y organización
barrial, y desconfianza frente al extraño.
Aun cuando podamos dudar de si lo expuesto por los entrevistados – mayor lógica de
integración y menor inseguridad en el pasado – es cierto o no, lo importante en los
discursos o narrativas de la seguridad no radica en la veracidad de lo que se enuncia, sino
en el “conocimiento de la vida social” que producen.
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Uno de estos conocimientos, es la relación entre la experiencia emocionaliii de la
inseguridad y la violencia y la historia del desarrollo del barrio.
Al principio cuando invadimos no había ni rateros… Después ya se malogró cuando le hicieron las pistas y
vinieron los rateros. Pero más antes no había ni pista, nada. No pasaban muchos carros. Pero ahora…
¡uy!… pasa cualquier desconocido, vienen en carros negros de último modelo…(D6)
En nuestras entrevistas hemos encontrado dos lógicas que imbrican la inseguridad y la
historia del barrio:
a) En el pasado, en los primeros años de la invasión, predominaba el pandillaje porque
las condiciones físicas del espacio lo permitían: grandes terrenos de tierra y calles
sin asfaltar eran los escenarios para que las pandillas inicien los “guerreos”; en
cambio, los robos en vehículo eran menos frecuentes por la imposibilidad del
acceso.
b) En el presente, la sensación de vulnerabilidad frente a los robos se vuelve a la par
que el pandillaje; porque está relacionada a la consolidación física de las viviendas y
su equipamiento familiar; y sobre todo a la mayor accesibilidad que el asfaltado de
vías genera.
Este conocimiento se interpela por una lógica de integración barrialiv, es decir una mayor
convivialidad. De modo que en el presente, ya sea porque “todos tienen que salir a trabajar” o
“porque las casas paran vacías”, hay un trastoque en la idea de una vida barrial intensa,
desarrollada en el pasado.
Antes había mayor solidaridad, mayor organización, cosas en común, había juntas en las manzanas,
eventos para poder mejorar algunas cosas, faenas. Nosotros hemos bajado un cerrón haciendo faenas,
nivelándolo, la gente se unía para hacer algunas cosas en común. Nosotros teníamos, como antes habrás
escuchado, secretaría de salud: si un vecino estaba enfermo pasaba la delegada de salud pidiendo una
colaboración, su voluntad, a todos; y se le ayudaba, se le llevaba el médico. (D2)
Si bien es cierto que Remy y Voyé describían que el proceso de urbanización dislocaba el
espacio social y el espacio barrial, creemos que las lógicas de integración barrial, y las
relaciones de convivialidad vecinal no solo son puestas en cuestión por la dislocación entre
un espacio social y un espacio barrial, en contextos de metropolización. En los discursos de
los dirigentes, la inseguridad creciente es la que interpela esta lógica de integración ausente
en el presente. Así, un elemento patente en estos discursos, es que en muchos casos las
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personas relacionadas a las actividades que ponen en peligro la seguridad en el barrio, robos
y pandillas, viven en el barrio.
… porque como le digo dentro de aquí mismo, de este núcleo del grupo que vivimos son, a veces muchas
veces, son los propios hijos y esos propios hijos tienen amigos de distintas partes de distintos sitios no
solamente de acá o de más allá, entonces qué pasa, como se forman con delincuencia con robos, drogadicción,
de todo, entonces se pasan la voz “oye mi vecino sale”, entonces sirven de campana y te roban. (D1)
Esto es importante porque genera una atmosfera de sospecha y desconfianza intragrupo,
que quiebra la idea de un “nosotros”, y refuerza la idea de un pasado de solidaridad.
Pese a ello, el objetivo de este artículo es demostrar que no solamente la inseguridad, sino
que la forma cómo se la enfrenta – que nosotros llamamos producción social de la
seguridad – es la que coadyuva al debilitamiento de las lógicas de integración. De esta
forma, el texto propone dos partes. En la primera la experiencia de la seguridad en Oasis de
Villa a partir de la tensión existente en el uso de sus espacios públicos. En la segunda,
demostraremos cómo la reacción frente a ella, materializada en cierta organización para la
seguridad y la proliferación de tranqueras, debilitan las escalas de convivialidad vecinal y
barrial.
Un barrio inseguro: La tensión entre la apropiación y la dominación del espacio
público
Para Henri Lefebvre hay por lo menos tres formas de analizar los espacios sociales: por
dominación, por apropiación y por desviación. La apropiación del espacio es el sentido del
habitar que una colectividad otorga al espacio construido, al constituirlo como espacio
vivencial; en muchos casos este sentido otorgado puede ser distinto a la función para el que
fue construido. La desviación, por otro lado, es una reapropiación de un espacio, que
habiendo sido apropiado, pierde su finalidad y está vacante; al hacerlo trastoca el sentido
inicial otorgándole uno distinto. La dominación es, en cambio, siempre desapropiación; es
un espacio al que unos pocos, a través de ciertos mecanismos, le han impuesto un sentido.
(Lefebvre, 2013: 212 -216).
La observación de los usos de los espacios públicos en Oasis de Villa y los discursos de
nuestros informantes, nos sugiere una pérdida de apropiación colectiva del espacio público
en favor de una creciente dominación de pandillas, en primer lugar, y de jóvenes con
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características específicas: drogadictos y asaltantes. En muchos casos, es cierto, se trata de
las mismas personas.
Como hemos señalado antes, lo importante no está en definir si es cierto que se traten de
pandillas, o si por el contrario se trata de jóvenes que por hábitos y prácticas determinadas
son estigmatizados. El conocimiento social que se produce es el de una apropiación
colectiva que queda restringida en función del tiempo. Así, pasadas las horas de la tarde y
noche, no podría haber apropiación de espacios como las losas deportivas – muchas de
ellas aún en construcción.
Yo tengo mi parque allí, a ese le dicen el aeropuerto. Allí fuman, violan, de todo hacen allí. He pedido
iluminación, cosa que no me la están dando. (D1)
El impacto más importante de la inseguridad en Oasis, es la peligrosidad de estos lugares:
los espacios públicos comunales. El espacio comunitario pierde el sentido que – según los
entrevistados – debería tener: un espacio de encuentro y de integración del Grupo
Residencial, abriéndose paso a la dominación, como ocupación.
Entonces hay chicos que se juntan en los parques, no es ya seguro a partir de las diez de la noche, ¿no?, hay
que tomar precauciones, ¿no? … igual en las madrugadas. (D2)
Los parques. La mayoría de los parques están ocupados en la noche por fumones o por borrachitos que
están allí siempre. (D10)
El término ocupación hace referencia al acto por el cual nos apoderamos de un territorio,
invadiéndolo o instalándonos en él. En muchos casos esta ocupación de las pandillas –
relacionadas casi siempre a la drogadicción y los asaltos – tiene también un impacto en la
estructura física, por el deterioro y el hurto del equipamiento.
A: ¿Los pandilleros también utilizan esta parte…?
D: Sí… Se sientan en las bancas. Yo hace tres años atrás obtuve estos juegos. Lo donaron. Tuve una
resbaladera, tuve un tobogán… tuve el sube y baja. Desapareció. Poco a poco desapareció. (…) Se lo
llevaron (…) Todo esto estaba con juegos recreativos. Mira cómo lo han roto a pedazos… solo me queda
este de recuerdo…
A: ¿El espacio del tobogán?
D: Sí, el tobogán que había.
A: ¿Y eso hace cuánto ha sido?
D: Hace poco. Un año atrás. El único que está sobreviviendo es este, este de acá.
A: ¿Sobreviviendo…?
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D: Claro pues. Agonizando está mi parque. Mira, lo rompieron. ¿Entonces qué se puede hacer?
Dígame.(D4)
¿Qué hace que el espacio comunitario dominado, “ocupado”, sea escenario del pandillaje y
la drogadicción? Una respuesta lógica la encontramos en el estado de consolidación física
de estos espacios. En todos los 7 Grupos Residenciales que componen Oasis de Villa, estos
espacios están a medio construir –sin iluminación– lo que genera una atmósfera de
peligrosidad.
(En) la mayoría de los parques porque no hay iluminación en primer lugar, en los parques no hay suficiente
iluminación; y porque los parques no están lo suficientemente arreglados… (D10)
Teresa Cabrera ha utilizado la categoría de “espacio público en formación”, para dar cuenta
de la relaciones que se establecen al “implementar nuevas áreas de uso público, mejorar
aquellas que quedaron por hacer o transformar las ya consolidadas” (Cabrera, 2009: 74).
Una de estas relaciones, puede ser descrita como una tensión constante entre un “espacio
público en transformación”, es decir un espacio público en proyecto que no logra ser apropiado
colectivamente y una dominación creciente de pandillas y drogadictos.
Otra explicación a la dominación por pandillas del espacio público frente a la apropiación
ciudadana habría que encontrarla en la ineficiencia de la Policía Nacional y el Serenazgo,
instituciones que son percibidas como lejanas por los entrevistados. Así, las entrevistas
muestran la existencia de un alejamiento en dos sentidos: uno espacial y otro simbólico.
Lejanía espacial, por la ubicación de la comisaría de la Urbanización Pachácamac y las
dificultades de acceso a la zona. Lejanía simbólica, reflejada en el descontento por la
inoperancia de instituciones, traducida en un creciente sentimiento de impunidad.
Porque no está cerca un patrullero y a veces cuando les llamamos vienen con toda la bulla, entonces ya se
fueron todos. A pesar que en realidad al frente (en) Pachacámac está, pero es el parque zonal el que lo
divide, entonces tienen que dar toda una vuelta para acá. No hay control no hay nada de… a veces viene
así Serenazgo pero haciendo su bulla y entonces igual espanta ¿no? No hay nada… no hay mucho, a pesar
de que en realidad estamos pagando por Serenazgo. Dicen que van a poner en Oasis, ¡por eso que van a
poner! No. Hay una caseta.(D2)
Y sin embargo este descontento no se traduce en una confrontación explícita con las
instituciones; por el contrario, se trata de una relación que combina cercanías y lejanías
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simbólicas. Estas cercanías funcionan como discursos que: a) “comprenden” que el
problema de la inseguridad rebasa los límites de actuación de estos actores institucionales,
ya que en algunos casos existe autocrítica por haber ocupado un lugar muy alejado de la
trama urbana del distrito; y b) que a pesar de su ineficiencia, son instituciones necesarias.
… a eso de las, de entre 8.30 y 9 de la noche, principalmente viernes y sábado, días que siempre ha habido
problemas, y llamar al Serenazgo es un problema porque nos indican que la comisaría, la delegación
encargada no pueden hacer nada, nosotros comprendemos porque de repente no tienen la suficiente… ni
personal, ni las armas necesarias como para contener eso. (D3)
… cuando es de Oasis, dicen ¡uy!, ¡los olvidados de Dios!, dicen ¡a dónde has ido a parar!(...) porque no es
algo que ha estado destinado sino que se ha formado por necesidad porque esta era zona para otra cosa
(D2)
Esto es importante porque podría pensarse, como señala Michell Bassand para “la galère”
francesa, que el sentido de exclusión (del tipo “los olvidados de dios”) puede provocar
sentimientos y emociones como la rabia, que impactarían en actores como la policía o
cualquier símbolo de orden social (Bassand, 1997: 92). Sin embargo, antes que culpar a
actores externos, hay una constante interpelación acerca del papel que cumplen los
residentes en la seguridad del barrio; un sentido de responsabilidad propia, que no hace
fácil derivar las causas del problema hacia las instituciones.
Esto abre la posibilidad de plantear estrategias de seguridad ciudadana en las que entren en
diálogo tanto los mecanismos institucionales como las expectativas de los dirigentes en
Oasis y un sentido de responsabilidad frente a sus problemas. Antes que culparlas, la
población reclama estas instituciones.
Es cierto que la lejanía institucional es más fuerte que esta cercanía simbólica. Pero es
justamente en medio de estas lejanías y cercanías donde los residentes se han organizado
para hacer frente a la inseguridad en el barrio. La idea de Producción Social de la Seguridad
nos sirve para dar cuenta de las prácticas que, a manera de tácticas, los individuos emplean
en este ámbito, al margen de la provisión institucional de la seguridad.
La reacción frente a la inseguridad: Tácticas y Sociotécnicas de la Producción
Social de la Seguridad.
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“El hábitat se piensa (…) como producto social y cultural que implica la participación
activa, informada y organizada de los habitantes en su gestión y desarrollo” (Ortiz, 2011:
15). En buena parte esta producción social es posible por un debilitamiento de los sistemas
institucionales de provisión residencial, así como por una producción privada que no es
capaz de satisfacer las demandas y necesidades de los sectores populares.
La producción social del hábitat no implica solo la dotación de vivienda sino del entorno
inmediato a ella. Son características de la producción social del hábitat: a) que es individual,
es decir hecha por iniciativa personal o familiar de los habitantes; b) que se realiza a su vez
por grupos u organizaciones sociales sin personalidad jurídica; c) que es comunitaria, se
realiza por procesos solidarios; y d) que se organiza colectivamente.
Hemos repasado los discursos de los actores porque desde la perspectiva de Caldeira, las
narrativas del crimen – las que cuestionan el orden y la seguridad ciudadana – son
productoras de conocimientos en la vida social (Caldeira, 2007: 46). Pero un aspecto
importante es que también producen prácticas en el espacio. De hecho, son las prácticas
antes que el discurso el objeto de estudio de la sociología.
Para Michel De Certeau, las prácticas pueden ser analizadas en función de tácticas y
estrategias. Proponemos el termino de tácticas para entender la Producción Social de la
Seguridad en Oasis de Villa, en cuanto esta es una “acción calculada que determina la
ausencia de un lugar propio”, en un “terreno que le impone y organiza la ley de una fuerza
extraña” (De Certeau 1996: 43). Las tácticas son el medio que tienen lo débiles para
aprovechar las ocasiones y poder acumular beneficios y prever salidas a los problemas. A
diferencia de estas, las estrategias se refieren a las “relaciones de fuerza que se hace posible
desde que un sujeto de voluntad y de poder (…) resulta aislable. La estrategia postula un
lugar susceptible de ser circunscrito como algo propio” (1996: 42).
Es decir, allí donde hay una estrategia dominante, las tácticas buscan salidas. Nuestra
definición de la Producción Social de la Seguridad es entonces la de un proceso de
despliegue de tácticas de iniciativa familiar realizado, a la vez, con cierto grado de
organización y participación con el fin de proveerse de seguridad, allí donde la única
estrategia en el espacio público es la dominación por ocupación y deterioro de los espacios
comunitarios, que en Oasis de Villa es causado por pandillas, drogadictos y asaltantes. Y
también es importante decirlo: donde las estrategias institucionales están ausentes.
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Sin embargo, las tácticas siempre suponen el enrolamiento de objetos técnicos. Desde este
punto de vista, estas tácticas son siempre sociotécnicas. (Latour, 2001: 251). En lo que
sigue, expondremos estas tácticas relacionando en una misma descripción las prácticas de
los individuos y los objetos técnicos.
Organización vecinal de la vigilancia: Alarmas, perifoneos, silbatos.
Bueno en Oasis se formaron diferentes grupitos de comités vecinales de seguridad en el año 2005 y 2006, y
si no me equivoco, la municipalidad apoyó con unas radios, para estar comunicados con el Serenazgo, en
esos tiempos. Y teníamos alarmas en los puntos más altos de los tanques elevados que hoy por hoy no
trabajan. Esos tanques elevados, reservorios de agua que utilizábamos, piletas, en cada manzana o cada
sector. Y funcionaban esas alarmas y nos comunicábamos de esa forma previniendo. (D3)
Esta es la primera táctica de Producción Social de Seguridad. De hecho, el Sistema
Nacional de Seguridad Ciudadana, contempla la creación de comités en los distintos niveles
de gobierno. Aun cuando a veces la mayoría de los comités no han sido organizados con
apoyo de la administración pública, su presencia se vio con mayor intensidad en el pasado.
Hoy la organización de este tipo en el barrio parece surgir de manera puntual, como
reacción ante los robos en las viviendas, y no es sostenible en el tiempo. Por otro lado su
organización está reducida a los vecinos inmediatos: la calle o la manzana.
Su debilitamiento en el presente se debe a una lógica en que la inversión de tiempo en la
participación en los comités vecinales no es atractiva para personas que vuelven de trabajar
muy de noche, y no muestran disponibilidad para la realización de las rondas de vigilancia.
Y es cansado porque tu vienes de tu trabajo, encima tienes que hacer tu ronda porque más o menos (las
personas sospechosas) salen a las diez de la noche, once de la noche, salen, hacen su show… (D1)
Como dijimos, estos comités de vigilancia se reducen a reacciones organizadas entre
vecinos. Reacciones puntuales, en donde se despliegan técnicas, como la utilización de
silbatos con el que poder avisarse de los peligros, tanto de los “guerreros” entre pandillas,
como la presencia de vehículos sospechosos de robar en las viviendas.
Con silbato. Salimos acá, la vecina Marta del comedor, Raquel de allí, de acá nosotros también salimos con
nuestras escobas y los corremos. Se van para arriba. Como nos asaltaron esa vez. Hubo asalto en mi casa,
allá abajo, todo. Entonces nos organizamos…(D6)
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¿Qué les he dicho a la población? Ahorita todos deben tener un silbato; la forma de controlar los actos
delictivos es tener un silbato en su casa, nadie tiene por qué meterse, simplemente ven un sospechoso y tocan
el silbato, ya alertan a los vecinos. Entonces, si es que el problema del sospechoso ya se ve un poquito fuerte,
entonces dos silbatos, la gente tiene que estar alerta; y si hay robos, entonces tres silbatos, y todos los vecinos
tienen que salir. (D8)
En otros casos, se organizan para tener alarmas que son instaladas de manera que entre
cuatro o cinco viviendas (generalmente las que comparten el frente de una calle) pueden
accionarlas ante cualquier indicio de peligro, y todas las demás viviendas son avisadas. En
otros casos, las alarmas son remplazadas por sistemas de perifoneo instaladas en una
vivienda.
… compraron una alarma y a la presencia de una persona o vehículo extraño, que están allí, tocaban la
alarma y la gente salía. Solamente eran medidas preventivas… (D3)
Pero no solamente las medidas son preventivas. Existen medidas de reacción por las que
las personas tienen pactado cómo enfrentarse en conjunto a las pandillas y hacerle frente a
los ladrones.
… cuidar en las noches sobre todo, en el día también, pero para los pandilleros de acá, las señoras dicen que
hay que salir con palos, para asustarlos, para que no vengan, cuando los amenazan fuerte no vienen ya, no
regresan a las calles. (D2)
Sin embargo, esta táctica de organización vecinal para la seguridad es una táctica en
retroceso. Los entrevistados han señalado la pérdida de la capacidad organizativa. La que
en muchos casos es resultado del amedrentamiento de las pandillas. Una dirigente por
ejemplo, señala que esta es:
una organización que se ha desintegrado precisamente porque es cansado y aparte de eso no todos tienen la
misma idea, siempre uno cambia, el otro cambia, hoy se juntan diez, mañana siete, pasado cinco, hasta que
se queda en cero, es por eso. (D1)
Las tranqueras
Bruno Latour, ha señalado que toda relación social esta mediada por artefactos, objetos
técnicos. Una de la características que pueden tener los objetos, es la de ser “delegados
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técnicos”. El término “delegación” permite entender por qué “la acción efectuada hace
mucho tiempo por un actor ya desaparecido sigue estando activa, aquí, hoy” (Latour, 2001:
226). Entendemos la proliferación de tranqueras como actos de delegación de la seguridad
a estos objetos técnicos, frente al debilitamiento de las otras tácticas de producción social,
como la organización vecinal de seguridad.
Las tranqueras son dispositivos que sirven para cerrar calles con el fin de impedir el paso a
los vehículos. Su razón de ser se debe a la prevención de los robos a viviendas que se
producen con la utilización de vehículos, en su mayoría autos y mototaxis. El término
delegación nos sirve para dar cuenta del acto por el que los vecinos pueden prevenir los
robos cuando están ausentes por motivos laborales; o aun estando en casa, vigilar la calle
sin estar en ella. Las tranqueras lo hacen por ellos.
La Producción Social de la Seguridad y el debilitamiento de las lógicas de
integración del barrio.
5.1.- Tranqueras cerradas… y abiertas a problemas
D: …cada manzana ha hecho su tranquera
A: ¿Cada manzana…?
D: Sí, por ejemplo acá iba a haber. Aquí tú ves una tranquera, otra allá, la gente ha comenzado a hacer
puras tranqueras en calles, se cierran las calles, y cada uno tiene su llave para que entre. (D2)
La construcción de una tranquera solo se realiza por decisión de los vecinos inmediatos que
comparten la calle. No es una táctica a nivel del grupo residencial, ni de manzanas. Lo
atractivo de este mecanismo es que se realiza con un único esfuerzo de inversión
económica, generalmente para la compra de los materiales, pues en muchos casos estas
tranqueras son “autoconstruidas”.
Por otro lado, dependiendo del esfuerzo económico estas pueden ser de fierro o de
madera. En función al acuerdo de los vecinos, puede permitir el acceso de los vehículos a
partir de la utilización de un candado o negarlo, es decir, estar permanentemente cerradas.
A diferencia de la táctica de organización vecinal de la vigilancia, esta es ilegal, pues el cierre
de calles debe ser autorizado por la administración distrital. Los entrevistados han señalado
que todas las tranqueras del barrio han sido construidas sin el permiso correspondiente.
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Cuando le consultamos a un dirigente si centralizan la decisión de poner una tranquera, nos
responde:
D: … eso (la construcción de tranqueras) sí queda en función de los que viven en la manzana… No
centralizamos eso…
A: ¿Por qué no?
D: Porque sabemos que estaríamos incurriendo en problemas con la Municipalidad. Y como los dirigentes
somos reconocidos bajo una resolución municipal, o sea, una resolución de alcaldía, lógicamente estamos
sujetos también a una denuncia, o a una llamada de atención municipal. No se puede. Normalmente el
que tiene el concepto y sabe qué cosa es ser dirigente, no puede hacer eso (construir tranqueras). Pero la
necesidad de los vecinos les exige que hagan eso… (D3)
Sin embargo, las tranqueras están sujetas a un fuerte y continuo ejercicio de autocrítica y
reflexión.
D: Entre vecinos, por ejemplo, allí se han organizado los vecinos de ese sector, han puesto su dinerito y han
comprado su tranquerita y su cemento y lo han hecho. A mí me están pasando la voz para tener una allá.
Y yo les digo que no…
A: ¿Por qué?
D: Porque tiene sus pro y sus contras. (D8)
Al tener el acceso cerrado, muchas veces el servicio de recogida de basura, que se realiza en
camiones, no está dispuesto a esperar a que el vecino encargado de la llave abra la tranquera
y les permita el paso para cumplir con sus funciones – recojo de basura que no se realiza
diariamente –, lo mismo frente a algún servicio de urgencias público como las ambulancias
o los bomberos. Pero lo más resaltante de esta autocrítica es que se es consciente del
impedimento a las patrullas o la intervención directa de la Policía Nacional o el Serenazgo.
Es por eso que las tranqueras no han tenido un impacto del todo contundente en la
disminución de la experiencia emocional de la inseguridad del barrio, y sobre todo porque,
pueden ser efectivas para evitar los robos a las viviendas; pero parecen impotentes ante el
pandillaje y los asaltos. Aun así, se las prefiere. ¿Por qué?
Las tranqueras y el modelo de Ciudad Fragmentada
Creemos que en el balance de los “pro y contras”, la seguridad tiene un gran peso. En este
balance las tranqueras dejan abierta la posibilidad de un cierre definitivo del Grupo
Residencial, el que a su vez responde al modelo de ciudad fragmentada.
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Las tranqueras se usan más pero muchas están con candado, como para que no pasen los carros, el
problema es para los carros de los robos. Por allá (señala al sector 9) las rejas se ponen para que no pasen
los pandilleros. Rejas y portón. (D2)
Creemos que las tranqueras son preferidas, a pesar de los problemas que pueden generar,
porque no son sino un paso en la construcción de un modelo de ciudad y de vida urbana
que tiene en los condominios cerrados el modelo de vida urbana segura.
Este modelo está actualmente en debate en los estudios urbanos en Latinoamérica y en
Lima en particular, que empezando en las zonas más consolidadas de la ciudad, viene
replicándose desde los primeros años del 2000 en diferentes sectoresv de Villa El Salvador,
donde la Urbanización Pachacámac, o “las rejas del Sector 9” del distrito –como nos lo
indica un vecino – son un ejemplo de esto. Así, se trata de cerrar poco a poco los Grupos
Residenciales.
De momento, el cerramiento definitivo de algunos Grupos Residenciales, en Oasis, es solo
un proyecto, y revela una aspiración por generar un tipo de vida urbana segura. Las
tranqueras son una suerte de paso previo. Allí donde estas fallan, las rejas resolverán:
No hay seguridad. Es un gasto inútil prácticamente con esas tranqueras… las rejas si es más seguridad,
sabes por qué te digo… las rejas van al nivel de las casas… Usted no ha visto en Lima, rejas al nivel de la
pared… todo está cerrado… solamente una llave y una puertecita por donde pueden entrar y salir… al
menos hay más seguridad. Pero las tranqueras, para los delincuentes, no es nada seguro, porque pasan por
encima, pasan por abajo, y todo sigue igual pues… no hay seguridad… ¿En qué momento puede haber
seguridad? (…) yo pienso que no. Pero si usted pone una reja, como le digo, entonces sí, al menos va haber
seguridad. (D4)
A la entrada poner una reja. Y ya allí un guachimán, también, donde autorice que se entra y sale. (D6)
A diferencia de las tranqueras, las rejas sí impiden el paso de pandilleros, pero al hacerlo
también cuestionan el libre tránsito en la calle, como espacio público para el peatón.
Esta es una razón por la que dicho modo de vida también está sujeto a debate. Otra razón
tiene que ver con la elección de “vecinos idóneos”, administradores de la llave, la cual se
vuelve más intensa que en las tranqueras, porque estas sirven para cerrar espacios pequeños
de 1 a 2 cuadras; mientras las rejas sirven para cerrar espacios grandes, como un Grupo
Residencial. A medida que la escala es grande, la construcción de un consenso se hace más
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compleja. No olvidemos que el ambiente en donde se desarrollan estas prácticas está
cargado de desconfianza intragrupo:
… hay muchos que van a querer la llave y no todos somos pues de buen corazón,… como hay hijos de los
mismos (que roban) también acá, entonces pueden sacarle duplicado para los amiguitos, entonces están
viendo qué personas exactamente en ese punto viven y están las 24 horas. (D1)
Cuestión de preocupación también es la creciente tensión que podría haber entre los
propietarios de vehículos y el resto del grupo, quienes exigirían también tener las llaves ya
sea para que las “mototaxis” los transporten desde el mercado hasta sus domicilios, o que
el servicio de taxi pueda evitarles una engorrosa caminata a ellos, como a los familiares que
decidan visitarlos desde otros puntos del distrito y la ciudad.
De momento las alternativas frente al cerramiento con rejas, giran en torno al
fortalecimiento de la vida social intensa del barrio:
D: Muchos han propuesto cerrar las calles aquí, pero soy consciente de que la calle no solo la necesitamos
nosotros, sería causar bastante malestar…
A: ¿A quiénes?
D: Bueno. A los vecinos que quieren que les deje (el vehículo) en la puerta de su casa. Sería a cada
momento molestar al vecino: “vecino ábrame usted la reja” o “fulano, oiga por qué”, o “se me perdió la
llave, présteme la llave”, o “se robaron el candado” y todo un asunto… Creo que ser cautelosos, ser
vigilantes, comunicarnos internamente: “cuídame la casa” “veme bien la casa”… Creo que son medidas que
usualmente se toman. O yo salgo, y bueno “yo te veo la casita, mañana sales tú u otro día cuando salgas,
pásame la voz”. Son formas muy internamente… (D3)
Una vecindad reducida y un barrio fragmentado
Remy y Voyé, utilizan el término “control ecológico” para dar nombre al tipo de relaciones
sociales en contextos no urbanizados. Para los autores se trata de “un control basado en la
visibilidad y la observación directa y en la capacidad de todos de conocer las actividades de
cada uno, multiplicando los comentarios personalizados” (Remy y Voyé, 2006: 34). Quizá
este concepto defina en buena cuenta esta alternativa frente a los barrios cerrados con rejas
y tranqueras. Una alternativa que radica en la vigilancia entre “los conocidos”. Es decir, el
fortalecimiento del tejido vecinal.
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No necesito de nada, si nosotros mismos somos la misma seguridad. (…) Un sospechoso, un silbatazo y la
gente alerta y uno va a enfrentar y nadie le va amenazar, nadie le va a amedrentar porque ya la gente está
mirando, sacando la cabeza, de un grupo. (D8)
Sin embargo, hemos constatado que la inseguridad y la misma reacción contra ella, lo que
hemos llamado Producción Social de la Seguridad, están tornando cada vez más débil una
propuesta de “control ecológico”, es decir recuperar las lógicas de integración barrial. El
uso de tranqueras tiende a separar espacios, cada vez más pequeños de seguridad, limitantes
a su vez de la convivialidad. El uso de tranqueras se traduce en una vecindad muy reducida
y un barrio fragmentado, en muchos barrios. Oasis de barrios.
Hay que recordar que para Reymond Ledrut la colectividad urbana está compuesta por
partes espaciales, tres de estas unidades espaciales, son definidas sociológicamente como:
hogares, unidades vecinales y barrios. Para el autor, la “estructuración sociológica de la
ciudad tiene lugar a través de un proceso doble, en el que mientras por una parte la
colectividad se individualiza respecto a todo lo que la rodea, por otro esa colectividad va
conformándose interiormente. Estos dos fenómenos están estrechamente ligados entre sí”
(Ledrut, 1971: 116). Pese a que las categorías de barrio y vecindad sean de difícil definición,
vamos a establecer algunas características que las diferencien.
Para Ledrut el barrio, siendo un territorio a escala del peatón, dispone de cierta autonomía.
Además, su “personalidad colectiva (...) se expresa por medio de un nombre” (Ledrut,
1971: 126). Esto es sugerente, pues Oasis de Villa ha pasado por un proceso de autonomía
y diferenciación, ya que habiendo sido una ampliación del Noveno Sector de Villa El
Salvador actualmente ha formado un sector aparte: el sector 10. Esta individualización ha
hecho que en conjunto pueda ser visto como “un barrio”. De hecho en los discursos de los
dirigentes se señala cómo pudo lograrse una organización a esta escala, para lograr en
conjunto la titularidad de sus posesiones y el derecho a cubrir necesidades básicas como
agua y desagüe, o electricidad.
Cuando Oasis de Villa se inició, esto era un lugar, como en todo lugar cuando hay una invasión - pero creo
que ahora ya hay una invasión cuando de frente hay conflictos - pero aquí en Oasis cuando nosotros
iniciamos el 8 de diciembre de 1994, esto era una zona tranquila… Tú podías caminar, tú podías tener tu
ropa allí y nadie te robaba. Pero después poco a poco, a los tres, cuatro, cinco años ya comenzó a
malograrse. La gente venía de otros sitios. No era tanto como ahora… (D4)
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Pero hoy, el impacto de la inseguridad y las tranqueras, ha tornado la significación del
barrio difusa. En algunos casos se considera barrio al Grupo Residencial, y es patente
también que cada vez menos es una entidad colectiva. De hecho, los proyectos de “barrio
cerrado” con rejas, son planteados desde la escala de los Grupos Residenciales, y no desde
el conjunto de Oasis de Villa; como ya viene ocurriendo en otros Grupos Residenciales en
Villa El Salvador. Definir cuál es el barrio se torna difuso.
A: ¿Cuál es su barrio, su manzana, su calle, su Grupo Residencial, Oasis de Villa…?
D: No pues, todo mi espacio de 7 u 8 manzanas. Es mi Grupo. Mi barrio.(D8)
A: Y a partir de esta definición… cuál es su barrio. Su manzana, su calle, su grupo residencial, Oasis, o
Villa el Salvador en general…
D: Mi barrio es esta manzana. La manzana H. Mis vecinos…(D6)
A: ¿Cuál es su barrio?
D: Mi barrio, es el Grupo 3.
A: Lo decía porque mucha gente tiende a circunscribir su barrio a su avenida, a su jirón, a su manzana…
A: Yo soy de la M… dicen (risas). Mi barrio es el Grupo 3 de Oasis. (D2)
Es cierto que se nos puede contra argumentar que esta convivialidad vecinal y barrial es
cada vez más débil en un contexto de urbanización donde, desde la perspectiva de Remy y
Voyé, la movilidad cotidiana tiende a dislocar el espacio social del espacio barrial. Pero la
movilidad es un recurso desigualmente distribuido entre diferentes grupos de población ya
que en algunos contextos pueden existir diferencias de patrones de movilidad entre
hombres y mujeres, entre grupos de edad, o entre categorías sociocupacionales.
En Oasis de Villa, hay dos distribuciones de población que nos llaman la atención en el
sentido de que pueden revelar, aunque no con exactitud, que existe una proporción
importante de población que permanece la mayor parte del tiempo en el barrio. El primer
cuadro tiene que ver con la distribución por edades (ver Tabla 1 del Anexo). Nos llama la
atención que el 37% de su población, para el 2007, era menor de 15 años. Esto es
justamente porque en estas edades, gran parte de la vida cotidiana se desarrolla a escala
barrial.
Por otro lado, hay que atender la distribución de población mayor de 16 años según Rama
de Actividad Económica (ver Tabla 2 del Anexo). Como se puede apreciar el 21% se
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dedica al comercio al por menor. Esto es, comercio ambulante y en tiendas, que hemos
constatado en nuestras observaciones en campo; tanto en las viviendas de los Grupos
Residenciales como a lo largo del foco comercial de la avenida central y el mercado.
Estos datos nos permites señalar que el barrio es un escenario de gran importancia en la
vida cotidiana. Un lugar de socialización con al menos dos elementos importantes, la casa y
la calle. Y en este sentido se vuelve necesario entender que la producción social de la
seguridad es un esfuerzo de las familias para tener un lugar seguro.
Así, por ejemplo, un dirigente nos indicaba que aun cuestionando las tranqueras, “ahora los
niños ya pueden jugar seguros” (D5). De hecho, una imagen patente en nuestras
observaciones en campo es que las tranqueras han otorgado una suerte de “ecología de
seguridad” a sus residentes, en especial a niños y niñas (37% de su población), estas
responden a la lógica de las “ecologías sociales personalizadas”, tácticas de los individuos
que “viven en la inseguridad, e intentan construir “diques”, “escudos” para protegerse de
un conjunto de riesgos que perciben como omnipresentes (Martuccelli y Singly, 2012: 101).
Pero al hacerlo, separan espacios, y limitan la apropiación de otros.
Por otro lado, la unidad vecinal, la vecindad, es una escala de colectividad urbana
caracterizada por “la agrupación de personas cuyas residencias están próximas y que
mantienen ciertas relaciones de ayuda y frecuentación” (Ledrut, 1971: 120). Para
considerarlas constituidas, “es necesario la existencia de un eje, de un centro o de unos
límites a la vez espaciales y sociales” (1971: 120). Como escala entre la vivienda y el barrio,
explica Bassand, es también un modelo de sociabilidad que dependiendo de un modo local
de vida urbana, será intensa y de frecuentación; o dependiendo de un modelo cosmopolita
(podríamos decir más metropolitano), será cada vez más débil (1997: 116).
Esta debilidad también es consecuencia de los conflictos. Uno de ellos, la inseguridad y la
violencia. Para Remy y Voyé, la regulación de los conflictos que se dan en el vecindario es
posible a través de la “agrupación de elementos homogéneos o a través de la elaboración de
amplios compromisos de coexistencia. La primera solución se adoptará cuando se disponga
de espacios importantes y la segunda tendrá valor en caso de escasez de espacio” (2005:
235).
Esto es sugerente a la hora de entender la dinámica del vecindario en Oasis de Villa, siendo
el espacio comunitario del Grupo Residencial ocupado por pandillas. Pero, por otro lado,
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las tranqueras también están diluyendo el sentido de vecindad del Grupo Residencial ya
que suponen “compromisos de coexistencia” de escala muy variables. Las tranqueras, es
que como dijimos, organizan la convivencia y la seguridad en espacios pequeños de una o
dos cuadras.
Con esto, uno de los impactos más importantes de la producción social de la seguridad es
el quiebre de esta escala de relaciones. En las entrevistas hemos constatado que la imagen
del vecindario tiende a una creciente reducción hacia las viviendas que están agrupadas por
tranqueras. Cada vez más, los residentes de Oasis organizados por tranqueras tienden a
definir a sus vecinos, ya no a escala de los Grupos Residenciales sino a partir de sus calles o
de sus manzanas.
No solamente es la inseguridad, sino la forma cómo los residentes intentan frenarla, la que
quiebra la convivialidad, es decir, las lógicas de integración del barrio.
Conclusiones
De lo expuesto, podemos señalar que:
Primero, las narrativas o discursos sobre la inseguridad en los dirigentes de Oasis de Villa
los interpela por un debilitamiento de lo que hemos llamado “lógicas de integración” del
barrio: convivialidad, solidaridad y organización.
Segundo, los escenarios de la inseguridad en Oasis de Villa, son los espacios públicos de los
Grupos Residenciales, debido a que existe una tensión entre: a) una dominación y
ocupación de personas relacionadas a pandillas, asaltos y drogadicción; y b) una difícil
apropiación colectiva de estos espacios públicos por los demás residentes. Esta tensión se
explica en buena cuenta por las características físicas de precariedad y deterioro del
equipamiento.
Tercero, los residentes de Oasis han reaccionado frente a la inseguridad desde una
perspectiva que muestra cierta responsabilidad por la situación en la que se encuentran, ya
que son conscientes de haber invadido un lugar muy alejado de la trama urbana del distrito,
y de difícil acceso. Esta reacción frente a la inseguridad ha sido definida como Producción
Social de la Seguridad, una forma de desplegar tácticas y sociotécnicas para proveerse
seguridad en contextos de precariedad y lejanía institucional.
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Cuarto, son las tranqueras, y los proyectos de rejas, es decir los procesos de cerramiento de
calles, las que, además de la inseguridad, están debilitando las lógicas de integración, pues
fragmentan la escala vivencial del barrio y redefinen un tipo de vecindad cada vez más
reducida.
Coda
Si se nos permite un juego de palabras final, “oasis” en lengua española tiene al menos dos
acepciones: aislamiento, por un lado; pero también tregua, descanso, refugio frente a las
penalidades de la vida. Creemos que puede ser el momento de que la gobernanza de la
Seguridad Ciudadana reivindique a los barrios populares en su calidad de refugio y tregua
ante una vida metropolitana intensa y sus peligros; pero al mismo tiempo, prevea de canales
de copartipación para la generación de estrategias institucionales en las que el refugio no se
convierta en fragmentación y aislamiento del resto de la urbe. ¿O queremos que Lima sea
un oasis de barrios?
Bibliografía
Bassand, M. (1997): Métropolisation et inégalités sociales, Lausanne, Presses polytechniques et
universitaires romandes.
Cabrera, T. (2009): “El espacio público en la ciudad”, en FORO URBANO “Los nuevos
rostros de la ciudad de Lima”, Lima, Colegio de Sociólogos del Perú.
Caldeira, T. (2007): Ciudad de muros, Barcelona, Gedisa.
De Certeau, M. (1996): La invención de lo cotidiano. Vol. 1. Artes de hacer, México D, F,
Universidad iberoamericana – Biblioteca Francisco Xavier Clavigero.
Dubet, F. (2010). Sociología de la experiencia, Madrid, Editorial Complutense- CIS.
Latour, B. (2001): La esperanza de pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia,
Barcelona, Gedisa.
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Ledrut, R. (1971): Sociología urbana, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local.
Lefebvre, H. (2013): La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing.
Martuccelli, D. y De Singly, F. (2012). Las sociologías del individuo, Santiago de Chile, LOM.
Remy, J y Voyé, L. (2005). La ciudad. ¿Hacia una nueva definición?, Zaragoza, Bassarai.
Sennett, R. (2009): El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad, Barcelona,
Anagrama.
Simmel, G. (1971): “Las grandes urbes y la vida y la vida del espíritu”, en SIMMEL, G, El
individuo y la libertad, Barcelona, Ediciones Península.
Anexos
Imagen 1. Villa el Salvador y Oasis de Villa
Fuente: Elaboración propia
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Imagen 2. Distribución de un Grupo Residencial en Villa El Salvador
Fuente: http://www.amigosdevilla.it/archivoit/documentos/EST_07_1991.pdf
Imagen 3. Esquema de la Estructura urbana Jerarquizada en Villa El Salvador
Fuente: http://www.amigosdevilla.it/archivoit/documentos/EST_07_1991.pdf
Imagen 4. Distribución de Grupos Residenciales en Oasis de Villa
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Fuente: Elaboración propia
Tabla 1. Lima, Villa El Salvador y Oasis de Villa: 2007.
Distribución de la Población según Grandes Grupos de Edad.
GRUPOS DE
EDAD
Lima Villa el Salvador Oasis de Villa
POBLACIÓN % POBLACIÓN % POBLACIÓN %
Menos de 1 año 117970 1.6 6921 1.8 199 2.2
De 1 a 14 años 1785129 23.5 103089 27.0 3171 35.3
De 15 a 29 años 2193335 28.8 114334 29.9 2249 25.0
De 30 a 44 años 1720703 22.6 87662 23.0 2508 27.9
De 45 a 64 años 1274285 16.8 54902 14.4 711 7.9
De 65 a más años 514320 6.8 14882 3.9 153 1.7
TOTALES 7605742 100.0 381790 100.0 8991 100.0
Fuente: Elaboración propia a partir de INEI. Censos Nacionales 2007: XI de Población y VI de Vivienda.
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Tabla 2. Oasis de Villa: 2007.
Distribución de la Población según Rama de la Actividad Económica
RAMA DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA N %
Agric., ganadería, caza y silvicultura 25 1%
Pesca 2 0%
Explotación de minas y canteras 2 0%
Industrias manufactureras 601 17%
Suministro de electricidad, gas y agua 9 0%
Construcción 401 11%
Venta, mant.y rep. Veh.autom.y motoc. 121 3%
Comercio al por mayor 68 2%
Comercio al por menor 747 21%
Hoteles y restaurantes 224 6%
Trans., almac. y comunicaciones 438 12%
Intermediación financiera 6 0%
Activid.inmobil., empres. y alquileres 196 6%
Admin.pub. y defensa; p. segur.soc.afil 28 1%
Enseñanza 108 3%
Servicios sociales y de salud 51 1%
Otras activ. Serv.comun.soc y personales 143 4%
Hogares privados con servicio doméstico 300 8%
Organiz. y órganos extraterritoriales 0 0%
Actividad económica no especificada 80 2%
TOTALES 3550 100%
Fuente: Elaboración propia a partir de INEI. Censos Nacionales 2007: XI de Población y VI de Vivienda.
i Sociólogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Máster en Sociología de la
Población y el Territorio por la Universidad Complutense de Madrid.
ii http://www.desco.org.pe/sites/default/files/publicaciones/files/PH_dic13_vf.pdf iii Preferimos el término “experiencia emocional” de la seguridad, frente al de “percepción de inseguridad”. El término percepción por lo general designa lo que no es real y objetivo, pues la ciencia debería acercarse a la sustancia de un fenómeno, lo verdadero; frente a lo aparente y lo subjetivo. Contra esta forma de interpretación, hablar de experiencia emocional argumenta que es justamente estas experiencias las que definen acontecimientos de inseguridad y violencia; y que no debemos oponer las “cifras de la inseguridad” a las “percepciones de inseguridad”. iv El concepto de “lógica de integración” será usado para referirnos a los lazos de relaciones vecinales y barriales. Preferimos usar el término de lógicas de integración para situarnos en la perspectiva de la Sociología
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de la Experiencia de François Dubet, por dos razones importantes. La primera, pues el concepto de Experiencia Social nos parece adecuado para dar cuenta de la inseguridad en el barrio, ya que designa un estado emocional intenso, como la de individuos que tienen que reaccionar frente a la inseguridad y la violencia urbana. Así, hablaríamos de una experiencia de inseguridad que los actores estarían desarrollando. La segunda razón es que situar las relaciones vecinales y barriales en las lógicas de integración nos permite entender las lógicas de “adscripción, una atribución social gracias a la que el actor está constituido como ser social” (2010:103). Sin embargo, hablar de lógica de integración no excluye el recurso de los individuos a otras lógicas de acción, ya que para la Sociología de la Experiencia, los actores no se reducen a la “sociedad”, pues constantemente hay un esfuerzo individual frente a una sociedad debilitada. Lo importante de la propuesta de Dubet es que tanto las experiencias de los individuos, como las lógicas de integración están sujetas a tensiones. (Véase Dubet, 2010).
v Villa El Salvador tiene 13 sectores.