AULALIBRE
¡PELIGRO, PARARRAYOS
RADIACTIVO!Un año después del comienzo de las investigaciones
de la Plataforma Málaga Amianto Cero y el sindicato de
Enseñanza de Málaga (CGT) sobre amianto visible instalado
en la escuela comienza a dar fruto el trabajo realizado. No nos
referimos cuando hablamos de resultados positivos a ningún
logro en cuanto a la retirada de amianto visible en ningún
lugar.
No se ha quitado ni un centímetro cuadrado de
amianto como consecuencia directa de nuestro trabajo. Ni
por ese trabajo se va a eliminar absolutamente ningún
amianto. Lo hemos dicho otras veces, sólo en la comunidad
educativa, especialmente en las familias, está el poder de
hacer que la administración deje de proferir excusas
inadmisibles y libere presupuesto suficiente para retirar el
amianto instalado de aquí a 2028, empezando de inmediato
por los lugares donde hay amianto claramente deteriorado.
Buscando en los archivos del Sindicato de Enseñanza,
casualmente, han aparecido unos documentos de un valor
incalculable para el caso que nos asiste. Nos referimos a la
lucha que CNT, luego CGT (CNT), ahora sólo CGT contra los
pararrayos radiactivos que remataban los tejados de infinidad
de edificios privados y públicos, entre ellos muchos colegios e
institutos. Las similitudes de esta lucha con la actual del
amianto son evidentes.
UNA MIRADA A LA HISTORIA DE LA
LUCHA POR LA SALUD EN LA
ESCUELA QUE ALUMBRA LA
BATALLA CONTRA EL AMIANTO
Publicación del Sindicato de Enseñanza de Málaga. Abril 2016
La instalación de pararrayos radiactivos en el estado español
Durante los años sesenta y setenta se instalaron gran cantidad de pararrayos radiactivos entodo el territorio del estado.Años atrás, en los años veinte, se había lanzado una ferozcampaña publicitaria para sustituir los simples y baratos pararrayos tradicionales por lossofisticados y caros de naturaleza radiactiva.
El material radiactivo más empleado eran finas
planchas de americio 241 que se colocaban en la
cabeza del aparato. Pronto los estudios demostraron
que no eran más eficientes, sino más caros y
potencialmente peligrosos. Destacamos entre estos
estudios el realizado por la Nuclear Regulatory
Comission (EEUU) que concluye:“la contaminación
debida al uso de pararrayos radiactivos es un riesgo
para el público.Aunque se puede considerar un riesgo
limitado, ha de constar que de ningún modo es
inexistente”.
A pesar de esta y otras publicaciones
internacionales en España “se llegó a exigir en las
normas de Industria que los organismos públicos
dotaran a sus edificios de tan modernos artilugios.
De ahí que los colegios adoptaran el
cacharro.”(El País, 6 de septiembre de 1993).Alguien
tendría buena mano en el Ministerio.
Con el Amianto ha pasado algo muy similar.
Aunque aquí sí que tenemos identificados a los
responsables empresariales de tan notable “logro
comercial”.
Desde los años treinta del siglo XX se
comienzan a conocer las consecuencias mortíferas del
uso de amianto. No obstante, la fuerza de las
empresas comercializadoras hace que este barato,
resistente y mortal material se siguiera usando
masivamente. En España la empresa encargada de
producir los diferentes productos que contienen
amianto, entre ellos el fibrocemento, se llama Uralita y
es propiedad de la familia March, el imperio
todopoderoso de uno de los personajes predilectos
del régimen franquista: Juan March.
Con el incremento vertiginoso de población
que supuso el babyboom de los años sesenta-setenta
las ciudades se ven desbordadas de población y el
régimen franquista acomete el Plan Urgente para
Andalucía (PUA) que supone la construcción de un
número importante de megacentros escolares en las
zonas de mayor crecimiento de población: los barrios
populares de grandes ciudades como Málaga. En esos
edificios se utiliza amianto masivamente, dado su bajo
coste.Todo un éxito para la educación asistencial
franquista y para Uralita, que literalmente se forra con
estas construcciones.
Con el cambio de régimen, la llegada y
consolidación del nuevo régimen de la transición no
supone un cambio de materiales de construcción y la
venta de amianto, que cuenta con infinidad de
evidencias científicas que demuestran su toxicidad
sigue engordando las cuentas de Uralita.
Cambios normativos y movilización.
Desde el comienzo de los años ochenta
infinidad de colectivos como la Asociación de
Ecologistas para la Defensa de la Naturaleza
(AEDENAT) o la CNT hicieron una campaña
importante de concienciación sobre los riesgos de la
radiactividad hasta lograr que se generalizase el
rechazo a los pararrayos radiactivos.Tal fue la presión
que se realizó sobre el gobierno que, en 1986, se
hubo de cambiar la Ley, prohibiendo el uso de estos
pararrayos a la vez que se decretaba su retirada a
cargo de las arcas públicas (Decreto 1428/1986 de 13
de junio).
La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos
(ENRESA) sería la encargada de asumir las tareas de
desinstalación de los artefactos nocivos. En 1987 se
fija un plazo de un año para la retirada. Como es
habitual no se cumple, la administración es muy hábil
en desobedecer sus propias normas, algo que no
tolera a nadie más que a sí misma.Así nos iremos
hasta 1993, fecha de inicio real de la retirada segura
de los pararrayos.
Pero no en todas partes tendrán que esperar
tanto tiempo para ver cómo se retiran los aparatos.
En Motril, donde concurren varias circunstancias
favorecedoras de la movilización: El APA (ahora
AMPA) del colegio Francisco Mejías está muy
concienciada y activa, el pararrayos se instaló en 1979
y estaba muy deteriorado, la normativa estatal y la
implantación en la localidad del Sindicato de
Enseñanza de la CNT hacen que se logre retirar el
pararrayos relativamente pronto.
El 9 de noviembre de 1987 el APA del CP
Francisco de Mejías se dirige a ENRESA para
comunicarle a la empresa que el estado de su
pararrayos es muy deficiente y que, visto que “el
ritmo de los desmantelamientos nos parece cuanto
menos lento” al haberse retirado 12 de entre las
60.000 solicitudes habidas en toda España durante un
año, no van a permitir más dilaciones, buenas palabras
vacías o evasivas.
La misiva, firmada por Christian Giordano,
pone en conocimiento de ENRESA la disposición que
tienen en el colegio de no dar un paso atrás hasta que
no se acometa la retirada del aparato radiactivo.Así
se comunica que “hemos venido desarrollando
distintas gestiones y medidas de presión de carácter
local, provincial, regional y nacional, con objeto de que
nos sea desmantelado con urgencia el pararrayos
radiactivo” para continuar con rotundidad afirmando
que “en todo este proceso que venimos sufriendo no
hemos recibido una sola respuesta oficial por escrito
(…) –ante ello- nuestra Asociación, con el apoyo
unánime del Consejo Escolar del Centro y del
colectivo de profesores, ha decidido exigir aVds, a
ENRESA (…) que desplacen un técnico cualificado a
nuestro Centro para revisar en profundidad el estado
de la instalación”, además se da un plazo más que
razonable para que se produzca la visita del técnico
(15 días) después del cual endurecerán las
movilizaciones y se insta a la retirada del pararrayos
“en todo caso antes de julio de 1988”.
Finalmente, fruto de la movilización de toda la
comunidad educativa, el pararrayos se pudo retirar.
En el caso del amianto la normativa es clara en
cuanto a la prohibición de la instalación de nuevos
materiales con amianto y aunque en España todavía
no se haya legislado en este sentido, la UE ha fijado en
2028 la fecha límite para una Europa sin amianto
instalado.Aunque no exista una fecha concreta para la
retirada del amianto en el estado español, la
normativa sí es clara en cuanto a la obligación de
cambio de los materiales con amianto cuando haya
finalizado su vida útil, en el caso del fibrocemento, es
decir, de las placas de Uralita o los bajantes y tuberías,
la vida útil podemos fijarla en torno a los 40 años
(Amianto en la Escuela, página…) por lo que al menos
todos los colegios e institutos que tengan instalado
fibrocemento desde los años 70 tienen que quitarlo lo
antes posible.
Al igual que ocurría con los pararrayos, la
retirada del amianto es muy delicada, por lo que ha de
realizarse de manera controlada por personal
especializado y en periodo vacacional, limpiando muy
bien la zona una
vez retirado el
material
cancerígeno.
Como fuere, sólo
hay una posibilidad
real de que la
administración
educativa retire la
uralita de la
escuela pública:
con la movilización
de la comunidad
educativa liderada
por las familias y
contando con el
apoyo del claustro
y el equipo
directivo de los
centros. Ni el
Sindicato de Enseñanza, ni la plataforma Málaga
Amianto Cero, ni ningún periodista estrella va a
solucionar el problema colectivo que hay al menos en
26 centros públicos de Málaga (24 recogidos en
Amianto en la Escuela, más uno de Ronda y otro de
Campanillas de los que hemos tenido recientemente
conocimiento. Habrá más con toda seguridad), sólo las
personas implicadas en esta problemática, es decir, las
madres y padres que tienen a sus hijas e hijos en cada
colegio afectado y las personas que trabajan en ese
colegio concreto, actuando conjuntamente y con su
acción decidida harán la fuerza necesaria para que la
administración se avenga a razones.
En 1989 el problema
seguía estando plantado en
los tejados de los centros
educativos. El hecho de
adjudicarle a ENRESA toda la
responsabilidad hizo que
otras administraciones se
dedicaran a una de sus tareas
favoritas, nadar y guardar la
ropa.Así la Junta de
Andalucía comunica a CNT,
tras petición de ésta, la lista
de Institutos de Enseñanzas
Medias que tienen instalados
pararrayos radiactivos el 10
de febrero de 1989 como
mero trámite de
cumplimiento del Real
Decreto 1428/1986 de 13 de junio.
Antes de eso, mirar para otro lado.Tal es la
dejación de funciones que hacen las administraciones
que CNT denuncia el 30 de noviembre de 1987 la
instalación en la provincia de Almería de dos
pararrayos radiactivos después de la prohibición en el
Colegio Público Federico García Lorca de Cabañuelas
Altas (Vicar) y en el Instituto de FP de Roquetas de
Mar.
En la misma nota de prensa CNT precisa que
“ha informado de todo ello a la Administración, sin que
hasta el momento se haya recibido una respuesta”,
añadiendo “CNT piensa que ya es hora de que los
organismos públicos tomen las medidas oportunas
para garantizar, al menos antes de que se consiga el
desmantelamiento total, una revisión inmediata que
verifique los niveles de radiactividad existentes, ya
que el problema afecta aproximadamente a 500
trabajadores de le enseñanza y a unos 10.000
alumnos”.
La indignación de CNT se debe al silencio
recibido tras la comunicación efectuada en ante la
Delegación Provincial de Educación y Ciencia en
Almería con fecha 20 de noviembre de ese mismo
1987. En el punto tercero de esta comunicación
Miguel Sánchez Chica, secretario provincial de CNT
refleja el sentir de la organización anarcosindicalista
“no queremos ser alarmistas, pero creemos que es
muy poco lo que hasta ahora ha hecho la
Administración para conseguir que se retiren estos
pararrayos radiactivos. Enviamos un dosier completo
de lo que se ha publicado hasta ahora”.
En Málaga es el Sindicato de Sanidad de la
CGT (CNT) el que
en mayo de 1989
organiza a toda la
Federación
Provincial para
hacer la campaña
pro-retirada de los
pararrayos con
americio 241 bajo el lema:“En su bloque, en el
colegio de su hijo, en la mayoría de centros oficiales,
en los comercios que usted visita…hay un pararrayos
radiactivo”.
En Jerez de la Frontera, ante la misma
inacción de las instituciones públicas, el Sindicato de
Enseñanza del mismo sindicato comunica que “está
El papel de las
administraciones públicas.
al igual que lo ocurrido con lospararrayos, el amianto tiene unclaro componente de clase: los
beneficios incalculables para loscapitalistas, las enfermedades,también innumerables, para las
clases populares
Si los centros que llevan la lucha de forma
aislada consiguen federarse entre sí constituyendo
alguna plataforma intercentros y trabajan
solidariamente, las posibilidades de éxito son mucho
mayores.
Que tengamos conciencia de lo que podemos
denominar en cierto modo nuestra “poca importancia”
no quiere decir que las personas que formamos CGT y
la Plataforma Málaga Amianto Cero no estemos
dispuestas a ayudar en todo lo que sea posible, esos
colegios en lucha tienen todo nuestro apoyo.
elaborando un mapa radiactivo del municipio de Jerez” además de
criticar duramente las palabras del Director General de ENRESA
quien había restado públicamente importancia al asunto asegurando
que eran “inofensivos”, a lo que José Luis Oliva contesta con una
contundencia no falta de ironía:“¿Cómo se explica que ningún
municipio acepte su almacenaje? ¿Por qué no se los lleva él a su casa
o los mete en el Ministerio? ¿Qué necesidad tenemos de recibir
continuamente radiaciones por muy pequeñas que sean estas?”.
A día de hoy, volviendo al amianto, nos encontramos con un
panorama todavía más desalentador. La desmovilización entre
profesorado y familias y alumnado alcanza cotas prácticamente
insuperables. El poder, representado en este caso por la
Administración educativa, alcanzó cotas de control orwelianas y le
basta con pequeñas presiones, simples y falaces declaraciones del tipo
“no hay dinero” y, sobre todo, la ocultación vergonzante de
información a las personas afectadas.
La cuestión de la desinformación no es menor. Recordamos que la
Junta de Andalucía promulgó la Ley 1/2014, de 24 de junio, de
Transparencia Pública de Andalucía donde se hacen grandilocuentes
manifestaciones en pro de la necesidad de que toda la población
conozca la documentación que emana de las distintas
administraciones públicas andaluzas, entre otras instancias.
La Junta de Andalucía hace otra extraordinaria proeza:
Enresa ha retirado más de 22.000cabezales radiactivos de
pararrayos, la mayoría de elloscon Americio 241
incumple las normas que su Parlamento
elabora. Un caso singular de
desobediencia civil, una objeción de la
norma escandalosa. Esta ley es, como
tantas otras, un esperpéntico brindis al
sol.
EL ESTADO ESTADO, EN ESTE CASO LAJUNTA DE ANDALUCÍA, DEBE SUFRAGARLA RETIRADA DEL AMIANTO INSTALADO
Y EMPRENDER ACCIONES LEGALESCONTRA LAS PERSONAS QUE SE HAN
ENRIQECIDO A COSTA DE NUESTRASALUD, COMO ES EL CASO DE LA
FAMILIAR MARCH.
Tras mucho pelear, con más de un lustro de retraso, se comienza la
retirada de pararrayos radiactivos. El proceso que comenzó en 1987 no
concluye hasta entrado los años 90 y es la presión de las familias y los
claustros de profesorado (más de las primeras que de los segundos) la que
hace efectiva la eliminación de los aparatos.
¿Quién fue capaz de eliminar el problema antes? Lógicamente los
centros que contaban con una mejor organización y unas AMPAS más
concienciadas del problema. El caso del Motril, con la retirada del
pararrayos durante el curso
1987/1988 es paradigmático.
Aquí se conjugan todos los
elementos imprescindibles para
tener éxito en un proceso de
lucha.
Con esto que acabamos
de relatar llegamos al objeto de
este trabajo, que no es otro que
buscar ejemplos en nuestro
pasado reciente que nos
orienten en el momento
presente. Dejando de lado el
componente negativo que tienen
la célebre sentencia “el pueblo
que no conoce su historia está
condenado a repetirla” decimos
que es necesario que “el pueblo
conozca su historia, para
repetirla”, así cabe preguntarse
qué nos enseñó la Historia, qué
sirve y qué no sirve para
solucionar un problema de salud
pública como este al que nos
enfrentamos. Intentemos dar
respuesta a esta cuestión.
En primer lugar es
fundamental tomar conciencia
del problema. En el caso del
amianto instalado es
fundamental tener claro que el
problema tiene dos caras: cara A,
el amianto instalado en los
centros educativos que
constituye un peligro real para la
salud pública; y cara B: la
administración educativa que no
va a dejar de trabar las acciones
que se emprendan por todos los
medios.
Merece la pena detenerse
unos instantes en esta forma
obscena en la que está
interviniendo la delegada de
educación en Málaga Dª. Patricia
Alba junto con su jefe de
planificación D. Marcelo Gaitán
LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA
LA DELEGACIÓN DE EDUCACIÓN EN MÁLAGASIGUE NEGANDO QUE EXISTAN EVIDENCIAS
CIENTÍFICAS EN CONTRA DEL AMIANTO
¿Cuál es el motivo de esta resistencia a que este problema salga a la luz
pública? Sencillamente la responsabilidad política que estas
personas y el partido que los sustenta, el PSOE, tienen en esta cuestión. El
régimen que el PSOE andaluz ha instaurado en la Junta de Andalucía es el
responsable directo de que en esta tierra nuestra tengamos una penosa
red de centros educativos, muchos de ellos de época franquista,
construidos en gran número con uso masivo de amianto y otros
materiales de dudosa calidad.
El régimen del PSOE ha tirado a la basura cientos de millones de
euros –queremos dejar claro que con la expresión “tirar a la basura” nos
referimos a los bolsillos de insignes socialistas que legal o ilegalmente se
han forrado y que son, en efecto, un deshecho humano-, millones de euros
que debían haberse usado para dotar a la comunidad de, por ejemplo, una
red de centros públicos decente, sin amianto, sin goteras, sin fallos
estructurales, sin calor o frío terrible según la estación del año…
Cuando las personas afectadas toman conciencia del problema
que tienen llega el segundo momento de trascendencia en el proceso de
solución. Nos referimos a la organización de estas personas para presionar
y obligar que la administración educativa cumpla con su cometido y
elimine el peligro que supone el amianto.
Sería ideal que el Consejo Escolar su pusiese a la cabeza de las
reivindicaciones y promoviera la lucha. Pero actualmente las direcciones
de los centros educativos son, como dicen muchas directoras y directores
“parte de la administración” y no dudan en alinearse con el poder y en
contra de las familias y los claustros –y contra su propia salud, temen más
a la Junta que a un cáncer-. Es muy posible que ejerzan un férreo control
sobre los Consejos Escolares para impedir que este órgano colegiado
encabece la lucha.
En los centros donde el AMPA funciona de manera independiente
la asociación de madres y padres es el medio más eficaz para organizar la
lucha. Si el AMPA no entiende la necesidad de retirar el amianto del
colegio tendrán que ser las madres las que se autorganicen para acabar
con el material cancerígeno.
En el caso que nos atañe son muchos los centros afectados y es
posible que sólo pequeños grupos –organizados en torno al AMPA o por
su cuenta- se movilicen dentro de cada centro. La unión de estas
personas en una federación o plataforma contra el amianto en la escuela
sería de mucha utilidad.
Organizado el núcleo inicial de personas concienciadas dentro de
cada escuela y unidos estos grupos entre sí, hay que llevar a cabo una
labor pedagógica que amplíe progresivamente el número de personas que
luchen contra el amianto.
Las posibilidades de difusión de información que brindan las redes
sociales e Internet compensarán la falta de atención que inicialmente se
tendrá de los medios de comunicación tradicionales, muy conservadores e
influenciados por el poder.
No obstante la afirmación anterior, conforme la cuestión del
amianto sea incontenible y desborde la capacidad de control de la Junta
de Andalucía –hecho que ocurrirá-, los medios de comunicación
recogerán la información relacionada con las movilizaciones y acciones
que realicen las familias para visibilizar el problema.
Una adecuada
organización de la lucha requerirá
tomar decisiones colectivas en
las que intervengan el mayor
número posible de personas. Sin
duda las asambleas abiertas a la
participación de toda la
comunidad educativa son el
medio adecuado a esta toma de
decisiones. La asamblea decide
las acciones a realizar y las
impulsa del modo que crea más
conveniente.
Después habrá que
obligar a la Junta a que firme un
compromiso donde fije
claramente que el amianto se va
a retirar y el plazo en el que se
efectuará la retirada.
El proceso de retirada del
amianto es sumamente peligroso.
La comunidad educativa debe
estar al tanto de todos los
detalles de la obra y exigir que se
cumplan por completo las
medidas de seguridad
contempladas en la legislación
vigente.
En conclusión, y como
hemos subrayado infinidad de
veces, son las personas afectadas
las que tienen que llevar adelante
la lucha, contando para ello, si lo
desean, con nuestra ayuda.
Nuestro papel finaliza, si
no se nos demanda otra cosa, en
la denuncia por todos los medios
posibles del problema existente y
del patético papel que está
realizando la administración en la
cuestión del amianto. En este,
como en todos los asuntos de la
vida en sociedad, la neutralidad
no es posible. Cualquier acción
tiene unas consecuencias positiva
–favorables a la retirada del
amianto- o negativas
–desfavorables a esta retirada-
así que cada cual elija el lugar
donde quiere estar y actúe en
consecuencia.