PRINCIPIOS GENERALES DEL SALVAMENTO ACUÁTICO
1. PREVENCIÓN:
Lo podemos considerar como el principio más importante, entendiendo por prevención “el
conjunto de preparativos que se disponen con anticipación para advertir, evitar e impedir un
suceso o accidente”.
Para poder prevenir debemos:
- Identificar riesgos (reconocimiento continuo del entorno, los usuarios y las acciones).
- Controlar esos riesgos (señalizando, educando, imponiendo normas, vigilando)
- Eliminar los riesgos (retirada de objetos, personas, balizando, etc.)
1.1 ¿CÓMO SE PUEDE PREVENIR?
- Mediante la educación: prevenir mediante la educación es muy sencillo, a través de
programas de educación básicos o a través de los clubes o escuelas de natación. Según José
Palacios “todo aquel que pase por un club de natación debería salir con unos conocimientos
básicos de salvamento y prevención de accidentes”.
- Mediante la divulgación: informar para formar, que se puede hacer in situ, es decir, en el
propio lugar de baño mediante carteles informativos o a distancia (medios de
comunicación), donde se informe a la gente temas de interés como pueden ser: accidentes
más frecuentes, recursos para evitarlos, consejos para evitar ahogamientos, etc.
- Mediante servicios: A través de un equipo de personas cualificadas, entrenadas y formadas
que posean las siguientes características:
- Dominio completo del medio acuático.
- Preparación física adecuada.
- Disponibilidad para ayudar a los demás (T.S.A.).
2. VIGILANCIA:
La constante observación de la zona de baño y sus inmediaciones, permite actuar ante el
primer indicio de peligro, evitando así agravar la situación. Con ello seremos capaces de
evitar accidentes, y por tanto, que no sea necesario intervenir en los mismos. Es necesario
que el socorrista conozca e antemano las situaciones y elementos que pueden ser peligrosos
en las zonas de baño. Para ello habrá que vigilar con especial atención tanto fuera como
dentro del agua.
2.1 CARACTERÍSTICAS PARA UNA VIGILANCIA EFICAZ:
- Debe abarcar la mayor zona posible de baño (silla o plataforma elevada), sin obstáculos
que nos impidan ver.
- Es conveniente la existencia del mayor número de medios humanos y auxiliares posibles
(barca, prismáticos, silbato, emisora). El número de socorristas dependerá de: configuración
de la zona de trabajo, nº usuarios, tipo de equipamiento, actividades que se desarrollan, etc.
- Debe hacerse desde una zona con fácil acceso al lugar de baño o bien a los medios
auxiliares.
- Debe realizarse en condiciones optimas para el técnico en salvamento (sillas estables,
sombrilla...).
- No se puede estar cansado ni relajado, de ahí la importancia de un adecuado horario y
rotación de técnicos, para evitar una permanencia prolongada en el mismo lugar (hacer
cambios como máximo cada 2 horas).
- Es necesaria una adecuada comunicación.
- Es conveniente adecuar la vigilancia a la regla 10:20, es decir, ser capaz de observar toda
el área en 10” y tener acceso a cualquier eventualidad en 20”.
2.2 TIPOS DE VIGILANCIA:
- Estática: el socorrista tiene su zona que conoce a la perfección aunque puede llegar a
disminuir la atención o relajarse en exceso
- Dinámica: vigilar patrullando la orilla, hay más contacto con el usuario, más
comunicación, aunque se puede llegar a descompensar la vigilancia o ser distraído por los
usuarios.
2.3 ZONAS DE VIGILANCIA:
Vamos a diferenciar tres zonas en las instalaciones con piscinas, que debemos tener en
cuenta:
A) La zona de peligro, será aquella en la que teóricamente existe un mayor riesgo de
accidentes graves. Usualmente será la zona más profunda de la piscina y la de transición
entre ésta y la menos profunda. Sobre ella se deberá mantener una presencia de socorristas
realizando vigilancia continua y extremarse las medidas de prevención.
B) La zona de riesgo, incluye la parte menos profunda de las piscinas de adultos, las piscinas
infantiles, y las partes de las zonas que estén situadas cerca de las piscinas con acceso
directo desde las mismas, especialmente las zonas de ocio infantil.
C) La zona neutra, la compondría el resto de la instalación, accesos, zonas deportivas,
vestuarios, aseos, equipamiento hostelero, etc. Sobre esta zona el socorrista no tiene
responsabilidad en cuanto a la vigilancia, aunque si debe efectuar labores de prevención
mediante la formación de los responsables y empleados de las instalaciones, así como la
información a los usuarios para un uso responsable y las conductas a seguir en casos de
emergencia.
3. CONTROL:
El socorrista debe dominar la situación en todo momento, no confiar en la improvisación.
No se deben correr riesgos innecesarios. Un buen técnico controlará desde el principio hasta
el final de su intervención todo aquello que pueda influir en el rescate que está llevando a
cabo. Se puede afirmar que la actuación es controlada cuando cuando actuamos con
serenidad, tranquilidad, pero con rapidez y, sobre todo, con eficacia.
Los problemas más frecuentes del control son:
- Escasa preparación de las personas que realizan el salvamento.
- Inseguridad por parte del socorrista.
- No efectuar un análisis previo de la situación.
- Riesgos innecesarios por exhibiciones inútiles y narcisistas.
- Excesiva confianza del socorrista en personas que no conoce y a las que les
pide colaboración.
4. PRESTEZA:
Está relacionada con la rapidez en las decisiones y acciones, ejecutándolas siempre correcta
y eficazmente, con habilidad y sin el menor riesgo para aquellas personas a las que se
rescata. Los principales problemas que pueden aparecer son:
- Carencia de materiales que nos aseguren una rápida intervención.
- Preparación nula o insuficiente.
- Escasa o nula conexión entre las distintas fases del salvamento.
- Carencia de accesos adecuados para ambulancias o helicópteros a las zonas de baño.
5. DIAGNÓSTICO:
Para que el diagnóstico sea eficaz, debemos ser capaces de determinar el estado y grado de
las lesiones de forma correcta y actuar en consecuencia. Si una persona se está ahogando,
nuestro problema no quedará resuelto con el hecho de sacarlo del agua. Debemos realizar
una valoración de su estado y una correcta actuación en función del mismo, para conseguir
un resultado final satisfactorio.
Si los principios generales de salvamento acuático fuesen llevados a cabo de forma correcta,
conseguiríamos evitar la mayoría de accidentes, y en caso de que los hubiese, tendrían
consecuencias de menor importancia.