SOLUCIÓN CORROSIVA DE LO CONVENCIONAL
Proyecto pictórico
Beca MAEC-AECID
de residencia en la Academia de España en Roma para españoles
Alberto Castelló Juan
Licenciado en Bellas Artes por la Facultad de Bellas Artes de Altea,
Universidad Miguel Hernández de Elche
ÍNDICE
Introducción.....................................................................................................................................1
El voyeur mirando al voyeur, primeras reflexiones..................................................................4
Proceso.............................................................................................................................................12
Relación con Roma.........................................................................................................................14
¿Costumbrismo?..............................................................................................................................16
Presupuesto ....................................................................................................................................18
Calendario........................................................................................................................................20
Bibliografía y filmografía...............................................................................................................22
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INTRODUCCIÓN
Este proyecto es la continuación de mi trabajo anterior a partir de la idea inicial de un
viaje que nunca realicé, ya que el viaje pictórico pensado a partir de Mientras Agonizo
(William Faulkner, 1932) se convirtió en un viaje hacia dentro, hacia mi memoria,
adaptada a la casa donde muere esa madre que siempre vi como nefasta y culpable. La
idea es examinar el comportamiento del voyeur en el que me convertí y llevar mi pintura
a un terreno menos obsesivo, más despegado emocionalmente para convertirlo en un
conjunto de imágenes analíticas, más abiertas. Ahora no quiero estar pendiente de una
obra tan potente y realista como la novela de William Faulkner. Quiero mirar a mi
alrededor para ver algo nuevo, más alejado de la ficción aunque esta será
extremadamente realista. Quiero fijarme en mi entorno para conseguir acercarme a un
paisaje íntimo.
El concepto de viaje será básico para conseguir imágenes que me lleven hacia el exterior.
No voy a dejar de mirar el lado oculto de las personas, se alejaría de mi lenguaje, que
siempre es personal y sin concesiones. Voy a valorar mucho más la realidad que me
rodea, voy a acabar con la sordera, voy a dejar entrar luz, que no tiene nada que ver con
la luz natural, esta luz se convertirá en algo arbitrario e incisivo, iluminando lugares
comunes donde sucede lo que nunca vemos, o mejor dicho, lo que no queremos ver.
Esta serie se alimentará de un paisaje que no conozco, seré un inmigrante privilegiado
en una ciudad desconocida, buscaré la sencillez. Si mi anterior serie se convirtió en un
viaje hacia dentro esta lo será hacia fuera. Espero encontrar un espacio para la
eliminación de mi ego respetando siempre la inteligencia del espectador.
Tengo la necesidad de empezar de nuevo, de resaltar lo simple, de eliminar filtros
fetichistas, de sentir la sensación de cuadro acabado y ajeno. Mi mayor reto será que mi
obra se convierta en algo libre, que las obsesiones que se encuentren en ella
pertenezcan a otros, que el espectador se vea tal como es.
El proceso de trabajo será el mismo que utilicé en mi serie anterior, sencillo y con los
mínimos medios posibles. No digo que vaya a renunciar a la tecnología, sería estúpido
por mi parte hacerlo, mi concepción del proceso creativo siempre a sido muy
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esencialista. Me familiarizo con el entorno, leo, reflexiono sobre que quiero pintar,
consigo a través de material audiovisual propio o ajeno los referentes que voy a utilizar,
compongo la imagen a partir de dibujos esquemáticos a lápiz y cuando la imagen está
clara, la pinto.
Tengo un referente claro de lo que quiero hacer, convertir la pintura en algo continuado
siempre ha sido una obsesión desde que decidí dedicarme plenamente. Uno de los
puntos de partida será la obra de Hugo Pratt, principalmente toda la relacionada con
Corto Maltés. Me encanta ver como Corto pasea por las calles de cualquier lugar como si
no fuese un extraño cuando siempre lo es. Presta atención a todo lo que sucede como si
no le incumbiese cuando en realidad lo que él ve siempre nos incumbe a todos. No voy a
decir que los cómics de Hugo Pratt hablan de lo cotidiano, al menos no de lo cotidiano
como lo entiende una persona con una vida normal. Sus personajes siempre viven entre
sueños de aventuras, lo que yo quiero es lograr ese aura romántica que envuelve a Corto
a partir de la normalidad. Quiero hablar de romanticismo, de lo que es fumar un cigarro
sin que parezca un pecado, de mujeres que salen de casa para ir a trabajar mientras los
hombres con los que se cruzan las miran reprimiendo un deseo, de espacios íntimos en
plena calle porque cuando un voyeur mira todo se convierte en íntimo. Y el voyeur
también saldrá, tratado con cariño por otro voyeur que lo mira para juzgarle en toda su
realidad. Porque al final lo que hacía Hugo Pratt con Corto era eso, utilizar un alter ego
romántico para opinar sobre concepciones morales perdidas a través del tiempo en un
mundo en el que son prácticamente imposibles de recuperar.
Anexo a la serie pictórica escribiré un diario publicable, utilizaré los dibujos preparatorios
para hacer una memoria visual acompañada de reflexiones a modo de apuntes sobre un
viaje. Convertiré los textos en una narración gráfica sobre los pensamientos a partir de
los cuales se construyen las imágenes. Todo el material que utilizo tiene que ver con mi
memoria. Me faltó tiempo en mi anterior trabajo, debido principalmente al
encorsetamiento académico que te carga de trabajo que muchas veces no puedes
convertir en periférico. Miro el trabajo de Goya en los caprichos y veo algo completo, sus
comentarios acerca del significado de sus aguafuertes no condicionan al espectador en
ningún sentido. Nos acercan a su pensamiento sin interferencias, hablan de realidades de
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su entorno de un modo directo y claro, sin que el espectador se sienta responsable de lo
que piensa respecto a su obra. En ocasiones escribe varias notas sobre la misma imagen
que no tienen nada que ver entre si, sin que ello nos parezca una traición a su
pensamiento o un engaño. Y es que la riqueza de una imagen se encuentra en los
significados infinitos a los que nos pueda llevar.
Documentándome para este proyecto me encontré con Roberto Arlt en una entrevista a
Hugo Pratt:
G.C.: Siguiendo con la Argentina, se comenta que Ud. es admirador de Roberto Arlt.
H.P.: En efecto; hay autores que escriben mejor, pero Arlt reflejó la desolación de personajes urbanos como Erdosain, el Astrólogo y el Rufián Melancólico. Me interesa más que Borges, quien es el arquetipo del escritor refinado y culto. Claro que escribe con estupenda calidad, pero me da la impresión de que me está transmitiendo su versación libresca. En cambio, Arlt representa las durezas de la vida de ciudad. Obras como Los siete locos, Los lanzallamas, El juguete rabioso y El amor brujo son inolvidables. Sus Aguafuertes porteñas me atraen menos.
(Entrevista con Supermán, Germán Cáceres, Ed. Fraterna, Buenos Aires, 1988).
La verdad es que las entrevistas que he leído con Pratt me han decepcionado bastante,
en sus respuestas me parece que se encuentra fuera de la realidad, como si quisiese
alargar su personaje a través de él por vanidad, es una impresión. En la entrevista, H.P
habla de Arlt comparándolo con Borges, casi menospreciando a este último, poniéndolo
por encima en honestidad y realismo. Este comentario me abocó a leer (ya que siempre
que cae un mito debes encontrar el porqué) la colección de artículos que Arlt escribió
para el diario El Mundo, de 1928 hasta su muerte en 1942. Estos artículos se recopilaron
más tarde con el título de Aguafuertes, divididos en varios libros según el lugar en el que
se encuentra o el ambiente territorial que analiza. En estos artículos hace un sentido
homenaje a Goya, concretamente a Los Caprichos, un maravilloso tributo al
costumbrismo que se abstiene de cualquier referencia a la fantasía, alejándose así del
maestro y mostrando un costumbrismo muy cercano al que yo siempre he tenido en
mente. Quizás Borges no le gusta a Pratt porque carece de esa realidad romántica en la
que él se relame. Esa realidad es la que me interesa, una realidad pegada a la fantasía del
autor pero actual y sin filtros, como en la obra de Blasco Ibañez, la de Faulkner o la de
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Balthus. Cada uno de estos autores utiliza su realidad para dar una opinión, para
posicionarse, que es lo que creo que debe hacer cualquier artista para que su obra tenga
verdad.
Los personajes de estos artículos siempre los puedes encontrar en tu entorno. Cuando
te enfocas en conceptos básicos siempre hay una mujer que se sienta al fresco con el
gato a sus pies, alguien que quiere casarse y no tiene suerte, un hombre maligno que no
supo ni sabrá nunca el significado de la palabra empatía, niños persiguiendo animales en
una vorágine de tensión antes de descubrir del todo lo que es la piedad, un hombre
enamorado que mira a otras mujeres pasar y piensa si con ellas estaría mejor, o
simplemente porque le apetecería tener relaciones sexuales con ellas, una mujer que
camina hacia su trabajo pensando que nunca la valorarán como se merece. Lo cotidiano,
lo que siempre está a nuestro alcance y nunca llegamos a descubrir del todo porque sus
misterios son infinitos. Borges no era cotidiano, pero si sabía que era lo infinito...¿o no?...
EL VOYEUR MIRANDO AL VOYEUR, PRIMERAS REFLEXIONES.
Comenzaré la serie a partir de un falso autorretrato que pinté en mi etapa de estudios
en Santa Cruz de Tenerife en 2011. Situar a un personaje en escena es una idea a la que
no renunciaré fácilmente. Todavía no sé si será un personaje ficticio, está claro que su
personalidad debe ser carismática. Para eso tendré que relatar su entorno, un entorno
inventado lleno de romanticismo. Crear un personaje que no tenga incoherencias, un
ideal. Siempre mío, claro. Es necesario que tenga una pureza maligna, que sea insensible,
ya que lo que pretendo hacer es una serie dramática, que refleje lo que me encuentre, y
como mi mirada siempre es cínica, ese cinismo debe encontrarse en el personaje. Debe
quedar patente que nunca intervendrá, que por muy dramático que sea lo que esté
viendo, siempre se encuentre ausente. Porque el que debe intervenir es el espectador,
para que no se sienta libre de culpa respecto a lo que está sucediendo. Que el
espectador diga – mira el cabrón como mira y no hace nada para aliviar ese sufrimiento –
y el personaje responda -¿tu lo harías?-
Recuerdo la pieza nefasta del perro en la galería que, como se intentó publicitar, murió
de hambre porque nadie lo atendió (Hacabuc, exposición nº1, Galería Códice, Managua, Nicaragua,
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2007). ¿Puede un pintor permitirse atacar a la sensibilidad del espectador que tiene que
colgarse el cuadro en su casa?
El romanticismo siempre se encontrará en el personaje que no interviene. Un
romanticismo pegado a una realidad ficticia, la más real de todas. Una advertencia de lo
que hay que mirar y de como hay que mirarlo. Ver algo nefasto ante un ser insensible, o
un objeto insensible, o ante cualquier filtro que nos haga resaltar esa realidad a través
del contraste.
Puede estar apoyado contra la pared al lado de la puerta de un bar mientras un cliente
en la terraza en medio de la calle humilla a una camarera que hace 12 horas y le pagan 6.
Puede pasear hacia el fondo de una calle mientras un hombre le pega una paliza a una
prostituta.
Puede acompañar a un niño que espera sentado a que sus padres le den permiso para
levantarse sin comer.
Puede mirar por una ventana mientras un hombre eyacula dentro de una mujer
insatisfecha.
Puede ver las arrugas de una mujer mientras ella se mira en el espejo viendo pasar su
juventud y su vanidad.
Puede sentarse al lado de una prostituta de carretera mientras ella muestra sus
encantos a los coches que pasan por la carretera de la salida de Oliva, en la provincia de
Valencia, en las cañadas; al lado de una hamaca de playa en la que se sienta cuando el
proxeneta la deja.
Puede sentarse a tomar café al lado de unos ejecutivos sin escrúpulos que ríen sin parar
en un restaurante de lujo.
Puede ver entrar al amanecer a los trabajadores de una fábrica.
Puede sentarse en un tocón mientras un agricultor se desloma cogiendo pimientos en un
invernadero.
Puede sentarse mirando al mar, a medianoche, para ver llegar una patera a una playa de
Almería, ¿Fiedrich?
¿Puede esto suceder en Roma? Por supuesto que si, buscar en escenarios universales es
lo que nos hace entender. Entender que el mal siempre está presente.
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Lo importante es el distanciamiento entre el personaje y la situación. La distancia debe
ser clara, irreal. Su imagen debe resaltar lo que sucede a su alrededor. Que cuando lo
veamos su presencia se convierta en secundaria. Acentuación del drama a partir de lo
irreal, más real que la realidad. Confrontar al espectador con la realidad a través de la
insensibilidad.
Está claro que es un personaje masculino, nunca lo podría plantear de otra manera.
Porque siempre hablo de lo que me sucede o de lo que he visto. Y una cosa muy
importante para mí, tengo que dar mi opinión. Tengo que esforzarme para que esa
opinión sea lo más clara posible.
En Visitor Q (Takashi Miike, 2001), nos encontramos un personaje que entra en casa de
una familia disfuncional, su comportamiento crea una tensión bastante próxima a las
atmósferas que quiero desarrollar. Dicho personaje si se mezcla directamente con los
sucesos que le rodean, es como un corregidor del comportamiento nefasto. Este
personaje se implica cuando no tiene más remedio debido a la degradación que
encuentra a su alrededor. Se que no se puede quitar del todo el efecto que tiene un
personaje en una imagen, ese es uno de los lujos que se permite Takashi Miike en su
película; pero al contrario que en su film, pienso en utilizarlo como un valor estético
fuera de significado, como un elemento distorsionado que tiene vida para una sola
función. El corrector en este caso será el espectador, que siempre es el que tiene que
juzgar, condenar o aprobar. Servirá como valor de distanciamiento entre el autor y lo que
se cuenta, una barrera para ayudar al espectador a atreverse a opinar. Un engaño, una
diversión y un fetiche. Un sinsentido del que no se puede huir. Siempre presente y sin
importancia, porque lo que importa es el que mira desde un espacio de seguridad que
nunca es real, desde la comodidad de la distancia, con libertad para juzgar.
Puedo convertirlo en un gato, siempre me han atraído los gatos de los cuadros del gran
Balthus. Discutiendo sobre ellos me he encontrado en muchas ocasiones con la opinión
de que el gato era él. Nunca me ha convencido este razonamiento. Creo que es más una
ilusión que un personaje. ¿Y quien nos dice que no es un capricho?, yo creo que es más un
capricho que cualquier elucubración filosófica que se le pueda dar. Simplemente creo
que vivía rodeado de gatos y que le gustaban. Y que dentro de sus cuadros quedaba
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como un valor estético y distorsionante que los hacía mucho más crípticos. Es una nota
de humor entre tanto drama, que ayuda a relajar la tensión del que mira, que hace más
comerciales sus cuadros dentro de temas que siempre se esforzó en explicar
concienzudamente en sus principios, explicaciones que los espectadores y la crítica
especializada nunca terminaron de creer. Al final las explicaciones se espaciaron igual
que su obra, y cuando las dio fue para hablar de poesía e inocencia. Los gatos eran una
salida que no tenía que justificar, un filtro sin explicación que nos transmite una nueva
inquietud fuera de escena. Un fetiche. Mi pensamiento artístico siempre a sido más
fetichista que iconoclasta y al mismo tiempo siempre me ha parecido que el espectador
tiene tanta o más importancia que el creador. Cuando un cuadro se encierra en si mismo
me parece que pierde su función, que en definitiva siempre es la de transmitir algo fuera
de su concepción como objeto. Siempre he visto una obra de arte como un vehículo a
través del cual que comunica un mensaje que alguien tiene que recibir y entender, no
importa lo críptico que sea ese mensaje, Nunca podemos esperar que alguien que
intenta entenderlo lo mire del mismo modo que nosotros. Por eso hablo de
romanticismo en este proyecto, todo debe ser entendible a través de la imaginación, y
no precisamente a través de la nuestra. El romanticismo debe extenderse al espectador,
que el espectador vea a través del cuadro lo que es el romanticismo en una profesión
como la pintura. Una entrada para el entendimiento del mundo mediante la imaginación.
Hoy en día creo que la pintura le debe mucho de lo que es al cine. Creo sinceramente que
los pintores actuales debido a nuestro ritmo de trabajo no podemos escapar de la
tecnología. Gracias a los nuevos medios vemos continuamente imágenes de todo tipo,
somos unos afortunados si pensamos que nuestros antecesores no tenían ni una mínima
parte de nuestra educación visual. Todo ante nosotros pasa tan rápidamente que nos
hemos acostumbrado a asimilar lo superficial sin ningún tipo de filtro. Cuando pienso
que tenemos toda esa información y veo la obra de los pintores contemporáneos no dejo
de preguntarme si alguna vez nos paramos a pensar o simplemente somos víctimas de
ese estrés neutro que asimilamos sin ningún pudor. ¿Es suficiente plasmar lo que vemos?
Mi opinión es que no. no se cuantas veces habré dicho esta frase, - ¡hay que pintar lo que
uno ve! - Cada vez estoy más lejos de ese razonamiento descrito de manera literal. Me
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limpiaré la vista mil veces antes de comenzar. Tengo la sensación de que si no lo hago es
como si estuviese viendo un reality-show. Esas tripas y vísceras que pintaron Rembrant o
Goya en su contexto histórico tenían verdad. En este tiempo de sobreexposición visual
creo que pintarlas es intrascendente. Para pintar eso le hago una foto a un cerdo
degollado por una mujer llena de pureza por su falta de empatía con el animal. Libre de
culpa, situación casi criminal en unos tiempos visuales de excesiva limpieza emocional.
Un canto a la locura nos vendría bien, nos vendrá bien, me vendrá bien.
Como ya he dicho, mi primera intención es sacar a la calle mi serie anterior, conseguir
salir del espacio íntimo en el me siento cómodo para mirar lo que hay a mi alrededor con
limpieza. Utilizaré el paisaje que me rodea para juzgar lo que me encuentre. Está claro
que siempre busco un espacio en el que analizar lo moral...¿cómo limpiar si no se busca
en lo sucio? Lo que está claro en estos momentos en mi cabeza es que debo encontrar el
humor, siempre negro, el blanco es superfluo. En la pintura nunca me ha gustado el
blanco y la razón es sencilla, no existe. Siempre que lo veo en un cuadro me parece un
efectismo, los efectismos nos alejan de la realidad, quedan sucios, distraen de la verdad,
la verdad nunca será blanca. La suciedad de la distracción nos aleja de la verdad.
Soy de Valencia, hay aquí una tradición pastosa del blanco que no me gusta por su
irrealidad. Nunca he entendido esa admiración por Sorolla, he pasado por tes
universidades, tanto en Cuenca como en Tenerife me hablaban de Sorolla como de un
genio al que nunca se valoró, en Altea ni se mencionaba. Yo digo que se le valoró
siempre en su justa medida. Era un buen pintor, pero perdido en lo anecdótico. Para mi
siempre vendió una realidad que no existía, y no veo eso como un defecto, el defecto
para mí es que esa irrealidad está vacía, como un estúpido cuadro pop que no dice nada.
Sus cuadros carecían de cualquier atisbo de intimidad, para mí absolutamente necesaria
en toda expresión artística. Vivir un tiempo en Valencia es darse cuenta de que siempre
estamos entre sombras, hay demasiada luz para dejarla entrar, cuando levantas una
persiana la tienes que cerrar porque molesta. Sombras cálidas que nos den un poco de
frío, de calma, de silencio. Huir de la luz. Salir en verano antes de las seis de la tarde es un
castigo, todo hierve, intentar caminar hasta una sombra representa un esfuerzo
sobrehumano, sin nadie alrededor al que pedir socorro, nadie con quien lamentarte de tu
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desgracia o castigo...Un profesor castellano que tuve en un curso en Segovia me dijo que
era el primer pintor valenciano que veía que no tenía luz, yo le contesté que la luz que el
decía es la luz que yo siempre intento evitar, que no la veo nunca, que cuando la veo
aparto la vista porque me molesta, que la apago cuando puedo porque no me deja ver. Y
es que a mí me gusta ver. No veo la razón para meter un blanco iluminando una escena
en la que al final lo único que se ve es el efecto de ese no color, ese sucio blanco que
todo lo cubre.
Quiero salir a la calle. A una calle real, llena de visiones transformadas a partir de
visiones colectivas, instaladas en el imaginario cinematográfico que todos tenemos.
Buscaré una realidad pictórica, ¿nocturna?. ¿Aún no estoy preparado para el sol?, de
noche se ven las cosas mejor. La luz artificial hace que los colores se fijen, que el
claroscuro aumente y que todo se vea con más claridad. Esa luz la hemos inventado
nosotros, está hecha a nuestra medida, nos ayuda a reconocer. Tal vez haga algún cuadro
de media tarde... los pardos son hermosos, como un refinamiento del blanco y negro
ligeramente iluminado. Libres de agresividad. Como un descanso para moderar la
tensión. ¡No!, saldré a la calle, miraré como siempre, juzgaré como siempre, me juzgaré a
mi mismo a partir de ellos.
¿Tendré que comenzar desde dentro? He pensado en empezar la serie con la máxima
intimidad. Encontrar dentro algo que después pueda utilizar en el exterior. ¿Como
conseguir intimidad en el exterior?, ¿en paisajes urbanos que nos hagan pensar en la
intimidad de unos protagonistas ajenos a lo que sucede a su alrededor?
Estoy leyendo Las uvas de la ira (Steinbeck, 1939). Hay en este libro un personaje que se
muestra desde mi punto de vista en total intimidad, un predicador que acompaña a la
familia protagonista en un viaje hacia un mundo hostil, difuso. Donde la ética del ser
humano se ha distorsionado para mostrarnos un mundo en el que el único valor del
hombre es económico. El predicador es como un voyeur, un testigo casi mudo de la
barbarie más triste y sucia. Ese personaje se encontraría en la misma tesitura en todas
partes, pasa por encima de todo sin ningún cambio en su ánimo. Parece indolencia, pero
es simplemente estética, una estética de contraposición al sufrimiento continuo que se
muestra en toda la narración. Nada le puede afectar porque se encuentra a parte, su
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mundo no tiene nada que ver con lo que sucede en su entorno. Lo mira todo desde un
espacio neutro, limpio, se mantiene a distancia para ver con claridad y solo habla cuando
hay algo importante que decir, algo lógico en un mundo en el que el hombre a dejado de
importar.
Este es otro ejemplo de lo que quiero contar, ese testigo que se mantiene ajeno, limpio,
libre de inmundicia, sereno. Fijar la vista en él, en lo superfluo, en lo anecdótico. Otra
pregunta que debería formularme es: ¿que tiene de malo lo anecdótico?, despreciado
hasta el aburrimiento en el arte actual, en el que todo debe ser trascendente, o al menos
parecerlo, las más de las veces. ¿Se ha perdido criterio, tiene base lo que hacemos?,
¿cuando vemos esos cuadros figurativos hechos con acrílicos de personajes famosos
heredados de Warhol pensamos que son trascendentes, decorativos, pantallazos sin
alma?,¿puede tener un pantallazo alma? El alma es importante. Siempre lo ha sido. Lo
humano debe estar, debe mostrarse como algo que ocurre. Mirar un cuadro debe ser
siempre un ejercicio intelectual, de pensamiento, y a partir de ahí llegar a las
sensaciones, justo al revés que en la música. La visión de una imagen debe hurgar en el
interior del espectador para sacar lo oculto, para enriquecer al mirón. La sensación, un
aspecto de la contemplación que viene después del pensamiento, cuando la imagen a
sido analizada, disminuida, descifrada. El placer de la simplicidad es analítico, reflexivo,
libre de interpretación después del filtro, del reconocimiento de nuestro mundo en un
mundo ajeno.
El mirón escruta para ver al mirón en una situación ya vista, reconocida por el que lo ve,
en sus recuerdos. Los recuerdos nos mienten precisamente para que reconozcamos lo
que tenemos delante y lo convirtamos en algo que nos pertenece, aunque pertenezca a
otros. Nuestro ego hace que todo se convierta en algo personal, esta transformación
hace que nos sintamos protagonistas de algo único, aunque sepamos que nunca lo
es...único.
Comenzar desde lo más íntimo para salir al exterior, ¿cómo sino podemos estar
preparados para ver lo otro, lo que no nos pertenece, lo que queremos hacer nuestro?.
Apropiarnos de algo ajeno, visitar nuestras carencias en un mundo incomprensible. Mirar
a los demás desde una óptica irreal, distorsionada.
Lo cotidiano a partir de la vida de un hombre irreal, situado siempre arbitrariamente en
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el lugar que quiere ver, que quiere escrutar. Una invención, una mentira como tantas
otras que nos llevan por el camino de la ficción. La ficción de lo escogido en un momento
de cualquier vida para que los mirones lo vean y digan si, eso lo he visto yo, yo lo haría de
otra forma pero no puedo negar que en mi vida a sucedido. Limpiar el alma, sentirnos
menos sucios, saber que alguien lo ve con total naturalidad y lo muestra sin ningún
pudor. Debemos perder pudor, considerarlo un pecado castrador de la libertad, de la
libertad de ver y expresar, de convertir en normal lo que no nos atrevemos a contar.
Reconocer que siempre hay alguien que mira las cosas más íntimas con normalidad. Y
cuando salga fuera, lo mismo. Atrevernos a mostrar la vida como una opinión es un
ejercicio purificador que nos hace siempre un poco más libres, felices, normales. El
exterior siempre será más barroco, más contaminado de elementos superfluos.
Cargarlos de significado será una tarea ardua, silenciosa. Tratar estos objetos con el
suficiente amor se traslada al espectador de forma lírica, la lírica del drama de la
creación, del esfuerzo por identificar. El momento de la identificación con el narrador se
encuentra en ese esfuerzo compartido entre cuadro y mirón. El que recibe siempre da
más, sin ninguna obligación se esfuerza en reconocer, un esfuerzo del que solo obtiene
placer. Estos son malos tiempos para el placer, el placer no es productivo, me refiero a
productivo-material. Al menos el placer del que yo hablo.
¿Cómo se mide el nivel de intimidad en un cuadro? ¿Pintándose uno mismo? ¿Pintando el
cenicero que siempre tenemos delante? ¿Pintando esa taza de café que siempre se
queda pegada a la mesa? El voyeurismo un modo de escrutar, de limpiar, de quedarnos
con lo que queremos. La gracia de un cuadro es que lo puedes mirar desde el punto de
vista que quieras, que dependiendo de tu estado de ánimo su significado cambia, sobre
todo si tiene calidad. Esa calidad que hace que el tiempo no pase para él.
El tiempo... pasará el tiempo, mi intención es que pase narrativamente. Que las
estaciones se sucedan a medida que voy pintando enriqueciendo el proceso. Eso es el
realismo, un realismo pictórico como el de Monet en la Catedral de Rouen. Siempre se
habla de como cambian las estaciones y los momentos del día en esa serie de Monet. No
me interesa ese efecto, lo que me interesa es la atmósfera a partir de los sentimientos
de los personajes vistos a través del color. Si pinto a un hombre sentado en una silla y es
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gris, en un espacio semivacío, con una tristeza tenebrosa, y detrás hay una ventana a
través de la cual todo se ve marrón... pienso que estoy en un otoño tardío, que hace frío,
su ropa es gruesa, de lana. Lo pinto dándole una luz en la cara, amarilla, la persiana
medio cerrada para filtrar la luz, descalzo, recostado en una butaca fumando un cigarro,
relajado... Lo pinto sentado en una butaca con una estufa al lado, cubierto de pies a
cabeza con ropa gruesa y vieja de la que nunca nos deshacemos, el cigarro pegado a los
labios en una mueca, la ventana cerrada a cal y canto, con una luz tenue que apenas
ilumina la estancia... ese es el paso del tiempo que me interesa, no el que tiene que ver
con el paisaje, el que tiene que ver con las personas, en como les afecta en su
comportamiento, el que nos explica como se condiciona nuestra vida a través del
ambiente que nos rodea.
PROCESO
Esto es un proyecto, tanta reflexión quizás aburra, no lo sé. En estos momentos miro
atrás y veo como evoluciona. La idea del voyeur siempre está presente, miro
atentamente mi entorno, no se si todo lo que yo considero importante es trasladable a
nivel plástico. Estoy pensando en pintar toda mi casa basándome en los formatos
panorámicos de la fotografía. Como cuando sacas con un móvil una foto panorámica en
una habitación llena de gente y te das cuenta de que se ve todo, no das tiempo a los
personajes a poner cara de palo, salen tal y como son en ese momento. Estas fotos
tienen un extraño realismo, como si no escogieras lo que vas a fotografiar, como si la
verdad saliese por si misma a través de una imagen incontrolada. Las mejores son la
tercera o la cuarta, la gente no tiene paciencia para esperar con la pose a que llegues, me
gusta eso. Es la otra cara de las fotos de familia, la verdad, la mirada no distorsionada del
voyeur.
Estoy intentando simplificar mi mirada, hacerla menos barroca, con menos recovecos,
que todo se vea con más claridad, con menos aspectos psicológicos. Quiero que la
mirada del espectador, igual que la mía, entre sin ningún filtro en lo que es la pintura en
si. Plano y color. Recuerdo un cuadro de Dubuffet que se llama Campo Feliz(1944). Es un
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cuadro limpio, a pesar de todos sus rallajos, da la impresión de que todo lo que busca el
autor entra en él, es totalmente comprensible para cualquiera. Los colores nos indican la
materia, los garabatos con que representa las figuras hacen que cualquier mirón sepa
que es lo que son, lo que representan, nada es críptico, todo es sencillo a un primer
vistazo. Tiene narración, por supuesto, pero es una narración personal, incomprensible
para cualquiera que no tenga relación directa con el autor, y no importa. Nos invita a
narrar, una narración a partir del color y la línea, con escenas representativas de la
cotidianidad, una cotidianidad que aunque nos sea ajena vemos en nuestra mente
debido a nuestra educación visual, los temas que trata son tan sencillos que se vuelven
complejos por nuestra culpa, bendita culpa que nos muestra lo sencillo que es pintar, y lo
difícil es llegar a esa sencillez.
Otra de las ideas al comenzar la serie era encontrar un espacio de intimidad entre el
voyeur y el espectador, un punto de encuentro en el que el espectador intercambia los
papeles con el mirón. Ver al mirón en el cuadro era una de las bases que manejaba para
dar conjunción a la serie, perseguir al personaje que mira como algo ajeno cualquier
escena; cada vez estoy alejándome más de esa traba, estoy seguro que lo utilizaré, pero
también estoy convencido en estos momentos de que no será un pilar tan fundamental
como había pensado en un principio. Si parto de la intimidad del espectador respecto a la
obra, también puedo buscar esa intimidad a través de los objetos, los objetos que mira el
voyeur, vistos desde el punto de vista del color. Utilizando las tonalidades para guiar al
espectador hacia un protagonista que ya no está presente, mejor dicho, que está
presente pero solo visto a través de las emociones que siente descritas en el claroscuro,
en la densidad de la pintura. Que deja su visión, su memoria, en la imagen representada.
La idea de las panorámicas me parece una buena opción, las obligaciones en el arte no
existen. Me permitirá experimentar en la concepción de las imágenes buscando el plano,
para eso me molestan los personajes, se que siempre estarán presentes, siempre lo
están en mis cuadros, pero creo sinceramente que el análisis del espacio es importante,
sobre todo para crear una sensación de pertenencia. Dar una visión global a las imágenes
más figurativas, que esa sensación de espacio ayude a comprender las imágenes más
densas, más abstractas. La concepción de un cuadro siempre debe ser general, seriada.
El detalle, me concentraré en el detalle, simple, complementario y al mismo tiempo lleno
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de sentido por la temática a desarrollar, la intimidad. Una intimidad como la de las
abstracciones de Samuel Beckett. En El Innombrable no hay espacio, el espacio se
imagina, no quiero llegar a sus niveles de vacío, porque a mi lo que me gusta es verlos.
Los espacios, y a los personajes en ellos sintiendo algo, que el qué no dependa de mi,
depender de los demás también puede ser hermoso, reconfortante, vital para tu
libertad. Beckett lo consigue, depende de nosotros sin ningún pudor. No da tregua a un
lector que pasa toda la lectura intentando imaginar abstracciones. Abstracciones
ilusorias que siempre te dan una oportunidad a la que intentas agarrarte, intentos vanos
dentro de un mundo imposible de cohesionar excepto en el vacío.
RELACIÓN CON ROMA
Supongo que Roma tendrá callejones oscuros, lentamente se esparcen las sombras en
Roma... ¿Las paredes estarán carcomidas por el moho?, lo que las hace más complejas,
contamina las sombras. Seguro que no es como aquí, donde el sol lo quema todo. La
nube tóxica que tendrá me ayudará a buscar colores que no sean blancos. Mi esperanza
es que esté sucia. Que se haga vida de calle, ya que el exterior lo buscaré allí. Miraré con
los ojos entornados para ver más plano. Podría meterme en religión, ¿lo haré?, no se si
podré escapar de tanto catolicismo. Aquí estoy apartado y mis cuadros siempre tienden
hacia lo místico, hacia lo íntimo. La intimidad de un personaje en un espacio extraño, en
el que todo es nuevo y al mismo tiempo lo de siempre. ¿Como se comportará la gente en
el día a día?, seguro que dignamente, la mayoría tenemos una tendencia oculta hacia la
dignidad. Seguro que tienen pensamientos oscuros, ocultos. La gente mientras trabaja
piensa... en su jefe, en su mujer, sus hijos, en sus vanidades y sus anhelos. Siempre nos
sentimos culpables por lo poco que damos. ¿Se puede pintar eso realmente?¿lo que hace
la gente en sus momentos de intimidad?
Los extraños todos se parecen, ¿y si dejamos de ver a las personas como extraños?,
¿como se hace eso? Cuando pintamos a un extraño nos pintamos a nosotros mismos, nos
proyectamos en una persona ajena para ocultarnos. La mentira de la pintura que la
convierte en lo más real. La realidad de un autor.
¿Que puede esperar un espectador italiano de un pintor realista español?, por mi parte
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puede esperar sinceridad, la mirada de un hombre que le gusta hablar de la malignidad
de los demás a partir de sus propios defectos. No ocultaré nada, mi perspectiva será
clara y crítica. ¿El punto de vista de un turista?,¿como en Summertime (David Lean 1955)?
¿Pasear para encontrar algo que nos de vida? Te levantas, te sientas en un café, el humo
de la taza es importante. El personaje lo mira, Corto Maltés tenía sueños venecianos
envueltos en humo, donde se sueña. Con historias lejanas que nos llevan a un mundo que
al final nunca sabemos si es real. Los recuerdos que utilizamos para hablar de nuestras
obsesiones, que modelamos a nuestro gusto para vernos en un espejo limpio. La fábula
de Venecia...(Hugo Pratt, 1977) me gusta Corto Maltés porque nos muestra todo lo que
he estado contando, Pratt nos lo muestra en toda su obra, no solo en Corto. Crear una
realidad llena de romanticismo, como cualquier otra opción, ¿porqué no elegir esa?, es
tan digna como cualquier otra. Además es algo que deberíamos empezar a recuperar. El
romanticismo. El romanticismo pasado por el filtro de la realidad, y es que,¿hay algo más
romántico que la realidad?. Inventar un personaje que sea italiano, que no esté conforme
con lo que sucede en su entorno. Proyectar a través de él lo que sucede visto por un
voyeur, un mirón, un juez que no mire hacia otro lado, que no se esconda, como Corto,
como Pratt.
Cuando leemos sus cómics nos encontramos con un anarquismo militante que nos hace
soñar con que las cosas pueden cambiar. Los villanos siempre existen, por eso las
aventuras de Corto Maltés nos parecen tan cercanas, tan pegadas a la realidad, aunque
se encuentren entre sueños. Y es que el problema es que nos han quitado la libertad
para soñar. Nos avocan a un productivismo que no tiene ninguna percepción moral. Ahí
es donde se encuentran enterrados nuestros sueños. Vivir soñando...la dulce utopía.
Estoy seguro de que Roma invita a soñar, a soñar en pasado, en tiempos mejores de
pintura que ahora no sabemos si volverán. Los retrataré a ellos, a los que terminan con
los sueños, a los que nos obligan a mirar atrás continuamente para ver que sucede, y a
los que no lo hacen, a los que viven su vida en una lucha contra lo cotidiano, y a los que la
disfrutan a pesar de todo, a pesar de los malos, que nos hacen la vida más difícil.
He hablado en este proyecto de mi intento de simplificar, de comenzar desde dentro
hacía un exterior más sencillo. He hablado de Dubuffet, no de su aspiración de volver a
ser niño, como me he encontrado discutiendo con otros artistas alguna vez, sino de su
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búsqueda de esa sencillez de lo básico que aspiramos todos a conseguir. Miro los dibujos
de Hugo Pratt y son sencillos, libres de barroquismos. Las historias que cuenta siempre
hablan de moral. Son personajes que se encuentran entre dos mundos, el convencional y
el de la ensoñación, con unos valores que no se si podríamos encontrar hoy en día, nos
llevan a través de un mundo de aventura que en realidad es secundario. Porque lo que
importa es la aventura en si, el camino que se recorre, un alter ego que haga lo que
nosotros nunca nos atreveríamos a hacer, a decir. Vive los límites con tranquilidad.
¿Es posible en la pintura hacer lo correcto? Hablar de personajes dignos mirados a través
de la óptica de dos personas, el mirón y el que mira al mirón. Debo asegurarme de que
eso sucede. Poner dos filtros me puede ayudar. ¿Dónde se encuentra la dignidad?
En Roma hay memoria, una memoria que para hacer esto tengo que tocar, supongo,
palpar. La gran urbe cuna de la civilización occidental que se ha convertido en una más.
Lejos de su esplendor, cubierta de barro por unos pecados de los que debe
enorgullecerse. O al menos así me la imagino.
La verdad es que no se como acabará evolucionando esto, cuando esté allí miraré como
son, las personas. Tengo debilidad por el costumbrismo, no me gustan las
nomenclaturas, porque para mí hablar de lo que hace la gente siempre lo es,
costumbrismo.
¿COSTUMBRISMO?
Roberto Arlt, Aguafuertes: solución corrosiva de lo convencional. Si es que alguna vez
existió, lo convencional. En uno de sus Aguafuertes Porteñas habla de Goya:
Los extraordinarios encuentros de la calle. Las cosas que se ven. Las palabras que se escuchan.
Las tragedias que se llegan a conocer. Y de pronto, la calle, la calle lisa y que parecía destinada
a ser una arteria de tráfico con veredas para los hombres y calzada para las bestias y los
carros, se convierte en un escaparate, mejor dicho, en un escenario grotesco y espantoso
donde, como en los cartones de Goya, los endemoniados, los ahorcados, los embrujados, los
enloquecidos, danzan su zarabanda infernal.
Porque, en realidad, ¿qué fue Goya, sino un pintor de las calles de España? Goya, como pintor
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de tres aristócratas zampatortas, no interesa. Pero Goya, como animador de la canalla de
Moncloa, de las brujas de Sierra Divieso, de los bigardos monstruosos, es un genio. Y un genio
que da miedo.
Y todo eso lo vio vagabundeando por las calles.
La ciudad desaparece. Parece mentira, pero la ciudad desaparece para convertirse en un
emporio infernal. Las tiendas, los letreros luminosos, las casas quintas, todas esas apariencias
bonitas y regaladoras de los sentidos, se desvanecen para dejar flotando en el aire agriado las
nervaduras del dolor universal. Y del espectador se ahuyenta el afán de viajar. Más aún: he
llegado a la conclusión de que aquél que no encuentra todo el universo encerrado en las calles
de su ciudad, no encontrará una calle original en ninguna de las ciudades del mundo. Y no las
encontrará, porque el ciego en Buenos Aires es ciego en Madrid o Calcuta...
Fragmento del libro de Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas, Aguafuerte 25, titulado El placer de
vagabundear.
Leo los Aguafuertes porteñas de Arlt y es lo más cercano a los Caprichos de Goya que me
he encontrado jamás. Tienen mucho de análisis psicológico global. Nos damos cuenta en
estas “reseñas” de una afirmación muy cierta, para que una obra realista se acerque a la
realidad del espectador el espectador tiene que reconocerse, tiene que reconocer su
entorno más cercano, que es lo que el espectador siempre analiza de forma permanente.
Llegar a ese nivel de comprensión y mostrarlo de forma crítica siempre es algo que no se
busca. La comprensión del espectador siempre es a través de la realidad. Y la realidad se
muestra siempre lo más sencillamente posible, que siempre es lo más complejo, no caer
en lo banal significa no hablar de lo obvio.
Llevar el costumbrismo contado por un español a Italia me obliga a hablar de Fellini, de
Roma(1972). Fellini se alimentaba de lo mismo que Berlanga, de hablar de las miserias tal
como son para que nos riamos, para que veamos lo ridículos que podemos llegar a ser, de
poner delante de nuestras narices toda la miseria y estupidez de la que somos capaces.
Vemos el extremo, que siempre es real. Veo la trilogía de la Escopeta Nacional como
nuestra Roma, estos dos autores nos muestran nuestra realidad. Lo hablaba antes de
Blasco Ibañez y de Balthus, y de Goya. Roma habla de miserias y de alegrías, y de más
miserias. Roma es la decadencia de la historia en la que siempre ha estado. Lo dice Gore
Vidal al final de la película, “que mejor sitio que Roma para ver el fin del mundo, si es que
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llega, que en esta ciudad que ha renacido tantas veces...”, por supuesto no son las
palabras exactas de Gore, son una interpretación mía, me gustan esas frases
apocalípticas, y más en el contexto en que las dice. Dentro de la película de Fellini son
tan creíbles que esbozas una sonrisa esperando a que llegue.
La serie que quiero realizar hablará de eso, de realismo pictórico a través de una realidad
interpretada a través de mi memoria y mi opinión, como la película de Fellini y las
“Escopetas” de Berlanga. Mi realidad pictórica será una realidad que todos conocemos
pero que siempre ocultamos porque nos resulta incómoda. Mi anterior serie habla de la
familia en ese sentido y con ese lenguaje. Si miro hacia atrás veo que quizás le falta ese
humor que nunca encontré, quizás, si lo pienso, es que me tome la temática a desarrollar
demasiado seriamente. Cuando llegué a la hija hice un giro hacia el fetichismo que la
benefició. No voy a cometer el mismo error dos veces. Esta vez miraré con humor, sin
esconderlo, pensando seguro más en el espectador. Pintaré a una mujer voluptuosa en
un balcón con los pechos llenos de leche para compartir en el gran matriarcado que
siempre ha sido el Mediterráneo. Esos pechos llenos que siempre salen en las películas
de Fellini y Berlanga como signo de alimento. Esos culos que sufren apretados dentro de
los trajes tres tallas menores para que se vean, para que se vea la abundancia. La
realidad de una abundancia que siempre despreciamos o vendemos al mejor postor para
trabajar un poco menos. El poco aprecio por las cosas materiales y el excesivo amor por
las inmateriales, que son tan importantes como nosotros queramos. Por eso las
adoramos, porque no están en venta. Ya hemos vendido todo lo vendible, en el fondo
siempre soy positivo. La verdad es que aquí nos hace falta poco porque no hace frío. Los
colores cálidos te invitan a la calle, a vivir, a buscar la calle para reír, para hablar de los
demás a través de nuestra experiencia, ya que es fácil de tener.
PRESUPUESTO
Esto es un proyecto sobre una serie pictórica que tiene los gastos normales dentro de
una serie de cuadros al óleo, resumida en material y exposición de la obra finalmente
seleccionada.
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Materiales
PRODUCTO PRECIO UNIDAD CANTIDAD TOTAL
Óleo Van Gogh Amarillo Azo Limón, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Anaranjado Azo, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Anaranjado Azo, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Azul Cerúleo Ftalo, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Verde Permanente Medio, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Verde Ftalo, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Tierra Siena Natural, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Tierra Sombra Natural 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Rojo Inglés, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Rojo Azo Medio, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Negro Marfil, 200 ml 6'40€ 2 12'80€
Óleo Van Gogh Blanco de Titanio, 60 ml 3'81€ 4 12'80€
Pincel Sintético Redondo Da Vinci, N.12 5€ 2 10€
Pincel Sintético Redondo Da Vinci, N.6 5€ 2 10€
Pincel Sintético Redondo Da Vinci, N.4 1'75€ 2 3'50€
Pincel cerda Chungking n.20 plano Van Gogh s.210 4'77€ 1 4'77€
Pincel cerda Chungking n.20 plano Van Gogh s.211 4'77€ 1 4'77€
Pincel oriental pelo de cabra, 65 mm 3'90€ 3 11,7€
Lienzos, 70x70 cm, 4cm de espesor 15'68€ 20 313'6€
Block Encuadernado Rojo con goma, 80 gr, 80 h, 20x20 10,87€ 2 21'74€
Esencia de trementina, 750 cl 4'50€ 4 18€
Aceite lino purificado Titan, 1000ml 20'82€ 1 20'82€
Barniz Dammar Mate Talens, 250 ml 13'82€ 1 13'82€
Caja metal dibujo surtida koh-I-Noor 12p -ART- 8'36€ 1 8'36€
Rotulador Edding 750 Oro n.53 3'50€ 3 10'50€
Tinta China negra frasco, 250 ml 3'91€ 1 3'91€
Plástico Burbujas 1'20x1 mt 1'15€ 30 34'5€
TOTAL con IVA INCLUIDO 640, 63€
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Este es un presupuesto de material básico para pintar una serie de unos 15 cuadros,
teniendo en cuenta la criba final antes de su exposición pública. El citado material se
encuentra disponible en la tienda online http://www.totenart.com/ a fecha, 11/04/2013.
Como he comentado en la exposición de proyecto que pretendo realizar mi proceso
creativo es extremadamente esencialista, normalmente me fabrico los bastidores yo
mismo, así como el entelado y las imprimaciones, que realizo normalmente en color
adaptándolo a la imagen que voy a pintar. En caso de poder encontrar dichos materiales
los costes en bastidores se reducirían alrededor de un 20%, condicionado por los costes
de los materiales (tela, listones, pigmentos, cola blanca o latex).
CALENDARIO
Solicito la beca de 9 meses que dividiré en tres fases trimestrales. Una serie de 15 piezas
de esta complegidad analítica la veo imposible de resolver en menos tiempo.
1º Trimestre, de octubre a diciembre:
Recopilación de material (fotografías, prensa italiana, televisión, radio...)
Preparación del espacio de trabajo. Trabajo siempre rodeado de fotografías y dibujos
pegados en las paredes del espacio en el que pinto. Tener contacto visual con las ideas
iniciales me ayuda a no perder la perspectiva global del trabajo.
Análisis con mi tutor-guía sobre el curso de la serie a partir del primer material
recopilado, los primeros dibujos, concepción del diario de artista a partir de dichos
dibujos.
Primeros cuadros, comienzo siempre desde lo general hacia lo particular.
2º Trimestre, de enero a marzo:
Análisis general de las primeras obras. Contraposición directa de ideas junto al
tutor-guía.
Buscar el camino fijo a seguir para evitar dispersiones temáticas.
Dar conjunción estética y temática a la obra.
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Desarrollar el diario publicable con una estética acorde con la obra realizada.
Primeros planteamientos de lo que será la exposición pública de la serie.
3º Trimestre, de abril a junio:
Buscar espacios temáticos olvidados u omitidos en el conjunto de la serie para completar
el discurso y evitar fisuras temáticas o estéticas.
Terminar el libro de artista publicable (maquetación, textos, memoria). Prepararlo para
su impresión a modo de catálogo como parte de la obra en si. Debe concluirse como un
diario de pensamiento estético, temático y artístico.
Concretar un espacio para exponer públicamente la obra realizada. A poder ser un
espacio público relacionado con la obra. Mi criterio es que se debe exponer en un
espacio independiente de la Academia de España en Roma para exponer la obra a una
crítica también independiente. No es conveniente, en mi opinión, exponer la obra en un
espacio influido por el trabajo continuado de 9 meses.
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BIBLIOGRAFÍA
John Steinbeck, The Grapes of Wrath, 1939, Luis de Caralt Editor s.a.
Samuel Beckett, El innombrable, 1953, Olympia Press.
Hugo Pratt, La fábula de Venecia, 1977, Norma editorial, edición del 2004.
Goya. Los caprichos, dibujos y aguafuertes. Impresión Altamira, S.A. Edición no venal.
Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas, 1933, 1950 2º edición, Editorial Futuro, Buenos
Aires.
Roberto Arlt, Cuentos completos, 2002, Editorial Losada.
FILMOGRAFÍA
Takashi Miike, Bizita Q (Bijitâ Q), 2001, Alphaville / CineRocket .
John Ford, The Grapes of Wrath, 1940, 20th Century Fox. Productor: Darryl F. Zanuck .
Summertime, David Lean, 1955, London Film Productions.
Federico Fellini, Roma, 1972, Coproducción Italia-francia; Ultra Film / Les Productions
Artistes Associés.
Luis García Berlanga, La escopeta nacional, 1978, Impala / In-cine Compañía Industrial
Cinematográfica.
Luis García Berlanga, Patrimonio nacional, 1981, Impala / Jet Films.
Luis García Berlanga, Calabuig, 1956, Coproducción España-Italia; Águila Films / Films
Constellazione.
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